Krausismo

Introducción {*}
El sistema de la filosofía de Krause
Génesis y desarrollo del Panenteísmo
UPCo, Madrid 1998, 741 páginas

Rafael V. Orden Jiménez
 

Karl Christian Friedrich Krause comparte una misma aspiración con el conjunto de los idealistas alemanes, la confección de un sistema de la ciencia que establezca los pilares inamovibles de todo el saber humano a partir de un único conocimiento, el principio absoluto. Los idealistas no pretenden con ello poner fin a la labor científica, sino definir las normas y los márgenes fundamentales desde los que llevarla a cabo ininterrumpidamente de modo certero. De este logro científico se espera, además, que facilite la madurez de la sociedad humana y sus distintas manifestaciones, como la religión, el estado, el arte, la educación, &c. El sistema proporciona de esa manera los principios teóricos del conocimiento y las directrices prácticas de actuación individual y de organización social.

La parte crucial del sistema es la primera de todas sus ciencias, la metafísica en el sentido más estricto. A ella le corresponde fundamentar el conjunto de las ciencias restantes, tanto de las teóricas como de las prácticas. La dificultad de este proyecto, y lo que provocará la evolución en el seno del idealismo y el enfrentamiento entre los idealistas, consiste en averiguar cuál es el principio de la metafísica y, por ende, de todo el conjunto del saber. Mientras Fichte y Schelling sólo dan a conocer intentos sistemáticos que nunca consideran definitivos, Hegel y Krause legan, en cambio, ese sistema filosófico que pretende abarcar todos los ámbitos posibles del saber.

Dos son las características del sistema diseñado por Krause que tanto él como luego sus discípulos consideran de las más específicas dentro del conjunto de la filosofía idealista. Una es el carácter crítico, gracias a que este sistema no impone dogmáticamente su principio, Dios, sino que lo dilucida mediante un proceso subjetivo de autoanálisis. Para ello divide Krause el sistema en dos partes, una primera propedéutica, la Analítica, y una segunda metafísica, la Sintética. La otra característica consiste en la descripción de la divinidad, que asegura el carácter personal de Dios y conjuga su inmanencia y trascendencia con relación al conjunto de los seres finitos. Esto último dota a la filosofía krausiana de un notable carácter religioso. La idea de un Dios personal e infinito, inmanente y trascendente a su creación, el mundo, es conocida como Panenteísmo, voz ésta creada por Krause y que ha servido, tradicionalmente, de seña de identidad tanto para su filosofía como para la de sus discípulos.

La metafísica que combina ambas ideas no la hace pública Krause hasta 1828 con ocasión de un seminario impartido en la Universidad de Gotinga, las Lecciones sobre el Sistema de la filosofía. Esta obra representa su madurez filosófica y es el resultado de tres decenios dedicados al diseño y desarrollo del sistema de la ciencia.

La comprensión de esta filosofía y, sobre todo, de las dos peculiaridades señaladas, resulta difícil e insuficiente si no se conocen los problemas concretos que Krause quiere solucionar y los cambios que para ello va introduciendo en su concepción más primitiva del sistema. Su pensamiento se caracteriza por un notable dinamismo que se constata ya al término de los estudios universitarios en 1801, cuando, coincidiendo con otros autores idealistas, rechaza el principio propuesto por Fichte para llevar a cabo la ciencia fundamental del sistema, la Doctrina de la ciencia.

Si hasta ahora ha sido escaso el estudio de la filosofía primera de Krause, aún menos frecuentes son los trabajos que atienden a su evolución filosófica. Paul Hohlfeld, uno de los editores más importantes de la obra póstuma krausiana, lamenta en 1879 el desconocimiento de la evolución del pensamiento de Krause medio siglo después de haber fallecido. Para subsanar tal deficiencia publica Hohlfeld La filosofía krausiana en su sucesión histórica y en su significado para la vida espiritual del presente. {1} Lamentablemente, la descripción de este carácter procesional anunciado en el título se limita a la recopilación de una serie de citas de distintas obras, ordenadas según el año de publicación y salpicadas con algunas aclaraciones biográficas que recuerdan en exceso afirmaciones del propio Krause sobre su evolución filosófica, de tal modo que poco contribuye esta obra para despejar los rasgos procesionales de la filosofía krausiana. Desde entonces hasta ahora no ha variado notablemente el conocimiento de la génesis y el desarrollo del sistema de la filosofía de Krause.

La descripción del conjunto de la filosofía krausiana que llevo a cabo en este libro conjuga la vertiente sistemática, a la que le corresponde la descripción de los rasgos fundamentales del sistema, con la genética, que busca la dilucidación de los problemas y la reconstrucción de los pasos dados para su solución. La escasa y, en ocasiones, deficiente literatura secundaria deja a la obra de Krause como el material prácticamente exclusivo con el que llevar a cabo la descripción de su pensamiento y la reconstrucción de la evolución de éste.

La bibliografía exhaustiva y crítica de Krause ha sido recopilada por Enrique M. Ureña en su biografía Krause, educador de la humanidad. De esta bibliografía se desprende la gran cantidad de textos publicados por Krause, una relación que se ve incrementada de modo notable con los editados póstumamente por los discípulos, sobrepasando su obra impresa el centenar de títulos. La variedad temática también es grande, pues en estas obras se tratan cuestiones de ética, derecho, metafísica, lenguaje, pedagogía, masonería, lógica, matemáticas, geometría, estética, música, &c. Tal cantidad y variedad en modo alguno facilita el estudio de esta filosofía, ya que lo publicado está considerablemente desordenado, hay obras con una deficiente calidad literaria y faltan estudios que promuevan una aproximación ajustada a los distintos textos mediante una descripción del momento de su redacción y una evaluación de su contenido. Así, por ejemplo, en el caso de algunas de las obras publicadas por Krause, hay una diferencia considerable entre el momento en el que son redactadas y el de su impresión, lo cual dificulta la correcta datación de las respectivas ideas dentro de su trayectoria filosófica. La biografía de Ureña recién mencionada da buena prueba de cómo Krause se demoraba en terminar la redacción de obras filosóficas importantes así como de las revisiones y ampliaciones a las que las sometía antes de darlas a la imprenta.

En el caso de las obras póstumas se acrecientan los problemas, pues su edición ha sido, en ocasiones, muy deficiente, y los respectivos títulos y prólogos confunden más que contribuyen a averiguar qué obras merecen ser tenidas en cuenta y cuáles ignoradas en un estudio temática o cronológicamente acotado. No le falta razón a Gerhard Schurda cuando denuncia las deficiencias de los escritos sobre estética publicados por Hohlfeld y August Wünsche tras haberlos comparado con sus fuentes manuscritas: el título no es acertado; se pasan por alto principios importantes; no se facilita una descripción detallada del estado de los respectivos manuscritos y de los años en los que fueron redactados; y lamenta, además, la edición repetida de los mismos textos de Krause.{2} Johann E. Erdmann, un hegeliano que conoce con cierto detalle la obra de Krause y evalúa con notable ecuanimidad su filosofía, también hace hincapié en las desagradables reiteraciones de sus escritos,{3} de lo que son culpables, ante todo, algunos de los discípulos, empeñados en publicar textos inéditos sin evaluar su relevancia y calidad. Estos discípulos prefirieron ignorar la afirmación de Krause sobre la gran diferencia en contenido y forma que afectaba a sus manuscritos, para, a cambio, satisfacer el deseo de este último de una publicación íntegra.{4} Aunque el efecto pretendido por los discípulos era la divulgación creciente del pensamiento krausiano facilitando el acceso a todos sus escritos, lo cierto es que el resultado fue el de proporcionar más argumentos en favor de quienes se ocupaban de desprestigiarlo arguyendo la pobre calidad literaria de Krause y el escaso contenido de sus textos, amén de las reiteraciones.{5} Desgraciadamente, no son pocas las obras póstumas con títulos atrayentes y prólogos de los editores cargados de alabanzas sobre lo publicado cuya lectura resulta casi impracticable. Es en varias de estas obras donde se encuentran textos cargados de neologismos difícilmente comprensibles y que provocan el rechazo de cualquier lector.

Estos hechos desaconsejan dejar al azar la elección del texto con el que aproximarse a la filosofía krausiana y, sobre todo, con el que evaluarla. Quien la enjuicie exclusivamente a partir de una obra póstuma tiene muchas posibilidades de ser injusto con ella y de extraer unas conclusiones erróneas. Por esta razón es recomendable que toda primera aproximación a la filosofía krausiana tenga lugar con una obra publicada en vida de Krause. Los textos más tempranos están menos afectados por la complejidad terminológica –que no resulta grave hasta 1815–, pero son más inmaduros filosóficamente. En cualquier caso, la lectura de ninguna estas obras representa una dificultad mayor que la que pueda suponer la de un texto de cualquier otro filósofo idealista, pues Krause se cuida en sus publicaciones de madurez de no abusar de los neologismos, que reserva para los escritos privados. Una prueba de ello son los tres escritos que he publicado recientemente, breves y de fácil lectura, con los que Krause consigue el permiso para enseñar en las universidades de Jena en 1802, en la de Berlín en 1814 y en la de Gotinga en 1824: Las habilitaciones filosóficas de Krause.

También una investigación exhaustiva del pensamiento krausiano ha de comenzar con la lectura y el estudio de las obras fundamentales publicadas por Krause y, de resultar posible, ha de tener en ellas su fuente primordial. Cuando se trate del estudio genético de un aspecto de la filosofía krausiana, como aquí es el caso, ha de valorarse entonces el momento y la circunstancia de la redacción de la obra u obras en cuestión, una tarea cuyo resultado ha sido presentado en el primer punto de cada capítulo de este libro.

No obstante, la obra filosófica publicada por Krause presenta un gran problema a un estudio genético. Casi toda ella se concentra en tres breves estadios muy distantes entre sí: 1802-1804, 1810-1811 y 1825-1829. Además, los textos sistemáticos sólo se encuentran en el primero y el tercero de estos estadios, mientras los editados en el segundo tratan, casi exclusivamente, cuestiones de filosofía práctica.

Esta circunstancia es una de las razones fundamentales por la que los tímidos intentos de periodización del pensamiento krausiano hasta ahora emprendidos distinguen sólo dos periodos, tres a lo sumo,{6} a la vez que obvian las transiciones entre ellos, recreando la imagen, bien de una evolución discontinua, o bien de una filosofía madurada con suma rapidez, como si Krause dispusiese ya de las ideas plasmadas en las obras del último estadio, publicadas en Gotinga, nada más abandonar Jena en 1804. Resulta necesaria, pues, una reconstrucción pormenorizada que enlace ambos extremos de la evolución del pensamiento de Krause y ponga de relieve la continuidad que prevalece en sus treinta años de labor filosófica.

Para subsanar los huecos entre los tres estadios de publicaciones es inevitable acudir a la obra póstuma. El trabajo con ella supone mayores dificultades. Además de tener que asegurar la efectiva autoría de Krause despejando las posibles dudas sobre la manipulación de los escritos por parte de los discípulos,{7} su datación adecuada resulta especialmente compleja debido a que, con cierta frecuencia, lo publicado es una versión conformada por los editores a partir de textos plagados de cambios, giros y añadidos, pues Krause revisaba y modificaba periódicamente sus manuscritos así como las obras ya impresas en los ejemplares que de ellas conservaba. La solución a estas dificultades ha sido posible acudiendo a los manuscritos de Krause, conservados en la Sächsische Landesbibliothek de Dresde.

La estructura general de El sistema de la filosofía de Krause atiende a la vertiente genética y diacrónica. Cada capítulo corresponde a lo que he considerado como un periodo dentro del conjunto de la evolución de esta filosofía sistemática. Naturalmente, esos periodos, con un total de cinco, se solapan unos sobre otros y no tienen unos límites tan diáfanos y limitados como la ordenación por capítulos puede dar a entender.

Dentro de cada capítulo prevalece, en cambio, la perspectiva sincrónica y sistemática. En cada uno se describe la concepción metafísica del periodo en cuestión, una concepción que solventa las deficiencias detectadas en el sistema proyectado en el periodo anterior. El último capítulo, de una mayor extensión, atiende al sistema de madurez, el que he dado en denominar sistema panenteísta, y recoge, ordenados filosóficamente, los resultados obtenidos en los periodos previos, pues no es hasta las mencionadas Lecciones sobre el Sistema de la filosofía cuando Krause da forma sistemática, desarrolla y hace públicas las ideas elaboradas en los cinco lustros previos: sabía desde 1813 de la conveniencia de una Analítica como primera parte del sistema, pero no redacta y edita un primer esbozo suyo atendiendo a todos los pasos hasta 1825; y disponía desde muy temprano, ya en 1808, de una concepción panenteísta de la divinidad, pero no la plasmó dentro de la Sintética hasta 1828.

 

Los cinco periodos que distingo en la trayectoria filosófica de Krause coinciden, grosso modo, con sus estancias en distintas ciudades. Este hecho ha servido como recurso literario para identificarlos. Tales periodos son los siguientes: de Estudiante (1797-1801); de Jena (1801-1805); de Dresde (1805-1813); de Berlín-Dresde (1813-1823); y, por último, de Gotinga (1823-1832). A continuación resumo el contenido fundamental de cada uno de estos periodos, lo que aporta una panorámica general de la evolución que va a ser descrita, así como presenta varios de los conceptos fundamentales cuya mención será frecuente y cuyo conocimiento resulta imprescindible para afrontar con éxito la lectura de esta obra.

El Periodo de Estudiante (1797-1801) abarca desde la llegada de Krause a Jena en 1797 para matricularse en su universidad, hasta 1801, cuando se doctora en filosofía y matemáticas. La mera circunstancia de ser un estudiante universitario permite anticipar que se está ante un pensamiento emergente, con escasas publicaciones y muy influido por los profesores a cuyas clases asiste y por las lecturas realizadas. No obstante, los datos disponibles permiten definir algunas de las claves de su futura evolución, y es en estos años cuando al amparo de las lecciones y obras de su profesor más admirado, Fichte, madura Krause su meta filosófica fundamental: desarrollar un sistema de la filosofía a partir de un único principio indemostrable. El texto sistemático fundamental de este periodo son las «Lecciones sobre el concepto de la filosofía», publicadas póstumamente en La Alianza de la humanidad (1900).

El Periodo de Jena (1801-1805) comienza cuando, una vez obtenido el título de doctor, emprende la redacción de la habilitación, y abarca los años de docencia en la Universidad de Jena así como los meses de estancia en Rudolstadt y los primeros de Dresde, en los que resulta patente la proximidad de un giro filosófico. La característica sistemática principal de este periodo radica en considerar el Mundo, esto es, el conjunto armónico de todo lo real, como el principio indemostrable del sistema de la ciencia. Dentro de este periodo conviene distinguir, a su vez, dos etapas, según que Krause ponga mayor acento en la propiedad de la unidad armónica, o bien en la de la unidad absoluta del Mundo. La prioridad ontológica de la armonía la plasma en los primeros escritos, sobre todo en la habilitación defendida públicamente en abril de 1802, Sobre la noción de filosofía y de matemática y su íntima conexión. En cambio, la subordinación de la armonía a la absolutez del Mundo se señala en el Esbozo del Sistema de la filosofía (1804). En esta última obra establece una distinción crucial para el futuro Panenteísmo, la diferencia entre lo que es en [an] el Mundo en tanto que unidad infinita y absoluta, y lo que es dentro de [in] el Mundo como diversidad armónica.

El Periodo de Dresde (1805-1813) coincide con la primera estancia en esta ciudad. El rasgo metafísico que señala su comienzo es la sustitución en la cúspide del sistema del Mundo por Dios, al que nombra Ser supremo [Urwesen]. Este fenómeno será conocido como la sustitución terminológica, e implica que el mundo –a partir de ahora con minúscula– es una realidad inmanente dentro del Ser supremo y sobre [über] la que se sitúa Dios como trascendente. Este giro, considerado por el propio Krause como crucial en su trayectoria filosófica, tiene lugar en torno a 1806. Así se desprende de los cambios efectuados en un manuscrito sobre ética redactado en 1804 y cuya publicación se demora hasta 1810, el Ensayo de una fundamentación científica de la Doctrina de las costumbres.

En 1808 tiene lugar otro cambio sustancial en la metafísica krausiana, lo que hace conveniente distinguir, también en este periodo, dos etapas. El cambio coincide con el diseño de una Alianza de la humanidad [Menschheitbund], que tiene lugar cuando Krause comienza una intensa labor dentro de la masonería. Aun cuando en julio de 1807 asegura que está trabajando en el sistema, Enrique M. Ureña constata cómo «en seguida vino la ocupación febril con los escritos políticos y masónicos [...], y, hasta la segunda mitad del año 1811, pasaron los trabajos estrictamente filosóficos sobre su sistema a la espera de tiempos mejores. Tras la publicación de El ideal de la humanidad (1811), parece Krause haber vuelto a hacer grandes planes sobre el sistema, aunque más bien con vistas a la publicación de partes aisladas de él».{8} No obstante, alrededor de 1808 comienza a tomar forma otra idea con consecuencias metafísicas importantes, la concepción de la religión como una intimidad con Dios [Gottinnigkeit]. Esta concepción madura en los últimos años de este periodo, y de ella queda constancia, aunque sea escasa, en las publicaciones venideras, por ejemplo, en la recién mencionada, El ideal de la humanidad. Desde ese año la filosofía krausiana queda impregnada de un notable fervor religioso. Este cambio facilita una mejor definición del contenido del principio en cuanto Ser supremo, a saber, de Dios: a la caracterización de 1806 de una divinidad tanto inmanente como trascendente al mundo, se le une en años sucesivos la propiedad de la autointimidad [Selbstinnigkeit], equivalente al carácter personal. Con ambos logros Krause ha dispuesto en este periodo los cimientos fundamentales del Panenteísmo.

El comienzo del Periodo de Berlín-Dresde (1813-1823) coincide, aproximadamente, con la marcha de Dresde y el traslado a Tharandt en abril de 1813. Unos meses después, alentado por Fichte, Krause decide mudarse a Berlín con la intención de impartir clases en su universidad y conseguir una plaza de profesor. Antes de abandonar Dresde han concurrido dos circunstancias importantes. Primero, la conclusión del segundo volumen de su obra masónica, permitiéndole esto un paréntesis en sus investigaciones sobre masonería y la vuelta a sus trabajos sobre el sistema de la filosofía. Y, segundo, unas clases privadas impartidas a Friedrich H. Hopffe, que coinciden con la aquilatación de la idea que da origen a este periodo, la lucha contra el dogmatismo filosófico, a saber, contra toda propuesta de un principio de la ciencia que no esté precedida de una justificación racional. La idea la hace pública en febrero de 1814 con ocasión de la habilitación a la enseñanza en la Universidad de Berlín, el Discurso sobre la ciencia humana y de la vía para llegar a ella, y tiene como resultado la división del sistema de la filosofía en dos partes caracterizadas con el paso de los años como principales [Haupttheil]: una analítica [analytisch], en cuyo seno se justifica el principio, como corresponde a una crítica; y una sintética [synthetisch], donde se dilucidan las cualidades de lo real y las leyes del pensamiento, y que equivale a la metafísica en tanto que ciencia fundamental de todo el sistema. Ambas partes serán mencionadas generalmente, conforme con la tradición krausista, como la Analítica y la Sintética.

La redacción del sistema es prioritaria para Krause durante esta estancia en Berlín, ante todo, la parte analítica. Pero diversas razones, entre otras, la no obtención de una plaza de profesor y la dificultad para conseguir ingresos económicos, motivan su marcha de esta ciudad en 1815 y el regreso a Dresde, quedando aplazados, una vez más, los trabajos sistemáticos. Aunque en los primeros años de esta nueva estancia en Dresde se propone Krause la redacción del sistema, el proyecto queda postergado por una atención creciente a las investigaciones filológicas, así como, nuevamente, a las masónicas. No obstante, de los estudios sobre el lenguaje también se desprenden consecuencias para la metafísica. En los primeros años de la segunda estancia en Dresde se aceleran las modificaciones terminológicas con la creación de abundantes neologismos, entre los que resalta un nuevo cambio denominativo en el principio: «Ser supremo» es sustituido por «Ser» [Wesen] para nombrar a Dios en cuanto principio del sistema. «Ser supremo» no desaparece por ello de la terminología krausiana, sino que perdura para designar a la divinidad en cuanto es trascendente al mundo. Este cambio lo identificaré como la distinción etimológica, pues resulta de las investigaciones sobre los prefijos de la lengua alemana. Según Krause, es conveniente utilizar «or-» para nombrar lo originario, lo previo [vor] –que es el sentido dado hasta entonces al prefijo «ur-»–, y reservar este otro prefijo, «ur-», para denotar lo supremo, en cuanto que la unidad absoluta u originaria está sobre [über] la variedad interna. De este modo madura terminológicamente el Panenteísmo, que sitúa en la cúspide del sistema al Ser originario [Orwesen], aludido generalmente sin prefijo alguno y sin artículo, a saber, como Ser, y al que se le subordina la razón, la naturaleza, la síntesis de ambas que tiene en la humanidad a su objeto fundamental, y, trascendiendo a estos tres seres, a Ser en cuanto es el Ser supremo [Urwesen]. La conservación de esta última expresión complica la interpretación y la datación de las obras de estos años, todas ellas publicadas póstumamente, pues resulta difícil determinar cuál de los dos sentidos hay que concederle al prefijo «ur-» tan utilizado por Krause hasta entonces: o bien el más arcaico de «originario», o bien el más maduro de «supremo». A partir de entonces, el principio de la ciencia es conocido no ya en la intuición suprema [Uranschauung], como aseguraba a lo largo del periodo anterior y en los primeros años de éste, cuanto en la intuición de Ser [Wesenschauung], una expresión esta última que forma después de efectuar otra depuración terminológica, la reducción de «Anschauung» [intuición] a «Schauung».

Durante el final de esta segunda estancia en Dresde, Krause se preocupa de nuevo de la redacción del sistema, y se esfuerza por encontrar un editor a los cuatro primeros volúmenes, cuyo conjunto constituye el corpus analítico. En el último año, 1823, imparte unas lecciones en las que expone la filosofía analítica y una visión enciclopédica del sistema, las Lecciones sobre las verdades fundamentales de la ciencia, dando muestras de haber madurado notablemente los rasgos fundamentales de la propedéutica así como de las ciencias que conforman el sistema. Pero la publicación de esta obra se demora aún seis años.

El Periodo de Gotinga (1823-1832) coincide, prácticamente, con la estancia en esta ciudad, a la que llega en septiembre de 1823 seguro del triunfo con la publicación del sistema y la enseñanza de cursos en la universidad. La labor docente la retoma nada más llegar, antes incluso de la habilitación, que no tiene lugar hasta marzo de 1824 con la defensa de unas Tesis en las que esboza su sistema de la filosofía. En la Universidad de Gotinga ejerce una intensa labor docente, que resulta ser la fuente de una parte considerable de las publicaciones que encuentran la imprenta a partir de 1825, unas en vida de Krause y otras póstumamente. Todas ellas conforman la obra de madurez, donde se hace público el sistema que doy en calificar de panenteísta. El texto sistemático fundamental son las ya mencionadas Lecciones sobre el Sistema de la filosofía (1828), al que me referiré, simplemente, por el Sistema. En estos años, Krause apenas renueva su filosofía fundamental, que da por madura, y centra el interés en la divulgación del sistema. A pesar de ello, es en este periodo cuando confecciona el neologismo con el que la posteridad identifica el pensamiento krausiano: Panenteísmo [Panentheismus]. Con él pretende dejar claro que su filosofía media entre las posturas que identifican a Dios con el mundo, los panteísmos, y aquellas otras que sitúan a Dios fuera del mundo, posturas estas segundas que nunca han contado con una denominación unívoca, pero a las que cabe dar el nombre de deísmos.

En Gotinga, Krause pretende, con cierta desesperación y desesperanza, recuperar el tiempo ya definitivamente perdido en dar a conocer su pensamiento. El tercer volumen de las póstumas Intuiciones termina con una breve y dolida reflexión de la que se desprende la sensación de fracaso: «Mis palabras en Gotinga entre los años 1823 y 1830 han tenido poco efecto».{9} Las anotaciones de los últimos años revelan el conflicto entre un optimismo, sustentado por la confianza en su filosofía y por la fe en Dios, y un pesimismo motivado por la enfermedad y el poco éxito de sus obras e ideas: «¡Ser!, cuanto más creo estar abandonado por ti, ¡más íntimamente Te amo de corazón!», escribe ya en 1822.{10} Aunque en torno a él se agrupan varios discípulos dispuestos a la divulgación de su obra y pensamiento, Krause duda del éxito inmediato y, por tanto, de una próxima fundación de la Alianza de la humanidad, su mayor aspiración práctica y que juzga clave para el triunfo de su filosofía. El pesimismo aumenta cuando en 1831 ha de abandonar Gotinga sin conseguir la cátedra perseguida y tras ser acusado de haber alentado una revuelta estudiantil. Krause se instala en Múnich, donde muere en septiembre de 1832, tras el intento también fracasado de incorporarse a la universidad de esta ciudad y coincidiendo con la publicación en alemán del texto que dio origen a este periodo, las «Tesis filosóficas» defendidas en 1824. Próximo al final de su vida había redactado un prefacio al índice de su legado manuscrito que revela una sensación de abandono, experimentado incluso en el entorno más cercano: «Mi familia tiene la sagrada obligación de conservar estos manuscritos; y que cualquiera de mis hijos se cuide de ser desagradecido conmigo mediante ellos y peque contra la posteridad destruyendo completamente o en parte estos manuscritos como consecuencia de un juicio despreciativo sobre ellos».{11}

La filosofía krausiana pervive a lo largo del siglo XIX y se difunde con suertes dispares por Europa y América. Justamente los dos aspectos señalados del sistema de Krause, la estructura bipartita y el Panenteísmo, son aducidos por numerosos discípulos como prueba de su éxito frente a otras posiciones filosóficas, incluida la filosofía idealista triunfante por entonces, la hegeliana. Así ocurre, por ejemplo, en Alemania con Immanuel H. Fichte, hijo del profesor más admirado por Krause,{12} Heinrich S. Lindemann{13} o Hermann von Leonhardi, quien se enfrenta a la crisis religiosa de su país desde la idea de la religión de Krause;{14} en Bélgica con Guillaume Tiberghien, que considera la filosofía krausiana la adecuada para combatir la difusión del positivismo en su país;{15} o en España con Julián Sanz del Río, quien divulga la filosofía analítica de Krause en el Sistema de la filosofía. Metafísica. Primera parte, análisis (1860){16}, obra cuyas notas a pie de página aprovecha para enfrentarse a la neoescolástica española, en especial, a su figura más emblemática, Jaime Balmes, y en cuya Introducción Sanz del Río expone las ventajas de la filosofía krausiana sobre la hegeliana para satisfacer las necesidades filosóficas de la sociedad española en ese momento.

Espero que este trabajo sirva para facilitar el estudio de los distintos krausistas así como el de los movimientos filosóficos generados por ellos en sus respectivos países, pero, ante todo, para que la filosofía de Krause sea estimada como una sólida alternativa a los otros sistemas idealistas con los que compitió por aportar a la humanidad los cimientos fundamentales del saber y la acción.


{*} Para averiguar las obras citadas en las notas de esta Introducción adaptada para su publicación en internet por el Proyecto Filosofía en español, consúltese la relación bibliográfica insertada en la obra impresa.

{1} P. Hohlfeld (1879), 2. Ya criticaba esta falta F. Reiff (1845), 121, quejándose de que la obra de H. S. Lindemann (1839) sobre el pensamiento krausiano no proporcionase una panorámica general de su evolución. Lindemann intenta subsanar el error con un artículo que oculta más que clarifica este desarrollo: H. S. Lindemann (1846).

{2} G. Schurda (1932), 49.

{3} J. E. Erdmann (1977), 386.

{4} Krause (1902), 422 s. y n. (5-IV-1831 y días sucesivos).

{5} A este respecto, nótese el tono irónico de A. Drews (1895), 12 s.

{6} Tal es el caso de G. Schurda (1932), 224; P. Hohlfeld (1879), 5; Hohlfeld y Wünsche en Krause (1884), IV; H. v. Leonhardi (1832), 7 s.

{7} Sobre esto ya he expresado mi opinión en R. V. Orden Jiménez (1996), XXIX n. 61.

{8} E. M. Ureña (1991), 194.

{9} Krause (1892), 320.

{10} Krause (1891), 162 n. (15-V-1822). Véase también Krause (1893b), 114 n. ss. (7-II-1831 y 17-II-1832); Krause (1890), 196 (10-IV-1832) y n.; Krause (1900), 317 ss.

{11} Krause (1902), 422 (5-IV-1831 y días sucesivos). Véase también Krause (1892), 223 (V-1822 y 1832).

{12} I. H. Fichte (1969), XXII y 15 s.; I. H. Fichte (1832), 224 y 299.

{13} H. S. Lindemann (1846-1847), 606 s.

{14} Véase E. M. Ureña (1996), 119.

{15} Véase H. Hasquin (1996), 141 ss.

{16} Krause (T 1860b). Hasta hace poco se ha considerado esta obra el resultado de un trabajo filosófico original de Sanz del Río tras acomodar a la cultura hispana decimonónica el sistema de Krause. Lo mismo se ha señalado de la otra obra castellana del español, Ideal de la Humanidad para la vida: Krause (T 1860), de la que el mismo krausista afirma en privado que la autoría de esta obra de filosofía social es, prácticamente, suya. Pero en 1988 descubre E. M. Ureña la fuente alemana de la que esta segunda obra es traducción literal, una serie de artículos de la revista de Krause Diario de la vida de la humanidad: Krause (1811b), una fuente que el krausista español oculta malintencionadamente. El hecho del descubrimiento y los motivos que pudieron motivar que Sanz del Río cometiese semejante fraude son expuestos por E. M. Ureña (1988) y E. M. Ureña et al. (1992). Este resultado ha requerido llevar a cabo una comparación entre el Sistema de la filosofía, análisis, de Sanz del Río y la Analítica de las Vorlesungen über das System der Philosophie de Krause, una comparación que acabo de realizar y cuyos resultados he publicado en: Sanz del Río, traductor y divulgador de la Analítica del Sistema de la Filosofía de Krause, Cuadernos de Anuario filosófico, Universidad de Navarra, 1998.

 


Rafael V. Orden Jiménez
El sistema de la filosofía de Krause
Génesis y desarrollo del Panenteísmo

UPCo, Madrid 1998, 741 páginas

Índice de la obra

Introducción
 
Capítulo I. El proyecto sistemático
1. Escritos del Periodo de Estudiante (1797-1801)
2. Las fuentes del pensamiento krausiano
a. Krause, alumno de Fichte y Schelling
b. La prioridad filosófica de la libertad
c. El mundo como unidad de la experiencia
3. Una nueva comprensión de la totalidad
 
Capítulo II. El sistema panteísta
1. Escritos del Periodo de Jena (1801-1805)
2. La ciencia como sistema
3. El principio de la ciencia
a. La aproximación a Schelling
b. La armonía del Mundo
c. La unidad absoluta del Mundo
4. La introducción a la filosofía
a. La fe racional, fuente de la certeza del Mundo
b. La Lógica histórica
5. La estructura del sistema
6. El Mundo y Dios
a. La relación con el neospinozismo
b. El panteísmo jenense
c. Filosofía y religión
7. La elaboración de una metafísica panenteísta
 
Capítulo III. Los fundamentos del Panenteísmo
1. Escritos del Periodo de Dresde (1805-1813)
2. El Ser supremo
a. La sustitución terminológica
b. La imposibilidad de una justificación racional del principio
3. La humanidad como esfera sintética
4. La relación religiosa
a. La intimidad con Dios
b. La ciencia como actividad religiosa
c. La autointimidad y la formación educativa
5. El Teísmo orgánico
a. Dios trascendente
b. Dios persona
6. El diseño de una filosofía crítica
 
Capítulo IV. La lucha contra el dogmatismo filosófico
1. Escritos del Periodo de Berlín-Dresde (1813-1823)
2. La nueva concepción del sistema
a. Krause, continuador del proyecto crítico de Kant
b. Los problemas del dogmatismo filosófico
c. La confección de la Analítica
3. La configuración terminológica del Panenteísmo
a. La distinción etimológica
b. La intuición del principio
4. La divulgación del sistema panenteísta
 
Capítulo V. El sistema panenteísta
1. Escritos del Periodo de Gotinga (1823-1832)
2. La estructura del sistema panenteísta y su despliegue en las obras capitales de Gotinga
3. La universalidad de la Analítica
a. El hombre disipado en lo sensible
b. La ciencia como organismo del saber
4. La consumación de la intuición fundamental
a. El autoconocimiento
b. El análisis del Yo
5. La elucidación de la intuición de Ser
a. La filosofía krausiana ante las pruebas de la existencia de Dios
b. La consumación de la intuición de Ser
c. La argumentación krausiana
d. La revelación divina y el carácter racional de la Analítica
e. La unicidad de la Analítica
f. El marco antropológico del ascenso intuitivo
g. La preparación de la Sintética
6. La Sintética
7. La relación entre la Analítica y la Sintética
a. Planteamiento del problema
b. La Analítica como propedéutica esencial
c. La esencialidad sistemática de la Analítica
8. El Panenteísmo como seña de la filosofía krausiana
 
Bibliografía
1. Escritos de Krause
a. Manuscritos
b. Obras
c. Artículos
d. Traducciones
2. Literatura secundaria
Índice de personas
Índice de conceptos
Índice de términos alemanes

La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto filosofía en español
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Rafael Orden Jiménez Krausismo