EL ANTICRISTO
Ruiz de Alarcón y Mendoza, Juan


Personas que hablan en ella:

  • El ANTICRISTO
  • ELÍAS FALSO, viejo
  • Tres JUDÍOS
  • BALÁN, judío pastor, gracioso
  • El PATRIARCA, judío viejo
  • Un MORO
  • Un GENTIL
  • Dos CRISTIANOS
  • Un HERMANO de Sofía, cristiano
  • Un CAMINANTE, judío
  • ELÍAS, profeta verdadero, viejo
  • ELIAZAR, judío viejo
  • SOFÍA, dama cristiana
  • La MADRE del Antícrísto
  • Una EGITANA, dama
  • Una LÍBICA, dama
  • Una ETIOPISA, dama
  • Una JUDÍA
  • Un ÁNGEL
  • GENTE
  • MÚSICA

ACTO PRIMERO


Tocan cajas, y salen ELÍAS FALSO, viejo, y JUDÍOS 1,  y 
y otros, soldados y bandoleros


JUDÍO 1:          Capitán, ¿dónde nos llevas 
               por estos campos desiertos? 
               Siendo robar nuestro oficio, 
               ¿qué pretendes en un yermo, 
               de peñas fuerte provincia, 
               de fieras fecundo reino, 
               tanto de tesoros pobre, 
               cuanto avaro de sustento?
ELÍAS FALSO:      Misterios son celestiales,
               valerosos galileos, 
               los que mis plantas conducen
               por estos incultos cerros.
               Esta noche, cuando al alba
               el matutino lucero
               anunciaba, cuando son
               más verdaderos los sueños,
               Fobétor, pálido hermano 
               de Fantases y Morfeo, 
               de  córnea puerta a mis ojos 
               visión, que es cierta, ha propuesto. 
               Vi salir del mar hinchado 
               una bestia, cuyo aspecto 
               daba terror a la tierra, 
               guerra amenazaba al cielo. 
               Era admirable, de horrible, 
               sin semejanza ni ejemplo 
               en cuantas fieras y monstruos 
               han dado nombre a los tiempos. 
               Corvas uñas le formaba 
               y agudos dientes el hierro, 
               con que deshace coronas, 
               pisa y despedaza centros. 
               Su portentosa cabeza 
               era armada de diez cuernos, 
               cuyas puntas amenazan 
               diez diferentes imperios. 
               A la Asiría Babilonia 
               llegó el Decacornu horrendo, 
               y allí en medio de los diez 
               otro germinó pequeño. 
               Éste ilustraban dos ojos 
               como de hombre, y en acento 
               humano hablaba una boca 
               en él horribles misterios. 
               Luego le vi, transformado 
               en un bello infante tierno, 
               al terrenal paraíso 
               trasladarse con secreto. 
               Allí de espíritus puros 
               fue educado, y le dio el leño 
               de la vida inmortal vida, 
               y profundas ciencias ellos. 
               Súbitamente creció 
               a hermoso y fuerte mancebo, 
               y a su rostro, de los diez 
               se ocultaron los tres cuernos, 
               y los siete que restaban,
               a su grandeza sujetos,
               se humillaron a su nombre
               y a su voz se estremecieron.  
               Postréme a la majestad
               de su venerable aspecto,
               y él, admitiéndome humano,
               así me dijo severo,
               "Yo soy el rey, yo el mesias
               prometido a los hebreos;
               reinaré en Jerusalén,
               reedificaré su templo;
               Betzaida y Corozaín,
               ciudades bellas un tiempo,    
               y agora apenas humildes
               reliquias de lo que fueron,
               en sus desiertos me albergan.
               Elías, búscame en ellos
               al instante que a la vida
               te restituyas del sueño;
               y para que se acredite
               esta visión en tu pecho,
               te imprimo mi caracter
               en la diestra con mi sello."  
               Dijo, y en obscura sombra
               se resolvió; y yo al momento
               desperté, y en esta palma
               hallé el caracter impreso.
               Miralde y veréis en él


Muestra en la palma de la mano derecha esta señal, "P"


               de tan notables portentos
               las infalibles señales,
               los indicios verdaderos.
               Marchemos, pues, presurosos
               adonde ha querido el cielo    
               dar efeto a sus promesas
               y cumplir sus juramentos,
               dando al suelo su mesías,
               libertad a los hebreos,
               su rey a Jerusalén,
               y redentor a su pueblo.
JUDÍO 1:       Capitán famoso, guía;
               no busques a esos portentos
               más crédito del que tú
               les has dado con creerlos.    
ELÍAS FALSO:   Vamos, pues.
JUDÍO 2:                  Allí un pastor
               de ovejas guarda un apero.
ELÍAS FALSO:   Será estrella que nos guíe
               en el mar de estos desiertos.


Tocando cajas se van.  Salen el ANTICRISTO,
vestído de yerba, y su MADRE, de pieles


MADRE:            Hijo de maldición, ya, ¿qué afrentoso 
               título habrá que a tu maldad no cuadre? 
               ¿No te bastó ser parto incestuoso 
               del que, siendo tu abuelo, fue tu padre, 
               sin que lascivo agora, en amoroso
               lazo te unieses a tu misma madre?  
               Mas al tribu de Dan, que Dios maldijo,
               y a padre tal, correspondió tal hijo.
ANTICRISTO:       ¿Qué dices, madre? Vuelve a pronunciallo.
               ¿Yo del tribu de Dan? ¿Yo de mi abuelo
               hijo soy?
MADRE:                   ¿Qué te admiras de escuchallo?
               Tu inclinación, opuesta al mismo cielo,
               ¿no te declara bien, si yo lo callo,
               que dio nefanda unión tal monstruo al suelo?
               Mas tu origen escucha, pues me obliga
               tu delito y mi pena a que lo diga. 
                  Manzer hebreo, dogmatista injusto
               en Babilonia, obscuro decendiente
               de Dan, movido de venéreo gusto
               en su hermana Sabá, de Horeb ausente
               virgen esposa, con rigor robusto
               logró violento su apetito ardiente,
               cometiendo en un acto deshonesto
               fuerza, adulterio, estupro y torpe incesto.
                  Yo, desdichada, de este grave exceso 
               concepto fui.  ¡Pluguiera al cielo santo 
               que el informe embrión fatal suceso 
               al reino trasladara del espanto, 
               antes que organizado el mortal peso, 
               del alma se informara para tanto 
               escándalo del mundo, pues naciendo 
               di ocasión a delito más horrendo!
                  Crecí, y el lustro apenas vio tercero 
               la verde primavera de mis años, 
               cuando el mismo Manzer, sensual y fiero,
               posponiendo los suyos y mis daños, 
               en mi amor abrasado, contra el fuero 
               de padre natural fabrica engaños, 
               con que no pueda justa resistencia 
               librarme de su bárbara violencia.
                  Solo se encierra el agresor lascivo 
               y dogmatista infiel conmigo un día; 
               y cuando justamente yo concibo 
               que a religiosa acción me prevenía, 
               el que debiera serme ejemplo vivo 
               de pura honestidad, la hipocresía 
               desnudó, y las divinas leyes, junto 
               con mi virginidad, violó en un punto.
                  Tú fuiste de tu abuelo, padre y tío, 
               abominable incestüoso efeto; 
               en mi vientre creció el agravio mío 
               a publicar por fuerza mi secreto; 
               y en el parto infeliz el hecho impío 
               le confesé a mi madre, a quien Aleto, 
               Tisífone y Megera, ardientes furias, 
               a vengar provocaron sus injurias.
                  Del execrando insulto dio noticia 
               tu abuela y tía al patriarca hebreo; 
               admirase el delito, y la malicia 
               misma se ofende de un error tan feo,
               no alcanza en sus arbitrios la justicia 
               igual castigo a tan nefando reo, 
               y queda al fin, muriendo apedreado, 
               sediento de más pena su pecado.
                  Yo, que en el parto peligroso y fuerte
               tuve opuesta a Lucina, previniendo 
               por dicha, sabia astróloga, la suerte 
               que daba a luz un monstruo tan horrendo, 
               el golpe evité apenas de la muerte, 
               del trance apenas escapé tremendo, 
               cuando rendida al sueño, ¡que pluguiera 
               al cielo santo que el eterno fuera!
                  Soñé que en cambio de pequeño infante, 
               breve centella al mundo producía, 
               que dilatada en término distante, 
               voraz incendio al cielo se atrevía; 
               y en veloz precipicio, en un instante, 
               Faetón segundo, al suelo decendía, 
               llenando, si de llamas, de escarmientos 
               cuanta ocupan región los elementos.
                  Sacra deidad en esto me aparece, 
               oculta en su luz misma, y "crece," dijo,
               "prodigioso, feliz infante, crece 
               a dilatar al término prolijo 
               del Aquilón el cetro que te ofrece, 
               y tú, dichosa madre de tal hijo, 
               de Babilonia sal, y en Galilea 
               asilo de los dos el yermo sea."
                  Aquí cesó, y la noche en su confuso 
               silencio la escondió; y restituyendo 
               a mis sentidos la razón el uso, 
               escuché de mi padre el fin horrendo. 
               Y así, obediente ya a lo que dispuso 
               la deidad, de mi patria vine huyendo 
               aquí, donde Betzaida un tiempo ha sido, 
               donde Corozaín tuvo su nido.
                  Aquí empecé a educarte, y aquí el hado 
               te anticipó en un término sucinto 
               en estación pueril cuerpo esforzado, 
               y en tierna infancia racional instinto; 
               pues apenas hubiste saludado 
               en el trópico al sol el curso quinto, 
               cuando tu brazo persiguió las fieras, 
               cuando voló tu ingenio a las esferas.
                  Yo, que advertí, curiosa a tus intentos,
               perversa inclinación en tus acciones,
               por excitarte honrosos pensamientos 
               y por templarte locas presunciones, 
               te propuse en historias escarmientos, 
               te previne en engaños persuasiones, 
               mintiéndote que clara decendía 
               del tribu de Judá la sangre mía.
                  Mas pues fue mi cuidado tan perdido 
               en tu proterva y dura resistencia, 
               que habiéndote en mil ciencias instruído 
               no sé cuál soberana inteligencia, 
               no sólo no te enmiendas, pero ha sido 
               para que con más furia y más violencia 
               corras a los delitos más atroces, 
               y en torpe incesto de tu madre goces.
                  ¡Plega al Dios de Israel, vestiglo fiero, 
               que en tu ciega maldad te precipites, 
               y dando efeto a mi soñado agüero, 
               tanto los cielos en tu daño irrites, 
               que pues soberbio imitas al lucero, 
               despeñado Luzbel, también lo imites,
               dando en abismos de tormento eterno 
               compasión y terror al mismo infierno!
ANTICRISTO:       Di más, repite, multiplica, aumenta 
               odios, injurias, iras, maldiciones; 
               que deleitosamente se apacienta 
               mi obstinación en tus execraciones. 
               Lo justo sólo aflige y atormenta 
               mis pensamientos, mis inclinaciones; 
               porque no sólo de pecar me agrado, 
               mas me agrado también de haber pecado,
                  Si tan malo nací, si tan nocivo 
               genio asistió a mi concepción primera, 
               a ti te culpa, culpa al hado esquivo, 
               que me informó de condición tan fiera. 
               De ti nací, por culpa tuya vivo. 
               Acusa a tu descuido, que debiera 
               a un hijo de tan torpe ayuntamiento 
               fabricar en la cuna el monumento.
                  Mas ya que la malicia de la suerte 
               e indignación del cielo me ha estorbado 
               para nefanda vida justa muerte,
               librando tu suplicio en mi pecado,
               la información postrera intento hacerte
               de la dura ocasión que me ha obligado
               al execrando exceso en que contigo
               ejecuté mi gusto y tu castigo.
                  Esa oculta, divina inteligencia,
               que de mi infausto nacimiento el día
               te presentó en fantástica apariencia
               centella en mí que incendios producía,
               esa misma que en una y otra ciencia
               ha informado de suerte el alma mia,
               que excediendo los límites humanos,
               me atrevo a los secretos soberanos;
                  ésa misma me ha dado tanto imperio
               en cuanto el padre de Faetón circunda
               del más alto de luces hemisferio,
               a la región de sombras más profunda,
               que, del poder de Dios en vituperio,
               produce Telus y Neptuno inunda,    
               Vulcano da calor y aliento Eolo
               al albedrío de mi gusto solo.
                  Lucifer o Plutón el cetro horrible
               ha renunciado en mí del hondo infierno,
               tanto que no hay espíritu invisible
               que al suyo no anteponga mi gobierno.
               No hay cosa a mis intentos imposible;
               émulo soy de aquel poder eterno
               que a conocer me obliga la justicia,
               si no a reconocerle la malicia.    
                  Con este, pues, de fuerzas más que humanas, 
               y más que humanas ciencias fundamento, 
               a obscurecer verdades soberanas 
               se eleva mi obstinado pensamiento. 
               En falsas leyes y opiniones vanas 
               anegaré la tierra, el mar y el viento, 
               intimando que yo soy el mesías 
               que prometeron tantas profecías.
                  Bien sé que no lo soy; bien que lo ha sido           
               Jesús, que es hombre y Dios; mas yo, que al suelo          
               por tipo, cifra, epílogo he nacido 
               de la maldad mayor que ofendió al cielo,
               para serlo es forzoso haber sabido 
               esta verdad pues si el confuso velo 
               de la ignorancia me opusiese a ella, 
               fuera yo menos malo en ofendella.
                  Pues como a ejecutar tan alto intento,
               acreditar me importa que me ha dado 
               de Judá el tribu claro nacimiento, 
               según fue por Jacob profetizado, 
               quiero matar contigo el argumento 
               de la sangre de Dan que en ti he heredado, 
               porque no deje mi rigor prescrito 
               de cometer también este delito.
                  Resuelto al parricidio detestable, 
               por ser a Jesucristo en todo opuesto, 
               te quise hacer del todo abominable, 
               cometiendo contigo torpe incesto; 
               que fue su madre virgen inviolable 
               después y antes del parto, y yo con esto
               incestuosa madre vine a hacerte 
               en la cuna, en el parto y en la muerte.
                  Éste es mi fin, éste mi intento ha sido; 
               y Elías ya, caudillo galileo, 
               de soñadas visiones conducido, 
               se acerca a dar principio a mi deseo; 
               porque a su lengua por mi imperio asido 
               un espíritu impuro del Leteo, 
               dará a entender que es el profeta Elías, 
               precursor destinado del Mesías.
                  Y para acreditar que es mi venida 
               del paraíso, en que mi engaño fundo,
               cual ves, de hierba me adorné tejida; 
               que así al principio me ha de ver el mundo.
               La línea ya a tu edad estatuída 
               llegó; parte a las ondas del profundo, 
               de mis crueldades víctima primera. 
               Quien tal hijo parió, a sus manos muera.


Mátala y échala en una sima


MADRE:            ¡Ay de mí y ay de ti!
ANTICRISTO:                             Tú, sima obscura,
               en quien este cadáver deposito,
               guarda en tu investigable sepultura 
               mi origen siempre oculto y mi delito; 
               que simulada luz de virtud pura 
               desde este punto ostento y acredito, 
               porque dé la engañosa hipocresía 
               principio a mi tirana monarquía.


Vase el ANTICRISTO.  Salen ELÍAS FALSO y los
demás JUDÍOS, y BALÁN



BALÁN:            Ésta es, conforme las señas
               que me dais, la tierra, hebreos,
               que buscan vuestros deseos.
               Término son estas peñas   
                  que con el cielo compiten,
               de las dos ciudades bellas,
               a quien del tiempo las huellas
               aun reliquias no permiten.
                  Esas aguas cristalinas
               que veis de la sierra al fin,
               bañan de Corozaín
               las ya invisibles ruínas;
                  y ésas, que muestra el bermejo
               terreno hacia el Aquilón,        
               llanto de Betzaida son,
               si otra edad fueron espejo.
ELÍAS FALSO:      Ésta es la misma región,
               éste el valle, el monte, el prado,
               que en el sueño me ha enseñado


Parece el ANTICRISTO en lo alto, los ojos en el
cielo, y una bandera roja en la mano, con esta señal negra
en ella, "P"


               la soberana visión.
                  Aquí el sagrado mesías 
               ha de estar... Mas, galileos,
               ya el cielo a nuestros deseos
               les cumplió las profecías.     
                  Veis allí suspenso al viento
               el redentor prometido,
               el mismo joven que ha sido
               previsto en mi pensamiento.
JUDÍO 1:          Las mismas señales muestra
               de tu soñada visión.
JUDÍO 2:       Y el carácter que el guión
               enseña en la mano diestra,
                  es el que en la tuya vemos.
JUDÍO 3:       El aire pisa eminente.          
               Con milagro tan patente,
               ¿qué más probanza queremos?


Arrodíllanse


ELÍAS FALSO:      ¡Salve, Josué divino, 
               que del Jordán las aguas divididas 
               das seguro camino 
               a tantas libertades oprimidas!
JUDÍO 1:       ¡Salve, nuevo Josef...
JUDÍO 2:                           Isac.. 
JUDÍO 3:                                Elías! 
ELÍAS FALSO:      ¡Salve, David...
JUDÍO 1:                       Profeta... 
JUDÍO 2:                               Rey... 
JUDÍO 3:                                  Mesías!


Baja por tramoya


ANTICRISTO:       Vuestras voces, que volaron,
               hebreos, a mis oídos,  
               a revocar mis sentidos
               del seno de Dios bastaron.
                  Absorto miraba en él
               los archivos del misterio
               con que por mí al cautiverio
               quiere dar fin de Israel.
                  Yo soy la misma visión
               que dio a tu vista y oído
               libre y despierto sentido
               en somnolenta prisión.
                  ¡Oh, capitán valeroso!
               Yo el mismo que te mandé
               buscarme; yo el que estampé
               el carácter misterioso,
                  que en este guión demuestro, 
               en tu mano; que has de ser 
               de mi venida y poder 
               voz, precursor y maestro.
                  Tu nombre lo significa, 
               que desde tu concepción 
               la divina prevención 
               a esta empresa te dedica.
                  Parte a Babilonia, pues, 
               y en ella intrépidamente 
               publica de gente en gente 
               estas verdades que ves;
                  que allí le dispone el cielo 
               la infancia a mi monarquía. 
               De allí la potencia mía, 
               propagada a todo el suelo,
                  vencerá cuantos estima 
               soberbios reyes el mundo, 
               desde el centro más profundo 
               al más elevado clima;
                  que la bestia que has soñado 
               que salió del hondo abismo, 
               es símbolo, es iconismo 
               de este siglo y de este estado.
                  De miembros la variedad 
               figura diversas leyes, 
               y los diez cuernos, diez reyes 
               que imperan en esta edad;
                  y el que empezando a nacer 
               tres de ellos aniquiló, 
               soy yo, que a tres reyes yo 
               he de quitar el poder
                  siendo mi fama veloz 
               tan espantosa a los siete, 
               que a mi imperio los sujete 
               sólo el eco de mi voz.
ELÍAS FALSO:      De maravilla tan alta 
               soy testigo, y valor tengo 
               con que a morir me prevengo; 
               pero, ¿cómo, si me falta
                  fuerza para defendella, 
               ciencia para acreditarla, 
               me envías a predicarla 
               por precursor tuyo y della?
ANTICRISTO:       No temas, en mí confía;
               que para tan justa hazaña   
               espíritu te acompaña,
               sabio paredro te guía,
                  que de infusa enciclopedia
               te dotará, y elocuentes
               tus labios, los diferentes
               idiomas de Asiría y Media
                  sabrán, y cuantos Babel
               vio en su ciega confusión.


Dale la bandera


               Lleva este santo pendón,
               y a cuantos debajo de él    
                  se alisten, selle la diestra
               esta cifrada señal,
               que mi blasón celestial,
               que es Cristo, en sus notas muestra.
                  Parte ya, sonante trompa
               de mi verdad y mi voz,
               y en virtud mía, veloz
               tu cuerpo los aires rompa.
ELÍAS FALSO:      Ya crecen las fuerzas mías,
               y ya en divinos alientos 
               mi voz sonará en los vientos:


Baja una nube de campana, y cógelo dentro, y
llévale a lo alto


               hombres, ya vino el mesías. 


Vase ELÍAS FALSO


BALÁN:            ¿Quién hay que no se alborote 
               con lo que está sucediendo?
               ¡Voto a mí, que va rompiendo
               el aire como un virote!
JUDÍO 1:          ¡Gracias a Dios, que este día
               vio ya el pueblo de Israel!
BALÁN:         Señor, en efeto, ¿es él
               el verdadero Mejía?    
ANTICRISTO:       Sí, Balán.
BALÁN:                      ¿Mi nombre sabe?
               El demonio se lo dijo.
ANTICRISTO:    ¿Dúdaslo?
BALÁN:                   Ya lo colijo
               que en quien tanto poder cabe
                  que endivina el pensamiento,
               y sin conocerme, el nombre
               me sabe, y arroja un hombre
               como bala por el viento,
                  es el divino Mejía
               prometido al pueblo hebreo.   
ANTICRISTO:    ¿Créeslo así?
BALÁN:                        Asi lo creo.
ANTICRISTO:    Pues con esta empresa mía
                  que en la mano te retrato,
               quedas por mío.


Pega la palma de la mano derecha con la de BALÁN, y él muestra
en ella esta señal, "P"


BALÁN:                        ¿Qué es esto?
               ¡Voto a Moisén, que me ha puesto
               en la mano un garabato
                  que borrarlo es por demás!
ANTICRISTO:    Pues tan constante ha de ser,
               como en ella el caracter,
               en ti la fe que me das.  
                  Parte, y entre los pastores
               de tu comarca pregona
               lo que has visto en mi persona;
               y si gozar mis favores
                  pretendieres, me hallarás
               en Babilonia.
BALÁN:                        ¿Un pastor
               haces tú predicador?
               Pero dime, ¿cómo estás,
                  si de lejía te dan 
               el nombre, de árbol vestido? 
               Que a mí más me has parecido 
               un figurón de arrayán
                  de algún jardin.
ANTICRISTO:                        Hasta aquí
               en el paraíso he estado,
               y el mismo traje he tomado
               del lugar en que viví.
                  Vosotros, venid conmigo, 
               y ya desde hoy renunciad 
               el delito y la impiedad. 
               Seguid la senda que sigo
                  de lo justo, porque aquí 
               para dar colmado empleo 
               a cuanto os pida el deseo, 
               os basta seguirme a mí.
                  Daré al lascivo bellezas, 
               manjares daré al glotón, 
               al ambicioso, opinión, 
               al cudicioso, riquezas.
                  justicia haré al ofendido, 
               al triste consolaré, 
               al doliente sanaré, 
               levantaré al abatido;
                  que yo vengo a hacer dichosa 
               la familia de Israel, 
               y el cautiverio crüel 
               en libertad deliciosa
                  le cambiaré de tal suerte, 
               que vuelto ya en cielo el suelo, 
               sólo dé ventaja al cielo 
               en la excepción de la muerte. 


Vase el ANTICRISTO


BALÁN:            ¿Manjares daré al glotón? 
               Esta partida me toca.
               ¡Albricias!, tripas y boca; 
               no me ha de quedar capón, 
                  si no canta, que el profundo 
               no emboque por la garganta; 
               porque un capón que no canta, 
               ¿de qué sirve en este mundo? 


Vase BALÁN.  Sale SOFÍA, con manto, y
su HERMANO





HERMANO:          De prodigiosos portentos 
               está turbada la tierra 
               de Asiría, y agora al fin 
               ese crinado cometa 
               que acompañando al lucero 
               en el oriente se muestra, 
               y en su elevación mayor 
               discurriendo las esferas, 
               mira en opuesto cenit 
               la Babilonia caldea, 
               denota horribles sucesos.
SOFÍA:         Y es lo bueno que hacen fiesta 
               de salir a verle al campo.
HERMANO:       No es costumbre al mundo nueva. 
               Por esta puerta que al alba 
               mira derramando perlas, 
               a verle sale la gente;
               ya su concurso comienza. 
               Alégrate, hermana mía, 
               pues sólo porque diviertas 
               tus tristezas te he traído; 
               y el Éufrates en sus hierbas 
               te ofrece alfombras, Sofía, 
               porque descanses en ellas.
SOFÍA:         ¿Cómo podré descansar 
               en medio de tantas penas, 
               cuando tan graves prodigios 
               amenazan a la iglesia? 
               Poderoso sois, mi Dios; 
               volved por vos; que la tierra
               otra vez os crucifica
               y os previene injurias nuevas.     


Salen dos JUDÍOS


JUDÍO 1:       Los astrólogos, ¿qué han dicho, 
               Tobías, de este cometa?
JUDÍO 2:       Mudanzas de monarquías 
               por él y por las estrellas 
               pronostican; mas yo pienso 
               que la venida nos muestra 
               del mesías.


Sale un MORO


MORO:                       Enojado
               sin duda está con la tierra
               Mahoma, pues con portentos
               nos aflige y amedrenta.  


Sale un GENTIL


GENTIL:        ¡Ah, Júpiter soberano! 
               Si te ofenden los que niegan 
               tu deidad, en ellos solos 
               muestren tus rayos sus fuerzas.


Alborótase SOFÍA


SOFÍA:         ¡Ay de mí!   
HERMANO:                  ¿Qué es esto, hermana?
SOFÍA:                ¿No miráis una culebra
               en el camino? ¿No veis
               una ceraste en la senda,
               que el pie le muerde a un caballo,
               que un hombre en su espalda lleva, 
               a quien ciñe una corona
               de diez puntas la cabeza?
HERMANO:       (Sin duda ha perdido el seso.)     Aparte
SOFÍA:         Hombre, rey, monarca, césar,
               tente bien.
HERMANO:                   ¡Qué gran desdicha!
SOFÍA:         ¡Qué miserable tragedia!
               Por las ancas del caballo 
               de espaldas ha dado en tierra.


Sale ELÍAS FALSO en el aire, con el
guíón en la mano


ELÍAS FALSO:   Babilonia, Babilonia,
               cumplió el cielo sus promesas.   
               Ya el soberano Mesías
               pisa la dichosa tierra.
               Ya del tribu del Judá
               la sagrada decendencia
               dio monarca redentor
               a la oprimida Judea.
               Ese que al oriente nace
               radiante y claro cometa,
               estrella pronosticada
               por la sibila Cumea,     
               dice en su luz su verdad,
               y en sus rayos, que a diversas
               regiones del orbe miran,
               testifica su potencia.
               Yo soy el profeta Elías,
               que para lucero de ella
               en el paraíso ha tanto
               que Dios de morir reserva.
               Yo le vi con estos ojos,
               yo con estas manos mesmas     
               le toqué; yo precursor
               de su inefable grandeza,
               de sus milagros os hago
               testimonio, pues no llega
               mi mayor admiración
               a su menor excelencia.
               Hombres, hombres, ¿qué aguardáis?
               Prevenid, que ya se acerca
               sobre las nubes del cielo
               el mesías a la tierra,
               los oídos a su voz,
               los pechos a su obediencia,
               los caminos a sus pies, 
               la corona a su cabeza.


Desparece por el aire


SOFÍA:         Mientes, infernal serpiente.
JUDÍO 1:       Divino aliento, profeta 
               soberano, ¿adónde vas? 


Vase


MORO:          ¿Por qué huyes? ¡Vuelve, espera! 


Vase


JUDÍO 2:       Todo es horrores el cielo. 


Vase



GENTIL:        Toda es asombros la tierra. 


Vase


SOFÍA:         ¡Aguarda, espíritu falso,
               que del imperio de penas
               vienes a turbar el mundo
               con tan espantosas nuevas!
               ¡No huyas! ¡Vuelve, cobarde!
               ¡Ven; que una mujer te espera
               para probarte que mientes,
               y miente esa horrible bestia
               que del abismo profundo
               sale a contrastar la Iglesia! 
               Mas yo, que soy el soldado
               más humilde que en defensa
               del crucífero estandarte
               ofrece el pecho a la guerra,
               he de vencerle y poner
               el pie sobre su cabeza.
HERMANO:       (Sagrado aliento la inspira,       Aparte
               y mi fe con tales muestras,
               la que por loca lloraba,
               por profetisa venera.)   


Vanse.  Salen el PATRIARCA judío, viejo, y
tres JUDÍOS


PATRIARCA:        ¿Cómo es posible, si está
               escrito en las profecías 
               que ha de venir el mesías 
               de los reyes de Judá;
                  y en Babilonia poseo 
               yo, por derecho heredado 
               de este tribu, el principado 
               del pueblo de Dios hebreo;
                  y hasta agora no he tenido 
               más de una hija, que en flor 
               fue despojo del rigor 
               de la muerte, haber venido
                  el prometido mesías? 
               Ilusión ha sido, hebreos; 
               que acreditan los deseos 
               engañosas fantasías.


Sale ELÍAS FALSO


ELÍAS FALSO:       Patriarca babilonio, 
               ¿Por qué con dudas ofendes 
               los misterios que no entiendes, 
               si el más claro testimonio
                  de la verdad que sustento 
               es no ser comprehendida 
               su soberana venida 
               del humano entendimiento?
                  ¿Ha de nacer el mesías 
               según orden natural? 
               Del redentor celestial, 
               del hijo de Dios, ¿querías
                  que los misterios arcanos 
               que muestran su potestad, 
               la corta capacidad 
               de los discursos humanos
                  comprehenda? Siendo todo 
               milagro de su poder, 
               pues lo es tan grande el nacer, 
               ¿por qué no ha de serlo el modo?
                  Si lo impugnas, porque en él
               ha de trasladar tu muerte
               el cetro judaico, advierte
               que en vano al Dios de Israel 
                  te opones... Mas ya los vientos
               en veloz cándida nube
               leve surca y fácil sube,
               y acordes los elementos,
                  rompen las regiones mudas
               con sonorosas corcheas,
               porque en su obediencia veas
               lo que en tu ignorancia dudas.


Sale el ANTICRISTO.  Baja en nube por tramoya el ANTICRISTO
vestido como primero, y entre tanto cantan esta copla


MÚSICA:           "¡Gloria a Dios en las alturas
               y en la tierra paz y amor,    
               pues hoy desciende el Criador
               a redemír las criaturas!"


Sale de la nube y arrodillase delante del
PATRIARCA


ANTICRISTO:       ¡Salve, oh, tú, de Jesé estirpe dichosa,
               de cuya fértil generosa vara
               nació purpúrea flor, cándida rosa!
                  ¡Salve, salve otra vez, progenie clara
               de Judá, que león produce al suelo
               a conquistar del orbe la tïara!
                  ¡Salve mil veces, venturoso abuelo
               de este, si humilde, celestial mesías,     
               de este, si hijo de Dios, en mortal velo!
                  Conoce efetos ya las profecías,
               celebra ya mercedes las promesas
               que el cielo cumple en tus felices días.
                  Dame la mano.
PATRIARCA:                       ¿Mano mortal besas
               tú, de Dios hijo, y redentor del mundo?
               Negando estás lo mismo que confiesas.
ANTICRISTO:       En justa ley esta obediencia fundo;
               que eres mi abuelo, y rey del pueblo hebreo;
               y en tanto que mis sienes no circundo
                  de la corona que en las tuyas veo, 
               yo así, pues vengo a ser obedecido, 
               lo mismo dogmatizo que deseo.
                  Y porque ya tu edad del concedido 
               término toca el límite postrero, 
               aplica a mis acentos el oído,
                  que el gran misterio declararte quiero, 
               Joás, con que de Dios omnipotente, 
               soy hijo, y por abuelo te venero.
                  Tu hija Ester, que en lustro floreciente 
               al túmulo lloraste trasladada, 
               fue del que miras sol, cándido oriente.
                  No muerta, no, mas viva transportada 
               fue por mi padre a aquel fecundo suelo, 
               habitación de Adán mal conservada.
                  Allí, en admiración de tierra y cielo, 
               sin obra de varón, le dio al mesias 
               su claustro virginal humano velo,
                  según por inspiradas profecías 
               la sibila Sambete lo predijo, 
               según los vaticinios de Isaías.
                  "Concebirá una virgen clausa un hijo," 
               cantó el profeta; que la mente hebrea 
               inclusa en la dicción "clausura" dijo.
                  ¿Quién, pues, será tan ciego que no vea 
               la verdad del pronóstico en su efeto, 
               que el pueblo de Israel tanto desea,
                  pues a tu hija virgen el secreto 
               sepulcro fue clausura, porque fuera, 
               oculto en ella, yo de Dios conecto?
                  Si no te vences, contumaz, pondera, 
               que afirma lo que niegas, obediente 
               solio a mis plantas, la más alta esfera;
                  o pida tu protervia resistente 
               el cuerpo de tu hija, que dormido 
               diste a la tumba, que le llora ausente;
                  y verás, Patriarca, convertido 
               el precioso tesoro en sombra vana, 
               y en cenotafio el que sepulcro ha sido;
                  que ya dichosa Ester, en soberana
               mansión, por digna madre del mesías,
               al alma junta la porción humana.
                  Mas ya el último instante de tus días,
               de mí preconocido, es testimonio
               que te acredita las verdades mías.
PATRIARCA:        Yo muero. Éste es--¡oh, pueblo babilonio!--
               el triunfante David que ya venero,
               rey desde el indio suelo al macedonio.
                  Éste es de Dios el hijo verdadero,
               por quien dan a Israel las profecías  
               el libre estado que gozó primero.
                  Agora ya, Señor, tu siervo envías
               en paz, conforme a la palabra tuya,
               pues que vieron mis ojos al Mesías.


Cae muerto


ELÍAS FALSO:       Murió: ¿quién hay que tu poder no arguya?
JUDÍO 1:       ¡Viva el rey de Israel, y al pueblo hebreo
               la libertad preciosa restituya!
ANTICRISTO:       Hoy su línea tocó vuestro deseo,
               hoy pondrá en la cerviz más impaciente
               la vencedora planta el galileo;    
                  que hoy en solío real y en eminente
               trono ocupando el cetro y la corona,
               mi nombre volará de gente en gente.
ELÍAS FALSO:      El cielo mismo tu poder pregona.


Sale SOFÍA


SOFÍA:            Torrente de Flegetón,
               que en llamas abrasadoras,
               opuesto al cielo, pretendes
               inundar las cinco zonas;
               símbolo de la maldad,
               en quien cifra y epiloga 
               todo su imperio el infierno,
               Lucifer sus fuerzas todas,
               ¿qué nueva torre fabricas,
               qué nueva máquina formas
               contra el poder de los cielos
               en la región babilonia?
               ¿Con qué engaños te acreditas?,
               ¿Piensas tú que el mundo ignora
               que eres aquel Belial,
               que en proféticas historias
               con soberanos impulsos
               anunciaron tantas bocas
               de santos vaticinantes
               y de sibilas hariolas?
               ¿Piensas tú que ha de ocultarse
               que tus artes engañosas
               por nigrománticos pactos
               tan raros portentos obran?
               Y si la vecina muerte
               de tu Patriarca agora
               anunciaste, fue dictando
               el pronóstico a tu boca
               el demonio, cuya ciencia
               angélica es poderosa
               a colegir de la vida
               por los humores las horas.
               Pues apercibe tus fuerzas,
               y en tus conjuros invoca
               cuantos espíritus fueron
               ya luces, y ya son sombras.
               Cuantos ya precipitados,
               por soberbios, de la gloria,
               niegan arrepentimientos
               cuando escarmientos informan;
               que esta mujer flaca, humilde,
               a quien la verdad exhorta,
               contra ti publica guerras,
               y enemistades pregona.
ELÍAS FALSO:      ¡Loca mujer!
ANTICRISTO:                  ¡Deteneos!
               ¡No la ofendáis, si está loca...
               (Aunque la defiendo más               Aparte
               que por loca, por hermosa.
               Ya mis lascivos deseos
               ciegamente me provocan
               a gozar de su belleza; 
               mas acreditarme importa 
               con simulada piedad 
               y mansedumbre engañosa 
               hasta confirmar mi imperio; 
               que después las riendas todas 
               soltaré a mis apetitos.) 
               Mujer, mi piedad perdona 
               injurias a tu ignorancia. 
               Vete en paz, que en breves horas 
               darán luz a tus tinieblas 
               mis hazañas milagrosas, 
               pues de mi ciencia y poder 
               no habrá centro que te esconda.
JUDÍO 1:       ¡Qué piedad!
JUDIO 2:                  ¡Qué mansedumbre!
ELÍAS FALSO:   Bien en su misericordia 
               se ve que es hijo de Dios.
SOFÍA:         En vano a la paz me exhortas, 
               cuando el cielo me destina 
               para oponerme a tu gloria.
ANTICRISTO:    En vano tú a mi poder, 
               como al fuego árida estopa, 
               como frágil barca al mar, 
               como tierna flor al Bóreas, 
               oposición solicitas.
SOFIÁ:         El cielo dará a mi boca 
               tanta fuerza en las palabras, 
               que me admires vencedora.
ANTICRISTO:    Quitaré a tu lengua yo, 
               dándote pena piadosa, 
               las articuladas voces, 
               porque mi deidad conozcas, 
               y porque desdigas muda 
               lo que parlera pregonas. 
               Desde aquí a tu entendimiento 
               niegue obediencia la boca, 
               hasta que rendida ofrezcas 
               holocaustos a mi gloria.


Quiere SOFÍA responder, y hace señas
de muda


ELÍAS FALSO:   Su lengua has encarcelado. 
               ¿Cómo agora no blasonas?


Hace SOFÍA la cruz con los dedos y
pónesela en la boca, y vase


JUDÍO 1:       Con la cruz sella los labios, 
               y de vencida, furiosa 
               se parte de tu presencia.
JUDÍO 2:       Testimonio dan tus obras 
               de tu poder soberano.
ANTICRISTO:    (Si no me venciese hermosa         Aparte
               o la que poderoso venzo.)


Tocan cajas


TODOS:         ¡Viva el rey de Babilonia!



FIN DEL PRIMER ACTO



      

ACTO SEGUNDO


      




Salen el ANTICRISTO, vestido de rey judío, y ELÍAS FALSO,
y acompañamiento de JUDÍOS, con MÚSICA


ELÍAS FALSO:      Ya de Babilonia tienes
               el cetro; ya la corona,
               de ese cielo breve zona,
               ciñe tus heroicas sienes.
                  Manda, ordena, y tus deseos
               tengan el colmo debido,
               pues tienen ya conocido
               tu gran poder los hebreos,    
                  y pues te dan los paganos,
               dejando sus ritos viles,
               la obediencia, y los gentiles
               desprecian sus dioses vanos.
                  El cristiano solamente
               te resiste pertinaz;
               mas, pues no estima la paz,
               pruebe tu brazo valiente.
ANTICRISTO:       Con su injusta sangre, Elías,
               vertida en furiosa guerra,    
               se esculpirán en la tierra 
               las ciertas verdades mías.
                  Mi capitán general 
               te nombro.  Ejércitos mueve 
               que al mundo en término breve 
               den terror universal.
                  Lo primero que has de hacer 
               es que se publique un bando 
               en que determimo y mando 
               que a cuantos mi caracter
                  en la diestra o en la frente 
               no trajeren, desde luego 
               se prohibe el agua y fuego 
               y el comercio de la gente.
                  Tras esto a Egipto camina 
               con numeroso escuadrón, 
               y al rey de aquella región 
               a sangre y fuego arruïna.
                  Al de Libia y Etiopia 
               sujeta, destruye y mata; 
               que de gente, de oro y plata 
               y de naves tanta copia
                  te daré, que al duro encuentro 
               de tus armas tiemble el mundo; 
               pues ya del mar el profundo, 
               y ya de la tierra el centro,
                  me rinden cuanto en sus venas 
               tesoro el sol ha engendrado, 
               y cuanto han depositado 
               naufragios en sus arenas.
ELÍAS FALSO:      Voy a obedecerte.
ANTICRISTO:                         Parte
               poderoso en nombre mío.
ELÍAS FALSO:   Pues en tu poder confío, 
               las armas llevo de Marte. 


Vase


ANTICRISTO:       Agora que mis portentos, 
               por la fama dilatados, 
               aseguran mis cuidados 
               y acreditan mis intentos,
                  comiencen mis apetitos 
               y acabe mi hipocresía.
               Tú serás, bella Sofía, 
               la primera en mis delitos; 
                  que la beldad peregrina 
               de tu rostro soberano 
               me dice que soy humano, 
               pues me vences por divina.


Sale un JUDÍO alborotado


JUDÍO:            Santo y celestial mesías, 
               ¿cómo tu poder consiente 
               que en Babilonia...?
ANTICRISTO:                      Detente.
               Ya sé que de un falso Elías,
                  que contra mí se levanta,
               las nuevas a darme vienes.
JUDÍO:         Si tan alta ciencia tienes, 
               y si tienes fuerza tanta, 
                  que entiendes los pensamientos, 
               ¿por qué tu deidad permite 
               que un hombre desacredite 
               libremente tus intentos?
ANTICRISTO:       (Contra éste, que a mi poder,       Aparte
               como está profetizado, 
               hace el cielo reservado, 
               engaños me han de valer.) 


                  Amados vasallos mios, 
               y mis aseclas leales, 
               no os perturbe esta tormenta, 
               que es permisión de mi padre. 
               Como sin virtud no hay premio, 
               y no hay virtud sin contrastes, 
               pues el lustre a la vitoria 
               de la resistencia nace, 
               la Providencia divina 
               ordena que se levante 
               este vil pseudoprofeta 
               a desmentir mis verdades, 
               porque así los que me crean,
               vitorioso premio alcancen; 
               que no merece la fe 
               donde la duda no cabe. 
               Contra el verdadero Elías, 
               mi precursor, éste al aire, 
               falso y engañoso, tiende 
               belicosos estandartes; 
               con diabólicos prestigios 
               acredita falsedades, 
               y a mi poder soberano 
               opone mágicas artes. 
               Armaos, pues, de fortaleza; 
               y pues con avisos tales 
               os hago ya prevenidos, 
               no os perturbe ni os engañe. 
               Resista a sus persuasiones 
               quien tenga valor constante; 
               cierre a su voz los oídos 
               quien se conociere frágil, 
               que yo en esta guerra quiero 
               vencerle, mas no estorbarle; 
               antes a mis gentes mando 
               que ni le prendan ni maten, 
               tanto porque el resistirle 
               os dé méritos más grandes, 
               cuanto por obedecer 
               la voluntad de mi padre.
JUDÍO 1:       ¿Qué persuasiones, qué engaños, 
               qué nieblas, qué obscuridades 
               opondrán horrible noche 
               al sol que en tu oriente nace?
JUDÍO 2:       Ya el hipócrita fingido 
               ante tus ojos reales 
               se presenta.
ANTICRISTO:                 Tanto emprenden
               ambiciosas falsedades.
JUDÍO 1:       Todo el pueblo le acompaña.
ANTICRISTO:    (Mi crédito en este trance        Aparte
               corre gran riesgo.  Valedme, 
               espíritus infernales.)


Salen ELÍAS, con saco y barba larga, y GENTE


ELÍAS:            No vengo a disuadirte, monstruo horrendo, 
               tu nefanda intención, tu enorme empresa, 
               pues para emporio del mayor delito 
               desde tu concepción estás precito; 
               si bien al peso igual de tu malicia, 
               porque de Dios conozcas la justicia, 
               te ha dado entendimiento y ciencia tales, 
               que en discernir los bienes de los males 
               ninguno te aventaja, y aunque en vano, 
               un custodio te inspira soberano. 
               No vengo, no, a intimar a tus mentiras 
               la guerra que les mueven mis verdades; 
               pues fuera de que a ti no son secretas 
               las voces de sibilas y profetas, 
               la impura inteligencia te lo ha dicho, 
               que al oído te dicta los ausentes 
               casos, como futuros contingentes, 
               falsa ocasión que contra la infinita 
               verdad te ensoberbece y acredita. 
               Mas véngote a probar, en la presencia 
               del pueblo que me escucha, la evidencia 
               de que fue Jesucristo, Dios y hombre 
               el verdadero celestial mesías; 
               y eres tú la ceraste, la culebra, 
               el Belial, la bestia Decacornu, 
               en que los santos padres han previsto 
               al hijo del pecado, al Anticristo, 
               que el contrario de Cristo significa, 
               según el griego idioma lo publica; 
               porque no excuse la ignorancia al mundo 
               en aquel grande y espantoso día, 
               universal de fuego cataclismo, 
               cercano ya, en que el hijo de Dios mismo 
               a dar eternos premios y escarmientos 
               descenderá en los hombros de los vientos.
ANTICRISTO:    Hipócrita engañoso, aunque podía
               castigar con tu muerte tu osadía, 
               te permito que vivas, y permito, 
               porque me dé más glorias, tu delito.
ELÍAS:         Bien sabes tú que soy el mismo Elías
               que, en el carro de fuego arrebatado
               por Dios, y al paraíso trasladado
               con el profeta Enoch, que en el oriente
               evangeliza ya de gente en gente,
               destinado he vivido tantos años
               para propugnador de tus engaños.
               Y sabes tú que exentos de tu furia
               hemos de predicar Enoch y Elías
               mil y docientos y setenta dias,
               veinte menos de aquellos que tu mano,
               según Daniel, gozará el cetro humano.
               Y así te has prevenido, como adviertes
               la fuerza de tan claras profecías,
               haciendo precursor a un falso Elías,
               a quien, siendo un ladrón de Galilea,
               un diabólico espíritu infundiste,
               que le ministra, siendo poco sabio,
               ciencias al pecho y sílabas al labio.
               Y por la misma causa has simulado,
               viendo que el ofenderme es imposible
               hasta al plazo por Dios estatuído,
               que la vida me das, y cauteloso
               finges que es permisión lo que es forzoso.
ANTICRISTO:    "Enviaré," dice Dios por Malaquías, 
               "a vosotros mi gran profeta Elías 
               antes del día grande y espantoso 
               del Señor."  ¿Negarás que en mi se cumple 
               a la letra este oráculo divino, 
               pues a Asiría llegó el tesbite Elías 
               por precursor de las grandezas mías, 
               y luego vine yo a imperar al suelo, 
               dando horror mi venida a tierra y cielo?
ELÍAS:         El grande y espantoso día es sólo 
               el que, abrasado el uno y otro polo, 
               dará el Señor en el postrer jüicio 
               su premio a la virtud, su pena al vicio. 
               Explicado lo ves por Sofonías,
               que apellida de Dios el dia grande 
               y horrible, al mismo en que dará a la tierra 
               en diluvios de fuego, mortal guerra. 
               Si de ti lo interpretas, y el mesías 
               te nombras, ¿cómo pudo Malaquías 
               llamar horrible al día venturoso 
               cuya venida la nación hebrea 
               para su redención tanto desea? 
               "Por quien nació la luz," dijo Isaías. 
               Y el mismo, "Veis aqui el niño pequeño 
               que por persona no será tenido; 
               no clamará, de nadie será oído, 
               y ni triste será ni turbulento. 
               Tu manso rey vendrá sobre un jumento 
               a ti, Sïón, y en la presencia suya 
               te alegrarás, porque será un cordero
               que de misericordia tendrá el solio. 
               Por él verán los ciegos, y los mudos
               hablarán, limpiaránse los leprosos,"
               y dirá hablando a los fascinorosos 
               misericordia sí, no sacrificio 
               quiero, conforme lo predijo Hoseas. 
               Y si más clara impugnación deseas, 
               ¿por él no dijo el santo Jererías, 
               "De mí aprended, que soy humilde y manso, 
               y en las almas tendréis paz y descanso"? 
               ¿Cómo concuerdas, pues, los atributos 
               de humilde y manso, de cordero y niño, 
               que da salud y libertad y vida, 
               con ser horrible al mundo su venida?


ANTICRISTO:       El día grande y horrible 
               al de mi feliz venida 
               llamó el profeta; y ser yo 
               el deseado mesías 
               no implica, pues he de ser 
               cordero con quien me siga, 
               y león con quien me ofenda, 
               como Jacob lo adivina; 
               y esta misma distinción 
               responde a las profecías, 
               que niño manso y humilde
               y piadoso me apellidan. 
               Isaías, ¿no lo prueba, 
               pues tras las palabras mismas 
               que dicen, "Ni clamará 
               ni será su voz oída", 
               dice luego, amenazando 
               las gentes mis enemigas, 
               "Saldrá cual fuerte guerrero, 
               y clamando en voces vivas, 
               sus contrarios vencerá"? 
               Y Jacob, ¿no lo confirma, 
               pues con la presa y despojo 
               de la guerra me convida? 
               Y para que te convenzas, 
               escucha las profecías 
               que alegar puedes por ti, 
               en mi favor construídas. 
               "No faltará en Judá el cetro," 
               dice Jacob, "hasta el día 
               que venga el que ha de enviarse"; 
               y ves que fue poseída 
               por trece lustros y un año 
               la corona en Palestina 
               del efraimita Josué, 
               y Moisén, que fue levita; 
               y estuvo en quince jüeces 
               después su aristocracía 
               tres siglos, sin que entre tantos 
               fuesen de judaica línea 
               más que Abesán y Otoniel, 
               hasta Saúl benjamita, 
               antes que viniese al mundo 
               el que tú llamas mesías. 
               Luego en él no se cumplió 
               lo que Jacob profetiza. 
               Que será la expectación 
               de las gentes vaticina 
               Jacob.  Luego mi grandeza 
               y majestad significa. 
               "Nacerá de madre virgen," 
               a Acaz le dijo Isaías,
               y Ester virgen fue mi madre, 
               por más engaños que finjas. 
               "Los reyes de Arabia y Tarsis 
               y Sabá," dice el psalmista, 
               "le ofrecerán dones."  Presto 
               cumplirán lo que publica, 
               ofreciéndome sus cetros 
               Etiopía, Egipto y Libia. 
               Donde dice, "Fue mi precio 
               treinta argentos," Zacarías, 
               habla de Josef, en ellos 
               vendido a los madianitas; 
               que de Jesús no se puede 
               entender la profecía, 
               pues por ellos su persona 
               fue presa, mas no cautiva. 
               "Mis pies y manos rompieron, 
               y sobre las ropas mías 
               echaron suertes."  Aquí 
               bien se ve que habla el psalmista 
               de los tormentos que dio 
               rabioso a los israelitas 
               Faraón, cuando en tirano 
               imperio los oprimía. 
               Las hebdómadas setenta 
               dirás que fueron cumplidas, 
               dando a cada una siete años, 
               en el que llamas mesías; 
               mas también verás que han sido 
               cumplidas en mí, si aplicas 
               a cada una siete tiempos; 
               pues no hay razón más precisa, 
               si hebdómada dice siete 
               tiempos, de ser entendída 
               de siete años, que de siete 
               siglos, lustros, meses, días. 
               Prometió Dios restaurar 
               el templo, y que triunfaría 
               por siempre Jerusalén; 
               y esto los tuyos lo explican 
               en el mistico sentido;
               pero si con mi venida 
               el literal se ejecuta, 
               ¿no es vana la alegoría? 
               No respondo a las expresas 
               respuestas de las sibilas, 
               porque se sabe que son 
               apócrifas y fingidas. 
               Pues la ceraste de Dan 
               falsamente se me aplica, 
               si yo de Judá desciendo, 
               aunque pese a tus mentiras. 
               Siendo así, ¿con qué invenciones 
               tus engaños acreditas, 
               buscando a expresos sentidos 
               místicas alegorías?


ELÍAS:            ¿Con sofísticas nieblas imaginas 
               verdades, falso, obscurecer divinas, 
               cuando lo vemos todo ejecutado 
               a la letra en Jesús crucificado? 
               "No faltará," dice Jacob, "el cetro 
               en la gente judaica, hasta que venga 
               el que se ha de enviar."   Y él nació el día 
               que en Herodes gentil pasado había 
               el cetro; y si otras veces, como alegas, 
               faltó del tribu de Judá, a lo menos 
               siempre lo tuvo la nación judía; 
               que de ella habló en común la profecía. 
               La sibila Cumea le predijo 
               dos letras consonantes, y vocales 
               cuatro a su nombre, cuya suma haría 
               ochocientos y ochenta y ocho, y todo 
               en Jesús se cumplió del mismo modo, 
               pues le llama "Iesous" el griego idioma; 
               y hablando de él la misma expresamente 
               por las primeras letras de sus versos, 
               dice así, "Jesucristo, Dios y hombre, 
               Salvador, Cruz," pronóstico sagrado 
               que nuestra redención ha epilogado. 
               "Dones le ofrecerán, dice el Psalmista, 
               de Arabia y Tarsis y Sabá los Reyes." 
               Los tres lo hicieron; y si en ti lo entiendes
               por el de Libia, Egipto y Etïopia, 
               das a la letra explicación impropia. 
               "Sanará los dolientes, los demonios 
               expelerá, sosegará los mares, 
               y en desierto lugar cinco millares 
               de personas tendrán, por obra suya, 
               con solos cinco panes y dos peces 
               manjar bastante," dijo la Erictrea. 
               "En el Jordán recebirá el bautismo,"
               escribió la de Cumas; y bien sabes 
               que mil antiguos testimonios graves 
               aprueban las sibilas. "Fue mi precio 
               treinta dineros," dijo Zacarías; 
               esto no habla en Josef, que fue vendido 
               en veinte; y por dejarte concluído, 
               el campo de Isaías anunciado, 
               ¿no fue en los treinta de jesús comprado? 
               Y si Cristo no fue vendido en ellos, 
               el Profeta los llama precio, y fueron 
               precio, pues su persona fue entregada, 
               y fue su entrega en ellos apreciada. 
               "No le conocerán." dice Isaías, 
               "Oiránle, y no le oirán; y aunque le vean, 
               no le verán los mismos que desean 
               oírle y verle; humilde y despreciado 
               padecerá por el común pecado; 
               y en medio de tormentos y de agravios, 
               cual mansa oveja, no abrirá los labios, 
               y al patíbulo irá como el cordero." 
               Y la sibila, "Feliz el madero 
               en que Dios mismo se verá pendiente." 
               Pues en ti, falso, ¿cómo verificas 
               este silencio, cuando notificas 
               al mundo a voces tu tirano imperio? 
               ¿Qué es del suplicio? ¿Dónde está el madero 
               en que pendiente estás, manso cordero? 
               "Mis pies y manos taladraron," dice 
               el Psalmista, "y mis ropas dividieron, 
               y echaron suertes por mis vestiduras." 
               ¿Y adulteras tan claras escrituras? 
               ¿Cuándo en ellas se ve que al pueblo hebreo
               diese estas penas el egipcio imperio, 
               si bien los oprimió su cautiverio? 
               La inmolación de Cristo prometida 
               a Daniel en la hebdómada setenta, 
               ¿no fue en la muerte de Jesús cumplida, 
               pues dando a cada hebdómada siete años, 
               son cuatrocientos y setenta y ocho 
               los que distó de la promesa el día 
               de la pasión del Hijo de María? 
               Pues, ¿cómo quieres que por siete lustros 
               o siglos cada hebdómada se cuente, 
               si una hebdómada dice siete tiempos, 
               y es el tiempo del sol una medida; 
               y así es fuerza que hebdómada interprete 
               siete cursos del sol; y así, o de siete 
               años se ha de entender, o siete días, 
               que son las dos medidas naturales 
               que terminan sus giros celestiales? 
               ¿Por qué, pues, gente adúltera y malvada,     
               cumpliéndose en Jesús las profecías, 
               contumaces negáis que es el mesías? 
               Si porque eternidad prometió al templo 
               y que a Jerusalén triunfante haría 
               por largos siglos, y la veis opresa, 
               y el templo desde entonces destruído, 
               no lo entendéis; que en místico sentido 
               habló, no literal, llamando templo 
               a la iglesia, y la patria soberana 
               Jerusalén de la nación cristiana. 
               Y si de esto dudáis, bien lo ha probado 
               su imperio al mundo en siglos dilatado; 
               bien claramente lo mostró Isaías 
               cuando a Sïón le dijo del mesías, 
               "A ti vino la luz, y cuando al mundo 
               tiniebla cubrirá caliginosa 
               tú sola en su esplendor serás hermosa." 
               No habló el profeta, pues, con frases tales, 
               de luces y tinieblas materiales. 
               Si prometió en el Génesis al mundo 
               Dios el mesías, que al dragón profundo 
               hiciese guerra, y al divino imperio
               restituyese a Adán del cautiverio 
               a que le sujetó el primer pecado, 
               ¿no está con esto sin cuestión probado 
               que hablando del imperio del mesías, 
               no hablan del temporal las profecías? 
               Pues siendo así, progenie miserable, 
               ¿por qué le aborrecéis? ¿Porque es amable? 
               ¡Trocad la mansedumbre de un cordero 
               a la crueldad de un lobo carnicero! 
               Pues éste, no os engañe, incestüoso 
               hijo fue de Manzer, que apedreado, 
               en castigo murió de su pecado. 
               Éste a su madre Abá, a quien torpemente 
               gozó, vil matricida, en una obscura 
               sima le dio en Betzaida sepultura. 
               Éste, de Dan estirpe, falsamente, 
               de Judá se publica descendiente. 
               Pero cuando lo fuera, ¿por ventura 
               ignoran vuestros locos desvaríos 
               cuanto há que falta rey a los judíos? 
               ¿Por ventura ignoráis que el patriarcato 
               que su mentido abuelo poseía, 
               por cumplir de Jacob la profecía, 
               es oficio comprado al rey persiano, 
               y que estando sujetos a su mano 
               maquináis trazas de vcrdad ajenas, 
               y rey fingís al que es virrey apenas? 
               ¿No está profetizado que vendría 
               este monstruo, en estando el Evangelio 
               en todo el universo predicado? 
               Pues veislo aquí a la letra ejecutado. 
               Ciegos, ¿no veis cumplir a Enoch y a Elías, 
               contra su falsedad, las profecías? 
               El imperio romano dividido 
               en diez coronas, ¿no lo veis cumplido? 
               La torre de Nembroth y su soberbia 
               contra el cielo atrevida, ¿no es figura 
               de que en esta ciudad su monarquía, 
               como lo veis cumplido, empezaría? 
               "Hablará y obrará cosas terribles 
               contra el Excelso."  ¿Quién habrá que crea
               que el Excelso llamó a quien no lo sea 
               en la verdad, Daniel? ¿No dice luego, 
               "Contra el Dios de los dioses grandes cosas
               hablará el mismo?"   Pues, ¿qué loco engaño 
               ciegos os lleva a vuestro proprio daño? 
               Al que se opone a Dios--¡oh, pueblo hebreo!--
               ¿queréis tener por sumo corifeo? 
               Volved, abrid los ojos. Dios me envía 
               a ser de tanta noche claro día. 
               En tiempo estáis; mirad que se avecina 
               del universo la fatal rüina, 
               pues después de la muerte de este fiero
               Anticristo, cuarenta y cinco días, 
               según las soberanas profecías, 
               justiciero y terrible, no clemente, 
               no ya cordero, mas león rugiente, 
               dará por siglo en duración eterno 
               de Dios el Hijo el cielo o el infierno.


JUDÍO 1:          Calla.
JUDÍO 2:                 Señor, ¿por qué escuchas
               argumentos de un sofista?
               Permite que con su muerte
               castiguemos su osadía.
ANTICRISTO:    Dejalde; que ya os he dicho 
               que es importante su vida, 
               porque den a mis verdades 
               más resplandor sus mentiras. 


Vase


JUDÍO 1:       Tu piadoso sufrimiento 
               en permitirle que viva 
               te acredita vencedor. 


Vase.  Tocan chirímias


TODOS:         ¡Viva el rey, viva el mesías! 


Vanse


ELÍAS:         Generación depravada, 
               rebelde y adulterina, 
               pues no merecéis piedad,
               sentiréis de Dios la ira.
               El austro os niegue sus lluvias,
               y en las regiones de Asiría
               no fructifiquen los campos;
               el sol, con llamas estivas,
               os dé abrasados alientos;
               el mar y las fuentes frías
               sangre os ofrezcan por agua,
               y escojáis en las fatigas
               de pestilentes contagios 
               la muerte por medicina,
               hasta cuando, arrepentidos
               de tan loca apostasía,
               la penitencia merezca
               lo que pierde la malicia. 


Vase.  Salen BALÁN y un CAMINANTE
judío, por lo alto de un monte


CAMINANTE:        Ya de Babilonía veo
               los muros; ésta es aquella
               ciudad más grande y más bella,
               gloria del poder caldeo.
BALÁN:            El que a su refugio viene  
               del mundo estará seguro.
CAMINANTE:     Veinte leguas tiene el muro
               de circunferencia, y tiene
                  de altura cincuenta estados,
               y doce de latitud;
               tanto, que en la planitud
               de su cumbre emparejados
                  van seis carros, y de Belo,
               que ésta es mayor maravilla,
               la torre tiene una milla 
               desde el chapitel al suelo.
BALÁN:            Aquí reina ya el mesías,
               según publica la fama;
               mas del sol la ardiente llama
               en las regiones más frías
                  nos da fuego en vez de aliento,
               y ya la sed y la hambre
               rompen el delgado estambre
               de mi vida. No me siento
                  con fuerzas para poder     
               llegar a pie a la ciudad.
CAMINANTE:     Pues en esta soledad,
               ¿qué remedio puede haber?
                  Que yo también desmayado
               apenas muevo los pies.
BALÁN:         En esta señal que ves,


Muéstrale la palma de la mano


               el poder tengo cifrado
                  del mesías, para hacer
               milagros a imitación
               de los suyos.  La ocasión
               llegó en que me ha de valer.
                  Volando iré por el viento;    
               ven, llevaréte conmigo.
CAMINANTE:     Vuela tú; que ya te sigo.
BALÁN:         ¿Tú tienes por fingimiento
                  estos milagros que intento?
               Presto verás tu castigo.
               ................... [ -igo]
               ................... [ -ento]
CAMINANTE:        Válgate el cielo.


Arrójase BALÁN de la sierra al teatro
como para volar


BALÁN:                      ¡Ay de mi!
               El mesías no es mesías;
               decidlo vos, piernas mias,    
               pues por creerle os perdí.
CAMINANTE:        ¿Estás vivo?
BALÁN:                         Vivo estoy
               desde la cintura arriba.
CAMINANTE:     Si me da esta sierra esquiva
               senda, a socorrerte voy.
               

Vase por arriba


BALÁN:            ¿Qué demonio me ha engañado 
               para fïarme de ti? 
               Tener alas entendí, 
               y sin piernas he quedado.


Salen SOFÍA, con saco y una cruz y un libro,
y su HERMANO y otro CRISTIANO



HERMANO:          ¡Gracias a Dios que este suelo  
               en su inculta soledad
               nos libra de la crueldad
               de ese enemigo del cielo!
CRISTIANO:        Ponderando voy confuso
               de esta bestia los portentos;
               porque impedir los acentos,
               quitar de la lengua el uso,
                  como veis, a vuestra hermana
               solamente con querer,
               muestra divino poder,    
               fuerza arguye soberana.


Muéstrale SOFÍA el libro abierto


HERMANO:          Ella la dificultad
               ha entendido, y vuestra duda
               disuelve, por estar muda,
               con escrita autoridad.


Lee


CRISTIANO:        "Tratado del juicio final, por el 
               maestro fray Nicolás Díaz, de la Orden 
               de Predicadores."


Abre otra parte


               "Dice San Pablo que la venida del 
               Anticristo ha de ser según la obra de 
               Satanás, porque los demonios le 
               ayudarán, y mediante su ministerio 
               hará muchas cosas que parecerán 
               milagros."

                  Parecerán, dice.  Infiero 
               de aquí, que no lo han de ser. 
               Pues si ha hecho su poder 
               milagro tan verdadero 
                  en vuestra hermana, a quien muda  
               vemos, sobrenatural 
               fuerza, arguye efeto igual.
HERMANO:       Ya responde a vuestra duda.


Ella abre el libro por otra parte, y lee el CRISTIANO


CRISTIANO:     "Santo Tomás dice que son milagros 
               los que se hacen fuera de la orden de 
               la naturaleza criada; y cuando vemos 
               alguna cosa que no conocemos, lo 
               tenemos por milagro, y no lo es; y 
               así serán los que hará el Anticristo 
               con poder del demonio." 


HERMANO:          De modo que puede hacer
               cuanto los demonios pueden;
               y aunque sus obras exceden
               nuestro modo de entender,
                  no son milagros, pues son
               hechos por virtud criada;
               y así, puede estar ligada   
               por oculta aplicación
                  de algún demonio, la lengua
               de mi hermana.
CRISTIANO:                    ¿Es de creer
               que le dé tanto poder
               Dios al demonio en su mengua,
                  y más contra los cristianos?
HERMANO:       Si, porque en esta ocasión,
               para su persecución,
               le ha desatado las manos.


Ella abre por otra parte el libro, y lee el CRISTIANO


CRISTIANO:     "Dice San Juan, 'Le desatará al fin 
               del mundo, y por todo él ha de ir a 
               engañar.'" 

                  Si los prodigios son tales      
               que engañan nuestros sentidos,
               ¿en qué han de ser conocidos
               por efetos naturales?
HERMANO:          En que está profetizado 
               que han de serlo; y así, quiso 
               hacer Dios con este aviso 
               que no tuviese el pecado
                  de creerle, justa excusa 
               en la ignorancia.
CRISTIANO:                        Mi pecho
               del todo habéis satisfecho. 
               Huyó la noche confusa.
BALÁN:            Ya el cielo se ha lastimado
               de mi mal. ¡Ah, pasajeros!
               Si a piedad puede moveros
               un pobre perniquebrado,
                  socorred las ansias mías.
HERMANO:       ¿Qué caso te ha sucedido?
BALÁN:         De Galilea he venido
               en demanda del Mesías
                  y en su virtud intenté   
               ser ave que el viento nada,
               y de tal pajarotada
               cual un corchete ladé.


Hácele señas SOFÍA apuntando
al cielo


HERMANO:          Lo que vais buscando vos,
               venimos los tres huyendo.


Dice SOFÍA por señas que "no," y pone
la cruz en la boca


BALÁN:         ¿Que haga pinos? No te entiendo.
               ¿Qué eres alguacil de Dios?
                  ¿Que calle o que me darás
               con la cruz?
HERMANO:                    Su intento ignoras.
               Lo que dice es que si adoras  
               la cruz, luego sanarás.
BALÁN:            Déme primero salud,
               y luego la adoraré.
HERMANO:       En faltándote la fe,
               no obrará en ti su virtud.
BALÁN:            Yo lo he de hacer, pues porfías.
               Por ventura esa señal
               me librará de este mal
               que me dio la del mesías.
                  Yo la adoro y la venero.   


Besa la cruz, y levántase dando saltos


               ¡Cielo santo! Bueno y sano 
               estoy!  Vuélvome cristiano, 
               y abrenuncio el embustero
                  por quien me vi en tal trabajo.


Disparan dentro truenos


               Mas, ¡qué fiera tempestad!
CRISTIANO:     ¡Qué truenos! 


Vase como a ciegas


HERMANO:                     ¡Qué obscuridad!


Vase como a ciegas


BALÁN:         El cielo se viene abajo.


Anda como a ciegas


                  De una en otra peña doy;
               todo me aflige y espanta.
               ¡Valedme  vos, mujer santa,   
               pues por vos cristiano soy
                  y al Anticristo he negado!


Sale El ANTICRISTO


ANTICRISTO:    ¡Ah, traidor!
BALÁN:                     ¿Quién es?
ANTICRISTO:                           Infiel,
               quien castigará crüel
               lo que blásfemo has pecado.
                  ¿No sabes tú que por mío 
               mi caracter te imprimí?
BALÁN:         Ya te conozco.  ¡Ay de mi!
ANTICRISTO:    Pues, ¿cómo, infame judío,
                  tan fácil y desleal 
               me has quebrantado la fe?
BALÁN:         Porque con la cruz cobré 
               lo que no con tu señal.
ANTICRISTO:       Todas fueron trazas mías 
               por probar tu pecho impío.
BALÁN:         Pues vuélvome a ser judío, 
               y adórote por Mesías.
ANTICRISTO:       Y ya con eso perdona 
               tu delito mi piedad. 
               Parte luego a la ciudad 
               y lo que has visto pregona.
BALÁN:            Voy; mas prueba, si te agrada, 
               los tuyos más blandamente 
               que perniquebrar la gente 
               es tentación muy pesada.
ANTICRISTO:       (Ésta es, Amor, la ocasión;       Aparte
               que a solas quise intentar 
               gozarla, por no arriesgar, 
               si no venzo, mi opinión.)
                  Hermosa enemiga mía, 
               en cuyo claro arrebol 
               miro al alba, admiro al sol, 
               siendo yo quien le da al día.


                  Enamorado y atento 
               a tu honesta presunción, 
               por conservar tu opinión 
               quité la luz, turbé el viento. 
               Verte sola fue el intento 
               de tan tenebroso horror; 
               porque si a mi ciego ardor 
               no fuere tu pecho ingrato, 
               no me quite tu recato 
               lo que me diere tu amor.
                  Ningún testigo tendrás 
               del bien, si llego a alcanzarlo, 
               sino a mi, que he de estimarlo 
               como a quien vida le das. 
               Mi esposa y reina serás 
               si das premio a fe tan pura.
               Goza pues de la ventura 
               que te consagra mi amor, 
               y no pierda tu rigor 
               lo que gana tu hermosura.
                  Bien lo puede el amor mío 
               por humilde merecer, 
               pues renuncio mi poder 
               en manos de tu albedrío. 
               Encender tu pecho frío, 
               no forzarlo, es mi intención; 
               muerte me dé tu afición, 
               y no tu ofensa trofeo; 
               que corre con mi deseo 
               parejas tu estimación.
                  ¿Dónde, pues, ibas, señora, 
               dando a tan áspero clima 
               los tiernos pies que lastima, 
               que tierno mi pecho adora? 
               No hay del ocaso a la aurora 
               de mi poder donde huyas; 
               y de esto quiero que arguyas 
               cuán en vano te condenas 
               a solicitar mis penas 
               tan a costa de las tuyas.
                  A glorias trueca tormentos, 
               tanto mal a tanto bien, 
               y serás reina de quien 
               es rey de los elementos. 
               Rompe los mudos acentos; 
               que si, por mostrarte allí 
               mi poder, les impedí 
               a tus órganos la acción, 
               por mostrarte mi afición 
               se la restituyo aquí.
                  ¿No respondes? ¿Tu rigor 
               sella tus hermosos labios, 
               y castigas los agravios 
               de mi poder en mi amor? 
               Mira, mi bien, que el favor 
               pido que puedo tomar. 
               Resuélvete, pues, a dar
               lo que no tomo pudiendo,
               y obligarás concediendo
               lo que no puedes negar.
SOFÍA:            Callaba por no ejercer
               facultad que tú me das;
               hablo porque pensarás
               que callar es conceder.
               Ni tu amor ni tu poder,
               bárbaro, torpe, blasfemo,
               me obligan; que en el supremo 
               Dios confïada y constante,
               que es más fuerte y más amante,
               ni uno estimo ni otro temo.
ANTICRISTO:       ¡Qué ciega estás! ¿Defenderte
               piensas de mí, cuando ves
               que el mundo tiembla a mis pies,
               sirve a mis manos la muerte?
SOFÍA:         Más invencible y más fuerte
               que entrambos es mi albedrío.
ANTICRISTO:    ¿No has visto ya el poder mío?   
SOFÍA:         Su fuerza conmigo es vana.
ANTICRISTO:    ¿No eres mujer?
SOFÍA:                         Soy cristiana.
ANTICRISTO:    ¿No eres flaca?
SOFÍA:                        En Dios confío.
ANTICRISTO:       Válgate ese Dios conmigo, 
               en que tu ignorancia fía.


Quíere abrazarla, y aparece ELÍAS por tramoya, y arrebata
a SOFÍA y llévala


SOFÍA:         ¡Valedme, Jesús!
ELÍAS:                          Sofía,
               no temas; Dios es contigo.
               Huye este monstruo enemigo;
               parte a Sión, que ha de ser
               campo donde has de vencer     
               mayor guerra.
                  


Vanse


ANTICRISTO:                   ¡Ardientes furias!
               vengad estas injurias,
               o miente vuestro poder.


FIN DEL SEGUNDO ACTO


      


      

ACTO TERCERO


      




Salen al son de chirímias, el ANTICRISTO, vestido majestuosamente
de rey; ELIAZAR saca unas llaves doradas en una fuente, y preséntaselas de rodillas al ANTICRISTO.
Acompañamiento de JUDÍOS, ELÍAS FALSO y BALÁN


ELIAZAR:          Éstas gran monarca, son 
               las llaves de la ciudad, 
               que os da, de la libertad 
               que os debe, la posesión.
                  Alegre ya en vuestro imperio, 
               celebra Jerusalén
               el principio de su bien  
               y el fin de su cautiverio.
                  Libia, Etïopia y Egito 
               de vuestro poder vencidas, 
               han pagado con las vidas 
               de su protervia el delito;
                  y así, más manso y piadoso 
               Jerusalén os merece, 
               pues voluntaria os ofrece 
               lo que pedís riguroso.
ANTICRISTO:       Más son vuestras mis vitorias
               --¡oh, palestinos!--que mías, 
               pues en mí viene el Mesías 
               a restaurar vuestras glorias.
                  De presidente el oficio 
               en Jerusalén te doy.
ELIAZAR:       Los pies te beso.
ANTICRISTO:                      Desde hoy
               da principio al edificio
                  del templo, con prevención 
               de que en grandeza, hermosura,
               riqueza y arquitectura 
               exceda al de Salomón.
ELIAZAR:          A servirte me consagro, 
               tanto, que el templo ha de ser 
               milagro de tu poder, 
               siendo tu poder milagro. 


Vase. El ANTICRISTO habla aparte a ELÍAS FALSO


ANTICRISTO:       Tú, capitán, parte al monte 
               Hermón y Tabor, y en él 
               hallarás a la crüel 
               Sofía, que a su horizonte
                  da luz, habitando oculta 
               sus cuevas con mil cristianos. 
               Tiemble al rigor de tus manos 
               la aspereza más inculta.
                  Prende, martiriza y mata 
               los rebeldes en mi injuria; 
               sólo reserve tu furia 
               a aquella enemiga ingrata,
                  cuyos divinos despojos 
               me dan tormentos injustos; 
               y de regalos y gustos 
               venga obligada a mis ojos.
ELÍAS FALSO:      Parto a servirte.
ANTICRISTO:                        En los llanos
               hallarás de Magedón,
               para la persecución
               y muerte de los cristianos,
                  los ejércitos valientes 
               de Gog y Magog, sujetos 
               a ejecutar mis precetos 
               con inumerables gentes.
                  Si perdonas una vida, 
               mi rigor has de probar.
ELÍAS FALSO:   De sangre ha de ser un mar 
               la gruta más escondida. 


Vase


ANTICRISTO:       (Ya que el mar, la tierra y viento      Aparte
               me obedecen, y a los reyes
               del universo mis leyes
               son preciso mandamiento,
                  vuele mi soberbia al cielo,
               usurpar su gloria intente,
               y por dios omnipotente   
               en templos me adore el suelo.
                  El dios Maozín ha de ser
               mi nombre, cuya grandeza
               significa fortaleza,
               majestad, gloria y poder.
                  Mi estatua el sagrado asiento
               ocupará en el altar
               que un tiempo se vio ocupar
               del arca del Testamento.
                  Mas--¡ay de mí, cuánto es vana           
               mi soberbia majestad,
               pues vence a mi potestad
               el valor de una cristiana!
                  Pues, ministros del infierno,
               hoy me la habéis de entregar,
               o tengo de confesar
               a Jesús por Dios eterno.
                  Cumplidme este deseo,
               o con feroz precipicio
               arruinaré el edificio  
               que en mí ha fundado el Leteo.
                  Quiero divertir en tanto
               con mis concubinas bellas
               mis pesares; quizá en ellas
               tendrán engañoso encanto
                  las ardientes ansias mías.)
               Balán...
BALÁN:               Señor...
ANTICRISTO:                 Mis mujeres
               llama.
BALÁN:                Con tales placeres
               gentil plaza es ser mesías. 


Vase


ANTICRISTO:       (¿Posible es, cuando me veo      Aparte
               señor de toda la tierra,    
               que me den tan mortal guerra
               una mujer y un deseo?)


Salen LÍBICA, ETIOPISA y EGITANA muy galanas, cada una en su
traje, y BALÁN, ojeándolas


BALÁN:            ¡Ox!
ANTICRISTO:           ¿Qué es eso?
BALÁN:                             Penetrallo
               pudieras, pues adivinas;
               pues ojeo estas gallinas
               al lugar donde está el gallo.
                  Goza las glorias de Egito, 
               las de Libia y Etïopia, 
               si no es que la misma copia
               te empobrece el apetito; 
                  aunque yo, a decir verdad, de 
               los humanos placeres 
               en nada más que en mujeres 
               apetezco variedad.
ANTICRISTO:       Sentaos, hacedme regalos, 
               decidme amores.


Asiéntanse, y el ANTICRISTO se recuesta en sus faldas


BALÁN:                        (¡Qué vicio!       Aparte
               A las damas da el oficio
               de los galanes. ¡Qué palos!
                  A un mancebo muy lascivo
               otro dio en aconsejar    
               que se casase, por dar
               remedio a un ardor tan vivo;
                  que casándose se impiden 
               las furias que el amor cría; 
               y él respondió, "Yo lo haría;
               mas, amigo, no me piden.")


A la EGITANA


ANTICRISTO:       ¡Qué bellas manos!
EGITANA:                            Si en ellas
               solas pusieras tu amor,
               las hiciera ese favor
               tan dichosas como bellas.
BALÁN:            (¿Celos? Advertiros quiero,      Aparte
               pues tan cercano se ve 
               de damas, que nunca fue 
               comedor el cocinero;
                  y a quien abunda de amores 
               lo mismo ha de suceder; 
               que sin llegar a comer, 
               se sustenta de favores.)
ANTICRISTO:       Líbica hermosa, ¿por qué 
               no me regalan tus manos?
LÍBICA:        Tus méritos soberanos 
               hacen cobarde mi fe.
ANTICRISTO:       Amor olvida el respeto; 
               atrévete; que aunque soy 
               Dios omnipotente, estoy 
               en humanado sujeto.
                  Cuando de carne vestí 
               mi impasible majestad 
               trasladó la humanidad 
               sus condiciones en mí,
                  y así goce tu belleza 
               el favor que te asegura; 
               pues me abato a tu hermosura, 
               levántate a mi grandeza.
BALÁN:            (¿Dios omnipotente dijo?         Aparte
               Blasfema o desvaría; 
               que hasta agora no decía 
               sino que era de Dios hijo.
                  Él se debe de entender; 
               Balán, no más argumentos,
               que entiende los pensamientos, 
               y conocéis su poder.)
ANTICRISTO:       ¿Por qué, Etiopisa gentil, 
               callas tanto?
ETIOPISA:                    Está corrido,
               opuesto y obscurecido
               el ébano entre el marfil.
ANTICRISTO:       También el amor emplea 
               sus glorias en tu color.
BALÁN:         (También apetece amor            Aparte
               engendros de taracea.)
ANTICRISTO:       (¡Oh, cuán en vano, Sofía,   Aparte
               engañó mi pensamiento! 
               Cuanto divertirme intento, 
               crece más la pena mía.) 
                  Balán, los músicos llama.
BALÁN:         (Eso sí; no haya sentido          Aparte
               ocioso... Aunque haber pedido 
               músicos tu gusto infama,  
                  cuando entre damas te miro; 
               pues da en sus bocas hermosas 
               consonancias más gustosas 
               una palabra, un suspiro, 
                  que conformes y acordados, 
               aunque suspendan los vientos, 
               los más süaves acentos 
               de cien músicos barbados.) 


Vase BALÁN


EGITANA:          ¿Qué melancólicas penas 
               afligen tu corazón?
ANTICRISTO:    Misterios divinos son.


Salen BALÁN y MÚSICOS


BALÁN:         Tus barbudas Filomenas 
                  están aquí.
ANTICRISTO:                   Celebrad
               mi majestad y grandeza.
EGITANA:       Dar alivio a tu tristeza 
               queremos todas.  Cantad
                  al mesías alabanzas, 
               y seguirán de las tres 
               vuestros acentos los pies 
               en consonantes mudanzas.
ANTICRISTO:       Mi nombre es el dios Maozín;
               su gloria habéis de cantar. 
BALÁN:         Yo ayudaré, por no estar 
               de mirón en el festín.


Bailan las tres mujeres y BALÁN


MÚSICA:           Todo el suelo es paraíso, 
               el tiempo todo es abril, 
               el aire todo es aromas, 
               toda la suerte feliz. 
               La naturaleza humana 
               se atreve ya a presumir 
               de inmortal y de divina,
               pues que mira unido a sí    
               al dios Maozín.
                  Ya los hííos de Judá, 
               de Rubén y Benjamín, 
               libertad eterna gozan 
               en su nativo país. 
               Del cielo cesó la ira, 
               y el cautiverio dio fin, 
               dando efeto a las promesas 
               del rey profeta David
               el dios Maozín.

            
ANTICRISTO:       Bueno está.
BALÁN:                        Pues si está bueno,
               no te muestres tan feroz,
               porque de Dios una voz
               es para la tierra un trueno.
ANTICRISTO:       (¿Nada me remedia? ¡Nada         Aparte
               tiempla mis ardientes males! 
               Pues, ministros infernales, 
               vuestra fuerza es limitada,
                  pues no se extiende a vencer
               la frágil naturaleza   
               de una femenil flaqueza,
               vuestro engañoso poder 
                  renunciaré; yo confieso...


Aquí sale SOFÍA muy adornada, que es
el DEMONIO en su figura


ANTICRISTO:    Mas, ¡qué miro! ¿No es Sofía?
               Adorada gloria mía,
               humilde la tierra beso
                  que en cielo vuelven tus plantas.
               ¡Oh, espíritus invisibles,
               pues que vencéis imposibles,
               a vuestras deidades santas    
                  doy holocaustos, y adoro
               vuestro poder por inmenso,
               y en humo líquido encienso
               os daré en altares de oro.
SOFÍA:            (Con ese fin he tomado          Aparte
               fantástica semejanza
               de Sofía.  Tu esperanza
               lograrás, aunque engañado,
                  para que las fuerzas mías
               acredite en ti el engaño,   
               pues así reparo el daño
               que despechado emprendías.)
                  Gran monarca soberano
               de cuanto visita el sol,
               desde el oriente español
               hasta el antípoda indiano,
                  vencido me han tus hazañas,
               pues si das de tu verdad
               dudas con la novedad,
               con el poder desengañas.    
                  Tuya soy, perdón te pido,
               y debe ser perdonado
               el que, si ofendió engañado,
               satisface arrepentido.
ANTICRISTO:       Basta, señora, no más;
               no disculpes tu rigor,
               pues cuanto ha sido mayor,
               tanta más gloria me das.
EGITANA:          (¿Hay tal rabia?)                   Aparte
LÍBICA:                       (¿Hay tales celos?)     Aparte  
ETIOPISA:      (¿Hay tal furia?)                      Aparte
ANTICRISTO:                   ¿A qué aguardáis? 
               Dejadnos solos.


Sale ELÍAS


ELÍAS:                         No os vais;
               que no permiten los cielos
                  que ni un mentiroso daño
               sufra en su opinión Sofía,
               dado que tan presto había
               de llegar el desengaño.
                  Vestiglo vil del infierno
               ese simulado bulto,
               es el mismo a quien das culto,
               espíritu del Averno.   
                  De tu amenaza oprimido,
               de tu reducción medroso,
               cuerpo te rinde engañoso,
               rostro te ofrece mentido;
                  porque habiendo satisfecho
               en él tu ardiente afición,
               su nefanda obstinación
               prosiga tu iniusto pecho;
                  que en áspera soledad
               entre el Hermón y el Tabor, 
               huye Sofía tu amor,
               no su muerte o tu crueldad.



      

ACTO TERCERO


      




SOFÍA:            Mientes, profeta engañoso.
ANTICRISTO:    Y, ¿qué importa que no mienta?
               Con lo que impedir intenta
               mi pensamiento amoroso,
                  aumenta más mi apetito;
               que si lo que dice creo,
               tanto es mayor mi deseo
               cuanto es más grave el delito.
                  Y tú, porque no pretendas
               más a mi gusto oponerte,
               hoy quiero hacer que en tu muerte
               mi poder inmenso entiendas.
                  ¡Ah, de mi guarda! Prended
               este profeta fingido,
               y en cárcel dura oprimido
               con cuidado le poned,
                  de donde afrentosamente
               salga a morir.
ELÍAS:                       El decreto
               con que a morir me sujeto
               es de Dios omnipotente;
                  que del martirio el laurel
               me destina por tu mano;
               y ya tu pueblo tirano
               ha puesto en prisión crüel
                  a Enoch, porque a nuestras almas
               les des tú, que nos condenas,
               si en la vida iguales penas,
               en la muerte iguales palmas;
                  mas advierte bien, precito,
               que dentro de veinte días
               en las regiones impias
               pagarás tanto delito.
ANTICRISTO:       ¡Llevadle ya! Si tan fuerte


Llévanle JUDÍOS


               es ese Dios que acreditas, 
               ¿por qué en su virtud no evitas ya 
               mi imperio y ya tu muerte?
                  ¿Qué importan tus prevenciones, 
               o qué confïanzas cobras, 
               cuando desmienten tus obras 
               lo que mienten tus razones?
                  Nada temo; yo soy Dios, 
               y mi poder me asegura. 
               Tú, mi adorada hermosura,
               ven, y daremos los dos
                  envidias al mismo amor.
SOFÍA:         ¿Dudas ya que soy Sofía?
ANTICRISTO:    No puede ser mi alegría
               si eres Sofía, mayor.  
                  Y si demonio encarnado,
               tampoco puedo tener
               más gloria que cometer
               tan detestable pecado.


Vase el ANTICRISTO y SOFÍA


BALÁN:            ¿Hay más temerario hecho?
LÍBICA:        ¡Qué gran confusión! 


Vase


EGITANA:                           ¡Qué horror! 


Vase


ETIOPISA:      Temblando está de temor 
               el corazón en el pecho. 


Vase


BALÁN:          ¡Que oyendo que el diablo es,
               tan atrevido le embista,
               sin remitirlo a la vista,     
               de las uñas de los pies!
                  De temor pierdo el sentido.
               Si es demonio que ha tomado
               cuerpo de viento formado,
               ¿cómo no lo ha conocido
                  con su poder el mesías?
               ¿Si dice que es dios Maozín?
               Y si es Sofía, ¿a qué fin
               hizo esta invención Elías?
                  Extraña es la confusión     
               y el peligro en que me hallo,
               pues no va en averiguallo
               menos que la salvación.
                  Iréme al monte Tabor,
               y si en él hallo a Sofía,
               de la profesión judía
               dejaré el perdido error
                  con tan claro testimonio,
               y de este lascivo huiré;
               que seguro no estaré   
               de quien no lo está un demonio. 


Vase.  Tocan cajas a batalla; SOFÍA, con
espada desnuda y un saco
  

SOFÍA:            Ea, cristianos valientes,
               mostrad esfuerzo y valor,
               pues el cielo os da favor
               contra estas pérfidas gentes.
                  Los campos de Magedón
               cubren sin número armados
               de Gog y Magog soldados;
               no temáis; que pocos son
                  a la espada de dos filos   
               que profetizó San Juan;
               que la orilla del Jordán
               dará sagrados asilos
                  contra la tirana furia
               al pueblo de Dios amado.
               Hoy de su intento obstinado
               tendrá castigo la injuria;
                  hoy les darán monumento
               de ese río las riberas;
               pasto serán de las fieras,  
               y de las aves sustento.


Salen un soldado CRISTIANO, acuchíllando a ELÍAS FALSO, y al lado
del CRISTIANO un ÁNGEL con túnica blanca manchada
de sangre, y una espada desnuda levantada en alto


CRISTIANO:        No huyas, falso Profeta.
ELÍAS FALSO:   ¡No huyo, viles cristianos,
               de vuestras cobardes manos!
               Divina virtud secreta
                  de esa visión celestial
               que en vuestro favor asiste,
               y blanca túnica viste
               esparcida de coral,
                  con espada refulgente,     
               destruye las fuerzas mías.
               ¿Dónde está, santo mesias,
               tu poder omnipotente?
                  Si has de ayudarme, ¿qué esperas?


Sale el ANTICRISTO por tramoya


ANTICRISTO:    Aquí estoy; pierde el temor; 
               que para darte favor 
               vengo penetrando esferas 
                  de Jerusalén aquí.
SOFÍA:         Abominable Anticristo,
               hoy el laurel que conquisto   
               tengo de alcanzar de ti.
ANTICRISTO:       ¡Ah, Sofía! ¡Ah, injusto infierno! 
               ¡Que de sujeto fingido 
               gocé al fin, y fue vencido 
               de una mujer el Averno!
ELÍAS FALSO:      No hay humana resistencia; 
               vencido soy.


Vanse el ELÍAS FALSO y el CRISTIANO. Pónese el ÁNGEL al lado de
SOFÍA
 

SOFÍA:                     ¡Enemigo,
               prueba tus fuerzas conmigo!
ANTICRISTO:    ¿Qué divina inteligencia
                  te acompaña, fiera ingrata,   
               que librando rayo ardiente
               en la espada, solamente
               con la amenaza me mata?
SOFÍA:            Aquí de mi religión
               conocerás la verdad.


Cae el ANTICRISTO, y SOFÍA le pone el píe en la cabeza


ANTICRISTO:    ¿Qué mágica potestad
               tienes, horrible visión,
                  que así de temor helada
               muere en mí la sangre mia?
SOFÍA:         Mira aquí la profecía     
               de San Juan ejecutada,
                  para pena y confusión
               de tus intentos tiranos.
VOCES:         ¡Vitoria por los cristianos!        Dentro
SOFÍA:         De tu loca obstinación
                  conoce el yerro infeliz,
               vencido de una mujer
               que te ha podido poner
               el pie sobre la cerviz.
ANTICRISTO:       ¡Ah, infierno! ¿Injuria tan fuerte  
               sufrís?
SOFÍA:                 No tiene el infierno
               fuerzas contra Dios eterno.
ANTICRISTO:    Dame, cristiana, la muerte 
                  para más afrenta suya.


BALÁN saca un sombrero y un bonete, y cuando dice que se vuelve
judío se pone el bonete, y cuando crístiano, el sombrero


BALÁN:         (¿Qué es lo que miro? Ni vos           Aparte
               sois mesías ni sois Dios.
               Cristiano soy.
SOFÍA:                      Que yo huya
                  la palma que me ha de dar
               el martirio de tu mano,
               no es bien.  Levanta, inhumano,    
               que yo no te he de matar,
                  sino el aliento sagrado
               del Señor, siendo al castigo
               de tus blasfemias testigo
               el pueblo que has engañado.
ANTICRISTO:       Hechizos cristianos son
               los que turbarme han podido;
               pero ya que de mi ha huído
               esa encantada visión,
                  conocerás la verdad 
               de mi infinito poder.
SOFÍA:         Quien te ha podido vencer
               me rinde a tu potestad
                  para mi mayor vitoria.
ANTICRISTO:    A Jerusalén irás
               conmigo, y allí darás
               fin a tu vida o mi gloria.


Cógela el ANTICRISTO por tramoya, y vuelan ambos


BALÁN:            ¡Ay, que la lleva! Del viento
               es lisonja, si no azote,
               el Géminis pajarote,   
               signo ya del firmamento.
                  Vencióla al fin: desvarío
               será dejar de creer
               en quien tiene tal poder
               Pues vuélvome a ser judío.


Pónese el bonete


                  Por entrambas partes veo
               milagros, y siendo así,
               en la ley en que naci
               con más disculpa me empleo.


Sale un soldado CRISTIANO, a lo gracioso, con la
espada desnuda


CRISTIANO:        ¡Ah, judío! ¿Aquí estáis vos? 
BALÁN:         Si en estar aquí te ofendo, 
               ni estoy aquí ni pretendo 
               estarlo. ¡Tente, por Dios!
                  Que si tu valiente mano 
               muestra tan airado brío 
               contra mí por ser judío, 
               vesme aquí vuelto cristiano.


Pónese el sombrero


CRISTIANO:        No está el serlo en el vestido.
BALÁN:         Yo vine de la ciudad
               sólo a saber la verdad      
               para quedar reducido.
                  Admite este buen deseo.
CRISTIANO:     Pues ya no lo dejarás
               por eso; que viendo estás
               el vitorioso trofeo
                  que dio a tan pocos cristianos
               el cielo contra el rey Gog,
               que de gentes de Magog
               cubrió estos montes y llanos.
                  Demás que la inmensidad       
               de santos cristianos puede
               hacer que probado quede
               tu engaño y nuestra verdad.
BALÁN:            También hay santos judíos.
CRISTIANO:     Son muy pocos.
BALÁN:                        Pues hagamos
               una apuesta.  Refiramos
               tú los tuyos, Yo los míos,
                  y por cada santo quite
               un pelo al otro, y con esto
               se convenza el que más presto         
               quede pelado.
CRISTIANO:                    Ya admite
                  la apuesta mi confïanza;
               que según los santos son
               sin cuenta en mi religión,
               de vencer tengo esperanza.


A cada santo que nombra cada uno, arranca un pelo
de la cabeza al otro


BALÁN:            Vaya. Moisén.
CRISTIANO:                      San Gonzalo.
BALÁN:         Quedo; que quitaste dos, 
               según me ha dolido. Amós.
CRISTIANO:     Los doce apóstoles.
BALÁN:                             ¡Malo!
                  ¿Doce? Josüé.
CRISTIANO:                      San Gil.     
BALÁN:         Jacob y sus hijos son,
               trece.
CRISTIANO:           San Millán.
BALÁN:                           Aarón
               y Josef.
CRISTIANO:               Las once mil
                  vírgenes.


Aquí le arranca a BALÁN una cabellera
que ha de traer, y queda con un casco de calabaza, como pelado


BALÁN:                     ¡Triste de mi
               ¡Que de una vez me has pelado!
               Vencido y calvo he quedado.
CRISTIANO:     Conviértete, pues vencí.
BALÁN:            ¿Puede un calvo ser cristiano?
CRISTIANO:     Sí.
BALÁN:            Pues quien a serlo empieza,
               ¿no recibe en la cabeza  
               el bautismo?
CRISTIANO:                   Caso es llano.
BALÁN:            Luego en un calvo no hay traza
               de bautizarse.
CRISTIANO:                    ¿Por qué?
BALÁN:         Porque lo que en él se ve,
               no es cabeza, es calabaza.
CRISTIANO:        ¿Dilatas tu muerte así?
               Cumple lo que has prometido
               o te mato.
BALÁN:                    Fui vencido,
               haré lo que prometi.
CRISTIANO:        Ven, y el agua del Bautista,    
               del Jordán recebirás.
BALÁN:         De una vez hecho me has
               ser cristiano y calvinista.


Vanse.  Salen ELÍAS FALSO y ELIAZAR


ELÍAS FALSO:      El caso fue más tremendo 
               que refiere humana historia. 
               ¡Perder tan cierta vitoria!
ELIAZAR:       ¿Y cómo escapaste?
ELÍAS FALSO:                     Huyendo.
                  Nuestro mesías y yo 
               escapamos solamente 
               de tan infinita gente 
               como el cristiano mató.
ELIAZAR:          No son indicios, Elías; 
               probanzas son infalibles 
               las que muestran imposibles 
               los intentos del mesías.
                  No puedes negar que están 
               a la letra ejecutadas 
               las cosas profetizadas 
               por aquel cristiano Juan
                  en su Apocalipsi; y sabes 
               que desde los mismos días 
               que el que llamáis falso Elías 
               con maldiciones tan graves
                  amenazó a los judíos, 
               la tierra negó el tributo 
               y espinas rindió por fruto, 
               sangre por agua los ríos.
                  Vi que por el mandamiento 
               del rey, muerto Enoch y Elías, 
               habiendo estado tres días 
               para público escarmiento
                  sus cadáveres helados 
               en la plaza, resurgieron 
               y gloriosos ascendieron 
               a los asientos sagrados.
                  Veo que la fuerte mano 
               del rey, que ser Dios blasona,
               libró apenas su persona
               del breve campo cristiano.
                  Pues siendo así, ¿no es locura     
               pensar que tiene poder
               de Dios, y pudo vencer
               a su Creador la creatura?
ELÍAS FALSO:      Cierra los labios, blasfemo.


Salen el ANTICRISTO y JUDÍOS


ANTICRISTO:    ¿Cómo, Eliazar? ¿Tú me afrentas,
               y apóstata ciego intentas
               negar mi poder supremo?
ELIAZAR:          Pues, ¿cómo cuatro cristianos,
               si tanto poder alcanzas,
               vencen nuestras esperanzas    
               y hacen tus intentos vanos?
                  Si eterna tranquilidad
               a los tuyos prometiste,
               y del cielo descendiste,
               si es lo que dices verdad,
                  a hacer dichosa a Israel;
               o mentiste, o no has cumplido
               lo que nos has prometido;
               pues permitiste, crüel,
                  que en tantas gentes, los dos   
               solos hayáis escapado.
               Luego nos has engañado
               y si engañas, no eres Dios.



      

ACTO TERCERO


      




ANTICRISTO:       ¿Penetras tú los secretos
               jüicios que me han movido
               a que no hayan conseguido
               mis promesas sus efetos?
                  ¿Es nuevo en Dios prometer
               según las cosas presentes,
               y por nuevos accidentes  
               los efetos suspender?
                  Cuando de aquella penosa
               prisión de Egipto sacó
               su pueblo, ¿no prometió 
               darle la tierra dichosa;
                  y después, por incurrir 
               en necia desconfïanza, 
               la promesa y la esperanza 
               se resolvió a no cumplir?
                  Pues, ¿qué sabes tú si aquí 
               cuanto pueblo fue vencido, 
               fue por haber incurrido 
               en delitos contra mí?
ELIAZAR:          Pública fue allí la ofensa 
               que esa pena mereció; 
               y aquí tu pueblo murió 
               peleando en tu defensa.
ANTICRISTO:       Calla, no me arguyas más. 
               Llevadle y dadle la muerte; 
               apóstata, de esta suerte 
               mi poder conocerás.
ELIAZAR:          En mi sangre bautizado, 
               a Jesús confesaré, 
               y dichoso moriré, 
               ya que viví desdichado.


Llévanle


ANTICRISTO:       Parte a ejecutar, Elías 
               en él y en cuantos cristianos 
               me ofenden, los más tiranos 
               tormentos, las más impías
                  penas que inventó el romano, 
               el scita y el macedón; 
               a Fálaris, a Nerón, 
               a Decio y a Diocleciano
                  pide cuantos instrumentos 
               fabrican dolor tan fuerte, 
               que aun más allá de la muerte 
               puedan pasar los tormentos.
ELÍAS FALSO:      Voy a vengar tus enojos.
ANTICRISTO:    Si es que mis pesares sientes,
               de suplicios diferentes  
               forma un jardín a mis ojos. 


Vase ELÍAS.  Sale SOFÍA, con una
corona en la cabeza, como loca


SOFÍA:            ¡Qué buena cosa es reinar! 
               ¡Hola! ¡Postraos! ¿No me veis 
               coronada? Pues, ¿qué hacéis, 
               que no llegáis a besar
                  a vuestra reina la mano?
ANTICRISTO     (Sin duda ha perdido el seso.)     Aparte
               ¿Eres reina?
SOFÍA:                      ¡Bueno es eso!
               La esposa vuestra, ¿no es llano
                  que es reina? 
ANTICRISTO:                     Si a ti te agrada,
               seré tu esposo.
SOFÍA:                        Pues, ¿quién      
               no querrá en Jerusalén
               ser del mundo respetada?
                  Dadme la mano.
ANTICRISTO:                      Y la vida.
SOFÍA:         ¡Ah, falso! ¡Ah, vil Anticristo!


Arroja la corona


               Si eres Dios, ¿cómo no has visto
               que es mi locura fingida?
                  Si los pensamientos ves,
               ¿cómo te he engañado en esto,
               pues tu corona me he puesto
               para arrojarla a mis pies?    
                  No han sido, no, dudas mias
               las que en esto he averiguado,
               porque yo, nunca he dudado
               tus falsas hipocresías;
                  mostrarles quise a tus gentes
               que eres ceraste infernal,
               diabólico Belïal, 
               y que en cuanto dices, mientes.
JUDÍO 1:          ¡Que esto sufra!
JUDÍO 2:                          Muchos son 
               los desengaños que veo.
JUDÍO 3:       Todo el reino galileo
               duda ya de su opinión.
ANTICRISTO:       (Corrido estoy: ¿qué he de hacer?    Aparte
               Que a gozarla con violencia
               no se atreve mi impaciencia,
               con tenerla en mi poder,
                  temiendo que en su favor
               obre otro milagro el cielo
               con que me quite en el suelo
               el crédito y el honor.)     
                  Por lo que adoro tus prendas,
               sufro, mi bien, tus agravios,
               y a trueco de ver tus labios,
               no me ofende que me ofendas.
                  Mas si has llegado a creer
               que me engañaste, es error;
               lisonja fue de mi amor,
               no falta de mi poder.
                  Como Dios, vi que intentabas
               engañarme, y que tendrías 
               gran contento, si creías,
               mi gloria, que me engañabas;
                  y así lo fingí por darte
               ese gusto, aunque engañado;
               y agora que lo has gozado,
               he vuelto a desengañarte.
SOFÍA:            ¡Qué falsa sofisteria!
ANTICRISTO:    Deberás a mi afición
               el arriesgar mi opinión
               por no arriesgar tu alegría.     
SOFÍA:            ¿Por qué me obligas en vano,
               cuando es el mortal suplicio
               el único beneficio
               que espero yo de tu mano?
                  Si obligarme es tu intención
               dame ya el martirio; advierte
               que se apresura tu muerte 
               y perderás la ocasión.


Sale el JUDÍO 4


JUDÍO 4:          Ya Eliazar perdió la vida
               invocando a Jesucristo.  
ANTICRISTO:    Y ya en el infierno ha visto
               su ignorancia desmentida.
SOFÍA:            ¡Oh, mil veces venturoso
               tú, que a gloria celestial
               trocaste vida mortal!
ANTICRISTO:    ¿Quieres ver qué tan dichoso?
                  Traed aquí la cabeza
               de ese caduco liviano.


Vanse el JUDÍO  y otros


SOFÍA:         Remedios pruebas en vano
               en cristiana fortaleza.  
                  Si derribas las estrellas,
               si haces que cuantos montes
               ven terrestres horizontes
               truequen asientos con ellas;
                  si al sol das obscuro velo,
               si del impíreo al profundo
               la ley alteras del mundo;
               si aniquilas tierra y cielo,
                  siempre me verás más fuerte,
               más invencible y constante; 
               que no hay portento que espante
               a quien no espanta la muerte.
ANTICRISTO:       Sin tantos prodigios, presto
               he de verte arrepentida.


Sacan JUDÍOS a BALÁN con astíllas entre los dedos


BALÁN:         ¿Qué importa perder la vida, 
               perros judíos?
ANTICRISTO:                   ¿Qué es esto?
                  Balán, ¿así prevaricas?
JUDÍO 1:       En el cristiano delito 
               incurrió, contra el edito 
               de las leyes que publicas; 
                  y cercano ya al instante 
               de su muerte, dio en decir 
               que importaba descubrir 
               cierto secreto importante 
                  a tu persona, y así 
               le he traído a tu presencia.
BALÁN:         Tú sin duda mi sentencia 
               pronunciaste, porque en mí 
                  se venga a verificar 
               lo que los niños decían 
               y por consejo tenían; 
               que habías de atormentar, 
                  dividiendo de este modo 
               las uñas sutiles puntas. 
               Mas si los tormentos juntas 
               que ha inventado el mundo todo, 
                  bien lo fundó el que afirmaba 
               que éste no perdonarías;
               y presumo que sabías 
               el contento que me daba 
                  el rascarme, y has querido 
               darme en el mismo instrumento 
               de mi contento el tormento. 
               Y agora se ve cumplido 
                  lo que un discreto decía; 
               y era que estaba admirado 
               de que no fuese pecado 
               cosa que tanto sabía.
ANTICRISTO:       Acaba, llégate y di 
               el secreto entre los dos.
BALÁN:         Pues, ¿cómo, si tú eres Dios, 
               hay secreto para ti? 
                  Mamola.  Éste es el secreto 
               que descubrir he intentado 
               a tanto pueblo engañado.
ANTICRISTO:    (¿Ya me pierden el respeto          Aparte
                  hasta los rudos villanos?)
               ¡Muera ese vil!
BALÁN:                        Mis deseos
               cumples asi.
ANTICRISTO:                ¡Deteneos!
               Que de sus yerros cristianos, 
                  antes que llegue a la muerte,
               le quiero desengañar.


Parece la cabeza de ELIAZAR sobre un bufete, y debajo de él
ha de hablar ELIAZAR


JUDÍO 1:       La cabeza de Eliazar
               es ésta.
ANTICRISTO:            ¡Oh, tú, cuya suerte
                  es ya de engaños ajena,
               y aunque en ciega obscuridad
               sin velo ves la verdad
               bien comprobada en tu pena!
                  Rompe las horribles bocas
               del infierno en virtud mía, 
               e inspira en tu lengua fría
               los desengaños que tocas.
SOFÍA:            ¿Qué importará que en virtud
               del pacto por ti asentado
               con el príncipe dañado
               de la infernal multitud
                  preste voz a esta cabeza
               algún espíritu impuro
               forzado de tu conjuro,
               para que mi fortaleza    
                  venzas?
ANTICRISTO:              Si en tu Dios confías,
               muestre su poder en ti,
               y haz que esta cabeza aquí
               niegue que soy el mesías.
SOFÍA:            Yo no he menester señales, 
               ni a mi Dios quiero tentar.
               Dios es Dios, y puede obrar
               lo que importa en casos tales.
ANTICRISTO:       ¿Ves cómo tu falsedad
               tu recelo testifica?     
               Habla ya, Eliazar, publica
               el engaño o la verdad.


Habla la cabeza


ELIAZAR:          Jesucristo es Dios eterno,
               hijo de Santa María.
ANTICRISTO:    (Esto merece quien fía            Aparte
               en promesas del infierno.
                  ¿Al mejor tiempo me falta
               su favor?)
BALÁN:                    Rabia, Anticristo;
               que tus engaños se han visto.
SOFÍA:         ¡Gracias por merced tan alta       
                  os doy, mi Dios!
JUDÍO 1:                           ¿Que consientas
               que te venza una mujer?
JUDÍO 2:       Mucho dudo tu poder,
               pues sufres tales afrentas.
ANTICRISTO:       Perros, ¿vosotros también
               blasfemáis las glorias mías?
JUDÍO 3:       Si eres rey, dios y mesías,
               remedia en Jerusalén
                  plaga tan universal;
               que la tierra niega el fruto, 
               las fuentes dan por tributo
               púrpura en vez de cristal.
ANTICRISTO:       ( Mucho mengua mi opinión.)    Aparte


Sale el JUDÍO 4
 

JUDÍO 4:       Si eres Dios, ¿cómo has sufrido, 
               de dos cristianos vencido, 
               la rüina y perdición
                  de tus gentes? En la guerra 
               de Gog tres hijos perdi.
               La vida les vuelve aquí;
               diré a voces que yerra 
                  quien piensa que no le engañas.


Sale una MUJER judía


MUJER:         No eres Dios; tu lengua miente, 
               pues permites que a tu gente 
               le penetre las entrañas 
                  la lepra. Dame salud, 
               o adoro el nombre cristiano.
ANTICRISTO:    Dejadme, pueblo liviano. 
               ¡Qué presto vuestra virtud, 
                  que probar he pretendido 
               con estos golpes, mostró 
               en el oro que ostentó, 
               el plomo vil escondido!


Sale ELÍAS FALSO


ELÍAS FALSO:      Señor, ¿qué haces? ¿Qué esperas,
               que a yerros tan excesivos,
               de tus rayos vengativos
               no pueblas ya las esferas?
                  Ejecutando tu imperio
               con tormentos inhumanos
               en los rebeldes cristianos,
               llenaron el hemisferio   
                  que los cerca, sus encantos
               de música y resplandor;
               y con esto el ciego error
               del pueblo los llama santos
                  a voces; y sin que tema
               el castigo de tu ira,
               todo a ser cristiano aspira,
               todo tu deidad blasfema,
                  negando que eres mesías;
               convencidos de que vieron
               que a los cielos ascendieron
               gloriosos Enoch y Elías.
ANTICRISTO:       (Ya se declara mi daño,        Aparte
               ya acabó mi monarquía;
               mas no acabará en un día.
               Con el imperio el engaño
                  fingir quiero que, ofendido
               de la tierra, subo al cielo,
               y en otra región del suelo
               viviré desconocido.)
                  Ya de los hombres, Elías,
               llegó la pena postrera.
TODOS:         ¡Muera el Anticristo! ¡Muera!       Dentro
               ¡Muera el fingido mesías!
ANTICRISTO:       Pueblo protervo y maldito,
               ¿puede morir mi deidad?
               Declárese mi crueldad,
               pues se declara el delito.
                  Adúltera y depravada
               generación, pues el suelo   
               no me merece, del cielo
               parto a la eterna morada
                  de donde mi ardiente furia
               hará que el rebelde y ciego
               mundo a diluvios de fuego
               pague en cenizas mi injuria.
                  Tú, profeta precursor,
               con mi poder en la tierra
               prosigue mi justa guerra
               en defensa de mi honor;  
                  y ofrece aquí a mi partida
               sacrificios soberanos,
               quitando a esos dos cristianos
               la infame incrédula vida.
ELÍAS FALSO:      En tu presencia muriendo
               pagarán su loco error.
SOFÍA:         En vuestras manos, Señor,
               el espíritu encomiendo.
                  Con fortaleza recibe
               la muerte, Balán.
BALÁN:                           La puerta   
               de los cielos miro abierta.
               No muere quien a Dios vive.


Mata ELÍAS FALSO a SOFÍA y a BALÁN.  El ANTICRISTO sube por
tramoya, y en lo alto parece un ÁNGEL con espada desnuda,
y dale un golpe, y cae el ANTICRISTO; ábrese un escotillón
del teatro, y por él entran el ANTICRISTO y ELÍAS FALSO,
y salen llamas


ÁNGEL:            Bárbaro, ¿quién como Dios? 


Dale el golpe


JUDÍO 1:       ¡Ay de mí! De las Olivas 
               el monte se abrió, y en vivas 
               llamas sepultó a los dos.
TODOS:            Dios eterno es Jesucristo.
JUDÍO 1:       Todo el mundo adorará
               su nombre. Y ésta será
               la historia del Anticristo,   
                  según la interpretación
               que a los profetas han dado
               los dotores.  Al senado
               pide el poeta perdón,
                  pues en materias tan altas
               y que están por suceder,
               ni en él es mucho caer,
               ni en vos perdonar sus faltas.



FIN DE LA COMEDIA