DIEGO HURTADO DE MENDOZA
ANTOLOGÍA
A Cupido
¡Quien de
tantos burdeles se ha escapado
y tantas
puterías ha corrido,
que le
traiga a las manos de Cupido,
al cabo y a
la postre, su pecado!
Más quisiera
un incordio en cada lado
y por atrás
tener un escupido
que verme,
viejo y loco, entretenido
del viento,
y en el aire enamorado.
Comencé este
camino muy temprano
sin estar
libre una hora de contienda,
y todo lo
recojo agora en suma:
rapaz
tiñoso, ten queda la mano,
que te daré
de azotes con la venda
y pelarte he
las alas pluma a pluma.
Soneto
-¿Qué
hacéis, señora? -Mirome al espejo.
-¿Por qué
desnuda? -Por mejor mirarme.
-¿Qué veis
en vos? -Que yerro en no lograrme.
-¿Pues por
qué no os lográis? -No hallo aparejo.
-¿Qué os
falta? -Uno que fuere en amor viejo.
-¿Pues qué
sabrá ese hacer? -Sabrá obligarme.
-¿Cómo os ha
de obligar? -Con empeñarme
sin esperar
licencia ni consejo.
-¿Y vos
resistiréis? -Muy poca cosa.
-¿Qué tanto?
-Poco más de lo que digo,
que él me
sabrá vencer si es avisado.
-¿Y si os
deja por veros rigurosa?
-Tenerle yo
he después por mi enemigo,
vil, zafio,
necio, flojo y apocado.
Soneto
Este es el
propio tiempo de mudarse,
cuando el
padre febrero nos enseña
ora
mostrando su cara halagüeña,
ora
mostrando al cielo de enojarse.
Cualquier
hombre procure mejorarse,
si no está
satisfecho de su dueña;
estar en un
propósito es de peña
y del tiempo
y del hombre es el mudarse.
Natura nos
formó con mejor tino
de gusto y
de elección de quién y cuándo,
y nosotros
hacémonos atados.
Cada cual
tome ejemplo en su vecino,
pues vemos a
los gatos ir maullando
por bodegas,
desvanes y tejados.