Filosofía administrada

José Pemartín
Propósito, ideal y filosofía del nuevo Bachillerato
Conferencia a los padres de familia de San Sebastián sobre propósito, ideal y filosofía del nuevo Bachillerato, pronunciada por el Iltmo. Señor don José Pemartín, Jefe del Servicio Nacional de Enseñanzas Superior y Media del Ministerio de Educación Nacional, 1938

 

Sres.:

Después de dar las gracias más expresivas al Presidente de la Asociación de Padres de Familia de Guipúzcoa por sus amables y elocuentes palabras de presentación, y a todos por vuestros aplausos, y cordial acogida, que se me permita al empezar dirigir un recuerdo y un homenaje de fervorosa admiración al ilustre autor de la Ley del Bachillerato de que vamos a tratar, el Sr. Ministro de Educación Nacional, Pedro Sainz Rodríguez, a cuya esclarecida inteligencia y prodigiosa cultura puede decirse sin exageración que va a deber España la más transcendental reforma de su instrucción pública de un siglo a esta parte.

Y por encima de todo dirijamos también el homenaje de nuestra adhesión inquebrantable y de nuestra profunda gratitud a nuestro Caudillo, el Generalísimo Franco, cuya Espada victoriosa, al salvar a España y a su cultura, está salvando a la civilización europea y cristiana, de la que la genuina Cultura española es el más verdadero y auténtico exponente.

Primera división esclarecedora

Y entrando ahora en el tema, como primera división esclarecedora nos fijaremos en dos ideas principales:

  • 1º Que en cuanto a la forma, a los métodos pedagógicos, el nuevo Bachillerato incorpora la Enseñanza Media española a los métodos pedagógicos corrientes en la cultura europea de la que, singularmente, híbrida y absurdamente, hasta ahora se hallaba separada.
  • 2º Que en cuanto al fondo, al contenido, el nuevo Bachillerato tiende, ante todo, a revalorizar el auténtico ser cultural español. Aquel sentido de espiritualismo y de catolicidad, gloria de nuestro siglo XVI y grandeza de nuestra Historia. La Historia, señores, se realiza en el mundo por el espíritu. Afirmación esta de espiritualidad que huelga, casi, en ninguna tribuna de hoy, porque en los momentos presentes, para atestiguarla, para subrayarla con el rojo de su nobilísima sangre, millares de españoles heroicos están cayendo en los campos de batalla. Y en verdad, señores, nosotros, los hombres de retaguardia, debíamos, [202] como deuda primordial, esta afirmación de espiritualidad y catolicismo, base de la Reforma de la Enseñanza Media. Espiritualidad de nuestra Cultura tradicional por la que ellos, los hombres del frente, saben tan generosamente sacrificarse y morir.
Propósito, ideal y filosofía del nuevo Bachillerato

Si entramos ahora de lleno en el tema veremos que éste presupone:

  • 1º Un propósito (es decir, la voluntad de poner en práctica, los métodos inmediatos y adecuados para realizar el fin).
  • 2º Un ideal (la finalidad cultural que se trata de realizar).
  • 3º Una filosofía (la razón de ser íntima, el motivo tenso y oculto, que nos ha de impulsar constantemente desde el propósito hasta la perfecta realización de aquél).
El artículo preliminar de la Ley

El propósito de la reforma de la Enseñanza Media está especificado clara y terminantemente en el artículo preliminar de la Ley que me voy a permitir recordar.

«Los principios fundamentales que informan la presente Ley reguladora de los estudios del Bachillerato son los siguientes:

  • 1º Empleo de la técnica docente formativa de la personalidad sobre un firme fundamento religioso, patriótico y humanístico.
  • 2º Aplicación del sistema cíclico docente para conservar la continuidad sustancial en la progresión de los conocimientos.
  • 3º Como consecuencia lógica de lo anterior supresión de los exámenes oficiales intermedios y por asignaturas, evitando así una preparación memorística dedicada exclusivamente a salvar estos exámenes parciales con todos sus conocidos inconvenientes.
  • 4º Separación absoluta de las funciones docente y examinadora.
  • 5º Valorización del sentido de responsabilidad docente en el Profesorado de los Centros tanto oficiales como privados.
  • 6º Intervención superior y unificadora del Estado en el cometido y en la técnica de la función docente oficial y privada mediante la Inspección general.» [203]
Técnica formativa de la personalidad

Para explicar este primer concepto de lo formativo, conviene que fijemos nuestra atención sobre las tres etapas de la juventud del hombre: infancia, adolescencia y plena juventud, correspondiente a los tres períodos de enseñanza, Primaria, Media y Universitaria.

En la infancia, en el niño, la mentalidad es lo que se pudiera llamar germinativa y receptiva. En ella se encuentran en germen, en potencia, todas sus facultades; pero sólo como potencialidad. Y como el germen vegetal es la modalidad y momento de la planta en que está más influida por el mundo exterior, por la tierra que la abriga, por el calor, la humedad, el medio ambiente, las soluciones salinas en el agua, que operan sobre el germen y motivan su fecundidad y desarrollo, del mismo modo sobre la mentalidad del niño actúan las impresiones exteriores, simples y definitivas. Y paralelamente, la actuación de su inteligencia es memorística, es decir, receptora de ideas simples, de conceptos sencillos, que acopia en su memoria para su desarrollo ulterior.

Si de esta primera edad de la infancia saltamos a la última etapa, después de los 18 años, al período de la Enseñanza Universitaria y de las Carreras especiales, en este período, el mundo exterior ejerce también una influencia decisiva sobre el joven. Es el momento de «profesionalizarse», de especializarse, de determinar su porvenir. La Enseñanza Universitaria es, pues, hasta cierto punto, especializadora y determinativa.

Entre la una y la otra, como un puente, como un camino, como un proceso, se extiende la Enseñanza Media que ha de ser especialmente formativa. Pudiera compararse este proceso al desarrollo de un plan arquitectónico. En la primera etapa se realiza el acopio de materiales sencillos e informes, en el segundo se desarrolla la formación arquitectónica, y en la tercera se la corona y perfecciona. Pero más bien que una comparación estática vale aquí una comparación dimámica, de desarrollo no externo, sino interno, comparable, por ejemplo, con el de la musculatura de un atleta. El niño para sus músculos y huesos débiles, para su organismo incipiente, necesita, sobre todo, del acopio de alimentos. El adolescente, del desarrollo de aquellos músculos y órganos, en su etapa formativa, que se desenvuelve y perfecciona hasta su terminación al llegar a ser hombre.

La Enseñanza Primaria ha de ser, pues, memorística y receptiva; formativa y desarrolladora la Enseñanza Media; y especializadora y determinante la Universitaria. [204]

Los dos componentes de la técnica formativa

Explicando así el concepto de lo formativo indicaremos ahora que sus dos componentes esenciales son:

  • 1º En cuanto a la forma, en cuanto al método, el llamado método cíclico de la enseñanza.
  • 2º En cuanto al fondo, en cuanto al contenido, en cuanto a lo que se ha de asimilar, las materias esencialmente formativas; como son, principalmente, las Lenguas Clásicas, y, complementariamente, las Matemáticas.
El método cíclico

Como todos sabéis el método cíclico consiste en una intensificación gradual y progresiva de las enseñanzas. De tal modo que desde los primeros ciclos hasta el último se contenga la misma materia, pero muy simplificada en los primeros y aumentando en intensidad y densidad de conocimientos en los últimos. Lo que más se parece en la naturaleza física al método cíclico -porque es en efecto una aplicación física de este método- es la progresión de un ejercicio gimnástico, en el que se comienza por unos pocos movimientos y después se va aumentando gradualmente el número de ellos hasta poder realizar un gran número sin la menor molestia o esfuerzo. O también en una «dietética», o en una «terapéutica», el aumento progresivo de las dosis del alimento, o de medicinas, que permite ir asimilando cantidades cada vez mayores de una substancia, o de una vacuna, por ejemplo, hasta grandes cantidades que no produzcan la menor reacción; porque la medicina y el alimento se han hecho «con-naturales» con la naturaleza misma de la persona y llegan a impregnarla toda y a formar parte de su personalidad. Del mismo modo el aumento cíclico en la densidad de las enseñanzas de una disciplina llega a hacer el espíritu connatural con aquellas, y esta enseñanza viene a transformarse no en algo postizo y superpuesto, sino en algo que forma parte ya de la misma personalidad, como una costumbre o como un hábito.

Evidentes, pues, las excelencias del método cíclico, agregaré ahora que éste está adoptado universalmente en toda la Enseñanza Media, y que se implantó en España, por lo menos como tendencia, desde el plan Callejo.

Madurez y perfeccionamiento del plan

Porque no vaya a creerse que el nuevo Bachillerato es una [205] concepción arbitrista, una elucubración impuesta de repente. Es el fruto de madurez de tendencias que se venían explicitando cada vez más en la Enseñanza Española. Y para cuya realización, su ilustre autor, el Ministro D. Pedro Sainz Rodríguez, ha acumulado y recogido informaciones y colaboraciones numerosísimas de todos aquellos que podían ilustrarnos y perfeccionar el plan. Y yo he sido testigo del intensísimo trabajo de elaboración y perfeccionamiento que hizo que, ya redactado el proyecto, después de varios meses de información y colaboración, el mismo Ministro de Educación Nacional, personalmente, lo leyera detenidamente y corrigiera -no exagero en absoluto- más de veinte veces, limando y perfeccionando cada vez algún defecto, algún olvido, alguna imperfección.

Los exámenes anuales y por asignaturas

De la implantación del método cíclico se deduce como consecuencia lógica, según expresa el punto tercero del artículo preliminar, la supresión de los exámenes anuales, oficiales y por asignaturas. Y ello por las razones obvias siguientes:

1º En cuanto al examen mismo, porque mediante éste se vuelve a la técnica memorística, que hace que los alumnos adquieran sus conocimientos de memoria y prendidos, por decirlo así, con alfileres, para pasar aquellos exámenes. Y también porque se interrumpe el ritmo gradual y sereno de la enseñanza cíclica y de conjunto, en una división en pequeños trocitos y en ritmo, por decirlo así, entrecortado, jadeante, con soluciones de continuidad...

2º En cuanto a los examinadores, porque dividían en dos castas a los enseñantes de España: los que examinaban a sus propios alumnos y a los ajenos, y los que no examinaban a nadie. Cosa que, aún admitiendo, como admito, la superior preparación del Cuerpo de Catedráticos de Instituto, producía un verdadero desequilibrio, una inadecuación en las relaciones entre ambas enseñanzas.

Separación de la función docente y de la examinadora

Porque un principio básico que no es solamente de enseñanza, sino de sentido común, es el de la separación de la función docente y de la examinadora que pudiera sintetizarse en el conocido aforismo: «nadie puede ser juez y parte.» Principio básico que se ha de extender no sólo a la Enseñanza Media, sino a toda la enseñanza española, de arriba a abajo, y a la misma Enseñanza Universitaria, por medio del examen de Estado para las profesiones liberales, por el cual tendrán los que quieran ejercer profesiones liberales que pasar un examen ante un [206] Tribunal de Estado, para poder ejercer su profesión; del mismo modo que todos los alumnos de todos los Centros Oficiales y Privados tienen que pasar el examen de Estado de Bachillerato, o prueba final, para ingresar en la Universidad.

Yo os garantizo, señores, que cuando en un próximo futuro todos los Centros Docentes de España, tanto oficiales como privados, tanto de la Enseñanza Media, como de las diversas Facultades y Universidades, sepan que han de comparecer todos, en las personas de sus alumnos, ante Tribunales de Estado, que juzgarán de la eficacia docente de todos ellos, se producirá en toda la Enseñanza española, ipso facto, un fuerte y sano espíritu de emulación y competencia, para la más eficaz formación de los alumnos que podrá elevar en términos definitivos el nivel de nuestra cultura general.

Inconvenientes y remedios

Pero como todo tiene su pro y su contra, la supresión de estos exámenes anuales puede presentar, según ciertos objetadores, algunos inconvenientes que se sintetizan en los dos siguientes:

  • 1º La carencia de estos exámenes, la ausencia de la papeleta de examen anual, impide a los Padres de familia que conozcan y fiscalicen los adelantos y progresos de sus hijos.
  • 2º Que al amparo de esta libertad, de la ausencia de exámenes anuales, puedan empresas o personas enseñantes desaprensivas, defraudar a los padres de los alumnos y a éstos, presentándolos como muy aplicados y brillantes para llegar al cabo de los siete años a una hecatombe ante la prueba final.

Estas objeciones pudieran ser fundadas si en el nuevo plan de Bachillerato no se hubieran previsto cuidadosamente los males que se auguran, y no se hubieran fijado cuatro eficacísimos remedios para prevenirlos. Estos remedios son:

  • 1º El Libro de calificación escolar.
  • 2º Las pruebas de suficiencia parciales.
  • 3º El desarrollo del sentido de responsabilidad docente.
  • 4º La Inspección e Intervención del Estado en toda la Enseñanza Media, tanto oficial como privada.
El Libro de calificación escolar

Todo alumno de Enseñanza Media habrá de adquirir en plazo próximo este Libro de calificación escolar. Yo pienso que a pesar de [207] las dificultades de las circunstancias, en un plazo relativamente corto, este Libro, que ya está confeccionándose, se encontrará en circulación. Será un Libro de cien hojas, de precio módico, que servirá para todo el bachillerato. En sus primeras páginas, además de la filiación y fotografía del alumno, se inscribirán, como primeras diligencias, su examen de ingreso y su expediente escolar completo, si fuera un alumno de año más avanzado. En este mismo libro se transcribirán todas las inscripciones, matrículas, traslados, todas las incidencias, en suma, de la vida escolar. Al finalizar cada curso cada uno de los Profesores titulados, Licenciados o Doctores, responsables de un grupo de disciplinas, emitirá su dictamen escrito en el que se hará constar la puntuación, la asiduidad del alumno, su aplicación, su capacidad, los ejercicios que hubiera realizado, sus características psicotécnicas, todas las demás circunstancias que contribuyan a proporcionar una idea de la ciencia, personalidad y aplicación del alumno, y, por último, hará constar si considera al alumno apto o no apto para pasar al curso siguiente. Y con el conjunto de estos dictámenes a la vista, la Junta de Profesores del Centro transcribirá en un acta, en el mismo libro, su dictamen indicando si el alumno se considera apto para pasar al curso siguiente, sea para la totalidad, sea repitiendo o repasando durante algún tiempo o en parte, una o algunas disciplinas. En suma, en el Libro de calificación escolar tendrá el padre del alumno en todo momento a la vista, no sólo el resultado de un examen que indicaba la papeleta, sino con todo detalle el conjunto de la vida escolar del alumno. Y del mismo modo que un comerciante puede en todo momento hacer ostentación de su crédito y su solvencia mediante la inspección de sus libros de contabilidad, así podrá siempre el alumno llevar, por decirlo así, en la palma de la mano, el libro de su crédito escolar, que le acompañará para su calificación hasta la prueba final del Bachillerato de Estado.

Y este libro revestirá toda la garantía, siendo expedido por el Estado a un precio módico, sellado y foliado en todas sus páginas como un libro de comercio. Y las inscripciones que en él se realicen deberán reproducirse extractadas en los libros matrices que deberán existir en todos los Centros de Enseñanza, tanto oficial como privada. Como veis, señores, representará el Libro de calificación escolar para el conocimiento de la vida y progresos del alumno, una mucha mayor garantía formal que la antigua papeleta de examen.

Pruebas parciales de suficiencia

El suprimir los exámenes oficiales anuales no significa, por otra [208] parte, la supresión de pruebas de suficiencia. Estas deberán ser realizadas todos los años, e incluso varias veces al año, por los propios Profesores de los alumnos. Sino que estas pruebas o ejercicios no significarán solución de continuidad en la gradación cíclica porque serán efectuadas, por decirlo así, al hilo de las enseñanzas, sin interrupción, sino formando parte de ellas en calidad de ejercicios.

El Estado se reserva además expresamente en la Ley, el derecho a intervenir con pruebas parciales de suficiencia en aquellos Centros o Distritos en que lo estimare necesario para medir el grado de aplicación de la Ley y los progresos de los alumnos y capacidad pedagógica de los Centros. Pero estas pruebas serán siempre realizadas de acuerdo con nuestro principio de separación de la función docente de la examinadora por un personal que no ejerza función docente en la Segunda Enseñanza.

Desarrollo del sentido de la responsabilidad docente

Se trata, en suma, de desarrollar el sentido de la responsabilidad docente en los Centros de Enseñanza, tanto oficiales como privados, a los que entregarán los padres sus alumnos para que salgan intelectual y moralmente formados y con aptitud para pasar la prueba universitaria.

Y conviene recordar donde nace este sentido de responsabilidad docente; que implica, a la vez, derechos y deberes.

La Doctrina de la Iglesia en este respecto que la España de Franco, profundamente católica, como lo es nuestro Caudillo, acata y sigue, es que el derecho y deber de la Enseñanza reside primordialmente en la Iglesia Católica, en tanto que es responsable de la salvación de las almas, y en los padres de familia por derecho natural cristiano, en cuanto a lo demás. Y en los Centros de Enseñanza, tanto oficiales como privados, por delegación de los padres de familia que le entregan sus hijos para que los formen intelectual y moralmente; y, por último, interviene el Estado para estimular, vigilar, orientar estos derechos y deberes de Enseñanza, pero no para usurparlos.

De aquí resulta la obligación por el Estado de desarrollar este sentido de la responsabilidad docente en los Centros de Enseñanza, pero al mismo tiempo de vigilarlos, orientarlos y fiscalizarlos por medio de la Inspección adecuada.

La Inspección de la Enseñanza Media

Porque por primera vez se establece en la Enseñanza Media [209] española la Inspección de la Enseñanza Media, con un Cuerpo de Inspectores cuidadosamente escogidos y seleccionados, que podrán intervenir y fiscalizar todos los Centros de Enseñanza, tanto oficiales como privados, comprobar su capacidad pedagógica, sus condiciones materiales e higiénicas, los métodos de enseñanza y el estado de conocimiento de los alumnos mediante las «pruebas de suficiencia parciales». Podrá ejercer así el Estado una acción tutelar eficacísima sobre todos los Centros de Enseñanza y evitar toda práctica fraudulenta en la Enseñanza privada, engañadora de la buena fe de los padres. Y en cuanto a mí se refiere, yo os aseguro y certifico que esta acción fiscalizadora y esta persecución del fraude se ha de realizar con la mayor energía y severidad.

Relación entre ambas enseñanzas

Si, por una parte, se trata de desarrollar el sentido de la responsabilidad docente tanto en la Enseñanza privada como en la oficial, por otra, en cuanto a esta última, el Estado tiene el propósito de que asuma la nobilísima y elevada función de ser la Institución reguladora modelo del valor formativo de la Enseñanza Media española, para lo cual, cuando las estrechas circunstancias de guerra desemboquen en la paz victoriosa, el Estado volcará sus medios materiales y docentes en favor de la Enseñanza Media oficial.

Tanto la Enseñanza oficial como la privada tienden, en efecto, hacia una misma finalidad, hacia una primordial e importantísima tarea histórica: la formación religiosa, patriótica y clásica de las futuras generaciones españolas.

A ambas se las pone, pues, en el mismo pie ante el Estado. Pero cada una ha de alcanzar aquel fin por diferentes medios, según sus matices característicos. La Enseñanza privada, entregada generalmente a Religiosos, de vocación sobrenatural, tendrá más bien un carácter educativo. La Enseñanza oficial un matiz instructivo. Pero a ambas se les complementará estimulándola para que consiga lo que pueda faltarle. A la Enseñanza privada educativa se le obligará a que adquiera una gran competencia instructiva, teniendo un número de titulados equivalente a la Enseñanza oficial. Y la Enseñanza oficial instructiva adquirirá competencia educativa mediante la instalación de permanencias; y reduciendo el número de alumnos de modo que los Profesores tengan un contacto mucho más estrecho y directo con ellos.

Estoy seguro que para este desarrollo de la Enseñanza oficial cuenta el Estado español con la valiosísima cooperación del brillantísimo Cuerpo de Catedráticos de Segunda Enseñanza, que está [210] realizando en estos años de guerra una labor abrumadora con una abnegación, una modestia y un desinterés dignos de mayor encomio, que merecen por ello la gratitud de la Patria, y así me complazco en testimoniarlo públicamente. Si algún incomprensivo, apegado a rutinas y prácticas nocivas, no prestara su colaboración, pronto comprenderá que en la España de Franco hay algo nuevo. Que ya no es posible aquel sentimiento negativo de la decadencia que se complacía más en rebajar a los demás que en el estímulo positivo de la labor propia. Y así, contando con la magnífica colaboración de ese excelente Cuerpo de enseñantes de la Enseñanza Media oficial española, y entregando el Estado todos su medios materiales para su desarrollo, la Enseñanza oficial española podrá convertirse en tiempo no lejano en la mejor Enseñanza media europea y la más barata. Porque en Francia, en Inglaterra, y aun en Alemania e Italia, tengo datos que atestiguan que el costo de la Enseñanza Media oficial es de tres a cinco veces más cara, por lo menos, que las trescientas pesetas -una peseta diaria- que puede costar a un español la excelente enseñanza de sus hijos en los Institutos cuando éstos se hayan transformado en Colegios modelo.

Relación de ambas Enseñanzas con el Estado

En cuanto a la relación de ambas Enseñanzas con el Estado, como os he dicho antes, por primera vez, va el Estado a intervenir eficaz y detalladamente en la Enseñanza Media española, tanto oficial como privada, tanto en el contenido mismo de la Enseñanza, como en la metodología técnica docente de la misma; tanto en las condiciones materiales de los Colegios o Centros, como en la capacidad pedagógica de sus Profesores oficiales o privados. Se ha dicho por algunos que al conceder la libertad instrumental que se concede en la nueva Ley a la Enseñanza privada, el Estado hacía dejación de sus derechos. Pero para «hacer dejación» es preciso que se tenga «algo que dejar». Y el Estado español, según el régimen liberal antiguo, no tenía nada de fiscalización efectiva en la enseñanza. Porque no se puede llamar intervención al hecho de que unos Catedráticos, funcionarios del Estado, examinaran anualmente a los alumnos, cuando aquéllos tenían libertad de cátedra, libertad de opiniones y de texto. No podían, pues, imponer la fiscalización del Estado, sino la propia; ni imponer las ideas fundamentales de la Patria, sino, todo lo más, sus propios libros de texto.

Es que se habla mucho de Estado sin saber claramente lo que es el Estado. Evidentemente, el Estado es el conjunto jurídico, sistemático y permanente, de las funciones de la nación. De tal modo que [211] cuando una entidad o un ciudadano ejercen funciones nacionales asumen funciones de Estado; aunque no sean un Cuerpo de funcionarios.

Nadie podrá sostener sin ridículo que en la España de Felipe II el Estado hiciera dejación de cualquier cosa. Y bien, ¿quién ejercía la función enseñante entonces en la Universidad de Salamanca, pongo por ejemplo? La ilustre y esclarecida Orden Dominicana, que al ejercer aquella función era tan Estado como el Monarca mismo. Como lo será cualquier Orden Religiosa hoy que ejerza las funciones de enseñanza, cumpliendo fielmente las Bases de la Ley. Sino que entonces había una santa Inquisición que sabía encarcelar durante dieciocho años al ilustre Dominico Fray Bartolomé de Carranza, Arzobispo de Toledo, por sospecha de herejía; como también hoy habrá una Inspección de Enseñanza Media que sabrá clausurar cualquier Centro o Colegio, sea el que fuere, sino cumple con los requisitos básicos de la Ley o falta a los fundamentos esenciales de la Religión y del patriotismo.

Se habla mucho de Estado y de Imperio, pero a pocos se alcanza lo que es realmente el Imperio y el Estado. Si queremos Imperio, sepamos tener virtudes imperiales; las de nuestros hombres del siglo XVI, formados todos, en las Humanidades Renacentistas, en las Lenguas Clásicas y en los Dogmas Católicos de nuestra gloriosa Teología Tridentina.

El contenido de la Enseñanza formativa
Las Lenguas Clásicas

Y ahora pasemos de la forma o método, al fondo o contenido de la enseñanza formativa que, como dije antes, se basa principalmente en el estudio de las Lenguas Clásicas, Latín y Griego. Y me voy a permitir, para empezar, responder a algunas objeciones que se hacen sobre la materia. Algunos dicen que se sobrecarga demasiado, que se emplea demasiado tiempo, sobre todo en el Latín. Otros, que estos idiomas son innecesarios, sobre todo el griego.

Voy a responder a ambas objeciones.

La duración de los estudios del Bachillerato y de las Lenguas Clásicas

En primer término en cuanto a la duración total de los estudios del Bachillerato que se fija en siete años y que algunos hubieran querido ver reducido a seis, he de deciros que en toda Europa los estudios del Bachillerato duran de ocho años para arriba, y que si hemos fijado la duración de los nuestros en siete es porque ya estaba en la Ley anterior, y, sobre todo, porque consideramos que los españoles somos [212] tan inteligentes que necesitamos tan solo siete años para adquirir lo que en otras naciones se adquiere en ocho o más. Y en cuanto a la duración de la Lengua Latina se dice: ¡qué exageración, siete años de latín! Y yo os pregunto, señores: de lo que se trata es de saber latín, de poder traducir fácilmente el latín. Y supuesto ese propósito, yo me pregunto: ¿qué es más fácil?, ¿aprender latín en tres años o aprenderlo en siete? Es evidentemente más fácil aprenderlo en siete, porque aprenderlo en tres no solamente no es fácil sino que es imposible, es una ficción. Y en la nueva España, cara al sol, bueno es que vayan desapareciendo todas las sombras de ficciones, empezando por las de la Enseñanza.

En cuanto al tiempo total del Bachillerato y su utilización, hemos de decir que esta Ley es una pieza de un plan orgánico general del Ministerio. La Enseñanza Media técnica aludida en el preámbulo, cuando esté reformada, recogerá elementos sociales que no lleguen al final de aquél, y que se dediquen a Carreras cortas; para las cuáles podrán servir los tres o los cinco años primeros de este Bachillerato. Por otra parte la formación excelente obtenida permitirá abreviar por la organización de cursos de semestres las Carreras Universitarias. Todo lo que parezca estudiarse de más ahora es, evidentemente, algo que se ahorra para después.

Otra objeción que pudiera oponerse a este desarrollo súbito de los estudios clásicos grecolatinos pudiera ser la escasez de personal competente adecuado, sobre todo para el griego, y también la escasez de textos convenientes.

Contra estas objeciones me complazco en anunciar que para el mes de enero el Ministerio iniciará dos seminarios o Instituciones de filología clásica, una en la Universidad de Zaragoza y otra en la de Salamanca, para la preparación de enseñantes futuros de Latín y Griego. Y que por otra parte el Instituto de España tiene en preparación y empezará a publicar pronto, los primeros volúmenes de la Biblioteca Nebrija, de autores latinos con traducción española para difundir y facilitar grandemente el estudio y cultivo de los autores clásicos.

Política de realidades. Prueba final

Nuestra política de enseñanza es, como toda la política que hoy debe ser en España, política de realidades y sinceridades, política de autenticidad. Así será la prueba final del Bachillerato, sencilla, pero fuerte, absolutamente imparcial y objetiva. Habrá un examen escrito eliminatorio que consistirá en la traducción de un cierto número de [213] autores latinos, otra de griegos, otras dos de los idiomas modernos, una composición o narración de Historia o Literatura patria en que el alumno podrá demostrar con brillantez su madurez y conocimientos. Y será reglamentada tan objetivamente esta prueba, que para el examen escrito eliminatorio los Catedráticos juzgadores no sabrán de quien son los escritos, afectos tan sólo a un número de orden. Y que el número de faltas a que se dé margen para ser eliminado, será reglamentado tan precisamente, que casi automáticamente el juzgador podrá calificar los escritos con absoluta imparcialidad y objetividad.

En el examen oral complementario se juzgará de modo general al alumno, teniendo además en cuenta la brillantez, el crédito y la solvencia de las firmas estampadas en su Libro de calificación escolar.

La prueba de Bachillerato o examen de Estado, será, pues, una prueba de realidades, que no será la repetición de los ejercicios realizados durante los cursos, estrictamente hablando, sino una prueba real y efectiva de la formación y capacidad adquirida en la Enseñanza formativa del alumno.

Menéndez y Pelayo y el griego en la Enseñanza Media

Y volviendo al contenido de esta enseñanza, respecto del griego, que algunos consideran como innecesario, me voy a permitir tan solo leer un párrafo del insigne polígrafo D. Marcelino Menéndez y Pelayo, sobre esta materia, lamentándose de la supresión del griego en nuestra Enseñanza, que tomo del libro Menéndez y Pelayo y la Educación Nacional publicado por el Instituto de España con un prólogo del mismo Ministro, Sr. Sainz Rodríguez; magnífico libro que contiene lo que pudiera llamarse una admirable antología sobre la Enseñanza formativa y clásica y sobre el futuro de la Universidad española.

Así dice el ilustre crítico:

«Ni es de esperar que en un día cambien de faz nuestros estudios, cuando tan errada y miserable dirección se les viene dando en todo este siglo. ¿Ni qué Filosofía ha de prosperar en esta nación que por privilegio singular y deshonroso entre todas las de Europa, es la única que ha excluido el griego en su enseñanza elemental, sin que este insigne desatino, consumado en 1867, haya logrado hasta la fecha enmienda ni reparación, de los infinitos gobernantes que se han sucedido, en estos veinte años, en medio de los mayores y más transcendentales cambios, revoluciones, caídas de dinastías, nuevas formas de Gobierno, restauraciones... cuanto cabe en el proceso histórico? Sólo [214] para la pobre lengua de Homero, de Píndaro y Demóstenes, no ha habido ni revolución ni restauración, ni nada en suma. Sólo para ella o más bien para daño suyo, han cobrado eternidad los decretos y las Reales Ordenes, que para lo demás suelen vivir en España la vida de las flores. En perseguir el griego, todos han sido unos. Un Ministro moderado lo desterró de los Institutos; otro Ministro republicano le redujo a un curso en la Facultad de Letras. Con tales precedentes, para creer que en adelante se formen helenistas en España, habrá que creer en la generación espontánea. En todo país civilizado el griego es una enseñanza elemental que forma parte de la Segunda Enseñanza, es decir, de la cultura general del espíritu, con el mismo derecho que el Latín, puesto que si éste puede alegar en su favor el ser fuente de las lenguas romances y ser lengua de la Iglesia, y haberlo sido del Derecho y aun lengua universal científica, el griego, en cambio, posee una literatura tan vasta, tan rica, tan original y tan perfecta, que a su lado las más selectas creaciones del arte latino sólo pueden pasar por débiles remedos. A lo cual se agrega desde el punto de vista cristiano, la reverencia debida siempre a la lengua del Nuevo Testamento y de los Padres Apostólicos, a la primera que sirvió para la propagación del Cristianismo, a la que posee una literatura Eclesiástica enorme, de la cual son ornamento imperecedero los Basilios, Gregorios y Crisóstomos. Y aún hay otra consideración no literaria ni teológica, que impone a todo pueblo culto la obligación (por todos menos por nosotros cumplida) de enseñar los elementos de griego a sus hijos, y es el que casi todos los tecnicismos científicos están basados en esa lengua incomparable, que tantas facilidades presenta para la composición de las palabras, y para expresar por este medio las ideas más nuevas y más complejas. ¡Fuera más común el sólido conocimiento de la estructura de esta lengua y no veríamos adquirir carta de naturaleza a tecnicismos híbridos y bárbaros que sus autores han formado sin duda por el cómodo procedimiento de ir a buscar al diccionario los dos elementos que han casado en nefando y abominable consorcio!»

Después de este elocuentísimo y contundente párrafo supongo señores, que no habrá más impugnadores del estudio del griego en la Enseñanza Media. O si los hay se callarán sus objeciones, por no incurrir en los severos, pero justos epítetos con que los condena el insigne polígrafo santanderino.

La virtud formativa del Latín

En cuanto a la virtud formativa del Latín, una copiosísima [215] apologética puede también invocarse en su favor. El análisis gramatical y lógico, el estudio de las flexiones y conjugaciones, de las formas verbales especialísimas como el supino, o el futuro de infinitivo, por ejemplo, que necesitan un verdadero retorcimiento mental para alcanzarlas, la conceptuación radical y profunda de las palabras latinas, madres de nuestros conceptos y de nuestras ideas, el desenmarañamiento del hipérbaton, la belleza plástica de la frase, la belleza fonética de la prosodia y la métrica del verso... Elementos son estos todos de valor incomparable para el desarrollo y la elegancia de la inteligencia. De tal modo que un ilustre matemático español, Director de una de las más prestigiosas Escuelas de Ingenieros, me decía recientemente que él prefería siempre a los alumnos de ingenieros que habían realizado los mejores estudios clásicos latinos porque eran después los más aptos para las altas matemáticas. Y un general ilustre, héroe de cien combates, lo mismo me decía, para la formación moral futura del Oficial. Y que se me permita alegar también en favor de los estudios clásicos grecolatinos un emocionante recuerdo personal del ilustre fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, al que oí repetidas veces lamentarse de la insuficiencia de estudios latinos en la Enseñanza Media Española. Y al que largo tiempo después de haber terminado sus estudios universitarios, cuando ya informaba brillantemente ante el Tribunal Supremo, yo lo he visto estudiando largas horas latín. Talmente estaba convencido José Antonio de la virtud de elegancia formativa que proporciona a la inteligencia el estudio de las lenguas clásicas.

El conocimiento de su propio lenguaje de las grandes obras de la antigüedad es, en efecto, lo que permite a las generaciones sucesivas renovar incesantemente la savia vital de su espíritu, bebiendo en las fuentes de los conceptos, de las ideas madres, de las grandes matrices morales, jurídicas, estatales que han formado al hombre europeo civilizado.

El no dar su completo desarrollo en nuestra Enseñanza Media al estudio de la lengua latina, hubiera sido pues cercenar una raíz vital al árbol de la cultura española basado esencialmente en la Cultura greco-latina sobrenaturalizada por el Cristianismo.

Voy a leer a este respecto un hermosísimo párrafo del ilustre filósofo Cardenal Newman que fue Primado Católico de Inglaterra:

«La Religión y la Cultura son cosas distintas, si bien por afinidad estrecha andan juntas por el mundo.
El Cristianismo ha venido a juntarlas en una sola, al extenderlas sobre las naciones que constituyen lo que llamamos [216] indistintamente Mundo Civilizado, y Mundo Cristiano. No hay más que una verdadera Civilización como no hay mas que una verdadera Religión. Esta Cultura tiene, humanamente hablando, sus apóstoles y sus libros canónicos. Su primer apóstol es Homero; y su primer libro canónico, La Iliada. Homero y Aristóteles son, en el arte y en la ciencia, los Maestros de todas las generaciones y de todos los siglos.»

No se puede pensar una más magnífica apología que esta del gran Cardenal inglés, a favor de las raíces grecolatinas de la verdadera Civilización del mundo que es la Cristiandad, de la cual el ideal hispánico, la Hispanidad, es la sublimación y la superación, histórica y concreta.

El ideal cultural español

Y a este fin magnífico tiende básicamente el nuevo Bachillerato: A formar la personalidad de las nuevas generaciones españolas dentro de este gran ideal cultural hispánico, dentro de la personalidad moral e ideal de la Nación española y de su Imperio, la Hispanidad. Se habla mucho de nacionalismo, de lo nacional, pero sin alcanzar hondamente al contenido de este concepto. El hecho histórico «nación», el más importante en la civilización de Europa y del mundo, de cuatro siglos a esta parte, es ante todo un hecho espiritual, cultural. El género próximo del cual las últimas diferencias son las Naciones, es el concepto central de Cultura. Son las Naciones genuinas de Europa, renucleaciones de Culturas secundarias alrededor de hechos históricos subsistentes, después de la gran división, de la gran explosión renacentista que partió y dividió en varios fragmentos la gran unidad religiosa y cultural de la Cristiandad Medieval.

Hay por lo tanto, en el hecho histórico «nación» dos caracteres, dos matices característicos, el uno positivo y el otro negativo. Positivo en tanto que es una cultura específica; negativo en tanto que representa una secesión, una división, si se quiere, una herejía. En todas las nacionalidades europeas hay pues, un principio negativo, de disolución negativa y de herejía. En todas menos en una. La nacionalidad española, formada durante largos siglos de guerra religiosa, de una verdadera Cruzada contra el Islám, que culmina en el glorioso Reinado del yugo y las flechas de Fernando e Isabel y que, por haber optado violentamente a favor del Catolicismo y contra la Reforma, «luz de Trento, martillo de herejes», bajo nuestro Rey Carlos I, después Emperador Carlos V, por haber asumido, con la epopeya americana la magnífica tarea de expansión de la fé Católica, alma de la Hispanidad, según felicísimo concepto de Ramiro de Maeztu, es la [217] verdadera heredera de la Cristiandad Medioeval, raíz y base de nuestra Civilización. Si el hecho característico, simbólico y representativo de la Edad Media es la misión religioso-militar de las Cruzadas, España, fiel inconmovible a su fe católica que acepta esta misión de defensa y expansión de ésta fe, como razón de ser de su propia historia, es la verdadera heredera de aquella Edad Media, de aquel sacro Imperio Romano-germánico, de aquel Poder temporal consagrado!

Y por eso, aunque parezca paradójico a nuestros pesimistas del 98 o a nuestros europeizantes, España, el ideal de España, es el ideal de Europa, de la auténtica y genuina Europa. La España de Franco es la que defiende a Europa contra ella misma, contra su disolución revolucionaria; contra aquella discrepancia y ruptura fundamental que derivó a la Europa del Renacimiento, a través del Racionalismo, del Cartesianismo, de la Enciclopedia y del Positivismo materialista a su ruina moral de hoy. Contra esa Europa que no ha sabido más que destruir el antiguo Orden político y social cristiano, sin crear ningún otro nuevo de posibilidades humanas, como no sea la bárbara esclavitud bolchevique; contra esa Europa que crea los más tremendos problemas políticos y sociales sin encontrar solución alguna para ellos, como no sea la de las ametralladoras, los cañones y los gases asfixiantes; y, al fin y al cabo, el miedo de emplearlos. Tan difícil es saberse enfrentar con la muerte para aquellos que no tienen conciencia de que defienden la causa de Dios.

A fortalecer ese ideal español, cristiano y civilizado, genuinamente europeo, es a lo que tiende la nueva Ley de Segunda Enseñanza. Ideal fundamentado en los principios de la Religión Católica, en las bellezas de la Cultura clásica grecolatina y en la grandeza insuperable de la Historia de la Hispanidad.

La filosofía del nuevo Bachillerato.
Anti-enciclopedismo, anti-liberalismo, anti-rousseaunismo

Y para terminar, señores, pues no quiero alargar indebidamente esta conferencia, voy a exponer en breves palabras lo que pudiera llamarse el resorte interior, la razón de ser íntima, que mueve, tensa y contraste la realización de la Reforma de la Segunda Enseñanza. Puede resumirse en las tres palabras siguientes: Anti-enciclopedismo, anti-liberalismo y anti-rousseaunismo.

Anti-enciclopedismo

Tiene este concepto un doble sentido, un sentido que puede [218] llamarse formal, y un sentido de contenido o de fondo. En el primer aspecto nuestra Enseñanza tiende a disminuir la extensión de la misma para aumentar su calidad. Se basa en el concepto de sentido común, de «poco y bueno», mejor que «mucho y malo». Poco, pero esencial y bien sabido; mejor que mucho, de importancia varia, mal sabido y que impregne y oscurezca las inteligencias juveniles con un enmarañamiento de joven e insoportable pedantismo.

Pero además de este significado formal, y hasta cierto punto superficial, tiene el concepto de «anti-enciclopedismo» un significado profundo, cultural y político que llega hasta las mismas raíces de los problemas de nuestra Civilización.

Hay un momento en la Historia de la Cultura de Europa en que la ruptura cultural de la Reforma y del Renacimiento comienza a sentirse y a dar sus frutos nocivos en materia pedagógica y filosófica, e incluso en la concepción total de la vida. Es cuando en el curso del siglo XVIII la Cultura europea se divide más concretamente, y opta entre lo que pudiera llamarse «el hombre moral» y «el hombre científico», entre el clasicismo y el racionalismo. Hasta entonces la cultura se daba en función de los motivos morales humanos; desde entonces empieza a predominar el motivo racionalista o puramente científico. Y entiéndase bien, que no es cuestión de abandono total del clasicismo. Es una jerarquización de valores. Es evidente que a partir del siglo XVIII y durante el XIX, los valores científicos, racionalistas, positivistas, se jerarquizan sobre los valores morales del hombre. Pues bien, nuestro Bachillerato invierte esta jerarquización de los valores, entiende que no es el hombre el que tiene que estar al servicio de la Ciencia, sino ésta al servicio del hombre, que no se ha hecho el hombre para la civilización materialista, sino para el dominio de la naturaleza y de la materia por la ciencia, para el servicio de los grandes valores morales permanentes de la humanidad.

Y en esta inversión anti-enciclopédica, vamos señores, en buena compañía. Nos acompaña la más grande y hermosa filosofía del siglo XX en Alemania, y su ilustre y malogrado representante Max Scheler, que supera al racionalismo con su consideración fenomenológica y estimativa de los Valores morales fundando esa rama modernísima de la Filosofía que se ha llamado con el nombre genérico de Axiología. Nos acompaña la Ciencia positiva más moderna y más ilustre en la persona del Dr. Alexis Carrel, premio Nobel, miembro del Instituto Rockefeller de New York, hijo por consiguiente de la más moderna ciencia y de la más moderna civilización. En un libro admirable publicado en el año 1934, titulado: L'homme, cet inconnu, [219] no solamente aboga por todo aquel cultivo de los valores espirituales y morales que está destruyendo nuestra Civilización materialista, como son la vida contemplativa monástica, la vida de religión y milicia de las antiguas Ordenes militares, el espiritualismo de las tradiciones familiares, la necesidad de la vida familiar, de que las madres -dice textualmente- «no traicionen a sus hijos», poniéndolos prematuramente en Colegios para atender a sus diversiones, deportes o trabajos, robándoles ese calor moral de madre tan necesitado por el alma de los niños, como del calor de la tierra el germen; no solo predica en nombre de la misma Ciencia de la que es uno de los más autorizados representantes del mundo, a favor de todos estos valores morales, sino que se pronuncia en conjunto contra esta Civilización materializada hija de esta tendencia de Enciclopedismo cientifista con estas decisivas palabras:

«Hay que devolver al ser humano estandarizado por la vida moderna, su personalidad. Los hombres no son máquinas fabricadas en serie. Para reconstruir su personalidad debemos romper, si es preciso, los cuadros de la Escuela, de la Fábrica y de la Oficina y rechazar los principios mismos de la Civilización tecnológica... Parece que la organización moderna de los negocios y de la producción en masa, es incompatible con el desarrollo de la persona humana. Si es así, es la Civilización moderna y no el hombre lo que hay que sacrificar.»

Sensacionales palabras de uno de los sabios, de los hombres científicos, más ilustres del día. Pero más sensacional todavía es que un siglo antes el ilustre Pontífice Pío IX hubiera lanzado casi textualmente este mismo anatema que hizo probablemente sonreir a muchos católicos progresistas y liberales de entonces: «Anatema sea quien declare que el Romano Pontífice puede reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y la civilización moderna.» ¡Qué magnífico testimonio de la eterna sabiduría de la Iglesia el oír repetirse este mismo profético anatema un siglo después por uno de los más brillantes sabios, hijos de esta misma falsa civilización condenada por aquel Pontífice!

Anti-liberalismo

Si el liberalismo intelectual significa esencialmente «igualdad de opiniones», respeto a todas las opiniones, aunque sean erróneas, el espíritu de la nueva reforma es esencialmente anti-liberal. Ha sido un tópico corriente el decir: «yo respeto a todas las opiniones.» Nosotros no podemos respetar los errores, aunque respetemos a los [220] errados, con cristiana caridad. Yo no puedo respetar la opinión que «dos y dos son cinco», sino compadecer a quien la sostenga, y, en último caso, recluirlo en un local adecuado, si es preciso. No habrá pues libertad de enseñanza, porque no puede haber libertad para el error; como no puede haberla para las enfermedades contagiosas, que con toda caridad se aíslan y se neutralizan. Pero sí, habrá la mayor libertad posible para los medios, los instrumentos de la Enseñanza. Porque esta libertad de medios con una unidad de fin, es lo característico de lo orgánico y de lo vital. Y lo que España necesita más, es una revitalización de su auténtica cultura.

Porque, hace unos años, uno de los valores de la España de ayer, creyó descubrir el Mediterráneo, al hablar en un libro de España invertebrada. Y todos los intelectuales de aquella época hicieron coro de admiración por el hallazgo. Pero, señores, yo digo que lo raro hubiera sido que España no hubiera estado invertebrada si desde hacía dos siglos venía siendo corroída, en su Institución monárquica secular, en su Cultura tradicional católica, en su médula vital, por las toxinas exóticas, del enciclopedismo, del liberalismo, de la masonería, del vacío y finchado Krausismo, del pesimismo anti-hispánico del 98, del pedante escepticismo ecléctico ulterior... Corroída la médula, las vértebras caen por todos lados. Y por eso nosotros queremos poner un remedio de raíz. «El Catolicismo es la médula de la Historia de España» se afirma en la exposición de motivos de la Ley. Por eso en el umbral del cuadro de nuestras disciplinas y de acuerdo con la Jerarquía Eclesiástica se implanta el estudio de la Religión Católica en los siete años del Bachillerato. «Sublata causa tollitur efectus.» Cuando la médula de España esté sana, sus vértebras se erguirán por si solas, y España alzará su frente con suprema dignidad en la Historia y volverá a cumplir su misión secular, purificada por el dolor y por la fe.

Anti-rousseaunismo

Por último, se caracteriza la filosofía de nuestra Reforma, por su carácter anti-rousseauniano, es decir, anti-naturalista. Vosotros sabéis que existe una pedagogía que pudiera llamarse antiformativa, anti-disciplinaria, uno de cuyos exponentes más famosos fue el Emile de Juan Jacobo Rousseau, en el cual se sostiene que en la educación, y en la instrucción del joven se debe dejar todo a la espontaneidad, a la naturaleza, al libre desarrollo de la inteligencia y de los impulsos juveniles. Durante largo tiempo han sido estas ideas el leitmotiv, el fundamento de una pedagogía anti-clásica, impregnada [221] con todos los errores sentimentales y los tópicos del romanticismo; pero que ha sobrevivido al romanticismo. Porque no se crea que se reduce esta tendencia a un error meramente pedagógico. Que debajo de este error se encubre todo un sistema de concepción de la vida, revolucionario y disolvente. De esta rebeldía contra la norma, contra la disciplina, contra el trabajo constante a lo largo del tiempo, se derivan la democracia, el sufragio universal que pone el fundamento de los Estados y las largas creaciones de la Historia a la merced de los impulsos instantáneos de las masas. De aquella insubordinación contra la disciplina escolar, se deriva como de un germen, la rebeldía contra toda autoridad por parte de la masa revolucionaria, o contra toda moral por la personalidad del hombre. De ella se deriva también el disolvente tópico Ibseniano de «vivir su vida», las antiguas rebeldías individualistas de Stendahl, renacidas repugnantemente hoy en el inmoralismo de un André Gide...

Porque esta concepción naturalista rousseauniana viene a decir, en suma, que el hombre es espontáneamente bueno, que la sociedad, la disciplina, la formación, lo extravía y lo deforma. Se niega con ello un dogma fundamental del Cristianismo, la creencia en la degeneración de la persona humana por el pecado original, y por consiguiente la necesidad de combatir esta pendiente natural hacia el mal, por la Autoridad en lo político, por la acción de la Iglesia y la autoridad paternal en lo moral, por la educación formativa y disciplinada en lo intelectual. La España de Franco, que es una España esencialmente católica como lo es su Caudillo, tenía que rechazar fundamentalmente en su enseñanza esta tesis revolucionaria, disolutiva de toda sociedad y de toda cultura real, y optar por el dogma cristiano de la caída del hombre y de la necesidad de su reconstrucción constante, diaria, formativa y disciplinada por el esfuerzo moral, intelectual y político; por la Gracia de Dios y la acción de la Iglesia en lo Moral, por la Disciplina Educativa y Formativa en lo intelectual, por la Unidad y Continuidad del Principio de Autoridad en lo Político.

He aquí la filosofía íntima de la reforma de la Enseñanza Media. Filosofía esencialmente clásica, española y cristiana. Como tenía que ser bajo el Ministro Pedro Sainz Rodríguez, inteligencia de gran estadista, cultura prodigiosa y de rancia solera intelectual cristiana y española, bebida en la fuente de su maestro, del ilustre polígrafo, gloria de España, don Marcelino Menéndez y Pelayo.

En esta coyuntura histórica que demanda de todos los hijos de España los mayores esfuerzos y sacrificios debíamos los hombres de la retaguardia esta orientación en la Enseñanza de las futuras [222] generaciones como deuda primordial y sagrada. Le debíamos a los jóvenes combatientes, a los hijos que se van. Pero también la debíamos, señores, a vosotros que me escucháis, a los padres que se quedan. A estos padres de familia católicos a cuyo honrosísimo y reiterado llamamiento he acudido gustoso a exponer estas precisiones y estos hondos motivos de nuestra Reforma.

Digna es del mayor encomio la juventud que se sacrifica en el frente; pero no lo es menos esta generación de padres de familia de España, de corazones que sangran callada y ocultamente, con tanto sacrificio en lo que más quieren, con tantas angustias, con tantos insomnios, que saben sobreponerse a su dolor, y que tan cristiana y patrióticamente entregan a sus hijos con un fervor y un estoicismo tan español, para los sufrimientos, para la muerte, tal vez para el martirio, con la vista puesta en Dios y en España. Era debido este homenaje público, que rindo con el mayor honor, a esta generación de padres de familia a la que pertenece ese español sublime que se llama el General Moscardó, cuyo insuperable heroísmo de padre ha sabido hacernos comprender mejor todo lo que hay de sagrado en la etimología de la palabra: Patria.

Con el pensamiento puesto en ella sepamos todos cumplir nuestro deber. Unos -modestamente en lo que a mi corresponde- en la elaboración de leyes que afirmen y aseguren su porvenir; otros colaborando a su mejor cumplimiento. Todos con la seguridad y la fe ardiente que esta vez nuestros esfuerzos y nuestros sacrificios no han de ser en vano, y que España volverá a ser grande como lo fue en la Historia, por la espada invencible de Franco y la visible voluntad de Dios.


{Tomado de La nueva legislación de enseñanza media, recopilada por don Higinio León Osés, Jefe de la Sección de Institutos del Ministerio de Educación Nacional, don Rafael Pérez López y don Miguel Ibáñez Requena, funcionarios técnicos-administrativos de dicho Departamento ministerial, Editorial García Enciso, Pamplona 1939, Año de la Victoria, págs. 199-222.}


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