ROBERTO J. PAYRÓ

 

 

ALEGRÍA

 

 

Comedia en tres actos y seis cuadros

 

 

Estrenada en el Teatro Argentino el 18 de abril de 1928.

 

 

 

 

 

 

P e r s o n a j e s

 

 

ALEGRÍA CUYANO

ADA RAQUEADOR AUSTRÍACO

JUANCHO MOZO 1º

HERR ROLANDO SCHNECKE MOZO 2º

IRMA SCHNECKE TELMA PONS

BÁRBARA SCHNECKE PEDRO GÓMEZ LUCAS BELTRÁN EL TUERTO MÉNDEZ

MANFREDI PANCHO LUCERO

MONSIEUR FLEURY VASQUITO IRAGOITI

PELAGIO SEBASTIÁN LARGUÍA

SORONSKINSKI MARIETA LARGUÍA

UN ROTO MARCIA LARGUÍA

SAJIOLPI (indio ona) BRITALDO LARGUÍA

ALITOL (india ona) INDIA PANCHA (tehuelche)

MISTER ROBINSON ENFERMO 1º

COMISARIO MARTÍNEZ ENFERMO 2º

BLAS PONS MISIA CIRIACA

DAMIANA COMISARIO URDIOLA

VALESKA SARGENTO

LUCIETTA VIGILANTE 1º

LOBERO VIGILANTE 2º

JUGADOR 1º DOCTOR BRODRYCK

JUGADOR 2º VECINOS 1º, 2º y 3º.

Acto 2º, cuadro 1º: Mujeres, consumidores de todo pelaje.

Acto 3º: Peones, esquiladores, mujeres, vigilantes.

 

 

 

 

 

 

 

VESTUARIO

ALEGRÍA

Acto 1º, cuadro 1º

 

Aparece en traje de clown.

Viste luego de saco, pantalón de casimir fantasía, botas, chamberguito o gorra de viaje. Pañuelo al cuello.

Acto 1º, cuadro 2º

Pantalón bombacha, de cuero, saco de lo mismo, camiseta de lana con cuello enterizo, botas abrochadas, gorra de pieles. Comienza a crecerle la barba y el pelo.

Acto 2º, cuadro 1º y 3º

Más o menos lo mismo que en acto 1º, cuadro 2º.

Acto 3º

Pantalón bombacha, cinturón, camisa blanda de color, con cuello volcado, saco suelto de alpaca, chambergo, botas. Completamente afeitado.

ADA

Acto 1º, cuadro 1º

Aparece vestida de “écuyère” , con malla y amplio tonelete de tul, gran descote. Escarpines blancos sin taco, gran collar de piedras de colores. Cabello largo.

Viste luego de calle, pollera larga, blusa del mismo color, mantón negro, botita. (Moda de 1900).

Cuadro 2º

Chaqueta de cuero sobre una camiseta de lana tejida, ancho pantalón de cuero, bota, una gorrita de piel con hebilla u otro adorno. Cabello largo coquetamente sujeto por la gorrita.

 

 

 

 

 

 

Acto 2º, cuadro 1º

Vestido largo análogo al del primer acto, cuadro 1º. Manto chileno, negro.

Cuadro 3º

Lo mismo que en el Acto 1º, cuadro 2º

Acto 3º

Bien vestida de entre casa, a la moda actual.

JUANCHO

Acto 1º, cuadro 1º

Sale a escena en traje de lucha, con malla y escarpines.

Viste luego ancho pantalón de casineta, blusa de lienzo, gorra de algo que debió parecer seda en su tiempo, viejos botines elásticos, pañuelo rojo al cuello... Un poncho ordinario con el que se envuelve porque tiene frió.

Cuadro 2º

El mismo traje, pero con botas de vaqueta.

Acto 2º, cuadro 1º

Lo mismo que en el cuadro anterior.

Cuadro 2º

Lo mismo, pero con saco grueso de lana y chambergo. Cuando no trabaja se envuelve en el poncho; después, con fruición, en el quillango que le da Alegría.

Acto 3º

Saco liviano, camisa, tirador, pantalones, polainas de atar, chambergo, pañuelo al cuello.

 

 

 

 

 

 

SCHNECKE

Acto 1º, cuadro 1º

Aparece en traje de hércules de circo, pero vistiendo ya un abrigo con grandes vueltas de astrakán. Escarpines. Medallas sobre el pecho, gruesos anillos en los dedos.

Para marcharse, pantalones y el abrigo de astrakán, sombrero pavita.

Acto 2º, cuadro 1º

Saco, pantalones, camisa de pechera con un culo de vaso, chaleco de terciopelo, con gruesa cadena de oro, gruesos zapatones de atar. El abrigo de astrakán. Tirolés con una pluma de perdiz, perpendicular a la cinta.

Gran schibouk.

IRMA SCHNECKE

Acto 1º, cuadro 1º

Es muy gorda. Grandes botas deslumbrantes, bombachas de terciopelo azul, pollera corta, azul más claro, dolman rojo con alamares amarillos. Peinado alto, birrete con hebilla y plumas a la escocesa. Látigo.

Para marcharse, una capa negra, y gorra ridícula en vez del ridículo birrete.

BARBARA SCHNECKE

Acto 1º, cuadro 1º

Traje de colores vistosos, blusa suelta sin mangas, con volados, ligero descote. Pollerín corto, malla, escarpines.

Para irse, pollera larga de entre casa, bata con mangas, botitas torcidas, mantilla, todo muy pobre.

LUCAS BELTRÁN

Acto 1º y 2º

Traje semejante, pero no igual al de Alegría. Chaqueta de montaña o blusa marinera de cuero, bombacha de lana (bota marinera en el acto 1º y 2º, primer cuadro. Igualmente, gorra. En el 2º cuadro del 2º acto, chambergo y bota campera con espuelas) . Revólver en pistolera de cuero.

 

 

 

 

 

Acto 3º

Blusa de lanilla, ponchito, bombacha de algodón, tirador, botas con espuelas, chambergo, rebenque en la mano.

Beltrán lleva bigote ralo y cerdoso, algunos pelos le ensucian la cara. Cabello recio y negro, algo melenudo.

MANFREDI

Acto 1º y 2º

Bota marinera, pantalón y saco de terciopelo rayado, gorra marineresca. Pipa corta de barro. Un aro de oro en la oreja.

FLEURY

Levita clara muy entallada y con vuelo, chaleco blanco, pantalón justo en el muslo, con trabilla, botines muy lustrosos. Camisa y cuello blanco, alto. Sombrero media galera, del color del traje.

En el 2º acto, ancho sobretodo.

Bigote y perilla a la Napoleón III, casi blanca ya.

PELAGIO

Traje de Tony, frac de enormes faldones, etc., etc. Pelo erizado, etc.

SORONSKINSKY

Gruesa camiseta azul de marinero, pantalón ancho de paño grueso, bota, gorra, pipa de porcelana y guindo, mediana.

Barba de collar, sin bigote.

UN ROTO

Traje viejo de lienzo crudo, cinturón de lana, pañuelo al cuello, sombrero de panza de burro.

SAJIOLPI

Taparrabos, vincha. Un quillango de guanaco. Pelo largo, cerdoso.

ALITOL

Un pedazo de pollera de zaraza, corta. Pelo largo, crinudo. El quillango.

 

 

 

 

MISTER ROBINSON

Acto 2º, cuadro 1º

Traje de sportman-viajero; gorra, pipa corta de madera. ( Moda de 1900). Es rubio. Completamente afeitado.

Acto 3º

Traje de sportman a la moda del día.

MARTÍNEZ

Uniforme azul de comisario de transporte nacional, en el 2º acto. En el 3º, traje civil, de viaje, a la moda actual, pero sin ninguna exageración. Gorra. Fuma cigarrillos.

BLAS PONS

Pantalones anchos que le quedan algo cortos, de casimir obscuro. Cinturón de lana rojo. Camisa de pechera sin chaleco, gran corbata roja de mariposa. Medias blancas de gruesa lana. Zapatones claveteados. Saco de lustrina.

Pero al rape, sin bigote.

DAMIANA - VALESKA - LUCIETTA

Trajes de colores chillones, muy llenos de adornos, con ligero descote. Mantones con flores de color. Pollera larga. Grandes caravanas de oro y piedras vistosas, anillos, zapatos de raso ( de color), de taco alto. Peinado alto con adornos.

LOBERO

Traje de marinero. Casquete de piel. Bota.

jugadores 1º y 2º

Traje de saco, bombacha. Uno con botines, otro con botas. Camisas blandas, pañuelo al cuello.

CUYANO

El traje pretencioso del compadrito bonaerense con aspiraciones a cajetilla. Bigotito. Botín elástico, chamberguito requintado de ala estrecha.

Fuma cigarrillos. Moda 1900.

 

 

 

RAQUEADOR AUSTRÍACO

Camiseta de lana, a la marinera, saco, botas, gorra, pipa de porcelana. Patillas a la Francisco José II, sin bigote.

Mozos 1º y 2º

Zapatillas de cuero, media blanca, pantalón negro manchado, cinturón. de cuero, camisa de color, con cuello blanco, sin corbata. Servilleta al brazo.

TELMA PONS

Pollera y bata plegadas, de indiana floreada, corsé (y con razón) ; pañoleta de tricó marrón sobre los hombros, peinado alto, con rodete y peineta.

PEDRO GÓMEZ

Acto 2º , cuadros 2º y 3º

Chambergo, barba nazarena, pañuelo en el pescuezo, blusa a rayas bajo el chapetón de paño negro con ribetes de seda, tirador con rastra, bombacha de paño negro, bota granadera con espuelas, facón con cabo y vaina de plata. Poncho al hombro. Rebenque.

Acto 3º

Pantalón de brin, bota, camisas de color, ancha y con cuello. Simple cinturón sin cuchillo. Chambergo.

TUERTO MÉNDEZ

El tipo del gaucho viejo “desarrapao”. Chiripá, bota de potro con una espuela sola, atada con tientos, el poncho puesto, tirador, camisa de colores, chambergo agujereado.

Tiene el ojo izquierdo vaciado y cruzado por un ancho chirlo.

Pelo y barba largos, entrecanos, vincha roja bajo el chambergo. Facón de más de media vara. Es horrible y siniestro. El eterno pucho tras de la oreja. Escopeta.

PANCHO LUCERO

El tipo de gaucho “ avispao”. Bombacha, alpargatas con espuelas, tirador, poncho. Camisa ancha. Chambergo, facón, tercerola.

 

 

 

 

 

 

IRAGOITI

Botas hechas con el corvejón de una vaquillona overa, con el pelo para afuera; espuelas; chiripá de paño azul con ribete blanco; poncho blanco; boina azul. Facón, remington. Lampiño.

SEBASTIÁN LARGUÍA

Bota, pantalón, chaleco del mismo paño; saco de borra de seda, camisa blanca, pañuelo al cuello, gorra de viaje, botas. Barba entera, ya entrecana.

MARIETA LARGUÍA

Traje de campo, rico, pero sin pretensiones. Color marrón, por ejemplo. Sombrerito algo pasado de moda. Zapato sencillo de tacón alto. Un medallón al cuello, anillos en los dedos, aros.

MARCIA LARGUÍA

Traje muy provinciano, de colores claros, sombrerito de paja, nada de joyas. Modestita y corta de genio. Melena.

BRITALDO LARGUÍA

Camisa suelta de color, saco de lustrina, bombacha, botas, cinturón, chamberguito.

INDIA PANCHA

Pelo crinudo en dos trenzas. Batón floreado, muy suelto, atado a la cintura. Ojotas. India tehuelche.

ENFERMOS 1º y 2º

Bombachas, chambergos.

El andaluz (enfermo 2º), saco, camisa y botas. Cuchillo en la bota. Bigote.

El otro, alpargatas, blusa amplia y tirador pobre. Barba rala y despareja.

MISIA CIRIACA

Viejo vestido de percal, muy ajado, lo mismo que el mantón de paño arratonado. Pelo negro mal peinado, manos sucias, tamangos ya sin tacón. Muy morena.

 

 

 

 

COMISARIO URDIOLA

Chambergo, pañuelo colorado al cuello. Cinturón con cartuchera. Botas de charol con pespuntes blancos. Saco y pantalones negros. Ponchito de vicuña, rebenque con cabo de plata, muy labrado, espuelas de plata. Bigotes y pera, pelo algo largo.

SARGENTO Y VIGILANTES

Parece que no hubieran tenido más que un uniforme para repartírselo, porque si uno trae la chaquetilla azul, el otro tiene los pantalón colorados.

Caras patibularias.

Todos con viejos quepis, terciados sobre la oreja.

Todos tienen enormes sables, unos con cinturón, otros sujetados con cuerdas, y todos grandes espuelas que suenan a grillo.

DOCTOR BRODRYCK

Traje de viaje, muy inglés.

En lo posible, el tipo de Brodryck debe formar completo contraste con el de Robinson.

Es de pelo negro, porque Robinson ha de ser castaño claro.

Si el actor que hace de ROBINSON es alto, éste debe ser bajo y viceversa.

VECINOS 1º y 2º

Traje de estanciero pobres o de puesteros acomodados.

VECINO 3º

Español. Pantalón a cuadros, botines con polaina blanca, chaleco blanco, levita antediluviana, chistera ídem: cabello y barba cuadrada muy negros, relumbrosos. Un rollo de papeles en la mano.

 

NOTA MUY IMPORTANTE

La acción de los dos primeros actos se desarrolla alrededor del 1900, la del tercero, unos veinte años más tarde. Por lo tanto, es conveniente que se eviten las características modernas en la ropa de los personajes “ elegantes ” de

 

 

 

 

 

 

los dos primeros actos, o sean Robinson, Martínez, Lucietta, Valeska, Damiana,

Fleury. No corresponde, por ejemplo, que las mujeres usen melena y pollera corta, medias de seda, ni los hombres, cuello blando y pantalones planchados con pliegue marcado. En el acto 3º, en cambio, la ropa será de corte moderno más o menos a la moda, en lo que se refiere a Robinson, Martínez, Brodryck, Ada, Marieta.

A C T O P R I M E R O

CUADRO PRIMERO

El exterior del circo trashumante de Herr Schnecke, en Punta Arenas. La gran carpa cónica se levanta a la derecha del espectador que tiene, enfrente, la entrada de los artistas al picadero. A la derecha de la primera se alza otra carpa menor, mucho más baja y de forma distinta, que sirve de vestuario, guardarropa y depósito de utilería. Detrás se alcanzan a ver las aguas del Estrecho de Magallanes y la accidentada costa del otro lado. En primer término, aquí y allá, sillas blancas de barrotes fuertes y rectos, de las que sirven para ejercicios acrobáticos, etc., grandes manubrios y pesas de hierro (más ligeras de lo que parece), una esfera azul con estrellas blancas para juegos de equilibrio, aros de papel perforados ya, caballetes de sostén del alambre flojo, etc., etc. Un cartel anunciando la función con grandes letras mal pintadas a mano. Es de noche y la escena sólo está iluminada por la escasa luz que transparenta la lona del circo tras de la cual se vislumbran sombras chinescas y movedizas de espectadores, y por una fluctuante lámpara de acetileno sostenida por un barrote clavado en el suelo.

Un organillo de fuelles ejecuta en el interior aires ya pasados de moda,. Rumores y movimientos dentro del circo. Al alzarse el telón, Ada, vestida de écuyère, prepara su vestimenta de calle, y Alegría, de

payaso, se despinta a la luz de la lámpara.

ESCENA I

ADA. - Sigue la lucha romana...

ALEGRÍA. - ¡ Y con música! Los papanatas se interesan porque no advierten que todo está convenido de antemano. Herr Schnecke es muy trucha. Pero no le saqués el cuerpo a la cuestión, Adita... si vos no le dieras pie no se atrevería a perseguirte...

ADA. - ¿ Un patrón de circo así, acostumbrado a hacer con todos lo que le da la gana?... ¡no embromés, Alegría! Ya sabés, por demás, lo que suelen ser las pobres pruebistas ambulantes... Pero yo no quiero, ¡no quiero!

ALEGRÍA.- Andate, entonces; yo...

ADA. - ¡Que me vaya!...Por hambre, por no hacer algo peor, me contraté, creyendo... Si no ¿para qué correr todas las noches el albur de romperse la cabeza?...

 

 

 

 

 

 

 

 

ALEGRÍA.- Pero vos sos pruebista desde muy chica, Ada.

ADA. - Mi tío Bertoni tenía un circo, solía trabajar sobre todo en la Boca, donde vivíamos, y después de andar pichuleando por la provincia... Cuando murieron mis padres él cargó conmigo... yo tenía cinco años...

ALEGRÍA.- ¡Pobre chica!

ADA. - ... era una compañía de familia: mi tío, mi tía, mis cuatro primos y algún número baratito que contrataba para completar...Casi en seguida me enseñaron a trabajar en “parterre”, después trapecio y barra; ya mocita, de écuyère, cuando había caballo... Vida pobre, muy aporreada a veces, pero

honrada, eso sí... [como la de tantas otras familias semejantes, la de Raffetto, la de los Podestá, la de Anselmi, la de Alarcón ...] .

ALEGRÍA.- ¡Sí, sí, ya sé; pero seguí, que me gusta oírte!

(De la carpa salen aplausos, silbidos, gritos, pataleo en las gradas.)

JUANCHO (al paño).- ¡No hi tocau con laj espaldas!

SCHNECKE (al paño).- Respectable público. ¡ Ustedes han fisto...Pero no imborta! ¡ Fuelfo a embezar!

ALEGRÍA.- ¡Seguí, pues!

ADA. -¡Oh!, ahí se acabó... Yo solía hacer la comida para todos, coser, lavar, planchar, sin un rato de descanso...

Pero no me quejaba...Ya conocés esa vida... ¡Después, a la noche, con mis trajecitos de colores y lentejuelas, al trapecio, a la alfombra, al caballo!... un viejo blanco maceta que pintábamos de overo, de ruano, de alazán, según se le ocurriera a mi tío...¡ Pobre blanco! no salía de su trotecito

de ratón por más que sonara el látigo... y aunque no le hubiera enseñado... no saldría tampoco...

ALEGRÍA.- ¿Y después? ¡Seguí, hombre, seguí!

ADA. -¿Después? Mi tía murió, mi tío Bertoni se dió a la bebida, el circo se fué al diablo, y yo con él... Al principio, cosí para roperías, y desplomándome apenas ganaba para el puchero... Traté de hacerme obrera, porque a lo menos es más seguro, y no encontré trabajo... En eso me conoció Irma Schnecke que empezó a sonsacarme haciéndome una punta de promesas... ¡me iba a tratar, decía,

como a su misma hijita Bárbara... y ahí tenés!...

ALEGRÍA.-Bonita como sos, y buena pruebista, te hubieran contratado en cualquier circo grande. ADA. -Pensé que éste sería un circo ”de familia”, como el de mi tío... En los otros, ya sabés que generalmente... ¡Y ya ves que chasco!...

(Gritos, aplausos, etc.,como antes.)

ADA. -Pero ¿y vos? ¿Cómo has venido a dar a estas miserias?

ALEGRÍA.- Por seguir corriendo tierras, nada más... Quería salir otra vez de Buenos Aires... ver si en algún lado encontraba camino...

(Más ruido en el circo, alboroto mayor que los anteriores, música.)

 

ALEGRÍA.-Ya cayó Juancho.

ADA. -Pobre chilote. ¡A ése le cuesta ganarse lo poco que come!...

ALEGRÍA.- Y es buen muchacho, humilde y fiel como un perro. Si alguna vez llego a irme, te juro que soy capaz de llevármelo.

SCHNECKE (al paño).- Resbegdafle búplico . ¡Si habrá endre el resbegdafle búplico otra abisionado que quiere luchar conmigo llefará la ventaja de luchar fresco... Pero yo le haré docar las espaldas en cinco minutos, como al adleda que acafo de fencer!

ALEGRÍA.-¡Juancho atleta! ¡Desgraciado!

(Dentro:¡Música!¡Música!.)

SCHNECKE (al paño).- Aquí denemos odro gambeón... y fiene festido para ganar tiembo...¡Así me gusta!

ALEGRÍA.-Ese “gambeón” le cuesta esta noche una esterlina...

ADA. -Pero oí, vos también contame como te hiciste pruebista...

SCHNECKE (al paño).- El Señor Belagio será direktor de la lucha... Dony es muy entendido...

JUANCHO (saliendo del circo).- ¡Los muchacadiyos no más mi ha dejau el bárbaro!...

ADA. -Andá vestite, Juancho, no te enfriés. (Juancho entra en la segunda carpa.) Decí, Alegría, decí...

ALEGRÍA.-¿Qué querés que te cuente? Es muy sencillo... Soy de familia criolla, buena pero pobre, que cuando chico me tuvo en el campo, boleando chingolos... Después, en la ciudad, en lugar de ir a la escuela me iba al Bajo ¿sabés? donde ahora están los diques... Era lo más divertido... Con raboneros, pilletes, vendedores de diarios, qué sé yo, armábamos circo en la resaca...En un santiamén aprendí andar cabeza abajo, hacer la rueda, a dar saltos mortales... me aficione, y desde entonces, colocándome, o como figurante, o pagando cuando podía, ya no salía de teatros y circos, aprendiendo cuanto veía hacer.

ADA. -¿Solo?

ALEGRÍA.-¡Y de ahí! ¡Desde chiquito tengo la costumbre de “meterme con confianza” y hacer las cosas con alegría!...

ADA. - ¿Por eso te han puesto el sobrenombre?

ALEGRÍA.- Si salen mal, no importa. ¡Vuelvo a empezar, y algún día saldrán bien!... Pero, eso sí, ha de ser en cosas que yo quiera, que sino... ¡Je! ¡Je! Mi padre me metió de cadete en un almacén viendo que no iba a la escuela, pero al rato no más me le escapé con un prestidigitador que trabajaba en cafés conciertos y en compañías de variedades... Andando con él aprendí otra punta de cosas, juegos de escamoteo, ilusionismo, juegos malabares, tiro de precisión y rapidez... Todo lo que has visto

hacer, en fin.

ADA. - ¿Y de payaso?

 

 

 

ALEGRÍA.-Ésta es la primera vez.

ADA. - No se diría.

ALEGRÍA.-Bah, ¡con imitar a Frank Brown, que he visto millares de veces; casi desde que empezó, me acuerdo! ”Buena noche siño Carlo”... “Pancho, trai lús aros”... “Pongue arriba eses cortinas“... “¿Sabe come si liama éste?... ¡seis meses de hospital!... ¿y éste? la muerte... pero ió no pague su fúnebre”...

ADA. - Es muy gracioso, y lo imitás muy bien.

ALEGRÍA.- ¡Eh!, como todos...

ADA. - Pues, por lo visto, no encontrás cómo hacerte camino, Alegría.

ALEGRÍA.- En eso estás muy equivocada... Mirá, sin ir más lejos... Cuando estuvimos en Gallegos, el gerente de la casa “Broune y Blanchard” viéndome tan ... despejadito, me propuso que me quedara a trabajar con él... “Otros han empezado como usted, peor que usted-, me dijo,-y en pocos años se han hecho millonarios, así, como suena, millonarios”...Y me nombró, sobre todo, a uno podrido en plata...

ADA. - ¿Por qué no te quedaste?

ALEGRÍA.- ¿Querés que te regalen el oído? De sobra lo sabés... ”También la gente de circo tiene su corazoncito”, como dicen en la zarzuela esa que se estrenó el año pasado...

ADA. - Si, “La Verbena” que sigue todavía. ¿A qué viene eso?

ALEGRÍA.- ¡Te lo he dicho tantas veces, Ada!...Si sigo con ese animal de Schnecke es por vos, nada más que por vos, porque me gustás de alma, porque me hacés cabrestiar como querés, porque ¡parece mentira! o puedo pensar más que en vos...

ADA. - Ya se te pasará.

ALEGRÍA.- No, no; yo sé que no se me ha de pasar... Cuando a Alegría se le pone una cosa en la cabeza... ¡y aquí!... (Señala el corazón).

ADA. - ¡Bah!, te divertís... no les hacés ascos a las... a las mujeres que van al café ese...

ALEGRÍA.- ¿Al Diluvio? Mirá ¡ni ésto! ¡palabra de honor!...Me miman, es verdad, y yo... qué querés... hay que estar bien con el público...Y Schnecke me ruega por Dios que no deje de ir al café...

ADA. - También me ruega a mí.

ALEGRÍA.- ¡Qué canalla! Eso no es lo mismo.

ADA. - ¿Qué no es lo mismo? Sí, sí, ya sé; lo del embudo... los hombres tienen corona.¡Y a vos todo te parece bien!

ALEGRÍA.- No. ¡Qué me ha de parecer!...Y si vos quisieras... si vos quisieras yo sería capaz de vivir como un ángel y trabajar como un bruto...

ADA. - ¿Me tratás de engañar, vos también?... Pero yo quiero ser seria, no me cansaré de repetirlo... ¡Ah!, si a mí me hubiera pasado lo de Gallegos ¡por éstas! que no desperdiciaba la ocasión!... [Pero, ¿quién le va a ofrecer

 

 

 

trabajo a una mujer de circo?... Se piensan que todas somos unas. Se piensan que basta estar en un circo para rejuntar la plata a montones. Sí, es verdad, pero... según.- ¡Y yo no quiero!]

ALEGRÍA.- ¡Yo, por mi parte, te juro!...

ADA. -No me jurés nada, Alegría. No te tengo confianza. ¡Sos bueno pero no sos serio, Alegría!...

ALEGRÍA.- ¿Por qué ? ¿Porque me río? ¿Porque hago reír? Pues hijita, creéme o no me creas, desde hace mucho... casi desde que te conocí, ando triste, muy triste por adentro, y vos tenés la culpa...

ADA (dudosa).-Ya se te pasará... se te pasará... se te pasará, ya te he dicho...

ALEGRÍA.- ¿Y si no se me pasa, decí?

ADA. -¡Eh! Yo sólo tengo confianza en viendo, como dicen los jugadores.(Entra a acabar de vestirse en la carpa chica.) (Gritos, aplausos, silbidos más fuertes que antes. Tumulto de salida)

SCHNECKE (al paño) - Resbedafle búblico. ¡Maniana krran función por doda la combanía!... La célebre écuyère Ata [Frau Irma en sus sorbrendentes trafajos de andibodista; la sinbádiga niña Fárfara Schnecke en sus gondorsiones]; el krran inimitable dirador del Far West; [los juegos malafares;] el cracioso clown Alecría, rifal de Frank Brown, con el Dony Belagio, y bara binalizar [el kran Hercules moterno], el infencible adleta Herr Rolando Schnecke, aguíbresende, [ en sus marafiliosos ejercicios con los krrandes besos, los krrandes manufrios y la krrandiosa lucha romana con los gambeones y abicionados que se bresenden.] ¡Música, Belagio!

(Aplausos, silbidos, gritos, pisoteo en las gradas, más atenuados. El organillo toca una marcha que interrumpe en seco.)

ESCENA II

SCHNECKE.-(Saliendo de la carpa grande) ¡Ustedes no han ido a bormar la calie!

ALEGRÍA.- No es mi obligación, y esta noche quiero salir.

SCHNECKE.-¡Aquí manto yo!...¡Y manto que bara la lucha romana esdé la compañía gombleda!

ALEGRÍA.- Pues para eso no cuente conmigo, Herr Schnecke... Todas las noches le hago por lo menos seis números, y es de sobra; juegos malabares, el parterre para la pirámide con usted y los demás, el número del tirador del Far West, y tres o cuatro entradas de clown... A veces, de yapa, el numerito de prestidigitación e ilusionismo... ¿Y ahora quiere que haga también de público!...

SCHNECKE (furioso).- ¡Bárbara, komm her! ¡Rasch! (*)

(*) ¡Barbara, ven aqui! ¡Pronto!

 

 

 

 

PELAGIO.- Y yo, que cuando no me estoy dando porrazos en el picadero, tengo que correr de la boletería a la entrada, de la entrada al organito, del organito a la caballeriza...

(Vuelve Ada, vestida ya y con manto.)

SCHNECKE.-¡Para eso pago!

ALEGRÍA.-Diez miserables pesos por función, ¡y eso a mí!

SCHNECKE.-Y no cuenta la casa, la comida, los pasajes...

ALEGRÍA.-¡Hasta los pasajes!...¡Miren la generosidad!...

Y si economizamos, pronto...¡ni Anchorena!

SCHNECKE.-Yo mando aquí... Usté defe salir al fando y a la calie, como dodos.

ALEGRÍA.-Si se me da la gana...¡P’a disciplina militar m’iría de general a su tierra, Herr Schnecke!

SCHNECKE (airado).-Bárbara, Juancho, Irma, y pos, Belagio... Hay que endrar dodo eso.

(Vase por la carpa pequeña.)

PELAGIO (por Bárbara).-¡Pobre chica! Parece perro castigau.

BÁRBARA .-¡Oh, Ada!...Y tengo miedo, yo tengo mucho miedo de mi padre...¡Si seguimos con el circo me voy a morir!... ¡Me pega tanto, sabés!... Cuando ustedes no están, por todo me pega...

ADA.-¡Que bandido!

BÁRBARA.-Cuando me equivoco o no puedo hacer una prueba, me da de rebencazos... peor que a un caballo...Me duele... y me da tanta vergüenza, además... Ahora mismo me ha amenazado con una paliza...porque no hice bien el sapo esta noche...

ADA.-Si yo pudiera defenderte, Bárbara; pero justamente...

SCHNECKE (al paño).-¡Bárbara!

BÁRBARA.-¡Yawohl, Vater ! (*).

ADA.-¡Infeliz!

(Todos menos Ada y Alegría, han entrado en las carpas los accesorios y las pesas, que son de pega. Juancho ha desensillado el mancarrón, que es lamentable.)

IRMA.-(que sale de la carpa chica.)- Ata, Ata.¡Usdé no safe, usdé no safe... Hay que opedece, hay que opedece...Él esdá vurioso, sí, muy vurioso, dremendo!... ¡Es el badrón... A usdé qué le cuesda, qué le cuesda!

ADA.-¡Qué desfachatez!...[No se da cuenta]. ¡Y usté, su mujer, su mujer nada menos, me sale con esas cosas! [¡nunca creí que hubiera gente tan... tan!!].

IRMA.-¡Yo se lo tigo por su pien!

ADA .- Pero usté , usté misma...¡Se necesita!

ROTO (entrando izq.). ¿Dónde está el patrón, para que me pague?

ALEGRÍA.-Por ahí anda, espérelo.

(*) ¡Si, padre!

 

 

IRMA.-Odras mejiores, obras mejiores, sí, no antan con dandas... con dandas ¿cómo se tice? con dandas aspafientas... con dandas aspafientas...¿No es el badrón? Sí, es el badrón. ¿Endonces?

ADA.-¡No sé como no le tiro con algo por sinvergüenza!...

IRMA.- Bienseló pien, bienseló pien, Ata.

(Schnecke sale de la carpa chica, puesto el sobretodo y los pantalones. Alegría va a acabar de vestirse en la misma.)

SCHNECKE (aparte a Irma).-¿Qué tice?

IRMA.- Peliaquea, peliaquea todafía...

SCHNECKE (mostrando un papel).- La carta esa tice que fan a fenir tres muquieres para el circo... ¡je! ¡je! bara el circo...

IRMA.- ¡Je! ¡Je!

ROTO.-Diga, patrón, ¿y la librita de la lucha?

SCHNECKE.-Aquí la diene.

ROTO.-¿Y mañana?

SCHNECKE.-¿Maniana? Ya usté esdá mucho conocido... Odra noche.

ROTO.- Cuando guste...No tiene más que avisar, ya sabe... ¿Quiere que le deje la ropa?

SCHNECKE.-Draigamela maniana...¡Ese cabalio, Juancho, Bronto!

(Entran Beltrán y Manfredi por la izquierda.)

 

 

ESCENA III

BELTRÁN.-Buenas noches. ¿Se puede yegar?

SCHNECKE.-¡Oh! ya famos a apagar dodo.

BELTRÁN.-Es que veníamos... veníamos a convidarlos... ¿No quieren tomar algo en el Diluvio?

MANFREDI.-Justamente...¿Un buon bicchiere di birra, eh, signor Neque?

SCHNECKE.-¿Cerfeza? Oh, pueno, pueno... Un paso de cerfeza no hace nunca taño... y cata fez no se doma más que uno, ¡je! ¡je!

MANFREDI.-¿Questa notte non son venido sus tedeschi?

BELTRÁN.-Sí, por ahí anda Soros...

SCHNECKE.-¡Ah! ¡Soroskinski, ya, puena bersona! Esdaba en el circo, ya, je, je.

FLEURY.-¡Bonsoir, Messieurs et Dames! (*).

SCHNECKE.-¡Gut’n Abend! (**).

(*) Buenas noches, señores y señoras.

(**) Buenas noches.

 

 

 

 

 

 

 

 

FLEURY.-Con su pegmisión ... una minuta... Señoguitá Adá...Cuand io quís tigagle estas pequeñas flogues, usté no volvió a salig... ¡y yo aplodisaba, aplodisaba!...No ega, gran Dieu, posibl de quedagme con ellas... ¡Pog eso soy venido hasta las “écuries”, como à l’Hippodrome de Paguí, como à l’Hippodrome de Paguí dans le bon vieux temps...a poneglas a sus pies, a vos jolis pieds, Mad’moiselle!

ADA.-Muchísimas gracias ¡ Qué amable!

BELTRÁN (burlón) .- Flores de trapo, Mosié Flerí.

FLEURY.-No las hay otgas en Punta Aguenas. Tulipes yo querría ... tulipes des plus belles coleurs... mas no las hay, tulipes en Punta Aguenas, deliciosa écuyère!

ADA.-¡Oh, no merezco tanto!

FLEURY.-¡Usted!... ¡Usted meguese una corrona de impératrice,

mad’moiselle!... ¡Oh!, en mis buenos tiempos... Mas eso no hace nada... Siemp-ge queda algo... La admigación, el amog... El cogazón no envequece... Mas ¿qué hacer si lo demás envequece, eh!...

Pegmítame usted que yo le bese la mano.

ADA.- ¡No, no señor! ¡Qué esperanza!... ¡Ya basta con las flores!

FLEURY.-Oh ingratitud ¡tu nombre es muquer! (A los hombres.) ¡El amog!¡quel délice! ¿Ahoga, ustedes saben?, el cuego es mi ficha de consolación ... y un poco la Dive Bouteille...[“Chaque âge a ses ressorts pour le faire mouvoir” -decía nuestro gran Rousseau...]. Bonne

nuit, charmante écuyère, dormez bien. Bonne nuit, la compagnie!

ADA.-¿Ése es el peluquero?

BELTRÁN.-¡Peluquero, fotógrafo, cigarrero y quién sabe cuántas otras cosas!... Dicen que cuando joven, allá en París, fué el diablo con las mujeres y tiró una fortuna... Aquí ha venido a dar...Trabaja de día y juega y chupa de noche...

SCHNECKE.-¡Haré que me haga cratis la votografía!

BELTRÁN (ap. a Ada)- Yo no le he traído flores de trapo, mocita, pero...

ADA.- Pero ¿qué?

BELTRÁN.-No sea tan arisca...

ADA.- ¡Hombre! ¡Ariscos son los caballos !

BELTRÁN.-Tan poco conversadora, quise decir.

ADA.- ¡Qué quiere! Cada una es como Dios la ha hecho.

BELTRÁN.-Bueno, no sea malita y véngase a tomar algo con nosotros, ¿Quiere? Mire que...

 

 

 

 

ADA.- Esta noche, no. Será otra vez.

BELTRÁN.-Es lo que viene repitiendo todos los días... ¡y yo que la quiero tanto!...

ADA.- ¡Miren qué cosa !... Ya sabe que no acostumbro a tomar nada ... Se lo he dicho siempre...

BELTRÁN.-¡ Vaya, niña, no sea tan !... tan arisca iba a decirle otra vez... Yo no le falto, no pienso faltarle... ni me ha pasado por la cabeza faltarle... Pero, eso sí, me gustaría tanto, tanto, hablar con usté. Y si fuera solitos los dos... un ratito no más... un ratito... Mire, niña, que aquí donde me ve no soy tan despreciar ... Y en cuanto a osequiarla, a darle lo que quiera...

SCHNECKE.-¡ Señorita Ata ! Nosotross nos famos; ¿no fa arreclar sus cosas?

ADA.- Sí, sí, voy a buscarlas.

BELTRÁN.- Una palabrita más...

ADA.- No tengo tiempo que perder.

BELTRÁN.- ¿Irá luego ?

ADA.- ¡No, no y no!

BELTRÁN.- Miren que había sido ingratiya. (Para sí.) Pero con tiempo y paciencia saben amansarse ...

SCHNECKE.-¡ Oiga, Ata !

ADA.- ¿Qué quiere, Herr Schnecke?

SCHNECKE.- Es que quiero tecirle... ¡fenga!

ADA.- Diga aquí mismo.

SCHNECKE.- No buede ser telante te danda gente.

ADA.- Pues guárdeselo. Si vuelve con su canción, le advierto que es inútil.

SCHNECKE.- ¡Inúdil! ¡Inútil! Ya feremos... Párpara, ¡Donnerwetter! Esos manufrios, atendro. ¡Está ese cafallo, Juancho! ¡Pelagio, la luz de la entrada!

PELAGIO.- Es para ir a acostarme, señor.

IRMA.- Qué luz para acostarse. ¡Acuéste a oscuras!

PELAGIO.- ¿Y la carpa queda así?

(Entra Soronskinski por la derecha.)

 

ESCENA IV

SCHNECKE.- Esta noche no hafrá fiento, no hay cuitado. -

Gut´n Abend, Soronskinski.

SORONSKINSKI.-¡’Abend!

MANFREDI.- Dica, Beltrán, ¿e vostedes se ne van mañana?

BELTRÁN.- Mañana mismito, si no nos sale ningún inconveniente. (Mirando a Ada.) Aunque yo bien quisiera...

MANFREDI.- ¿Cosa?

 

 

 

BELTRÁN.- Nada, nada.

MANFREDI.- ¿E dove, si se pode saber?

BELTRÁN.- Eh , a Tierra del Fuego, a buscar oro... éste ya ha cateado, y conoce buenos sitios, ¿no es verdad, Soros?

SORONSKINSKI.-Sitios mejiores, ya, yo conoce pien.

BELTRÁN.- En Sloguet, en Buen Suceso, donde caiga. [Los de San Sebastián no han de ser los únicos que junten kilos y kilos... Es decir, los patrones, porque lo que es los piones... mucho sudar... ¡p’a los otros! Se necesita ser leso para no buscar cada uno para él, solo.].

ALEGRÍA.-Pero, ¿no está prohibido? ¿No se necesitan permisos, concesiones del gobierno... eso que llaman... que llaman pertenencias?

BELTRÁN.- ¿Permiso? ¡Como para cazar lobos de dos pelos, eh, Manfredi!

MANFREDI.- Eh, si sa.¡Il permesso me lo prendo io... Eh, propio de Europa

vengono barcos...grandi...per la balena, per lo lobo...¡Si sa!... Qui puede vigilare tante coste ¿I trasporti? ¡Bah!...¿I corazzati?... ¡Bah!... ¡Siano fresqui!... E un hombre solo, un hombre solo, ¿qui lo vede?¡Bah! Tutti gli inverni, proprio tutti I’inverni io vado cacciare lobos... ¡ Jamai ma visto nessuno, eh si sa!

BELTRÁN.- Yo, ésta es la primera vez que salgo a buscar oro.

ALEGRÍA.- ¿Va con muchos?

BELTRÁN.- Somos cuatro nada más. Dos para la ballenera, Soronskinski y yo para el trabajo de platiyo, ¿eh, Soronskinski? Los otros dos, ayudarán siempre que puedan, pero lo primero cuidar el barquito, que es la

salvación...

ALEGRÍA.- ¿Y bastan cuatro?

BELTRÁN.- ¡Sí, hombre! Para juntar kilos de oro. Doscientos pesos han soltau, cada uno p’a comida, herramientas, carpa y otros gastitos...

ALEGRÍA.- ¿Y lo que saquen será para todos?

MANFREDI.- ¡Ma, e naturale!

BELTRÁN.- Eso, asegún. Es cuestión de arreglarse... Y nosotros...

ALEGRÍA.- Pero cuatro son pocos... Si los atacan los indios...

BELTRÁN.- Los onas, ¡eh!, ¡eh! Con los onas no hay miedo... Son mansos... hasta saben ayudar... Cuando tienen hambre roban obejas, como cualquier cristiano... por eso los persiguen y los matan, porque es más fácil y más barato matarlos que hacer corrales o rondar la hacienda... Ya van

quedando pocos...

IRMA.- Puenas noches, ¿Famos, Párpara!... [ Ata... acordate qué ti dicho.]

MANFREDI.- ¡Hasta loiego!

(Vanse Irma y Bárbara, por la izquierda.)

ALEGRÍA.- Y ... ¿No admitirían algún compañero más?

BELTRÁN.- Algún hombre guapo... que pagara su escote, ¡por qué no? eh, Soros, ¿qué dices?

SORONSKINSKI.- Bor mi barde...

 

 

BELTRÁN.- ¿Qué? ¿anda con ganas?

ALEGRÍA.- No me faltan.

BELTRÁN.- ¡ Vengasé, pues, hombre!

MANFREDI.-Eh, non e vita per tutto il mondo, si sa ¡e dura, dura!...

ALEGRÍA.- Eso sería lo de menos, pero...

BELTRÁN.- ¿No quiere dejarlo a Neque?

ALEGRÍA.- (burlón).-¡Adivinó! ¡Qué hombre!

BELTRÁN.- Pues amiguito, si gusta, ya sabe... Bueno, vámonos, Soros... ¡Ah! Y no me falten en el Diluvio, dígale al patrón ... Y no deje de llevar a su compañerita esa...

ALEGRÍA.-¿A quién? ¿A Bárbara? Ya se ha ido con la madre.

BELTRÁN.- No, la mocosa no, la otra, la linda es la que digo...

ALEGRÍA.-Si ella quiere ir, ¿a mi qué?

BELTRÁN.- Digalé... y no tarden... ¿No viene, Manfredi?

ALEGRÍA.-Io, questa sera vado dormire.

BELTRÁN.- Adiós entonces.

(Vase, izquierda).

 

ESCENA V

ADA.- [Me he quedado a esperarte, porque tengo miedo... del patrón... y de la vieja cachafaza...]

ALEGRÍA.-[No tengas cuidado.]... Y diga, Manfredi, ¿qué clase de hombre es ese Beltrán?

MANFREDI.-E un uomo... un hombre como tanti in Patagonia, specie in Magalanes... Ne bueno ne cattivo, forse cattivo, non so... Fa un po’ di tutto, si sá... Quando ha naufragio va al rake...

ALEGRÍA.-¿Al rake?

MANFREDI.- Sí, il salvataggio... Si guadaña molto... La metá di tutta la roba que si salva. [...Ma non e marinaio...e piutosto un pabucho, ¡si sá! Corre de Magalanes a Galegos, a Santa Croce, fino al Quilí. Le autoritá de Magalanes lo protegono... ¡eh, si sá!...] ¡E gioccattore! ¡Corpo! Giuocca fino ai capelli in testa e guardagna sempre... ma cuando

s’ubriacca, ohimé. ¡ Lo riperde tutto, tutto, fino ai capelli in testa, come dico!...

ALEGRÍA.-¿ Es un buscavidas, entonces?

MANFREDI.- ¡ Qui lo sa! Una volta pare un aventuriere, un fanullone, un’altra volta lavora, corre di qua e di lá... In somma, un uomo senza testa, ¡si sá!... Bona notte... Vado dormire... devo alzarmi per tempo. Addio.

(Vese, izquierda).

ALEGRÍA.-Adios Manfredi, que le vaya bien.

SCHNECKE.-Y usté Alegría, ¿no se fa tormir?

 

 

 

ALEGRÍA.-Estoy... tomando el fresco...

PELAGIO.- (a Juancho).-Dejá que me acueste en la carpa chica, Juancho, yo sé lo que te digo.

JUANCHO.-¡Oh! ¡Y de ahi !¿Por qué?

PELAGIO.- En la grande sabe hacer mucho frío a la madrugada.

JUANCHO.-El patrón quiere que le cuidés las cosas.

PELAGIO.- Que se vaya al diablo, ¿cómo va a saber? Y mirá que... mirá que tengo media botellita

de guachacay...

JUANCHO.-¡Ah! Si tenís ...¡Vení, puj’hombre!

PELAGIO.- En cuanto se vayan.

JUANCHO.-Dame la boteyita, p’a ver no más.

PELAGIO.- Allá en la carpa. Calláte.

SCHNECKE.- ¡Señoita! ¡Ata!... Yo esdaba esberando...

ALEGRÍA.-Juancho, mirá... (Entrando con él en la carpa. Se ve que ha tomado una resolución. Pelagio desaparece en la carpa grande.)

SCHNECKE.- Es breciso dener juicio, Ata... Es breciso ser amiga mía... Yo dengo un cran broyecto, un muy crrán broyecto... Pero usté tefe ser mi amiga... yo quiero que usté es mi amiga, y cuando Herr Schnecke quiere... es breciso... ¡Pueno! Usdé no safe qué lindo broyecto y cuándo famos a ganar... Bero usdé diene que ser mi amiga, toda amiga, esda misma noche... aquí mismo... o sino nata... fuera de mi circo, ¡Raus!, se acabó, ¿me entiende?...Dengo muchas mujieres más mejiores...

Y usdé se muere de hamfre en Macallanes...

ADA.- Pero, ¿qué se ha creído, Herr Schnecke?

SCHNECKE.- ¡Eh!, que fasta de bafadas, sí, que fasta de bafadas...Un crran proyecto...oh sí, un cran proyecto... fos serás muy rica...¡oh, sí! Muy rica... No bafadas, no bafadas, Ata... Yo no quiero más bafadas. (La va a acometer con gesto lúbrico.)

ADA.- ¡Alegría!

ALEGRÍA.-(saliendo de la carpa.).- ¡Qué es eso! ¡ Canalla ! ¡Sinvergüenza!... ¡Deje a esa mujer!

SCHNECKE.- ¡Canalia a mí, a Herr Schnecke! ¡Donnerwetter! ¡Usté no safe!... ¡Usté se manta mutar inmediatamente!

ALEGRÍA.-¡Deje a esa mujer, le repito!

SCHNECKE.- Y yo te tigo a fos, payasso, que te voy a... (precipitándose sobre él.)

ALEGRÍA.-(sacando el cuchillo.). - Que me va a qué...

SCHNECKE.- Con cuchilio no cuego, Alecría, con cuchilio no cuego...

ALEGRÍA.- Pues yo quiero jugar, no pelear, por eso saco cuchillo... Para pelearlo, hércules de pesas de cartón, gigante de grasa de chancho... no hubiera necesitado más que ¿ve éste? “¡se llama seis meses de hospital!¿ve este otro?... se llama la muerte... y yo no pago su fúnebre.”

 

 

SCHNECKE.- ¡Donnerwetter! (Se dirige hacia la carpa chica.)

ALEGRÍA.-Si va a buscar revólver, yo también tengo, Herr Schnecke... y ya sabe que no yerro tiro...

ADA.- ¿Alegría!

ALEGRÍA.-¿Te venís conmigo?

ADA.- ¿Y qué remedio?

ALEGRÍA.-(amargamente).- ¡Sos mala, Ada!, ¡sos mala! ¡qué remedio!...

ADA.- ¡No soy mala !... ¡Tengo miedo!

ALEGRÍA.-¿Miedo? ¡Vení! ¡Metete con confianza no más! ¡Juntos haremos muchas cosas buenas... con alegría!

ADA.- Confianza... Alegría ... ¡ ojalá!

ALEGRÍA.-¿Que no me has de querer nunca, Ada?

ADA.- Si es que ... si es que yo te quiero desde... desde que te ví.

ALEGRÍA.-¡Mi alma! ¡Ahora no hay chucho! (Llamando a Juancho que estará asomado a la entrada de la carpa chica:) ¡Juancho! ¡Venite con nosotros!

SCHNECKE.- ¡Bero, bero... no hay que se enoja por una froma!... Endre amigos...

ALEGRÍA.-¡Beru, beru! ¡Broma, gran bribón! ¡Amigos; sinvergüenza! Vámonos Ada.

JUANCHO.-(vacilante).- Si me voy con eyos... Pelagio... el guachacay... ¡Bah!... ¡Ya aiaré yo también! (Vase corriendo.)

SCHNECKE.- ¡Y mi vunción de maniana! ¡Donnerwetter!

 

 

T E L Ó N

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CUADRO SEGUNDO

En Tierra del Fuego, una quebrada que desemboca en el canal de Beagle. En el fondo, a lo lejos, montañas cubiertas de nieve en la altura, y abajo de rojiza vegetación otoñal que se refleja en las aguas tranquilas. Sobre este fondo destácanse las húmedas asperezas de la quebrada, en la que crecen grandes helechos, hayas de color de cobre y otros árboles característicos de la región. Dos de los prominencias son practicables y están en mitad del escenario: por la más baja, a la izquierda del espectador, salen los que se internan en la isla; la otra domina la quebrada y el canal, pero no conduce a parte alguna. Entre las dos eminencias pasa un sendero arenoso que lleva a la playa. En primer término, a la derecha, una mezquina carpa de mineros y junto a ella un fogón. En segundo término, a la izquierda, una choza o toldo de indios; está formada por tres gruesas ramas de árbol formando pabellón, y la cubren viejas pieles de guanaco; otro fogón al lado de ella. Es de día, y la luz cambia a cada instante porque las nubes no cesan nunca de pasearse sobre la Tierra del Fuego. Al levantarse el telón, Sajiolpi talla una punta de flecha, golpeando meticulosamente una piedra con otra, y Alitol, teje una canastilla, ambos junto a su fuego, atisbando con naturalidad cuanto pasa en torno suyo.

 

 

ESCENA I

BELTRÁN.- Che, ¡no ha quedau nada!

SORONSKINSKI.- ¡Der Teufel! (*).

BELTRÁN.-Y si la ballenera no nos trai algo, no sé qué vamos a comer...

SORONSKINSKI.-La mojier dado mucho a los indios...

BELTRÁN.-¡Ah, esa mujer, esa mujer!... Si no fuera por ella, no hubiéramos traído al otro...

SORONSKINSKI.-¿Y hafrá que tarle su barde?

BELTRÁN.-¿Su parte?...¡Lo que él haya sacado, y eso!...¿Cuanto tenés vos?

SORONSKINSKI.-Boca cosa...Tos lifras, tos lifras y media...

BELTRÁN.-¿A ver?

SORONSKINSKI.-Aquí está. (Saca una bolsita de badana que lleva colgada bajo la camisa)

BELTRÁN.-No es mucho, no.

SORONSKINSKI.-Y usdé.

BELTRÁN.-Un poco más...

SORONSKINSKI.-¡Muestra, hombre!

BELTRÁN.-Aquí tenés...

(*) ¡Demonios!

 

 

 

 

SORONSKINSKI.-¡Magnífico! Besa...besa...

BELTRÁN.-Regularón no más... Pero lo que ha juntado Alegría es una miseria...[No pasará de trescientos o trescientos cincuenta pesos... a gatas para cubrir los gastos...] Mirá, Soros, ando pensando una cosa... Esta tarde te diré, después de hablarle a la chiquilla...

SORONSKINSKI.-Pueno.

BELTRÁN.-Porque van a empezar los fríos, no tenemos ni un grano de arroz ni una gayeta, y no podemos seguir así.

SORONSKINSKI.-La falienera traerá...

BELTRÁN.-No ha de traer mucho, en todo caso... Mirá... Los muchachos...

SORONSKINSKI.-¿Qué muchachos?

BELTRÁN.-Los de la ballenera, es gente mía, y si yo quisiera...Oí, vení para acá, que estos pueden entendernos...

SORONSKINSKI.-Famos...

ALITOL.- Cutupai catacarapai? (*)

SAJIOLPI.-(Los mira y refunfuña, sin decir palabra.)

(Un instante después aparecen sucesivamente Ada y Alegría, cada uno por su lado y zarandeando el platillo para separar el oro de la arena.).

 

(*) ¿Adónde van los dos?

 

 

ESCENA II

ALEGRÍA.-¿Nada?

ADA.- Nada, ¿y vos?

ALEGRÍA.-Pura arena. No le hace. Voy a catear por donde encontré las tres pepitas el otro día. No hay que desanimarse.

ADA.- Yo voy con vos.

ALEGRÍA.-No. Quedate. Hacé fuego para matear en cuanto vuelva...

ADA.- A gatas si queda un retito de yerba; y de azúcar... ¡ni el olor!

ALEGRÍA.-¿Para qué les regalaste tanto a los indios?

ADA.- Qué querés. ¡Son tan buenos y tan pobres!...

ALEGRÍA.-Tenés razón... Los onas son casi siempre buena gente... A ella la hubieses conocido en Ushuaia si en las escalas te hubiera gustado andar curioseando por todas partes, como a mí.

ADA.- ¿Así sabés tantas cosas de estas tierras, que yo no sé?

ALEGRÍA.-Allá le decían María; aquí ha de tener otro nombre... siempre tienen otro nombre, un nombre indio...

 

 

 

 

 

ADA.- ¡Esperate! (A la india.) Ché, María, aquí, ¿cómo te llamas? ¿Cómo te dicen los indios?

ALITOL.- Alitol.

ADA.- ¡Alitol! ¡Pero qué lindo nombre!

ALEGRÍA.-Sí, nombre de botica, nombre de remedio... Pues allá en Ushuaia los mismos cristianos no le hacían ascos, ¡no! ¡Claro! en Patagonia cualquiera mujer es como libra esterlina, que todos..

ADA.- Ah, sí, ¡Qué desgracia!

ALEGRÍA.-¿Por qué, desgracia? Lo mismo pasa con la mariposa y los mariposos, con la gata y los morrongos, con la potranca y los potros, como todo bicho viviente... Y ellas eligen... Cuando hay pocas ellas, ellos se amontonan como moscas en 1’azúcar...¡ Bueno! Pues el indio es Sajiolpi, cacique, hijo de cacique. (A Sajiolpi.) ¿No es cierto, amigo?

SAJIOLPI.- (sonriendo con toda la dentadura) -Yes.

ALEGRÍA.-Pero hoy sólo la manda a Maria... o Alitol si querés... ¡Y eso!

ADA.- Y si han vivido en Ushuaia, ¿a qué andan en estas soledades?

ALEGRÍA.-Andan cazando, pescando... Es gente libre... No quieren sujetarse, vivir encerrados... Les gusta andar de un lado para otro...¿Sabés lo que está haciendo?

ADA.- ¡Y cómo querés que sepa!

ALEGRÍA.-Punta de flecha ... Con esa piedrita que tiene en la mano derecha pega en la otra ¡zas, zas! hace saltar pedacitos, y le la forma... También se hace con culos de botella.

ADA.- ¡Se necesita habilidad! Y ella, la india, con su canasta... Yo no podría...

ALEGRÍA.- Cuando es preciso, se puede todo y vos mejor que cualquiera...

ADA.- [Decilo por vos...] (A Sajiolpi.) ¿Ha cazado mucho amigo Saj... Saz...

ALEGRÍA.- Sajiolpi.

SAJIOLPI.- Guanaco arico, no good, ayiba, ayiba.

ALITOL.- Lecos, lecos.

ADA.- No les entiendo.

ALEGRÍA.- Dice que los guanacos no son buenos - en inglés- porque andan por las alturas y lejos.

SAJIOLPI.- Yes, lecos.

ADA.- ¿Habla en inglés?

ALEGRÍA.- Por la misión de Mister Bridges. ¡Oh, los ingleses meten la nariz en todas partes, por si pueden meter el cuerpo, y después todo lo que venga atrás!... ¡Aquí no hay ni siquiera una arenilla! Voy donde te dije...

(Vase.)

ADA.- Bueno. (A Sajiolpi.) ¿Y qué comen, entonces?

SAJIOLPI.- Oien, choro, centolia...

ADA.- Choros, centollas, ¿y qué más me dijo?

SAJIOLPI.-Oien. (Explicando con el ademán.)

ADA.- ¡Ah, sí! Pescado...¿Hay mucho?

 

 

 

SAJIOLPI.- No goor, no good! (Sale Beltrán)

 

ESCENA III

 

BELTRÁN.-Buenas tardes Adita.

ADA.- Buenas tardes.¿Precisa algo?

ALITOL.- Betan no yeyogua (*).

BELTRÁN.-¡Qué! Decís que no soy amigo. ¿Por qué?

SAJIOLPI.- ¿What? Baf ayola (**).

BELTRÁN.-(se encoge de hombros. A Ada): -¿Anda por cebar mate, mocita?

ADA.- Así es... Aunque ya se acaba la yerba, como todo, y si la ballenera no trae...

BELTRÁN.-Cómo no ha de traer. ¡Convide, pues!...

ADA.- Espere que vuelva Alegría... para no desperdiciar...

BELTRÁN.-¡Desperdiciar, eh! ¿Anda por aquí cerca?

ADA.- Aquí cerquita.

BELTRÁN.-No importa... Aprovecharé para mostrarle una cosiya linda... Mire.

(Le muestra la bolsa de oro.)

ADA.- ¿Qué es eso?

BELTRÁN.-¿No está viendo? Pepitas y arena de oro... No dirá que no he tenido suerte... Soros sacó bastantito también, pero no tanto... Ustedes son los que no tienen casi nada.

ADA.- Así es, desgraciadamente.

BELTRÁN.-¿ Y cómo se las van a arreglar, ustedes sobre todo, cuando nos volvamos a Magallanes, que no ha de tardar, porque el otoño se nos viene encima...[Mire los árboles, ya se están poniendo coloraos y amarillos, y de noche principia a helar.]

ADA.- Así es. Pero, dígame, Beltrán... ¿No hay que juntar todo lo que se ha sacado y repartirlo después?... Entonces, tenemos que salir todos iguales.

BELTRÁN.-¿Y cómo ha i ser así? ¿Quién dice?... Cada uno lo suyo...es lo más legal... No vamos a sudar para que otros aprovechen... Siempre se hace así... Si yo tengo más suerte, no voy a despreciarla por la linda cara de Alegría... Si él hubiera sido más afortunado ¿no hubiera hecho lo mismo?

ADA.- No me parece... Yo creí que cuando los mineros hacían sociedad era para ganar o perder todos lo mismo... Y así lo decía Manfredi, el lobero...

BELTRÁN.-¡Y qué sabe el lobero! ¡Un gringo de porra! ¡No, amiguita, si no se ha convenido nada, está claro que cada cual es el dueño de lo que saca!

ADA.- Lo siento por Alegría, sobre todo porque no va a dejar que lo estafen... No es de los que se agarran para la chacota.

(*) Éste no es amigo.

(**) Está enojada.

 

BELTRÁN.-¿Y qué a hacer? ¿Pelear con nosotros?

ADA.-No me extrañaría.

BELTRÁN.-Ja, Ja. ¡Pelear con nosotros!... Si le damos ocasión... Pero... no somos ni mancos ni lesos (*), ¡prendita! Y, diga... lo siento por su hombre...¡Mire que volverse a Punta Arenas con una mano atrás y otra adelante!...

ADA.-No preciso nada. Ahí está Alegría.

BELTRÁN.-Ya no habrá circo en el pueblo, ¿y qué va a hacer, entonces?... ¡Sólo de pensarlo me da tanta lástima!...

ADA.-No necesito que me compadezca.

BELTRÁN.-Vea... tómele el peso a la bolsiya... Aquí hay como para comprar cuanto se le antoje... Y de yapa, yo soy hombre de muchos recursos, que no se ahoga en poca agua ¡al contrario!...Y con la baraja en la mano... lo que yo quiero, ¿oye?

ADA.-Lo estoy oyendo, oyendo... Usté es de los que no se cansan...

BELTRÁN.-Pobre porfiao...

ADA.-Se le echan los perros.

BELTRÁN.-Mire Ada, no es broma... Aquí he venido de gusto, por divertirme... Yo no necesito buscar oro... Tengo otras muchas gangas, ¿sabe?... Bueno, ahora, con toda seriedad, contésteme sin ponerme esa mala cara... ¿quiere venirse conmigo?

ADA.-¡Miren con lo que me sale!

BELTRÁN.-¡Oiga, oiga! ¿Quiere venirse conmigo?

ADA.-No diga disparates, hombre.

BELTRÁN.-¿Disparates? Mirá, desde que lo vi a ése con vos y supe que se quería venir de minero... ¡ya está!, pensé... Yo ¿para qué e’decir? Te andaba ronciando desde que llegó el circo... pero no te decía nada, esperando la ocasión ... ¿Y cuándo mejor que ahora? ...Sos libre... Te venís a Magallanes y ¡verás qué vidorria!...¡Ni la mujer del cónsul inglés! Y no tengás miedo que no t’e’ abandonar, prenda.

ADA.- ¿Miedo? Yo ya no tengo miedo a nada.

BELTRÁN.-Así me gusta. Así me gusta. ¡Parece que nos vamos a arreglar! ¡es claro!...yo no sé decir palabras lindas, pero soy rumboso, no mezquino nada...

ADA.-¡Ja, ja, ja!

BELTRÁN.-¿Cómo? ¿Te reís?

ADA.-¿Natural que me río!... Se necesita ser muy sonso...

BELTRÁN.-(equivocándose en la intención y acercándose a ella.)- Con que muy sonso, eh, chiquita... ¡Mirá!...

ADA.-No, no se mueva. (Sacando revólver.) Que si no me asustan los arrumacos menos me van a asustar las amenazas... Estése quieto... y siga disparatando si le da la gana.

(*) Tontos.

 

 

 

BELTRÁN.-¡Ah! ¡Tenés revólver, gran oveja!

ADA.-Sí, tengo revólver, cabayero.

BELTRÁN.-Maldita sea la...

SORONSKINSKI.-¡Feltrán, Feltrán! Cran suerte... Bebida oievo de baloma... Pero no más una...

ADA.-Los canallas siempre tienen suerte.

BELTRÁN.-¿A ver? ¡Mostrá! Macanuda... Ciento veinticinco lo menos ...¿Habrá más?

SORONSKINSKI.-No si ve siñal ninguna... Ganancia casi no fale trafajo...

BELTRÁN.-Tenés razón... Ya basta...

SORONSKINSKI.-Mijior lobero, mijior ir rake, mijior condrabanto... Miniero,¡fah!, no país minero, no California, fah.¡Suda, suda... tiez cramos oro, fiente cramos oro, fah! Oro para muchos biones, trabaja indio, como Bobber... Nosotros solos, ¡fah!

JUANCHO (entra corriendo).- Patroncita, ñora. Ya estoy aquí...Hi yegau con la bayenera que ahí está, atrás de esa güelta... No se ve de aquí, pero está ahicito no más...

(Los indios se ocupan en cavar el terreno y sacar algo enterrado, dentro de la choza.)

BELTRÁN.-Voy a sacar unos trapos.

ADA.-Haga lo que quiera, ¿Y cómo te ha ido, Juancho? ¿Has traído algo?

JUANCHO.- Mal puj’ñora ¿no vé? ¿Yego todo mojadiyo porque me refále y me cayí al agua... Trair, trair, no traímos nada...

ADA.-¿Nada, nada?

JUANCHO .-No cruzó barco, ñora. Io creo que lo mejor es dirse diendo... Ni hemo pescao un mero tan siquiera...

BELTRÁN.-(saliendo con un bulto de la carpa.)- Hasta luego, Ada. Vaya preparándose, porque mañana mismo nos largamos... Oí, Soros... Vení por acá, vamos a hacer una cosa...

SORONSKINSKI.-¿Qué famos a hacer?

BELTRÁN.-Ahora verás. Vamos (A Ada.) Voy a avisarle a Alegría.

ADA.-No, por ese lado no, por ese otro.

SORONSKINSKI.-Yo fisto por esa barde cuando fiene.

BELTRÁN.-Habrá cambiado de sitio.

ESCENA IV

JUANCHO .-(señalando a los indios.)- ¡Oh! Y ésos. ¡Mírelos, patroncita!

ADA.-¿Qué hacen?

JUANCHO .-Están desenterrando carne, ¡puj!, que guardan en un hoyo.

ADA.-¡Desenterrando carne!

JUANCHO .-Si, ¡puj’hombre! Cuando matan un guanaco y quieren guardarlo, saben buscar un charquiyo de agua que haya entre la turba, cavan con las

manos o con un paliyo toda la turba que pueden, meten en el hoio un cuarto e’carne o medio animal si les cabe, después ponen otra vez la turba, bien apretada y dejan el agua encima... Ni el mismo Zupai la descubre, y tienen carneciya fresca...

SAJIOLPI.- (se acerca afreciéndole un pedazo de carne)

ADA.-¡Puff ¡qué peste! ¡Guárdese eso, Sajiolpi!

SAJIOLPI.-(riendo).-¡Good, good !

ALITOL.- Yes, mucho good. ¡Mejor galieta, yes!

ADA.-¡No, no, saque eso!

JUANCHO .-Eios dicen que el olor no se come... y es la purita verdá... Aura vuelven a enterrar lo que les queda, puj’.

ADA.-Pero, ¡quién puede comer eso!

JUANCHO .-Con hambre, patroncita ... io puj’... y usté misma... con hambre...

ADA.-El indio se va, y ella se pone a asar esa carroña.

ALITOL.- ¡Sajiolpi!

ADA.-¿Por qué llama a su marido?

ALITOL.- Iuíi!

ADA.-¿Qué le enseña?

JUANCHO .-Yo no sé, ñora.

ADA.-¿Qué pasa Alitol?

ALITOL.- Jumo.

ADA.-¿Humo?

ALITOL.- Yes.

ADA.-¿Y eso, qué quiere decir?

ALITOL.- Vení tlapote.

ADA.-No entiendo.

ALITOL.- Tlapote, vapol...

ADA.-¿Ah, el humo de un transporte, del Villarino?

ALITOL.- No, no. Jumo onas... decí vení tlapote.

JUANCHO .-Dice que los indios avisan... que el Viyarino viene...

ALITOL.-Lecos, lecos...Jumo dice... no ve.

 

ESCENA V

ALEGRÍA.- (entrando.)- Tardé más de lo que creía... al ñudo, como decimos los gauchos... Hijita... tenés que conformarte con un beso... por ahora...¿Y ese mate?

ADA.-Te está esperando. ¿No has visto a los otros?

ALEGRÍA.-No.

ADA.- Fueron a buscarte por este lado.

 

 

 

 

 

ALEGRÍA.-Y yo andaba por este otro...

ADA.-Yo se lo dije a Soronskinski... pero me aseguró que te había visto.

ALEGRÍA.- Se equivocaba. (Viendo a Juancho.) ¡Oh! ¿y éste? ¿De dónde salís?

JUANCHO .-Acabo de yegar... en la bayenera...

ALEGRÍA.-Natural, ¡no ibas a venir a pie! ¿Han traído algo?

JUANCHO .- Naíta, ñor!... No cruzamos buque, puj.

ADA.- Tomá el mate.

ALEGRÍA.-¡Nada, eh! ¿Y vos, monada, qué tenés para comer?

ADA.- Como no sea una carne podrida que me ofrecieron los onas...

ALEGRÍA.- Ya arreglaremos eso, no hay cuidado. A ver, vos, andá deciles a esos que vengan si pueden...y si no pueden también. Tenemos que armar viaje. ¿Adónde ha quedado la ballenera?

JUANCHO .- Aisito, detrás de aqueya punta.

ALEGRÍA.- ¿Con los dos hombres?

JUANCHO .- Sí, puj.

ALEGRÍA.- Bueno, andá, corré.

ADA.-.Decime, Alegría... Pero ¿por qué pones esa cara? ¿Estás triste?

ALEGRÍA.- Yo triste. ¡Qué esperanza! ¡Estoy pensando, nada más!...

ADA..-Si vos mismo te preocupás...

ALEGRÍA.-¡Yo! ...No, Ada. No me preocupo, me ocupo de vos, que sos mi alegría. Como te tengo al lado es como si me estuviera riendo de gusto... Pero no hay que perder la alegría, hay que cuidarla... es decir, hay que cuidarte a vos.. ¡Bueno! Ahora no te pongás seria vos también porque soy capaz de hacerte cosquillas...

ADA..-Es que... Decíme, Alegría... Estás preocupado porque no encontramos oro... Pero Beltrán tiene mucha arena y muchas pepitas... [Soronskinski ha juntado bastante más que nosotros, y ahora acaba de encontrar una pepita grandota...] Decime ¿no hay que hacer un montón con todo y repartirlo en partes iguales?...

JUANCHO .- Claro que sí.¡Vaya una pregunta!

ADA..-Pues Beltrán dice que no, que cada uno lo suyo, que no se ha convenido otra cosa...

ALEGRÍA.-¿Sí, eh? ¡Bah! No te preocupés... Voy a arreglar eso más pronto que ligero... Todo junto... Y después ¡cuatro partes iguales!...[ Si me alegan, diciendo que vos no has juntado, dejaremos que sean tres... para no perder las amistades, aunque no sea justo, porque vos has trabajado para ellos en otras cosa...] Ya verás... En cuanto lleguen Beltrán Soronskinski...

ADA..-¡Quiera Dios!

ALEGRÍA.-Tené confianza, muchacha, no seas cavilosa... Oh, y ésos, ¿qué les pasa?

ADA.-¿A los onas?

 

 

ALEGRÍA.-Sí.

ADA.-Dicen que viene un transporte, que les han avisado con humos.

ALEGRÍA.-Un transporte... El Villarino... ¿Qué lindo que fondeara aquí, para embarcarnos en él y llegar más pronto... porque en la ballenera... Pero, a la verdad, en la ballenera suele ser más divertido...

ADA.-Y nos ahorraríamos el pasaje... porque apenas si nos alcanza.

ALEGRÍA.-No tanto, hijita, no seas exagerada... Y tené en cuenta que Beltrán y el Soro o zorro ése, van a tener que aflojar lo que tienen no más... Y si se meten a ladrones conmigo... nos vamos a divertir, Ada, te aseguro, ¡nos vamos a divertir!...

ESCENA VI

JUANCHO .- (llega corriendo).-¡Ñor, ñor, patroncito!

ALEGRÍA.-¿Qué hay?

ADA.-¿Por qué venís tan azorado?

ALEGRÍA.-¡Hablá, pues!

JUANCHO .- ¡Hi echáu loj bofe!... ¡No puedo hablar... I corrío... corrío ... Lo jotro, lo jotro!...

ALEGRÍA.-¿Los otros qué? ¡Acabá!

JUANCHO .- Si han juido... con la baienera...

ALEGRÍA.-¿Qué decís?

JUANCHO .- ¡Como I’oie, ñor!... Juido con la baienera...

ADA.-¡No puede ser!...

JUANCHO .- la van p’ol medio el canal...¡Por éstas!...

ALEGRÍA.-Ah hijos de una... ¡Canallas!

JUANCHO .- ¡Canayas, sí, canayas!

ADA.-¡Qué va a ser de nosotros!

ALEGRÍA.-No te aflijas, Ada, voy a ver... Este chilote tiene que haberse equivocado...

JUANCHO.-No, ñor, la pura verdá...

ALEGRÍA.-¡Ah, bellacos!... Allá van a toda vela por el medio del canal... [Tenías razón, Juancho, perdoná... ¡Y están fuera de alcance!]...

JUANCHO .-[¿Qué me dijo chilote? ¡Si soy chilote, puj! Eso no ej dejonra.]

ADA.-¡Qué asesinos! ¡Ese canalla de Beltrán! ... ¡Qué va a ser de nosotros!

ALEGRÍA.-Oh, ¿y de qué te asustás?

ADA.-¡Ya te he dicho... y si no comemos la carne podrida?

ALEGRÍA.-Si los onas la comen es porque les gusta...

ADA.-¡Qué les va a gustar!

ALEGRÍA.-Lo mismo que a los franceses... pasadita...

 

 

 

 

ADA.-¡Sí, sí, por necesidad!

ALEGRÍA.-Vaya, no sea simple mi ricura, ¿no estoy yo aquí?

ADA.-Otros quizás tan valientes y tan vivos como vos se mueren todos los años de hambre y de frío por estas soledades...

ALEGRÍA.-¡Sí, eh!...¡Pero yo no estoy muerto todavía!, ¡y cualquier día dejo que vos te me murás!

ADA.-Lo decís para animarme... Soy una floja, tenés razón... Es el primer momento... Yo tampoco me achico, Alegría, pero no soy ciega para el peligro...

ALEGRÍA.-¡Si hubiera podido largarles un “chumbo” !... Pero ya no estaban a tiro y quizás sea mejor... No hay que matar a nadie... Pero vos, ricura, tranquilizate del todo... Ya sabés, “metete con confianza”... pues ahora estamos metidos... y ya saldremos, vaya si saldremos... Mirá, una vez,

en la laguna Iberá...

ADA.-¿Dónde es eso?

ALEGRÍA.-Allá, por Corrientes... una laguna que tiene más leguas que el mar... con retazos en seco, como islas... Pues como te iba diciendo, una vez, en la Iberá, me sorprendió una creciente bárbara, como saben ser las de primavera, en una lomada en que andaba cazando [pavas del monte,] y que al ratito no más, [sin que yo me diera cuenta] se había convertido en un islote que no tendría dos manzanas... [Yo todavía no había tirado un tiro de mi winchester y no tenía nada que comer...] cosa grave, porque no había cómo salir del islote... Lo peor es que la lomada principió a achicarse cada vez más y a llenarse de yacarés y de víboras de todas clases, [unas grandotas y gruesas como troncos, otras delgaditas y largas, como un maniador, pero] de lo más venenosas... Y, hijita, ¿qué te cuento? como si aquello no bastara, ¡grrrr! de repente saltó un jaguar de un camalote...[ya sabés, un jaguar es un tigre tamañazo y feroz...Demás me parece decirte que en cuanto empezaron a atracar al islote víboras y yacarés, ] yo me había trepado a un árbol, por las víboras y allí esperaba la voluntad de Dios... [y lo que yo mismo podría hacer con los tiros de mi winchester.] Ya estás viendo las cosas: [abajo del árbol, y] por todas partes, rodeándome, los bichos esos, - en el camalote [arrastrado por la corriente], el tremendo jaguar que saltaba hacia mi lado... ¿Y cómo te imaginás que salí de semejante atrabanco? Pues de la manera más sencilla del mundo. Al mismo tiempo que el jaguar saltaba del camalote a la isleta, yo salté también, pero al revés, del árbol de la isleta al camalote que la corriente iba arrastrando despacito... pues ¡a son de camalote!...

ADA.-¡Me estás mintiendo, sonso!

 

 

 

 

 

 

 

ALEGRÍA.-¡Mintiendo, yo!... Pero verás, porque todavía no he concluído:[las cosas tienen que ser completas... Naturalmente todas las víboras, los yacarés y demás alimañas que viajaban] en el camalote [se refugiaron como el jaguar, en la isleta, y] sólo quedaba como pasajero, ¡figurate!

¡para mí que estaba galgueando de hambre! - sólo quedó, [huyendo de semejante compañía], un venado... un venado viejo.

ADA.-(riendo).- ¿Y lo mataste para comer, no?

ALEGRÍA.-Y lo maté para... No, no lo maté todavía. No soy tan atropellado ní tan torpe...[Como el pobre animal estaba asustadísimo , y por consiguiente, mano,] me llegué a él sin que hiciera mención de escapar, y en cuanto pasamos medio cerca de otra lomada en que ya empezaba el campo alto y seco ¡zás! me le enorqueté encima como si fuera un potro y picaneándolo con el cuchillo y golpeándole el anca con la culata del winchester, lo obligué a dar un salto tremendo... Caímos en medio del agua honda...Los venados son muy nadadores, ya sabés... El mío empezó a nadar naturalmente hacia la lomada y yo, por ayudarlo, le colgué el poncho bien estirado en los cuernos, para que le sirviese de vela... El viento, [que era fuerte,] lo empujó, y en cuantito puso una pata en la orilla, ¡yuit! lo degollé de un solo tajo,[sin desmontarme,] y lo saqué a la rastra para asarlo...¿No me creés? Pues la cornamenta está en el Museo de la Plata, por si la querés ver, con un letrero tamaño: “Donación de

Alegría”.

ADA.-(riendo).- ¡Pedazo de sonso! ¿Y querés que te crea?

ALEGRÍA.-No me creás, pero reíte... eso es lo que quiero...Y hasta me podrías creer, porque ahora mismito voy a traer algo para la cena.(Vase.)

ESCENA VII

JUANCHO .-¡Ah, patroncito lindo! ¡Y ha i ser cierto no maj, puj’hom!

ADA.-¿Qué tenés vos? ¿estás tiritando de miedo?

JUANCHO .-Yo no, puj’hom’.¡ Con la monjaúra y el vienteciyo mi ha entrau frio, patroncita...

Si hubiera un traguiyo e´guachacay...

ADA.-La bebida es para casos de enfermedad.

JUANCHO .-¡Y yo estoy algo enfermiyo, puj’!

ADA.-Tenés frío, nada más. Vení, arrimate al fuego...

JUANCHO .-Iá voy, iá...Caminando un rato...

ADA.-¡El diablo de tu patrón no pierde el ánimo ¿has visto?... es capaz de hacer reír a un santo de palo...¡y hasta en qué momento!...¿qué hacés? ¿por qué no venís a calentarte?

JUANCHO .-Io, nada, patroncita...iá voy iendo, iá.

 

 

 

 

ADA.- ¡Qué hombre, qué guapo!...¿Qué andará haciendo?...Allí está con el ona, en las piedras que entran más en el agua... ¿lo ves?

JUANCHO .-¡Ha i agarrar choros, puj’!...[lo también sé hacer güena comida... Luche... con la frutiya el cachiyuyo...

ADA.-Ahora le agarra la flecha al indio y la tira al agua con toda su fuerza.

JUANCHO .-Ha i pescar algo, cita...[Pero no é flecha, ej arpón...]

ADA.-Pero vos, ¿qué hacés ahí?

JUANCHO .-Estoy ... estoy arreglando... estoy arreglándome el cinto, puj’.(Roba de la carpa la botella de guachacay.)

ADA.-Aquí viene...Trae algo en el cesto de Alitol.

JUANCHO .-Y Sajiolpi una canastiya.

ADA.-¿Qué traés? ¿Qué es eso?

ALEGRÍA.-Algo muy bueno... Hoy, ¡gran banquete por toda la compañía!... ¿No te dije, sonsa? ...Salí a marisquear... Me puse a sacar choros con Sagiolpi, y en eso estaba, cuando de repente veo en el fondo del agua que algo empieza a hacer mover las piedritas.[Menos mal, -pensé- ha de ser un cangrejo, y me quedé quietito y sin chistar, lo mismo que Sajiolpi... ¡Pero qué cangrejo ni cangrejo, hijita! Era una centolla como una de esas fuentes de fainá que llevan los gringos vendedores “Fainá fainá”... Ahí no más le quité el arpón al indio y ¡pum! de un solo golpe se lo clavé a la centolla en el mismo medio del cascarón y la saqué bailando con sus diez enormes patazas en el aire... Aquí la tenés, pataleando todavía.

ADA.-¡Ay! ¡Qué monstruo!

ALEGRÍA.-¿Mostruo? No sabés lo que es bueno... Sobre todo los corales, la parte colorada, que es una manteca, un paté-foie, un...¡qué sé yo! ¡Ni el Papa, ricura, ni el Papa!...Y vos te pensabas... Eh, Juancho, prontito, alcanzá la olla...

ADA.-¿Viva y todo?

ALEGRÍA.-Prefiere que la cuezan viva... dicen los franceses...

JUANCHO .-(que ha estado bebiendo a escondida).-Oia... centoia ... botoia... ¡no ! boteia... (A Sajiolpi.) Chupe, compadre...

SAJIOLPI.- Aj ¡Guachacay no good!

JUANCHO .-¡Un traguito, pu’hom‘!

ALEGRÍA.-¡Qué hacés, Juancho!... Pero si está borracho... A que has robado y te has bebido el Guachacay. ¡Canalla, ladrón!

JUANCHO .-No me castigue, ñor...¡Pidalé, patroncita, por Dios!... Estaba con chucho...

ADA.-¡Alegría!

ALEGRÍA.-No he pensado en pegarte, bribón...Pero no quiero verte más... Salí de aquí y no volvás a acercarte, roto, ¡sinvergüenza! ¡Andá que otros te peguen, como lo necesitás, por lo visto!...

 

 

 

 

JUANCHO .-Patroncita.¡Por la Virgen Santísima! Dígale que no me eche... Yo no podría vivir... Io quiero servirles, servirles toa la vía, a ustedes solos, de rodiyas, de rodiyas patroncita.

ALEGRÍA.-Parecés al mismo tiempo un mono y una criatura ... Dejate de aspavientos y no llorés, ¡mojiganga!

JUANCHO .-No, ñor... no ioraré... pero io no méi levantar... ¡si no me perdona ñor, io no méi levantar!

ALEGRÍA.-¿Que te perdone? Juráme antes que no volverás a chupar... Y fijate bien, porque si jurás y después faltás... te dejo frito de un balazo sin miedo a la autoridad, porque el juramento me lo permite.

JUANCHO .-Sí, juro ñor, sí juro... por estas cruses, por mi madre, ñor... por la patroncita, que es lo que más quiero... ¡ni chicha baia e i probar ñor, ni chicha baia!

ALEGRÍA.-Me lo jurarás todas las mañanas, mientras estés conmigo, para no olvidarte...

ADA.-Siempre me has de hacer reír con tus ocurrencias.

ALEGRÍA.-No, si no es de reír... Se le ha de quitar el maldito vicio, o he de poder poco.

JUANCHO .-¡Se me quitará, puj’hom!

SAJIOLPI Y ALITOL.- ¡Vilalino, Vilalino!

ADA.-¡Alegría! ¡Va a pasar el Villarino!

ALEGRÍA.-¿Se vé el transporte?

SAJIOLPI.- ¡Yes tlapote!

ADA.-¿No le hacemos señas, por si acaso? Sería una suerte tan grande que nos sacara de aquí.

ALEGRÍA.-(tremolando la manta y disparando el winchester.) .- ¡Ya está! ¡Nos han visto! Vira para ese lado... Ya desprende el bote... Ada, Juancho, ¡a la playa! Pero oí, Ada, no te olvidés de la bolsita de oro...(A los indios) Ustedes, amigos, pueden quedarse con la carpa y las cosas...¡Adiós!

(Todos toman apresuradamente algunas cosas y vanse corriendo.)

ALITOL.- Gracias, gracias.

ALEGRÍA (vuelve):-¡Me he olvidado lo mejor! (Sale llevándose la centolla.)

 

 

T E L Ó N

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A C T O S E G U N D O

CUADRO PRIMERO

 

 

El salón de “El Diluvio”, famoso café de Punta Arenas. Las paredes son de tabla, groseramente blanqueadas y recuadradas. Del cielo raso de lienzo blanqueado pende una araña muy sencilla con lámparas de petróleo y, cruzándose desde las cuatro, esquinas, dos cadenas de papeles multicolores, dormitorios de moscas. En el foro, al centro, puerta de entrada en cuyos vidrios enyesados se lee, al revés, el nombre del establecimiento. Cuando esta puerta se abre, puede verse la calle sin empedrar y las casas de madera de la acera de enfrente. Pasadizos en primer término, a derecha e izquierda. Dos ventanas en el lateral izquierdo. A la derecha, paralelo a la pared, de la que dista poco, el mostrador forrado de cinc, con un aparato niquelado para despachar cerveza, y contra la pared la estantería con botellas, etc. Entre el mostrador y la puerta de entrada, un viejo piano perpendicular, y arriba de éste, en la pared del fondo, un cartel en el que sólo puede leerse “Queda prohibido...”.Muchas mesas, sillas, taburetes. Cae la noche.

 

ESCENA I

Pons, Telma, un mozo, en seguida Alegría y Ada

PONS (que cuando entran Alegría y Ada está encendiendo las luces con uno de los mozos).-¡Cómo es eso! ¡Ustedes por aquí! Los hacía en Tierra del Fuego... Como se me ha dicho que no pensabais volver hasta entrado el otoño...

ALEGRÍA.-¿Quién se lo dijo, don Blas?

PONS.- Beltrán, pues.

ALEGRÍA.-¿Y Soronskinski?

PONS.-El Soro ese no ha aparecido todavía por aquí. Dicen que anda sin un cuarto...

ADA.-(Aparte a Alegría.) ¿Beltrán lo habrá embromado a él también?

ALEGRÍA.-(Id. a Ada.) Cállate. Que nadie sepa nada todavía. (A Pons.) ¿Cómo decía, don Blas? ¿Que Soronskinsky anda pelado?

PONS.-Cuentan que Beltrán le ha ganado a los naipes todo el oro que traía.

ALEGRÍA.- ¿Sí, eh? ¡Vaya, vaya! ¡Aunque el otro se crea muy diablo Beltrán es tan trucha!... Pero...qué solito está el café, señor Pons.

PONS.-¿El establecimiento?... No es hora todavía... La gente está cenando o por cenar, pero en seguida vendrán los parroquianos... Por eso estamos encendiendo.

 

 

ALEGRÍA.-Bueno: cuando acabe, ¿quiere comprarme un puchito de pepitas y arenillas que traigo?

PONS.-A sus órdenes, como siempre, señor Alegría.

ADA.-¿Como siempre señor Pons?

PONS.-¡Ah! Verdad que ésta es la primera vez... Allá voy corriendo... ¡Telma! ¡Telma! ¿dónde has puesto el pesillo del oro?

TELMA.- Aquí lo tienes...

PONS.-A Beltrán le compré todo el que traía ... En Magallanes quien mejor paga el oro es este cura...

ALEGRÍA.-¡Como que la platita acaba siempre en el boliche!

PONS.-En el establecimiento...¡je! ¡je!...

ALEGRÍA.-En el establecimiento, si quiere.

PONS.-No toda, señor Alegría, no toda... Para todos hay, según decís los criollos... La cosecha no ha sido muy grande ¡eh!...Pues...por tratarse de usted, hoy, le daré... le daré una esterlina por cada diez gramos... Ya ve que no hago negocio...

ALEGRÍA.-Diga en papel argentino...

PONS.-Quince pesos cada diez gramos... Uno cincuenta el gramo...

ALEGRÍA.-¡Con el oro a la altura que está en la Bolsa!...

PONS.-Nadie le daría un céntimo más... ¡al contrario!

ALEGRÍA.-Bueno...pese, don Blas... Qué le hemos de hacer... Necesito plata.

PONS.-¿No encontró trabajo?

ALEGRÍA.-No. Ni busco todavía.

PONS.-Cuando quiera trabajo, dígamelo... A un barbián de su clase se le encuentra pronto, ¡y bueno! ¿Usted qué sabe hacer?

ALEGRÍA.-Yo, don Blas, soy como esos bastones alemanes que sirven para todo; de bastón, de paraguas, de escopetas, de cantimplora, de caña de pescar...Ya sabe: el tubo que lo hace parecer bastón ¡ pluf! se telescopa y se mete al bolsillo... o sino, sin cerrarlo, se añade al cabo y ahí tiene la caña de pescar... Como por adentro es un caño de acero, sirve de garrote... ¿A usted se le ocurre tomar un trago de la cantimplora que está en el puño? ¡tric! toca un resorte y sale el tiro...¿Quiere el paraguas? ¡tric! toca otro resorte, y se le derrama la bebida...

TELMA.-¿Y la caña de pescar?

ALEGRÍA.-¡Oh! ¡Ésa es infalible! Nunca falta un sonso que compra el aparato.

ADA.-¡Qué idiota!

PONS.-Bueno; ya sabe, señor Alegría... cuando guste... Aquí tiene su dinerito...

ALEGRÍA.-No es gran cosa que digamos... Pero no voy a alegar...

PONS.-Al revés de su antiguo patrón... que escatima las chauchas mientras no está muy borracho...¡Guarda el pesillo, Telma!

ADA.-Y como siempre está borracho...

 

 

 

 

PONS.-¡Je! ¡je! No tanto que se pase de las chauchas a los pesos y menos a las librillas.

TELMA.-¿Dónde lo guardo? (Por el pesillo.)

PONS.-No será en la buchaca, noya... En el bufete, al alcance de la mano.¿Cuántas vegadas vol que te lo repetesca?(*).

ALEGRÍA.-Pero, ¿qué hace el tal Schnecke? ¿Anda todavía por acá?

PONS.-Sí; se ha establecido... Como ustedes se le fueron y al Circo se lo llevó Pateta... Pero ya traía arregladito el negocio.

ALEGRÍA.-¿Y con qué se ha establecido?

PONS.-Pues... con una casa... con una casa de ... (No se le oye el final.)

ADA.-¡Ves! ¡Para eso me quería, el muy puerco!

ALEGRÍA.-¡Qué canalla!... (A Pons:) Y ese... ¿también suele venir al café?

PONS.-¿Al establecimiento? Como todo el mundo. Ya sabe que en Punta Arenas no se puede andar con tantos reparos... y mientras en el establecimiento no haya escándalos ni riñas...

ALEGRÍA.-¿Y Beltrán?

PONS.-Ése no falta nunca. No tardará.

ALEGRÍA.-No le diga que hemos venido... quiero darle una sorpresa... ¡Va a tener un gustazo!...

TELMA.-¿No han llegado en el Villarino?

ALEGRÍA.-Sí.

TELMA.-Entonces debe estar enterado de vuestra llegada.

ALEGRÍA.-Es probable que no lo sepa... De todos modos ustedes no se lo digan...

PONS.-¿Un poco de whisky? ¿un vaso de cerveza?

ALEGRÍA.-Gracias. Más tarde... Ahora volvemos... Vení Ada, mirá, (yéndose.) Yo voy a esperar al ladito de esa ventana, y vos... (Vanse).

(*)¿Cuántas veces quieres que te lo repita?

 

ESCENA II

PONS.-Es un chico que ya, ya...

TELMA.-Y la noya es guapa, guapa... como guapa es guapa.

PONS.-Qué bien hizo en decirle al Chenque ese: “ Adeusiau. Cap a casa falta gent” (*)

TELMA.-¡Vaya si tuvo razón!

ROBINSON.- (Entrando, a Martínez que llega con él.) Sí, mi amiga; ¡en Patagonio, con la viento y los casa de madera, si disembarca de una buque para entrar en outro!...

MARTÍNEZ.- Muy buenas noches, don blas.

(*) Adiós. A casa, que allí falta gente.

 

 

 

PONS.-¡Bona nit y bon hora ! Cuanto bueno por acá, señor Comisario.

MARTÍNEZ.- Aquí me tiene, y con un nuevo parroquiano, mister Robinson, que anda con nosotros en el Villarino visitando sus campos de Patagonia.

PONS.-Tantísimo gusto, señor Robinson... Bien venido a mi establecimiento.

ROBINSON.- Thank you.

MARTÍNEZ.- Le advierto, señor Pons, que es muy curioso y que lo va a secar a preguntas...

ROBINSON.- ¿Secar? ¡Au! ¡no! Vamos a mojar, al contrario... ¿Whisky, senior Martínez?

MARTÍNEZ.- ¿Whisky? No, mil gracias.

ROBINSON.- ¡Oh! Dos dedos de whisky, (Extiende verticalmente el índice y el meñique.) nunca han hecho mal a nadie... Y usteid, senior... senior...

PONS.-Pons, Blas Pons, para servirle. Tomaré un poco de pisco, con agua, ¡eh! con mucha agua.

MARTÍNEZ.- Yo un refresco cualquiera... limonada, granadina...

ROBINSON.- ¿Por estas refrescas usteid pone Diluvia a un bar?

PONS.-¿A mi establecimiento? No señor, no ¿Refrescos? Sólo el señor Comisario del Villarino cuando viene, ¡gracias a Dios! ¿Sólo refrescos? ¡Sería la ruina! No se toman diez, o doce, o más limonadas seguidas, como diez o doce whiskis... “El Diluvio” es un recuerdo de Cataluña...Le diré a usted que soy catalán ... liberal... “El Diluvio” es el gran diario liberal de Barcelona... Pero a éstos (Por los de Punta Arenas.) les digo que es porque estas tierras salieron del diluvio y al paso que van las costumbrecitas pronto acabarán en otro diluvio.

ROBINSON.- Courioso, muy courioso.

PONS.-Ya empieza a llegar gente, mister Robinson...

ROBINSON.- ¡Gran tipo! ¿Qué es ?

PONS.-Gran tipo sí: un marinero austríaco... Ahora raquea.

ROBINSON.- ¿Raquea? ¿What?

MARTÍNEZ.- ¿Es inglés y no lo entiende, mister Robinson? “Wreck”, naufragio...

ROBINSON.- Ah, yes: Raquear, ladronar los buques naufragados...

MARTÍNEZ.-Robarlos no: salvar el cargamento, y lo que se pueda... la mitad para ellos... y algo más si más cae a mano...¡y siempre cae, naturalmente!

PONS.-Esos dos que van a sentarse son loberos: andan preparando una salida... El de la pipa es Manfredi... un italiano...

ROBINSON.- ¿Y para la contrabando?

MARTÍNEZ.-¿Se olvida de que Punta Arenas es puerto libre?

ROBINSON.- Ya sei, ya sei... pero no importa... De aquí pueden lleva contrabando para otro parte.

MARTÍNEZ.-[Puerto libre... Por eso Magallanes es el emporio del Sur, con gran perjuicio y envidia de Gallegos, Santa Cruz, Deseado, Madryn...]

 

ROBINSON.- Oh, no...No tanto senior Comisario... Los aduanas no serán tanto severos...

MARTÍNEZ.-[En la práctica, puede ser...] (Entra Schnecke.) Pero, ¿y ese enorme tonel, don Blas? No lo había visto nunca.

SCHNECKE.- ¡Guten Abend!

MARTÍNEZ.-¿Es un alemán?

PONS.-Que lo averigüe Vargas... Digamos internacional...

SCHNECKE.- ¡Mozo! ¡Cerfeza!

PONS.-Es un tal Chenque... Vino con un circo... Ahora, con cuatro mujeres y la suya propia... (Sigue en voz baja.)

ROBINSON.- ¡Shoking!

PONS.-Pero, eso sí; a la hijita, Bárbara, la han metido en una escuela de pupilas y la van a mandar a Buenos Aires “ bara que abrenda a ser mujer firtuosa” dice Chenque.

MARTÍNEZ.-¿No estuvieron con él una tal Ada, pruebista, y un tal Alegría, payaso, o cosa así?

PONS.-¿Que acaban de llegar con ustedes en el Villarino? Sí, señor Martínez.

MARTÍNEZ.-Pues los dos estaban...

ROBINSON.- (sin escucharle).- Simpática ese Alegría...

MARTÍNEZ.- (insistiendo, inútilmente.)-Pues los dos estaban...

DAMIANA.- Buenas noches, cabayeros.

PONS.-Aquí llegan dos... empleadas del Chanque o Chenque ese... Y otra más... la criolla...

VALESKA.- Poienas noches, seniores.

LUCIETTA.- ¡Coanta gente!

VALESKA.- ¿Pagas cerfeza, vos, che?

DAMIANA.- ¿No hay quién convide?

LUCIETTA.- ¡Oh, signor Manfredi!

MANFREDI.- ¡Un bichierino e niente altro, eh! Bevete pure, ma non voglio storie... Le donne e il diávolo, eh... si sa.

DAMIANA.- A ver, convidá, rubiyo... Después bailaremo una cueca, ¡puj!

CUYANO.- Ni cuecas ni remoliendas... Yo no sé.

DAMIANA.- Había sido cuyanito el hombre... No importa, yo t’enseño.

CUYANO.- No, no... Yo bailo polka... Pero, eso sí: algo podés tomar.

SCHNECKE.- ¡Mozo! ¡Cerfeza!

DAMIANA.- ¡Miralo! Había estado el patrón...

VALESKA.- Siembre... para no rofemos ladas... siembre, ¡Schwein!

LOBERO.-¡Vení, rubia, vení morocha! Io las convío a champán...

DAMIANA.- Yo estó aquí, con el cuyano, puj.

CUYANO.-Vaya no más, moza, vaya no más...

 

 

 

 

 

LOBERO.-¡Oh, y él también puede tomar, puj!

DAMIANA.-¿Te has sacao la lotería?

PONS.-(a mister Robinson).- Sí; ayer pasó el paquete de la Pacific, y esta semana llegarán los de la Kosmos y las Messageries Maritimes... Vapores no nos faltan, gracias a Dios. (Entra Ada.)

 

ESCENA III

LOBERO.-(a Ada).- ¡Viva la buena moza! A ver, niña, sí, usted. Véngase a tomar un vaso con nojotro, puj.

ADA.-Yo no tomo, muchas gracias.

LOBERO.-¡Pero niña! ¡No sea ingratona!

ADA.-Déjeme, hombre; estoy acompañada... y aunque no lo estuviera...

LOBERO.-Tan engreidita...

ADA.-Buenas noches, señor Comisario...

MARTÍNEZ.- ¡Ah! Buenas noches, señorita Ada.

ADA.-¿Me permite que me siente aquí mientras llega mi marido?... Esa gente es tan cargosa y tan...

MARTÍNEZ.- ¡Cómo no! Con mucho gusto, Siéntese...

ADA.-Con su permiso, señor...

ROBINSON.- Robinson...

MARTÍNEZ.- ¿Y Alegría?

ADA.-Por ahí anda. Ahora no más viene.

ROBINSON.- (a Pons.).- Well... Yo entiende... Usteid dice este pueblo todos aventureros, todos gente... ¿coumo dice?... de rompa y raja... Como California en tiempos de la oro...

PONS.-No, no; no digo tanto.

MARTÍNEZ.- Hay hombres resueltos, de empresa, tan buenos para un barrio como para un fregado... porque sin energía, en Patagonia se irían al bombo como por un canuto...Pero entre ellos no falta gente honrada y laboriosa...sólo que no viene al café...

PONS.-¡A mi establecimiento! ¡Aquí me honra todo el mundo, señor Comisario, créamelo usted! ¡Todo el mundo!

MARTÍNEZ.- No he querido molestarlo, don Blas.

PONS.-Ayer precisamente vino a pasar el rato conmigo, un hombre, todo un señor, que llegó sin una chaucha a Magallanes y que, a fuerza de trabajo y de perseverancia, como yo mismo, se ha hecho una gran fortuna... [Desgraciadamente no me parezco en eso último...

MARTÍNEZ.- No se achique, Pons, no se achique... Hasta los niños de teta saben que usted...

PONS.-(continuando sin hacer caso).-Pues ese señor quien tiene hoy rebaños inmensos, vacas, ovejas, caballos, muchas acciones de la Congeladora

 

 

de Carnes, la primera en Sudamérica, una línea de vapores... así, como suena... una flotilla para los raques, [agencias comerciales por todos lados, en Chile, en la Argentina...]

ROBINSON.- Mi guste mucho...

PONS.-Es un hombre incansable, duro para el trabajo... y una vista y una nariz para los negocios que ¡ya, ya!...

ROBINSON.- Ingléis, por supuesto...

PONS.-¡No, señor! ¡qué inglés! ¡Español!... Y por más señas, gallego. Nos ha dejado chiquitos a los catalanes...¡y eso que a los catalanes nos llaman los ingleses de la Península!...Pero de mala entraña también. ¡Las orejas de indio que ha hecho cortar a dos libras cada una!...

ROBINSON.- ¿Orejo indio?... ¿Algún planta?

PONS.-¡Buena planta! No, no, de indio, de fueguino... para someterlos... para acabar con ellos diría mejor... La oreja derecha, para no pagar dos veces...

ROBINSON.- ¿Para qué orejo?

PONS.-Para nada... Pero antes de cortarla había que matar al indio...

ADA.-¡Qué horror!

ROBINSON.- Eso en todo parte. Civilización no permite la atajan...¿Hace mal? ¿Hace bien? ¡That is the question!

ADA.-Disculpe, señor, pero a mí me parece que hace mal, muy mal... Cada uno en su casa, y los pobres indios están en su casa...

ROBINSON.- ¿Nacionalist, siniora?

ADA.-Yo no se qué es eso.

ROBINSON.- Sentimentalisto, como todos las senioras...¡Oh, well, very well!... Así tiene que ser... Pero eso no importe...

ADA.-¿No cree lo mismo, señor?

ROBINSON.- En la fondo, sí, pero muy en la fondo... En el práctico, ¡oh!, en el práctico muchas veces es preciso...

VARIOS.- ¡Pons! ¡Pons! ¡Don Blas! ¡Que toque! ¡El piano! ¡Una polka! Música.¡La cueca! ¡La cueca!

PONS.-Allá va... ¡No hagan bochinche!...

ROBINSON.- ¿Usteid toque?

MARTÍNEZ.- Es un gran pianista.

PONS.-(con falsa modestia).- ¡No tanto! ¡No tanto!

VARIOS.- ¡Música! ¡Música! ¡Un vals! ¡La cueca! (Aparece M. Fleury).

PONS.-(a los clientes).-¡He dicho que va!... (A Robinson.) A propósito de gente honrada, señor Robinson. Ese que entra es mosié Flerí, “artis an chevé ” (*), según dice... Hoy sería rico si no empinara el codo y no estudiara en el libro de cuarente hojes...

ROBINSON.- El codo... las hojes... (Pons le explica por señas.) Ah, yes, yes. Comprende, comprende...

VARIOS.- ¡Pons! ¡Don Blas! ¡La cueca!¡La cueca!

PONS.- Allá va...(Levantándose.) Con permiso, porque sino son capaces...

VARIOS.- (batahola, gritos destemplados).- ¡Pons! ¡Pons!

(*) “Artista en cabellos”.

 

 

 

 

 

PONS.- ¡No tolero barullos en el establecimiento! ¡Ahí está el letrero!

(Empieza a tocar y varios parroquianos bailan.)

FLEURY (Acercándose a Ada).- ¡Encantadora señoguita! ¡Je suis ravi, verdaderamente ravi! (Saludando a los demás:) Señogues!.. (A Ada:) Madmoiselle, pegmita usted que yo le b...

ADA.-Oh, no, mesié Flerí. Nada de besuqueos... Ya sabe que no me gusta...

FLEURY.- ¡Usted está una ingrata... pego encantadoga!

MARTÍNEZ.- Siéntese, monsieur Fleury, y tome algo.

FLEURY.-No creo teneg el honog...

MARTÍNEZ.- Soy el Comisario del Villarino, ¿no se acuerda?

FLEURY.-¡Oh, pardón! ¡mil veces pardón!... Soy confundid... Mas, esta niña... yo estaba deslumbrado... ¡Encantad, señor Comisaguio!... ¡Oh, la muquer, la muquer!... (Al mozo que se acerca a servirlo.) Sí, garçon, sí ...Usted me dagá.. usted me dagá... un petit verre de fine, s’il vous plaît.

MOZO.-¿Coñá, como siempre?

BELTRÁN.-(entrando).- ¿Música, baile? ¿Están de remolienda?

LOBERO.-Tuavá no, pero nu ha y faltar... Más tardecito...

ADA.-(Sin que la vea Beltrán y disimulándose con la mantilla va a golpear el vidrio de la ventana de la izquierda)

LOBERO.-Tome una copa, don Beltrán.

BELTRÁN.-¿Qué es?

LOBERO.-¡Champán, puj hombre!

BELTRÁN.-Yo no me emborracho con limonada... Gracias, compadre, y disculpe...

TELMA.-(a los que bailan).- Más decencia, noye, más decente

UNA VOZ.- ¡Que se caye la vieja!

TELMA.-¡Vieja a mí, vieja a mí, mare de Deu!

PONS.-¡Vamos! Seriedá y decencie o no toco más.

VARIOS.- Si, ya basta. No se puede jugar... se llevan las manos por delante... ¡El cuyano chambón, sobre todo!... ¡Bailemos, bailemos! ¡Siga don Blas!

BELTRÁN.-¿No hay aficionados que quieran armar un poker?

FLEURY.-¡Un poker! ¡Oh! ¡Yo cueg, yo cueg!... (A los de la mesa:) tanto pog amenizag. (Levantándose.) Merci bien, m’sieur le Commisaire!

MARTÍNEZ.- Va a perder, monsieur Fleury...

ROBINSON.- Oh, sinior Matinez... yo tambien... mi gran pecado...

FLEURY.-¿Pog qué pegdeg?... No siemp-gue he de habeg la “guigne”... Usté pegmite, señoguita, ¿n’est-ce-pas?.

ADA.-Oh, por mí ... Vaya no más, mesié...

 

 

ROBINSON.- ¡Well! ... Senior Martinez: usteid está en bueno compañío... y ya dije: ¡mi gran pecado!

MARTÍNEZ.-No se me descuide, mister Robinson... Mire que estos suelen ser ligerazos de manos...

ROBINSON.- ¿Ligerazos de manos?...(Comprendiendo.) Ah, qué importe... Yo me divierte un medio hora... si cueste caro ... ¡qué importe!

MARTÍNEZ.-Tanto pog amenizar , como dice monsieur Fleury... A la verdad que a usted no pueden hacerle mella unos cuantos cientos de pesos...

ROBINSON.- Oh, nou ... ¡sicuro! (Se acerca a Beltrán.)

ADA.-(indiferente, por decir algo).- Por lo visto ese señor inglés ha de ser muy rico...

MARTÍNEZ.-Riquísimo... Y una excelente persona... [Lo conozco desde hace mucho... Y de lo más emprendedor. ]... Podría vivir entre príncipes, y sin embargo siempre anda entre gente ruda... Dice que así ha encontrado sus mejores auxiliares... A mí, no sé si en broma, me ha ofrecido hacerme su

secretario... [Si se formalizara, aceptaría, porque de comisario de transporte...] Pero, ¿qué tiene? ¿Está inquieta?... ¿Porque no llega su marido, eh?

ADA.-Un poquito, pero... ya no ha de tardar...

MARTÍNEZ.-¿Ha encontrado trabajo?

ADA.-ÉL piensa ir a lobear...Pero a mí no me gusta mucho, ya se ve... Después de la lección...Por ahora esperaremos...

BELTRÁN.-¡Esa baraja, mozo! ¿Estaj dormío?

MOZO.-Allá va.

SCHNECKE.- ¡Mozo! ¡cerfeza!

MOZO.-Allá va.

LOBERO.-¡Otra boteyita e´ champán!

MOZO.-¡Allá va!.

BELTRÁN.-¡Pero ... esa baraja es pa hoy u para mañana, mozo! Y no te olvidej de las fichaj, ¡eh!

ADA.-(reponiéndose).-¡Ah, ahí está! (Entra Alegría seguido por Juancho.)

ALEGRÍA.-(a Juancho).-Entrá y tomate un refresco. Pero cuidadito con el guachacay, me entendés.

(Hace señas a Ada de que esté tranquila.)

DAMIANA.-¡Miren quien ha yegao!

VALESKA.- ¡Alecría!

LUCIETTA.- ¡Oh, il pagliaccio! ¡Carino!

LOBERO.-¡Venga, tome champán, compadre... ¿Qué, no quiere?... ¡Cuyano habiaj ser!

MOZO.-(a Beltrán).- Aquí tiene la baraja y las fichas.

ALEGRÍA.-(interponiéndose).- Déme a mí las fichas.

BELTRÁN.-¡Cómo... Vos aquí!...

ALEGRÍA.-(en voz baja) .- Callate y no alborotés... Yo sé lo que te digo... Los vamos a desplumar... Después hablaremos...¿Quién quiere fichas, caballeros?

 

JUGADORES.-¡Yo!-¡Déme a mí!- ¿A cuánto ponemos la caja?

ALEGRÍA.-¿A cuánto, che Beltrán?

BELTRÁN.-Metele a cien... y el que no quiera...

ALEGRÍA.-Cien... y rebote libre, ¿no?

FLEURY.-¡Cent piastres, diable! ¡Bien, bien! Tanto pog amenizag... Usted me dagá dos cacas.

JUGADOR 1º -¿Va a jugar fuerte, mosié Fleury?

FLEURY.-Oh, fuegte, fuegte...No tanto fuegte, no... Un pequeño poco solamente.

ALEGRÍA.-No te pongás nervioso que sino vamos a perder.

BELTRÁN.-¿Nervioso yo? No seas leso... Más fresco que tú.

ALEGRÍA.-Lo que es como fresco... ¿No juega nadie más?

BELTRÁN.-¡A ver, cabayeros!

ALEGRÍA.-Dejá: ¡d’entre los mirones alguno ha de cair!... si le entran ganas.(Se instalan y juegan.)

MARTÍNEZ.-¿Qué tiene, señorita?

ADA.-¿Quién, yo? Nada, nada... Estoy mirando...

MARTÍNEZ.-¿A ése? ¿Quién es?

ADA.-Un tal Beltrán, un ...

MARTÍNEZ.-¡Ah, sí! Lo conozco de nombre...Y por las mentas...

ADA.-No es buena persona...

MARTÍNEZ.-De lo peorcito que anda por estos pagos... hasta dicen que, bajo cuerda, está a sueldo de las autoridades...

ADA.-¿A sueldo?... ¿Para qué?...

MARTÍNEZ.-Para husmear e ir con el soplo, pues.

ADA.-¡Ah!...Será por eso que... que suele ir a la Argentina...

MARTÍNEZ.-Cuentan, también, que es un poco “ amargo”...

ADA.-¿Amargo?

MARTÍNEZ.-Que no es muy valiente...

ADA.-No... Ahora lo puedo decir...

MARTÍNEZ.-¿Qué?

ADA.-No... Mejor que no hable...

MARTÍNEZ.-¿Se ha arrepentido? ¡Qué misterio!

ADA.-No es misterio... Es que...

MARTÍNEZ.-No se preocupe... no tengo nada de curioso... Bueno. Mi mister Robinson, por la pinta, es capaz de pasarse jugando en peso... y yo tengo que madrugar... Cada loco con su tema, y cada mochuelo a su olivo... Usted ya tiene la compañía de su marido

ADA.-Sí... vaya no más, señor Comisario...

MARTÍNEZ.-¡Mozo!

MOZO.-¿Señor?

MARTÍNEZ.-¿Cuánto se debe?

 

 

MOZO.-Nada, señor.

MARTÍNEZ.-¿Cómo que nada?...¿Invita el patrón?

MOZO.-¡Qué esperanza!... Ha pagado ese señor inglés.

MARTÍNEZ.-¡Ah! Bueno... Entonces, muy buenas noches, señora... felicidad, y hasta la vista... Si necesita algo... Nosotros seguimos mañana mismo para Gallegos.

ADA.-¿Qué quiere que necesite? ¡Muchísimas gracias!

MARTÍNEZ.-(acercándose a la mesa de poker).-Yo me voy mister Robinson... Mañana tengo que levantarme al amanecer.

ROBINSON.- Muy bien... Yo me quede un ratito...

MARTÍNEZ.-¿Para desquitarse? No le dije que iba a perder...

ROBINSON.- Pouca cosa...

ROBINSON.- Sí, sí: mucho mejor que hotel...

MARTÍNEZ.-¿Irá a dormir a bordo?

MARTÍNEZ.- Por lo menos a bordo tiene todo lo necesario...

ROBINSON.- ¡Yes, yes! ¡Thank you!

FLEURY.-Buenas noches, señog comisaguio... La bonne nuit.(Schnecke, que hasta ahora ha estado durmiendo, tomando cerveza y fumando, alternativamente, sin ver a Ada ni a Alegría, pero vigilando de rabo de ojo a las mujeres, descubre a la joven y se dispone a acercársele. Ada que ve su movimiento se dirige al mostrador, como buscando la protección de Telma, pero Schnecke le intercepta el paso.)

MARTÍNEZ.-Buenas noches.( Cerca de la puerta.)

PONS.-Que descanse de gust, señor Comisario.

TELMA.- Bona nit tingue, señor Comisario.

SCHNECKE.- (a Ada:) -Usté va a bermitirme una balabrita...una sola balabrita...

ADA.-Ni media.

SCHNECKE.- Mira, Ata... Yo buete hacerle muy puenas brobosiciones, sí muy puenas brobosiciones... Mejior que circo, ¡oh! ¡ya! mucho mejior que circo, ¿safe?... Mucho, mucho tinero sin cran drafajo... ¡al condrario!...

ADA.- Doña Telma.

TELMA.- ¡Mande usted, noya!

ADA.- Dígale a ese hombre que me deje...

TELMA.- Señor Chenque, señor Chenque.

ADA.- No quiero alborotar... Pero hágame el favor de decirle a Alegría...

SCHNECKE.- ¡Cómo! ¡Alecría está aquí!...

TELMA.- ¡Qué, no le ha visto usté! Pues vaya un chicarrón para pasar sin verlo.

PONS.-¿Qué ocurre, Telma?

ADA.- Nada, que este hombre...

PONS.-¿Le ha faltado? ¡Porque yo no tolero que se falte a nadie en mi establecimiento, Herr Chenque! ¡Que no lo tolero, voto v’a Deu!

 

 

SCHNECKE.- Yo no valta... al contrario... con su bermiso...

ADA.- Bastó con nombrarlo a Alegría.

TELMA.- Ya se quedará tranquilo, ya.

SCHNECKE.- ¡Tamiana!

DAMIANA.- ¿Qué hay?

SCHNECKE.- Diga a muchachas, que bronto vamo in casa ...

DAMIANA.- Oh, qué apuro... ¡Espérese un rato!...

SCHNECKE.- He ticho..

DAMIANA.-Ni milicianos que fuéramos...

SCHNECKE.- Pueno, pueno... Cuando yo llamo ustedes fienen,¡eh! ¡Mozo! ¡Cerfeza!...

ESCENA IV

 

ALEGRÍA.-(jugando).- ¡Va la última!

BELTRÁN.-¡Cómo que la última! ¿Por qué la última?

FLEURY.-¡L’ultim, l’ultim!... Yo teng todavía alcunas fiches... paga la revanche... ¿Pourquoi la dernière?... ¡Cuand yo estaba sobgre el punto de ganag!

JUGADOR 1º -Sigamos, hombre, sigamos, que va muy lindo...

ALEGRÍA.-La última he dicho... Por lo menos para mí...Tengo que hacer... Si quieren seguir, seguirán después, con otro cajero...

JUGADOR 1º -Plantarnos cuando va ganando tanto...

ALEGRÍA.-¡Qué quiere amigo!

FLEURY.-Tant pis si hace “Charlemagne”... Está su deguecho... Pego...¡yo piegde ot-ga vez!...

CONSUMIDORES Y MUJERES.-¿Vamos a ver esa última?... Vamos. Vamos. (La mayoría se agolpa alrededor de la mesa de poker).-

DAMIANA.- ¡Qué montón de fichas!

LOBERO.- Y Alegría, no te digo nada. ¡Pero nojotroj, vámonos, niña!

DAMIANA.- ¡Mirá, Valeska! Decile al viejo que yo me voy.

CUYANO.-¡Qué potra habían tenido los dos mocitos!

UNA MUJER.-¿Cuánto valdrá cada ficha?

LOBERO.- Hay de uno, de cinco, de diez... qué sé yo...

CUYANO.-La gran flauta, ¡qué platal!

ROBINSON.- ¡Oh! ¡yes! mucho ¡bueno suerte!

CUYANO.-Esos dos los han pelao a todos.

TELMA.- (a Pons:)- ¿El lobero pagó el champán? Porque está por marcharse.

PONS.-Si, noia, sí, pagó... No les pierdo el ojo, descuida...

TELMA.- Bueno, bueno... Entonces, toca algo...

 

 

 

 

PONS.-Están tan interesados en el juego.

TELMA.- ¡Por lo mismo!... Mientras están en montón, no toman.

PONS.-Tienes razón, ¡tú siempre tienes razón, Telmita! Allá voy.(Se sienta al piano.)

ALEGRÍA.-Tiéndase todos... No hay vuelta, ganó Beltrán... Recogé tus fichas... Ahora a convertir... Aquí, (En el bolsillo.) están los patacones...Usted, señor, que no sé cómo se llama...

ROBINSON.- Robinson, Edgar Bowes Robinson...(Le presenta las fichas.)

ALEGRÍA.-No, las fichas todavía no... Antes hágame el favor de decirme cuánto ha perdido... es una simple curiosidad...

ROBINSON.- Pouca cosa... Será cuatrocientes... será seiscientes... No hace todavía arqueo de caja.

ALEGRÍA.-¿Y usted, monsieur Fleury?

FLEURY.-Doscientos... doscientos cencanta, peut être...

ALEGRÍA.-¿Y usted?

JUGADOR 2º - Ciento veinticinco justitos, [porque me quedan setenta y cinco de las dos cajas que me dió.]

ALEGRÍA.-¿Y vos?

JUGADOR 1º - ¡Más de quinientos, compadre! ¡La racha jue juerte y mala !...

ALEGRÍA.- Bueno... voy a convertir... Pero antes,(Tomando, el naipe.) antes quiero hacerles una prueba... cuestión de divertirse un rato.

JUGADOR.-Pague y déjese de pavadas. (Soronskinski que ha entrado poco antes ha ido a ponerse detrás de Beltrán.)

BELTRÁN.-(a Alegría). ¿No estabas tan apurado?

ALEGRÍA.- Es cosa de un minuto.

BELTRÁN.-Pero, ¿a qué viene eso?

ALEGRÍA.-A nada... ya verás... (A la barra.) Y ustedes estén atentos si quieren reírse un poco... [(viendo a Soronskinsk) ¡Oh, y éste también!].

BELTRÁN.-¡Pero... devolvé la platita, sin tanta vuelta! ¡No seas leso, puj!

ALEGRÍA.-No se te va a escapar, hermano, no hay cuidao... Ya está bien barajada, ¿han visto?... Hago cortar... corte, mister Robinson... Ahora doy cartas a los mismos que jugábamos... ¡Ya estuvo!... Ahora... vean qué casualidad... dénse vuelta... ¿Qué tiene usted? Full de reyes y dieces...

¿Y usted? Escalera... ¿Y usted? Una escalerita... ¿Y vos? Full de damas...¿Y vos Beltrán ? Nada, ni precisás, porque somos socios, y yo tengo poker de ases, nada más. [Y si jugara el Joker, el Joker también estaría... Podría haber hecho el juego menor, para que no desconfiaran, pero he querido que fuera más patente].

LA BARRA.-(Hace diversas exclamaciones, comentarios y movimientos.)

ROBINSON.- ¿Y a qué viene esto?

ALEGRÍA.-¿Que a qué viene? Pues viene sencillamente a decirles que mi amigo Beltrán y yo hemos querido darles una broma... ganarles una ponchada de pesos, pero de engañapichanga.

BELTRÁN.-¡Mentís, canaya! ¡Mentís, ladrón!

 

ALEGRÍA.-(Desde este momento todo es confusión, voces, comentarios, movimiento. Soronskinski hace ademanes amenazadores contra Beltrán. Schnecke se lleva a las mujeres).

ALEGRÍA.-Ladrón, y miento... Conforme;¡pero callate, y no chillés ni te enojés, porque va a ser pior! ¡Aquí traigo al que ladra más fuerte, con que así!... (Muestra el revólver.)

BELTRÁN.-Sos un bandido...

ALEGRÍA.-Ahora... aquí tienen la platita; voy a ...

BELTRÁN.-¡Trái para acá esa plata, sinvergüenza! No te has de jugar conmigo...

ALEGRÍA.-¡Ya jugué, y te gané también!

PONS.-¡Señores! ¡Señores!

ALEGRÍA.-Estate quieto, te digo... Si todos sabemos lo guapo que sos... cuando hay quien desaparte.

PONS.-¡Señores! ¡Señores! ¡No quiero escándalos en mi establecimiento!... ¡No quiero escándalos!

TELMA.- ¡Señor Alegría! ¡Señor Beltrán!

PONS.-¡Y ustedes ! ¡Silencio! ¡Que llamo a los Pacos, que llamo a loa Pacos!...

TELMA.- ¡Sí, pita Blas, pita! (Pons va hacia la puerta tocando pito.)

UNA VOZ.-No, don Blas, no yame a la polecía...

JUGADOR 1º -Vamos, amigo Beltrán... Se ha desgraciao... Esta vez la cosa no tiene remedio...

JUGADOR 2º - ¡Y si piensa volver a jugar en Magallanes!

UNA VOZ.-Alegría ha hecho muy bien.

BELTRÁN.-Al menos que antes me devuelva lo mío...

OTRA VOZ.- ¡Tiene razón!

OTRA.-¡Qué va a tener razón!

MANFREDI.- ¡Si sa, eh, si sa!

LA OTRA.-Pero él reclama la puesta, no la ganancia...

BELTRÁN.-Devolvé, so aprovechador...

ALEGRÍA.-Te devolveré cuando me devolvás la parte de oro que me robaste... Esto va a cuenta de mayor cantidad... Yo, amigo Beltrán, hago reír, pero no permito que nadie se ría de mí, ¿entendés?

ROBINSON.- ¡Very divertido, mucho bien!

JUGADOR.-Andate, Beltrán...

PONS.-Si no se tranquilizan, vuelvo a pitar, y si vienen los Pacos...

TELMA.-¡Márchese, señor Beltrán, márchese... Esto puede acabar muy mal!

SORONSKINSKI.-¡Lo liefaré io, Soronskinski!... ¡Él diene que darme mi oro que me rofó con dramba, sí, ahora he fisto pien... Diene darme oro... sino... cho la teja bior que el Alecrías!... ¡Salga bronto, Feltran, hague el fafor!

 

 

 

 

BELTRÁN.-Io no salgo a que me achuren...(Alegría ha empezado a devolver el dinero a los otros jugadores.)

JUGADOR 1º -Nosotros lo acompañaremos, pá que no haiga sangre...

JUGADOR 2º - Y habrá que devolverle al austriaco, también...

BELTRÁN.-¡Ya me las pagarás, Alegría! (Gritando desde la puerta, antes de salir con Soronskinski y otros.)

ALEGRÍA.-¡Girá, cuando gustés!

ESCENA V

ADA.- ¡Alegría! ¡Me has dado un gusto!... ¡Y he tenido un miedo!

ALEGRÍA.-¡No me gustan las miedosas, ricura! Pero dejame que acabe con esto.

FLEURY.-¡Está la premiera vez que yo no piegde al pokér!...[Usted está mi mascotte, señoguita...Y usté Monsieur Alegría, vous êtes un parfait gentilhomme.

ALEGRÍA.-No le entiendo, monsieur Fleury.

FLEURY.-¡Que está un pegfecto cabaliego!

ALEGRÍA.-¡Muchas gracias! No merezco tanto... Usté, señor Robinson, aquí tiene...

ROBINSON.- (rechazando el dinero.) Usteid guarda eso... Lo ha ganado muy bien.

ALEGRÍA.-Pero, ¿no ha visto la trampa?

ROBINSON.- ¡Perfectly well! Por eso lo ha ganado...

ALEGRÍA.-¿Es un regalo, entonces?...

ROBINSON.- Si a usteid le parece...

ALEGRÍA.-Se lo agradezco, pero...

ADA.- ¿Qué mal hay, si te lo da de corazón?

ALEGRÍA.-¿Creés?

ADA.- No veo nada malo... al contrario...

ALEGRÍA.-Entonces... si vos lo decís...¡Muchas gracias, mister Robinson!

ROBINSON.- Oh, nada, nada. ¿Cómo si liame usteid?

ALEGRÍA.-Alegría.

ROBINSON.- Ese no ser nombra...

ALEGRÍA.-Tiene razón...

ADA.- Es una cualidad...

ALEGRÍA.-Pero mi nombre verdadero no significa mucho que digamos... Me llamo José, como todo el mundo... Pérez, como todo el mundo...

ROBINSON.- ¿Qué sabe hacer?

ALEGRÍA.-Ya lo ha visto: trampas...(Ademán de Robinson.) buscar oro y no encontrarlo...[cuando chico corretié por la ciudad, matrerié por el campo - es un decir- aprendí poco en la escuela, mucho en la vida... Siempre supe ganarme el pucherete, en cualquier cosa, en lo que saliera...].

ROBINSON.- ¿Edad?

 

 

ALEGRÍA.-Veinticinco.¿Está por enrolarme?

ROBINSON.- ¿Por qué nou...? ¿Vivió en el campo, [dice]?

ALEGRÍA.-Peoncito de estancia...

ROBINSON.- ¿Le gusta trabaja la campo?

ALEGRÍA.-Sí, me gusta.

ROBINSON.- A medias con patrón, dos mil ovejas para empieza. Porvenir buena, sicuro.¡Pero bastante lejas, sin gente cerco, donde hay que hacerlo todo, donde -cómo si dice- donde hay que ... arremengarse!

ALEGRÍA.- ¿En campo limpio, sin vecinos, dos mil ovejas?...

ROBINSON.- Una carro, dos, tres caballos... cosas de come... Herramientos...

ALEGRÍA.- ¿Y dónde sería eso?

ROBINSON.- Territorio Santa Cruz, o en Chuput, todavía nou sei...

ALEGRÍA.- ¿El patrón sería usted?

ROBINSON.- Yes.

ALEGRÍA.-Por mi ya estuvo... Pero tengo que consultar...

ROBINSON.- Tiene tiempa hasta maniana.

ALEGRÍA.-No preciso tanto (A Ada.) ¿Vos, qué decís?

ADA.- ¿Yo? ¡Que le aceptés!

ALEGRÍA.-Peor, ¿y vos?

ADA.- Yo voy donde vos vas... Y me parece muy lindo...

ALEGRÍA.-En Tierra del Fuego tenías miedo de la soledad, del hambre, del invierno.

ADA.- Era otra cosa.

ALEGRÍA.-Es lo mismo... ya lo oíste... campo pelado, soledad...

ADA.- ¡No! ¡Es otra cosa! ¡Es otra cosa! En Tierra del Fuego buscábamos la suerte; ahora la hemos encontrado y sólo nos falta trabajar...

ALEGRÍA.-¡Pico de oro! ¿Está dicho?

ADA.- ¡Está dicho!

ALEGRÍA.-¡Después ya no podremos recular!

ADA.- ¡Recular! ¡Nunca!

ALEGRÍA.-¡Entonces , bailá, ricura! (Vuelta de baile.) ¡Mister Robinson! Acepto con toda mi alma.

PONS.-¡Ambos a dos hacéis un buen negocio!

ROBINSON.- Mañana mismo saldremos en la Villarino.

ALEGRÍA.-Pero... tengo que llevar a mi compañera...

ROBINSON.- Ah, el seniora nacionalista, sentimentalista...

ADA.- Sí, señor Robinson, yo tengo que ir con él.

ROBINSON.- ¿Y usteid no tiene mieda?

ADA.- ¿Con Alegría? ¡Qué esperanza!

ROBINSON.- Entonces... viene usteid también.

ADA.- Y a mí, ñor! ¡Se ha olvidau de Juancho, ñor! ¿No me lleva patroncito... no me yeva?... ¡De perro, ñor, de perro, patroncita!... Io les quiero servir de rodiyas si me mandan.

 

ALEGRÍA.-(como si estuviera furioso) .-¿Qué has estado tomando? ¡Decí la verdad!

JUANCHO.-Un refresquiyo no más ñor, un refresquiyo , como usté me mandó...

ALEGRÍA.-¿Es cierto, don Blas?

PONS.-Orchate de chufes.

ALEGRÍA.-Disculpe la majadería mister Robinson... Quizá me conviniera llevar un peón, un hombre de confianza.

ROBINSON.- Usteid pague por su cuento.

ALEGRÍA.-Sí señor.

ROBINSON.- Entonces conviene.

ALEGRÍA.-Tomaremos tres pasajes de tercera.

ROBINSON.- De primera. Usteides huéspedes mías.

JUANCHO.-Io de primera... y con lo pijes... Aunque me maten... ¡No, ñor, de primera... ni a tiroj!...

ALEGRÍA.-No te aflijás... Por lo fiel veremos si el Comisario Martínez te quiere dar boleto... de perro [ como vos decís ... Vamos.] (Robinson, Alegría, Ada y Juancho se dirigen hacia la puerta, acompañados por Telma y Pons. Monsieur Fleury les hace una gran reverencia al pasar. Grupo pintoresco de los demás mirones.)

 

T E L Ó N

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CUADRO SEGUNDO

Lucas Beltrán, Pedro Gómez, El tuerto Méndez,

Pancho Lucero, El vasquito Iragoiti

 

Los campos desiertos del territorio de Santa Cruz a fines del siglo XIX, accidentados, con algunos pastos entre los que domina la mata negra, pero con pedregales secos y pardos. Un arroyo traza en el fondo su línea de verde vegetación, que se pierde en lontananza. Sobre el horizonte, allá lejos, destácase la mole montañosa de Los Frailes y Los Conventos. Cielo plomizo, bajo, que anuncia nevada. Sopla el viento implacable

de Patagonia, zumbando, silbando, gimiendo. Es la tarde.

 

BELTRÁN (al paño).- Manéen bien los cabayos y sáquenles el freno para que coman un poco... ¡Chá con el viento!...(Entra en escena.) Aquí, al reparo de estas piedras podemos descansar un rato, mientras que...

TUERTO.- (al paño).- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN (entrando).- ¡Gómez! Lo que acabés vení... A ver si algún comedido hace fuego y alcanza un mate...

LUCERO (al paño).- Juego y’hay... ¿O crés que me duermo?... Y ya ensarté, también, el cuarto e guanaco.

BELTRÁN.-¡Así me gusta! Claro que p’a matiar, tragar, chupar y sestiar sos lo más despierto...

TUERTO (al paño).- ¡Ansina no má je!

BELTRÁN.- ¡Cayate vos con tu ansina, tuerto e porra!

GÓMEZ (entrando).- Aquí tenés mate ¿Qué querías?

BELTRÁN.- Tu cabayo está bastante fresco...

GÓMEZ .-Así, así... tuavía puede aguantar... ¿porqué?

BELTRÁN.- Y sos el mejor empilchado de todos... Decí, ¿no viste al pasar allí, juntito al arroyo una puntita de ovejas?...

GÓMEZ .-¿Una majada? Sí. ¿Y de ahí?

LUCERO.- Se me hace que es gente que viene a poblar.

GÓMEZ .-Puede ser muy bien.

BELTRÁN.- La última vez que pasé por aquí no había nada... Entonces...

GÓMEZ .-¿Entonces?

BELTRÁN.- Que sería mejor cerciorarse.

TUERTO (entrando con Lucero e Iragoiti).- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.- Esto anda malazo, y tenemos que dar un buen golpe.

GÓMEZ .-¡Oh! ¿Y no íbamos derecho viejo al puesto e Larguía?

BELTRÁN.- Los cabayos a gatas pueden y el puesto está tuavía muy retirao... Ya no yegaríamos hajta mañana, sol alto... Mejor es ver lo que hay por aquí.

 

 

 

IRAGOITI.- ¡Ovejas!

LUCERO.- Puede que también haiga vaquitas...

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

GÓMEZ .-No me parece.

IRAGOITI.- Ovejas, siempre ovejas... pa carniar y comer, nada más.

LUCERO.- Pior es nada.

GÓMEZ .-Tan remolonas p’a arriar.

BELTRÁN.- ¡No siás leso! Si te siguen como... como ovejas.

GÓMEZ .-Tan despaciosas y muriéndose por el camino.

BELTRÁN.- Dejá no más que algún día nos las yevaremos en tren, ¿qué te parece?

LUCERO.- Este Beltrán tiene unas agachadas.

GÓMEZ .-Pero, al fin, qué es lo que querés, decí.

BELTRÁN.- ¡Hombre! Que podrías darte una güeltita, vos que tuavía tenés cabayo para ver qué son esas ovejas y qué gente las cuida.

GÓMEZ .- Bueno.

BELTRÁN.-Fijate bien y contá los hombres que haigan... Si te animás llegate a las casas con un pretesto cualesquiera... No van a recelar, con tu facha... Bombealo todo bien y vení a decirnos...

LUCERO.- Casas no ha di haber.

IRAGOITI.- Yo creo que hay un ranchito.

TUERTO.- A mí se mi hace que es un carro.

IRAGOITI.- Yo vi humo.

GÓMEZ .- De aquí no se advierte... Queda atrás de la cuchilla.

BELTRÁN.-Vos nos dirás... Y... ¿qué hacemos, Gómez?

GÓMEZ .- ¡Oh! ¡Y estoy esperando el asao... Yo también tengo hambre!

BELTRÁN.-Apretate la barriga y no seas mulita...

GÓMEZ .- Esperá... En los tientos traigo un pedazo de asao frío.por un si acaso, y en l’alforja unas galletas... Hay que prevenirse... Unos

mordiscos, y ya estuvo.

BELTRÁN.-No te demorés, que ya se va haciendo tarde...

GÓMEZ .- ¡Oh!, y esperá... Yo también he de comer.

BELTRÁN.-Apurate entonces.

GÓMEZ .- Y no soy yo solo el de la hambruna... Miralo a mi lobuno, ¡cómo se le prende a la mata negra!...

IRAGOITI.- ¡Chá digo! ¡Ya hace una punta e tiempo que andamos a trote y galope... y ni fósforos!..Hacienda alzada que apenas si sirve p’á cueriar, guanacos, avestruces... a gatas algún venado...

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

IRAGOITI.- Y nada para hacer un buen arreo a Chile, nada para riunir unos cuantos mangangases...

BELTRÁN.-¡Chá con el hombre jeremiador!

 

 

 

GÓMEZ .- ¡Oh, y de qué querés que ande contento, vos también!... Cuatreriar al nudo, galopiadas al divino cuete, hambrunas, sé. Dormir al raso con las nevadas que ya han principiao... ¿de qué querés que andemos contento, decime?

TUERTO.- ¡Ansina no má je!

BELTRÁN.-Vos callate, hacé el favor, tuerto de porquería... Y vos, vasquito, ¿sabés lo que sos?

IRAGOITI.-¿Yo?

BELTRÁN.-Sos un sotreta... un sotreta de lo que nu hay.

IRAGOITI.-¿Sotreta? No seás leso, como decís vos. ¡Sotreta! ¿Qué nos dijistes, vamos a ver, para sacarnos de Punta Arenas y trairnos a Santa Cruz? ¡Decí, decí! Que no había más que chiflarles a los rodeos, de vacas, a las manadas, a las tropillas, a las majadas p’a llegar al otro lao de la cordillera o pasar a Chile po aqui nomás con unos miles de reses y embolsar la ponchada de pesos...

BELTRÁN.-Algún día ha e ser. Dejá que lleguemos a Río Negro o a la Pampa...

IRAGOITI.-¿Y por qué no a Güenos Aires?... Cha con el hombre... Puro jarabe de pico... De mientras, lo que es aquí, pura estancia de ingleses más armadas que un fortín... ovejas que no aguantan el viaje... vacas chúcaras... potros alzaos... güenos p’a el matambre y gracias... Y de yapa, encancanada sobre todo esto la polecía...

BELTRÁN.-Sí, lo que es de la polecía te podés quejar... Si los pobladores no se supieran defenderse eyos mismos... ¡ya podían estarse rascando la sarna!

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-La polecía es buena... p’a secarlos a multas, p’a arriarlos, p’a pialarlos si a mal no viene... y p’a cuatreriar por su cuenta, segura de la impunidá... El miedo que yo le tengo a la polecía...

IRAGOITI.-(siguiendo con su tema).- Pedregullo, matas que son pura espina, agua... en el río...

BELTRÁN.-Hoy te a dao por yoriquear...¡Y! ¡Gómez ! ¿Te le has dormido al fiambre? ¡Acabá de una vez! ¡Mirá que pronto oscurece!...

GÓMEZ .- Ya voy, ya ... Esta galleta parece fierro.

IRAGOITI.-¡Lloriquear!.. Si llegamos a riunir una puntita de ovejas... antes de alcanzar el otro lao ya no quedan más que esqueletos y cueros peladitos... si es que quedan... ¡ P’a ser cuatrero y no ganar nada más vale ser gente honrada!...

BELTRÁN.-¡Gente honrada!... ¡Y vos decís eso, vos que ya no tenés cabida en ninguna parte!...

IRAGOITI.-¡Oh, y vos, decime!... Lo que es en Punta Arenas...

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-¡Mirá tuerto!... Si no fuera...

 

 

 

TUERTO.- ¡Oh!... Y yo no lo digo mal... pero ... ¡ansina no má jé!

BELTRÁN.-¡Hay que matarlo o dejarlo!

LUCERO.-¡No sabe decir otra cosa!

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-¡Che! ¡Por las cosas que se te ocurren no tendrías precio p’a payador!

IRAGOITI.-Ha de estar borracho...

TUERTO.- ¡Diande! ¡Ni agua hi tomao!

LUCERO.-Lo que ésta es chocho... No ven que ya se le cai la baba... (Sale Lucero.)

BELTRÁN.-¿No acabás, Gómez? ¿Andás remoloniando? ¿No querés ir?

GÓMEZ .- ¡Oh, qué fregar! ... ¡Tené paciencia!

BELTRÁN.-Ya has embullao por menos media res.

GÓMEZ .- ¡Oh, y si tengo hambre!... En seguidita iré... ya que pa eso estamos... ¡La pucha con el oficio!...

BELTRÁN.-¡Buscá otro mejor!...

GÓMEZ .- Si yo pudiera...

BELTRÁN.-Si vos pudieras... si vos pudieras... Andá si has d’ir, o de no...

GÓMEZ .- ¡O de no, qué, avisá!... ¡Vaya!... (Levantándose.) Acabaré la galleta por el camino... y este bocao... ¿por qué lo he de desperdiciar?... Me lo llevo... (Vase.)

BELTRÁN.- ¡Al fin, hombre! (A Lucero.) ¿Y ese asao, cómo anda?

LUCERO.-(al paño).- Yasito no más va a estar...

BELTRÁN.-Bueno... entonces... de mientras echemos un montecito.

IRAGOITI.-¿Quién talla?

BELTRÁN.-Oh, ¿y quién ha e tallar? ¡Yo, puj!

IRAGOITI.-Yo no juego.

TUERTO.- Ni yo tampoco.

LUCERO.-(entrando).- Yo menos.

BELTRÁN.-¡Qué! ¿Se piensan que les voy a trampear?

IRAGOITI.-Sos muy taura, Beltrán.

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-¡Tuerto! No te permito...

TUERTO.- No hay que enojarse, pero... ¡ansina no má jé!

BELTRÁN.-No hay tuerto que no sea desconfiado... ¿No quieren jugar, entonces?

LUCERO.-¿Cómo querés?... ¿Y lo de Punta Arenas?

IRAGOITI.-¡Envainá el naipe!

BELTRÁN.-El de la trampa fué el otro...

IRAGOITI.-¿Sí, eh? ¡Inocente!

 

 

 

 

 

BELTRÁN.-Y con ustedes hubiera jugao legal no más... como amigos... ¡Ese Alegría! ¡Se desquitó fiero el mozo!... Ahora siento lo de Tierra del Fuego, en de veras... Pero cuando andan polleras en el baile... Arisca la potranquita... Yo quería castigarla, domarla... Con él no iba la cosa, pero cayó enredao en la historia...Y lo pior es que acabó por ganarme de mano... ¡Y p’a ganarle a Beltrán se necesita ser vivo... muy vivo!

IRAGOITI.-¿Ya te tragaste la rabia?

BELTRÁN.-Yo no les tengo rencor a los hombres guapos y diablos como ése... Mejor amigos que de enemigos...

IRAGOITI.-Se me está haciendo que le tenés un poco de recelo...

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-Cayate, tuerto o de un guantón... Mirá, vasquito... Cuando una vez te has metido hasta las verijas en un cangrejal, después, ¿qui hacés?... Andás tanteando el campo... todo se ti hace cangrejal... Los lesos son los únicos que nos aprienden...

LUCERO.-¡Beltrán! Mirálo a “ansina no má jé”.

BELTRÁN.-¿Estás chupando?

TUERTO.- Ansina...

LUCERO.-(yéndose).- No te lo tomés todo... dejá algo p’a convidar...

TUERTO.- Yo hi guardao... ustedes se lo chuparon todo antes de tiempo... Aura aguanten y chiflen...

IRAGOITI.-Convidá, no seás roñoso...

TUERTO.- Diande mi vida...

LUCERO.-(al paño).-¡Güeno! Ya está el asao...

BELTRÁN.-Vamos, muchachos, a comer! En seguidita le apretamos la cincha a los mancarrones... ¡Cha con el viento! y en cuantito llegue Gómez, si trai buenas noticias les damos un malón a los de la casa... a los del carro, lo mismo da... ¡Y si no, a lo de Larguía!...

IRAGOITI.-De juro...

BELTRÁN.-Y no se olviden de revisar bien las armas... Porque si nos yegan a sentir habrá que hacer la pata ancha, p’a que no se chingue el golpe.

¿Divisan a Gómez todavía?

IRAGOITI.-Ahora ha subido la lomada... ya empieza a bajar p’a el otro lado...

TUERTO.- ¡Ansina no má jé!

BELTRÁN.-Vamos a prenderle, vamos a prenderle... (Vanse los tres con todo.)

 

 

 

 

T E L Ó N

 

 

 

 

CUADRO TERCERO

Alegría, Ada, Juancho, Pedro Gómez

 

En los mismos parajes del cuadro anterior y sobre el mismo cielo, pero en orientación distinta, destácanse, también, Los Frailes y Los Conventos. El terreno es igualmente accidentado, y el viento sopla con análoga intensidad y variedad de entonaciones. En este sitio solitario han acampado gentes que viajaban en el carro de toldo de lona que ahora les sirve de morada. Delante del carro arde el fogón del campamento. Cerca del foro, algo a la izquierda, tres palos formando pirámide, con roldana, cuerda y balde, revelan que están cavando un pozo, pues al

pie de esos palos se amontona la tierra extraída. Cerca, hacia el foro también, una regular pila de adobes crudos. Es la tarde, a la misma hora en que terminaba el cuadro anterior. Ada, sentada en una piedra de las que hay esparcidas junto al fogón, teje o cose y cuida del asado y la pava de agua caliente. Juancho se ocupa de los adobes, del pozo, del carro, en continuo movimiento. Las ráfagas violentas juegan con el fuego y con la lona del carro...

 

ESCENA I

ADA.- ¡Qué viento! ¡Si hasta levanta pedregullo!...¡Y qué frío!... ¡La nochecita que nos espera, Juancho!

JUANCHO .-Piores hi pasao... Aura siquiera estoy abrigao por adentro. (Por el estómago.)

ADA.- Ya se está haciendo tarde, y Alegría no aparece... A ver si lo ves...

JUANCHO .-Si viene yegando po atrás de aquel cerriyo... será que tuavía anda lejo, patroncita.

ADA.- ¿Y la majada?

JUANCHO .-Ahí etá, mu quieta... mu apretadita... anca al ventarrón.

ADA.-Y los perros, decí.

JUANCHO .-¿Qué, no los oie, patroncita?... Andan toriando a una oveja que si’apartau. Ia se la tráin, ia...

ADA.-Sí, ahora los oigo.

JUANCHO .-¡Qué animalitos!... Ni un cristiano... Y si quisieran hablar...

ADA.-(preocupada).- Cuando llegue Alegría el asado va a estar completamente seco.

JUANCHO .-De veras...

ADA.-Por suerte he pensado en hacerle una carbonadita con arroz... Voy a acabar de cocinarla.... No sé dónde tengo la cabeza... este viento me vuelve loca... ¡Qué descampado! ¡Qué soledad!... Y ni un arbolito...

 

 

 

(Silencio acongojado; luego, sacudiendo la cabeza:) ¡En fin!... ¡Si Dios quiera que todo nos salga bien!... (Pausa.) Y por qué no ha de salir bien, como dice Alegría... Juancho, alcanzá el arroz y andá a traer un balde de agua del arroyo...

JUANCHO .-(va a la carreta y saca el tarro del arroz).- Aquí tiene... y agua tamién... Esta tardecita la truje...

ADA.-¿Cuándo, si te lo has pasado cortando adobes?

JUANCHO .-Y estoy meio deslomadito, es cierto... Pero si uno se da maña, para todo hay tiempo... ¡Qué casa, ñora, qué casa vamoj hacer!

ADA.-Si mister Robinson nos hubiera dado una casilla de esas de armar...

JUANCHO .-Casiya di armar... casiya de tablas que dejan dentrar el frío... La casa será mucho mejor ‘ñora.

ADA.-Tenés razón... Hay que tener un poco de paciencia para que las cosas no salgan torcidas... (Pausa.) Mirá a ver si anda alguien por el campo... Desde que pasaron esos hombres estoy con mucho recelo...

JUANCHO .-Ni un alma,’ñora... Los gauchos de esta tarde ia irán lejo, puj.

ADA.-¿No serán indios decí?

JUANCHO .-Nu eran indios, no ‘ñora... Apenas los alcancé a divisar, pero no eran indios no... Los indios saben andar di otro modo.

ADA.-¿Serían malevos?

JUANCHO .-Y io qué sé, patroncita... Pero si eran malevos no si han ocupao de nojotro. Rumbiarían p’a otro lau...

ADA.-Sí, pero... y el indio de esta mañana...

JUANCHO .-A ese lo vide bien... Iba con cueros... con quillangos... de juro p’a venderlos en Gayegos...

ADA.- ¡Sí, Alegría hubiese sabido!

JUANCHO .-¿Qué?

ADA.- No hubiera tenido que dar tan tremendo galope... Le hubiese comprado un quillango o dos al indio, y se acabó...

JUANCHO .-¡Y cómo iba a saber!

ADA.-Miren que irse hasta el puesto de Larguía sólo a buscar con qué abrigarme... ¡Se necesita!...

JUANCHO .-¡Oh, y así tiene que ser, pú!... La patroncita no se puede morir de frío por aurrar una galopada... Y se me hace que v’a nevar...

ADA.-Esas nubes tan negras... ¿Decí, cuándo crees que acabaremos el rancho?

JUANCHO .-¿La casa? ¡Ni un mej tardaremo, ni un mej!...

ADA.-También tenemos que seguir pensando en el pozo... Hay que acabar de cavarlo.

JUANCHO .-El pozo también, ‘cita, y tóo y tóo... Pero lo qu’es por agua p’a tomar y pal puchero, no hay que apurarse; en cuantito empiecen las nevadas... Se mete nieve en un balde, y ia estuvo.

ADA.- Ahí ladran los perros... Si será Alegría...

 

 

 

JUANCHO .-(observando).- No ’ñora...Ej el indio di hoy.... Ia pega la güelta... ¿Di ande vendrá tan pronto?... Y güelve sin nada...

ADA.- Traé el winchester, y vos agarrá el remington, no sea cosa...

JUANCHO .-Pasa e’largo, patroncita.

ADA.- No importa. Traé. Hay que estar prevenido...

JUANCHO .-(dándole el winchester que estaba junto a la carreta).- Aquí tiene. (Mirando de nuevo el campo.) Pero... mire qué cosa... juntamente atrás del indio había venío el patrón.

ADA.- ¡Al fin!

JUANCHO .-Yega a to galope, con un bulto en las ancas...

ADA.- ¿Le habrá pasado algo?

JUANCHO .-(como si Ada acabara de decir un disparate).- ¿A quién? ¿ Al patroncito?... ¿y qué le puede pasar al patroncito? ¡Tendrá hambre, puj!

ADA.- ¡Más de quince leguas entre ida y vuelta!

JUANCHO .-¡La longiadura que yo tendría!

ADA.- Y todo para que yo no sienta el frío... Pero, a la verdad que esas lonas, (Por las de la carreta.)reparan del viento, pero el frío se cola por todos lados.

JUANCHO .-Y p’a usté que ha i tener laj carne tan tiernaj, ‘cita... Por mí, ya estoy curtío... Y lo qu’es en Chiloé y en otraj partes... Aquí... si no juera por laj heladas... y el viento... y la nieve... Y lo qu’es hoy v’a nevar... segurito que v’a nevar...

ADA.- ¿Oh, los perros alborotados y contentos?... Ya está aquí. (Corriendo hacia la izquierda.) ¡Buenos tardes! ¡Buenas tardes! (Vase).

JUANCHO .-¡Pobre niña!... ¡Y tan guapita p’a los trabajos!... Tiene aguante en de veras... Lo qu’es otra... ¡Claro! Como era pruebista... Pero otraj, aunque sean pruebistas.

ADA.(al paño).-¡Al fin llegastes!

 

ESCENA II

ALEGRÍA.-.(al paño).-Dejá que ate el zaino a este chañar... Te traigo unos quillangos de mi flor...Ya verás.(Entran ambos en escena.) Me llegué a casa de los Larguía... buena gente... muy buena gente... En seguidita me prestaron una manta y una frazada, y me querían dar la casa entera...

Pero no hubo necesidad de nada de eso, ni siquiera de las mantas, ya verás... Dejá primero que te cuente de los Larguía... Figurate que empezaron como nosotros, ¡qué! mucho peor porque no traían tantas provisiones como las que nos ha comprado mister Robindson. [Un carrito, algo de almacén y a gatas una puntita de ovejas... Ellos solitos, marido y mujer, alzaron, como nosotros, un rancho de adobe, después de mucho sudar... Como que no tenían a Juancho para que los ayudara... Hicieron

 

 

 

pozo, corrales... Y... la cosa anduvo bien, tan bien que ahora el puesto es cómodo, las ovejas, que le salieron melliceras, son ya bastantitas, tienen un peón y ya dentro de pocos años los hijitos principiarán a

ayudarlos...

ADA (con marcado interés).- ¡Habían tenido hijos!

ALEGRÍA.-Dos, macho y hembra... Han sembrado alfalfa, tienen vacas tamberas, un rodeíto, más bien un plantel, caballos... Un tiempo más, y son ricos, ¿ves?

ADA.-¡Pero quién lo duda, Alegría! Y dos hijitos...

ALEGRÍA.-(sin notar el interés de Ada por los niños). -[Sí. Me hicieron probar el queso... y la manteca... como la manteca blanca del aserradero de Lapataia, aquella leche de cabra, ¿te acordás?... ] ¡Bueno! Pero abrigate muchacha, abrigate... ¡Qué me decís de ese quillango!

ADA.-(envolviéndose en el quillango).-¿Te lo dieron ellos?

ALEGRÍA.-¡Espera, hombre!... ¡Ella es la que ordeña y hace los quesos... fuera de todo lo demás que hace, como vos, pobrecita!

ADA.-¿Y es criolla?

ALEGRÍA.-Mirá la casualidad! Larguía es criollo como yo, y la mujer, Marieta, es gringa como vos... es decir, no: francesa.

ADA.- Pero si yo no soy gringa. Nací en el mismo Buenos Aires ya sabés.

JUANCHO .-Ma icas de genovesi de la Buca.

ADA.- ¡Sonso!

ALEGRÍA.-¡Sonso! ¡Vení prendita y dame un beso por las palabras que hemos tenido!

ADA.- Y por la galopiada, y por los quillangos... Uno será para el chilote, ¿no?

ALEGRÍA.-Está claro. (Regocijo de Juancho.) Pues, como iba diciendo, al salir de la casa de los Larguía no habría trotado tres cuadras cuando me crucé con un tehuelche... Iba a vender sus cueritos en Gallegos... Ahí no más le hice trato... “-¿Cuánto querés por este quillango?- Quín sheve... será cien obejas.- ¡Estás loco! - O serán menos, ¡quín sheve! -¿Querés diez pesos chilenos?- A ver cuantu dié peshu...” - Le mostré los papelitos... le pareció poco... regateó... Le ofrecí once... y me quedé con tres quillangos por treinta y tres pesos chilenos... En Gallegos me hubieran pedido por lo menos veinte pesos casa uno... y le hubieran dado cinco por los tres al pobre tehuelche... Los dos salimos ganando, ¿ qué te parece?

ADA.-¡Qué bueno!

ALEGRÍA.-Entonces me fuí otra vez a casa de los Larguía, les devolví las pilchas dándoles las gracias, y enderecé para acá.

ADA.-(arrebujándose en el quillango) .- ¡Y qué caliente es!

ALEGRÍA.-Don Sebastián - él se llama Sebastián- me ha contado una punta de cosas. Imaginate que un tal Carlos Ross, un inglesito, llegó hace años

 

 

 

al territorio sin tener dónde caerse muerto. Nada, lo que se llama nada... Hoy está casi rico... Para principiar se compró un caballo, un criollo, el Tucu-Tucu, que por ahí anda todavía... Lo suele alquilar por chucherías, nunca por plata... Pero ¿sabés cómo lo pagó entonces?

ADA.-Pero, ¿cómo querés que sepa?

ALEGRÍA.-Pues lo pagó el pobre con ochocientos pesos de trabajo, con ciento y tantos días de trabajo... El matungo no valía gran cosa, pero él pudo andar de aquí para allá por las estancias y los puestos, haciendo cosas de carpintería, de herrería, de lo que cayera... Ganó un platal y hoy, según él mismo dice, “no trabaja más que para entretenerse” porque ya tiene una fortunita...

ADA.- ¡Qué lindo, eh!

ALEGRÍA.-Qué lindo, sí. ¿Querés que te diga, Ada? Yo me alegro de veras de haber dado el paseíto de hoy...

ADA.-¡Paseíto!...

ALEGRÍA.-Y es que, ¿a qué negarlo? Ya andaba medio julepeado... “Si no andan bien las cosas, la pobrecita Ada”, pensaba... Pero al ver al casal de los Larguía y sus cachorros, al saber [lo de mister Ross y] una punta de cosas más, me ha entrado una fe... me ha entrado una fe que no te digo nada. “Metete con confianza, Alegría, metete con confianza”. ¡Ya lo creo!

ADA.-[¡Las qué habrán pasado al principio!

ALEGRÍA.-¿Al principio?... Por no carnear de la majadita, que era apenas un pucho, como ya te dije, el marido salía a peludiar, cazaba liebres, mulitas... Hasta zorro trataron de comer, pero ¡diande! y cuando agarraban un venado, un guanaco o un avestruz distraído, ese era día de banquete...¡Mejor! Así tienen qué contar. Es lo que yo digo cuando ando en la mala: “Mejor, si no fuera así la vida sería muy pava”... Claro, si no pasara nada...

ADA.-Según lo que sea, Alegría, según lo que sea... Y] decí, ¿no has tropezado con gente por el camino?

ALEGRÍA.-El tehuelche y nada más, ¿por qué?

ADA.-Porque hará cosa de tres horas, tres horas y media pasaron por aquel lado, bastante lejos, unos cinco o seis hombres a caballo...

ALEGRÍA.-¿Cristianos o indios?

ADA.-Juancho dice que cristianos.

JUANCHO .- Indios nu eran patrón. No tenían cueros sino ponchos y chambergos grandotes...

ALEGRÍA.-¿Rumbo a lo de Larguía?

ADA.-Sí.

ALEGRÍA.-Extraño que no los haya cruzado... Y aquellos pobres tan descuidados... Pero seguramente agarrarían para otro lado... No hay chucho.

ADA.-¡Eso decís siempre, Alegría!

 

 

ALEGRÍA.-¡Y tengo razón! ¿Acaso nos ha pasado nada?

ADA.-Pero si esos gauchos...

ALEGRÍA.-Vinieran a asaltarnos... No tengás cuidado... Esperate un poquito... (Alegría va a la carreta, saca una caja de cartón , la rompe y en la parte blanca escribe con un pedazo de leña carbonizada.)

ADA.-¿Qué vas a hacer? Mostrame.

ALEGRÍA.-Ya verás, ya verás; ahora no...(Sigue conversando tranquilamente mientras dibuja algo en el cartón.) Aunque Larguía dice que, de tarde en tarde suelen andar cuatreros que roban ganado y se lo llevan Magallanes... ¡Bah! Estando prevenidos no hay que asustarse... A lo que hay que tenerle miedo, según parece, es a las autoridades del territorio... Larguí anda cavilando porque dice que el gobierno suele vender o arrendar a otros sin avisar a los pobladores antiguos, [ni aunque éstos le hayan pedido ellos también y estén prontos a pagarlo...] “Si viene un nuevo dueño, o un arrendatario cualquiera, a tiros lo saco, creamé, a tiros”.Y por la rabia que tiene se ve que el hombre es muy capaz... ¡Pero después sería la historia!...

ADA.-¡Mirá si nos pasa a nosotros!...

ALEGRÍA.-A nosotros no nos puede pasar, porque mister Robinson ya tiene muy bien escriturado todo esto... y mucho más... (Acabando el cartel que escribe.)¡Ya está! ¡Ahora podés mirar, y leer!

ADA (leyendo).- “Es... Prohibida... la Entrada... a los... a los Malevos”. ¿Y eso?

ALEGRÍA.-(fija el cartel en uno de los palos del pozo).-Aquí, bien a la vista... ¿Qué me decís?

ADA (riendo).-Y te imaginás que con eso...

ALEGRÍA.-Con eso... y con este otro...( Por él mismo) No habrá malevo que se llegue... y si se llega sabremos recibirlo, ¿no es verdad Juancho?

JUANCHO .- ¡Claro, puj’ hombre!

ADA.- Siempre salís con alguna pa...

ALEGRÍA.-Decí, decí ricura... O si no dame pronto un beso, por la mala intención.

ADA (riendo).-¡Vaya! ¡Vaya! Estate quieto y vení comé, que estarás galgueando...

ALEGRÍA.-(servido por Ada).-¡Carbonada con arroz! ¡Macanudo!

ADA.-¿Te gusta?

ALEGRÍA.-¡De alma!

ADA.-Juancho...Ahí tenés el asado... si está demasiado seco, dejalo y te daré un poco de carbonada.

JUANCHO .- Está lindazo no maj’... Yo le priendo... Después... después, si le queda un poco e carbonada...

ALEGRÍA.-¿Y la niña no come?

ADA.- Sí, si, pero muy poco... No tengo muchas ganas... Mientras cocino, a fuerza de probar, y con el mismo olor...Pero, che Alegría, decime, y esos chiquilines del puesto,¿cómo son?

 

 

ALEGRÍA.-¡Figurate! Un gauchito y una gauchita, altos así... Apenas hablan y ya el varón se enhorqueta como puede en el caballo de la noria ¡ico! ¡ico! y si no lo sacan se está dando vueltas y vueltas todo el día...

ADA.- ¡Qué encanto!

JUANCHO .- Tórian los perros...

ALEGRÍA.- Vendrá alguien... Mirá a ver...

JUANCHO .- Es un paisano... Ya se apea.

ADA.- (con vago temor).- ¿Qué vendrá a hacer?

ALEGRÍA.- Él dirá.

ESCENA III

GÓMEZ .-¡Ave María! (Apareciendo por la izquierda, como con recelo.)

ALEGRÍA.- (bromeando).- Empuje la puerta y entre nomás.

GÓMEZ .-¿Qué puerta? ¡Si no hay puerta!

ALEGRÍA.- ¡Oh, y entonces!... Acérquese, hombre, acérquese.

GÓMEZ .-Buenas tardes, amigo: buenas tardes, mocita... (Alegría lo observa con mucha atención, lo mismo que al caballo que ha quedado fuera.)

ALEGRÍA.-¿Qué se le ofrecía, compañero?

GÓMEZ .- (algo turbado).- Venía... Pasaba por aquí... para ... para Gallegos... y como se hace tarde y no he comido desde la madrugada...

ALEGRÍA.-No diga más... Servile, Ada.

GÓMEZ .- Muchas gracias, amigo.(Ada le presenta un plato de carbonada y un tenedor de hierro.)

ADA.- Sirvasé.

GÓMEZ .- ¡Disculpe la molestia, moza! Le agradezco...

ALEGRÍA.-No haga cumplimientos... Y, ¿qué anda haciendo, si se puede saber?

GÓMEZ .- Pues yo... voy a Gallegos a buscar trabajo... Vengo de... de la estancia de Coronel... costeando el Coile.

ALEGRÍA.-¿Estaba con Coronel?

GÓMEZ .- Sí, pues...

ALEGRÍA.-¿Y por qué lo ha dejado? ¿O él lo ha despedido?...

GÓMEZ .- No me convenía.(Hace esfuerzos por comer, pero apenas puede, a causa de lo que acaba de embaular con los cuatreros.)

ALEGRÍA.-Ah, no le convenía...

GÓMEZ .- No, pues... Demasiado trabajo... y en cuanto a pagar...

ALEGRÍA.-Pero, según me han dicho, Coronel es muy buen patrón... y me parece raro que no pague, cuando usted tiene tan macanudo empilchado, lo mismo que su lobuno...

GÓMEZ .- (algo turbado).- Eh, cositas que tenía de antes...

 

 

 

ALEGRÍA.-Perdóneme la curiosidad... No es por nada... le pregunto para charlar un rato... ¿Pero ... no come?

GÓMEZ .- Muchas gracias... Soy de poco comer... (El viento amaina y luego cesa del todo. Gran silencio en el campo.)

ADA.- Pero apenas la ha probado... ¿No está buena la carbonada?

GÓMEZ .- Riquísima... Pero siento un peso en el estómago y se me ha pasao la gana... Será el sueño... Porque lo que tengo es sueño... ¡Natural! ¡Con la galopiada!... Y si me dieran licencia p’a tender el recao, aquí, al reparito de la carreta.

ALEGRÍA.-¡Sí, eh; con mucho gusto compadre!... (Llamando.) ¡Juancho! Apretale bien la cincha al montao de este paisano. Pronto, porque anda muy apurao. Y ahora, amigazo, sírvase un colorao, priéndalo y mándeseme cambiar más pronto que ligero.

GÓMEZ .- ¡Miren con lo que me sale!... Lo que yo le pido como un gran servicio es que...

ALEGRÍA.-Ya sé, ya sé... ¿Pero no ha leído el letrero?

GÓMEZ .- ¿Qué letrero? Yo no sé lér.(Juancho se pone a tender unas lonas cubriendo la parte inferior del carro. Ada recoge los cubiertos, etc. Pero ambos siguen atentamente la escena.)

ALEGRÍA.-Aquél, mire...¿Sabe lo que dice? Dice: “Es prohibida la entrada...

GÓMEZ .- Pero si usté mismito...

ALEGRÍA.-...”a los malevos”.

GÓMEZ .- ¡Yo no soy malevo! Yo soy...

ALEGRÍA.-No, no es malevo, no: es sencillamente un bombero de los gauchos que pasaron esta tarde... Eso es lo que es.

GÓMEZ .- ¡Si habrá perdón de Dios!

ALEGRÍA.-No me chupo el dedo, amigazo... Que le paguen, y peor si no le pagan, un pobre peón [de Coronel] no anda con esas pilchas ni para un Veinticinco de Mayo... Ni monta un pingo como el suyo con un recao chapeao y estribos de plata... Ni cuando tiene hambre desde la madrugada apenas prueba bocado al caer la noche, como mujercita embarazada y mimosa...

GÓMEZ .- ¿Me lo dice por reírse, no? (Turbado.)

ALEGRÍA.-¡Sí, sí! Juéguele risa, pero lárguese, amigo.

GÓMEZ .- Usté me falta...

ALEGRÍA.-Y usté me anda sobrando... ¡Lárguese!

GÓMEZ .- (se levanta con mal gesto).-¡Qué le hemos de hacer! Cada uno manda en lo suyo... ¡Adiosito! ... (Con vaga amenaza.) ¡Ya nos veremos! (Dirigiéndose a la izquierda.)

ALEGRÍA.-Sí, ¡eh!... ¡Espérese, oiga!

GÓMEZ .- ¿Qué quiere?

 

 

 

 

ALEGRÍA.-Hágame el favor, el gran favor, de decirles a sus compañeros que ni se les frunza, ¡oye! ¡que ni se les frunza venir a robarme ovejas, ni esta

noche, ni otra noche cualquiera del año, ni del siglo!... [Queremos mucho a nuestras ovejitas, somos muy celosos y] las rondamos noche y día dispuestos a dejar seco de un tiro a cualquiera que se les arrime con mala intención...

GÓMEZ .- Cha que había sido...

ALEGRÍA.-Y hagalé saber al que los manda, si es que alguno los puede mandar, que aquí vive Alegría, (Visible sorpresa de Gómez.) que no es ni guerrero del Paraguay ni Conquistador del Desierto, pero que las tiene muy bien puestas y que le puede meter un chumbo en un ojo a tres cuadras de distancia, ¿ha oído?

GÓMEZ .- Alegría... el payaso... pero si tenía tamaña boca y...

ALEGRÍA.-¡Alegría, el payaso, eso es!

GÓMEZ .- (muy interesado y avanzando involuntariamente un paso) .-Pero si yo lo he visto... cuando anduvo por Madryn, ¿no se acuerda? ... Conque había sido... ¡Pero miren! ¡Cha que tiraba bien!... ¿Y ésa será la mocita, que la dibujaba a balazos en el tablero, con el rifle?...

ALEGRÍA.-¡Sí, sí! ¿Quiere ver mi firma? ... Ahora mismito la verá.(A Ada) Dame el whinchester... Mire...(Dispara dibujando una A en el cartel del pozo.) ¿Ha visto? [Una A... “Alegría”...] ¿Está conforme?

GÓMEZ .- ¡Cha digo!... [Yo no sé lér... Pero entiendo marcas...] ¡Tá bien!... Aj’ ya nos contaba Beltrán...

ALEGRÍA.-¿Qué me dice?...

GÓMEZ .-Que... que más quiero dirme de amigo que no de enemigo... Y no es por miedo, creameló...

ALEGRÍA.-Bueno, bueno... Pero, ahora, lo mejor es que se vaya...

GÓMEZ .-Ya me voy... sí, ya me voy... pero.

ALEGRÍA.-Que pase buena noche...

GÓMEZ .-¿Sin que me dé la mano?

ALEGRÍA.-Yo no doy la mano más que a los amigos...

GÓMEZ .-Y yo he i ser su amigo... lo mismo que de esa prenda... de esa prenda suya, claro está...

ALEGRÍA.-¡Y muy mía!... Pues si quiere de veras...

GÓMEZ .-¡Como hay Dios!

ALEGRÍA.-¡Entonces, bueno!... ¡Pero no vaya a venírseme con vueltas, porque a mí no me envuelve nadie y va a ser al divino botón!

GÓMEZ .-Como que me llamo Pedro Gómez... Y si mis compañeros lo llegan a conocer, de juro que... (Ada, que ha acabado de arreglar los platos, etc., se acerca a los dos.)

ALEGRÍA.-¿Cuatreros eh?

 

 

 

 

GÓMEZ .-¡De algo si ha y vivir! [...Los pobres tenemos que remediarnos como podemos...]

ALEGRÍA.-Pero usté,(Ya con cierta simpatía.) ¿por qué no trabaja?

GÓMEZ .-¡Eh! A veces, por juirle al trabajo uno echa los bofes, y es p’a pior... Pero se está más contento...

ALEGRÍA.-¿Conque echan los bofes, eh?

GÓMEZ .-Le parece poco eso de rastriar leguas y leguas buscando ocasiones... y bombiar en estancias a riejo que lo achuren a uno... P’a después rumbiar al tranquito arriando hacienda de noche, en la oscuridad, juyendo de la polecía y de las casas grandes con sus perros y sus remintones, que ladran y dan tarascones, unos con los colmillos, los otros con la bala... cayendo en una punta de dificultades, aguantando miserias, hambre, sé... y ¿a qué santo? a que el ganao se nos vaya muriendo por el camino... y llegar a Chile sin un animal... ¡Cha digo!

ADA.- ¿Por qué no se conchava?

ALEGRÍA.-¡Sí, conchávese, hombre!

GÓMEZ .-¡Conchavarse, como sirviente!...

ALEGRÍA.-Al principio sufriría un poco, no digo que no... pero no tanto como en esa vida de perros que usté mismo dice... ¿Dónde irá el buey que no are?... Después... uno se acostumbra... llega a tener sus animalitos... a ser puestero... a ser patrón... La cosa es empezar...

GÓMEZ .-¡Pero la libertad, qué me dice!... Tener que estar siempre clavao en la estancia, o en el puesto, como gallo de riña en el jaulón... ¡No, no! No nací p’a eso, don Alegría... ni los compañeros, tampoco...

ALEGRÍA.-¿Quiénes son sus compañeros?

GÓMEZ .-A usté se lo puedo decir... El tuerto Méndez, un gaucho viejo y maceta, medio chocho; el vasquito Iragoiti... le decimos vasco por la cara y por el apelativo, pero es tan criollo como yo; Pancho Lucero, un paisano avisao y muy dispuesto, y como cabecilla el roto Beltrán, que... (Comienzan a caer lentamente algunos copos de nieve, muy ralos.)

ALEGRÍA.-(interrumpiéndolo).-¿Lucas Beltrán?

ADA.-(al mismo tiempo que Alegría) ¡Beltrán!

ALEGRÍA.-Ya me pareció que lo había nombrado...

GÓMEZ .-Lucas Beltrán, sí, el mismo... Ya sé que lo conoce... desde Magallanes...

ALEGRÍA.-Caramba si lo conozco... Si supiera lo que le debo, aunque sin intención... gracias a un inglés... Pero no hace al caso... ¡Bueno! Dígale a Beltrán que su amigo Alegría le manda muchas expresiones... y que anda con ganas de que se diviertan juntos otra vez... como en Tierra del Fuego y sobre todo como en “El Diluvio”...

 

 

 

 

 

GÓMEZ .-¡Hum! Se me hace que no se ha de arrimar... ¡No me parece!... (La nieve cae ya con mucha abundancia.) ¡Malhaya!... Ya empezó a nevar juerte... Y la nevada va a ser tremenda, por la pinta... Si usté me diera licencia...

ALEGRÍA.-(señalando la carreta).-No hay comodidá en la casa.

GÓMEZ .-Al reparo de la carreta...

ALEGRÍA.-Somos amigos, Gómez, pero todavía no tanto...

GÓMEZ .-Mire que aura le pido en deveras... Pero creamé que...

ALEGRÍA.-Ya le voy creyendo... Yo no sé engañarme... Usté, en el fondo, no ha de ser mal hombre... Algún día...

GÓMEZ .-Entonces... ¡adiosito, y que Dios lo ayude! (Se encamina a la izquierda.)

ALEGRÍA.-(deteniéndolo cuando ya va a desaparecer).-¡Ah, óigame una palabra!... (Gómez retrocede para escucharle.) Es un servicio... Si llega a pasar cerca de lo de Larguía, oye, hágame el favor de decirle que mañana me mande, [si no es mucha incomodidad... que mañana mismo nos mande] tres o cuatro de sus peones a que me ayuden a acabar de cortar árboles y hacer las paredes, porque los fríos ya están encima y no queremos seguir durmiendo a campo raso... ¿me ha entendido, amigo?

GÓMEZ .-Así lo haré, don Alegría. (Revelando bien que no irá, en voz baja:) ¡Cualquier día! (Alto:) ¡Adiosito!...

ALEGRÍA.- ¡Que le vaya bien! (Vase Gómez.)

ADA.-(sorprendidísima).-¿Pero... tienen tantos peones los Larguía?

ALEGRÍA.- ¡Qué han de tener!... No ves, sonsa, que estos eran muy capaces de ir a darles un malón... ¡Y lo qué es ahora!

ADA.-¡Sos el diablo!

ALEGRÍA.- ¡Juancho!

JUANCHO .- ¿Ñor?

ALEGRÍA.- Te vas a quedar de guardia al lao del fogón hasta medianoche, que yo te relevaré... Si llegan a ladrar los perros, toreando, hacé fuego ahí no más, con tu reminton, al tun-tun, no le hace. Es para que oigan y despertame yo... Vos, Ada, en cualquier caso, te quedás en la carreta

con el winchester...

ADA.-Eso será según...

ALEGRÍA.- No es cosa de que nos pelen antes de pelechar...

ADA.-(a Juancho).- ¡No te vas a dormir!

JUANCHO .- ¡Estaré con los jojos así, patroncita!...

ALEGRÍA.- ¿Cómo estaban las ovejas?

JUANCHO .- Amontonaítas,’ñor, con la nevada... y lo perro hechoj un oviyo entre la nieve.

ALEGRÍA.- ¡Bueno! Mañana tempranito a los adobes, y al pozo... Empezaremos por ahondar un poco... la tierra ya principia a estar húmeda...

 

 

JUANCHO .- Sí, patrón.

ALEGRÍA.- Ahora usted, señora Ada, hágame el honor de darme el brazo para llevarla a sus aposentos...

ADA.-¡Aposentos, la carreta!... (Arrebujándose en el quillango.) Pero hoy no tendré frío...

ALEGRÍA.- No tendremos... ¡Ah! ¿Conque no quiere darme el brazo? ¡Peor para usted! (La toma de la cintura y la va llevando hacia la carreta.)

ADA.-(con mimo).- Decime Alegría... Los gauchitos esos...

ALEGRÍA.- (haciéndose cómicamente el que no entiende).-¿Qué gauchitos?

ADA.-Los nenes de Larguía...

(El resto no se oye porque cae el)

 

TELÓN RÁPIDO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ACTO TERCERO

CUADRO ÚNICO

 

En el mismo, antes desolado, sitio donde se desarrollaron los dos cuadros anteriores, pero bajo un cielo puro y luminoso, se ven ahora vastos cultivos, potreros cubiertos de pastos, grupos de árboles, rancherías lejanos... En primer término el carro está substituído por una sencilla pero confortable casa de azotea que corre paralelamente al lateral derecho, con puerta y ventanas que protege un ancho corredor por cuyos pilares trepan enredaderas. En el alféizar de las mecetas de flores, y en los cristales cortinillas blancas, revelan los gustos delicados de una mujer. Una vereda separa esta casa de un gran galpón de chapa galvanizada, situado en tercer término y más hacia el centro, y por detrás del cual se puede salir hacia la derecha. El pozo del cuadro anterior tiene desde hace mucho su brocal de ladrillo blanqueado. A la

izquierda, por donde aparecen los que llegan a la estancia, bastidores de árboles. A la derecha, hacia el centro, fuera del corredor, un juego de jardín, de mimbre trenzado, viejo ya. La tarde comienza apenas.

(Alegría conversa cerca del foro, a la izquierda, con los vecinos 1º y 2º , que están en actitud de marcharse. Ada amasa bajo el alero, asistida por la india Pancha, que entra y sale silenciosamente. Por la puerta de la casa se derrama en tangos y avisos el gangueo de la radio.)

ALEGRÍA (a los vecinos.) .- Váyanse tranquilos no más, que yo he cargado con el mochuelo... Ni ustedes, ni los otros amigos, han firmado los cargos al gobernador Estoris.

VECINO 1º .- Pero nosotros queríamos...

VECINO 2º .- ¡Claro está!

ALEGRÍA.- No le hace. Yo no he de comprometer nunca a nadie, mientras pueda... Lo único que | ustedes y los compañeros han hecho es pedirle al ministro del Interior que mande un comisionado a averiguar lo que pasa... Eso los compromete, porque Estoris es rencoroso, pero no tanto como los cargos, de que el único responsable soy yo...

VECINO 2º .- Pero nosotros hubiéramos firmado con mucho gusto...

VECINO 1º .- Como que ya no podemos aguantar...

ALEGRÍA.- No le hace, les digo... Pero si llega a venir el comisionado, no se achiquen, y declarenló todo bien... Es lo que les pido...

VECINO 2º .- ¡Claro que declararemos!

VECINO 1º .- ¡No tenemos pelos en la lengua!

VECINO 2º .- ¡Ni ganas de que nos sigan embromando sin bellaquear!

 

 

 

 

ALEGRÍA.- Entonces, quedamos convenidos, eh. ¡Ahora, lo mejor es que se vayan y que no vuelvan por aquí mientras yo no les diga! ... Estoris no es lerdo, y no hay que facilitar... ¡Adiós! ¡Que les vaya bien!

VECINO 1º .-Adiós, don José. ¡Pero no tenía que haberse comprometido solo y su alma!

ALEGRÍA.-Es mejor. Váyanse no más tranquilos. (Vanse los vecinos y Alegría se acerca a Ada que sigue amasando.)

ALEGRÍA.-Hola, niña, ¿qué anda haciendo?

ADA.-Ya lo ves, tortas para los esquiladores.

ALEGRÍA.-¡Déjeme eso para la cocinera, niña!

ADA.-¡Oh! No me puedo estar mano sobre mano.

ALEGRÍA.-Pero hijita... no te sentís bien... No hagás esfuerzos... Entretenete oyendo la radio... cosé... bordá...

ADA.-La radio, la oigo perfectamente de aquí... y les gustan tanto las tortas fritas.

ALEGRÍA.-Sobre todo “hechas por la patroncita”, ¿no?... Pero la india Pancha las hace bastante bien... Descansá, hombre. ¡Ya se pasó el tiempo de las miserias... Ahora hay que disfrutar!

ADA.-Me moriría de fastidio... En cuanto me quedo un rato sin hacer nada, entro a cavilar, a cavilar... ¡Me da una tristeza!...

ALEGRÍA.-¡No sea sonsa, mi niña, déjese de pensar en eso!

ADA.-Sí, venime con que a vos no te pasa igual, que vos también no querrías (Suspirando.)... Cuando más lo esperamos... de repente todo se lo lleva el viento... Entonces, ¿para qué nos sirve lo que hemos juntado? No nos van a enterrar con la estancia... ¡Todavía si pudiéramos tener una criaturita

para dejárselo todo!...

ALEGRÍA.-¡Ya me salió la niña con su manía! [¿Que para qué sirve lo que hemos ganado?...¡Para tantas cosas!...] Mirá, [por ejemplo,] si querés lo realizamos todo y nos vamos a Buenos Aires, a gozar, a divertirnos...

ADA.-Valiente remedio. ¡Divertirme yo, Alegría, y en Buenos Aires!

ALEGRÍA.-Allí no se divierte el que no quiere o el que no tiene un centavo.

ADA.-¿Creés vos?... Pues yo me divierto más aquí... Me gusta ver todo lo que hemos hecho juntos...[desde la casa que empezó por ser una carreta y después un triste rancho...] Pero también me digo: ¿A qué santo?... Media vida de sacrificio inútil...

ALEGRÍA.-Inútil, no. ¡No me repita esas pavadas, niña, que usté misma no las cree. Primero hemos vivido, hemos salido con la nuestra, somos ricos... ¡Y no es moco de pavo! Piense lo que éramos hace quince años, con Schnecke, “¡Aquí manto yo Donner Wetter!” . Después... le hemos pagado con usura a mister Robinson lo que hizo a los dos pobres pruebistas...

ADA.-¡Oh! ¡Qué le importa la plata!

 

 

 

ALEGRÍA.-¿A mister Robinson? ¡Nada, es claro! Pero, y la satisfacción de ver que no se había equivocado, que la gauchada que nos hizo hasta le da ganancias y nos permite hacérsela a otros, en su nombre, ¿qué me decís?

ADA.-Sí, eso sí...

ALEGRÍA.-Imaginate este desierto como era entonces y ve la gente que hoy vive en él, que trabaja, que está contenta, nuestros peones... ¿No crees que alguno de esos infelices se hubiera perdido, que hubiera acabado en el presidio de Ushuaia a no ver nuestro ejemplo, a no arrimársenos y arrimarle también el hombro al trabajo?... ¡Cuando pienso en todo eso me entra un orgullo !...

ADA.-A bastantes has salvado, es cierto, pero también ¡así andás con la autoridad!

ALEGRÍA.-Es que la autoridad no entiende bien las cosas y quiere aplicar en estos descampados lo que a gatas si sirve en las ciudades... ¿Para qué es la autoridad? Para cuidar el orden, para que no haya malevos... Pues, ¿qué más orden que convertir a los malevos en gente trabajadora y tranquila?

ADA.-Yo pienso lo mismo, pero la autoridad no, y por eso te tiene loco a fuerza de historias y de rompederos de cabeza... El Gobernador, la policía...

ALEGRÍA.-¡Bah! El juez sabe hacer justicia, y dejá no más a los otros ya les llegará su San Martín... La cuestión, hijita, es que no te aflijás, que te cuidés mucho para no errarla... que estés contenta, que me querás como yo te quiero...

ADA.- ¡Si estoy contenta Alegría ! ¡Si no puedo quererte más de lo que te quiero!... Sólo que...

ALEGRÍA.- ¡Sí, sí! ¿Volvemos a empezar? ¡Vaya ! ¡Tené confianza! ¿No hemos salido siempre de los peores pasos? Pues de ése también...

ADA.- ¡Dios te haga adivino!

ALEGRÍA.- [Precisamente, pensando en eso...

ADA.- ¿Qué?

ALEGRÍA.- ¡No, nada! Hablemos de otra cosa...] Mister Robinson acaba de llegar a Gallegos... Esta mañana recibí carta suya.

ADA.-¿Y mandaste a Juancho a buscarlo en el Ford?

ALEGRÍA.-[A él y a ... ¡Bueno, pues!] en la carta me dice que el pedido de los hacendados,[el comercio y los vecinos] al ministro, y la denuncia de los abusos...

ADA.-La que hiciste vos para acabar de enfurecer al Gobernador, al jefe de policía, a los empleados, a los comisarios... ¡Ay, Alegría!... Esos que estuvieron hace un rato venían seguramente...

ALEGRÍA.-A hablarme de eso, sí, ¡los pobres!... La gente está hasta la coronilla de pagar coimas a todos, desde Su Excelencia hasta el

 

 

 

 

último vigilante... de que le roben plata, ganado, prendas, sin que se agarre nunca a los ladrones ¡y con razón!, de que la sequen a multas y la persigan y la apaleen de yapa... ¡Ya no se puede aguantar más!...

ADA.-A la verdad... Pero vos...

ALEGRÍA.-Yo, bien lo sabés, tenía que hacer la pata ancha, más que cualquier otro... [Acaso todos no vienen a consultarme, a pedirme consejo, a contarme hasta sus disgustos de familia, a rogarme que los ayude , que los proteja, que los cure... Que los cure, ¿no te da risa?]

ADA.-¡Pero te comprometen tanto!...

ALEGRÍA.-¡Bah! Hay que meterse con confianza si la conciencia lo manda... Y ahí tenés: mister Robinson me escribe precisamente que la queja ha surtido efecto, y que el ministro va a tomar

medidas... medidas enérgicas; ¡ya ves! Pero hay algo mejor. En cuanto a estos campos, el patrón también sueña con grandezas como yo... como nosotros...

ADA.-Si lo decís por mí...

ALEGRÍA.-¡No seas malita!... Quiere “ enganchar el establecimiento” -dice- [entregarme todos sus campos de aquí, comprar los linderos], hacer una granja a la europea, ¡Kolosal, como decía Schnecke! [pero que no deje de ser también estancia criolla, ]una especie de Paraíso sin víboras...

ADA.-¡Ay... sin víboras! ( Se encoje de hombros.) ¡Pancha!

PANCHA.-¿Señora?

ADA.-(a Pancha).- Tomá y fréilas con mucho cuidado: bien tostaditas, pero que no se arrebaten ni se quemen...

PANCHA.-Tá bien, niña.

ADA.(a Alegría).- Yo... ¡qué querés que te diga, Alegría! Todo eso que me decís estará muy lindo, pero a mí ya no me entusiasma...

ALEGRÍA.-Ya te entusiasmará en cuantito...

GÓMEZ.-(entrando por la parte del galpón).- ¡Patrón! Ahí se acerca un auto... Creo que es el de don Larguía.

ALEGRÍA.-Gracias, Gómez, ¿Cómo va la esquila?

GÓMEZ.-Bien no más, señor... Antes de la tarde habremos acabao. (Salen Larguía, Marieta, Marcia y Britaldo, por la izquierda.)

ALEGRÍA.-¡Hola, amigo Larguía! Al fin se animó ¡y la señora también!

LARGUÍA.- Y los chicos... los chicos más chicos, porque los mayores...

ADA.-Oh señora. ¡Cuánto gusto!

LARGUÍA.- Aquí tiene los diarios.

ALEGRÍA.-¡Pan bendito!

LARGUÍA.- ¿No han llegado los suyos?

ALEGRÍA.-Sí. ¡Ahora se los doy!

ADA.-¡Qué mozos se han puesto! ¡Son unos gigantones!

LARGUÍA.- ¿Están de esquila, parece?

ALEGRÍA.-Sí, en el galpón.

 

 

 

LARGUÍA.- Andá, Britaldo, si don José te da permiso.

ALEGRÍA.-Cómo no. ¡Ya lo creo! ¡Todo un hombre de campo como ése!

ADA.-Venga, venga, Marieta. Sáquese el tapado y el sombrero.

MARIETA.-Así estoy muy bién, pero no importa... Vamos. Vení Marcia.

LARGUÍA.- ¡Habían tenido radio... Yo también , caracho!

ALEGRÍA.-Sí. La recibí hace unas semanas... Es muy bueno para saber cómo andan los precios en plaza y no nos estafen como antes, ¿se acuerda?...

LARGUÍA.- ¡Qué no m’he de acordar, caracho!

ALEGRÍA.-Y además hay música... tanguitos hasta atorarse.

(La radio se calla. Ada la habrá interrumpido.)

LARGUÍA.-¿Todo anda bien?

ALEGRÍA.-Regularón.

LARGUÍA.-¡¡Quéjese!!

ALEGRÍA.-Muy bien, entonces.

LARGUÍA.-Así me gusta.

ALEGRÍA.-Sólo mi mujer, que anda medio clueca...

LARGUÍA.-¿Clueca?... ¿Será?

ALEGRÍA.-Seguramente... Pero ya sabe... tres veces se ha chasqueado. ¡Hoy mismo vamos a saber si hay cómo salir bien del trance!...

LARGUÍA.-¿Sí, eh?

ALEGRÍA.-He mandado... -pero no vaya a decir nada, por favor, porque ella no quería-, he mandado a buscar al Doctor Brodryck, ese de Rawson, que viene a Gallegos todos los años...

LARGUÍA.-¿Aquel que iba a Punta Arenas en el Villarino, y que los galenses hicieron quedarse en el Chubut, ofreciéndole el oro y el moro?

ALEGRÍA.-El mismo. Y los galenses cumplieron...

LARGUÍA.-Vaya. ¡Que todo le salga bien, amigo... ¡Se lo deseo de alma, caracho! Sobre todo porque le traigo una noticia... una noticia que... que no le puede alegrar,¡caracho!

ALEGRÍA.-Diga, más me asusta callándose que hablando.

LARGUÍA.-El Gobernador ha sabido lo de la protesta, y le echa toda la culpa a usté.

ALEGRÍA.-No va tan descaminao el hombre... Yo he cargado con la cosa.

LARGUÍA.-Y como es mala entraña, ya sabe, se l’ha jurao... La policía y especialmente ese peine de comisario Urdiola, tiene orden de tenderle la cama y armarle una de Dios es Cristo con cualquier pretexto...

ALEGRÍA.-No me asustan bultos... Y usté, amigo Larguía, sabe mejor que nadie los atropellos y los abusos del gobernador Estoris.

LARGUÍA.-¡Ya lo creo, caracho! Como que fuí el primero que firmó el pedido...

 

 

 

 

ALEGRÍA.-¡Gobernador, ese mequetrefe, que nunca había salido de Buenos Aires, de los comités, de la farra!... ¡Si hubiera estudiado algo tan siquiera!

LARGUÍA.- Cosas de la política... para contentar a los electores...

ALEGRÍA.-Claro. ¡Así andan los territorios!

LARGUÍA.- Miren que meterse con usted, con uno de los hacendados más fuertes y más queridos.

ALEGRÍA.-No se preocupe por eso, compadre. Pero, dígame: ¿qué clase de cama quieren tenderme?

LARGUÍA.- Se me hace que... ¡Pero no quiero decir pavadas, caracho! A la verdá, no sé, no puedo decirle...

ALEGRÍA.-De todas maneras, muchas gracias: se lo agradezco, don Sebastián.

LARGUÍA.- ¡Vaya, hombre! Una vez cada uno, como a los cocos. ¿Ya no se acuerda de los cuatreros? ¿Ya no se acuerda de su agachada; de que me salvó los animalitos dándoles un jabón a los malevos?

ALEGRÍA.-Eso no vale nada.

LARGUÍA.- ¡Qué no ha de valer, caracho!... ¿Y a uno de ésos lo tiene en la estancia, no?

ALEGRÍA.-Sí, a Pedro Gómez; ahora es buen muchacho, trabajador...

LARGUÍA.- ¿Lo ha hecho capaz, no?

ALEGRÍA.-Medio capataz, medio resero...

LARGUÍA.- Lo malo es que por ahí han de andar los tantos...

ALEGRÍA.-¿Qué tantos? (Salen Ada, Marieta y Marcia.)

ADA.-Nosotras vamos a ver los repollos y las plantitas.

ALEGRÍA.-Vayan no más, y no tardés, Ada, que algo habrá que ofrecerles a estos señores.

LARGUÍA.- No se moleste, señora.

ADA.-Sí, sí, ya está encargado... Y en seguidita volvemos... ¡Pancha! En cuanto estén las tortas fritas se las lleva al galpón... Deje algunas por si estos señores gustan.

PANCHA.-Sí, señora.(En esto, Ada se entretiene y luego escucha a Larguía)

ALEGRÍA.-¿De qué tantos hablaba?

LARGUÍA.- De los de esa cama que le dije, pues... Le buscarán la vuelta por lo de los cuatreros y gauchos que ha amparado.

ALEGRÍA.-Están conmigo desde hace años, y ¿qué mal han hecho, vamos a ver?

LARGUÍA.- ¡Ninguno! Lo sé de sobra, caracho... Pero cuando hay mala intención... No se me descuide, don José.

ADA.-¡Ah, Pancha, me olvidaba!... Lleve también dos damajuanas de vino.

PANCHA.-¿Al galpón?

ADA.-Claro. Vamos, Marieta, vamos Marcia.

ALEGRÍA.-Pero, ¿qué quiere que haga? ¿que los heche? Sería hacerlos volver a lo de antes.

 

 

LARGUÍA.- Es la pura verdad.

ALEGRÍA.-¡En fin! Esperemos. Lo que es yo no voy a pelear a la partida. ¡Dios me guarde! Sería peor el remedio que la enfermedad... Entonces... hay que tener paciencia y ver cómo vienen los tantos y cómo caen las pesas... Por suerte, parece que nuestra queja no ha caído en saco roto en Buenos Aires.

LARGUÍA.- ¿No ha sido al ñudo, eh?

ALEGRÍA.-Creo que no, pero todavía no sé nada de cierto...

LARGUÍA.- Con tal que no se les pasee el alma por el cuerpo, y nos vengan con un sinapismo a una pata de palo, o con jarabes al difunto...

ALEGRÍA.-¡Todo se andará, si el palito no se quiebra!

LARGUÍA.- ¡Y no se ha’e quebrar caracho! (Entra Gómez.)

GÓMEZ.-Los esquiladores van acabar, señor... No les queda más que un vellón a cada uno.

ALEGRÍA.-Bueno, ahora vamos a ver. ¿Muchas lastimadas?

GÓMEZ.-Uno que otro tajo, no más.

LARGUÍA.- ¿Usted es Pedro Gómez, no?

GÓMEZ.-P’a servirlo, don Larguía.

LARGUÍA.- ¿Y cómo dice que le va? ¿No extraña la vida de antes?

GÓMEZ.-¡Qué he de extrañar, señor!...[pura penuria, pura disparada, sé, hambrunas tremendas, fríos a helarse... ¿y p’a que?... P’a andar libre... Ahora también ando... como resero... gracias al patrón... Y se me hace que soy más libre que antes...

LARGUÍA.-¡Caracho! Todos, quién más quien menos, andamos con un maniador a la rastra... y gracias que no son maneas, caracho...] ¿Qué hace mi chico? ¿Se ha animado a sacar algún vellón?

GÓMEZ.- ¡Ya lo creo! Y se encargó de ponerles alquitrán a las desolladas...

ALEGRÍA.-¡Diablón y guapo el mocito! ¿No hay novedades, Gómez?

GÓMEZ.- También venía a decirle, patrón, que ahí están unos, esperando p’a hablarle...[Como lo vide ocupao con don Larguía no me animé a molestarlo.] ¿Qué les digo?

ALEGRÍA.-¿Quiénes son?

GÓMEZ.- Puesteros de por aquí... Y una mujer que ha llegao en un carrito...

ALEGRÍA.-Dígales que vengan... Con su permiso, Larguía.

LARGUÍA.-Cómo no. ¡Usté es dueño!

GÓMEZ.- Vengan, aquí está el patrón. (Salen enfermos 1º y 2º y Misia Ciriaca.)

ALEGRÍA.-¿Qué se les ofrecía?

ENF. 1º .-Yo vengo a pedirle un remedio.¡Mire!

ALEGRÍA.-¿Qué es eso?

ENF. 1º .-De una rodada... las piedras me rompieron la cabeza...

ALEGRÍA.-No es mala rodada... Parece un hachazo... ¿Y qué se puso?

 

 

 

ENF. 1º .-Hojas de achira del arroyo, ¿qué me iba a poner?... Pero cada vez va p’a pior...

ALEGRÍA.-Sí, sí, se le ha echado a perder... Pero yo no voy a curarlo, amigo... Precisamente va a llegar un doctor de veras, el doctor Brodryck: él lo curará.

ENF. 1º .-Qué dotor ni dotor. Yo más bien quisiera que curara usté... porque todo el mundo sabe qu’es tan acertao...

ALEGRÍA.-(al Enf. 2º ).-¿Y usté?

ENF. 2º .-Mizte, yo dende er invierno pazao... dende er invierno pazao tengo una pierna que no la pueo mové...por maz juntura que le pongo... Er mardito reuma...

ALEGRÍA.-¿Usté es español?

ENF. 2º .-No zeñó, yo zoy ingré.

ALEGRÍA.-¡Inglés! Cualquiera diría que es un andaluz cerrao.

ENF. 2º .-Puez mizte lo que zon la coza... Zoy tan ingré como... como la libra ezterlina, mezmamente...

ALEGRÍA.-¿Me está tomando para la butifarra?

ENF. 2º .-¡No zeñó! Le dije la verdá ¡como ezta zon cruze!... Zoy ingré... nacío en Jibrartá.

ALEGRÍA.-¡Acabáramos! Pues ya le dará remedio el doctor Brodryck que es paisano suyo...

ENF. 1º .-Pues si usté no quiere curarnos, lo que es yo, me largo no más... ¡Qué médico ni que médico!... ¡Quién puede curar mejor que usté ! ¿No es cierto Misia Ciriaca ?

ENF. 2º .-Zeguro que zí... y tan zeguro...

CIRIACA.- Es lo que digo yo... tengo a un hijito que nació sin habla... es decir, que ya va para los cinco y tuavía no ha dicho mama... Yo pensé: después de la Vírgen Santísima no hay más que don José que me lo pueda curar... Y como la Purísima no me ha atendido... aquí estoy a rogarle, don José, que me haga el gran bien de curarmeló... que yo se lo agradeceré mientras viva... Ahí lo he dejao, sestiando el pobrecito junto a la cocina de los piones. ¿Quiere que se lo traiga al mudito?

ALEGRÍA.-Yo no hago milagros, señora... Yo no curo más que indigestiones... ¡y eso!

CIRIACA.- ¡No ha de curar! ¡No ha de hacer milagros! ¡Es que no quiere, diga que no quiere, don José! ¡Diga que no tiene compasión de una desgraciada y que no quiere devolver el habla a esa pobre criatura!

ALEGRÍA.-No crea, señora... ¡Si yo pudiera!

CIRIACA.- Diga que no quiere... que no nos tiene lástima...

ENF. 2º .-Ezo digo yo, ezo mizmo digo.

ENF. 1º .-Atiéndanos, don José, por lo que más quiera...

CIRIACA.- No se haga e’rogar.¡Si ya sabemos que es capaz de hacer todo lo que se le antoja!

 

 

ALEGRÍA.-¡Ha visto, Larguía! ¡Qué gente!... No sé cómo sacármela de encima... (A los enfermos)¡Ah! bueno, oigan: para que no piensen que es mala voluntad, en cuanto llegue el doctor Brodryck los veremos juntos... en consulta.

ENF. 2º .- ¡No, no! ¡Ustez mizmo, en prezona, o naidez!

ENF. 1º .-Con usté basta.

CIRIACA.- Sólo tenemos confianza en usté.

ALEGRÍA.-(fingiéndose furioso).-No me hagan enojar.¡Retírense! Ya les he dicho que los veré con el doctor Brodryck ... ¡Ahora, déjenme la fiesta en paz!... (Los acompaña y palmea, sonriendo.) y no crean que lo tomo a mal, al contrario. Les agradezco la confianza... Pero...¡déjenme tranquilo!... (Vanse con Gómez.)

LARGUÍA.-¿De dónde le ha salido esa gran fama de curandero, don José?

ALEGRÍA.-Es de lo más gracioso... Figúrese que un día en Gallegos, en casa de Braune y Blanchard, me puse a hacer juegos de manos para pasar el rato, y cuando, entre otras cosas, saqué un naipe elegido por uno de los mirones, de adentro de un huevo fresco...

LARGUÍA.-¡Qué me cuenta!

ALEGRÍA.-(continuando).-... un gaucho viejo, medio indio, se me acerca y me dice: “Señor, usté que sabe hacer semejante hazaña ¿por qué no me saca este grano que tengo en el pescuezo desde hace un a punta de años, y que cada día se me pone más grande ?”-¡Mire usté qué consecuencia!... Yo ví que no era más que uno de esos granos de grasa que están en una bolsita y que se sacan con facilidad; por seguir la broma, pelé el cuchillo, le hice ahí no más un tajo en cruz, se lo saqué enterito, le lavé el tajo con caña pura y le dije: “¡Vaya amigo, ya está curao!”.

LARGUÍA.-¡Miren qué cosa! ¡Yo también hubiese creído, caracho!

ALEGRÍA.-¡Más bien no lo hubiera hecho!... El hombre se curó porque Dios quiso... Y los demás principiaron a venir a que los curara... ¡Claro! Los infelices, al verme hacer pruebas de prestidigitación que los dejaban con la boca abierta, pensaron: “ ¡Éste es brujo!”.[Y desde los indios hasta hoy, el brujo es curandero y el curandero es brujo sin que haya quien lo remedie.] Agréguele ahora lo de la radio; para ellos es Huecuvu que habla conmigo, y cada vez que quiero... [Pues primero cada mes, en seguida cada semana, después] cada día que amanece, siguen cayéndome enfermos de todos lados.¡Hasta gente con Ford!... ¡Es una romería!

LARGUÍA.-[Natural, ¡caracho! ¿Y qué ha hecho, don José?

ALEGRÍA.-Empecé por resistirme a curar, pero al fin no pude... Cuando por aquí no hay médico, sino cuando viene el doctor Brodryck del Chubut...

LARGUÍA.-¿Qué les daba?

ALEGRÍA.-Los únicos remedios que tenía, que todo el mundo tiene: sulfato de soda, bismuto o quinina según los casos.

LARGUÍA.- ¿Y se curaban, no?

 

ALEGRÍA.-Casi siempre... La fe es el mejor remedio... y el mejor médico... A mi brujería se agregaba la de estos aires, que son tan sanos... ¿Vamos a ver la esquila?]

LARGUÍA.- Ahora no me extraña que sea tan popular, don José... Ni antes me extrañaba, tampoco, porque desde el principio es nuestro mejor consejero y nuestro mejor maestro...

ALEGRÍA.-Vamos, vamos al galpón...

LARGUÍA.- Y que su estancia no sólo sea una procesión de pobres, sino también de ricos...

ALEGRÍA.-¡Bah! Como todo el mundo tiene automóvil... la gente se visita...

LARGUÍA.-Estoris no cree en tanto cumplimiento, ¡caracho!

ALEGRÍA.-(para cortar la conversación).- Pero vamos, amigo.

LARGUÍA.-Aquí vienen las señoras.

ALEGRÍA.-No le hace... (Vanse. Entran Ada y Marieta por la derecha, entre la casa y el galpón, seguidas por Marcia)

MARIETA.-(continúa una conversación).-¡Pues sí, Ada, sí! Estoy segura de que lo que usted tiene no es propiamente una enfermedad... Es cuestión de cuidados... de estarse quieta, para que todo salga bien... Cuando yo tuve a Marcia, casi me pasó como usted, a causa de los trajines. ¡Éramos

tan pobres todavía! (Ada la escucha con visible emoción.)

BELTRÁN.- (entrando por la izquierda, rendido de fatiga, enflaquecido, patibulario).- ¡Ave María!

ADA.-¡Ay!

MARIETA.-¿Qué le pasa?

ADA.-Ese hombre... Juraría que es... Venga, Marieta; vení, Marcia... Vamos a avisarle a Alegría... (Vase rápidamente por el foro)

BELTRÁN.- ¡Sí, Alegría! Y ella debe ser la... Ya se me hacía que ésta era su estancia... Pero, ¡qué hacerle!... ¡No hay remedio!

ALEGRÍA.-(entrando).-¡Hola! ¿Qué se le ofrece?

BELTRÁN.- ¿No me reconoce, patrón?

ALEGRÍA.-(secamente).- No.

BELTRÁN.- (humilde).-Soy Beltrán, Lucas Beltrán. ¿Qué, no se acuerda?

ALEGRÍA.-No.

BELTRÁN.- Lucas Beltrán, el de Tierra del Fuego, el de Punta Arenas, el que...

ALEGRÍA.-Si le he dicho que no me acuerdo es porque no me acuerdo, porque no quiero acordarme.

BELTRÁN.- Si es así...

ALEGRÍA.-¿Qué lo trae por acá?

BELTRÁN.- No le quiero mentir... Vengo juído...

ALEGRÍA.-¿Qué ha hecho?

 

 

 

 

 

BELTRÁN.- Cosas de antes... cosas muy viejas... ahora no había hecho nada... (Larguía entra y se queda escuchando, sin decir palabra; en seguida, Ada y las señoras, idem, algo lejos, discretamente.)

ALEGRÍA.-¿De dónde viene?

BELTRÁN.- Del Chubú... Pensaba pasar por Chile... Ahora no hago mala vida...

ALEGRÍA.-Ni buena tampoco, ¿eh?

BELTRÁN.- Por lo menos le juro que no quisiera hacer mala vida... Ya estoy demasiado bichoco p’a tanta cueca... En el Chubú estaba tranquilo... pero me dió gana de volver a mi tierra... Cuando pasé por San Julián, alguien me reconoció y dió el parte a Santa Cruz... En Santa Cruz me avisaron a tiempo, gracias a Dios, y me largué sin más que el montao... Pero la policía me andaba rastriando y me corre de atrás qué sé yo cuántas leguas. Ya está cerquita... Y la suerte perra ha querido que el mancarrón se me aplastara justamente aquí... Ahí ha caído, como a media cuadra...

ALEGRÍA.-(Que lo mira y examina fríamente de pies a cabeza, no dice nada. Beltrán que espera una palabra de aliento, se turba más, y tartamudea.)

BELTRÁN.-Ahora... es natural... que usté me entregue...

ALEGRÍA.-(Se encoge de hombros pero no contesta.)

BELTRÁN.-Pero oiga, Alegría... Por mi madre le juro que lo que es yo no me entrego... Aunque sean diez, aunque sean cien, lo que es a mí no me yevan vivo. ¡No me yevan vivo, se lo juro por mi madre, se lo juro!

ALEGRÍA.-¿Pensaba pasar a Chile, me dice?

BELTRÁN.-¡Así es!

ALEGRÍA.-Para volver, cuándo...

BELTRÁN.-¡P’a no volver, p’a no volver nunca!

ALEGRÍA.-¿No me está mintiendo?

BELTRÁN.-Todavía tengo a mi madre, en Valdivia... allí me iba a vivir...

ALEGRÍA.-¿Lo puedo creer?

BELTRÁN.-¡Por mi madre, señor, tan viejita la pobre! ¡Por mi madre se lo juro!... ¡Y es lo único que me queda!

ALEGRÍA.-Entre aquí... No sé todavía lo que puedo hacer, pero entre aquí... (Entra Beltrán en la casa.)

LARGUÍA.- (adelantándose).- ¡Pero amigo!... ¿En qué piensa?... Acuérdese de la situación... ¡No se meta en eso!

ADA.-(adelantándose).- ¡Alegría, por Dios, por lo que más quieras!

ALEGRÍA.-Lo que más quiero sos vos, y todo lo que hago es por vos, miedosa. Todo lo bueno es por vos... Dejá no más... Decí que ahora no se me ocurre cómo...

ADA.-Pero... ¡si es Beltrán!

ALEGRÍA.-Por lo mismo. Ya le oíste que no va a volver... Y no volverá. Si lo agarra la policía del territorio ¿quién dice que no se nos aparecerá dentro

 

 

 

de unos meses, hasta dentro de unos días, quién sabe si con uniforme y arrastrando charrasca?

LARGUÍA.- ¡Caracho! ¡Es la pura verdad! ¡Cuántas de esas hemos visto!... Pero usté, mi amigo, cuando le están armando la trampa para sacárselo de encima... ¡No se meta, por Dios! Yo que usté...

ALEGRÍA.-Puede ser que usted hiciera otra cosa, Larguía, pero yo soy así, ¿qué quiere? No hay remedio... Yo no he nacido para entregar a nadie.

LARGUÍA.- Pero ese Beltrán según usted mismo me ha contado, es el que...

ALEGRÍA.-Ya me las pagó cuando tuvo que salir de Punta Arenas como rata por tirante... Y hasta puede que eso mismo acabara de echarlo a rodar...

LARGUÍA.- Si no conociera su buen corazón...

ADA.- (sonrriendo, a pesar de su preocupación).- Diría que no tiene cruz en el mate, ¿eh?

ALEGRÍA.-¡Oh! ¿Y no salgo bien de todas, niña? Oí... ¿no es la bocina del Ford?

ADA.- Sí.

ALEGRÍA.-¡Al fin, hombre! Ahí vienen mister Robinson y el... ¡Oiga, Misia Marieta!

MARIETA.-¿Qué desea, don José?

ALEGRÍA.-(aparte).- Mire, en el Ford debe venir un médico, el doctor Brodryck... Usted me la convence a Ada, ¿eh? Es preciso que la revise bien... que sepamos...

MARIETA.-Oh, sí, sí, pierda cuidado. Con mucho gusto... Yo me encargo...

ALEGRÍA.-Pero, no me la asuste todavía...

MARIETA.-Ah, cuando usted mande. ¡Lo que usted mande!

ALEGRÍA.-Gracias, muchas gracias. La pongo en sus manos.

JUANCHO.- (entrando, vestido con buena ropa).- Güenas tardes.

ALEGRÍA.-¡Cómo! ¿Llegás solo?

JUANCHO.- Lo jotro vienen atrá.

ALEGRÍA.-¿Atrás? ¿Por qué?

JUANCHO.- El patrón Robinson se quedó a esperar... a la comisión del gobernador...p’a verla, me dijo...

LARGUÍA, MARIETA Y ADA.- ¡La comisión del gobernador!

ALEGRÍA.-¡Y con míster Robinson!... ¿Qué quiere decir?...

JUANCHO.- Yo sé, patroncito... Que quería ver la comisión del gobernador... así ‘ijo.

LARGUÍA.- ¡Mala tos le siento al gato!

ALEGRÍA.-Venirse con los del gobernador. ¡Eso sí que es raro!

ADA.-Y ese hombre acá...

ALEGRÍA.-Me hacés recordar... Juancho: ¿Tenés bastante esencia en el Ford?

JUANCHO.- En Gayegos cargué todas las latas que cabían, ’ñor... como golvía vacido...

ALEGRÍA.-Hiciste muy bien... ¡Beltrán!

 

 

BELTRÁN.-Aquí estoy, señor...

LARGUÍA.- Acuérdese, por Dios, don José... ¡Mire que las papas queman!

ALEGRÍA.-Ya me acuerdo, Larguía... Venga, Beltrán. (A Juancho, que mira con asombro a Beltrán.) Vas a llevar a este hombre a la estancia de Cabrera. (Escribiendo un papel en la mesa del alero.) Son diez, doce

leguas...

JUANCHO.-¿A Beltrán, ’ñor?

ALEGRÍA.-Sí, a él o a quien sea... Tomá este papel: es para que se le entregue el caballo que me llevaron prestado el otro día... Has de ir a todo lo que dé el coche... por si acaso...

JUANCHO.-(sin mucha gana).- ‘Ta bien, ‘ñor.

ALEGRÍA.-Lo dejás en la estancia y te venís en seguida...

BELTRÁN.-(agradecido).- Señor, señor...

ALEGRÍA.-¡Ah, al pasar, sacale el recao al caballo de este hombre, y lo cargás, eh!... Vaya, no perdás tiempo...

BELTRÁN.-(muy conmovido).- ¡Que Dios te lo pague, Alegría! ¡Que Dios te lo pague, Alegría ! (Vanse Beltrán y Juancho.)

ALEGRÍA.-¡Buen viaje!

LARGUÍA.- ¡No le arriendo la ganancia, amigazo!

ALEGRÍA.-¡Qué quiere, amigo! ¡Se hace lo que se puede... lo que parece mejor!

LARGUÍA.- Pero es tan peligroso...

ALEGRÍA.-No digo que no... Y sin embargo... A ver vos, ricura, ¿he hecho bien o he hecho mal? ¡Decí, decí!

ADA.-Yo, al principio, de veras... ¡Oh, has hecho bien, has hecho muy bien, Alegría!... Pero yo no hubiera sido capaz...

ALEGRÍA.-¡Qué no has de ser capaz!... (A Larguía.) ¡Ha visto, amigo! ¿Se da cuenta de que ahora no se me importa un pito lo que pueda pasar?

LARGUÍA.- ¡Caracho, caracho!

MARIETA.-¡Se necesita ser bueno!

ALEGRÍA.-¡Gómez! ¡Gómez!

GÓMEZ.-¿Señor?

ALEGRÍA.-¿No viene un auto por el camino de Gallegos?

GÓMEZ.-No señor... Lo que veo es un tropel a caballo, que ya está cerquita...

ALEGRÍA.-¿Gente a caballo?

GÓMEZ.-Se me hace qu’es la partida.

ADA.-¡No te dije!

ALEGRÍA.-Si es la partida, le hemos ganado el tirón... Pero, entonces, ¿y la comisión esa?¿No será la escolta?

LARGUÍA.-¡Vaya usted a saber!

ALEGRÍA.-De todas maneras, lo mejor es que yo la reciba solo...

LARGUÍA.-¡Yo no lo dejo, caracho!

 

 

 

ADA.-Mirá Alegría...

ALEGRÍA.-(a Ada).- No, andá. Entren en el comedor... serviles algo... sevirnos algo porque yo ya iré... En seguidita...

LARGUÍA.-Yo me quemo con usté.

ALEGRÍA.-No. Es mucho mejor. Larguía, créamelo. (Llamando.) ¡Gómez!

GÓMEZ.-A la orden, señor.

ALEGRÍA.-¿Qué hacen los esquiladores?

GÓMEZ.-Comen tortas y chupan vino... lo más contentos...

ALEGRÍA.-(muy grave).- Bueno, dígales que oigan lo que oigan y pase lo que pase, no se me muevan del galpón... Que ni se asomen, porque uno solo que se asome me perjudicaría mucho. ¿Ha oído? Dígaselo así.

GÓMEZ.-Está bien, señor.

ALEGRÍA.-¡Vaya, Gómez!... Que me obedezcan, principiando por usté. (Vase Gómez) Y ustedes, Ada, don Sebastián, señora... ¡al comedor!

ADA.-¿Pero qué vas a hacer, por Dios?

ALEGRÍA.-Pelear a la partida... con cuchillo de palo...No he de resistirme a la autoridad... ni dar pretexto para que ellos lo digan... Vaya descuidada, mi niña. (Alegría queda solo y aparenta leer uno de los diarios que llevó Larguía. Aparece el Comisario Urdiola, seguido por el sargento y dos vigilantes. Se supone que otros han quedado afuera.)

URDIOLA.- Muy buenas tardes.

ALEGRÍA.-Buenas se las dé Dios, amigo. Pase adelante. ¿A quién tengo el gusto?

URDIOLA.- ¿No se acuerda, don José ? Soy el comisario Urdiola, para servirlo... (El sargento se retira por el foro, los agentes por la izquierda.)

ALEGRÍA.-Gracias, siéntese.

URDIOLA.- No, vengo muy apurao... Es sólo para saber... Andamos con mi gente persiguiendo a un cuatrero muy mentao, a un tal Lucas Beltrán... Usted debe conocerlo.

ALEGRÍA.-No señor.

URDIOLA.- Ya le vamos a los alcances y no ha de andar muy lejos... El matungo tiene que habérsele aplastado, según me han dicho por el camino...

ALEGRÍA.-Así, será.

URDIOLA.- ¿Usted no ha visto llegar ni pasar a nadie?

ALEGRÍA.-Sí.

URDIOLA.- ¡Al fin !

ALEGRÍA.-Al señor Larguía y su familia, que han venido a visitarnos...

URDIOLA.- No es chacota, señor...

ALEGRÍA.-Y a mi peón Juancho, que acaba de llegar de Gallegos con el Ford. ¿No los ha pasado, por el camino?

URDIOLA.- ¿Y a nadie más? ¿Al prófugo no?

ALEGRÍA.-¡Ni noticias!

 

 

 

URDIOLA.- ¡De veras que me parece cuento!

SARGENTO (acercándose).- ¡Con su permiso, señor Comisario!

URDIOLA.- Acérquese, sargento.

SARGENTO (a media voz, pero de modo que Alegría no le oiga.).- Aquí, cerca de las casas, a la vera del camino, entre las matas altas, hemos encontrao un saino aplastao, que está dando las boquiadas... Se me hace que es el montao del cuatrero...

URDIOLA.- ¡Ah! ¡Ah! ¡El mismo ha’e ser no más! ¡Y usté me decía!... ¿Lo ha escondido? ¿A dónde lo ha escondido?

ALEGRÍA.-Busquen, registren, la casa está abierta... Ya pueden ir buscando.

URDIOLA.-¿Quiere decir que ya no está? Vea, sargento... (El sargento va a registrar.)

ALEGRÍA.-No está, no.

URDIOLA.- Lo habrá ayudado a que se escape, como es su costumbre.

ALEGRÍA.-¡Maldita costumbre!

URDIOLA.- ¡No me esté chungando, sabe!

ALEGRÍA.-Yo no lo... ¿como ha dicho?

VIGILANTE (entrando, agitado).- ¡Señor! ¡Señor! ¡Señor comisario!...

URDIOLA.- ¿Qué pasa?

VIGILANTE (aparte a Urdiola).-Que hay mucha, pero mucha gente en el galpón... como para un mitin... ¡Comen y chupan, señor Comisario!

URDIOLA.-¡Hum! Bueno es saberlo. Que no se aparten los otros... Las armas prontas... los caballos de la rienda.

VIGILANTE.- ‘ta bien, señor Comisario... (Vese.)

URDIOLA.-¿Qué gente tiene en su casa?

ALEGRÍA.-Ya le he dicho... la familia de Larguía que está merendando en el comedor.

URDIOLA.-¿Nadie más?

ALEGRÍA.-El capataz, los peones...

URDIOLA.-¿Demasiados peones, no?

ALEGRÍA.-Eh, también hay esquiladores que han venido a trabajar como todos los años...

URDIOLA.-Conque esquiladores, eh, esquiladores... ¿no anda preparando alguna sublevación?... ¿No, eh?... Pero al fin y al cabo, ¿quiere decirme dónde está Beltrán?

ALEGRÍA.-Podría seguir negando... pero ya irá muy lejos y es inútil... Beltrán acaba de salir de aquí...

URDIOLA.-¡Ay j’una! (Corriendo hacia la izquierda y llamando.) ¡Sargento!

ALEGRÍA.-¡No corra, amigo, no corra, que ya no lo va alcanzar! (Vuelve el sargento.)

URDIOLA.-¡Le ha dado caballo, encubridor de malevos!...

ALEGRÍA.-Caballo no le he dado...

 

 

URDIOLA.-Entonces...

ALEGRÍA.-Lo mandé en el Ford... Se lo digo para que si han de acusar a alguien, me acusen a mí y no a algún desgraciado.

URDIOLA.-¡Sabe lo que ha hecho ! ¡Sabe que le va a costar muy caro! ( A los gritos del comisario, asoman por un lado Gómez y los esquiladores, y a la puerta de la casa Ada y los Larguía.) [Usté a recogido a una punta de bandoleros, usté lo ampara a Pedro Gómez, usté acaba de hacer escapar al malevo Beltrán. Usté reúne gente sospechosa...] Lo que es de esta hecha, el juez letrao no me va a archivar el sumario. [¡Lo que es de esta hecha] usté va a cair de cabeza al calabozo de que se anda escapando por milagro’e Dios! ¡Ha óido! O cree que se le van a perdonar todas por su linda cara. ¡Usté ha de ir a la cárcel, porque el que ampara bandidos es un bandido! ¡Sargento! ¡Agentes! (Entran varios Agentes.)

SARGENTO.- A la orden, Señor Comisario.

URDIOLA.-¡Agárrenlo!

GÓMEZ.-¡Eso no! (Él y los peones acercan con ademanes resueltos)

PEÓN 1º .- ¡Al patrón no!

PEÓN 2º .- ¡No se arrimen siquiera a don José!

ALEGRÍA.-(muy enérgico).- ¡Retírense todos! ¡Al galpón, he dicho! ¡Al galpón! Y usté señor Larguía... déjeme. ¡Tenga cuidado! ¡Mejor es no darles pie para hacer alguna barrabasada!

(Los peones retroceden unos pasos, sin ganas, pero vuelven.)

LARGUÍA.- Son capaces... de decir... que se ha resistido... y achurarlo después... ¡como de costumbre!

ALEGRÍA.-¡Entren al comedor! Deje que me lleven... ¡No ve que yo me meto con confianza!... Estoy pronto a ir con ustedes.

PEÓN 1º .- No, no

PEÓN 3º .-(a los agentes).- Reculen, o si no..

PEÓN 4º .-¡Muera el comisario!

URDIOLA.-Eso es lo que yo quería... Resistencia a mano armada... con una gavilla de bandidos... ¡Lo que es de esta hecha!

ALEGRÍA.-(gritando a los peones) .-¡Retírense, les mando!

URDIOLA.-El que se retira soy yo... ¡Vamos, muchachos! ¡Y a rienda suelta!... Ya volveremos... don José...

ALEGRÍA.-¡Hasta la vista, amigazo!

ADA.-En la que te has metido, Alegría.

ALEGRÍA.-¡No te apurés, ricura! (A los peones.) Y ustedes... ¡linda me la han hecho!... Pero no le hace... Agradezco la intención. Muchas gracias, compañeros; ya veo que me quieren de veras...

(Los peones se van, pero de cuando en cuando, alguno asoma por la derecha, o por el foro.)

 

 

 

 

LARGUÍA.- ¿Quiere que vaya a Gallegos, a tratar de arreglar las cosas? Tengo el auto, y...

ALEGRÍA.-Las cosas ya no tienen arreglo, don Sebastián. ¡La hemos embarrao lindo!

LARGUÍA.- Pero yo le diré al juez...

ALEGRÍA.-No se aflija amigo... Lo mejor es ver antes por dónde revienta el avispero...

LARGUÍA.- Más vale prevenir...

ALEGRÍA.-Precisamente, por eso mismo, por previsión, había mandado que no se me movieran los peones... Pero a lo hecho, pecho... ¿Sabe lo que hacen los cangrejos y las centollas cuando tienen agarrada una pata y no se pueden escapar?... Sueltan la pata muy tranquilamente y se van lo más

satisfechas... La pata les vuelve a crecer... Así hago yo... ¿Que me llevarán a Gallegos?... ¿y qué?... [Me tendrán de una pata... con soltarla, se acabó... La policía me pondría, como siempre, una multa: la pata; el juez letrado al recibir el sumario, me mandaría soltar... Ahora... Ahora será de ver lo que Urdiola me va a urdir con el desacato y la resistencia a la autoridad...]

LARGUÍA.- [Sí,] la cosa es grave.

ADA.-¡Cómo saldrás de ésa!

ALEGRÍA.-¡Bah! Cuestión de una pata, de una pata grande; ¿te acordás Ada? (Hace el ademán que dibuja una pinza de centolla)

PEÓN 1º .- Ahí viene un auto...

PEÓN 2º .- Y más atrás otro, tamañazo...

PEÓN 1º .- ¿Dónde, decí?

PEÓN 2º .- Mucho más lejos... ¿No lo vés? Aura baja el bañao... El otro ya

llega, ya.

PEÓN 1º .- ¡Pucha, ni un parejero!

ALEGRÍA.-Ha de ser mister Robinson...

LARGUÍA.- Él ha de ser... con la comisión del gobernador.

ALEGRÍA.-(preocupado).- ¿Si vendrá también el doctor?

LARGUÍA.- ¡Cuando Juancho lo dijo! (Entran Robinson, Martinez y Brodryck.)

ROBINSON (a Alegría).- ¡Oh! Buenos días, amigo.¿Usteid conoce?

ALEGRÍA.-No tengo el gusto...

ROBINSON .-Doctor Brodryck, la médico.

ALEGRÍA.-¡Ah, doctor, ¡cuánto me alegro! (Robinson y Brodryck se acercan a las señoras.)

MARTÍNEZ.-Buenas tardes, don José.

ALEGRÍA.-Señor Martínez, usted también.

MARTÍNEZ.-Yo también, ya ve... En Patagonia la gente se encuentra más fácil que en Buenos Aires...

 

 

 

ALEGRÍA.-Es que Patagonia es inmensa, es cierto, pero nosotros somos tan pocos... ¡A la fuerza tenemos que encontrarnos!... Pero ¿qué lo trae por acá?

MARTÍNEZ.-¡Oh! ¿Todavía no sabe que soy el secretario de Mister Robinson?

ALEGRÍA.-¡Mejor que comisario de buque, eh!

MARTÍNEZ.-¡Ni qué hablar!

ROBINSON (a Ada).- ¡Ou! Yo me alegra mucho de ver al señora sentimentalista, nacionalista...

ADA.-Ya ve, señor Robinson, que también los criollos sabemos servir para algo.

ROBINSON .-¡Ou! ¡Quién lo niegue!... Pero non todos, eh, non todos...

ADA.-Los que no sirven son los menos... Ni vale la pena contarlos...

ROBINSON .-La tiempo dirá....

ALEGRÍA.-(presentando).- Los señores de Larguía, y su hijita; Larguía es criollo como yo, está rico gracias a su trabajo... vecinos y grandes amigos míos...

ROBINSON .-¿How do you do? Mucho contento, mucho contento... (A Alegría.) ¡ Y usteid... no se ocupa! Yo sei que tiene hacer algo con doctor Brodryck... ¡oh! ¡no soy indiscreta!... Después hablaremos negocios... grandes negocios... Usteid no se ocupa. ¡Atiende, atiende!

ALEGRÍA.-Muchas gracias mister Robinson... Usté es un santo...

ROBINSON .-Que toma whisky y juega poker... vaya, vaya... my dear.

ALEGRÍA.-Doctor... Ada... Señora Marieta... Mirá, monada... ya que el doctor ha venido...

ADA.-Porque vos lo has llamado...

ALEGRÍA.-Ya que ha venido... aprovechá, hijita, aprovechá, haceme el favor.

ADA.-Pero si yo...

ALEGRÍA.-Señora Marieta, hágale entender... Llévela... convénzala...

ADA.-Yo no quiero más médico que vos, Alegría.

LARGUÍA.- ¡Ella también!

BRODRYCK.-¿Cómo? ¿Usted estar colega mía? ¡Oh! ¡tanta gusta!

ALEGRÍA.-Médico del agua fría ... Andá, Ada, andá, ¡yo sé lo que te digo!

MARIETA.-Vamos, Ada. Yo la acompaño... Don José tiene razón... Es un mal rato... pero ¿qué hacerle? Todos tenemos que pasar por el aro...

LARGUÍA.-¡Qué criolla se ha hecho mi Marieta!

MARIETA.-¡Las malas juntas!

LARGUÍA.-¡Indina!

MARIETA.-Vamos, Ada.

ADA.-¡Tengo más miedo... nunca he tenido tanto miedo!...

ROBINSON .-¡Muchos noticios, don José! Muchos noticios. Señor Martínez le dirá.

MARTÍNEZ.-Muchas noticias y buenas noticias, amigo, y empezaré por el fin.

 

 

 

ALEGRÍA.-(preocupado por lo que puede pasarle a Ada).- Empiece por donde quiera.

MARTÍNEZ.-En el auto que nos seguía y que hemos dejado atrás, porque es del tiempo de las cafeteras o de las carretas tucumanas, viene una comisión...

ALEGRÍA.-Sí, una comisión del gobierno, ya sé... Juancho me dijo...

MARTÍNEZ.-¡Qué comisión del gobierno, ni qué comisión del gobierno!

ROBINSON .-No hay gobierna.

MARTÍNEZ.-Una comisión de vecinos caracterizados del territorio.

LARGUÍA.-¡Ah, eso ya es otra cosa!

MARTÍNEZ.-Que vienen a ofrecerle-y de ahí nace probablemente la equivocación- que vienen a ofrecerle el gobierno...

ALEGRÍA.-¿El gobierno a mí?

LARGUÍA.-¡Bravo! ¡Qué bien! ¡Caracho!, ¡qué bien! ¡Caracho!

MARTÍNEZ.-[Es decir, el gobierno propiamente no... Pero sí a pedirle autorización para solicitar del Presidente que lo nombre Gobernador... como al vecino más querido y más capaz de todo el territorio, que será una verdadera garantía para todos, que todos piden, por unanimidad, porque en nadie tienen más confianza...]

ALEGRÍA.-¡Pero están locos!

GÓMEZ.-¡Viva don José!

LARGUÍA.-Viva nuestro futuro gobernador. (Los peones respondes: ¡viva!)

ALEGRÍA.-¡Por favor, amigos!... Pero, dígame, Martínez... ¿y Estoris? ¿Qué pasa con Estoris?

MARTÍNEZ.-Suspendido, destituído. Un comisionado del Gobierno nacional es el que manda en estos momentos en el territorio... Llegó esta mañana en el vapor de la carrera.

ALEGRÍA.-¿Así, en silencio?

MARTÍNEZ.-Para pescar a toda la ad-mi-nis-tra-ción con las manos en la masa, sin darle tiempo para esconder sus porquerías y salvar el bulto.

ALEGRÍA.-Me alegro. Y no por mí, créanlo, amigos... Pero ¿yo gobernador?

LARGUÍA.-¡Y será de los buenos!

MARTÍNEZ.-Aquí está la comisión.

GÓMEZ.-Y la partida...

URDIOLA.-(entra corriendo, agitadísimo).- Señor don José... Permítame una palabra... Yo le pido de rodillas que se olvide de todo lo de esta tarde... ¡Estoy tan arrepentido, señor!

(Los peones se aproximan, rodeandolo a Alegría.)

ALEGRÍA.-Los de la comisión le han dicho, ¿eh?... Pero no se me humille, amigo. No se me humille... A mí, en resumidas cuentas, no me ha hecho nada... Si tenía la intención de hacerme algo... no sé, ni me importa.

URDIOLA.-¿Quiere decir que me perdona?

ALEGRÍA.-Si usted se empeña...

 

 

URDIOLA.-¡Oh! Gracias, don José: un millón de gracias. Usted no sabe...

ALEGRÍA.-Pero lo que puedo asegurarle es que muchos no le van a perdonar, y con razón que les sobra... Mire, Urdiola, ¿quiere un consejo de amigo? Lárguese. Sígalo a Beltrán. Es lo mejor para usted... Déle recuerdos míos... ¡y no vayan a asociarse, eh! ¡No vayan a asociarse!...

(Vase Urdiola y entra la comisión.)

VECINO 3°.- (español).- ¡Señor Pérez! hem, hem... En nombre de todos los vecinos unánimes del territorio de Santa Cruz, y en el mío propio...

ALEGRÍA.-Dispense que lo interrumpa, señor... No es desaire... Ya verá... Mire... (Juegos malabares, y mientras, imitando a Frank Brown.) “¡Un día estuve quince días así!”

(Diversos murmullos de los peones y demás circunstantes).

VECINO 3°.- ¡Pero señor!...

LARGUÍA.-¡Pero don José!...

ALEGRÍA.-(aparece Ada, que mira y escucha con gran asombro, Marieta y Brodryck están detrás).- Y si acabo de hacer esta payasada, es porque no me olvido de que fuí payaso, pero también porque no quiero que nadie pueda echármelo nunca en cara... Aquí, en mi rancho, soy don José: sentado en el sillón de Gobernador, sería el payaso Alegría... [Ya sé, ya sé que] ustedes no pensaban ahora en semejante cosa; pero también sé, [porque tengo experiencia y no soy lerdo,] que la pensaría mañana, [pinchados, sin poderlo resistir, por la gente de mala intención]... Déjenme

en mi cueva... Déjenme ensanchar mi cueva, si puedo, y cuenten siempre con un amigo... con un consejero, si quieren... [Pero no me amarguen la vida, no me metan a político ni a gobernante.] ¿Qué haría un payaso en el gobierno? Payasadas, nada más, aunque hiciera grandes cosas; ¡nada más que payasadas!... No, déjenme libre. Un hombre tan libre como yo, no puede limitar la libertad de los demás...

ADA.-(con una gran explosión de ternura).- ¡Oh! ¡Alegría!

ALEGRÍA.-(abrazándola).- ¡Mi niña!... ¿Qué ha dicho el médico?

ADA.-(le habla al oído.) (Todos forman cuadro, vivamente conmovidos. Larguía ha tomado aparte a Brodyck.)

BRODRYCK.-(en tono confidencial).- El señora es embarazado...

LARGUÍA.-Ya lo pensábamos doctor, pero...

BRODRYCK.-Cinco meses, puede seis...

LARGUÍA.-Pero no habrá peligro de...

BRODRYCK.-Oh, con un cinturo... con un cinturo no hay peligra ninguno...

ALEGRÍA.-(que mientras habla Ada da grandes muestras de regocijo).- ¡Ah, entonces!... ¡¡Bailá, monada!! (Va a hacerla bailar, pero se arrepiente.) ¡Ah!, ¡no, caramba!... Un beso y nada más.

(La emoción y el entusiasmo de los presentes estalla en vivas y clamores.)

 

 

 

TODOS.- ¡Viva don José! ¡Viva el patrón!

BRODRYCK.-¡Hurra por el pioneer Alegrío!

ALEGRÍA.-Y la familia... ¡presente y futura!

T E L Ó N

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[La valiosa edición de Alegría realizada en 1936 por el Instituto de Literatura Argentina, dirigido por Ricardo Rojas, y sobre la cual se hizo la presente edición, está encabezada por una “Noticia” de Julio E. Payró, que reproducimos íntegramente dado su valor documental.]

 

 

NOTICIA

 

En los comienzos del verano de 1928, el actor Florencio Parravicini se dirigió a Roberto J. Payró para solicitarle una obra con la cual se proponía iniciar la temporada siguiente. El célebre bufo deseaba, una vez más, orientarse hacia el teatro serio, como lo había intentado ya en ocasiones anteriores, abandonando el teatro festivo por un repertorio renovado que le permitiera elevar el nivel de sus creaciones. Para que el cambio no resultara excesivamente brusco a su público habitual, Parravicini rogó a Payró que le diera una pieza “de transición” , de argumento movido y rasgos cómicos, de tal modo que, pese a la altura espiritual de la cual sabía que el autor no había de descender, fuese accesible a un auditorio popular. Finalmente sugería el actor, gran admirador de “La Australia Argentina”, y conocedor de la Patagonia que había recorrido en andanzas juveniles, que Payró situara la acción de su obra en el lejano sur, introduciendo en la misma algunos de los pintorescos tipos de colonos, buscadores de oro, loberos, “raqueadores”, gente de mar y aventura, que había descripto en el libro mencionado.

Digna de encomio era la ambición de Parravicini. Payró aceptó gustoso la proposición y puso manos a la obra inmediatamente, dispuesto como siempre a la lucha por el buen teatro nacional. En seis semanas, pese al mal que le aquejaba, escribió la comedia. Llamóse “Alegría”, correspondiendo el titulo al apodo del principal personaje, “clown” de un circo trashumante que, a través de un sinnúmero de aventuras llegó a ser acomodado ganadero en el territorio de Santa Cruz. El personaje es histórico, lo mismo que varias de las figuras que lo rodean en la pieza cuya trama está tejida con alguna fantasía y mucho de verdad.

El ambiente de la comedia es el amplio panorama del sur argentino, y las situaciones están motivadas por la lucha tenaz, a veces sorda, a veces épica, del hombre contra los semejantes y los elementos adversos, todo ello en medio del dilatado desamparo de aquellas remotas zonas. El tema de la autoridad prepotente y arbitraria en conflicto con la población pacífica y emprendedora fué tratado también por Payró y motiva algunas de las escenas más impresionantes de la obra. Ésta, dividida en tres actos, consta de seis cuadros, que se desarrollan en Punta Arenas, en el Canal de Beagle, y por fin en Santa Cruz. Los cinco primeros se sitúan allá por el 1900 y el último unos veinte años después.

 

 

 

Terminada la obra, Roberto J. Payró tuvo que internarse en un sanatorio para someterse a una operación decisiva. Antes de hacerlo, entregó el manuscrito de “Alegría”a Florencio Parravicini, rogándole que iniciara los ensayos. Pocos días después, el 5 de abril de 1928, falleció el escritor a consecuencia de la intervención quirúrgica, sin conocer el destino de su obra postrera. Ésta puesta en escena con especial cuidado, -fruto de la admiración y el cariño de Parravicini, del director escénico Adolfo Fuentes y de toda la numerosa compañía,- se estrenó el día 18 de abril del mismo año en el Teatro Argentino, ante un público selecto que abarrotaba la sala y dió a la velada el carácter de un homenaje impresionante a la memoria del autor desaparecido. Sin embargo,“Alegría” tuvo apenas lo que puede calificarse de “éxito de estima” ante el gran público y, quince días después, fue retirada del cartel. El lector juzgará los méritos y los defectos que pueda tener esta obra de sano optimismo, esta pintura de tipos y aventuras tan características de nuestros territorios del sur, que edita ahora el Instituto Literatura Argentina, rigurosamente de acuerdo con el texto original de Roberto J. Payró conservado por sus herederos directos.

 

J. E. P.

 

 

 

El presente libro ha sido digitalizado por la voluntaria SILVINA GALLO de quien lo digitalizó.