Los
niños han leído mucho el número pasado de La Edad de Oro, y son
graciosas las cartas que mandan, preguntando si es verdad todo lo que dice el
artículo de la Exposición de París. Por supuesto que es verdad. A los
niños no se les ha de decir más que la verdad, y nadie debe decirles lo que no
sepa que es como se lo está diciendo, porque luego los niños viven creyendo lo
que les dijo el libro o el profesor, y trabajan y piensan como si eso fuera
verdad, de modo que si sucede que era falso lo que les decían, ya les sale la
vida equivocada, y no pueden ser felices con ese modo de pensar, ni saben como
son las cosas de veras, ni pueden volver a ser niños, y empezar a aprenderlo
todo de nuevo.
¿Que
si es verdad todo lo de la Exposición? Una señora buena le armó una trampa al
hombre de La Edad de Oro. Iban hablando del artículo, y ella le dijo:
«Yo he estado en Paris.» «¡Ah, señora, qué vergüenza entonces! ¡qué habrá dicho
del artículo!» «No: yo he estado en París, porque he leído su artículo.»Y otro
señor bueno, que está en París, dice «que a él no lo engañan, que La Edad
de Oro estuvo en París sin que él la viera, porque él se pasaba la vida en
la Exposición y todo lo que había en la Exposición que ver está en La Edad
de Oro.»
Pero
el señor bueno dice que faltó un grabado, para que los niños vieran bien toda
la riqueza de aquellos palacios; y es el grabado de la «Galería de las
Máquinas», que era el corredor adonde daban las puertas diferentes de las
industrias del mundo, y allá al fondo tenía el edificio más hermoso, donde
estaban en hilera, como elefantes arrodillados, las máquinas de todo lo que el
hombre sabe hacer. Quien ha visto todo aquello, vuelve diciendo que se siente
como más alto. Y como La Edad de Oro quiere que los niños sean
fuertes, y bravos, y de bueno estatura aquí está, para que les ayude a crecer
el corazón, el grabado de La Galería de las Máquinas.