PABLO J. VAZQUEZ

 

G L O S A

(Improvisada en Montevideo el 24 de mayo de 1892)

Cual la luz de una tarde que declina
piérdese la esperanza, apenas brota,
y sólo el sufrimiento no termina
no el raudal de las lágrimas se agota.

De mi ventura la fulgente estrella
hoy se ve entre tinieblas que camina,
que titila en el cielo de mi dicha
cual la luz de una tarde que declina.

No me envuelve en su brillo, pues parece
estar lejos, allá, en región ignota
y que muere su luz como en mi pecho
piérdese la esperanza apenas brota.

¿Por qué será que el Dios de lo creado
ante el cual su cerviz el hombre inclina,
dispuso darle a todo fin y ocaso
y sólo el sufrimiento no termina?

Misterios con que el hombre en vano intenta
penetrar desde edad asaz remota,
por escrito está que el mal no muere
ni el raudal de las lágrimas se agota.


SANTOS VEGA

Los recuerdos de un pueblo que es grande
en valor, patriotismo y nobleza,
tienen siempre solemne grandeza
si se evocan con santa pasión;
por ejemplo, las veces que canto
patriotismo sincero que anega,
y recuerdo que fue Santos Vega
el cantor de esta hermosa nación.

Obligado nos lo pinta
cuando en brazos del pampero,
alta el ala del sombrero
cantaba trovas de amor;
y en la noche silenciosa
cuando amorosa y sonriente,
ella inclinaba la frente
para escucharlo mejor.

El ombú secular de la pampa
con sus aves de tantos colores,
el alero del rancho y las flores
y el crucero de un pozo asomar:
la guitarra de un criollo colgada
en las noches de paz y de calma
esperando que Santos o su alma
en sus cuerdas module un cantar.

Esos lauros de mi patria
esos triunfos y esas glorias,
con letras de oro la historia
siempre las recordará;
y todo el que es argentino
por la guitarra y el canto,
un recuerdo sacrosanto
y cariño le tendrá.

Yo también que he nacido en la patria
donde Vega naciera cantando,
voy con gusto y pasión venerando
su memoria y la fiel tradición;
y en los pueblos donde alzo mi canto
todo un mundo quisiera de flores,
y entregarlo cantando, señores,
a esa gloria de nuestra nación.