GASPAR MARÍA DE NAVA ALVAREZ ( CONDE DE NOROÑA )

 

 

A LA MUERTE DE SU DAMA

 

 

Si después de la muerte, todavía

se encuentran nuestras voces dolorosas

y bajo las heladas duras losas

abrasa al pecho el fuego que solía,

prosiga el eco de la angustia mía;

y las verdes colinas que, envidiosas,

dividen nuestras tumbas silenciosas

lo aumenten y repitan a porfía;

para que sea al punto conducido

a Leyla en alas del piadoso viento

hiriendo con amor sus tierno oído.

Así tendré al morir ese contento,

que aunque me halle ya a polvo reducido,

se goce Leyla con mi triste aliento.