Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, por André Lalande Artículos

André Lalande (Dijon 1867-1963), profesor en la Sorbona desde 1904, cultivó la teoría de la ciencia desde un positivismo racionalista, en una línea similar a la de Léon Brunschvich o Edmond Goblot. Ante la evolución y la disolución de que hablaba Spencer, Lalande defendió la tesis de que toda evolución es contrarrestada por una disolución igual y de sentido contrario, introduciendo una teoría no evolucionista del progreso basada en la asimilación (esta idea, a través de Claparède, influirá notablemente en la doctrina del conocimiento como asimilación, que caracteriza la epistemología genética de Jean Piaget). Desde tal voluntad asimilacionista la razón es entendida como «razón constituyente» y unificativa. En consecuencia Lalande se propuso colaborar en esa pretendida unificación del lenguaje filosófico, proyecto próximo a las tendencias unificadoras neopositivistas. También procuró potenciar el trabajo cooperativo entre filósofos: fue uno de los impulsores de los Congresos Internacionales de Filosofía, iniciados en 1900 en el contexto de las multiples actividades organizadas en torno a la Exposición Universal de París, con la que se estrenaba nuevo siglo, y de los fundadores en 1901 de la Société française de philosophie, al unir sus esfuerzos con los de Xavier Léon.

El proyecto de unificar el lenguaje filosófico mediante la preparación de un Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, y el método a seguir para su elaboración, fueron propuestos por Lalande en un artículo de 1898 («Le langage philosophique et l'unité de la philosophie», Revue de Métaphysique et de morale, septiembre 1898) y en una comunicación al Congreso Internacional de Filosofía de 1900 («Sur la critique et la fixation du langage philosophique»). Conviene recordar el optimismo globalizador que se vivía en aquellos Congresos científicos celebrados cuando la Exposición Universal de 1900, en los que se decidió abordar y resolver prácticamente el problema de una lengua universal, organizándose una Délegation pour l'adoption d'une langue auxiliaire internationale, que se acabaría fragmentando en 1907 cuando riñeron los partidarios de las dos lenguas artificiales que se postulaban entonces como «universales», los esperantistas de Lejzer Ludwik Zamenhof (1859-1917) y los idistas del ultraconservador falso marqués Louis de Beaufront (1855-) inspirados por el gran lógico Louis Couturat (1868-1914).

La realización del Vocabulaire technique et critique de la philosophie (1902-1923) ocupó la actividad de Lalande durante más de veinte años. El Vocabulaire se fue publicando en el Bulletin de la Société française de philosophie (dirigido por Xavier Léon y el propio André Lalande) en la forma de fascículos, entre julio de 1902 (primer fascículo de la letra A) y febrero de 1922 (letra Z), aunque en julio de 1923 apareció una nuevo fascículo con una versión actualizada de las entradas correspondientes a la letra A. En un principio Lalande contó con la colaboración, para los términos lógicos, de Louis Couturat, quien propugnaba también la formación de una mathesis universalis y estaba entretenido mejorando su lengua universal; pero a partir de 1906, tras la publicación del fascículo correspondiente a la letra E, Couturat renunció a mantener la colaboración con Lalande, para concentrarse en el proyecto de refinado del esperanto, en la línea del Ido (aunque falleció en 1914 en un accidente de coche, al año siguiente pudo aparecer su Dictionnaire Français-Ido, destilado junto con el propio Beaufront). En los dos primeros fascículos (letra A) también colaboró en la redacción final Delbos, quién se desentendió del proyecto absorbido con su estudio sobre La philosophie pratique de Kant. Al margen de alguna otra pequeña ayuda, a partir de la letra F la redacción final corrió sólo a cargo de Lalande (quien contó con la colaboración de numerosos corresponsales franceses y extranjeros). Entre los colaboradores de esta obra destaca Jules Lachelier (1832-1918). A lo largo de la obra figuran los nombres de los distintos informantes o autores de anotaciones sobre términos. Sorprende la poca presencia en esta obra del más grande filósofo francés de aquellos años, Henri Bergson (1859-1941): en el artículo evolución no se hace ni mención a la evolución creadora, sí que aparece su nombre al tratar de duración y de intuición, pero es ignorado en totemismo y en religión (donde no queda recogida, por ejemplo, su distinción entre religión estática y dinámica).

En 1926 se publicó el Vocabulario en forma de libro (revisado, corregido y aumentado con un suplemento): Vocabulaire technique et critique de la philosophie, revu par MM. les membres et correspondants de la Société française de philosophie et publié, avec leurs corrections et observations par André Lalande, membre de l'Institut, professeur a la Sorbonne... (dos volúmenes que totalizan 1065 páginas: Librairie Félix Alcan, París 1926), bajo los auspicios de la Société française de philosophie (de la que Lalande era Secretario general) y de la Académie Française. En esta edición de 1926 se aprovechó la composición de los textos publicados previamente en el boletín de la SFP. Como la letra A conoció dos ediciones, ocurre que la letra A y desde la F presentan una tipografía y algunas diferencias mínimas de presentación respecto de las letras B-E (para más detalles véase el Avertissement de esta edición, págs. I-VI). El aprovechamiento de las composiciones previas determina que el Suplemento no esté incorporado alfabéticamente, sino que ocupa, al final del tomo segundo, las páginas 977-1065 (el texto a dos columnas, el suplemento a una columna). Conviene tener presente que los autores de esta obra, franceses que escribían en francés, ofrecen la versión de cada término en lengua alemana, inglesa e italiana, pero ignoran absolutamente la lengua española.

Como aportación a cualquier «lengua universal» existente o por inventar, Lalande se preocupó de hacer figurar tras cada término un presunto y camelístico radical internacional, tras la abreviatura Rad. int. Así, por ejemplo, de alma anim, de categoría kategori, de causa kauz, de dios de, de fulguración fulmig, de funcional funcional, de marginal marjinal, de parsimonia sparemes, de predicable predikebl, de sensualismo sensacionism, de sinalagmático reciprok, de superhombre superhom, &c. Cien años después puede ya resultar entrañable aquel ingenuo idealismo de los apóstoles del olvidado Ido. Esta es la nota que al respecto figura en el Vocabulario (tomo 1, página XXVII):
 

Nota sobre las radicales internacionales

Las radicales internacionales indicadas al final de los artículos no son palabras completas; están destinadas a recibir las terminaciones convencionales que, en una lengua artificial, indican el substantivo (singular o plural), el adjetivo, el verbo en sus diferentes modos y tiempos, &c., así como los prefijos o sufijos que permiten la derivación. Por ejemplo, Koncept... dará koncepto (concepto); koncepta (conceptual, en el sentido de: que es un concepto); konceptala (conceptual, en el sentido de: relativo a los conceptos); konceptigar (conceptualizar, transformar en concepto); y así sucesivamente. Se deberá, pues, cuando la radical internacional no esté indicada al final del artículo, ver primero si no se deduce inmediatamente de la raíz dada en un artículo próximo.
Lo más a menudo, por lo contrario, esos sufijos han debido ser mencionados expresamente, en la formación de la radical, para corresponder con la palabra francesa, o para distinguir sus diversos sentidos; por ejemplo: nosko, conocimiento (acto de conocer); noskato, conocimiento (cosa conocida; at, sufijo del participio pasado pasivo); nedetermineso, indeterminación (carácter de lo que no está determinado); maldeterminismo, indeterminismo (doctrina contraria al determinismo).
Un juego de prefijos o de sufijos de este género, cuando están bien elegidos y son empleados con propiedad, da a una lengua artificial mucha flexibilidad y precisión. He aquí, para el uso filosófico, los más interesantes, en el sistema Ido, que ha realizado hasta el presente el método de derivación más perfecto:
Prefijos: mal-, contrario; mi-, a medias; mis-, equivocadamente; erróneamente; ne-, negación pura y simple, sin oposición de contrariedad; pre-, antes; re-, repetición; sen-, privación.
Sufijos: -aj, cosa hecha de; -al, relativo a; -ar, colección, reunión (por ej., vortaro, vocabulario); -ebl, que puede ser... (por ej., que puede ser visto, comprendido, deseado, &c.); -end, que se debe... (participio latino en dus); -es, ser, estado de lo que es esto o aquello (sirve para formar términos abstractos: vereso, verdad, en el sentido de: carácter de lo que es verdadero); -esk, comenzar (volesko, veleidad, comienzos de volición); -if, producir; -ig, expresar; -ij, dejar de ser; -il, medio, instrumento para...; -iv, que puede; -oz, provisto de; -ur, producir por, &c.

(Según el Franca Guidlibreto de Couturat y Leau, París, Chaix, 1908).

 
El Vocabulaire technique et critique de la philosophie ha sido obra de notable éxito, difusión y penetración en el área de influencia de la lengua francesa durante todo el siglo XX, y, como no podía dejar de suceder, incluso ha sido traducida y publicada en español (en 1953) y en portugués (en 1993), aunque no sabemos de versiones en otras lenguas, ni siquiera en esperanto o en ido. Veinte ediciones en francés de este Vocabulario a lo largo del siglo XX sin duda habrán contribuido a conformar (malformar) el modo gálico de hacer filosofía, y su amplia difusión en los ámbitos ibéricos e iberoamericanos habrá dejado huellas más profundas de lo que a primera vista pudiera imaginarse. Por eso la consulta del lalande se hará imprescindible aunque sólo sea para poder percibir los posos de ese intento de reglamentar y unificar armónica y quizá ingenuamente la filosofía al modo parisino de principios del siglo veinte. También debería rastrearse la influencia en la literatura posterior de las decisiones adoptadas por los traductores españoles respecto a algunos términos.

Conoció el Vocabulario de Lalande su segunda edición francesa en 1928, la tercera en 1932, la cuarta en 1938 y la quinta en 1947. Sobre esta quinta edición francesa se preparó la primera edición española, hecha por un conjunto de profesores argentinos bajo la dirección de Luis Alfonso y revisada por Vicente Quintero (Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1953, 2 tomos que totalizan 1502 páginas). La sexta edición francesa apareció en 1951, la séptima en 1956, la octava en 1960 y la novena en 1962. A la vista de esta novena edición francesa se dispuso la segunda edición en español, que incorpora nuevos artículos traducidos por Oberdan Caletti y revisados por Gregorio Weinberg (Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1967, 1251 páginas). En esta segunda edición española viene ya modernizado el modo de referirse a los intervinientes en las discusiones: «M. Brunschvicg demande si...» pasa de «El señor Brunschvicg pregunta si...» a «Brunschvicg pregunta si...» En francés se publicaron nuevas ediciones (ya fallecido Lalande) en 1968 (10ª), 1972 (11ª), 1976 (12ª), 1983 (14ª), 1985 (15ª), 1988 (16ª), 1991 (17ª), 1996 (18ª) y 1999. Desde 1993 existe una versión en lengua portuguesa (que sigue la 16ª edición francesa, traducida por Fátima Sá Correia, Maria Emília V. Aguiar, José Eduardo Torres y María Gorete de Souza) publicada en Brasil por Livraria Martins Fontes Editora (XXXIV+1336 págs., Sao Paulo 1993, segunda reimpresión en octubre de 1996, tercera reimpresión en septiembre 1999).


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