HILARIO ASCASUBI
PAULINO LUCERO O LOS GAUCHOS DEL RÍO DE LA
PLATA
CANTANDO Y COMBATIENDO CONTRA LOS TIRANOS
DE LA REPÚBLICA ARGENTINA Y ORIENTAL DEL URUGUAY (1839 A 1851)
HOMENAGE
A la memoria del doctor don VALENTÍN
ALSINA, eminente patriota, virtuoso ciudadano e ilustre jurisconsulto
argentino.
HILARIO ASCASUBI.
París, 2 de agosto 1872.
Prólogo
Después de algunos años consagrados al
sostén de los principios de libertad y civilización, en que, teniendo en vista
ilustrar a nuestros habitantes de la campaña sobre las más graves cuestiones
sociales que se debatían en ambas riveras del Plata, me he valido en mis
escritos de su propio idioma, y sus modismos para llamarles la atención, de un
modo que facilitara entre ellos la propagación de aquellos principios, es sólo
a instancias de mis amigos que he podido resolverme a publicar, reunido a un
solo cuerpo, todas las poesías que contiene este libro.
En globo, ellas presentarán al lector
como el horizonte lejano de nuestros hechos y sus diversas peripecias; el cual
irá perdiéndose de nuestra vista cuando más vamos entrando en la actualidad,
donde el cuadro de la realidad principia a hacer desaparecer el aparente límite
que a lo lejos diseña aquel ficticio horizonte.
Sin haber podido formar conciencia del
mérito real y positivo de mis producciones, lejos de haber tenido en vista
antes de ahora poner en un solo cuerpo las que contiene este libro, he temido
por el contrario el exponerlas como en un cuadro sobre el cual el público
pudiere juzgar de ellas, fuera de la escena en que me fueron inspiradas;
circunstancia que tanto contribuye a realzar el mérito de toda producción
literaria.
Pero personas más competentes que yo para
juzgar de trabajos de esta naturalesa, ya sea movidas por un espíritu de
patriotismo, amistad, o simpatía por los principios que he vertido en mis
escritos, han conseguido al fin lanzarme el campo de la publicidad. Ellas me
han impulsado a ofrecer a mis compatriotas una colección completa de mis
trabajos, y no obstante que agradezco el generoso sentimiento que les induce a
aconsejármelo así, debo sin embargo hacer caer sobre ellas ya sea el aplauso o
el sarcasmo con que fueren recibidos mis trabajos, pues a no ser por sus
insinuaciones no me habría expuesto a hacerme acreedor a una u otra cosa; desde
que tampoco habría llegado el caso de ofrecer la colección que hoy sale a luz.
HILARIO
ASCASUBI.
Jacinto
Amores, gaucho oriental, haciéndole a su paisano Simón Peñalva, en la costa del
Queguay, una completa relación de las fiestas cívicas, que para celebrar el
aniversario de la jura de la Constitución oriental, se hicieron en Montevideo
en el mes de julio de 1833
[Diálogo
entre Jacinto Amores y Simón Peñalva, describiendo el primero las fiestas
cívicas en Montevideo por la jura de la Constitución en 1833]
JACINTO
llegando a casa de su aparcero Peñalva antes del mediodía
JACINTO
¡Aquí está Jacinto Amores!
Vengo,
paisano Simón,
a ganarle un
vale cuatro
y al grito
rayarseló.
SIMÓN
Pues, amigo, si tal piensa,
5
fieramente
se engañó.
JACINTO
¡Qué me he de engañar, nunquita!
SIMÓN
Se engaña, y creameló,
que en la
redondez del mundo
hasta ahora
no alumbra el sol
10
a gaucho
alguno que pueda
alzarme al
truco la voz.
JACINTO
¡Barbaridá! Y ¿cómo está?
SIMÓN
Alentao, gracias a Dios.
Y usté
¿diaónde diablos sale
15
en ese pingo
flanchón?
JACINTO
De la ciudá caigo, amigo,
rabiando, y
con su perdón
voy a soltar
a este bruto,
que desde
que lo parió
20
su madre la
yegua...
SIMÓN
¡Ahijuna!
La madre del
redomón
si le
parece, y...
JACINTO
De juro.
(¡Qué viejo
tan cociador!)
Pues, como
le iba diciendo,
25
nunca en la
vida se vio
de este
bruto una obra buena.
¡Ah, maula!
SIMÓN
Pues largueló,
que de
flautas de esa laya
dos
tropillas tengo yo;
30
por
supuesto, a su mandao.
JACINTO
Eso sí, siempre pintor.
SIMÓN
Como guste; desensille,
y vamos para
el fogón,
pues le
conozco en la cara
35
que viene
algo secarrón;
y allí,
mientras toma un verde,
me contará
por favor
si ha visto
esas funcionazas
de nuestra
Custitución,
40
de las
cuales en el pago
no hay
gaucho que dé razón.
Así, merecer
deseo
de su boca
un pormenor.
JACINTO
Me parece razonable,
45
amigo, su
pretensión;
así, voy a
complacerlo,
aunque vengo
calentón
por causa de
que el caballo
también
cuasi me tapó,
50
allí al cair
a la cañada,
aonde tan
fiero rodó
que, si no
le abro las piernas
en su lindo,
hecho mojón
entre el
barrial de cabeza
55
me planta, o
me hace colchón.
SIMÓN
No me venga con preludios,
pues ya sé
que es parador
JACINTO
A veces, pero no en todas;
por fin, eso
ya pasó.
60
Y volviendo
a su deseo,
en cuanto a
conversación
traigo más
cuento que infierno
y podré
darle razón,
como guste,
en lo tocante
65
al todo de
la función.
SIMÓN
¡Cosa linda!, sientesé;
velay mate,
apureló,
y empiece,
que estoy ganoso
de
escucharlo.
JACINTO
Pues, señor,
70
partiendo de
una alvertencia,
desde el día
veintidós,
ya rumbeando
a las funciones,
fui a
golpiarme al Canelón
adonde
jugando al truco
75
con el ñato
Salvador,
me pasé todo
ese día;
y el liendre
con su intención,
sintiéndome
algunos riales,
y sabiendo
mi afición
80
a echar un
trago, a la fija
esa noche me
apedó,
y orejiando
la pasamos;
y la jugada
siguió
hasta el
veintitrés de tarde,
85
que del todo
me peló,
y largándome
el barato
a la ciudá
se largó.
Yo, después
de churrasquiar,
apenas
escureció,
90
ensillé el
ruano y salí
al trote
hasta el Peñarol
adonde
desensillé
en la chacra
de Almirón;
y de allí, a
la madrugada,
95
cuanto el
lucero apuntó,
cogí
despacio, y después
que asiguré
un cimarrón
rumbié al
galope a la Aguada
aonde llegué
a la sazón
100
en que la
primer orilla
iba
descubriendo el sol.
¡Barajo!...
¡Pero, qué helada,
la que se me
levantó
en esa
cruzada! ¡Ah, Cristo!
105
Por poco me
endureció,
con todo que
para el frío
presumo de
aguantador;
pero, esa
mañana... ¡eh, pucha!
las narices,
crealó,
110
me gotiaban,
y entumido
me apié en
lo de un Español,
pulpero de
mucho agrado;
y luego que
alabé a Dios,
le pedí un
vaso de anís,
115
que para
entrar en calor
es bebida
soberana;
y apenas me
lo alcanzó,
al pegarle
el primer beso,
de atrás
sentí... ¡Bro... co... tón!
120
el trueno de
un cañonazo
que a la
casa estremeció.
Y al crujido
de los frascos,
los vasos y
el mostrador,
por
supuesto, mi rocín
125
de la
sentada que dio
hizo cimbrar
el palenque
y en seguida
reventó
el cabresto,
al mesmo tiempo
que el
cojinillo voló
130
y en medio
de las orejas
al pingo se
le enredó;
de manera
que espantao
y echando
diablos salió
campo afuera
hasta el Cerrito,
135
en donde me
le prendió
las
boliadoras un criollo
que allí se
le atravesó.
SIMÓN
¡Vaya un mozo comedido!
JACINTO
Cabalmente, se portó.
140
Y como le
iba diciendo,
tras del
trueno del cañón
un repique
general
por todo el
pueblo sonó,
y al mesmo
tiempo soltaron
145
en el Cerro
un banderón
de la Patria
azul y blanco,
y en la
esquina con el Sol.
De ahí siguieron menudiando
las campanas
y el cañón,
150
y de tal
modo, aparcero,
se me
ensanchó el corazón,
que doblé el
codo y de un trago
sequé el
vaso, crealó;
y luego un
¡Viva la patria!
155
le atraqué
por conclusión.
SIMÓN
En su vida, amigo Amores,
no ha hecho
usté cosa mejor;
y en un caso
semejante
lo mesmo
hubiera hecho yo
160
y cualquier
criollo patriota.
Prosiga.
JACINTO
Pues, sí, señor.
Luego que el vaso apuré
y el cuerpo
me entró en calor,
enderecé al
bullarengo
165
cantando muy
alegrón;
y al
embocarme en la calle
que le
llaman del Portón,
la vide de
punta a punta
que parecía
una flor,
170
adornada con
banderas
de toda laya
y color:
las unas de
Buenos Aires,
las otras de
la Nación;
pero, eso
sí, acollaradas,
175
como quien
dice: en unión;
después las
de Ingalaterra,
las de Uropa
y qué sé yo...
Era puro
banderaje
de lo lindo
lo mejor.
180
Así, medio
embelesao
con
tantísimo primor,
fui a torcer
por una esquina,
cuando en
esto el redomón
de una yunta
de mujeres
185
se hizo
poncho y se tendió
al ver que
una en la cabeza
traiba un
escarmenador
que era
capaz de espantar
al famoso
Napolión.
190
¡La pu...
rísima en el queso!
¡si aquello
daba temor!
Era más
grande que un cuero
la peineta,
sí, señor;
de manera
que el caballo
195
tan de veras
se asustó
que fue
preciso atracarle
las espuelas
con rigor.
Al sentir
las nazarenas
tiritando
atropelló
200
en derechura
a las hembras,
y una de
ellas se enojó
tantísimo y
tan de veras,
que la gente
se juntó,
al
comenzarme a gritar:
205
"¡Ah,
camilucho ladrón,
que te hago
pelar la cola
si ruempo mi
peinetón!
¡Jesús, mis
ochenta pesos!
Favorézcanme
por Dios;
210
vayan a la
Polecía
y tráiganme
un celador;
o que venga
el comisario
y amarre a
este saltiador,
gaucho,
atrevido, borracho...".
215
Y la hembra
se calentó
a decirme
desvergüenzas,
que a no ser
por la afición
que le tengo
y le tendré
siempre al
ganado rabón,
220
me dejo cair
y allí mesmo
la castigo,
o qué sé yo.
SIMÓN
Pues, amigo, en no hacer caso
no hay duda
que la acertó,
porque las
hembras puebleras
225
en cuanto se
enojan son
como víboras
toditas;
y en
teniendo un camisón
de tafetán o
lanilla,
ya tienen la
presunción
230
de unas
virreinas, y así
se largan de sol a sol
con el
corpiño ajustao
y llenas de
agua de olor,
sin camisa
algunas veces,
235
pero con su
peinetón;
pues como es
prenda de moda,
ahí largan
todo el valor;
lo mesmo que
en el ponerse
en cada
hombro un pelotón
240
como panza
de novillo.
¡La gran
punta! ¡qué invención!
¿No la ha
visto?
JACINTO
Quitesé;
de eso
también procedió
que el
animal se espantase,
245
de suerte
que me obligó
a volverme
para atrás;
fortuna a
que en el portón
vive un mozo
portugués
en un medio
corralón,
250
adonde me
resolví
a dejar mi
redomón.
Luego a pie me fui a la esquina,
y al
sentirme delgadón
compré pan y
gutifarras
255
y un rial de
vino carlón;
atrás me
chupé otro rial,
después me
soplé otros dos;
y en seguida
a la guitarra
me le afirmé
tan de humor,
260
que ni el
mesmo Santos Vega,
que esté
gozando de Dios,
se hubiera
tirao conmigo;
porque
estaba de cantor
con la
mamada, paisano,
265
lo mesmo que
un ruiseñor.
En esto, a la doce en punto,
otra
vuelta... ¡Bro... co... tón!,
dianas y
repicoteos
por toda la
población:
270
cosa que me
hizo acordar
de cuando en
Ituzaingó
nos tiramos
cuatro al pecho...
¿Se acuerda,
amigo Simón?
SIMÓN
Glorias como esa, paisano,
275
nunca
Peñalva olvidó;
pues ya sabe
que este brazo
allí también
se blandió.
Bien que los
gauchos patriotas
peliamos por
afición;
280
y en cuanto
se arma una guerra,
sin más
averiguación.
de si es
rigular o injusta,
nos
prendemos el latón,
y dejando
las familias
285
a la
clemencia de Dios,
andamos años
enteros
encima del
mancarrón,
cuasi
siempre unos con otros
matándonos
al botón.
290
Así de la
paisanada
los
puebleros con razón
suelen
reírse, porque saben
que los
gauchos siempre son
los pavos
que en las custiones
295
quedan con
la panza al sol;
y el que por
fortuna escapa
de cair en
el pericón,
después de
sacrificarse
saca un pan
como una flor,
300
cuando tiene
por desgracia
que
arrimarse a un figurón
de los que
al fin se asiguran
del mando y
del borbollón.
Y si no,
vaya por gusto
305
en
cualesquier aflición
o atraso que
le suceda,
y procure la
ocasión
de alegarle
a un gobernante,
a quien usté
lo sirvió
310
con su
persona y sus bienes
hasta que se
acomodó;
vaya y
pídale un alivio...
¿Y qué le
daban?, ¡pues no!
Ni bien
llega usté al umbral,
315
le sale
algún adulón
atajándole
la entrada
y haciendo
ponderación
de que se
halla vuecelencia
muy lleno de
ocupación,
320
porque le
está dando taba
algún
ricacho, o dotor,
o la señora
fulana,
o el
menistro, o qué sé yo
todas las
dificultades
325
que pone con
la intención
de cerrarle
la tranquera
a
cualesquier pobretón;
y si usté ve
que lo engañan,
y se mete a
rezongón,
330
le largan
cuatro bravatas
y lo echan
de un repunjón
cuando
menos, que otras veces
le acuden
con un bastón
a medirle
las costillas
335
sin más
consideración.
¿No es
así?... Pero por fin,
mudemos
conversación;
platique de
las funciones.
Velay otro
cimarrón.
340
JACINTO
¿Qué dice de las costillas?
¡Barajo!,
amigo Simón,
a mí nadies
me aporrea
ni me ronca
sin razón.
¡Qué!, ¿así
no más se dan palos?
345
¡La pu...
nta del maniador!,
pues
estábamos lucidos
después de
tanto arrejón
y trabajos
por ser libres.
No, amigo,
eso sí que no.
350
Yo, aunque soy un pobre gaucho,
me creo
igual al mejor,
porque la ley
de la Patria,
como las
leyes de Dios,
no establece
distinciones
355
de ninguna
condición
entre el que
usa chiripá
o el que
gasta casacón.
Todos los
hombres iguales
ante la
justicia son,
360
la cual tan
sólo distingue
y le da su
proteción
al hombre
más bien portao;
y sobre ese
punto yo
presumo como
el que más,
365
y es tanta
mi presunción
que me creo
en cualquier parte
del todo
merecedor.
Siendo así,
no puedo, amigo,
sufrirle a
ningún pintor.
370
Cabalito. Con que así,
mudando
conversación,
seguiré mi
cuento aquel:
Me había puesto alegrón,
y al sentir
los cañonazos
375
me tiré del
mostrador,
y echando
mano a sacar
plata de mi
tirador,
me encontré
sin un cuartillo.
¡Voto al
diablo!, dije yo;
380
a la cuenta
en el galope
la mosca se
me perdió.
Entonces quise al pulpero
darle una
sastifación,
dejándole el
poncho en prenda;
385
pero el
hombre no entendió
de
disculpas, al contrario,
como un
tigre se enojó,
y para
echarme a la calle
me dio tal
arrepunjón
390
que me hizo
sentar de culo.
¡Ahijuna!,
le grité yo,
y en cuanto
me enderecé
sin más
consideración
le sacudí un
guitarrazo,
395
y en ancas
con el farol
adonde
estaba el candil;
pero el
pulpero sacó
el cuerpo,
haciéndose gato,
y no sé
diaónde agarró
400
un espadín,
con el cual
como un toro
me embistió.
Pero, amigo, es como robo
peliar con
un chapetón
y a
cuchillo, hágase cargo;
405
ni medio a
buenas llegó,
con todo que
sobre el lazo
se me vino,
y me tiró
tres viajes,
que en el tercero
cuasi, cuasi
me aujerió;
410
por suerte
le metí el poncho,
y cuando él
menos pensó
le hice una
media cabriola,
¡y apenas se
descuidó
le crucé los
dos cachetes
415
con un tajo
de mi flor!
Por supuesto, el maula viejo
al coloriar
aflojó,
y le cacé el
espadín
que asustao
me lo soltó;
420
entonces
salí a la calle,
y atrás de
mí se largó
el pulpero,
dando gritos,
de manera de
que yo,
temiendo a
la Polecía,
425
me le senté
a un mancarrón
que estaba
frente a una puerta
con apero de
dotor;
y de allí
como balazo
me fui a
golpiar al Cordón,
430
adonde solté
el rocín,
y se me proporcionó
el venderle
las cangallas
a otro
pulpero Nación,
que por la
silla y la espada
435
siete pesos
me aflojó.
Agarré el mono y a pie
caí por el
otro portón,
y haciéndome
zonzo entré
hasta la Plaza
mayor.
440
¡Ah, cosa! ¡Bien haiga Cristo!
Viese,
aparcero Simón;
eso era una
maravilla
de cortinas
de color,
pilares,
arcos, banderas,
445
de la plaza
al rededor;
y allá en el
medio una torre
de muy
lucida armazón
que
nombraban la Pirami,
aonde estaba
un figurón
450
arriba con
la bandera
de nuestra
Custitución.
Luego, esa misma Pirami
tenía abajo
al redor
letreros y
versería,
455
y un mozo
que se arrimó
anduvo
dándole güeltas,
y uno por
uno leyó
el cómo, el
cuándo, y el pago
aonde la
patria triunfó.
460
Luego la farolería,
amigo, daba
calor;
era cosa de
asombrarse,
ver
tantísimo farol.
¿Y la soldadesca? ¡Ah, cosa!
465
Encantao
estaba yo
viéndola tan
currataca
luciendo en
la formación,
cuando la
musiquería
redepente
resonó,
470
al tiempo
que de la iglesia
el gobierno
despuntó
con toda la
oficialada
saliendo de
la función.
¡Qué
uniformes galoniaos!,
475
¡qué
penachos de color!,
¡qué corbos
y qué murriones
relumbrantes
como el sol!
Luego con los melitares
entreverada
salió
480
una manada
de escuros,
vestida de
casacón
y fachas de
teruteros;
porque
traiban el calzón
no más que
hasta la rodilla;
485
de ahí,
espadín y bastón,
y zapatos
con hebillas,
y un gran
sombrero flauchón...
vestimenta
singular
que usa todo
ese montón
490
de alcaldes
y escrebenistas,
y dotores,
como son
todos por lo
rigular:
gente,
amigo, superior
para armarle
una tramoya
495
y chuparle
el corazón
al diablo,
si se le antoja
el meterse a
pleitiador.
Al fin, se largó el hembraje
en la última
división.
500
¡Ah, mozas
de cuerpo lindo!,
¡si eso daba
comezón!
Salió una
muchacha rubia
así como de
su altor,
con un
vestido celeste
505
y su
triángulo punzón,
y una cara
como un cielo.
¡Ah, hembra
linda!, ¡crealó!
Y tan
pintora, eso sí;
toda se
zangolotió
510
al bajar las
escaleras,
de suerte
que se enredó
en las
polleras tan fiero
que medio
trastabilló.
Entonces un cajetilla
515
que estaba
allí de mirón,
y tendría
con la moza
conocencia,
o qué sé yo,
cuanto la
vido ladiarse,
cuanto se le
acollaró
520
por la
cintura y salieron
requebrándose
los dos.
¿Qué le
parece?
SIMÓN
¡Divino!
Me gusta,
amigo, ¡pues no!,
ya sabe que
me deleita
525
oír platicar
del amor...
Pero, entre
tanto, dispense,
y alcánceme
ese asador,
voy a
prenderle un matambre;
y prosiga
por favor,
530
que recién
me va gustando
el cuento.
JACINTO
Pues, sí, señor;
cuando todos
se raliaron
yo también
me iba a largar,
y me topé
redepente
535
con el amigo
Olimar,
tan apedao
que a gatitas
se podía
enderezar.
Al verlo tan
chamuscao
le quise
allí gambetiar,
540
pero me
pilló tan cerca,
que no me
pude escapar
de que me
pegara el grito:
-¡Amigo!,
¿cómo le va?
-Muy
lindamente... Y lueguito
545
se me pegó
al costillar,
con un
porrón de giniebra,
y me comenzó
a informar
de las rifas
que vendían,
mostrándome
un chiripá
550
que con dos
riales y medio
acababa de
sacar.
Al ver esa prenda linda
se me antojó
el arresjar,
y al punto
de resolverme
555
echamos a
caminar,
llegando
hasta una ventana,
aonde primero
a jugar
entré a la
gata parida
para poderme
atracar,
560
porque el
gentío que había
era con
temeridá.
Allí adentro estaba un mozo
de facha muy
rigular,
haciendo la
mazamorra
565
con cartuchitos
no más;
y al verlo
tan trajinista
me hizo
medio desconfiar;
pero, como
en todo soy
incapaz de
recular,
570
largué mis
dos petacones,
y luego salí
a pelar
papeles en
la vedera,
sin
conseguir acertar
en alguno
con letrero,
575
que era el
modo de ganar.
Como soy medio suertudo
de nuevo
volví a largar
otro petacón
y medio;
pero, ¡qué
Cristo!, al pelar
580
saqué puro
blanco y blanco...
¡Mire qué
infelicidá!
Dándome por trajinao
cuasi empecé
a renegar,
y por no
perderlo todo
585
rejunté para
pitar
todos estos
papelitos.
¡Mire si es
barbaridá,
vender a
medio cada uno!
¡Vaya un
modo de robar!
590
SIMÓN
Pero, amigo, ¿quién lo mete
en juegos de
la ciudá?
¿No sabe que
los puebleros
son capaces
de embrollar
al gaucho
más orgulloso?
495
Valiente no
maliciar.
Velay, pite,
y otro día
no se deje
trajinar.
Con que, prosiga adelante.
JACINTO
Por fin, me iba a retirar
600
después de
la peladura,
cuando
empezaron a entrar
las yuntas
de danzarines,
que venían a
bailar
sobre un
tablao que sería
605
del tamaño
del corral.
Primero entraron a pie
dos
pandillas, luego atrás
entraron los
de a caballo,
y en el
istante a volar
610
principió la
cuhetería
culebriando
hasta trepar
allá por los
infiernillos;
y de
arriba... ¡tra... ca... tra!,
lo mismo que
maíz en la olla
615
era un puro
reventar.
Al rato los danzarines
empezaron a
marchar,
moniando por
el tablao
y sin
quererse largar.
620
Así
anduvieron rodiando,
pero en
cuanto entró a tocar
la música el
fandanguillo,
se agacharon
a bailar
primorosísimamente.
625
¡Ah, mozos
de habilidá!,
y luego tan
currutacos,
eso era
temeridá;
porque cada danzarín
parecía un
general:
630
chaqueta y
calzón de raso,
toditos por
el igual;
luego en el
pecho una cosa
a manera de
pretal
de puro
galón dorao.
635
De ahí,
ceñidor y puñal
y unos
bonetes cacones
con sortijas
de metal;
y otra
porción de primores
que se veían
relumbrar.
640
Luego unos
arcos floridos,
cosa muy
particular,
con los que
hacían mudanzas
y figuras al
bailar;
hasta que al
fin se cansaron,
645
y le dieron
el lugar
a otra
tropilla distinta
que luego
subió a danzar;
y si bien lo
hicieron unos,
no se
quedaron atrás
650
los
segundos, que bailando
se pusieron
a trenzar
unas cintas
de la patria
con toda preciosidá.
Sujetaron un istante;
655
y entonces
vide trepar
a un
muchacho como un cielo,
que
principió a platicar
a gritos con
los mirones;
y todos al
escuchar
660
las razones
del mocito,
en cuanto
cesó de hablar
gritaron:
¡Viva la Patria!,
y entraron a
palmotiar
de la plaza
y los tejaos
665
las gentes
como maizal.
A los gritos
los danzantes
se volvieron
a agachar,
y dele
guasca... otra vez;
bailando hasta
destrenzar
670
las cintas
completamente.
En seguidita no más
los que
estaban a caballo
se echaron a
disparar,
maniobrando
de este lao,
675
para luego
irse a topar
a fuerza de
chuza y bala
por el otro
lao de allá;
y otra
vuelta a sable en mano
se volvían a
encontrar,
680
y de revés
se tiraban
unos viages
sin piedá:
eso sí, todo
chanciando,
no era cosa
de peliar.
Pero, ¡ah,
pingos belicosos!,
685
se podía
atropellar
al diablo en
cualquiera de ellos.
Nunca he
visto en la ciudá
unos fletes
más bizarros.
Al fin se empezó a nublar
690
la tarde, y
un aguacero
se principió
a descolgar;
de suerte
que me largué
en derechura
al corral
del
portugués que le dije,
695
quien me
salió a preguntar
aónde me
había entretenido.
¡Ah, mozo de
voluntá!
Esa noche
nos mamamos
y cuando no
pude más,
700
cojí y me
acosté a dormir,
y me vine a
despertar
al otro día
a la tarde,
que, sin
comer ni matiar
cuanto vi el
tiempo asentao,
705
me fui a la
plaza a golpiar,
aonde las
fiestas seguían
con la mesma
majestá,
y estaban
los de a caballo
prontitos
para jugar
710
la sortija,
que en un arco
entraron a
disputar
quién la
ensartaba primero;
y echándose
a disparar
uno atrás de
otro al galope
715
ninguno pudo
embocar.
Pero... ¡eh, pucha!, ¡ah, mozo diablo
uno llamao
Piquimán!,
ojo al
Cristo se venía
a fuerza de
rebenquiar,
720
y cuando
estaba cerquita
comenzaba a
sujetar,
y así mesmo
cabuliando
no consiguió
el acertar;
hasta que un
hombre en un zaino
725
rompió, y
después de embocar,
le tocaron
los clarines
y sentó el
pingo ahí no más.
Pusieron
otra sortija
y comenzaron
a entrar
730
otras nuevas
mojigangas,
que era para
reventar
al verles la
facha, amigo;
y después de
chacotiar
a vueltas y
cogotazos
735
no sé aónde
fueron a dar.
Tras de esto, las luminarias
empezaron a
alumbrar,
y así que
estuvo escurito
mandó el
alcalde quemar
740
una porción
de castillos
primorosos a
cual más.
Después de eso a las comedias
la gente
empezó a rumbiar,
y yo atrás
del bullarengo
745
también
entré a cabrestiar
voluntario,
de manera
que cuando
quise acordar
estuve entre
las comedias,
aonde tuve
que aflojar
750
en la puerta
cuatro riales,
que tengo
que lamentar
mientras
viva en este mundo;
porque,
después de pagar
para ver las
comediantas,
755
nada
conseguí el mirar,
y allí entre
unos callejones
cuasi me
hacen reventar
a
encontrones; y así anduve
dando
güeltas sin cesar,
760
hasta que en
ese trajín
me empezaron
a sonar
las tripas
como organito:
con que me
mandé mudar,
y en la
primer pulpería
765
que vi me
entré a merendar
pescao frito
y vino seco,
medio frasco
o poco más;
de suerte
que me templé,
y de allí me
puse a cantar
770
hasta las
diez, cuando el hombre
me dijo que
iba a cerrar
la pulpería;
y de allí
sin saber
aónde rumbiar
salí en
pedo, y... ¡vea el diablo!,
775
en cuanto
salí no más,
pasó frente
a mí una moza
y se empezó
a zarandiar,
como
diciéndome: envido,
de suerte
que al costillar
780
me le pegué
y al instante
la comencé a
requebrar,
y, como que
me rascaba,
la mosca le
hice sonar;
pero la
hembra redepente
785
al ñudo echó
a disparar,
y dando
güelta ahí cerquita
se trepó sin
resollar
por una
escalera arriba;
y yo me
volví a topar
790
otra vez en
las comedias,
aonde iban a
fandanguiar.
Como ya había pagao,
de nuevo
quise dentrar,
y al tiempo
que me colaba
795
muy orondo y
muy formal,
redepente,
¡voto al diablo!,
un pueblero
gamonal
me sujetó
del cogote
y me pegó el
grito: -¡Atrás!
800
Ahora no se
entra de poncho.
Salga, no
sea animal.
-Paisano, le contesté,
usté puede
dispensar,
que siendo
yo mozo pobre
805
no me puedo
presentar
de casaca
como usté,
que algún
platudo será
por lo guapo
y vanidoso;
y si es de
menospreciar
810
este poncho
para usté,
patrón, me
voy a largar,
permitiéndome
tan sólo
decirle con
claridá,
que entre un
gaucho y un pueblero
815
no encuentro
disigualdá,
cuando el
primero es honrao
y se sabe
comportar.
En esto un don Chutipea
vestido de militar,
820
agradao de
mis razones,
de la mano
me hizo entrar,
así no más,
emponchao...
¡Vaya un
hombre liberal!
Luego adentro, por sopuesto
825
me traté de
acomodar
sentao como
vide a muchos,
y como al
lao de enlazar
viché un
cajón boca arriba,
de dos varas
poco más,
830
con muchas
sillas adentro,
ahí me entré
a repatinguiar
sobre la más
bien dorada;
y vi una
temeridá
de puebleros
que a la sala
835
principiaron
a dentrar
con unas
mozas, amigo,
lindas como
una deidá.
A poco rato salieron
dos madamas
a bailar,
840
de unas
cinturas, ¡ah, Cristo!,
si no hay
cómo comparar
la finura,
porque a un soplo
se les podía
quebrar.
Cada una con
su cortejo
845
hizo yunta,
y a la par,
haciéndose
cortesías,
entraron a
recular,
y cuanto
hacía la dama
lo mesmo
hacía el galán.
850
De ahí bailaron otras cosas
que yo no
puedo explicar;
pero lo que
me gustó
fue, amigo,
que al rematar
se armó un
cielito con bolsa,
855
y ya se
largó a cantar
sin guitarra
un mozo amargo
de aquellos
de la ciudá.
¡Bien haiga
el criollo ladino,
cómo se supo
quejar!
860
Al fin se
hizo un entrevero
algo más de
rigular;
y yo al ver
la cosa en punto
me iba ya a
desemponchar;
pero,
apurándome el sueño,
865
comencé
luego a vichar
aónde
poderme tender
para medio
dormitar;
y tantiando
en un rincón,
(mire qué
casualidá),
870
trompecé en
una limeta
tapada con
alquitrán;
luego le
rompí el pescuezo
y le empecé
a menudiar,
sin saber
qué diablos era,
875
que se
colaba no más
como dulce
de aguardiente;
pero con la
suavidá
tomé un pedo
tan tremendo,
que me tuve
que anidar
880
debajo de
una escalera,
aonde
comencé a roncar
sin saber
más del fandango,
porque volví
a dispertar
al otro día
a la tarde
885
revolcao
como animal;
y así me
largué a la plaza...
Y al momento
de llegar,
de nuevo los
bailarines
empezaron a
bajar;
890
y otro vez
la cuhetería
y música sin
cesar:
gentío que
no cabía,
banderas
cada vez más,
rompecabezas,
tucañas,
895
y muchachos
a montar
en
caballitos de palo,
que hacían
remoliniar
al lao de
unos cochecitos,
cosa muy
particular.
900
¿Y las
mozas, aparcero?
¡Jesucristo!,
¡qué beldá!,
se cruzaban
en tropillas
de a diez,
de a doce y de a más;
mojigangas
como hormigas,
905
soldados
como trigal;
Naciones
como mosquitos,
y en un puro
lengüetiar;
cajetillas,
por supuesto,
muchos, ¡con
temeridá!,
910
eso sí,
currutacones
todos ellos
a cual más.
Finalmente, a la oración
se principió
a iluminar
toda la
farolería
915
en la plaza
y la ciudá;
y prendieron
los castillos...
y acabados
de quemar,
las gentes a
las comedias
se volvieron
a largar.
920
Al ratito yo también
cansao me
mandé mudar,
porque
estaba tan rendido
que a gatas
podía andar;
de suerte
que a un bodegón
925
fui y me
puse a merendar;
y a las
ánimas en punto
fatigao me
vine a echar.
Dormí en lo
del portugués,
y en cuanto
quiso aclarar
930
me levanté, calenté agua,
me senté a
cimarrionar;
de ahí pagué
lo que debía,
después me
puse a ensillar;
monté y me
largué a mi pago,
935
adonde
espero llegar,
si el Señor
quiere y la Virgen,
con toda
felicidá.
Velay todo lo que he visto;
no tengo más
que contar.
940
SIMÓN
Dichoso de usté, aparcero,
que ha
sabido disfrutar
funciones
tan soberanas.
¡Viva el
Gobierno oriental!...
Y el año que
viene, amigo,
945
si Dios nos
deja llegar,
y yo tengo
cuatro pesos
para
poderlos gastar,
desde ahora
ya le suplico
que me venga
a acompañar
950
para que nos
vamos juntos
a la función
a gauchar.
Después que el viejo Peñalva
acabó de
platicar,
Jacinto
ensilló un obero
955
y Simón un
alazán;
se echaron
un trago al pecho
y salieron a
la par:
el uno cortó
a su pago,
y el otro se
fue a campiar.
960
El
Truquiflor
Remitido de
un soldado oriental del ejército del general don Fructuoso Rivera, para el
número cuatro del periódico titulado El Gaucho en Campaña, el cual se publicaba
en Montevideo en el año de 1839
[El
Truquiflor.- Remitido de un gaucho soldado del ejército del general don
Fructuoso Rivera]
Campamento
en marcha a 25 de otubre de 1839.
Amigo relator de la Gaceta del Gaucho:
Ya que va a soltar su número 4, lárguelo
a la fija, patroncito, como nosotros, velay ahora se lo hemos atracao a los
Rocines de Echagüe ayer 24 en las puntas del arroyo de Mendoza; y nos han
reculao fieramente, porque no es fácil resistir a un ¡vale cuatro!, el cual le
ataja la orina al diablo.- Y si no, vea lo que ha sucedido entre nosotros y los
invasores de Juan Manuel el porteñazo.
Pues, señor, oído a la cosa
dende que
los entrerrianos
se vinieron
a esta banda
con las
miras de atrasarnos,
viene a ser
casi lo mesmo
5
que si
vinieran jugando
al
truquiflor con nosotros
un partido
interesado,
en el cual
los orientales
como por
PRENDAS jugamos
10
la libertá y
la fama;
y aquellos,
por el contrario,
arrejan la
esclavitú
y el sostén
de esos tiranos
Rosas,
Echagua y Urquiza,
15
que los
están gobernando
pior que
como en Portugal
se gobiernan
los esclavos.
En fin, dende el Uruguay
nos vinimos
barajando,
20
y la jugada
empezó
del Uruguay
a este lao.
Nos traiban una empalmada,
y nosotros
descuidaos
cortábamos
ande quiera,
25
y así nos
fueron tantiando
creyendo
ponerse en güenas
hasta que
dende el Durazno
les
conocimos el juego;
de suerte
que comenzamos
30
a quererles
a la fija,
pues para
eso asiguramos
en todas
manos el DOS.
¡Don
FRUTOS!, ¡háganse cargo,
si flor que
tiene ese triunfo
35
puede
retrucarla el diablo!
Por fin así nos vinimos
nosotros
siempre falsiando
con un punto
cualquierita,
hasta que
los igualamos,
40
y acá por
Santa Lucía
ya nos
pusimos a tantos.
En esta
disposición,
de los dos
lados cuajamos
una flor
rigularita,
45
y ellos
cuanto la orejiaron
al instante
un contraflor
vanidosos
nos echaron.
Haciéndonos los petizos
nosotros nos
achicamos,
50
para
dejarlos venir
y en el
truco revolcarlos,
que es donde
luce el poder.
Por
supuesto, nos jugaron
carta grande
en la primera;
55
pero ahí no
más la empardamos
cantándoles
¡flor y truco!
con todo el
DOS, por si acaso...
¡Retruco!...
nos respondieron
queriendo
largar el guacho.
60
¡Oigale a
los embusteros!,
les
dijimos... ¡VALE CUATRO!,
a que no
aguantan maulones...
y medio les
amostramos
la carta por
la orillita.
65
¡Qué aguantar!, ¡ni por los diablos!
Se jueron a
la baraja
al ver el
DOS coloriando
y han ido a
dar al infierno;
y se hallan
tan atrasados
70
que ahora...
¿cuándo nos alcanzan,
si sólo nos
falta un tanto?,
y ese en el
primer envite
fijamente lo
ganamos.
Con que así el amigo Echagüe
75
ya se puede
ir refalando
el poncho,
si es medio güeno;
porque no
hay duda, paisanos,
los vamos a
revolcar,
de balde
está valaquiando
80
ese Rosas...
¡Ah, malhaya,
si
viniera!... pero, cuando
arreja, ¡si
es tan vilote!
aunque hemos
de ir a buscarlo
hasta allá
por Güenos Aires,
85
y hemos de
darle trabajo
a ese gaucho
quebrallón.
¡Sí, maula!,
¿qué te has pensado,
que hemos de
perder las vacas
y cuanto nos
han robado
90
esa punta de
ladrones,
que aquí se
nos han soplado
burlándose
de la patria?,
¿y que esto
hemos de olvidarlo?
¡Pues no, mi
bien!, al instante...
95
ya verán en
acabando
con toda
esta sabandija,
si de
coplada nos vamos
a pasiar por
las estancias
de Rosas el
afamao,
100
y repasarle
los pingos
y comer
güenos asaos
con el
general Rivera.
Entonces por decontado,
si lo topo
yo algún día...
105
pero, ¡no
quiero asustarlo!
¡Ahijuna!,
aunque se me escuenda,
allá tengo
que rastriarlo.
Diálogo que
en la costa del arroyo de Canelones en la Banda oriental tuvieron los paisanos
Norberto Flores y Ramón Guevara, el 29 de noviembre de 1839, época en que fue
invadida aquella República por el ejército de Rosas al mando del general
Echagüe
[Norberto
Flores y Ramón Guevara, platicando de la invasión del primer ejército rosista a
la Banda oriental en el año de 1839]
GUEVARA al
recibir a Norberto en el palenque
GUEVARA
¿Es usté, amigo Norberto?
¡Dichoso de
quien lo ve!
¡Mire que se
hace desiar!
¡Ah, hijo de
la... no sé qué!
FLORES
Yo soy, paisano Guevara:
5
con salú lo
guarde el cielo;
tiempo
hacía, le asiguro,
que andaba
desiando verlo.
GUEVARA
Pues, velay, acá me tiene
a su mandao,
aparcero:
10
déjese cair
de una vez;
desensille
el azulejo,
y vamos a la
ramada
a tomar un
verde al fresco,
o un
churrasco si le agrada.
15
Como guste,
compañero.
FLORES
Pues, señor, vamos allá.
Con que,
¿cómo le va yendo?
GUEVARA
Rigularmente; ¿y a usté?
FLORES
A mí me va medio fiero;
20
pero por
fin, con salú,
que es todo
cuanto aprecéo,
hoy que me
hallo en el deber
de pelear
duro y parejo
en donde
quiera. ¿Y usté,
25
qué tal se
siente, aparcero?
GUEVARA
La pregunta es excusada,
porque nunca
saco el cuerpo
para
defender mi tierra,
y en el día
mucho menos,
30
al ver las
atrocidades
que por ahí
vienen haciendo
los
guaicuruces de Rosas,
que nos vienen
invadiendo.
FLORES
¿Ha visto? Esta madrugada
35
me contó
Perico Cielo,
que en la
Costa de Queguay,
a lo del
amigo Antero
cargaron los
guaicuruces,
allá al
rayar el lucero,
40
y rodearon
la tapera
a la cuenta
presumiendo
que fuese
una estancia rica;
y después,
apenas vieron
los
mojinetes al aire,
45
para el
ranchito embistieron
como
baguales al agua.
Y ya usté
sabe, aparcero,
que allí
junto a la tapera
está la casa
de Antero,
50
que es un
rancho miserable
que de
mirarlo da sueño.
Con todo, los guaicuruces
se dejaron
caer al suelo
y a la
puerta atropellaron
55
como a la
carne los perros;
y al primer
arrempujón
¡a las pu...
ntas saltó el cuero!,
y en seguida
se colaron,
y principió
el manoteo.
60
La infeliz dueña de casa,
que tenía el
buche lleno
y ya andaba
por parir,
del julepe
soltó el güevo:
y luego en
la escuridá,
65
dejando la
cría adentro,
apenas en
una jerga
se envolvió
y salió juyendo,
y a fin de
salvar la vida
se azotó en
un pozo ciego,
70
que está
allí junto a las casas,
por fortuna
cuasi lleno
de osamentas
y basuras;
y allí
fueron los lamentos
de la
infeliz ña Severa,
75
al sentir
que estaba ardiendo
por todas
partes el rancho.
Pues oiga,
amigo, no es cuento
lo que voy a
relatarle:
Después de matar al viejo
80
y robarse
cuanto había,
le atracaron
mecha y fuego
al rancho en
las cuatro puntas:
de
conformidá que luego
quedó la
casa pareja
85
con el piso
del rodeo,
y en medio
de los tizones
hecho
chicharrón Antero
y el pobre
recién nacido.
Últimamente
salieron,
90
y entre
gritos y alaridos
apuntaron al
chiquero
y mataron
las ovejas
lo mismo que
a los carneros,
y al fin
hasta a las gallinas
95
les
quebraron el pescuezo.
Después de esas fechurías
a media
rienda rompieron;
y luego señá
Severa,
al sentir el
pago quieto,
100
saliendo del
pozo apenas
y
arrastrando por el suelo,
se sentó
junto al rescoldo
y entró a
llorar sin consuelo
al ver su
hijo chamuscao
105
y a su
marido lo mesmo;
de suerte
que la infeliz
también allí
hubiese muerto,
si no es la
casualidá
que el mismo
Perico Cielo
110
llegó y la
montó en las ancas
y la trujo
al campamento,
aonde la vi
antes de ayer...
¡delgada que
daba miedo!
GUEVARA
¡Barbaridá! Ahí tiene, amigo,
115
lo que hemos
aventajado
después de
tantos afanes
por hacer
patria... ¡Barajo!,
¡si seremos
infelices!
Pero... ¡por
Cristo, paisano!,
120
usté, que es
más alvertido,
no me dirá:
¿diaónde diablos
nos salen
los guaicuruces
y los
gauchos entrerrianos
a traernos a
nuestras tierras
125
esta guerra,
estos estragos?
FLORES
Eso pregunteseló
a nuestros
propios paisanos,
que es a
quienes les debemos
la situación
en que estamos;
130
particularmente
a Oribe,
y en seguida
a cuatro diablos
ambiciosos
que pretienden
mamar
siempre del Estado,
como si una
vaca sola
135
diese leche
para tantos.
Luego estas
calamidades
también
proceden, paisano,
de nuestra
credulidá
en más de
cuatro bellacos
140
de esos
alborotadores,
que andan
siempre zizañando
y salen a
las cuchillas
y engatusan
a los gauchos
con mentiras
y promesas;
145
y que luego
cabrestiamos,
porque, como
no entendemos
sino de
bolas y lazos,
cualesquiera
nos engaña
cuanto nos
pasa la mano.
150
GUEVARA
Cabal que sí: mesmamente,
esa es la
causa, está claro;
pues, cuando
cesó la guerra
que en el
Palmar rematamos,
a nuestras
casas en paz
155
toditos nos
retiramos,
de tristes
rivalidades
completamente
olvidados;
y luego la
paisanada
volvió
anhelosa al trabajo.
160
En esos días, recuerdo
que anduve
en varios fandangos,
y también en
las carreras
con una
porción de blancos
que fueron
en algún tiempo,
165
y con ellos
muy ufano
me divertía
a mi gusto
sin
mencionar un agravio;
y redepente
al botón
cuatro
ambiciosos cruzaron
170
a la otra
Banda, y allá
con Rosas se
concertaron;
y a fin que
el Restaurador
lo repusiera
en el mando
a Oribe,
éste le ofreció
175
servirle
como un esclavo,
y que en la
Banda oriental
sería Rosas
el amo.
Por supuesto, el gaucho aquel
cerró el
quiero y dijo: "vamos;
180
que si yo le
ato las bolas...
¡que se las
desate el diablo!".
Y en seguida
les largó
de auxilio a
los presidarios,
y a esa
recua de malevos
185
guaicuruces
y entrerrianos,
que vienen
en la invasión
a la
obediencia o al mando
del general
Chaguané.
FLORES
¡Qué Yaguané, ni qué Zaino,
190
si el hombre
se llama Echagua,
Santafecino
mentado!...
Que fue aguatero
en su tierra,
y por eso le
ha quedao
el nombre de
Echagua.
GUEVARA
Mesmo.
195
Ese es el
que viene al mando
junto con un
tal Chuquiza,
que desde
que soy cristiano
no he oído
de ese animal
ni las
mentas en mi pago.
200
FLORES
Pues, amigo, esa es la gente
a quienes
nuestros paisanos,
Oribe y los
que lo siguen
de ruines se
han humillado;
y esos son
los generales
205
de Rosas el
afamado,
el tigre que
en Buenos Aires
ya se tiene
dijuntiados
más de tres
mil infelices;
porque es
gaucho desalmao
210
y matador
sin agüela.
Así, no anda
con reparos,
y a su
madre, si se ofrece,
¡le atraca
cuatro balazos!
Ya ve si
será una dicha
215
que Rosas
venga a mandarnos
a los
gauchos orientales,
y que quiera
sobajearnos
del modo y
conformidá
que suele en
el Otro Lado
220
cuando está
de mal humor;
ensillar a
sus paisanos,
ponerlos en
cuatro pieses,
y así con un
fuelle inflarlos:
de ahí
echarles lavativas
225
de ají...
para refrescarlos;
y por última
calilla
meterles
velas... ¡y el diablo!
¿Qué le
parece el empeño?
¡La pu...
janza, el porteñazo!
230
GUEVARA
¿Qué me parece, decía?
Velay la
contestación:
acá está mi
garavina,
mis bolas y
mi latón,
seis
paquetes por lo pronto,
235
y un rosillo
volador;
y
últimamente en el alma
completa
resolución
de atracarle
bala al diablo,
sin recular:
crealó;
240
que si en
las guerras pasadas
por no
dentrar en faición
anduve
sacando el cuerpo
sin meterme
a peliador,
en esta
lucha, ¡lo juro,
245
no tener
contemplación
con ningún
malevo de esos
que vienen
en la invasión!
FLORES
Amigo, de un parecer
nos
encontramos los dos.
250
GUEVARA
Dejuramente, es preciso
forcejiar en
la ocasión,
porque
peligra la patria,
y debemos en
unión
defenderla a
toda costa;
255
pues morir
será mejor
encima de
una cuchilla,
que sufrir
la humillación
con que
quiere someternos
a ese tal
Restaurudor.
260
Y al que
piense lo contrario,
como se lo
alvierta yo,
al menos le
he de prender
la mitá del
alfajor;
y luego,
aunque me afusilen,
265
muero a
gusto: sí, señor.
FLORES
Me agrada; pero, entre tanto
ya se va
dentrando el sol,
y yo debo
reunirme
esta noche a
mi escuadrón.
270
Si tiene
algún pingo bueno,
y demás,
prestemeló:
el mesmo que
de mañana
se lo
mandaré...
GUEVARA
¡Pues no!
Velay ese
malacara
275
con
franqueza ensilleló,
y dele como
a prestao,
que es
caballo aguantador.
Y, si llega
por la Villa,
quiero que
me haga el favor
280
de comprarme
una devisa
bordada, de
lo mejor,
con un
letrero que diga:
¡Viva la
Custitución
y los
orientales libres!
285
¡Muera
Echagua el invasor!
Guevara
habló de esta suerte
mientras
Flores ensilló;
y luego que
al malacara
de un salto
se le afirmó,
290
todavía allí
Guevara
al estribo
le alcanzó
una limeta
con caña,
a la cual se
le durmió
Flores,
pegándole un beso;
295
y luego que
se templó
gritando:
¡Viva Rivera!,
dando güelta
rebenquió,
y
enderezando al camino
a media
rienda salió,
300
diciendo:
¡adiós, aparcero!
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . .
Amigo, vaya con Dios.
ADVERTENCIA
Las décimas siguientes fueron compuestas por el señor don Gerónimo
Galigniana, que residía emigrado en San Salvador, pueblo de campaña en la
república de la Banda oriental, cuando tuvo lugar la batalla de Cagancha.
Al insertarla entre mis poesías, he
tenido por objeto el hacer más explicativas las otras décimas que se leerán a
continuación del parte de Echagüe, suponiéndose como la contestación del
Restaurador de las Leyes, y cuya composición es mía.
H. A.
Parte de
Echagüe
[Parte
oficial del general Echagüe, dándole cuenta a Rosas de haber disparado y
perdido la batalla de Cagancha. 1840]
Al Ilustre Conculcador de las Leyes don
Juan Manuel de Rosas, sobre su victoria en Cagancha, y contestación de éste:
encontradas ambas en una balija que el Restaurador del desasosiego público de
Entre Ríos dejó caer, disparando de unos cornetas del ejército del general
Lavalle. Contienen detalles sumamente curiosos y cosas de hacer reír y llorar.
Paso de los
Higos, enero 1.º de 1840.
I
¡Ay, Juan Manuel, qué te cuento!
nuestro
ejército afamado
mandinga se
lo ha llevado
al infierno
en un momento;
yo disparé
como un viento
5
al Uruguay
muy arriba,
y he llegado
sin saliva,
recién al
Paso del Higo
Así, no
extrañes, amigo,
que tan de
prisa te escriba.
10
II
Te contaré de ligero,
pues me
hallo bien afligido,
que la
batalla he perdido
y la he
perdido muy fiero.
¡Cómo ha de
ser, compañero,
15
el pleito ya
se acabó!
Rivera nos
traginó
de diciembre
el veintinueve;
y, ya que
escampa y no llueve,
escucha lo
que pasó.
20
III
Sabiendo por un espía
que estaban
muy descuidados
Rivera y sus
colorados,
juzgué la
victoria mía.
Mandé que la
infantería
25
sin que
perdiera momentos,
llevando
todo a los tientos,
montase al
punto a caballo,
y partiera
como el rayo:
yo iba de
sangre sediento.
30
IV
Cuando dispuse atacar,
me dijo don
Juan Antonio:
-Mi compadre
es el demonio,
no se vaya a
descuidar.
-Conmigo no
ha de chancear,
35
respondí muy
arrogante;
yo cargaré
por delante,
y entonces
sus escuadrones,
sus infantes
y cañones
sucumbirán
al instante.
40
V
Yo, como jefe valiente,
alegre mandé
a la carga,
cuando en
esto una descarga
nos sujetó
de repente.
Lleno de
rabia y caliente,
45
ataqué a la
artillería,
mas Pirán
con grosería,
perro
unitario, canalla,
nos recibió
con metralla,
que nos
amoló ese día.
50
VI
Lavalleja derrotó
los bueyes y
las carretas,
equipajes y
maletas,
y cuanto
pudo atrapó:
en esto bien
se portó;
55
pero, en un
decir Jesús,
rompió como
el avestruz,
y salió el
pobre orejeando,
del compadre
disparando
como el
diablo de la cruz.
60
VII
Mirando con poca tropa
la izquierda
del enemigo,
pensé
derrotarle, amigo,
como tomarme
una copa;
al punto con
viento en popa
65
cantando los
embestí;
pero, ¡ay,
infeliz de mí!,
que Medina
me topó,
y sin piedad
me sopló
buenas
jeringas de ají.
70
VIII
Con tal golpe me postré
en un
profundo desmayo,
y como
herido de un rayo
agonizando
quedé.
Apenas me
recobré,
75
disparo y
pierdo la espada,
dejando las
caballadas,
armamento y
equipajes,
municiones y
bagajes,
y mi casaca
bordada.
80
IX
Sufriendo todo el tormento
de un
general asustado,
al uno y al
otro lado
miraba con
ojo atento;
mas
sintiendo en el momento
85
a lo lejos
un tropel,
"esto
ya huele a cordel",
les dije a
mis compañeros;
y rompí de
los primeros:
no lo dudes,
Juan Manuel.
90
X
A la voz de ¡ya te alcanzo!,
que en mis
orejas sonaba,
veinte
leguas me tragaba
volando cual
cisne o ganso.
Quise tomar
un descanso
95
al verme en
senda más ancha:
pero, al
pensar en Cagancha,
me le dormí
al fletecillo,
y corrí como
el potrillo
que reconoce
su cancha.
100
XI
Gauchaje más desatento
yo no espero
ver jamás;
me gritaban:
¡Satanás!,
sin respeto
y miramiento;
y para mayor
tormento,
105
soltando las
tercerolas,
casi me
prenden las bolas;
de suerte
que yo no sé
cómo por fin
me escapé
con tanto
diablo a la cola.
110
XII
Por todas partes, señor,
lo mismo que
unos borrachos,
las mujeres
y muchachos,
detrás de mí
con fervor,
entonaban
con primor
115
en verso
bien concertado:
¡Viva ese
Echagüe mentado,
ese general
badana,
que vino
buscando lana
y ha salido
trasquilado!
120
XIII
El amigo don Servando
con Lavalleja
y los otros
dispararon
como potros,
sin saber
cómo ni cuándo.
Garzón se
escapó arañando;
125
Raña,
muriendo en la acción,
pagó su
negra traición,
y al cacique
mi aparcero
lo tomaron
prisionero;
y se acabó la
función.
130
XIV
De mi Urquiza no sé yo,
con
certidumbre, ni jota:
dicen que en
una pelota
al Uruguay
se azotó;
cuentan que
ya se juntó
135
con Oribe y
Mascarilla,
y que soltó
su tropilla,
pues ya no
quiere, ni espera,
que los
niños de Rivera
le soplen
otra calilla.
140
XV
Tú bien puedes, Juan Manuel,
la tristeza
divertir,
haciendo
luego emitir
diez
millones de papel,
y sentado en
un dosel
145
diciendo con
gravedad:
"Antes
que la libertad
borre del
pueblo las penas,
horca, fusil
y cadenas
sostendrán
mi autoridad".
150
XVI
Lo peor de todo será
que pasando
al otro lado,
me salga
medio enojado
el vencedor
del Yeruá
yo no sé
como me irá,
155
pues si
Lavalle me pilla
me cuelga
como morcilla,
o me deja
con su espada
en la
primera topada
sesteando en
una cuchilla.
160
XVII
Ya me voy al Occidente,
no quiero
Banda oriental;
y, si
quieres que Pascual
vuelva a
pelear esta gente,
me has de
mandar prontamente
165
dos o tres
mil escuadrones,
mil y tantos
batallones,
diez
carretas de dinero,
catorce mil
artilleros
con
novecientos cañones.
170
XVIII
Adiós, bravo general,
adiós, gran
Restaurador,
ya me someto
al rigor
de mi
destino fatal;
y si a la
Banda oriental
175
piensas
hacerme volver,
con tiempo
te hago saber
que aquí los
niños chiquitos
han sacado
un refrancito:
"aflígete,
que has de oler".
180
¡Viva la
Federación!
[Rabiosa
contestación de don Juan Manuel Rosas al parte del referido general Echagüe]
Buenos
Aires, enero 20 de 1840.
Año 1.° de los salvajes unitarios, que se
me vienen encima, a causa del borrico unitario Pascual Echagüe, vendido al oro
inmundo de los asquerosos, aunque perfumados, franceses, etc.
El Ilustre Restaurador, en su lenguaje,
tal cual se lo permiten sus doloridas circunstancias, contesta al otro
Restaurador sin lustre.
I
¡No te lo dije, Pascual,
que la cosa
no iba holgada,
porque es
maldita gauchada
la de la
Banda oriental!
¿Has
visto?... ¡Como a Bagual
5
te han
corrido!... ¡Pucha, digo!,
que se me ha
entrao el umbligo
del suspiro
que he pegao,
al ver el
salto que has dao
de CAGANCHA
al Paso de Higo.
10
II
Bien me decia Batata:
-Mire,
señor, que a Pascual,
si don
Frutos le echa un pial,
le ha de
quebrar las dos patas;
de balde va
con bravatas.
15
Créame, por
su difunta;
se va a
guasquiar en la punta,
sin aguardar
que RIVERA
lo recueste
a la manguera
y le haga
alguna pregunta.
20
III
¿Con que creíste que Rivera
se estaba
chupando el dedo,
porque un
Tape vino en pedo
a decirte
una zonzera?
¡Mirá qué
NENE!, ¡friolera
25
ha sido el
arrempujón!
El diablo es
que en la función
yo también
caigo de pavo,
pues se me
ha encogido el rabo
lo mesmo que
chicharrón.
30
IV
Porque al tiempo de atacar
te dijo don
Juan Antonio:
"Mi
compadre es el demonio
no vaya a
facilitar",
echastes a
disparar
35
para Entre
Ríos que es pior.
¡Cuidao,
che, Restaurador!
Mirá que
HORNOS es travieso,
no se te
vaya el pescuezo
y te atraque
el alfajor.
40
V
No
niego que sos valiente;
pero lo malo
es aquello,
que se te
ataja el resuello,
y te empacas
de repente.
Ya se ve,
teniendo al frente
45
tantísima
artillería,
yo también
emplumaría,
no digo de
los cañones,
el chaschás
de los latones...
¡quién sabe
si aguantaría!
50
VI
Hay hombres a la verdad
que no les
entra razón,
ciegos de
una presunción
que toca en
barbaridad
tal es la
tenacidad
55
del compadre
de Rivera;
si siempre
que arma carrera
se la ganan
sin rebenque,
a que es
volver al palenque
ni pasar por
la tranquera.
60
VII
¿Con que te salió a topar,
y le juistes
a Medina?,
¡qué vileza
tan cochina,
no se puede
soportar!
¡Qué!, ¿no
pudistes aguantar
65
siquiera
entre las carretas,
haciendo
algunas gambetas,
y no
disparar tan fiero,
dejándole
hasta el sombrero,
la baraja y
las maletas?
70
VIII
Los de Rivera ese día,
por
supuesto, se han avíao
porque hasta
el pobre Palao
largó la
chafalonía;
me hago
cargo que sería
75
la cosa muy
ensilgada,
pues perdistes
la entorchada,
el corbo, el
poncho y la jerga;
pero colgate
una verga,
y te servirá
de espada.
80
IX
Sufriendo un duro tormento
estoy yo
aquí en un rincón,
por confiar
en un collón
como tú, que
es lo que siento.
¡Vaya que
está lindo el cuento!
85
¿Con que
echaste a disparar?
¡Qué más se
puede esperar
de un
general de tu laya!
Todo lo
creo, cangalla;
¡qué diablos
he de dudar!
90
X
Si te hubiera repuntao
algún
muchacho oriental,
creo que un
medio bozal
por maula te
hubiera echao.
¿Pero
quién?, si me han contao
95
que de
atrás, lo que olfatiaste,
ahí no más
te acomodaste,
y estabas...
rompo, o no rompo;
y que al
flete, como un trompo,
diste
vuelta, y te agachaste.
100
XI
Los que sentías gritar
eran unos
alarifes,
que iban
atrás de tus chifles
por hacértelos
largar.
¡Ah,
Cristo!, ¡qué no topar,
105
entre toda
esa gauchada,
uno que en
la disparada
te prendiera
bien las bolas,
y te hiciera
hacer cabriolas
con la
casaca bordada!
110
XII
Ya sé que en la dispersión
salieron de
las cocinas
los
muchachos y las chinas,
ofreciéndote
jabón;
pero, ve si
es juguetón
115
Núñez que te
ha traginao;
porque me
han asigurao
que las
chinas te soltó,
y con ellas
te corrió
sin precisar
ni un soldao.
120
XIII
¡Qué me importa de Servando
ni de naides
de los otros,
cuando aquí
estamos nosotros
con el
julepe mosquiando!
Yo el
primero me ando, me ando,
125
y a pesar
que soy arisco,
me hago el
duro como risco;
pero Batata
es tan flojo,
que de balde
yo me enojo:
no sale de
San Francisco.
130
XIV
Yo supe luego que Urquiza
aunque
anduvo balaquiando,
al Uruguay
disparando
vino a lavar
la camisa.
Ese sí
anduvo de prisa
135
sin hacer
tanta pirueta...
Ya se ve, es
otro trompeta
como su
gobernador,
que de la
yunta el mejor
no sirve para
corneta.
140
XV
Calmaría mis pensiones,
si te
pudiera atrapar
para hacerte
resbalar
con Usebio
los calzones;
yo mismo
diez ocasiones
145
te inflaría
por morao:
y después de
estar soplao
te haría
echar una ayuda,
con una vela
morruda
para dejarte
foguiao.
150
XVI
Mirá, che, que no me gusta
el que me
hablen de Lavalle;
y ójala te
descangalle
si presumes
que me asusta.
Aquí yo le
tengo justa
155
su cuentita;
sin embargo,
ya que se
ofrece, te encargo
me lo atajés
por allá,
porque si
endereza acá...
¡Ay,
Pascual!, hacete cargo...
160
XVII
Te puedes ir al infierno
y ponerte en
invernada,
que es
tierra muy abrigada
para pasar
el invierno;
que yo
también ando tierno
165
por largarme
a los ingleses,
y ya más de
cuatro veces
he querido
atropellar;
pero vuelvo
a recular
de miedo de
los franceses.
170
XVIII
Adiós, general badana,
por fin has
vuelto a tu tierra,
y has venido
de la guerra
más pelado
que una rana.
Asigurá la
picana,
175
porque yo,
más que me aflija,
voy a
largarle manija
a LAVALLE, y
esta vez
tu refrán
sale al revés:
"ÉSE VA
A OLER A LA FIJA".
180
Cielito
gaucho, compuesto en la ciudad de Montevideo en febrero 1843, a la salud del
coronel don Melchor Pacheco y Obes, por el soldado José Crudo, de la división
Medina
Cielito
gaucho, cantado en Montevideo en 1843, a la salud del general don Melchor
Pacheca y Obes
Vaya un cielito rabioso,
cosa linda
en ciertos casos
en que anda
un hombre ganoso
de
divertirse a balazos.
¡Ay, cielo, cielo y más cielo!,
5
este año por
las cuchillas,
a costa de
la invasión
hemos de
comer morcillas.
Cierto es que los mashorqueros
se nos
vienen al pescuezo
10
con asierra
y alfajor,
y ¿qué han
de sacar con eso?
Digo, cielo, que el serrucho,
no se usa en
nuestra campaña;
pero ya que
lo hacen moda
15
también nos
daremos maña.
Llegado el caso, a la juerza
hemos de
andar muy contentos
con lanza,
latón y bolas,
y a más,
serrucho a los tientos.
20
Allá va cielo y más cielo,
siendo
pareja la guerra,
lo mismo es
tierno que blando,
lo mesmo
sierra que asierra.
Acá no somos muy pocos,
25
allá diz que
son más muchos;
quiere
decir, que nosotros
menearemos
más serrucho.
Cielito, cielo, eso sí:
estamos en
nuestra cancha,
30
y hemos de
desempeñarnos
mucho mejor
que en Cagancha.
Aunque en el Arroyo Grande
perdimos una
jugada,
no ha sido
cosa: la erramos
35
de lleva en
esa parada.
Digo, mi cielo, cielito,
cielo de
Martín Sorondo,
acá verán si
don Frutos
les ha de
cubrir el fondo.
40
¡Ea, rosines!, ¡a ver
ese valor
federal,
si sujeta
como quiera
a la
gauchada oriental!
Allá
va, cielo y más cielo,
45
¡qué Cristo
han de sujetar!,
si somos tan
presumidos
para esto de
no aflojar.
Son de balde esas balacas,
que han de
tomar la ciudad:
50
¿no ven que
coger un zorro
tiene su
dificultad?
Cielito, cielo, bien saben,
mientras
viva don Frutuoso,
llegar a
Santa Lucía
55
les ha de
ser trabajoso.
Con una yegua bellaca
y un cuero
viejo a la cola,
los hemos de
entretener,
y de ahí,
que corra la bola.
60
Cielito, cielo y más cielo,
cielito de
las tres cruces,
con esta
sola maniobra
han de
montar avestruces.
En teniendo redomones
65
y bolas como
tenemos,
y que nos
mande don Frutos,
ya ni
chiripá queremos.
Digo, mi cielo, y si piensan
que andamos
muy desaviaos,
70
ya verán
cuando les llueva
bala y corvo
a todos laos.
¿Presumen que a infantería,
nos han de
medio pasar?,
¡poquita es
la morenada
75
que les
hemos de soltar!
¡Cielito, cielo y más cielo,
cielito de
la ciudá,
que ha hecho
cuatro mil infantes
LA LEY DE LA
LIBERTÁ!
80
¡Ah, cosa!, es verlos morenos
bramando
como novillos,
preguntando
a cada rato:
"ondé e
que etá esem branquillos".
Allá va, cielo y más cielo,
85
cielito de
Canelones,
atiendan
como se explican
en todos los
batallones:
"¡Líjalo no ma vinise
a ese rosine
tlompeta,
90
que cuando
le tlopellamo
lon diablo
que no sujeta!".
¡Ay, cielo, cielo y más cielo,
cielito
digo, eso sí;
no hay duda,
están los morenos
95
más bravos
que cumbarí!
¡Viva pues la infantería
y los
Guardias Nacionales,
marinos y
artillería,
y todos los
orientales!
100
Cielito, cielo, y más cielo,
cielito de
la despedida,
muera Rosas
y seremos
libres por
toda la vida!
Noticias
mashorqueras y de moquillo, que circularon en el campamento de Oribe el 11 de
junio de 1843
[Noticias
mashorqueras y de moquillo que circularon en Montevideo venidas del campamento
del general Oribe. 1843]
Montevideo,
junio 13 de 1843.
Ayer se vino un pasao
soldao de
caballería,
que dice que
allá servía
con Montoro
el Renegao
y diz que le
oyó decir
5
que el
general entrerriano,
para fines
del verano
dejuro debe
venir.
Y que si no ha caído ya,
es porque
fue a Maldonao,
10
a pastoriar
el ganao
que trai con
temeridá.
Que podemos aprontarnos,
porque se
dan mucha prisa
Alderete con
Urquiza
15
para venir a
tragarnos.
Ansí es que se han asustao
toditos en
la trinchera,
con las
noticias de ajuera
dadas por el
Renegao.
20
Y otros dicen que a don Justo
se le fue la
caballada,
y que en esa
disparada
no ha tenido
chico susto.
Y otros dicen de que no;
25
pues RIVERA
en San José,
le salió, y
no sé por qué
los caballos
le cobró.
Y otros ya cuentan primores,
de una
tendida que le hizo
30
Urquiza, el
ESPANTADIZO,
viendo a don
Venancio Flores.
Y otros dicen que Medina,
Estibao y
Centurión,
lo echaron
de un rempujón
35
al arroyo de
la China.
Y otros dicen de que Luna
y Báez lo
arrean de atrás,
para que no
vuelva más
a su
tierra... ¡qué fortuna!
40
Pero dice el Briste Pake,
que Urquiza
está en el Cerrito,
según carta
que le ha escrito
a Juan
Manuel Estoraque.
Y otros dicen que Alderete
45
fue a
buscarlo y no lo halló;
y caliente
se volvió
con la burra
al Miguelete.
Y en tanto dime y direte,
¿saben lo
que digo yo?,
50
es, que
FLORES lo atrasó
a Urquiza y
le rompió...
el siete de
agosto la cabeza, contra un pedegral, pues lo echó por sobre las orejas del
pingo de un chuzazo, que lo hizo pericantar.
Saludo al
valeroso coronel don Marcelino Sosa
[Saludo de
un soldado oriental a su bravo coronel don Marcelino Sosa]
Montevideo.
Julio 8 de 1843.
Mi coronel Marcelino,
valeroso
guerrillero,
oriental pecho
de acero
y corazón
diamantino:
todo invasor
asesino,
5
todo traidor
detestable,
y el rosín
más indomable
rinde su
vida ominosa,
donde se
presenta SOSA,
¡y a los
filos de su sable!
10
UN SOLDADO
DE SU ESCUADRÓN.
Indirecta,
encaminada a cierto agente norteamericano que dijo en Montevideo, que, teniendo
dudas sobre si Oribe tenía o no derecho para habilitar puertos y embargar en el
Estado oriental todos los frutos del país, no podía resolverse a contestar de
acuerdo con una circular que le pasó el gobierno de Montevideo a ese respecto,
y concluyó (el agente) por entregarse a los consejos de un abogado oribista y
rosista, quien (por supuesto) le aconsejó que contestara al Gobierno, de que
Oribe tenía completo derecho como beligerante para establecer bloqueos,
habilitar puertos, y robar a troche y moche.
[La
indirecta, dirigida a cierto agente diplomático norteamericano afectó al
general Oribe sitiador de Montevideo]
¡Nunca falta
un Güey Corneta!
Pues, sí, señor: de Alderete,
presume el
de los nutriales
que puede
juntar sus riales
robando en
el Miguelete
hasta cueros
de bagüales.
5
Porque UNO en letra menuda
dijo:
"sí puede, ¡pues no!",
cuando el
nutrial dijo: "Yo
tengo en el
derecho duda.
Usté por mí
espliqueló".
10
De suerte que en el Cerrito,
está Oribe
pataliando;
y acá está
UNO aconsejando
que se le
haga compadrito
el nutrial,
que está boyando.
15
Ansí mesmo, me confundo,
y dudo que
en la ocasión
hombres que
dicen que son
los
liberales del mundo,
se recuesten
a un ladrón.
20
Aunque cierto gaucho dijo,
y acertó
como profeta:
"que no
hay boyada perfeta",
porque
mesmamente, fijo:
¡nunca falta
un Güey Corneta!
25
Al triunfo
de los patriotas en el Cerro de Montevideo, sobre los soldados de Rosas en
1843.
Media caña
gaucha, para que la bailen los italianos armados en defensa de la libertad
oriental y argentina
[Media caña
gaucha, para que la bailaran los italianos armados en defensa de la libertad
oriental y argentina]
¡Oiganle a
los rosines
balaquiadores!
¿Cómo dicen
que son
aguantadores?,
y redepente
5
en el cerro
aflojaron
tan fieramente.
¡Ciriaco!, ¡triste Ciriaco!,
Rivera te
tiene flaco.
Por delante
y por detrás,
10
¡qué
suspiros pegarás!
Ahora que la cosa
se va enderezando,
y que tus
soldaos
la van
olfatiando...
15
a desgranarse
empieza tu mazorca
hasta pelarse.
En el Cerro
esa tarde,
de una coplada,
20
¡cincuenta
se vinieron!
Y eso no es nada,
que a la trinchera
se pasan
todo el día
como chorrera.
25
Van
trescientos y cuarenta:
en fin, no
llevamos cuenta:
diariamente
de tu gente
del Cerrito,
Ciriaquito...
Se van escurriendo,
30
y acá se nos vienen,
y en esto demuestran
la fe que le tienen...
al Restaurador
y Ciriaco
Alderete,
35
el degollador.
De PACHECO,
Bausá,
y su división,
¡qué de
quejas tendrá
Barcena el ladrón!,
40
que en la ladera
del CERRO le
soplaron
la vela entera.
¡A Barcena,
pobre tuerto!,
¿si del
susto se habrá muerto?
45
¡Qué
escapada, qué mamada
tomaría ese
día!
¡Qué jabón llevó
hasta el Miguelete,
y si no dispara
50
le rompen el siete!
¿Si será verdad
que iba jediendo fiero?
¡Qué temeridá!
Ya se van
los puebleros
55
medio amansando;
vuélvanse
mashorqueros,
que fue
chanciando
la rebenquiada
que en el
Cerro les dieron
60
por humorada.
Y el juego
tiene reveses,
albur y
gallo, y entreses,
y se echa
culo, y se echa suerte,
y se
reniega, y se divierte.
65
A veces se pierde,
a veces se gana,
y también sucede
que uno va por lana,
y trasquilao
70
sale de la jugada
por desdichao.
Vieran a los
pasaos
del otro día
cómo andan
de platudos,
75
¡Virgen María!
y voracean;
a la cuenta
hacen gala
de que los vean.
Se vinieron
como alambres,
80
comieron
buenos matambres
ya están
gordos y fortachos
y salvajes,
¡ah, muchachos!,
y
ninguno quiere
dejar de servir,
85
hasta que al tirano
lo hagan sucumbir;
y están prendaos
de nuestros oficiales
y sus soldaos.
90
Tenemos acá
un jefe
sombrero gacho,
se llama
GARRIBALDE,
y los tiene
¡a macho!,
y es mozo anfibio
95
que en la
tierra y el agua
no les da alivio.
¡Mansito es
el italiano!
¡Pu... cha!,
¡si pilla a Mariano!
Sin tin tin,
ni violín,
100
redepente
con su gente,
se les cuela allá
en el vericuete,
y la refalosa
le toca a Alderete.
105
¡Abran el ojo,
que el
hombre no se quiere
morir de antojo!
Con que,
vuelvan al Cerro
con siguridá,
110
que no les
hacen nada
los de la ciudá;
y en cuatro
viajes
apuesto a
que se vuelven
todos salvajes.
115
Se vienen
como a la miel,
crealó,
amigo Manuel:
y si no, sueltelós,
y al ratito busquelós.
Verá si le escupen
120
por la Figurita
con bala, y
que son
de la gentecita;
que lo han dejao,
porque dicen que está
125
agusanao.
Carta de un
gefe asustado del Restaurador Rosas, dándole cuenta de cierto funesto encuentro
que tuvo con las fuerzas del general Rivera, en el Departamento de Maldonado en
la Banda oriental
[Carta en la
cual un jefe rosín asustado le da cuenta a su amo Rosas de un funesto
encuentro, que tuvieron los rosines con las fuerzas del general Rivera en
campaña]
Cerrito de
Montevideo a 23 de julio de 1843.
Juan
Manuel, a estos parages,
después de
aventuras tiernas,
con el rabo
entre las piernas
me han
arriado los salvajes;
es preciso
que trabajes
5
por
auxiliarme lueguito,
pronto, por
Dios, hermanito,
que estamos
muy apuraos
y todos
apeñuscaos
en la falda
del Cerrito.
10
Confieso que disparé
completamente
asustao,
y aunque
todo desollao,
por fin el
bulto salvé:
en otra vez
trataré
15
de
comportarme mejor;
pero en
ésta, por favor,
sacame de
esta apretura
donde el
hambre nos apura,
y los tapes,
que es lo pior.
20
El diablo me hizo topar
con Rivera
el otro día,
y por pocas
¡Virgen mía!,
cuasi me
hace desnucar:
que si no
echo a disparar
25
más ligero
que un venao
ya me
hubiera basuriao,
pues cada
tape es un moro,
y son más
bravos que toro
cuando está
recién capao.
30
Bien podías arrejar,
vos que sos
tan balaquero,
verás si
sois el primero
que al
infierno vas a dar:
¡y que te
ibas a escapar,
35
sin sacarte
un mamador!
Animate por
favor,
y en la
primera topada,
¡a que te
dejan hinchada
la panza
como un tambor!
40
¡Ah, salvajes!, figurate
que juimos
más de mil hombres,
y ellos con
cien ¡no te asombres!,
cuasi nos
rompen el mate.
¡Ah,
diablos!, imaginate,
45
¡qué gauchos
son los que tiene
Rivera, que
se nos viene
haciéndonos
corralito!
para
limpiarnos el pito,
si el diablo
no lo entretiene.
50
Luego, PAZ y la gringada,
y el
ejército pueblero,
que nos
tiene al retortero
como un lobo
a una majada.
Después toda
la inglesada,
55
y en la
punta el comodoro
don Purvis
que es otro toro,
que nos
quiere atropellar,
y por vernos
pataliar
daría mil
onzas de oro.
60
¡Ay!, si vieras qué cosquillas
le hace este
inglés a Ciriaco;
¡infeliz!,
que ya de flaco
le relumbran
las canillas;
así es que
hasta las costillas
65
se le están
por desgranar,
y a todos
nos va a pasar
otro tanto
en este invierno,
porque está
el pasto muy tierno
y no hay
cómo adelantar.
70
Y el ejército se va
de una vez
adelgazando,
y de yapa
resertando
con mucha
temeridá.
En fin, no sé qué será
75
de todos los
mashorqueros,
tus cañones
y morteros;
pues no hay
cómo disparar,
y están por
atropellar
los de
ajuera y los puebleros.
80
Si Mandevil se empeñara
con el
comodoro inglés,
presumo yo
que, tal vez,
el hombre
nos aliviara;
o al menos
si se embarcara
85
el Briste
Pake y viniera,
puede ser
que consiguiera
pillarlo de
buen humor;
porque si
no, el comodoro
le hace
pelar la cadera.
90
Por último te prevengo,
como amigo
de confianza,
que no me
queda esperanza
sino en los
barcos del Rengo;
a Brun tan
sólo me atengo,
95
aunque el
viejo desconfía
que lo
atrasen, ¡Virgen mía!
Me cuelgo de
una cumbrera,
y concluye
su carrera
Tu amigo:
100
¡JESÚS MARÍA!
Felicitación
al cumpleaños del Presidente Legal don Ciriaco Alderete
[Felicitación
gaucha al cumpleaños de don Manuel Oribe, alias Ciriaco Alderete, general sitiador]
Agosto 8 de
1843.
SAN CIRIACO
Y COMPAÑEROS MÁRTIRES
Vean no más si esto es leche,
cuento,
mentira o cabriola;
porque, ni
parece bola
de don
Ciriaco Escabeche.
Allá van noticias ciertas,
5
en puertas;
que andan
sonando por ahí:
velay.
No sé si
será moquillo
blanquillo,
10
pero se dice
que Urquiza,
¡qué risa!,
ya viene por
San José
¡che, che!,
arriando
mucho ganao
15
salao;
y una
inmensa caballada
pintada:
pues se ha
guasquiao señó Justo
por gusto,
20
sólo a darle
un convite
muy currutaco,
hoy viernes
que es el día
de don CIRIACO.
¿Será verdad? Digamé
25
quién sea
más entendido;
porque yo
estoy persuadido
que es
moquillo: pero ¡qué!
Si no tiene la noticia
malicia,
30
ni parece contra fuego,
tan luego,
ahora que está el COMODOR
de humor
de ir a pasiar al Cerrito
35
prontito,
y darle con sus ingleses
entreses;
pues el hombre anda en la güena,
y suena,
40
que no les cuenta ni dos,
¡por Dios!,
¡que en la primera
ya le atraca a Ciriaco
la Lujanera
45
Con que ansí, siga la historia
de Urquiza,
porque han sabido
que al
COMODOR le ha escrebido
primores
doña VITORIA.
Retruco a
Rosas por una infame calumnia que publicó en Buenos Aires respecto al señor
general don José María Paz
[Retruco a
Rosas]
Gaucho embustero, mentís
brutalmente
en cuanto hablás
contra del
general PAZ,
y en lo
demás que decís.
Pues de
balde te aflijís,
5
ya tu carta es
conocida,
y en todas
partes sabida
la aflición
en que te hallás;
y para
apurarte más
yo te
buscaré la vida.
10
Juan de Dios
Oliva y otros dos gauchos orientales platicando el día 11 de junio de 1843 en
el campamento del general don Frutos Rivera
[Diálogo que
en el campamento del general Rivera tuvieron los gauchos orientales, Oliva,
Zamora y Vicente, sobre las causas que produjeron la guerra de Rosas y Oribe
contra la Banda oriental]
JUAN DE DIOS
Con que, mi amigo Vicente,
¿de adónde
sale?, apiesé;
venga al
fuego, arrimesé:
¿cómo le va?
VICENTE
Lindamente,
ño Juan de
Dios: ¿cómo está?
5
JUAN DE DIOS
Alentao, sin novedá,
amigo, hasta
la presente.
VICENTE
¡Mire el diablo!, y se corrieron
de su salú
malas mentas,
pues, en
resumidas cuentas,
10
ha de saber
que dijieron:
"a ño
Juan de Dios lo han muerto",
y yo creí
que fuera cierto,
porque como
usté es mansito
para las
balas, lueguito
15
se lo
asiguré a Ludueña.
JUAN DE DIOS
¡La gran p... ulida y risueña!,
eso ya es
mucho decir:
¿si me andaré
por morir?
Escuche, amigo Zamora,
20
las mentas;
porque una mora
fría me sacó
una achura
me creen en
la sepultura
o en la
cuchilla estirao,
cuando estoy
tan alentao
25
y me siento
tan güenazo.
¡Pero qué!, ¡quién hace caso!
Yo nunca
creo en visiones,
ni excuso
las ocasiones;
porque nada
me hace estorbo
30
tratando de
meniar corvo
¡Qué Cristo!, he de forcejiar
y me he de
hacer aujeriar
una y diez
veces, primero
que ver mi
Patria, aparcero,
35
esclava de
un asesino,
como ese vil
argentino
que nos
quiere suyugar.
¿No es esto
muy rigular?
VICENTE
Sí, amigo, ¡pues no ha de ser!,
40
y así los
hemos de hacer
c... ejar a
esos saltiadores
asesinos,
forzadores,
y muy
pronto...
JUAN DE DIOS
Deje estar
que luego
hemos de acabar
45
con toda esa
sabandija,
de siguro, y
a la fija:
y a ellos se
les hace broma,
pero si
medio se asoma
Pacheco por
la cuchilla,
50
frutos
Rivera ni ensilla...
y en pelos
me lo desloma
De balde
anda matreriando;
aquí lo
andamos ronciando
día y noche,
ya lo ve.
55
Además, andan a pie:
y así el
viejo los apura;
luego
después la flacura
que ya los
tiene a gatitas,
y si no
montan mulitas,
60
montarán en
osamentas
o en rocines
a la cuenta.
VICENTE
Así ha de ser: pero, ¿ha visto
al tal
Oribe? ¡Por Cristo!,
amigo,
¿quién pensaría,
65
que don
Manuel nos traería
tal guerra y
calamidá?
¡Un
oriental!... ¡qué ruindá!,
costiarse de
la otra banda,
porque ese
Rosas lo manda
70
a trairnos
la guerra a muerte;
¡ha visto
cosa más fuerte!
JUAN DE DIOS
Mesmamente: ¡es cosa cruel!,
pero el
paisano Manuel,
hace una
máquina de años
75
que nos preparó
estos daños
y desgracias
que recién
en nuestra
tierra se ven.
Doce años hacen cabales,
a que nos
armó estos males;
80
y él solo
por sinrazones
que en
tiempo de los barbones
tuvo allá
con don Frutoso,
ahora se
viene furioso
contra
inocentes paisanos:
85
que todos
somos hermanos
y no lo
hemos ofendido.
¿Qué causa,
pues, ha tenido
para que
venga tan cruel
unido a ese
Juan Manuel,
90
a matarnos
sin piedá?,
¿ha visto
barbaridá
de esta
laya? Velay mate:
y si quiere
que relate
la causa sin
que me entibie,
95
es menester
que me alivie
con un
cigarro, si tiene.
VICENTE
Amigo, al pelo le viene:
tengo aquí,
pero no es naco
sino una
hostia de tabaco
100
que me dio
un francés que masca;
tome...
pite, y dele guasca.
Lárgueme a
mí la caldera,
yo cebaré
mientras quiera
cimarroniar;
siga, amigo.
105
Gracias a
Dios que consigo
el oírlo
moralizar,
y que me
quiera explicar
la causa de
esta custión:
a pesar que
la razón,
110
¿quién la
tiene?...
JUAN DE DIOS
Le diré
ciertamente,
creamé:
En el año treinta y dos...
¿por julio?,
sí, Juan de Dios;
estaba
Frutos Rivera
115
de
presidente, y afuera
por el
Durazno se hallaba,
y Oribe
entonces estaba
de
comendante del puerto.
¡Como hay
Dios!, esto lo es cierto.
120
Vivíamos felizmente;
¿se acuerda,
amigo Vicente?,
cuando por
fatalidá
armaron en
la ciudá
la primer
revolución,
125
origen de
esta custión.
Fue en julio..., sí; el día tres:
pues me
acuerdo que esa vez
se solevó un
batallón
con el
coronel Garzón
130
gritando:
¡muera Rivera!
No hay duda que Oribe era
figurón en
el motín:
pues todo se
sabe al fin;
y aunque no
se puso al frente,
135
he oído
generalmente
una porción
de ocasiones,
que los dos
jefes Garzones,
como los dos
Lavallejas,
de Oribe
tenían quejas;
140
porque en
aquella ocasión,
diz que les
hizo traición
y que los
abandonó
cuando él
los comprometió
y los metió
hasta el cuadril.
145
¡Mire si es
partida vil
en don
Manuel! -Adelante.
Pues, señor, desde el istante
en que se
alzó la pueblada,
luego le
hicieron la armada
150
y a don
Frutos se la echaron,
y por
fortuna le erraron.
Rivera estaba inorante
que le iban
a echar el guante
con miras de
asesinarlo;
155
y derechito
a matarlo
fueron, ¿qué
duda nos queda
pues el
capitán Ojeda
lo atropelló
con Santana;
pero por una
ventana
160
el Viejo fue
tan feliz,
que se les
hiso perdiz,
y en cuanto
saltó de allí
cogió y se
azotó en el Yi
Yo no sé cómo está vivo
165
porque con
un gomitivo
de Larruá se
echó en el río:
si no es
eso, ¡Cristo mío!,
ahí lo
atrasan fieramente,
pero al fin
llegó a su gente
170
que estaba
del otro lao,
donde se
puso alentao
y formó su
reunión.
Entre tanto, de mirón
Oribe se
dejó andar,
175
y en cuanto
vido flaquiar
a sus
amigos, salió
y vino, y se
recostó
a don
Frutos, por si acaso.
El Viejo que es tan güenazo,
180
no se dio
por entendido,
y habiéndolo
recebido
con la mejor
voluntá,
le brindó
con su amistá,
que Oribe se
la almitió
185
y también se
la juró.
Siguió la revolución
flaquiando
cada vez más,
hasta que
don Frutos... ¡tras!,
le dio un
golpe y la aplastó;
190
y a todos
los aventó
a los
quintos apuraos,
pues
salieron a dos laos
en cuanto
nos divisaron,
y ahí no más
se terminaron
195
la guerra y
las disensiones
como en otras
ocasiones.
Don Manuel a la ciudá
cayó luego
con Rivera
que en
cuanto llegó de afuera,
200
en prueba de
su amistá,
con gusto y
sinceridá
lo hizo
ministro de guerra,
que es un
cargo en esta tierra
más grande
que general;
205
y naides lo
tuvo a mal.
Lejos de eso, lo aplaudimos,
y los
paisanos dijimos:
ya no habrá
más anarquía,
pues marchan
en armonía
210
Oribe y
Frutos Rivera;
¡ah,
tiempo!, ¡ojalá volviera!
En fin subió don Manuel
a ministro,
como he dicho;
y como santo
en un nicho
215
don Frutos
se veía en él.
Siguió
fingiéndose fiel
don Manuel,
en la aparencia,
porque ya la
presidencia
de Rivera
iba a cesar,
220
que era todo
su anhelar;
desde que
don JUAN ANTONIO
salió
llamando al demonio
y renegando
de Oribe.
En esto bien se percibe,
225
que don
Manuel, al dejarlo
solo, trató
de obligarlo
a disparar
al infierno,
para subir
al gobierno;
porque sólo
Lavalleja
230
podría sacar
la oreja
a todo el
que pretendiera
mandar
después de Rivera.
Y mesmo, así sucedió:
Lavalleja
disparó
235
abriéndole
la tranquera
para que
Oribe pudiera
conseguir
sus pretensiones.
Llegaron las eleciones,
que es lo
mesmo que apartar
240
aquel que ha
de gobernar:
y se nombran
capataces,
o mozos
todos capaces
de elegir el
más mejor,
y Rivera por
favor
245
lo señaló a
don Manuel,
diciendo:
que "sólo él
debia montar
el potro,
y que
después ningún otro
sería buen
presidente".
250
Alvierta,
amigo Vicente,
no faltó en
esa ocasión
quién
cruzara el mancarrón
y le dijiera
a don Frutos:
"¡Mire
que muchos disgustos
255
le va a
causar don Manuel!
No se empeñe
usté por él".
Entonces Frutos Rivera
les
contestó, que: "cualquiera
hiciera la
oposición;
260
que era
libre la opinión
en ese
particular;
(y dijo): me
he de empeñar
para que
Oribe gobierne,
aunque a mí
no me concierne
265
meterme en
el nombramiento";
y otro le
dijo al momento:
"pues
yo me voy a oponer".
"Amigo, lo puede hacer,
No meta
bulla;
270
y si sale
con la suya
crea que lo
sentiré".
Pues cabalmente así fue,
que el
hombre fiero se opuso;
pero Rivera
que es buzo
275
y no se
ahuga en los arroyos,
le largó
todos los rollos
al lazo de
su esperanza,
y lo soltó
en la confianza
que al dar
el Viejo un tirón,
280
la más
fuerte oposición
él la haría
sujetar,
y el suelo
vendría a dar
ganando al
fin la eleción.
VICENTE
Tome, amigo, un cimarrón
285
no se le
seque el garguero.
¡Ah, cosa
linda, aparcero!,
¡eh, pucha,
que está ilustrao
en todo lo
que ha pasao!
JUAN DE DIOS
Pues, señor, que lo nombraron,
290
y viera con
qué alegría;
salvas y
musiquería,
y también le
repicaron:
por las
calles lo aclamaron
las gentes
de la ciudá,
295
y fue con
temeridá
lo mucho que
se alegraron.
Así lo engolosinaron
en cuanto
subió al poder,
cosa que no
es bueno hacer
300
jamás entre
los paisanos.
Ese día, él dio las manos
a todos al
despedirse:
y yo me acuerdo
que al irse
del Fuerte,
allí en un salón,
305
le dijo a la
reunión
con una voz
muy contrita:
"¡Compatriotas!
Dios permita
que esta
pública alegría
dure hasta
el último día
310
que yo
descienda del mando";
y ya salió
trompezando.
De esta manera legal
largó el
mando don Frutoso;
y Oribe lo
hizo gustoso
315
comendante
general.
Salió Rivera a campaña;
y el diablo,
amigo, quizás,
cuando todo
estaba en paz,
vino a meter
la zizaña
320
aunque no
fue cosa extraña
la vuelta
que Oribe dio,
pues luego
se le cambió
al mirarse
poderoso,
faltándole a
don Frutoso
325
en todo a la
buena fe.
Lo primero que hizo fue
llamar a los
emigraos
que él mismo
dejó ensartaos:
y al momento
de llegar,
330
a todos los
hizo armar.
Eso sólo fue un capricho
de don
Manuel; pues me han dicho,
que don
Frutos al salir
no le dejó
de pedir,
335
y le rogó
por su madre,
que "en
caso que a su compadre
Lavalleja lo
llamara,
tan de
pronto no lo armara,
porque es
viejito fogoso,
340
y pudiera
rencoroso
guardarle un
resentimiento
y darle
algún sentimiento.
"Que le avisara al llamarlo
para venir a
amansarlo,
345
y Rivera
respondía:
Que el
compadre volvería
a su rango y
su valer,
como al
mismo tiempo a ser
como de
antes su aparcero
350
y su viejo
compañero".
Pues, vea: Oribe solito
lo hizo
venir calladito,
y le dio una
división
con su
segunda intención,
355
y los demás
emigraos
toditos
fueron armaos,
sin que don
Frutos dijiera
ni una
palabra siquiera,
porque no
quiso hacer caso
360
y le sufrió
el chaguarazo.
Dígame, aparcero, ahora:
¿si acá el
amigo Zamora
ve que usté
y yo nos tiramos,
y de firme
nos pegamos
365
hasta
ojalarnos el cuero,
reparando el
compañero
que usté al
fin de la disputa
dispara
hasta la gran p...
renegando
contra mía,
370
y conmigo en
armonía
queda Zamora
en mi rancho,
y me hace
después un gancho
metiéndolo
en mi cocina
a usté con
su garabina,
375
sin avisarme
"esto pasa",
viviendo en
mi mesma casa;
si de Zamora
me quejo,
será una
ofensa?...
VICENTE
¡C... anejo!,
eso sería
chanchada.
380
JUAN DE DIOS
Pues así fue la jugada
que a don
Frutos le hizo Oribe.
En seguida, va y escribe
unas cartas
muy rabiosas,
que Rivera
entre otras cosas
385
le asiguró
por afuera,
y en todas
decía que "era
don Frutos
un salteador";
y para
hacerla mejor,
por órdenes
terminantes
390
le quitó los
comendantes
de cada
departamento:
cosa que la
hizo de intento,
y el mandar
matar a Osorio
como es
público y notorio
395
por agraviar
a Rivera,
que andaba
por la frontera
sirviéndole
a don Manuel,
después que
se vio con él
y don Llambí
en Cerro Largo
400
que tuvo su
rato amargo
por no
mostrarse ofendido,
que de no,
¿qué hubiera sido
de Oribe en
esa ocasión?,
pues ya
tenia razón
405
don Frutos
para amolarlo,
y no hizo
sino palmiarlo
mostrándole
buen agrado,
para no
verse obligado
a dar lugar
a otros males,
410
ni armar
guerra entre orientales;
hasta que al
fin reventó,
porque Oribe
lo hostigó;
y al llegar
del Cerro Largo,
le mandó
quitar el cargo
415
y que bajara
lueguito
para
agarrarlo mansito.
Pero Rivera no es lerdo;
pues todavía
me acuerdo
que allá le
armó una ensilgada,
420
y le largó
esta empalmada.
Pues, señor, lo llamó a Luna
que estaba
allí por fortuna,
y le dijo
que ensillase
y a la ciudá
se largase,
425
fingiendo
que con don Frutos
tenía
grandes disgustos.
Para esto mandó quitarle
una
estancia, a fin de darle
todo el
valor al moquillo,
430
y el viejo
Luna que es pillo
se le agachó
y del tirón
vino a dar
hasta el Cordón,
y anduvo por
ahí renguiando,
y en voz
alta renegando
435
de Rivera, y
qué sé yo.
Oribe se la tragó;
porque lo
mandó llamar,
y, al
empezarlo a tantiar,
le ofreció
que le daría
440
el Fuerte y
la Polecía.
Luna se mostró blandito,
y entonces
don Manuelito
le hizo dar
una partida
para que
fuese en seguida
445
y a don
Frutos le prendiera
de atrás,
aunque más no fuera.
Salió Luna y del camino
al Viejo se
lo previno;
y éste los
hizo aguardar
450
con su
escolta, y al llegar
les menió
lata y estaño
y con este
desengaño
Rivera se
resolvió
en cuanto
Luna volvió,
455
porque no es
zonzo ninguno
tratando del
número uno;
y porque
entonces no vino
y se puso en
el camino
a dejarse
trajinar,
460
entró Oribe
a alborotar:
"¡El
indio Frutos se ha alzao!
¡Es un
malevo!, ¡un malvao!,
¡que está
haciendo reuniones!".
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Velay tiene las razones
465
porque al
Viejo nos juntamos,
y en seguida
nos topamos
allá en la
Carpintería
Yo no sé qué más quería
don Manuel
esa ocasión.
470
Él era
primer mandón;
toditos le
obedecían;
las
muchachas lo querían;
y ÉL ¡que es
tan aficionao!,
que eso lo
tiene atrasao.
475
En fin, ese es cuento aparte:
sí, señor:
por otra parte,
don Frutos
no le faltaba,
al
contrario, lo halagaba;
cuando en
esto redepente,
480
de incapaz y
de imprudente
con Rivera
se trenzó,
y el Viejo
lo castigó
en Yucutujá
en el Yi,
y en Palmar,
¿no es así?
485
Entonces,
dígame, amigo
(fijese en
lo que le digo)
¿por qué
venció don Frutoso?,
¿será por
ser más buen mozo?
Claro es que
no: luego ha sido
490
porque
Rivera ha tenido
siempre más
linda opinión,
y mejor
disposición
que don
Manuel, siete veces;
pues no
precisa intereses,
495
porque todos
lo hemos visto
que don
Frutos sin un cristo
anduvo por
Portugal
como una
águila imperial
Cuando la
traición de Raña;
500
que bien la
pagó, el lagaña
mientras que
Oribe tenía
todito
cuanto quería:
armas,
moneda, soldaos
y barcos por
todos laos.
505
Con todos
estos avíos
y los negros
de Entre Ríos,
tristemente
lo vencimos
cuatro
gauchos que vinimos,
y él dice
que con porteños,
510
con los
cuales hizo empeños
Rivera por
desbancarlo.
A ninguno
fue a buscarlo
don Frutos;
y si vinieron,
tan
solamente lo hicieron
515
muy pocos
esa ocasión,
y ¿sabe por
qué razón?,
por
muchísimas diabluras
que Oribe en
sus calenturas
mandó hacer
en la ciudá,
520
quitando la
libertá
para
escrebir en la imprenta,
y agarrando
por su cuenta
a una
porción de argentinos,
porque eran
hombres ladinos
525
y hablaban
fiero de Rosas,
a quien ante
todas cosas
Oribe empezó
a adular,
queriendóselo
ganar
por si acaso
disparaba,
530
para ir a
donde él mandaba
a someterse
a ese güaso
degollador,
ladronazo,
como lo hizo
sin rubor.
¡Eso, sí, es
buscar favor
535
de un
porteño infame y ruin!
¿No es así,
amigo Martín?
MARTÍN
Cabal, amigo: pues no;
y si Rivera
almitió
argentinos a
su lao,
540
fue uno que
otro desgraciao,
y cada uno
conocido,
pues todos
habían sido
compañeros
en la guerra
del Brasil,
cuando esta tierra
545
llegó a ser
independiente;
y no era
como esa gente
que viene
con don Manuel,
degolladores
sin hiel,
mashorqueros
corrompidos
550
y diablos
desconocidos,
coroneles,
generales,
de allá de
los federales,
y nada más
que de allá.
JUAN DE DIOS
Eso es la pura verdá;
555
Oribe se ha
envilecido,
desde que se
ha reunido
a esos viles
saltiadores;
y él es uno
de los piores...
VICENTE
Amigo, no se caliente,
560
y lo pille
el presidente
Rosín
-mashorqui- legal.
Mire que es
hombre formal,
y dicen...
JUAN DE DIOS
Calle, no diga;
que da dolor
de barriga
565
oírlo llamar
presidente.
¿Se acuerda, amigo Vicente,
cuando
después del Palmar
los hicimos
encerrar
dentro de la
ciudadela?,
570
¿que esa vez
casi se cuela
don Frutos
en la ciudá,
y hace una
barbaridá
si lo pilla
a don Manuel,
que estaba
con el cordel
575
(como quien
dice) al pescuezo?
VICENTE
¿Y qué tenemos con eso?
JUAN DE DIOS
¡Qué hemos de tener!, aguarde:
pues, señor,
en una tarde
que yo caí
del Peñarol
580
antes de
ponerse el sol,
vi un coche
en el campamento;
ya andaba
sonando el cuento,
y eran
ciertos los rumores,
pues
vinieron tratadores
585
a hacer la
paz con el Viejo
y estuvieron
en consejo
cuatro o
cinco diputaos,
que vinieron
bien delgaos
porque la
carne escaseaba,
590
con todo, le
dieron taba
al general,
y por fin
largaron un
boletín
en el que
Oribe firmaba,
"que
hasta hoy no más aguantaba,
595
pues como
era inconveniente
el que fuera
él presidente
para que la
paz se hiciera,
se hacía
José de afuera
muy contento
y muy ufano,
600
escribiendo
él de su mano
aquella
renunciación
ante toda la
nación",
y no sé qué
más decía.
Pues, amigo, al otro día
605
alzó moño a
la otra Banda,
y desde
entonces ha que anda
nombrándose
Presidente
a todo vicho
viviente.
Y como el
Restaurador
610
es gaucho de
buen humor,
en cuanto
fue, le dio cuerda,
y después lo
echó a la... mi... licia;
y en esa
mesma ocasión
mandó con la
otra invasión
615
al pobre
Pascual Badana;
y le reculó
macana,
al
Presidente corrido,
cuando éste
debió haber sido
el general
esa vez.
620
Pero Rosas, al revés,
lo mandó por
los rincones,
de Entre
Ríos y Misiones,
donde anduvo
de ordenanza
de López:
esto no es chanza.
625
Se me hace que lo estoy viendo
a don
Manuel; que leyendo
esta mi conversación,
dice así:
"tiene razón
Juan de
Dios: ¡si será el diablo!".
630
También dirá
don Juan Pablo
el general:
"es verdad";
porque ésta
es la rialidá:
créalo,
amigo Martín,
anduvo así,
hasta que al fin
635
Rosas lo
mandó a esas tierras
de para
arriba, a las guerras,
en donde le
hizo servicios
y mandó
hacer sacrificios,
piores que
Poncio Pilatos,
640
de incendios
y asesinatos,
robos y
degolladuras,
reyunadas y
forzaduras,
y agenció
esos compañeros
que ahora
trae, los mashorqueros,
645
con los que
hizo esas hazañas;
y todavía,
¡qué entrañas!,
quiere su
patria entregar,
¡a Rosas!,
por gobernar
cuatro días
a lo sumo,
650
porque
luego, como el humo,
le quita el
mando VIOLÓN
o cualquier
otro ladrón
de esos que
vienen con él,
y al
presidente Manuel
655
me le sacan
el pellejo
en cuanto
chiste; eso es viejo.
¿O estará Oribe en la creencia
que hoy
juega Rosas el resto,
para después
de todo esto
660
largarle la
presidencia?,
y que para
el Vuecelencia
nos llena
nuestra campaña
de mazorca,
media caña,
refalosa,
moño, cinta,
665
y sobre
todo, la quinta
esencia del
ladronicio?
Un hombre
con tanto vicio,
tan cruel y
tan ambicioso,
tan vil y
tan revoltoso
670
como ese
Restaurador,
que ha
llenado de terror,
¡trece años,
como un rabioso!
¡A propósito
es el mozo!
VICENTE
No, amigo, ya don Manuel
675
quisiera
zafarse de él,
sacándose la
manea.
Créalo, que
tal desea:
pero está
muy apretao,
abatido y
ultrajao;
680
porque ya
sin disimulo
le dicen,
que es hombre nulo,
entre esos
mesmos rosines,
tal son de
bajos y ruines;
y ¿qué ha de
hacer?, se sostiene,
685
pues más
remedio no tiene.
ZAMORA
¿Por qué de ellos no se aleja,
como lo hizo
Lavalleja,
y como lo ha
hecho Garzón?
También esos
hombres son
690
enemigos de
don Frutos:
y por eso,
¿como brutos
han de venir
contra nuestra?
En esto bien
se demuestra
que sólo
Oribe es malvao:
695
así se ve
abandonao
aun de sus
mesmos amigos,
que hoy
están siendo testigos
de la triste
situación,
miseria y
desolación
700
en que su
tierra ha sumido,
y ahí lo
contemplan metido
entre
taperas quemadas
y de cabezas
cortadas,
lleno de
peste y flacura,
705
enfermo de
calentura
y rodeado de
asesinos,
que los
pueblos argentinos
y que la
Banda oriental
han
cercenado a puñal
710
por orden de
don Ciriaco,
que así se
llama ahora el Flaco.
Y el
apellido también
se lo ha
puesto, ¡ah, cosa fiera!
Alderete...
¡Si supiera
715
de a dónde
lo fue a campiar!
Oiga, le voy
a contar,
como Curro
me ha contao,
que no es
andaluz negao.
Cuando las primeras guerras,
720
que apenas
por estas tierras
indios había
y chimangos,
cayeron los
maturrangos
al mando de
un tal Cortés,
que el rey
de España esa vez
725
a Méjico lo
mandó
y fue quien
lo conquistó.
Ahí vino de habilitao
un Alderete
mentao
y más ladrón
que Turpín
730
porque a un
tal Guatimocín
que era el
Rey de aquellos pagos
cuentan de
que le hizo estragos
porque
Alderete era moro,
y, por soliviarle
el oro
735
al indio, lo
atormentó
fiero y lo
descoyuntó,
y cuando lo
hizo cecina,
hasta le
robó la china.
Mire que bien ha elegido
740
de Alderete
el apellido.
Con que así,
amigo Vicente,
vea si
estará caliente.
VICENTE
Debe estar, porque sin duda
se le ha
puesto peliaguda
745
la custión
en esta vez,
y es preciso
ver lo que es
ese ejército
pueblero.
¡Qué
soldados, aparcero,
esos Guardias
Nacionales!,
750
¡qué gefes,
y qué oficiales!,
¡y esos
siete batallones
de morenos
que son liones!
¡Ese
Marcelino Sosa
¡que canta
la pegajosa
755
con su
escuadrón todo el día!,
y lo que es
pior todavía,
todita esa
francesada
que al
sentir la rosinada
se juntan
como aguaciles,
760
atraviesan
los fusiles
y a bayoneta
calada
atropellan
de coplada
cuando
gritan: ¡Al avante!,
llevándose
por delante
765
cercos,
zanjas y palenque,
y los sacan
a rebenque
a los
rosines... ¡barajo!,
¡gente que
les da trabajo!
Luego de ahí, la italianada,
770
también
gente desalmada:
¡eh, pucha,
pero si viera!,
se topan con
los de afuera;
y al grito
de... ¡Sacramento!,
les atajan
el aliento
775
a fuerza de
bala y tiza;
y siempre
muertos de risa.
Vea pues lo
que ha ganao
Oribe cuando
ha dejao
de ser
paisano oriental
780
por ser
rosín federal.
JUAN DE DIOS
Como ya lo es, y se explica
desde que a
todo le aplica:
¡Viva la
Federación!,
que es decir
en conclusión
785
Viva la
Mashorca y Rosas.
¿A qué
vienen esas cosas?,
si acá somos
orientales,
gauchos
todos liberales,
¿por qué nos
pretende uñir
790
y que nos
haga morir
en el yugo
ese tirano?
No, amigo Ciriaco, en vano
son sus
viles pretensiones:
arruine las
poblaciones,
795
degüelle, saque maneas,
de su cuero
las correas
han de salir
algún día.
Ya ve que la
gauchería
del viejo
Frutos Rivera
800
le viene
haciendo manguera.
Ande vivo, le aconsejo,
que ya para
zonzo es viejo.
Mire si está la estribera
sigura,
porque pudiera
805
que se le
corte un estribo,
y yo no he
de andar esquivo
si lo pillo
medio a pie,
pues la
refalosa...
ZAMORA
¡Che!
Esa será la
infinita
810
que le
toquemos... ¡Ah, hijita!
En fin,
vamos a ensillar,
que ya
empiezan a tocar
los
clarines.
JUAN DE DIOS
¡Ah, rosines!
Siquiera fuese a la carga;
815
porque esa
ha de ser amarga
y
prontito... ¿No se le hace?
ZAMORA
Amigo, quizás no pase
de quince
días lo más.
Ya lo ve,
como Aguarás
820
anda don
Frutos vichando.
Mírelo; ahí
viene bajando
por la
cuchilla...
VICENTE
¡Qué pingo!
¡Como de día
domingo!
JUAN DE DIOS
Amigo, así están toditos
825
delgados...
y parejitos,
como para
una pregunta
y agachársele
en la punta,
mañana si
Dios quisiera,
gritando,
¡viva Rivera
830
y el
Gobierno Nacional!
ZAMORA
¡Viva!, ¡y nuestro general
Aguiar, y
viva Medina,
que es
amargo como quina!
VICENTE
Y ¡vivan los
coroneles
835
siempre
patriotas y fieles,
Silva,
Blanco y Estivao;
Viñas,
Flores, y el mentao
Luna, y
Báez, Cuadra, Camacho,
y
Olavarría!...
JUAN DE DIOS
¡Qué cacho
840
es, amigo,
ese oficial!,
es buen mozo
y ternejal
de lo lindo
lo mejor.
¡Que viva el
Rubio-valor!,
así lo hemos
de llamar.
845
VICENTE
¿Y a PAZ?
JUAN DE DIOS
El manco de amar
de todos los
orientales;
y a Pacheco,
el Rubio..., males
de Rosas y
los Ciriacos,
porque a
todos los trai flacos.
850
VICENTE
Y ¿a ese coronel mentao
del sombrero
arremangao
que le
llaman GARIBALDE?
JUAN DE DIOS
Ese, amigo, ni de balde
se puede
chanciar con él.
855
Es más bravo
que un infiel,
y patriota
el italiano:
ahí le tengo
un rabicano
para dárselo
cuando entre,
donde quiera
que lo encuentre.
860
VICENTE
Pues yo, amigo, al comodoro
inglés le
guardo mi moro
que es lo
más que puedo hacer,
porque como
a mi mujer
lo apreceo,
esto es verdá,
865
pero es de
mi voluntá
que él lo
muente, si le agrada.
Siendo
así... no he dicho nada.
JUAN DE DIOS
Con que, será hasta la vista,
que ya me
voy a la lista.
870
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esto dijo Juan de Dios
del modo más
agradable;
y luego se
prendió el sable
montó a
caballo y trotó.
Martín
también se largó
875
para su
escuadrón lueguito,
y Vicente al
galopito
campo ajuera
enderezó.
El gaucho
Jacinto Cielo
Con este
título apareció un periódico en Montevideo, y en su primer número publicado el
14 de julio de 1843 les dirigió las salutaciones siguientes al público y a
todos los periódicos que en aquellos días se publicaban en la plaza sitiada
[Salutaciones
del gaucho Jacinto Cielo al público de Montevideo y a los periódicos, El
Nacional, El Constitucional, El Patriota Francés y El Britania, diarios que se
publicaban entonces en Montevideo sitiado]
AL PÚBLICO
Pueblo de todo mi afeto,
allá va
Jacinto Cielo
echándose
por el suelo
en prueba de
su respeto:
que aunque
rudo y gaucho neto,
5
venera a la
sociedá;
de suerte y
conformidá,
que si
comete un error
al largarse
de escritor,
no será de
voluntá.
10
AL NACIONAL
Un gaucho sin más caudal
que las
bolas y el apero,
hoy sale de
gacetero
paisano del
Nacional:
como a viejo
ternejal
5
y amigo de
los paisanos,
le besa el
gaucho las manos,
y le promete
ayudar
a escrebir y
proclamar
la ley
contra los tiranos.
10
AL
CUSTITUCIONAL
Amigazo y compañero,
si me
permite llamarlo:
dispense que
al saludarlo
lo haiga
dejao el tercero.
Un cariño
verdadero
5
lo ofrezco
con amistá,
pues me
gusta su lealtá,
y respeto su
saber
para hablar
y defender
la Patria y
la Libertá.
10
AL PATRIOTA
FRANCÉS
Aunque usté no es oriental,
señor
patriota francés,
los gauchos
sabemos que es
un patriota
liberal,
y como es
acidental
5
ser francés
o americano,
lo estimo
como a paisano,
porque dice
quien lo entiende,
que usté muy
lindo defiende
la causa
contra el Tirano.
10
AL BRITANIA
Señor Britania: un tesoro
es su modo
de escrebir,
pues lo he
oído trasducir,
y me ha
parecido de oro
su pico; así
es que lo adoro
5
por ser el
primer inglés
que, clarito
y sin doblez,
le ha dicho
a don Mendevil
que
fieramente servil
se ha
mostrado de esta vez.
10
A principios de julio de 1843 se hallaba el
ejército sitiador de Montevideo tan hostilizado a retaguardia por las fuerzas
orientales del GENERAL RIVERA, que el titulado Presidente Legal don Manuel
Oribe tuvo que despachar con una fuerte división de caballería al general
Núñez, encargándole muy especialmente, que del Departamento de la Colonia le
remitiera tropas de ganado para abastecer al ejército, y también algunas
yeguadas y potros para amansar, pero como el general Núñez anduvo muy lerdo
para tales remesas, en un día apuradísimo, el Presidente legal le escribió la
súplica siguiente, a la cual Núñez contestó con el parte de su derrota, que va
a continuación.
Al señor
general don Ángel Núñez
[Súplica que
desde su campamento en el Cerrito le hizo el general Oribe a su subalterno
Ángel Núñez en campaña, pidiéndole qué comer]
Cerrito de
la Victoria a 16 de julio de 1843.
Núñez: ¡por Dios, Angelito!
¡Mandame
ganao!, ¡ganao!,
porque estoy
esperanzao
tan sólo en
vos, hermanito.
Mandá ganao,
te repito:
5
toros,
novillos o vacas;
aunque se
caigan de flacas
lo que yo
quiero es ganao;
pues sino,
desesperao,
me comeré
las petacas.
10
MANUEL ORIBE.
Lastimosísimo
parte oficial, que desde la Colonia del Sacramento, le dirige el traidor
general Núñez a su Presidente legal don Manuel Oribe, dándole cuenta de haber
sido derrotado por el valiente coronel oriental don Venancio Flores en la
Horqueta del Rosario el 18 de julio de 1843, día del aniversario de la
Constitución de aquella República
[Contestación
del general Ángel Núñez a su hambriento titulado Presidente legal de la
República oriental]
Al excelentísimo señor Presidente legal
de la República oriental del Uruguay, Brigadier General don Manuel Oribe y
"Alderete".
¡Viva la
Federación!
¡Muera el
salvaje unitario
manco Paz!,
¡y el incendario
anarquista
Pardejón!
En la Horqueta del Rosario;
5
día del
Universario
de nuestra
Costitución,
¡nos han
tocado el violón!
Mi estimado Presidente;
participo a
Vuecelencia,
10
que el día
de nuestra ausiencia
se me acabó
el aguardiente,
pues se
largó mi asistente
aonde se
hallaba Estibao
y lo impuso
de contao
15
de toda mi
expedición,
resultando
en conclusión
que el
diablo se la ha llevao.
Yo empecé a juntar potrada,
y toros, y
algunas yeguas,
20
pero no me
daban treguas
para
remitirle nada;
pues toda la
Salvajada
se alborotó
a mi salida,
y me han
tenido en seguida
25
tan
sumamente apretao,
que nunca,
nunca he pasao
susto más
grande en la vida.
Hasta que hoy de trasnochada
FLORES se me
apareció,
30
y a Estibao
se reunió
para darme
una sabliada.
Yo aguardé
la atropellada;
pero como no
soy ñato,
en cuanto
tomé el olfato
35
a pura gente
resuelta,
ahí no más
me les di güelta
haciendo
¡fus! como el gato.
Crea, señor, que disparo
no por
cobarde, sino
40
porque
claramente yo
veo los
bueyes con que aro:
pues entre
su gente es raro
el hombre
que medio aguante;
así fue que
en el istante
45
que los
salvajes cargaron,
mis rosines
me llevaron
como a
bagual por delante.
Después de eso, disparamos
todos tan en
confusión,
50
que soltamos
el montón
de hacienda
que rejuntamos;
pero por fin
escapamos
yo y cuatro
hombres, a lo sumo,
los demás se
hicieron humo,
55
y me queda
el sentimiento
que han ido
a llevar el cuento...
¡a los
infiernos!, presumo.
Con que ansí, tenga paciencia,
mi querido
general,
60
y si me he
portado mal
dispénseme
Vuecelencia.
Siento no
hacer diligencia
ahora mesmo
por ganao,
pero allá
con bacalao
65
medio se
puede aguantar,
porque yo de
disparar
me siento
muy escaldao.
ÁNGEL NÚÑEZ el
guasquiao.
¡No se rían!
Atención y ensebarse que hoy es el último plazo
[¡No se
rían! Atención y ensebarse para sufrir el asalto del ejército de Oribe a
Montevideo]
Trincheras,
a 25 de agosto de 1843.
Sabrán, paisanos, al fin,
que hoy
veinticinco sin falta,
Alderete nos
asalta,
y nos mete
el espadín
Ahí vendrá
Maza violín,
5
y esto no
queda en amago,
¡luego verán
el estrago
que nos hace
don Ciriaco!
¡Ah, general
currutaco!,
no lo pean,
que es del pago
10
Ésta es la última amenaza,
hoy mesmo se
colarán.
cola alzada,
los verán
sin mosquiar
hasta la plaza.
Todos vienen
de coraza,
15
y don Turpín
con serrucho:
¡cuidao!,
que ese barbarucho
es militar
muy foguiao;
¡ya verán
mozo alentao!
No lo pean,
que es matucho
20
Por supuesto, en el Cerrito
hoy naides
come porotos,
para evitar
alborotos
y hasta el
más leve ruidito.
Ansí ordenó
don Panchito,
25
y ese es
como la Isidora
de bravo, y
si se acalora,
¡el diablo
que le resuelle!,
siendo ansí
lo que atropelle...
no lo pean,
que es manflora.
30
Luego, desde la Estanzuela,
mandará
veinte escuadrones
a enlazarnos
los cañones
el general
don Pajuela,
que no hay
duda, se nos cuela
35
sin falta,
esta tardecita:
¿o piensan
que es mariquita?,
ya lo verán,
si atropella
lo mesmo que
una centella.
No lo pean a
Vidita.
40
Falta lo más peliagudo
y lastimoso
del lance,
que se ha de
ver cuando avance
¡don Violón
el corajudo!
A ese lo
espero, y no dudo
45
que sin
falta, a la oración,
nos pega el
atropellón.
con más
gente que langosta:
ya verán si
es poca bosta...
no lo pean a
Violón.
50
JACINTO CIELO.
La Refalosa
Amenaza de
un mashorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo dirigida al gaucho
JACINTO CIELO, gacetero y soldao de la Legión argentina, defensora de aquella
plaza
[La
Refalosa.- Amenaza que le hizo un mashorquero degollador de los sitiadores de
Montevideo el gaucho Jacinto Cielo, soldado de la Legión argentina, defensora
de aquella plaza]
Mirá, gaucho
salvajón,
que no
pierdo la esperanza,
y no es chanza,
de hacerte
probar qué cosa
es Tin tin y
Refalosa.
5
Ahora te diré cómo es:
escuchá y no
te asustés;
que para
ustedes es canto
más triste
que un Viernes Santo.
Unitario que
agarramos
10
lo estiramos;
o paradito
no más,
por atrás,
lo amarran
los compañeros
por
supuesto, mashorqueros,
15
y ligao
con un
maniador doblao,
ya queda
codo con codo
y desnudito
ante todo.
¡Salvajón!
20
Aquí empieza
su aflición.
Luego
después, a los pieses
un sobeo en
tres dobleces
se le atraca,
y queda como
una estaca
25
lindamente
asigurao,
y parao
lo tenemos
clamoriando;
y como medio
chanciando
lo pinchamos,
30
y lo que
grita, cantamos
la refalosa
y tin tin,
sin violín.
Pero
seguimos el son
en la vaina
del latón,
35
que asentamos.
el cuchillo,
y le tantiamos
con las uñas
el cogote.
¡Brinca el
salvaje vilote
que da risa!
40
Cuando
algunos en camisa
se empiezan
a revolcar,
y a llorar,
que es lo
que más nos divierte;
de igual suerte
45
que al
Presidente le agrada,
y larga la
carcajada
de alegría,
al oír la
musiquería
y la broma
que le damos
50
al salvaje
que amarramos.
Finalmente,
cuando
creemos conveniente,
después que
nos divertimos
grandemente,
decidimos
55
que al salvaje
el resuello
se le ataje;
y a derechas
lo agarra
uno de las mechas,
mientras otro
60
lo sujeta
como a potro
de las patas,
que si se
mueve es a gatas.
Entre tanto,
nos clama
por cuanto santo
65
tiene el cielo;
pero hay no
más por consuelo
a su queja:
abajito de
la oreja,
con un puñal
bien templao
70
y afilao,
que se llama
el quita penas,
le
atravesamos las venas
del pescuezo.
¿Y qué se le
hace con eso?,
75
larga sangre
que es un gusto,
y del susto
entra a
revolver los ojos.
¡Ah, hombres flojos!,
hemos visto
algunos de estos
80
que se
muerden y hacen gestos,
y visajes
que se pelan
los salvajes,
largando
tamaña lengua;
y entre
nosotros no es mengua
85
el besarlo,
para medio
contentarlo.
¡Qué jarana!,
nos reímos
de buena gana
y muy mucho,
90
de ver que
hasta les da chucho;
y entonces
lo desatamos
y soltamos;
¡y lo
sabemos parar
para verlo
REFALAR
95
en la sangre!,
hasta que le
da un calambre
y se cai a
patalear,
y a temblar
muy fiero,
hasta que se estira
100
el salvaje:
y, lo que espira,
le sacamos
una lonja
que apreciamos
el sobarla,
y de manea
gastarla.
105
De ahí se le cortan orejas,
barba,
patilla y cejas;
y pelao
lo dejamos
arrumbao,
para que
engorde algún chancho,
110
O carancho.
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Con que ya ves, Salvajón;
nadita te ha
de pasar
después de
hacerte gritar:
¡Viva la
Federación!
115
ADVERTENCIA
La composición siguiente me fue exigida
en Montevideo por mi respetable amigo el doctor don Florencio Varela, quien a
su costa la mandó imprimir con profusión para mandarla como un obsequio al
Ejército argentino libertador que en esos días invadió al Entre Ríos a las
órdenes del valeroso general Juan Lavalle.
También con esta composición celebré la
espléndida victoria obtenida por las tropas orientales al mando del señor
general don Fructuoso Rivera, sobre el ejército de don Juan Manuel Rosas, que
invadió a la República oriental a las órdenes del general don Pascual Echagüe,
el cual fue completamente vencido en la batalla de Cagancha el 29 de diciembre
de 1839.
Media Caña
del campo para los libres
[La Media
Caña del campo, para los libres]
Al potro que
en diez años
naides lo ensilló,
don Frutos en Cagancha
se le acomodó,
y en el repaso
5
le ha pegado un rigor
superiorazo.
Querelos mi
vida -a los orientales,
que son
domadores -sin dificultades.
¡Que viva
Rivera!, ¡que viva Lavalle!
10
Tenemeló a
Rosas... que no se desmaye.
Media caña,
a campaña.
Caña entera,
como quiera.
15
Vamos a
Entre Ríos, que allá está Badana,
a ver si
bailamos esta Media Caña:
que allá
está Lavalle tocando el violín,
y don Frutos
quiere seguirla hasta el fin.
Los de Cagancha
20
se le afirman al diablo
en cualquier cancha.
A ese Rosas mentao
tenemos gana
de ver si lo sobamos
25
como a Badana;
porque es la gala
de un oriental tirarse
con gente mala.
Desde el
Entre Ríos vamos a toriarlo;
30
pues Lavalle
sólo quiere basuriarlo.
Dejénselo al
Rubio, que es de su ensillar,
y aunque
muerda el freno, lo ha de sujetar.
Caña entera,
no lo espera
35
media caña,
es su maña.
Y ahora que
a Macana, que fue haciendo bulla,
la jaca
lancera le metió la pulla,
y ahora que
a Badana y al morao Urquiza
40
la
Correntinada les saca la frisa...
¡que viva Ferré,
que ha jurao a la Patria
morir o vencer!
Frente de la Bajada
45
está Lavalle,
con toda la mozada
de Güenos Aires.
Y Mascarilla,
dicen que está muy flaco
50
para morcilla.
Ea,
mascarita, veremos a ver
si sos
cualquier cosa, o has de endurecer:
allá va
Badana, juntate con él,
que es de
los más crudos de don Juan Manuel.
55
Caña aguada,
¡qué mamada!
Caña pura,
es más dura.
Dale china, dale al Restaurador,
60
que chupe y
se ponga de más buen humor.
Mirá que ya
el hombre entra a desconfiar,
que los
propios suyos lo han de traginar.
Vuelta redonda...
Allá van con Lavalle
65
los de Coronda.
Dejen no más que griten
los mashorqueros;
que quizás faciliten
de los primeros.
70
No los apuren;
que puede que al ilustre,
me lo asiguren.
Esa es buena
gente -para una voltiada,
y en
habiendo mosca -no se para en nada.
75
Vaya pues,
ingratos -no anden reculando,
al
Restaurador -váyanlo amarrando.
Media caña,
¡qué lagaña!
Como gusten,
80
no se asusten.
Aten a ese
gaucho -los convidaremos;
que por lo
demás -nos arreglaremos.
Ya ven que
la cosa -está muy ñublada,
ya ven que
Lavalle -se va a la charquiada;
85
y de esta suerte
les haremos sin duda
pitar del juerte.
Tucumán y la Rioja
y Catamarca,
90
se han puesto la divisa
celeste y blanca.
Miren qué dolor,
que La-Madrid ha voliao
al Restaurador.
95
¡Ay, Felipe,
Felipe Batata!
Mirá que la
cosa se pone muy ñata:
subite a la
torre, mirá al horizonte,
verás que se
arriman los de guardamonte.
Caña larga,
100
que descarga.
Caña corta,
qué te importa.
Tocá tu
cencerro y a los tucumanos,
llamales
devotos, deciles hermanos;
105
hermanos,
vení, vení con piedá,
que yo soy
batata de vuestra hermandá.
También los bravos
salteños ya no quieren
ser más esclavos.
110
Las muchachas porteñas
en la Campaña,
bailarán este invierno
la media caña...
con la mozada
115
que les lleva Lavalle
de la Bajada.
Que vengan,
que vengan los de barba larga,
los que a
los esclavos se van a la carga;
dicen las
porteñas hasta en la ciudad:
120
"¡Qué
lindo es un gaucho de la libertá!".
No se tarden,
vida mía,
¡qué contento,
qué alegría!
125
¡Que viva
Lavalle y los correntinos;
y los
orientales y los argentinos!
¡Jesús, cómo
tardan!, ¡cuándo los veremos
con esas
divisas que tanto queremos!
Vuelta postrera.
130
¡Viva la libertá!
¡Rosas... que muera!
Carta del
sargento Miranda al gaucho Jacinto Cielo, que le contestó con las décimas que
se leerán después de éstas
[Carta del
sargento Miranda Jacinto Cielo]
Acampamento
en el medio de la Línea, a 3 de agosto.
SEÑOR
DIRETOR DEL GAUCHO
I
Amigo Jacinto Cielo,
empriésteme
su gaceta,
que yo
también soy pueta
y en coplear
tengo consuelo;
soy su
amigazo Marcelo,
5
Miranda por
apellido,
en San
Salvador nacido,
domador de
profesión,
y patriota
de opinión
todita la
vida he sido.
10
II
Cuando vide su papel,
me alegré
como era justo,
¡y si viera
con qué gusto
lo lemos en
el cuartel!
Basta que
platique en él
15
de nuestra
guerra presente
y en nuestra
lengua, que hay gente
que ya no
nos tiene en menos,
porque ve
que semos güenos
pa escrebir
tan lindamente.
20
III
De esos otros gacetones
que salen
tuitos los días,
hablando de
extranjerías,
no
entendemos dos renglones:
los hacen
los señorones
25
tan sólo pa
la ciudá,
y nadita se
les da
que nosotros
no sepamos
por qué a
veces nos matamos,
que es una
barbaridá.
30
IV
Ansina es, amigo Cielo,
que el
gauchage se ha alegrao,
porque ve
que le han hablao
clarito, que
es un consuelo:
todo vicho
en este suelo
35
entiende lo
que usté dice,
pues es
claro que maldice
a Juan
Manuel el tirano,
y usté puede
estar ufano
que el
gauchage lo bendice.
40
V
Platique, amigo, clarito,
del modo que
va diciendo:
yo también
voy escrebiendo
un trabacuí
y un cielito,
para que lo
entienda al grito
45
la gente de
chiripá
y
calzonzillos, que está
contenta con
sus gacetas,
y Alderetes
y Alderetas
rabean en la
ciudá.
50
VI
Con que, si me da licencia,
en un lao de
su papel,
echaré
coplas en él,
y excuse la
impertinencia;
usté es mozo
de experencia,
55
y sabe que
hacer favor
nunca ha
sido deshonor;
y ya que
aparceros semos
si está de
humor, payaremos
sobre guerra
o sobre amor.
60
EL SARGENTO MARCELO
MIRANDA.
Contestación
del gaucho a su amigazo y compañero el sargento Marcelo Miranda, ternejal y
payador del pago de San Salvador
[Contestación
del gaucho Jacinto a Miranda]
I
Recebí, amigo Marcelo,
su carta tan
apreciada,
que empieza
con la versada:
"Amigo
Jacinto Cielo".
Al fin no es
chico consuelo
5
que usté me
haya saludao,
como el que
yo haiga prendao
a un
patriota y payador,
gaucho de
San Salvador
dejuramente
alentao.
10
II
Me dice más atrasito
de que han
leído mi papel
muy a gusto
en el cuartel,
porque se
explica clarito:
¡Qué quiere,
compañerito,
15
si ansí se
usa entre el gauchage!,
deje que
allá el dotorage
se pronuncie
en lo profundo,
que los
gauchos en el mundo
tenemos
nuestro lenguaje.
20
III
Mesmamente en la ciudá,
esas gacetas
a macho
largan cada
terminacho,
que ya es
con temeridá;
pero,
aplíquese y verá,
25
si no las lé
de tropel,
que tiran
por nuestro aquel
siempre con
güenas razones;
y le hablan
en ocasiones
muy al alma
a Juan Manuel.
30
IV
Yo siempre soy muy clarito:
y ¿a qué he
de andar con rodeo
para
esplicar mi deseo?
¿No es ansí,
compañerito?
Mi papel es
peticito,
35
pero es
gaucho, y han de ver
que al
Diablo le ha de correr
en cuanto a
decir verdades;
porque no
hay dificultades
que me
puedan encoger.
40
V
Siendo ansí, yo he de rumbiar
por la senda
que empecé,
sin
ladiarme, pues ya sé
aonde debo
enderezar.
Si llego a
desagradar
45
no ha de ser
a la gauchada,
por lo demás
¡no sé nada!,
deje que
rabien no más,
que
redepente de atrás
les arrimo
una guasquiada.
50
VI
Ahí tiene, pues, mi papel
disponga,
compañerazo,
porque me
dará un gustazo
al soltar
coplas en él.
Allá iré por
su cuartel
55
un día y
platicaremos,
y entonces
lamentaremos
las
desdichas de esta tierra,
y bien de
amor o de guerra...
como guste,
payaremos.
60
Su amigo, JACINTO CIELO.
Carta
clamorosa del mashorquero Salomón, a su aparcero Mariano Maza; la cual me la ha
mandado su asistente a Montevideo por dos yuntas de chorizos. ¡Qué hambre!
[Carta
clamorosa del güaso rosista, Salomón, presidente de la Mashorca, al coronel
Mariano Maza Violón, sitiador de Montevideo]
Buenos
Aires. Agosto 8 de 1846.
Querido Maza Violón:
Extrañando
tu silencio,
te escribo
con Juan Asensio,
y es la
tercera ocasión.
Sabrás que
está como león
5
don Juan
Manuel de enojao,
pues ya se
ha desengañao
de que tu
amigo Alderete,
ni sale del
Miguelete,
ni vuelve
más a este lao.
10
¡Qué diablos hacen, por Cristo!
¿Oliendo a
Montevideo,
y del
Cerrito al Buseo,
y del Buseo
al Cerrito?,
¡pues, sabés
que está bonito,
15
que en lugar
de atropellar,
se alisten
para emplumar,
los ternes,
los valaqueros,
y esos
bravos mashorqueros
que se han
metido a cuerear!
20
Mirá que el Restaurador
está de una
vez cortao,
porque ya no
le ha quedao
ni carne en
el asador:
pues la
parada mejor
25
que ha jugao
en esta vida,
la considera
perdida
allá por el
Miguelete,
aonde dejará
Alderete
a la
Mashorca fundida.
30
Sobre todo, a Mistre Yon
lo vemos muy
agachao;
no sé si
tiene entripao,
o porque
anda tan tristón;
pero él
muestra su jabón,
35
pues con el
Restaurador
se ponen de
mal humor,
porque han
sabido que el cojo
ya le anda
clavando el ojo
don PURVIS
el Comodor.
40
Ansí es que la mashorcada
medio-medio
malicea;
y por
supuesto, orejea,
y anda medio
atribulada.
En ancas, la
salvajada
45
se ha
alborotao en la Rioja;
tan luego
ahora se le antoja
alzar el
poncho al gauchaje:
¡ah, gente
es esta salvaje,
ni por los
diablos afloja!
50
Ya de Núñez ¡volavero!,
otra vez lo
han trajinao,
y solito se
ha escapao
lo mismo que
terutero.
Urquiza,
aunque es tan matrero,
55
también se
encuentra apurao,
pues suena
que lo ha apretao
Rivera en
una voltiada,
de suerte
que en la jugada
queda
Alderete pelao.
60
Últimamente, Mariano,
¡cuidao que
algún oriental,
no te eche
MEDIO BOZAL
y que te
asiente la mano!,
porque
siendo lomo sano
65
muchos te
han de cudicear;
y por
sacarte el hijar,
o bien por
redomonearte,
se han de
empeñar en voliarte;
¡no te vas a
descuidar!
70
Recebirás expresiones
de tu
compadre Juan Bolas
que ahí te
manda esas pistolas,
cada una de
ocho cañones.
Dice,
"que a los salvajones
75
no les
reculés cañita",
lo mesmo que
Manuelita
dice, que no
la olvidés,
mandándole
de un francés
una lonja
sobadita.
80
Tu aparcero, SALOMÓN
Publicación alegrona hecha en el sitio
grande de Montevideo por el gaucho Jacinto, el 24 de agosto de 1843, víspera
del día para el cual Oribe anunció desde el Cerrito que asaltaría a la ciudad
indispensablemente; amenazando a los sitiados con ofrecerles, que para el día
del ataque desplegaría al frente de las trincheras de la plaza ¡diez y ocho mil
soldados y cuarenta piezas de artillería!
Con tan terrible amenaza se asustaron
todos los sitiados; y el gaucho más asustado que ninguno, apenas atinó a cantar
los versos siguientes que le dedicó al presidente legal, antes del ataque. ¡Y
qué atacaba!
Cuatro
coplas a la salú del generalazo don Manuel Ciriaco Oribe y Alderete el
proclamador, amenazador y atacador. Sí, señor
[Coplas
dedicadas al general Oribe y Alderete desde la trinchera de Montevideo]
Línea de
Montevideo a 24 de agosto de 1843.
AL MESMÍSIMO SEÑOR PRESIDENTE ROSÍN
Pero, amigo don Ciriaco,
usté solo se
ha guasquiao,
pues naides
le ha preguntao
si está en
carnes o está flaco.
Con diez y
ocho mil y el naco
5
de los
cuarenta cañones
nos sacan a
pescozones:
¡qué diablos
se anda empacando!,
¿o sigue
siempre esperando
el verano y
los melones?
10
Con seis mil de gente infante,
toda tropa
violinista
¡el demonio
que resista,
y la burra
que lo aguante!
Atropelle y
al istante
15
verá aónde vamos
a dar:
¿a qué nos
quiere asustar?,
¿no es mejor
de que mansitos,
nos agarre a
todititos,
y nos mande
aserruchar
20
Luego, doce mil caballos
sin contar
la bagualada;
¡no fue tan
grande la Armada
del tiempo
de don Ceballos!
Cuentelos
como zapallos,
25
no se vaya a
equivocar,
porque ha de
necesitar,
aunque acá
somos poquitos,
largarnos
medio muchitos
si nos
piensa traginar.
30
Aunque, usté, amigo Alderete,
siempre
juega a punto errao
y siendo
ansí, es excusao
que nos
cante treinta y siete.
No nos venga
con falsete,
35
queriéndonos
retrucar,
si al fin ha
de recular
al grito de
¡CUATRO VALE!
O veremos
cómo sale,
si piensa
medio aguantar.
40
Cielito del
Curandero
[Cielito del
Curandero gaucho patriota a la salud del señor comodoro inglés mister Purvis]
A la salú
del señor comodoro Purvis.
Voy a cantar un Cielito
a salú del
COMODOR,
que tiene
noticias lindas
y está de
muy güen humor.
Cielito, porque ya ve,
5
que no sube
a la cucaña
el ministro
Mandevil
que engañó a
la Gran Bretaña.
Al fin el Gobierno inglés
ha
descubierto la embrolla;
10
y a Rosas, y
al Pastelero,
les manda
sumir la boya.
Cielito cielo, mi cielo,
cielito en
el Miguelete,
¿qué dirá de
estas noticias
15
nuestro
paisano Alderete?
Ahora que el tal Mandevil
le dice por
fuerza a Brun
que se
largue y desensille,
porque ya
suena el rum-rum...
20
Cielito, que don Purvis
nos regaló
su Morcillo
y que a Rosas
por soberbio
piensa
atracarle el lomillo.
Pues tiene a un rocín inglés
25
enfermo de
la vejiga,
y piensa ir
a Buenos Aires
a pegarle en
la barriga.
Digo, cielito, y ansí
lo hará
orinar a la fija,
30
en cuanto le
dé un galope
y le golpié
la verija.
Yo le aconsejo, señor,
que si lo
pilla alunao,
le queme las
carretillas
35
con un
fierro bien caldiao.
Cielito, cielo, velay,
cómo curan
los paisanos
a los
rocines con luna,
que lueguito
quedan sanos.
40
Cierto es que de la vejiga,
hay animales
muy viles;
pero con
cualquier paisano
le hará
orinar los cuadriles
¡Ay, cielo!, y más abajito
45
mande que le
hagan cosquillas,
y que le
corten lueguito
el pelo de
las ranillas.
Luego que lo cure ansí,
y le haga
apretar la cincha,
50
móntelo,
dele un rigor,
lo verá cómo
relincha.
Cielito, cielo, y después
puede
echarlo a Ingalaterra,
que animales
de esa laya
55
no sirven en
nuestra tierra.
Con que, señor comodor,
yo soy suyo,
mandemé,
que en
servirlo al pensamiento
feliz me
contemplaré.
60
¡Ay, cielo!, y por despedida,
tan sólo le
pediré
que a Oribe
le arrime bochas
¡si acaso
TIENE CON QUÉ!
Los
payadores
Sentados en
rueda a la orilla de un fogón y al pie de las trincheras de Montevideo,
cantando las trovas siguientes, se lamentaban tres mozos argentinos y
payadores, en el mismo día en que, abandonando las filas del ejército rosín y
sitiador a las órdenes del general Oribe (alias Alderete), se pasaron a las de
los Defensores de la Plaza
[Los
payadores.- Porteño, correntino y entrerriano]
ENTRERRIANO
¡Ay!, ¡en el nombre del Señor!...
a cantar va
un entrerriano,
ea, lengua
no te turbes,
en lance tan
soberano-
-en lance
tan soberano;
5
al tirano
abandoné,
ya estoy con
los orientales,
ya gaucho
libre seré.
PORTEÑO
¡Virgen mía de Luján!...,
ayudá mi
entendimiento
10
y que el
corazón se explique
en este puro
momento-
-en este
puro momento,
y en esta
conformidá
ya vuelve un
gaucho porteño
15
a gozar la
libertá-
CORRENTINO
A gozar la libertá...
también
vuelve un correntino.
Atención
pido, señores,
al relatar
mi destino-
20
-al relatar
mi destino
en la
Provincia oriental
se acabaron
mis desdichas,
volvió mi
felicidá.
ENTRERRIANO
¡Ay!, con el general Rivera...
25
nos vemos en
la ocasión
libres de la
tiranía;
y de la
infausta opresión
-y de la
infausta opresión
nuestra
patria libraremos,
30
y hasta
acabar los tiranos
no lo
desampararemos-
PORTEÑO
No lo desampararemos:
me cautiva
la afición,
y al compás
de un instrumento
35
se lo digo
en la ocasión-
-se lo digo
en la ocasión,
soy gaucho
fiel y porteño,
y hasta ver
la patria libre
no he de
salir del empeño-
40
CORRENTINO
No he de salir del empeño...
hasta que no
llegue el día
de vengar
mis padeceres;
si Dios me
presta la vida-
-si Dios me
presta la vida,
45
y el
arcángel San Miguel,
voy a buscar
a Lavalle
para
juntarme con él-
ENTRERRIANO
¡Ay!, para juntarme con él...
Me aprisionó
don Pascual
50
trayéndome
riguroso
para esta
Banda oriental-
para esta
Banda oriental
nos ha
traído ese mandón,
de la suerte
en que nos vemos
55
en la
presente ocasión-
PORTEÑO
¡Ay!, en la presente ocasión...
suelto al
viento mis pesares,
yo también
vengo infeliz
dende allá
de Güenos Aires-
60
-dende allá
de Güenos Aires;
yo era mozo
acomodao,
pero ahora
por el tirano
me miro tan
desgraciao-
ENTRERRIANO
¡Ay!, me miro tan desgraciao...
65
Canta un
triste correntino
arrastrado
de su tierra
para seguir
un destino-
-para seguir
un destino
en contra de
la opinión,
70
para
ponernos al fin
en la triste
situación-
ENTRERRIANO
¡Ay!, en la triste situación...
Entrando a
considerar
las
desdichas de mi tierra,
75
no me
quisiera acordar-
-no me
quisiera acordar,
pero es una
sinrazón
porque ya mi
patria es libre
y feliz en
la ocasión-
80
PORTEÑO
Y feliz en la ocasión...
La libertá
de Corrientes
muy clara se
deja ver
y lo
publican las gentes-
-y lo
publican las gentes.
85
¡Ea, lengua,
no desmayes!,
para cantar
las vitorias
del
libertador LAVALLE-
CORRENTINO
¡Ay!, del libertador LAVALLE
suena el
clarín de su fama;
90
ansí al
pronunciar su nombre
el pecho se
me hace llama-
-el pecho se
me hace llama;
perdón pido
al auditorio
soy súdito
de Lavalle,
soy
argentino notorio-
ENTRERRIANO
¡Ay!, soy argentino notorio...
Aquí entran
los gustos míos;
yo soy José
Santos Vera,
payador del
Entre Ríos-
100
-payador del
Entre Ríos,
que presumo
en la ocasión
presentármele
a Lavalle
general de
la nación-
PORTEÑO
General de la nación...
105
¡Viva don
Frutos Rivera!,
muera Rosas
el tirano,
Echagüe y
Urquiza mueran-
-Echagüe y
Urquiza mueran,
lo dice
Pancho Morales
110
porteño de
los pasaos;
y en las
filas orientales-
CORRENTINO
Y en las filas orientales,
¡vivan todos
los franceses!,
compañeros
en la causa,
115
liberales
sin dobleces-
-liberales
sin dobleces,
y sin más
aspiración
que hacer
sucumbir a Rosas
tirano,
injusto y ladrón.
120
Carta
gauchi-refalosa escribida a ¡las últimas! por el mashorquero invernao, a su
compadre y paisano el coronel mordedor Mariano Maza Violón
[Carta
gauchi-refalosa, que le escribió de Buenos Aires un mashorquero invernao al
coronel Mariano Maza Violón]
¡Viva la Federación!
¡Mueran los salvajes gringos!
Buenos Aires, julio a 20,
del año cuarenta y cinco.
Al coronel
mordedor Mariano Maza Violón.
Querido compadre amao;
me alegraré
que al recibo
de la
presente, ande vivo
y no lo
pillen turbao;
yo no ando
muy alentao,
5
ni su
comadre tampoco;
y así mesmo
entro de poco
tendremos
que rebenquiar,
y al quinto
infierno iré a dar
si acaso no
me equivoco.
10
Digo al quinto, la verdá,
porque los
cuatro anteriores,
que son sin
duda los piores,
están en
esta ciudá:
¡ni qué otro
infierno tendrá
15
más diablos
que los que aquí
tenemos con
DOFODÍ,
ULEY y un
tal BORBOLÓN,
y en ancas
la INTERVICIÓN!
¡Vea, pues,
qué camuatí!
20
¡Ay, compadre!, ¡en qué pantano
han caído
hasta la encimera
la Mashorca,
la LEONERA,
y el Sistema
Americano!
Ya
pataliamos en vano:
25
por un palo
enjabonao
se viene despatarrao,
contra el
suelo, Juan Manuel,
como ha de
caer atrás de él
la mashorca,
de contao.
30
¡Ya sabrá de la morcilla
tan tremenda
y horrorosa
de violín y
refalosa
que nos ha
hecho Mascarilla!,
y cuasi,
cuasi lo pilla
35
en ella al
pobre BADANA:
por fortuna
en la jarana
diz que
Pascual se asustó,
y al Paraná
se azotó
de un salto
como una rana.
40
Allá en Entre Ríos, Paz,
diz que lo
topó a Garzón,
y al primer
arrempujón
que lo
redotó ahí no más:
a Lagos
también de atrás
45
le salió la
salvajada,
y le han
hecho una voltiada
tan
sumamente completa
que allí ha
estirado la geta
todita la
rosinada.
50
Todo es porque Juan Manuel,
ser la
América ha querido
él solo, y
se ha presumido
que no hay
más patriota que él.
Veremos
quién es aquel
55
que al
ilustre defensor
lo cuartea
por favor:
o si al Gran
Americano
le pasa el
manco la mano,
y le
atraca... ¡de mi flor!
60
Justamente el CORDOVÉS
diz que anda
bravo y alzao,
y que a
rebenque doblao
se nos viene
de esta vez:
y ¿sabe,
amigo, quién es
65
quien va a
toparlo?... Mansilla.
Adónde irá
esa polilla,
y hágase
cargo ¿qué hará?,
¡cuando día
y noche va
con el ojo a
la tropilla!
70
Mientras que la montonera
de Santa Fe
y de Corrientes
viene
crujiendo los dientes
por tirarse
a la LEONERA,
vea si se ha
puesto fiera
75
la custión
en la presente:
quiera Dios
que no reviente
con este
tirón el lazo,
y le hagan
dar un culazo
al héroe del
Continente.
80
Pues si la carcamanada
no afloja en
la Intervición,
y le dan un
manotón
al cojo
viejo y su armada,
o si la
correntinada
85
no se ahuga
en el Paraná,
y si ustedes
los de allá
no entran en
Montevideo,
Juan Manuel
rueda, y no creo
que lo alce
la Caridá.
90
¿No ve a los cipotenciaros
de Francia y
de Ingalaterra,
echándola en
esta tierra
de salvajes
unitarios?
Vea no más
lo contrarios
95
que nos son
los UROPEOS,
y al fin con
sus lengüeteos
como nos han
traginao,
por no
haberlos desangrao
asigún
nuestros deseos...
100
Velay el inglés ULEY
si es lerdo;
y cuando se apió
a muchos les
pareció
que era lo
mesmo que güey:
y ¿qué dice
de la ley
105
del francés
MUSIOFODÍ?
¡Ahijuna!,
si es como ají,
y tocante a
Juan Manuel
y a sungarlo
en un cordel...
a todo
responde: güí.
110
Anda el infeliz Batatas
atrás de
esos ministriles,
que se le
caen los cuadriles
y se le
dueblan las patas:
ansí mesmo,
él sigue a gatas,
115
pero es
afanarse al ñudo,
porque,
amigo, ni el PELUDO
tiene más
concha y dureza
que mala
sangre y firmeza
MUSIOFODÍ:
¡ah, hombre crudo!
120
Y en ancas musió LANÉS
dende allá
lo picanea,
¡ah,
diablo!... Maldito sea,
ese salvaje
francés:
y ese otro
almirante inglés
125
que se llama
don Inglifés
¡Ah, Cristo!...
¡qué par de chifles
de dos
cabezas hiciera,
si entre mis
uñas cogiera
las dos de
esos ALARIFES
130
¡Oh!, quién
pudiera enlazarlos
siquiera por
el cogote,
y por un
barrial al trote
a la cincha
revolcarlos,
desnudos, y
al aujerearlos,
135
pisarles el
costillar,
y hacerles
relampaguiar
los ojos,
como un novillo,
cuando le
atracan cuchillo
que comienza
a tiritar.
140
¿Y esa Legión italiana?
¡Ah, hijos
de una gran!... Amigo,
créame que
los maldigo
de la noche
a la mañana;
daría de
buena gana
145
todo cuanto
he manotiao
por
pillarlos de este lao,
y a uno por
uno lonjiarlos
vivos, y
después echarlos
de cabeza en
el Salao
150
¿Y a esos gauchos orientales
y toda esa
morenada?,
¡quién la
viese degollada
como quien
mira costales!
¿Y a esos
guardias nacionales?,
155
¡quién los
pudiera atrapar
para hacerlos
talariar
en rueda la
REFALOSA!,
y luego
atrás, ¡qué cosa!,
¡entrarlos a
desnucar!
160
Con los franceses, no sé
lo que
haría, mesmamente:
porque,
compadre, esa gente
merece,
quién sabe qué,
pero, ¡por
Dios!, creamé
165
que un san
Luis que había en casa,
lo zampé en
la olla de grasa,
lo freí a mi
gusto, y luego
lo colgué y
le pegué fuego
delante de
Nicolasa.
170
En fin, yo estoy aturdido,
yo no sé lo
que he de hacer
desde que
hasta mi mujer
asustada ha
mal parido.
No hay
mashorquero estreñido,
no sé si es
por la calor
176
de Santa Fe
y del VAPOR
porque al
mesmo Juan Manuel
los que
platican con él
le toman muy
fiero olor.
180
Con que, será hasta otra vez,
si Dios nos
saca con vida
de esta
fatal embestida
de LÓPEZ y
el CORDOVÉS,
a Bruno y a
Juan Andrés
185
y a su
aparcero el pelao,
réceles, que
han espichao
al rigor de
los salvajes,
y ordene en
estos parajes
a su cumpa-
EL INVERNAO.
190
PODATA.
¿Sabe el refrán que anda aquí
traído por
la INTERVINCIÓN?,
lo diré, con
su perdón:
"¡Vas a
morder TONGORÍ
Los
misterios del Paraná o la descripción del combate de Obligado
[Los
misterios del Paraná, o la descripción del combate naval de la Vuelta de
Obligado (río Paraná)]
Bajada del
Paraná. Dicembre 25 de 1545.
Mi querida Estanislada:
he llevao un
gran sustazo,
pero, a Dios
gracia, buenazo
hoy me
encuentro en la Bajada
aonde veo
muy ñublada
5
la causa de
nuestro aquel,
pues ya
viene de tropel
toda la
correntinada
y atrás la
paraguayada
a tragarse a
Juan Manuel.
10
Ya ves, lo van apurando
muy fiero al
Restaurador,
y sin duda a
lo mejor
lo han de
sacar apagando:
ve quien le
viene apuntando,
15
¡PAZ!, que
con el Paraguay
ha hecho una
vaca, y la trai
tan
sumamente preñada,
que a la
hora menos pensada
nos largan
el vacaray
20
¿Quién será ese paraguayo
que la echa
de Presidente,
y al héroe
del Continente
le ha
atravesao el caballo?
¡Ah,
hijito!... ¡si será gallo!,
25
Mesmo, ha de
ser algún crudo
que no echa
panes al ñudo,
y ha de
traer un camuatí
de más
gauchos que maní:
por eso es
tan corajudo.
30
En ancas la extranjerada
de estos
malditos naciones
también
tiene sus razones
para andar
endemoniada:
y al lao de
la salvajada
35
se han
recostao, de manera
que nos
tienen la tranquera
tapada con
barquería,
y hasta
Rosas desconfía
de caer en
la tapadera.
40
¡Infeliz!, y nos decía:
"si
dentran al Paraná
"van a
morder: ¡Ja, ja, ja!,
¡tramojos de
batería!".
¡Ah,
gaucho!, ¡qué fantasía!,
45
y tan morao
que de flojo
no ha ido a
ver, ni por antojo,
sus
castillos de Obligao,
que los
barcos le han dejao
polviando
como rastrojo.
50
El día que aparecieron,
en cuanto
los descubrimos
de balde les
sacudimos,
mansitos se
nos vinieron:
y aguas
arriba embistieron
55
con la
velería inflada,
ocultando la
güevada,
redepente...
¡Virgen mía!,
abrieron la
aujurería
y mostraron
la nidada.
60
Traen en cada costillar,
del pecho al
cuarto trasero,
de trecho en
trecho un ahujero
que parece
palomar:
¿Quién
diablos iba a pensar
65
que allí
traiban los cañones?,
y ahí
mesmito en dos tirones
los cargan y
¡bra... ca... tán!,
¡Virgen mía
de Luján!
¡Que
aguanten los cimarrones
70
¡Ah, día amargo y fatal
tuvimos en
Obligao!
Los gauchos,
por de contao,
peleamos a
lo animal;
y al fin
hasta al general
75
Mansilla lo
machucaron,
porque hasta
nos atracaron
con metralla
embotijada;
ansí de la
paisanada
la mitá nos
dijuntiaron.
80
¡Ahijuna, gringos de ley,
y diestros
en los cañones,
para largar
botijones
como cabezas
de güey!,
al primer
bulto yo creí,
85
¡como hay
Dios!, que era un zapallo,
pero bochó
en un caballo...
¡la
pujanza... y reventó,
y hecho
tiras lo aventó
a las pu...
ntas de Ramayo
90
¡Y qué barcazos! ¡Che! ¡Che!,
tan morrudos
nunca he visto;
si había
algunos, por Cristo,
como de aquí
a Santa Fe
¡Y tan
muchos!, ya se ve,
95
como en
Uropa hay manadas,
no andan con
habas contadas,
sino en
puntas a la guerra
de Francia y
de Ingalaterra
los echan
como yeguadas.
100
Tres barcos ñatos venían,
muy cosa
extraña su laya,
con ruedas y
con hornalla,
¡barajo!...
¡y qué estrago hacían!,
no sé que
diablos tenían
105
arriba del
espinazo,
que hasta
nos dieron humazo,
y de yapa
¡Cristo mío!,
chapaliando
por el río
nos largaban
el bochazo.
110
Hubo hombre tan acosao
de esos
brutos, de manera
que ganó una
vizcachera
por crerse
más resguardao.
¡Pero qué!,
si era excusao
115
andarse
haciendo chiquito;
ansí es que
ahí mesmo, lueguito,
vino un
triunfo y reventó;
y hasta el
pelo lo tapó,
después de
limpiarle el pito...
120
Últimamente emplumamos
porque era
cosa insufrible
la
desventaja terrible
con que ese
día peleamos.
Ni yo sé
como aguantamos
125
que Rosas
ansí nos meta,
y al botón
se comprometa
a pelear con
los naciones,
que de
cuatro manotones
lo han de
aplastar por trompeta.
130
Si él hiciera un arrejón
algún día,
fuera bueno,
pero siempre
al cuero ageno
se atiene
ese baladrón,
y ya ves en
el montón
135
de guerras
que se ha empeñao,
y que al
cuhete ha desafiao,
al Brasil,
al Uruguay,
a Bolivia,
al Paraguay
y a Uropa
por decontao.
140
Presume de ternejal,
y no es más
que presumido,
que en siete
años no ha podido
ni con la
Banda oriental;
y eso, que
de Portugal
145
y muy bien
pudiera,
que de miedo
¡ah, cosa fiera!,
lo
palanquean, y tal...
porque puede
cada cual
tener el
miedo que quiera.
150
Y como se ha titulao
el héroe del
Continente,
¿quién sabe,
allá cierta gente
si de esto
no se ha asustao?,
y a la
cuenta han opinao
155
que al
continente de allá
la mashorca
le entrará,
y ésta al
diablo lo acobarda,
aunque ande
con espingarda
y con faca.
¿No es verdad?
160
Con todo eso, Estanislada,
y como te
iba diciendo,
la custión
se va poniendo
para Rosas
muy ñublada.
Y mirá que
destapada
165
acá mesmo me
ha hecho el Cura,
que no es
lerdo, y me asigura
que antes de
entrar el otoño,
si el
Ilustre no alza moño
le dan en la
matadura...
170
¡Vieras al cura caliente
rascuñando
la sotana,
hablar fiero
esa mañana
de Rosas
únicamente!
Me dijo a
gritos: -"Vicente,
175
demasiados
desengaños
hemos
sufrido en quince años
que ese
diablo ha gobernao,
y a su
antojo ha degollao
los suyos y
los extraños.
180
"Ya es preciso abandonar
la causa
inicua de Rosas,
y estas
guerras desastrosas
con él deben
terminar:
¡hasta
cuándo hemos de andar
185
matándonos
entre hermanos,
por
caprichos inhumanos
de ese tigre
carnicero,
que odea a
todo extranjero
y extermina
a los paisanos!
190
"Por esto la Intervinción
lo quiere, y
lo ha de apretar:
no vos viene
a conquistar...
miente ese
loco ladrón,
sólo
enfrenar su ambición
195
es la razón
que la trai;
viendo que
hasta al Paraguay
quiere
manotiarlo ya
cerrándole
el Paraná
que le han
abierto... ¡Velay!
200
"¿Ni por qué a un barco extranjero,
le han de
privar dende allá
que ande por
el Paraná?
¿O es el río
su potrero?
Se engaña el
gaucho muy fiero:
205
las aguas
del Paraná
son también
de propiedá
de los
pueblos costaneros,
de balde los
mashorqueros
niegan esta
realidá.
210
"Y estos pueblos, a la vez,
por más que
Rosas se aflija,
se le han de
alzar a la fija
colijiendo
su interés.
Luego, a
estos puertos verés,
215
que de Uropa
en derechura
se vienen
con su fatura
las gentes y
barquería,
y correrá
pesería
como haberá
baratura.
220
"Pues cada ciudá a su duana
sus
reglamientos le hará,
y sus
derechos pondrá
como le dé
gusto y gana:
y si hoy no
vendemos lana
225
ni a doce
riales quintal,
es cosa muy
natural
que habiendo
mucho tragín
se venda
tanta, que al fin
nos den por
la libra un rial.
230
"De consiguiente vendrán
a levantar
poblaciones
gentes de
todas naciones,
que sus
familias trairán,
y se
desparramarán
235
por los
campos y ciudades;
y hasta en
las inmensidades
de costas
del Paraná
dentro de
poco no habrá
desiertos ni
soledades.
240
"¡Verás miles de artesanos,
cuántas
fábricas pondrán!,
y en ellas
enseñarán
a nuestros
hijos o hermanos:
y en lugar
de ejercitarnos
245
en
destruirnos cual lo hacemos,
a trabajar
nos pondremos
para curar
tantas ruinas;
y sables y
garabinas,
¡al infierno
arrojaremos!
250
"Y los gauchos en su hogar
vivirán como
unos reyes,
al abrigo de
otras leyes
que entonces
se han de formar:
leyes que
han de terminar
255
la anarquía
en que nos vemos,
y a las
cuales juraremos
obedecer
ciegamente.
Entonces,
todos, Vicente,
¡qué felices
viviremos!
260
"Vos mismo, pongo por caso,
topando en
algún camino
a un emigrao
argentino,
le has de
soltar un abrazo,
y has de
decirle: ¡amigazo!,
265
vámonos a
divertir;
y a la par
han de salir
a las yerras
y carreras,
aonde
semanas enteras
podrán los
gauchos lucir.
270
"Pues los barcos de vapor
y multitú de
otras clases,
traerán a
estos Paranases
prendas
lindas de mi flor,
y lo más
fino y mejor
275
en paño,
lienzo y zaraza,
que en
cambio por sebo y grasa,
nos darán
más que de prisa:
¡y hoy
comprar una camisa
mirá cuánto
nos atrasa!
280
"Además, un barco de esos,
para un
flete o para un viage,
por lejos
que esté el paraje
te lleva por
cuatro pesos:
porque no
tiene trompiezos
285
río arriba o
río abajo;
y sin tener
más trabajo
que echar
humo y chapaliar,
empezando a
disparar,
¡ni el
diablo les pone atajo!".
290
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Bien haiga el padre ladino
y profundo
en su razón!,
atendé por
conclusión
con qué
prosa se me vino:
pues
ponderando el camino
295
de esos
barcos, y la historia
de la
ventaja notoria
que nos trai
la intervinción,
me largó
esta relación
que conservo
en la memoria.
300
"Estos barcos concluirán
la obra de
Cornejo
subiendo por
el Bermejo
desde el
Paraguay a Orán;
de allí a
Salta anunciarán
305
por los ecos
del cañón,
que por
primera ocasión
saludan a
esas riberas
las naves y
las banderas
de la...
ci... vi... liza... yción!".
310
¡Voto al diablo!, ¡ahí me enredé
en un
terminacho al fin!,
porque tiene
un retintín
que me
cuesta ¡ya se ve!,
pero te lo
explicaré
315
sigún yo lo
he comprendido.
El cura sólo
ha querido
decirme en
esa expresión
que va a
llegar la ocasión
en que no
haiga hombre tupido.
320
De manera, Estanislada,
que como al
cura le creo,
hoy mesmito
me guasqueo
a campiar la
salvajada.
Ya no quiero
saber nada
325
de Rosas ni
de esa gente;
pues deseo
solamente
vicharle a
PAZ una oreja,
verás qué
cuento le deja
a Juan
Manuel...
TU VICENTE.
330
Cuentecito
dirigido al regimiento de tiradores de nueva creación
[Cuentecito
dirigido por un gaucho al regimiento de tiradores, que se formaba dentro de
Montevideo bajo la instrucción del coronel don Javier Gomenzoro]
Mi coronel Gomenzor:
el domingo
muy contento
lo vide a su
regimiento
que ha
salido... ¡de mi flor!
Maniobraron
con primor,
5
y se portó
la mozada.
¡Ah, cosa!
¿Y la oficialada?,
esa es como
ñandubay,
y ya los
verán por ahí
si se ofrece
una sabliada.
10
Con todo, se descuidó
ese día una
mitá;
y en cierta
dificultá
medio-medio...
qué sé yo.
En fin, eso
ya pasó:
15
no hay que
trabarse, ¡cuidao!,
ni mirar de
medio lao
por reparar
a las mozas;
¡miren que
por esas cosas
muchos
hombres se han turbao!
20
¿O se hacen en la ocasión
los que no
saben marchar,
como
queriendo extrañar
la garabina
y latón?...
Cuando hay
en cada escuadrón
25
de ustedes
más veteranos
que terneros
orejanos
hay desde
acá hasta Corrientes;
y se hacen
los inocentes...
¡No echen
pelos, pues, paisanos!
30
Larguen no más el valor,
porque
saliendo a campaña,
si la vista
no me engaña
tienen que
entrar en calor:
pues dice
don Gomenzor,
35
que pronto
van a marchar,
y entonces
los va a mandar
el coronel
don Savedra;
¿si dará
fuego esa piedra?...
¡Cuándo se
ha de entreverar!
40
Media Caña
salvaje del Río Negro
[La Media
Caña salvaje del Río Negro]
Vámonos arrimando
al Miguelete,
que anda una bagualada
con Alderete.
Y aunque es rosina,
5
como está muy hambrienta
es muy dañina.
Allá va don
FRUTOS, con güena pionada,
toda ¡de mi
flor! para una voltiada.
Tin tin por la Aguada,
10
tin tin o el Cordón,
señora Santa Ana,
abuela de Dios.
Ponémelo a
tiro... a Maza Violón,
que lo pongo
a parto al primer tirón.
15
No me lo aflijas,
que se le irá la cincha
a las verijas.
Hasta el viejo Frutoso
viene resuelto
20
a echarle un pial al Flaco
de codo vuelto...
Que lo quiere hacer
en cuanto se le afirme
revolcar y... per-
25
...mita
Cristo que no me le afloje;
verán si lo
quiebra aonde se le antoje.
Tin tin de la Aguada,
tin tin del Cordón,
señor, no lo apure,
30
que está delgadón.
Prendale a
la burra que es lo mesmo que a él
y es como
sacarle la panza y la hiel:
pues se ha hecho mamón
con tanta calentura
35
en esta invasión.
Golpiando las caronas
viene Medina,
recostando a los Blancos
de garabina:
40
Y sin compasión
se los trai a rebenque
desde San Ramón.
Ahí viene
Servando y el terne Melgar
que a gatas
de susto consiguió enfrenar.
45
Tin tin de la Aguada,
tin tin del Cordón:
dicen que Melgar
en esa ocasión,
a pesar de
ser tan degollador,
50
se asustó
tan fiero que daba temor...
Y sin saliva,
de susto, metió el freno
patas arriba.
Cuando de acá de ajuera
55
los apuremos,
repúntenlos de adentro
y nos reiremos.
Que luego en montón
nos voltiamos a toda
60
la Federación.
¡Ay, rubio
del alma, Mariano Violón,
a quien le
tenemos tamaña afición!
Tin tin de la Aguada,
tin tin del Cerrito,
65
que no se te frunza,
por Dios, Marianito.
De balde
presumes de tan yesquerudo,
puede que te
vuelvas medio tartamudo,
llegado el día
70
que te suelte los perros
OLAVARRÍA.
Encima del Cerrito
que hicistes salva,
ahí te quiere don Frutos
75
pelar la nalga.
Ya nos veremos,
de aquí a unos pocos días
platicaremos.
¡Ánima
bendita del dijunto Raña,
80
háceme topar
con ese lagaña!
Tin tin de la Aguada,
tin tin del Cordón,
no importa que sea
rosín ariscón.
85
Con los
tres-marías lo he de sujetar
y ahí no más
lueguito... lo hago pataliar:
eso a la fija,
cuanto suelte las bolas
de la manija.
90
¡Aguiar, Silva, Estibao,
Flores y Luna;
Olavarría, y Blanco
el sin fortuna!...
Vienen ganosos
95
de ver si son los blancos
tan rigorosos.
A la refalosa
de los federales
traen la
pegajosa estos orientales.
Tin tin del Cerrito,
100
tin tin al Cordón,
hay unos pantanos
que da compasión;
y al fin del
invierno se han de componer
con tanta
osamenta que tiene que haber
105
de los rosines,
que vamos a cueriar
flacos y ruines.
Cuando Badana vino
la vez pasada,
110
y en Cagancha le dimos
una guasquiada,
creo que apenas
le quedó a Juan Manuel
sangre en las venas.
115
Pero de esta
vez sucumbe Ciriaco,
y le va a
fundir todo su tabaco.
Tin tin del Cerrito,
tin tin de la Aguada,
Oribe es la sota
120
en esta jugada:
y el
Restaurador jugando, esta sota,
juega contra
el dos y queda en pelota,
porque don Frutos
se lo ha de echar en puertas
125
fijo y sin sustos.
Hay cosas desgraciadas
como esta invasión,
que hasta la extranjerada
le tiene aprensión...
130
Pues en la ciudá
se han armado naciones
con temeridá:
y ésta es buena gente-
...porque como copla
135
donde el uno apunta-
...el resto se sopla.
Tin tin de la Aguada
tin tin del Cordón,
los puebleros andan
140
con mala intención:
y si los
morenos y los nacionales
me los
atropellan a los federales,
¡Jesús te valga!,
cuando Paz y la güeba
145
del pueblo salga.
El rosín que se aparte
de la manada,
ese sale siguro
a la carniada:
150
Que en la presente
nos vamos al pescuezo,
muy suavemente.
Peregil y
chauchas-rábanos y choclos,
zapallo,
batatas-habas y porotos.
155
Tin tin de la Aguada
tin tin del Cordón,
ya no hay más alivio
que toro flacón.
Con que así rosines-
160
...pónganse a sembrar,
mientras los de afuera-
...les damos lugar.
Que ya las vacas
las espantó Alderete
165
con sus balacas.
Vaya la despedida,
que está lloviendo
y se va la invasión
humedeciendo.
170
Y en este invierno
ha caído en un barrial
hasta el infierno,
sable,
tercerola, lanza y alfajor:
y dele
memorias al Restaurador.
175
Tin tin que en la Aguada,
tin tin y el Cordón,
tiene empantanada
la Federación.
Amigo
Alderete, la cosa está fiera,
180
mire que lo
pilla don Frutos Rivera;
y en esta zurra,
dicen que lo ha de hacer
montar su burra.
Solicitud de
Lucero a los señores que formaban en Montevideo la Comisión de Equipo, con la
cual el gaucho debía entenderse para que le pagaran cierta cantidad que le
adeudaba el Gobierno, quien recomendaba a Paulino para que fuera atendido por
dicha Comisión
[Petición o
solicitud del gaucho Lucero, pidiendo en Montevideo que la comisión de equipo
le mande pagar cierta deuda]
A LOS
SEÑORES COMISIONEROS.
Caballeros los nombraos,
Portal,
Bustamante y Costa,
de la
Comisión angosta
principales
titulaos:
ya que andan
de aficionaos
5
voraceando
al parecer,
¡qué
Cristo!, vamos a ver
si auxilian
a un guacho flaco;
pobre,
infeliz, sin tabaco,
ni cangallas
que vender.
10
Yo sé que en la situación
los que
pueden aliviarme
como también
traginarme,
solamente
ustedes son:
pues ya la
gobernación
15
está bien
enternecida,
y a servirme
decidida
con la mejor
voluntá,
pero al
mesmo tiempo está
enteramente
fundida.
20
También sé de que en la hacienda
el Ministro
hoy los rejunta,
y yo me
largo en la punta
a esperar en
la trastienda:
allí aguardo
la tremenda,
25
mesmito, y
si salgo mal,
de allí
atropello al corral
del Juerte,
y sin alboroto
voy de
cabeza y me azoto
en el pozo
de Vidal
30
P. LUCERO.
La primer
montada a caballo que hizo Jacinto Cielo saliendo del Hospital
[La primer
montada a caballo que hizo Jacinto, saliendo del Hospital donde estuvo herido]
HOY YA ME LE
ACOMODÉ
Sabrán que el viejo FRUTOSO,
que nunca se
muestra ingrato,
le dio para
mí este flete
al coronel
Fortunato.
Por supuesto, es prenda mía,
5
¡cuando el
viejo me lo cobra!,
y para
boliar rosines
tengo
caballo de sobra.
¡Eh p... ucha, el pingo que está
soberbio con
la soltura!,
10
pues como
recién lo muento,
un rayo se
me afigura.
Aflojarle es una gloria:
ya ven, lo
voy recogiendo,
pues presumo
que a Violón
15
cerquita le
voy midiendo.
¡Dos pares le he de prender,
a un tiempo
a ese baladrón!,
y he de
llevar a los tientos
para Barcena
otros dos.
20
Déjenlo que me aventaje
ese
mashorquero viejo;
que ¿aónde
diablos se me va
si le aflojo
al azulejo?
¡Y que se me iba con bolas!,
25
¡y que
aguantaba el sogazo!,
¡y que al
primer chaguarazo
no sale
haciendo cabriolas!
En fin, ya tengo salú
y un pingo
¡superiorazo!
30
¡Ya verán
esas dos liendres
si han de
morir a este brazo!
Aprobación
de Jacinto al nombramiento de sargento primero de una reunión de caballeros
tertulianos del Revesino, en la cual el referido sargento era el jugador más
aventajado en saber, como el más precaucional para llevar el caballo; mientras
que el dueño de casa lo jugaba regularmente mal puesto, y así lo perdía, y
luego se desagradaba en los términos que dicen los versos siguientes
[Crítica
gaucha a los señores que se reunían en Montevideo a jugar el revesino en casa
del señor don B. C., durante el sitio de los nueve años]
SEÑORES
REVEINSEROS.
Aprobando el nombramiento
de que es
tan merecedor
por diablo y
por mosquiador
el titulado
sargento,
afirmo con
sentimiento
5
que es ¡un
gran camandulero!,
y un jugador
picotero,
porque se
araña y se muerde
¡la gran
pucha!, y cuando pierde
grita más
que un terutero.
10
Sin embargo, lo aventaja
alegando a
lo cotorra
otro que
hace mazamorra
revolviendo
la baraja.
Veremos si ahora
se ataja
15
y dice que
no es verdá:
pero, no lo
negará,
pues sabe la
reunión
que en
comenzando el patrón
rezonga a lo
mangagá
20
La
extremaunción
[La
extremaunción, por la llegada a Montevideo del vapor inglés La Devastación]
Patrón don Palemón,
como es tiempo de fusión,
creo que la repetición
de esa antigualla composición
vendrá muy al pelo en la situación.
La
Extremaunción.
Montevideo.
Agosto 6 de 1846.
Querido primo Ramón;
no te cause
admiración
el tremendo
notición
que te doy
de sopetón;
y aunque su
confirmación
5
todavía está
en embrión,
no es
cuento, ni es ilusión
que, como
una exhalación
ha venido de
Londón
un vapor
como el Gorgón,
10
llamado
Desvastación
"dicen"
que con la misión
de concluir
esta cuestión
mediante una
transación;
y que es
fijo y de cajón
15
que se acaba
del tirón
la guerra y
la desunión.
de hombres
de toda opinión
celeste,
blanca o punzón.
Yo, primo
del corazón,
20
siento tal
satisfación,
que nunca
tuve alegrón
como éste, y
por precisión
creo que de
esta ocasión
concluirá la
destrución,
25
la miseria y
la aflición
de toda la
población:
y también la
aspiración
de cualquier
bando o fación;
si hacemos
la reflexión,
30
que nuestra
infeliz Nación
al concluir
el pericón
se halla sin
ponderación
más pelada
que un pelón,
sin un solo
patacón,
35
por la
sencilla razón
que en esta
revolución
le han dado
sin compasión
¡tantísimo
manotón!...
los que
tienen afición
40
al suelo y
al borbollón,
y hoy echan
tragos de ron
a costa de
una porción
de hombres
de mi condición,
que soy
paisano lerdón;
45
y que en esta
confusión,
de pelearnos
con tesón
he tenido un
apretón,
y he vendido
hasta el facón
por yerba,
pan o jabón:
50
y que al fin
en un rincón,
con el suelo
por colchón
estoy sin
medio y flacón,
rotoso,
sucio y barbón,
contemplando
un familión
55
macilento y
delgadón,
y lamentando
tristón
¡tanta vaca
y mancarrón
que me han
hecho humo al botón!
Pero... pase
el nubarrón.
60
Vena la paz
y la unión.
Y, por San
Pascual Bailón,
y la Pura
Concepción
santos de mi
devoción,
que echo al
infierno el latón
65
y me afirmo
a un azadón,
gritando de
corazón:
¡viva, viva
la fusión,
y viva la
constitución,
y viva la
intervención,
70
y viva la
Devastación!,
que es ¡la
última!, che Ramón,
pues solo a
su aparición
y piadosa
intercesión
vamos a
deber el don
75
de la
tranquilización...
Aunque, ando
con aprensión
que antes de
la conclusión,
de balde
estoy ariscón,
después de
tanto arrejón,
80
que algún
chumbo o perdigón
me estire en
un albardón,
y patitieso
y panzón
de ahí me
tiren a un zanjón,
como han
tirado a un montón
85
de criollos,
que siempre son
los pavos de
la función,
y espichan
como un ratón
sin
paternóster ni Kirieleisón.
Tu primo-José Hilarión.
90
Prevención del periodista Jacinto, para
recoger la suscripción de las primeras diez gacetas que publicó en Montevideo;
advirtiéndose que debía cobrar al repartir el n.º 10, y que en el n.º 9 dijo al
público, que desensillaría su caballo y no haría más gacetas, si no le pagaban
corrientemente la primer suscripción.
Proclama de
Paulino Lucero a sus suscritores
[Proclama
del gaucho Lucero a sus suscritores]
Montevideo,
a 25 de agosto de 1843.
Caballeros: -¿El decir
diez y
tarja, es afirmar
que yo iba a
desensillar?
¡Valiente no
colegir
que tarjé
para juntar!
5
Pero, los que no colijan,
dirán:
-¿Rejuntar el qué?,
pues, señor,
se lo diré:
Aflojen, y
no se aflijan,
¡diez
realitos!... ¡Oiganlé!
10
No aguanto más suscrición
cinco pares
de gacetas
les he de
largar completas,
y en tocando
a reunión
lárguenme
cinco pesetas.
15
Con que ansí, guarden la paja,
y vénganse
con el trigo,
porque,
clarito les digo,
que me les
voy a baraja
si andan con
güeltas conmigo.
20
Por lo demás, no hay cuidao,
tengo más
que escribaniar,
que hay
rosines que boliar
dende aquí
hasta el Otro lao
si los
dejamos llegar.
25
Pues estando arremangao
cualquier
gaucho decidido,
en la vida
ha sucedido
que eche al
suelo su recao
sin montar
lo que ha querido.
30
Súplica
gaucha dirijida al ilustrado redactor del Comercio del Plata doctor don
Florencio Varela, pidiéndole anunciara la publicación que se iba a efectuar del
poema Paulino Lucero
[Súplica de
Paulino Lucero al redactor del Comercio del Plata, el doctor don Florencio
Varela]
SEÑOR
RELATOR DEL COMERCIO DEL PLATA.
Montevideo.
Noviembre 14-1846.
Muy señor mío:
Velay le mando, señor,
a que lea mi
argumento,
que en este
puro momento
ha soltao el
imprentor.
Hágame pues
el favor,
5
usté que es
hombre maestrazo,
de pegármele
un vistazo,
y verá un
pial de volcao,
en que a
Rosas le he largao
la armada de
todo el lazo.
10
Y si por felicidá
le agradase
mi versada,
en su gaceta
mentada
avísele a la
ciudá
del modo y
conformidá
15
que el
gaucho saldrá lueguito;
ya que usté
es el primerito
a quien le
largo este envite,
a fin de que
me acredite,
si es su
gusto, patroncito.
20
PAULINO LUCERO.
ADVERTENCIA
[Advertencia
prosaica anunciando la publicación del diálogo entre Martín Sayago y Paulino
Lucero]
En la siguiente composición Paulino
Lucero es un gaucho correntino enemigo acérrimo de la tiranía de Rosas, que
acompañó constantemente al general Lavalle, en clase de soldado, y fue uno de
los bravos que salvaron el cadáver de su general de las impías manos del feroz
don Manuel Oribe que, cual chacal hambriento y rabioso, escarvaba los sepulcros
buscando la cabeza descarnada de aquel valiente infortunado. Después que sus
fieles y esforzados compañeros pudieron, en tierra extranjera, darle la
cristiana sepultura que le negaron los tiranos de su patria, aquel puñado de
héroes escapados del puñal de los verdugos de Rosas, se dispersó buscando su
salvación en los países limítrofes. Lucero se refugió al fin en los campos del
Cuaró, donde vivía a monte, siempre con la esperanza de que amaneciese un día
de libertad para su patria. Así que supo que el general Urquiza había levantado
su espada contra los tiranos, voló a la Provincia de Entre Ríos a ofrecerle sus
servicios. En estas circunstancias es cuando se encuentra con su antiguo amigo
Martín Sayago. La primera edición de este diálogo se hizo en Montevideo el año
de 1846. En la segunda, publicada en 1851, salió enteramente refundido y
aumentado; y ahora se reproduce así corregido.
Martín
Sayago recibiendo en el palenque de su casa a su amigo Paulino Lucero
MARTÍN
¡AMIGO! De aquella loma
que atrás
del monte se ve,
apenas lo
devisé,
dije: aquel
mozo que asoma
se me hace
por la presencia
5
ser el
paisano Lucero;
felizmente,
aparcero,
me ha
salido...
LUCERO
A la evidencia:
porque como
nunca juyo
de esta
causa en el afán;
10
y como dice
un refrán,
en un pie a
tu tierra, grullo,
cuanto el
general Urquiza
(a quien lo
conserve Dios)
pegó el
grito: "vamonós
15
contra
Rosas", a la prisa,
como es
justa la contienda,
por lo
justo, al grito yo,
decidido,
del Cuaró
me vine a
tirar la rienda
20
frente de
Gualeguaychú
y al Uruguay
me azoté
y lueguito
me largué,
a saber de
su salú.
¿Y mi
aparcera?
MARTÍN
Buenaza.
25
siempre
mentándolo a usté.
Vaya,
aparcero, apiesé;
ya sabe que
está en su casa,
y no
precisa...
LUCERO
Al momento
velay refalo
el recao
30
y me pongo a
su mandao.
MARTÍN
Adelante: tome asiento.
LUCERO
Pues, mire, amigo Sayago,
yo al venir
me presumía
que no me
conocería
35
al volver
por este pago.
Pero si usté
a la fortuna
es igual en
la memoria,
ya puede
hacer vanagloria
de
conocedor: ¡ahijuna!
40
MARTÍN
Lo que yo estoy conociendo
es que usté
viene templao
y como
siempre alentao.
Con que,
váyame diciendo:
¿diadónde
sale?
LUCERO
¡Chancita!
45
De lejas tierras, cuñao,
después de
haberme troteao
media América
enterita:
de suerte
que de mulita
ya nada
tengo, ¡qué Cristo!,
50
pues con las
cosas que he visto
en tanto
como he andao,
de todo
estoy enterao
y para todo
estoy listo.
Pero, paisano Martín,
55
yo creiba
que su amistá
con mi larga
ausiencia ya
hubiese
aflojao al fin.
Ya ve que
¡siete años largos
sin vernos
hemos pasao!,
60
¡y cómo
estoy de arrugao
por tantos
ratos amargos!...
Así, yo
hubiera apostao
a que me
desconocía,
y que ni
mentas haría
65
de mí.
MARTÍN
Se había equivocao:
y lejos de
eso, aparcero,
tan presente
lo he tenido
que lo
hubiera distinguido
en el mayor
entrevero.
70
Digo esto, en la persuasión
que usté en
la otra tremolina
habrá andao
de garabina,
por
supuesto, y de latón;
sobre el
pingo noche y día
75
peliando al
divino ñudo,
medio en
pelota o desnudo
y con la
panza vacía.
Pero ya por estos pagos,
lo mesmo que
por su tierra,
80
se anda por
concluir la guerra
y las
matanzas y estragos:
bajo la
suposición
de que no
corcoviará
Rosas, y se
allanará
85
a organizar
la nación
por el ORDEN
FEDERAL,
que Entre
Ríos y Corrientes
han
proclamado valientes,
y han de
sostener... ¿qué tal?
90
LUCERO
¡Muy lindo!... pero... veremos;
porque ese
Rosas, amigo,
¡es tan
diablo... pucha, digo!,
¡cuántos
males le debemos!
Y aunque
usté haiga forcejeao
95
en otro
tiempo por él,
éste no es
el tiempo aquel,
y se habrá
desengañao...
MARTÍN
¿Forcejeao, dijo? Se engaña:
por un deber
he seguido,
100
siempre
medio persuadido
que Rosas es
un lagaña.
LUCERO
¿Medio no más, aparcero?,
¿o se le
hace rana el sapo?,
¿a que si se
lo destapo,
105
se persuade
por entero?
¡Es un tigre hasta morir,
con unas
garras que asusta!,
y a ese
respeuto, si gusta,
le explicaré
mi sentir.
110
MARTÍN
¡Pues no!, amigo: desde luego
prosiga, y
dele por ahí:
y arme un
cigarro, velahí,
también voy
a darle fuego.
LUCERO
No... deje estar... ¡Voto a bríos!
115
¡Maldito sea
el rocín!
¡Por
Cristo!, amigo Martín,
he perdido
los avíos
¡Ah, bruto!,
¡si ha corcoviao
hasta
cortarme la cincha,
120
y todavía
relincha;
y mire, se
ha revolcao!
MARTÍN
Tiene laya de buenazo
y bellaco...
LUCERO
Sin piedá,
pero de
conformidá,
125
que luego es
¡superiorazo!
Hoy cuasi me descompuso,
porque en
pelos me dejó,
y ya también
se volió,
pero salí
¡como un huso!
130
MARTÍN
¡Ah, gaucho!... Vení, Ramón;
velay,
agarrá ese overo,
y acolláralo
ligero
al zaino
viejo rabón.
¿No será
algún pescuecero
135
su redomón,
ño Paulino,
que saque
por el camino
a la rastra
a mi aguatero
No le hace:
andá y del tirón
traite el
mate y la caldera;
140
vaya,
hijito, y de carrera
cébanos un
cimarrón.
LUCERO
Pues, yo creí que usté viviera
siempre en
la otra población,
y hoy al
darle el madrugón
145
me encontré
con la tapera.
Luego me
pude informar
de su salú y
paradero,
y en la
cruzada al overo
se le antojó
retozar.
150
MARTÍN
¡Voto-alante!, en fin ya ve,
después de
tanto rodar,
me he
conseguido afirmar
siempre en
la costa del Clé
donde en
otro tiempo, amigo,
155
cuanto
rancho he levantao,
lueguito me
lo han quemao,
como si
fuera castigo:
hasta hoy
que como la rosa
vivo y puedo
trabajar
160
con miras de
adelantar,
si Dios no
manda otra cosa.
Pues acá de
varios modos,
siendo los
hombres honraos,
todos viven
sosegaos
165
y ganan su
vida todos,
mediante la
proteción
que el
gobernador Urquiza
al pobre que
la precisa
le presta de
corazón.
170
Así, el hombre es bendecido,
como bajado
del cielo,
después de
tanto desvelo
y atraso que
hemos sufrido.
LUCERO
Que dure es lo menester,
175
y pronto,
amigo, verá
que esta
provincia será
feliz como
debe ser:
porque la
naturaleza
y Dios mesmo
se ha esmerao
180
en darle
como le ha dao
en el suelo
su riqueza,
corriendo la
agua a raudales
por sus ríos
caudalosos,
y de ahí sus
montes frondosos,
185
sus campos y
pastizales.
Luego sus puertos y haciendas
su trajín y
produciones...
¿No valen
más estos dones,
que
ejércitos y contiendas
190
sin
término?, ¿y para qué?,
para que al
fin el tirano
llegue a ser
el soberano
de estos
pagos.
MARTÍN
Riasé
del Supremo
y de su antojo,
195
pues para
tal pretender,
Rosas no
debía ser
tan ruin,
tan malo, y tan flojo;
ni debía ese
asesino
apoyarse en
el terror,
200
ni ser tan
manotiador
como tacaño
y mezquino.
Así
condición ninguna
tiene, sino
fantasía;
pero, ya se
allega el día
205
de que se le
acabe, ¡ahijuna!...
¡Qué distinto proceder
tiene acá el
gobernador,
a quien el
restaurador
le debe todo
su ser!
210
Usté lo verá, paisano;
por
supuesto, lo verá,
y si ha
visto (me dirá)
hombre más
liso y más llano.
Y verá con el empeño
215
que proteje
al hombre honrao,
sin fijarse
en lo pasao,
ni en si es
de Uropa o porteño.
Porque su único sistema
es perseguir
los ladrones,
220
pero que por
opiniones
ya ningún
hombre le tema.
También verá el adelanto
de nuestra
provincia entera,
y al cruzar
por aonde quiera
225
le parecerá
un encanto:
Ver la porción de edificios
que se alzan
en todas partes
para
protejer las artes
y diferentes
oficios.
230
Luego en los campos verá
las escuelas
que sostiene
la Patria,
en las cuales tiene
a hombres de
capacidá:
Enseñando satisfechos
235
y con
esmeros prolijos
a que
aprendran nuestros hijos
a defender
sus derechos.
Y últimamente, paisano,
si hay
gobiernos bienhechores,
240
quizá uno de
los mejores
es el
Gobierno entrerriano.
LUCERO
¡Qué primor! Así debía
proceder
todo gobierno
veríamos que
al infierno
245
iba a parar
la anarquía.
Pero,
desgraciadamente
Rosas es tan
envidioso,
y tan diablo
y revoltoso,
que ya
pretende al presente
250
largarnos un
buscapié
para hacernos
chamuscar,
porque no le
ha de agradar
esta quietú;
creamé.
Pues la
Libertá y la paz
255
son dos
cosas que aborrece,
a punto que
se estremece
de oírlas
nombrar nada más.
A bien que
le he prometido
destapárselo
enterito,
260
y voy a
hacerlo lueguito;
¿quiere
atender?...
MARTÍN
Decidido
le prometo
mi atención:
que un
hombre de su razón
merece ser
atendido.
265
LUCERO
Pues bien, amigo Sayago,
debajo de
una amistá
oirá con la
claridá
y la
franqueza que lo hago.
No hablo como lastimao;
270
menos como
correntino:
hablaré como
argentino,
patriota y
acreditao,
que nunca ha
diferenciao
a porteños
de entrerrianos,
275
ni a
vallistas de puntanos,
porque todos
para mí,
desde este
pago a Jujuí
son mis
queridos paisanos.
Y en el rancho de Paulino
280
puede con toda
franqueza
disponer de
la pobreza
cualquier
paisano argentino;
pues nunca
ha sido mezquino,
y a gala
tiene Lucero,
285
el que
cualquier forastero
llegue a
golpiarle la puerta,
siguro de
hallarla abierta
con agrado
verdadero.
Sólo aborrezco a un audaz
290
que piensa
que la nación
es él solo
en conclusión,
y su
familia, a lo más:
y ese malevo
tenaz,
matador,
morao y ruin,
295
que ha
promovido un sin fin
de guerras
calamitosas,
no es una
rana... ¡ése es Rosas!
mesmito,
amigo Martín,
que grita ¡federación!
300
y degüello a
la unidá,
mientras que
a su voluntá
manotea a la
nación;
y en veinte
años de tesón
que mata y
grita audazmente
305
¡federación!,
que nos cuente,
¿qué
provincia ha prosperao
o al menos
se ha gobernao
de por sí
federalmente?
Ninguna, amigo: al contrario,
310
hoy miran su
destrución
y que en la
Federación
Rosas se ha
alzao unitario,
porque, a lo
rey albitrario,
desde San
José de Flores
315
fusila
gobernadores,
niñas
preñadas y curas,
y comete en
sus locuras
otra máquina
de horrores.
¡Vea qué Federación
320
tan gaucha!,
y yo le respondo
que aunque
soy medio redondo
conozco su
explicación,
que consiste
en mi opinión,
en que los
pueblos unidos
325
vivan, y no
sometidos
a tal
provincia o caudillo
que les
atraque cuchillo
y los tenga
envilecidos...
MARTÍN
¡Ahijuna!...
LUCERO
No se caliente:
330
deje estar
que le relate.
MARTÍN
Siga, amigo: velay mate;
velay
también aguardiente.
¡Barajo!... ¡qué relación!
¡Ah, Rosas,
si en este istante
335
te topara
por delante!,
si hasta me
da comezón...
LUCERO
¡Viera, aparcero Sayago,
por esos
pueblos de arriba,
como he
visto yo cuando iba,
340
redotao por
esos pagos!,
¡qué
mortandades, qué estragos!,
¡cuánta
familia inocente
hasta hoy
llora amargamente
la miseria y
viudedá
345
que deben a
la crueldá
de Rosas
únicamente!
Luego, el encarnizamiento
con que a
los hombres persigue,
y los
rastrea, y los sigue
350
lo mesmo que
tigre hambriento.
Así es que
he visto un sin cuento
de infelices
desterraos,
y hombres
que han sido hacendaos
rodando en
tierras agenas
355
y viviendo a
duras penas
pobres y
desesperaos.
¡Y así pretende el tirano
que el país
esté sosegao,
habiéndolo
desangrao
360
de un modo
tan inhumano?
Ahora,
dígame, paisano:
si a usté
también lo saquiara,
lo
persiguiese y rastriara
así con un
odio eterno,
365
usté desde
el quinto infierno
¿con Rosas
no se estrellara?
MARTÍN
Siguro, hasta el fin del mundo
como a
pleito lo seguía,
y hasta lo
perseguiría
370
de la mar en
lo profundo.
Y a la prueba me remito
en la
presente patriada,
yendo a
darle una sableada
allá en
Palermo mesmito.
375
Y siendo tan revoltoso
el paisano
Juan Manuel,
preciso es
librarnos de él
lo mesmo que
de un rabioso;
y entre
todos sin reposo
380
dejándonos
de pelear,
lo debemos
corretear,
que dispare
a lo ñandú
y se vaya a
la gran-pu
y nos deje
sosegar.
385
LUCERO
Y que deje de amolarnos
con tanta
guerra al botón
que arma
allá ese baladrón
con miras de
esterminarnos.
Que acá para
gobernarnos
390
federal y
lindamente,
sin hacer
matar la gente,
pero
haciendo prosperar
la patria,
no han de faltar
gobiernos
como el presente.
395
MARTÍN
¡Ah, gaucho sabio y ladino!,
si es la
cencia consumada,
y patriota
más que nada;
eche un
trago, ño Paulino.
LUCERO
Vaya, amigo, ¡a la salú
400
de sus pagos
y los míos,
y el
GOBIERNO DE ENTRE RÍOS
que nos ha
de dar quietú!,
¡y por la
FEDERACIÓN!
MARTÍN
¿La
gaucha?...
LUCERO
No: ¡la
entrerriana!,
405
la linda, la
veterana
que hará
feliz la nación,
hoy que su
proclamación
alza el
general URQUIZA,
diciendo:
"¡Aquí finaliza
410
todo el
poder de un tirano,
que el
ejército entrerriano,
va a reducir
a ceniza!".
MARTÍN
Amigo, ahí tengo un changango
que pasa de
rigular,
415
y ahora
mesmo hemos de armar
para esta
noche un fandango.
Aunque ya no me acordaba
que ayer,
cuando iba al arroyo,
mi Juana
Rosa en un hoyo
420
medio se
sacó una taba.
Y hoy de mañana salió
con la
Nicasia en las ancas,
y en
aquellas casas blancas
debe estar,
presumo yo,
425
haciéndose
acomodar
la pata que
se le ha hinchao:
pero así
mesmo, cuñao,
esta noche
ha de bailar.
¡Y usté templando el changango
430
saquémele
hasta la frisa,
a salú de
don Urquiza
federal
lindo y de rango!
LUCERO
Lo haré por él, lo prometo;
pues, si
antes fui su enemigo,
435
ahora de
veras le digo,
me ha
cautivao el afeto,
viendo el
empeño completo
con que
llama a los paisanos
para que se
den las manos
440
y se dejen
de matar:
así es que
lo han de apreciar
todos los
americanos.
Y así, yo de corazón
rendiré la
vida a gusto
445
en las filas
de don Justo,
sosteniendo
su opinión
de organizar
la nación,
hoy que el
caso se presenta,
para
ajustarle la cuenta
450
a ese tirano
ambicioso,
causal de
tanto destrozo
que nuestra
patria lamenta.
Y a quien el mesmo Entre Ríos
le debe
tantos atrasos,
455
por las
trabas y embarazos
que antes le
puso a estos ríos;
creyendo en
sus desvaríos
Juan Manuel,
que el Paraná
era de su
propiedá:
460
y cuando le
daba gana
no entraba
ni una chalana.
¡Mire qué
barbaridá!
Y a todo barco atajaba,
sin más
razón ni derecho
465
que sacarle
hasta el afrecho
en tributos
que cobraba:
de otro modo
no largaba
a ningún
barco jamás,
y sólo a San
Nicolás
470
cuando más
podían dir,
pues si
querían subir
los hacía
echar atrás.
¡Qué diferencia hoy en día
es
recostarse a estos puertos,
475
y verlos
siempre cubiertos
de purita
barquería!,
con tanta
banderería
y tanta
gente platuda,
que al
criollo que Dios lo ayuda
480
se arma rico
redepente;
lo que antes
cuasi la gente
andaba medio
desnuda.
Luego, en ganar amistades,
¿acaso se
pierde nada?...
485
¿y con gente
bien portada
que nos trae
comodidades,
cayendo de
esas ciudades
de Uropa
tantos naciones,
a levantar
poblaciones
490
en nuestros
campos disiertos,
que antes
estaban cubiertos
de tigres y
cimarrones
¿O debemos ahuyentar
la gente que
habla en la lengua?
495
No, amigo,
porque no hay mengua
en que
vengan a poblar;
pues nos
pueden enseñar
muchas cosas
que inoramos
de toda
laya: ¿a qué andamos
500
con que
naides necesita,
si hay tanto
y tanto mulita
entre los
que más pintamos?
Dicen que
"la extranjerada
(algunos no
dicen todos)
505
nos ha de
comer los codos".
¿Qué nos han
de comer? -¡Nada!,
podrán comer
carne asada,
cuando
apriendan a enlazar;
y no se
puede negar
510
que son muy
aficionaos
a echar un
pial, y alentaos
si se ofrece
trabajar.
Allá en mi pago tenemos
un
nacioncito bozal,
515
muchacho muy
liberal
con quien
nos entretenemos;
y al lazo le
conocemos
mucha
afición de una vez.
Y, ni sé qué
nación es;
520
pero cuando
entre otras cosas
le grito:
"piálame a Rosas",
se alegra y
responde: ¡yes!
MARTÍN
¡Será el diablo! Pues aquí
anda otro
carcamancito
525
que contesta
a lo chanchito,
y a todo
dice: "güi, güi",
y ayer peló
un bisturí
de dos
cuartas, afilao,
y yo que
estaba a su lao
530
le dije:
"¿para qué es eso?",
y él
señalando el pescuezo
nombró a
Rosas, retobao
LUCERO
¡Pero, si es temeridá
lo que el
hombre es malquerido
535
y putiao y
maldecido
en todo pago
y ciudá!
Ya le dije, yo he corrido
muchas
tierras, y embarcao
desde la mar
del Callao
540
hasta la
Esquina he venido;
y en Bolivia
he conocido
a hombres
que no morirán
de antojo, y
le pegarán
al Supremo
una sumida,
545
si Dios le
presta la vida
al general
Ballivián.
Éste anda por Chuquisaca,
y allá en
Lima anda un Castilla,
general, que
si lo pilla
550
a Rosas le
arrima estaca;
porque es
liberal de a placa
ese general
limeño;
y a todo
gaucho abajeño
que anda
infeliz por allá
555
en cualquier
necesidá
lo proteje
con empeño.
Así, yo vine prendao
de otro
general Torrijo.
¡Ah, mozo!,
un día me dijo,
560
viéndome
medio atrasao.
"¿Muchacho,
sos emigrao?".
Sí, señor,
le respondí.
"Pues
tomá", y le recebí;
y como quien
no da nada
565
ahí me largó
una gatiada
que luego la
redetí.
Después en Chile, paisano,
también me
puse las botas,
con muchos
mozos patriotas
570
que detestan
al tirano;
y el
gobierno es tan humano,
que a todos
nos compadece,
y dice que
no merece
Buenos Aires
esa suerte,
575
en que hoy
se mira, y de muerte
a Juan
Manuel lo aborrece.
¿Y el general Virasoro?,
¿y el
ejército que manda?,
¡por Dios!,
le asiguro que anda
580
contra
Rosas, como un toro;
y antes en
manos de un moro
caiga ese
bruto asesino,
que no en
las de un correntino.
Así, que
ande Rosas listo,
585
pues si lo
pillan, ¡ah, Cristo!,
¡infeliz de
su destino!
Luego, en colmo de sus males,
al
Presidente su aliao
ya lo tienen
apretao
590
veintidós
mil imperiales,
todos mozos
ternejales
que lo han
de sacar muriendo,
y todos,
estoy creyendo
como una
cosa sigura,
595
que por
sacarle una achura
a Rosas se
andan lambiendo.
Y en todo el género humano,
no crea, ni
le parezca
que hay
hombre que no aborrezca
600
a Juan
Manuel por tirano.
¿Y en el
Paraguay, paisano?,
¡viera a los
paraguayitos
todavía
mamoncitos
que apenas
andan gatiando,
605
y ya se
largan gritando:
"¡que
muera Rosas!"...
MARTÍN
¡Ah,
hijitos!
Ya además el
Presidente
es un
quiebra, sigún veo,
pues le ha
pedido rodeo
610
al héroe del
Continente.
LUCERO
Sí, amigo, muy suavemente
al principio
lo ha palmeao,
y ya lo ha
redomoneao,
hasta el
verano que viene,
615
que puede
ser que lo enfrene
y lo haga de
su recao.
MARTÍN
¡Ah, cosa! Dios lo bendiga,
y le dé su
santa gracia.
¡Che!, mire:
ahí viene Nicasia
620
con mi
china. Pero, diga:
¿se acuerda
de Sandoval
el payador?
LUCERO
¡Cómo no!
MARTÍN
Un chumbo lo desnucó.
LUCERO
¿Dónde?...
MARTÍN
En la Banda oriental:
625
donde
también por mi mal
andando por
esa tierra,
cuando la
maldita guerra
en que Rosas
nos metió,
cuasi,
cuasi, quedé yo
630
estirao en
una sierra.
LUCERO
Velay otra guerra, amigo,
que hace
Rosas al botón,
de cuya
desolación
usté habrá
sido testigo:
635
y ¿qué
oriental enemigo
tiene Entre
Ríos?, pregunto.
¿A qué
cargas, a qué asunto
mandó allá a
la paisanada?
¿Sabe a qué,
aparcero? A nada;
640
a peliar por
él, por junto.
Cierto es que Frutos Rivero
vino acá la
vez pasada,
porque allá
la entrerrianada
a él lo
atropelló primero
645
con don
Pascual, que altanero
se guasquió
a Santa Lucía,
pues de
terne presumía,
hasta que en
una mañana
le zurraron
la badana:
650
y que
vuelva, ¡y qué volvía!
Y de ahí, Rosas se ha propuesto
destruir la
Banda oriental,
que no le ha
hecho ningún mal,
¡mire si es
hombre funesto!,
655
y no alega
otro pretexto
que mudarle
presidente:
¿qué le
importa que Vicente,
o Pedro, o
Juan o Tadeo
gobierne en
Montevideo?,
660
¿no digo
bien?
MARTÍN
Mesmamente.
LUCERO
Pues ya ve a los orientales
matándose
con horror,
lo que es,
amigo, un dolor,
¡porque son
tan liberales!,
665
y hay mozos
tan racionales
entre uno y
otro partido,
que si ya no
se han unido
no es por
rencor, creamé,
es solamente
porqué
670
ahí anda
Rosas metido.
Lo
que antes, los orientales
se daban
cuatro sabliadas,
y al tiro de
camaradas
quedaban
todos iguales:
675
mas hoy, con
los federales
quo Rosas
les ha ingertao
tan fiero
los ha trenzao,
que algunos
ya lo coligen,
y Dios
permita y la Virgen
680
que le hagan
el cuerpo a un lao.
Dios lo permita, repito,
que se
abracen como hermanos;
porque, sin
ser mis paisanos
los apreceo
infinito;
685
pues ya
sabe, aparcerito
que yo me
crié por allá,
y así es con
temeridá
lo que esa
gente me agrada,
y esas
hembras más que nada,
690
porque son
una deidá.
MARTÍN
¡Oiganlé al cantor Lucero
cómo se
explica y se amaña!
Pues bien,
una media caña
conciérteme,
compañero.
695
Toda de amor enterita,
que se
alborote el hembraje
con las
coplas, y le faje
hasta la
madrugadita.
LUCERO
Media caña y cielo junto,
700
será más
lindo, aparcero,
y que yo
duerma primero,
porque... ya
me siento en punto...
MARTÍN
Echesé, aunque Juana Rosa
venía y se
ha entretenido,
705
y si lo
pilla dormido
quizá se
muestre quejosa.
Pero ya que está templao,
no hay que
hacer caso, echesé,
que yo lo
dispertaré
710
con un buen
cordero asao...
Aunque, amigo, la patrona
lo ha de
querer agradar:
déjeme, voy
a carniar
con cuero
una vaquillona.
715
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Y ya enderezó Martín
rumbiando
para el rodeo
y Paulino a
su deseo,
hizo estas
coplas por fin.
Coplas de
Cielito y Pericón que concertó Lucero para el fandango que armó esa noche
Sayago
[Coplas de
Pericón, Cielito y Media Caña, que improvisó Paulino Lucero para el fandango
que se armó en casa de Martín Sayago]
A LA SALÚ
DEL EJÉRCITO ENTRERRIANO Y CORRENTINO.
Vaya para Rosas solo
este cielo y
pericón,
pues a los
demás rosines
les toca de
refilón.
¡Ay, cielo de la Victoria!,
5
cielito del
Paraná...
¡Oído! que
ya la corneta
tocó un
punto alto en Cala
¡Atención!... En el campo
tocan a montar.
10
¡A caballo, soldados
de la libertad!
¡Guerra al tirano!
Garabina a la espalda,
sable a la mano.
15
Ya brillan
los corvos y las tercerolas:
y lucen las
lanzas... lindas banderolas
de los valientes
patriotas entrerrianos
y de Corrientes.
20
Vamos a ver en Palermo
si es
garbosa la persona
de ese
general Vejiga,
Juan Manuel
Rosas Corona.
¡Cielito de la tristura!...
25
con que se
dice al remate
que ese
bruto es general
por las
campañas de uñate.
Cuando va al tranco esa maula,
la panza le
hace: ¡cla!, ¡cla!
30
de
aguachado, de bichoco
y de
barrigón que está.
¡Cielito!... y de precisión
tenemos que
adelgazarlo,
para lo que
vamos todos
35
dispuestos a
galopiarlo.
Él piensa de Tucumán,
Salta,
Córdoba y la Rioja,
San Juan,
Mendoza y San Luis,
seguir con
la cincha floja.
40
¡Cielito!... y por desengaño,
pronto,
tirano, has de ver,
que entre
todos, de un tirón,
dos barrigas
te han de hacer.
Y si nos facilita
45
un tal Badana
para cruzar el río
cualquier chalana:
No hay necesidá
de hacernos capiguaras
50
en el Paraná.
Ya verás, ingrato, cuando la embestida,
dónde
aparecemos de una zambullida.
Y después de eso,
¿no te da comezón
55
en el pescuezo?
También quiero prevenirte
de que el
general Garzón
va de un
galope al Cerrito
a echarle un
¡truco! a Violón.
60
¡Ay, cielo mío!... y después,
si no te parece mal,
le piensa pasar la mano
al titulado Legal.
De balde te vas poniendo
65
tan cumplido
y tan blandón,
tratando de
hacer compadres
a los de la
Entreinvención
¡Cielito de la sordera!
Salí,
Supremo lagaña,
70
¿no ves que
los Uropeos
ya te
conocen la maña?
Pues si el general Urquiza
no te
hubiese abandonao,
atenido a él
estarías
75
mordedor y
endemoniao.
¡Cielito!... porque en lo guapo
sos enteramente
igual
a un perro
bayo que tiene
en la
estancia el general.
80
Dicen que en Buenos Aires,
en la situación,
se ha puesto redepente
muy caro el jabón.
¡Qué calamidá!,
85
¡cuando el Jefe Supremo
tan jediondo está!
Dormite,
morrongo, dormite, mi amor;
dormítele
Urquiza al Restaurador,
y la pichona
90
que pretende su parte
en la corona.
Si Rosas mata al botón,
le juega mi
general
a cuál de
los dos resulta
95
con más
charque en el tendal.
¡Ay, cielo, y de la mashorca,
si endurece
la pandilla,
lo que ha de
tener de sobra
Juan
Manuel... será morcilla!
100
Y si Corona presume
de un
ejército infinito,
el que de
acá le larguemos
no ha de ser
muy peticito.
¡Cielito!... y ya los rosines
105
deben saber
que no es broma,
que el
ejército entrerriano
como se las
dan las toma.
También saben que no usamos
echar de
lejos balacas,
110
ni peliar
con los matreros,
ni robar
pingos y vacas.
¡Ay, cielo!... pero si alguno
medio a
forcejear nos sale
por sostener
al tirano,
115
¡a qué te
cuento, más vale!
El diablo es que anda sonando...
¡Cristo!,
¿si será verdá?,
que el
ejército rosín
lo debe
mandar Biguá
120
¡Ay, cielo!... de la barriga
cómo vendrá
el pobrecito,
después que
lo largue Rosas
soplao hasta
lo infinito.
¡Jesús nos favorezca,
125
si viene Biguá!,
y nos larga la inflada,
¡qué barbaridá!
¡Cuando atropelle
y que nos desenvaine
130
tamaño fuelle!
Y traiga a
los tientos las armas de Rosas
fuelles y
jeringas, vergas y otras cosas,
con que en Palermo
se divierte el Ilustre
135
cuando está enfermo.
Velay, el sol aparece,
y al
escurecer la luna,
¡miren cómo
resplandece
de los
libres la coluna!
140
¡Ay, cielo!... digan conmigo:
¡viva la
Federación!,
¡viva
Urquiza y Virasoro!,
¡y también
viva Garzón!
Con que, ¡adiosito, paisanas!,
145
que aquí
concluye el cielito;
y ya para mi
escuadrón
también me
largo lueguito.
Cielito, y por conclusión,
la más linda
moza diga,
150
si no me
hace algún encargue
para el
general Vejiga.
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Esta versada cantaron
en el baile
de Sayago,
y al cantor
de trago en trago
155
esa noche lo
apedaron;
y, como lo
calentaron,
a lo mejor
del bureo
ahí les
largó un bordoneo
para llamar
la atención,
160
y las mozas
con razón
le hicieron
un palmoteo.
Luego, sacó a su aparcera
la Juana
Rosa a bailar,
y entraron a
menudiar
165
media caña y
caña entera.
¡Ah, china!,
¡si la cadera
del cuerpo
se le cortaba!,
pues tanto
lo mezquinaba
en cada
dengue que hacía,
170
que medio se
le perdía
cuando
Lucero le entraba.
En fin, allá al aclarar
se tocó la
despedida,
porque la
gente rendida
175
ya se
comenzó a raliar.
¡Qué divertirse esa gente!,
¡qué beber y
qué bailar!,
eso fue
hasta rematar
en el patio
últimamente.
180
Y fue un fandango de humor,
donde
acudieron con ganas
lindas mozas
entrerrianas,
que las hay
¡como una flor!
Luego Paulino y Sayago
185
a la cocina
surquiaron,
en donde
cimarronearon
sin dejar de
echar un trago,
y en ese
mesmo momento
Martín le
dijo a Lucero:
190
-No se vaya a ir, aparcero,
sin hacerme
otro argumento
como ese de
la ramada
que fue cosa
superior,
aun cuando
el Restaurador
195
nos eche
alguna putiada.
-¿Qué me importa que se enoje?,
contestó el
gaucho Paulino,
si él sabe
que correntino
no hay
ninguno que le afloje;
200
con que así,
monte, cuñao,
vaya no más
a campiar,
que al
volver me ha de encontrar
pronto y
listo a su mandao.
Relación,
que del embarque, del viaje, y del fin trágico de la Arroyera, le fue remitida
desde el campamento de Oribe al gacetero Jacinto Cielo, por su amigo Anastasio
el Chileno, el cual andaba de bombero de los patriotas entre los sitiadores de
Montevideo.
Isidora la
federala y mashorquera
[Isidora, la
gaucha arroyera, federala y mashorquera, despidiéndose del campamento de Oribe
en el Cerrito, y llegando después a casa de Juan Manuel Rosas en Buenos Aires]
1.ª PARTE
La Isidora regordeta
se va a
embarcar al Buseo
¡vieran con
qué zarandeo
va
arrastrando una chancleta!
Que lleva un pie desocao
5
de resultas
de un fandango,
en que le
rompió el changango
en la cabeza
a un soldao.
Y en esa noche con Brun
bailando la
refalosa,
10
anduvo poco
mañosa
queriendo
hacerle el betún
Sabrán que esta moza al fin,
no es
porteña, es arroyera,
pitadora y
guitarrera
15
y cantora
del Tin tin.
Que vino de la otra banda
junto con
los invasores,
y que sabe
hacer primores
por todas
partes donde anda.
20
Y que hace mucho papel
como güena
federala,
pues su
refriega en su sala
con la hija
de Juan Manuel.
En fin, dicen que esta dama
25
del
Miguelete se aleja,
y a mis
paisanas les deja
los
recuerdos de su fama.
También dicen de que al borde
ha estado de
perecer,
30
y se quiere
reponer
porque ha
perdido el engorde.
Pues no le asientan los pastos,
y luego con
la escasez
que hay por
ajuera, esta vez
35
se ha
fundido en hacer gastos.
Así es que bien trasijada
se retira la
infeliz,
echando por
la nariz
como suero
de cuajada.
40
Un ojo le lagrimea,
del aire,
dice Garvizo
que para él
es un hechizo
otro que le
centellea.
El andaluz se hace almiba
45
por agradar
a Isidora,
que es
muchacha seguidora
y nunca se
muestra esquiva.
Así es que a la despedida
la acompaña
una patrulla,
50
marchando
sin hacer bulla
como gente
dolorida.
Pero la Isidora marcha
sin
demostrar sentimiento,
con un
semblante contento
55
y más fresca
que la escarcha.
Lleva el rebozo terciao,
airoso, a lo
mashorquera
y en la
frente de testera
luce un moño
colorao.
60
Marcha con aire jitano,
y una mano
en la cadera,
que sacude
sandunguera
con un garbo
soberano.
Para lucir los encajes,
65
viste a
media pantorrilla
un vestido
de lanilla
colorao y
sin follages.
Ella no gasta bolsita
como gasta
una pueblera;
70
pero carga
una jueguera
y también su
barajita.
Todo el cortejo se empeña
en
complacerla al partir,
pero ella se
quiere dir
75
y a todo
vicho desdeña.
Casi se cai de barriga
el cirujano,
en mala hora
se le cayó a
la Isidora.
el cuchillo
de la liga...
80
Que lo levanta el galán
trompezando,
y cariñoso
se lo
presenta gustoso
a la prenda
de su afán.
La Isidora lo recibe,
85
y exclama:
-¡Cristo me valga!,
antes
perdiera una nalga
que no esta
prenda de Oribe.
Con la cual he de volver
y a todas
las unitarias,
90
de balde han
de ser plegarias,
yo las he de
componer.
¿Ha visto, dotor tuertero,
estas zonzas
de orientalas,
que a todas
las federalas
95
nos tratan
como a carnero?
Esas mesmas que ahí están
faroliando
en el Cerrito,
y haciéndole
asco al moñito,
no sé lo que
pensarán.
100
Pues mire, ¡a fe de Isidora,
me voy con
sangre en el ojo!,
y he de
volver por antojo
con mi
comadre Melchora.
Y a toda la que se piensa
105
que me ha de
andar con diretes,
le he de
cruzar los cachetes
y le he de
cortar la trenza.
¡Moño grande! que se vea,
se han de
poner a la juerza:
110
y a la que
medio se tuerza
se lo he de
pegar con brea.
¡Caray!, si me da una rabia
el ver que a
mí, ¡a la Isidora!,
quieran
ganarle a señora
115
porque
tienen mejor labia.
¡Y porque gastan corsé,
y gorras a
la francesa,
ni levantan
la cabeza
a saludar! -Ya
se ve...
120
Aún no están acostumbradas
a la
mashorca y tin tin,
pero de
todas, al fin,
me he de
reír a carcajadas.
Deje no más que entre Oribe
125
y tome a
Montevideo,
que hemos de
tener bureo
como Rosas
me lo escribe.
Con que ansina, dotorcito,
a todas
digamelés,
130
que he de
volver otra vez,
¡que me
anden con cuidadito!
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
En esta conversación
hasta la
playa llegaron,
y en el
momento mandaron
135
los rosines
un lanchón.
Era preciso llevarla
cargada para
embarcarse,
por no
dejarla mojarse,
que eso
podía resfriarla.
140
Entonces de la cadera
se la
prendió el andaluz,
y ella le
gritó: ¡Jesús!
¡No me
ruempa la pollera!
Con todo, se la echó al hombro,
145
y hasta el
lanchón la llevó;
y al dejarla
suspiró
el tal Garvizo,
¡qué asombro!
Con que ansina desde ahora
es bueno que
se prevengan,
150
y las
orientalas tengan
¡cuidado con
la Isidora!
2.ª PARTE
Por un duende que ha venido
y que estuvo
en lo de Rosas,
esta y otras
muchas cosas
155
diz que
Anastasio ha sabido.
Porque me escribe el chileno,
con respeuto
a la Isidora,
de que tuvo
la señora
un viage
pronto y muy güeno.
160
Pues la tarde del embarque
alzó moño la
Palmar
y a Güenos
Aires fue a dar
con la
Arroyera y su charque.
Y con viento rigular
165
amaneció la
Boleta,
frente de la
Recoleta
aonde empezó
a sujetar.
Por supuesto, en la cruzada,
la muchacha
se almareó,
170
y cuasi,
cuasi largó
la panza y
la riñonada.
Pero le dieron giniebra,
que cura la
indigestión;
y diz que
sopló el porrón,
175
y se lo
limpió de una hebra.
Luego lo ofrecieron té;
pero ella
dijo: -No quiero
ningún
remedio extranjero,
como no sea
el culé...
180
¡O mate de manzanilla
junto con
flor de mosqueta,
que cuando
estoy indijesta
me asienta a
la maravilla!
Quién sabe al fin si tomó
185
a bordo esa
medicina;
pero luego
en la cocina
de golpe se
amejoró:
Comiéndose allí una tripa
que le
brindó el cocinero,
190
con más de
medio carnero
y de galleta
una tipa.
Últimamente llegaron
hasta dentro
con el barco,
y en lo más
hondo del charco
195
a soga larga
lo ataron.
Y al echar un bote al río
le dijeron a
Isidora:
Venga a
embarcarse, señora,
con su
petaca y su avío.
200
Mesmamente la embarcaron
en la culata
del bote,
y más ligero
que al trote
hasta la
orilla llegaron.
De allí la montó a babucha
205
un marinero
fornido,
que llegó a
tierra rendido
y soltó a la
camilucha.
Cuando llegó un adecán
flauchoncito
y muy viejazo,
210
que al
soltarle ella un abrazo,
le dijo:
¡Che, Corbalán!
¿Cómo estás?, ¿y Juan Manuel?,
¿siempre con
salú? Contamé,
o más bien
acompañamé,
215
voy a
platicar con él.
¡Isidora de mi vida!,
díjole el
viejo moquiando;
¡pues no!,
vamos disparando
y que seas
bien venida.
220
Y ya también la sacó
de bracete
acollarada;
que salió
medio trabada
desde el
punto en que partió.
¡Qué de noticias traerás
225
(le dijo) de
esos parajes!
Y ¿se
aguantan los salvajes
Rivera y el
manco Paz?
Nada te puedo contar
ahora, dijo
la Arroyera,
230
pues se me
anda la vedera
y ya me voy
por echar.
Apurate por favor:
vamos
ligero, viejito,
y lleguemos,
hermanito,
235
a lo del
Restaurador.
Llegó la yunta, y adentro,
en la puerta
de la sala
ya tuvo la
Federala
su primer
feliz encuentro.
240
Pues salió la Manuelita,
y en cuanto
la devisó,
luego vino y
se abrazó
de firme con
su amiguita.
Queriéndosela comer
245
con los
besos que le dio,
hasta que le
preguntó:
-¿De dónde
salís, mujer?
¡Mirá que sos una ingrata!,
pues ni de
mí te acordás
250
queriéndote
mucho más
que lo que
me quiere tata.
-Salí, porteña pintora,
federala
zalamera;
que si yo no
te quisiera,
255
velay, (dijo
la Isidora)...
No te trujera esta lonja
que le he
sacao a un francés,
para vos,
ahí la tenés:
esto es
querer, no lisonja.
260
Ansí es que me acuerdo yo,
tomá, y
dejate de quejas;
júntala con
las orejas
que Oribe te
regaló.
-Ya no las tengo, hermanita,
265
le respondió
la pichona,
pues como
eran cosa mona
se las
regalé a tatita.
Ahora mesmo las verás
en su
cuarto, adonde tiene
270
todo lo que
lo entretiene:
vení, mujer,
te reirás.
Entonces se despidió
Corbalán de
Isidorita:
que a un
tirón de Manuelita
275
para el
cuarto cabrestió.
Se colaron, ¡Virgen Santa!,
en ese
cuarto que espanta
de pensar
que vive en él
el tirano
Juan Manuel,
280
restaurador
de las leyes,
entre
geringas y fuelles,
puñales,
vergas, limetas;
armas,
serruchos, gacetas,
bolas, lazos
maniadores
285
y otra
porción de primores;
pues lo
primero que vio
Isidora en
cuanto entró,
fue un cartel,
con grandes
letras sobre él,
290
y una manea
colgada
de una lonja
bien granada:
y el letrero
decía así:
"¡Ésta es del cuero
del traidor
BERÓN DE ASTRADA
295
¡lonja que
le fue sacada
por unitario
salvaje,
en el paraje
del Pago
Largo afamado,
donde fue
descuartizado!
300
-Con razón:
por malvao y
salvajón,
dijo la
recién venida.
Y en seguida,
miró encima
de una mesa,
305
y entre un
nicho, una cabeza
cortada,
y con la
lengua apretada
mordida,
y la vista
ennegrecida
310
y con
rastros de llorosa.
Al pie tenía una losa
escrita, y
decía así:
"¡Zelarrayán!
Los salvajes
temblarán
315
cuando se
acuerden de ti".
-¿Pues no?,
la Arroyera
dijo, y vio
ahí no más,
en seguidita,
colgada en
una estaquita
320
una cola o cabellera,
y al
preguntar de quién era
pudo ver
sobre un papel
esta letra:
"¡De Maciel
Ésta es la
barba y bigote,
325
que con
lonja del cogote
le manda al
Restaurador:
Oribe, su
servidor.
-¡Qué bonito,
dijo
Isidora, el versito!
330
Y agarró
un puñal,
que reparó
en diez o
doce que había,
que sobre el
cabo tenía
en la chapa
este letrero:
335
"Yo soy el verdadero
recuerdo, en homenaje
del infame salvaje
Manuel Vicente Maza
Si salgo de esta casa,
340
¡tiemble algún presidente
que no sea obediente,
y altanero se oponga
cuando Rosas disponga!".
-Qué receta para Oribe,
345
dijo
Isidora, que vive
sirviéndole
a Juan Manuel,
y queriendo
hacer papel
de
Presidente legal,
cuando en la
Banda oriental
350
tan sólo el
Restaurador
debe ser amo
y señor,
aunque el
diablo se sacuda
las
OREJAS... ¡Ah, mujer!,
haceme al
momento ver
355
las de
Borda: ¿dónde están?,
¿qué
sequitas no estarán?
Entonces la Manuelita
las sacó de
una cajita,
y cuando se
las mostró,
360
la gaucha
las escupió,
y pensó
hacer otras cosas,
pero en esto
dentró Rosas
en camisa y
calzoncillos
golpiándose
los tobillos,
365
con la
cabeza amarrada,
una cara
endemoniada,
y en la
cintura una verga.
Tendió en el suelo una jerga,
puso al lado
una botella,
370
y se acostó
cerca de ella
sin soltar
una expresión...
y cuál fue
la confusión
de Isidora y
Manuelita
al sentir
que su tatita
375
redepente
dio un bramido
como tigre
enfurecido,
y echando
espuma se alzó,
y estas
palabras soltó:
¡En la Horqueta del Rosario!
380
¡Flores... salvaje unitario!
¡Núñez, salvaje traidor...!
Entonces le dio un temblor,
y rechinando
los dientes,
y con gestos
diferentes:
385
¡asesino!,
le gritó
a Isidora; y
la mandó
degollar con
sus soldaos,
que
acudieron asustaos.
Cayó entonces desmayada
390
la Arroyera,
y arrastrada
fue por dos
indios; y al rato
degollada
como un pato.
Cuando la iban a matar,
Manuela se
echó a llorar
395
a los pies
de Juan Manuel,
suplicándole;
pero él
dijo:
"¡Muera la ovejona!,
pues, si no, sale y pregona,
que ya tengo convulsiones,
400
de ver que los salvajones
se lo limpian a Alderete;
y después, que lo sujete
el demonio al Pardejón,
que viene, y en un cañón
405
de taco me hace meter,
y ahí no más lo hace prender;
cosa que en cuanto reviente
¡a los infiernos me avente,
donde con vergas y fuelles
410
vaya a restaurar las leyes!...".
Luego pidió una botella
de bebida, y
se arrimó
a Isidora;
la miró,
y de ahí se
sentó sobre ella.
415
¡Fría estaba y desangrada!,
pero Rosas,
con todo eso,
se agachó,
le pegó un beso,
y largó una
carcajada.
Luego acabó de beber
420
muy ufano, y
se paró,
y a los
indios les gritó:
"Saquen
de aquí esta mujer;
llévenla a
la sepultura;
vamos,
prontito, al istante,
425
y que venga
y la levante
el carro de
la basura".
Ansí la triste Arroyera
un fin
funesto ha tenido,
sin valerle
el haber sido
430
FEDERALA Y
MASHORQUERA.
Anastasio
el Chileno.
Agachada a
las garantías que ofreció el almirante Mackau en su tratado con Rosas
Agachada o
cuchufleta satírica de un gaucho salvaje, dirigida a un almirante que les
ofreció garantías de completa seguridad a los argentinos que se sometieran a
Rosas
Estos versos
a la paz,
los larga un
gaucho voraz.
A decir cuatro verdades
va un
miliciano oriental:
que cuando
es pura y cabal,
no tiene
dificultades
ningún
gaucho liberal.
5
Es ruindá que en la contienda
de Rosas y
el almirante,
pierda el
francés el aguante,
pues sin
tirarle la rienda
lo han
sujetao al istante.
10
A la cuenta don Macó
será mozo
asustadizo;
pues Batata
como quiso
la mashorca
le atracó
cuando lo
vio espantadizo.
15
Pues mire... los orientales,
a pesar de
sus trataos
no andamos
muy asustaos;
aunque usté
y los federales
se vengan
acollaraos.
20
Ya verá que sin vapores,
el Viejo
Frutos Rivera
no deja ni
polvadera
de los dos
Restauradores
sin hacer
tanta humadera.
25
¡Ah, hijo de... Dios!, ¡quién diría!
que el
almirante Macó
de Uropa se
nos apió
a poner
carbonería
y Rosas se
la fundió.
30
Así es que la francesada
patriota y
de calidá,
al ver
tamaña ruindá,
está toda
endemoniada,
y habla con
temeridá.
35
Y dicen que si Macó
tan fiero
pudo ladiarse
y a Rosas
arrecostarse,
los demás
franceses no
son capaces
de humillarse.
40
Bien puede un ruin capataz
hacer
cuerear la manada,
será de él
la cochinada;
sin que deba
ser jamás
descrédito a
la pionada.
45
En fin, el Restaurador
ahora andará
más holgao,
pues dicen
que ha retozao
a su gusto
en un vapor
que el Barón
le ha regalao
50
¡Qué Cristo!, de aquí a unos días,
por
diciembre, cuando más,
le hemos de
salir de atrás
cobrando las
galantías
que nos
promete en la paz.
55
Pero el diablo es que LAVALLE
se ha de
querer empacar:
a bien que
lo va a buscar
Batata, y
adonde lo halle;
diz que lo
va a desarmar
60
¡Valientes americanos,
paisanos de
toda laya!,
antes que
Macó se vaya,
le haremos
ver que un tirano
a ningún
libre avasalla.
65
¡Vencedores de Cagancha!,
¡valerosos
del Yeruá!
Rosas nos
aguarda allá,
pues presume
que en su cancha
medio nos
aguantará.
70
¡A las armas, argentinos!,
vamos juntos
a peliar,
que hasta
morir o cueriar
al salteador
asesino,
¡naides debe
recular!
75
Él piensa que en desunión
nos ha
pillado la paz.
¡Ah, bruto,
ya lo verás!,
¡si al
primer atropellón
no te
boleamos de atrás!...
80
¡Degollador afamao!
ni tu
compradre Macote
te ha de
valer; del cogote
el día menos
pensao
te hemos de
sacar cerote.
85
JACINTO EL GAUCHO.
A la tramoya
de la Intervención conjunta representada por los ministros europeos, mister
Gore y monsieur Gros
[El gaucho
Callejas, burlándose de la intervención conjunta anglo-francesa, representada
por los ministros mister Gore y monsieur Gros]
SEÑOR EDITOR
DE LA GACETA DEL CONSERVADOR.
Trincheras
de Montevideo, a 25 de julio de 1848.
Ando ganoso, patrón,
y con la
alma atravesada
por largar
una ensilgada
amarga hasta
el corazón:
y cuando
formo intención,
5
nunca, en la
vida me encojo;
así, con
sangre en el ojo
voy a llenar
mi deseo,
porque soy
gaucho y no creo
jamás
morirme de antojo.
10
Sólo espero, patroncito,
para
ingertar mi versada,
que en su
gaceta mentada
usté me haga
un lugarcito:
y ya verá
qué cielito
15
por prima
alta y bordoneo
le canto a
cada Uropeo
de Francia y
de Ingalaterra,
de los que
han caído a esta tierra
a
embrollarnos, sigún veo.
20
Eso sí, los invernaos
no entrarán
en la voltiada,
a pesar que
en la manada
hay
bastantes desalmaos;
que ya los
tengo marcaos,
25
para algún
día si acaso
prenderles
como de paso
a media
espalda no más,
y cuando
mucho de atrás
hacerles
cimbrar el lazo.
30
Luego, patroncito, intento
escrebir a
lo paisano,
y en estilo
americano
decir todo
lo que siento:
y formarle
un argumento
35
a la
Entrivención cojunta,
y
agachármele en la punta
a la misión
Gore-Gros,
y probar
entre los dos
cuál es el
pior de la yunta.
40
Con que así, voy a esperar
siempre
ganoso, ya sabe;
y en cuanto
usté me haga un cabe
le empezaré
a menudiar,
hasta
hacerle calentar
45
a la yunta
las orejas,
y echando al
aire mis quejas,
a esos
maulas tratadores
les diré
cuatro primores
y sabrán
quién es...
¡CALLEJAS!
50
Presentación
gaucha que a fuer de letrado la escribió el gacetero Jacinto Cielo para un
compañero suyo, el cual habiéndose presentado antes al Gobierno, solicitando el
pago de algunos pesos que le debían, en la primer solicitud le recayó el
decreto de Ocurra oportunamente. Por consecuencia, ocurrió segunda vez en
circunstancia que en Montevideo circulaba con mucha validez la noticia de que
ya estaba en camino para el Río de la Plata una fuerte expedición de tropas
francesas de desembarco, y una poderosa escuadra naval al mando del almirante
Debourdieu, quien además venía trayendo dos millones de pesos fuertes para
auxiliar al Gobierno de Montevideo; noticia de la que se burló el abogado
gaucho como se verá más abajo: advirtiéndose que la siguiente representación
fue escrita y presentada el Lunes Santo de 1818 cuando el ejército de la plaza
sitiada se mantenía a porotos, fariña y bagres barrigones
[Presentación
gaucha, que a fuer de letrado elevó al Gobierno oriental Perucho el Zurdo en
1846]
Al excelentísimo señor Gobierno.
Montevideo.
Marzo 26 de 1846.
Señor, me le hago presente
en un
grandísimo aprieto,
atenido a su
decreto
de: OCURRA
OPORTUNAMENTE.
Siento serle
impertinente,
5
pero más
siento el andar
sin tener ni
qué pitar,
y flaco y
aniquilao,
porque ya no
me ha quedao
ni a donde
ir a churrasquiar
10
En ancas, mi muchachada
ya sin
alivio ninguno
de tanto
comer de ayuno
se encuentra
como soplada,
y del todo
resabiada
15
porque se
aventan y se hinchan,
a pesar de
que los cinchan,
al comer
porotos viejos:
así al
verlos desde lejos
todos mis
hijos relinchan.
20
¡Vea, pues, mi situación
en esta
Semana Santa!,
cosa que ya
me quebranta
el alma y el
corazón.
Así me
afligen, patrón,
25
ansias y
penas ¡morrudas!,
a que se
agregan las dudas
que hasta el
domingo tendré;
por las que
me encerraré
hasta que
cuelguen los Judas.
30
Pues sería ¡la infinita!,
que me
atrapasen, señor;
por lo que
me hará el favor
de
arreglarme mi cuentita:
pues todo lo
facilita
35
una buena
voluntá;
y en esta
conformidá
espero que
vuecelencia
se ablande
por mi ocurrencia
tan en
oportunidá.
40
Y en saliendo de mi apuro,
le haré unas
coplas después
al almirante
francés
ese tal don
Sepeduro:
al mesmo que
de siguro
45
lo aplastará
otro Musiú
don no sé
qué LAMORDIÚ
que para
pascua vendrá,
o para la
Trinidá,
con la
escuadra de Mambrú.
50
Con que, si me quiere armar,
lárgueme
cualquier papel
que, si yo
puedo, con él
al diablo lo
he de ensartar:
y al
infierno irá a cobrar
55
si falla la
Intervinción;
y si no
falla, patrón,
los riales
que ahora me dé
no le harán
falta, porque
¡ahí le
vendrá el BORBOLLÓN!
60
Excelentísimo señor.
PERUCHO EL ZURDO.
Carta
particular que le dirigió el compañero de Jacinto al señor ministro de la
guerra solicitando hablarle para recomendarle la presentación de la Semana
Santa
[Carta
confidencial del gaucho Jacinto al ministro de guerra]
SEÑOR MINISTRO Y PATRÓN
Sudo en vano y lo rastreo
deseando
acercarmelé,
y al fin ya
me encuentro a pie
sin
conseguir mi deseo:
pues de
vuecelencia creo
5
que al ver
mi traza infeliz,
y que como
una lumbriz
encojo el
cuerpo o me estiro,
por no
ponérseme a tiro
juye y se me
hace perdiz.
10
Así, hay un refrán muy cierto,
y es cosa
muy verdadera,
que en el
Juerte y donde quiera
hombre pobre
jiede a muerto:
por eso es
que yo no acierto
15
a medio
hablarle; y lo pior
es que, como
hace calor,
el gaucho ni
bien se allega
vuecelencia
de una legua
juye al
tomarle el olor.
20
PERUCHO EL ZURDO.
v
Diálogo que
tuvieron, en el campamento del general don Manuel Oribe, los soldados porteños
Ramón Contreras y Salvador Antero, a los ocho meses después de puesto el sitio
a Montevideo
[Diálogo
desesperado que tuvieron los amigos Ramón Contreras y Salvador Antero, soldados
del ejército de Oribe, sitiando a Montevideo hacían ya cerca de 9 años]
Montevideo,
1849.
Contreras
recibiendo a su amigo SALVADOR.
RAMÓN
¡Por fin vuelve con salú
el paisano
Salvador!
¿Ha visto,
amigo, qué helada,
y frío que
da temor?
SALVADOR
¡La p... ujanza en el invierno
5
que nos
trata con rigor!,
como a gente
forastera;
¿qué dice,
amigo Ramón?
RAMÓN
¡Qué he de decir, voto al diablo!,
que como por
cernidor
10
se cuela en
el poncho el frío,
y este
barrial que es lo pior.
SALVADOR
Pues, amigo, no hay remedio
en la
presente ocasión,
sino sufrir
sosteniendo
15
a nuestro
Restaurador,
que algún
día...
RAMÓN
¡Voto-alante!
Que le sufra
un redomón;
que ya es
bastante trece años
que encima
del mancarrón
20
andamos de
arriba abajo
con la tal
federación,
matándonos
unos a otros;
mientras el
Restaurador
se lo pasa
en la ciudá,
25
en completa
ostentación,
lleno de
plata y deleites
y durmiendo
en su colchón,
de donde si
se levanta
un poco de
mal humor,
30
comienza a
largar sentencias
y a fusilar
en montón
a los
paisanos. ¡Ahijuna,
hombre de
mal corazón!
Mire, deseaba toparlo
35
para tener
ocasión
de
franquearme en amistá
y abrirle mi
corazón.
SALVADOR
Diga, amigo, lo que siente
con toda
sastifación;
40
pues sabe
que lo apreceo
como a un
hombre de razón,
y que siempre
sus pensares
merecieron
la opinión.
RAMÓN
Pues, bajo de ese entender,
45
le ruego que
sin pasión
me atienda,
y que me dispense
que le haga
esta prevención;
porque los
hombres a veces,
llevados de
una ilusión,
50
sostienen
una injusticia
y defienden
un error...
Y como le iba diciendo:
van trece
años de un tirón,
que servimos
de istrumento
55
para que el
Restaurador
nos gobierne
como a esclavos,
notando la
desunión
que existe
entre los paisanos,
que es la
desdicha mayor,
60
y en lo que
Rosas apoya
su tiranía y
rigor.
¿Y qué hemos adelantado?,
¿qué
ventajas, cuáles son
los bienes
que disfrutamos?,
65
degollarnos
con furor,
y asolar las
poblaciones,
cargando la
maldición
de familias
infelices
que en la
triste proscrición
70
ni resollar
les permite
Rosas el
degollador.
Usté mesmo ¿no conoce
nuestra
infeliz situación,
y que Rosas
es un hombre
75
con más
garras que un león?
Solo esos Representantes
a tanta
desolación
se muestran
indiferentes;
y por
codicia o temor
80
disfrazan con
sus maquines
la más
terrible ambición,
y aumentan
nuestra desdicha
renovando la
eleción
de un hombre
que ha exterminao
85
la mitá de
la nación;
pues ya
repetidas veces
que el
tiempo se le cumplió,
¿ha visto
como le ruegan
que se
aguante por favor
90
otros seis
meses no más?
Y el gaucho,
que es socarrón,
les contesta
que lo "dejen
llorar a su
Encarnación
y reparar
sus quebrantos,
95
porque los
salvajes son
la causa de
sus atrasos
y
perjuicios...". ¡Ah, ladrón!
En fin, así
los tornea;
resultando
en conclusión,
100
que después
de diez renuncias
vuelve a
tomar el bastón
y decantar
los peligros
de la
confederación,
y la máquina
infernal
105
los gringos,
y qué sé yo
todas las
cosas que inventa
para hacer
expedición
y mandarnos
a matar.
Así con este tesón
110
van trece
años, (como he dicho)
de guerra y
desolación,
que yo,
amigo, le confieso,
ya no tengo
corazón
para ver
tantas crueldades
115
que causan
pena y terror.
Usté que anduvo conmigo
en la otra
federación
cuando el
finado Ramírez,
y en cuanta
revolución
120
hubo en los
tiempos de atrás,
dígame
¿cuándo se vio
tan infeliz
nuestra tierra,
ni Buenos
Aires lloró
tantas
lágrimas de sangre
125
como llora
en la ocasión?
Nunca, jamás, confesemos,
en la vida se
sintió
tal ruina y
calamidá;
ni tampoco
se atrasó
130
nuestra
campaña al extremo
que da
tristura y horror
ver reducida
a taperas
tantísima
población.
¡Qué soledá!, ¡qué disiertos!
135
Viera, amigo
Salvador,
al apiarse
en algún rancho
que por
fortuna quedó;
estremecerse
los viejos:
que causa
veneración
140
ver que se
hincan de rodillas
cuando
sienten un latón,
mientras
está la familia
sollozando
en un rincón:
porque,
¿quién hay que no tenga
145
qué llorar
en la ocasión?,
¿ni qué
sitio en esos campos
de sepulcro
no sirvió
a paisanos
infelices,
que en esta
revolución
150
Rosas y tan
sólo Rosas
a la tumba
los echó?,
reduciendo a
cementerio
lo que era
una bendición
de estancias
llenas de hacienda
155
que un mozo
trabajador
en esos
tiempos, amigo,
con el
descanso mayor
en cuatro
días pasaba
de jornalero
a patrón.
160
¡Ah, tiempo dichoso aquel!,
de cierto,
amigo Ramón,
era una
gloria el juntarse
en
cualquiera diversión
a voraciar
los paisanos,
165
sin que se
hiciera mención
de federal
ni unitario...
RAMÓN
¿Ni qué sabe usté ni yo
lo que son
esos dos nombres,
que sólo el
Restaurador
170
se los
aplica al que quiere
hacerle mal
o favor?
Yo tan solamente sé,
que la
desgracia mayor
de nuestros
paisanos es
175
nuestra
fatal desunión,
y que Rosas
ha sabido
con meditada
intención
enemistarnos
de suerte,
que ni al
amigo mayor
180
pueda usté
abrirle su pecho,
sin que lo
impida el temor
de que le
atraque un puñal
a la menor
expresión
o queja de
ese tirano.
185
Y diga ¿por
qué razón
sufrimos
como animales
tanta
infamia y opresión?
¡Es posible,
compañero!
SALVADOR
Sí, amigo, tiene razón:
190
Rosas nos
trata a lo pampa,
porque ve la
humillación
con que
ciegos le servimos.
RAMÓN
Pues, amigo Salvador,
juntémonos
los porteños
195
de
cualquiera condición
y salgamos
del letargo
que nos
tiene en desunión,
oponiéndonos
de firme
a sujetar la
ambición
200
y las miras
de concluirnos
que tiene el
Restaurador.
Es preciso sucumbirlo
pronto,
aparcero, si no,
mientras nos
gobierne Rosas,
205
ha de seguir
con tesón
siempre
buscando pretextos
para peliar
sin razón,
y mandarnos
al infierno;
porque en
esa confusión
210
nos adormece
y arruina,
y él se pone
barrigón
gobernando
nuestra Patria
como moro
sin señor,
y pensando
suyugarnos
215
mientras nos
alumbre el sol.
Luego es preciso alvertir
que el
gaucho buen trenzador
no
desperdicia tientito,
y que toda
su atención
220
aplica a
cortar derecho
la lonja que
consiguió,
y sigue así
despacito,
sin ladiarse
en lo menor,
hasta que
llega a su fin
225
sacando el
fruto mayor;
y después
trenza a su gusto
todo lo que
aprovechó.
Así lo comparo a Rosas,
el cual por
ese tenor
230
después que
de nuestra Patria
con astucia
y ambición
para trenzar
su fortuna
hizo lonja y
la estiró,
le empezó a
meter cuchillo:
235
y vea si se
ladió,
y cómo sigue
cortando
derecho a su
pretensión,
que es uno
por uno a todos
desde el
rico al pobretón,
240
al concluir
emparejarnos
con su
cuchillo y rigor,
sin que
naides se le escape,
como hace el
desvirador
que repasa
los tientitos
245
de la lonja
que acabó.
Esto hemos de ver por fin,
en lugar del
galardón,
el descanso
y los primores
que tanto
nos prometió
250
dende su
primer gobierno,
y lleva ya
veintidós
degollando
sin piedá,
y sin hacer
distinción
de porteños
ni orientales,
255
ni de
ninguna nación:
y el infeliz
de nosotros
que llegue a
la conclusión
de esta
guerra y mortandá,
y no quede
de mojón
260
en una loma,
ha de ser
mozo gaucho...
SALVADOR
Sí, señor;
ha de ser
hombre muy gaucho,
aquel que en
esta ocasión
que vamos
tan cuesta abajo
265
no le
apriete el mancarrón.
Yo mesmo ando tamañito,
y soy mozo
parador;
pero de esta
vez no sé
si saldré,
amigo Ramón
270
Ya ve cómo nos apura
tan de cerca
el Pardejón
como Juan
Manuel lo llama,
y este otro
Flaco collón,
que le anda
sacando el cuerpo,
275
después que
le adelantó
medio juego
en Entre Ríos,
y que lo
menospreció.
RAMÓN
Hace bien de recularle;
¿no ve que
le ha visto el DOS,
280
y sabe de
que Rivera
es gaucho
asigurador,
y se le
viene agachando
con un truco
superior,
tanto a
Oribe como a Rosas?,
285
porque le
juega a los dos
con el manco
PAZ que siempre
ha sido
sujetador,
y ahora con
el cuatro en cruz
se le está
haciendo talón.
290
Y Oribe,
¿qué juego tiene?
que se meta
a roncador;
verá si
Rivera solo
con cuarenta
y tres de flor
lo suspende
a los infiernos
295
en cuanto le
alce la voz.
SALVADOR
A la cuenta así será:
porque, amigo,
vealó
al tal
Oribe; aquí está
como poste
rascador,
300
plantado en
la playa limpia
de un rodeo
sin verdor,
después de
tantas bravatas
que en Entre
Ríos echó,
diciendo que
a esta ciudá
305
se
guasquiaba de un tirón,
sin tener
quien le pusiera
la más leve
oposición;
y ya hacen
treinta semanas
que tomamos
el olor
310
de la ciudá
y nada más;
y para esto
una porción
rigular de
compañeros
ya el diablo
se los llevó.
RAMÓN
Yo nunca creí las bravatas
315
que allá
Oribe nos largó,
porque
estaba en su interés
hablar con
ponderación.
Pero también
le asiguro,
que ni Oribe
presumió
320
que Rivera
tan al grito
le retrucara
a la flor
que el seis
de diciembre el Flaco
por fortuna
le cuajó.
Pero la guerra y el juego
325
es igual
comparación,
y aunque don
Manuel Oribe
en esta
tierra nació,
casi es como
forastero,
y el tiro de
un maniador
330
no conoce en
su provincia:
y Rivera es
como Urón,
vaquianazo
en estos campos,
gaucho vivo
y domador,
que sabe
cuando se ofrece
335
dormírsele a
un redomón,
y aflojarle
si es preciso,
o tratarlo
con rigor.
¿No se acuerda cómo a Echagüe,
la primer
vez que invadió,
340
para trairlo
hasta Cagancha
la chaguara
le aflojó,
y cuando se
le hizo güeno
ahí no más
se le agachó;
y que el
general Badana
345
ni siquiera
bellaquió?
¿Qué no hará
con este Oribe
que es
hombre tan novatón?,
aunque
mezquine la oreja
lo ha de
enfrenar, crealó:
350
todo está en
que el viejo Frutos
forme una
resolución,
y si llega a
suceder
no es la
primera ocasión;
porque es
capaz de montar
355
al mesmo
Restaurador.
Usté verá de esta vez,
si Rivera
entra en calor,
que a las
yeguas va a parar
la Santa
Federación,
360
la Mashorca,
Oribe, Rosas,
y toda esta
reunión.
SALVADOR
¡La p... unta de San Fernando!,
entonces
será mejor
refalarse
del corral
365
en la primer
proporción;
porque, a la
verdá, estos jefes
andan con
mucho jabón,
particularmente
Oribe.
¡Ya no puede
de flacón!,
370
y es de
miedo al parecer:
¿no será,
amigo Ramón?
Eso no más
ha de ser,
miedo viejo,
y con razón
desde el día
que en Solís
375
Rivera le
basurió
toditita la
vanguardia,
que ahí no
más nos dijuntió
más de
cuatrocientos hombres,
sin contar
los que agarró
380
prisioneros
ese día.
Pero,
paisano Ramón,
¡si viera en
los fletes que andan!,
parecen
exhalación.
¡Eh, p...
ucha, y qué tapes bravos!,
385
mire lo que
le pasó
a mi
compadre Agapito,
¡que esté
gozando de Dios!
Como era tan presumido,
ese día se
cortó
390
solito,
porque un soldao
de Rivera lo
torió.
Viera, lo
que se toparon,
el dijunto
le largó
tres balas
de un naranjero
395
y el tape ni
se encogió;
y...
¡Jesucristo le valga!,
cuanto me lo
descuidó
al pobre
Agapito, amigo,
el corte uno
le afirmó
400
y le sacó
media res
limpia, sin
ponderación,
porque allá
en la rabadilla
prendida se
le quedó.
¡Qué
hachazo!, ¡barbaridá!,
405
medio a
medio lo partió,
y ahí no más
como maletas
sobre el
pingo lo dejó.
RAMÓN
¡Pero qué!, ¿se piensa, amigo,
que esos
alarifes son
410
de arriarlos
con el rebenque?,
verá al fin
de la función
en qué apuro
se ha de ver
este Mariano
Violón
que anda ya
con la quijada
415
caída como
mancarrón.
Y vea si se
descuida,
y el apuro y
aflición
con que a
cada istante le hace
chasques al
Restaurador,
420
y oficios y
más oficios,
y viajes que
es un primor:
se va, se
vuelve la escuadra
con más
comunicación,
y cañones y
morteros,
425
Cañutero o
qué sé yo
lo que es un
Mamboretá
que en
figura de cañón
han traído
para tirar
los cuhetes
a la congró,
430
como dice mi
teniente
que es más
redondo que la O.
Y esto ¿para
qué nos sirve?,
para estorbo
y confusión;
pues con los
cuatro elementos,
435
ya ve,
estamos a ración
de carne
flaca y de oveja:
¡que de
vaca, sabe Dios
si
volveremos a oler!
SALVADOR
Sí, amigo, es una irrisión
440
el sitio y
las mojigangas
que mandan
esta invasión:
porque ya
ve; los sitiaos
están
comiendo mejor
que
nosotros... carne gorda,
445
y cada uno
en su galpón
meniándole a
la guitarra;
y, si están
de mal humor,
a la hora
que les da gana
nos sacan en
procesión
450
a balazos y
a metralla
y nos echan
del fogón:
y si fueran
medio pocos;
¡pero qué!,
¡es un borbollón!,
porque han
hecho aparcería
455
hombres de
toda nación,
para
atrasarnos de firme
en la
presente ocasión.
RAMÓN
Pues, velay tiene, aparcero,
una prueba
la mayor,
460
de que es
injusta la causa
que quiere
el Restaurador
sostener con
nuestra sangre:
y voy a
mostrarseló.
Al principio de esta guerra
465
Rosas nos
engatusó
a una
porción de paisanos,
de los
cuales pienso yo
que no viven
la mitá,
porque él
mismo los mató.
470
¡Cómo ha de
ser, compañero!,
cometimos el
error
de ayudarlo
hasta subir
al mando
como subió;
porque toda
la campaña
475
sus
esperanzas fundó
en que Rosas
nos daría
la dicha, la
paz, la unión.
Así fue que
del gobierno
la rienda se
le entregó,
480
y lo que
apretó la cincha,
al sentir
que se encogió
Buenos Aires
con el peso
de su poder,
se afirmó
de piernas,
¡y las espuelas
485
hasta el diablo
le sumió!
Entonces, amigo, en vano
nuestra
patria corcovió
por ver si
lo soliviaba:
el gaucho se
le aguantó,
490
dándole por
la cabeza
hasta que la
atolondró;
y, sin
alivio, tres años
seguidos la
galopió.
Luego, el año treinta y tres,
495
después que
la aniquiló,
rendida, y
al consumirse
de flaca, se
la soltó
al pobre
viejo Balcarce
que medio la
pastorió
500
cuatro días,
porque Rosas
otra vez se
la enlazó,
y echándole
las caronas
de nuevo, se
la montó,
y otros diez
años seguidos
505
pelo a pelo
le arrimó,
y por fin la
última gota
le ha sacado
de sudor.
Y en trece años de este afán
de tiranía y
rigor,
510
no ha podido
rematar
(como él
dice) la faición
de salvajes
unitarios.
¡La pu...
nta que lo lambió!,
entonces
¿cuándo se acaba?,
515
¿no ve,
amigo Salvador,
que eso es
querer gobernar
contra toda
la opinión,
y acabarnos
de matar
a todos sin
distinción?
520
Y si esto ha
de suceder,
¿no será
mucho mejor
que salga el
río y nos trague,
o se alce
algún ventarrón
que nos dé
güelta la tierra
525
y nos
apriete en montón,
si tantas
calamidades
no han de
tener conclusión?
Así es que
los extranjeros
que le han
tomado afición
530
a esta
tierra, y los paisanos,
se resisten
con razón
a que nos
devore un tigre:
tal es la
comparación
que se puede
hacer de Rosas,
535
pues muerde
sin compasión,
y mata a
todo cristiano
que se opone
a su ambición.
Hacen bien los extranjeros;
por lo
demás, dejelós
540
que se hagan
ricos, no le hace:
el hombre
trabajador
merece ser
aonde quiera
tratado de
lo mejor;
sólo a Rosas
no le gusta
545
ver un
hombre que a rigor
de trabajar
se hace gente,
pues todas
sus miras son
proteger a
esa pandilla
que tiene a
su devoción,
550
y para eso
no repara
en causar la
destrución
de todo el
mundo: sí, amigo.
Ahora, vea quiénes son
los hombres
a quien distingue,
555
con expresa
condición
de que han
de ser mashorqueros,
que es
decir, loco, ladrón,
asesino,
desalmao,
embustero,
forzador,
560
tramposo,
borracho, vil,
y serviles,
como son
González,
Parra, Cuitiño,
ese bruto
Salomón,
Maestre,
Gaitán, Pablo Alegre,
565
Bárcena el
tuerto, y Violón.
Ahí tiene los personages
que en esta
revolución
se han
elevado a la altura
de aquellos
jefes de honor,
570
que peliaron
por la Patria
cuando la
Revolución
del 25 de
mayo:
como Casteli
y Rondó,
Martín
Rodríguez, Balcarce,
575
Savedra,
Álvarez, Viamón,
Díaz-Vélez,
Martínez, y otros
patriotas de
corazón,
que no
nombro uno por uno
porque me da
compasión
580
acordarme de
esos hombres
y su triste
situación.
SALVADOR
Mesmamente: causa pena,
y también le
digo yo,
que muchas
veces, amigo,
585
se me
quiebra el corazón,
cuando
medito a mis solas
en la
desesperación
que pone a
los hombres Rosas:
cada vez con
más rigor
590
ciego y
tenaz persiguiendo,
como tigre
rastriador,
a tanta
infeliz familia
que en la
desdicha mayor,
llenas de
necesidad,
595
a mendigar
el favor
salen a
tierras extrañas
sólo al
amparo de Dios...
y sin
consuelo ni hogar
donde llorar
su aflición,
600
al ver sus
criaturitas
que gimen en
un rincón
por el
hambre y desnudez
en que Rosas
las sumió,
después que
a cada familia
605
la mitá le
degolló.
RAMÓN
Pues bien: si usté se convence
y se arrima
a la razón,
es preciso
acreditarlo
formando
resolución
610
de abandonar
esta causa
que nos
llena de baldón;
pues estamos
sosteniendo
a ese
asesino ladrón
y azote de
nuestra patria.
615
Sí, amigo: bastantes son
trece años
(vuelvo a decirle)
de ruina y
desolación,
sin ninguna
otra esperanza
que morir en
la custión
620
los pocos
que hemos llegao
con vida
hasta la ocasión.
Ésta es de Rosas, paisano,
la principal
pretensión;
y escuche si
en un istante
625
no se lo
demuestro yo.
Cuando Rosas de los hombres
tiene mucha
precisión,
los palmea,
los halaga,
y les ofrece
un montón
630
de premios y
de riquezas
para el fin
de la custión:
pero ¿ese
fin cuándo llega?,
¿no estamos
viendo usté y yo,
que cuasi
todos aquellos
635
a quienes
nos prometió,
hacen diez
años, un premio,
ya el diablo
se los llevó
y han dejado
sus familias
en la
miseria mayor?
640
Pues de eso Rosas se alegra,
porque al
fin sus miras son
el que nos
maten cuanto antes,
y ansí,
amigo Salvador,
ajusta
cuenta con todos
645
los que se
comprometió.
Tal es de ruin ese gaucho,
que tiene
por condición
que en su
vida oferta alguna
a ninguno le
cumplió;
650
ni en sus
tratos de negocio
cuando el
interés medió:
como les ha
sucedido
a muchos que
habilitó
con
estancias y ganaos,
655
y que al fin
allá buscó
pretextos
para matarlos,
y con esto chanceló.
De manera que ya ve,
aparcero
Salvador,
660
la esperanza
que le queda
si no hace
lo que haré yo,
que es
dejarle el cuento a Oribe,
y a
Marianito Violón,
y largarme a
la ciudá
665
mañana al
primer albor
con otros
diez compañeros.
SALVADOR
Pues, amigo, vamonós,
ya que Dios
ha permitido
que ilumine
mi razón
670
con
evidentes verdades
que me sacan
de un error.
Así lo siente mi pecho,
le juro,
amigo Ramón,
y la luz del
sol me falte
675
si lo engaño
esta ocasión.
RAMÓN
No diga eso, amigo Antero,
porque duda
la menor
nunca tuve
de su fe
ni de su
buen corazón;
680
y mientras
Dios le dé vida
viva en esta
persuasión.
Con que ansí no hay más que hablar,
manos a la
obra y valor,
que la
Virgen de Luján
685
nos ha de
dar proporción,
para tener
en el pueblo
la grande
satisfaición
de abrazar
tanto paisano
y amigo que
tengo yo,
690
con los que
pienso alegrarme
y gritar sin
opresión:
¡Viva el
general Rivera!,
¡y muera el
Degollador!
SALVADOR
Y ¡viva el general Paz!,
695
manquito
sujetador,
que lo ha de
dar contra el suelo
al gaucho
Restaurador.
¡Y vivan los
argentinos!,
que ese
tigre desterró,
700
para que
unidos volvamos
algún día,
¡quiera Dios!,
a reparar
las desdichas
que nuestra
patria sufrió;
y no andemos
con quimeras,
705
ni luego
frunciendonós
por crerme
yo más que usté,
o crerse
usté más que yo:
ni
haciéndole asco a los gauchos
como
despreciandolós,
710
tal cual
Rosas nos decía
cuando nos
engatusó,
y con
suavidá y falsía
a todos nos
amoló.
Con que ansí, no hay más que hablar,
715
disponga,
amigo Ramón,
y en cuanto
se le haga bueno
haremos
punta los dos.
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ansí fue que al otro día
antes de
salir el sol
720
se golpiaron
en la boca
Contreras y
Salvador,
y con otros
diez paisanos
se vinieron
del tirón
gritando:
¡Viva Rivera!,
725
y revoliando
el latón.
Baldomero el
gaucho o la intervención de los californarios en la Banda oriental
[Baldomero
el gaucho o la intervención armada de los brasileros capitaneados por el barón
Yacuí, enemigo del tirano Rosas, como de Oribe]
Conversación
que tuvieron en el cuartel de extramuros de Montevideo, el 9 de abril del año
de 1850, los paisanos Anselmo Morales y Rudesindo Olivera, que llegó del Río
Grande con carta y noticias lindas para el primero.
MORALES
¡Paisano!, ¿qué es de su vida?
¡Por
Cristo!, ¿cuándo ha llegao?
Después de
haberle rezao
como a una
cosa perdida,
y tanto,
amigo Olivera,
5
que yo me
hacía la cuenta,
de que ya de
su osamenta
¡ni
caracuces hubiera!
OLIVERA
Llego, amigazo, ¿qué quiere?,
forcejiando
por vivir;
10
y como
suelen decir
"cosa
mala nunca muere".
También por eso será
que vengo
tan alentao
a ponerme a
su mandao
15
y saber cómo
le va.
MORALES
Aquí me tiene, ya ve,
de patriota
y de pueblero,
atrás del
pleito, aparcero;
sin recular.
Sientesé:
20
pite un
cigarro, velay;
le pagaré
las albricias
porque me dé
las noticias
que presumo
que me trai
de esos laos
del Continente,
25
si viene de
por allá,
donde dicen
que se va
alborotando
la gente,
echándola
entre otras cosas,
los nuevos
CALIFORNARIOS
30
de salvajes
unitarios
por pisarle
el poncho a Rosas.
OLIVERA
Cabal: y ahora que se ofrece
se lo han de
pisar no más,
porque los
creo capaz,
35
sí, amigo: y
¿qué le parece?
¿Hasta cuándo hemos de andar
brasileros y
orientales
sufriendo
como animales,
y dejándonos
robar
40
de esa plaga
de asesinos
que,
dejándolos en cueros
a infinitos
brasileros
de nuestros
campos vecinos,
los persiguen
y maltratan,
45
y después de
mil ultrajes
como a
enemigos salvajes
los azotan o
los matan?
Velay, tiene la razón
porque hoy
pelea esa gente,
50
de la cual
se ha puesto al frente
un imperial
de opinión:
el mesmo
que, no lo dude,
sin
balacadas ruidosas,
hoy que lo
atropella Rosas,
55
no recula y
le sacude.
MORALES
Pues, me parece, ¡barajo!,
muy
peliagudo el empeño,
porque es
diablo ese porteño,
y puede
darles trabajo:
60
mucho más,
cuando al presente
quiere
atracarle el bozal
y el sistema
federal
al Brasil y
al Continente.
Así, no es
broma, paisano,
65
meterse hoy
día con él,
porque, dice
Juan Manuel,
"que es
el gran americano,
y el más
terne de la sarta
de los
Gobiernos legales...".
70
OLIVERA
No me jo... robe, Morales,
porque le
empaco esta carta
la mesma que
recibí
de su
hermano Baldomero
que allá de
californiero
75
lo dejé
cuando salí.
MORALES
¡Amigo!, cuánto apreceo
tener carta
tan a tiempo;
velay, que
al punto le ruempo
el
sobrescrito, y ya leo:
80
Dice así... ¡Qué letra fiera!
Fortuna a
que soy letor
de lo lindo
lo mejor:
escuche,
amigo Olivera.
A DON
ANSELMO MORALES
Campamento
en Arapey,
división de la derecha,
a nueve del mes de marzo,
mil ochocientos cincuenta.
MI QUERIDO ANSELMO
Con la mejor voluntá
te escribo,
hermano, esta vez,
y deseo que
te hallés
con salú y
felicidá:
que a Dios
gracias por acá
5
yo quedo muy
alentao,
y más que
nunca enrestao,
como muchos
orientales
que con los
continentales
nos hemos
acomodao.
10
También por estos contornos
andan, sea
como sea,
en reunión
de samblea
Santander,
Calengo y Hornos
que, a fin
de evitar trastornos,
15
a Rosas le
van a entrar
en
discusión... ¡qué amolar!
¿Sabes lo
que es discusión?,
es decir que
a la invasión
la pensamos
basuriar.
20
Esto, Anselmo, es evidente,
y anda al
galope, eso sí;
porque al
barón de Yacuí
lo han
nombrado Presidente:
jefe que
apuradamente
25
anda con
sangre de pato
por dejarlo
a Rosas ñato
de una sola
manotada;
así, atrás
de la nombrada
le ha largao
el ultimato.
30
Por lo cual Silva Tabares,
jefe lindo y
brasilero,
y el coronel
Juan Severo,
ya están por
estos lugares
reuniendo a
centenares
35
mozada
continental,
que acude
como cardal
bien
templada por derecho,
y a tirarse
cuatro al pecho
con la
chusma federal.
40
Y ¡allá va otra intervención
Río-Grandesa-Oriental,
compuesta en
lo principal
de lanza,
bala y latón!,
que, sin más
alegación
45
que una
peonada fortacha,
de madrugada
se agacha
en la sierra
o la cuchilla,
y a los
rosines que pilla
les menea
chuza y hacha.
50
Y como me gusta el caso,
yo también
en la colada
voy con la
alma atravesada
y dándole
gusto al brazo;
porque me
siento buenazo
55
con gente
así parejita,
decidida y
unidita,
que a donde
topa un estorbo
no le hace
asco: pela el corvo
y todo lo
facilita.
60
Así, no hay río-grandés
estanciero
ni soldao,
que ya no
ande arremangao
contra Rosas
de esta vez;
y esta
gente, ya sabés
65
que también
sabe pialar
de codo
vuelto, y domar,
y prenderle
el bracamarte
al demonio
en cualquier parte,
cuando se
ofrece pelear.
70
Por eso tengo la pena
de que no
estés por aquí
con el barón
de Yacuí,
mozo que ha
entrao en la buena
y anda por
ver si lo enfrena
75
y le saca
hasta el añil
a ese Rosas,
gaucho vil,
que siempre
esta balaquiando
de la otra
banda, pensando
retozar en
el Brasil.
80
A ese mesmo gaucho audaz,
a más gaucho
puede que otro
de un pial
le solivie el potro
y se le
vuelque de atrás:
dejá,
hermanito, no más,
85
que medio
apure el invierno,
y el
Restaurador eterno
con todo su
balaquiar
puede ser
que vaya a dar
a la loma
del infierno.
90
Con esa intención no más
lo va
apurando el barón,
que es un
jefe quebrallón
mozo,
platudo y voraz:
al mesmo que
lo tendrás
95
por esos
pagos lueguito,
pues ya
pretende el mocito
rumbiar a
Montevideo,
animado del
deseo
de golpiarse
en el Cerrito.
100
Además, la salvajada
le tiene
tanta afición,
que anda
detrás del barón
cabrestiando
cola alzada:
y el que
salga a la cruzada
105
queriéndonos
atajar,
tiene mucho
que apretar,
pues, al
diablo que endurezca,
donde quiera
que se ofrezca
lo hacemos
pericantar.
110
Velay cómo a don Servando,
que es un
general guapazo,
y así mesmo,
de un albazo
lo sacamos
apagando:
porque
andaba faroliando
115
con multitú
de escuadrones,
infantería y
cañones
del ejército
de Rosas,
y con todas
esas cosas
perdió el
rumbo y los calzones.
120
Volviéndosele al revés
el plan que
Gómez formó
con las
vanguardias que echó
de Lamas y
de Valdés:
pues Chico
Pedro a los tres
125
tanto se les
achicó,
que a Lamas
me lo dejó
teniendo la
caña al frente,
y a Valdés
muy suavemente
por un
costao se le entró:
130
Y fingiendo retirada,
al caer el
sol, de moquillo
la sierra
del Infiernillo
cruzó de una
trasnochada:
y al rayar
la madrugada
135
sujetamos,
hermanito,
junto a
Servando mesmito;
y a las tres
de la mañana
en cuanto
tocaron diana
le
sacudimos... ¡Ah, hijito!
140
Don Servando, aunque no es vil,
del madrugón
se asustó,
y
entredormido saltó
a caballo en
un barril;
y dé gracias
que al candil
145
una pata le
asentó,
que entonces
se despertó
queriendo
alzar las pistolas,
pero apenas
con las bolas
y en camisa
disparó.
150
¡Ahijuna!, ¿y la Rosinada?,
¡la vieras
en ese istante
aturdida y
vacilante
toda a pie y
desmelenada!,
y no les
hicimos nada:
155
tan sólo los
manotiamos
medio,
medio, y los peinamos,
¡cosa
linda!, con pomada;
y luego la
caballada
que tenían
les compramos.
160
De allí con Hornos después
nos volvimos
sobre el lazo,
a fin de darle
un repaso
al
yesquerudo Valdés:
al cual por
primera vez
165
fuimos de
comisionaos,
a imponerle
los trataos
de la nueva
entirvinción;
pero tan de
sopetón
que el mozo
salió a dos laos
170
En fin, hemos correteao
muy fiero a
la Rosinada,
haciéndole
una voltiada
del Río
Negro a este lao:
en la que
sólo ha escapao
175
Lamas por
ser ariscón;
pero, así
mesmo, el barón
se ha
propuesto arrosinarlo
a su gusto,
y manosiarlo
muy pronto,
de un madrugón.
180
Últimamente, sabrás,
Anselmo, que
esta guerrita
se ha de
poner grandecita
de aquí a
unos días no más,
¡con una
cola!... verás,
185
¡soberana de
largor
en la que el
Restaurador
muy fiero se
va a enredar,
y lo hemos
de hacer gritar
que ¡viva el
EMPERADOR!
190
Con que así, recibirás
lo que te
lleva Olivera,
dispensando
la friolera
hasta
mandarte algo más:
y esas
cuatro onzas sabrás,
195
que a un
siete las acerté,
parada que
la jugué
con la
intención de aliviarte,
y si logro
remediarte
con ellas me
alegraré.
200
Lueguito al coronel Tajes
dámele muchas
memorias,
y le dirás
que en mis glorias
me encuentro
en estos parajes,
pensando con
los salvajes
205
volver por
allá, siguros
de ponerlos
en apuros
a los
rosines, sin duda,
y
espantarlos con la ayuda
de los
criollos de extramuros.
210
A mi compadre Figueira,
decimelé que
en Pay-Paso,
para él me
largó un abrazo
una moza
brasileira:
y a mi
coronel Silveira
215
me le dirás
que lo espero,
con un zaino
parejero
que vale...
¡mil patacones!,
y le darás
expresiones
de tu
hermano
BALDOMERO.
220
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MORALES
¡Ah, carta linda!, ¡y qué apuro
para el
crudo Juan Manuel,
tan luego
hoy que encima de él
se larga don
Sepeduro
De orden de Uropa a intimarle
225
que se
retire violento,
y si no lo
hace, al momento,
manda la
Francia atracarle.
Pues ya del todo caliente,
para hacerle
una apretada,
230
le ha soltao
otra manada
de barcos,
que, a la presente,
cada rato
están llegando
trayendo a
bordo, aparcero,
más
franceses que aguacero,
235
y toditos
renegando,
porque
llegue la ocasión
de pelearlo
al porteñazo,
para pegarle
un sustazo
si se mete a
baladrón.
240
OLIVERA
Entonces hace la paz
con ellos,
de cualquier modo,
y les afloja
del todo
si lo
asustan.
MORALES
No es capaz:
porque si
medio aflojara
245
después de
tanta bambolla,
le sumíamos
la boya
en cuanto se
descuidara.
OLIVERA
Amigo, ¡qué equivocao
con ese
embustero está!,
250
si lo
apuran, cejará
como siempre
ha reculao.
Pues cuando mira las cosas
que lo van
poniendo a parto,
se arrastra
como lagarto
255
ese
fantástico Rosas;
que es con
el débil audaz,
con el
fuerte, flojo y ruin;
y de los
gauchos, al fin,
el más
ladrón y falaz.
260
MORALES
Con todo, yo le sostengo
que es duro
como bigornia.
OLIVERA
Pues, bien; yo de California
a la
intervención me atengo:
y le juego
lo que quiera
265
sin
levantarme de aquí,
a que el
barón de Yacuí
lo ablanda
como una cera.
MORALES
Pues yo, amigo, vistas pago;
con que así,
no disputemos;
270
alce el
poncho y nos iremos
juntos a
tomar un trago,
que de aquí
a la pulpería
muy corto
trecho nos queda;
y de ahí, si
usté no se apeda,
275
vamos a
hacer mediodía
en casa de
un maturrango
que tiene un
buen bodegón;
y después a
la oración
armaremos un
fandango
280
de
rechupete, eso sí,
y caña
entera, aparcero,
a salú de
Baldomero,
y del barón
de Yacuí.
OLIVERA
¿Entonces me hará bailar
285
con una
hembra seguidora?
MORALES
Para eso, amigo, a la AURORA
lo voy a
recomendar.
Salutación
enflautada del gaucho Retobao, a la llegada del almirante Mackau a Montevideo
después del tratado que celebró en Buenos Aires con don Juan Manuel Rosas
[Salutación
enflautada, dirigida por el Retobao a la llegada del almirante Mackau a
Montevideo, después que se arregló en Buenos Aires con Rosas, el degollador de
franceses]
Dispense, amigo Macote,
si
digo mi sentimiento,
porque es la gala de un gaucho
echar sus quejas al viento.
Al barón Cipotenciario
que vino con
una armada,
en la
primera topada
lo ha
vencido su contrario:
pues de
Rosas temerario
5
a la ley se
sujetó,
y el que de
Francia costió
tanto barco
con mortero,
del general
mashorquero
al freno se
sujetó.
10
Lárguese, amigo, a su pago
arriando su
barquería,
con la que
yo presumía
que a Rosas
le haría estrago,
y luego al
primer amago
15
Batata lo
traginó,
pues diz que
se le trepó
en la
fragata y de un soplo
ahí no más
le peló el choclo
y ¡hasta el
diablo le sumió!
20
¡Voto-alante!, ¡quién pensara
que a
nuestro aliao y aparcero
el
almirante, tan fiero
Juan Manuel
lo revolcara!
Ya se ve, no
es cosa rara
25
que Rosas a
un chapetón,
dándole un
atropellón,
lo eche por
el costillar;
de eso se
puede alabar
ese maula
baladrón.
30
Yo pensé que el almirante
fuese guapo
y de cacumen
al ver
tamaño volumen
con casaca
relumbrante,
y al verlo
tan arrogante
35
desde su
vapor tremendo
hacer
tantísimo estruendo
con sus
cañones de a ochenta;
que de todo
eso, a la cuenta,
Rosas se
estará riyendo.
40
Pero ahí va la muchachada
del
presidente FRUTOSO;
porque el
viejo está ganoso
de soltarle
la pionada.
En la
primera topada
45
le pienso dar
gusto al brazo;
pues del
primer chaguarazo,
si no le
atraco las bolas,
lo saco
haciendo cabriolas
al mariscal
de un sogazo.
50
Si la gauchada oriental
se le agacha
como al paro,
puede que le
cueste caro
la jugada al
mariscal;
¡qué
Cristo!, aunque juegue mal
55
y haga las
yuntas que quiera,
si le alza
Frutos Rivera,
aunque se la
dé empalmada,
en la primer
relanciada
le mete la
Lujanera.
60
Dicen que el rey quiebra juego
llegando a
cambiar el lao;
si el rey de
Francia ha cambiao
se ha de
quebrar desde luego.
Dejen que le
tome apego
65
Rosas a la
rejugada,
que es fijo
que en la cambiada
pierde la
carta su ley,
y ahora que
se arrima al rey
echa culo en
la parada.
70
Ya de LAVALLE sabemos
de que se le
va arrimando,
y que le
anda mezquinando
la oreja por
lo que vemos:
pero, en
cuanto nos juntemos
75
los paisanos
orientales
con los
gauchos nacionales
de Lavalle
el ternejal,
a la p...
ucha el mariscal
va a dar con
sus federales.
80
Ya ha comenzado el repunte
nuestro
general Rivera,
y en cuatro
güeltas espera
que la
gauchada se junte:
¡mire,
mariscal, qué apunte,
85
va a tener
este verano!
No se
muestre tan ufano
porque ha
domao a un francés,
que a
nosotros, al revés,
nos gusta un
amor tirano.
90
En fin, allá nos veremos;
vaya
aprontando a Macana
y juntelo
con Badana,
que quizás
los asustemos;
pues ya por
acá sabemos
95
que entre
toda la manada
de su
mashorca mentada
y el bruto
más pajarero
el que se espanta
más fiero,
despunta en
la entrerrianada.
100
EL RETOBAO.
La
Encuhetada o los gauchos y la intervención en el Río de la Plata en 1848
[La
Encuhetada, o la intervención anglo-francesa en el Río de la Plata en 1848]
Montevideo,
a 18 de agosto de 1848.
Señor patrón y relator del
Comercio de la Plata.
Hoy hará una trasnochada
apretando el
imprentero,
y allá al
rayar el lucero
piensa
acabar mi versada.
Siendo ansí,
a la madrugada
5
la echaré en
la población;
pero antes
hago intención
(se lo
alvierto por si acaso)
de ir a
pegarle un albazo
llevándosela,
patrón.
10
Por ahora voy a largar
solamente el
primer trozo,
y hay otro
más cosquilloso,
que después
le he de atracar
hasta
hacerlo corcoviar
15
a ese conde
PALMETÓN;
y le
asiguro, patrón,
que no
desprecio a otro inglés
más que a
ese maula, y después
a otro de un
ZAINO RABÓN.
20
Con que, ya sabe, temprano,
mañana al
venir el día,
me cuelo en
la imprentería
de HERNÁNDEZ
el Valenciano,
y me agarro
mano a mano
25
a
cimarroniar con él:
y en cuanto
acabe el papel
dándomelo,
de ahí mesmito
me guasquiaré, patroncito;
a su casa de
tropel.
30
Verá, señor, con qué esmero
ha pintao la
estampería,
que le ha
hecho a mi versería
Musiú LEBAS
el santero.
¡Ah,
francés, lindo!, ansí quiero
35
pagarle muy
rigular;
y ansí
tienen que alumbrar
los que
pretiendan libritos,
con diez y
ocho vintencitos
al tiro y
sin culanchear.
40
Su amigo, LUCIANO CALLEJAS.
Advertencia
a los uropeos cosquillosos
[Advertencia
a los europeos cosquillosos, para que esperaran la publicación de la encuhetada
sin alarmarse]
Van tres gauchos liberales
a quejarse,
con razón,
de una floja
y ruin aición
de dos
gobiernos desleales
Siendo
gauchos, como tales,
5
se
explicarán sin rodeos,
sin que
dentre en sus deseos
ni un remoto
pensamiento
de hacer en
el fundamento
agravio a
los uropeos.
10
Dedicatoria
[Dedicatoria
de la encuhetada a lord Palmerston, ministro de Inglaterra]
Señor conde Palmetón:
a usté por
lo bien portao,
y el haberse
acreditao
¡tan lindo
en su Intervinción!
¡Callejas,
de refilón,
5
a nombre de
la gauchada,
le dedica
está enflautada
celebrando
entre otras cosas,
que en ancas
le largue Rosas
por el Harpy
una ensilgada!
10
¿Sabe lo que es ensilgada?
Es una
vaina, patrón,
sin grano, y
(con su perdón)
que jiede a
bosta quemada:
medio
aceitosa, y buscada
15
en los pagos
del Tandil
y propia
para el candil
de cualesquier
baladrón;
¡con que,
atráquele, patrón,
esa mecha a
Mistre-Pil
20
La
Encuhetada
[Diálogo de
la Encuhetada entre los gauchos Morales y Olivera, quien describe a su modo lo
que es un buque de vapor armado en guerra]
Sorpresa del
gaucho Morales al recibir a su amigo OLIVERA en su rancho junto a las
trincheras de Montevideo
¡Cristo!... ¿Si será verdá
lo que dudo
en la ocasión?...
Cabal... no
es una ilusión...
que es él
mesmo... ¡voto-va!,
lléguese,
amigo Olivera:
5
¿Diaónde
sale?, ¿qué anda haciendo?
OLIVERA
¡Tristemente consumiendo
la vida,
hasta que Dios quiera!
Ansí caigo a
su presencia
dichosamente,
aparcero
10
pues acá soy
forastero
sin la menor
conocencia.
MARCELO
Debe serlo, me hago el cargo,
como que de
Maldonao
presumo que
habrá llegao,
15
y habrá
padecido largo...
OLIVERA
¡Largo y fiero!... mesmamente:
y toda laya
de penas,
tanto mías
como agenas,
que es mejor
que ni las mente
20
porque el
corazón, lueguito
que dentro a
considerar,
se me oprime
de pesar
y se me hace
chiquitito.
MARCELO
¡Infeliz viejo Olivera!,
25
¡lagrimiando!...
sientesé;
aunque no
tengo, ya ve,
ni un triste
tronco siquiera.
Ansí, amigazo, en el suelo
crúcese
sobre este hijar
30
a bien que
no ha de extrañar...
OLIVERA
¡Qué he de extrañar, ño Marcelo!,
después que
me han baquetiao
ocho años de
sacrificios
tan crudos,
que hasta los vicios
35
¡sin sentir
he olvidao!
MARCELO
Dejuramente lo creo:
porque yo en
el mesmo caso
de
infelicidá y atraso
con la
familia me veo.
40
Ahora mesmo mi Pilar
cogió y fue
desesperada
a vender una
frezada,
ganosa de
yerbatiar
OLIVERA
¿Con que, Dios se la conserva
45
alentada?...
MARCELO
Y traginista,
mientras la
salú le asista:
ya verá como
trai yerba,
y tabaco y
aguardiente,
y en ancas
puede que traiga
50
la frezada,
sin que la haiga
ni empeñao
siquieramente.
Por lo tanto, a prevención
voy a mandar
hacer fuego,
cosa que, en
llegando, luego
55
tomemos un
cimarrón
Con su licencia... ¡Agapito:
vení, llená
la caldera!...
AGAPITO
¡La bendición, ño Olivera!
OLIVERA
¡Que Dios te haga un santo, hijito!
60
¡Temeridá
que ha crecido
el
muchacho!... y memorista:
en cuanto me
echó la vista
al golpe me
ha conocido.
Vení, largame un abrazo,
65
rubio
amargo... ¿cómo estás?,
y decime...
¿te acordás
de tu
potrillo picazo
AGAPITO
¿Cuál?... ¿Aquel bellaco viejo?,
me lo
ageniaron cuantuá
70
en las puntas
de Aceguá
junto con
otro azulejo
Que yo le puse collera
y se lo
prendí al picazo,
porque como
era malazo
75
presumí que
se me juera.
Y ni bien se aquerenció
cuando
cierta madrugada,
con la yunta
y la manada
una partida
se arrió.
80
MARCELO
Vaya un recuerdo prolijo
del tiempo
de don Echagua
pero de
calentar agua,
¿a que no te
acordás, hijo?
Aunque... alvierto a ño Severo
85
ganoso de
hablar con vos;
así,
quédense los dos,
que voy y
vuelvo ligero.
OLIVERA
Bueno, paisano... ¿Con que,
Agapito,
ahora andarás
90
como
andamos, a cual más
atrasao,
pobre y a pie?
AGAPITO
Pobre, a veces suelo andar,
y ansí mesmo
siempre yo
me amaño,
creameló,
95
y agenceo
qué ensillar.
Luego verá, ño Severo,
un potrillo
pangaré
¡lindo!, que
le traginé
a un inglés,
que fue chasquero:
100
Y salía cola alzada
ajuera
continuamente,
y de ahí
volvía caliente
a presumir
en la Aguada:
Aonde se apea y se cuela
105
atrás de
cualquier muchacha,
a pesar que
tiene facha
de más zonzo
que su agüela...
OLIVERA
¡La del inglés, Agapito!...
¡barajo!...
no te turbés...
110
AGAPITO
¿Cuál quiere que sea, pues?,
la del
Bisquete mesmito:
ese maula
que cruzaba
lo mesmo que
autoridá,
del Cerrito
a la Ciudá,
115
y aquí nos
menospreciaba...
Tanto, que a mí en la avanzada,
porque le
pedí un cigarro,
si no ando
vivo, en el barro
me arronja
de una pechada.
120
¡Ahijuna!... y se la juré.
Ansí un día
que salió
de mañanita
y volvió
trayendo el
tal pangaré
dije entre mí... "¡si te pillo
125
hoy en pedo
lo verás,
matucho si
te me vas
golpiao y
sin el potrillo!".
OLIVERA
¡La purísima, el muchacho,
que es
propio para un descuido!,
130
me alegra
que haigás salido
alentao y
vivaracho.
Proseguí, no te parés,
que recién
me va gustando.
AGAPITO
Pues, como le iba contando,
135
resolví
dende esa vez
no darle
alce ni cuartel,
y sobre el
rastro ahí no más
largámele
por atrás,
¡y que se me
iba el infiel
140
Alvierta, señó Severo,
que dende
que lo seguí,
y aun antes,
ya conocí
que el pingo
era pajarero
De suerte que en cuanto entró
145
en el pueblo
esa mañana,
le dio al
potrillo la gana
de
espantarse, y se tendió.
Y ya por el costillar
lo echó al
hombre de cabeza,
150
y en colmo
de la maleza
medio lo
empezó a arrastrar.
Porque al cair, en la estribera
de una pata
lo enredó,
fortuna que
reventó
155
el ojal de
la arcionera
Entonces echó el caballo
a disparar
como flecha
por esa
calle derecha
del
Veinticinco de Mayo:
160
Y yo atrás dél me largué,
hasta que
allá entre las tiendas
se enredó
fiero en las riendas,
se sofrenó y
lo agarré.
SEVERO
Mirá el diablo... ¡de manera
165
que en
cuanto lo asiguraste,
de ahí mesmo
ya enderezaste
a media
rienda hasta juera!
AGAPITO
Al contrario, le aflojé
la cincha, y
bajo la silla
170
el tronco de
una costilla
de punta le
acomodé.
Luego le cinché flojito,
dejando el
cuhete tapao,
y el pingo,
por de contao,
175
comenzó a
lomiar lueguito.
Últimamente, tirando
volví a
traírselo al inglés,
al cual lo
encontré otra vez
alentao y
renegando.
180
Y después que le arreglé
el estribo
como pude,
dije entre
mí: ¡Dios te ayude!...
y el
potrillo le arrimé.
Con que, patrón... ¿cómo se halla?,
185
le pregunté
medio en broma;
y él me
contestó en su aidioma
"¡Machi diabli la caballa!".
Y al verlo en disposición
de montar,
cuasi me río;
190
porque...
cuándo... ¡Cristo mío!,
¡se
aguantaba el chapetón!
Mesmamente, la acerté.
El hombre
apenas montó,
y ni bien se
acomodó,
195
¡la gran...
punta el pangaré!
Cuanto le asentó la nalga
a-la-inglesa,
y con el peso
le hizo
tomar gusto al güeso
se encogió,
y ¡Cristo le valga!
200
Conoció al ginete tierno,
y al pingo
se le hizo robo
aliviarse, y
de un corcovo
echó la
carga al infierno...
OLIVERA
¡Óiganle al matucho inglés!,
205
¡cómo aflojó
de un tirón...
y tan
altivos que son
en sus
barcos!... y ¿después?
AGAPITO
Hasta frente a un conventillo
que le
llaman de Pozolo,
210
siguió guasquiándose
solo
y
corcoviando el potrillo:
Tanto, que al fin se quedó
en pelos
completamente,
y como era
consiguiente
215
entonces se
sosegó.
Ahi-mesmito lo agarré;
y...
"¡ahora sí, lo verás, Laucha,
si has de
pelar esta chaucha!",
le dije, y me le senté.
220
Y dende allí cachetiando
y meniándole
talón,
me fui a
golpiar del tirón
a la Aguada
disparando.
Y como hasta hoy en el pago
225
ni el inglés
me lo ha cobrao,
que lo habrá
descogotao
es la cuenta
que yo me hago.
Con que ansí, señó Olivera,
supuesto que
se halla a pie,
230
disponga del
pangaré
como guste y
cuando quiera...
MARCELO
Pero, hijito, ¿todavía
estás
meniándole taba
¿y usté
soltando la baba,
235
aparcero?
¡Virgen mía!
OLIVERA
¡Voto-alante, ño Marcelo!,
por su
tardanza ha perdido
de oír cómo
me ha divertido
su Agapito,
que es un cielo,
240
y gaucho
crudo y a macho
MARCELO
Y prosista más que todo
si no,
repare del modo
con que a mí
me largó el guacho
de hacer
fuego y calentar
245
la agua que
yo le mandé.
¡Ah,
diablito!... pero... che,
¡velay, acá
está Pilar!...
PILAR
¡Aparcero ño Olivera,
gracias a
Dios que lo veo!,
250
¿y ña
Petrona, y Mateo?...
OLIVERA
A su mandao, aparcera.
MARCELO
¡María Santísima!, amigo,
perdone si
he olvidao
el haberle
preguntao
255
por su
mujer... pucha digo:
OLIVERA
Recién se acaba de apiar,
y ya quería
venir;
pero no puede
salir
basta medio
pelechar
260
PILAR
¡Por vida!... Y ¿cómo les ha ido
en tanto
apuro o redota
OLIVERA
¡Hágase cargo!... en pelota,
y en montón
hemos venido:
Pues mandaron embarcar
265
de un modo
tan redepente,
que fue
rejuntar la gente:
y al momento
de mandar,
como aguacero a la costa
la botería
acudió,
270
y el
criollaje ahí se juntó
como manga
de langosta.
De ahí empezaron a echar
viajes al
barco a menudo,
y en el
bordo como pudo
275
nos hizo
desparramar...
Del pértigo a la culata
de un
barcazo roncador,
ñato viejo y
rodador
a impulsos
de una fogata:
280
Cosquilloso a una ruedita
que de atrás
un marinero
se le
prendió a lo carnero,
como
haciéndole colita
Pero, paisana... ¡qué cosa
285
de barco tan
maquinal!,
y grandote
el animal
de una
manera asombrosa.
Oiga, le relataré
la laya de
barco que era:
290
que no es
fácil, aparcera;
pero, en
fin, me amañaré.
Era un barco... ¡tamañazo!,
de madera de
mi flor,
y tendría de
largor
295
como dos
tiros de lazo.
En la barriga tenía
un pozo,
donde se apiaba
la gente que
traginaba
en pura
carbonería.
300
Arriba los comendantes
rodeaos de
la oficialada,
y mucha
marinerada,
con
sombreros relumbrantes.
Que a unos horcones tan altos,
305
que en las
nubes se perdían,
por unas
cuerdas subían
de tropel y
dando saltos.
Abajo había cuarteles
y corrales y
galpones;
310
y encima
grandes cañones
con rondanas
y cordeles.
Y un cañuto ¡temerario!
enterrao yo
no sé cómo
en lo más
ancho del lomo,
315
y más allá
un campanario:
Y luego en cada costao
una rueda con
aletas,
que no he
visto ni en carretas
de esa laya
de rodao.
320
Viese, aparcera, al montar,
¡qué julepe
y qué jabón
nos pegó una
quemazón
que abajo
entró a reventar!...
Y ver salir apuraos
325
como
avestruces corridos...
los hombres,
que a unos chiflidos
subían todos
tiznaos.
Yo me empecé a refalar
el poncho
para aliviarme,
330
y estuve por
azotarme
como
carpincho a la mar.
Pero supe que de intento
prendían
abajo el fuego,
y vi a un
oficial que luego
335
se puso a
vichar atento.
Y en cuanto por el cañuto
vido salir
la humadera,
le
aflojaron, aparcera,
y echó a
correr ese bruto.
340
A dos laos y relinchando,
campo ajuera
salió al mar,
aonde empezó
a bellaquiar:
y ya nos
juimos echando.
Luego no más, en tendales
345
quedó todito
el hembraje,
y atrasito
entró el machaje
a rodar como
costales.
Al momento una fatiga
y un asco
tal nos entró,
350
que a todos
nos revolvió
tan
de-una-vez la barriga...
Que con los ojos saltaos,
haciendo
juerza bramaban
los
criollos, y gomitaban
355
quedando
despatarros:
Y sin poder aguantar
a semejante
alboroto,
hasta el
último poroto
nos hizo
desembuchar.
360
Ansí he cruzao el camino
con todito
ese trabajo,
y he venido
cuesta abajo
a
entregármele al destino.
MARCELO
¿Ha visto cuán rigoroso
365
el nuestro
nos ha salido,
que a todos
nos ha sumido
en un abismo
espantoso?
¿Y cuánta sangre y estrago
aún devora
nuestra tierra?,
370
sin
terminarse esta guerra,
porque hay
hombres...
PILAR
Eche un
trago;
y arme
aparcero: velay
papel,
tabaco y facón
pues alvierto
en la ocasión
375
que usté ni
cuchillo trai.
OLIVERA
Cabal, paisana: ni quiero
negarle que
traigo apenas
muy poca
sangre en las venas,
y ojales por
todo el cuero
380
MARCELO
¿Y cuándo, amigo, al remate,
de esta
custión llegaremos?
¡Por
Cristo!, que ya debemos
tener juicio
y...
AGAPITO
Velay mate.
MARCELO
¿Será posible que siendo
385
tan poquitos
los paisanos,
como fieras
entre hermanos
nos sigamos
destruyendo?
Usté que tiene experencia
profunda, y
conocimiento,
390
y en cada
razonamiento
el poder de
una sentencia:
Diga, si por desventura
nos ha
condenao el cielo
a tener el
desconsuelo
395
de cair a la
sepultura...
Sin que logremos jamás
bendecir a
cualesquiera
que a
nuestros hijos siquiera
les ponga su
tierra en paz...
400
OLIVERA
Sí, amigo: no desespere
de que esta
calamidá
puede
terminarse ya
si la Virgen
y Dios quiere.
Pues ya sabe que en la vida
405
no hay cosa
que no termine,
por más que
el hombre imagine
de que no
tiene medida.
MARCELO
Con todo eso, van ocho años
de ruina que
hemos tenido;
410
¡y en la
guerra hemos sufrido
tan amargos
desengaños!...
De ambición en los de acá
hasta asigurar
el mono
y a lo
último de abandono
415
y perfidia
en los de allá...
¿No ha visto de Ingalaterra
y de
Francia, lo que han hecho
con
nosotros, que hasta el pecho
nos han
metido en la guerra?
420
Haciendo al principio roncha
con tanta
alianza y promesa,
y a lo
último con vileza
juir y
meterse en la concha...
Queriéndonos entregar
425
después de
sacrificaos
por esos
mesmos aliaos
que nos han hecho
matar...
¡Maltidos sean... ahijuna,
ciertos
monarcas del mundo,
430
a quienes
odio profundo
les juro y
piedá ninguna!
Y de corazón, quisiera
que cierto
rey reculao
algún día
ande arrumbao
435
y con las
tripas de juera.
Pues, si algún criollo no sale
a sacarnos
de este infierno,
será nuestro
mal eterno,
¡y cairse
muerto más vale!
440
OLIVERA
Dejuro, tiene razón
de quejarse
y renegar;
pues a eso
ha dado lugar
la ruinosa
Entrivención
Que la figura más ñata
445
con
fantástico poder,
es lo que ha
venido hacer
en el Río de
la Plata.
Ansí es, paisano Marcelo,
que me
alegro de que Rosas
450
a esas
potencias famosas
hoy las
humille hasta el suelo.
Sin que ninguno le ladre
de esos
diablos coronaos,
que de miedo
y sobajeaos.
455
lo están
haciendo compadre:
Y le quitan el bocleo
como
diciendo: "nos vamos,
y velay que
te entregamos
por junto a
Montevideo".
460
Aonde nos echan bravatas
a nosotros,
pero a aquel,
al tirano
Juan Manuel
lo saludan
con fragatas.
En fin, usté me ha templao,
465
y malo es
que me caliente;
pero... deme
el aguardiente,
y luego me
oirá, cuñao.
MARCELO
¡Ah, viejo terne!... de balde
lo traquea
la vejez,
470
se conserva
cada vez
con más
letras que un alcalde.
Sí, amigo: me ha de gustar
oírlo a
usté, y oír a Callejas;
casualmente
hacen parejas
475
en el modo
de pensar.
OLIVERA
¿Con que, mi amigo Luciano,
también anda
por acá?,
me alegro: y
¿cómo le va?
MARCELO
Rigularmente paisano.
480
Hoy ha venido un ganao
que lo están
desembarcando,
y allí lo
dejé enlazando
por seis
pesos y un asao.
Y ahí mesmo me asiguró
485
que viene a
hacer mediodía,
conmigo, y
que me trairía
vino duro, y
¡qué sé yo!
De suerte que comeremos;
y luego con
mi patrona
490
a traer a
señá Petrona
al cuartel
nos largaremos.
Pero... ¿usté está cabeciando?
Mal
dormido... ya se ve...
OLIVERA
Es verdá...
MARCELO
...Pues echesé,
495
vaya medio
dormitando.
Y... andá, Pilar, por favor,
mientras
duerme ño Severo,
ve si te
empriesta el pulpero
un vaso y el
asador.
500
Y en cuanto llegue Luciano,
la venida de
Olivera,
celebraremos
siquiera
con un pedo
soberano.
Ansí, apróntate, mujer,
505
como para
cocinar;
que yo voy a
traginar
más leña,
que es menester.
Vos, Agapito, por la olla
andá al
muelle, ya sabés...
510
AGAPITO
¿Y si me topa el inglés?
PILAR
Sumile, hijito, la bolla.
AGAPITO
Entonces, por si lo pillo
y me
atropella Balija
para irme
más a la fija
515
voy a llevar
mi cuchillo.
Pues, si me atraviesa el zaino
en que ahora
anda, y con la tranca
me ataja, y
volea la anca
ahí mesmo le
desenvaino...
520
MARCELO
Salí... maula... farolero:
si te ronca,
¿qué has de hacer?
AGAPITO
Nadita... aunque... ¡puede ser
que le haga
sonar el cuero!
Al
nacimiento de Geromo
[Salutación
del gaucho Rocamora, defensor de Montevideo, al cumpleaños del ministro de
Oribe, residente en el Cerrito, donde acampaba el general Alderete con su
ejército rosista]
Campamento en Montevideo, al
lao zurdo de la Zanja, el 21 de julio, el día de SAN GEROMO.
Aparcero Jacinto, me hará la gracia de
imprentarme esa versada, porque quiero celebrar a un cogotudo que anda
"amontonando laureles" a la par de Alderete y su tropilla; como les
ha dicho el paisanito Lasala el 17 julio en un papel de letra de molde, más
tierno que un zapallal: porque a lo último bien claramente se explica diciéndoles
que "el Sol los contempla y que Dios los ayude en este invierno para que
puedan con la carga". ¡Mire qué maravilla de mozo ladino!
Con que, será hasta la vista, que bien
ganoso ando de darle un vistazo.
Su
aparcero, ROCAMORA.
A la salú y
nacimiento de don Geromo Frasco, o de cualquier ministro de Alderete.
¡Téngalos muy felices,
señó GEROMO!,
y Dios me lo conserve
sano del lomo,
para que cargue
5
su montón de laureles,
cuando se largue.
Tin tin de la Aguada,
tin tin del Cordón:
no se me entristezca,
10
póngase alegrón.
Allá va
giniebra, coñaque y anís:
a ver si se
alegra y baila el mis-mis...
con gallardía,
para que lo publique
15
la orden del día.
A estas horas le estoy
adivinando
que le están los ojitos
relampaguiando.
20
¡Escupa, amigo!,
y no se eche las babas
en el umbligo.
Tin tin por la Aguada
tin tin o el Cordón,
25
cuidado no pegue
algún trompezón
con un
inglesito llamado SAMUEL
que ha de
darle sueño toparse con él;
que al Miguelete
30
se larga, por hacerles
un bifisquete.
Dígale de mi parte
a don Panchito,
el que larga poclamas
35
desde el Cerrito...
Que es un Salomón
y el mozo más ladino
de la expedición.
Tin tin de la Aguada,
40
tin tin del Cordón
ya los bonetudos
ofrecen perdón;
porque don
Ciriaco, Lasala y Turpín,
andan con el
lomo como un espadín...
45
en este apuro,
en que ningún rosín
está siguro.
Con que, amigo GEROMO,
¡que Dios lo ayude!,
50
y que el Sol lo contemple
sin que estornude.
Y no se ofusque,
que salga algún Musiur
y lo desnuque.
55
Tin tin por la Aguada,
tin tin y el Cordón,
andan los rosines
medio en confusión;
como los
baguales cuando los acosan,
60
que medio se
empacan y medio retozan...
hasta que al cabo
a bolas se les liga
patas y rabo.
Pocos días después de que en la Horqueta
del Rosario fue batida la columna del general Núñez por las fuerzas del general
Rivera, irritado Rosas por tal descalabro, mandó publicar un artículo en la
Gaceta Mercantil de Buenos Aires negando completamente tal derrota, y diciendo
que, por el contrario, Núñez se había incorporado intacto el ejército de
Urquiza, y este a Oribe, quien con tales refuerzos había intentado un
reconocimiento para asaltar luego las trincheras de Montevideo, de las cuales
con esa sola operación Oribe había conseguido el que todos los defensores de la
plaza huyesen aterrorizados; y que los extranjeros armados, esa noche salieran
desbandados a robar y matar en la ciudad.
El mismo artículo, después de otras
mentiras, decía también, que la extrema miseria del Gobierno de Montevideo lo
había puesto en el caso de ordenar al señor Lamas (jefe de Policía entonces)
que violentamente le sacara una fuerte contribución pecuniaria a un don Juan M.
Pérez (a quien nunca se le pidió un real para la defensa), y que Pérez había
abierto sus cofres, de los cuales el señor Lamas habíale sacado los únicos
cuarenta y cinco patacones que tenía el señor Pérez en esos días.
Por último, el artículo decía también,
que el señor Lamas arbitrariamente había mandado fusilar por la espalda a
varios orientales oribistas, porque tenían armamento escondido y preparado para
una revolución en favor de Rosas, la cual se les había descubierto, etc., ¡qué
mentir de Restaurador!
La nota
embustera que se deja referida, dio lugar a la siguiente composición.
Brama el
tigre
[Brama el
tigre de Palermo. Reproche que de Montevideo le mandó un soldado de la defensa
a Rosas, por las mentiras que hacía publicar en su Gaceta Mercantil de Buenos
Aires]
Oigan lo que dice Rosas
el día ocho
de este mes,
en un
Gacetón que suelta
más bravo
que un buscapiés.
Dice que acá repicaron
5
al pedo la
vez pasada:
que ¿cuándo
le han hecho nada
ni a Núñez
lo revolcaron,
si juntos se
incorporaron
con Urquiza
en el Cerrito?,
10
y veremos si
lueguito
Oribe nos
basurea
y nos saca
una manea
a cada
oriental... ¡Ah, hijito!
Dice que nos asustaron
15
la otra
noche los rosines,
pues sólo
con sus clarines
acá ya se alborotaron:
que las
campanas sonaron,
y se juntó
la gringada
20
saliendo
desesperada
a robar por
la ciudá,
y de la
zanja, ¡ja, ja!,
corrió la
gente asustada...
Que ninguno se ha pasao,
25
dice también
con frescura:
que aquí
todo es impostura
y un mentir
desesperao.
Que a naides
han degollao
sus
mashorqueros jamás:
30
¡eh, pucha,
el gaucho falaz!,
pues dice
que los rosines
nos corren
como mastines...
¡de hambre
será y nada más!
Dice que mandó el Gobierno,
35
apurao el
otro día,
saquiarle a
un don Juan María
más
patacones que infierno:
que el
hombre se mostró tierno
para que le
soliviaran,
40
y dejó que
le robaran
cuarenta y
cinco no más...
¡Vaya un
paisano voraz!,
¡puede ser
que lo ablandaran!
Del jefe de Polecía,
45
dice que
está muy caliente
y afusilando
a la gente
por la
espalda todo el día;
porque tiene
una armería
escondida en
la ciudá:
50
tal es la
fidelidá
de los
buenos orientales
a Oribe y
sus federales.
¡Cristo!...
¡qué barbaridá!
Dice al fin que al COMODORO
55
ya verán
como le va;
pues,
Ingalaterra está
contra
Purvis como un toro,
que no es
inglés, sino moro,
que ojalá lo
descuarticen,
60
y lo frían y
lo guisen:
que aunque
los dé contra el suelo,
los rosines
por consuelo
todo el día
lo maldicen.
En los últimos meses del año 1818,
dirigió Rosas a la Sala de Representantes una nota acompañando unos documentos
y un tratado, y para ocultar los nombres de las personas que se decían
comprometidas en ellos, las determinaba con enes: el ministro N. N., el
diputado N. N., el coronel N. N.; y para ridiculizar esta patraña del tirano se
escribió la siguiente composición.
Aviso
anunciando la aparición de La Indireuta
[Aviso
anunciando la publicación de La Indireuta al comodoro Herbert, parcial de
Oribe]
SEÑOR EDITOR Y PAISANO
No tan sólo Rosas tiene
nueva laya
de escrebir,
y de amolar
y embutir
al ñudo
tanta N... N.,
ahora de
atrás se nos viene
5
un chasquero
inglés de Flandes
largando
otras enes grandes
que ni
Cristo las entiende,
ni el
librero que las vende
en lo del
amigo Hernández.
10
¿No ha visto, patrón, las enes?,
vaya, y lea
por favor;
aunque le
será mejor
aflojar ocho
vintenes,
para no
andar con va-y-vienes
15
un hombre
así como usté.
Con que,
afloje y digamé,
después que
lea la cosa,
si entiende
esa geringoza...
y se lo
agradeceré.
20
ROCAMORA.
La Indireuta
[La
Indireuta]
Allá van estos ENTRESES
contra EL CABALLO RABÓN:
con el permiso y perdón
de los AMIGOS ingleses.
Para el Federal más chocho
del pago de la Raleise:
Aguada
y noviembre trece
del año cuarenta y ocho.
Señor comeloro Herbete.
Mi comadre tiene una hija
que
expliquí-tu-macho inglés,
y a esa le
escribe esta vez
un tal don
N. Balija
diciéndole
que a la fija,
5
en la semana
que viene,
usté empluma
pues ya tiene
orden de ser
reculao
por rosín y
apasionao
a don N. N.
de N.
10
Tal noticia, en el cuartel,
a la tropa
le gustó,
y luego la
celebró
a cencerro y
cascabel:
porque dijo
el coronel,
15
que el mesmo
N. le ha escrebido
así también,
persuadido
que usté
alza moño y se va:
noticia que
en la ciudá
de N. y más
N. ha salido.
20
Pero ¿por Cristo?, tanta N.
¿qué diablos
quiere decir?,
¿y ese modo
de escrebir
con qué
Balija se viene?
Yo, patrón,
que me condene
25
si lo
entiendo, y no soy bruto:
al
contrario, me reputo
por
lenguaraz en inglés;
velay si me
explico: -Yes,
¡Gotejel y
very guto!
30
Con todo, no es duda poca
la que
tengo, y me interesa
que usté se
largue de priesa,
para
golpiarles la boca
a las
hembras, que les toca
35
llorar su
ausencia, patrón;
porque usté
tiene opinión
de galante y
bien portao;
y de ¡muy
aficionao!
a la
cachucha y al ron.
40
¿Al ron dije?, he dicho mal,
queriendo
decir al rin,
a lo que
usté es bailarín
de lo lindo
y principal:
como afeuto
sin igual
45
a bailar la
refalosa,
pues me
asigura una moza,
de que usté
salía enfermo
de calor,
cuando en Palermo
bailaba con
Ene Sosa
50
¡Ah, gaucho!... de esa manera
con otras
habilidades
cautivó las
voluntades
de la gente
mashorquera;
y hasta el
Ilustre, aonde quiera
55
presume de
su amigazo,
diciendo que
usté es buenazo,
hombre llano
y sin bambolla,
y para hacer
una embrolla
¡ahijuna...
superiorazo!
60
Y dice, que, en esta guerra,
usté a
chismes y cabriolas
lo enredó y
le ató las bolas
al Ministro
de su tierra;
y que hoy en
Ingalaterra
65
N. N.
Palmetón,
lerdo viejo
barrigón,
recién entra
a corcoviar,
como
queriendo largar
las bolas
por el garrón.
70
¡Ah, hombre infeliz!, que se fiaba
en su
comeloro inglés,
siendo
federal como es
desde el
pelo hasta la taba,
y el mesmo
que se tiraba
75
al vizconde
chapetón
y a la
inglesada en montón;
porque usté
don N. N.
¡la p...
ucha!, dicen que tiene
más alma que
un redomón.
80
Por eso le arrima guasca
la
inglesería todita,
y allá en su
lengua le grita,
San-Babichi-deme-rasca:
y es justo
que se complazca
85
en que lo
haigan reculao,
porque usté
los ha dejao
metidos en
el pantano,
y que el
Gran Americano
se los haiga
traginao.
90
Así dicen sus paisanos
don N. y don
N. N.
de que su
ausencia le viene
lindamente a
los Britanos:
y alzan al
cielo las manos
95
creyendo que
usté se va;
y diz que
esa noche habrá
luminarias,
cuhetería,
y pedo y
musiquería,
¡todo con
temeridá!
100
Ojalá esté despachao,
y del Río de
la Plata
se largue
con su fregata
a enredar
por otro lao.
Mire que si
el agraviao
105
fuese yo,
siendo Gobierno,
atrás le
soplaba un cuerno
a quien tan
mal me tratase,
y le hacía
que mosquiase
hasta el
rincón del infierno.
110
En fin, patrón, me despido
deseando que
le aproveche
esta
INDIREUTA; y no la eche
en el rincón
del olvido.
Luego, por
favor le pido,
115
(y no
extrañe que apetezca,
ni de que yo
le agradezca
hallándome
tan delgao)
el que me
largue un asao,
si le sobra
CARNE FRESCA
120
Luego me dispensará
que, siendo
gaucho y soldao,
de
escrebirle me he tomao
la confianza
y libertá,
por lo que,
si mi amistá
125
le agradare
y le conviene,
en la
avanzada me tiene
siempre a su
disposición:
con que,
adiosito, patrón.
N. N. N. N.
P. D.
Si
se va y me hace el favor
130
de hacerse
cargo de un choclo
para el
coronel Cradoclo
se lo
estimaré, señor;
pues apreceo
a ese Lor
don N. de Morondanga,
135
desde que
armó la bullanga
en el
Janeiro ahora poco,
porque un
negro medio loco
le chulió a
la maturranga.
VALE.- N. N.
Contestación
de Jacinto Cielo
[Contestación
de Jacinto Cielo al soldado de Oribe, que lo mandó amenazar con tocarle la
Refalosa]
A un bonetudo que de hambre
me remitió
esa canción
le mando en
contestación
estas coplas
y un matambre.
Mirá, trompeta rosín:
5
si sos capaz
de agarrarme,
a gusto dejo
tocarme
tu Refalosa
y tin tin.
Pero, si no te das maña,
cuando te
topés conmigo,
10
sin tanta
bulla te digo
que has de
largar ¡una entraña!
Siendo así, no hablemos más,
seguí con tu
refalosa:
pero al
fin... ¿no será cosa
15
que te las
prienda de atrás?
Porque ya los mashorqueros
muy fiero
han mostrao la hilacha;
y si uno se
les agacha
salen como
parejeros
20
Con que, será hasta después:
y aunque
roncás y me gruñes,
dale
memorias a Núñez
si por
fortuna lo ves.
JACINTO CIELO
Carta
ensilgada que le escribió el gaucho Juan de Dios Chaná, soldado de la escolta
del general Rivera para don Antonio Tier, ministro que fue de la ciudad de
Francia en 1840
[Carta
ensilgada que le escribió el gaucho Chaná a don Antonio Tier, ministro de la
ciudá de Francia, en el año 1840]
Campamento
general
al
frente del Cerro Largo:
a
veintinueve de agosto
del año cuarenta cuatro.
Don Tier voy con su licencia
a escrebirle
de atrevido,
aunque jamás
he tenido
con usté una
conocencia
pues sólo la
buena ausiencia
5
que ha hecho
usté de la opinión
que defiendo
en la ocasión,
es la que me
ha decidido
a ofrecerle
agradecido
mi cabal
estimación.
10
Tal es, que si lo topara
algún día en
un apuro,
por sacarlo
le asiguro
ni la vida
mezquinara.
¡Ah,
malhaya, se animara
15
y a estos
pagos se viniera!,
para que yo
mereciera
entonces
servirle en algo,
pues, aunque
de poco valgo
puede ser
que lo sirviera.
20
En esta conformidá
me le daré a
conocer,
porque, al
fin, pudiera ser
que yo caiga
por allá.
Soy Juan de
Dios el Chaná
25
gaucho
salvage y negao
forastero
desgraciao
que rueda en
tierras agenas,
por no
arrastrar las cadenas
de un tirano
endemoniao.
30
Ése es Rosas, a quien tengo
que rastrear
toda mi vida,
sigún la fe
decidida
que de
aujerearlo mantengo,
porque yo
también sostengo,
35
sin
recularle al mejor,
que ese vil
degollador
todita su
vida fue,
lo mesmo que
ha dicho usté,
un brigán o
salteador.
40
¡Le cae tan lindo en francés
brigán a
Rosas, ahijuna!,
como cae a
treinta y una
para con
veintiocho el tres.
Mesmamente,
de esta vez
45
usté el
nombre le ha acertao,
y tanto nos
ha gustao
su agachada
de brigán,
que como
copla o refrán
entre el
gauchage ha quedao.
50
Pero, extrañamos, patrón,
que un
hombre tan escrebido
como usté,
se haiga metido
en tratos
con un ladrón.
Así es que
su Convención
55
de octubre
estuvo muy ñata
y, si le he
de hablar en plata
diré que
está bien empleao
que Rosas se
haiga burlao
tan fiero de
su contrata.
60
De balde ahora alega usté
que Rosas no
le ha cumplido;
como
diciendo: "se me ha ido
con las
bolas que le até".
Ni por esas,
ya lo ve:
65
dos
ministros a la par
le han
salido a retrucar
diciendo:
"no te quejés,
porque vos
mesmo esa vez
lo dejaste
retozar".
70
¡Ah, patrón!... cuando se halló
lindamente
acomodao,
antes de ser
reculao
del cargo
que disfrutó,
no sé cómo
se mostró
75
tan manso y
tan halagüeño,
ni por qué
hizo tanto empeño
en tratar
con Juan Manuel;
pues, de
atrás quejarse de él,
mesmamente
causa sueño.
80
De suerte que, aunque sabemos
cuánto alega
por nosotros,
como se lo
cruzan otros
poca
esperanza tenemos:
¿ni qué
quiere que esperemos
85
de hombres
como don Guisote
si usté no
les pega un trote,
y los echa
cuesta abajo,
a que no le
den trabajo
tantos
maulas y Macote
90
Usté me dispensará
si le hablo
en este lenguaje,
pues como
gaucho salvaje
me explico
con claridá:
pero mire
que de allá
95
han caído
por estos laos,
de esos
maulas retobaos
con veneras
y medallas,
que ¡al
diablo le dan tres rayas
a rudos y
desalmaos!
100
No quiero decir por esto
que jamás
ningún francés
vuelva a
llevarme otra vez,
como dicen
"del cabresto";
por eso si
le protesto
105
y le digo con
verdá,
que los
franceses de acá
son hombres
de mejor ley
que algunos
que mandó el rey
a
traginarnos de allá.
110
Tal vez por eso en usté
no todos
tengan confianza,
y ahora se
les haga chanza
su afición,
¿Qué quiere,
señor?, ya ve,
115
si anda la
gente ariscona,
es porque de
las caronas
que nos echó
en su tratao,
a muchos nos
han quedao
las uñeras
frescachonas.
120
Velay: y temen que vaya
de esta vez
haciendo el juego
a costa
nuestra, y que luego
salga
diciendo: "otro talla"
y como ahora
usté no se halla
125
lo mejor
asigurao,
presumen que
haiga formao
con los
salvajes pretexto
para calzar
cierto puesto,
y de ahí
hacernos a un lao.
130
¿A qué le he de andar mintiendo,
si eso
malician de usté?,
y asiguran,
creamé,
de que nos
está meciendo,
pero acá yo
lo defiendo
135
¡en su
lindo!, a la verdad;
y así con
ingenuidá
usté pudiera
decirme,
si ahora es
moquillo o es firme
su decisión
y amistá.
140
Por lo demás, no hay cuidao,
aun cuando a
la Entirvención
se le
aplaste el mancarrón
antes que
llegue a este lao;
que ha de
ser el resultao,
145
si usté la
quiere apurar,
después que
le hizo aguachar
el pingo
cuando el tratao:
y estando el
pingo aguachao
dejuro se ha
de aplastar.
150
Eso fue la vez pasada,
como cuatro
años harán,
luego que el
viejo Leblán
alzó moño
con la armada;
y cuando
aquella ensartada
155
de nuestra
alianza famosa,
en que,
después de la prosa,
que la
Francia nos metió,
al fin solos
nos dejó
a sufrir la
refalosa
160
¡Ah, viejo ese don Leblán,
tan buenazo
y sin dobleces!,
creo que
entre los franceses
pocos de su
laya habrán:
pues naides
con más afán
165
voltiar a
Rosas pensó;
pero se le
atravesó
por
desgracia Doputié
que el
diablo no sé por qué
antes no se
lo llevó.
170
Me acuerdo que en cuanto vino,
otro viejo,
un tal Dupuí,
se apareció
por aquí
medio
despiao y chapino,
y ya le
salió al camino,
175
y al fin
ganó mucha plata,
haciendo que
don Batata
con Doputié
platicara
mano a mano,
y se mamara
almorzando
en la fregata.
180
Después que se retiró
don Leblán
de estos destinos,
que
orientales y argentinos,
todo vicho
lo sintió:
lo mesmo que
se alentó
185
todo el
mundo a su llegada,
hasta hacer
una pueblada
al principio
del bocleo,
cuando le
paró rodeo
a Rosas
nuestra gauchada.
190
¡Viese, patrón, qué mozada
se le alzó
al Degollador!,
créame que
fue la flor
de nuestra
gente hacendada
pero más
acostumbrada
195
a lidiar con
lazo y bolas
que con
sable y tercerolas,
anduvo medio
trabada,
y en la
primera topada
dejamos las
mentas solas.
200
Dejamos digo, porque
yo también
de Chascomún
al apurar el
¡tun!... ¡tun!,
ya salí
tendiendomé,
y a rebenque
enderecé
205
rumbiando al
rincón de Ajó
aonde mesmo
enderezó
el resto de
la gauchada,
que caliente
y de coplada
a los barcos
acudió.
210
Pues don Leblán que sabía
que Rosas
nos apuraba,
por si acaso
nos golpiaba
nos mandó su
barquería:
¡ah, Francés
que nos quería!,
215
lo mesmo la
oficialada;
y de ahí la
marinerada
tan liberal
y corriente:
¡viera usté
en que redepente
se embarcó a
la paisanada!
220
¡Ah, Cristo!, ¡qué sentimiento
tuve al
soltar mi gatiao
y después
liar el recao
para
embarcarme al momento!...
Pero bien o
mal contento
225
me
arremangué el chiripá
y "obre
Dios, dije, allá va
Juan de
Dios, ¡cómo ha de ser!,
si el
destino es padecer,
cúmplase su
voluntá".
230
Ahí no más nos embarcó
un oficial
en el bote,
que se
llamaba el canote,
y echando
diablos salió,
hasta que
fue y sujetó
235
allá en el
medio del río,
junto a un
barco, ¡Cristo mío!,
morrudo como
un galpón,
y que era
una confusión
de cañones y
gentío.
240
Montó al bordo el oficial
cuanto
tocaron el pito,
y de subir
al ratito
a mí me
hicieron señal:
yo me le
prendí a un torzal
245
que a una
escalera colgaba;
porque,
amigo, se me andaba
la cabeza
dando güeltas,
y aun las
entrañas revueltas
sentía
cuando trepaba.
250
Luego de estar embarcaos
subió la
marinería,
le aflojó la
velería
y el barco
salió a dos laos.
Me acuerdo
que bien delgaos
255
hicimos esa
cruzada,
pues toda la
paisanada,
cuanto el
barco corcovió,
a vomitar
comenzó
y a quedar
despatarrada.
260
Viera al barco, ¡Virgen mía!,
¡correr con
el ventarrón,
crujiendo la
tablazón,
chiflando la
cuerdería!
Mesmamente
parecía,
265
al disparar
tan ligero,
nube que
arrea el pampero
cuando
zumba, y de allá lejos
trai a los
ombuses viejos
dando
güeltas de carnero.
270
En fin, después del jabón
que nos dio
tanto meneo,
el barco a
Montevideo
se vino a
dar del tirón.
Ya murieron
un montón
275
de infelices
argentinos,
que entonces
a estos destinos
cayeron
esperanzaos
en la
alianza, y por confiaos
Rosas los
puso barcinos
280
También yo entonces llegué
tan
sumamente cortao,
que una
tarde de apurao
hasta el
cuchillo empeñé:
desde
entonces, creamé,
285
ni de mi
gaucha sé nada,
pues la dejé
abandonada
con cuatro
criaturitas,
mis ovejas y
vaquitas,
mi tropilla
y mi manada.
290
Oiga no más mis lamentos:
aunque mejor
es callar,
que no
entrarle a relatar
todos mis
padecimientos;
pues sería
en los momentos
295
hablar de
güeyes perdidos
mencionarle
lo fundidos
que todos
hemos quedao,
a causa de
aquel tratao
que hasta
hoy nos tiene tullidos.
300
Así mesmo, hoy lo tenemos
al saltiador
en conflitos,
y puede ser
que solitos
cualquier
día lo estiremos:
sigún la
fuerza que hacemos
305
los
criollos, y sus paisanos
los
franceses milicianos,
que con
valor sin igual
por la causa
liberal
pelean de
ciudadanos.
310
Viendo la partida fiera
que su rey
nos hizo, ¡ha visto!,
de hacer
compadre, ¡por Cristo!,
al brigán...
¡quién tal hiciera!,
ni menos
quién presumiera
315
que un rey
así se portara
después que
de MALA CARA
lo trató un
gaucho albitrario,
cuando
todos, al contrario,
¡creímos que
se lo tragara!...
320
Pero, vanas esperanzas,
pues el loco
Juan Manuel
anduvo a
güeltas con él
hasta que le
echó las mansas
Lo pior es
que en las cobranzas
325
de usté, nos
ha traginao,
pues a mí
que fui su aliao,
y a otros
por estos parajes,
Juan Manuel
como a salvajes
¡ni guascas
nos ha dejao!
330
Al fin ese basigote
se lo
aguantamos a Rosas,
pero no las
cuatro cosas
que nos
quiere hacer Guisote:
pues en
ancas que Macote
335
nos amoló
una ocasión,
que ahora
nos largue a Pichón
a que nos
venga a enredar...
eso ya es
mucho amolar:
¿no le
parece, patrón?
340
Ahí anda a lo volantín,
luciendo por
el Cerrito,
de leva y de
bigotito,
echándola de
rosín.
¡Vaya un
mozo malo y ruin!,
345
¿de qué
manada será?,
no he visto,
ni se verá,
un vicho más
cabulista,
buscapleitos
y enredista.
¡Jesús, qué
barbaridá!
350
Gracias a qué don Lané
es un jefe
de razón,
y con todo
eso Pichón
medio lo
hizo... no sé qué;
pero el
hombre, ya se ve,
355
era novato y
cayó;
mas, en
cuanto coligió
que Pichón
es un lagaña,
vea como se
dio maña
y a las
yeguas lo aventó.
360
Esto por acá, patrón,
es lo que
hay entre dos platos;
no sé allá
sus alegatos
si serán
conversación:
pero si al
gaucho ladrón
365
quiere darle
un rato amargo,
sin más
esperas le encargo
que sólo con
don Lané
le haga
sacudir, porque
lo demás...
¡es cuento largo!
370
Con que así, dispensará
el que lo
haiga molestao;
y cuente por
decontao
con mi
aprecio y voluntá:
y si acaso
por allá
375
me lo ve a
don Martiní
me hará el
favor, eso sí,
de pegármele
un abrazo,
diciéndole
que, si acaso,
vuelva a
disponer de mí.
380
No ofreciéndose otra cosa,
concluyo,
bien persuadido
que esta
carta le habrá sido,
por
supuesto, fastidiosa;
aunque una
prueba amistosa
385
al mesmo
tiempo será,
por la cual
usté podrá
ver mi
cariño completo
y disponer
del afeto
de...
JUAN DE DIOS EL CHANÁ.
390
Jacinto
Cielo dando noticias de la derrota del queneral Núñez a los sitiadores flacones
[Derrota del
queneral rosista Ángel Núñez, batido en la Horqueta del Rosario]
¡Salgan no
más rosines a juntar potros,
ya los
amansaremos... entre nosotros!
¿Con que Núñez por la Horqueta
se andaba haciendo el potrillo,
y para verle el colmillo
FLORES le estiró la jeta?,
y que es mancarrón sotreta...
5
ha visto, porque mosquiando
fue a dar a
la Colonia, pero chanciando.
¿Qué dice, amigo don Pancho,
de ese montón de laureles
Siga largando papeles,
10
y diga que ha sido gancho.
Con que, ¿cómo va de rancho?
pues a Núñez hasta el chifle
se lo quitó
CALENGO que es alarife.
Si acá el ministro PACHECO
15
quisiera que yo saliese,
y por contrata les diese
carne gorda y charque fresco,
lo haría, porque apetezco
servir a los apuraos;
20
y a ustedes
los contemplo, muy atrasaos:
Con todo eso que ha marchao
últimamente a campaña
Alderete, a darse maña
para acarriarles ganao;
25
pero sale tan delgao,
que si vuelve con salú
ha de ser
gambetiando, como ñandú
¿Y Urquiza no llegará
con Juan Bolas y Badana?,
30
¿o se les quitó la gana
de bailar en la ciudá?
¡Mire qué temeridá
no aprovechar la ocasión!
Tin tin de
la Aguada, tin tin del Cordón.
35
¿Y Violón, no se ha templao?,
¿y el general Cinturita,
no le manda a Manuelita
expresiones de Estibao?
Vamos, que se le ha arrugao
40
el cuajo con la noticia,
o ha visto
que la cosa lleva malicia.
Y Ángel Chifle que la embarra
a lo mejor, ¡voto-alante!,
puede ser que ahora les cante,
45
que otra cosa es con guitarra;
miren, si FLORES lo agarra
al salvaje federal,
¡ahí se pone
las botas con el queneral!
Que a la Colonia llegó
50
casi en pelos, y a dos laos,
sólo con cuatro soldaos
de ochocientos que llevó.
¿Y las vacas que juntó?,
¿y las yeguas, y los potros?,
55
ya los
amansaremos... entre nosotros.
Disputa y
arrehlo que ocurrió en el sitio de Montevideo entre un ayudante y un sargento,
ambos del ejército de Oribe; con motivo de la escasa ración de carne de carnero
que se le daba al sargento para racionar a su compañía
[Disputa
ocurrida en el campamento de Oribe entre un ayudante y un sargento, al cual se
le daba muy poca y mala carne de carnero para racionar a su compañía]
SARGENTO
¡Mi ayudante: a la verdad,
es muy chica
esta ración!
AYUDANTE
¡Rezongón!,
cállese y agarrelá.
Pues qué ¿no ve cómo andamos,
5
que de
flacos nos cortamos
jefes y
oficialería?,
¿y que hay día
de que al
palo lo pasamos?
SARGENTO
Ya lo veo:
10
pero al
mesmo tiempo creo,
que toda mi
compañía
no puede
comer un día
de medio
carnero aspudo,
y de yapa
catingudo
15
y flacón,
que eso ya
da compasión;
porque nos
causa fatiga
y blandura
en la barriga:
de no, vea
mis soldaos
20
apuraos,
y siempre
con seguidillas,
y las caras
amarillas
de hambre y
de necesidá:
porque
cuando se les da
25
cada dos
días ración,
ya les causa
almiración;
y después,
la carne es
tan de-una-vez,
azul de
flaca y cansada,
30
que está la
gente apestada:
de manera,
que siempre
andan de carrera,
porque ni
tiempo les da
a sacarse el
chiripá.
35
AYUDANTE
Mentira: no
sea puerco.
SARGENTO
¿El qué?
Mire: vaya,
asomesé
a la zanja
de aquel cerco,
verá si hay
una porción
40
que parece
un batallón,
y en los
apuros que está:
pues me río
del Larruá,
sí, señor,
esta carne
es mucho pior.
45
Luego después, sin pitar,
aguantar
diez días
como sabemos,
no sé cómo
poderemos
resistir;
50
porque,
vamos al decir:
si hubiese
facilidad
de colarse
en la Ciudá...
NORABUENA;
ya sería
menos pena
55
y nos daría
corage;
¡pero, si
hay tanto salvaje,
y tanto
cañón morrudo!,
que con sólo
un estornudo
de cada uno
60
no queda
vivo ninguno
de nosotros;
ni Alderete
creo que
salve el rosquete:
pues discurro
que no se
escape ni el burro.
65
De balde dice Espadín
que se ha de
colar al fin:
pero, ¡qué!,
¿o tiene
esperanza usté,
mi ayudante?
70
AYUDANTE
¿Que si yo tengo esperanza?
Mire: le
diré en confianza;
que nos
lleven por delante,
y que nos
saquen el cuero
sólo espero:
75
y créamelo,
sargento,
que le digo
lo que siento.
Por supuesto,
sé que usté
es hombre discreto
y que
también es mi amigo;
80
ya sabe por
qué lo digo.
Pero, mire:
aunque
Alderete se estire
como tripa al
arrancarla
de la panza
y desebarla,
85
ha de ver,
que fiero se
ha de encoger
el día que
la pueblada
nos pegue
una atropellada,
o Rivera
90
nos haga un
dentro cualquiera;
pero yo,
para ese trance,
cierto lance
les voy a
jugar aquí.
Si usté
quiere unirse a mí,
95
y a otros
varios, creamé,
le irá bien,
acuerdesé,
ya lo digo.
SARGENTO
Sí, señor; cuente conmigo,
lo mesmo que
con mi gente,
100
que andan
apuradamente
y
endeveritas rabiosos
de ganosos
por hacer
una embarrada...
AYUDANTE
Bueno, escuche la jugada,
105
y desde
ahora piense ya
el fruto que
nos dará.
El día que nos apuren,
antes que
nos asiguren,
nosotros
asiguramos
110
y amarramos
a Bárcena y
a Violón:
porque, en
la tribulación
que esos
diablos se han de ver,
todo se les
puede hacer.
115
¿No se le hace?
SARGENTO
¡Pues no!, señor, al istante,
diga no más,
mi ayudante,
si quiere
que yo lo enlace;
y desde
ahora le prometo
120
que a Violón
se lo sujeto
ese día,
si corre de
cuenta mía
hacer de él
lo que yo quiera;
que es
llevarlo a la trinchera
125
para que al
general PAZ
le vea el
gesto no más:
que luego
éste lo destina
a la Legión
argentina.
¡Ya usté ve
130
las botas
que me pondré!,
ni a qué
quiero más caudal
que entregar
a ese animal.
AYUDANTE
Pues, corriente:
aliste no
más su gente,
135
y dispondrá
de Violón
con toda
satisfación,
que al tuertito
Bárcena lo
necesito,
para
venderlo muy bien
140
y hacerme
rico también,
porque don
Frutos Rivera,
como quiera,
me da diez
mil patacones
por sacarle
los calzones
145
y pelarle la
picana,
que es de lo
que tiene gana;
y después
ensebadito
se lo remite
fresquito
al conde de
Poblaciones,
150
restaurador
federal,
y capitán
general
de
mashorqueros ladrones.
Disculpa
dirigida a un caballero inglés a quien le transmitió una falsa noticia que otro
negociante inglés le dio de sorpresa y maliciosamente como positiva a Paulino
Lucero, habiéndolo encontrado en la retreta del Viernes Santo en Montevideo,
precisamente en la noche en que, con bastante atraso, llegó de Europa el
paquete inglés, por el cual en aquellos días se esperaban noticias
importantísimas para la causa de la libertad
[Disculpa
del gaucho Lucero por una noticia falsa que por broma le dio un inglés, y
Paulino se la transmitió a otro caballero inglés también, pero como cierta]
SEÑOR PATRÓN
D. J. B.
Montevideo
6.- Febrero de 1848.
Perdone la bola güera
que el
Viernes Santo, patrón,
por pegarle
un alegrón
le llevé a
toda carrera;
si usté se
la tragó entera,
5
así me la
tragué yo,
desde que me
la sopló
el hijo de
la gran pu...
cara de
ñacurutú
que en la
plaza me topó.
10
¿Cómo pude afigurarme
de que ese
sanabicha,
con su nariz
de salchicha,
allí se
fuera a olfatiarme
tan sólo
para boliarme?
15
¡Si será el
diablo ese ñato!
En fin, se
habrá reído un rato
a mi costa,
deje estar;
yo también
le he de mostrar
que tengo
sangre de pato.
20
De balde me dicen que es
bruto que
suele, de una hebra,
a un
botellón de giniebra
dormírsele
alguna vez;
y que se
goza después
25
que ha
tomado su chubasco
de una
cuarta o medio frasco,
en largarse
con el pedo
a soltar
bolas sin miedo
de que le
peguen un chasco.
30
Así me las ha prendido,
porque sé
que en los paquetes
y allá entre
los Bifisquetes
el ñato es
introducido;
y, como es
tan decidido
35
y salvaje,
me amoló:
de suerte
que consiguió
(por
supuesto, con malicia)
embocarme la
noticia...
¡ahijuna!, y
me traginó.
40
Pero si otra vez intenta
divertirse a
mis costillas,
y tiene el
ñato cosquillas,
no le ha de
salir la cuenta:
veremos,
pues, si escarmienta
45
y aguanta
esta cuchufleta,
que sólo es
una indireta,
mientras no
me da ocasión
de soltarle
un nubarrón
más grande
que la gaceta.
50
Con que, patrón, siendo así
el chasco
dispensará,
si no salió
la verdad
el notición
que le di
conforme lo
recebí
55
del bruto
que me lo dio:
a quien ya
le he dicho yo
que no aguanto
bolas de ufa.
¡Vaya el
ñato a que lo sufra
la p... unta
de San Fernando!
60
P. D.
Por si no acierta, patrón,
a saber
quién es el ñato,
velay, le
haré su retrato:
fíjese en la
filiación.
Es colorao, vivaracho,
65
ni muy alto
ni petizo;
chato de
anca, lomo liso
y máscara de
capacho;
de narices,
sólo un cacho
desde
potrillo ha llevao,
70
muy
fieramente pegao
desde la
frente al bigote;
que a no ser
por tal pegote
sería un
ñato agraciao.
Su servidor y pión,
P. LUCERO.
Remitido al
Conservador, periódico que se publicó en Montevideo en tiempo del sitio grande
[Farsa que
hizo un paisano del modo de conducirse que observó en el Río de la Plata el
enviado inglés mister Howden]
Amigo y
patroncito del Consilgador,
Como apareao al invierno
ha caído por
esta tierra
un Loro de
Ingalaterra,
¡mozo lindo
para yerno!
Hombre Loro tratador
5
que en el
Río de la Plata
trató con
Loro Batata,
y el Loro
Restaurador.
Y como tengo mis dudas
de cómo se
llama el hombre,
10
pues no
estoy cierto si el nombre
es don Juden
o don Judas
El que comió mazamorra
allá en los
Santos Lugares,
y tantió los
costillares
15
de Manuela
la cotorra...
Bailando la refalosa
y el cielito
federal,
porque es
Loro liberal,
y no Loro
cualquier... cosa.
20
Aunque al gaucho Juan Manuel
fieramente
le aflojó,
y al decirle
el gaucho: ¡No!,
le respondió
el Loro: ¡Well!
Pues a ese Loro, patrón,
25
que acá
trata de voliarnos
y a la
mashorca entregarnos,
porque él le
tiene afición:
Yo que soy de la banda
de los Loros
cimarrones,
30
le diré
cuatro razones
en una carta
ensilgada...
Si usté, patrón imprentario,
a quien ésta
le dirijo,
me asigura
el nombre fijo
35
de Loro
Cipotenciario...
Hoja de
servicios del Brigadier general don Juan Manuel Rosas, gobernador del
Continente Americano que el gaucho Santos Contreras le retruca en una carta
[Remitido
del gaucho Contreras al redactor del Comercio del Plata en Montevideo]
Anuncio de
Santos Contreras al señor relator del Comercio del Plata.
Señor patrón, allá va
esa carta
¡de mi flor!,
con la que
al Restaurador
le retruco
desde acá.
Si usté la
lé, encontrará,
5
a lo último
del papel,
cosas de que
nuestro aquel
allá también
se reirá:
porque, a
decir la verdá,
es gaucho
don Juan Manuel.
10
CONTRERAS.
Excelentísimo
señor Restaurador de las Leyes y Gobernador del Continente Americano
[Carta
burlesca en la cual el gaucho Santos Contreras le cita a Rosas su hoja de
servicios militares, y desde Montevideo le suplica, como le suplicaban sus
abyectos en Buenos Aires, que el famoso Juan Manuel se aguantara gobernando
federalmente]
Montevideo,
a 30 del mes de Rosas de 1849.
También de acá, vuecelencia,
pido como el
porteñaje,
aunque soy
gaucho salvaje
(con su
perdón y licencia),
que sea su
permanencia
5
infinita en
el Gobierno;
porque será
caso tierno
que vuelvan
los unitarios
y que a sus
peticionarios
los aventen
al infierno.
10
¡Ah, gente linda!, jamás
tuvo tanta
efervecencia:
¡barajo!,
¡qué diferencia
a la del
tiempo de atrás!,
ya no puede
ofrecer más
15
la pueblada
que anda al trote
ofreciéndole
el cogote,
y la fortuna
y la fama:
velay, eso
sí se llama
antusiasmo y
no CEROTE.
20
Yo apenas, señor, le ofrezco
una pistola
reyuna,
porque de
fama y fortuna
completamente
carezco.
Pero siempre
que amanezco
25
con
pescuezo, en realidá,
bendigo la
libertá
que debo a
la providencia,
ausente de
vuecelencia
que es tan
feliz por allá.
30
De eso me alegro, y no importa
que yo esté
en Montevideo
atrasao como
me veo,
y de yapa a
soga corta:
esto un
gaucho lo soporta
35
por más que
haiga sido inquieto;
así, yo
aguanto sujeto,
y aunque me
voy aguachando
también me
estoy preparando
para buen
FEDERAL NETO.
40
Si tal me vuelvo, señor,
por allá me
le apiaré,
y espero que
lo hallaré
siempre de
gobernador:
hágame pues
el favor
45
hasta
entonces de aguantarse,
no vaya a
precitriparse,
déjese andar
sosegao,
que bastante
le ha costao
el poder
acreditarse.
50
¡Vea el peligro fatal
que
vuecelencia corrió
la vez que
se le chingó
una máquina
infernal!,
¡y esa
campaña triunfal
55
que ha
olvidado el almanaque,
la cual sin
un triquitraque
vuecelencia
terminó,
cuando al
desierto marchó
y nos trujo
el estoraque
60
Después... la hazaña atrevida
que hizo en
los Santos Lugares,
que en sus
glorias militares
es la más
esclarecida:
pues con
sólo una partida
65
y en mulas
con aparejos
mandó traer
desde allá lejos,
vivos para
desollarlos
a sangre
fría y matarlos,
a unos
cuatro curas viejos
70
Agregue en ancas, patrón,
la sensible
y dolorosa
muerte de su
cara esposa
y adorada
Encarnación:
angustia que
con razón
75
lo dejó de
una sentada
con el alma
atravesada,
deliriando
de pesar,
hasta que
mandó matar
a una mocita
preñada
80
Además, la decadencia
de su salú y
los perjuicios
que
tantísimos servicios
le han
causado a vuecelencia,
por los que
en Dios y en concencia
85
se le debe
suplicar,
que no deje
de mandar
aspótico y
disoluto,
hasta que dé
todo el fruto
y leche que
puede dar.
90
Toda vez que no se acorte
ni se
achique en el mandar,
pues merece
gobernar
la patria de
sur a norte,
debiendo
hacerle la corte
95
los
gobiernos interiores;
y si los
gobernadores
quieren
medio culanchar,
del cuerpo
hágales sacar
maneas y
maneadores:
100
Lo que podrá conseguir
fácilmente
sin fatiga;
de ahí
tendido de barriga
coja y
échese a dormir,
que ya basta
de servir
105
del año diez
al presente,
y de estar
costantemente
con fina
benevolencia
salvando la
independencia
y el honor
del Continente.
110
Eso sí, a la extranjerada
que firma en
la petición,
debe
premiarla, patrón,
siquiera con
una inflada:
y ordenando
la soplada
115
¿sabe
vuecelencia a quién
a fuelle, y
vela también,
le hará
soplar la viruta?,
a ese hijo
de la Gran... Bretaña
titulado don
SARTÉN.
120
Y a quienes le hablen de asuntos
o reclamos
al gobierno,
despáchelos
al infierno
o a cenar con
los difuntos;
o que acudan
todos juntos
125
a la niña
Manuelita,
pues ya
estará la mocita
vaqueanaza
en el despacho,
y será un
ministro ¡a macho!,
como para su
tatita.
130
Sólo de la Intervención
encárguese
en el asunto,
y no le
recule un punto
en ninguna
pretensión;
duro y
parejo, patrón,
135
dele guasca,
retrucando,
y si le
siguen mandando
condes,
loros y marqueses,
a gauchadas
y dobleces
váyaselos
traginando...
140
Como hizo en aquel invierno
cuando cayó
a nuestra tierra,
creyendo
cortar la guerra,
Lor Jauden
del quinto infierno:
que cuando
estuvo más tierno
145
para
arreglar la pendencia,
ahí mesmito
vuecelencia
medio lo
deschabetó;
y alzó moño,
que, si no,
lo sopla en
la Residencia
150
¡Ah, loro manso y rosín!,
me acuerdo
que se dio maña
a bailar la
media caña
y ya se
olvidó del rin,
tan de una
vez, que al violín
155
le hacía
asco en un fandango:
pero, al
sentir un changango,
en
cualesquiera cocina
se le
afirmaba a una china
y no era muy
maturrango
160
Yo no sé quién me hizo el cuento
que ya se ha
restablecido;
pero
¡cuándo!... si he sabido
que estuvo
en un parlamento,
donde soltó
un argumento
165
alabando a
vuecelencia;
lo que
prueba a la evidencia
que si no es
zonzo es un pillo,
o que el
último tornillo
se le ha
aflojado en la ausencia.
170
Pero, ¡por Cristo!, todo esto
¿qué importa
en mi pretensión?,
¡voto al
diablo que al botón
me iba
saliendo del tiesto!
Así, otra
vez me recuesto
175
volviéndole
a suplicar,
que no se
vaya a enojar
con la gente
que hoy alega
y de
rodillas le ruega
que no se
piense largar.
180
Aunque yo estoy presumiendo,
que
vuecelencia se empaca,
y a la junta
me le atraca
su negativa,
diciendo:
"De que
lo están ofendiendo
185
con tantos
ruegos en vano,
y que es un
paso villano
el que ha
dado el pueblo todo,
suplicándole
de un modo
tan
antirrepublicano".
190
Pero, si los hombres andan,
calientes,
le untan la mano
al obispo de
Medrano
y de empeño
se lo mandan,
siguros de
que le ablandan
195
vuecelencia
el corazón;
largándole
en procesión
a ese obispo
que anda a gatas
con flaires,
curas y beatas,
y con igual
petición.
200
Yo no creo que se enoje
en ese caso,
señor,
aunque a lo
Restaurador
hará lo que
se le antoje:
pero en caso
de que afloje
205
a ese clamor
general,
voluntario,
liberal,
de todo el
pueblo argentino,
ábrale
cancha a un destino
¡ALTAMENTE
FEDERAL!
210
Entonces no desespero
que almitir
a vuecelencia
volviéndole
su clemencia
al pobre
campanillero,
que como
buen artillero
215
se aguanta
al pie del cañón:
de balde en
la estimación
de
vuecelencia ha fallao,
así mismo
maltratao
no le larga
el esquilón.
220
Luego en pago del afán,
con que tan
fiel le ha servido,
merece ser
ascendido
lo menos a
sacristán;
que, si lo
hiciera guardián
225
de allá de
la Recoleta,
sería una
obra completa,
dina del
Restaurador,
concederle
ese favor,
ya que está
viejo y maceta.
230
Yo pienso hacer la zonzera
de
aguantarme por acá,
mientras
vuecelencia va
llenando
allá su manguera
entre la
cual bien pudiera
235
alzarse la
salvajada
ahora que
está entreverada:
y esos
brutos y baguales
de sus
buenos federales
sufrir una
disparada.
240
Por último, esta ocurrencia,
velay,
señor, me ha venido:
por su madre
se lo pido
y suplico a
vuecelencia,
que me haga
la complacencia,
245
cuando el
caso se lo exija,
y haiga de
soltar manija
por
cualesquier desacierto,
o porque ¡se
caiga muerto!,
de largarle
el mando a su hija...
250
Que así la niña podrá,
si el cargo
le desagrada,
soltárselo
de humorada
a don
Eusebio, o Biguá,
a quien
Batata inflará;
255
y cuando
esté barrigón,
lo hará
empuñar el bastón
y que salga
a gobernar,
y al mismo
tiempo a solfear
A LOS DE LA
PETICIÓN.
260
Hasta la vista, patrón.
El
Gaucho,
SANTOS CONTRERAS.
La despedida
al comeloro don Herbete
[Despedida
que le hechó un gaucho al comodoro inglés cuando se volvió a su tierra, después
que tanto apadrinó a Oribe durante su estadía en Montevideo]
A fin largando manija,
sin esperar
que oscurezca,
se va el
Viejo CARNE FRESCA
y el
chasquero don Balija:
ojalá a tal
sabandija
5
luego la
avente un arriero
rempujador
del pampero,
y en lo más
hondo del charco,
a los DOS
SOLOS el barco
se les ponga
de sombrero.
10
Cosa que de la sumida
como
zamaragullones
a salir a
Patagones
vayan de una
zambullida:
y que al
hacer su salida
15
por la
costa, entre dos luces,
los vean los
guaicuruces
a pie y con
la panza hinchada,
y me los
corra la indiada
creyéndolos
avestruces:
20
Y los lleve pisotiando
por el monte
y por la sierra,
desde allí
hasta Ingalaterra,
donde
lleguen trompezando:
y así que
vayan llegando
25
a sus pagos,
la inglesada
caliente y
alborotada,
y en la
punta PALMETÓN,
se les
vengan en montón
y les
larguen la perrada.
30
Después de este zamarreo,
que no
pasará de chanza,
pueden con toda
confianza
volver a
Montevideo
donde yo
espero y deseo
35
que vuelvan
otra ocasión
don Balija y
su patrón,
y los
aguardo, al primero
con un
reyuno aguatero,
y al otro...
un zaino rabón.
40
Remitido que
salió a consecuencia de la publicación anterior
[Remitido
que la gaucha oriental Isidora remitió al Comercio del Plata, con motivo de la
disonancia que notó en una décima de la carta de Santos Contreras a Rosas]
Señor auditor del COMERCIO DEL PLATA
También las gauchas sabemos
escrebir
como cualquiera,
y de la
mesma manera
de hacer
coplas entendemos:
siendo así,
le alvertiremos
5
a Contreras,
que se engaña
si ha creído
que en la campaña
la china más
inorante
recibe por
consonante
tras de
viruta... Bretaña.
10
Ni aguanto que nos atraque
la otra
trova que nos sopla,
queriendo
hacer cair en copla
primavera y
estoraque;
y aun cuando
Santos le achaque
15
las culpas
al imprentero,
digo que es
verso muy fiero,
por lo que
me hallo caliente:
y ansí se lo
hago presente
por su
conduto al coplero.
20
Su paisana, la Isidora.
El
Zorrocloco
[El
Zorrocloco]
Montevideo.
Agosto 28 de 1850.
Ayer tuve mis trompiezos
con un
maldito rosín
mansito,
pero muy ruin,
y más blanco
que los güesos.
¡No sirve!, porque es arisco,
5
zorro viejo
de-una-vez:
¡qué
diablo!, ¿saben quién es?,
es un zarco
o medio vizco.
Bajito de aujas, lunanco
y de muy mal
ensillar,
10
que se puede
desgrasar
muy bien su
levita blanco.
Frentoncito, cara angosta:
usa un
sombrero enflautao,
y al caminar
es doblao
15
como pierna
de langosta.
Anda con una devisa
finita, y
como viruta
de arrugada,
y sin disputa
más sucia
que su camisa.
20
Que acostumbra dir a misa,
y haciéndose
el santulón,
no se le
escapa pichón
con aquel
ojo de liza.
Porque se pone muy tieso
25
al lao de la
agua bendita,
y a mocita
por mocita
les brinda y
duebla el pescuezo.
Pero en llegando a las viejas
figura que
está rezando;
30
pues se
agacha rezongando
y
entre-frunciendo las cejas.
De allí sale a su tragín,
que lo tiene
por la Duana,
aonde suele
de mañana
35
dir a ler un
boletín...
Diciendo que se lo halló
allí
cerquita, al dar güelta,
y es de los
que Pancho suelta,
si no es que
se lo mandó.
40
Pues ayer, medio trabao
al camino me
salió,
que ni sé
cómo me vio
con aquel
ojo ñublao.
Por supuesto, se me vino
45
a platicarme
derecho,
después de
templar el pecho
en la mitá
del camino.
Y a mí, cuando me cocea
este rosín,
ni me engaña...
50
si le
conozco la maña
y del vaso
que renguea.
Pues, señor, me pilló a pie;
ansí es que
sin embarazo,
luego que me
dio un abrazo,
55
me dijo:
"¿Cómo está usté?
¡Cuánto me alegro de verlo
tan gordo y
tan colorao!
¡Qué!, ¡si
está desfigurao,
y no es
fácil conocerlo!".
60
Con que, yo le contesté:
"Estoy
güeno a su mandao;
gracias a
Dios, he sanao
de un balazo
que llevé".
"¡Pobre mi amigo Jacinto!
65
(me dijo),
nada he sabido:
y el no
verlo he atribuido
a otro
motivo distinto".
"¿Pobre yo? (le respondí),
no, amigo,
usté se equivoca;
70
a cada
hombre al fin le toca,
y ahora me
ha tocao a mí".
Entonces encogió el hombro
el tuerto
señó... ¡C... anejo!...
que le sacan
el pellejo
75
si por
descuido lo nombro.
Y me dijo: "¡pues, cuidao!,
o para mejor
decir,
ándese usté
a ver venir,
ya que por
suerte ha escapao".
80
Al tiro le contesté:
"cuando
vienen, bien los veo,
y también me
los arreo
por delante:
creamé...
Que a rosín que agarro a tiro,
85
bien pudiera
ser a usté,
con
franqueza digolé,
le haría dar
un suspiro".
"Sí se lo creo, ¡pues no!",
(dijo el
liendre, medio fulo)
90
y luego ansí
al disimulo,
oigan cómo
se me apió...
"¡Ay, amigo!... con verdad,
hablando acá
entre nosotros,
matarnos
unos con otros
95
¡es una
infelicidá!
Y agregue usté a los reveses
de nuestra
triste fortuna,
que ahora
sin razón ninguna
se nos
mezclan los ingleses...
100
Que es motivo principal
para que
esto no se acabe,
pues todo
paisano sabe
de que a la
Banda oriental...
Todita la extranjerada
105
le tiene
mucha afición,
y ahora
encuentra la ocasión
de colarse
la inglesada...
Que se desembarcará
a intervenir
en la guerra:
110
y por fin,
de nuestra tierra,
¡quién sabe
lo que será!
Así es que yo más quisiera,
antes que
con los ingleses,
arreglarme
una y mil veces
115
con esa
gente de ajuera.
Y someterme también
a ellos con
gusto, y primero
de que a
ningún extranjero:
¿diga usté,
no digo bien?".
120
"Pues no ha de decir ¡friolera!,
muy clarito
se ha explicao:
y lo que más
me ha gustao
ha sido el
con los de ajuera
Pero sería mejor
125
que usté no
se haga el mulita,
y el diablo
luego permita
que le
cueste un sinsabor...
Criticar a los ingleses
parque no
son mashorqueros,
130
ni los otros
extranjeros,
y menos a
los franceses.
¿O ahora recién cosquillea
viendo que
la extranjerada
se opone
unida y armada
135
a que le
saquen manea?
¿Pues, usté antes festejaba,
entusiasmao
de una vez,
a cierto
ministro inglés
que a Rosas
lo palanquiaba?
140
Cuando a Rosas el gobierno
de allá de
la Ingalaterra
le ofreció
para la guerra
plata y
barcos como infierno...
¿Cómo entonces no decía:
145
qué será de
nuestra tierra,
ni que era
injusta la guerra
en que el
inglés se metía?
Finalmente, amigo Ce...
bastante
hemos conversao:
150
¿en qué
cuerpo está enrolao?,
haga favor,
digamé".
"¿En dónde estoy enrolao,
dice? En
la... ¿cómo se llama,
un cuerpo
que tiene fama,
155
de... la...
la?... Se me ha olvidao".
"¿En la Mashorca, será?,
ahí mesmo,
sí, debe ser:
¿y su
papeleta?, a ver,
amuéstreme,
saquelá".
160
"Hombre: no la traigo aquí
casualmente
pero usté
sabe que yo
soy su
amigo; ¿no es así?".
"Bien; si no la trai consigo,
165
iremos hasta
la Aguada
¡que no le
ha de pasar nada!,
pues yo
también soy su amigo.
Pero tengo orden direta
que me dio
mi coronel,
170
de llevarle
a todo aquel
que pille
sin papeleta".
Al decirle estas razones,
el rosín se
atribuló,
y ahí no más
ya le chorrió
175
algo por los
zapatones.
"¿Qué es eso?, le pregunté:
¡cómo!,
¡qué!, ¿se está orinando?,
no se
asuste, si es chanciando:
¡voto al
diablo!... larguesé".
180
Y ya salió muy ufano
mirando de
rabo de ojo,
y luego como
de antojo
un granadero
italiano
llegó a
pedirle la mano,
185
que el rosín
se la soltó;
cuando en
esto reparó
que pasaba
don PURVIS,
y el vizco
como perdiz
¡hasta el
suelo se agachó!
190
FIN