Pablo Antonio Cuadra Cardenal 1912-2002 Poeta católico e ideólogo nicaragüense, nacido en Managua el 4 de noviembre de 1912, y fallecido el 2 de enero de 2002 en la misma capital. Una de las figuras más influyentes y prestigiosas de Nicaragua en las últimas décadas del siglo XX, al punto de ser habitualmente conocido por sus siglas: PAC. Hijo de Carlos Cuadra Pasos (1879-1964), jurista, estadista, canciller y diplomático, y de Merceditas Cardenal, su entorno familiar no es ajeno ni a la política ni a la poesía (entre sus familiares: José Coronel Urtecho y el presbítero Ernesto Cardenal, Ministro de Cultura cuando el régimen sandinista). De muy joven se incorporó como fundador al movimiento vanguardista de Nicaragua, en el que junto con José Coronel Urtecho mostró especial preocupación por los aspectos políticos e histórico culturales: sobre ellos ejerció muy temprana influencia Ramiro de Maeztu y la Defensa de la Hispanidad. Dirigió junto con Octavio Rocha la revista Vanguardia. Su abundante obra parte de los Poemas nicaragüenses, escritos entre 1930 y 1933 y publicados por la editorial Nascimento en Santiago de Chile en 1934. En 1936 se licencia en Leyes por la Universidad de Oriente y Mediodía (Granada, Nicaragua). Pero siendo todavía estudiante había tomado ya contacto con el grupo de monárquicos católicos que en la España de la República se habían organizado en torno a la revista Acción Española, de la que muy pronto sería colaborador: «Era lógico que los ideales sembrados por Maeztu dieran pronto sus frutos. Un día recibí en Acción Española un sobre procedente de Nicaragua, patria del inmortal Rubén, con algunos recortes de periódico enviados por un corresponsal para mí desconocido: Pablo Antonio Cuadra. Leí con atención los artículos y decidí, sobre la marcha, incluir dos de ellos en el número de la revista que estaba preparando. Uno era del propio Cuadra y otro la reproducción de un discurso de José Coronel Urtecho. Tan vibrante era el españolismo de nuestros nuevos amigos, que Maeztu llegó a sentir la alarma de que pudieran despertar recelo en Hispanoamérica sus fervores, confundidos con el resurgimiento de una idea imperialista que se acercaba incluso a la dominación territorial. Para evitar ese riesgo, escribió uno de los pocos editoriales suyos de la revista, titulado «La tradición hispánica en América», en el que afirmaba: «Tenemos miedo que el hispanismo de nuestros amigos de América pueda ocasionar que se les tilde de poco patriotas.» Para Maeztu resultaba evidente que los pueblos se gobiernan mejor desde cerca que a distancia; su idea de la Hispanidad era un entretejido de lazos espirituales, ajeno por completo a la dominación territorial. En su pensamiento, todos –españoles, argentinos, peruanos, nicaragüenses...– formábamos parte de la Hispanidad; en modo alguno podíamos ser considerados como padres y el resto hijos menores sometidos a tutela. Los dos nicaragüenses se dieron perfecta cuenta de lo que pretendía don Ramiro. Desde sus generosas afirmaciones iniciales, fue estrechándose una amistad fraternal, en verdadera comunión de ideales y de esperanzas. En setiembre de 1935, Pablo Antonio Cuadra dirigía una hermosa carta a José María Pemán, testigo fiel de las aspiraciones que entonces animaban a parte de la juventud americana. Más tarde, entablaría contacto directo conmigo; pero de ello hablaré en otro lugar. Así decía la carta de Pablo Antonio Cuadra a Pemán:» (Eugenio Vegas Latapie, Memorias políticas, El suicidio de la Monarquía y la Segunda República, Editorial Planeta, Barcelona 1983, pág. 251.) |
Carta de Pablo Antonio Cuadra a José María Pemán, 1935 En Granada, el 5 de septiembre de 1935. Muy admirado amigo: Para nosotros, España, sigue siendo madre. De ahí que sigamos paso a paso, unidos de corazón, vuestros pasos de reconquista. El retorno del Rey, que sería, estoy seguro –después de esta amargura democrática– un franco retorno a nuestra tradición, abrirá nueva era en España y su ejemplo beneficiará inmensamente a nuestros pueblos... ¡Dichosos ustedes que pueden luchar por un príncipe! Amar su doctrina en la encarnación de un jefe, que trae en sus venas todas las glorias del pasado y está robustecido por la legitimidad de una institución secular. Nosotros nos vemos obligados a coger nuestras glorias y nuestros laureles pasados y mantenerlos en alto, cansando nuestros músculos, porque no tenemos una frente perenne y respetada donde colocarlos. Pero ha de llegar la hora en que la conquista señale al vencedor y éste, sentándose sobre sus victorias y sobre las inconmovibles bases de una tradición remozada y revivida abra, a nuestro futuro, la hermosa puerta de paz y ventura de una autoridad continua. Las mismas razones que Vd. expone a favor de la Monarquía apoyan nuestra fórmula dictatorial de una autoridad unipersonal, fuerte, libre y durable. Mientras Vd. se deja llevar por su lógica hasta el Monarca en retorno, nosotros nos dejamos llevar hasta el Monarca en germen. Queremos un dictador para lograr luego un hijo dictador y luego otro hijo dictador. Queremos fundar monarquías para dar a cada una de nuestras naciones un Estado constructivo, preventivo y conservador, ya que sólo los soberanos podrán romper esas soberanías democráticas, obstáculos terribles para la unidad y hermandad imperial. Pablo Antonio Cuadra (Eugenio Vegas Latapie, Memorias políticas, El suicidio de la Monarquía y la Segunda República, Editorial Planeta, Barcelona 1983, págs. 251-252.) |
«Ya entrado el mes de diciembre de 1935 recibí en Acción Española un paquete, torpemente confeccionado, que contenía un trabajo de Cuadra, titulado «Hacia la Cruz del Sur», a la manera de estampas o impresiones de un viaje del autor desde Nicaragua a las naciones hermanas sudamericanas. (...). La lectura del resto de la dedicatoria no sólo me llenó de entusiasmo, sino que me impulsó a sumirme en la del trabajo íntegro, que no cesó hasta su conclusión. Mi entusiasmo por el original de Pablo Antonio Cuadra fue tal que deseé darlo a conocer a los lectores de la revista sin aplazamiento alguno, retirando otros que estaban ya en la imprenta, para dar la prioridad al primoroso y profundo trabajo que acababa de llegarme. No es posible reproducir íntegramente aquí dicho estudio, que produjo verdadero entusiasmo entre los lectores de Acción Española, al ser publicado en los números de enero y febrero del fatídico año de 1936.» (Eugenio Vegas Latapie, Memorias políticas, El suicidio de la Monarquía y la Segunda República, Editorial Planeta, Barcelona 1983, pág. 252-253.) Durante la guerra española mantuvo Pablo Antonio Cuadra el contacto con sus amigos: |
Carta de Pablo Antonio Cuadra a Eugenio Vegas Latapie, 1938 Granada 17 de febrero del año 1938. Mi buen amigo: Verdaderamente, me desconcierta el que no haya recibido ninguna de mis cartas, especialmente la que le envié por medio de don José María Pemán, el cual, en su contestación, me aseguraba que se la entregaría inmediatamente. Esta su última carta del 7 de Enero viene a enlutar más mi acendrado cariño por Uds. con su lista de mártires irreparables. ¡Sea todo por el esplendoroso resurgir de España, quien sufre y padece por la redención de la Hispanidad y del mundo! Tantas hermosas promesas y fecundas realidades han caído en el campo del Honor y de la Fe que es ya imposible dudar del milagro español. La esperanza del mundo está puesta en esa tierra maravillosa y heroica, que ha sembrado sus mejores semillas en las siembras de Dios. ¡Lástima que nosotros estemos aquí impotentes, vergonzosamente expectantes, cuando la sangre y el espíritu nos tira y empuja a seguir esas huellas gloriosas de la Madre! Ya llegará el día en que podamos pagar esta deuda inmensa que ya pesa en nuestro corazón de americanos. Ese día será el del Imperio... Pablo Antonio Cuadra. P.S. La Antología aún no la he recibido. La espero con ansias y temiendo no vaya a perderse en el camino. Saludos a los amigos. ¡Arriba España! (Eugenio Vegas Latapie, Los caminos del desengaño, memorias políticas 1936-1938, Tebas, Madrid 1987, págs. 509-510.) |
En el verano de 1939, recién terminada la guerra civil española, pudo viajar por primera vez a España. Había viajado hasta Europa invitado por el Gobierno fascista para cursar una visita a Italia. El periplo que realizó por España corrió a cargo de quienes habían organizado Acción Española, en aquellos meses en pleno proceso de adaptación a la nueva realidad: Eugenio Vegas Latapie dedicó parte de la importante cantidad de dinero que le había confiado Andrés Soriano para obras monárquicas e ideológicas en financiar la estancia de Cuadra en España. Llegó a Tetuán en un avión italiano, procedente de Roma, en agosto de 1939, lugar donde estaba destinado entonces Vegas Latapie, que recuerda: «Estuvo satisfechísimo en África. Joven, de agudísimo ingenio, hizo enseguida gran amistad con todos mis amigos. Le llevé, como antes a Montes, a la IV y la V Banderas de la Legión y allí tuvo ocasión de hablar con los combatientes que acababan de llegar del frente. Tan a gusto estaba con ellos que quiso fotografiarse vestido de legionario. Conservo la fotografía: Pablo Antonio con la guerrera de capitán de Juan José Orozco que aparece a su lado en mangas de camisa. En diversas comidas que celebramos con jefes y oficiales de la Legión o con otros militares entonces destinados en Ceuta, Pablo Antonio pronunció varios discursos, vibrantes de patriotismo y de españolidad que entusiasmaron a los comensales.» (Eugenio Vegas Latapie, La frustración en la Victoria. Memorias políticas 1938-1942, Actas, Madrid 1995, págs. 137-138). Siempre acompañado por Eugenio Vegas Latapie, Pablo Antonio Cuadra se encaminó a Cádiz, para conocer personalmente a José María Pemán Pemartín. Allí organizaron sobre la marcha un homenaje al virrey argentino Liniers, en el que intervinieron Pemán y Cuadra. La pareja Vegas y Cuadra se desplazó después a Sevilla («Pemán había avisado a algunos amigos que nos recibieron muy amablemente») y luego a Madrid: «Nos instalamos en el Ritz. La única vez en mi vida que estuve alojado en ese hotel. Mi paga del Consejo de Estado era entonces doble, por estar destinado en África y podía permitírmelo. Sobre todo porque fueron sólo unos días, ya que enseguida salimos para Santander, ciudad donde vivía mi padre y para la que Pablo Antonio traía un especial encargo.» El encargo que tenía que cumplir Pablo Antonio Cuadra en Santander consistía en visitar al General Moscardó y entregarle una gran medalla de oro que habían acuñado los admiradores nicaragüenses de la heroica defensa del Alcázar de Toledo: «La audiencia la había preparado Paco [Eliseda], que hizo una solemne presentación de nuestro amigo: "–Como usted sabe, mi general, Nicaragua..., el joven diputado y poeta..., la admiración en aquellas tierras hispánicas por vuestra heroica gesta...". Muy bien. Entregó Pablo Antonio el pergamino y la medalla y Moscardó nos dice: "–Con que de Nicaragua. ¿Eh? También ha estado a verme un obispo de Patagonia". Sin duda nos daría las gracias por el obsequio, que aparte del significado espiritual tenía también un importante valor material, pero lo que me quedó grabado fue la frase que he reproducido. A la salida, Pablo Antonio nos comentó: "–Hay más distancia entre Nicaragua y Patagonia que entre Santander y África del Sur".» Pablo Antonio Cuadra pasó luego varias semanas en Madrid. Ciertas circunstancias de su regreso podemos conocerlas por las memorias de Vegas Latapie: «A fines de 1939 Pablo Antonio Cuadra decidió regresar a su país, después de una prolongada estancia en nuestra patria que le resultó gratísima. Con el fin de pagar el pasaje, ordeno disponer de parte de los fondos que tenía en el Lloyds Bank de San Juan de Luz y recibo la desagradable sorpresa de que me comunican que estaba a cero mi cuenta corriente. [...] Quedaba, sin embargo, el problema de pagar el pasaje de Pablo Antonio Cuadra y me dirigí a Pedro Gamero en petición de auxilio. Con unos fondos de Falange se pagó el billete y Pablo Antonio pudo regresar a Nicaragua sin haberse enterado demasiado del lamentable asunto. Así pudo salir Pablo Antonio para Barcelona, donde iba a embarcar hacia América, en donde fue muy obsequiado por mi queridísimo amigo Martín Almago y, antes de ambarcar, le hizo entrega, para que me la enviara, de una carta dirigida a mí. Sin duda un texto de enorme interés para conocer las impresiones que un hispanoamericano de preclara inteligencia sacó de la España recien liberada. [...] El regreso a Nicaragua de nuestro amigo, que en España había anudado lazos permanentes, fue de desagradables consecuencias para él [...].» (págs. 161-163.) [ver La Hispanidad en el banquillo.] |
Carta de despedida del escritor nicaragüense Pablo Antonio Cuadra,
Pablo Antonio Cuadra, a Eugenio Vegas Latapie con un fuerte y estrecho abrazo de despedida. |
Al llegar a finales de 1939 a Nicaragua, los jóvenes del Movimiento de Vanguardia y su capellán el padre Azarías Pallais, se concertaron para ofrecer una cena de bienvenida al viajero que volvía a la patria: en esa ceremonia Joaquín Pasos leyó un coral (inédito hasta que lo publicó la prensa nicaragüense sesenta años después, en 1999, con ocasión de los 87 años de Pablo Antonio Cuadra) que nos permite acercarnos a los postulados ideológicos de aquel influyente grupo de nicaragüenses: |
Coral de la investidura de Pablo Antonio Cuadra, 1939 «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea. / Así comienza el verbo a vestir a la idea. / Así comienza Pablo Antonio su tarea. / (Repetid: Así sea.) |
El 26 de junio de 1945 ingresa Pablo Antonio Cuadra en la Academia Nicaragüense de la Lengua (que precisamente había fundado su padre en 1928, entonces Canciller de Nicaragua), con un discurso titulado «Introducción del pensamiento vivo de Rubén Darío». Volvió a España en 1946, formando parte de la delegación oficial de Nicaragua al XIX Congreso Mundial de Pax Romana, donde coincidió con los también nicaragüenses Julio Ycaza Tigerino y Carlos Martínez Rivas: los tres figuran entre los colaboradores en 1947 de la revista Alférez. Y vuelve por tercera vez a España en 1948: Alférez publica en primera plana su Himno nacional en vísperas de la luz y le dedica una efusiva bienvenida. Desde 1964 hasta su fallecimiento a principios de 2002 Pablo Antonio Cuadra fue director de la Academia Nicaragüense de la Lengua, con Julio Ycaza Tigerino como secretario de la institución: los dos lograron entrar en el siglo XXI ocupando esos cargos. PAC es Rector de la Universidad Católica «Redemptoris Mater» de Managua (Nicaragua), y fundador en 1960 y director durante más de cuarenta años de El pez y la serpiente, revista centroamericana de cultura (revista con sede en el Palacio Nacional de la Cultura de Managua, patrocinada por la empresa privada). En 1988 formó parte del jurado que concedió en España el Premio Cervantes a María Zambrano (jurado constituido por Jorge Semprún, Rafael Lapesa, Pablo Antonio Cuadra, Emilio Alarcos, Alfredo Bryce Echenique, Alfredo Conde, Monserrat Roig, Carlos Fuentes, Juan Manuel Velasco y José María Merino). A partir de 1964 comenzó a publicar en el diario La Prensa sus «Escritos a máquina», en los que desde una perspectiva política y filosófica ha sido comentarista de la agitada historia de su país. En 1991 un nieto suyo, Pedro Xavier Solís Cuadra (1963-), publicó un Diccionario filosófico de Pablo Antonio Cuadra (este nieto es también director ejecutivo de la Asociación Pablo Antonio Cuadra, subdirector de la revista El pez y la serpiente, el miembro más joven de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y presidente del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispana). Fue muy sonada la ruptura, en diciembre de 1998, de la familia Cuadra con la familia Chamorro, propietaria del diario La Prensa. Pablo Antonio Cuadra era hasta entonces Director General del diario, y su nieto Pedro Xavier Solís el Subdirector Ejecutivo: la familia Chamorro sugirió al subdirector que presentara su renuncia, pero al día siguiente éste visita a su anciano abuelo, que molesto por ignorar los hechos a pesar del cargo aparente que ostentaba, se reúne con los propietarios del periódico y tras un fuerte altercado PAC anuncia que abandona también el diario junto con su nieto. En octubre de 1998 se presentó en el Palacio Nacional de la Cultura de Caracas (Venezuela) una recopilación de la poesía religiosa de PAC: El libro de las horas. En esa ocasión el autor declaró a la prensa: «América sólo puede encontrar y realizar a plenitud su propia identidad si logra, con los elementos de su propia historia, realizar la síntesis entre cultura y fe.» Durante la ceremonia el Doctor Esteban Araujo, presidente de la entidad editora, la Fundación Cultural del Municipio de Caracas (FUNDARTE), destacó el profundo contenido de la poesía religiosa de Cuadra, «que combina la calidad artística con la pasión de la fe». El autor, en su discurso, calificó la iniciativa de FUNDARTE de «un ejemplo de solidaridad hispanoamericana que abre camino al alto destino de nuestra América que es el de crear la nueva civilización del nuevo milenio». El autor destacó que «aquí se habla de una poesía que tiene, además, otra propiedad espiritual y es que sus palabras no sólo nacieron de la inventiva poética del autor, sino de una zona misteriosa que es todavía menos propiedad del poeta como es la fe» y que «no sólo no soy yo el autor, sino que tuve que vencer la voluntad de ser y de manifestarse de mi yo, para que mi poesía se nutriera de ese poder y de ese amor que es el sentimiento religioso: lenguaje de este libro que, repito, no es mío sino en la medida en que tuve que alejarme de mí y navegar hacia el misterio». Durante ese acto el poeta y crítico Guillermo Yepes Boscán destacó el valor poético y religiosa de la poesía de Cuadra y señaló que «me gozo en sus palabras porque ellas nos descubren uno de los aspectos más valiosos, creadores y humanistas del destino de América. Esta es la América Cristocéntrica. Y esa es su esencia porque sólo en Cristo podemos encontrar en su plenitud al hombre.». El viernes 15 de octubre de 1999 recibió de manos del presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, el Premio Nacional de Humanidades, consistente en cinco mil dólares, por sus aportes al rescate de la «nicaraguanidad» y porque la literatura es parte sustantiva de las humanidades. «Me siento muy honrado» dijo PAC después de haber recibido el premio: «Yo que formo parte de la década de Vanguardia, tomo este premio como una antorcha para pasársela a la siguiente generación como la antorcha que recorre Centroamérica durante las fiestas de septiembre» y mantengamos, como dijo el Güegüense «el hilo azul de la poesía». El martes 4 de diciembre de 2001 se celebró un homenaje a Pablo Antonio Cuadra (PAC), dentro de las actividades conmemorativas del 32 aniversario del Teatro Nacional Rubén Darío (TNRD). Consistió en una tenida poética que contó con la participación de los jóvenes poetas Isolda Hurtado, Karla Sánchez, Blanca Castellón, Gloria Gabuardi, Fanor Téllez, Fernando Antonio Silva, Francisco de Asís Fernández, Alvaro Hurtecho, Julio Valle Castillo, Edwin Yllezca, Pedro Javier Solis, Gustavo Adolfo Páez, Ariel Montoya y Rafael Vargarruiz. Pero PAC ya estaba entonces muy enfermo, y su vida se iba apagando. Falleció el miércoles 2 de enero de 2002 en su casa del reparto Las Colinas, a causa de un paro respiratorio tras prolongada enfermedad, y fue sepultado al día siguiente en la ciudad de Granada.
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