VI

EL SABIO


EL SABIO
te dice dónde has fallado
y también dónde puedes fallar:
tesoros muy valiosos son éstos.
Sigue a un hombre así por tu bien.

Déjalo enseñar y corregir,
permite que te saque del error.
El mundo lo puede despreciar
pero los buenos hombres lo quieren.

No busques a los malvados,
ni vivas con los inconscientes.
Ten por amigos a los mejores,
busca a los que quieren la verdad.

Bebe armoniosamente la ley,
vive sereno y feliz en el camino,
El sabio se deleita en la verdad
y sigue la ley de los elegidos.

Así como el arquero endereza sus flechas
y el campesino lleva agua por canales
y el carpintero dobla la madera,
así el sabio moldea su propia vida.

El viento no puede mover una montaña:
las maldiciones y alabanzas tampoco
pueden mover a un hombre sabio.

Después de escuchar la verdad,
es claro como un dulce lago,
sereno, profundo y tranquilo.

El hombre bueno trabaja con desapego,
es discreto y no tiene deseos.

Tristeza o alegría, sea lo que sea,
no lo toca ni lo mueve: es constante.

No pidas familia, dinero y poder
para ti ni para ningún otro,
pues un hombre bueno y sabio
no puede ascender injustamente.

Porque muy pocos llegan a cruzar el río
y muchos andan perdidos en la orilla.

Mas el sabio que sigue su camino
llega a la otra orilla, y más allá
de los difíciles dominios de la muerte.

Deja los caminos oscuros
y busca el camino de la luz.
Deja el cómodo hogar y busca
la felicidad en el duro camino.

Libre de deseos, libre de posesiones,
libre de las tinieblas del corazón
de !os apegos y los apetitos.

Sigue los siete escalones de la ciencia
con la felicidad que da el ser libre.
Con desapego el hombre sabio
se vuelve luz en este mundo,
se vuelve puro, brillante y libre.
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