CHARLES BAUDELAIRE

 

 

 

LAS FLORES DEL MAL

( FRAGMENTOS)

                                              

 

 

                           

   XXII

 

    PERFUME EXOTICO

 

 

    Cuando, con los ojos cerrados, en tibia noche de otoño,

    Respiro el  olor de tu pecho caluroso,

    Veo desenrollarse las orillas feliz

    Que encandilan los fuegos de un monótono sol;

 

     Una isla perezosa donde la naturaleza

     Da árboles singulares y frutos sabrosos;

     Hombres con un  cuerpo delgado y vigoroso,

     Y mujeres cuya franqueza en los ojos admira.

 

     Guiado por tu aroma hacia encantadores climas,

     Veo un puerto lleno de mástiles y velas

     Todavía cansados por las olas marinas,

 

      Mientras que el perfume de verdes tamarindos

      Que en el aire circula e infla mis narinas*

      En mi alma se mezcla al canto de los marinos.

   

 

 

 

 

 

      XXIII

 

 

      LA CABELLERA

 

 

 

      Oh mata, ovejera hasta la coyuntura!

      Oh rizos! Oh perfume cargado de abandono!

      Extasis! Para poblar esta noche la alcoba oscura

      De recuerdos durmiendo en esta cabellera,

      Quiero en el aire agitarla como un pañuelo!

 

       La lánguida Asia y la quemante Africa,

       Todo un mundo lejano, ausente, casi difunto,

       Vive en tus profundidades selva aromática!

       Como otros espíritus reman en la música,

       El mío, oh amor mío! nada en tu perfume.

 

       Iré allá donde el árbol y el hombre, llenos de savia,

       Se pasmen largamente bajo el ardor de los climas;

       Fuertes trenzas, sed vosotras la ola que me levante!

       Tu contienes mar de ébano, un sueño encandilante

       De velas, de remeros, de gallardos y de mástiles:

 

       Un puerto repiqueteante donde mi alma puede beber

       A grandes sorbos el perfume, el sonido y el color;

       Donde barcos deslizándose en el oro y el  moro,

       Abren sus vastos brazos paara abrazar la gloria

       De un cielo puro donde vibra el  eterno calor.

 

       Hundiré mi cabeza amorosa de ebriedad

       En ese negro océano donde otro está encerrado;

       Y mi espíritu sutil que el vaivén acaricia

       Sabrá rencontraros, oh fecunda pereza!

       Infinitas hamacas de ocio embalsamado!

 

       Cabellos azules, carpa de tinieblas tensas,

       Me devuelven el azul de un cielo inmeso y redondo;

       En los bordes florecidos de mechas desparejas  

       Me embriago ardientemente de aromas confundidos

       De aceites de coco,  de musc** y de brea.

 

       Largo tiempo! Siempre! Mi mano en tus pesadas crines

       Sembrará el rubí, la perla, y el zafiro,

       Para que a mi deseo no seas nunca sorda!

       No eres tu el oasis donde sueño, y la cantimplora

       Donde sorbo a largos  tragos, el vino del recuerdo?  

 

 

 

 

 

   

     * El autor le da el nombre de narinas, a los orificios nasales, usando una voz española.

 

      **   Antiguamente, se usaba se daba el nombre de "musc" a una esencia

     con la cual se fabricaba un perfume muy persistente, y que se obtenía de

los genitales de algunos animales.

 

 

 

 

                   

TRADUCIDO  Y  DIGITALIZADO POR LA VOLUNTARIA AZUCENA MARINO