Diccionario de filosofía contemporánea
Ediciones Sígueme, Salamanca 1976
páginas 58-60

Categoría

El término hace referencia en filosofía a ciertas tablas de clasificación de la realidad como la de Aristóteles (sustancia, cualidad, cantidad, relación, lugar, traje, &c.), la de Kant (categorías de la cantidad, de la cualidad, de la modalidad, relación), la de Windelband o la de Hartmann. Dos problemas se presentan en torno al término: 1) Naturaleza de las categorías. 2) Conocimiento de las categorías.

1. Naturaleza de las categorías

El término «categoría» suele ir asociado al de clasificación, división, taxonomía, tipología, etcétera. Ahora bien, las categorías en cuanto clasificaciones se pueden entender en un sentido lingüístico-semántico o en un sentido material-ontológico.

El denominador común lingüístico-semántico de las categorías consiste en la interpretación de éstas como una red que se subtiende a un conjunto de objetos. Red que puede estar constituida por las partes de la oración o las preguntas que se pueden hacer acerca de la realidad (¿qué es? ¿cómo es? ¿dónde está? ¿qué traje lleva? &c.). En esta interpretación las categorías serían los predicados de las «proposiciones gramaticales» («el sol es sustancia», «Bucéfalo es sustancia», «el verde es una cualidad», «la paternidad es una relación», &c.), pero de hecho Aristóteles considera que lo que se predica en el predicado de la sustancia es precisamente ésta misma como sujeto de los predicados: Bucéfalo o Alejandro son sustancias que pueden recibir diferentes predicados o accidentes. De igual modo la cualidad no es solamente el predicado de proposiciones gramaticales del tipo «el verde es una cualidad», sino preferentemente el predicado de proposiciones como «la flor de lis es verde», y lo mismo se podría decir del resto de las categorías. Con ello, se acentúa la idea de categoría como una idea ontológica que se está realizando en los propios materiales de la esfera categorial correspondiente. La dimensión ontológica de la idea de categoría tal como aparece en Aristóteles o en Kant podría reducirse a los siguientes puntos:

a) Naturaleza arquitectónica y material de las categorías. La idea de categoría implica la idea de clasificación. Las categorías son clasificaciones de los objetos de la realidad. Pero no toda clasificación implica una categoría puesto que la categoría conlleva un ordenamiento de las partes clasificadas (por ejemplo: si organizamos u ordenamos determinadas partes de un universo lógico en la clase A, el complemento de esta clase [–A] no sería una categoría aunque sí lo sería A). Una categoría no tiene naturaleza universal. No obstante, puede pensarse la existencia de una sola categoría en el universo que expresaría un orden (A) frente a un caos (–A) no categorial o una categoría que podría alcanzar la totalidad de los objetos aunque no íntegramente asumidos.

Pero esta naturaleza arquitectónica de las categorías interpretada ontológicamente no preexiste a sus partes materiales. El orden que establecen las categorías es un orden interno o inmanente al propio realizarse de sus términos (por ejemplo: un grupo de familias en las que se supone un ordenamiento interno –las estructuras de parentesco– pertenecería a una categoría o sería él mismo una categoría).

b) Naturaleza límite de las categorías. Toda categoría es una esfera arquitectónica máxima que no admite otra envolvente. De ello se desprende que todo orden inmanente o pertenece a una categoría o es él mismo una categoría y que este orden máximo no obsta para que las categorías queden ellas mismas cruzadas por otras ideas no categoriales.

2. Conocimiento de las categorías

Puestas las premisas de la naturaleza ontológico-material de las categorías en Aristóteles o Kant podría pensarse, sin embargo, que tus tablas de categorías no son satisfactorias o no dan buena cuenta de la estructura categorial del mundo. Pero la poca satisfactoriedad de las tablas no implica que el mundo no esté estructuralmente categorizado, del mismo modo que la inexactitud del tiempo métrico no implica la inexistencia del tiempo. Como criterios insatisfactorios de construcción de tablas de categorías podríamos señalar aquél que propende a la deducción de la tabla de las categorías de una categoría o el que propende a deducirlas de un principio superior. El primero atenta contra la naturaleza límite de las categorías y el segundo nos remite a una interpretación de la idea de categoría a la idea de clasificación lingüístico-semántica. ¿Sería posible ensayar algún otro procedimiento que nos pueda conducir a una determinación satisfactoria del número de categorías? El método alternativo podría denominarse con la terminología kantiana de deducción trascendental de las categorías. Estas, sólo podrían ser delimitadas por referencia a actividades racionales (que incluyen formalmente a los cuerpos humanos), dado que al margen de estas actividades las esferas categoriales permanecerán en todo caso incógnitas. Sólo podemos conocer, por consiguiente, aquellas esferas categoriales de las que formamos parte, insertándose de este modo nuestra actividad racional en un orden categorial objetivo. Esta actividad racional se determina, entre otras, en la forma de las ciencias particulares y es el factum de las ciencias, el hilo conductor que nos puede llevar a establecer el número de categorías: habrá tantas categorías como ciencias podamos constatar. La asociación de la tabla de las categorías con la tabla de las ciencias es el criterio utilizado, entre nosotros, por Gustavo Bueno para establecer el número de categorías. Sin embargo, esta asociación no es nueva y se presenta –aunque en una dirección inversa– en la tradición escolástica con Nicolás Bonetti que estableció una clasificación de las ciencias por referencia a la tabla de las categorías de Aristóteles (ciencia de la sustancia, ciencia de la cantidad, ciencias de la cualidad, de la relación, &c.).

Pero las ciencias, en cuanto actividades racionales, no son algo exterior al propio proceso categorial. El nivel teórico-científico no brota de un afán teorético de un sujeto cognoscente que por amor al saber realiza una inspección de las partes materiales de una categoría, sino que las ciencias son consideradas como un episodio interno del propio desarrollo de las categorías y que cuentan como una de las condiciones de su posibilidad con un estrato tecnológico. El estatuto científico-teorético no sería sino una relación diamérica establecida al tratar de coordinar diferentes transformaciones intracategoriales producidas a este nivel tecnológico (por ejemplo: la ciencia lingüística se constituiría como tal al tratar de coordinar diversas transformaciones tecnológicas de la categoría del lenguaje: transformación del lenguaje hablado en lenguaje escrito y viceversa, transformación del lenguaje ordinario en retórica, transformación de un lenguaje nacional en otro lenguaje nacional, es decir la técnica de la traducción, &c.).

Por último, ni las categorías agotan en su totalidad el universo, ni la actividad racional queda privatizada por la actividad científica categorial. El hecho de la existencia de términos materiales comunes a varias categorías o de términos que no se agotan en una categoría determinada da paso a la consideración de las ideas ontológicas realizándose en el propio desarrollo de las categorías y de la existencia de una actividad racional –la filosófica– que tiene por objeto estas ideas.

J. M. Fernández Cepedal


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