JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

 

ANTOLOGÍA

 

 

PRIMAVERA

 

 

Abril sin tu asistencia clara, fuera

invierno de caídos esplendores;

mas aunque abril no te abra a ti sus flores,

tú siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera:

rosa de los caminos interiores,

brisa de los secretos corredores,

lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,

abrazados los dos, sea tu risa

el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,

sobre mis ojos se echará tu brisa,

tu luz se dormirá sobre mi frente...

 

 

NADA

 

A tu abandono opongo la elevada

torre de mi divino pensamiento.

Subido a ella, el corazón sangriento

verá la mar, por él empurpurada.

Fabricaré en mi sombra la alborada,

mi lira guardaré del vano viento,

buscaré en mis entrañas mi sustento...

Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?

¡Nada, sí, nada, nada...! -O que cayera

mi corazón al agua, y de este modo

fuese el mundo un castillo hueco y frío...-

Que tú eres tú, la humana primavera,

la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,

...¡y soy yo sólo el pensamiento mío!

 

 

RAMA DE ORO

 

Doliente rama de hojas otoñales

que el sol divino enjoya y transparenta,

cuando hurta el sol la nube, polvorienta

rama es, de miserias materiales.

Todas las maravillas inmortales

que la hoja de oro exalta y representa,

se las lleva la hora turbulenta

al centro de los senos celestiales.

Corazón; seco, vano y pobre nido,

en que los sempiternos resplandores

hallan, un punto, refuljente calma;

cuando el amor te deja en el olvido,

se truecan en cenizas tus fulgores,

y es vil escoria lo que creíste alma.

 

 

ESPERANZA

 

 

¡Esperar! ¡Esperar! Mientras, el cielo

cuelga nubes de oro a las lluviosas:

las espigas suceden a las rosas;

las hojas secas a la espiga; el yelo

sepulta la hoja seca; en largo duelo,

despide el ruiseñor las amorosas

noches; y las volubles mariposas

doblan en el caliente sol su vuelo.

Ahora, a la candela campesina,

la lenta cuna de mis sueños mecen

los vientos del octubre colorado...

La carne se me torna más divina,

viejas, las ilusiones encanecen,

y lo que espero ¡ay! es mi pasado.