Capítulo XII. Del árbol mulli. Y del pimiento

Entre estas frutas podemos poner la del árbol llamado mulli. Nace de suyo por los campos, da su fruto en racimos largos y angostos. El fruto son unos granillos redondos del tamaño del culantro seco, las hojas son menudas y siempre verdes. El grano, estando sazonado, tiene en la superficie un poco de dulce muy sabroso y muy suave. Pasado de allí lo demás es muy amargo.

Hacen brebaje de aquel grano, para beber. Tráenlo blandamente entre las manos en agua caliente hasta que ha dado todo el dulzor que tenía. Y no han de llegar a lo amargo porque se pierde todo. Cuelan aquella agua y la guardan tres o cuatro días hasta que llega a sazón. Es muy linda de beber, muy sabrosa y muy sana para los males de orina, ijada, riñones y vejiga y mezclada con el brebaje de maíz lo mejora y lo hace más sabroso. La misma agua, puesta al sol con no sé qué que le añaden, se aceda y se hace muy lindo vinagre.

De la leche y resina del mulli dijimos en otra parte cuán provechosa era para las heridas. El cocimiento de sus hojas en agua es saludable para lavarse las piernas y el cuerpo y para echar de sí la sarna y curar las llagas viejas. Palillos hechos de las ramas tiernas son muy buenos para limpiar los dientes.

Conocí el valle del Cozco adornado de innumerables árboles de estos tan provechosos y en pocos años le ví casi sin ninguno. La causa fue que se hace de ellos muy lindo carbón para los braseros y, aunque al encender chispea mucho, después de encendido guarda el fuego hasta convertirse en ceniza.

Con estas frutas (y aún por la principal de ellas, conforme al gusto de los indios) pudiéramos poner el condimento que echan en todo lo que comen —sea guisado, sea cocido o asado, no lo han de comer sin él— que llaman uchu y los españoles pimiento de las Indias (aunque allá le llaman ají, que es nombre del lenguaje de las islas de Barlovento). Los de mi tierra son tan amigos del uchu que no comerán sin él aunque no sea sino unas yerbas crudas. Por el gusto que con él reciben en lo que comen, prohibían el comerlo en su ayuno riguroso, para que lo fuese más riguroso (como en otra parte dijimos).

Es el pimiento de tres o cuatro maneras. El común es grueso, algo prolongado y sin punta. Llamánle rócot uchu: quiere decir "pimiento grueso", a diferencia del que se sigue. Cómenlo sazonado o verde antes que acabe de tomar su color perfecto, que es colorado. Otros hay amarillos y otros morados, aunque en España no he visto más que los colorados.

Hay otros pimientos largos, de un jeme poco más poco menos, delgados como el dedo meñique o merguerite.

(Éstos tenían por más hidalgos que los pasados y así se gastaba en la casa real y en toda la parentela; la diferencia de su nombre se me ha ido de la memoria: también le llaman uchu como al pasado, pero el adjetivo es el que me falta.)

Otro pimiento hay menudo y redondo, ni más ni menos que una guinda con su pezón o palillo. Llámanle chinchi uchu. Quema mucho más que los otros, sin comparación. Críase en poca cantidad y, por ende, es más estimado.

Las sabandijas ponzoñosas huyen del pimiento y de su planta.

A un español venido de México oí decir que era muy bueno para la vista. Y así, comía por postre a todas sus comidas dos pimientos asados. Generalmente todos los españoles que de Indias vienen a España lo comen de ordinario y lo quieren más que las especias de la India oriental. Los Indios lo estiman tanto que lo tienen en más que todas las frutas que hemos dicho.

Índice Anterior Siguiente