IX

EL MAL


HAZ
de inmediato el bien,
pues cada vez que te dilatas
tu mente se deleita en el error.

Apártate pronto del mal.
No hagas del mal un hábito
porque acumular errores
es causa de sufrimiento.

Haz el bien cuanto puedas.
Hazlo una y otra vez,
y los aciertos acumulados
te llenarán de felicidad.

El necio parece disfrutar
mientras sus faltas maduran
y se vuelven contra él.


El hombre bueno en cambio
padece los sufrimientos
hasta que sus aciertos florecen.

No tomes a la ligera tus faltas diciendo:
"es la última vez, no tiene importancia".
Como un vaso que se llena gota a gota
así se llena un necio de maldad.

No menosprecies tus virtudes diciendo:
"lejos de mí, no tiene importancia".
Pues una jarra se llena gota a gota
y así se llena el sabio de bondad.

Evita siempre las malas obras
como el rico comerciante evita
con poca guardia y gran riqueza,
los caminos peligrosos;
o como aquel que ama la vida
evita ingerir veneno.

Porque una mano sin heridas
puede tocar el veneno sin temor:
así tampoco hay mal para el bueno.

Mas el necio que hiere al inocente
arroja polvo contra el viento:
la maldad golpeará su rostro.

Hay quienes renacen en el cielo
otros renacen en el mundo
y otros en el infierno;
pero los sabios no renacen.

¡En ningún lugar!
Ni en el firmamento,
ni en medio del mar,
ni en las montañas
te puedes esconder de tus errores.

Ni en el cielo,
ni en medio del mar,
ni en las montañas,
¡en ningún lugar!
te puedes esconder de tu muerte.
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