Vicente Uribe Galdeano 1897-1961 Político e ideólogo comunista español, nacido en Bilbao en 1897. Obrero metalúrgico, militante del Partido Comunista de España desde 1923, dirigente desde 1927, fue Ministro de Agricultura en los gobiernos republicanos de Francisco Largo Caballero (5 de septiembre de 1936 al 18 de mayo de 1937) y de Juan Negrín (18 de mayo de 1937 al 1º de febrero de 1939). Principal impulsor de la reforma agraria promovida por el Partido Comunista que intentó llevar a cabo la Segunda República en plena Guerra Civil española. Tiene el mayor interés su escrito de 1938: El problema de las nacionalidades en España a luz de la guerra popular por la independencia de la República Española. Tras la derrota de 1939 y el consiguiente exilio de los dirigentes, el Partido decide la formación de un Secretariado en América: Vicente Uribe y Antonio Mije ya estaban en México a finales de 1939 (después llegarían Pedro Checa [que falleció en México en agosto de 1942, y a quien se implicó en el asesinato de León Trotsky, en su casa de Coyoacán, el 20 de agosto de 1940], Santiago Carrillo, Juan Comorera, Fernando Claudín, &c.). Vicente Uribe fue el máximo dirigente del grupo comunista español en el «confortable» exilio mejicano durante los años de la segunda guerra mundial, y quien encargó a Carrillo, tras la muerte de Checa, las tareas de organización. Tras la expulsión del Partido de Jesús Hernández, en 1944, pasó a ocupar el segundo lugar en el escalafón jerárquico del PCE. Abandonó el exilio mejicano y llegó a París en mayo de 1946, junto con Antonio Mije, para establecerse en Francia. Desde la retirada por enfermedad de Dolores Ibárruri en el verano de 1947 hasta la ilegalización del PCE en Francia, se irá fraguando un enfrentamiento interno entre el dúo Antón-Carrillo frente a Uribe-Mije. En noviembre de 1947 se inicia en Moscú una depuración interior del PCE, ejerciendo Vicente Uribe y Fernando Claudín el papel de jueces en esos procesos. El 7 de septiembre de 1950 el ministro del Interior francés, un socialista, ilegaliza a los comunistas españoles, que pasan a estar fuera de la ley y son perseguidos en masivas redadas. Vicente Uribe, Antonio Mije y Enrique Líster se instalan en Praga, permaneciendo en París, de forma clandestina, Santiago Carrillo y Francisco Antón (ex compañero sentimental de Dolores Ibárruri, que pronto será relegado por la dirección de Dolores-Uribe con la ayuda de Carrillo). En octubre de 1953 propuso Vicente Uribe que el Partido elaborase un documento dirigido específicamente a los intelectuales. Esta idea se plasmó en abril de 1954 en el documento titulado: Mensaje del Partido Comunista de España a los intelectuales patriotas. El V Congreso del PCE (celebrado en Checoslovaquia en septiembre de 1954) es considerado como el canto del cisne de Dolores Ibárruri y de Vicente Uribe: Dolores redactó y defendió el informe político, Uribe el informe sobre el Programa del Partido y Carrillo las cuestiones organizativas y estatutarias. Al terminar este congreso se asistirá durante dos años a un combate político entre los jóvenes (Carrillo y Claudín) y los veteranos (Dolores y Uribe). En febrero de 1956 asiste Uribe en Moscú al XX Congreso del PCUS. Dolores ha invitado al Congreso a Fernando Claudín, con la intención de conocer y poner coto al creciente protagonismo que va consolidando Santiago Carrillo en París. Claudín imita la condena que en el XX Congreso se hace de Stalin, y no se frena en sus ataques a Uribe y a Dolores. La crisis abierta en Moscú se intentará salvar en el Pleno del Buró Político del PCE que se celebra en Bucarest en abril y mayo de 1956 (los nueve miembros del Pleno eran: Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo, Antonio Mije, Ignacio Gallego, Manuel Delicado, Cristóbal Errandonea, Vicente Uribe, Enrique Líster y Fernando Claudín). Pero en esos pocos días Dolores ha pactado con Carrillo, y la crisis se va a resolver con la caída de Vicente Uribe, convertido en chivo expiatorio y acusado de «culto a la personalidad», en pleno fervor depurador postestalinista. La eliminación de Vicente Uribe, relegado absolutamente por el grupo triunfante capitaneado por Santiago Carrillo Solares, se consumará en el Pleno del Comité Central celebrado en la RDA del 25 de julio al 4 de agosto de 1956. Vicente Uribe falleció en Praga el 11 de julio de 1961, estuvo casado con Teresa García y tuvo cinco hijos. Las cuatro menciones a Vicente Uribe en la oficial «Los debates y resoluciones del IV Congreso [del Partido Comunista de España, 1932] asestaron un fuerte golpe a las tendencias sectarias que frenaban el desarrollo del Partido y su proceso de consolidación. Con el Congreso, el Partido dio un gran paso en el camino de su transformación en un partido de masas, destacando de su seno al núcleo dirigente capaz de realizar el viraje que la situación exigía. Entre los miembros del nuevo Comité Central figuraban José Díaz, Dolores Ibárruri, Vicente Uribe, Antonio Mije, Manuel Delicado, Pedro Checa, Trifón Medrano, Jesús Larrañaga, Cristóbal Valenzuela, Eustasio Garrote, Hilario Arlandis, José Silva, Rafael Millá, Daniel Ortega, Luis Zapirain, y otros dirigentes comunistas que habían dado pruebas de su capacidad y de su firmeza revolucionaria.» Historia del Partido Comunista de España, 1960, pág. 77. «En esa lucha [tras el 18 de julio de 1936], que se desarrollaba de un extremo a otro, del país, ocuparon desde el primer momento puestos de vanguardia los dirigentes comunistas que desde el primer día estuvieron ligados con los frentes. Allí estaban José Díaz, Dolores Ibárruri, Vicente Uribe, Pedro Checa y Antonio Mije. Junto a los comunistas, rivalizando en heroísmo, combatieron los dirigentes de la JSU: Santiago Carrillo, Medrano, Claudín, Cazorla, Melchor, Gallego, Andrés Martín y Lina Odena. Los dos últimos cayeron en esos primeros combates contra los enemigos del pueblo.» Historia del Partido Comunista de España, 1960, pág. 128. «Pero en las graves circunstancias en que se había planteado la crisis y ante la insistencia de Largo Caballero acerca de la participación comunista en el Gobierno, el Partido accedió a entrar en él y compartir de un modo directo con los socialistas y los republicanos las responsabilidades del ejercicio del Poder, y nombró como representantes suyos en el Gobierno a Vicente Uribe y Jesús Hernández. {(1) Jesús Hernández fue expulsado del Partido en 1944 por su actividad contrarrevolucionaria.}» Historia del Partido Comunista de España, 1960, págs. 139-140. «Apenas transcurrida una semana de la entrada del Partido en el Gobierno de Largo Caballero, el ministro de Agricultura, Vicente Uribe, en nombre del Partido, presentó al Consejo de Ministros un proyecto de Reforma Agraria que preveía la entrega gratuita y en propiedad a los campesinos y jornaleros de la tierra confiscada a los terratenientes comprometidos en la sublevación fascista. Después de larga discusión, el Partido hubo de aceptar la modificación introducida en el proyecto inicial por los socialistas, en virtud de la cual se decretaba la confiscación en favor del Estado, o sea, la nacionalización de la tierra» Historia del Partido Comunista de España, 1960, pág. 175. Algunos fragmentos referidos a Vicente Uribe tomados del libro de [La alianza entre la URSS y las potencias angloamericanas determinan, en plena guerra mundial, la disolución de la Internacional Comunista, el 10 de junio de 1943.] «El PCE aprobará y firmará la disolución por mano de Dolores Ibárruri que formaba parte de la dirección de la Komintern. En México, Vicente Uribe va a dedicar un artículo a esta "decisión histórica". Un texto de relevancia política, que sin embargo tiene un detalle que haría las delicias de cualquier coleccionista de las genialidades del PCE en el movimiento comunista internacional. En primer lugar va incluido en un número de España Popular con fecha de mayo anterior al motivo de su elegía. La sabia decisión de disolver la Komintern tuvo lugar en junio, en mayo el Presidium del Comité Ejecutivo sólo "proponía". Además recuerda un hecho que por cierto nadie conoce entre los estudiosos de la Komintern, y es la anulación de las 21 condiciones que imponía la IC a las organizaciones que se quisieran incorporar a la III Internacional. Es difícil que se trate de una errata, posiblemente Uribe, que se jactaba de ser el número uno en el manejo de la ciencia marxista-leninista-estalinista, se refiriera a la denominada "reforma de estatutos" de la IC propuesta por Bujarín, el dirigente bolchevique, en 1926, y que apenas ni se puso en práctica, salvo en el breve lapso en el que Bujarín fue presidente de la IC (1926-comienzos de 1929). Esta pifia de Uribe, de haber sido escrita en cualquier otro lugar más cercano a "la casa", le hubiera costado cara, pues Bujarín en 1943 ya había sido ejecutado por Stalin y su memoria objeto de alta traición. Uribe sólo tenía en su descargo el que entonces no se conocían esas interioridades y que los soviéticos no estaban para precisiones históricas.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 83.) «Hay que reconocer que en la política del PCE se da en ocasiones una disociación llamativa entre su discurso público y su discurso interno, como hemos tenido ocasión de ver ya, y como comprobaremos en otras ocasiones. Así fue también respecto a la cuestión sindical, pues, a finales del 48, dos hombres del Buró Político –Vicente Uribe y Antonio Mije– reunirán a los cuadros del PCE y del PSUC para hacer una reorientación del tema sindical. En esta reunión, celebrada en octubre en un "chateau" cercano a París, y a la que Dolores no pudo asistir porque ya se encontraba enferma y fuera de Francia, Uribe, que por carácter y convicciones estaba muy lejos del estilo voluntarista a ultranza que caracterizó siempre a Carrillo, se descolgó con un ataque a la "política de masas" que había llevado el partido en los años anteriores. Nuestra táctica huelguística a ultranza es errónea –dijo Uribe y añadió sin paños calientes–: aunque la realidad era tozuda, nosotros éramos más tozudos aún, persistiendo en nuestros trece, a pesar de que los hechos nos desmentían. Este alegato indirecto contra Carrillo y Antón, que dirigían políticamente todo lo referente a la lucha en el interior, incluía una rectificación de futuro: ¿Cuál es el mejor camino?, se preguntaba Uribe ante los cuadros del PCE y el PSUC. No el que hemos seguido... Nuestra conclusión es que debemos trabajar en los sindicatos creados por Falange [abandonando la política del partido que consideraba], al grupo sindical, simplemente como la organización de los comunistas de "segunda categoría". Esta revisión crítica de Vicente Uribe, la más dura y elaborada de cuantas hizo el Buró Político por aquellos años, se mantuvo oculta en los años "revisionistas", del 56 en adelante, quizá porque Uribe fue marginado de la dirección y los nuevos aires alentados por Carrillo y Claudín no podían basarse en los textos de un hombre que ellos habían triturado. Uribe en la reunión citada mostraba una excepcional clarividencia e incluso una frescura de expresión de la que estaba carente cada vez que cogía la pluma. Adelantándose en mucho a lo que sucederá posteriormente a 1948, Uribe afirma que la UGT va a desaparecer como organización en el interior, y si el PCE se muestra hábil llegaremos a una inteligente combinación del trabajo clandestino del partido con las posibilidades legales que incluso un régimen fascista no puede cerrar totalmente...» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 139.) «La liquidación política de Antón y el debilitamiento de Santiago Carrillo en su papel dirigente, obligó a Dolores Ibárruri a conceder mayor predicamento a Vicente Uribe, sin el cual toda aquella farsa hubiera sido muy difícil de que prosperara y a quien Dolores debía agradecer su actitud de fiscal interesado. Uribe ocupará el lugar número dos del partido, a escasos metros del número uno, pero ambos a miles de escalones del tercero, que gracias a la amistad con Vicente Uribe y al corrimiento en la escala, pasó a ser Antonio Mije. La evidencia del ascenso de Uribe al olimpo de los dirigentes se manifestará en 1952, ya defenestrado Antón, cuando se celebre con pompa y circunstancia el 55 cumpleaños de Vicente Uribe, que había nacido como Stalin y Dolores, en el mes de los grandes, en diciembre. Del acto dio cumplida cuenta Mundo Obrero, y con ello quedó establecido que sólo Dolores y Uribe tenían el derecho soberano para recibir felicitación pública y colectiva de sus colegas del Comité Central. Hasta bien avanzados los cincuenta, la dirección del partido tendrá una relación de fuerzas equilibrada en su pirámide por Dolores y Uribe.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 207.) «Aunque la intuición de todos los analistas ha echado sobre las anchas espaldas de Santiago Carrillo la inauguración de su política hacia los intelectuales, va a ser Vicente Uribe quien plantee por primera vez la necesidad de elaborar un documento específicamente dirigido a los intelectuales. Lo hará en París el 22 de octubre de 1953, ante Carrillo, Mije, Gallego y Errandonea. Carrillo, eso sí, con su aguzado olfato recogerá la idea y la capitalizará: La sugerencia del camarada Uribe es una idea muy original –dice Santiago– pensamos que va a jugar un papel político importante y habrá que consultar con los intelectuales de nuevo para evitar que... no tenga galicismos, &c., por la clase de gente a la que va dirigida. Esta frase inscrita en el acta de la reunión echa una vez más por tierra la teoría de un Uribe absolutamente despreocupado del movimiento en el interior, y un Carrillo audaz, dispuesto a abrirse camino frente a las reticencias de Uribe. Como veremos en su momento, germinaba un enfrentamiento entre diferentes tácticas, ritmos de lucha, y personalidades. Que Uribe estuviera en trance de devenir un alcohólico no permite suponer que fuera tonto ni que careciera de lucidez. La idea de Vicente Uribe se plasmó en un documento titulado "Mensaje del PCE a los intelectuales patriotas", que lleva la fecha de abril de 1954 y que supondrá pese a lo inocuo y poco interesante del texto, el primer gesto del PC en su historia hacia la intelectualidad progresista. El documento es un largo escrito de estructura muy tradicional. Revela que pese a las hipotéticas consultas con los citados intelectuales de que hablaba Carrillo quizá eludieron los galicismos pero no el tono amazacotado y garbancero que caracterizaba la pluma de Uribe. Un documento que pretendía servir como herramienta analítica a los intelectuales del interior se inicia con un estentóreo y chabacano: ¡Trabajadores de la Ciencia, de la Literatura y el ARTE! ¡Maestros de la Cultura! ¡Estudiantes! En este encabezamiento se plasmaba el absoluto desconocimiento de la sensibilidad del mundo al que iba dirigido, nada grandilocuente; necesitado de ideas y conocimientos no de vacuidades.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 234.) «En la reunión del Buró Político, celebrada el 29 de abril del 55 y que se alargará durante una semana, Claudín se enfrenta a Uribe, máximo responsable del Buró. La discusión no es precisamente bizantina y tiene consecuencias en el campo organizativo y en el político. La primera impresión que saca Claudín tras sus primeros contactos con las organizaciones del PCE en Francia es muy negativo por su bajo nivel político, insuficientes lecturas (da como ejemplo que de 37 responsables políticos sólo 27 habían estudiado hasta el 3º o 4º capítulo de la "Historia del PC (bolchevique) de la URSS", que como se sabe era un legado de Stalin a la posteridad), bajo nivel cultural, &c. A Uribe le irritó sobremanera que Claudín apenas caído en paracaídas sobre las organizaciones de Francia tuviera la pedantería de clasificar y examinar a la militancia: creo que el camarada Fernando da una impresión parcial de las cosas en que participó y vio y que oyó... si además de sus intervenciones críticas nos dijera: los camaradas han dicho esto y lo otro, nos hubiera dado un cuadro más completo. El primer choque fue sobre la organización del partido en Francia, cuya responsabilidad correspondía sobre todo a Uribe, que decía supervisarla personalmente. Pero el enfrentamiento sobre la línea política tuvo mayor enjundia y preludia futuras discusiones. El Programa del Partido [V Congreso, 1954] había sido obra casi personal de Uribe, como ya hemos dicho, y se sentía albacea y primer exégeta de él, con una sensación de propiedad y de usufructo que le iba a su carácter autoritario y soberbio. Sin embargo, al margen de características subjetivas, la historia daría la razón a Uribe en detrimento del voluntarismo de Claudín. Mientras Fernando consideraba que los seis puntos de la Plataforma del Frente Nacional son la base para la unidad con todas las fuerzas antifranquistas, Uribe, más realista, pensaba que el Programa del Partido y los seis puntos de la Plataforma hoy lo defendemos como soluciones que propone el partido, pero como base de unidad está fuera de la realidad política. Se basaba en algo que a Claudín le pareció entonces insultante, y es el hecho, negado por Fernando y por Carrillo, de que hoy [1955] en el interior de España no hay fuerzas políticas organizadas. Como un solo hombre, según consta en el acta de la reunión, Carrillo y Claudín responden al unísono: sí las hay, y Uribe, cachazudo, matiza: Fuerzas políticas interesadas en la Revolución Democrática no las hay, porque una cosa es luchar contra Franco y otra por la revolución democrática.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 249.) «Claudín y Carrillo ven en Uribe la imagen del derrotismo, de la falta de entusiasmo revolucionario; se está fraguando la pelea contra Uribe. Cada vez que ellos le ponen de manifiesto el desarrollo de la lucha, los éxitos constantes, el giro total de la situación que se está produciendo en España, él les responde con su escepticismo. Si Carrillo le cuenta que el 95% (sic) de los enlaces sindicales elegidos en Zaragoza son de la candidatura contraria a la oficial, y que se han producido cambios muy profundos en el personal de los Sindicatos Verticales, que responsables del partido en Madrid discuten de igual a igual con el jerarca de Falange, Uribe les responde invariablemente con su despego. Lo que según él hay que hacer es popularizar el programa del partido y los frutos ya irán viniendo en la medida en que las cosas de España vayan desarrollándose. La historia le dará la razón porque aquel ritmo suicida acabaría hasta con los mismos protagonistas del voluntarismo a ultranza; se le podrá acusar de que el Uribe de 1955 ya no creía en nada, pero los otros creían demasiado. Claudín siete años más tarde volverá al pensamiento de Uribe sin reconocerlo, enfrentándose a Carrillo por su voluntarismo.» (Gregorio Morán, Miseria y grandeza del PCE, 1986, pág. 251.) [En el Pleno del Buró Político, celebrado en Bucarest, del 12 de abril al 12 de mayo de 1956] «Santiago se estaba acercando al objetivo. La revisión táctica ya se había aprobado, y Pasionaria no sólo la cubría con su manto sino que le daba a él, presunto culpable, el espaldarazo. Ahora en buena ley sólo le quedaba por su parte apuntalar la figura de la secretario general y luego pasar al segundo punto del orden del día, con la imagen de Dolores sin mácula, y su voz sumada al coro de postulantes a la cabeza de Vicente Uribe. Como un dueto operístico aquello se convirtió en un reto por la nota más alta. La intervención autocrítica hecha por la camarada Dolores en torno a esta cuestión refuerza su autoridad ante nosotros y ante el partido –dijo Santiago–. Es un ejemplo de la actitud que debe tomar un dirigente ante sus errores. De esta reunión yo trataré de conservar más que la satisfacción de haber acertado en lo principal en problema tan importante, el recuerdo de cómo debe reaccionarse y corregir valientemente los propios errores, según el ejemplo que Dolores nos ha dado. Cumplida la primera parte, ahora le toca la tarea de apuntar al culpable y empezar la segunda: Ante mis ojos la autoridad de Dolores, que ya era muy grande, se ha elevado, entendiendo esto en el buen sentido, su autoridad efectiva, real. Pero no puedo menos de poner en contraste la actitud de Dolores con la de otros camaradas... Ni Uribe, ni Mije se han adelantado a hacer una rectificación durante esta discusión... Siempre ha tenido que ser Dolores la que ha tomado la iniciativa... [En el Pleno del Comité Central, en la Casa del Lago (en la República Democrática Alemana), del 25 julio al 4 de agosto de 1956] «Santiago es el verdadero jefe de la reunión. Dolores ha quedado desautorizada y marginada ante aquella avalancha de modernidad y voluntad. Los veteranos hacían monigotes en beneficio de los irresistibles jóvenes de cuarenta años y asistían pletóricos al final del hombre que significaba todo lo que quedaba atrás, Vicente Uribe. En la XII sesión, cuando vuelve a subir convocado por los insultos y las ofensas, su figura es patética. Es un viejo de 59 años, alcoholizado, sin otra opción ya en su vida que inmolarse ante aquellos jóvenes lobos a quienes había despreciado tanto. Posiblemente ahora confirmaba aún más su rechazo hacia su voluntarismo ingenuo. Fue la última intervención de su vida, subió a la tribuna, con la mirada traslúcida y empezó con un tono balbuceante, apenas audible, interrumpido por los gritos –que constan en el acta de la reunión– que le jaleaban: ¡Más alto, que no se oye! Dolores, satisfecha, también se lo apunta: ¡Más alto, hombre, que no te van a oír!
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