Francisco A. Figueroa

 

El Parnaso oriental o Guirnalda poética de la República Uruguaya

 

Se supone recién llegado el Capataz Chano a la Casa del paisano Contreras.

 
CONTRERAS            ¡Con que amigo! ¿Diaonde diablos            
sale? Meta el redomón,
desensille, votoalante...
¡Ah pingo que da calor!
CHANO    De las islas del Tordillo 5
salí en este mancarrón;
¡Pero si es trabuco, Cristo!
¿Cómo está señó Ramón?
CONTRERAS    Lindamente, a su servicio...
¿Y se vino del tirón? 10
CHANO    Sí, amigo; estaba de balde, [226]
y le dije a Salvador:
andá, traeme el azulejo,
apretamele el cinchón
porque voy a platicar 15
con el paisano Ramón.
Y ya también salí al tranco
y cuanto se puso el sol
cogí el canino y me vine;
cuando en esto se asustó 20
el animal, porque el poncho
las verijas le tocó...
¡Que sosegarse este diablo!
A bellaquear se atochó
y conmigo a unos sanjones 25
caliente se enderezó.
Viéndome medio atrazado
puse el corazón en Dios
y en la viuda, y me tendí;
y tan lindo atropelló 30
este bruto, que las sanjas
como quiera las salvó.
¡Eh p[...] el pingo ligero
bien haya quien lo parió!
Por fin después de este lance 35
del todo se sosegó.
Y hoy lo sobé de mañana
antes de salir el Sol,
de suerte que está el caballo
parejo que da temor. 40
CONTRERAS ¡Ah Chano... pero si es liendre
en cualquiera bagualón!... [227]
Mientras se calienta el agua
y echamos un cimarrón
¿qué novedades se corren? 45
CHANO    Novedades... que sé yo;
hay tantas que uno no acierta
a qué lado caerá el dos,
aunque lo esté viendo el lomo.
Todo el pago es sabedor 50
que yo siempre por la causa
anduve al frío y calor.
Cuando la primera patria
al grito se presentó
Chano con todos sus hijos, 55
¡Ah tiempo aquel, ya pasó!
Si fue en la patria del medio
lo mismo me sucedió,
pero amigo en esta patria...
Alcánceme un cimarrón. 60
CONTRERAS    No se corte, dele guasca,
siga la conversación,
velay mate: todos saben
que Chano, el viejo cantor
a donde quiera que vaya 65
es un hombre de razón,
y que una sentencia suya
es como de Salomón.
CHANO Pues bajo de ese entender [228]
emprésteme su atención, 70
y le diré cuánto siente
este pobre corazón,
que como tórtola amante
que a su consorte perdió,
y que anda de rama en rama 75
publicando su dolor;
así yo de rancho en rancho
y de tapera en galpón,
ando triste y sin reposo,
cantando con ronca voz 80
de mi patria los trabajos,
de mi destino el rigor.
En diez años que llevamos
de nuestra revolución
por sacudir las cadenas 90
de Fernando el baladrón
¿qué ventaja hemos sacado?
Las diré con su perdón.
Robarnos unos a otros,
aumentar la desunión, 95
querer todos gobernar,
y de facción en facción
andar sin saber que andamos,
resultando en conclusión
que hasta el nombre de paisano 100
parece de mal sabor,
y en su lugar yo no veo
Sino un eterno rencor
y una tropilla de pobres,
que metida en un rincón 105
canta al son de su miseria;
¡No es la miseria mal son! [229]
CONTRERAS    ¿Y no se sabe en qué diasques
este enredo consistió?
¡La pujanza en los paisanos 110
que son de mala intención!
U. que es hombre escribido
por su madre digaló,
que aunque yo compongo cielos
y soy medio payador, 115
a U. le rindo las armas
porque sabe más que yo.
CHANO    Desde el principio, Contreras
esto ya se equivocó.
De todas nuestras provincias 120
se empezó a hacer distinción,
como si todas no fuesen
alumbradas por un Sol,
entraron a desconfiar
unas de otras con tesón, 125
y al instante la discordia
el palenque nos ganó,
y cuanto nos descuidamos
al grito nos revolcó.
¿Por qué nadie sobre nadie 130
ha de ser más superior?
El mérito es quién decide;
oiga una comparación:
quiere hacer una volteada
en la estancia del rincón 135
el amigo Sayavedra. [230]
Pronto ce corre la voz
del paro entre la gauchada;
ensillan el mancarrón
más razonable que tienen, 140
y afilando el alfajor
se vinieron a la oreja
cantando versos de amor;
llenan, voltean, trabajan;
pero amigo del montón 145
reventó el lazo un novillo
y solito se cortó.
Y atrás del como langosta
el gauchaje se largó...
¡Que recetarlo, ni en chanza! 150
Cuando en esto lo atajó
un muchacho forastero,
y a la estancia lo arrimó.
Lo llama el dueño de casa,
mira su disposición 155
y al instante lo conchaba.
Ahora pues pregunto yo
¿el no ser de la cuadrilla
hubiera sido razón
para no premiar al mozo? 160
Pues oiga la aplicación.
La ley es una no más,
y ella da su protección
a todo el que la respeta.
El que la ley agravió 165
que la desagravie al punto;
esto es lo que manda Dios,
lo que pide la justicia
y que clama la razón, [231]
sin preguntar si es porteño 170
el que la Ley ofendió,
ni si es salteño o puntano,
ni si tiene mal color.
Ella es igual contra el crimen
y nunca hace distinción 175
de arroyos ni de lagunas
de rico ni pobretón;
para ella es lo mismo el poncho
que casaca y pantalón;
pero es platicar de balde, 180
y mientras no vea yo
que se castiga el delito
sin mirar la condición,
digo que hemos de ser libres
cuando hable mi mancarrón. 185
CONTRERAS    Es cierto cuanto me ha dicho,
y mire que es un dolor
ver estas rivalidades,
perdiendo el tiempo mejor
solo en disputar derechos 190
hasta que ¡no quiera Dios!
se aproveche algún cualquiera
de todo nuestro sudor.
CHANO    Todos disputan derechos,
pero amigo sabe Dios 195
si conocen sus deberes;
de aquí nace nuestro error, [232]
nuestras desgracias, y penas;
yo lo digo, sí señor,
¡qué derechos ni qué diablos! 200
Primero es la obligación,
cada uno cumpla la suya,
y después será razón
que reclame sus derechos;
así en la revolución 205
hemos ido reculando,
disputando con tesón
el empleo y la vereda,
el rango y la adulación.
Y en cuanto a los ocho pesos... 210
¡El diablo es este Ramón!
CONTRERAS    Lo que a mí me causa espanto
es ver que ya se acabó
tanto dinero, por Cristo;
¡mire que daba temor 215
tantísima pesería!
¡Yo no sé en que se gastó!
Cuando el general Belgrano
(que esté gozando de Dios)
entró en Tucumán, mi hermano 220
por fortuna lo topó,
y hasta entregar el rosquete
ya no lo desamparó.
¡Pero ah contar de miserias!
¡De la misma formación 225
sacaban la soldadesca
delgada que era un dolor!
Con la ropa hecha miñangos, [233]
y el que comía mejor
era algún trigo cocido 230
que por fortuna encontró.
Los otros cual más cual menos
sufren el mismo rigor.
Si es algún buen oficial
que al fin se inutilizó, 235
da cuatrocientos mil pasos
pidiendo por conclusión
un socorro: no hay dinero.
Vuelva... todavía no...
Hasta que sus camaradas 240
(que están también de mi flor)
le largan una camisa
unos cigarros y a Dios.
Si es la pobre y triste viada
que a su marido perdió 245
y que anda en las diligencias
de remediar su aflicción,
lamenta su suerte ingrata
en un mísero rincón.
De composturas no hablemos 250
vea lo que me pasó
al entrar en la Ciudad;
estaba el pingo flacón
y en el pantano primero
lueguito ya se enterró, 255
seguí adelante ¡Ah barriales!
Sí daba miedo, señor;
anduve por todas parte
y vi un grande caserón
que llaman de las Comedias, 260
que hace que se principió [234]
muchos años, y no pasa
de un abierto corralón,
y dicen los hombres viejos
que allí un caudal se gastó, 265
tal vez al hacer las cuentas
alguno se equivocó
y por decir cien mil pesos...
Velay otro cimarrón.
Si es en el paso del ciego 270
allí Tacuara (1) perdió
la carreta el otro día;
y el paso cortó
porque le habían informado
que en su gran composición 275
se había gastado un caudal.
Con que arraigo no sé yo
por más que estoy cavilando
a donde está el borbollón.
CHANO    Eso es querer saber mucho. 280
Si se hiciera una razón
de tela la plata y oro
que en Buenos Aires entró
desde el día memorable
de nuestra revolución, 285
y después de buena fe
se diera una relación
de los gastos que han habido,
el pescuezo apuesto yo [235]
a que sobraba dinero 290
para formar un cordón
desde aquí a Guasupicúa;
pero en tanto que al rigor
del hambre perece el pobre,
el soldado de valor. 295
El oficial de servicios,
y que la prostitución
se acerca a la infeliz viuda,
que mira con cruel dolor
padecer a sus hijuelos, 300
entre tanto el adulón,
el que de nada nos sirve
y vive en toda facción,
disfruta grande abundancia;
y como no le costó 305
nada el andar remediado
gasta más pesos que arroz
y amigo de esta manera,
en medio del pericón
el que tiene es D. Fulano, 310
y el que perdió, se amoló;
sin que todos los servicios
que la Patria le prestó,
lo libren de una roncada
que le largue algún pintor. 315
CONTRERAS    Pues yo siempre oí decir
que ante la ley era yo
igual a todos los hombres. [236]
CHANO    Mismamente, así pasó,
y en papeletas de molde 320
por todo se publicó;
pero hay sus dificultades
en cuanto a la ejecución.
Roba un gaucho unas espuelas,
o quitó algún mancarrón, 325
o del peso de unos medios
a algún paisano alivió:
lo prenden, me lo enchalecan;
y en cuanto se descuidó
le limpiaron la caracha, 330
y de malo y salteador
me lo tratan y a un presidio
lo mandan con calzador;
aquí la ley cumplió, es cierto
y de esto me alegro yo, 335
quien tal hizo que tal pague.
Vamos pues a un señorón,
tiene una casualidad...
Ya se ve... se remedió...
Un descuido que a cualquiera 340
le sucede, sí señor.
Al principio mucha bulla,
embargo, causa, prisión,
van y vienen, van y vienen,
secretos, admiración, 345
¿qué declara? que es mentira,
que él es un hombre de honor,
¿y la mosca? no se sabe,
el Estado la perdió, [237]
el preso sale a la calle 350
y se acaba la función.
¿Y esto se llama igualdad?
La perra que me parió.
En fin dejemos amigo,
tan triste conversación, 355
pues no pierdo la esperanza
de ver la reformación.
Paisanas de todas layas,
perdonad mi relación:
ella es hija de un deseo 360
puro y de huerta intención,
valerosos Generales
de nuestra revolución,
gobierno a quien le tributo
toda mi veneración, 365
que en todas vuestras acciones
os dé su gracia el Señor,
para que enmendéis la plana
que tantos años se erró,
que brille en vuestros decretos 370
la justicia y la razón,
que el que la hizo la pague,
premio al que lo mereció,
guerra eterna a la discordia,
y entonces sí creo yo 375
que seremos hombres libres
y gozaremos el don
más precioso de la tierra,
americanos, unión,
os lo pide humildemente 380
un gaucho con ronca voz
que no espera de la Patria [238]
ni premio ni galardón,
pues desprecia las riquezas
porque no tiene ambición, 385
y con esto hasta otro día,
mande uste amigo Ramón
a quien desea servirle
con la viga y corazón.
 
   Esto dijo el viejo Chano, 390
y a su pago se marchó,
Ramón se largó al rodeo
y el diálogo se acabó.