Carlos Cullere

 

Antología Poetica

Título: Al caer la tarde


Al caer la tarde va tomando forma
el vacilante trazado de su cuerpo.
Galactófago, de la luz lactescente
que declina se nutre.
Con lentitud se despereza, reanima
el voraz animal de renegrida piel;
como acto de amor o de exterminio
despacio cubre o traga lo celeste
hasta su ausencia
y de esa nueva, insondable piel
(núcleo de la oscuridad ahondado
en vértigo de soles y de lunas
espirales de plata en remolinos
que ruedan en espín)
surge claro el admirado cuerpo:
mero espejismo y apariencia sola
de prestados destellos.
(vibra Rigel, urente y diamantina
Betelgeuse luce su azulada llama
aguas de espejo, fulge Bellatrix
rielan en miríadas las dispersas
breves oriónidas.
del cinturón rosario de gualdadas
cuentas: Tres Marías o Tres Reyes
pende la espada de cicladas gemas).
Vigía y lumbre de la región boreal
efigie esplendente
que hoy sólo es reflejo de esperanza
de tanta magnitud y tan inaccesible
como los altos, indiferentes astros
que señalan su gracia.
Con lentitud se despereza el alba
lo ciñe entre sus celestes brazos:
llama de agua fría
como acto de amor o de exterminio.




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Título: El regreso trae en sí mismo la partida


el regreso trae en sí mismo la partida
como el fulgor de la gema su estallido
inaugurar es entonces imposible
aun para la piedad, don del demonio




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Título: La breve línea puede contener el mundo


la breve línea puede contener el mundo
el poema algún temblor recóndito
el sol no se contiene, determina
su propia destrucción
fue nuestra ley en el momento áureo
crece su olvido en las sandalias
menor es el calor, menor la miserable muerte.




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Título: El uranógrafo


Mi misión es trazar, cada noche, los dibujos astrales.
En el fondo siempre renovado de un azul que se transmuta en negro dispongo los destellos mayores y menores, los deslumbrantes y los ínfimos apenas perceptibles.


Pero más que este mero alumbramiento mecánico me incumbe el cuidado grave de que el diseño permanezca idéntico noche tras noche, desde la creación del universo hasta el día fijado, es decir, el día en que los hombres hayan logrado descifrar el mensaje que, luna tras luna, debo componer.




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Título: Los jardines de la Villa D´este


No los percibe el visitante
desde las amplias terrazas miradores
sorprendido
por la variedad toda del verde,
los plateados cursos, los celestes fijos,
algún ocre de clivoso tejado,
los blancos dispersos del mármol y la piedra.
Mas luego al recorrerlos lento
comienza
a penetrarse en su sentido exacto:


lo que era sólo bosque es idea tallada
que le encubría la ubicuidad del agua
y las formas precisas del mármol y la piedra.
La hiedra se prodiga en líneas proyectadas,
se ciñen a un trazado las fuentes y canales
y a un designio esciente obedece el complejo
plan de los errátiles y estrictos laberintos.


Nada es espontáneo y empero todo natural
tocado apenas: logro sutil del artificio
por un potente, eternal sueño sustentado
que en la piedra y el soto, en el sibil y el agua
serenamente sueñan diosas y dioses olvidados.




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Faciltado por Antología de Poesía Argentina