Pedro María López Martínez 1861-19??

Profesor español de filosofía, nacido en Moratalla (Murcia) el primero de agosto de 1861. En 1888 alcanzó el grado de doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid y en 1892 ingresó en el Cuerpo de Catedráticos de Universidad, al obtener por oposición la cátedra de Metafísica de la Universidad de La Habana. En Cuba publicó ese año la primera edición de sus Apuntes para unos prolegómenos a la Metafísica. Pronto se trasladó a Sevilla y en 1895 ya era catedrático en la Universidad de Valencia, donde publicó la segunda edición, corregida y aumentada, de esos prolegómenos. Se destacó en Valencia como activista católico; en 1931, al alcanzar la edad de jubilación, ocupaba la cátedra de Lógica y Teoría del Conocimiento de esa universidad.

Prólogo de la primera edición
[Apuntes para unos prolegómenos a la metafísica, La Habana 1892]

«La obra filosófica presenta en nuestros días una fase no muy fácil de clasificar. Grande es la confusión que tanto en las escuelas como en los sistemas se nota, ya se llamen materialistas, ya espiritualistas, ora escépticos, ora místicos. Atravesamos una época de crítica en la que más conviene probar que inventar; convencer con la razón, que entusiasmar con el brillo de ingeniosos atrevimientos. Epoca es ésta en que, o mucho nos alejamos del movimiento que llevan las ciencias, o si pulsamos sus necesidades, por las quejas que los autores lanzan y por las aspiraciones que revelan en sus obras, precisa ante todo y sobre todo –dejando a un lado por ahora el afán de innovar,– reunir y dar forma científica a los muchos conocimientos que fluctúan dispersos en la atmósfera en que se desenvuelve la generación presente, acumulados en ella por la incesante labor, consciente e inconsciente, de las generaciones que nos han [12] precedido en el tiempo; y es, que en las ciencias filosóficas –como en la madre tierra– hay que sembrar y cultivar para luego poder obtener el fruto de la verdad y de la certeza.
Desde Kant hasta hoy, se han venido sembrando ideas más o menos fecundas, pero también más o menos erróneas, que junto con las verdaderas empezaron a germinar y luego a desarrollarse frondosas, por el cultivo, esmerado en la forma, que les dio la falange innúmera de secuaces de los maestros innovadores; y aún cuando entre estos discípulos no han faltado hombres de talento y genio, tomaron con tal pasión el cultivo de lo que en revuelta confusión sembraron los maestros, que dejaron crecer la cizaña junto al trigo, el error junto a la verdad, siquiera para ello hayan tenido que librar entre los de uno y otro bando, titánicas batallas de ingenios, dignas en verdad de mejor causa. Admira ciertamente ver cómo aún dentro de la doctrina hegeliana lucharon con encarnizamiento la derecha y la izquierda, y cómo aún los de esta última han sido combatidos en nuestros días por los experimentalistas ingleses y materialistas de todos los puntos.
Ya se ha sembrado y formulado el sistema o modo de presentar organizada la ciencia filosófica modernista. Ha llegado la hora de coger el fruto de las ideas vertidas y discutidas hasta la saciedad. Importa ahora mucho ser prácticos, y no perdernos ni en las disquisiciones del idealista puro, ni en los efluvios fosfóricos del materialista enragé. ¿Dónde encontrar la verdad? ¿En la filosofía idealista hegeliana o en la monista materialista de Häckel? ¿En la experimentalista inglesa y francesa o en las tendencias espiritualistas [13] escocesas? ¡Acaso sus mismos defensores saben cuál es el libro que la contiene!
Los que pretenden formar parte de la highlife filosófica, claman a todas horas y en todos los tonos, que los moldes de la escolástica son estrechos y anticuados para la filosofía de fines del siglo XIX; mas en cambio no adoptan otros que en puridad convengan, pues no han hecho otra cosa que ordenar, vestir bellamente el error de todos los tiempos, a vueltas de alguna que otra verdad consignada en sus sistemas para encubrir las falacias de que están plagados. En buen hora que digamos muy alto que los moldes en que se encerró la filosofía escolástica en los siglos XIII, XIV y aún en el XV, y de los que por mucho tiempo no ha querido salir, son estrechos. En buen hora que repitamos, cuantas veces sea necesario, que aquel molde aristotélico-escolástico está anticuado y mandado retirar; pero seamos juiciosos; en aquella filosofía había una verdad, esa verdad debe aprovecharse y vestirse de modo que hoy se la comprenda por todas las inteligencias. Entonces se formuló así el pensamiento filosófico, porque el tiempo y el medio ambiente en que se vivía, lo exigían de ese modo.
El progreso de las ciencias ha contribuido, con el estudio incesante de la Filosofía, al descubrimiento de más y más verdades; pues bien, unamos éstas a las que ya consignaba el gran filósofo de los tiempos medios, el inmortal Tomás de Aquino, y consignémoslas formando el organismo científico-filosófico con el tecnicismo y forma adecuada a la mayor sencillez con que hoy se pueden exponer las más abstrusas verdades. Busquemos, con serenidad y amor, nuevos [14] procedimientos, con los cuales se exponga clara, sucinta y fácilmente la Filosofía, y dejemos una vez de aparecer sabios, por el nimbo misterioso y trascendental con que envolvemos las ideas más comunes y generales a nuestro pensamiento.
He aquí la aspiración de nuestra vida. Nosotros hemos pretendido desde que nos dedicamos al estudio de la Filosofía, y pretendemos hoy, que la Metafísica está a la cabeza de todas las ciencias, y por eso vémonos obligados a dar a la estampa estos Apuntes mucho antes de que nos propusiéramos, con el fin de evitar los efectos desastrosos que para los alumnos lleva consigo la preocupación, muy generalizada, de que la Metafísica es un estudio inútil e imposible de aprender, pues creemos que el que los estudie con amor y sin prejuicios de ninguna especie, observará como los problemas metafísicos no tienen tales dificultades de comprensión cuando se les va a estudiar convenientemente preparados.
Que la Metafísica es difícil, es una verdad; pero lo es a la manera que lo es toda ciencia cuando se inicia uno en ella, y mucho más si –como repetidas veces lo ha comprobado la experiencia– se quiere entrar en su parte fundamental de repente, sin conocer el sujeto y objeto de la misma, ni haber reflexionado jamás acerca del propio pensamiento, y lo que es más lamentable, si ni siquiera sabemos pensar.
Que la Metafísica es inútil suele decirse. ¿Acaso los que esto han dicho la conocieron ni aún aproximadamente? No es éste el lugar a propósito para probar la utilidad de la primera de las ciencias; pero dispénsenos el lector que lo digamos, que el que vaya con ánimo frívolo y disipado a estudiarla, ese la encontrará siempre inútil, no llegará a [15] poseerla, y no poseyéndola, no comprenderá su realidad, y, por consiguiente, no encontrará objeto alguno al estudiarla; mas el que vaya a su estudio con constancia y amor a la verdad, y procure ir pertrechado del examen reflejo de los términos conocer y conocimiento, pensar y pensamiento, ciencia y método, o mucho nos engañamos, o en la Metafísica encontrará el principio y explicación del objeto de las demás ciencias, y por añadidura el consuelo de la vida.

[Prólogo de la presente]

Lo que decíamos en el prólogo de la primera edición de este libro el 1892, en que fue impreso en la Habana, podemos repetir hoy al darlo a la publicidad de nuevo, tanto más, cuanto que hemos podido apreciar en los años que llevamos de enseñanza oficial, lo conveniente, y aún necesario, que es evitar las asperezas del aprendizaje a los alumnos que concurren a nuestras Universidades; pues, ora sea por sus pocos años, ora porque aun cuando tengan la suficiente edad no aprendieron a tiempo a reflexionar, sino cuando más a devorar libros, ello es que en la cátedra y en el tribunal de exámenes manifiestan encontrar dificultades insuperables en todo aquello que exige fijeza y meditación.
Estas y otras muchas razones, que no hay para qué mencionar aquí, nos han movido a reproducir estos Apuntes, publicando la segunda edición purgada de las pequeñas obscuridades que, no obstante nuestro buen deseo en esto, pasaron inadvertidas en la primera, no habiendo variado ni el método ni el plan seguidos en la misma, ya que tan [16] buenos resultados nos dio, y no introduciendo más novedad sensible que haberla aumentado en la cuestión del punto de partida y principio de la ciencia, pues en las correcciones que se han hecho queda ya suficientemente distinguido, a nuestro modo de ver, el conocimiento metafísico del filosófico, punto a que se refiere el Consejo de Instrucción Pública en su docto informe, con lo cual no hemos hecho otra cosa que atender a satisfacer nuestra aspiración dentro del campo científico, de que, ya que no podamos por propio esfuerzo adelantar la Ciencia, contribuyamos de alguna manera a preparar el camino de su conocimiento a los que a ella se dediquen; y esto de tal modo, que no encuentren obstáculos que les hagan desesperar ni perniciosos prejuicios o pasiones que les conduzcan necesariamente al error, y les alejen, por tanto, de la verdad, el bien y la belleza, fines a que debe aspirar el hombre ante todo al desarrollar sus facultades anímicas.»
(Pedro María López Martínez, Apuntes para unos prolegómenos a la metafísica, segunda edición, Valencia 1895, págs. 11-16.)

«López y Martínez (Pedro María). Biog. Catedrático y publicista español contemporáneo, nacido en Moratalla (Murcia) en 1º de Agosto de 1861. Cursó el bachillerato con gran lucimiento, sufragándole los gastos el Ayuntamiento de Caravaca, pues obtuvo una plaza de las creadas por dicha corporación, y luego estudió Derecho y filosofía y letras, en cuyas Facultades se licenció en 1896 y 1883, respectivamente. Habiendo ingresado en el cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, se le destinó a la Biblioteca Provincial de Huesca. Ganó en 1892, por oposición, la cátedra de metafísica en la universidad de la Habana, en cuyo centro docente explicó también historia de la filosofía, mas no probándole aquel clima, regresó a la Península, y desempeñó, sucesivamente, la cátedra de metafísica en las universidades de Sevilla y de Valencia, y posteriormente las de literatura griega, teoría de la literatura y de las artes (1900), y lógica fundamental en la universidad últimamente citada. En Valencia ha dado pruebas de su temperamento activo, pues dirigió la comisión del Boletín y publicaciones de la Juventud Católica, y fue vicepresidente del Ateneo Científico, presidente de la sección de Ciencias Sociales del Ateneo Valenciano, secretario y decano de la Facultad de Filosofía y Letras, &c. Además de numerosos artículos periodísticos, ha publicado: La ciudad de Murcia durante la Edad Media (Murcia 1888), Apuntes para unos prolegómenos a la Metafísica (Habana 1892), Apuntes para una Metafísica elemental (Valencia 1896), Educación de la voluntad (Valencia 1896), Lógica fundamental (Valencia 1901), y Don Quijote y Sancho, ¿son verdaderos caracteres humanos? (Valencia 1905). Escribió. además, el Discurso de apertura del curso de 1895 a 1896 de la Academia de la Juventud Católica valenciana, y el correspondiente a la apertura del curso universitario de 1898 a 1899: este último se publicó con el título El examen de la naturaleza humana nos enseña que el porvenir será de aquellos pueblos que sepan unir al vigor del sentimiento por sus ideales el mayor grado de educación e instrucción de sus individuos (Valencia 1898). Las obras de este escritor han merecido los elogios de periódicos nacionales y extranjeros.» (Enciclopedia universal ilustrada europeo americana, Hijos de J. Espasa, Barcelona 1916, tomo 31, págs. 183-184.)

 
Bibliografía de Pedro María López Martínez:
  • «La ciudad de Murcia durante la Edad Media.» Discurso leído en la Universidad Central el día 7 de abril de 1888 para graduarse de doctor en Filosofía y Letras por Don Pedro María López y Martínez, Murcia 1888 (Imprenta del Diario), 53 págs.
  • Apuntes para unos prolegómenos a la metafísica, La Habana 1892 (P. Fernández y Compañía), 207 págs. Apuntes para unos prolegómenos a la metafísica, por don Pedro María López y Martínez, Doctor en Filosofía y Letras, ex individuo del cuerpo facultativo de Archiveros Bibliotecarios y Anticuarios, catedrático de dicha asignatura en la Universidad literaria de Valencia, segunda edición de mil ejemplares, Valencia 1895 (Imprenta y litografía de José Ortega), 238 págs. (Dedicatoria impresa en página 5: «Al Excmo. Señor Marqués de Pidal, dedica estos apuntes en prueba de cariñoso respeto y amistad, El Autor.»)
  • «La educación de la voluntad.» Discurso leído en la solemne sesión inaugural de la Academia de la Juventud Católica de Valencia en el curso de 1895 a 1896 por el académico Dr. D. Pedro María López y Martínez el día 30 de Octubre de 1895, Valencia 1895 (imprenta de M. Manánt), 15 págs.
  • Apuntes para una metafísica elemental, Valencia 1896? (Imprenta y litografía de José Ortega), 2 vols.: 1. Metafísica general y Cosmología, 438 págs. 2. Psicología y Teodicea, 358 págs. Segunda edición bajo el rótulo de Metafísica, Valencia 1899 (Domenech), 2 vols.: 1. Metafísica general y Cosmología, 448 págs. 2. Psicología y Teodicea, 382 págs.
  • «El examen de la naturaleza humana nos enseña que el porvenir será de aquellos pueblos que sepan unir al vigor del sentimiento por sus ideales el mayor grado de educación e instrucción de sus individuos.» Discurso leído en la solemne apertura del curso académico de 1898 a 1899 en la Universidad Literaria de Valencia por el Dr. D. Pedro María López y Martínez, Valencia 1898 (establecimiento tipográfico de Domenech), 123 págs.
  • Lógica fundamental, por Pedro María López y Martínez, catedrático numerario de la misma asignatura en la Universidad literaria de Valencia, Valencia 1901 (establecimiento tipográfico de Domenech), 467+5 págs. 2ª ed.: Valencia 1906 (Domenech), 599 págs. 3ª ed.: Valencia 1913 (Domenech), 646 págs.
  • Don Quijote y Sancho, ¿son verdaderos caracteres humanos?, Valencia 1905.

Textos de Pedro María López Martínez en el Proyecto Filosofía en español:

 

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