BALTASAR DEL ALCÁZAR

 

 

ANTOLOGÍA

 

 

·        Amor, no es para mí ya tu ejercicio,

·        Cansado estoy de haber sin Ti vivido,

·        Cercada está mi alma de contrarios;

·        Di, rapaz mentiroso, ¿es esto cuanto

 

 

 

Al Amor.

 

Di, rapaz mentiroso, ¿es esto cuanto

me prometiste presto y a pie quedo?

¿Andar mirlado entre esperanza y miedo,

cercado de respetos, hecho un tanto?

Sustos, celos, favores, risa y llanto

dalos, Amor, a quien se lame el dedo;

los que me diste a mí te vuelvo y cedo,

no quiero tomar más cosa de espanto.

Bien siento las heridas y que salgo

de tu poder para ponerme en cura,

porque tengo aún abiertas las primeras.

Y juro por la fe de hijodalgo

de si mi buen propósito me dura

de no partir de hoy más contigo peras.

 

 

 

 

Soneto

 

 

Cercada está mi alma de contrarios;

la fuerza, flaca; el castellano, loco;

el presidio, infïel, bisoño y poco,

ningunos los pertrechos necesarios.

Los socorros que espero, voluntarios,

porque ni los merezco ni provoco;

tan desvalido, que aun a Dios no invoco

porque mis consejeros andan varios.

Los combates, continuos, y la ofensa;

los enemigos, de ánimo indomable;

rota por todas partes la muralla.

Nadie quiere acudir a la defensa...

¿qué hará el castellano miserable

que en tanto estrecho y confusión se halla?

 

 

 

 

Al Amor

 

 

Amor, no es para mí ya tu ejercicio,

porque cosa que importa no la hago;

antes lo que tu intentas yo lo estrago,

porque no valgo un cuarto en el oficio.

Hazme pues, por tu fe, este beneficio:

que me sueltes y des carta de pago.

Infamia es que tus tiros den en vago:

procura sangre nueva en tu servicio.

Ya yo con solas cuentas y buen vino

holgaré de pasar hasta el extremo;

y si me libras de prisión tan fiera,

de aquí te ofrezco un viejo mi vecino

que te sirva por mí en el propio remo,

como quien se rescata de galera.

 

 

 

 

A Cristo

 

 

Cansado estoy de haber sin Ti vivido,

que todo cansa en tan dañosa ausencia.

Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,

si me falta el dolor de arrepentido?

Pero, Señor, en pecho tan rendido

algo descubrirás de suficiencia

que te obligue a curar como dolencia

mi obstinación y yerro cometido.

Tuya es mi conversión y Tú la quieres;

tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio

de conocerme yo y de conocerte.

Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,

aquel eficasísimo remedio

compuesto de tu sangre, vida y muerte.

Baltasar del Alcázar.