Carlos Cullere
Antología Poetica
Título: Al caer la tarde |
Al caer la tarde va tomando forma el vacilante trazado de su cuerpo. Galactófago, de la luz lactescente que declina se nutre. Con lentitud se despereza, reanima el voraz animal de renegrida piel; como acto de amor o de exterminio despacio cubre o traga lo celeste hasta su ausencia y de esa nueva, insondable piel (núcleo de la oscuridad ahondado en vértigo de soles y de lunas espirales de plata en remolinos que ruedan en espín) surge claro el admirado cuerpo: mero espejismo y apariencia sola de prestados destellos. (vibra Rigel, urente y diamantina Betelgeuse luce su azulada llama aguas de espejo, fulge Bellatrix rielan en miríadas las dispersas breves oriónidas. del cinturón rosario de gualdadas cuentas: Tres Marías o Tres Reyes pende la espada de cicladas gemas). Vigía y lumbre de la región boreal efigie esplendente que hoy sólo es reflejo de esperanza de tanta magnitud y tan inaccesible como los altos, indiferentes astros que señalan su gracia. Con lentitud se despereza el alba lo ciñe entre sus celestes brazos: llama de agua fría como acto de amor o de exterminio. *** |
Título: El regreso trae en sí mismo la partida |
el regreso trae en sí mismo la partida como el fulgor de la gema su estallido inaugurar es entonces imposible aun para la piedad, don del demonio *** |
Título: La breve línea puede contener el mundo |
la breve línea puede contener el mundo el poema algún temblor recóndito el sol no se contiene, determina su propia destrucción fue nuestra ley en el momento áureo crece su olvido en las sandalias menor es el calor, menor la miserable muerte. *** |
Título: El uranógrafo |
Mi misión es trazar, cada noche, los dibujos astrales. En el fondo siempre renovado de un azul que se transmuta en negro dispongo los destellos mayores y menores, los deslumbrantes y los ínfimos apenas perceptibles. Pero más que este mero alumbramiento mecánico me incumbe el cuidado grave de que el diseño permanezca idéntico noche tras noche, desde la creación del universo hasta el día fijado, es decir, el día en que los hombres hayan logrado descifrar el mensaje que, luna tras luna, debo componer. *** |
Título: Los jardines de la Villa D´este |
No los percibe el visitante desde las amplias terrazas miradores sorprendido por la variedad toda del verde, los plateados cursos, los celestes fijos, algún ocre de clivoso tejado, los blancos dispersos del mármol y la piedra. Mas luego al recorrerlos lento comienza a penetrarse en su sentido exacto: lo que era sólo bosque es idea tallada que le encubría la ubicuidad del agua y las formas precisas del mármol y la piedra. La hiedra se prodiga en líneas proyectadas, se ciñen a un trazado las fuentes y canales y a un designio esciente obedece el complejo plan de los errátiles y estrictos laberintos. Nada es espontáneo y empero todo natural tocado apenas: logro sutil del artificio por un potente, eternal sueño sustentado que en la piedra y el soto, en el sibil y el agua serenamente sueñan diosas y dioses olvidados. *** |
Faciltado por Antología de Poesía Argentina