HILARIO ASCASUBI

 

 

ANICETO EL GALLO

GACETERO PROSISTA Y GAUCHI-POETA ARGENTINO

 

 

Índice

 

o Nº 1

o Prosa del trato entre el imprentero y yo

* Aniceto el Gallo

* Lamentos a Vuecelencia el diretor provisor

o Nº 2

Cortesías

A salú del escuadrón

o Nº 3

El Pagamento

* ¡Blan!! ¡Blan!! ¡Blan!!

El sol de este día vio

* Carta certificada y súplicas

De un cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al pueblo

* Noticias de pajuera

* Alvertencia a los aguantadores y renegaos

o Nº 4

Vamos hablando formal y para los míos

* Diálogo

Que tuvieron en el Cuartel del Retiro el día 30 de mayo último, entre el paisano Salvador Ceballos recién pasao del campo enemigo, y Anselino Alarcón, soldao de la guerrilla de caballería del mayor Vila

o Nº 5

* Ésta no es chanza

Memorias de una audencia de Sancho Panza

* Cuatro preguntas

Que le hace al Director un granadero del 1 er batallón de línea de Buenos Aires

* Al señor comendante de los españoles

* Boletín extraordinario de Aniceto el Gallo

* Cielito de un Correntino

* Tapones por todos laos

o Nº 6

* Cielito de la Vigía de Buenos Aires

* Diálogo

Que tuvieron hacen pocos días dos lanceros de los del valeroso comendante Otamendi, Zenón Núñez y Jacinto Roca

* Enfermedá incurable del Diretor de la docena del flaire

o Nº 7

* ¡Viva la Patria!

* La última vichada y despedida del Diretor

o Nº 8

Memorias de un PAYADOR y del Organizador

o Nº 9

De cómo fue zapallada la batalla de Caseros. -Planes de don Justo para la organizadura de otra Republiqueta Urquizana, y consejos del Gallo a los custitucioneros

* Cortesías de Aniceto

Al licenciamiento de los Guardias Nacionales de la ciudá y la campaña; y a los soldaos veteranos de Buenos Aires

* Decreto Galluno

Asigún la opinión de toda la Guardia Nacional

* Por caridá

Al señor jefe de polecía

* Ojo al Cristo

* Aviso Direturial

o Nº 10

La despedida

* El Manetismo

Cuento al caso

* Pregunto yo

* Vayan deputaos

o Nº 11

¡Ojo al gallo nuevo!

* Empanada

Para el señor general de aguas mayores y tierras menores, don Usebio José de Urquiza

* La situación sigún ellos, y la mesma asigún yo

* Diálogo gauchi-beatón

* La Ultimatera

Media caña terutera

* Así paga el diablo a quien le sirve

* La ilusión

* Cortesías de Aniceto

* El sargento arrecifero

* Cuhete

De parte de la Guardia Nacional de Buenos Aires al nombramiento del señor general de mar y tierra

o Nº 12

Asombro

* La visita de Aniceto

A Ratapinga

* Alvertencias y consejos

* Anda que te lamba un güey

* La media caña

En San Borombón

* Al Gallo

o Nº 13

Semi-papeleta

* Maquines ultimateros del presidente de los teruteros

Con su perdón, Vuecelencia

* ¡Qué miedo!

* Vaya una indireuta

* Al engaña pichanga

* Cacharpas

o El Núm. 7

o Hoja suelta

* Revuelo de Aniceto el Gallo

o Nº 14

* Noticias frescas de la armada invasora

* Cielito del terutero

* Retruco a virotica

* Carta fresca y noticiosa del Ejército del Norte

o Boletín Sicofántico

De noticias importantísimas

* La Sicofantada

* Circo olímpico

o Poesías varias

Publicadas con seudónimos diferentes relativas en su mayor parte a la guerra contra el tirano Rosas e inéditas algunas de ellas

* Carta

Del ejército libertador a un miliciano del Nacional

* Carta

De un soldado de los coraceros del general Lavalle, dirigida de Entre Ríos a la campaña Oriental

* Parte

Del general don Pascual Echagüe al restaurador de las Leyes, dándole cuenta de la derrota y disparada de Caaguazú, en donde fue completamente batido y hecho prisionero todo el poderoso ejército Rosista a las órdenes del restaurador del Sosiego público

* Al pronunciamiento

De las provincias de Entre Ríos y Corrientes contra la tiranía de Rosas

* Cielito gauchi-patriótico

* Rasgos biográficos de D. J. M. Rosas

* Diálogo

Contreras llegando al fogón de su aparcero

o Las milicias de Rosas

Y episodio de Camila Ogorman

* Dedicatoria

* Parte primera

* Parte segunda

Costante el gaucho Paulino

* Urquiza en la patria nueva

O dos gauchos orientales platicando en los montes del Queguay, el 24 de julio de 1851

* Cielito patriótico

* Los compuestos de Gualeguaichú

Mi vida: creo excusao

* Cielito patriótico de Ejército Grande de Sud América

Compuesto por Paulino Lucero para los valientes santafecinos

* Boletín de Rufo Carmona

Guardia nacional de campaña en el ejército del sur

* La tartamuda o la media caña

* La sorpresa

o Poesías inéditas

Que Aniceto el Gallo conservaba olvidadas en su cartera

* Las virutas

Siendo adecán titulao

* Carta de Aniceto a su primo Chichipea

* La luz de Aniceto el Gallo

* Maldita credulidad pavuna

* Al señor Sarmiento

* Al señor Castelar

* Cuentos mitológicos gauchi-versistas para el álbum de ***

Por gusto, amigo Rufino

 

Índice alfabético 

* Ahí te mando, primo , el sable

* Al fin, amigo Alarcón

* Algunos leyendo el canto

* Al ruido de tanto cuhete

* A salú del escuadrón

* Aunque parece repecho

* Ayer yo estaba presente

* ¡Barajo! ¡qué versería

* ¡Bravos GUARDIAS NACIONALES

* ¡Cancha! que ahí viene la luz

* Celebraré, amada esposa

* Cierta sentencia gauchesca

* Co... co...mo soy tartamudo

* Como del río Uruguay

* Como mi amigo y querido

* Como se ve hasta SAN PEDRO

* Con el cuchillo en la mano

* Con que, amigo, ¡voto alante!

* Con que el tremendo don Justo

* Con su perdón, Vuecelencia

* Costante el gaucho Paulino

* Cuando al general Tristán p;                     

* De este número es sabido

* Dicen de que el Diretor

* Dicen que ayer por Barracas

* Dicen que ha dicho don Justo

* Diz que a un pavo un terutero

* Diz que el ingrato juidor

* Diz que en cierto embarcadero

* El sol de este día vio

* En cierta solicitú

* En el día, asigún vamos

* En las noticias recientes

* En su gaceta, patrón

* Es tanto lo que alucina

* Juan Manuel: no extrañarás

* La tarde del campaneo

* Mi más querido Jacinto

* Mi vida: creo excusao

* Muy de priesa y almariao

* Nacido entre níveo muro

* No ha visto, amigo Fajardo

* No se escuenda de susto

* Otra vez a la vigía

* Otra vez con la vitoria

* Pero, dígame, señor

* Pero, dígame, señor

* ¡Por Cristo! ... amigo Clemente

* Por el deber en que me hallo

* Por gusto, amigo Rufino

* Por la calle del Perú

* Por prima alta cantaré

* Porque una noche de invierno

* Por un barrial que da miedo

* Puede ser tan vanidoso

* Pues, como te iba diciendo

* Que los españoles luchos

* Querido amigo Ricardo

* Reconociendo, señor

* Sabemos los Nacionales

* Sabrás que al fin se ha largao

* Salió de las Polvaderas

* Señores: hoy que repunta

* Señor: medio a mi pesar

* Señor menistro de guerra

* Señor: yo había pensao

* Siendo adecán titulao

* Sin duda, hay un platero

* Si no amanece alunado

* Si un imposible no fuera

* Tan infortunao he sido

* Trajiná , ché, Estanislada

* Un cuarto de siglo hará

* Velay, don Teófilo Urquiza

* Velay la estampa del Gallo

* Velay que de gacetero

* Verso de todo tamaño y calibre

* Voto al diablo, don Urquiza

* Voy a cantar este cielo

 

 

 

HOMENAJE

     A la memoria del doctor don FLORENCIO VARELA, el patriota e ilustrado publicista Argentino, víctima sacrificada por el puñal de los tiranos del Río de la Plata, a la libertad de las Repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay.

 

 

HILARIO ASCASUBI.

 

 

París, 2 de agosto de 1872.

 

 

ANICETO EL GALLO

Gaceta joco-tristona y gauchi-patriótica

 

 

                                                                

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Hasta que... no quiera Dios,

 

se aproveche algún cualquiera

 

de todo nuestro sudor.

 

                                     CHANO.

 

 

 

 

 

Nº 1

Buenos Aires. - Año de 1853.

 

 

     Esta gaceta saldrá una vez por semana, allá por el jueves o viernes, que es día de los pobres, pues la escribirá un gaucho pobre.

 

 

 

Prosa del trato entre el imprentero y yo

     Ahora noches pasadas, con permiso de mi comendante, me amanecí payando en un fandango, donde me compromisé con una mocita muy donosa y seguidora a largar cada semana una gaceta gaucha, con argumentos y compuestos a favor de nuestro aquel, en la justa causa que defiende la Guardia Nacional. ¡Ah, criollos!

     Esa mesma noche hubo en el baile una jugada juertaza, como que toda la mozada anda platuda, y yo, que no andaba cortao, les prendí, seguiditas siete suertes morrudas al paro; de manera que amanecí muy enrestao, y medio divertido. Me largué de allí a comprar un poncho lindo y unas botas a la moda, con borlas, que me costaron una barbaridá de plata; y al fin no me costaron nada más que haber echao suerte.

     Así fue que sin recatiar largué el mono por el par de botas, y al tiro me las puse y salí a la calle, porque es la moda en esta patriada; y entre la gente de ajuera y de adentro hay muchos jefes y soldaos y paisanos que hoy se ponen las bolas así con borlas; a la cuenta echarán suertes al paro.

     En fin, salí de la zapatería y me fui a buscar un imprentero para tratar por la hechura de mi gaceta: y preguntando en la Polecía me dijieron que vivía uno, de allí de la cárcel, calle arriba.

     Para allá rumbié hasta que di con la casa del imprentero.

     Entré por una puerta grandota, y a la zurda del zaguán estaba un cuarto abierto; y queriendo colarme en él, trompecé fiero en los umbrales de la puerta, y enredao en el poncho salí al medio del cuarto haciendo cabriolas, pero con el sombrero en la mano y dando los buenos días a un hombre de antiojos que allí estaba, y que me pareció carcamán, el cual se retobó al verme, y echando mano a un garrote me dijo a gritos:

     -Oiga Vd., animal: ésta no es la pulpería para entrarse cayendo.

     -Dispénseme, patrón, yo venía...

     -¡Qué patrón ni qué borrico! váyase Vd. a dormirla...

     -Señor, yo no vengo mamao, sino por ver si, pagándole su trabajo, me hace el cariño de mandarme aprensar.

     -Vaya Vd. a que lo aprense el demonio, y le sacará un barril de aguardiente. -Pronto, salga Vd. fuera.

     Bueno, bueno, patroncito, me largaré, ya que ni por plata me quiere aprensar mi gaceta de gaucho.

     -¿Cómo? ¿pues qué, Vd. quiere hacer imprimir algo?

     -Mesmamente, señor.

     -Si se hubiese Vd. explicado...

     -Me turbé, patrón.

     -Y bien ¿qué quiere Vd. mandar imprimir? ¿Un periódico?

     -Cabal: acertó, patroncito.

     -Pero, eso demanda gastos; ¿tiene Vd. cómo pagarlos?

     -Velay, le dará su trabajo adelantao, y nos acomodaremos, alvirtiéndole que no soy mozo lechero.

     Entonces eché mano a mi tirador y saqué un rollo de papeles overos-rosaos, que le largué al hombre sobre una mesa, y el Uropeo viejo abrió tamaño ojo a la mosca.

     -Bueno, bueno. Se le imprimirá a Vd. su periódico; pero, para no comprometerme, necesito saber en qué género... escribirá Vd.

     -¿En qué género dice? en papel.

     -Sin duda: pero, no es eso: de qué materia o asunto tratará Vd. en su gaceta.

     -No hablaré de materia, señor, porque me da asco, pero trataré de toda laya de asuntos.

     -¿De veras?

     -¡Oh! ¿y qué se ha pensao?

     -¿Con que Vd. se encuentra capaz de escribir un periódico?

     -Valiente, patrón: ¡pues no he de ser capaz! Mire, señor, de balde me ve de facha infeliz; yo soy hombre corrido, sabido, leído y escribido, porque de charabón me agarró un flaire que confesaba a mi hermana, y me llevó al convento de San Francisco, adonde me enseñó hasta la mitá de la Bramática en latín, y el ayudar a misa; y no aprendí la Jergafría, porque le hice una juida al padre, y luego me agarraron de leva para los barcos, cuando la guerra con Portugal; y entonces me soplaron de tambor a bordo de una boleta, que la mandaba un oficial de marina criollo, patriota y guapo, medio parecido a muchos de los de hoy en día... sí, señor.

     -Hombre: qué historia tendrá Vd. ¿no?

     -Escuche. Pues, señor, como le iba diciendo: en la boleta salimos y anduvimos por esos mares de Cristo trajinando de corsario, hasta que nos pegó un albazo y nos agarró con barco y todo un comendante llamado Yuan das Botas, guapazo el Portugués; y ese mesmo me llevó a Portugal, y me tuvo hasta que me le escapé en otro barco y fui a dar por las tierras de Uropa en la Ingalaterra y la Francia; y por allá me aguanté como cinco años, de manera que hasta soy lenguaraz en esas lenguas. Luego de Uropa, caí a Malparaíso: de allí por la cordillera atravesé y anduve en todas las guerras del dijunto Quiroga, que esté gozando de Dios, y de ahí vine a Entrerríos, y últimamente a Buenos Aires, aonde estoy a su mandao.

     -Gracias, señor literato.

     -No me llamo Liberato, patrón.

     -¿Y cómo se llama usté?

     -¿Yo?... Aniceto Gallo.

     -¿Gallo?... ¿Entonces será Vd. cantor?

     -Sí, señor.

     -¿Y músico?

     -Rigular.

     -¿Toca Vd. algún istrumento?

     -Toco.

     -¿De cuerda?

     -Es verdá.

     -¿Qué istrumento toca de cuerda?

     -La campana.

     -¡Diablo! es Vd. de todo punto muy agudo.

     -¿Puntiagudo decía? no, señor, soy medio redondo.

     -No, no. ¿Y de viento, qué istrumento toca usté?

     -El organito, ese que tocan por la calle los carcamanes.

     -¡El organito, eh!... Y... ¿habla Vd. algún idioma, señor Aniceto? porque eso es muy necesario para un periodista.

     -El aidomia no entiendo, pero hablo en la lengua de Ingalaterra y de Francia, aunque medio champurreadito.

     -Vamos a ver, pues, cómo se explica Vd. en francés.

     -Como guste, patrón.

     -Oiga Vd.

     -Pongo el oído.

     -Dites moi, vous parlez français?

     -Güi, musiú.

     -Vous êtes Sauvage Unitarie.

     -Salvaje!... A present, ne pas, musiú

     -Alors; vous êtes Federal?

     -¡Zape, diablo! Le dije a un gato colorado, que vino a juguetear arañándome las borlas de las botas, y me las desató.

     -Eh bien: vous êtes Federal? Dites moi.

     -Non, musiú, rien du-tú.

     -Mais, de quel parti êtes vous, monsieur Gallo?

     -Musiú: yo soy del partido de las Conchas: ¿entiende?

     -Et votre opinion politique?

     -Musiú: yo tengo la opinión de buen gaucho argentino; y lo demás rien du-tú.

     -Bien: ya veo que habla Vd. en francés como ciertos elegantes que pasean por la calle del Perú.

     -Puede ser, patroncito, aunque yo no presumo...

     -No, no; en francés se explica Vd.: veamos ahora en inglés.

     -Ésa es lengua de los diablos; pero en fin...

     -Pregunto, señor Aniceto.

     -Respuendo, patrón.

     -Do you speak english?

     -Yes, Sir.

     -Will you take a glass of grog?

     -Very well: alcance, patrón.

     -Stop. Will you take some roastbeef and plumpudding?

     -Yes, very gut, véngase con un bifisquete, señor.

     -Sí, sí; bien lo merece Vd., porque es hombre habilísimo y capaz de ser un buen periodista. En esta confianza escriba Vd. su gaceta, y para publicarla disponga Vd. de mi tipografía.

     -¡De su tripagofría!... ¡Ahora sí que me ató las bolas, patrón!

     -Bueno, bueno; átese Vd. las borlas de las botas, y dele un puntapié a ese gato majadero.

     -Déjelo, señor, ya me voy a largar con su licencia, para mandarle lo que escribirá. ¿No le parece?

     -Bien: mande Vd. el original del prospecto.

     ¿El orejonal?... ¡Barajo, qué terminacho! ¿y el otro?... Bueno, señor, le mandará eso mesmo.

     -Corriente, señor Aniceto. Escriba Vd... y tenga pulso, ¿eh?

     -¿Pulso?... Al que yo le largue un caracuzazo... ¡a qué le cuento más vale!... Con que, ¿será hasta mañana?

     -Hasta mañana, amigo Gallo.

     -Hasta mañana, señor.

     Después de esta conversación me largué al cuartel; y en la cuadra mi comendante D. Camilo Rodríguez se alegró cuando me pilló escribiendo el primer número de la gaceta... que allá va, caballeros!

 

 

 

 

 

Aniceto el Gallo

 

Buenos Aires. - Mayo 19 de 1853.

 

 

 

                        

   Velay que de gacetero

 

          

 

se presenta un Gaucho neto,

 

 

 

aunque no larga prospeto

 

 

 

sigún dijo el imprentero.

 

 

 

¡Qué prospeto! el delantero

5

 

 

debe llamarse, a mi ver;

 

 

 

pues largarlo viene a ser

 

 

 

como puntiar y decir:

 

 

 

paisanos, voy a escribir

 

 

 

Gacetas para vender.

10

 

 

   Para venderlas, repito;

 

 

 

y es bueno que lo prevenga,

 

 

 

para que naides me venga

 

 

 

con "lárgueme un papelito,"

 

 

 

que ando atrasao: y maldito

15

 

 

sea quien causa mis males,

 

 

 

y estas pendencias fatales,

 

 

 

y los revulucionarios,

 

 

 

y los maulas Unitarios,

 

 

 

los brutos Federales...

20

 

 

   Que todos como en rodeo

 

 

 

tienen a la paisanada

 

 

 

infeliz y aniquilada

 

 

 

con el sitio y el bocleo:

 

 

 

y siga afuera el cuereo,

25

 

 

la guerra y la destrución,

 

 

 

porque allá cierta faición

 

 

 

pretende que un triste ñato

 

 

 

nos suelte por Liebre un Gato

 

 

 

que nos araño en montón.

30

 

 

   Entre tanto, acá a imisiones

 

 

 

nos vamos adelgazando,

 

 

 

y por junto van quedando

 

 

 

unos cuantos barrigones:

 

 

 

y hacer estas reflexiones

35

 

 

es tarea peligrosa,

 

 

 

porque anda tan cosquillosa

 

 

 

la gente de cola alzada,

 

 

 

que a la más leve palmada

 

 

 

cocea por cualquier cosa.

40

 

 

   Pero, ¡qué! yo no me asusto,

 

 

 

ni hago en mi opinión gambetas:

 

 

 

así diré en mis gacetas

 

 

 

lo razonable a mi gusto;

 

 

 

y si se enoja el Injusto

45

 

 

¿cómo lo he de remediar?

 

 

 

Ya me han hecho arremangar;

 

 

 

y al diablo, si me relincha,

 

 

 

he de apretarle la cincha

 

 

 

hasta hacerlo corcoviar.

50

 

 

   Siendo así, el más bien montao

 

 

 

de esta o de aquella faición,

 

 

 

si espera una adulación

 

 

 

mía, vive equivocao:

 

 

 

porque a mozo bien portao

55

 

 

ningún gaucho me aventaja,

 

 

 

y, si nunca saqué raja,

 

 

 

procediendo así, lo fundo

 

 

 

en que "naides en el mundo

 

 

 

sabe para quién trabaja."

60

 

 

   Luego, a juerza de esperencia

 

 

 

y de tanto desengaño

 

 

 

que he sufrido, no es extraño

 

 

 

que aprecio con preferencia

 

 

 

vivir con independencia

65

 

 

de todo aquel que se eleva,

 

 

 

cuando el mundo me comprueba

 

 

 

la idea que siempre tuve

 

 

 

de que... ¡quien más alto sube,

 

 

 

más fuerte porrazo lleva!

70

 

 

   Creo que a ninguno muerdo

 

 

 

con mi modo de decir,

 

 

 

y que dará a colegir

 

 

 

que no soy gaucho muy lerdo;

 

 

 

de balde a veces me pierdo

75

 

 

de poncho entre los tapiales

 

 

 

por trajinar cuatro riales

 

 

 

a la taba, creanló:

 

 

 

que no saben lo que yo

 

 

 

más de cuatro gamonales.

80

 

 

   Y si saben, les importa

 

 

 

recordar ¡cuánto han sufrido

 

 

 

los veinte años que han vivido

 

 

 

con bozal y a soga corta!

 

 

 

y no comerse la torta

85

 

 

que el Diretor quiere darnos,

 

 

 

con intención de empacharnos

 

 

 

parejitos a la vez:

 

 

 

y otros veinte años después

 

 

 

a su antojo embozalarnos.

90

 

 

 

 

 

 

Lamentos a Vuecelencia el diretor provisor

 

 

   Señor: medio a mi pesar,

 

 

 

Dios y la Virgen lo sabe,

 

 

 

a lo gaucho en tono suave

 

 

 

me le voy a lamentar.

 

 

 

Para eso quiero largar

5

 

 

cada semana un papel

 

 

 

pensando decirle en él

 

 

 

la verdá, y tenga pacencia,

 

 

 

pues no ha de ser Vuecelencia

 

 

 

menos que don Juan Manuel.

10

 

 

   No seré desvergonzao,

 

 

 

ni embustero, le prometo:

 

 

 

ya sabe de que Aniceto

 

 

 

es gaucho humilde y bien criao.

 

 

 

De balde estoy agraviao

15

 

 

y flacón por Vuecelencia:

 

 

 

y es de pública evidencia

 

 

 

que me atrasó sin razón;

 

 

 

pues, ni así pienso, patrón,

 

 

 

tratarlo con insolencia.

20

 

 

   Con la verdá por delante

 

 

 

de firme le alegaré,

 

 

 

como es justo, y como que

 

 

 

es rigular que me aguante:

 

 

 

pues cuando fue comendante,

25

 

 

aunque ya era temerario,

 

 

 

no fue entonces mi contrario,

 

 

 

sino gaucho de los míos,

 

 

 

y, como yo en Entrerríos,

 

 

 

ñato y Salvaje Unitario.

30

 

 

   Por eso de allí apuraos,

 

 

 

juyendo como ñandú

 

 

 

en redota a Paisandú,

 

 

 

nos guasquiamos asustaos:

 

 

 

y llegamos escaldaos

35

 

 

de la corrida tan fiera;

 

 

 

y entonces naides creyera

 

 

 

que Vuecelencia emplumara...

 

 

 

pero, hace punta y dispara,

 

 

 

asustao como cualquiera.

40

 

 

   Luego a la Federación

 

 

 

Vuecelencia se pasó

 

 

 

y a los Salvajes dejó

 

 

 

llamándose a narigón

 

 

 

y de ahí principia, patrón,

45

 

 

su carrera relumbrante,

 

 

 

pues pelechó en un istante

 

 

 

favorecido por Rosas,

 

 

 

y por otras muchas cosas

 

 

 

que diré más adelante.

50

 

 

Por ahora permitamé

 

 

 

dejarle la punta adentro,

 

 

 

hasta después que al encuentro

 

 

 

nuevamente le saldrá;

 

 

 

y el cargo le formaré

55

 

 

de todas las maravillas

 

 

 

que ha hecho hasta el día a costillas

 

 

 

del pobre Restaurador:

 

 

 

aunque sentiré, señor,

 

 

 

tener que hacerle cosquillas.

60

 

 

 

 

 

Nº 2

 

Buenos Aires. - Mayo 25 de 1853.

 

Cortesías

 

 

 

AL PROGRESO

 

 

   Reconociendo, señor,

 

 

 

su cacumen en la cencia,

 

 

 

se le ofrece a la obedencia

 

 

 

Aniceto el Payador,

 

 

 

qui ni a gaucho ni a cantor

5

 

 

contrapuntiarle pretiende;

 

 

 

pues veo que usté lo entiende,

 

 

 

y que sin muchas parolas

 

 

 

a quien le suelta las bolas

 

 

 

a la fija se las priende.

10

 

 

 

 

 

AL NACIONAL

 

 

   Aparcero Nacional:

 

 

 

GALLO el cantor lo saluda,

 

 

 

pues lo aprecea sin duda

 

 

 

con un cariño cabal.

 

 

 

Ansí, usté por el igual

15

 

 

debe apreciarme, en el caso

 

 

 

en que usté y yo, paisanazo,

 

 

 

por nada nos encogemos;

 

 

 

y a la Patria defendemos

 

 

 

pico a pico y brazo a brazo.

20

 

 

 

 

 

A LA LANCETA

 

 

   Mi señor de la Lanceta:

 

 

 

Dios lo guarde y lo bendiga,

 

 

 

y le permita que siga

 

 

 

apretando como aprieta:

 

 

 

y en cuanto a la Recoleta,

25

 

 

ande, ¡ojo al Cristo! no sea

 

 

 

que cuando Vd. menos crea,

 

 

 

de algún modo el Diretor

 

 

 

le mande hacer el favor

 

 

 

de sacarle una manea

30

 

 

 

 

 

AL ZAPATO

 

 

   Caballero del Zapato:

 

 

 

para servirle me brindo,

 

 

 

porque usté calza muy lindo

 

 

 

y no es zapatero ñato.

 

 

 

Así deseo su trato,

35

 

 

y mucho favor me hará

 

 

 

almitiendo mi amistá,

 

 

 

que es cuanto puede ofrecer

 

 

 

un gaucho sin más tener

 

 

 

que una güena voluntá.

40

 

  

 

 

 

AL BRITIS-PAKE

 

 

   En tiempo del Estoraque

 

 

 

que encontró don Juan Manuel,

 

 

 

largaba cierto papel,

 

 

 

titulao el Bristi-Pake,

 

 

 

un Inglés de mal empaque...

45

 

 

y otras diabluras que callo

 

 

 

por respeto a su tocayo

 

 

 

el Bristi-Pake de hoy día,

 

 

 

a quien esta cortesía

 

 

 

le rinde Aniceto el Gallo.

50

 

 

 

Brindis que pronunció Aniceto en la mesa del Sr. teniente coronel Rodríguez el día 16 del presente.

 

 

 

 

   A salú del escuadrón

 

 

 

y del señor comendante

 

 

 

que se llevó por delante

 

 

 

el día trece un cañón:

 

 

 

y del criollo guapetón

5

 

 

que al tiro le prendió el lazo;

 

 

 

pues debe ser juerte el brazo

 

 

 

que tal armada largó,

 

 

 

como el pingo que arrastró

 

 

 

a la cincha el chimborazo!

10

 

 

 

 

 

 

Nº 3

Buenos Aires. -Junio 3 de 1853.

El Pagamento

     El 28 de mayo me lo madrugue a mi amigo el imprentero, al levantarse de la cama... que la tiene en el mesmo caserón, pero en otro cuarto muy rumboso, todito pintao y con estampas colgadas: y luego unos trastos primorosos y hasta chuces y cueros de tigre tendidos por el suelo... Como que es hombre ricachón.

     Es de alvertir que yo iba algo chamuscao, porque esa madrugada estuve en jarana en la Batería nueva de Mester-horno, en donde con los soldaos del coronel Chanagusia y los Guardias Nacionales del coronel Bustillos, y otros mozos del ejército todos mansitos para las moras, y alarifes para arrebatarles vacas a los Urquizanos; y como eso nos es cosa fácil, les recogimos una punta de ellas en la tarde anterior, y luego, por supuesto, nos pusimos las botas: y échele vino superior, que para eso cada soldao de la Patria tiene trescientos cincuenta pesitos todos los meses y buenas cacharpas de abrigo.

     En fin, todos, y yo particularmente churrasquié a mi gusto, y luego medio en chaucha me vine a lo del imprentero.

     Cuando llegué a la puerta, me topé con un moreno, entrando con una tipa llena de carne, patos y gallinas, y muy peinao; el cual al verme se paró de golpe, y abriendo tamaña boca, dijo: -¡Ché! ¡Mirá el Gallo! Entre, señor, que en aquel cuarto está el patrón en bata. -¿En bata? ¡Qué lindo! -Sí, señor, ya está levantado: vaya usté, asómese a esa puerta que tiene entreabierta, y lo llamará al momento, porque ya es hora en que el señor patrón empieza a recibir a los operarios.

     ¡Ah, moreno ladino!

     -Bueno, amigo, le dije: y enderecé al cuarto mencionao, que mesmamente tenía entreabierta una puerta, y por la rendija lo estuvo vichando al hombre, que estaba sentao repatigándose en una silla de barbero, toda retobada, y vestido con una leva de pana, de color como yaguané, que le cubría hasta las tabas; una golilla de lana envuelta en el cogote; una gorra negra sumida hasta las orejas, y con un cigarro en la boca del tamaño de una macana; y por último leyendo embelesao en un gacetón de la mesma marca y tamaño de un montón de gacetas fresquitas que tenía al lao. En fin: después de vicharlo y que le tomé la filiación, me resolví a meter la mitá del cuerpo y le pegué el grito:

     -¡Que Dios me lo guarde, patroncito!

     -¡Oh, famoso don Aniceto! Adelante. ¿Cómo está usté?

     -Alentadito, señor: y a usté, ¿cómo le va yendo?

     -Perfectamente, amigo Gallo.

     -Me alegro mucho.

     -Gracias: yo también me alegro de ver a Vd. tan bizarro con ese uniforme de Guardia Nacional, y esa gorra que le sienta a Vd. muy bien en la cabeza.

     -Dispense, patroncito, no me la he quitao, porque es contra ordenanza.

     -Hace Vd. muy bien, puesto que yo estoy de gorra igualmente: ¿no lo ve usté?... y así me lo paso siempre en este tiempo.

     -Ya lo creo, señor: en el día, por acá se usa mucho el vivir de gorra no más.

     -Cierto: porque en el invierno la gorra es un mueble muy cómodo, sumamente económico y muy abrigado.

     -Debe ser, desde que a todos les acomoda, y desde que me dicen que a muchos les abriga hasta la barriga, mayormente a ciertos nutriales que diariamente reciben gorras en los botes que vienen de Palermo. En fin, Dios los ayude. ¿No sabe a lo que vengo, patroncito?

     -Dirá Vd., amigo Gallo.

     -Al tiro le diré, señor, que vengo ganoso de pagarle los riales que le debo por las dos gacetas que me ha impresao.

     -Como Vd. guste: aunque eso no corre prisa.

     -No correrá prisa, señor, pero corre riesgo; en primer lugar, porque yo no me escuendo en la descubierta; y luego porque soy arca llena y arca vacida; y por las dudas, velay tiene la plata en que ajustamos, y cien pesos más de remojo para el mocito aquel que hace de apretador en la imprenta. ¡Ah, mozo vaquiano!

     -Corriente, hará que se le entregue el tal remojo al mocito; y gracias por mi parte. Pero, mire usté: aquí me ha dado quinientos pesos de más y a sus pies... se le ha caído otro billete de mil pesos. ¡Canario! siempre anda Vd. cargado de billetes; parece que fuera Vd. banquero, ¿eh?

     -Eso es porque acostumbro ser banquero entre los míos.

     -¡Es posible! ¿y cómo le va a usté?

     -Sigo echando güeno. Sí, señor.

     -¿Cómo dice usté?

     -Digo, que sigo acertando siempre.

     -¡Ah! sí, sí: ya he visto el acierto con que usté ha publicado su periódico, que varios le han aplaudido, y que a todos les gusta leer el Gallo.

     -De balde... patroncito. ¡Ja, ja!

     -¿Cómo de balde, señor Aniceto

     -Óigame, señor: digo que de balde me quiere usté ilucinar, porque en mi tierra yo sé con los güeyes que aro.

     -Sí sabrá Vd., no lo dudo; como que sabrá darme hoy alguna noticia respecto a la situación.

     -¿De cuál sitiación, patroncito?

     -De la nuestra, o más claro, de la de Buenos Aires en la presente lucha.

     -Yo, señor, lo único que sé de la sitiación, es que estamos sitiaos, y que así mesmo, la patria de la ciudá a la de ajuera le lleva la media arroba en la razón y en el arrempujón; y por eso, en tocándome a caballo, muento en cualquier hora, y me siento bueno para forcejiar por la causa justa en contra de todo tirano. ¿No le parece que hago bien?

     -Seguramente: hace Vd. muy bien: y dígame: ¿Qué juicio se ha formado Vd. de la constitución de que se habla ya? ¿La ha leído usté?

     -¡La custitución!... ¿de qué?

     -La Constitución que ha sancionado ya el Congreso de Santa Fe, que es la que yo estaba leyendo, aunque estoy de purga; y luego voy a mandarla repartir al público, pues aquí se han impreso dos mil ejemplares. ¿No ve usté? todos estos impresos son de la Constitución.

     -¡Barbaridá! ¿De veras?

     -Sin duda: y ¿qué piensa Vd. de la Constitución?

     -¡Ché! eso es velorio, patrón.

     -¡Cómo, velorio, señor Gallo! todo lo contrario: a mí me parece un asunto muy serio, desde que ya ha sido aceptada por el Director, quien ha prometido respetarla.

     -No eche pelos, patroncito, mire que su Ecelencia creo que no sabe hasta ahora lo que es la Custitución: y además es hombre que promete mucho; pero, como es de muy mala memoria, a veces no cumple nada.

     -Pero, hombre: esta vez por lo menos respetará los mandatos del Congreso soberano.

     -¿Soberano? recúlele el soberano, y créame por conclusión, que para el general Urquiza no hay nada soberano en el mundo, porque (perdonándome la mala ausiencia) el Diretor es un peine, ¡ahi-juna! capaz de mandar desgarretar por gusto a todos los costitucioneros y a la custitución en ancas. Y últimamente, yo no aguanto más custitución que la de que en mi tierra mande un criollo, sea del pelo que fuere como sea hombre de bien; y no que nos venga a sobajear cualquier forastero diablo, así retaciándonos la provincia, y arriándose las vacas para carniarlas en los saladeros de Santa Fe: y yo no digo que esto sea en los saladeros del Diretor, porque es hombre que no sabe ajeniar, pero sabe afusilar a un pobre gaucho, porque saca un par de botas de potro. En fin, me voy a retirar, patroncito, y me...

     -No, no: espere Vd., amigo Aniceto, y...

     A este tiempo entró el moreno ladino con una bandeja cargada de copas y tazas, y un calentador aonde venía ya la agua hirviendo; de ahí una chocolatera y una limeta de ron, me pareció al echarle el ojo. Y todo se lo acomodó en una mesita dorada; y ésta la puso frente a las rodillas del imprentero, y atrás de la mesita, como a una vara de distancia, estaba otra silla grandota, barrigona y aforrada en cuero verde muy relumbroso. Luego que el patrón se acomodó la mesita medio entre las piernas, me dijo con agrado:

     -Vamos, amigo D. Aniceto, siéntese Vd. con franqueza en ese sillón, estrénelo usté y me acompañará a tomar una taza de café y una copa de buen coñac, todo lo que puedo ofrecerle a Vd. por ahora.

     -¿De coñato, decía?

     -Sí, de coñac: ¿qué, no le agrada a Vd. este licor?

     -Señor, a mí siendo juerte, me gusta aunque sea lejía.

     -¡Bravo! eso es ser buen soldado: vamos, siéntese Vd., que ya la agua está hirviendo y voy a preparar el café que tomaremos a salud de la constitu...

     Y el hombre no acabó la palabra, porque en ese istante yo de golpe le asenté las nalgas a la silla a macho: ¡ah, Cristo! y había estao inflada, de suerte que me enterré hasta las aujas, y en la sumida alcé las patas, y con ellas suspendí a los infiernos la mesita con cachibaches y todo: y por desgracia la caldera de agua hirviendo se le derramó al imprentero en el mismísimo cogote: de ahí pegó un alarido y entró a sacudirse.

     Y yo me desenredé de la silla y acudí a arrancarle la leva por aliviarlo al hombre; pero un diablo de mastín bayo, parecido al perro del Diretor, se me echó encima furioso, de suerte que tuve que pelar el cuchillo, porque el mastín me acosó tanto que me hizo recular y subirme a la cama del patrón: la mesma que, en cuanto me le trepé, se sumió hasta lo infinito; y abajo, entonces se rompió no sé qué cosa insufrible, porque los mozos que acudieron a los gritos del patrón entraban haciendo gestos con las narices, y así lo hallaron al imprentero desollao desde la nuca hasta la raíz del espinazo; al perro con cuatro mojadas y ocho tajos; y a mí lleno de mordiscones; finalmente el moreno, a la cuenta medio en chicha o asustao, para limpiar el chuce de junto a la cama del imprentero, echó mano de unos papeles que se habían desparramao en la tremolina; y, vea el diablo! habían sido las gacetas de la maldita Custitución, que tuvo la culpa de todo.

     Por último, yo me salí apestao y renguiando, dejándole a un mocito mi Gallo nº 3, que quién sabe cómo saldrá.

El amigo del NACIONAL se ha equivocao, y dispense.

     Digo bien, aparcero; pues, sin duda, usté andaría, con la vista ñublada como el 25 de Mayo por la mañana, cuando quizá se acercó usté a ver las estautas de la Pirami, y dice de que vio a la libertá mirando al Sur. ¡Ah, mal haya! pero, no, amigo: no estaba así, sino que las figuras estaban... velay cómo-

     La Libertá, en figura de Porteña, estaba como sacándole el cuerpo a un Tigre Entrerriano que lo tuvo muy cerca, y hasta ahora lo tiene, me parece: ello es que la Libertá sin duda por eso que está mirando al río, como diciendo: me largaré a lejas tierras, si los defensores de Buenos Aires no me defienden de este animal de Montiel.

     Luego: en ancas de la Libertá estaba la Anarquía chuciada, y mirando a San José de Flores, como diciendo: ¡ah, Director mío!

     De ahí... la Justicia sí que está frente al Sur, pero con un facón de punta sobre unas balanzas, y mirando de rabo de ojo a la Polecía, como diciéndole: "no te descuides con el peso del pan y los porotos, porque los almaceneros también se están poniendo las botas con borlas."

     Después, en otra esquina de la Pirami está la Esperanza medio tristona y de sabanilla, y arrecostada en una cosa ansí como un anzuelo grande, y como diciendo:

     "Me voy a pescar al río para alivio de los pobres enfermos."

     ¡Pero, qué necesidá tiene doña Esperanza de irse a pescar al bajo del río, si, con echar su anzuelo ahí no más en la plaza grande, pescará a muchísimos zurubises! porque ahora con la peste de las virgüelas ha salido un cardumen de esos pescados, de suerte que no se ve otra cosa por las calles de Buenos Aires; y ansí con esa pesca se podrá aliviar la hambruna que también hoy es peste en el hospital de la Residencia, pues aun cuando entra a la ciudá muchísima carne diariamente... ¡No te oigo en el hospital!

     Al mesmo tiempo la Esperanza estaba mirando a la catedral, como diciéndole: "no te aflijas, que te acabarán en cuanto el Director entre a Buenos Aires y respete la Constitución.

     Esto es, aparcero Nacional, lo que yo he comprendío de las figuras del 25 de Mayo, y creo que, si no digo la verdá, raspando le pasaré.

 

 

 

 

 

¡Blan!! ¡Blan!! ¡Blan!!

          

                         

   La tarde del campaneo

 

 

 

de alarma, en las ofecinas,

 

 

 

vide a un montón de gallinas

 

 

 

en un puro cacareo.

 

 

 

¿Y el fusil? pregunté yo.

5

 

 

     Cocoró... có.

 

 

 

   Entre tanto los Naciones,

 

 

 

por la causa entusiasmaos,

 

 

 

iban en puntas armaos

 

 

 

a ofrecerse en los cantones.

10

 

 

¡Ah, cosa! eso me agradó.

 

 

 

     Cocoró... có.

 

 

 

   Luego en esa noche anduve

 

 

 

allá por los andurriales,

 

 

 

aonde con los nacionales

15

 

 

bien acompañao estuve,

 

 

 

cerquita del pororó.

 

 

 

     Cocoró... co.

 

 

 

   Y extrañé a unos mocetones

 

 

 

de esos de letra menuda,

20

 

 

que, apenas medio estornuda

 

 

 

un cañón en los cantones,

 

 

 

se largan al arro-ró.

 

 

 

     Cocoró... co, cocoró... co.

 

 

 

 

 

 

Salutación del gaucho Jacinto Cielo al 18 de julio de 1830.

 

 

 

 

 

 

   El sol de este día vio

 

 

 

jurando al Pueblo Oriental,

 

 

 

ser obediente y leal

 

 

 

a las Leyes que fundó.

 

 

 

Jacinto también juró

5

 

 

respetarlas y cumplir,

 

 

 

lo han de ver, sin desmentir

 

 

 

que es Patriota verdadero,

 

 

 

y que sin ser altanero

 

 

 

GAUCHO libre ha de morir.

10

 

 

   ¡Ah, malhaya, los paisanos

 

 

 

todos como yo cumplieran,

 

 

 

y qué de abrazos se dieran

 

 

 

este día como hermanos!

 

 

 

Que esos Rosines tiranos

15

 

 

morderían nuestro suelo,

 

 

 

y yo tendría el consuelo

 

 

 

de decir: "ya se acabó

 

 

 

la lucha que lamentó

 

 

 

el gaucho Jacinto Cielo."

20

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta certificada y súplicas

 

De un cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al pueblo

 

 

 

 

 

 

     ¡Viva la confederación!

 

 

 

¡Mueran los salvajes unitarios!

 

 

Corrales de Miserere, a 30 de mayo de 1853.

 

 

 

 

 

 

                 A mi mujer:

 

 

 

   Trajiná, ché, Estanislada,

 

 

 

vos que andás por la ciudá,

 

 

 

y haceme la caridá

 

 

 

de mandarme una frezada:

 

 

 

que antenoche con la helada

5

 

 

cuasi me he muerto de frío;

 

 

 

pues, te asiguro, bien mío,

 

 

 

que acá el poncho que me han dao

 

 

 

lo puedo meter holgao

 

 

 

en la vaina del cuchío.

10

 

 

   Y si podés avisarme

 

 

 

con toda siguridá

 

 

 

por qué lao de la ciudá

 

 

 

sin riesgo podré colarme,

 

 

 

decime, para largarme

15

 

 

con mi ñañita y Martín,

 

 

 

que está como un chunchulín

 

 

 

de flaco, pues aquí no hay

 

 

 

ni algarroba ni patai,

 

 

 

ni arrope ni piquillín.

20

 

 

                             SEVERO PUCHETA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Noticias de pajuera

 

 

 

 

 

   Dicen de que el Diretor

 

 

 

de la docena del fraile,

 

 

 

el veinticinco dio un baile

 

 

 

de lo lindo lo mejor...

 

 

 

   En celebridá de que

5

 

 

el veintitrés a la noche

 

 

 

la Custitución en coche

 

 

 

le llegó de Santa Fe...

 

 

 

   Junto con la dotorada

 

 

 

que tuvo la complacencia

10

 

 

de traérsela a Vuecelencia

 

 

 

a su gusto remendada;

 

 

 

   Y que la cosa se jura,

 

 

 

luego que los congresales

 

 

 

haigan cobrar unos riales

15

 

 

que les deben por la hechura.

 

 

 

 

 

 

AVISO DE POR SAN JOSÉ DE FLORES

 

 

 

 

 

 

   El que quiera en este pago

 

 

 

reírse de una disparada,

 

 

 

no tiene más que nombrar

 

 

 

a la LEGIÓN ITALIANA.

20

 

 

   Y si la nombrada fuere,

 

 

 

allá, medio entre dos luces,

 

 

 

verá que los TERUTEROS

 

 

 

empluman como avestruces.

 

 

 

 

 

 

 

LA RETRETA

     Anoche anduve de paseo por la retreta, que tocó muy primorosamente la música de la ¡LEGIÓN VALIENTE! y al pasar yo frente a una moza muy linda, como son todas las Porteñas, sentí que decían: "¡Jesús, qué gaucho tan zonzo y bullicioso."

     Entonces yo les pregunté, receloso, si soltaban esa indireta por mí; y me contestaron: "no, señor Gallo; lo decimos por ese general guarango que todas las noches nos aturde a cañonazos como si con esa brutalidad quisiera asustarnos. ¿No le parece a Vd., señor Aniceto, que todo eso no prueba sino bestialidá? Como igualmente eso de pegarle fuego a una mina, y destruir una casa de un infeliz, aprovechándose de la suspensión de armas del 25 de Mayo." -Dejen ustedes no más, paisanitas, les contesté: que en cuanto a prenderles minas, el día que se ofrezca, ya verán los teruteros cómo, desde las trincheras hasta San José de Flores, les ponemos las chacras y las casas, y a ellos adentro todos patas arriba. Y Dios les dé muy buenas noches.

 

 

 

 

 

Alvertencia a los aguantadores y renegaos

 

                        

   Si un imposible no fuera

 

          

 

para mí en la situación

 

 

 

ladiarme de la cuestión

 

 

 

y hacerme José de ajuera,

 

 

 

saltaría la tranquera

5

 

 

y ganaría un cardal,

 

 

 

o en cualesquier abrojal

 

 

 

lamentaría el destino

 

 

 

de haber nacido argentino

 

 

 

y no poder ser nutrial.

10

 

 

   ¡Ah, Cristo! ¡Quién presumiera

 

 

 

que esta tierra desdichada

 

 

 

no quedara sosegada

 

 

 

luego que Rosas cayera!

 

 

 

y hoy vean en qué leonera

15

 

 

la patria se ha convertido.

 

 

 

Así, los que han combatido

 

 

 

a Rosas con tanto afán,

 

 

 

como yo, quizás dirán:

 

 

 

"más vale un mal conocido"...

20

 

 

   Porque yo que no aspiraba

 

 

 

nada más que a trabajar,

 

 

 

y para eso sin cesar

 

 

 

contra Rosas forcejeaba,

 

 

 

en lo que menos pensaba

25

 

 

era en verme, trajinao

 

 

 

y en las cuartas enredao

 

 

 

por el hombre del Pograma,

 

 

 

aquel de la larga fama

 

 

 

a quien yo mesmo he cuartiao.

30

 

 

   Ese a quien hoy lo rodean

 

 

 

y le fingen atenciones

 

 

 

una punta de adulones

 

 

 

que desollarlo desean;

 

 

 

pero esos ruines no crean,

35

 

 

de balde son tan lagañas...

 

 

 

ablandarle las entrañas,

 

 

 

porque don Justo es mal bicho...

 

 

 

y tengan presente el dicho:

 

 

 

"El que tiene malas mañas..."

40

 

 

   Y el día que se amostace

 

 

 

y se le hinchen las narices,

 

 

 

a todos como a perdices

 

 

 

puede ser que los enlace:

 

 

 

a la fija ya se me hace

45

 

 

¡que han de chupar de Caracas!

 

 

 

háganse no más petacas...

 

 

 

que redepente don Justo,

 

 

 

si no los cuelga por gusto,

 

 

 

los estira en cuatro estacas.

50

 

 

   Vayan no más por la oveja

 

 

 

(como él dice) los Porteños,

 

 

 

lléguense los pedigüeños

 

 

 

y ándenle siempre a la oreja,

 

 

 

lo verán como se deja

55

 

 

bolsiquiar alguna vez;

 

 

 

pero, a lo tigre después,

 

 

 

a Cristo, si se le allega,

 

 

 

del manotón que le pega

 

 

 

le baja la media res.

60

 

 

   Ya ven que se los alvierto

 

 

 

a todos los adulones,

 

 

 

renegaos y mogollones,

 

 

 

anden con el ojo abierto;

 

 

 

porque el Diretor, de cierto,

65

 

 

hasta montar es blandito,

 

 

 

pero ya encima, repito,

 

 

 

que por más que les afloje,

 

 

 

el día que se le antoje,

 

 

 

les ha de limpiar el pito.

70

 

 

 

 

 

 

Nº 4

Buenos Aires. - Junio 13 de 1853.

Vamos hablando formal y para los míos

     Desde que comencé a escrebir esta Gaceta, creyendo merecer un agrado de todos, me veo en continuos apuros, pues cada vez que suelto el Gallo me aturden a quejas, a pesar del esmero que pongo para que lo lleven a las casas de todos los alistaos, ecétera, como me decía en un tiempo el comendante Yuan das Botas. -¿Se acuerdan?

     Pues, sí, señor: muchas ocasiones me lamento y hasta reniego a veces de haber tomao el cargo de Gallero que tanto me calienta; pero luego me enfrío, moralizando en mi pecho el que quizás no seré yo sólo el único Gaucho apurao en el día y en esta tierra, aonde contemplo los aprietos en que se encuentra todo un señor Diretor de la docena del flaire, desde que se metió a organicista y custitucionero, pretendiendo solamente agradar a los Porteños, y luego afirmársele nada menos que ¡diez años! de la primera sentada a la silla inflada del Gobierno de la Ciudá: arrejando a salir patas arriba en un pueblo, que ya está acostumbrao a no aguantar un Gobernador diez años, sino a tener ¡diez Gobernadores por año! gracias a la organizadura que Vuecelencia le dio después de la zapallada de Caseros, ecétera, ecétera.

     ¡Qué barbaridá, la casaca por aonde le da! ¡y luego el empeño que pone el señor Diretor para hacer estirar la docena del flaire hasta catorce provincias y un pico para él! Pero ¡qué pico! nada menos que la ciudá de Buenos Aires, aonde V. E. parece que ya está aquerenciao, desde que es éste el pueblo que ha separao para venirse a gobernar holgadamente con la Custitutión, por la cual tendrá la facultá de hacer, si quiere, hasta tres provincias de ésta, y en ancas la mamada de disponer de la Aduana lechera, como así mesmo del Banco de la moneda, y últimamente de la obedencia de todo el porteñaje de casaca o de poncho; y al fin también del clubo, ese clubo encantador de las Porteñas lindas, con las cuales sueña Vuecelencia el que ya se les viene a bailarles la contradanza, etc., etc.

     Después empezará la organizadura en regla, mandando que gaucho ninguno porteño o provinciano pueda nunca tomar un trago, ni jugar a la brisca, ni comer carne con cuero, porque los gauchos de Entrerríos así le obedecían en un tiempo; que ahora, sigún dicen, le han perdido el respeto a tal punto, que el otro día, ahí mesmo en San José de Flores, como sesenta Entrerrianos de la escolta de S. E. le alzaron el poncho, y lo echaron a la Pu...nta de San Fernando, y... ¡viva la libertá!

     Dejuramente: ¿hasta cuándo quiere el señor Diretor que lo aguanten los pobres paisanos, y mucho menos que anden haciéndose matar por él, ni por naides, saliendo a campaña todos los días, trayendo sus caballitos y cangallas? ¿y carniando flaco cada tres días a veces, y sin pitar, ni tomar mate, mientras el Diretor viene en galera y con tres carretas de golosinas para él solo?¿O se presume ser más gaucho ni más hombre que naides? ¡Diaonde! Después que cayó D. Juan Manuel, es zonzo todo el que pretenda gobernarnos como quiere D. Justo; y cada criollo sabe ya que vale tanto como el que más, por la LEY y su derecho.

     -Cabalito.

     De balde ahora se nos viene haciendo el sarnoso por engatusarnos más con las galantías de la Custitutión Urquizana, y con galantías y todo nos tiene amolaos peliando unos con otros, comiéndonos las vacas y acabándonos los mancarrones, y sin poder acabar la guerra después de tanto crédito de que presumía cuando vino a voltiar a Rosas con los 25 mil hombres prestaos; y ahora salimos con que por junto ha mandao traír a los pobres Cordobeses, diciéndoles que venían solamente para amuchar, y el caso es, que con ellos está amuchando los dijuntos de la Recoleta... ¡qué lindo!

     Vamos, el señor Diretor se presumió que porque los Porteños, ya cansaos de las guerras, para que se acabasen, le juyeron en Caseros, acá en el pueblo le han de recular, y ajuera le han de sufrir a la helada, mientras que Su Ecelencia noche por noche se lo pasa en las casas de San José de Flores, calientito bailando con las muchachas, ecétera.

     -¡No te oigo! después que sacó las uñas en Palermo, asigún lo que nos cuenta el paisano Ceballos en la conversación de más abajito. Óiganle.

 

 

 

 

 

Diálogo

 

Que tuvieron en el Cuartel del Retiro el día 30 de mayo último, entre el paisano Salvador Ceballos recién pasao del campo enemigo, y Anselino Alarcón, soldao de la guerrilla de caballería del mayor Vila

 

 

 

 

 

                      

   Al fin, amigo Alarcón,

 

         

 

de golpe me le aparezco:

 

 

 

¡eh, pu...cha, que está gordazo

 

 

 

con los pastos!...

 

 

ALARCÓN

                            ¡En el pueblo

 

 

 

usté, señó Salvador!

5

 

 

¿cuándo ha llegao, aparcero?

 

 

 

adelante, vengasé,

 

 

 

deme un abrazo primero:

 

 

 

y eche un trago.

 

 

CEBALLOS

                            Vaya, amigo,

 

 

 

confortaremos el pecho

10

 

 

a su salú: ¿cómo está?

 

 

ALARCÓN

   Siempre alentao, aparcero,

 

 

 

y en este instante algo más

 

 

 

con el gustazo de verlo,

 

 

 

pues yo lo hacía en su pago

15

 

 

o en algún montejuyendo,

 

 

 

sigún lo que platicamos

 

 

 

la última vez.

 

 

CEBALLOS

                         ¡Qué canejo!

 

 

 

si ahora como siete meses,

 

 

 

en la playa del rodeo,

20

 

 

un novillo de tres años

 

 

 

me atracó un golpe tan fiero

 

 

 

que me postró enteramente:

 

 

 

y estando en mi rancho enfermo,

 

 

 

vinieron los Urquizanos

25

 

 

que hoy mandan a los Porteños,

 

 

 

y de orden del Diretor,

 

 

 

en una arriada que hicieron

 

 

 

de cuatro viejos quebraos,

 

 

 

yo les serví de siñuelo,

30

 

 

y amarrao codo con codo,

 

 

 

a pesar de hallarme enfermo,

 

 

 

hasta los Santos Lugares

 

 

 

como un Cristo me trujieron,

 

 

 

y al llegar me asiguraron

35

 

 

en la estaca un día entero:

 

 

 

y después que me trataron

 

 

 

como se trata a un malevo,

 

 

 

de soldao de infantería

 

 

 

me echaron al campamento.

40

 

ALARCÓN

¡Barbaridá! ¿Y su familia?

 

 

CEBALLOS

   Hágase cargo, aparcero

 

 

 

mi mujer y la muchacha,

 

 

 

del julepe, al verme preso

 

 

 

lo que nunca, atrás de mí

45

 

 

lagrimiando se vinieron

 

 

 

sin más prendas que el rebozo

 

 

 

y la camisa del cuerpo.

 

 

 

Así en la mayor miseria

 

 

 

conmigo en el campamento

50

 

 

han sufrido cuatro meses,

 

 

 

al triste abrigo de un cuero

 

 

 

y en la mayor desnudez,

 

 

 

sin más vicios ni alimento

 

 

 

que caracuses y achuras

55

 

 

de unos toros como perros.

 

 

ALARCÓN

   ¡Infelices! pues, amigo,

 

 

 

aunque me alegro de verlo,

 

 

 

endeveras le asiguro

 

 

 

que me asiste el sentimiento

60

 

 

de que usté se haiga venido,

 

 

 

dejando en aquel infierno

 

 

 

a su familia...

 

 

CEBALLOS

                         ¿Qué dicé?

 

 

 

mal me reputa, aparcero:

 

 

 

la osamenta, creamé,

65

 

 

hubiese dejao primero

 

 

 

que abandonar mi familia,

 

 

 

no lo dude, acá la tengo.

 

 

ALARCÓN

   ¡Es posible! ¿se ha venido

 

 

 

mi aparcera?

 

 

CEBALLOS

                        Por supuesto:

70

 

 

y la muchacha también;

 

 

 

las dos están en el pueblo.

 

 

ALARCÓN

   ¡Qué me cuenta! y diga: ¿cómo

 

 

 

ha conseguido todo eso,

 

 

 

entre las dificultades

75

 

 

que se cruzan, sigún creo?

 

 

CEBALLOS

   Sin duda, hay inconvinientes;

 

 

 

pero, arresgando el pescuezo

 

 

 

de puro desesperao

 

 

 

la noche del aguacero,

80

 

 

cargué la arma y con mi corvo

 

 

 

enteramente resuelto,

 

 

 

con Petrona y la muchacha,

 

 

 

gatiando del campamento

 

 

 

salimos a media noche

85

 

 

por entre zanjas y cercos,

 

 

 

y al fin por unos barriales,

 

 

 

ya levantando y cayendo,

 

 

 

a eso de la madrugada

 

 

 

nos colamos en el pueblo,

90

 

 

sin tener en la cruzada

 

 

 

novedad, gracias al cielo.

 

 

ALARCÓN

   ¿Y aonde dejó a la familia?

 

 

 

Vaya, tráigala ligero,

 

 

 

a ver si la acomodamos...

95

 

 

y después platicaremos.

 

 

CEBALLOS

   Ahora no puedo, en razón

 

 

 

que en el río están en cueros

 

 

 

lavando las pobrecitas

 

 

 

la única ropa del cuerpo;

100

 

 

que la demás en el pago,

 

 

 

cuando atrás de mí salieron,

 

 

 

toda quedó en la petaca,

 

 

 

allá a lo de Dios que es bueno

 

 

 

y además mi cangallaje

105

 

 

y el asador y el mortero,

 

 

 

la olla y otros trastecitos,

 

 

 

que a la fecha, por supuesto,

 

 

 

andarán por lejas tierras,

 

 

 

o colgados a los tientos

110

 

 

de los organizadores

 

 

 

o los custitucioneros,

 

 

 

entre los cuales hay hombres

 

 

 

que oírlos nombrar mete miedo.

 

 

 

   ¡La pu....janza en los paisanos!

115

 

 

Vaya, vaya, estamos frescos,

 

 

 

con todo el montoneraje

 

 

 

que ha salido en este invierno;

 

 

 

de forma, amigo Alarcón,

 

 

 

que yo que estaba tan lejos

120

 

 

de entrar en guerra ninguna,

 

 

 

hoy de agraviado me siento

 

 

 

con el alma atravesada:

 

 

 

y de veras, le prometo

 

 

 

no recular de la raya,

125

 

 

y morir como Portello

 

 

 

en defensa de mi tierra,

 

 

 

aonde claramente veo

 

 

 

que pretende suyugarnos

 

 

 

un Entrerriano embustero.

130

 

 

   Ésta es la pura verdá;

 

 

 

y no me digan por esto

 

 

 

el que a ningún provinciano

 

 

 

lo trate con menosprecio;

 

 

 

no, señor: siendo Argentinos

135

 

 

a todos los apreceo;

 

 

 

y mandando por la ley

 

 

 

y la razón, yo respeto

 

 

 

a Sanjuanino o Riojano,

 

 

 

o Vallista o Santiagueño;

140

 

 

pero me opongo de firme

 

 

 

a quien le viene fingiendo

 

 

 

cariños al porteñaje

 

 

 

y custitutión y enriedos,

 

 

 

para después a su antojo

145

 

 

pisarnos en el pescuezo.

 

 

 

Contra ése he de forcejiar,

 

 

 

luchando hasta caírme muerto.

 

 

ALARCÓN

   ¡Ah, criollo lindo! eso sí,

 

 

 

no hay que aflojar, compañero:

150

 

 

acá entre la porteñada

 

 

 

tener custiones podemos

 

 

 

por esta o la otra razón:

 

 

 

al fin nos arreglaremos;

 

 

 

y si, acaso, entre nosotros

155

 

 

no más nos sacudiremos:

 

 

 

pero, eso de que un foráneo,

 

 

 

venga de ajuera a imponernos

 

 

 

y a mandar en nuestra tierra

 

 

 

como quien manda carneros,

160

 

 

y a fomentar las discordias

 

 

 

a retaciar nuestro suelo,

 

 

 

dividiendo la provincia

 

 

 

como está soñando hacerlo

 

 

 

el Diretor... que lo aguanto

165

 

 

el diablo, que yo no puedo

 

 

 

sufrirlo, aunque por desdicha

 

 

 

hay más de cuatro Porteños

 

 

 

que, al interés miserable

 

 

 

de que les dé algunos pesos,

170

 

 

al mismo que los humilla

 

 

 

se le agachan hasta el suelo.

 

 

 

¡Qué tristura!

 

 

CEBALLOS

                        Mesmamente:

 

 

 

hay más de cuatro paisanos,

 

 

 

no sólo de aquella banda

175

 

 

sino también de este lado,

 

 

 

a los cuales les debemos

 

 

 

la situación en que estamos:

 

 

 

y no se puede decir

 

 

 

de que todos sean gauchos,

180

 

 

porque hay paisanos entre ellos

 

 

 

que presumen de letrados,

 

 

 

y con toda su experencia,

 

 

 

y luego, viendo tan claro

 

 

 

las pretensiones de Urquiza,

185

 

 

se le recuestan... ¡Barajo!

 

 

 

de ningún modo, a esos hombres

 

 

 

no es posible disculparlos,

 

 

 

porque en cuanto pisó Urquiza

 

 

 

en Palermo, amostró el fallo,

190

 

 

y que lo dejaba atrás

 

 

 

a Rosas en lo tirano:

 

 

 

porque éste tiranizaba

 

 

 

a un pueblo que era contrario

 

 

 

a sus arbitrariedades,

195

 

 

y que lo andaba aguaitando

 

 

 

para darlo contra el suelo

 

 

 

hasta que logró voltiarlo.

 

 

 

De balde el tal Diretor

 

 

 

presume de puro vano

200

 

 

que venció a don Juan Manuel

 

 

 

sólo él con los Entrerrianos

 

 

 

¡vea qué balandronada!

 

 

 

Aonde sabemos, paisano,

 

 

 

de que si Rosas cayó

205

 

 

fue porque lo abandonamos

 

 

 

los Porteños en Caseros:

 

 

 

cosa que hicimos pensando

 

 

 

que Urquiza nos cumpliría

 

 

 

las promesas del Programo,

210

 

 

que nos echó de Entre Ríos

 

 

 

cuando el 1º de mayo,

 

 

 

y con el cual por desgracia

 

 

 

logró el hombre engatusarnos,

 

 

 

de suerte y conformidá

215

 

 

que en Caseros le aflojamos,

 

 

 

que, sino, se hubiera vuelto

 

 

 

para su tierra mosquiando

 

 

 

por lo menos: y después

 

 

 

que allí le facilitamos

220

 

 

el triunfo, o la zapallada,

 

 

 

¿cómo se portó ese ñato

 

 

 

con el pueblo y la campaña

 

 

 

que lo recibió en sus brazos

 

 

 

y le hizo tantos cariños?

225

 

 

Oiga, voy a relatarlo.

 

 

 

   Tras del humo de Caseros

 

 

 

vino a Palermo bufando,

 

 

 

y al otro día no más

 

 

 

entró a matar a lo diablo

230

 

 

a los pobres prisioneros,

 

 

 

sin reparar el grado,

 

 

 

y haciendo tirar los muertos

 

 

 

de carnada a los caranchos:

 

 

 

y para aterrar al pueblo

235

 

 

que acudía voluntario

 

 

 

a ver al libertador,

 

 

 

y aplaudirlo y contemplarlo,

 

 

 

en la entrada de Palermo

 

 

 

ordenó poner colgados

240

 

 

a dos hombres infelices,

 

 

 

que después de afusilados

 

 

 

los suspendió en los ombuses,

 

 

 

hasta que de allí a pedazos

 

 

 

se cayeron de podridos

245

 

 

y los comieron los chanchos.

 

 

 

   Luego... empezó a señalar

 

 

 

de salvajes Unitarios

 

 

 

de Porteños damadogos,

 

 

 

de Federales bellacos,

250

 

 

de Cordobeses piojosos,

 

 

 

de Gringos desvergonzados,

 

 

 

y a meter fuego y cizaña

 

 

 

entre todos los paisanos...

 

 

 

que de nombres y partidos

255

 

 

ya se habían olvidao.

 

 

 

   Luego... en moneda atrapó

 

 

 

trece millones del Banco,

 

 

 

y de a doscientos mil pesos

 

 

 

les largaba a sus ahijados,

260

 

 

como ese tal Tragaldaba

 

 

 

a quien le había aflojao

 

 

 

cincuenta mil antes de eso,

 

 

 

porque le andaba orejiando.

 

 

 

   Entre tanto en los barriales

265

 

 

de Palermo, amontonaos

 

 

 

cuasi todos sin camisa,

 

 

 

estaban sus Entrerrianos

 

 

 

(como él dice) miserables,

 

 

 

comiendo terneros flacos,

270

 

 

y vendiendo las cacharpas

 

 

 

para pitar un cigarro:

 

 

 

mientras que su general

 

 

 

comía dulces y pavos;

 

 

 

y que a ciertos adulones,

275

 

 

que sólo iban a enredarlo,

 

 

 

les largaba de a cien mil

 

 

 

por antojo o voraciando.

 

 

 

   En seguida a Buenos Aires

 

 

 

(que venía a libertarlo),

280

 

 

desde Palermo no más

 

 

 

ya comenzó a desplumarlo,

 

 

 

llevándose el armamento

 

 

 

de todo el Parque, y los barcos,

 

 

 

las balas y los cañones,

285

 

 

las músicas, los vistuarios,

 

 

 

la pólvora, las monturas,

 

 

 

las carretas, los caballos,

 

 

 

y por fin, como cautivos,

 

 

 

por no decir como esclavos,

290

 

 

setecientos infelices

 

 

 

de los morenos y pardos,

 

 

 

que a Calá fueron a dar

 

 

 

a servirle de soldaos...

 

 

 

   Y luego con las Provincias

295

 

 

terminó por enredarnos:

 

 

 

diciendo, "que Buenos Aires

 

 

 

quiere tenerlas abajo,

 

 

 

y que le paguen tributos,

 

 

 

y que la Duana y... el diablo

300

 

 

no podría imaginarse

 

 

 

lo que Urquiza ha maquinao

 

 

 

para poner nuestra tierra

 

 

 

en el miserable estao

 

 

 

en que la vemos... ¡Ah, Cristo!

305

 

 

¡qué hombre tan rudo y tan malo!

 

 

 

cuando tuvo la ocasión

 

 

 

de calzársela en el mando

 

 

 

con el aprecio de todos

 

 

 

los Argentinos honraos,

310

 

 

que lo hubiésemos tenido

 

 

 

en las palmas de las manos,

 

 

 

toda vez que con la ley

 

 

 

nos hubiera gobernao,

 

 

 

no querer mandar así...

315

 

 

sino a su modo, a guascazos:

 

 

 

y ¿cómo hemos de sufrir,

 

 

 

no le parece, amigazo?

 

 

ALARCÓN

   ¡Qué sufrirlo! que lo aguanten

 

 

 

en su tierra o en sus pagos,

320

 

 

que en ésta ya concluyó

 

 

 

el poder de los tiranos.

 

 

CEBALLOS

   Cabalito: pues, amigo,

 

 

 

voy a ver si voy al bajo

 

 

 

a buscar a la mujer

325

 

 

y trajinar un caballo,

 

 

 

y luego me volveré.

 

 

ALARCÓN

   Pero no a pie, paisanazo:

 

 

 

velay tiene acá un apero

 

 

 

de los dos que tengo a mano;

330

 

 

tome, y como cosa suya

 

 

 

ensille y muente ese bayo,

 

 

 

y péguele una tantiada:

 

 

 

verá un pingo soberano

 

 

 

para cuando necesite

335

 

 

meniar lata...

 

 

CEBALLOS

                            En ese caso

 

 

 

yo creo que la pereza

 

 

 

no me llegará hasta el brazo

 

 

 

de suerte que su cariño

 

 

 

no puedo menospreciarlo,

340

 

 

de forastero y a pie

 

 

 

como me encuentro, amigazo.

 

 

ALARCÓN

   ¡Qué cariño! quitesé;

 

 

 

muente pronto y vaya al bajo

 

 

 

a buscar a la familia,

345

 

 

que yo aquí con un asado,

 

 

 

¡cosa linda! y vino duro,

 

 

 

a merendar los aguardo

 

 

 

y luego a la nochecita

 

 

 

con las hembras nos largamos

350

 

 

a bailar en un cantón

 

 

 

del comendante Obligado,

 

 

 

adonde los Nacionales

 

 

 

dan esta noche un fandango,

 

 

 

y allí, si baila el chotiso

355

 

 

su hija, lucirá su garbo;

 

 

 

y usté amanecer pudiera

 

 

 

con un yerno currutaco.

 

 

 

   Porque en ese batallón

 

 

 

los mocitos son el diablo

360

 

 

y yo sé que adonde quiera,

 

 

 

desde el comendante abajo,

 

 

 

para el amor y pelear

 

 

 

toditos son como gallos.

 

 

 

   En fin, ya va siendo tarde

365

 

 

y yo me siento delgao:

 

 

 

con que, a traír a su familia

 

 

 

lárguese, amigo Ceballos.

 

 

CEBALLOS

Muy bien, será hasta lueguito.

 

 

ALARCÓN

Hasta lueguito, paisano.

370

 

 

 

 

 

¡ERA EL AYUDANTE FELLONICO!

 

 

 

 

 

 

   Sobre una tumba florida,

 

 

 

a hombros de los Nacionales

 

 

 

y sus compañeros leales,

 

 

 

iba en la flor de su edá...

 

 

 

   Un ITALIANO sin vida,

375

 

 

que parecía animoso

 

 

 

decir: "¡Así un valeroso

 

 

 

muere por la Libertá!"

 

 

 

 

 

 

AL SEÑOR JEFE DE POLECÍA

 

 

 

 

 

 

   Por la Virgen de Dolores,

 

 

 

patrón de la Polecía,

380

 

 

le suplico que algún día

 

 

 

apriete a los pescadores,

 

 

 

que están haciendo primores

 

 

 

diariamente en el Mercao,

 

 

 

habiéndolos licenciao

385

 

 

para que puedan pescar,

 

 

 

y no para trajinar

 

 

 

a este pueblo desgraciao.

 

 

 

 

 

 

Envite que recebí para el baile de los Guardias Nacionales del 1er batallón, el día 30 del mes pasao.

 

 

 

 

 

 

   A don Aniceto el Gallo

 

 

Cantón de los Porteños crudos, a 30 de mayo de 1853.

 

 

         Amigo y compañerazo:

 

 

 

   Hoy hacemos un fandango

390

 

 

algo más de rigular,

 

 

 

pues le vamos a largar

 

 

 

flauta, violín y changango:

 

 

 

para la gente de rango

 

 

 

que cairá entre el porteñaje;

395

 

 

y habrá mate, y beberaje,

 

 

 

y Paro en que divertirse:

 

 

 

con que así, puede venirse

 

 

 

a quejársele al hembraje

 

 

 

 

 

 

Esto no se echar panes al ñudo, porque así fue.

 

 

 

 

 

     (Diálogo que tuvieron el otro día, después de una guerrilla en las avanzadas, dos garabineros guerrilleros nuestros, de la gente del comendante DON Comosellama: pues como hay tantos comendantes, yo no los conozco a todos: pero es cierto que tuvieron este diálago los soldaos de caballería JOSÉ VERGARA y LUCHO VIÑALES. ¡Qué peines!)

 

 

 

 

 

VIÑALES

   Vaya, aparcero Vergara,

400

 

 

¿qué hace que no desensilla?

 

 

 

ya lo vide en la guerrilla

 

 

 

floriarse en su malacara:

 

 

 

   ¡Mire que le han menudiao

 

 

 

esos brutos! ¿No es verdá?

405

 

 

¡si fue con termeridá:

 

 

 

vaya, a que lo han aujeriao!

 

 

VERGARA

   ¿Diaónde, amigo, se afigura

 

 

 

que me pillaran turbao?

 

 

 

¿No ha visto que les he dao

410

 

 

a tres en la matadura?

 

 

 

   Porque un terutero al cuhete

 

 

 

salió y me vino a toriar,

 

 

 

y en cuanto lo hice apartar

 

 

 

le cerré piernas al flete.

415

 

 

   Lueguito, él me hizo los puntos,

 

 

 

pero cerquita me erró:

 

 

 

y ahí no más le dije yo,

 

 

 

¡contáte entre los dijuntos!

 

 

 

   Ahi-juna! ¡si en la rompida,

420

 

 

cuando quiso disparar,

 

 

 

siete güeltas le hice dar

 

 

 

de una pechada fornida!

 

 

 

   Ni fue preciso más que eso

 

 

 

para del todo aplastarlo,

425

 

 

pues conseguí desnucarlo

 

 

 

tronchándole hasta el pescuezo

 

 

VIÑALES

   Mesmamente, lo hemos visto,

 

 

 

y cuasi, cuasi rompimos;

 

 

 

pues en la guardia estuvimos,

430

 

 

hágase cargo, ¡ojo al Cristo!

 

 

 

   Pero no quiso el teniente

 

 

 

que ninguno se cortara,

 

 

 

porque dijo: "con Vergara

 

 

 

para tres hay suficiente."

435

 

VERGARA

   Pues mire el diablo, así fue:

 

 

 

yo no sé diaonde salieron

 

 

 

otros dos que se vinieron,

 

 

 

y ya me los agaché:

 

 

 

que usté sentiría el ruido,

440

 

 

pues los dos me cerrajaron

 

 

 

y ni el pelo me tocaron,

 

 

 

tan solo sentí el chiflido;

 

 

 

y al que venía puntiando,

 

 

 

de balde me hizo gambetas,

445

 

 

le prendí por las paletas

 

 

 

y lo dejé pataliando.

 

 

 

   Luego eché la tercerola

 

 

 

a la espalda en el momento,

 

 

 

y más ligero que el viento

450

 

 

amartillé la pistola,

 

 

 

que el último ya se me iba

 

 

 

pero al tiro lo alcancé,

 

 

 

y en cuanto me le atraqué

 

 

 

lo puse patas arriba.

455

 

 

   De ahí agarré los fusiles

 

 

 

y a la avanzada volví,

 

 

 

y al teniente se los di:

 

 

 

¡qué teruteros tan viles!

 

 

VIÑALES

   Ándese no más ufano,

460

 

 

que yo le he de preguntar

 

 

 

si así piensa retozar

 

 

 

de aquí a unos días, paisano,

 

 

 

cuando con sus doce mil,

 

 

 

que dice que tiene Urquiza,

465

 

 

nos venga a sacar la friza.

 

 

VERGARA

¡Qué mecha para un candil!

 

 

 

Nº 5

Buenos Aires. - Junio 22 de 1853.

 

 

                              CABALLEROS:

     Éste es el GALLO nº cinco y tarja: porque al fin, del reñidero aonde me metí he salido tan lucido como un zaino parejero, que pensó lucir su viveza bajo las caronas de un soldao terutero, el cual últimamente lo largó al pobre pingo en el bajo, aonde lo vide el otro día flaco, uñerudo y rabón; porque hasta la cola le habían comido las yeguas de pajuera. Por esta razón el Gallo, antes de quedarse enteramente desplumao y sin cola, dirá lo que decía un Andaluz:

                              

Abur, Perico,

                              

 

ahí te mando ese Gallo

 

 

que clava el pico.

 

 

 

 

 

 

Ésta no es chanza

Memorias de una audencia de Sancho Panza

 

 

     Gracias a Dios que me he sacao el lazo del compromiso, en que me puse con el noble auditorio de esta Capital Federal y capada al gusto y satisfaición del señor don Sancho... me equivoqué: del señor don Justo quise decir, pero con el verso de la audencia le atraqué don Sancho a Vuecelencia.

     Pues, sí, señores: yo les ofrecí a los puebleros, por empeño de la mocita aquella del fandango, el que les escrebería cinco Gallos al mes, los mesmos que he soltao, desiando agradar a todo bicho, y en la punta a mi amigazo el gacetero del Nacional, que me hizo el cariño de darme una música en su Gaceta para acreditarme con el Porteñaje cuando yo solté mi primer Pollo.

 

 

 

EL SARGENTO ANICETO EL GALLO

En traje de Guardia Nacional de Caballería

     Yo no sé si el amigo Nacional se dará por bien correspondido del Gallo, pero se me afigura que los caballeros alistaos a mi gaceta, ni naides podrá quejarse, diciendo que Aniceto anduvo lecheriando para escrebir los cinco Gallos prometidos al mes, desde que en el nº 1 les largué un Pollo de ley, y luego cuatro Jacas hasta la presente: y toda esta fatura por diez pesos que, en el día, de alfalfa se los almuerza cualquier Diputado del Congreso.

     ¡Ah, hombres tragones! Lo mismo que el Diretor: con sólo la diferencia de que entre todos los congresudos pueden tragárselo a Vuecelencia, pero don Sancho... ¡dale con don Sancho!... el Diretor solo, redepente se ha de tragar a todos los diputaos. ¡Qué buche!

     De ahí resulta la grandísima afición que Vuecelencia lo tiene a la Gobernaduría de Buenos Aires, aonde hay tan buenos bocaos, particularmente pichoncitos; y por eso el hombre se lambe por venirse a gobernar en la Capital hasta las Conchas de un lao, y por el otro hasta la Ensenada: con arreglo a la capadura que de nuestra Provincia y por la Custitución de moquillo ha hecho el divino Congreso del Carcarañá para llenar los deseos del organicista.

                          

   ¡Qué brutos son los que dicen

                         

 

que la Virgen es la luna!

 

 

ansí son los congresudos

 

 

que sueñan la capadura.

 

     ¿Con que, nada menos que la Capital hasta las Conchas?... ¿Y la Ensenada? ¡Friolera! Y los gauchos porteños que tenemos a gala en ir a pasiar a nuestro Buenos Aires, ¿por qué nos quiere apartar? ¡Han visto! a la cuenta será para que V. E. se venga con su general Crespín y el gobernador Babas a retozar en la tierra de los generales porteños guapazos que peliaron noblemente por la gloria y grandeza de Buenos Aires; y que nunca sembraron choclos ni zapallos en nuestra provincia para venderlos ellos solos, y privarles ese recurso infeliz a los pobres paisanos, como los generales de aquel lao del Paraná. Vaya, vaya pues, no es nada el tamaño de la Capital que quiere para su recreo el señor don Sancho: ¡qué majadería!... el señor don Justo.

     Entonces: si el hombre se acomoda en una capital de este trecho, el diablo que le dé palmada ni lo pille a tiro para merecerle una audencia de aquellas que supo dar antes de hacerse Diretor, cuanto redepente se acomodó de Gobierno en las casas y en la mesma silla del viejo Restaurador don Juan Manuel.

     ¡La pu...janza, el modo de dar audencia que usaba el Diretor de Buenos Aires entre la porteñada! oigan cómo las daba; y esto es la verdad peladita.

     Pues, señor: un día, allá por el mes de mayo del año pasao, como a las once de la mañana, desde Palermo, V. E. se largó de poncho, y llegó a la casa principal del Restaurador.

     Se apió el hombre en la puerta, y de poncho no más, como por su casa, se coló echando plantas y sin mirarle a la cara a naides.

     Al verlo entrar medio atufao, todo el mundo le sacó el cuerpo y el sombrero, y así que pasó el zaguán, atrás de él, pero en puntas de pieses, se largaron como sesenta pretendientes de todo pelo y edá, siguiéndole el rastro hasta el fondo del caserío, aonde trepamos todos por una escalera enroscada: y allí arriba Vuecelencia se entró a una sala con las paredes platiadas, y atrás de una mesa muy linda y muy grande había una silla lucida de pana colorada, en la cual el señor Director se sentó medio como envaretao y dijo que: ENTREN TODOS.

     ¡Ah, Cristo mío, si esa audencia fue cosa de reírse y de llorar! Yo estaba medio cerca de la puerta, cuando a la voz de "ENTREN todos" atropellaron como unas quince viejas que me llevaron por delante hasta adentro, y entonces vide que Vuecelencia frunció el gesto al ver las veteranas; pero, así que comenzaron a entrar las muchachas, se alegró el señor Director y le bailaban los ojitos. Luego entró el machaje de todo tamaño, y otra güelta Vuecelencia se puso seriancón, y templando el pecho dijo: "siéntense."

     A la voz de siéntense, las mujeres, por ganar las sillas que estaban junto al señor Diretor, se amontonaron y se sentaron como jugando a la gata parida, siempre a vanguardia las más veteranas: entretanto las mozas se quedaron más atrasito, cosa que le desagradó al Diretudo. Luego los hombres nos quedamos en pie y formaos hasta de a cuatro de fondo, esperando que nos llegara la audencia y sin resollar naides. Y yo atrás de todos sin pestañar.

     Al fin me llamó la atención el oír que Vuecelencia le dijo a una señora de las más allegadas a la mesa:

     -¿Qué quiero usté, señora? vamos a ver.

     -Señor. Yo soy la infeliz viuda del coronel...

     -Bueno: si es viuda, déjese de lástimas. ¿Qué se le ofrece?

     -Señor: permítame Vuecelencia explicar...

     -Está bueno: diga de una vez.

     -Señor general: solicito algún socorro por cuenta de mi viudedá y en consideración a los servicios de mi finado... esposo, en la guerra de la Independencia.

     -¡Umb!... ya salimos con la independencia: y ¿a quién le sirvió su marido?

     -Señor general, mi esposo sirvió a la patria con los generales Belgrano y San Martín.

     -¡Umb!... y, ¿aónde murió su marido?

     -Señor: desgraciadamente en Montevideo.

     -Y ¿a qué se fue a Montevideo?

     -Emigró, señor, porque lo perseguía el general Rosas.

     -¡Ésa es mentira, señora! El general Rosas no ha perseguido a naides. Y si su marido se fue a los Salvajes de Montevideo, para unirse a los Gringos, vaya usté a que la socorran en Montevideo...

     Entonces la pobre señora, tragándose la saliva, dio un suspiro, y se salió al tiempo que Vuecelencia le preguntó a un oficial porteño:

     -Y usté, ¿qué anda queriendo? ¿ya viene por la oveja?

     -Señor, vengo de necesidá a pedirle...

     ¡Para tomar caña! ¿eh? lárguese, no embrome.

     El oficial dio media güelta, y alzó moño con la cara larga, cuando otra señora con dos niñitas se acercó a Su Ecelencia, porque éste la llamó y le dijo:

     -¿Qué busca usté con estas muchachitas?

     -Excmo. Señor: vengo con ellas a implorar la clemencia de Vuecelencia, porque son güérfanas y desamparadas.

     -¿Güérfanas? ¡hay tantas! y ¿cómo son güérfanas?

     -Señor: porque el infeliz padre de estas niñas fue degollao en el año cuarenta, junto con el coronel Linche y otros desgraciaos...

     -Bien hecho: por salvajes unitarios. Vaya con Dios, señora, no me venga con cuentos atrasaos.

     Y la pobre señora se largó asustada, como sacando a la rastra a las muchachitas, que salieron abriendo tamaños ojos y chupándose el dedo.

     -¿Y usté? (dirigiéndose a otra señora bizarrota): ¿qué quiere, señora?

     -Señor: desearía hablar a Vuecelencia reservadamente, porque aquí hay tanta gente...

     -Déjese de reserva; en mi audencia no acostumbro tapujos, hable claro y pronto, ¿qué quiere?

     -Pero, señor general; por lo menos permítame Vuecelencia hablarle despacio.

     -¡Umb!... ¡qué misterio! bueno, hable como quiera.

     -Señor (le dijo despacito), yo soy la viuda de fulano a quien Vuecelencia ha conocido.

     -¡Ché! ¿usté es la mujer del salvaje unitario fulano, que se pasó a los Franceses de Montevideo para venir con los extranjeros y peliar a don Juan Manuel Rosas? Váyase, señora, y dé gracias a Dios de ser viuda, porque su marido en eso fue un pícaro traidor.

     -¡Pero, señor! Mi marido entonces creyó justo hacer lo mismo que Vuecelencia ha hecho ahora, trayendo a los Brasileros para pelear con los Argentinos, y para voltiar a don Juan Ma...

     -¡Cállese la boca, la salvajona!... ¡Venga uno y eche a la calle a esta desvergonzada! ¡habrase visto grandísima...!

     Y la señora se salió muy fresca dejándolo a Vuecelencia caliente, a punto que con los ojos cuajaos de sangre le soltó una mirada a un mocito pueblero que estaba por delante de mí, al cual le preguntó el Diretor muy retobao:

     -¿Y usté, mocito, qué quiere?

     -Vengo, Exmo. Señor, en representación de las señoras propietarias de los terrenos en que Vuecelencia ha mandao establecer el campo de inválidos, y...

     -¡Ah, grandísimo pícaro! ¡Tinterillo! mándese mudar a escrebir artículos demagogos en el Nacional. ¡Miren qué traza!- Y el mocito salió al trote con el rabo entre las piernas y riyéndose de miedo o de la audencia. ¡Qué barbaridá!

     -¿Y usté? (a una federala): vamos a ver: ¿qué quiere?

     -Señor: vengo por la razón de que yo hice una presentación para Vuecelencia, pidiéndole que por los atrasaos de mi dijunto, que murió en la banda del señor don Juan Manuel, peliando contra los salvajes en el sitio de Montevideo, el que se me pagaran esos atrasaos; pero como Vuecelencia le ha puesto a mi presentación: "Archívese", los escrebientes de abajo no me quieren largar ni la plata ni el papel.

     -¿Y yo, qué tengo que hacer con lo que don Juan Manuel le debe a su marido, ni qué darle a usté por los atrasaos?

     -¿Cómo no, señor? Si Vuecelencia mesmo le ha puesto la cosa de Archívese.

     -Pues bien: si yo le he puesto esa cosa, mejor para usté. ¡Vaya con Dios!

     -Pero, señor ¿y cómo he de hacer, si no me largan ni la plata ni el papel?

     -Amuélese. ¿Ya sabe?

     -Pero, señor: y ¿quién me paga entonces?

     -Vaya a que le pague su agüela la tuerta.

     Y la pobre federala salió mirándolo de medio lao a Vuecelencia y con la boca cerrada, pero inflando los cachetes como cuisito; a la cuenta lo iba pu...ti...ando al Diretor: que no se fijó en ella porque se dirigió a un jefe que allí estaba, con traza de veterano, y le dijo:

     -¿Y usté quién es, y qué busca?

     -Señor general, soy el comendante Tal que tengo 25 años de servicios a la patria, y que últimamente hice la campaña de Caseros en el ejército a las órdenes de Vuecelencia, y hasta ahora no he sido socorrido.

     -¡Umb! fundillos caídos, ¿eh? Siempre pedigüeños: aguante, amigo, como aguantan los buenos federales servidores de la patria.

     -Sí, señor: pero Vuecelencia no sufre lo que yo a la par de mi pobre familia.

     -Cállese: no sea atrevido. Mándese mudar. ¿Oye? y, ¡cuidao! Al momento se salió el hombre con tres cuartas de narices y sin más replicar.

     Luego el Diretor le preguntó a otra señora de ojos azules, pero madura:

     -Vamos a ver a usté: ¿qué se le ofrece, señora? -Y ésta le habló bajito al Diretor, quien le atajó luego la palabra diciéndole:

     -Eso no es verdad, señora: su marido, cuando fue gobernador, fue un traidor a la causa de la federación, y vendió su provincia a los Porteños; y los hijos de usté fueron unos malevos, que el uno anduvo haciendo diabluras con Lavalle y el manco Paz, hasta que el general Rosas lo agarró y lo mandó afusilar... en lo que hizo muy bien; porque así manda la ordenanza, que a los oficiales resertores los afusilen. Y a su otro hijo lo mató Fulano, en tal parte: bien empleao, por barullero; y últimamente toda su familia era y será salvaje unitaria. Con que así, vaya con Dios, que yo no puedo atender sino a los federales; y... vení, arrimate vos: (le dijo a un soldao militar), ¿qué querés?

     -¿Quién? ¿yo, mi general?

     -Sí, vos. Ya te conozco: sos de los pedigüeños de Gualeguaichú, ladrones de caballos: y, ¿qué andás haciendo en el pueblo?

     -Señor: esta mañana he salido recién del hospital, aonde he estao enfermo; y, como me veo tan atrasao de ropa, venía...

     -¿Y dónde has echao la ropa que trajiste de Entre Ríos? o ¿no trabajaste allá para vestirte hacer la campaña?

     -Sí, señor: allá vendí una yuntita de güeyes que tenía, y con eso me acangallé; pero, como me lastimaron en la aición de Caseros, se me perdieron las maletas con ropa y todo.

     -¡Umb! y ¿cómo no has robao otras maletas?

     -¿Cómo podía, pues, señor, estando lastimao? y luego en el ejército naides puede trajinar: si no, Vuecelencia los dijuntea a los vivos.

     -Está bueno: andate no más; después platicaremos. Alléguese usté, paisana, le dijo en seguida a una medio moza que se le puso al frente y... ¿qué trai? vamos a ver.

     -Yo vengo, señor general, a pedirle justicia contra un barquero uropeo, que hizo un trato conmigo de unas carretas, que a nombre de Vuecelencia me llevó para Entre Ríos, y ahora recién ha vuelto el barquero y no me quiere pagar, y por eso venía...

     -¿No le paga? está bien empleao, para que no se meta a tratar otra vez con los gringos, habiendo tantos criollos con quien ajustarse.

     -Pero, señor. ¿Cómo es eso de con los gringos? porque mi marido era gringo, y muy hombre de bien, y muy servidor en esta patria, sin hacerle trampas a naides; de suerte que yo...

     -De suerte que, mándese mudar: ya le dije.

     -¡Josús! ¡Josús de mi alma! ¡qué gente tan majadera! dijo luego una vieja de antiojos y traza de hurón que se vino arrimando a la mesa, y a la cual el señor Diretor le dijo:

     -¿Diaónde sale? ¿Cómo está?

     -Para servir a Vuecelencia, Exmo. Señor general.

     -¿Qué anda haciendo?

     Ando, Exmo. Señor, en muchísimos trabajos: ¡sea todo por Dios! Esta mañana me vine a oír misa a San Francisco, para de allí cruzar a la botica del Inglés a comprar este frasco de espíritu de Léter, que es santa cosa para los acidentes; y luego vine al Mercao a tomar esta docena de güevos para hacerle remedios a la niña menorcita.

     -¡Umb! ¿A cuál niña?

     -A la de quince años, señor general, ¿no se acuerda Vuecelencia que le dio un ramito? Pues desde esa ocasión está la niña muy enfermita de una especie de pocondría, tan triste, que dicen los médicos que no se le quitará sino sacándola a pasiar, continuamente, y en coche, por esos recreos de Palermo.

     -Pues bueno: cúrela y sáquela a pasiar por allá.

     -¡Pues no la he de curar... madre mía y señora del Carmen! para asistirla estoy haciendo unos sacrificios...

     -Hace bien, cuídela, cosa que sane pronto... y ya le digo, llévela a pasiar.

     -¿Por Palermo, señor? y ¿cuándo?

     -Cuando le dé la gana.

     -Muy bien, Vuecelencia, la llevaré, así que se amejore, aunque tengo miedo que me la muerda, señor...

     -Si ya no muerde Purvis: gruñe no más; vaya sin miedo.

     -¡Josús! yo le tiemblo al Purvis; pero con la siguranza que Vuecelencia me da, iré más animada.

     -Está bueno: vaya con este hombre. -¡Venga, coronel!

     -Señor.

     -Vaya con esta señora; diga que le den una orden para que la remedien con quinientos pesos por lo pronto.

     -¡Josús de mi alma! ¡qué ángel del cielo es este libertador! Dios lo conserve eternamente; dijo la santulona, rumbiando atrás del adecán para un rincón, aonde estaba la ofecina de los quinientos... Y fue el caso que después que entró el adecán, cuando iba a colarse la vieja, la atropelló un ternero (me pareció), y era el perro Purvis que venía al trote, arrastrando una guasca con una lazada en la punta. El mastín, apenas olfatió a Vuecelencia, cerca de la vieja no más, pegó un gruñido, y abriendo tamañas quijadas espantó fieramente a la veterana: la cual, queriendo juirle, metió una pata en la lazada del cabresto de Purvis que, al sentirse sujetao, en primer lugar, del tirón despatarró a la vieja y sobre el lazo se dio güelta, y le pegó una sacudida de mordiscones, revolcándola sobre el frasco y los güevos rotos que habían estao podridos.

     Por último: mientras Vuecelencia se reía y mandó sacar a Purvis de encima de la vieja, el resto del auditorio salió despavorido, echando diablos, y yo en la punta: concluyendo la audencia de un modo espantoso por la aparición del famoso Purvis, rastreador y mordedor como el señor presidente NONATO de la Capital hasta las Conchas.

 

 

 

 

 

Cuatro preguntas

 

Que le hace al Director un granadero del 1er batallón de línea de Buenos Aires

 

 

 

 

 

                                   

   Pero, dígame, señor:

 

          

 

¿qué hace en San José pintando,

 

 

 

después que echó la balaca

 

 

 

de que venía a tragarnos?

 

 

 

¿Cómo es eso, Diretudo?

5

 

 

¡qué! ¿trata de andar gauchando

 

 

 

por las orillas no más?

 

 

 

¡Vean qué andarse empacando!

 

 

 

entonces, ¿cómo presume

 

 

 

venir a diretoriarnos?

10

 

 

y si nos reímos al fin,

 

 

 

se ha de salir enojando.

 

 

 

Endurezca y atropelle,

 

 

 

mire que si anda lerdiando

 

 

 

puede que le rezonguemos

15

 

 

el día menos pensado,

 

 

 

y también que lo saquemos

 

 

 

hasta su tierra mosquiando.

 

 

 

   ¡Vaya, vaya! Y... digamé:

 

 

 

¿de miñoca, cómo andamos?

20

 

 

ya sabe que el porteñaje

 

 

 

está todo acostumbrao

 

 

 

a tener mucha moneda,

 

 

 

y a gastarla voraciando;

 

 

 

y asigún lo que me cuentan

25

 

 

los que se vienen pasaos,

 

 

 

Vuecelencia anda flacón,

 

 

 

o fingiéndose atrasao:

 

 

 

y siempre haciendo promesas

 

 

 

pero, yerba, ni tabaco...

30

 

 

no les da a esos infelices.

 

 

 

No sea, pues, tan ingrato;

 

 

 

lárguele a esa pobre gente

 

 

 

siquiera para cigarros,

 

 

 

que, a costa de ellos, bastante

35

 

 

Vuecelencia ha manotiao;

 

 

 

o al menos denos licencia

 

 

 

para medio remediarlos:

 

 

 

cosa que haremos a gusto,

 

 

 

porque al fin somos paisanos,

40

 

 

y "entre güeyes no hay cornadas;"

 

 

 

y luego por este lao,

 

 

 

a decirle la verdá,

 

 

 

no estamos tan desaviaos.

 

 

 

Pero, allá, sus teruteros

45

 

 

da compasión el mirarlos,

 

 

 

y en prueba de la evidencia,

 

 

 

atienda el siguiente caso:

 

 

 

   A la Casa de Gobierno

 

 

 

fui el otro día buscando

50

 

 

cierta cosa, y al entrar

 

 

 

vi que estaba tiritando

 

 

 

el centinela en la puerta;

 

 

 

y eso que estaba abrigao

 

 

 

con dos ponchos ¡superiores!

55

 

 

buena casaca de paño,

 

 

 

una gorra, ¡cosa linda!

 

 

 

pantalones y zapatos.

 

 

 

   -Con que, yo le pregunté,

 

 

 

¿por qué tirita, paisano?

60

 

 

y el mozo me contestó:

 

 

 

   -Quite, amigo; si me ha dao

 

 

 

chucho de ver a ese pobre:

 

 

 

y me señaló un pasao

 

 

 

que acababa de llegar,

65

 

 

y allí estaba acurrucao

 

 

 

en un rincón del zaguán,

 

 

 

temblando como un pelao:

 

 

 

y esa mesma tardecita

 

 

 

lo vi al pobre acangallao.

70

 

 

   Infeliz! -Y ¿digamé,

 

 

 

señor Diretor. ¿Qué diablo

 

 

 

le ha hecho el coronel Pinedo

 

 

 

viniéndose con los barcos?

 

 

 

¿Cómo es eso que la escuadra

75

 

 

también se le ha resertao?

 

 

 

¿ya empieza el resfaladero?

 

 

 

   Pues, señor, eso está MALO!

 

 

 

no se deje trajinar.

 

 

 

¡Qué! ¿no puede sujetarlos

80

 

 

ni con la Custitución?

 

 

 

¡Ah, criollos! ¡si son el diablo

 

 

 

para eso de someterse

 

 

 

a un presidente guarango!

 

 

 

De balde por allá ajuera

85

 

 

lo andan algunos palmiando:

 

 

 

créame lo que le digo:

 

 

 

eso es para embozalarlo.

 

 

 

Ya le alvierto que lo engañan

 

 

 

los Porteños, y que al cabo

90

 

 

los de afuera y los de adentro

 

 

 

se han de unir para aventarlo

 

 

 

a la loma del Infierno;

 

 

 

pues todos, desengañados,

 

 

 

vemos ya que Vuecelencia

95

 

 

es también ¡FUNDILLOS CAÍDOS!

 

 

 

desde que no se nos viene

 

 

 

y nos larga un ¡VALE CUATRO!

 

 

 

¡juerte! a ver si nos asusta;

 

 

 

y estamos viendo, al contrario,

100

 

 

que allá en San José de Flores

 

 

 

se lo pasa cabuliando

 

 

 

con su recua de dotores

 

 

 

que lo siguen enredando:

 

 

 

que yo, en su lugar, patrón,

105

 

 

a todos esos bellacos

 

 

 

se los mandaba a Videla

 

 

 

o a Benítez amarraos,

 

 

 

para que estos los foguiasen

 

 

 

a la par de sus soldaos,

110

 

 

a costillas de los cuales

 

 

 

echan plantas esos diablos

 

 

 

congresudos enredistas.

 

 

 

   Véalos si se han turbao

 

 

 

eligiendo a Buenos Aires

115

 

 

de capital, calculiando

 

 

 

venirse a la chupandina,

 

 

 

sin más riesgo ni trabajo

 

 

 

que estar tragando y bebiendo

 

 

 

y en las casas paroliando,

120

 

 

mientras pelean para ellas,

 

 

 

y se matan los paisanos

 

 

 

unos con otros. ¡Ahi-juna!

 

 

 

Nada, señor, de soldaos,

 

 

 

échelos a las guerrillas

125

 

 

a todos los diputaos,

 

 

 

como hacen acá en el Pueblo

 

 

 

con los más encopetaos.

 

 

 

   Ahora, tocante a guerrillas,

 

 

 

creo que estará informao

130

 

 

que el otro día arronjó

 

 

 

el viento a la playa un barco,

 

 

 

al cual la Teruterada

 

 

 

se descolgó a trajinarlo

 

 

 

y que de acá el mayor Vila

135

 

 

con unos cuantos soldaos

 

 

 

salió de curiosidá,

 

 

 

pero como son tan guapos

 

 

 

los Teruteros, lueguito

 

 

 

a meter bulla empezaron;

140

 

 

y el comendante Villar,

 

 

 

al verlos alborotaos,

 

 

 

salió con los Correntinos

 

 

 

que siempre andan desganaos,

 

 

 

y al decirles... vamonós,

145

 

 

hasta en pelos se largaron,

 

 

 

y del primer rempujón

 

 

 

¡a la gran... punta se arriaron

 

 

 

a todo el Teruteraje

 

 

 

que hacía bulla en el bajo.

150

 

 

   Luego, por la Recoleta,

 

 

 

en la barranca asomaron

 

 

 

los infantes tamangudos,

 

 

 

de Vuecelencia, y ganaron

 

 

 

las quintas y las zoteas,

155

 

 

y a balazos se trenzaron

 

 

 

con los Guardias Nacionales

 

 

 

del comendante OBLIGADO,

 

 

 

sin que éstos les recularan

 

 

 

la pisada de un chimango.

160

 

 

   Y por fin, mi batallón,

 

 

 

cuesta arriba al trote largo,

 

 

 

a bala y a bayoneta

 

 

 

a las casas nos trepamos,

 

 

 

y de allí hasta los corrales

165

 

 

como a burros los arriamos,

 

 

 

y nos reímos largamente

 

 

 

del ruido de los tamangos

 

 

 

que por los calcagüesales

 

 

 

iban los pobres largando.

170

 

 

   Antes de eso la trepada

 

 

 

cuasi nos costó muy caro,

 

 

 

porque al cruzar un portillo

 

 

 

por aonde salió puntiando

 

 

 

mi comendante CONESA,

175

 

 

que va siempre adelantao,

 

 

 

allí, por el mesmo medio

 

 

 

de las orejas del blanco,

 

 

 

un Terutero alarife

 

 

 

le descargó un trabucazo,

180

 

 

que estornudó el comendante

 

 

 

con el humo del tabaco;

 

 

 

pero en seguida no más

 

 

 

le cerró piernas al blanco

 

 

 

y atropelló al Terutero...

185

 

 

¡que disparó echando diablos!

 

 

 

   De ahí subimos a la torre,

 

 

 

y estuvimos repicando

 

 

 

a salú de Vuecelencia:

 

 

 

y por fin, al abajarnos,

190

 

 

un flaire de San Francisco

 

 

 

de gusto me soltó un pavo,

 

 

 

y yo al cura del Socorro

 

 

 

se lo largué de regalo,

 

 

 

por verlo tan guapetón,

195

 

 

que nos vino acompañando

 

 

 

junto con el sota cura,

 

 

 

que también de aficionao

 

 

 

se vino a la Recoleta,

 

 

 

y anduvo allí entreverao

200

 

 

dando vivas a la Patria

 

 

 

y alentando a los soldaos,

 

 

 

y sin llevar ni un facón

 

 

 

para algún lance apurao.

 

 

 

Con que, señor Diretor,

205

 

 

creo dejarlo informao

 

 

 

de todo lo sucedido,

 

 

 

y también aconsejao

 

 

 

de que... ¡abra el ojo! no sea

 

 

 

que algún mal intencionao

210

 

 

lo traiga un día a la Plaza

 

 

 

con Purvis acollarao.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al señor comendante de los españoles

 

 

   Pero, dígame, señor:

 

 

 

¿Diaónde diablos ha sacao

 

 

 

esa gente tan guapaza?

 

 

 

¡la pujanza en el ganao

 

 

 

que es bravo hasta lo infinito!

5

 

 

y no van a punto errao,

 

 

 

porque es: ¡Tum! ¡y muerto al suelo!

 

 

 

¡Vayan a matar venaos,

 

 

 

que eso es ya barbaridá!

 

 

 

antiyer se han dijuntiao

10

 

 

como ochenta Teruteros;

 

 

 

y con ganas se han quedao,

 

 

 

pues se venían lambiendo

 

 

 

al retirarse embarraos:

 

 

 

así el Diretor con ellos

15

 

 

está tan incomodao,

 

 

 

que ayer dijo en San José,

 

 

 

fieramente retobao,

 

 

 

que todos los Españoles

 

 

 

han de ser desgarretaos.

20

 

 

   Con que, ya se lo prevengo

 

 

 

para que anden con cuidao.

 

 

 

                                            EL ZURDO.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Boletín extraordinario de Aniceto el Gallo

 

LA ÚLTIMA A VUECELENCIA

 

Y...

 

 

 

 

 

 

   Para que los de la Duana

 

 

 

DEL DIRETOR DON JUSTO

 

 

 

TOMEN A GUSTO

 

 

 

LA MAÑANA.

 

 

 

 

 

 

 

   Dicen que ayer por Barracas

 

 

 

cierto Urquicista llegó

 

 

 

a un campamento, y sacó

 

 

 

ufano de la petaca

 

 

 

un cuaderno que leyó...

5

 

 

   Pidiendo atención,

 

 

 

a la Porteñada

 

 

 

que allí de coplada

 

 

 

se juntó en montón:

 

 

 

   Y al oír la Custitución

10

 

 

que entró a ler el Diputao,

 

 

 

el criollaje alborotao

 

 

 

a cantarle comenzó:

 

 

 

   ¡Cocorocó! ¡Cocorocó!

 

 

 

   Entonces el Urquizano

15

 

 

quiso hablar en tono tierno,

 

 

 

pero se volvió un infierno

 

 

 

la reunión, y un paisano

 

 

 

que le arrebató el cuaderno...

 

 

 

   ¡Ésta es embrolla!

20

 

 

dijo en seguida;

 

 

 

y una sumida

 

 

 

le dio en la bolla...

 

 

 

Y el Porteñaje siguió:

 

 

 

   ¡Cocorocó! ¡Cocorocó!

25

 

 

   Como flecha a San José

 

 

 

guasquió el Diputao aprisa,

 

 

 

y llegó con la camisa

 

 

 

sucia de... yo no sé qué

 

 

 

a presentársele a Urquiza:

30

 

 

   Que de un rincón,

 

 

 

cuanto lo vio,

 

 

 

le preguntó

 

 

 

con aflición:

 

 

 

   ¿Por qué trai tan mal olor?

35

 

 

dígame de sopetón,

 

 

 

¿tragan la Custitución

 

 

 

los Porteños? -Sí, señor:

 

 

 

hoy se han tragao un vapor

 

 

 

que tiene ese mesmo nombre

40

 

 

(contestó asustao el hombre),

 

 

 

y me han dicho allí a la cuadra,

 

 

 

que han hecho tantos empeños

 

 

 

que han logrado los Porteños

 

 

 

tragarnos ¡toda la escuadra!

45

 

 

y dicen con insolencia

 

 

 

allá y aquí esos canallas,

 

 

 

que han de tener las agallas

 

 

 

de tragarse a Vuecelencia.

 

 

 

¡Por Dios, señor! no ande lerdo,

50

 

 

ni se atorulle por nada:

 

 

 

haya una cuerda ensebada

 

 

 

del macho aquel de su ACUERDO.

 

 

 

   A este tiempo sacudió

 

 

 

las alas un gallo giro,

55

 

 

y el Diretor dio un suspiro

 

 

 

al sentir que le cantó:

 

 

 

   ¡Cocorocó! ¡Cocorocó!

 

 

 

   Luego principió el choreo

 

 

 

del pobrecito don Justo,

60

 

 

quien mirando con disgusto,

 

 

 

para aonde estuvo el bocleo,

 

 

 

cuasi se ca...yó de susto;

 

 

 

   Pues viendo el río

 

 

 

abandonao,

65

 

 

atribulao

 

 

 

dijo: ¡Dios mío!

 

 

 

   Hoy mesmo a Gualeguaichú,

 

 

 

si de atrás no me bolean,

 

 

 

espero de que me vean

70

 

 

emplumar como ñandú.

 

 

 

   Y el Diputao que escuchó

 

 

 

estas palabras tan tiernas,

 

 

 

con el rabo entre las piernas

 

 

 

también cantando salió:

75

 

 

   ¡Cocorocó! ¡Cocorocó!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cielito de un Correntino

 

 

   Voy a cantar este cielo

 

 

 

por una tonada extraña,

 

 

 

para que lo baile un cierto

 

 

 

diretor de media caña.

 

 

 

   Allá va cielo y más cielo,

5

 

 

cielo por la Residencia;

 

 

 

háganme favor de hacerle

 

 

 

cancha para el Vuecelencia.

 

 

 

   No hay duda: don Juan Manuel

 

 

 

mostró que tenía tino

10

 

 

al ponerle LOCO al ñato,

 

 

 

pues le acertó a lo divino.

 

 

 

   Allá va cielo: ¡Rascate!

 

 

 

vaya mi cielo: ¡Mordete!

 

 

 

muchas memorias te manda

15

 

 

de cualquier parte Alderete.

 

 

 

   Diz que ajuera el Diretor

 

 

 

le anda temiendo a la vela,

 

 

 

y otros dicen de que el mate

 

 

 

le anda jediendo a pajuela.

20

 

 

   ¡Ay, cielo! y dicen también,

 

 

 

no sé si será verdá,

 

 

 

de que ya no sabe el ñato

 

 

 

aónde queda el Paraná.

 

 

 

   En Corrientes andan todos

25

 

 

con un susto, háganse cargo:

 

 

 

no los vaya a lastimar

 

 

 

como hizo en el Pago Largo.

 

 

 

   Allá va cielo, mi cielo,

 

 

 

cielito, cielo, en la vida

30

 

 

no vas a crer, Diretor,

 

 

 

que Correntino te olvida.

 

 

 

   ¡Ah, Cristo! ¡quién lo topara

 

 

 

por ahí, por la Recoleta,

 

 

 

para atracarle una mora

35

 

 

a la raíz de la paleta!

 

 

 

   Cielito, cielo, mi cielo.

 

 

 

¡ay, cielo del alma mía!

 

 

 

la Correntinada dice:

 

 

 

¡Cuándo llegará ese día!

40

 

 

   A pesar que, si se ofrece

 

 

 

la ocasión, estamos viendo

 

 

 

que se le duerme al Rosin

 

 

 

y a dos laos sale muriendo.

 

 

 

   Cielo mío, pero entonces

45

 

 

de balde ha de hacer cabriolas;

 

 

 

se escapará de mi corvo:

 

 

 

pero... ¡cuándo de mis bolas!

 

 

 

   Al fin para el Diretor

 

 

 

echaré la despedida,

50

 

 

y hasta que yo me le afirme

 

 

 

Dios le conserve la vida.

 

 

 

   Allá va el último cielo,

 

 

 

cielito de la esperanza:

 

 

 

¡ojalá para ese día

55

 

 

le pase mucho la panza!

 

 

 

 

 

 

 

Tapones por todos laos

     Se suena de que, como el Diretor anda hoy por Palermo, olfatiando para los barcos de Guerra Uropeos, la Comendancia General de Marina está atariada haciéndole poner, con los mesmos barcos que fueron de Vuecelencia, tapones por todos laos, desde Patagónica hasta San Nicolás y más allasito, y que los barcos van carpaos de choclos para los empleaos de las duanas del Diretor, y llevándoles MEMORIAS DEL BOGLEO.

 

 

 

 

 

Nº 6

Buenos Aires. - Julio 2 de 1853.

SÍ, SEÑOR: MUCHO ME HA DE HACER CON SU ALESNA

     Así mesmo, me acuerdo de que, una ocasión, le decía empacao y medio encogiéndose un Porteñito achurador a un viejo Entrerriano, muy quebrallón y desollador de los corrales aonde lo amenazaba al criollito, como queriendo destriparlo con un cuchillo envenao y de hoja enteramente muy gastada...

     Entonces, ya les digo: el Porteñito lo aguardaba empacao y como echando mano al alfajor, y cuando el viejo le quería prender hasta la virola, el muchacho no hacía más que medio sacarle el cuerpo y decirle: -Sí, señor: ¡mucho me ha de hacer con su alesna!

     Con que, así le diré yo al señor Diretor, ahora que he sabido con siguranza de que está fieramente enojao conmigo, pues diz que en San José de Flores, días pasaos, Vuecelencia muy caliente le dijo a una moza de que, si me agarra (¡y que me agarraba!) me ha de hacer sacar una lonja cuando menos. ¡Cristo, qué riguridá! De modo...

                          

   Que si el Diretor me hostiga

         

 

en lonjiarme se encapricha,

 

 

encogerá la barriga

 

 

y le diré a lo Bachicha;

 

 

¡ma!... ¿qué quiere que te diga?

 

     A pesar de que pudiera agarrarme, cuando Vuecelencia entre a Buenos Aires (y que entraba), porque yo no pienso juirle de la trinchera o de más ajuerita, y por allí no más tanto a mí como a todos los defensores de la ciudá, cuando el Diretor la atropelle (y que atropellaba), nos ha de encontrar ¡firmes como palo a pique!

     Vaya, vaya: ¡eh! ¿con que, solamente apenas quiere desollarme? Pero, señor: ¿por qué está tan enojao conmigo? ¿Porque suelto al Gallo? ¿No decía Vuecelencia que en esta vida nada se le importaba de ningún gacetero del mundo? Ya se ve: como Vuecelencia es hombre tan acreditao (para el cuchillo) desde PAGO LARGO hasta VENCES, como desde la INDIA MUERTA hasta PALERMO, ¿qué mella le han de hacer con gacetas? aunque yo desconfío que el Gallo le hace muchas cosquillas, porque Aniceto les dice a los paisanos la verdá sin terminachos, y no se casa con naides: sin embargo de que los apreceo a todos siguramente más que Vuecelencia, que ha venido a embrollarnos con su Custitución ñata, haciéndonos matar unos con otros. Si a lo menos y por último se volviera, señor, para su tierra a gobernar allá como le dé la gana, en ese caso, hasta yo me empeñaría para que lo largaran...

     Y para este empeño no le parezca que al Gallo le faltan amigos de todas layas allá ajuera y acá adentro.

     De veras: pues aunque Vuecelencia presume de guapetón y ricacho, y de tener mucho partido, con todo, yo que sólo soy un triste gaucho, en cualquier parte le corro a más bien querido. Por eso le aconsejo que se largue de una vez a su cueva y nos deje a los Porteños arañarnos o acomodarnos: no sea porfiao. ¿A qué diablos está queriendo engañar todavía a los gauchos, después de lo atribulao que se encuentra con la raliada de la Escuadra?

     Ya sabemos que Vuecelencia les está haciendo decir a los paisanos, el que de acá los puebleros le andan mandando empeños para que les haga la paz, para dejarlo de Diretor custitucionudo de todas la Provincias, a fin de que en cuatro manotiadas nos haga cueriar todas las vacas de la nuestra y algunos gauchos de yapa. ¡Oh! no embrome, patrón.

     ¿Diaónde se ha creído que los gauchos porteños son mulitas, ni que Vuecelencia los ha de seguir engatusando con proclamas, y diciéndoles que no es nada el rempujón de la Escuadra, y que se aguanten como buenos federales, sin comer, sin medio y en pelota, hasta que Vuecelencia haga la entrada? Págueles, señor Diretor, mire que los mozos de ajuera bien saben ya de que el Gobierno de la ciudá y todos los soldaos que la defienden, tanto los gauchos como los cajetillas, también son federales de ley; y que así como pelean parejito, lo mesmo comen bien todos los días, y andan abrigaditos con cacharpas lindas, en ancas de que, CADA SÁBADO, ¿oye Vuecelencia? cada sábado, al salir el sol, desde el primerito hasta el último de los soldaos de la ciudá reciben en su cuartel ochenta y siete pesitos para los vicios. ¡Ve, señor! Así se trata a los soldaos federales; y no con proclamas y promesas de para la entrada. ¡Qué apunte!

     Ya presumo de que Vuecelencia me ha de hacer retrucar esta verdá, diciendo que este gobierno roba mucho, y por eso larga plata. Puede ser que así sea, aunque está en duda; pero, lo cierto es que si roba, roba para todos por parejo, lo que allá Vuecelencia se está trajinando para su buche solamente todos los cuerambres y haciendas de la campaña, sin darle un rial a Cristo, como es su maña vieja: pues todavía me acuerdo de que a los soldaos porteños y federales de doce años de campañas, que trujo Vuecelencia de la Banda Oriental a Entre Ríos, les dio apenas tres patacones a cada uno, y que Vuecelencia se tragó todos los cargamentos de pesos fuertes que le aflojó el Emperador para los soldaos federales.

     Pues, así mesmo en el día, Vuecelencia y tres o cuatro de sus ahijaos se están tragando todas las haciendas y demás bienes de nuestra provincia, y en lugar de largarles algunos medios a sus soldaos, les arrima estaca cuando se ladean del campamento a calentarse por ahí, y les suelta proclamas y promesas de para cuando la entrada.

     ¿Qué entrada? ¿cuándo, y quién vendrá haciendo punta? ¿Vuecelencia? ¡Ja! ¡ja! ¡ja! ¡Ah, malhaya! dicen los Italianos lambiéndose por conocer al Diretor yesquerudo. Luego, si Vuecelencia no puntea en la entrada, ¿quién vendrá adelante? ¿Los paisanos? Vaya, señor Diretudo, por Jesucristo le pido otra vez que no se haga el sarnoso, y que piense del mismo modo que piensan muchos de los Porteños que le andan al redor. Velay cómo:

     En Buenos Aires hay ocho mil Guardias Nacionales, porteños cuasi todos y platudos en ancas de buenos mozos. Cada Guardia Nacional tiene tres o cuatro hermanas o primas, muchachas ¡cosa linda! y de yapa cada criollo de estos tiene allá ajuera algún pariente o pión de su completa amistá, y hasta de gauchiar juntos. Luego, cada muchacha tiene algún Urupeo y algunas tienen hasta cuatro o cinco, que a un tiempo les andan arrastrando la ala.

     Muy bien: pues sí, señor; Vuecelencia quiere por fuerza entrarse a[] nillar a los Porteños y manosiar a las muchachas, y entonces ¿qué resultará? Claro está, los Nacionales peliarán por su cuenta y harán peliar a sus parientes de ajuera y de adentro; y luego las muchachas, las hermanas, y las parientas de los Nacionales les dicen a los Urupeos: ¡chúmbale a Urquiza!... y de lo demás hágase cargo, don Justo.

     Cierto es que también Vuecelencia presume sujetar la reserción del paisanaje, diciéndoles que ya a entrar a la ciudá y a darles a todos por los atrasaos, en cuanto le lleguen los cotigentes de soldaos que le van a mandar de las provincias, y que con ellos entonces a la fija nos apretará a todos los Porteños.

     ¡Pues no, mi alma! Eso de los cotigentes, endeveras mete miedo.

     Pero a propósito: escuche, le contaré lo que me pasó el otro día en una comilona que tuvimos con unos cuantos de los pasaos, que esa mañana se le raliaron de Palermo; porque no fallan a lo menos de a veinticinco diarios; y, si no lo cré, pregúnteselo al coronel don LAUREANO DÍAZ.

     Pues, como le iba diciendo: como unos quince soldaos de los del pueblo, entreveraditos con algunos pasaos que también ya son soldaos de la ciudá y mozos platudos, nos largamos de humorada a voraciar en la fonda; pues por acá los soldaos, cuando nos da la gana, comemos de fonda; porque para eso nos paga bien el Gobierno Federal de Buenos Aires, sin echarnos tantas proclamas.

     En fin, en la fonda nos tiramos de pasteles, gallina con arroz, chicholos, y échele cuhetes, y vino superiorazo al gusto de cada cual. El caso fue, que, en medio de la jarana, no sé quién de la rueda dijo de que a Vuecelencia le estaban ya por llegar doscientos Mendocinos del cotigente, como Vuecelencia mesmito lo asiguraba. Al oír esto, saltó un corneta que estaba a mi lao medio pesadón, y después de bostezar largo, preguntó: ¿cuántos son los Mendocinos? ¿cuántos son los Mendocinos? ¿doscientos? Si no son más que esos no le alcanzan al Diretor para el gasto diario de ocho días de pasaos. ¡Ahi-juna, el corneta vivaracho! y yo creíba que estaba mamao: y vean cómo le sacó la cuenta en la punta de las uñas.

     Mesmamente: el mozo dijo una verdá sin retruque, desde que se nos vienen tantos teruteros, que yo, señor Diretor, como sé que ya anda tan atrasao (de salú, se entiende), hasta maliceo que para de aquí a ocho días pudiera suceder que todos los congresudos y Vuecelencia en la punta se nos vengan pasaos: cosa que me alegraría muchísimo, y a pesar de que Vuecelencia anda desiando sacarme el cuero, ya le prometo largarle un abrazo en el momento que se nos venga mansito, dejándose de la embrolla de los cotigentes y echando a los infiernos esa su Direturía de los pantanos de Miserere, y haciendo con su Costitución reculada lo mesmo que hizo el moreno ladino de mi amigo el imprentero.

     Aguárdese: se me olvidaba, que le manda decir el coronel MUSIU DUTIL, que le dé Vuecelencia muchas memorias a la batería de la Convalescencia; a la cual, luego que la concluyan, dice Musiu Dutil que no le ha de hacer nada con los trucos que piensa atracarle por la media luna al vuelo. Y allá van coplas.

 

 

 

 

 

Cielito de la Vigía de Buenos Aires

          

                             

   Como se ve hasta SAN PEDRO

 

 

 

subiéndose a la CHISMOSA,

 

 

 

la otra mañana trepé

 

 

 

y vide allá... cierta cosa!

 

 

 

   Mi cielo y de San Miguel,

5

 

 

de lo alto de la Vigía,

 

 

 

medio cerquita se me hace

 

 

 

que a FLORES viché ese día.

 

 

 

   Si el ojo no me engañó,

 

 

 

asiguro de que vi

10

 

 

otra cosa atrás de Flores

 

 

 

parecida a CAMUATÍ.

 

 

 

   Cielito y del Paraná

 

 

 

debe ser por precisión

 

 

 

lechiguana, o cosa igual

15

 

 

para la Custitución.

 

 

 

   Eché luego una visual

 

 

 

al rumbo del Baradero,

 

 

 

y vide patentemente

 

 

 

coloriando un avispero.

20

 

 

   Cielito y la paisanada,

 

 

 

de esos laos, no tengo duda,

 

 

 

que al Diretor ya le han puesto

 

 

 

la custión fiera y peluda.

 

 

 

   Tendí la vista más lejos,

25

 

 

¡ah, ojo claro! y alcancé

 

 

 

a ver una disparada

 

 

 

en el mesmo Santa Fe.

 

 

 

   Mi cielo, y no fue ilusión,

 

 

 

corrían como baguales

30

 

 

una punta de morcillos

 

 

 

con traza de congresales.

 

 

 

   Después extendí la vista

 

 

 

más allá de Tucumán,

 

 

 

y allí vi a los Urquizanos

35

 

 

en los apuros que están.

 

 

 

   ¡Ay, cielo! y de aquel ladito

 

 

 

vide claro a los Salteños

 

 

 

que lo aprietan a Gutiérrez,

 

 

 

de acá los Santiagueños.

40

 

 

   Entonces bajé los ojos

 

 

 

hasta San José de Flores,

 

 

 

y como está tan cerquita,

 

 

 

¡ahí sí que vide primores!

 

 

 

   Cielito, y creo excusao

45

 

 

el que le diga más nada,

 

 

 

sino que vi a Vuecelencia

 

 

 

con dos tercias de quijada.

 

 

 

   Por fin, en Montevideo,

 

 

 

miré al clavar bien la vista...

50

 

 

patas arriba a un ministro

 

 

 

muy diablo y más Urquicista.

 

 

 

   ¡Ay, cielo! últimamente

 

 

 

vi al colmo de mi deseo

 

 

 

puesto en lugar de ese maula

55

 

 

a un Oriental que apreceo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diálogo

 

Que tuvieron hacen pocos días dos lanceros de los del valeroso comendante Otamendi, Zenón Núñez y Jacinto Roca

 

 

 

 

 

ZENÓN

   Con que, amigo, ¡voto alante!

 

 

 

¿cómo le ha ido esta mañana?

 

 

 

ya lo vide allá en sus glorias

 

 

 

floriándose... ¡la pujanza!

 

 

 

mire que es arrejador.

5

 

 

Ya se ve, con esos maulas

 

 

 

¡quién no retoza!

 

 

JACINTO

                              Es así:

 

 

 

porque está muy desganada

 

 

 

de tirarse con nosotros

 

 

 

toda esa Teruterada,

10

 

 

desde que la tiene Urquiza

 

 

 

enteramente aperriada:

 

 

 

y aunque hay algunos pintores,

 

 

 

todo eso no vale nada.

 

 

ZENÓN

   Por eso será que a mí

15

 

 

me parece tan holgada

 

 

 

aonde quiera que se ofrece

 

 

 

pegarles una tantiada;

 

 

 

y como anda nuestra gente

 

 

 

tan lindamente montada,

20

 

 

y además andamos todos

 

 

 

rivalizando en la fama

 

 

 

del que atropella primero,

 

 

 

siempre me encuentro con ganas;

 

 

 

y en cuanto medio se ofrece,

25

 

 

ya lo ha visto, como gala

 

 

 

se me hace el cortarme solo,

 

 

 

y pegarle una sentada

 

 

 

al pingo entre todos ellos:

 

 

 

velay mi gloria.

 

 

JACINTO

                            ¡Bien haiga!

30

 

 

Pues yo también la otra tarde,

 

 

 

estando en una avanzada

 

 

 

se ofreció un lance, y, ¡qué Cristo!

 

 

 

hablé al oficial de guardia

 

 

 

y le pedí su permiso,

35

 

 

porque me sentí con ganas

 

 

 

de hacerles una pregunta.

 

 

 

Me soltó a la disparada,

 

 

 

y ya también largué el poncho,

 

 

 

salté al tiro, y cargué la arma:

40

 

 

y enderecé al galopito

 

 

 

rumbiando a lo de Balcarza,

 

 

 

por aonde topé a mi alférez

 

 

 

que venía en retirada

 

 

 

con unos catorce mozos

45

 

 

de devisa colorada:

 

 

 

¿no los vido?

 

 

JACINTO

                         Sí los vide:

 

 

 

fueron los de una avanzada

 

 

 

que enterita se pasó:

 

 

 

pero, ¡ah, gente desaviada!

50

 

 

tan completa es la miseria

 

 

 

que sufre la paisanada

 

 

 

sumida en esos barriales;

 

 

 

y luego, tan atrasada

 

 

 

como está de mancarrones,

55

 

 

porque ya la reyunada

 

 

 

ha espichao toda enterita,

 

 

 

con la flacura y la helada,

 

 

 

sigún cuentan ellos mesmos;

 

 

 

y luego la caballada

60

 

 

que le dicen de reserva,

 

 

 

de flaca y de maltratada

 

 

 

no puede con la osamenta:

 

 

 

¡barbaridá!

 

 

ZENÓN

                    Y eso es nada;

 

 

 

ayer yo entré a platicar

65

 

 

con un sargento pasao,

 

 

 

mozo gente y racional,

 

 

 

y vea lo que contaba

 

 

 

con toda formalidá:

 

 

 

dice, que desde el Azul

70

 

 

lo mandaron para acá

 

 

 

junto con los veteranos

 

 

 

que vinieron desde allá,

 

 

 

de los que hoy en estos pagos

 

 

 

no han quedao ni la mitá,

75

 

 

y que no se han ido todos

 

 

 

a la fecha, porque está

 

 

 

muy oprimida esa gente,

 

 

 

pues no dejan apartar

 

 

 

a naides del campamento

80

 

 

una cuadra más acá;

 

 

 

y luego que en el servicio

 

 

 

no los dejan resollar.

 

 

 

   ¿Y de miserias? ¡Ah, Cristo!

 

 

 

Pena me dio oírle contar

85

 

 

las hambrunas que padecen

 

 

 

y lo desnudos que están.

 

 

 

   Y en ancas, diz que los tratan

 

 

 

con tanta riguridá,

 

 

 

que por la falta más chica

90

 

 

les arriman sin piedá

 

 

 

más estaca y más azotes

 

 

 

que flores tiene un cardal.

 

 

JACINTO

   ¡La pujanza! de ese modo

 

 

 

¿quién diablos puede aguantar?

95

 

 

¡infelices! ya se ve,

 

 

 

sólo a fuerza de crueldá

 

 

 

pueden medio sujetarlos.

 

 

ZENÓN

   Pues ansí mesmo se van

 

 

 

en tropillas de a sesenta,

100

 

 

sin que los pueda atajar

 

 

 

temor de ninguna laya,

 

 

 

cuando a los campos se van;

 

 

 

pero este mozo me dijo,

 

 

 

que la gran dirficultá

105

 

 

es hacer el arrejón

 

 

 

de venirse a la ciudá,

 

 

 

porque a todos los que pillan

 

 

 

viniéndose para acá,

 

 

 

al momento el Diretor

110

 

 

los manda beneficiar,

 

 

 

yéndoseles al pescuezo

 

 

 

como en los tiempos de atrás

 

 

 

pero usté sabe, aparcero,

 

 

 

que empezándose a raliar

115

 

 

la gauchería, es de balde

 

 

 

el quererla sujetar.

 

 

 

En vano Urquiza se apura,

 

 

 

los criollos se han de escapar,

 

 

 

y por más que los oprima

120

 

 

se le han de venir no más,

 

 

 

como lo hacen:

 

 

JACINTO

                            Es verdá:

 

 

 

cada rato están cayendo

 

 

 

a presentarse en tropillas.

 

 

 

Hoy tempranito vinieron

125

 

 

como unos veinte hechos tiras,

 

 

 

de rotos y de mugrientos,

 

 

 

los que ya están remediaos:

 

 

 

porque como acá el Gobierno

 

 

 

apenas se le apresentan,

130

 

 

aunque algunos le haigan hecho

 

 

 

diabluras de cualquier laya

 

 

 

falsiándole en otro tiempo,

 

 

 

en el día no les hace

 

 

 

cargo ninguno por eso.

135

 

 

Al contrario, los auxilia

 

 

 

y los atiende lo mesmo

 

 

 

que a los que desde el principio

 

 

 

se han aguantao en el pueblo.

 

 

ZENÓN

   Mesmamente, ansí los trata,

140

 

 

y yo soy testigo de eso:

 

 

 

porque antiyer me mandaron

 

 

 

a la casa del Gobierno

 

 

 

de orden de mi comendante

 

 

 

para llevar unos pliegos,

145

 

 

y al entrar, el corredor

 

 

 

reparé que estaba lleno

 

 

 

de los pasaos de ese día;

 

 

 

que allí estaban recibiendo

 

 

 

nada más que por lo pronto

150

 

 

cada uno trescientos pesos

 

 

 

y lueguito les rodearon

 

 

 

una porción de puebleros,

 

 

 

que entraron a platicarles,

 

 

 

hasta que salió uno de ellos

155

 

 

para la calle y volvió...

 

 

 

¡ah, mozo lindo! trayendo

 

 

 

una porción de moneda,

 

 

 

que en papelitos de a ciento

 

 

 

a cada mozo pasao

160

 

 

le largó uno, y por supuesto,

 

 

 

últimamente, esa tarde

 

 

 

me encontré con todos ellos

 

 

 

alegres: pero, paisano,

 

 

 

¡diaónde poder conocerlos!

165

 

 

Ya se ve, todos andaban

 

 

 

tan lucidos y compuestos,

 

 

 

de chaquetas y calzones

 

 

 

y botas y ponchos nuevos,

 

 

 

con plata y muy divertidos,

170

 

 

pasiándose por el pueblo.

 

 

JACINTO

   ¡Lindamente! así me gusta

 

 

 

que traten a los paisanos;

 

 

 

y luego verá que todos

 

 

 

tocan a su desengaño,

175

 

 

y el que no se venga al pueblo

 

 

 

se larga para su pago,

 

 

 

golpiándosele en la boca

 

 

 

al Diretor entrerriano:

 

 

 

¿no le parece?

 

 

ZENÓN

                          Cabal.

180

 

 

En fin, me voy retirando

 

 

 

al cuartel, porque ya es tarde

 

 

 

y medio me va picando

 

 

 

un sueñito rigular:

 

 

 

¿si gusta mandarme en algo?

185

 

JACINTO

   Cosa ninguna. Hasta luego.

 

 

ZENÓN

   Hasta la vista, cuñao.

 

 

 

 

 

 

 

Enfermedá incurable del Diretor de la docena del flaire

     Desdichadamente para la organizadura de la Confederación, con las humedades de pajuera, Vuecelencia, de quince días a esta parte, se encuentra tan apurao y enfermo de la barriga, que nada le para en el BUCHE: y lo han puesto en pior estado la descarga de purgas, vomitivos y lavativas que le han echao varios de sus jefes que fueron; y los cuales al fin le han sacao el cuerpo, porque ya Vuecelencia jiede a muerto. Velay los nombres de los que más lo han atrasao al organicista.

     El coronel Pinedo, no sé qué le hizo desde Barracas, con lo cual el Diretor, de un solo pujo, largó toda la escuadrilla del Riachuelo.

     El almirante Coe: éste le atracó con barbaridá a Musiú Larruá; y luego el Diretor, aunque medio atorándose, de golpe desembuchó toda la escuadra.

     Luego de acá, el general PAZ, de lástima, y sin embargo de que en su vida nunca le dio una ración de afrecho al Diretor, no sé qué le recetó en esta ocasión, que don Justo José vomitó enterita la Isla de Martín García con todos los cañones y soldaos que allí estaban, y más tardecito una boleta grande que de Montevideo lo manda le mandaban a Vuecelencia, cargada de pólvora y balas, que tan escasas andan por San José de Flores: ¡infeliz!

     ¿Y el coronel don Laureano Díaz? éste sí que anoche lo ha tullido, atracándole a Vuecelencia una sangría que le hizo soltar lueguito toda la división Chivilcoy y trescientos caballos: y debe ser cierto, porque yo anoche estuve platicando con el coronel Díaz y le solté un abrazo; y esta mañana ya vide a los muchachos que andaban muy lucidos pasiando entre los suyos.

     Por último, se sabe positivamente, que por atrás del Diretor ya le andan con la jeringa cargada, para soplarle la última lavativa con ortigas de los campos del Norte, y en ésa... el organicista largará sin duda hasta las entrañas.

     Pues, sin embargo de estos atrasos, Vuecelencia todavía hasta esta mañana contaba con los auxilios que podía darle un amigo muy ricachón que tiene en Montevideo, llamado don Samuel Lampalagua: el mesmo que, cuando Vuecelencia andaba en el peral, lo acariciaba mucho, pero hoy, apenas ha sabido los atrasos del Diretor, por todo auxilio dicen que sólo le ha mandao para cada gaucho un libro de la Biblia, y eso, a cambalache de Biblia por Vaca. Y por todo alimento le aconseja que COMA GALLO.

 

 

 

 

 

Nº 7

 

Buenos Aires. - Julio 12 de 1853.

 

 

 

 

 

                          

   Al ruido de tanto cuhete

 

          

 

y salva y musiquería,

 

 

 

y noticias y alegría,

 

 

 

y funciones que han habido...

 

 

 

   El Gallo número SIETE

5

 

 

(con perdón del auditorio)

 

 

 

le soltaré al Diretorio,

 

 

 

hoy que está medio aturdido:

 

 

 

   Y que bien puede a esa jaca

 

 

 

entrerriana, tan sonada,

10

 

 

con una púa tapada

 

 

 

salirle el Gallo a reñir;

 

 

 

   Sin que sea una balaca

 

 

 

decir que en este revuelo

 

 

 

lo voy a dar contra el suelo,

15

 

 

y acabarlo de aturdir.

 

 

 

   Con esta siguridá,

 

 

 

allá va el Gallo, señores,

 

 

 

para san José de Flores

 

 

 

aonde hay cierta confusión...

20

 

 

   Por no sé que novedá,

 

 

 

de que se ven polvaderas

 

 

 

por atrás... otras frioleras

 

 

 

para la Custitutión...

 

 

 

 

     Antes de ayer domingo a las nueve de la noche, después que tocaron a silencio en mi cuartel, me puse a componer este Gallo junto al fogón, cuando sentí que las campanas de Santo Domingo tocaban agonía o rogativa, que es remedio emplumático o diplumático; y lueguito se me puso de que a esa mesma hora algunos caballeros estarían rogando quizás por que salga de cuidao la Direturía: ¡Dios quiera! y para eso le he compuesto el siguiente argumento ensilgao, trinao y aterminachao:

 

 

Para que se diviertan los diputaos congresudos menos uno -el Sr. Dr. Zuviria (¡y que no subía y que no entendía!)

 

 

ATENCIÓN

     Amarguísima, apretadísima y tristísima debe serles esta gaceta, tanto al titulao, empantanao y atribulao Diretor, organizador y manotiador, como a la pandilla de polilla que acaudilla sin concencia Vuecelencia... y tenga pacencia; porque yo en la ocasión presente, lo único que puedo hacer en alivio de su amargura, tristura y apretura, es largarle con suavidá, velay el número SIETE DEL GALLO, sin más intención que la de, atracarle a Vuecelencia, por el mesmo número, siete palabras las más tuperolíticas de una sentencia inicutible y macacuna, que dice en siete voces por la estamborlonga esta trupefática verdá... que a la vuelta va:

¡Justo José, el último mono se ahuga!

     ¡La pujanza en la letra que dice poco y fiero! Y yo en ancas dígole, que la tal sentencia le cai al señor Diretudo, tanto al lomo como al pelo, y que se me hace muy razonable la comparancia entre un mono y don Justo, que anda presentemente arrepresentando el último gauchi-macaco, altanero, fullero y balaquero, que en estos tiempos todavía pretende embozalar, estaquiar, y tiranizar a la paisanada, tan baquetiada, arruinada y desengañada, y particularmente a los Porteños; a quienes se nos ha dejao cair el Diretor Bambolla de Mogolla o de Nogoyá, echándola de autoridá costitucionuda, colmilluda y peluda, y, al fin, saliéndonos con todas esas gollorías antiguallas a la cola de todos los diablos gauchi-albitrarios, que nos han aniquilao a guerras y pendencias al ñudo; desde el malevo su paisano Ramírez el mentao hasta el gran veterano Restaurador reculao.

     Pues, sí, señor: sin la menor duda, el tal Director de Mogolla es el último mono melitar de la recua, que ha salido a la cola de todos los de sus mañas, y como tal, por el destino que reza la sentencia de las siete palabras, velay que ya está Vuecelencia acorralao, trajinao y apichonao entre las chacras de la orilla, hasta que, si quiere juir, se ahugue ahí no más por la cañada de las Conchas, si antes no forcejea y se entra a Buenos Aires atrás de la yeguada que piensa largarnos de vanguardia.

     ¡Ahi-juna el salvaje unitario entrerriano! ¡Si será táutico y escuadronicista, y maniobrista, y cabulista! Véanlo cómo se nos quiere venir por atrás de las yeguas. -¡Valiente! hacerse el bagual un general tan gamonal y custitucional. ¡Qué barbaridá! y tanto como se reíba el Diretor de las cábulas de su amigo Alderete.

     Vaya, vaya. Eso es broma, pues con todo su plan de atacamiento y atropellamiento, es el cuento que el general Yeguarizo se está frunciendo seguido, después del grandísimo guascazo y atraso o chaguarazo que ha sufrido su organizadura, y la capadura y la jura de su Custitución, y sus cotigentes; por los cotigentes que de atrás le está trajinando y desenvainando el señor general Flores.

     ¡Ah, Porteño superiorazo, como todos sus compañeros! Vaya unos mozos... lerdos; como los señores menestriles del Gobierno de Buenos Aires:

                        

   ¡Mirá qué gloria!

          

 

echarle al Diretor

 

 

un pial por noria.

 

     ¿No es verdá, señor don Justo? Pero... ¡qué Cristo! Vuecelencia es un duro en cualquier apuro, y de siguro:

                        

   Por atrás de la yeguada

          

 

se nos viene cola alzada,

 

 

y acá... no lo hacemos nada!

 

     Pero, escúcheme, señor: no quisiera verlo apeligrar, y por eso le aconsejo que se acuerde de su finao hermano el señor don Juan José. ¡Ah, hombre cristiano aquél! siempre tengo presente cómo le decía, apenas Vuecelencia llegó a Palermo, y comenzó a manotiar y relinchar, y bellaquiar.

     ¿Se acuerda? El hombre le decía; -"Justo, hermanito, volvete a tu tierra; no te metás a organicista de los Porteños, porque sos muy tupido, y acá en Buenos Aires no te han de aguantar tus barbaridades.

     Volvete, Justo a tu tierra, porque, sino, te van a trajinar los Porteños. Mesmamente, lo aconsejaba lindo: y yo siento no poderlo aconsejar lo mesmo, porque ya es tarde, y ahora la cosa de volverse a Entre Ríos está peliaguda; por eso sólo le aconsejaré que se deje de pensar en las yeguas, ni en andar haciéndose el murciégalo para tirar cañonazos a oscuras de allá de entre los cercos; porque ¿a quién piensa matar de ese modo? ¿a las viejas o las criaturas? ¡Infelices! ¿A las Porteñas? ¡Diaónde! siendo Vuecelencia tan aficionao a las buenas mozas. ¿A los Guardias Nacionales gauchos y cajetillas? ¡Uh! para eso véngase clarito, al amanecer, si quiere morder, aunque lo hagan per...der el rumbo; sin embargo que lo mejor que puede hacer es venirse pasao y mansito, como le dije en el Gallo número sexto. ¿No le gusta lo del sexto? ¿A que sí? ¡Cómo no! pues si le agradó y quiere entrar suelto a la ciudad, haga lo siguiente...

     Como en aquel memorable 19 de febrero... (¿se acuerda?) Muente en un pingo escarciador y que haga sonar mucho el coscojo. Pero antes, póngase las botas con borlas: luego la casaca chapiada, y encima acomódese aquel VERICÚ de raso colorao, que tenía un plato de metal amarillo en las puntas y que le venía golpiándole en los cuadriles, ¡ah, cosa! y luego el sombrero gachón; y atufao, sin saludar a naides, se cuela por la calle del Perú, que, si no le echa flores alguna moza, le echará otra cosa más olorosa: pero, como es hombre indiferente a todo, no haga caso, aunque los criollos le griten por la estamborlonga:

¡Justo José, el último mono se ahuga!

     Carta que le ha escrebido, al momento de desembarcarse en la Costa del Norte, el porteño José Palma, soldao del ejército del señor general Flores, a su mujer Trinidá Leiva, que se halla en Buenos Aires.

          

 

 

 

 

 

¡Viva la Patria!

 

Costa del Norte, a 4 de julio de 1853.

 

 

 

 

 

A doña Trinidá Leiva.

 

 

 

 

 

                        

   Muy de priesa y almariao

 

 

 

del maldito movimiento

 

 

 

de la boleta, al momento

 

 

 

de haberme desembarcao:

 

 

 

   Desiando saber de vos,

5

 

 

lueguito, mi Trinidá,

 

 

 

con salú y felicidá

 

 

 

te escribo, gracias a Dios...

 

 

 

   Después de andar almigrao

 

 

 

por esa Banda Oriental,

10

 

 

junto con mi general,

 

 

 

sin ladiarme de su lao...

 

 

 

   Hasta hoy que vuelvo a mi tierra,

 

 

 

con el mesmísimo empeño

 

 

 

con que el gauchaje porteño

15

 

 

está cayendo a una encierra,

 

 

 

   En la cual la paisanada,

 

 

 

y en la punta el viejo FLORES,

 

 

 

como siempre hará primores

 

 

 

si se ofrece una voltiada.

20

 

 

   Pero, chinita, ¡qué frío

 

 

 

está haciendo tan cruelazo!

 

 

 

y escrebirte a campo raso

 

 

 

hacete cargo, bien mío.

 

 

 

   Pues, así mesmo contento

25

 

 

sacudo el poncho y la helada,

 

 

 

y todo se me hace nada

 

 

 

a fin de lograr mi intento:

 

 

 

   Que es traírte con mis hijitos

 

 

 

a mi pago desolao,

30

 

 

pues ni yeguas han dejao

 

 

 

los Urquizanos malditos;

 

 

 

   Y ver mi tierra salvada

 

 

 

como el criollaje desea,

 

 

 

sin consentir el que sea

35

 

 

la Provincia retaciada

 

 

 

   Por un gaucho forastero

 

 

 

que nos quiere avasallar;

 

 

 

el mesmo que ha de largar

 

 

 

en estos pagos el cuero.

40

 

 

   Él no sabe la empalmada

 

 

 

que FLORES le ha estao armando,

 

 

 

y ya se la va largando

 

 

 

como quien no le hace nada.

 

 

 

   Pero es tal, y de manera,

45

 

 

que le ha de causar sudores

 

 

 

a don Justo, en cuanto FLORES

 

 

 

le meta la Lujanera.

 

 

 

   Más vale que al Diretor,

 

 

 

ahí no más por Maldonao,

50

 

 

lo dejen solo y plantao

 

 

 

como poste rascador.

 

 

 

   Porque si la Entrerrianada

 

 

 

piensa medio endurecer,

 

 

 

nadita le hemos de hacer

55

 

 

en la primera topada.

 

 

 

   ¡Pero, qué! no te aflijás:

 

 

 

ya al Diretor los paisanos

 

 

 

y sus mesmos Entrerrianos

 

 

 

lo maldicen a cual más;

60

 

 

   Y no han de querer de pavos

 

 

 

hacer en pagos extraños,

 

 

 

tras de una máquina de años

 

 

 

que los trata como a esclavos...

 

 

 

   Ese Urquiza, que pudiera

65

 

 

acordarse alguna vez,

 

 

 

de que últimamente no es

 

 

 

más gaucho que otro cualquiera;

 

 

 

   Y que con toda su facha

 

 

 

y su altivez y rigores,

70

 

 

hoy los milicos de Flores

 

 

 

le han de limpiar la caracha.

 

 

 

   Con que ansí, china, repito,

 

 

 

por mí no tengás cuidao,

 

 

 

que estoy bien acacharpao

75

 

 

y de nada necesito...

 

 

 

   Sino de darte un abrazo

 

 

 

cosa de que relinchés

 

 

 

de gusto al verme, tal vez

 

 

 

de aquí a unos días, si acaso.

80

 

 

   Últimamente, ya ves

 

 

 

que en papelitos de a cien

 

 

 

te mando quince, mi bien,

 

 

 

con los mesmos que podés.

 

 

 

   En el pueblo hacer primores,

85

 

 

y comprar prendas de rango,

 

 

 

y luego hacer un fandango

 

 

 

a salú del CRIOLLO FLORES,

 

 

 

   Nuestro general querido,

 

 

 

quien lo ha de sumir la bolla

90

 

 

al Diretor de Mogolla

 

 

 

que ya está cuasi tullido.

 

 

 

   Después, a los defensores

 

 

 

del pueblo me les dirás,

 

 

 

que ya andamos por atrás

95

 

 

de Urquiza... los boliadores;

 

 

 

   Y que al fin, si a estos lugares

 

 

 

lo hacen juir en un apuro,

 

 

 

sólo yo, les asiguro,

 

 

 

que le prenderé DOS PARES.

100

 

 

   Con que, china, espero en Dios

 

 

 

que nos veremos prontito:

 

 

 

mientras tanto te remito

 

 

 

mi corazón para vos;

 

 

 

   Y a mi suegra y a mi suegro

105

 

 

les darás un par de abrazos,

 

 

 

pues ya sé que están buenazos,

 

 

 

de lo que mucho me alegro.

 

 

 

   Y por fin, china de mi alma,

 

 

 

cuidame a los muchachitos,

110

 

 

y dales muchos besitos

 

 

 

por tu gaucho... José Palma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La última vichada y despedida del Diretor

 

 

   Otra vez a la vigía

 

 

 

hoy de mañana trepé,

 

 

 

y a don Justo lo viché

 

 

 

liando a la juria el recao;

 

 

 

   Y que a un negro le decía:

5

 

 

"date priesa, por favor,

 

 

 

que me largo a ese vapor,

 

 

 

que está en Palermo fondiao."

 

 

 

   Y a ese tiempo le llegó

 

 

 

de Entre Ríos un paisano,

10

 

 

que le entregó en propia mano

 

 

 

un envoltorio en papel:

 

 

 

   El cual lo desenvolvió

 

 

 

don Justo con impacencia,

 

 

 

y se encontró Vuecelencia

15

 

 

nada menos que ¡UN CORDEL!

 

 

 

   "¡Cómo es esto! dijo el hombre

 

 

 

¡Es posible que los míos,

 

 

 

los mesmos del Entre Ríos,

 

 

 

también me quieran horcar!"

20

 

 

   "¡Cabal, señor! no se asombre,

 

 

 

dijo un cabeza melada;

 

 

 

se empeña la Entrerrianada

 

 

 

en hacerlo pataliar."

 

 

 

   "Y hasta a mí, en la situación,

25

 

 

viéndolo tan cuesta abajo,

 

 

 

no me sería trabajo,

 

 

 

sino todo lo contrario:"

 

 

 

   "Le atracaría un tirón

 

 

 

por ñato, por revoltoso,

30

 

 

por bruto, por ambicioso,

 

 

 

y por ¡salvaje unitario!"

 

 

 

"¡Ahi... juna! le dijo Urquiza

 

 

 

¿vos también eso decís?"

 

 

 

y va le soltó a Purvis

35

 

 

que al melao se le prendió.

 

 

 

   Y en seguida a toda prisa

 

 

 

con unos calzones raídos

 

 

 

el ñato, fundillos caídos,

 

 

 

para el bajo atropelló;

40

 

 

   Y atrás de él su perro bayo,

 

 

 

que, no hallando en el camino

 

 

 

a quien morder el indino,

 

 

 

quiso prendérsele a un GALLO,

 

 

 

   que le cantó:

45

 

 

¡Cocorocó! ¡Cocorocó!

 

 

 

   Y le dio tal convulsión,

 

 

 

en el bajo, al triste Urquiza,

 

 

 

que recibió a toda prisa

 

 

 

apenas la SANTA UNCIÓN!

50

 

 

 

   

 

Nº 8

 

Buenos Aires. - Julio 23 de 1853.

 

Memorias de un PAYADOR y del Organizador

 

 

 

 

 

                        

   Puede ser tan vanidoso

 

          

 

cuanto el hombre quiera ser:

 

 

 

pero no es bueno decir,

 

 

 

de esta agua no he de beber.

 

 

 

   Y en este mundo engañoso

5

 

 

cuando el hombre menos piensa,

 

 

 

otro le hace un beneficio

 

 

 

en pago de alguna ofensa.

 

 

 

 

     Evidentemente, así sucede en la vida: y en estos últimos días toda la paisanada, si no ha visto, a lo menos ha oído las mentas de la juida espantable que el fantástico y finao Diretor pegó asustao desde su campamento, atropellando los pantanos hasta caír al río, aonde se azotó a la agua ensillao y embarrao, y, a juerza de zambullidas, a la madrugada consiguió embocarse en una chalana o qué sé yo.

     ¡Óiganle al duro y se duebla! Pues bueno; y supuesto que todos sabemos también que don Justo el juidor no se hubiera escapao, a no ser por los grandísimos favores que le han hecho hasta sacarlo medio a la cincha los Sres. Cipotenciarios Uropeos: cosa que endeveras me ha gustao, porque esos caballeros uropeos, en otros tiempos aciagos para los Argentinos, también en sus mesmos barcos amparaban a muchísimos paisanos y los salvaban de que la Mashorca (con perdón de la infusión) les tocara la Refalosa, y porque yo también, viéndolo apurao, no digo a cualquier paisano infeliz, al mesmo Diretor lo hubiera alzao en ancas. Sí, señor: y digo lo que siento.

     Con todo: al reflexionar lo favorecido que se ha encontrao Vuecelencia por los caballeros Naciones, se me apresenta un cabe muy lindo para hacerle al triste Diretor un recuerdo de cierto caso, muy al caso y acorde con la primer copla de este Gallo nº 8.

     Y mucho me alegraría que con esta lecioncita, tanto el vanidoso don Justo, como otros tantos ambiciosos y soberbios, medio se arrosinen siquiera en vista de los vaivienes del mundo y de la fortuna.

     Dígole, pues, al auditorio, y digo la verdá: que, allá a fines del mes de julio del año cincuenta y uno cuando invadió don Justo José a la Banda Oriental, aonde se le hacía el campo orégano, como que se iba a la fija con una reserva de diez y seis mil soldaos brasileros, y dos mil correntinos superiorazos, contando en ancas también con la mitá de todos los Orientales, y de yapa con las tropas porteñas que estaban con Oribe aburridas de éste y más aburridas de don Juan Manuel Rosas; entonces, pues, el balaquero bravo Diretor, en cuanto atravesó el Uruguay y que se le pasó el general Servando Gómez con todos los Orientales, don Justo, viéndolo a Oribe en el refaladero, se le fue encima media al galope con la vanguardia entrerriana, y a pesar de que era en lo más rigoroso del invierno, la vanguardia pegaba unas trasnochadas de mi flor, sin oler carne ni tabaco a veces hasta en cuatro días.

     Es de alvertir que Vuecelencia, como siempre es tan mansito para soltar órdenes, apenas atravesó el Uruguay, de la costa de Paisandú no más, ya largó una orden de palabra, privando bajo pena de la vida el que naides pudiera vender aguardiente, y ¡cuidadito!

     Pero, como el general entrerriano se iba sobre el peral, ¡ahi-juna! en cada trotiada avanzaba diez leguas, de suerte que, aonde acampábamos, el vecindario no podía saber las órdenes que don Justo José había largao diez leguas a retaguardia, y mucho menos cuando la vanguardia entrerriana rigularmente ocupaba algunas veces ciertos campamentos, lueguito que los abandonaban los soldaos de Oribe.

     Pues bien: un día, ahora no me acuerdo fijamente del día ni del nombre del paraje aonde sucedió el caso arriba prometido, que fue así como sigue.

     A poco rato de acamparse la vanguardia, sucedió que estaba Vuecelencia junto a su carpa, cuando alcanzó a ver a un tape, soldao de su escolta, el cual venía a pie medio ladiándose; apenas don Justo José le echó el ojo, ya se atufó y mandó que le trujieran al pobre tape, el cual, a la voz de "el general te llama", cabrestió todo achuchao y encogido, y sacándose luego el sombrero lo llevaba agarrao con las dos manos como apretándose el umbligo, y como hacía muchísimo frío tenía atadas las carretillas con un pañuelito viejo. Así fue como se le presentó el soldao a Vuecelencia, que al istante le dijo colérico:

     -Sacate ese pañuelo de la cara, lechiguanero.

     -Velay, señor, me lo saco.

     -¿Diaónde venís?

     -Vengo de allisito, mi general.

     -¿Diaónde? decime pronto.

     -Velay, señor, de esa casa que está en la cuchilla.

     -¿Y por qué te has apartao del campamento? ¿no sabés, hijuna gran p... cómo se sirve conmigo?

     -Sí, señor, mi general: pero la verdá, me arrimé a las casas... de hambre y por ver si trajinaba...

     -¡Umb!... ahora yo te haré trajinar y que se te quite el hambre, ¿Por qué no has comido, borrachón?...

     -Pero ¿el qué, señor? si al cruzar el río Negro se me cayó en la agua una tumbita que traíba a los tientos, lo que se me mojaron; esto hace ya cuatro días, y como no hemos vuelto a carniar...

     -¿Y qué has comido ayer?

     -Nada, señor: antes de ayer sí, de mañanita me allegué a la carpa del mayor Gómez que estaba junto con el coronel Fausto, y allí me comí dos velas de sebo, lo mesmo que el mayor se comió cuatro y otras cuatro el coronel Fausto.

     -Callate, ladronazo mentiroso: ¿cómo no has hallao qué churrasquiar, y has encontrao cómo emborracharte?

     -Si no estoy en pedo, señor, sino medio templadito, y eso... porque sentía tantísimo frío, que...

     -¡Umb!... ahora te haré quitar el frío y la tranca; pero decime, ¿diaónde has sacao qué chupar?

     -Señor, como llegué a las casas y no había nada más que comprar, gasté un rialito de anís, que me vendió...

     -Que te vendió ¿quién? Andate ahora mesmo con estos otros maulas, y traíme acá al que te vendió aguardiente.

     -Sí, señor: a la juria.

     Lueguito no más salió el tape con otros tres soldaos de la escolta, rumbiando para las casas, diaonde al ratito volvieron trayendo medio al trote al pulpero, que era Nación, medio bozalón en castilla; quien además llegó enteramente asustao a presencia del Diretudo, mucho más cuando lo vio con casaca entorchada y con el sombrero echao sobre los ojos, que le relumbraban como ascuas, y con las narices hinchadas de puro guapetón. Al recebir al pulpero díjole a gritos

     -¿Quién es usté? diga pronto.

     -Yo sui francé, musiú le general: a votre servicio,

     -¡Umb!... acá no estás en Francia: y yo no necesito servicios de gringo ninguno.

     -Güi, musiú le general.

     -Déjese de musiú: hable en castilla: ¿qué anda haciendo por acá?

     -Bien, musiú: yo está la pulperrí que tiene la casa sur la cuchille.

     -¡Umb!... yo te daré musiú cuchill, pícaro gringo.

     -Pardone moa, musiú le general, yo no comprán.

     -¡Perdón! respuenda: ¿por qué me ha hecho mamar a este tapo saltiador?

     -Yo no comprán pas, yo sui francé.

     -Yo no le pregunto si le ha comprao pan francés, sino ¿por qué le ha vendido aguardiente a este soldao borrachón?

     -Bien: a present, yo antiend poquit: le soldat ma achetá et yo lui vendu...

     -¡Ah, pícaro tape! (al soldao) ¿con que vos le has sacao un machete a este otro diablo para que te vendiera a la juerza?

     -¡Diaónde, señor! yo no le he sacao nada al hombre; sino que me desprendí el cuchillo para sacar un rial que traíba entre la vaina, y con ése le pagué el anís: ¿no es verdad, patrón?

     -Y entonces, vos, pícaro carcamán, ¿a qué venís mintiendo con que te han sacao machete?

     -Maintenant, dijo el Francés, abriendo tamaños ojos, yo no comprán pas, parce...

     -¡Qué mi teniente ni qué aparcero! echate al suelo: y vos, tape borracho, degollalo aquí mesmo a este gringo, para que sus paisanos apriendan a respetar mis órdenes.

     Como al vuelo desenvainó el tape un alfajor de dos tercias, y con la zurda quiso echarle la garra al Francés, que en cuanto conoció el peligro, todo atribulao y llorando (repito que esto es verdá), se tiró al suelo, y se le prendió de las patas pidiéndole clemencia al Diretudo. Al mesmo tiempo el mastín Purvis también se le afirmó en un costao al afligido musiú, y del primer tarascón le arrancó media chapona con camisa y todo, y de yapa una lonja del sobre costillar.

     Entre tanto, el tape y otro soldao más a tirones querían despegar al Francés del lao del Diretudo; pero, para eso era menester arrastrarlos a los dos, porque el Francés ni por los diablos lo largaba, hasta que, en fin, a la cuenta el general, temiendo que el Francés desesperao lo mordiera, les mandó a los soldaos que se retiraran, al mesmo tiempo que el infeliz pulpero, rendido de luchar por la vida y bañao en sangre y sudor, quedó medio desmayao a los pies de don Justo José; quien apenas se vio libre de los brazos del pobre musiú, dándole una patada despreciable (¿se acuerda, señor custitucionero?) le dijo estas cariñosas palabras: "¡levántate, gringo de m... flojonazo!" ...y luego, dirigiéndose en rueda a muchos jefes que allí se juntaron a la bullanga, les dijo también el Diretudo: "velay tienen un diseño en este gringo trompeta de lo que son de guapos todos esos Franceses mentaos de paisanos de Napolión!... Sáquenlo de mi presencia, y suéltenlo, que se vaya a la gran p... que lo p..." ¡Ah, general guapo!

     Lueguito sacaron de allí a la rastra al pobre Francés, el cual, esa mesma noche, así mesmo todo estropiao y mordido, echó a juir campo ajuera, y al otro día me asiguran que amaneció de aquel lao del Yaguarón en la costa de Portugal, como a sesenta leguas de la cuchilla, aonde dejo abandonada la pulpería, para tener que acordarse toda su vida del Guásinton de la América del Sur.

     Ahora, díganme, paisanos: ¿se podrá presumir que un hombre tan cruel y soberbio como se mostró don Justo en esa ocasión, llegando a titularse el Diretudo de la docena del flaire, y teniendo a su mando escuadras, y ejércitos y cotigentes, saliera de San José de Flores disfrazao de tahunero y juyendo asustao por cuatro gritos: y echándose por fin en brazos de los Urupeos, y muy particularmente en los de los paisanos del famoso Napolión?... ¡La pu...rísima en el caráuter!

     En fin: Dios lo ayude en su tierra, si lo dejan ganar a Montiel, diaonde ya el hombre no debe volver a salir a los campos en toda su vida; porque si yo me viera en su situación, antes quisiera ser perro cimarrón o montaraz, y no que por ahí salieran los paisanos equivocándome con el Diretor ESPANTADIZO.

Ésta es la causa de los que hicieron, hacen o harán bien y mal por lo atrasao y lo actual.

     Primeramente: hacen mal los que le piden al Gallo que cante así o asao, porque Aniceto es gaucho independiente, y no canta al gusto de naides, sino al son de la Libertá y por la LEY asigún la comprende; y no palmea ni afloja a los gordos, pues el Gallo en toda su vida sólo ha comido de lo que ha sabido escarbar trabajando, y no a costa de los gobernantes ni de los gobernaos, de quienes sólo precisa que lo hagan respetar como a gaucho bien portao.

     Eso sí: muy bien hace el Gallo en confesar que las pocas plumas que le han quedao, después de la tremolina, se las debe a la Guardia Nacional; porque, si no, lo hubieran desplumao cuantúa: y todavía ¡quién sabe! aunque ya no es tan fácil.

     Los paisanos de pajuera hicieron mal, y pior lo harán si otra güelta salieran cabrestiándole a cualquier diablo revolucionario de esos que salen redepente a rejuntar gauchos como animales, para traírlos y hacerlos peliar con los puebleros, que son tan gauchos como los de pajuera, y al fin paisanos, y aparceros y parientes unos de otros: mientras que los revoltosos que arman las pendencias sacan el cuerpo a las balas, y sólo se ocupan de cueriar todas las haciendas y de tragarles por cuatro riales las sementeras de los pobres gauchos. Así pues, en adelante hará muy bien cualquier paisano, de prenderle hasta la virola al primero que fuese a tantiarlo para armar otra revolución.

     Además, harán muy lindamente los paisanos en no creer ya en opiniones, ni en que naides todavía tenga partido en esta Provincia, a no ser el gobierno que se calce POR LA LEY, a quienes los puebleros y los campuzanos debemos obedecer; y raírnos de las fantasías de algunos maulas ladronazos que rodaron fieramente junto con el Restaurador viejo, y todavía andan echándola de príncipes destronaos, cizañando y revolviendo, ganosos de volver a dominar a los paisanos a cuchillo y estaca, como los trataba en Palermo y los Santos Lugares cierto PAJARRACO fantástico, que ahora, fresquito, ha manotiao bastante y que antes era uña y carne con el tigre de los 20 años!

     Por último: más que bruto debe ser el gaucho porteño que se someta a la esclavitú de naides, en nuestra tierra, aonde para agenciar cuatro pesos no falta en los campos muchísimo en qué trabajar, y hay tanta nutria que cueriar y tantísimas mulitas y perdices que comer, sin robarle un güevo a naides: y por fin, el paisano más lerdo sabe jugar mal al truco, y ocuparse en eso es más razonable que hacerse matar al ñudo, mucho más cuando cualesquiera paisano bien portao vale lo mismo que un rey -por la razón y la ley. -Adelante.

     Harán muy mal algunos de la manada de los alzaos y coludos en venirse a relinchar garifos por entre las casas, después de tanto que han retozao y manotiao y engordao pajuera; y harán muy bien si se escuenden siquiera hasta que se pase la escasez de lana y cerda, porque si no los Nacionales y paisanos, que se han atrasao en esta trifulca, pudieran en desquite quererlos raboniar, cosa que el Gallo no aconseja ni aprobará, pero que no lo extrañará, teniendo presente cierto refrán que dice: ¡DEL LOBO UN PELO!

     Harán muy fiero los que manejan los títeres, si ahora, después que se pasó el día de San Pedro y San Pablo, recién se les antoja el ponerse a jugar a las comadres y compadres con los mesmos que el mes pasao, cuando fue tiempo, no quisieron divertirse con los placeros a ese juego... ¡sino a las BOCHAS, con las cuales nos tiraban!

     Más lindo hará el Gobierno, si, por los grandes servicios que ha hecho a la Patria la CHISMOSA, le manda echar una camisa blanca encima, porque, como la infeliz ha servido sin sueldo ni cargo en que poder pelechar, velay, al concluirse el pericón, se ha quedao muda y en pelota. Además, será bueno agradarla en razón de que todo lo que decía la Chismosa lo averiguaba de su compañero y amigo San Miguel, el cual se lo hacía vomitar al Diablo, como que está a la vista de que hasta hoy lo tiene apretao; de suerte que también será bueno quedar bien con el Santo, desde que hoy en día están saliendo algunos otros diablos, a quienes pudiera ser necesario apretarlos, sino junto a la torre de la Chismosa, a lo menos junto a la torre del Cabildo.

     Hacen bien y bueno los defensores de la justa causa, en decirles: ¡zape, diablos! a ciertos gatos montaraces o montoneros, porque otra vez pudieran querer arañarlos a un descuido: y no hacen mal en pedir alguna siguranza por las dudas.

     Últimamente, la señora Junta de Representantes ayer se ha portao muy en su lindo al hacer la nombrada del nuevo Señor Gobernador. Y por fin: el famoso Congreso custitucionero, aunque sea juyéndose allá entre los Guaicuruces, hará muy bien si declara en alta voz de que al yesquerudo Diretor lo han trajinao y fundido en Buenos Aires, echándole las CUATRO COSAS a tiempo, y sin más comodines ni cotigentes que:

     Las PORTEÑAS,

     La GUARDIA NACIONAL,

     La GOBERNACIÓN,

     Y la BATERÍA poderosa que le descargó el Sr. comendante D. BERNABEL ESCALADA.

     ¡Y viva la jugada...! ¡y la portellada...! ¡y la paisanada!

 

 

 

 

 

Nº 9

Buenos Aires. - Agosto 4 de 1853.

De cómo fue zapallada la batalla de Caseros. -Planes de don Justo para la organizadura de otra Republiqueta Urquizana, y consejos del Gallo a los custitucioneros

     Los paisanos letores y aficionaos al Gallo dispensarán el que me haiga empacao tanto para soltarles el número 9, en razón de haberme visto algo atrasao de salú en la semana pasada; y así mesmo he salido algunas veces a rastriar noticias, ganoso de saber con siguranza aónde diablos fue a tirar la rienda el enjabonao Diretor juidor y espantadizo; pero hasta ahora, sólo me han dicho (¡quién sabe si será verdá!) de que el hombre alcanzó a llegar a su tierra embarcao! y, en seguida del último sustazo fresquito, que se pegó en el Uruguay, al cruzar por junto a una boleta de guerra porteña que le tendió la ala por esos laos de Martín García.

     Al cabo, después de ese sinsabor, diz que Vuecelencia llegó a Gualeguaichú, pueblo de su Quitapenas; y, a pesar de que allí trató de disimular el julepe que llevaba de la costa de Buenos Aires, no lo fue tan fácil, y al fin resolvió el desembarcarse, y se apió todo lleno de chichones, muy dolorido, y completamente machucao de resultas de tantísimo golpe que sufrió, a causa de los vuelcos y la rompedura del maldito carricoche que ajenió en San José de Flores para su juida tenebrosa del 13 de julio, cuando Vuecelencia por esos andurriales de las Blanquiadas tuvo la desgracia de empantanarse como rana, y la fortuna de saltar como un mono y prendérsele a las ancas de un chaná soldao; el cual en esa trifulca también se asustó fiero, desde que a Vuecelencia, con cargo y todo, de un rempujón lo echó al río con el agua hasta el encuentro, diaonde el Diretor azorao y medio haciéndose tortuga se echó a nadar, y felizmente, opilao de agua turbia, al fin consiguió salvar el bulto en un barco... ¡Toma Custitución! ¡Métete con los Porteños!

     Después de todas esas aventuras custitucionales, me cuentan de que, en cuanto Vuecelencia llegó a la casa de la Comendancia en Gualeguaichú, se lavó con agua de olor hasta los talones; y, apenas se acacharpó de casaca bordada y su vericú colorao, mandó armar un baile rigularón para esa mesma nochecita: en el cual, Vuecelencia fue el primerito que salió haciendo punta, y ya también se le agachó a tres contradanzas, pelo a pelo con dolores y todo, hasta que algo fatigadón, allá a la media noche se les hizo perdiz del fandango, y acollarao se largó... dicen de que a morronguiar calientito y entregao a los deleites del dios Cupido. ¡Ah, gaucho toro!

     A la cuenta, esa noche en Gualeguaichú, le darían friegas a Vuecelencia, porque me asiguran de que amaneció algo aliviadito de los chichones, aunque siempre dolorido y trasijao: pero, así mesmo, con dolores se sopló en una galera y salió rumbiando a Gualeguaicito. Digo yo que iría a salir de cuidao en su estancia mentada de San José.

     Muy bueno: me alegraré que haiga llegao con salú; y, vamos a cuentas.

     Pues, señor: parece muy natural y razonable el que, después de los amargos desengaños que lleva Vuecelencia de la Provincia de Buenos Aires, se habrá desalucinao y convencido de que su ponderada vitoria de Caseros no fue tal batalla sangrienta y reñida, sino una zapallada que tuvo de ojito o de fortuna, debida a la falsiada intencional que le hicieron todos los Porteños al Restaurador viejo; de quien, como decía desde muy atrás el paisano Donato Jurao, ya toda la paisanada estaba como está y estará hasta el pelo de aburrida y resabiada de la memoria de Rosas: y así es que lo maldicen incesantemente al reculao tirano, como a toda su pandilla de ladrones y despotones que, apadrinaos por don Juan Manuel, 20 años de un tirón, han aterrorizao y aniquilao esta tierra, degollando, azotando y esclavizando a los Argentinos de toda laya, y muy particularmente a los pobres paisanos de la campaña; a quienes cualesquier comandantón de Rosas los destinaba para soldaos eternos; y luego, por escuadrones enteros les sacaban el guano haciéndolos trabajar en fainas y cueriadas y sementeras, sin más provecho que el de ver, al fin de sus fatigas, de que los verdugos, jefes o gurupieses del Ilustre (algunos, no digo todos), resultaban ricos poderosos, llenos de estancias y palacios, alquiridos a costa de la miseria, las lágrimas, la sangre y el sudor de los pobres gauchos, de quienes esos diablos orejeros del Restaurador se creían amos albitrarios, como hasta ahora se presumen serlo todavía: en primer lugar, el príncipe de los Santos Lugares, opulento ricachón de ocho millones, quien todavía ambiciona a humillar y sobajiar más a este pueblo desangrao, que tantos años ha sufrido su albitrariedá y altivez, y la de otros verdugos del Restaurador que hoy se ostentan entre los buenos patriotas, después de la grandísima parte que han tenido en esta última solevación, que ha costao la vida de tantos infelices, padres de familia, y la completa ruina y desolación de nuestra campaña... ¡Malevos!

     Y véanlos con el descaro con que se apresentan, en esta ciudá mártir y destrozada, a disfrutar de sus robos inmensos... Pero, si en adelante no se someten a respetar al Gobierno, y se acomodan a vivir trabajando, y particularmente no tienen, la concencia de devolver siquiera la cuarta parte de lo que le han robao a tantísimo infeliz, el Gallo les promete a esa pandillita de ahijaos del tigre de Palermo, y esos poquitos comandantones que han sido tan crueles azotadores y estaquiadores de los pobres paisanos, que los he de destapar hasta las uñas, con pelos y señales, para que en todas partes los conozcan, los maldigan y los acosen, echándoles hasta los perros bravos encima.

     No hay cuidao: y, como le iba diciendo al fantástico Diretudo... Por el completo resabeo y aburrimiento de los paisanos a respeuto de Rosas y todos los tiranuelos que puedan salir en adelante, por eso le aflojaron en Caseros, y don Justo salió echándola de vencedor y perdonavidas; pues si allí los Porteños lo hubieran peliao de firme, puede ser que lo hubiesen basuriao o cuando menos aventao a los infiernos: como ahora, velay, de San José de Flores, con todas sus alianzas y cotigentes, lo han hecho juir espantao tan sólo una cuarta parte de esos, mesmos Porteños que le aflojaron cuando la zapallada, pero que en esta patriada le han hecho pie en las trincheras de Buenos Aires, a la par de los cajetillas que Vuecelencia quería tuzar por domagogos, y ayudaos lindamente por cuatro paisanos de pajuera, con los cuales el señor general FLORES, de atrás y a su tiempo, le largó a Vuecelencia un ¡VALE CUATRO! y con el grito no más lo zambulló en el río.- ¡Óiganle al maula! Con que así, olvide su fantasía de ñaupas, y permítame proseguir tratando de otras cosas.

     Últimamente: ahora... por supuesto, como ya le conozco las camándulas pulíticas a Vuecelencia, estoy maliciando que el hombre, después de medio se le haiga pasao el susto de la juida, en cuanto se ha revolcao a su gusto allá en su tierra con dolores y todo, ha de estar encelao, y así lo calculeo hurguniando, y cavilando otra güelta en el cómo restaurar la Direturía de las catorce y pico, que se le escapó de entre las uñas, gracias a la ciega obedencia que le prestó al Congreso Custitucionero, asigún lo declara Vuecelencia en la última proclama que nos largó al disparar de San José de Flores: pues en ella confiesa mansito que el tal Congreso Guaicurú le ordenó el que se dejase de la organizadura y la retaciaduría de la provincia de Buenos, Aires y se largase a su tierra... ¡Ahi-juna, el Diretudo embustero!

     Muy lindo: pero, yo respuendo de que a pesar de todo ese ordenamiento congresudo, Vuecelencia, como está acostumbrao a echarla de potestá, ha de porfiar cabuliando y revolviendo, siempre tirando a calzar cuando menos la direturía de la docena del flaire; pero también, cuasi asiguro que todos sus maquines los ha de hacer desde Entre Ríos no más; porque se me hace que don Justo José no vuelve a esta provincia ni por los días: sin embargo de que no ha de faltar quien lo llame, y de que del mesmo Entre Ríos y de Montevideo todavía algunos liendres desalmaos han de forcejiar por ilucinarlo con grandes promesas, a fin de hacerlo atravesar el Paraná, aunque sea a picanazos, para venirse esos diablos de lejos y atrás del Diretudo al manoteo de los cuerambres y los trigos; y luego, si acá la justicia anda lerdiando, entrarse a vender lo que haigan robao, como he soñao de que lo están haciendo algunos que fueron teruteros soberbios y copetudos, y que hoy, riyéndose de la orfandá y miseria que han sembrao, en Buenos Aires, están haciendo bailes por las calles, de naciente a poniente. Sí, señor, y ¡COCOROCÓ!

     Ahora bueno: para que mi sueño no se vuelva una rialidá, a los poquitos güifaros urquizanos que por acá se nos andan fingidamente echando por el suelo, y a los que andan pajuera matreriando y por Montevideo cizañando, ya que tan ganosos están de tener títulos y cargos y manoteos, yo les aconsejo que escuendan las uñas hasta que Vuecelencia le largue todos los rollos al lazo de sus esperanzas, y llene entonces ciertas miras que yo y muchos paisanos sabemos que el Sr. Diretudo tenía, a resultas para si lo desbancaban de la presidencia custitucionuda, como lo han desbancao los Porteños; y por consiguiente, ahora las pondrá en planta.

     A fin, pues, de que se aprovechen y pelechen a gusto y sin riesgo los que a toda costa quieren armarlo Diretor a don Justo José, voy a comunicarles dichas miras... Y allá van.

     Pues señor: como Vuecelencia es hombre que no gasta tapujos, y que presume de tener mucho cacumen en el mate para organicista, me acuerdo que en los primeros días después de la zapallada, cuando llegó a Palermo, aonde comenzó a barbariar y matar y manotiar, por supuesto los Porteños principiaron a hinchar el lomo y no querían sufrirlo ni en la campaña, ni en la ciudá, diaonde solía venir el Diretudo muy enojao a los corredores de Palermo; y allí, cuando por casualidá me topaba, pretendía sacarse la punta conmigo diciéndome:

     -¡Umb!... Mirá, Aniceto: los Porteños, tanto los gauchos como los dotores y los de varita, todos son unos bellacos, porque no me quieren obedecer (y que le obedecían), y se pierden (y que se perdían): se pierden, Aniceto, porque los he de colgar de las patas uno por uno (y que los colgaba) a todos, sean del pelo que fueren...

     "Así, podés aconsejarlos de que no anden haciendo montoncitos, sino de que me obedezcan a mí que tengo montón grande; porque, si me enojo! ¡Umb!... ya te digo, los he de horcar a toditos, o cuando menos me he de largar a mi tierra (y que no se largaba), y los he de abandonar (Ah, ¡malhaya! decía yo entre mí) a que se entiendan como puedan, porque, mirá, Aniceto: yo no pretiendo ni necesito para nada de gobernar en Buenos Aires porque hace mucho tiempo a que tengo un gran plan: y cualquier día puedo tomar medidas, para con mi provincia y la de Corrientes, y ciertos arreglos que puedo hacer (y que le hacían) con el Paraguay y el Imperio, organizar en el Entre Ríos una República linda y juerte; y ahí tenés que entonces me reiré de esta tierra y del mundo enterito. ¿No te parece?

     -Sí, señor: le respondía yo rascándome la cabeza, porque me daba comezón la organizadura.

     Pues bien, digo yo ahora: ya que Vuecelencia tiene tan a la fija el costitucionar una República Urquizana, todos los que a sangre y fuego lo han querido hacer Diretudo de las catorce y pico, velay tienen un cabe para acomodarse, largándose a la República de Gualeguaicito, y allá le pueden servir de congresudos, de duaneros, de escribinistas, de generales y coroneles, y comendantes, ecétera: y les prometo que se pondrán las botas con borlas, porque don Justo es hombre tan liberal para los salarios empliaos, que al jefe de polecía de la capital del Paraná le larga treinta pesos al mes... ¡cuando le paga! Sí, señor.

     Con que así, todos los ambiciosos y revoltosos, en lugar de andar dando cuidaos a la Polecía de esta ciudá, pueden alzar moño y largarse a la Urquizana, aonde, por la custitución que echará Vuecelencia, deben darles galantías a todo bicho, particularmente a los gauchos entrerrianos y foranios; los que pueden acudir con la confianza de que para adelante el Sr. Diretudo les dará siguridá de no hacerlos degollar por un chaleco, ni de estaquiarlos porque siembren antes que Vuecelencia: ni desterrará a los Urupeos porque venden cebollas más baratas que el custitucionero: ni tampoco se enojará con los vecinos de los pueblos que compren pan blanco, y no le compren pan negro y jediondo del que Vuecelencia hace amasar por su cuenta.

     No, señor; al contrario: los paisanos podrán sembrar zapallos y maíz un mes después del Diretudo, y tomar caña todos los domingos a la oración, cada cual en su rancho, y comer carne con cuero en las pascuas; y los Naciones podrán vender cebollas después que don Justo haiga encebollao toda la República. Pero, eso sí, en cuanto al paisanaje, cuidadito, ¡cuidadito!... en gritando Vuecelencia: ¡a las armas! para sostener su direturía, todo bicho, hasta los quebraos y tullidos, acudirán volando a presentársele, con las maletas llenas de ropa, buen poncho, y cuando menos una yunta de pingos gordos, como para hacer una campaña de un año sin churrasquiar en nueve meses; pues para eso antes les ha permitido sembrar zapallos, tomar caña el domingo, comer carne con cuero en las pascuas... y ¡Viva el Diretudo Costitucionudo y fundilludo!

 

 

 

 

 

Cortesías de Aniceto

          

Al licenciamiento de los Guardias Nacionales de la ciudá y la campaña; y a los soldaos veteranos de Buenos Aires

 

 

 

 

 

                          

   ¡Bravos GUARDIAS NACIONALES,

 

 

 

Porteños, pechos de acero!

 

 

 

a quienes el mundo entero

 

 

 

aplaude por ternejales:

 

 

 

ya los tiranos fatales

5

 

 

de estos pueblos desdichaos,

 

 

 

para siempre escarmentaos

 

 

 

quedan por vuestro valor;

 

 

 

pues en alas del terror

 

 

 

han juido desesperaos.

10

 

 

   Será de eterna memoria

 

 

 

un envidiable diseño

 

 

 

vuestro coraje porteño

 

 

 

coronao por la vitoria:

 

 

 

como no será ilusoria

15

 

 

la LEY y la libertá

 

 

 

que sostendrán con lealtá

 

 

 

vuestras armas valerosas,

 

 

 

que ni Urquiza, ni otro Rosas,

 

 

 

ni el diablo las vencerá!

20

 

 

 

 

 

 

   ¡Valerosos Veteranos

 

 

 

soldaos de la sitiadura!

 

 

 

en cuya heroica bravura

 

 

 

se han estrellao los tiranos:

 

 

 

no más TIGRES inhumanos

25

 

 

altaneros rugirán

 

 

 

en este pueblo, aonde están

 

 

 

los INVENCIBLES, los liones,

 

 

 

los terribles batallones

 

 

 

que los despedazarán.

30

 

 

 

 

 

 

   ¡GUERRILLEROS de A CABALLO,

 

 

 

Argentinos valerosos,

 

 

 

más patriotas y famosos

 

 

 

que el Veinticinco de Mayo!

 

 

 

en la vida cantó el Gallo

35

 

 

alabanzas al botón:

 

 

 

así tengo a galardón

 

 

 

en decir: -Los guerrilleros

 

 

 

son guapazos verdaderos,

 

 

 

y no hay duda que lo son.

40

 

 

   ¡MILICOS del terne FLORES,

 

 

 

que han espantao al más bruto,

 

 

 

más vano y más asoluto

 

 

 

de los ñatos Diretores!

 

 

 

El Gallo de mil amores

45

 

 

les ofrece su amistá,

 

 

 

y en ancas... una verdá

 

 

 

les canta por sus cabales:

 

 

 

y es, que de porteños leales

 

 

 

pueden tener vanidá.

50

 

 

   Y como gaucho que soy

 

 

 

de todas luces farol,

 

 

 

a la luna como al sol

 

 

 

consejos de gaucho doy.

 

 

 

Lo que ayer fue ya no es hoy,

55

 

 

que es tiempo de pelechar;

 

 

 

dejémonos de peliar;

 

 

 

vaya la guerra al infierno,

 

 

 

que al amparo del Gobierno

 

 

 

ya podemos trabajar.

60

 

 

   Que al cabo, en estos destinos

 

 

 

a cada paisano es fijo,

 

 

 

que si Dios no le da un hijo,

 

 

 

el diablo les da sobrinos;

 

 

 

y a los gauchos argentinos

65

 

 

que nos gusta enamorar,

 

 

 

para medio acacharpar

 

 

 

nuestros hijos, o los de otros,

 

 

 

aunque sea en domar potros

 

 

 

es preciso trajinar.

70

 

 

   Y por fin, caballerazos

 

 

 

los de pajuera y de adentro,

 

 

 

en disposición me encuentro

 

 

 

de soltarles cuatro abrazos;

 

 

 

y también cuatro balazos

75

 

 

le veré a gusto atracar

 

 

 

al que nos vuelva a trenzar

 

 

 

en pendencias o custiones,

 

 

 

para sostener ladrones

 

 

 

que nos hagan dijuntiar,

80

 

 

 

 

 

 

Decreto Galluno

Asigún la opinión de toda la Guardia Nacional

Buenos Aires. Agosto 3 de 1853.

 

 

     CONSIDERANDO aliviar más el descanso de las fatigas, al cual son merecedores en alto grado los seis batallones de Guardias Nacionales, después que tan brillante y justamente han sido aplaudidos y coronaos de flores por las lindísimas Porteñas; y agradecidamente licenciaos por el respetable y patriótico GOBIERNO de Buenos Aires, al cual los referidos seis batallones han defendido bizarramente, poniendo siempre valerosos el pecho a las balas enemigas durante el sitio reñido y sangriento que ha sufrido esta ciudá invencible: Aniceto el Gallo y las pollitas porteñas han acordado y decretan:

     Art. 1. De todos los Argentinos, particularmente Porteños, que hubiesen estao en las covachas durante el tiempo de la pelea contra el Diretudo tamangudo; y de todos los que fueren cayendo de la otra Banda o de pajuera, y no justificaren que se fueron sin justísima causa, desde el 9 de diciembre anterior, hasta el 1º de julio último, se formará un nuevo batallón de cívicos.

     Art. 2. A este nuevo batallón se le atracará el número SIETE que es como le correspuende.

     Art. 3. Para que por sus grandes servicios atrasaos pueda distinguirse de los otros cuerpos de Guardias Nacionales, el batallón cívico número SIETE usará enastada en caña tacuara una bandera de bayeta amarilla de doce veras cuadradas; y en el centro de ella lucirán escritas con CEROTE NEGRO las iscriciones siguientes:

Batallón nº SIETE de cívicos camanduleros y custitucioneros.

     Art. 4. En caso de alarma, este batallón únicamente hará el servicio del Hospital de Mujeres.

     Art. 5. Se encargará del mando y disciplina del batallón número SIETE a cualquier coronel o comendante, que también sea camandulero y sietemesino.

     Art. 6. Publíquese, ecétera, ecétera, ecétera.

EL GALLO.

Las pollitas porteñas.

 

 

 

 

 

Por caridá

Al señor jefe de polecía

 

 

     Mi señor:

     El bocleo aflojó hace mucho tiempo, el Diretudo también aflojó y muy fiero. Luego, en seguidita, los sitiadores aflojaron también hasta la presilla del lazo. ¿No es verdá? Entonces, mi jefe, ¿por qué no les manda que afluejen los mercachifles, los pulperos y almaceneros, y los del Mercao que tiran a dos cinchas? Será bueno, pues, Usía, que me les pegue un vistazo, y si, se ofrece, un chaguarazo: que en cuanto a los panaderos, por ahora no se portan muy mal, sin duda por la abundancia que se alvierte desde que ciertas deidades han dejao de usar mascaritas de harina o de almidón. ¡Qué lindo! y perdone Usía al pobre Gallo.

 

 

 

 

 

Ojo al Cristo

         

                      

   En el día, asigún vamos,

 

 

 

me gusta de La Lanceta

 

 

 

la agachada, o la indireta,

 

 

 

Y POR FIN ¿CÓMO QUEDAMOS?

 

 

 

¡Ojo al Cristo! no salgamos,

5

 

 

después de las infusiones,

 

 

 

con que unos cuantos bribones

 

 

 

que andan haciéndose mudos,

 

 

 

redepente cogotudos

 

 

 

se nos vuelvan a respondones.

10

 

 

 

 

 

 

Aviso Direturial

     Habiendo perdido el señor Diretudo, en su juida, a su compañero el perro Purvis, el cual dejuramente deberá andar por las pampas de esta Provincia, Vuecelencia afligidísimo promete premiar a cualquier congresal o custitucionero que se lo encuentre y se lo lleve en algún vapor, dándole una papeleta para que nunca lo muerda el mastín, y en ancas una devisa colorada ancha como sobre cincha. Pero... ¡que se le arrime el diablo a Purvis ni a su amo!

 

 

 

 

 

Nº 10

         

Buenos Aires. - Setiembre 3 de 1853.

 

La despedida

 

 

 

 

 

                       

   Por el deber en que me hallo

 

 

 

de mostrarme agradecido,

 

 

 

del Público me despido

 

 

 

soltando el décimo Gallo

 

 

 

pesares que sufro y callo,

5

 

 

aunque en el alma lo siento,

 

 

 

me obligan al sufrimiento

 

 

 

de enmudecer y callar,

 

 

 

hasta que pueda soltar

 

 

 

todas mis penas al viento.

10

 

 

   Tristes penas que, en resumen,

 

 

 

humilde confesaré,

 

 

 

tanto me lastiman que

 

 

 

se me ha tupido el cacumen:

 

 

 

de balde algunos presumen

15

 

 

que no canto de pereza;

 

 

 

pero la cosa no es ésa,

 

 

 

sino que cierta alcaldada

 

 

 

y cierta alma atravesada

 

 

 

me han calentao la cabeza.

20

 

 

   Así, en desquite prometo,

 

 

 

en saliendo de un apuro...

 

 

 

que pronto saldré, lo juro

 

 

 

por mi nombre de Aniceto,

 

 

 

que en un ridículo aprieto

25

 

 

algunos camanduleros

 

 

 

y otros diablos usureros

 

 

 

han de encontrarse por mí;

 

 

 

(déjense estar)... Con que así,

 

 

 

adiosito, caballeros.

30

 

 

   Y créanme por favor,

 

 

 

que no en vano cacareo,

 

 

 

y que si ahora renunceo

 

 

 

de cantar a lo mejor,

 

 

 

es porque soy parador

35

 

 

cuando apeligro rodar:

 

 

 

y como sé sujetar

 

 

 

en su lindo a mi caballo,

 

 

 

ansí mesmo siento el Gallo

 

 

 

cuando lo debo sentar.

40

 

ANICETO.

 

 

 

Los reculaos. - El Ruiseñor. - El Gallo. - El requesón. - Bachichin. - Los pasteles. - Por las dudas. - La leche. - La conomía. - Comer pollo, y largar pavo...

 

 

     Hace días que muy a mi gusto me busco la vida de pescador en el Mercao, y ahí mesmo la otra mañana me colé, como acostumbro, a tomar las once en una pulpería aonde, felizmente estaba cantando un medio aparcero mío, nacional de los guerrilleros rebajaos, y mozo a quien por la buena voz de su pecho le llaman el Ruiseñor. ¡Ah, pico de oro! pero, ¡mire el diablo! en cuanto entró, y el pulpero me soltó el vaso, el mozo cantó esta copla:

                      

   En un tiempo fui fusil

            

 

con que tiraban al blanco:

 

 

de fusil pasé a baqueta,

 

 

de baqueta a saca trapo...

 

     Por supuesto, paré la oreja a la copla, y con todo, prendao de la buena voz del mozo, y como que de antemano tenía alguna conocencia con él, cuanto soltó la guitarra me le arrimé con el vaso a convidarlo, y con buen agrado le dije:

     -Amigazo, me dispensará el cariño de echar un trago: velay caña; y dispénseme también el que le diga en su presencia de que canta muy lindo, pero muy fiero en la letra, porque con la última copla, ¡por Cristo! que me ha pegao en la mesmísima matadura.

     -¡Voto alante! díjome el mozo; puede ser, cuñao, que al cuhete y sin malicia le haiga acertao en la uñera, porque como hay tantos maltrataos... y perdone; pero, en fin, me dispensará, porque mesmamente lo siento.

     -Déjese de sentimientos, aparcero, entre bueyes no hay cornadas: vaya otro trago, y repare que yo soy gaucho liberal y tan manso que apenas he cosquillao con su versito, porque casualmente también yo en un tiempo fui fusil y hoy paso por sacatrapo, ¡Ah, mundo! pero en el mesmo veo a otros tan afortunaos, que antes fueron sacatrapos y redepente se nos han vuelto trabucos.

     -Qué quiere, compañero, así sucede en los vaivienes y trueques de la fortuna.

     -Dejuramente: pero por lo que a mí toca, en un trueque de los de esa ingratona fortuna, ya lo ve, me han rabajao el talle; y, de sargento acreditao que supe ser cuando la cosa estaba turbia, hoy, después de la claridá del alicienciamiento, he reculao a picador de carretas; pero, ¡qué Cristo! ni por esas me lamento, pues como le iba diciendo, soy gaucho albitrioso y trajinista en todo tiro.

     -Por tal lo tengo, cuñao, y además se le conoce en la laya. Velay, arme y pite un cigarro.

     -Corriente; pues sí, amigazo; a gala tengo el decir en cualquier parte que, aconforme soy criollo gastador de plata y voraz, así mesmo, cuando me le agacho al trabajo... soy todo un pión y hombre de bien a carta cabal. Luego tengo, la ecelencia de que en la redondez del mundo no hay cargo que me envanezca, ni cosa que me ilucine, mientras que con mi sudor pueda a entera y lícita libertá agenciarme cuatro pesos, aunque sea picaniando de sol a sol sobre el pértigo: y no se me anden frunciendo ni haciéndome asco al verme de chiripá y emponchao entre los puebleros, porque así mesmo soy tan gente como... velay aquellos militares veteranos descalzos de chiripá y emponchaos, que están de centinela en las puertas del cuartel, de lo que algunos se burlan o se ríen, porque no saben que todo eso entra en ahorros, sí, señor. Luego, por mi derecho en buena ley, eso sí, ni al diablo le facilito el que me suyugue a un rigor, ni a naides el que me agarre de leva, porque ¡barajo! en ese caso sin duda corcoviaré: ¿no le parece?

     -Cabal, aparcero; pero, al verlo guasquiarse solo, me está pareciendo de que usté anda calentón, porque le han bajao el talle. ¿No es así?

     -¡Che! ¡qué esperanza! ni tal se presuma, hermanito. Vaya otro trago: y créame de que siendo mesmamente de los reculaos en la voltiada, eso poco se me importa; en primer lugar, porque nunca he pretendido ni acostumbro el vivir a costillas de la Patria, desde que no soy reyuno, y luego, porque encuentro razonable lo que a respeuto y tocante al licenciamiento me han platicao algunos puebleros acá en la mesma ciudá, sí, señor:

     -Vamos a ver: ¿qué le han dicho?

     -Me han dicho de que la guerra está terminada, desde que el Diretudo se juyó.

     ¡Ahi-juna! ¿y qué más le han dicho?

     -Me han dicho de que por consiguiente, habiéndose juido el hombre, ya por acá estamos siguros de enredarnos en otra revolución, a no ser que los gobernantes sean lerdos o menesterosos, cosa que no hay por qué serlo, desde que todos obedecemos y sabemos de que son hombres necesarios para arreglar y asigurar la Provincia, ahora que está cuasi del todo pacificada: y en esta conformidá, me han dicho por fin, que estando la Patria en paz, los soldaos están demás, y entonces el licenciamiento es rigular y preciso para hacer la conomía.

     -¡Barajo! ¡qué terminacho! a ver, dígame ¿qué diablo quiere decir la conomía?

     -Es requesón: comé, Bachichin, (díjole a ese tiempo, en la puerta de la pulpería, un lecherito criollo a un gringuito medio bozal y mal engestao).

     -¡Requesone! dijo el nacioncito. ¿Cosulé requesone? -A la cuenta el criollito sería lenguaraz, porque al tiro lo contestó:

     -Es leche cuajada, animal. Comé.

     -¡Eh, Muso! duncua a lechi no me piache.

     -No te empachará; comé, azonzao, díjole el lechero, metiéndole el requesón por las narices al nacioncito.

     -¡Aspeta, brutui! -replicó Bachichini enojao: y sacudiéndole al lecherito con todo un sábalo por la cabeza, echó luego a disparar como un condenao.

     Por supuesto, del sabalazo lo sentó de nalgas al criollito sobre un librillo de pasteles fritos y untaos con miel, fatura que estaba vendiendo a la orilla de la vedera una tía vieja, que, al ver su librillo partido, y los pasteles aplastaos, se le prendió al muchacho como una tigra, y lo empezó a zamarriar; hasta que éste también a lo desesperado le prendió los dientes a la negra vieja que dio un chillido como una rata y largó manija, tan pronto que el lecherito se le escapó dentre las piernas, y salió desmelenao y echando diablos con los pasteles pegaos en los fundillos y enmelao hasta las corvas. ¡Eh, pu...cha, que nos raímos! hasta que por fin, yo volví a caír sobre el asunto de la pregunta de mi aparcero el cantor, contestándome:

     -La conomía, cuñao, dicen que quiere decir embolsar y no gastar mucho. ¿Oye? y por eso algunos alegan en el fundamento de que se suelte la gente, desde que, como antes le dije ya, en la paz los soldaos están demás. ¿Qué me dice a esta razón?

     -Dígole, cuñao, que allá en la Paz o Cochabamba todo puede suceder, mientras que por acá a usté también lo pueden voliar con parolas: y dígole más claro, con perdón de la confianza, que usté facilita con barbaridá, porque cuando menos es cosa triste, después del baqueteo que hemos sufrido, ser facilitadores y retrecheros, y que todavía nos quedemos enteramente a la luna, cuando el Diretudo y su pandilla andan al sol, y toriándonos con el cuchillo pelao. Cabal, aparcero, así puede usté decirles a los que, hablen de la siguranza, la paz y la conomía, que si atrás del desparramo de los defensores que han sido de esta patriada, se nos deja caír de golpe el Custitucionero, pudiera apurarnos otra güelta, si de pronto no echan mano de la Indiada, que poco gasto le hace a la patria. ¿Oye?

     -¡La pujanza en las resultas!

     -Pues sí, señor: no hay más remedio, en un pronto: y de no, escuche una comparancia. -Si usté mesmo (pongo por caso) haciendo de patrón o de mayordomo en la faina de un aparte, antes de concluirlo en regla y asigurar la tropa, manda desensillar a todo bicho y lueguito suelta las manadas al campo y se queda a pie, dígame: ¿si redepente se le alborota el rodeo, y se le dispara la tropa, ¿cómo diablo la sujeta a tiempo? ¿en qué muenta su pionada? Pues, amigo, en igual caso nos vemos, si no se remedea el alicenciamiento tan de madrugada; pues, si cualesquier gaucho foranio nos atropella y nos pilla a pie y desparramaos, para sujetarlo en el primer rempujón a los Pampas me atengo: porque, aun cuando podamos tardecito reunirnos y apretar al diablo, sin embargo, no siempre suele ser fácil una recogida grande y a la juria. ¿Oye?

     -Sí, cuñao: pero también considere que el mantener un ejército nada más que por las dudas, es una barbaridá por la plata que se gasta.

     -¡Oh! quite, aparcero, no diga: mire qué fresquito tenemos en la memoria, de que por haber andao ciertos retrecheros desde muy atrás escondiendo la leche, y por no haber sabido gastar cuatro en tiempo para sacarse el lazo holgadamente, a lo último medio horcaos gastaron hasta las uñas; y con todo, cuasi, cuasi nos han hecho sucumbir. Luego, si de tal riesgo hemos salvao arañando, la esperencia y por las dudas que no dejan de ser peliagudas, lo mesmo será gastar diez que largar quince, a fin de no raliarnos tan fiero y de poder asigurar por todos laos los portillos, y no hacernos andar desparramaos y flacones como la leche del coco, y expuesto a que otra vuelta el Diretudo Custitucionero, que ya anda embrollando con los Cipotenciarios Nutriales, se nos quiere venir a cueriarnos: y para ese caso, no lo dude, es preciso tener truco listo y gordo, y no largar suero: ¿entiende?

     -Ahora permítame largarme, porque tengo un quehacer: pero antes, óigame un verso al colmo, para que usté allá se los cante a los que platicaron de Cochabamba y la Paz...

                      

¡Cuidao! caballerazos,

        

 

   con la manía

 

 

de hacer dejuramente

 

 

   la conomía,

 

 

que a fin y al cabo

 

 

se suele comer pollo

 

 

   y largar pavo.

 

     -Y usté ¿tiene madre viva? le pregunté luego al Ruiseñor.

     -La suya, sabe que sí: me respondió y se me fue.

 

 

   A las noticias del tratao del Diretudo entrerriano con los tres señores Cipotenciarios de Francia, de Ingalaterra y de Nortemérica, se ha calentao el paisano Callejas y nos ha remetido el cuhete de más abajito.

Remitido de un gaucho del Sur.

            

   ¿Con que el organizador

 

        

 

para juirse ha echao un TERNO,

 

 

 

metiéndose a tratador

 

 

 

con gente del quinto infierno?

 

 

 

¡Será el diablo el Diretor!

 

 

 

   ¡Quién sabe de ahí los terneros,

 

 

 

si por el trato han soñao

 

 

 

volvernos californieros,

 

 

 

porque a Urquiza lo han voliao

 

 

 

allá entre los teruteros!

 

 

 

   O si los loros britanos

 

 

 

se habrán vuelto guaicuruces,

 

 

 

y los menistros Musiuses

 

 

 

y los nortemericanos

 

 

 

nos tendrán por avestruces;

 

 

 

   Y se habrán imaginao

 

 

 

corrernos de a tres mil leguas,

 

 

 

cuando de allá ni las yeguas

 

 

 

atraviesan el bañao,

 

 

 

si acá no les damos treguas.

 

 

 

   Y si vienen, ya se sabe

 

 

 

que llegan siempre aguachaos,

 

 

 

y del todo trasijaos;

 

 

 

y así, no es fácil que un cabe

 

 

 

encuentren por estos laos.

 

 

 

   Con que, si hacernos por gusto

 

 

 

anglo - franchi - americanos

 

 

 

pretiende el ñato don Justo,

 

 

 

háganse cargo, paisanos,

 

 

 

¡cómo estaremos de susto!

 

 

LUCHO CALLEJAS.

 

 

 

 

 

 

El Manetismo

 

Por la valsa titulada 14 de julio, y componida por la señora doña Josefina de Barbierí.

 

Cuento al caso

 

 

 

 

 

                           

   En cierta solicitú,

 

 

 

antes de anoche llegué

 

 

 

a la ciudá, y me colé

 

 

 

por la calle del Perú...

 

 

 

   En un zaino parejero

5

 

 

del andar de mi mujer,

 

 

 

que lo aprecea por ser

 

 

 

mansito como un cordero.

 

 

 

   Así, al principio, ¡barajo!

 

 

 

extrañé y me hizo enojar

10

 

 

el lance particular

 

 

 

que les cuento más abajo.

 

 

 

   Es el caso, que esa noche,

 

 

 

a un trote muy asentao,

 

 

 

entraba yo tan holgao

15

 

 

como si viniera en coche;

 

 

 

   Y redepente, quién sabe

 

 

 

cómo diablos sucedió,

 

 

 

que el pingo se me tendió

 

 

 

al sentir tocar un clave;

20

 

 

   Y ya por el costillar

 

 

 

me sacó de la tendida

 

 

 

entrando el zaino en seguida

 

 

 

a dar güeltas y a escarciar.

 

 

 

   Ahora lo verás, ¡barajo!

25

 

 

dije yo muy calentón,

 

 

 

y con la firme intención

 

 

 

de prenderle al pingo un tajo.

 

 

 

   Me arremango y desenvaino

 

 

 

el cuchillo; pero ¡qué!

30

 

 

si yo también comencé

 

 

 

a dar güeltas como el zaino;

 

 

 

   Y bailando hasta la reja

 

 

 

de MADAMA BARBIERÍ,

 

 

 

fui a dar y me le prendí

35

 

 

por la cintura a una vieja;

 

 

 

   Y medio como a la cincha

 

 

 

la arranqué de la ventana,

 

 

 

valsiando a la veterana

 

 

 

y gritando: ¡ay, que me pincha!

40

 

 

   Malicié, y quise envainar

 

 

 

el cuchillo, ¡qué esperanza!

 

 

 

no pude en la contradanza,

 

 

 

ni con la vaina acertar.

 

 

 

   Por suerte, con el polvillo

45

 

 

que me echó a favor del viento

 

 

 

la vieja, en un movimiento

 

 

 

estornudé, y el cuchillo...

 

 

 

   Se me cayó de la mano;

 

 

 

y al punto muy alegrona

50

 

 

me dijo la lechuzona:

 

 

 

"ya no me pincha, paisano;

 

 

 

   "Sólo siento que me estruja

 

 

 

un poco, pero no es cosa:

 

 

 

¡Ay, qué valsa tan preciosa!

55

 

 

¿no es verdá?" añadió la bruja.

 

 

 

   "¡Maldita sea mi suerte!"

 

 

 

le dije, y quise soltarme;

 

 

 

pero, ¡qué poder largarme!

 

 

 

valsa, y valsa, y... dele juerte.

60

 

 

   "Siga el compás, no se trabe,

 

 

 

compañero," díjome

 

 

 

la vieja, al istante en que

 

 

 

dejó de sonar el clave.

 

 

 

   Y cuando precisamente

65

 

 

ambos nos desayuntamos

 

 

 

y hechos postes nos quedamos

 

 

 

mirándonos frente a frente:

 

 

 

   Hasta que la veterana,

 

 

 

de fatiga o qué sé yo,

70

 

 

en la vedera se echó

 

 

 

en cuatro pies como rana.

 

 

 

   Diciendo a gritos: "¡Josús!

 

 

 

¡yo en zarandeos, qué horror!

 

 

 

¡cuando al baile y al amor

75

 

 

cuantuá les hice la cruz!

 

 

 

   "¿Cómo es que ahora al son de un clave

 

 

 

en la valsa me he floriao?"

 

 

 

"Porque la han manetizao

 

 

 

con música, y no se alabe,

80

 

 

   Le contesté, porque a mí

 

 

 

también me ha manetizao

 

 

 

con la valsa que ha tocao

 

 

 

madama de Barbierí."

 

 

 

   Y por fin, a mi caballo

85

 

 

de un brinco me le senté,

 

 

 

y en cuanto me acomodé,

 

 

 

salí a dos laos como un rayo.

 

 

 

   Esto es la pura verdá:

 

 

 

y el que quiera embelesarse

90

 

 

por gusto, o manetizarse,

 

 

 

compre la valsa, y verá.

 

 

Buenos Aires. Agosto 25 de 1853.

 

 

 

 

 

 

Pregunto yo

     Si el señor Gobierno ha decretao fresquito de que los paisanos no puedan correr avestruces en los campos, y en esa confianza, redepente se nos deja caír por la campaña el Maldito Diretudo con algunos tratadores, ¿cómo hacemos? Respuéndame alguno a ver.

 

 

 

 

 

Vayan deputaos

     Lista cócora o suplefaltas de representantes para el pueblo, asigún la opinión de Aniceto y otros que no son gallos, pero que son pavos.

     En primer lugar:

          Yo Aniceto el Gallo.

          Mi compadre Lucas Sentao.

          Mi suegro Roque Callate.

          Mi pariente Estanislao Sordo.

          Mi tío Benedito el Mudo.

          Mi cuñao Agapito Sueño.

          Y mi aparcero José Crespín Nalgas.

     Ahí tienen Deputiaos de sobra... por si faltan.

 

 

 

 

 

Nº 11

 

Buenos Aires. - Marzo 12 de 1858.

 

¡Ojo al gallo nuevo!

 

 

 

 

 

     

   Velay la estampa del Gallo

 

         

 

que sostiene la bandera

 

 

 

de la patria verdadera

 

 

 

del Veinticinco de Mayo.

 

 

 

   El santero don Catalde

5

 

 

es quien me ha hecho la fineza

 

 

 

de pintarlo a toda priesa

 

 

 

a lo divino, y de balde.

 

 

 

   Es una prueba de afeto

 

 

 

y de generosidá,

10

 

 

que se la agradecerá

 

 

 

eternamente...

 

 

ANICETO.

 

 

 

 

 

 

Empanada

          

Para el señor general de aguas mayores y tierras menores, don Usebio José de Urquiza

 

 

 

 

 

                       

   Señor: yo había pensao

 

          

 

para hoy viernes, por si ayuna

 

 

 

en cuaresma, mandarle una

 

 

 

empanada de pescao:

 

 

 

pero, como en el mercao

5

 

 

anda el sábalo a caballo

 

 

 

de carísimo, y no me hallo

 

 

 

en situación de gastar,

 

 

 

sólo le puedo largar

 

 

 

esta empanada de GALLO.

10

 

 

   Tendrá, eso sí, que morder

 

 

 

si acaso el hambre lo apura,

 

 

 

porque el gallo es ave dura

 

 

 

para dejarse comer.

 

 

 

En fin, si le dan qué hacer,

15

 

 

las presas échelas juera,

 

 

 

que allá mi recao pudiera

 

 

 

gustarle, porque ahí le soplo

 

 

 

un morrudísimo choclo

 

 

 

a lo gaucha amasandera.

20

 

Nicolasa la Porteñaza.

 

 

 

 

 

 

La situación sigún ellos, y la mesma asigún yo

     ¿Quiénes son ellos? A la fija, ésta es la primera pregunta que en sus adentros se hará cada paisano letor, en cuanto se eche a la cara esta primer gaceta de la segunda lechigada, que empieza a soltar el Gallo que clavó el pico la vez pasada, hasta que vuelve al reñidero a impulsos de las bravatas del Entrerriano Orejano general de aguas y tierra, a quien todos conocemos por su fama de Diretudo, y porfiao menospreciable a tal punto, que yo, siendo un infeliz, y apenas lo he sentido relinchar otra vuelta, ya también, como les avisé, salgo arremangao y dispuesto a pegarle un vigor hasta aplastarlo, por más alzao y bellaco que se encuentre. ¡Ah, chaná viejo!

     Pues, sí, paisanos: ellos son los de cierta manada de Urquizanos y Rosines, todos de la marca y pelo del Diretudo, los cuales a un tenor balaquean de tal suerte, que, al oírlos algunos hombres patriotas que andan retiraos de esta ciudá, y particularmente los provincianos, quizá creerán que esos diablos tienen algún fundamento en lo que alegan, desde que nuestros gobernantes los aguantan y se encogen allá, porque dicen que así deben proceder por respeto a las galantías y la libertá que en el día tienen por la ley los imprenteros desvergonzaos y embusteros. ¡Muy lindo!

     Con esta confianza, toda esa recua de Rosines al mesmísimo Gobierno de Buenos Aires le canta el cielo, y le dicen menudamente en sus barbas, que Vuecelencia el presidente terutero es mejor y más Gobierno que el nuestro; y que por lo tanto la patria toda enterita se le debe someter, porque, si no, es muy arrejada y peliaguda la situación en que hoy están los Porteños y las Porteñas, desde que el Diretudo, de puro corajudo y yesquerudo, está atufadísimo con los primeros, porque ni le hacen caso, ni se quieren dejar soplar a la juerza la Custitución terutera, ni por los diablos quieren soltarle las vacas y menos la batería aquella que mandaba el dijunto don Bernabel Escalada y que hoy está a las órdenes del paisano patriotazo don Savedra ¡Ah, criollo! ¡no se la vaya a soltar!

     Luego, con las Porteñas también está muy atufao el costitucionero Diretudo y barrigudo, porque siendo éstas el tormento mayor de los amorosos deseos de Vuecelencia, las muchachas no hay forma de que quieran bailar con él la contradanza aquella, a que tanto se aficionaba en el Clubo, porque todas se están lambiendo por largárseles nada menos que con los lanceros, y eso no aguanta el costitucionero, porque, como ya está pesadón, malicea que lo pudieran chuciar. ¡Ah, bruto!

     Siendo así pues, el general de agua y tierra se quedará ganoso de todo y por todo, y a los que dicen que la situación es peliaguda... ¡ahi-juna! dígoles yo que no hay tales carneros.

     La prueba está en que nuestro gobierno los deja no más que ladren a caerse muertos, desde que no nos han de morder. Además, ya cuasi naides para la oreja al toreo de tales cimarrones; y yo menos que otro cualquiera, porque ya estoy de balacas rosines hasta el pelo: como que soy salvaje veteranazo y baqueteao en la defensa de la justa causa que hoy defienden los Porteños, y de la mesma que, por fortuna, hace una máquina de años a que se nos resertó ese mesmo gauchaso Diretudo ambicioso, enredista y pendenciero como morao sin agüela. ¡Cabalito!

     ¡Qué Cristo! a ver como no se retoba fiero y nos atropella con los veinte mil aliaos de ñaupas que dice que ya va rejuntando (¡y que rejuntaba!). ¡Ah, malaya, se le aflojara del todo la chaveta! pues sólo así pudiera merecer pillarme a tiro (y que me pillaba), supuesto que yo no pienso juirle muy lejos, aunque voy arrejando a que, si me agarra (cosa que no le ha de ser tan fácil), no me haga nada, sino prenderme apenas un chaleco de cuero fresco y cortito no más, así como desde el cogote hasta el encuentro mesmito.

     Como guste: pero, así con riejo y todo, sostengo y les afirmo a todos los paisanos liberales que el Diretudo tetudo es un peine, que ni liendres nos dejaría si consiguiera que le agacháramos la cabeza por las bravatas que nos echa, y las embrollas que nos arma allá entre algunos provincianos que tiene apretaos o ilucinaos, y con quienes los Porteños no tenemos queja ni agravio ninguno, y de quienes, a pesar nuestro, estamos medio apartaos hasta que el Diretudo degollador y manotiador quite su cuero del titulao Gobierno nacional, y deje que salga cualquier otro Presidente a mandar a todas las provincias unidas del Río de la Plata... y a Buenos Aires en la punta.

     Velay en plata la única ambición que tiene la porteñada y su Gobierno, esperando en Dios y la justicia que todos los provincianos se convenzan de que Urquiza los está pelando y enredando: y que no crean en su fantástico poder ni en sus bravatas y chismes, porque miente el Diretudo juidor y zambullidor cuando dice y hace decir, hasta en las gacetas urquizanas del mesmo Buenos Aires, que esta ciudá y su campaña están pronunciándose por él, y muy atrasadas, porque hasta los Pampas nos apuran...

     ¡Ahi-juna, el terutero embustero! A la vista está fresquito, que a todos los Indios aliaos de ese bruto, el ejército guapo y morrudazo de Buenos Aires los ha cuereao y arrempujao, espantándolos últimamente hasta Chiloé y para siempre.

     Ésta es la verdá evidente y a macho: así, todo lo demás que dice el Diretudo tobilludo son embrollas y balandronadas que suelta, por no soltar la TETA que le está chupando hacen diez y seis años al Entre Ríos, y para aparentarles a las provincias mucho crédito y poderío, de miedo que los provincianos mesmos redepente lo echen a ponchazos de la presidencia antigualla y refalosa, en que sin merecerla se ostenta el 2º don Usebio de la Santa Federación. ¡Anda, pulpero maula!

     Por último, Aniceto les alvierte a todos los provincianos y en la presente a los amigos Entrerrianos, que los Porteños ni su Gobierno ni quieren ni arman pendencias con naides, menos con los Argentinos, como que también lo somos los gauchos de Buenos Aires: y más les alvierto de todas veras, que la presidencia de Urquiza, con fanfarronadas y todo, ya está relampaguiándole como candil flaco y se le va por un cuesta abajo; y que de ahí procede el ULTIMATO ñato y las amenazas del Diretudo uñerudo. De balde se hace lomo liso, le duele la matadura y corcovea más desde que ha visto que los señores Gobiernos de Francia y de Ingalaterra han reconocido en amistá la justicia con que el Gobierno de Buenos Aires, con tierra y todo, se le ha hecho José de ajuera al costitucionero balaquero, lo mesmo que deben hacer lueguito todas las provincias Argentinas, despreciando los maquines y balacas de Urquiza y sus lagañas gurupieses.

     Bueno pues: para fundirlo del todo al Diretudo, si los provincianos no nos quieren ayudar, por encimita aunque sea, no tienen que forcejear mucho, sino dejarse andar trajinando allá en sus pagos, mientras nosotros, los Porteños solitos, ya que don Usebio Urquiza nos viene sacando cuchillo, veremos si le trajinamos la presidencia, las vacas y la rocinada que ha arrejuntao, descamisando y degollando por diez y seis años a los infelices Entrerrianos y por orden del calandria don Juan Manuel Rosas, de quien Urquiza fue ovejero, como perro de presa, hasta ahora que la echa de potestá y nos sale con las alianzas.

                           

   Balaquiando a costillas

 

        

 

del Emperador,

 

 

 

de la Banda Oriental

 

 

 

y de Ituzaingó,

 

 

 

el ombú, el juncal,

 

 

 

y las prendas colgadas

 

 

 

en la catredal

 

 

 

de Buenos Aires...

 

 

 

prendas de que han de reírse

 

 

 

hasta los flaires... y

 

 

 

¡música, música!

 

 

 

 

 

 

 

Diálogo gauchi-beatón

 

                       

   Ayer yo estaba presente

 

          

 

en la mesma pulpería,

 

 

 

cuando a eso de mediodía

 

 

 

pasó el diágolo siguiente.

 

 

 

   Al gaucho Roque Limares

5

 

 

que, alegándole al pulpero

 

 

 

sobre el Paso de Quintero,

 

 

 

nombraba Cristos a pares:

 

 

 

   -¿Cuántos Cristos conoces?

 

 

 

un beato le preguntó

10

 

 

y Limares contestó:

 

 

 

-No conozco más que tres.

 

 

 

   -¡Jesús! ¡qué barbaridá!

 

 

 

(dijo el beato y santiguose.)

 

 

 

   Sólo un Cristo se conoce

15

 

 

¡che, bruto! en la cristiandá.

 

 

 

   -¿Qué dice? Más bruto es él;

 

 

 

en su cara se lo digo:

 

 

 

tres Cristos conozco, amigo,

 

 

 

siendo uno de ellos infiel.

20

 

 

   Y en prueba de que son TRES,

 

 

 

sepa ¡so hijo de la gran... pa!

 

 

 

que conozco a Cristo el pampa

 

 

 

y al cristiano Cristo inglés.

 

 

 

   Como conozco de fe

25

 

 

a CRISTO Nuestro Señor

 

 

 

de cielo y tierra, y criador

 

 

 

de animales como usté.

 

 

 

   -Bueno, Roque, así será;

 

 

 

(replicó el beato asustao)

30

 

 

veo que me has trajinao;

 

 

 

pero... dime la verdá.

 

 

 

   Supuesto que has conocido

 

 

 

al Cristo de Ingalaterra:

 

 

 

de tan lejos a esta tierra

35

 

 

¡a qué asuntos ha venido!

 

 

 

   Porque, mirá, lo confieso,

 

 

 

que algo dudo y no concibo

 

 

 

¡cómo sea Cristo vivo

 

 

 

un Inglés de carne y güeso!

40

 

 

   -Pues no lo dude, aquí está,

 

 

 

mostrando ser más cristiano

 

 

 

y más sabio y más humano

 

 

 

que nosotros; ¡la verdá!

 

 

 

   Y es tan vivo y tan certero

45

 

 

y tan gaucho de una vez,

 

 

 

que le ha prendido las tres

 

 

 

Marías a un terutero.

 

 

 

   -¿A un terutero? ¡qué risa!

 

 

 

como es pájaro patudo

50

 

 

es fácil...

 

 

 

                 -No: al Diretudo,

 

 

 

al gran terutero Urquiza...

 

 

 

   Que estará haciendo cabriolas,

 

 

 

y en apuros después de eso,

 

 

 

porque en el mesmo pescuezo.

55

 

 

¡Cristo le prendió las bolas!

 

 

 

   -Pues, amigo, es una hazaña,

 

 

 

dijo el beato, y bolsiquió,

 

 

 

y a Limares le largó

 

 

 

cinco pesos para caña.

60

 

 

 

 

 

 

La Ultimatera

 

Media caña terutera

 

 

 

 

 

                       

   No se escuenda de susto

 

          

 

la Porteñada,

 

 

 

que ahí viene don Usebio

 

 

 

con una armada...

 

 

 

   -¡Por Jesucristo!

5

 

 

la más cruda y tremenda

 

 

 

que habremos visto.

 

 

 

   A que no nos quita... la curiosidá,

 

 

 

y nos facilita... y se empaca allá...

 

 

 

   Porque ya sabe

10

 

 

que le hemos de atracar

 

 

 

en cuanto cabe!

 

 

 

   ¿Habrá hombre más funesto

 

 

 

que el Diretudo?

 

 

 

vean cuánto pretexto

15

 

 

y agravio al ñudo...

 

 

 

   Forma al presente

 

 

 

por lucirle al Imperio

 

 

 

de presidente.

 

 

 

   Pues, vení, malevo... Vení, fanfarrón,

20

 

 

y comerás trebo... si estás barrigón.

 

 

 

   Yo te ofrezco eso

 

 

 

porque has de ser un duro

 

 

 

si comés queso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así paga el diablo a quien le sirve

 

 

   Diz que el ingrato juidor,

 

 

 

presidente mashorquero,

 

 

 

desea sacarle el cuero

 

 

 

a nuestro Gobernador.

 

 

 

   Confesando de que a gatas

5

 

 

le debe a don VALENTÍN,

 

 

 

ni más ni menos, al fin,

 

 

 

que el andar en cuatro patas.

 

 

El Gobernador don Valentín Alsina.

 

 

 

 

 

 

La ilusión

 

                       

   Es tanto lo que alucina

 

          

 

mirar en el descampao,

 

 

 

al través de la ñeblina,

 

 

 

a un cuervo o a una gallina,

 

 

 

o pavo medio empampao...

5

 

 

   Que en el campo un Andaluz,

 

 

 

viendo a un triste terutero,

 

 

 

exclamó asustao: ¡Jesús!

 

 

 

por la Santísima Cruz,

 

 

 

¡aónde vas, joven guerrero!

10

 

 

 

 

 

 

Cortesías de Aniceto

A LA TRIBUNA DE LOS RATAPINGAS.

     ¡Ay, mi alma! Te quiero mucho... ¡A que te pincho! ¿Pero: por qué a los güeyes flacos les meniás picana, y a uno que otro gordo le negás macana?

AL NACIONAL.

     ¡Superiorazo, y échele cuhetes! pero no se turbe ni se me alargue en los cargos que señala, porque hay muchos niños, y esos trompos cuestan caro.

A LOS DEBATES.

     ¡De mi flor, amigazo! pero no se enriede en las cuartas ni ponga el freno patas arriba, como en el cuentito de la sulevación del ejército del Sur.

 

 

A LA ESPADA DE LAVALLE.

     ¡Guapísima y cortadora! pero que no vaya a salirse de la vaina.

A LA OPINIÓN PÚBLICA.

     Mi afeto de corazón y... ¡dele guasca!

     A LA NUEVA GENERACIÓN.

     ¡Qué lindo los angelitos! Dios los guarde y dispongan del cariño de Aniceto.

AL JUDICIAL.

     Mi respeto, con tal que me recomiende al alcaide del callejón de Ibáñez, por si me refalo en algunas eleciones.

     Y a los demás que no trato:

     La Virgen les dé su gracia y el Señor les diga: Amén.

 

 

 

 

 

El sargento arrecifero

 

                   

   Cierta sentencia gauchesca

 

         

 

del sabio rey don Alfonso

 

 

 

dice así: ¡Malo es que a un zonzo

 

 

 

la Virgen se le aparezca!

 

 

 

y aunque parece burlesca

5

 

 

tal advertencia reyuna,

 

 

 

desde Caseros ¡ahi-juna!

 

 

 

Urquiza la comprobó,

 

 

 

cuanto se le apareció

 

 

 

la Virgen de la fortuna.

10

 

 

   Sólo así, en su cacariada

 

 

 

aición de Monte Casero,

 

 

 

pudo ese loco altanero

 

 

 

hacer una zapallada:

 

 

 

y gracias a la cuartiada

15

 

 

de Argentinos y Orientales,

 

 

 

y a los barcos imperiales,

 

 

 

y sobre todas las cosas,

 

 

 

a que ya estaban de Rosas

 

 

 

muy cansaos los federales:

20

 

 

   Y tanto, que se largó

 

 

 

sin peliar la Porteñada,

 

 

 

pues ese día la Indiada

 

 

 

fue la que medio aguantó;

 

 

 

porque Rosas disparó

25

 

 

el primero y más temprano;

 

 

 

y yo pienso que el tirano

 

 

 

tuvo ese día, en verdá,

 

 

 

más miedo de los de acá

 

 

 

que de Urquiza el entrerriano.

30

 

 

   Entretanto, el terutero

 

 

 

Diretudo fanfarrón,

 

 

 

desde aquella aparición

 

 

 

y zapallada en Casero

 

 

 

hasta la presente, infiero

35

 

 

que ve visiones en sueños,

 

 

 

porque hace vanos empeños

 

 

 

creyendo en sus devaríos

 

 

 

gobernar como a Entre Ríos

 

 

 

la patria de los Porteños.

40

 

 

   Pues, ¡barajo! si ha pensao

 

 

 

tamaña barbaridá,

 

 

 

que se amarre el chiripá

 

 

 

y se largue de este lao:

 

 

 

pero que venga ensebao,

45

 

 

porque lo hemos de apurar

 

 

 

sin darle tiempo a rumbiar,

 

 

 

como rumbió en la otra juida

 

 

 

cuando aquella zambullida

 

 

 

que dio al quererse embarcar.

50

 

 

   Véngase a la disparada,

 

 

 

no se haga desiar al ñudo;

 

 

 

venga, ñato Diretudo,

 

 

 

que no le ha de pasar nada.

 

 

 

Yo, cuando más, una inflada

55

 

 

le daré por balaquero,

 

 

 

y si algún criollo el yesquero

 

 

 

quisiere hacerle fruncir,

 

 

 

no se lo ha de permitir...

 

 

EL SARGENTO ARRECIFERO.

 

 

 

 

 

 

Cuhete

 

De parte de la Guardia Nacional de Buenos Aires al nombramiento del señor general de mar y tierra

 

 

 

Señor Presidente Costitucionero:

 

 

 

 

 

                   

   Sabemos los Nacionales

 

          

 

que, para hacernos la guerra,

 

 

 

general de mar y tierra

 

 

 

lo han nombrao sus congresales;

 

 

 

y hallamos que cargos tales

5

 

 

le caen al pelo, señor,

 

 

 

pues, si no es navegador

 

 

 

de grande capacidá,

 

 

 

en Palermo mostró ya

 

 

 

que es gaucho zambullidor.

10

 

 

   Queremos, sí, que nos diga:

 

 

 

cuando tenga que embarcarse

 

 

 

¿cómo hará para no echarse

 

 

 

enfermo de la barriga?

 

 

 

porque el mareo fatiga

15

 

 

y da como chavalongo;

 

 

 

razón por la cual supongo

 

 

 

que si se embarca, a la fija,

 

 

 

en su primer revoltija

 

 

 

de tripas, larga el mondongo.

20

 

 

   En fin, si ha determinao

 

 

 

invadirnos sin más tregua,

 

 

 

díganos si vendrá en yegua

 

 

 

o se nos larga embarcao;

 

 

 

porque acá está preparao

25

 

 

Usebio patagalana,

 

 

 

quien en figura de rana

 

 

 

lo batirá con la popa,

 

 

 

a p...istola y quema ropa

 

 

 

y a bordo de una chalana.

30

 

 

¡Barajo, qué pestilencia

 

 

 

será el humo de esa aición!

 

 

 

la Santa Federación

 

 

 

que le valga, Vuecelencia!

 

 

 

aunque Usebio en su clemencia,

35

 

 

como es su igual y tocayo,

 

 

 

lo más que hará al fin y al fallo

 

 

 

será soltarlo apestao,

 

 

 

como se lo ha suplicao

 

 

 

su servidor...

40

 

Cruz Ramayo.

 

A.

 

 

 

 

 

 

Nº 12

 

Buenos Aires. - Marzo 19 de 1858.

 

Asombro

 

 

 

 

 

                   

   En las noticias recientes

 

          

 

dicen (como una gran cosa)

 

 

 

los DEBATES inocentes,

 

 

 

de que "una sandía mostruosa

 

 

 

se han encontrao en Corrientes."

5

 

 

   ¿Colorada o amarilla?

 

 

 

de eso no dicen, si no

 

 

 

que "diez arrobas pesó,

 

 

 

y que sólo la semilla

 

 

 

un barril de horchata dio."

10

 

 

   Pues la tal sandía tenía

 

 

 

un grandor tan formidable,

 

 

 

que su tamaño sería

 

 

 

más o menos comparable

 

 

 

a media pipa vacía.

15

 

 

   De tal cosa, sólo un payo

 

 

 

se asombra; porque en CASERO,

 

 

 

un día tres de febrero,

 

 

 

Urquiza se halló un ZAPALLO

 

 

 

mucho mayor que un ternero:

20

 

 

   Con el cual el hombre pudo

 

 

 

hacer horchata y licores;

 

 

 

pero hizo cosas mejores,

 

 

 

haciéndose el Diretudo

 

 

 

general de aguas mayores.

25

 

 

 

 

 

 

La visita de Aniceto

A Ratapinga

 

 

     Vaya, paisanos: ahí tienen otro nuevo Gallo que sale medio flojón, porque ya se suena que a Vuecelencia el Entrerriano general de ambas vías redepente se le ha encogido la guapeza, y ha reculao la cosa del ultimato, alegando que ÉL no ha soltao tal balaca, sino que su ministro el cantor de Carolla es quien mandó el documento, sin la conocencia del señor Diretudo panzudo. ¡Óiganle al invasor de los cotigentes de a quince mil!

     Por supuesto, todo eso que alega Vuecelencia es nada más que una gauchada; de balde ahora saca el cuerpo y recula... porque se le chingó el cuhete, luego que el coronel Granada se basurió a Calfucurá con toda la Indiada que ha ido a guasquiarse al infierno, y que el coronel don Emilio Mitre le está desde la Loma Negra poniéndole los puntos al Diretudo Sicofantástico. En ancas, se ha sentao de golpe el balaquero presidente, porque todos los señores Cipotenciarios uropeos le han hablao fieramente a respeto de las alianzas con que cacarea el Zambullidor.

     Velay la causa de la sofrenada que ha pegao Vuecelencia, cosa sabida ya por muchísimos nutriales que han llegao del Paraná ahora poco, y la mesma que yo he averiguao como se las cuento: oigan.

     Ayer al tocar las doce llegué de los Corrales del Alto, aonde me almorcé un matambre con tortas y mucho vino superior, y medio chamuscao enderecé a la casa de mi amigazo el patroncito de la Tribuna ratapinga, que vive en la calle de San Francisco.

     Pues, señor, en la mesmísima puerta me le apié; y después de maniar mi potrillo, entré a la casa, y sin ruido me iba colando hasta el fondo, cuando tuve que hacer alto en la puerta de un cuarto muy sahumao, en donde estaba el mocito haciendo medio día y sentao como pegadito a una niña, que da comezón el verla tan primorosa.

     Redepente el patroncito, que es un lagarto de vivaracho, me sujetó dándome el grito:

     -¡Ché, qué fortuna, el amigo Aniceto por acá! Adelante. ¿Cómo está, compañerazo?

     -Alentao, patroncito; y me le entré al cuarto... ¡ojo a la moza!

     -Me alegro, amigo Gallo: y así tengo el gusto de presentarlo a esta señorita mi esposa y su servidora.

     -A lo mesmo, patroncito; ya veo que la niña es una joya, y que usté es muy dichoso en el amor.

     -Gracias, Aniceto: ahora sientesé pues en esta butaca blandita.

     -¡Mutaca blandita! que se siente un maturrango, que yo no caigo más en otro resumidero: ¿se acuerda?

     -¿Ja, ja? sí, me acuerdo: pero este sillón no esta inflado, como aquel en que usté pegó la sumida hasta las aujas. Siéntese no más con toda confianza y almorzará en mi compaña.

     -Le agradezco, patroncito: ya estoy lleno.

     -Sin embargo: probará una omeleta. ¿No le gusta?

     -¿Mulita dice? sí, señor; peludo también me gusta, pero por ahora sólo apetezco un cimarrón.

     -Corriente: al instante le haré dar mate; tome asiento.

     -Vaya, pues, ya que se empeña, le haré el gusto (le dije), y me le afirmé a la mutaca, la mesma que pegó un resoplido cuanto le asenté las nalgas.

     -Con que, amigo Aniceto, ya sabrá usté que Urquiza no nos invade por ahora.

     -¡Voto al diablo! ¿y, por qué se anda empacando?

     -¡Toma! porque ha consultado el resultado que tendrá su invasión, y le han profetizado un descalabro.

     -¡Vea eso! ¿y quién?

     -Un trípodi o mueble profético.

     -¡Un tripo! vaya un profeta acertao: pero ¿de qué se ríe, amigazo?

     -De nada, amigo Aniceto; y dígame, ¿por qué viene medio escuálido?

     -¡Ñaú, ya empieza con sus terminachos! ¿Medio cómo decía?

     Medio pálido y de mal semblante.

     -¡Ah! puede ser, porque ahora noches pasadas rodé muy fieramente con una hembra en ancas.

     -¿Y adónde?

     -En un pantano.

     -¿Y cómo fue usté, que es tan gaucho, a empantanarse así?

     -Le diré, patroncito: andaba yo mal montao la otra noche, y se me antojó apiarme junto a la Recoba a oír la musiquería del baile mascarao. Luego, cuando iba a retirarme, se me arrimó una moza de Turca por dentro y juera, porque venía muy divertida: a la cuenta en la confituría de la esquina le habría menudiao al coñaco y la giniebra.

     Ello es que se me prendió y me dijo: "Ché, compadre, ya lo conozco; mónteme en ancas y lléveme a casa, que estoy medio en chaucha." Como era mi comadre, la monté ahí mesmo y salí al tranco rumbiando para el güeco de la Yegua; y al llegar a la casa, en un barrial medio pantanoso, aflojó el mancarrón y se me dio güelta tan fieramente que me tapó con hembra y todo. Velay cómo rodó, y la razón por que hasta ahora rengueo como manco de la cuerda.

     -Ya lo veo, amigazo, y lo siento mucho, aunque considero que su renguera no le impedirá soltar su gaceta. ¿No es así?

     -¡Qué esperanza! para eso vengo a preguntarle, si es evidente la reculada del señor Diretudo.

     -Ciertísima, amigo, no lo dude: y así puede usté decirlo a los paisanos en el Gallo que suelte.

     -Pues entonces, amiguito, con su permiso me largaré a escribirlo para darle a Vuecelencia unos consejos razonables. ¿No le parece, patroncito?

     -Buenísimo, amigo Aniceto. ¿No tiene algo que recomendarme?

     -Nada más sino que cuide a la deidá de su tortolita presente.

     Y me salí suspirando y pidiéndole al cielo que, de gallo que soy, me trocase alguna ocasión en la figura del patroncito de la Tribuna y ratapinga.

 

 

 

 

 

Alvertencias y consejos

 

                    

   Voto al diablo, don Urquiza,

 

        

 

que a costa de su ultimato

 

 

 

acá hemos tenido un rato

 

 

 

a caírnos muertos de risa.

 

 

 

Porque, ¡atienda! se precisa

5

 

 

para largar tal papel,

 

 

 

ser lo que don Juan Manuel

 

 

 

decía que es Vuecelencia:

 

 

 

loco malo a la evidencia

 

 

 

y balaquero como él.

10

 

 

   Pero... ¡cómo lo han metido

 

 

 

en ese berenjenal!

 

 

 

¿Quién lo aconseja tan mal,

 

 

 

y tan fiero lo ha mecido?

 

 

 

¡Infeliz!... ¿no ha colegido

15

 

 

que lo están precitripando?

 

 

 

la p...unta y truco, ¿hasta cuándo

 

 

 

todo un señor SICONFANTA

 

 

 

como un animal aguanta

 

 

 

que así lo estén trajinando?

20

 

 

   Oiga: cada consejero

 

 

 

salvaje que lo rodea,

 

 

 

aunque le bale, no crea

 

 

 

ni lo tome por carnero

 

 

 

es un zorro que hasta el cuero

25

 

 

le ha de sacar sin sentir.

 

 

 

Oiga, vuélvole a decir;

 

 

 

mezquíneles cuanto pueda

 

 

 

las vacas y la moneda:

 

 

 

mire que lo han de fundir.

30

 

 

   Ese tal don Salvador

 

 

 

que allí se le hace el carnero,

 

 

 

es como gaucho tambero

 

 

 

y salvaje volvedor;

 

 

 

nunca dio de aguantador

35

 

 

prueba ninguna en su abono;

 

 

 

de balde hoy le sigue el tono,

 

 

 

verá si esa liendre en suma

 

 

 

no lo jo...roba y empluma...

 

 

 

en cuanto asigure el mono.

40

 

 

   ¿Y su ministro, el cantor

 

 

 

sin guitarra, don Derquis?

 

 

 

de balde el gato mis-mis

 

 

 

le baila, es más volvedor;

 

 

 

de ambicioso y chupador

45

 

 

se le humilla y lo alfatea,

 

 

 

se encoge y le morronguea;

 

 

 

pero engórdelo y verá

 

 

 

si al infierno se le va

 

 

 

con soga, estaca y manea.

50

 

 

   Don Galán presumo que

 

 

 

le sea más pegajoso,

 

 

 

porque, como es tan baboso

 

 

 

pudiera pegarselé.

 

 

 

Sin embargo, también fue

55

 

 

salvaje aunque hoy le conviene

 

 

 

a su lao hacerse el nene

 

 

 

por mamarle el corazón;

 

 

 

pero... ya sabe, patrón,

 

 

 

que quien malas mañas tiene...

60

 

 

   De su menestril de Hacienda

 

 

 

poco o nada le diré,

 

 

 

porque ese bruto no sé

 

 

 

si es de freno o es de rienda;

 

 

 

tiene sí fama estupenda

65

 

 

de Salvaje mordedor,

 

 

 

bellaco, manotiador,

 

 

 

trasijao, y medio bizco,

 

 

 

de mal andar, muy arisco

 

 

 

y a lo último cociador.

70

 

 

   Luego, entre sus congresudos,

 

 

 

aunque hay hombres que apreceo

 

 

 

y respeto, también veo

 

 

 

que hay ciertos diablos nalgudos,

 

 

 

que de miedo o de conchudos

75

 

 

sufren allá barbariando;

 

 

 

pero, así mesmo ¿hasta cuándo,

 

 

 

general de Aguas Mayores,

 

 

 

presume que esos señores

 

 

 

le han de seguir aguantando?

80

 

 

   ¿No ve que son gamonales,

 

 

 

los más de ellos habituaos

 

 

 

a vivir entre alfombraos

 

 

 

y no entre bosta y barriales?

 

 

 

¿Cómo presume a hombres tales

85

 

 

sujetarlos a corral?

 

 

 

no, señor, no crea tal;

 

 

 

llegando el caso oportuno

 

 

 

se le han de ir uno por uno

 

 

 

con maniador y bozal.

90

 

 

   Finalmente, Vuecelencia,

 

 

 

en la situación presente,

 

 

 

cuando se ve claramente

 

 

 

chochando su presidencia,

 

 

 

ni costancia ni obedencia

95

 

 

aguarde de esos dotores,

 

 

 

ni los crea aguantadores,

 

 

 

ni se fíe en sus consejos,

 

 

 

porque son salvajes viejos...

 

 

 

ansí han de ser volvedores.

100

 

 

   En fin, si se halla apurao

 

 

 

por sus alianzas potentes,

 

 

 

y tiene allá cotigentes

 

 

 

para invadir a este lao,

 

 

 

puede someter holgao

105

 

 

a toda la Porteñada,

 

 

 

porque el coronel GRANADA,

 

 

 

MITRE, CONESA Y PAUNERO

 

 

 

dicen que por balaquero...

 

 

 

¡qué Cristo!... no le harán nada.

110

 

 

   ¿No se fía? ¡ja, ja, ja!

 

 

 

nada, señor presidente,

 

 

 

fíese tan solamente

 

 

 

del Indio Calfucurá,

 

 

 

o de HORNOS, quien, la verdá,

115

 

 

aunque siempre salvajea

 

 

 

y es su enemigo, no crea

 

 

 

ni tema, señor don Justo,

 

 

 

que le haga voliar por gusto,

 

 

 

ni le haga sacar manea.

120

 

Palermo de Buenos Aires, 15 de marzo de 1858.

 

 

 

 

 

 

Anda que te lamba un güey

     Muy acertao hubiera sido que allá en el Paraná mesmo, esos deplumáticos urquizanos y adulones del Diretudo, cuando éste les ordenó que mandaran de su parte el ultimato balaquero que le soltó a nuestro gobierno, muy acertao hubiera sido, repito, el que esos menestriles teruteros, al ver salir aguas abajo al documento ultimatero, le hubieran dicho en presencia del sicofanta presidente, no como hoy se usa decir en Buenos Aires -¡Aónde vas, joven guerrero! sino: ¡aónde vas, carnero! y estoy segurísimo que Vuecelencia al tiro les hubiera contestao... ¡A VER SI TOPA!

     ¡Pues no, tirano; y que topaba! por lo bien que se portó en Buenos Aires, cuando, fiaos en su pobrama famoso, le ayudamos a voltiar al otro Restaurador de las botijas, y que, en cuanto pisó a Palermo, empezó a barbariar y se afusiló al coronel Chilaber, sin más causa que, porque allá en Entre Ríos, cuando el Diretudo era tahúr, el coronel no quiso dejarse ganar mal, y le atracó unos guascazos por tramposo.

     O será por lo que se acreditó con nuestros paisanos, cuando esa mesma ocasión los hizo matar en tropillas y colgarlos muertos en los ombuses para amendrentar a los Porteños, y manotearse luego todos los millones del Banco y todos los armametos y vistuarios del parque, y por último hasta las ollas de la cocina de Juan Manuel.

     Háganse cargo, paisanos, qué custitución, qué galantías ni qué chirolas puede darnos un diablo así tan sumamente desalmao y mezquino, que esa vez ni a sus paisanos los Entrerrianos les largó cuatro pesos, y que hoy mesmo tiene allá en sus numerosas estancias oprimidos a centenares de infelices provincianos, de los cotigentes que rejuntan, para sacarles el quilo trabajando para ÉL de sol a sol, desnudos y galguiando de hambre, sin darles más alivio que una ración de un naquito de tabaco aventao cada quince días, y una buena cuenta de doce reales cada dos años, y me alargo; aunque es cierto que les suele atracar hasta trecientos duros por cada falta a una lista.

     ¡Infelices! ojalá que los trajera el Diretudo a este lao del Paraná, y vería si le quedaba ninguno sin venirse a Buenos Aires, aonde cada soldao tiene prendas lindas con que acacharparse, buenas armas y buen pingo, carne gorda y abundante, y jefes que los cuidan y aprecean, y luego ocho pesos fuertes cada primero de mes; sin tener más que hacer que los deberes de un soldao, no los de piones y esclavos de un gauchazo federal de mucanga, que, a pesar de que ya es mancarronazo en edá, jamás en su pu...erca vida le sirvió a la patria, ni para cuartiar carretas, en aquellas guerras gloriosas, que sostuvieron valerosamente los agüelos, padres, hijos y nietos de todos los Argentinos, que hoy pretende presidenciar el Diretudo mondongudo general de tierra y agua, y a lo último de ventosidades. ¡Anda que te lamba un güey!

 

 

 

 

 

La media caña

 

En San Borombón

 

 

 

 

 

                      

   Salió de las Polvaderas,

 

          

 

rumbiando a San Borombón,

 

 

 

a mudar de población,

 

 

 

el gaucho Lino Contreras:

 

 

 

y no habiendo ni taperas

5

 

 

adonde se iba a poblar,

 

 

 

tuvo el hombre que cargar

 

 

 

con toda su trastería,

 

 

 

y un martes al ser de día

 

 

 

mandó uñir y caminar.

10

 

 

 

LA MEDIA CAÑA EN SAN BOROMBÓN

          

 

   Una carreta toldada,

 

 

 

sobre un rodao de mi flor,

 

 

 

y su eje resuperior,

 

 

 

lecho nuevo, y bien quinchada,

 

 

 

hasta la tolda cargada

15

 

 

llevaba en esa ocasión

 

 

 

con trastes de precisión,

 

 

 

porque ni la leña es maula...

 

 

 

menos el catre, la jaula,

 

 

 

las sillas, mesa y colchón.

20

 

 

   Era tan acreditao

 

 

 

el tal Contreras, ¡ah, Cristo!

 

 

 

que en ningún pago se ha visto

 

 

 

un hombre más apreciao:

 

 

 

además era mentao

25

 

 

de gastador muy voraz;

 

 

 

y siendo así tan capaz

 

 

 

el gauchaje lo estimaba,

 

 

 

y todo bicho anhelaba

 

 

 

el agradarlo a cual más.

30

 

 

   Al caír a San Borombón

 

 

 

paró la carreta un día,

 

 

 

y al punto la gauchería

 

 

 

formó allí una reunión,

 

 

 

Cinco mozos de un tirón

35

 

 

a la familia rodearon,

 

 

 

y toditos se brindaron

 

 

 

a servirla al pensamiento,

 

 

 

por supuesto, y al momento

 

 

 

a tomar mate se apiaron.

40

 

 

   Como era muy rigular,

 

 

 

la mujer de Lino luego

 

 

 

mandó a su hijo que en el fuego

 

 

 

pusiera agua a calentar

 

 

 

de ahí Lino mandó sacar

45

 

 

medio frasco de aguardiente...

 

 

 

con el mesmo que la gente

 

 

 

lueguito dentró en calor;

 

 

 

y como había un cantor

 

 

 

se armó un baile redepente.

50

 

 

   Velay Pilar, la Porteña

 

 

 

linda de nuestra campaña,

 

 

 

bailando la media caña:

 

 

 

vean si se desempeña,

 

 

 

y el garbo con que desdeña

55

 

 

los entros de ese gauchito,

 

 

 

que sin soltar el ponchito

 

 

 

con la mano en la cintura

 

 

 

le dice en esa postura:

 

 

 

¡mi alma! yo soy compadrito.

60

 

 

   Vean luego que ha llegao

 

 

 

el gaucho Martín Mirazo

 

 

 

en un caballo picazo

 

 

 

con otro mozo enancao:

 

 

 

véanlo a Martín echao

65

 

 

sobre de la cabezada,

 

 

 

ojo a Pilar, y más nada,

 

 

 

mientras Lino complaciente,

 

 

 

al estribo, de aguardiente

 

 

 

le alcanza una convidada.

70

 

 

   ¡Martín en esa ocasión

 

 

 

no tomó de embelesao,

 

 

 

pero a Lino el enancao

 

 

 

le recibe un cimarrón.

 

 

 

¡Ché!... vean el manotón

75

 

 

que se pega en el sombrero

 

 

 

ese otro gaucho coquero:

 

 

 

sin duda estará celando

 

 

 

a Pilar, porque bailando

 

 

 

se le quiebra al compañero.

80

 

 

   De ahí miren a la mujer

 

 

 

de Lino, si se despega

 

 

 

del cantor Antuco Vega,

 

 

 

que la empieza a enternecer

 

 

 

luego atrás se deja ver

85

 

 

afirmao en su picana

 

 

 

al picador que se afana,

 

 

 

esperando sólo el caso

 

 

 

que siga la rueda el vaso

 

 

 

y le alcancen la mañana

90

 

 

   Luego está cimarroneando

 

 

 

al costao del picador

 

 

 

ese otro gaucho pintor,

 

 

 

que entre dientes murmurando

 

 

 

y al ñudo menospreciando

95

 

 

el canto y el baile está:

 

 

 

a la cuenta encontrará

 

 

 

de qué hacer murmuración,

 

 

 

o será algún quebrallón

 

 

 

que nada le agradará.

100

 

 

   Tras del pértigo, notando

 

 

 

de la moza la esquivez

 

 

 

al bailar, un cordobés

 

 

 

se está así como rascando;

 

 

 

y al mismo tiempo desiando

105

 

 

bailar un gato siquiera

 

 

 

con la Porteña embustera,

 

 

 

porque ya la está queriendo,

 

 

 

y en sus adentros diciendo:

 

 

 

¡Ah, ingrata! quién mereciera...

110

 

 

   De ahí, miren encarretao

 

 

 

a ese gauchito travieso,

 

 

 

a fin de robarse un queso

 

 

 

y una torta del atao,

 

 

 

después de haber churrasquiao

115

 

 

cuanto es posible tragar;

 

 

 

pero él no sabe bailar,

 

 

 

así es que sólo le importa

 

 

 

limpiarse el queso y la torta

 

 

 

para tener que mascar.

120

 

 

   Velay luego el Santiagueño

 

 

 

poncho corto tan plantao,

 

 

 

y atrás al embonetao:

 

 

 

¡qué yunta para un empeño!

 

 

 

ver al primero da sueño,

125

 

 

y al segundo da tristeza:

 

 

 

ambos son, pues, de una pieza

 

 

 

por delante y por detrás,

 

 

 

fachas tristes a cual más

 

 

 

de los pies a la cabeza.

130

 

 

   Ésta es, pues, la relación

 

 

 

del fandango improvisao

 

 

 

que armó Lino el renombrao

 

 

 

cerca de San Borombón.

 

 

 

Nada faltó esa ocasión;

135

 

 

la jarana fue completa:

 

 

 

como es verdá pura y neta

 

 

 

lo que Aniceto ha contao,

 

 

 

pues todo lo vio plantao

 

 

 

encima de la carreta.

140

 

 

 

 

 

 

Al Gallo

 

 

   Nacido entre níveo muro

 

 

 

de oro y de plata formado,

 

 

 

viene al mundo bien dotado

 

 

 

de belleza y de valor:

 

 

 

su regia y alta cabeza,

5

 

 

por las leyes celestiales,

 

 

 

trae diadema de corales

 

 

 

arreglada con primor.

 

 

 

   Su cuerpo lindo y gallardo

 

 

 

es fino, fuerte y ligero,

10

 

 

y el matizado plumero,

 

 

 

que de arcos graciosos es,

 

 

 

lleva incrustado un tesoro

 

 

 

de esmeralda, de oro y plata,

 

 

 

de rubíes, de granata

15

 

 

y de topacio a la vez.

 

 

 

   Cuando el aura se aproxima

 

 

 

con sus deditos de rosa

 

 

 

a abrir la puerta preciosa

 

 

 

tras la cual encierra el sol...

20

 

 

él es el primer dichoso

 

 

 

que con voz clara y sonora

 

 

 

saluda a la bella aurora

 

 

 

que trae oro y arrebol.

 

 

 

   Es celoso, más celoso

25

 

 

que la niña enamorada;

 

 

 

y como lleva una espada

 

 

 

en cada uno de sus pies,

 

 

 

por sus celos dominado,

 

 

 

con sus armas siempre vela

30

 

 

como alerta centinela

 

 

 

a las puertas del Harén.

 

 

 

   Mientras se halla en su serrallo

 

 

 

él es rey omnipotente

 

 

 

y si llega un insolente

35

 

 

a querer robar su amor...

 

 

 

él orgulloso, atrevido,

 

 

 

alzando el cuello altanero,

 

 

 

como valiente guerrero

 

 

 

carga al rival con furor.

40

 

 

   Y por ser de estirpe regia

 

 

 

como muestra su corona,

 

 

 

nunca esquiva su persona

 

 

 

al atrevido rival;

 

 

 

y hasta quedar en el campo

45

 

 

o hasta que él al otro mate,

 

 

 

combate siempre y combate

 

 

 

el belicoso animal.

 

 

Andrés Algañarás.

 

 

 

 

 

 

 

Nº 13

 

Buenos Aires. - Marzo 27 de 1858. - Jueves Santo.

 

Semi-papeleta

 

 

 

 

 

 

   Algunos leyendo el canto

 

 

 

del Gallo número tres,

 

 

 

pueden sin susto tal vez

 

 

 

salir el Sábado Santo,

 

 

 

   Con un buen par de pistolas,

5

 

 

por el riesgo y por las dudas

 

 

 

de que los tomen por Judas

 

 

 

y les atraquen las bolas.

 

 

A.

 

 

 

 

 

 

 

Maquines ultimateros del presidente de los teruteros

     ¡Qué les cuento, paisanos letores del Gallo! Sabrán pues, que atrás del profundo silencio en que se ha quedao la balaca del ultimato urquizano, y la invasión que nos pensó soplar el Diretudo casacudo con quince mil teruteros aliaos al Brasil, a Calfucurá y los blancos Rosines de la Banda Oriental, éstos, en lugar de mandarle a Urquiza los dos mil reclutas, que se decía estaba reuniendo en la otra banda un tal comendante Batarrica, muy conocido y mentao en Vizcaya, y en el otro lao allá por el CERRITO, aonde nueve años le sirvió de degollador al dijuntito Oribe, que ahora ni los diablos se podrán averiguar con él allá por el otro mundo... he oído, como les iba diciendo: que el tal Batarrica ya diz que no vendrá con el rejuerzo de los dos mil; pues, lejos de eso, ahora últimamente el blanquillaje copetudo de la otra banda se pronuncia muy quejoso contra el señor Diretudo, diciendo que este calandria los ha metido hasta el diablo con su alianza, y que al fin no les cumple nada de lo que Vuecelencia prometió: pues ni les ha quitao los derechos diferenciales para que la duana de Montevideo hoy diera un poco más de leche, ni retira los soldaos entrerrianos de la costa del Uruguay, aonde están carniando vacas orientales y comiéndolas por la patria... y con cuero.

     Y lo que es peor, que ahora se empaca el Diretudo y no hace la terrible invación a Buenos Aires, cosa en que los blanquillos Rosines fundaban grandes esperanzas, creyendo que de acá saldrían en bandadas emigrando los extranjeros y los salvajes unitarios, otra vuelta para Montevideo a sacarlo de la atrasada y tristísima situación en que se halla, después de la horrorosa matanza de los más valerosos jefes, oficiales y tropa, hecha inicuamente en el Paso de Quinteros. -Déjense andar no más los degolladores, supuesto que a degollar tocan.

     Pero lo más gaucho y gracioso que se suena es, que el Diretudo, habiéndose medio asustao por la nota apretadora que le sopló el señor Ministro inglés a respeto de la carnicería infame del Paso de Quinteros, Vuecelencia el Entrerriano cabulista piensa ahora de nuevo garrarle el lao de las casas al señor Ministro de Ingalaterra; y para eso diz que el mesmo Diretudo ya está pensando hacerle echar un pial de volcao al Gobierno de Montevideo mandando a relevarlo con el general don Venancio Flores... Vean no más, si será cabulista el costitucionero.

     Bueno, pues: como el GALLO lo cree al liendre Diretudo capaz de cuanta diablura puede imaginarse, y como ya se dice que en Buenos Aires hay muchos patriotas orientales, emigraos y escapaos de la dijuntiada del Paso de Quinteros, creyendo de lleno en la buena disposición de Urquiza para voltiar a los blancos de la situación, Aniceto les previene a dichos patriotas orientales que abran el ojo antes de largarse a Entre Ríos, como algunos están diciendo que lo harán, confiados en las cábulas que el Diretudo está ya poniendo en juego, a fin de reclutar a hombres desgraciados para emplearlos en su servicio, sin darles al fin más recompensa que un zoquete de carne flaca y muchas roncas y azotes... cuando no se les vaya al pezcuezo.

     Abrirlos pues, paisanazos, y no dejarse prender con bolas de carne.

Carta del sargento mashorquero Rudesindo el Carancho a su general que fue allá en los tiempos funestos.

                          

   Palermo de San Benito,

 

        

 

cañada de Miserete,

 

 

 

a diez y seis de diciembre

 

 

 

del año cincuenta y siete.

 

 

     Al Ilustre y Excelentísimo señor don Juan Manuel Rosas, brigadier general que fue de los ejércitos nacionales de la Confederación Argentina, Herodes del Desierto, restaurador de las mochilas, jefe supremo de Buenos Aires y defensor heroico del continente americano.

                     

     Señor:

 

        

 

   Con su perdón, Vuecelencia,

 

 

 

voy a escrebirle confiado

 

 

 

en su federal agrado

 

 

 

y fina benevolencia,

 

 

 

por noticiarlo... en la ausencia

5

 

 

de su tierra, donde alvierto

 

 

 

cosas tales, que no acierto

 

 

 

a escrebirle; y digo más,

 

 

 

que es Vuecelencia incapaz

 

 

 

de verlas sin caírse muerto.

10

 

 

   Porque ¿cuándo aguantaría

 

 

 

ver arrumbadas las cosas

 

 

 

que el onipotente Rosas

 

 

 

en Buenos Aires lucía?

 

 

 

ni a los Porteños que hoy día

15

 

 

tan fiero se han solevao

 

 

 

que al infierno han arrojao

 

 

 

el cintillo mashorquero...

 

 

 

y al carro del basurero

 

 

 

el chaleco colorao!

20

 

 

   La pandilla del hembraje

 

 

 

unitario endemoniada

 

 

 

se ha puesto de cola alzada

 

 

 

y más brava que el machaje:

 

 

 

toda de color salvaje

25

 

 

se viste, por decontao:

 

 

 

¡las viera de lao a lao

 

 

 

andarse a golpe de taco,

 

 

 

sacudiendo el miriñaco

 

 

 

y sin moño colorao!

30

 

 

   A más de eso la gringada...

 

 

 

del otro lado del charco

 

 

 

diariamente llega un barco

 

 

 

y nos larga una manada:

 

 

 

el mes pasao de coplada

35

 

 

cerca de tres mil llegaron,

 

 

 

¡por Dios! y cuanto se apiaron

 

 

 

a pata se dieron maña,

 

 

 

y en la ciudá y la campaña

 

 

 

toditos se acomodaron.

40

 

 

   Luego entran a trabajar

 

 

 

al istante se arman ricos,

 

 

 

porque son como burricos

 

 

 

poniéndose a trajinar:

 

 

 

ya no saben qué inventar

45

 

 

en frábricas y maquines,

 

 

 

ligándose con sus fines

 

 

 

a la gauchada porteña,

 

 

 

que con los gringos se empeña

 

 

 

en fundir a los Rosines.

50

 

 

   ¡Considere pues, señor,

 

 

 

al punto que hemos llegao

 

 

 

por no tener al costao

 

 

 

a nuestro Restaurador!

 

 

 

aunque hoy le saldrá mejor

55

 

 

dejarse andar por allá,

 

 

 

aonde me dicen que está

 

 

 

de grasa hasta los cachetes

 

 

 

de tanto tragar bisquetes...

 

 

 

que no tragaría acá.

60

 

 

   Pues, si viene, hágase cargo,

 

 

 

un muelle nuevo tendría

 

 

 

que cruzar, y trotearía

 

 

 

como seis cuadras de largo,

 

 

 

expuesto a que un viento amargo

65

 

 

le soplase del mordeste,

 

 

 

y arrejando a que le cueste

 

 

 

el que ahí mesmo las Porteñas

 

 

 

lo sacudan de las greñas

 

 

 

y lo tiznen de celeste.

70

 

 

   ¡Color maldito! y hoy día

 

 

 

le han tomado tanto apego,

 

 

 

que hasta celeste es el fuego

 

 

 

que suelta la lucería

 

 

 

por una cañutería

75

 

 

llena de gras de vapor,

 

 

 

que encendido da un jedor

 

 

 

igual a orines de gato,

 

 

 

pero dicen que es barato

 

 

 

y que alumbra más mejor.

80

 

 

   Esta jedionda invención

 

 

 

se le debe a un Mestri-Bagre,

 

 

 

inglés que hasta con vinagre

 

 

 

se mama no hallando ron:

 

 

 

este y otro tal Norton,

85

 

 

ambos parientes de Gestas,

 

 

 

para remate de fiestas

 

 

 

nos han traído estos bribones

 

 

 

la cometiva y güevones

 

 

 

y ruina de mis carretas.

90

 

 

   También han hecho una duana

 

 

 

barriguda, y barrigones

 

 

 

se han puesto los salvajones

 

 

 

de quienes la obra dimana:

 

 

 

pandilla ruin que se afana

95

 

 

en hacer preciosidades,

 

 

 

que allá por esas ciudades

 

 

 

podrán ser de conveniencia,

 

 

 

pero que acá, Vuecelencia,

 

 

 

son puras barbaridades.

100

 

 

   A esto le llaman pogreso

 

 

 

los salvajes hablantines,

 

 

 

mientras los pobres Rosines

 

 

 

agachamos el pescuezo,

 

 

 

sin manotiarles ni un peso,

105

 

 

ni hacerles ningún reproche

 

 

 

al verlos que a troche y moche

 

 

 

nos desprecean y arruinan,

 

 

 

y después que nos trajinan

 

 

 

pasean holgaos en coche.

110

 

 

   Bien decía Vuecelencia

 

 

 

con justísima razón,

 

 

 

"que los Unitarios son

 

 

 

ladrones tan sin concencia,

 

 

 

que en la menor ocurrencia

115

 

 

meten hasta el diablo el codo:"

 

 

 

y si no, vea del modo

 

 

 

con que un salvaje unitario

 

 

 

se ha robado del sagrario

 

 

 

la hostia con custodia y todo.

120

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

  

 

 

¡Qué miedo!

 

                           

   Dicen que ha dicho don Justo,

 

          

 

barbariando entre otras cosas,

 

 

 

que Él fue quien nos quitó a Rosas

 

 

 

y que Él lo ha de traír por gusto,

 

 

 

y para darnos más susto

5

 

 

dice que vendrán en yunta;

 

 

 

¡Cristo! pero, a esta pregunta

 

 

 

¿quién me contesta? oiganlá:

 

 

 

¿por fortuna no vendrá

 

 

 

el Diretudo en la punta? ¡ja... ja... ja!

10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vaya una indireuta

 

 

   Sin duda, hay un platero

 

 

 

   por la Conceción,

 

 

 

ROSISTA, TERUTERO,

 

 

 

   y tan quebrallón

 

 

 

que contra el GALLO

5

 

 

   dice barbaridades.

 

 

 

¡Si será payo!

 

 

 

Miren qué Rosín - tan desvergonzao,

 

 

 

sin duda por eso - lo habrán desdentao.

 

 

 

   Métete no más

10

 

 

con el gaucho Aniceto,

 

 

 

   y te rascarás...

 

 

 

¡Hijuna gran... pa,

 

 

 

   cuando el GALLO te suelte

 

 

 

en una estampá!

15

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al engaña pichanga

 

 

   Por la calle del Perú,

 

 

 

explicándose algo mal,

 

 

 

un Inglés medio bozal

 

 

 

noche a noche de surtú

 

 

 

se pasea muy formal;

5

 

 

   Y cuando de miriñaque

 

 

 

se le zarandea Elvira,

 

 

 

así que el Inglés la mira

 

 

 

por atrás, le dice en jaque:

 

 

 

"¡andá... culi-di-mintira!"

10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cacharpas

 

 

 

 

 

   Señor menistro de guerra,

 

 

 

por lástima o por favor,

 

 

 

o más bien por el honor

 

 

 

de la patria de su tierra...

 

 

 

   Alivie a la oficialada

5

 

 

infeliz de la Ispeución,

 

 

 

pues, siendo tan escasón

 

 

 

el sueldo, anda aguiluchada.

 

 

 

 

 

 

 

El Núm. 7

 

 

   De este número es sabido

 

 

 

todo cuanto el Nacional

 

 

 

dijo en un hecho local,

 

 

 

echando solo en olvido...

 

 

 

   Que siete meses duró

5

 

 

el sitio aquel que don Justo

 

 

 

nos puso, hasta que de un susto

 

 

 

zambulliendo disparó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoja suelta

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Revuelo de Aniceto el Gallo

 

Campamento en la Cañada de Cepeda, a 10 de setiembre de 1859.

 

 

 

Señora doña Aniceta Rocamora.

 

 

 

Mi querida esposa:

 

 

 

 

 

 

   Sabrás que al fin se ha largao

 

 

 

a caballo el balaquero

 

 

 

Urquiza, que desde enero

 

 

 

sin apiarse anda montao.

 

 

 

¡Cómo vendrá de escaldao!

5

 

 

¿No te haces cargo, mi vida?

 

 

 

trairá la cola fruncida

 

 

 

y se tendrá que ensebar

 

 

 

cada rato, antes de dar

 

 

 

por acá otra zambullida.

10

 

 

   Pero, si en la que pegó

 

 

 

la vez pasada en Palermo,

 

 

 

con su peladura enfermo

 

 

 

pudo juir y se alivió,

 

 

 

fue porque, apenas montó

15

 

 

al bordo de un barco inglés,

 

 

 

desde el cogote a los pies

 

 

 

los marinos lo ensebaron,

 

 

 

y enjabonao lo llevaron

 

 

 

a Gualeguaichú otra vez.

20

 

 

   Mas hoy que vuelve escaldao,

 

 

 

bichoco y tan barrigón,

 

 

 

y diz que algo mansejón,

 

 

 

aunque anda todo trabao,

 

 

 

si lo topa algún soldao

25

 

 

de HORNOS, en esta flacura

 

 

 

de Rosines, lo asigura,

 

 

 

lo embozala, se le sienta...

 

 

 

y lo larga hecho osamenta

 

 

 

¡con tamaña matadura!

30

 

 

   Así, déjalo allegar

 

 

 

aparentando poder,

 

 

 

que ya tendrá qué morder

 

 

 

si trata de relinchar,

 

 

 

o presume que ha de hallar

35

 

 

   Porteño que se le cuadre,

 

 

 

ni quiera hacerlo compadre,

 

 

 

ni pretenda en estos casos

 

 

 

sino darle más guascazos

 

 

 

que besos le dio su madre.

40

 

 

   Yo al menos, como al fandango

 

 

 

ya me le pienso afirmar,

 

 

 

y si consigo voliar

 

 

 

al presidente guarango,

 

 

 

lueguito me le arremango,

45

 

 

y al colmo de mi deseo

 

 

 

lo muento, lo galopeo

 

 

 

a bajarle la barriga,

 

 

 

y si medio se fatiga,

 

 

 

o se aplasta, lo cuereo.

50

 

 

   ¿Qué te parece, Aniceta,

 

 

 

la intención? ¿no te da risa?

 

 

 

¡pobre Diretudo Urquiza,

 

 

 

ya está viejazo y maseta!...

 

 

 

pero, mesmo así sotreta,

55

 

 

a fuerza de hinchar el lomo

 

 

 

ha logrado no sé cómo

 

 

 

ser un malevo sin hiel,

 

 

 

y de su amo Juan Manuel,

 

 

 

hacer el segundo tomo.

60

 

 

   En fin, chinita adorada,

 

 

 

calentamé a tu tocayo,

 

 

 

cosa de que largue un Gallo

 

 

 

para la teruterada:

 

 

 

pues tan ruin y tan delgada

65

 

 

la tiene Urquiza en enjambre,

 

 

 

que a ÉL mesmo puede que de hambre

 

 

 

redepente lo atropellen,

 

 

 

¡ahi-juna... pu! lo desuellen

 

 

 

y le coman el matambre.

70

 

 

   Con que, mi alma, hasta la vista:

 

 

 

que el papel toca a sus fines,

 

 

 

como tocan los clarines

 

 

 

ahora mesmo a pasar lista.

 

 

 

Rogale a Dios que me asista

75

 

 

en la presente campaña,

 

 

 

y que me deje dar maña

 

 

 

hasta conseguir mi gusto,

 

 

 

que es toparme con don Justo

 

 

 

y trajinarle una entraña.

80

 

 

   Después de eso vos verás

 

 

 

cómo todos los paisanos

 

 

 

luego nos damos las manos

 

 

 

y ya no peliamos más;

 

 

 

pues sólo tendremos paz

85

 

 

libres de ese Mashorquero

 

 

 

presidente terutero,

 

 

 

manotiador y ambicioso,

 

 

 

a quien rastrea hoy tu esposo

 

 

JOSÉ ARAOZ EL LUJANERO.

 

Nº 14

Buenos Aires. - Octubre 1º de 1859.

                                                                   

Ahí te mando, primo, el sable:

 

no va como yo quisiera;

 

de Tucumán es la vaina

 

y de Salta la contrera.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

                                                                                                                                                                                            Don Venancio Undebeita.

 

 

Artículo de fonda. - El refrán veterano. - Mi salida. - Hágome el petizo. - La picana de don Manuel Pérez. - El cielito. - El truco de Virotica. - ¡Retruco y barajo! - El güevo. - La chalana y las pelotas. - La chorizada de Bilbao. - Urquiza alunao. - El coronel Fausto. - Vuelta al reñidero, y allá va el Gallo.

 

 

                    

   Cuando al general Tristán

 

         

 

lo emprimó la patria gaucha

 

 

 

hasta pelarle la chaucha

 

 

 

en Salta y el Tucumán,

 

 

 

salió entonces de refrán

5

 

 

aquel verso inolvidable,

 

 

 

por tan gaucho y aplicable

 

 

 

a todo golpiao, si en copla

 

 

 

sale un paisano y le sopla...

 

 

 

¡ahí te mando, primo, el sable!

10

 

     ¿No es verdá, paisanos, que el refrán veterano es chusco y gaucho? Mesmamente: y por eso como yo también soy gauchón y ando con sangre de pato, con cierto justo motivao, velay que hago ahora esta nueva salida, a ver si encuentro algún otro general primo o golpiao, para atrácarselo en copla bien o mal concertada, y pegue o no pegue, como solía soltar versos el difunto bendito don Venancio Andabestia, pueta del tiempo de la pajuela.

     Pero antes de entrar en argumento, alviértole al auditorio, que, en lengua gaucha, el decir un

primo, es lo mesmo que decir un golpiao, un cantimpla, un tilingo, un zonzo, un lele, un payo, y la ecétera de don Gaspar...

     Adelante.

     Hecha esta alvertencia, dígole al público, que como yo no he pelechao haciendo gacetas, ni presumo de ser escrebido o versista, ya había tocao retirada a respeuto de soltar más Gallos, con todo de que a veces me tentaba a largarlo el ver lo que porfía y forcejea el señor de Urquiza, Diretudo cabezudo, por costitucionarnos, manotiarnos y sicofantiarnos. ¡Zape, diablo!

     Pues, a pesar de tal majadería terutera, se guía yo mi propósito, y calladito me andaba haciendo el petizo, riéndome solo en mis adentros del cacareo, las balacas, las proclamas, y la guerra tremenda y enfurecida del general Colafruncida; pero el diablo sin duda, como es tan tentador, vino y le metió la cola a mi amigo don Manuel Pérez, quien, de puro urquizano, renejao y cándido (a lo Limeño), una mañana se puso a picaniarme, apostándome 200 pesos a que yo no soltaba el Gallo de miedo de la invasión, cuando el Diretudo don Justo pensó venírsenos con su chalana y las pelotas de cuero aquellas, que por acá supimos que estaba armando Vuecelencia, porque en una gaceta de acá salieron las décimas que voy a imprentar abajo de esta llana, donde las lerá el que guste.

     La gaceta decía así

 

 

 

 

 

Noticias frescas de la armada invasora

        

Buenos Aires, y febrero de 1859.

 

                    

 

 

 

 

   Diz que en cierto embarcadero

 

 

 

del Paraná se halla Urquiza,

 

 

 

armando en guerra a la prisa

 

 

 

tres mil pelotas de cuero,

 

 

 

¡cada cual con su mortero!

5

 

 

y una tremenda chalana

 

 

 

que será la capitana

 

 

 

de aquella escuadra pujante,

 

 

 

en que vendrá de almirante

 

 

 

don JUSTO Macarandana.

10

 

 

   Gente sólo le ha faltao

 

 

 

para hacer marinerada;

 

 

 

pero, con teruterada

 

 

 

dicen que la ha tripuliao,

 

 

 

¡diablo! y que determinao,

15

 

 

sin más barco, ni más flotas,

 

 

 

teruteros ni gaviotas,

 

 

 

se nos viene en su chalana,

 

 

 

mandando Macarandana

 

 

 

la invasión de las pelotas.

20

 

 

 

 

 

     Pues, señor, y como les iba diciendo: a pesar de tales noticias, cuando lo vi bolsiquiar sacando los doscientos pesos el amigo Pérez, yo saqué de mi tirador otros tantos, hicimos la apuesta con depósito, y... ¡qué diablos! esa mesma tardecita, a salú de don Manuel el parador, le canté a Vuecelencia las coplas y el cielito siguiente:

 

 

 

 

 

                    

   Como mi amigo y querido

 

         

 

paisano, don Eme Pérez,

 

 

 

el chiche de las mujeres

 

 

 

por idéntico a Cupido,

 

 

 

de infeliz se ha presumido

5

 

 

que la invasión cacareada

 

 

 

tiene a la gente asustada,

 

 

 

y al Gallo en particular,

 

 

 

lo quiere desengañar

 

 

 

por medio de una versada...

10

 

 

Aniceto el Gallo

 

 

 

 

 

 

 

Cielito del terutero

 

                    

   ¿Con que el tremendo don Justo

 

          

 

ha dao término a la tregua,

 

 

 

y por fin montao en yegua

 

 

 

viene a matarnos de un susto?

 

 

 

   ¡Ay, cielo!... ¡Barbaridá!

5

 

 

de invasión precitripada,

 

 

 

si es en yegua preñada,

 

 

 

el hombre cómo vendrá!

 

 

 

 

 

 

 

   De ahí, si por suerte no pasa

 

 

 

la calor que hace al presente,

10

 

 

¿no pudiera al Presidente

 

 

 

redetírsele la grasa?

 

 

 

   Mi cielo, temo y supongo

 

 

 

que aun viniendo el viejo al paso,

 

 

 

si lo pilla algún solazo

15

 

 

se le haga aceite el mondongo.

 

 

 

 

 

 

 

   ¿Quién diablos lo habrá tentao

 

 

 

a semejante invasión,

 

 

 

estando tan barrigón

 

 

 

y de yapa abichocao?

20

 

 

   Cielito: tome un consejo,

 

 

 

señor don Justo José,

 

 

 

no se venga, mire que

 

 

 

para tal cosa está viejo.

 

 

 

 

 

 

 

   Hay gauchos en esta tierra

25

 

 

que mesmamente dan risa,

 

 

 

pero el Diretudo Urquiza

 

 

 

con sus balacas de guerra...

 

 

 

   Cielo mío, es por demás

 

 

 

de loco para esas cosas,

30

 

 

de suerte que a su amo Rosas

 

 

 

¡lejos! lo ha dejao atrás.

 

 

 

 

 

 

 

   Deje toda esa bambolla

 

 

 

"que ya voy; que de acá a un mes..."

 

 

 

véngase ya de una vez,

35

 

 

le sumiremos la bolla.

 

 

 

   Cielo, porque es de alvertir

 

 

 

que colegimos sus fines,

 

 

 

y que se pela a maquines

 

 

 

para hacerse RELEGIR.

40

 

 

 

 

 

 

   Cese pues de balaquiar,

 

 

 

véngase ya cuesta abajo

 

 

 

y evítenos el trabajo

 

 

 

de tener que irlo a buscar.

 

 

 

   Cielo, porque unas gaviotas,

45

 

 

que esta mañana han venido,

 

 

 

cuentan que se le han podrido

 

 

 

la chalana y las pelotas.

 

 

 

 

     Hechas pues las coplas anteriores, por supuesto le trajiné los doscientos al mozo infeliz, los mesmos que cabalitos se los di de limosna a los pobres de la Recoleta. 

     Después, a la cuenta mis versos llegaron a Gualeguaichú, aonde se agravió por ellos cierto Cantimpla llamao Virotica, quien, de tapao bajo el poncho de un imaginao Barriales, me truco a desvergüenzas; pero luego supe que allá en Entrerríos no había tal chimango coplero llamao Barriales, sino el mesmo Virotica, secretario y tiernísimo yerno del Diretudo, a quien no se le despega bailándole de pelao, o el pelao, que es idéntico a la gazuza.

     De juro, me calentó el manflorita con sus relinchos, y me obligó a soplarle el tapón de más abajito: y si volviese a rebuznarme, ¡ahi-juna! le prometo atracarle gallo y más gallo hasta hacerle largar un güevo morrudo y jediondo, como de terutero.

     Velay va el tapón que le prendí: con permiso del auditorio.

          

 

 

 

 

 

Retruco a virotica

 

Señor Imprentero del Nacional.

 

Buenos Aires, a 28 de abril de 1859.

 

 

 

 

 

                    

   En su gaceta, patrón,

 

        

 

por la patria hágame un cabe

 

 

 

para la viruta suave,

 

 

 

que largó a continuación

 

 

 

por toda contestación

5

 

 

al Virotica coplero

 

 

 

Barriales y Cantafiero,

 

 

 

poeta de la manada

 

 

 

que va a morder cuando invada

 

 

 

Justo Panza y Terutero.

10

 

 

ANICETO.

 

 

 

 

                                                                        

   Dice un refrán que no es mengua

 

dar ciertas contestaciones,

 

cuando para ello hay razones;

 

y, a cada bruto en su lengua.

 

 

                     

   ¡Barajo! ¡qué versería

 

          

 

puerca la del tal Barriales!

 

 

 

ahi-juna pu...! ¿en qué andurriales

 

 

 

ese bruto nacería?

 

 

 

¿Qué yegua lo pariría

5

 

 

que al pujo no reventó?

 

 

 

cuando diz que lo largó

 

 

 

¡con seis patas! y que al verlo

 

 

 

tan animal, sin lamberlo,

 

 

 

alzó el rabo y lo solfió!

10

 

 

   De ahí, cuentan que entre un maizal

 

 

 

con leche de choclo y miel

 

 

 

lo crió un gaucho de Montiel,

 

 

 

hasta prenderle el morral.

 

 

 

Entonces el animal

15

 

 

de juro se hizo maicero,

 

 

 

y después de eso afrechero

 

 

 

insaciable, hasta que al fin

 

 

 

ya es bruto grande y Rosín,

 

 

 

roncador y mashorquero.

20

 

 

   Pues, ese mesmo bagual

 

 

 

me ha salido relinchando,

 

 

 

y como contrapuntiando

 

 

 

de versista federal.

 

 

 

¡Habrase visto animal

25

 

 

más jediondo y presumido!

 

 

 

sin duda se ha persuadido

 

 

 

que saliéndome a toriar

 

 

 

yo me voy a calentar;

 

 

 

pero, sepa ese aturdido...

30

 

 

   Que a todo bruto Rosín,

 

 

 

que me hace coplas iguales

 

 

 

a las del tapao Barriales

 

 

 

le contesto a lo mastín;

 

 

 

que cuando un cuzco ruin

35

 

 

con ladridos lo torca,

 

 

 

el mastín lo desprecea,

 

 

 

y en vez de echársele encima,

 

 

 

ni le gruñe: se le arrima,

 

 

 

alza la pata y lo mea.

40

 

     Después de estos lances, volví a dejarme andar calladito, pero luego sucedió que, ahora días pasaos en compaña del señor general don VENANCIO FLORES, cayó de Entrerríos a esta ciudá una pandilla de jefes, oficiales y soldados, todos Orientales amargos y más coloraos que el fuego, que es lo mesmo que decir: Salvajes Unitarios.

     Entre los nombraos llegó también un amigo mío de todo mi cariño y confianza, como lo es el señor coronel don Fausto Aguilar, hombre que en la guerra siempre anda puntiando a vanguardia, haciéndose el desganao de peliar (con tigres, digo yo), pero que, en ofreciéndose un entrevero, es capaz de tragarse hasta de a seis teruteros a un tiempo; y que de yapa todavía se queda lambiendo por un gallo de los míos. ¡Vaya un buitre insaciable!

     De por fuerza: cuanto supe su llegada, enderecé de carrera a visitarlo, encontrándolo felizmente en su casa a eso de la oracioncita.

     Así que llegué, y que me iba colando en la sala que estaba llena de oficialada y medio escura, el coronel Fausto, que es un lince, me clavó el ojo y se me echó encima prendiéndome un abrazo a lo soldao, con el cual me hizo crujir los costillares... ¡La...pu...janza en las muñecas!

     De ahí me mandó sentar a su lao, y agarró la taba diciéndome:

     -¡Por Cristo! mi sargento Aniceto, ¡cuánto me alegro de verlo! ¿cómo le va de salú? pues desde el tiempo aquel, en que estuvimos juntos en la zapallada de Caseros, hasta hoy, nada he sabido de usté. ¿Diaónde sale, amigazo?

     -De por acá no más, amigo coronel Fausto, y va me ve algo alentao. ¿Y a usté cómo le va yendo?

     Hombre, a mí me va viniendo la gana de campo afuera, pues, como he llegao a pie, deseo y necesito pronto apretarle la cincha a cualquier Rosín de esos de por el Rosario... por más mordedor y bellaco que sea.

     -¡Ay, hijito, qué deseo tan indireuto! ¡óigale al colorao viejo!

     -Cabal: y además deseo saber ahora mesmo, amigo Aniceto, si ¡no trai el gallo de mi afición.

     -¡Adiós diablos! ya lo sentí venirse, pero no se lo traigo, porque no lo he soltao, ni ya me entretengo en eso.

     -¡Voto a Cristo! ¿Cómo es eso que ahora en la ocasión más linda y calentona se empaca y no suelta el gallo? ¿entonces en qué diablos se entretiene?

     -¡Me ando no más despacito en procura de trajinar una polla fina y linda, como para sacar cría, y entonces sí verá uste que...

     -Salga, amigo Aniceto: ¿sabelo que yo pudiera ver si usté se anda así lerdiando? es que de repente don Justo lo pille a tiro y le atraque un trajín y una polla de mi flor! ¿Oye?

     -¿De veras? ¡oh! ¿y por qué?

     Chancita: que se lo digan acá mis compañeros, y después no se encoja: ¡largue prontito el Gallo y abra el ojo! que lo primero le conviene a nuestra causa, y lo segundo a usté para salvar el cuero y acreditarse, a fin de hacer carrera linda en la milicia.

     -¡Pues no, mi alma, y que hacía yo carrera linda en la milicia largando gallos!... No diga, coronel Fausto.

     -Sí digo, sargento Aniceto; sin duda de que aquí ya sus paisanos cuando menos le habrán dao un buen cargo.

     -Pues, señor, se equivoca muy fiero, porque acá los salvajes de hoy en día no me han dao ni leche, cuando a veces la redaman sobre algunos maulas mamones, ni tampoco tengo más cargo que la gineta aquella que, después de la aición de Monte Caseros, me dio don Justo José, a quien sea del modo que fuere se la debo; pero a los unitarios de ahora no les he merecido nada, sin duda porque soy poco pretencioso, y medio cimarrón para acercármeles, cuando largan nombramientos por cargueros; pero, como por eso yo no me he de resertar de la banda en que siempre me aguanté sin agraviarme por nada, sigo y sigo defendiendo el pleito por la Patria y nada más. ¿No le parece, coronel Fausto?

     -Muy bien: y me parecerá mejor que, a pesar de lo que me ha dicho, suelte el Gallo, porque nos divierte mucho y anima a la paisanada, y en ancas porque a los mesmos teruteros les gusta, y que sólo al viejo Justo lo abomba y lo hace rabiar.

     -Eso es cuento, amigazo: ¿qué caso ha de hacer el Diretudo de mi Gallo infeliz?

     -¿Qué dice? ¿que no le hace caso? Oiga: ahora poco tiempo, cuando nos preparábamos en Entrerríos para sacarle el cuerpo a Urquiza, sabíamos por allá, de buena letra, todo el entusiasmo que había aquí entre el Porteñaje, y leíamos todos los periódicos de esta ciudá que iban chispiando contra el Viejo Soberbio, pero como no viamos ni una copla de Aniceto, medio deseconfiando decíamos: ¿cómo es esto que ahora tan luego el Gallo ha cerrao el pico? ¿si le habrá entrao moquillo, o andará juido, o si estará envaretao, o por ladiarse del todo en esta cuestión?

     -¡María Santísima! ¡qué esperanza! cuando usté sabe bien, coronel Fausto, que yo soy y seré siempre Salvaje Unitario, de opinión firme como palo a pique, y que ni el diablo me ladea. ¡Vaya, vaya, con sus dudas! ya me están haciendo calentar, no embrome.

     -Me alegro: justamente es lo que yo quiero: templarlo en su lindo y hacerlo corcoviar hasta que suelte el Gallo; y de fijo que lo suelta cuando le diga yo algo más.

     -Bueno pues, prosiga y desembucho de una vez.

     -Pues, como le iba diciendo: en esas dudas estuvimos hasta que por fortuna y casualmente yo, y acá ese compañero, nos hallamos en presencia del viejo Justo, al tiempo que un tal Bilbao acababa de hacerle la letura de un larguísimo chorizo de su mesma Gaceta (como les dice la Tribuna).

     -Y es verdad que la Tribuna así los llama a los argumentos de don Pancho el Ráculo.

     -Pues bien, ese mesmo día Urquiza tenía ya entripada la noticia de que le fallaba la alianza del Paraguay y el Brasil: y que Cafulcurá lo andaba medio embrollando; y supo también ese mesmo día temprano, que un vapor de los de acá lo había manoteao, de un barco en el Paraná, nada menos que dos mil garabinas y tres mil sables, entre los cuales le mandaban para él uno muy rumboso con vaina de plata, regalo que le venía de perilla cuando el viejo está tan escasón de armamento.

     -De por juerza: ¡con tantísimos ejércitos que tiene armaos!

     Hágase cargo, amigo Aniceto.

     -¡Pues no: barajo! ¡y cómo estaría de alunao por la falsiada de las alianzas, el manoteo del armamento atrás, de la ocurrencia de metérsele allí ese cócora de Bilbao a soplarle la longaniza o chorizo o argumento de su gaceta. ¡Barbaridá!

     -Pues, con todo eso, don Justo no se calentó fiero sino cuando, para rematar la fiesta, entró ese su secretario Virotica trayéndole fresquitos los nuevos versos de usté, y que, como despreciándolos y por gracia, se puso a lerlos medio a la oreja del viejo, que lueguito empezó a hinchar las narices y a rascarse los cuadriles, medio clavándose las uñas, hasta que a media letura reventó, pegando un bufido y diciendo: "¡Ahi-juna grandisíma pu... salvaje perro: seguí no más largando Gallos, que el día que yo te agarre, juro y prometo hacerte engrasar bien la cabeza, y después de hacértela quemar como chicharrón yo mesmo, de un revés te la he de cortar en el chiquero de los chanchos. ¡Anda, no más, pícaro piojoso!" ¿Qué le parece, amigo Aniceto?

     -¿Qué quiere que me parezca? Calentura del Vuecelencia y nada más. ¿Con qué me va a cortar nada si anda tan desarmao, y yo le tengo acá el corvo ese de los tres mil que le manotiamos? ¿con qué, repito, me puede afirmar el corte seis para descogotarme en el chiquero? con nada. Aunque ahora que viene al pelo, encuentro un cabe para facilitarle arma y quedar bien con el costitutionero.

     -Vamos a ver, ¿qué piensa hacer para desagraviarlo?

     -Nada más que soltarle un Gallo, que lleve un corvo en las patas y en la cresta la copla siguiente:

                       

   Ahí te mando, primo, el sable:

 

        

 

no va como yo quisiera,

 

 

 

del Paraguay es la vaina

 

 

 

y del Brasil la contrera;

 

 

 

los tiros son de Pa-juera,

5

 

 

aonde los perdió asustao

 

 

 

Cafulcurá que ha escapao

 

 

 

en una yegua rabona;

 

 

 

y también va una dragona

 

 

 

de chorizos de Bilbao.

10

 

 

 

     -¡Superiorazo! dijieron el coronel Fausto y sus compañeros, de quienes me despedí largándome a dormir, sin soñar con el chicharrón que quiere hacer de mi mate el golpiao Diretudo, a quien por último lo calculeo bien achicharronao con tantísimas contrariedades, chicharras y Teruteros flacones que lo rodean en el pantano que se ha metido de puro SICOFANTÁSTICO.

 

 

 

 

 

 

Carta fresca y noticiosa del Ejército del Norte

 

Campamento en Cepeda, setiembre 28 de 1859.

 

 

 

Señora doña Sinforosa Pretao.

 

 

 

 

 

                       

   Celebraré, amada esposa,

 

         

 

que esta te halle ricotona

 

 

 

y sin estar barrigona,

 

 

 

que estés siempre buena moza;

 

 

 

yo acá estoy como la rosa,

5

 

 

gracias a la Providencia,

 

 

 

aunque sintiendo la ausiencia

 

 

 

de tu amor, que es mi regalo;

 

 

 

ando de amores al palo,

 

 

 

y, ¿qué hemos de hacer? Pacencia.

10

 

 

   Con esta carta van dos

 

 

 

que te escribo esta semana,

 

 

 

pues tarde, noche y mañana,

 

 

 

a toda hora pienso en vos,

 

 

 

que este invierno sabe Dios

15

 

 

los fríos que habrás pasao,

 

 

 

a no haberte calentao,

 

 

 

como cuasi lo supongo,

 

 

 

de día con tu morrongo,

 

 

 

de noche con el pelao.

20

 

 

   Has hecho bien, Sinforosa,

 

 

 

como yo, haciendo un esfuerzo,

 

 

 

para concertarte en verso

 

 

 

esta carta cariñosa:

 

 

 

aunque lo pior de la cosa

25

 

 

es que he de verme apurao

 

 

 

para hacer tal concertao,

 

 

 

a pesar de que haré empeño

 

 

 

pero es el diablo que el sueño

 

 

 

me tiene muy atrasao.

30

 

 

   Y no pensés que el servicio

 

 

 

me esté haciendo cabeciar,

 

 

 

no es eso, es el orejiar...

 

 

 

que siempre será mi vicio:

 

 

 

así anoche, con Mauricio

35

 

 

tu primo, en una jugada

 

 

 

me pasé de trasnochada,

 

 

 

porque me sentí acertao;

 

 

 

aunque había trasnochao

 

 

 

en la anterior de avanzada.

40

 

 

   Pues, con todo, entre bostezos

 

 

 

y sin más luz que la luna,

 

 

 

sin errar carta ninguna,

 

 

 

les pelé nueve mil pesos

 

 

 

a unos mercachifles de esos

45

 

 

que, vienen de la ciudá

 

 

 

a pelarnos por acá,

 

 

 

vendiéndonos el tabaco

 

 

 

a diez pesitos el naco

 

 

 

y aventao... ¡Barbaridá!

50

 

 

   Y aquí que corre moneda,

 

 

 

como en la vida se ha visto,

 

 

 

por diez papeles, ¡qué Cristo!

 

 

 

sin pitar naides se queda:

 

 

 

pues no hay soldao que no pueda

55

 

 

hoy en nuestro campamento

 

 

 

gastar veinte, o gastar ciento,

 

 

 

divertirse y voraciar,

 

 

 

y por supuesto pagar

 

 

 

sin hacer asco al momento.

60

 

 

   Únicamente he notao

 

 

 

en nuestra gente un disgusto

 

 

 

presumiendo que a don Justo

 

 

 

el rocín se le ha empacao:

 

 

 

o que se le ha empantanao,

65

 

 

de juro, errando la senda

 

 

 

por la cual a media rienda

 

 

 

a venir se disponía

 

 

 

de un tirón, (¡y que venía!)

 

 

 

a traír la guerra tremenda.

70

 

 

   Ojalá llegue mañana:

 

 

 

de veras que lo deseamos,

 

 

 

y verá si le atracamos

 

 

 

chuza, balas y tacana,

 

 

 

pues aquí crece la gana

75

 

 

de peliar, cada vez más;

 

 

 

así, a quien te hable de paz,

 

 

 

mientras que gobierne Urquiza,

 

 

 

hasta sacarle la friza...

 

 

 

largátele por atrás.

80

 

 

   Por mí no tengas cuidao,

 

 

 

ni por naides finalmente,

 

 

 

porque, mi alma, entre esta gente

 

 

 

ni con luz se halla un morao:

 

 

 

sólo hay criollaje alentao,

85

 

 

rumboso y bien mantenido,

 

 

 

como igualmente lucido

 

 

 

a respeuto de armamento,

 

 

 

pues tenemos, y no miento,

 

 

 

el siguiente contenido:

90

 

 

   -Fusiles a Lominié,

 

 

 

garabinas fulminantes,

 

 

 

artillerías volantes

 

 

 

y de cuhete Lacongré,

 

 

 

chocho largo y fiero que

95

 

 

encienden entre un cañuto

 

 

 

veinte o treinta por minuto,

 

 

 

y como ascuas culebriando

 

 

 

¡barajo! salen matando

 

 

 

gente y pingos a lo bruto.

100

 

 

   En fin: ya el sueño me quiebra,

 

 

 

voy por eso a rematar

 

 

 

esta carta, y destapar

 

 

 

luego un porrón de giniebra,

 

 

 

al que, a tu salú, de una hebra

105

 

 

le sacaré hasta el añil;

 

 

 

y como siento al candil

 

 

 

flaquiar y hacerme chus-chus,

 

 

 

contento aparto a la luz

 

 

 

seis Loros nuevos de a MIL...

110

 

 

   Los cuales te entregará

 

 

 

don Rosendo el pagador,

 

 

 

mozo lindo y servidor

 

 

 

con la mejor voluntá:

 

 

 

él, pues, te los llevará

115

 

 

sigún me lo ha prometido;

 

 

 

así, chinita, te pido

 

 

 

que al hombre lo agasajés;

 

 

 

pero no te descuidés,

 

 

 

mira que es medio cupido.

120

 

 

   Luego, soltale las riendas

 

 

 

a tu gusto en el gastar,

 

 

 

sin dejarte trajinar

 

 

 

por los mozos de las tiendas.

 

 

 

Comprá, eso sí, lindas prendas,

125

 

 

como es y será tu flujo;

 

 

 

largale el valor al lujo,

 

 

 

y lucí tu aire de taco

 

 

 

zarandeando el miriñaco,

 

 

 

o, más bien dicho... el tapujo.

130

 

 

   Con que así, prenda adorada,

 

 

 

adiosito, que ya espicha

 

 

 

el candil, cuando por dicha

 

 

 

mi carta está terminada.

 

 

 

Mañana a la madrugada,

135

 

 

si Dios quiere, Sinforosa,

 

 

 

te escribiré cierta cosa

 

 

 

fatal que me ha sucedido...

 

 

 

al firmarme -tu marido-

 

 

 

                                Anacleto Reventosa.

 

 

 

 

 

 

 

Boletín Sicofántico

 

De noticias importantísimas

 

     Por un pájaro que en este momento acaba de llegar de Santa Fe, hemos recibido periódicos del Rosario, en los cuales se registra el curiosísimo anuncio que copiamos a continuación, y el cual aquellos periódicos lo han publicado bajo el titulo de:

 

 

 

 

 

 

La Sicofantada

 

 

 

 

 

                       

   Verso de todo tamaño y calibre:

 

         

 

ancho, angosto, largo, corto y libre.

 

 

 

 

 

 

 

Circo olímpico

 

Gran función extraordinaria para el día 1º de diciembre próximo, en celebridad del aniversario de la gloriosa revolución que en la provincia rebelde de Buenos Aires hicieron los heroicos Urquizanos en contra de los infames e ingratos demagogos, porteños sicofantas.

 

 

 

 

 

                       

   Si no amanece alunado,

 

         

 

o Sicofantás-meado,

 

 

 

el día arriba anunciado,

 

 

 

el presidente afamado

 

 

 

en la plaza del Paraná

5

 

 

al público le dará

 

 

 

una variadísima función

 

 

 

de danza y equitación,

 

 

 

a beneficio de la Invasión

 

 

 

Urqui-Sicofantiza,

10

 

 

terute-espantadiza;

 

 

 

fiesta en que Su Excelencia

 

 

 

ofrece a la concurrencia,

 

 

 

a pesar de la ausencia

 

 

 

de su querido general

15

 

 

del Ejército Confederal

 

 

 

don Geromito Costa,

 

 

 

que en figura de langosta

 

 

 

el Diretor de los diretores

 

 

 

ese día hará primores,

20

 

 

si no estuviere con dolores

 

 

 

de flato o reumatismo,

 

 

 

o sicofanticismo;

 

 

 

pues bailará en la maroma

 

 

 

la chuciada y la broma

25

 

 

de los Arreciferos,

 

 

 

voleando Teruteros:

 

 

 

y la mashorca a bordo

 

 

 

huyendo de Gorordo;

 

 

 

o sea, HORNOS y Mitre,

30

 

 

por desplumar al buitre

 

 

 

de buche extraordinario

 

 

 

que se traga la aduana del Rosario.

 

 

 

   Luego, el mismo Diretor,

 

 

 

si le dura el buen humor

35

 

 

y por gusto se le antoja,

 

 

 

bailará en la cuerda floja

 

 

 

en facha de Terutero

 

 

 

el Minué-Montonero,

 

 

 

la Resfalosa-Federala,

40

 

 

y las apreturas DEL TALA.

 

 

 

   En seguida se anuncia,

 

 

 

que presentará su renuncia

 

 

 

al Soberano Congreso,

 

 

 

mandándola entre un queso,

45

 

 

y alegando para eso

 

 

 

que se quiere retirar

 

 

 

a sicofantás-mear,

 

 

 

allá por lejanas tierras,

 

 

 

en esas grandes guerras

50

 

 

de Europa y del Oriente;

 

 

 

pues se halla (el presidente)

 

 

 

entusiasta y decidido,

 

 

 

desde que medio ha sabido

 

 

 

allá por informes confusos

55

 

 

la derrota de los Rusos:

 

 

 

por cuya consecuencia

 

 

 

suelta la presidencia,

 

 

 

largándose Su Excelencia

 

 

 

sin dar más beneficios

60

 

 

a ofrecer sus servicios

 

 

 

al emperador Nicolás.

 

 

 

   De ahí dicen más atrás,

 

 

 

que, como es tan indeciso

 

 

 

Su Excelencia, de improviso

65

 

 

tomó otra resolución

 

 

 

y cambió de opinión

 

 

 

al saber poco después

 

 

 

la muerte del mariscal francés

 

 

 

general del Ejército Aliado:

70

 

 

cosa que don Justo ha lamentado

 

 

 

y por la que ha determinado

 

 

 

irse en yegua por tierra

 

 

 

a Francia y a Ingalaterra;

 

 

 

cierto que desde allí se sopla 

75

 

 

al trote en Costantinopla,

 

 

 

desde que lo lleva el afán.

 

 

 

de empeñarse con el Sultán

 

 

 

para que le den el grado

 

 

 

del generalísimo finado.

80

 

 

   Antes, para todo esto

 

 

 

renunciará, por supuesto,

 

 

 

a sus justas pretensiones

 

 

 

de humillar a los bribones

 

 

 

porteños Sicofantones,

85

 

 

desde que tiene aspiraciones

 

 

 

de concluir heroicamente

 

 

 

en la gran cuestión de Oriente

 

 

 

con todo Ruso viviente!

 

 

 

como que se morirán de susto

90

 

 

al saber que allá va don Justo,

 

 

 

llevando para ese fin

 

 

 

a su general Crespín,

 

 

 

acollarado a su mastín

 

 

 

Purvis, el Cancervero,

95

 

 

para soltarlos en algún entrevero:

 

 

 

y ofrece al mundo entero

 

 

 

el Presidente terutero

 

 

 

que por el siete de enero

 

 

 

próximo venidero,

100

 

 

antes de entrarse el sol,

 

 

 

como chuparse un caracol

 

 

 

se tomará a Sebastopol,

 

 

 

a Cronstad y hasta el Mogol,

 

 

 

si lo mandaren atacar,

105

 

 

aunque se tenga que tragar

 

 

 

al Peñón de Gibraltar...

 

 

 

para tener la gloria de triunfar

 

 

 

¡a sangre y fuego!

 

 

 

y de venirse luego

110

 

 

sin más tardar,

 

 

 

a Buenos Aires a sicofantear,

 

 

 

y de a pie o de a caballo

 

 

 

torcerle el pescuezo al Gallo.

 

 

 

 

 

 

 

¡QUÉ BARDARIDÁ!

115

 

 

¡LA CASACA POR DONDE LE DA!

 

 

 

 

 

 

 

AL 25 DE MAYO DE 1810

ALVERTENCIA

Recuerdos que de las glorias de la patria hicieron los gauchos argentino Chano y Contreras en las trincheras de Montevideo el 25 de mayo de 1844.

                           

   Que los españoles luchos

 

         

 

no se quieran agraviar

 

 

 

oyéndonos renombrar

 

 

 

maturrangos y matuchos:

 

 

 

porque, cuando los gauchos

5

 

 

por la patria combatían

 

 

 

esos nombres les ponían,

 

 

 

a los que no eran jinetes,

 

 

 

y a un corcovo de los fletes

 

 

 

por las orejas salían.

10

 

 

 

 

 

(CONTRERAS recibiendo a CHANO en el palenque, la mañana del 25 de mayo.)

 

 

 

 

 

 

   Óiganle a Chano el versista:

 

 

 

velay está, mirenló:

 

 

 

¿diaónde sale, paisanazo,

 

 

 

tan garifo? y de armador

 

 

 

de 25 de Mayo,

15

 

 

celeste y blanco...

 

 

CHANO

                               ...¡Pues no!

 

 

 

lo lindo es para lucirlo:

 

 

 

¿cómo está, señó Ramón?

 

 

CONTRERAS

   Ya lo ve, amigo, alentao,

 

 

 

sin novedá la menor.

20

 

 

¿Qué hace, pues, que no se apea?

 

 

 

¿O no le da compasión

 

 

 

estarle oprimiendo el lomo

 

 

 

a su picazo flacón?

 

 

CHANO

   Pues, mire que de mi hacienda

25

 

 

éste es el pingo mejor,

 

 

 

y el único que reservo

 

 

 

para algún lance de honor,

 

 

 

y no se le haga tan ruin

 

 

 

por verlo así delgadón,

30

 

 

pues cuando le cierro piernas,

 

 

 

aunque atropelle a un cañón,

 

 

 

este flete en la rompida

 

 

 

es como una exhalación.

 

 

CONTRERAS

   ¡Ah, Chano, si ha de morir

35

 

 

siempre facilitador!

 

 

 

miren, pues, de qué sotreta

 

 

 

dice que es un volador;

 

 

 

pero, ¿diaónde diablos sale?

 

 

 

déjese cair por favor.

40

 

CHANO

   Aguarde, no me apresure;

 

 

 

que vengo medio alegrón

 

 

 

de resultas de que anoche

 

 

 

nos metimos en calor,

 

 

 

y en el cuartel nos cruzamos,

45

 

 

yo y el sargento Veloz,

 

 

 

contra dos mozos de ajuera,

 

 

 

a jugar un truquiflor;

 

 

 

en el cual últimamente

 

 

 

nos pelaron a los dos,

50

 

 

después de estar orejiando

 

 

 

hasta que el candil dentró

 

 

 

a relampaguiar menudo:

 

 

 

y tanto se enflaqueció

 

 

 

que, al echarle un ¡vale cuatro!

55

 

 

a uno que me retr

 

 

 

hasta la mecha del grito

 

 

 

¡a la gran... pu...nta saltó!

 

 

 

   Al fin, en esos primores

 

 

 

la noche se nos pasó;

60

 

 

y hoy a la madrugadita,

 

 

 

cuando el lucero apuntó,

 

 

 

el corneta de la escolta

 

 

 

tan de una vez se florió

 

 

 

en la diana, que del todo

65

 

 

el sueño se me ahuyentó;

 

 

 

de manera que ensillé,

 

 

 

y apenas medio aclaró,

 

 

 

cantando y al trotecito

 

 

 

vine a dar por el Cordón

70

 

 

a un rancho, en donde acostumbro

 

 

 

caír a explicar mi dolor,

 

 

 

y luego hacerme el morrongo

 

 

 

si se ofrece la ocasión.

 

 

CONTRERAS

   ¡Ah, gaucho! ¡Si será el diablo!

75

 

 

¡y tan viejo, veanló!

 

 

 

pero, siempre trajinista

 

 

 

y vasallo del amor.

 

 

CHANO

   Cabal, amigo: ¿qué quiere?

 

 

 

no he perdido la afición.

80

 

 

De balde ya en los fandangos

 

 

 

me duermo en cualquier rincón;

 

 

 

no reculo... pero... atienda:

 

 

 

¿sabe lo que me pasó

 

 

 

con su hermano hoy tempranito?

85

 

 

Ahí me salió en el Cordón;

 

 

 

(¡ah, muchacho busca vida!)

 

 

 

ni sé como me vichó

 

 

 

al pasar por una esquina

 

 

 

el caso es que me salió,

90

 

 

y atajándome de golpe

 

 

 

al estribo me alcanzó

 

 

 

un vaso con la mañana,

 

 

 

y en ancas un cimarrón.

 

 

 

   Luego, quiso entretenerme;

95

 

 

pero yo le dije, no:

 

 

 

que hoy es día VEINTICINCO,

 

 

 

y antes que despunte el sol

 

 

 

me voy a lo de Contreras

 

 

 

a pegarle un madrugón...

100

 

 

a pesar que por desdicha

 

 

 

hoy me encuentro, ¡de mi flor!

 

 

 

cortao hasta lo infinito

 

 

 

así, tengo precisión

 

 

 

de irme a campiar unos medios

105

 

 

para largarle el valor:

 

 

 

y aunque no tengo más prendas

 

 

 

de valer que este fiador,

 

 

 

hecho como está a la vista

 

 

 

de trenza resuperior,

110

 

 

puede que por él encuentre

 

 

 

quien me largue un patacón.

 

 

 

   Al decir esto, de veras,

 

 

 

su hermano se me enojó,

 

 

 

y arremangándose el poncho

115

 

 

desprendió del tirador

 

 

 

cuatro pares de botones,

 

 

 

y ya me los aflojó:

 

 

 

de juro, poniendomé

 

 

 

en la juerte obligación

120

 

 

de tomarlos; pero ¡cuándo!...

 

 

 

solamente tomé dos,

 

 

 

quedándole agradecido;

 

 

 

de manera que me armó:

 

 

 

y lo que me vi platudo,

125

 

 

cogí en el mesmo Cordón

 

 

 

y compré... velay, giniebra.

 

 

 

Tome, que vengo de humor

 

 

 

de divertirme a su lao

 

 

 

y afirmármele al fogón,

130

 

 

para desechar si puedo

 

 

 

las penas del corazón.

 

 

CONTRERAS

   Me gusta, amigo, apiesé;

 

 

 

echará un verde... Trifón,

 

 

 

poné agua al fuego a la juria.

135

 

 

     . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

   Entonces Chano se apió,

 

 

 

y sacando el cojinillo

 

 

 

la cincha medio aflojó

 

 

 

luego al pingo rienda arriba

140

 

 

y maniado lo dejó

 

 

 

junto al palenque, y después

 

 

 

a la cocina dentró:

 

 

 

sentose, cruzó las piernas,

 

 

 

y así que se acomodó,

145

 

 

recorriendo el pensamiento

 

 

 

de esta suerte se explicó:

 

 

CHANO

   Pues, desde anoche, paisano,

 

 

 

hice mi resolución

 

 

 

para pegarle este albazo,

150

 

 

y como hay satisfaición

 

 

 

esta limeta compré

 

 

 

de giniebra superior,

 

 

 

la cual del todo debemos

 

 

 

apurarla entre los dos

155

 

 

a salú del Veinticinco

 

 

 

de nuestra revolución.

 

 

 

Con que así, afirmeselé...

 

 

 

¡ahora, aparcero Ramón,

 

 

 

que principian los repiques,

160

 

 

y las salvas!... ¡Bro... co...tón!

 

 

 

   Oiga las musiquerías

 

 

 

y las dianas, ¡qué primor!

 

 

 

y... ¡vea, qué cosa linda!

 

 

 

ya empieza a nacer el sol

165

 

 

que en mil ochocientos diez

 

 

 

a esta mesma hora alumbró

 

 

 

a nuestra patria querida,

 

 

 

¡libre del yugo español!...

 

 

 

¡Ah, patria de aquel entonces,

170

 

 

quién te mira y quién te vio!

 

 

 

     . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

   Aquí Chano contristao

 

 

 

lagrimiando se agachó.

 

 

CONTRERAS

   ¡Voto-alante! No se aflija,

175

 

 

¿qué quiere hacerle al dolor?

 

 

 

Vamos sufriendo, paisano,

 

 

 

de la desdicha el rigor

 

 

 

hasta gozar algún día,

 

 

 

si nos da vida el Señor...

180

 

CHANO

   ¿Algún día?... ¡qué esperanza!

 

 

 

lo mesmo decía yo

 

 

 

cuando entonces sacudimos

 

 

 

el yugo del Español;

 

 

 

pero hoy, cuasi nada espero

185

 

 

al ver, amigo Ramón,

 

 

 

que con tanto prometernos

 

 

 

libertá, organización,

 

 

 

paz, abundancia y primores,

 

 

 

nuestra triste situación

190

 

 

le da tres rayas afiera

 

 

 

al tiempo de la opresión,

 

 

 

o más bien del rey de España,

 

 

 

cuando de patriota yo

 

 

 

abandoné hasta mis hijos

195

 

 

y el fruto de mi sudor,

 

 

 

por dedicarle a la patria

 

 

 

alma, vida y corazón.

 

 

 

   Ya sabe; de veintiocho años

 

 

 

me le agaché al pericón,

200

 

 

y llevo ya ¡treinta y cuatro!

 

 

 

sin desprenderme el latón;

 

 

 

de manera que a la fecha

 

 

 

me aprietan sesenta y dos,

 

 

 

y atrás de la patria vieja

205

 

 

sigo meniando talón,

 

 

 

y más que gaucho he de ser

 

 

 

si me llega el mancarrón.

 

 

 

   Así mesmo, no desmayo

 

 

 

del todo en la situación;

210

 

 

pero, eso sí, en tanto afán

 

 

 

me voy volviendo terrón,

 

 

 

sin que desde aquella patria

 

 

 

hasta esta haiga visto yo

 

 

 

más libertá, ni sosiego,

215

 

 

ni porvenir, que un montón

 

 

 

de ruinas y desengaños,

 

 

 

falsedades, desunión,

 

 

 

rivalidades, embrollas,

 

 

 

manoteos y ambición

220

 

 

de mandarnos como a brutos:

 

 

 

y luego por conclusión

 

 

 

verme como yo me encuentro

 

 

 

en la presente ocasión,

 

 

 

reducido a la miseria...

225

 

 

pues todos mis bienes son

 

 

 

tener el cuero ojalao,

 

 

 

y ese triste mancarrón,

 

 

 

este cuchillo envenao

 

 

 

y mi aperito cantor.

230

 

CONTRERAS

   Es triste cosa, en verdá,

 

 

 

y de igual suerte ando yo,

 

 

 

pero esto poco me aflige:

 

 

 

otro es, amigo, el dolor

 

 

 

que hasta el alma me lastima...

235

 

 

ya se hará el cargo.

 

 

CHANO

                                ¡Pues no!

 

 

 

colijo, amigo Contreras,

 

 

 

de que su pena mayor

 

 

 

es contemplar nuestra tierra

 

 

 

humillada a un saltiador

240

 

 

como Rosas, por el cual

 

 

 

estamos, matandonós

 

 

 

entre amigos y paisanos

 

 

 

que un mesmo techo cubrió

 

 

 

así es que de mis pesares

245

 

 

también éste es el mayor.

 

 

CONTRERAS

   Pues, de semejante diablo

 

 

 

vamos olvidandonós,

 

 

 

por ser día de la patria,

 

 

 

más digno de hacer mención

250

 

 

de los triunfos de aquel tiempo

 

 

 

que de un gaucho fanfarrón.

 

 

 

¿No es verdá, aparcero viejo?

 

 

CHANO

   Cabal, amigo, ésas son,

 

 

 

dígole con evidencia,

255

 

 

las miras de mi intención:

 

 

 

y siendo así, de esas glorias

 

 

 

le hará una recordación,

 

 

 

la mesma en que mis relatos

 

 

 

no irán a la perfeción,

260

 

 

por algunas omisiones

 

 

 

que haré sin mala intención;

 

 

 

pues, para hacerle al presente

 

 

 

completa mi relación,

 

 

 

no me asiste la memoria

265

 

 

ni me ayuda la expresión.

 

 

CONTRERAS

   ¡Ah, Chano, si en los preludios

 

 

 

de cualquier conversación

 

 

 

demuestra hasta lo infinito

 

 

 

de su saber y razón!...

270

 

 

   Velay mate, y... larguesé,

 

 

 

que ya tengo comezón

 

 

 

de oírle contar las campañas

 

 

 

y guerras en que se halló,

 

 

 

y que me diga, al principio

275

 

 

cuando la patria se alzó,

 

 

 

quiénes hicieron la punta.

 

 

CHANO

   Me acuerdo de eso. Oigaló

 

 

 

La patria del año diez

 

 

 

en Buenos Aires se armó,

280

 

 

por Savedra, por Castelli,

 

 

 

Rodríguez, Peña, Viamón,

 

 

 

Vieites, Chiclana, Díaz Vélez,

 

 

 

(escuche con atención)

 

 

 

Larrea, Frenches, Moreno,

285

 

 

Beruti, Pasos, ¡ay, Dios!

 

 

 

y mi general BELGRANO,

 

 

 

¡de quien cuando hacen mención

 

 

 

hasta los Pampas tributan

 

 

 

respeto y veneración!...

290

 

 

   Velay, paisano Contreras,

 

 

 

los nombres en relación

 

 

 

de los primeros patriotas

 

 

 

de nuestra revolución.

 

 

 

   Ellos hicieron con gloria

295

 

 

flamiar el primer pendón

 

 

 

celeste y blanco, que un día

 

 

 

al aire se desplegó

 

 

 

en la heroica Buenos Aires,

 

 

 

cuando el virrey español

300

 

 

al grito de esos valientes

 

 

 

la altiva frente agachó,

 

 

 

y con su audencia y sus leyes

 

 

 

a los infiernos guasquió...

 

 

 

En el istante después

305

 

 

de aquella revolución,

 

 

 

toda la provincia el grito

 

 

 

de libertá segundó,

 

 

 

y el gauchaje voluntario

 

 

 

a las armas acudió.

310

 

 

   Por supuesto, yo hice punta,

 

 

 

saliendo en la expedición

 

 

 

con el general Balcarce,

 

 

 

cuando al Perú enderezó

 

 

 

a peliar con los Gallegos.

315

 

 

¡Ah, tiempo de bendición!

 

 

 

   Pasamos por las provincias

 

 

 

llenos de sastifación,

 

 

 

y hasta Suipacha subimos

 

 

 

sin mayor oposición:

320

 

 

pero allí... ¡la pu... cha y truco!

 

 

 

de golpe nos embistió

 

 

 

fiero la maturrangada

 

 

 

del ejército español;

 

 

 

¡ahi-juna, y la sujetamos

325

 

 

por la primer ocasión!

 

 

CONTRERAS

   ¡Ah, gauchos americanos!

 

 

 

qué poder les resistió

 

 

 

cuando a peliar por la patria

 

 

 

el criollaje se juntó!

330

 

 

¡y que no la sujetaban!

 

 

 

Traiga, Chano, por favor,

 

 

 

alcánceme la limeta,

 

 

 

le daré un beso...

 

 

CHANO

                               ¡Pues no!

 

 

 

velay, tome, peguelé,

335

 

 

y atienda... Pues, sí, señor:

 

 

 

en ese día en Suipacha

 

 

 

la patria se revolcó

 

 

 

a un ejército rialista,

 

 

 

y allí mesmo tremoló

340

 

 

esa bandera que tiene

 

 

 

dorado en su centro un sol.

 

 

 

   Luego que venció en Suipacha

 

 

 

nuestro ejército, marchó

 

 

 

por esos cerros tremendos

345

 

 

del Perú, y atravesó

 

 

 

sembrando la libertá

 

 

 

en todo cuanto abrazó

 

 

 

pero, como era morrudo

 

 

 

el poder del Español,

350

 

 

¡cuándo lo hacía flaquiar

 

 

 

una redota ni dos!

 

 

 

Así es que un tal Goyo-Neche

 

 

 

caliente nos aguardó,

 

 

 

y allá en el Desaguadero

355

 

 

de firme se nos paró

 

 

 

con doble sarracenada,

 

 

 

y otra vez nos atacó.

 

 

 

   Al principio le aguantamos,

 

 

 

pero luego nos largó

360

 

 

toda la maturrangada,

 

 

 

¡ah, Cristo! y nos trajinó.

 

 

 

Dimos güelta, por supuesto,

 

 

 

apuraos y en dispersión,

 

 

 

y atrás de nosotros toda

365

 

 

la armada se descolgó,

 

 

 

y hasta llegar a Humaguaca

 

 

 

medio al trote nos arrió.

 

 

CONTRERAS

   ¡La pujanza, el Goyo-Leche,

 

 

 

que sería apretador!

370

 

CHANO

   ¡Qué leche, ni qué botijas!...

 

 

 

Goyo-Neche, dije yo:

 

 

 

y era ¡un duro! mesmamente;

 

 

 

pero luego se ablandó,

 

 

 

junto con un tal Tristán

375

 

 

que vino y se le ayuntó,

 

 

 

hasta que la patria al cabo

 

 

 

a entreambos los revolcó.

 

 

CONTRERAS

   ¿Ahora salimos con ésa?

 

 

 

ya lo maliciaba yo:

380

 

 

porque acá con Vigoder

 

 

 

un caso igual sucedió,

 

 

 

cuando quiso endurecer,

 

 

 

y en esta plaza aguantó

 

 

 

veintidós meses de sitio

385

 

 

que la patria lo atracó;

 

 

 

pero, amigo, estuvo al palo,

 

 

 

hasta que se adelgazó

 

 

 

tan fiero la soldadesca,

 

 

 

que como una arpa salió

390

 

 

solo una mitá, que la otra

 

 

 

¡ni la osamenta llevó!

 

 

CHANO

   Pues, como le iba diciendo,

 

 

 

ese Tristán avanzó,

 

 

 

y como venía engreído

395

 

 

todo lo facilitó.

 

 

 

   Por ese tiempo Belgrano

 

 

 

a esos parajes cayó

 

 

 

y al general don Balcarce

 

 

 

del mando lo relevó,

400

 

 

y de ahí Belgrano en su lindo

 

 

 

la retirada emprendió

 

 

 

con el ejército nuestro,

 

 

 

y a retaguardia dejó

 

 

 

al comendante Balcarce,

405

 

 

su tocayo don Ramón,

 

 

 

que un día que la vanguardia

 

 

 

de los Godos lo apuró

 

 

 

en el río de las Piedras,

 

 

 

¡ah, hijito! se le agachó

410

 

 

y en una media angostura

 

 

 

el guano me les sacó:

 

 

 

porque, con sangre en el ojo

 

 

 

todo bicho allí pelió.

 

 

 

¡Qué sabliada a los Matuchos

415

 

 

medio se les arrugó

 

 

 

allí! pero don Tristán,

 

 

 

godo viejo barrigón,

 

 

 

y que traíba punto grande

 

 

 

de soldados ¡de mi flor!

420

 

 

no hizo alto, y al Tucumán

 

 

 

echando espuma embistió.

 

 

 

   Allí el ejército nuestro

 

 

 

medio en apuros se vio,

 

 

 

y la patria con nosotros

425

 

 

por cuasi nada rodó

 

 

 

en un aujero terrible,

 

 

 

y a todos nos apretó.

 

 

 

   Pero el día veinticuatro

 

 

 

de setiembre amaneció,

430

 

 

y cuando, el viejo Tristán

 

 

 

mas a la fija creyó

 

 

 

voltiarnos de una cornada,

 

 

 

la aspa en el suelo clavó:

 

 

 

siendo el caso que Tristán

435

 

 

ni la saliva tragó,

 

 

 

en cuanto Belgrano dijo

 

 

 

a su frente: ¡aquí estoy yo,

 

 

 

y están los Americanos!

 

 

 

¡ahora verás, fanfarrón!

440

 

 

¡si duebla la libertá

 

 

 

su cuello al yugo opresor!

 

 

 

y ahí no más en seguidita

 

 

 

la violinada empezó:

 

 

 

de suerte y conformidá

445

 

 

que, el primer atropellón

 

 

 

que les pegamos, Tristán

 

 

 

fue el primero que emplumó

 

 

 

charquiando con las dos manos,

 

 

 

y a rienda suelta salió

450

 

 

taloniando a los infiernos,

 

 

 

y con el susto arrumbó

 

 

 

las armas, los estandartes

 

 

 

y cargas de munición,

 

 

 

sus soldaos, su pesería,

455

 

 

sus cacharpas y el bastón.

 

 

 

   Belgrano luego de atrás

 

 

 

cortito me lo sacó,

 

 

 

y al conocerlo asustao

 

 

 

como a pleito lo siguió

460

 

 

hasta Salta, pues allí.

 

 

 

recién Tristán sujetó:

 

 

 

porque el virrey a la juria

 

 

 

de nuevo lo reforzó

 

 

 

con otro ejército lindo...

465

 

 

que alá mesmo se lo fundió:

 

 

 

pues si en Tucumán Belgrano

 

 

 

de un golpe lo atolondró,

 

 

 

en Salta le dio un repaso

 

 

 

y ya lo redomonió;

470

 

 

de manera que a su gusto

 

 

 

mansito lo manosió.

 

 

 

   ¡Día 20 de Febrero!

 

 

 

la luz de tu mesmo sol

 

 

 

allá en el valle de Salta

475

 

 

y acá en el de Ituzaingó,

 

 

 

¡triunfar a nuestros patriotas

 

 

 

de dos monarcas miró!

 

 

 

   En ochocientos catorce

 

 

 

la patria en Salta venció

480

 

 

de suerte la más heroica

 

 

 

que en nuestras guerras se vio,

 

 

 

y a los trece años después,

 

 

 

también en Ituzaingó

 

 

 

la República Oriental

485

 

 

su independencia afianzó;

 

 

 

y de los mesmos guerreros

 

 

 

la sangre se redamó

 

 

 

aquí y allá, porque entonces

 

 

 

¡todo era patria y unión!...

490

 

 

¡Ah, tiempo aquel! Pero en fin,

 

 

 

y volviendo a lo anterior,

 

 

 

Tristán en Salta ese día

 

 

 

a peliar se resolvió;

 

 

 

y ¡viese los batallones

495

 

 

que allí nos desenvainó!...

 

 

 

pero el ejército nuestro

 

 

 

tampoco le reculó.

 

 

 

   ¡Ah, soldaos los de ese tiempo!

 

 

 

¡qué oficialada de honor!

500

 

 

de mi general Rodríguez

 

 

 

hasta ahora recuerdo yo

 

 

 

lo nobleza y la bravura

 

 

 

con que ese día pelió,

 

 

 

lo mesmo que don Díaz-Vélez,

505

 

 

quien de general mayor

 

 

 

tuvo el cargo en ese día,

 

 

 

y en cuanto se presentó

 

 

 

fue el primero a quien un chumbo

 

 

 

del pingo lo solivió;

510

 

 

luego al terne Lamadrí

 

 

 

otra bala lo ojaló,

 

 

 

pero así mesmo aujeriaos,

 

 

 

chorriando sangre los dos,

 

 

 

desde el principio hasta el fin

515

 

 

peliaron duro en la aición.

 

 

 

   Así un comendante Luna

 

 

 

allí también se florió

 

 

 

mandando la artillería

 

 

 

¡pu...cha, el hombre acertador!

520

 

 

lo menos cincuenta bochas

 

 

 

seguidas les embutió

 

 

 

en medio de las colunas

 

 

 

del ejército español.

 

 

 

¿Y un comendante Zuperi,

525

 

 

valenciano de nación?

 

 

 

gusto daba el verlo a ese hombre

 

 

 

mandar una volución,

 

 

 

tan sereno y tan valiente

 

 

 

en el apuro mayor.

530

 

 

   Pero el más bravo oficial

 

 

 

que en el mundo he visto yo,

 

 

 

era un Oriental llamao

 

 

 

Benito Álvarez, la flor

 

 

 

de todos los Orientales,

535

 

 

¡ah, mozo guapo! ¡era un lión!

 

 

 

y hombre que facilitaba

 

 

 

la dificultá mayor;

 

 

 

y el cual desgraciadamente

 

 

 

en Vilcapujió murió...

540

 

 

¡triste suerte! pero, al cabo

 

 

 

en su oficio sucumbió.

 

 

 

   Pues, como le iba diciendo

 

 

 

a respeto de la aición,

 

 

 

con las tropas del virrey

545

 

 

en Salta se reforzó

 

 

 

   Tristán, y allí a los patriotas

 

 

 

tragarnos vivos creyó;

 

 

 

pero el hombre fieramente

 

 

 

de nuevo se equivocó,

550

 

 

porque luego que Belgrano

 

 

 

la batalla le formó

 

 

 

con los criollos, como al paro

 

 

 

de firme se le agachó,

 

 

 

y a cargas de todas layas

555

 

 

lueguito lo atolondró.

 

 

 

¡Qué peliar de banda a banda!

 

 

 

¡viera, paisano Ramón,

 

 

 

la resistencia que hacía

 

 

 

el ejército español!

560

 

 

hasta que muy apurao

 

 

 

pidió capitulación

 

 

 

no sé con qué condiciones,

 

 

 

que Belgrano no almitió;

 

 

 

porque todos nuestros jefes

565

 

 

decididos a una voz

 

 

 

resolvieron allí mesmo

 

 

 

rendirlos a discreción:

 

 

 

y entonces Martín Rodríguez,

 

 

 

que también fue de opinión

570

 

 

de rendirlos a sablazos,

 

 

 

a degüello les tocó,

 

 

 

y a juerza de bala y corvo

 

 

 

en la plaza arrinconó.

 

 

 

desde el famoso Tristán

575

 

 

hasta el último tambor.

 

 

 

   ¡Qué manguiada soberana

 

 

 

allí los amontonó!

 

 

 

y en seguidita al Cabildo

 

 

 

Martín Rodríguez subió

580

 

 

y en la punta de la torre

 

 

 

triunfadora les plantó

 

 

 

la bandera de la Patria,

 

 

 

y tres ¡vivas! lo pegó.

 

 

 

   ¡Ah, patria! las dos seguidas

585

 

 

al viejo Tristán le echó,

 

 

 

una en Tucumán en puertas

 

 

 

y otra en Salta trascartón.

 

 

 

   De resultas de ese triunfo

 

 

 

en nuestro poder quedó

590

 

 

prisionero todo junto

 

 

 

el ejército español:

 

 

 

el mesmo que al otro día

 

 

 

en destilada salió

 

 

 

a un lugar que desde entonces

595

 

 

se llama el Campo de honor,

 

 

 

y al pie de nuestras banderas

 

 

 

vieron todos como yo,

 

 

 

que, desde el guapo Tristán

 

 

 

hasta el último tambor,

600

 

 

a la bandera Argentina

 

 

 

uno por uno rindió

 

 

 

las armas del rey Fernando;

 

 

 

¿Qué dice, amigo Ramón?

 

 

CONTRERAS

   Digo que Tristán ¡ay-juna!

605

 

 

a la cuenta se escapó

 

 

 

con las bolas que Belgrano

 

 

 

en Tucumán le prendió,

 

 

 

y hasta Salta echando diablos

 

 

 

relinchando disparó;

610

 

 

pero que MARTÍN RODRÍGUEZ

 

 

 

allí otro par le largó,

 

 

 

¡ah, gaucho! y en ese tiro

 

 

 

de firme se las ató.

 

 

 

   ¡Qué vitoria! Mire, amigo,

615

 

 

se me ensancha el corazón

 

 

 

al recordar esos tiempos,

 

 

 

pues también anduve yo

 

 

 

en las guerras de esta Banda

 

 

 

cuando la patria triunfó:

620

 

 

¡ah, Orientales los de entonces!

 

 

 

¡ah, mi coronel Rondó!

 

 

 

Rivera, Pérez, y Vázquez,

 

 

 

Quinteros, y una porción

 

 

 

que hoy se miran...

 

 

CHANO

                                  ... En el suelo:

625

 

 

mire, ahí se le redamó

 

 

 

la giniebra, ¿voto a cristas!

 

 

CONTRERAS

   ¡Barajo! ya me atajó

 

 

 

por la limeta...

 

 

CHANO

                             ... ¡Pues no!

 

 

 

y vea, amigo Contreras,

630

 

 

si tiene agua la caldera,

 

 

 

pues, acá traigo, velay,

 

 

 

tome... que es del Paraguay.

 

 

CONTRERAS

   ¡Mirá! ¿Diaónde ha trajinao?

 

 

CHANO

   ¡Qué! ¡si me había olvidao

635

 

 

que traíba esta cebadura!

 

 

 

y ahora que el vicio me apura

 

 

 

recién vengo a recordar

 

 

 

después de cimarroniar

 

 

 

a su costa y grandemente.

640

 

CONTRERAS

   Pero al cabo, redepente

 

 

 

larga usté su paraguaya;

 

 

 

y tan luego de esa laya

 

 

 

es mi deleite el tomar;

 

 

 

pues aprendí a yerbatiar

645

 

 

por allá cuando subimos...

 

 

 

y con Belgrano anduvimos

 

 

 

primero que usté, tal vez;

 

 

 

¡pues no! ¡si en el año diez,

 

 

 

él mandó esa expedición,

650

 

 

cuando en la revolución

 

 

 

el Paraguay se hizo a un lao!

 

 

CHANO

   Mesmo: que estuvo empacao,

 

 

 

y lo fueron a peliar,

 

 

 

con miras de hacerlo entrar

655

 

 

por juerza o de buena gana.

 

 

CONTRERAS

   Ansí es, pero lechiguana

 

 

 

más grande que ésa no he visto.

 

 

 

Los peliamos, pero ¡ah, Cristo!

 

 

 

cuasi clavé la aspa allí;

660

 

 

¡viese, amigo, el camuatí

 

 

 

que el Paraguay nos largó!

 

 

 

cuasi, cuasi nos fundió.

 

 

 

   Tuvimos pues que volver,

 

 

 

y ya empecé a padecer,

665

 

 

porque yo caí prisionero,

 

 

 

y con otros compañeros

 

 

 

de allá nos enderezaron

 

 

 

acá, a unos barcos armaos,

 

 

 

aonde medio maltrataos

670

 

 

nos tuvieron los matuchos

 

 

 

   Allí vino entre otros muchos

 

 

 

el paisano Estanislao

 

 

 

López, aquel afamao

 

 

 

que era cabo solamente,

675

 

 

pero mozo muy valiente

 

 

 

y muy aparcero mío;

 

 

 

tal, que en este mesmo río

 

 

 

una noche nos alzamos

 

 

 

y al agua nos azotamos

680

 

CONTRERAS

   ¡Ahi-juna! ¡Barbaridá!

 

 

CHANO

   Pero con felicidá:

 

 

 

porque a la costa salimos,

 

 

 

aonde al momento supimos

 

 

 

que se hallaban los patriotas

685

 

 

poniéndose acá las botas.

 

 

 

   De ahí nos fuimos al Cerrito.

 

 

 

y allí topamos lueguito

 

 

 

con el coronel Rondó,

 

 

 

que a gusto nos destinó

690

 

 

a su cuerpo de Dragones,

 

 

 

o más bien diré de ¡Liones!

 

 

 

aunque es mala comparancia,

 

 

 

pero digo esa jatancia

 

 

 

porque serví en la primera

695

 

 

del comendante Ortiguera.

 

 

CHANO

   ¡Ah, regimiento alentao!

 

 

CONTRERAS

   Era, amigo, ¡desalmao!

 

 

 

valeroso y ternejal:

 

 

 

todo gauchaje Oriental,

700

 

 

y muy capaz ¡voto-alante!

 

 

 

de llevarse por delante

 

 

 

al infierno, diablo y todo.

 

 

 

Y si no, escuche del modo

 

 

 

que se portó cierto día:

705

 

 

¡gente amarga, Virgen mía!

 

 

 

permítame su atención.

 

 

CHANO

   Lárguese, señó Ramón.

 

 

CONTRERAS

   Una mañana, no sé

 

 

 

de fijo que día fue,

710

 

 

acá en la Banda Oriental

 

 

 

en el ombú de Grandal,

 

 

 

salió todo mi escuadrón

 

 

 

a toparse de intención

 

 

 

con trescientos maturrangos,

715

 

 

con los cuales los chimangos

 

 

 

se dieron una panzada.

 

 

 

   Pues, mire: era duplicada

 

 

 

la juerza de los matuchos,

 

 

 

y así mesmo, dos cartuchos

720

 

 

no les dejamos quemar;

 

 

 

porque, al mandarnos cargar,

 

 

 

en la primera pechada

 

 

 

se envolvió la gallegada,

 

 

 

y en cuanto remolinió,

725

 

 

ni el p...ito se les oyó...

 

 

 

Ahora, ¡vea si sería

 

 

 

sabliada la de ese día!

 

 

 

   Entre los hachazos fieros

 

 

 

que dieron los compañeros,

730

 

 

hubo uno ¡barbaridá!

 

 

 

si peligra la verdá.

 

 

 

   Ello es que en el entrevero

 

 

 

un Dragón, mozo coquero,

 

 

 

se estrelló con un soldao

735

 

 

español muy alentao;

 

 

 

y al llevarlo por delante,

 

 

 

como el de Uropa era infante

 

 

 

le hizo no sé qué gambeta,

 

 

 

y el fusil y bayoneta

740

 

 

le largó con cuerpo y todo.

 

 

 

   El Dragón, del mesmo modo,

 

 

 

que era alarife y jinete,

 

 

 

le sentó en su lindo el flete,

 

 

 

y en la asidera del lazo

745

 

 

recibió el bayonetazo;

 

 

 

y en cuanto le mezquinó

 

 

 

el cuerpo, ya le afirmó

 

 

 

el corte dos: pero, amigo,

 

 

 

chispió el sable, ¡pucha, digo!

750

 

 

lo mesmo que pedernal,

 

 

 

¡ah, mozo! y era oriental

 

 

 

pues del golpe, crealó,

 

 

 

por la mitá le trozó

 

 

 

cañón y todo al fusil,

755

 

 

y en ancas hasta el cuadril

 

 

 

al matucho le aujerió.

 

 

CHANO

   ¡La purísima, qué lance!

 

 

 

bien haiga el Dragón... Alcance,

 

 

 

quiero tornar aguardiente

760

 

 

a salú de ese valiente.

 

 

CONTRERAS

   Así mesmo, eso fue nada

 

 

 

¡viese después la trenzada,

 

 

 

cuando la aición del Cerrito,

 

 

 

que comenzó tempranito

765

 

 

de diciembre el treinta y uno

 

 

 

casualmente en un cebruno

 

 

 

como ese de usté me hallé.

 

 

 

Velay, oiga cómo fue.

 

 

 

   Cuando en el sitio segundo

770

 

 

que duró hasta lo profundo,

 

 

 

un día se calentaron

 

 

 

los godos y nos cargaron:

 

 

 

y allá ajuerita Rondó

 

 

 

resuelto los esperó,

775

 

 

poniendo dos escuadrones

 

 

 

de sus amargos Dragones

 

 

 

a la zurda del Cerrito,

 

 

 

con la orden de que lueguito

 

 

 

que el enemigo avanzara

780

 

 

el violín se les tocara.

 

 

 

   Frenche, y Vázquez (don Ventura)

 

 

 

que era mozo criatura,

 

 

 

y a los Blandengues mandaba,

 

 

 

con los cuales se floriaba

785

 

 

y en la vida reculó,

 

 

 

en el centro se aguantó

 

 

 

junto con la infantería

 

 

 

que a Frenche le obedecía.

 

 

 

   Con el Seis quedó Soler

790

 

 

la derecha a sostener:

 

 

 

y en esa disposición

 

 

 

dieron el atropellón

 

 

 

los de adentro, y nos cargaron,

 

 

 

y en dos colunas marcharon.

795

 

 

La primera bien fornida

 

 

 

hizo rumbo en la embestida

 

 

 

como a lo de Juanicó,

 

 

 

que ahí no más la basurió

 

 

 

nuestra brava artillería:

800

 

 

y después la infantería

 

 

 

y Vázquez se le agacharon

 

 

 

y a toda la difuntiaron.

 

 

 

   La otra coluna embistió

 

 

 

a Soler lo atropelló

805

 

 

tan fiero, que me han contao

 

 

 

que anduvo cuasi trabao,

 

 

 

porque la noche anterior

 

 

 

medio entregao al amor

 

 

 

los godos lo sorprendieron,

810

 

 

y cuasi me lo fundieron;

 

 

 

pero en la aición principal

 

 

 

pelió como un ternejal

 

 

 

y aunque lo desalojaron

 

 

 

cuando recién lo cargaron,

815

 

 

o él mesmo se retiró,

 

 

 

luego se le alborotó

 

 

 

de golpe la pajarera,

 

 

 

cogiendo una cartuchera

 

 

 

y un fusil que se chantó,

820

 

 

y en la punta atropelló

 

 

 

a bayoneta calada

 

 

 

con el Seis. ¡Ah, morenada!

 

 

 

ésa decidió la aición.

 

 

 

¡Qué superior batallón!

825

 

 

parecido a éste del Tres,

 

 

 

que son como gallo inglés,

 

 

 

sigún tengo reparao.

 

 

 

   Mesmamente, es alentao

 

 

 

en iguales condiciones

830

 

 

que los demás batallones

 

 

 

que en las trincheras tenemos

 

 

 

y con ellos, ya sabemos

 

 

 

que si atropella el Manquito

 

 

 

cualesquier día al Cerrito,

835

 

 

el tal Ciriaco Alderete

 

 

 

puede que largue el rosquete,

 

 

 

y le atraquemos morcilla

 

 

 

a él y a toda su pandilla.

 

 

CONTRERAS

   Dígame: ¿será verdá,

840

 

 

que también Montoro está

 

 

 

de mashorquero allá ajuera?

 

 

 

¡ahi-juna! ¡quién lo creyera

 

 

 

que se arrecostara a Rosas!

 

 

 

pero, amigo, se ven cosas

845

 

 

en este engañoso mundo...

 

 

 

que... yo a veces me confundo,

 

 

 

y hasta vergüenza me da

 

 

 

el contemplar la ruindá

 

 

 

con que ahí están humillaos

850

 

 

ciertos jefes renombraos,

 

 

 

¡que por la patria lucharon

 

 

 

y que se sacrificaron

 

 

 

desde que Rosas andaba

 

 

 

jugando el poncho a la taba!

855

 

 

   Por fin, que le sirva Maza

 

 

 

y Pablo Alegre... ¿qué traza

 

 

 

es Alegre, ni Violón,

 

 

 

ni Bárcena, ni un montón

 

 

 

de diablos de entre esa gente?

860

 

 

saltiadores mayormente

 

 

 

y malevos criminales:

 

 

 

mas, los otros oficiales

 

 

 

que le nombre... es un dolor

 

 

 

y la vergüenza mayor,

865

 

 

que sostengan al tirano

 

 

 

más ruin Americano.

 

 

 

   En fin, ya me he calentao

 

 

 

fieramente y me he ladiao

 

 

 

del rumbo en que principié,

870

 

 

pues sin querer trompecé

 

 

 

con la situación presente.

 

 

CHANO

   Yo también ya estoy caliente,

 

 

 

y ahora se me haría nada,

 

 

 

por una palabra sola,

875

 

 

prenderle hasta la virola

 

 

 

a algún diablo mashorquero

 

 

 

y abrirle tamaño aujero...

 

 

 

aunque luego me estaquiaran

 

 

 

y los diablos me llevaran:

880

 

 

sin que por esta razón

 

 

 

desconfíe en la custión,

 

 

 

¡y que dudaba! ¡pues no!

 

 

 

por esta cruz crealó,

 

 

 

que en esta lucha sin duda

885

 

 

espero que con la ayuda

 

 

 

de Dios hemos de triunfar,

 

 

 

como es lícito esperar

 

 

 

por último resultao

 

 

 

de un pueblo que se ha mostrao

890

 

 

tan heroico y decidido.

 

 

 

   A esta gloria han contribuido

 

 

 

los actuales gobernantes,

 

 

 

que si los mandones de antes

 

 

 

así se hubiesen portao,

895

 

 

jamás habría llegao

 

 

 

para la Banda Oriental

 

 

 

una ruina tan fatal,

 

 

 

ni Rosas se viera alzao:

 

 

 

pues lo hubiéramos voliao

900

 

 

hace muchísimo tiempo,

 

 

 

no lo dude: y, por ejemplo,

 

 

 

oiga una comparación,

 

 

 

y luego, la explicación...

 

 

 

usté que sabe entender

905

 

 

muy bien se la puede hacer.

 

 

 

   Rosas fue como un bagual

 

 

 

altanero, que al corral,

 

 

 

aunque las mansas le echaron

 

 

 

allá en el Sur, no lograron

910

 

 

ni recostarlo siquiera:

 

 

 

mas salieron campo ajuera

 

 

 

cuatro o cinco domadores

 

 

 

de diferentes colores,

 

 

 

este de un pago, aquel de otro;

915

 

 

y que en fin, atrás del potro

 

 

 

no hay duda que se afanaban,

 

 

 

y que entre todos desiaban

 

 

 

a toda costa boliarlo

 

 

 

y luego redomoniarlo;

920

 

 

pues bien: y ¿qué ha sucedido,

 

 

 

cuando ensillarlo ha podido

 

 

 

alguno que lo apuró

 

 

 

y cuasi se le horquetió?

 

 

 

¡Ay, amigo!... aspiraciones,

925

 

 

ruindades y altercaciones:

 

 

 

que, porque si era Porteño

 

 

 

(por ejemplo) el que hizo empeño

 

 

 

a montarlo, otro Oriental

 

 

 

se le metía al torzal,

930

 

 

prometiendo apadrinarlo,

 

 

 

pero que por ayudarlo

 

 

 

lo dejó golpiar tal vez

 

 

 

cuando en esto un Cordobés,

 

 

 

buen domador y capaz,

935

 

 

supóngase que de atrás

 

 

 

al bagual se le afirmó,

 

 

 

y que luego le salió,

 

 

 

como quien dice, al camino

 

 

 

otro gaucho Correntino,

940

 

 

(hago de cuenta que fue),

 

 

 

a decirle: "vuelvamé

 

 

 

las espuelas y las riendas:"

 

 

 

y ya entraron en contiendas,

 

 

 

cuyo triste resultao

945

 

 

fue que, estando embozalao

 

 

 

el bagual, se halló pretexto

 

 

 

para cortarle el cabresto

 

 

 

al gaucho más forastero,

 

 

 

tan sólo porque el apero

950

 

 

supongo fuese prestao:

 

 

 

y en suma, sólo han lograo

 

 

 

ensoberbecer al potro,

 

 

 

sin montarlo ni uno ni otro

 

 

 

en la ocasión más bonita.

955

 

CHANO

   Mesmo: y ya no facilita

 

 

 

ese bruto hoy en el día

 

 

 

como algún tiempo solía.

 

 

CONTRERAS

   Pues, así mesmo, paisano,

 

 

 

crea que está en nuestra mano

960

 

 

el apretarle la cincha:

 

 

 

de balde el bagual relincha.

 

 

 

   Si entre los que hoy le persiguen

 

 

 

de buena armonía siguen,

 

 

 

y no hubiere disensión,

965

 

 

contra el suelo de un tirón

 

 

 

lo han de dar en esta guerra.

 

 

 

Sí, amigo: cairá por tierra,

 

 

 

aunque el diablo lo sostenga,

 

 

 

y este Oribe vaya y venga

970

 

 

con Urquiza y con Violón,

 

 

 

y el infierno en conclusión.

 

 

 

   Deje que Frutos Rivera

 

 

 

medio se asome siquiera,

 

 

 

pues ya viene abriendo cancha,

975

 

 

y quien le prendió en Cagancha

 

 

 

a Badana la vacuna,

 

 

 

sin diricultá ninguna

 

 

 

tanto a Oribe como a Urquiza

 

 

 

les ha de sacar la tiza:

980

 

 

y luego a Rosas verá

 

 

 

cómo lo manoseará.

 

 

CHANO

   ¡O amigo! si se arrimase

 

 

 

hoy mesmo y nos convidase:

 

 

 

¡ahi-juna! ¡si me blandeo

985

 

 

a impulsos de mi deseo!

 

 

 

y, a pesar que estoy viejazo,

 

 

 

me viese estirar el brazo

 

 

 

el día que los arriamos

 

 

 

y a rebenque los sacamos

990

 

 

dende allá atrás del Cerrito

 

 

 

al Pantanoso mesmito...

 

 

 

¡eh, pucha, gente morada

 

 

 

y tan vil y desalmada!

 

 

CONTRERAS

   Pues, por ahí puede opinar

995

 

 

aónde se irán a guasquiar

 

 

 

cuando miren que de ajuera

 

 

 

les viene la polvadera;

 

 

 

por eso están, que da risa,

 

 

 

haciendo zanjas de prisa,

1000

 

 

los guapos, los que vinieron

 

 

 

y ahora dos años hicieron

 

 

 

sobre el Cerrito una salva.

 

 

 

¡Ah, Ciriaco, que no valga!

 

 

 

pues, cuanto llegue Rivera,

1005

 

 

lo hemos de hacer tapadera

 

 

 

ahí no más en el Cerrito.

 

 

 

   ¡No se enoje, paisanito,

 

 

 

ni se entre en Montevideo!...

 

 

CHANO

   ¡Oiga!... escuche el tiroteo:

1010

 

 

ahí salen los Nacionales

 

 

 

que son mozos ternejales.

 

 

 

¡Qué Cristo! voy a pelear.

 

 

CONTRERAS

   Aguarde, voy a ensillar,

 

 

 

y juntos nos largaremos,

1015

 

 

y ¡ah, malhaya, los topemos

 

 

 

medio cerquita siquiera!

 

 

 

Amigo, ¡qué chiste fuera,

 

 

 

que hoy Veinticinco de Mayo

 

 

 

me hiciese de un buen caballo

1020

 

 

a costa de algún Rosín!

 

 

CHANO

   Todo puede ser al fin,

 

 

CONTRERAS

   Pues entonces ¡vamonós!

 

 

 

       . . . . . . . . . . . . . . . .

1025

 

 

   Y ya salieron los dos

 

 

 

a la par Chano y Contreras,

 

 

 

y al mirar en las trincheras

 

 

 

la bandera nacional,

 

 

 

¡VIVA LA BANDA ORIENTAL!

1030

 

 

gritó alegre el viejo Chano

 

 

 

¡VIVA EL PUEBLO AMERICANO!

 

 

 

Contreras le contestó...

 

 

 

Y el diálogo se acabó.

 

 

 

 

 

 

 

Carta

 

Del ejército libertador a un miliciano del Nacional

          

                           

 

 

 

 

Campamento de Yeruá

 

 

 

a 23 de setiembre,

 

 

 

año de la libertá

 

 

 

de ochocientos treinta y nueve.

 

 

 

 

 

 

   Querido amigo Ricardo,

 

 

 

Me alegraré que estés bueno

 

 

 

gozando de la salú

 

 

 

que yo para mí deseo.

 

 

 

   Sabrás que aquí nos hallamos

5

 

 

con el general Lavalle,

 

 

 

y que pronto enderezamos,

 

 

 

a la fija, a Buenos Aires.

 

 

 

   Ayer a la madrugada

 

 

 

topamos la montonera

10

 

 

que tenía un tal Villagra,

 

 

 

maula viejo donde quiera.

 

 

 

   Eran mil y setecientos;

 

 

 

y nosotros la mitá;

 

 

 

pero al RUBIO ni por esas

15

 

 

se le hizo dificultá.

 

 

 

   Y al punto que los clarines

 

 

 

nos tocaron a degüello,

 

 

 

ahí no mas a los Chanases

 

 

 

se les atajó el resuello.

20

 

 

   Pues nuestros lanceros viejos

 

 

 

se empezaron a floriar,

 

 

 

y ya comenzó el gauchaje

 

 

 

en chorrera a disparar.

 

 

 

   Algunos que presumían,

25

 

 

quisieron medio sentarse;

 

 

 

y a Hornos con unos poquitos

 

 

 

se le hizo bueno agacharse.

 

 

 

   ¡Ah, cosa! si fue una gloria

 

 

 

verlos en el entrevero...

30

 

 

sin recularles nadita,

 

 

 

a éste quiero, a éste no quiero.

 

 

 

   Luego el coronel Montoro

 

 

 

atropelló, y al istante

 

 

 

lo mismo que bagualada

35

 

 

se los llevó por delante.

 

 

 

   De ahí los demás escuadrones

 

 

 

siguieron dándole juerte

 

 

 

más de tres leguas seguido,

 

 

 

y siempre echándoles suerte.

40

 

 

   Les quitamos los caballos,

 

 

 

las armas y municiones,

 

 

 

y luego fueron cayendo

 

 

 

a presentarse a montones.

 

 

 

   Ya por acá no hay cuidao,

45

 

 

está muy linda la cosa,

 

 

 

porque en toda la provincia

 

 

 

nos tratan como la rosa.

 

 

 

   ¡Si vieras al general

 

 

 

cómo trata a los paisanos...

50

 

 

con un agrado! ¡Bien hayga

 

 

 

el hombre guapo y cristiano!

 

 

 

   De todas partes, da gusto,

 

 

 

se le vienen a ofrecer

 

 

 

con moneda y con caballos...

55

 

 

¡Ricardo, si es un placer!

 

 

 

   El gobernador Ferré

 

 

 

le ha escrebido al general,

 

 

 

que se viene con su gente...

 

 

 

que es un pucho rigular.

60

 

 

   De aquí a unos días, de cierto,

 

 

 

tendremos dos mil soldaos,

 

 

 

sin contar los Correntinos

 

 

 

que también se han ofertao.

 

 

 

   Todos nuestros oficiales

65

 

 

se han portado con primor,

 

 

 

y estamos deciplinaos

 

 

 

de lo lindo lo mejor.

 

 

 

   Con que, será hasta la vista,

 

 

 

que ya tocan a formar;

70

 

 

y presumo que nos vamos

 

 

 

derechos al Paraná.

 

 

 

   Memorias a los amigos

 

 

 

compañeros orientales,

 

 

 

y a todos los que se acuerden

75

 

 

de...

 

 

 

         José Antonio Olivares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta

 

De un soldado de los coraceros del general Lavalle, dirigida de Entre Ríos a la campaña Oriental

 

 

 

 

 

 

 

Campamento en la Concordia

 

 

 

mes de octubre día trece:

 

 

 

año de la libertá

 

 

 

de ochocientos treinta y nueve.

 

 

 

 

 

 

   Mi más querido Jacinto:

 

 

 

me alegraré que ésta te halle

 

 

 

buenazo sin novedá,

 

 

 

y lo mesmo a mi comadre.

 

 

 

   Ésta sólo se dirige

5

 

 

a darte algunas noticias,

 

 

 

pues sé que te han de agradar

 

 

 

porque son puras delicias.

 

 

 

   Aquí está la división

 

 

 

con el cuartel general,

10

 

 

y pienso que marcharemos

 

 

 

muy pronto a Mocoretá.

 

 

 

   El coronel Chilaver

 

 

 

ya se nos ha reunido;

 

 

 

y tiene otra división

15

 

 

de ochocientos Correntinos.

 

 

 

   ¡Ah, gente, bien haiga Dios!

 

 

 

que está brava y decidida;

 

 

 

no tengas duda, hermanito,

 

 

 

por Lavalle dan la vida.

20

 

 

   Toda la Correntinada

 

 

 

de golpe se ha levantao,

 

 

 

y el gobernador Romero

 

 

 

del julepe ha renunciao.

 

 

 

   Ya la Junta de Corrientes

25

 

 

ha hecho publicar un bando

 

 

 

y manda que don Ferrer

 

 

 

caiga a recibir el mando.

 

 

 

   Sabrás que este general

 

 

 

es hombre muy patriotazo,

30

 

 

y que con el RUBIO nuestro

 

 

 

ha sido siempre amigazo.

 

 

 

   Y así dende la redota

 

 

 

de Estrada en el Pago Largo,

 

 

 

el gobernador Ferrer

35

 

 

a monte no más ha andado.

 

 

 

   Pero ya ha vuelto a Corrientes

 

 

 

a recibir el gobierno

 

 

 

con todos sus camaradas

 

 

 

que lo han andado siguiendo.

40

 

 

   Ya también la mesma Junta

 

 

 

de Corrientes ha mandao

 

 

 

que el gobernador Ferrer

 

 

 

junte cuatro mil soldaos;

 

 

 

   Y que el general Lavalle

45

 

 

se haga cargo de esta gente,

 

 

 

porque la Junta lo aclama

 

 

 

el protetor de Corrientes.

 

 

 

   Los cuatro mil, por supuesto,

 

 

 

son para ir a Güenos Aires;

50

 

 

fuera de dos mil que dejan

 

 

 

como Guardias Nacionales.

 

 

 

   Esto no es chanza, Jacinto;

 

 

 

es la purita verdá:

 

 

 

ver la gente que se junta

55

 

 

¡es una temeridá!

 

 

 

   Cada día está cayendo

 

 

 

gente de todo pelaje

 

 

 

a ofrecerse al general...

 

 

 

y sobre todo el gauchaje.

60

 

 

   ¡Qué pingos lindos tenemos!

 

 

 

relumbrosos como espejo;

 

 

 

y armamento superior,

 

 

 

todititos por parejo.

 

 

 

   En Entrerríos, mentira,

65

 

 

no hay un gaucho alborotao

 

 

 

de punta a punta a Lavalle

 

 

 

todos le siguen el lao.

 

 

 

   De balde por allá dicen

 

 

 

que por aquí hay reuniones,

70

 

 

y que ya se viene Oribe;

 

 

 

mienten esos chapetones.

 

 

 

   Ojalá se le antojara

 

 

 

a ese López Mascarilla,

 

 

 

que gobierna en Santa Fe,

75

 

 

venirse con su pandilla.

 

 

 

   El general don Ricardo

 

 

 

y el coronel Felipillo...

 

 

 

¡si vieras las reuniones

 

 

 

que han hecho en el Entre Ríos!

80

 

 

   Y al tiro se han presentao

 

 

 

pidiéndole al general

 

 

 

que, si acaso López viene,

 

 

 

quieren salirlo a topar.

 

 

 

   ¡Pero qué, si eso es velorio!

85

 

 

Mascarilla está en su tierra

 

 

 

juntando Santafecinos

 

 

 

y aguardando la tremenda.

 

 

 

   Además, aquí sabemos

 

 

 

que al mismo Restaurador

90

 

 

con el susto del Yeruá

 

 

 

se le ha quitao el humor.

 

 

 

   Citando supo la noticia,

 

 

 

se quedó como cuajada

 

 

 

blanco... y ahí no más lueguito

95

 

 

se le cayó la quijada.

 

 

 

   Y ansí anda como culebra

 

 

 

averiguando de Urquiza

 

 

 

o de Echagua, porque dicen

 

 

 

que no tiene ni noticia.

100

 

 

   Aquí hasta tenemos gente

 

 

 

venida de Güenos Aires;

 

 

 

¡los vieras contar primores

 

 

 

de Rosas y sus parciales!

 

 

 

   Ya verás de aquí a unos días

105

 

 

por diciembre a más tardar,

 

 

 

el amigo Juan Manuel

 

 

 

donde p...uchas va a parar.

 

 

 

   Con que, será hasta otro día,

 

 

 

que ya vamos a marchar,

110

 

 

porque estoy viendo a la escolta

 

 

 

que ha comenzao a ensillar.

 

 

 

   Soy tu amigo hasta la muerte,

 

 

 

y no gasto veleidades:

 

 

 

con que así, nunca te olvides

115

 

 

de...

 

 

 

         José Antonio Morales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Parte

 

Del general don Pascual Echagüe al restaurador de las Leyes, dándole cuenta de la derrota y disparada de Caaguazú, en donde fue completamente batido y hecho prisionero todo el poderoso ejército Rosista a las órdenes del restaurador del Sosiego público

 

 

 

 

 

Al Exmo. Señor brigadier general don Juan Manuel Rosas - Ilustre Restaurador de las Leyes - Héroe del Desierto - Defensor del Continente americano - Miembro de la Sociedad Numismática de las cinco partes del Mundo - Conde de Poblaciones - General en jefe de los ejércitos federales, y gobernador y capitán general de la Confederación Argentina con Mashorca y todo, etc., etc., etc.

 

Paso del Infiernillo a 1º de diciembre de 1841.

 

 

 

 

 

 

   Juan Manuel: no extrañarás

 

 

 

que hasta ahora te haiga escrebido,

 

 

 

porque a corral me ha tenido

 

 

 

cerca de tres meses Paz.

 

 

 

¡Ah, diablo! pero sabrás

5

 

 

que me escapé a lo ñandú,

 

 

 

el día que en Caaguazú

 

 

 

me echó la correntinada

 

 

 

con la marca recaldeada

 

 

 

a quemarme el caracú.

10

 

 

   A sujetar a Alegrete

 

 

 

vine a dar con el jabón,

 

 

 

y pensaba del tirón

 

 

 

juir hasta Portugalete:

 

 

 

pero ya el número siete,

15

 

 

lo creo en siguridá:

 

 

 

y en esta conformidá

 

 

 

te escribo la relación

 

 

 

del cómo perdí la aición

 

 

 

por una fatalidá.

20

 

 

   El 26 del pasado,

 

 

 

frente a Capitaminí,

 

 

 

caliente me resolví

 

 

 

a guasquiarme al otro lado

 

 

 

pero el río estaba a nado,

25

 

 

y el diablo que atravesara:

 

 

 

así, tomé una tacuara

 

 

 

esa noche, y redepente

 

 

 

se azotó Paz con su gente,

 

 

 

que son como capiguara.

30

 

 

   Y allá al rayar el lucero,

 

 

 

estando yo en el fogón,

 

 

 

al tragar un chicharrón

 

 

 

recién sentí el avispero:

 

 

 

salté a caballo ligero,

35

 

 

y ya mandé a tirotiarlos,

 

 

 

y conseguí el sujetarlos;

 

 

 

y así hasta de noche oscuro

 

 

 

les hice arrimar del duro,

 

 

 

con intención de tantiarlos.

40

 

 

   La noche del veintisiete

 

 

 

toda los hice pelear,

 

 

 

y luego empecé a tratar

 

 

 

de asigurar el rosquete.

 

 

 

Le hice una pregunta al flete,

45

 

 

y, al sentirlo tan liviano,

 

 

 

dije entre mí muy ufano;

 

 

 

"no hay miedo que aquí se ofrezca:

 

 

 

¡ya verán cuanto amanezca

 

 

 

lo que es un amor tirano!"

50

 

 

   Así fue que al aclarar

 

 

 

del veintiocho, me trepé

 

 

 

a una carreta, y logré

 

 

 

desde la tolda vichar.

 

 

 

Después entré a meditar

55

 

 

cómo saldría de allí;

 

 

 

cuando, en esto, colegí

 

 

 

que Paz se me iba atracando

 

 

 

muy suavemente, y largando

 

 

 

avispas del camuatí.

60

 

 

   Al punto a mis escuadrones

 

 

 

de punta a punta aclamé;

 

 

 

y después que les mandé

 

 

 

que pelaran los latones,

 

 

 

yo me saqué los calzones

65

 

 

y me puse medio atrás,

 

 

 

pues como soy ¡tan voraz!

 

 

 

no quise compromisarme,

 

 

 

y creí mejor apartarme

 

 

 

por no calentarme más.

70

 

 

   Núñez se vino adelante

 

 

 

y me comenzó a toriar,

 

 

 

y cuando empieza a chanciar

 

 

 

¡el demonio que lo aguante!

 

 

 

Yo me enojé, y al istante

75

 

 

mandé que doce cañones

 

 

 

y veinticinco escuadrones

 

 

 

salieran a escarmentarlo;

 

 

 

¡que a ese tape el sujetarlo

 

 

 

no es cosa de dos tirones!

80

 

 

   Así al amigo Servando

 

 

 

le dije: "vaya adelante,

 

 

 

y atropelle, que al istante

 

 

 

van a salir apagando;"

85

 

 

dio vuelta Núñez chanciando,

 

 

 

porque ahí no mas se empacó;

 

 

 

Gómez de eso se asustó

 

 

 

y ya me lo atropellaron.

 

 

 

¡Cristo! lo que le aflojaron:

90

 

 

¡y que aguantaban! ¡pues no!

 

 

 

   Disparando en pelotones,

 

 

 

cayeron a una cañada,

 

 

 

donde estaba de emboscada

 

 

 

López con sus batallones,

95

 

 

que salieron como leones

 

 

 

del pajonal ¡a la carga!

 

 

 

y en la primera descarga

 

 

 

el tendal allí quedó,

 

 

 

y Gómez nunca se vio

100

 

 

en situación más amarga.

 

 

 

   Mi izquierda y centro que vieron

 

 

 

disparar a mis dragones

 

 

 

y que otros dos batallones

 

 

 

de los bañados salieron,-

105

 

 

"¡para los pavos! dijieron,"

 

 

 

tratando de disparar;

 

 

 

pero no les dio lugar

 

 

 

Ramírez el salvajón,

 

 

 

que a bala, chuza y latón

110

 

 

nos hizo pericantar.

 

 

 

   Entonces yo rebenquié

 

 

 

juyendo a los malezales,

 

 

 

y entre unos tacurusales

 

 

 

cuasi me descogoté.

115

 

 

Hasta las botas largué,

 

 

 

chaqueta, poncho y justillo:

 

 

 

y de ahí le metí cuchillo

 

 

 

a la cincha, porque al fin

 

 

 

se me aplasta allí el rocín,

120

 

 

si no salgo en calzoncillos.

 

 

 

   ¡Pu...cha la correntinada,

 

 

 

que se ha explicao esta vez,

 

 

 

cuando a lo gato montés

 

 

 

me sacó de disparada!

125

 

 

¡maldita sea la espada

 

 

 

y el cargo de general!

 

 

 

pues temo ¡a fe de Pascual!

 

 

 

que el día menos pensao

 

 

 

me han de dejar estirao

130

 

 

en algún calcagüesal.

 

 

 

   ¡Si vieras el aguacero

 

 

 

de bolas que hemos sufrido!

 

 

 

la fortuna mía ha sido

 

 

 

que yo puntiaba el primero,

135

 

 

pues si no ando tan ligero

 

 

 

me prienden las tres marías,

 

 

 

y a esta fecha lo tenías

 

 

 

al Restaurador Badana

 

 

 

boleao y con la picana

140

 

 

al sol para muchos días.

 

 

 

   Al amigo Algañarás,

 

 

 

el más terne que yo traíba,

 

 

 

se le atravesó un tal Paíba

 

 

 

y se las prendió de atrás.

145

 

 

Boliaron a otros mil más,

 

 

 

que mataron a lo perro;

 

 

 

y hasta le sonó el cencerro

 

 

 

a mi pobre cirujano,

 

 

 

que como andaba orejano

150

 

 

también le atracaron yerro.

 

 

 

   Galán y su infantería,

 

 

 

sin escaparse un soldao,

 

 

 

a discreción se ha entregao

 

 

 

junto con la artillería.

155

 

 

Luego en la musiquería

 

 

 

que nos dieron hasta el fin,

 

 

 

por supuesto, hubo violín,

 

 

 

y también hubo violón,

 

 

 

contrabajo, serpentón,

160

 

 

fagote, trompa y clarín.

 

 

 

   Prisioneros, ¡Virgen mía!

 

 

 

raro será el que ha escapao,

 

 

 

pues todo bicho ha quedao

 

 

 

en el pantano ese día.

165

 

 

Pueden tener fantasía

 

 

 

del triunfo los Correntinos,

 

 

 

que se han hecho tan ladinos

 

 

 

para eso de menear hacha,

 

 

 

que le limpian la caracha

170

 

 

al diablo en esos destinos.

 

 

 

   La caballada todita

 

 

 

la dejé a Paz a invernar,

 

 

 

porque él los ha de cuidar

 

 

 

para hacerte una visita.

175

 

 

¡Ya verás la gentecita

 

 

 

que te larga el Cordobés!

 

 

 

Conmigo ya no contés,

 

 

 

porque si vuelve a la cancha

 

 

 

Pascual Cristóbal Cagancha,

180

 

 

la embarra, bien lo sabés.

 

 

 

   En fin, yo para otra empresa

 

 

 

me siento muy incapaz:

 

 

 

puede que te sirva más

 

 

 

Oribe, el Corta Cabeza:

185

 

 

pero, si se le atraviesa

 

 

 

López el de Santa Fe,

 

 

 

tendrá que hacer hincapié,

 

 

 

o que dejar de mojón

 

 

 

el mate en algún horcón,

190

 

 

ahí no más por Melincué.

 

 

 

   Con que, será hasta la vista

 

 

 

pronto iré a darte un abrazo,

 

 

 

si Dios quiere, y por si acaso,

 

 

 

tené la jeringa lista.

195

 

 

Me alegraré que te asista

 

 

 

conformidá, compañero;

 

 

 

ya ves que no es el primero

 

 

 

Badana en darte disgustos,

 

 

 

aunque puedan estos sustos

200

 

 

apretarte el tragadero.

 

 

 

                  Pascual Cristóbal de Banada y Cagancha.

 

 

 

 

 

 

Noticias de un retazo de cierto mensaje monstruo del Ilustre restaurador de las leyes, a cuya lectura concurrió un gaucho bruto, enemigo del tirano; quien de lo poco que comprendió de tal mensaje lo informó a Brígida Gauna su esposa, residente en Montevideo.

 

                                                                                            Buenos Aires, febrero 28 de 1846.

 

 

 

              MI QUERIDÍSIMA BRÍGIDA.

 

     Me alegraré que al recibo de ésta te halles gozando de la más cabal salú que yo para mí deseo. 

     Como te creo ganosa de saber algo de lo que pasa en tu tierra, te diré, china, que la semana pasada me encontré por casualidá en la Sala de los LIONES deputiaos de Rosas; y se ofreció que un ministro de Juan Manuel les echó una relación diciéndoles más o menos las coplas siguientes.

     ¡Hacete cargo de la esperanza que les queda a los salvajes! a pesar de que acá mesmo entre los deputiaos de Rosas hay muchos salvajones que se hacen no más los sarnosos, pero que aborrecen mortalmente a los federales netos como yo, tu marido...

Mamerto Reventosa.

Posdata...

     Velay cómo se explicó el hombre al platicarle a la junta de los deputiaos.

 

 

 

 

          

 

                    I.

 

 

 

   Señores: hoy que repunta

 

 

 

Juan Manuel su carnerada,

 

 

 

y sabe que ya encerrada

 

 

 

se halla esta Majada-Junta,

 

 

 

a mí me manda en la punta

5

 

 

de madrino cencerrero,

 

 

 

para que, a cuanto carnero

 

 

 

se encuentra aquí en el machaje,

 

 

 

la largue un Gauchi-mensaje

 

 

 

por el MASTÍN OVEJERO.

10

 

 

                    II.

 

 

 

   No puede serles extraño

 

 

 

que Ancafilú (hablando en plata)

 

 

 

acá les mande a Batata,

 

 

 

como acostumbra a fin de año;

 

 

 

pues ÉL sabe que me amaño

15

 

 

y que me sabré explicar

 

 

 

muy lindamente al echar

 

 

 

la relación que me ha dao:

 

 

 

con que así, ¡pongan cuidao!

 

 

 

que ya me voy a largar.

20

 

 

                    III.

 

 

 

   ¡Rico, gordazo y potente,

 

 

 

se conserva con salú

 

 

 

el Ilustre Ancafilú,

 

 

 

defensor del continente!

 

 

 

y antes que le meta el diente,

25

 

 

otro que aspire a mandar,

 

 

 

la osamenta han de dejar

 

 

 

los gauchos de Sur a Norte,

 

 

 

sin que al Ilustre le importe

 

 

 

hacerlos exterminar.

30

 

 

                    IV.

 

 

 

   Dice, "que la Salvajada

 

 

 

en su último manoteo

 

 

 

está ya en Montevideo

 

 

 

hambrienta y acorralada,

 

 

 

esperando a la Gringada

35

 

 

que vendrá en este verano

 

 

 

a sacarla del pantano;

 

 

 

y que vengan de una vez,

 

 

 

entonces sabrán quién es

 

 

 

el Ilustre Americano!"

40

 

 

                    V.

 

 

 

   Que, "como a cueriar baguales

 

 

 

mandará cueriar Ingleses

 

 

 

y más inmundos Franceses

 

 

 

que bosta hay en los corrales:

 

 

 

y que ya los federales

45

 

 

saben que Rosas ha sido

 

 

 

gaucho que siempre ha sabido

 

 

 

sacando el cuerpo peliar,

 

 

 

y que, sin desenvainar

 

 

 

su sable, siempre ha vencido!"

50

 

 

                    VI.

 

 

 

   "Que así no más se ha tirao

 

 

 

a todos los unitarios,

 

 

 

como a los Cipotenciarios

 

 

 

que los han apadrinao;

 

 

 

que siente el haber dejao

55

 

 

que se escaparan de aquí

 

 

 

ese Osley y Dofodí,

 

 

 

sin que los mandara inflar

 

 

 

y en seguida refrescar

 

 

 

con lavativas de ají."

60

 

 

                    VII.

 

 

 

   "Que ésos eran dos bribones

 

 

 

como Lané y como Inglifes,

 

 

 

otra yunta de alarifes,

 

 

 

y los cuatro salvajones

 

 

 

que tuvieron intenciones

65

 

 

de cogerlo a Juan Manuel

 

 

 

y divertirse con él

 

 

 

a bordo de la Africana,

 

 

 

préndiendole en la picana

 

 

 

trescientos con un cordel."

70

 

 

                    VIII.

 

 

 

   "Que ya no se hará la paz

 

 

 

sino cuando a él se le antoje,

 

 

 

y que no esperen que afloje

 

 

 

ni trate con naides más.

 

 

 

Pues, ni un ministro capaz

75

 

 

hasta el día ha recebido:

 

 

 

porque cuantos han venido

 

 

 

han sido unos salvajones,

 

 

 

razón por que las custiones

 

 

 

hasta ahora no se han concluido.

80

 

 

                    IX.

 

 

 

   Últimamente, señores,

 

 

 

dice Ancafilú

 

 

 

que "el aguantarse en el mando

 

 

 

le cuesta muchos sudores

 

 

 

y tan crueles sinsabores,

85

 

 

que pide con sumisión

 

 

 

le permitan que a un rincón

 

 

 

se retire a descansar,

 

 

 

y tiernamente llorar

 

 

 

a su amada Encarnación."

90

 

 

     . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

 

 

 

 

   A este tiempo, dos chiflidos

 

 

 

un mashorquero pegó,

 

 

 

y la majada empezó

 

 

 

a espantarse y dar balidos;

95

 

 

luego, al ver despavoridos

 

 

 

los carneros, me asusté

 

 

 

y a la calle disparé

 

 

 

atrás del campanillero,

 

 

 

que salió como carnero

100

 

 

juyendo y gritando me... e.. e.. e!"

 

 

 

 

Con que, Brígida; lo que te informés de esta corresponden cia a respeuto del mensaje, echala al fuego carta por las dudas, ¿eh?...

 

 

                                     Hasta la vista, chinita,

 

 

 

                              Tuyo siempre

 

 

 

                                            REVENTOSA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al pronunciamiento

 

De las provincias de Entre Ríos y Corrientes contra la tiranía de Rosas

 

En 1º de Mayo de 1850.

 

 

 

 

 

Señor imprentero del Comercio del Plata.

 

 

 

 

 

Patroncito: he concertado

 

 

 

esas coplas, y no temo

 

 

 

que al titulado Supremo

 

 

 

le causen un desagrado:

 

 

 

porque como está atrasado

 

 

 

con la peste y el calor,

 

 

 

la pérdida y el dolor

 

 

 

de su Encarnación amada,

 

 

 

puede con esta versada

 

 

 

ponerse de buen humor.

 

 

 

Soy su pión y servidor.

 

 

 

          PAULINO LUCERO.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cielito gauchi-patriótico

 

Para que lo canten en las trincheras de Montevideo sus valientes defensores.

 

 

 

 

 

 

   Por prima alta cantaré

 

 

 

un cielito de a caballo;

 

 

 

¡y viva la Patria vieja

 

 

 

y el VEINTICINCO DE MAYO!

 

 

 

   Cielito celeste y blanco,

5

 

 

cielo de Gualeguaichú:

 

 

 

¿qué me cuentan del Supremo?

 

 

 

¿cómo le va de salú?

 

 

 

   Porque el general Urquiza

 

 

 

lo cre del todo apestao;

10

 

 

así es que se ha dado prisa

 

 

 

y el voto le ha reculao.

 

 

 

   Allá va cielo, tirano,

 

 

 

cielito del estribillo:

 

 

 

¿dígame, restaurador;

15

 

 

le gusta el contramoquillo?

 

 

 

   ¿Qué mas quiere Juan Manuel,

 

 

 

si, al tenor de su renuncia,

 

 

 

le canta don Justo el cielo

 

 

 

y en su lindo se pronuncia?

20

 

 

   Cielito, y... considerando,

 

 

 

lo vuelve a considerar,

 

 

 

y al fin le dice: "recule...

 

 

 

¡Voto al diablo, qué amolar!"

 

 

 

   ¡Ay, Juan Manuel! ¡qué calor

25

 

 

sentirás del Uruguay,

 

 

 

del Paraná, de Corrientes,

 

 

 

del Brasil y el Paraguay!

 

 

 

   ¡Ay, cielo de la apretura,

 

 

 

cielito de la aflición!

30

 

 

andá, preguntale a Urquiza

 

 

 

quién ha hecho la quemazón.

 

 

 

   Luego, en el Salto Oriental,

 

 

 

Tacuarembó y Cerro-Largo,

 

 

 

la Colonia y Paisandú;

35

 

 

Juan Manuel... ¿no te haces cargo?

 

 

 

   ¡Ay, cielo de la amargura

 

 

 

y de tu gloria final,

 

 

 

cuando te suelten de rastra

 

 

 

a la cola de un bagual!

40

 

 

   A un tal Felipe Batata

 

 

 

dos tirones del buceto

 

 

 

le ha de dar un Entrerriano

 

 

 

con simpatía y respeto.

 

 

 

   Cielo del campanillero

45

 

 

que anda enredando las notas,

 

 

 

hasta que de un redepente

 

 

 

de un susto largue las botas.

 

 

 

   Desde el año treinta y tres

 

 

 

hasta ahora nos acordamos

50

 

 

de aquel refrán, que decía...

 

 

 

y del lomo, ¿cómo andamos?

 

 

 

   Cielo de la Refalosa,

 

 

 

cielito de la Bajada,

 

 

 

donde preguntan: ¿y Rosas,

55

 

 

cómo está de la quijada?

 

 

 

   Porque se corre la voz

 

 

 

que las provincias de adentro

 

 

 

también lo hallan al Ilustre...

 

 

 

viejo y manco del encuentro.

60

 

 

   Cielito, y por consecuencia

 

 

 

seguirá la reculada,

 

 

 

antes que dé el mancarrón

 

 

 

de Palermo una rodada.

 

 

 

   Fiebre y confusión de niervos

65

 

 

tiene ya el restaurador,

 

 

 

pues las lechuzas y cuervos

 

 

 

le andan tomando el olor.

 

 

 

   Cielito: chupá, tirano,

 

 

 

si te vienen disvaríos,

70

 

 

lechiguana de Corrientes

 

 

 

y camuatí de Entre Ríos.

 

 

 

   Tal desprecio en esos pagos

 

 

 

del Supremo hacen las mozas,

 

 

 

que, al dar flores, una dijo:

75

 

 

"Siento de que sean rosas."

 

 

 

   Allá va cielo divino,

 

 

 

cielito de la beldá;

 

 

 

si así se explica una dama,

 

 

 

un Argentino ¿qué hará?...

80

 

 

   ¡Cristo! por pillarlo a tiro

 

 

 

y al Supremo Vuecelencia

 

 

 

prenderle un chaleco fresco

 

 

 

¡cuántos harán diligencia!

 

 

 

   Cielo del alma: ¡ah, malhaya,

85

 

 

a pie... permitiera Dios

 

 

 

que el Supremo y yo en el monte

 

 

 

nos topásemos los dos!

 

 

 

   ¡Óiganle al loco soberbio!

 

 

 

¡Óiganle al bruto fatal!

90

 

 

Allá va Urquiza a montarlo

 

 

 

sólo con medio bozal.

 

 

 

   Cielito de la fijeza,

 

 

 

cielito del Veinticinco,

 

 

 

cuanto le cace la oreja

95

 

 

se le acomoda de un brinco...

 

 

 

   Ahora que está el gaucho a pie,

 

 

 

en continuo clamoreo,

 

 

 

porque con fiador y lazo

 

 

 

se le va Montevideo.

100

 

 

   Cielo del restaurador,

 

 

 

supremo jefe mostrenco,

 

 

 

tirano degollador,

 

 

 

ñato, morao y flamenco

 

 

 

   ¡Velay! el nombre argentino

105

 

 

por un tirano ultrajao

 

 

 

hoy Urquiza y Virasoro...

 

 

 

¡velay... lo han revindicao!

 

 

 

   ¡Ay, cielo! La patria vieja

 

 

 

con su ley renacerá,

110

 

 

y entonces quien mereciere...

 

 

 

lo que merezca será.

 

 

 

   Nuestras pasadas custiones

 

 

 

olvide todo paisano;

 

 

 

y no haiga más ambición

115

 

 

que desnucar al tirano...

 

 

 

   Cielito, a ese Juan Manuel

 

 

 

que nos trata como a potros,

 

 

 

cuando hay mozo entre nosotros

 

 

 

capaz de montar sobre él.

120

 

 

   ¡Ea, paisanos, unión!

 

 

 

Corvo al cinto y a caballo,

 

 

 

a bailar en Buenos Aires

 

 

 

el tabacuí paraguayo.

 

 

 

   Cielito, y ¡viva la patria

125

 

 

paraguaya independiente,

 

 

 

y su ejército tremendo,

 

 

 

y su guapo presidente!

 

 

 

   Con una Porteña linda

 

 

 

al libertador Urquiza

130

 

 

le he de hacer dar un abrazo

 

 

 

y bordarle una divisa.

 

 

 

   Cielito, y en la Pirami

 

 

 

del general Virasoro

 

 

 

he de pedir que su nombre

135

 

 

se escriba con letras de oro.

 

 

 

   ¡Que vivan los correntinos

 

 

 

y el ejército entrerriano!

 

 

 

¡viva Urquiza y Virasoro,

 

 

 

y Garzón!... ¡Muera el tirano!

140

 

 

   Otra vez: ¡viva Garzón!

 

 

 

pues dice que, en la voltiada,

 

 

 

al que se recueste a Rosas

 

 

 

no le ha de suceder nada.

 

 

 

   En fin, termina el cielito

145

 

 

¡Viva la Banda Oriental,

 

 

 

su ejército, su gobierno

 

 

 

y la guardia nacional!

 

 

 

   Cielito, y por conclusión

 

 

 

deseo a la despedida

150

 

 

que un Argentino al tirano

 

 

 

lo tumbe de una sumida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diálogo

 

Contreras llegando al fogón de su aparcero

 

 

 

 

 

 

   Por un barrial que da miedo

 

 

 

y una helada de mi flor,

 

 

 

a pie vengo a visitarlo,

 

 

 

aparcero Salvador,

 

 

 

y apenas llego...

 

 

BARRAGÁN

                               Lo he visto

5

 

 

renguiando, amigo Ramón.

 

 

 

A la cuenta andará manco

 

 

 

del encuentro...

 

 

CONTRERAS

                             No, señor.

 

 

 

Vengo sí medio despiao,

 

 

 

porque en aquel callejón,

10

 

 

como el viento se encajona,

 

 

 

está el barro secarrón,

 

 

 

y al pisar sobre la escarcha

 

 

 

un clavo es cada terrón

 

 

 

¿Qué me dice del pampero?

15

 

BARRAGÁN

   Que de nuevo roncador

 

 

 

se está dejando sentir;

 

 

 

y anoche, cuando limpió

 

 

 

y empezaron las estrellas

 

 

 

a chispear, medio calmó:

20

 

 

pero, al dentrarse la luna,

 

 

 

vuelta el viento refrescó,

 

 

 

trayendo como acostumbra

 

 

 

un frío penetrador

 

 

 

que taladra hasta los güesos;

25

 

 

y tanto lo siento yo

 

 

 

que desde la madrugada

 

 

 

del todo me acoquinó.

 

 

CONTRERAS

   ¿De veras? ¿y cómo afloja,

 

 

 

aparcero Salvador,

30

 

 

con tan buen poncho que tiene?

 

 

BARRAGÁN

   ¿Poncho dijo, o cernidor?

 

 

 

porque éste no es otra cosa

 

 

 

de tan ralo, mireló.

 

 

CONTRERAS

   Ya lo veo: es de las prendas

35

 

 

que nos da el restaurador

 

 

 

a los federales viejos.

 

 

 

Mire, amigo, rifeló

 

 

 

y meta en ancas el mío.

 

 

 

   ¿Con que, hace fresco?

 

 

BARRAGÁN

                                            ¡Pues no!

40

 

 

Por eso me dejo estar

 

 

 

morronguiando en el fogón,

 

 

 

y aguardo, mientras se quema

 

 

 

hasta el último tizón,

 

 

 

que la helada se levante

45

 

 

y medio caliente el sol.

 

 

CONTRERAS

   ¡Ah, hombre vil! y yo al contrario,

 

 

 

en un día frescachón,

 

 

 

no hay cosa que me sujete;

 

 

 

pues cuanto amanece Dios,

50

 

 

si no me ataja el servicio,

 

 

 

salgo meniando talón

 

 

 

a yerbatiar donde encuentre

 

 

 

buen agrado y proporción.

 

 

BARRAGÁN

   ¡Voto-alante! por desgracia,

55

 

 

ayer se me desfondó

 

 

 

la caldera, que allí está

 

 

 

arrumbada en el rincón:

 

 

 

y ayer también cabalmente

 

 

 

la yerba se me acabó.

60

 

 

Y como hacen tres semanas

 

 

 

a que no dan la ración,

 

 

 

hasta ahora estoy en ayunas,

 

 

 

sin tener, creameló,

 

 

 

a pesar de mis deseos

65

 

 

cómo darle un cimarrón.

 

 

CONTRERAS

   Hubiese excusao, amigo,

 

 

 

todita esa relación,

 

 

 

para decirme que está

 

 

 

sin tomar mate; pues yo,

70

 

 

cuanto le vide la cara,

 

 

 

le conocí...

 

 

BARRAGÁN

                     ¡Cómo no!

 

 

 

Eso nunca se le oculta

 

 

 

a un gaucho conocedor.

 

 

 

En fin, pitará un cigarro;

75

 

 

velay tabaco, armeló

 

 

 

a su gusto: y digamé,

 

 

 

¿cómo le va?

 

 

CONTRERAS

                        ¡Qué sé yo!

 

 

 

De abandonado que vivo

 

 

 

hasta eso inoro, en razón

80

 

 

que los ocho años y medio

 

 

 

de campaña, o de prisión,

 

 

 

que en este sitio funesto

 

 

 

hemos sufrido los dos,

 

 

 

las miserias, las fatigas,

85

 

 

y la triste privación

 

 

 

de mi mujer y mis hijos,

 

 

 

y además otra porción

 

 

 

de penas que me acongojan

 

 

 

y devoro en mi interior...

90

 

 

me han abatido tan fiero

 

 

 

y puesto en tal situación,

 

 

 

que he resuelto finalmente

 

 

 

entregármele al dolor,

 

 

 

y de mi propia existencia

95

 

 

no acordarme, crealó.

 

 

 

   Sólo tengo una esperanza

 

 

 

fundada en cierto rumor,

 

 

 

y que pronto se realice

 

 

 

es cuanto le pido a Dios.

100

 

 

   Ansí, deseo explicarme

 

 

 

con usté en sastifación,

 

 

 

y bajo de una amistá

 

 

 

abrirle mi corazón.

 

 

 

   Para eso hablaré despacio,

105

 

 

no sea que algún soplón

 

 

 

escuche lo que platico

 

 

 

y nos cueste un sinsabor.

 

 

BARRAGÁN

   No hay cuidao: estamos solos;

 

 

 

y del ranchito al redor

110

 

 

por la quincha vicharemos

 

 

 

si se arrima algún mirón.

 

 

 

De mi parte, ya usté sabe

 

 

 

la completa estimación

 

 

 

que siempre le profesé;

115

 

 

así, puede sin temor

 

 

 

soltar sus quejas del pecho,

 

 

 

bien siguro de que yo

 

 

 

lo apreceo enteramente

 

 

 

y venero su razón.

120

 

CONTRERAS

   Pues en esa inteligencia,

 

 

 

con la franqueza mayor

 

 

 

me explicaré, y le suplico

 

 

 

me permita su atención,

 

 

 

y si llego a equivocarme

125

 

 

también perdonemeló,

 

 

 

porque puedo padecer

 

 

 

alguna equivocación.

 

 

BARRAGÁN

   Me parece razonable,

 

 

 

amigo, su prevención:

130

 

 

y alvierta que yo tampoco

 

 

 

presumo de acertador;

 

 

 

pero nunca en mis errores

 

 

 

procedo con intención,

 

 

 

mientras que algunos sabiendo

135

 

 

yerran más fiero que yo,

 

 

 

de puro diablos... Prosiga,

 

 

 

amigazo...

 

 

CONTRERAS

                   Pues, señor:

 

 

 

al paso que van las cosas

 

 

 

se aumenta mi desazón;

140

 

 

y por tanto padecer

 

 

 

de la desesperación

 

 

 

al borde estoy, le asiguro:

 

 

 

y deseo ¡como hay Dios!

 

 

 

el caírme muerto o trocar

145

 

 

de suerte...

 

 

BARRAGÁN

                     ¡Amigo Ramón!

 

 

 

No diga barbaridades,

 

 

 

que le hacen poco favor:

 

 

 

ni ande queriendo aflojar

 

 

 

al concluirse el pericón,

150

 

 

y cuando puede aguantar

 

 

 

a ver si el restaurador

 

 

 

algún día cumple...

 

 

CONTRERAS

                                  ¡Ahi-juna!

 

 

 

que lo aguante un redomón;

 

 

 

pues hacen veinte años largos

155

 

 

que encima del mancarrón,

 

 

 

cuesta arriba y cuesta abajo,

 

 

 

andamos por su ambición

 

 

 

matándonos los paisanos

 

 

 

unos a otros... al botón.

160

 

 

   Y Rosas, en Buenos Aires,

 

 

 

¿qué ha hecho, amigo Salvador,

 

 

 

en los veinte años terribles

 

 

 

que ha sido gobernador,

 

 

 

con facultá entreordinaria

165

 

 

como naides gobernó?

 

 

 

¿y con las leyes mentadas

 

 

 

que dice él que restauró,

 

 

 

para darle a la Provincia

 

 

 

la paz que nos prometió?

170

 

 

¿Sabe lo que ha hecho? Velay:

 

 

 

en primer lugar, logró

 

 

 

calzarse de gobernante,

 

 

 

cargo que no mereció

 

 

 

de ningún modo, porque

175

 

 

todos saben como yo,

 

 

 

de que Rosas siempre fue

 

 

 

y hasta el día es un collón,

 

 

 

que de su bulto a diez cuadras

 

 

 

en la vida le chifló

180

 

 

una bala. ¿No es así?

 

 

 

Así es no más, y si no,

 

 

 

que lo diga, el año veinte,

 

 

 

del modo que se portó,

 

 

 

cuando don Martín Rodríguez

185

 

 

a fuego y sangre avanzó

 

 

 

el día cinco de otubre

 

 

 

y a Buenos Aires entró.

 

 

 

Rosas ¿qué hizo cuando entonces

 

 

 

el general le ordenó

190

 

 

cargar con los coloraos?

 

 

 

¡Y que cargaba! ¡pues no!

 

 

 

apenas le dieron la orden

 

 

 

y oyó tronar el cañón,

 

 

 

se le ablandó la barriga,

195

 

 

y pretextando un dolor

 

 

 

de muelas o de quijadas,

 

 

 

cerca de la Conceción,

 

 

 

el héroe del Continente

 

 

 

en un güeco se empacó:

200

 

 

y de allí a la Recoleta

 

 

 

rebenquiando disparó

 

 

 

a meterse entre los flaires,

 

 

 

donde escondido aguardó

 

 

 

a que el general RODRÍGUEZ

205

 

 

triunfara... como triunfó;

 

 

 

y Rosas al otro día

 

 

 

sano y bueno amaneció.

 

 

 

   ¡Velay la primer hazaña

 

 

 

del heroico defensor

210

 

 

de todito el Continente

 

 

 

y de la Federación!

 

 

 

   Luego, hasta el año veintiocho,

 

 

 

allá en el sur se llevó

 

 

 

apadrinando malevos

215

 

 

para ganarse opinión,

 

 

 

y sin hacer más campaña

 

 

 

que salir de valentón

 

 

 

hasta el Salao una vez:

 

 

 

y.. vea cómo salió.

220

 

 

   En el año veintisiete,

 

 

 

cuando la guerra que armó

 

 

 

con el Brasil Buenos Aires,

 

 

 

cierto día sucedió

 

 

 

que el comendante de allí

225

 

 

estando medio alegrón,

 

 

 

con la mañana ñublada,

 

 

 

en la descubierta vio

 

 

 

una punta de avestruces,

 

 

 

o yeguas, o qué sé yo;

230

 

 

y que se desembarcaban

 

 

 

los Imperiales pensó,

 

 

 

porque al Salao unos barcos

 

 

 

estaban bocleándolo.

 

 

 

   El comendante asustao

235

 

 

pidiendo auxilio escribió

 

 

 

a Raucho, y don Juan Manuel

 

 

 

se vino de valentón

 

 

 

a impedir el desembarco...

 

 

 

que, por cierto, no creyó.

240

 

 

   En fin: llegó balaquiando,

 

 

 

y, como nada encontró,

 

 

 

se fue esa noche a un fandango,

 

 

 

de albitrario se arrió

 

 

 

a todos los marineros

245

 

 

que en el camino topó,

 

 

 

y por su cuenta no más

 

 

 

en el cepo los metió,

 

 

 

porque andaban divertidos.

 

 

 

   De balde le reclamó

250

 

 

por los suyos un Francés,

 

 

 

capitán (presumo yo)

 

 

 

de una boleta grandota

 

 

 

El hombre allí le alegó

 

 

 

con razones; pero Rosas,

255

 

 

altanero y fanfarrón,

 

 

 

le hizo un desprecio al Francés

 

 

 

y en encas lo amenazó.

 

 

 

Éste era un Musiú Carrué

 

 

 

que echando futris salió,

260

 

 

y al otro día en el río

 

 

 

a Rosas lo devisó,

 

 

 

cruzando en una canoa

 

 

 

a tomar un cimarrón.

 

 

 

al barco de don Gallino,

265

 

 

que allí estaba a la sazón

 

 

 

y con Rosas diariamente

 

 

 

cimarroniaban los dos.

 

 

 

   Ahora sí, dijo el Francés:

 

 

 

y ya también se largó

270

 

 

en su bote atrás de Rosas

 

 

 

y allí no más lo apretó,

 

 

 

en vano fueron clamores,

 

 

 

al bordo se lo llevó,

 

 

 

y al momento de subirlo

275

 

 

la velería soltó.

 

 

 

   Aquí fueron las angustias

 

 

 

de nuestro Restaurador;

 

 

 

¡eh, pu...nta! si del julepe

 

 

 

amarillo se quedó,

280

 

 

y viendo de que el Francés

 

 

 

demostraba la intención

 

 

 

de llevarlo a Portugal...

 

 

 

a venderlo, le lloró,

 

 

 

y soltar los marineros

285

 

 

mansito le prometió.

 

 

 

Así fue: don Juan Manuel

 

 

 

de la boleta escribió,

 

 

 

y los presos al ratito

 

 

 

al capitán le largó.

290

 

 

   Entonces ¿qué hizo el Francés?

 

 

 

en cuanto los recibió,

 

 

 

al Presidente Supremo,

 

 

 

al heroico defensor

 

 

 

de todito el Continente

295

 

 

y de la Confederación,

 

 

 

el Francés Musiú Carrué

 

 

 

de la boleta lo echó

 

 

 

con un puntapié en la cola,

 

 

 

después que lo zamarrió!

300

 

BARRAGÁN

   ¡Qué vergüenza para un criollo?

 

 

 

¡Barajo! amigo Ramón:

 

 

 

si a mí tal me sucediera,

 

 

 

¡por ésta ! creameló,

 

 

 

que en la boleta al musiú

305

 

 

más tajos le prendo yo

 

 

 

que besos le dio su madre...

 

 

CONTRERAS

   La del Francés...

 

 

BARRAGÁN

                                  Sí, señor

 

 

 

ni el diablo me sujetaba

 

 

 

en semejante ocasión.

310

 

 

¿Y que haiga hombre tan morao

 

 

 

como Rosas se mostró

 

 

 

en el barco? ¡Voto a cristas!

 

 

 

se me hace conversación,

 

 

 

por ciertos antecedentes

315

 

 

que del hombre tengo yo.

 

 

CONTRERAS

   ¿Qué dice? pues, no se le haga,

 

 

 

así mesmo sucedió:

 

 

 

y por las dudas, si acaso,

 

 

 

puede preguntarseló

320

 

 

cuando entre en Montevideo...

 

 

BARRAGÁN

   ¡Ahora sí me trajinó

 

 

 

con la entrada que me suelta

 

 

 

al cuhete y de refilón!

 

 

CONTRERAS

   Mire: no se haga el sarnoso,

325

 

BARRAGÁN

   Es que me da comezón

 

 

 

el envite de la entrada.

 

 

CONTRERAS

   Pues haga resolución

 

 

 

de cabrestiarme, y verá

 

 

 

si dentra alguna ocasión...

330

 

 

a la fija.

 

 

BARRAGÁN

                  Maliceo

 

 

 

el rumbo, amigo Ramón,

 

 

 

de balde me hago el potrillo,

 

 

 

¿no ve que soy mancarrón?

 

 

 

Paisano, cuando usté va,

335

 

 

ya vengo de vuelta yo;

 

 

 

siendo así, también deseo

 

 

 

que se realice el rumor

 

 

 

en que funda su esperanza,

 

 

 

o la fundamos los dos...

340

 

 

alvirtiendo que de usté

 

 

 

sólo espero un ¡vamonós!

 

 

 

y también que soy de Urquiza

 

 

 

todo entero, sepaló.

 

 

 

¿Qué tal le parece el quiero?

345

 

CONTRERAS

   ¡Cosa linda, superior!

 

 

 

deme esos cinco, supuesto

 

 

 

que colige mi intención.

 

 

BARRAGÁN

   Velay, tome, y dele guasca:

 

 

 

no corte la relación

350

 

 

de la vida primorosa

 

 

 

de nuestro Gobernador:

 

 

 

a ver si la sabe a fondo.

 

 

CONTRERAS

   La sé, aparcero, ¡pues no!

 

 

 

y a relatarla completa

355

 

 

lo desafío al mejor.

 

 

BARRAGÁN

   Entonces, puede afirmar

 

 

 

con fundamento y razón,

 

 

 

que tiene malas entrañas

 

 

 

y es diablo el Restaurador;

360

 

 

y hace una máquina de años

 

 

 

a que lo conozco yo,

 

 

 

y en algún tiempo confieso

 

 

 

que le tuve estimación:

 

 

 

y voy también a contarle

365

 

 

cómo le tomé afición

 

 

 

en cierta gauchada. -Escuche.

 

 

CONTRERAS

   Vamos a ver.

 

 

BARRAGÁN

                            Pues, señor:

 

 

 

en mil ochocientos trece,

 

 

 

(¿Qué le parece el tirón?)

370

 

 

en la plaza del Retiro,

 

 

 

me acuerdo que se jugó

 

 

 

una corrida de toros,

 

 

 

que toriaron de afición

 

 

 

don Lezica, don Somalo,

375

 

 

Dorrego y otra porción

 

 

 

de puebleros ricachones,

 

 

 

y todos de buen humor.

 

 

 

   Entre ellos don Juan Manuel

 

 

 

de gaucho se comidió

380

 

 

sin arrejar el pellejo

 

 

 

a salir de enlazador,

 

 

 

y como era vaquianazo

 

 

 

la oferta se le almitió.

 

 

 

   Para lucir en la plaza

385

 

 

a prepararse empezó,

 

 

 

y en el momento preciso

 

 

 

don Juan Manuel ensilló

 

 

 

un zaino como una niña,

 

 

 

y cinchero superior.

390

 

 

   A los toros esa tarde

 

 

 

el pueblo se descolgó,

 

 

 

pues como eran por la patria

 

 

 

todo bicho se coló:

 

 

 

a extremos de que la plaza

395

 

 

por dentro era un borbollón

 

 

 

de tanta gente que hacía

 

 

 

crujir toda la armazón.

 

 

 

   A eso de las tres y media

 

 

 

la corrida principió,

400

 

 

con un toro yaguané

 

 

 

que soltaron y salió

 

 

 

zapatiando cola-alzada,

 

 

 

y, así como cegatón,

 

 

 

del brete; pero al instante

405

 

 

que se desencadiló

 

 

 

y allí cerca del toril

 

 

 

vido gente, ya embistió...

 

 

 

¡la pu...janza! y de un bufido

 

 

 

al quinto infierno aventó

410

 

 

a todos los capiadores;

 

 

 

pero antes se revolcó,

 

 

 

ahí no más, junto a la valla

 

 

 

al pingo y al picador.

 

 

 

   ¡Ah, toro aquel! yo no he visto

415

 

 

animal más superior

 

 

 

en su laya, ni tampoco

 

 

 

más liviano y cargador.

 

 

 

   Escuche el lance siguiente,

 

 

 

a ver si tengo razón.

420

 

 

   Queriendo banderillarlo,

 

 

 

cuando el caso se ofreció,

 

 

 

creo que fue don Somalo

 

 

 

quien a la suerte salió:

 

 

 

pero asustao, a la cuenta,

425

 

 

antes de juir le prendió

 

 

 

la banderilla en las aujas;

 

 

 

¡Cristo! y, apenas sintió

 

 

 

la punta del clavo el toro,

 

 

 

dando un bramido saltó

430

 

 

como un gato, y en el aire

 

 

 

todo el cuerpo culebrió,

 

 

 

arquiándose de manera,

 

 

 

que al caer vino y lo ganó

 

 

 

la vuelta al banderillero...

435

 

 

que en vez de correr voló.

 

 

 

Así fue que a la barrera

 

 

 

como balazo llegó;

 

 

 

pero, al entrar, justamente

 

 

 

en la puerta lo cazó

440

 

 

el toro, de la culata,

 

 

 

y allí lo desfundilló;

 

 

 

y la plaza una algazara

 

 

 

de chiflidos se volvió.

 

 

 

   Don Juan Manuel, entretanto,

445

 

 

riyéndose y de mirón

 

 

 

asomaba la cabeza

 

 

 

por encima de un portón,

 

 

 

donde los enlazadores

 

 

 

estaban en reunión.

450

 

 

   En esto, dando dos golpes

 

 

 

sobre la caja el tambor,

 

 

 

sin duda hizo la señal

 

 

 

de salir el matador;

 

 

 

porque luego don Lezica

455

 

 

medio ladiado salió

 

 

 

a matar... con una espada

 

 

 

del largo de un maniador:

 

 

 

y aparentando coraje

 

 

 

para ocultar el jabón,

460

 

 

y haciendo el hombre un esfuerzo

 

 

 

y de tripas corazón,

 

 

 

a gambetas y chuzazos

 

 

 

con el toro se agarró,

 

 

 

y sin poderlo matar

465

 

 

las paletas le charquió.

 

 

 

   Al ver eso, la pueblada

 

 

 

otra algazara formó,

 

 

 

¡y fuera, fuera! gritaban

 

 

 

cuando la caja tocó

470

 

 

a enlazar; y en el momento

 

 

 

entreabrieron el portón,

 

 

 

por donde Rosas puntiando

 

 

 

el primerito salió...

 

 

 

me acuerdo, de poncho pampa,

475

 

 

bota-juerte y pantalón,

 

 

 

un clavel tras de la oreja

 

 

 

y un sombrerito gachón.

 

 

 

   Con esa facha a caballo

 

 

 

Rosas se nos presentó

480

 

 

en la plaza de los toros

 

 

 

por la primera ocasión:

 

 

 

y el pueblo de Buenos Aires

 

 

 

entonces lo conoció...

 

 

 

   Ahora, amigo, se me ocurre,

485

 

 

hacerle una reflexión,

 

 

 

para mostrarle que el mundo

 

 

 

es diablo y engañador.

 

 

 

   En aquel tiempo dichoso,

 

 

 

en sus glorias y esplendor

490

 

 

se ostentaba Buenos Aires;

 

 

 

y en aquella reunión

 

 

 

no vido en Rosas, tal vez,

 

 

 

más que un buen enlazador

 

 

 

y Rosas también quizás

495

 

 

no tuvo más pretensión,

 

 

 

esa tarde, que lucirse

 

 

 

de gaucho, como lució;

 

 

 

y hoy en día a Buenos Aires...

 

 

 

¡qué mudanza! vealó

500

 

 

a las plantas de ese gaucho

 

 

 

rindiéndole humillación!

 

 

CONTRERAS

   ¡Eso sí es una vergüenza,

 

 

 

aparcero Salvador!

 

 

 

y a ese sí le atracaría

505

 

 

de filo y de punta yo:

 

 

 

no al francés Musiú Carrué

 

 

 

que tuvo mucha razón

 

 

 

cuando a ese loco altanero

 

 

 

en el barco lo patió.

510

 

BARRAGÁN

   ¿Es decir, que la pelota

 

 

 

me vuelve usté en la ocasión,

 

 

 

por aquellas expresiones

 

 

 

que le solté calentón?

 

 

 

¡Si será diablo! No le hace:

515

 

 

seguiré con su perdón,

 

 

 

y oiga al fin, cómo en los toros

 

 

 

don Juan Manuel se portó.

 

 

 

   Al salir garboso, el lazo

 

 

 

de los tientos desprendió;

520

 

 

y, haciendo una armada grande,

 

 

 

las espuelas le atracó

 

 

 

al zaino, que de un balance

 

 

 

a media plaza salió,

 

 

 

en donde Rosas de golpe

525

 

 

de una rienda lo sentó,

 

 

 

y allí el pingo media luna

 

 

 

con los garrones rayó.

 

 

 

   Pero, al dar esa sentada,

 

 

 

don Juan Manuel calculó

530

 

 

dejar el toro a la zurda,

 

 

 

y en cierta disposición

 

 

 

para asigurarlo al tiro

 

 

 

y así mismo sucedió,

 

 

 

pues, cuando el toro rompía

535

 

 

atrás de otro enlazador

 

 

 

y ya con las aspas iba

 

 

 

peinándole el mancarrón,

 

 

 

Rosas alzando la armada

 

 

 

al revés la revolió,

540

 

 

y, cuando se le hizo bueno,

 

 

 

al toro se la soltó

 

 

 

por encima de las riendas;

 

 

 

¡ah, gaucho! y se la prendió

 

 

 

de las dos aspas limpitas,

545

 

 

y en cuanto el lazo cimbró...

 

 

 

al toro patas arriba

 

 

 

lo dio vuelta del tirón.

 

 

 

   Desde esa vez, le confieso,

 

 

 

don Juan Manuel me prendó,

550

 

 

y a muchísimos paisanos

 

 

 

lo mismo les sucedió;

 

 

 

pues al istante que el toro

 

 

 

del golpe se enderezó,

 

 

 

y que Rosas de galope

555

 

 

a la cincha lo arrastró,

 

 

 

en la plaza un palmoteo

 

 

 

estruendoso resonó

 

 

 

en prueba de que a los criollos

 

 

 

el lance nos agradó.

560

 

CONTRERAS

   Muy lindo: pero confiese,

 

 

 

aparcero Salvador,

 

 

 

que Rosas, así, a gauchadas

 

 

 

la trampa nos preparó,

 

 

 

pues, si en la plaza esa vez

565

 

 

a enlazar se presentó,

 

 

 

no fue por costiarle a naides

 

 

 

la risa o la diversión,

 

 

 

sino porque en sus adentros

 

 

 

llevaba hecha la intención

570

 

 

de engatusar a los gauchos,

 

 

 

como nos engatusó

 

 

 

al principio, para traernos

 

 

 

a esta triste situación

 

 

 

de abandono, de miseria,

575

 

 

y de completa opresión;

 

 

 

en la que, si yo me encuentro

 

 

 

no es por lerdo, no, señor;

 

 

 

que, a respeto de gauchadas,

 

 

 

le contaré la mejor

580

 

 

de todas las que yo sé

 

 

 

de ese mismo enlazador:

 

 

 

para que usté se convenza

 

 

 

de la ruin inclinación,

 

 

 

la perfidia y mala fe,

585

 

 

la codicia y la ambición

 

 

 

que desde tiempos de atrás

 

 

 

ese gaucho alimentó

 

 

 

en sus entrañas de tigre,

 

 

 

y su invariable tesón

590

 

 

hasta salir con la suya

 

 

 

en la iniquidá mayor.

 

 

 

   ¡Mire, no se queme el poncho!

 

 

 

y présteme su atención.

 

 

 

   Cuando el finado Dorrego

595

 

 

(que esté gozando de Dios)

 

 

 

era en el año veintiocho

 

 

 

supremo Gobernador,

 

 

 

se acordará usté, paisano,

 

 

 

de aquella revolución

600

 

 

que, el primero de diciembre,

 

 

 

del mando lo solivió

 

 

 

al finado, y que en Navarro

 

 

 

el infeliz sucumbió.

 

 

 

   Se acordará usté también,

605

 

 

supuesto que allí se halló,

 

 

 

que Rosas desde Navarro,

 

 

 

aquel día de la aición,

 

 

 

como era su maña vieja,

 

 

 

fue el primero que surquió

610

 

 

disparando a Santa Fe

 

 

 

en donde López lo armó;

 

 

 

porque Rosas de asustao

 

 

 

hasta las botas perdió;

 

 

 

y finalmente, usté sabe

615

 

 

todo lo que sucedió

 

 

 

desde aquella disparada

 

 

 

hasta que Rosas volvió,

 

 

 

y en el mando al fin y al cabo

 

 

 

por desgracia se afirmó

620

 

 

   Después de eso, todos saben

 

 

 

que él mismo se tituló

 

 

 

Restaurador de las leyes,

 

 

 

y también que aparentó

 

 

 

por el difunto Dorrego

625

 

 

el sentimiento mayor;

 

 

 

pues hasta el día maldice

 

 

 

aquella revolución,

 

 

 

cómo asigura que siente

 

 

 

todavía un gran dolor

630

 

 

por la muerte de su tierna

 

 

 

y adorada Encarnación:

 

 

 

cuando sabe todo el mundo

 

 

 

que la vieja se murió

 

 

 

suplicando agonizante

635

 

 

que viniese un confesor,

 

 

 

a lo que Rosas furioso

 

 

 

totalmente se negó,

 

 

 

y en el cuarto de la enferma

 

 

 

se estuvo y no se movió

640

 

 

hasta que su amada prenda

 

 

 

sin confesarse expiró!

 

 

BARRAGÁN

   ¡Ahi-juna-gran...pa el judío!

 

 

 

¡si tendrá perdón de Dios!

 

 

CONTRERAS

   Lo dudo: pero, dispense,

645

 

 

no me ataje a lo mejor.

 

 

 

   Pues, oiga: el año veintiocho,

 

 

 

en esa revolución,

 

 

 

los unitarios tan sólo

 

 

 

le ganaron el tirón

650

 

 

a Rosas, quien a Dorrego

 

 

 

ya andaba rastriandoló

 

 

 

para apretarlo de firme

 

 

 

hasta arrancarle el bastón.

 

 

 

Y el finado lo sabía

655

 

 

conforme lo supe yo

 

 

 

que fue del modo siguiente.

 

 

 

Oiga, amigo Salvador.

 

 

 

   Un tal don Manuel Moreno,

 

 

 

viejo, ricacho y dotor,

660

 

 

y hombre de letra menuda,

 

 

 

era del Gobernador

 

 

 

ministro en aquel entonces,

 

 

 

hasta que al fin se largó,

 

 

 

en el mismo año o después,

665

 

 

con el cargo y comisión

 

 

 

de Plenocipotenciario

 

 

 

a la ciudá de London.

 

 

 

   Pues ese dotor Moreno

 

 

 

sin duda se descuidó,

670

 

 

una tarde que yo fui

 

 

 

a llevarle un mancarrón

 

 

 

a su quinta, y le escuché

 

 

 

todo lo que platicó

 

 

 

con otro hombre de casaca

675

 

 

abajo de un corredor;

 

 

 

y todo con referencia

 

 

 

no más que al día anterior,

 

 

 

en el cual, diz que en el Fuerte

 

 

 

había estado el dotor

680

 

 

en su propia escribanía

 

 

 

y con el Gobernador,

 

 

 

cuando Rosas redepente

 

 

 

allí también se coló;

 

 

 

y, como era Comendante

685

 

 

general, luego alegó

 

 

 

que, "por falta de armamento

 

 

 

lema mucho temor

 

 

 

de que cayese la Indiada

 

 

 

y arrasara de un malón

690

 

 

a todita la Provincia:

 

 

 

pues, amenazandoló

 

 

 

andaban los Pampas ya

 

 

 

por tanto, que a precaución

 

 

 

se le dieran seis cañones

695

 

 

y al menos un batallón;

 

 

 

de ahí sables y garabinas,

 

 

 

pólvora y otra porción

 

 

 

de cachibaches de guerra,

 

 

 

y plata por conclusión."

700

 

 

   Sin levantar la cabeza

 

 

 

el finado lo escuchó

 

 

 

con bastante indiferencia:

 

 

 

y por fin se le negó

 

 

 

a cuanto solicitaba

705

 

 

Rosas, el cual no cejó;

 

 

 

al contrario, machacando

 

 

 

de nuevo le replicó,

 

 

 

diciéndole que "sentía

 

 

 

que el señor Gobernador

710

 

 

expusiera la campaña

 

 

 

a sufrir una invasión

 

 

 

de los Indios, por no darle

 

 

 

las cosas de precisión

 

 

 

en los apuros" ...Entonces

715

 

 

le dijo el Gobernador:

 

 

 

"¡Sé muy bien, don Juan Manuel,

 

 

 

cuáles sus apuros son...!

 

 

 

y nada más me replique

 

 

 

habiéndole dicho no!"

720

 

 

   Y Rosas cerrando el pico

 

 

 

dio vuelta, y ya se salió

 

 

 

de allí, mordiendo el rebenque

 

 

 

y el poncho arrastrandoló.

 

 

 

   Tenga presente, aparcero,

725

 

 

para informarse mejor,

 

 

 

que todo aquel alegato

 

 

 

Moreno lo presenció:

 

 

 

así, al momento que Rosas

 

 

 

puerta afuera se largó,

730

 

 

en la misma escribanía

 

 

 

templando el pecho el dotor

 

 

 

después de tomar polvillo

 

 

 

le dijo al Gobernador,

 

 

 

que "encontraba razonable

735

 

 

de Rosas la pretensión,

 

 

 

por los riesgos" y... ahí no más,

 

 

 

el resuello le atajó

 

 

 

Dorrego, que redepente

 

 

 

como un tigre se enojó,

740

 

 

y al pararse, en el impulso,

 

 

 

cuarta y media se estiró;

 

 

 

y, como tenía un genio

 

 

 

como huracán, le afirmó

 

 

 

un puñetazo a la mesa

745

 

 

que toda entera crujió;

 

 

 

y abriendo tamaños ojos

 

 

 

al ministro le gritó:

 

 

 

"¡Barajo, señor Moreno!

 

 

 

¡qué riesgos, ni qué invasión:

750

 

 

todas esas son embrollas

 

 

 

de ese hipócrita bribón!

 

 

 

ahora mismo, sepa usté,

 

 

 

que tiene ese salteador

 

 

 

dispuesto contra el Gobierno

755

 

 

un plan de revolución;

 

 

 

el cual a un amigo nuestro,

 

 

 

que antes de anoche durmió

 

 

 

en el paso del Venao,

 

 

 

incauto se lo confió

760

 

 

Pedro Burgos, a quien Rosas

 

 

 

le ha dado la comisión

 

 

 

de andar recogiendo firmas

 

 

 

para cierta petición

 

 

 

anárquica, mientras ÉL

765

 

 

ya tiene una reunión

 

 

 

o montonera en el Sur,

 

 

 

formada de una porción

 

 

 

de vagamundos que abriga,

 

 

 

y para esa chusma son

770

 

 

las armas que solicita.

 

 

 

Y, finalmente, señor,

 

 

 

sepa usté, que ese bandido,

 

 

 

por envidia o ambición,

 

 

 

detesta entrañablemente

775

 

 

a los hombres como yo

 

 

 

y como usté, y como todos

 

 

 

los que en la revolución

 

 

 

DEL 25 DE MAYO

 

 

 

con patriotismo y honor

780

 

 

combatieron y triunfaron

 

 

 

contra el poder español.

 

 

 

   "Sepa usté más: ese GAUCHO,

 

 

 

a no sofrenarlo yo,

 

 

 

en desprecio de los hombres

785

 

 

de bien y de educación,

 

 

 

y de todos los gobiernos

 

 

 

y la civilización,

 

 

 

¡ese Rosas! si pudiera,

 

 

 

aquí vendría, señor,

790

 

 

a carnear dentro del Fuerte

 

 

 

y en medio de este salón,

 

 

 

y sobre todas las leyes

 

 

 

¡clavaría el asador!"

 

 

 

   Pues, amigo Barragán,

795

 

 

Dorrego se pronunció

 

 

 

como un profeta ese día;

 

 

 

y el tiempo lo acreditó

 

 

 

a los doce años después,

 

 

 

cuando en el Fuerte se dio

800

 

 

un convite federal

 

 

 

y allí mismo se carnió.

 

 

 

   Y para esa comilona

 

 

 

don Juan Manuel convidó

 

 

 

a los hombres más rumbosos,

805

 

 

poniendo por condición

 

 

 

asistir precisamente:

 

 

 

y también se le ocurrió

 

 

 

que todos se presentaran

 

 

 

con bigotes, y si no,

810

 

 

que allí se los pintarían;

 

 

 

y a su gusto se burló

 

 

 

Rosas de los generales,

 

 

 

y alcaldes y otra porción

 

 

 

de personas de copete,

815

 

 

a quienes enmascaró

 

 

 

tiznándoles los bigotes

 

 

 

él mismo, y de ahí los llevó

 

 

 

a bailar la Refalosa,

 

 

 

que esa noche se bailó

820

 

 

al gusto de la Mashorca,

 

 

 

y en aquel mismo salón

 

 

 

donde Rosas y Dorrego

 

 

 

tuvieron la alegación.

 

 

 

   Y doña Manuela Rosas

825

 

 

también allí fandanguió;

 

 

 

y, en osequio de las damas,

 

 

 

por gusto el Restaurador

 

 

 

dispuso que revolcaran

 

 

 

a una moza en el salón,

830

 

 

para verle si las ligas

 

 

 

eran punzones o no:

 

 

 

y concluida esa jarana,

 

 

 

conforme pronosticó

 

 

 

Dorrego el año veintiocho,

835

 

 

así mismo sucedió.

 

 

 

   Después de esa trasnochada,

 

 

 

sintiéndose delgadón,

 

 

 

Rosas quiso churrasquiar

 

 

 

allí en medio del salón,

840

 

 

donde por hacerle el gusto

 

 

 

un ladrillo se arrancó

 

 

 

y allí con un costillar

 

 

 

plantaron el asador

 

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

845

 

 

 

 

 

 

   En este punto Contreras

 

 

 

el diálogo suspendió,

 

 

 

porque tocaron llamada

 

 

 

en el cuartel de Violón,

 

 

 

y tenía que largarse

850

 

 

por ser de aquel batallón.

 

 

 

 

 

 

 

   Mesmamente, de su amigo

 

 

 

Barragán se despidió,

 

 

 

ofréciendole volver

 

 

 

a concluir la relación

855

 

 

de las mentas y ruindades

 

 

 

del liendre Restaurador.

 

 

 

 

 

 

 

   Así fue, al día siguiente,

 

 

 

antes de nacer el sol,

 

 

 

Contreras se vino al trote

860

 

 

al rancho de Salvador,

 

 

 

y atrás de los buenos días

 

 

 

le dijo de sopetón:

 

 

 

"Vaya, amigo, dese prisa,

 

 

 

y también deme un abrazo,

865

 

 

ahora que ha llegado el caso

 

 

 

de rumbiar aonde está Urquiza,

 

 

 

que anda de este lao, ¡ah, Cristo!,

 

 

 

¡con Virasoro y Garzón!..."

 

 

 

 

 

 

BARRAGÁN

   Pues, bien, amigo Ramón,

870

 

 

cuando guste, ya estoy listo.

 

 

 

   Vámonos, no hay más que hablar,

 

 

 

esta noche rumbiaremos:

 

 

 

y después que nos larguemos...

 

 

 

que nos vengan a rastriar.

875

 

 

 

 

 

CONTRERAS

   Con que, será hasta lueguito

 

 

 

entonces, dijo Ramón.

 

 

 

 

 

 

BARRAGÁN

   Después de dar la oración...

 

 

 

sin falta, compañerito.

 

 

 

]

 

Las milicias de Rosas

         

Y episodio de Camila Ogorman

 

                      

Montevideo, octubre de 1843.

 

 

 

 

     Donato Jurao, gaucho hacendado de Buenos Aires, y enrolado en los regimientos de milicias de la campaña, escribe a su mujer que se halla en Montevideo, acompañando a una tía suya, la carta que va a continuación de la siguiente Dedicatoria a Rosas. Si hay algunos lectores tan escrupulosos que duden de la autenticidad de la carta, no habrá empeño en convencerlos; porque los sentimientos expresados en ella son tan verdaderos, y tan fiel la pintura de las vejaciones, crueldades y engaños que allí se sufren, que la mayor parte de los que han sido arrastrados a los campos militares, en que el gobernador Rosas tiene sujeta a la población de la campaña, expresarían los mismos lamentos que Donato Jurao, si tuviesen libertad para hacerlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dedicatoria

 

Señor don Juan Manuel Rosas.

 

 

 

 

 

                      

   Aunque parece repecho

 

 

 

muy cuesta arriba en el día,

 

 

 

largarle esta versería,

 

 

 

será la última que le echo;

 

 

 

y quedaré sastisfecho

5

 

 

desde hoy para eternamente

 

 

 

si me aguanta la presente,

 

 

 

en desquite de ¡veinte años!

 

 

 

que me hace en pagos extraños

 

 

 

rodar miserablemente.

10

 

 

   Esos son los que he rodao,

 

 

 

juera de dos de un tirón

 

 

 

que me tuvo sin razón

 

 

 

con grillos y encarcelao;

 

 

 

y ocho meses que apretao

15

 

 

en el PONTÓN me sumió:

 

 

 

a más, lo que le escribió

 

 

 

usté al difunto Anchorena...

 

 

 

que me matara, y de pena

 

 

 

ese hombre no me mató.

20

 

 

   Luego en la Banda Oriental

 

 

 

por fortuna me anidé,

 

 

 

y de atrás me salió usté

 

 

 

persiguiendo a lo animal;

 

 

 

y allí me tuvo a corral

25

 

 

atrasao y delgadón;

 

 

 

pero así mesmo, patrón,

 

 

 

ya no volveré a escrebirle

 

 

 

para darle ni pedirle

 

 

 

ninguna sastifaición:

30

 

 

   Porque con esta versada

 

 

 

en que voy a maltratarlo,

 

 

 

sin volver a molestarlo,

 

 

 

mi cuenta está chancelada.

 

 

 

Pienso no deberle nada,

35

 

 

y en caso que usté me deba,

 

 

 

la media arroba me lleva:

 

 

 

pues, como anda bien montao,

 

 

 

me daré por trajinao

 

 

 

sin pedirle cuenta nueva.

40

 

 

   Tan solo, si yo pudiera

 

 

 

del gobierno recularlo,

 

 

 

y de su tierra aventarlo,

 

 

 

le asiguro que lo hiciera;

 

 

 

desiándole que se viera

45

 

 

pobre y fundido algún día;

 

 

 

aunque usté se llevaría

 

 

 

todo lo que ha manotiao

 

 

 

después de haber difuntiao

 

 

 

tanta infeliz gauchería.

50

 

 

   También, ojalá mudara

 

 

 

con el pellejo su maña,

 

 

 

pero usté es víbora extraña

 

 

 

y eso juera cosa rara.

 

 

 

Ansí no le veo cara

55

 

 

de que se amanse jamás,

 

 

 

cosa que lo hace incapaz

 

 

 

para buen gobernador:

 

 

 

siendo ansí tan matador,

 

 

 

y con lo ajeno voraz.

60

 

 

   Si quiere mudar, de cierto,

 

 

 

un consejo le daré:

 

 

 

no mate, ni... pero ¡qué!

 

 

 

si es predicar en disierto,

 

 

 

y como tirarse a muerto,

65

 

 

presumir que usté, paisano,

 

 

 

mientras viva lomo sano...

 

 

 

pueda componerse y mude

 

 

 

de... pero, en fin, ¡Dios lo ayude!

 

 

 

Y ansí, quedamos a mano.

70

 

 

 

 

 

Donato Jurao a su mujer Andrea Silva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Parte primera

 

 

 

 

 

Buenos Aires, agosto 20 de 1848.

 

 

Mi más apreciada esposa.

 

 

 

 

 

 

   Tan infortunao he sido

 

 

 

ausente de ti, mi cielo,

 

 

 

que no he gozao el consuelo

 

 

 

hasta hoy de haberte escrebido,

 

 

 

a causa de que en tu ausiencia.

5

 

 

enfermo y por desventura

 

 

 

al pie de la sepultura

 

 

 

me he visto con evidencia.

 

 

 

   Ahora por felicidá

 

 

 

me siento medio alentao,

10

 

 

favor que me ha dispensao

 

 

 

su Divina Majestá;

 

 

 

y al colmo de mi deseo

 

 

 

he sabido, dueña mía,

 

 

 

que acompañando a mi tía

15

 

 

seguís en Montevideo.

 

 

 

   Siguro de esto, ya ves,

 

 

 

tomo la pluma y te escribo,

 

 

 

anhelando que al recibo

 

 

 

de esta carta disfrutés

20

 

 

cabal salú, sin que sea

 

 

 

por desdicha interrumpida:

 

 

 

cosa que con alma y vida

 

 

 

mi fino amor te desea.

 

 

 

   Luego con todo mi afeto

25

 

 

me es placentero decirte,

 

 

 

que también al escribirte

 

 

 

tengo el amoroso ojeto

 

 

 

de anunciarte mi partida,

 

 

 

y cuando menos pensés

30

 

 

a tu lado me tendrés,

 

 

 

si Dios me presta la vida.

 

 

 

   En esta confoirmidá,

 

 

 

si acaso andás por venirte,

 

 

 

paso también a decirte

35

 

 

que te aguantés por allá,

 

 

 

de cualquier modo que sea:

 

 

 

no te meniés, ya te digo;

 

 

 

y si no es junto conmigo,

 

 

 

no te me vengás, Andrea.

40

 

 

   Porque esto se va poniendo

 

 

 

otra vez endemoniao,

 

 

 

y asigún he olfatiao

 

 

 

la cosa se va frunciendo

 

 

 

Pero, china... ¡por la Virgen!

45

 

 

con naides me platiqués

 

 

 

de esta carta, si querés

 

 

 

no ser vos mesma el origen,

 

 

 

para que don Juan Manuel

 

 

 

me enderece al matadero:

50

 

 

mirá, mi bien, que no quiero

 

 

 

tener más cuentas con él...

 

 

 

   Porque cuando está alunao

 

 

 

es diablo y escarbador,

 

 

 

y más atropellador

55

 

 

que toro recién capao:

 

 

 

y hoy más que nunca le tomo

 

 

 

olor a tigre; por esto

 

 

 

más de cuatro, por supuesto,

 

 

 

andamos hinchando el lomo.

60

 

 

   Yo al menos he de cabriar,

 

 

 

y creo cosa sigura

 

 

 

que si viene una apretura

 

 

 

a mí no me ha de apretar;

 

 

 

porque apreceo mi vida,

65

 

 

y viendo el lance venir,

 

 

 

no he de aguantar a salir

 

 

 

como a la gala parida.

 

 

 

   En fin, me voy alargando...

 

 

 

que ni sé cómo me voy;

70

 

 

mesmamente, porque estoy

 

 

 

atolondrao y cismando,

 

 

 

con la última atrocidá

 

 

 

que hemos visto ante de ayer:

 

 

 

¡cosa que ha hecho estremecer

75

 

 

la campaña y la ciudá!

 

 

 

   Ya sabés, china, que yo

 

 

 

tengo una alma de reyuno

 

 

 

y que suceso ninguno

 

 

 

en la vida me espantó;

80

 

 

pero ha pegao un bramido

 

 

 

don Juan Manuel, tan feroz,

 

 

 

y es tan sangriento y atroz

 

 

 

el horror que ha cometido...

 

 

 

   Que ha de ser más que insensible

85

 

 

el hombre que no se ensañe,

 

 

 

y luego se desengañe

 

 

 

con este golpe terrible,

 

 

 

¡que solo un don Juan Manuel,

 

 

 

pensando el caso, ha podido

90

 

 

matar a quien no ha nacido

 

 

 

de un modo feroz y cruel!

 

 

 

   Y por tener aterrada,

 

 

 

y en costante humillación

 

 

 

a toda la población

95

 

 

de esta tierra desgraciada,

 

 

 

brama Rosas, y "¡aquí estoy!

 

 

 

(le dice a esta gente vil),

 

 

 

¡como en octubre y abril

 

 

 

siempre el mesmo TIGRE soy!"...

100

 

 

   ¡Ahi-juna!... y se presumía

 

 

 

de que ya estaba blandón;

 

 

 

pero con tal manotón,

 

 

 

como el que ha dao en el día,

 

 

 

han ido a dar al infierno

105

 

 

las creencias de la criollada,

 

 

 

que hoy anda más achuchada

 

 

 

que pelaos en el invierno.

 

 

 

   Pues, con un par de alharidos

 

 

 

que suelta cuando se enoja,

110

 

 

se limpia a quien se le antoja;

 

 

 

y de ahí todos encogidos

 

 

 

los paisanos se amedrentan

 

 

 

pero ¡cómo!... que los ata

 

 

 

un hombre solo, y los mata

115

 

 

a unos, ¡y a otros los ahuyenta!

 

 

 

   ¡Cristo! si el diablo me lleva,

 

 

 

cuando veo en casos tales

 

 

 

a porteños federales

 

 

 

temblando ganar la cueva,

120

 

 

sin saberse defender,

 

 

 

ni hacer más que acoquinarse

 

 

 

y en el peligro asustarse,

 

 

 

como animales al ver...

 

 

 

   Cuando en el campo voltean

125

 

 

a una res entre el ganao,

 

 

 

que apenas la han degollao

 

 

 

los novillos la olfatean;

 

 

 

y ahi se empacan tiritando,

 

 

 

de la sangre alrededor,

130

 

 

y allí un ruin enlazador

 

 

 

solito los va voltiando.

 

 

 

   Y... ¿qué hacen en tales casos

 

 

 

los torunos que igual suerte

 

 

 

deben sufrir, y la muerte

135

 

 

ven con tamaños ojazos?

 

 

 

Se asusta la novillada,

 

 

 

y el gaucho así la degüella,

 

 

 

porque un toro no atropella

 

 

 

y le atraca una cornada.

140

 

 

   Y olvidando, de terror,

 

 

 

su fortaleza en los cuernos

 

 

 

para echar a los infiernos

 

 

 

de un bote al degollador...

 

 

 

toro que logra escapar

145

 

 

con vida en esa voltiada,

 

 

 

muere en la otra, sin que nada

 

 

 

le importe, a fin de engordar.

 

 

 

   Velay la comparación

 

 

 

mas perfeta y aparente,

150

 

 

que yo le aplico a esa gente

 

 

 

cuando oigo en la situación

 

 

 

que el porcentaje se queja,

 

 

 

y no hace más que entregarse

 

 

 

al cuchillo y agacharse,

155

 

 

sin mezquinar ni la oreja.

 

 

 

   Y mientras no los asusta

 

 

 

don Juan Manuel y los mata,

 

 

 

si les deja ganar plata

 

 

 

y comer, ¡todo les gusta!...

160

 

 

   ¡Qué vergüenza! En esta tierra,

 

 

 

donde nacieron famosos

 

 

 

argentinos valerosos,

 

 

 

que han vencido en tanta guerra...

 

 

 

ver que hoy a los federales,

165

 

 

desde el dieciocho de agosto,

 

 

 

se les hace el campo angosto

 

 

 

de asustaos a lo baguales.

 

 

 

   ¿Y las hembras?... ¡Virgen mía!

 

 

 

toditas, las más picudas,

170

 

 

hoy las tenés como mudas

 

 

 

suspirando noche y día.

 

 

 

   Luego, los curas y beatas,

 

 

 

en particular los flaires,

 

 

 

hoy andan en Buenos Aires

175

 

 

más espantaos que las ratas,

 

 

 

cuando acuden al olfato

 

 

 

de la carne en la ramada,

 

 

 

y ahi mesmo de una emboscada

 

 

 

se les deja caer un gato.

180

 

 

   Ahora, entre la soldadesca

 

 

 

y el gauchaje, ¡Cristo mío!

 

 

 

si querés dejarlo frío

 

 

 

al que más terne parezca,

 

 

 

largale estas espantosas

185

 

 

palabras que hacen temblar,

 

 

 

y verás si al pronunciar

 

 

 

¡SANTOS LUGARES DE ROSAS,

 

 

 

hay hombres que a esta expresión

 

 

 

endurezca y no te afloje,

190

 

 

sintiendo que se le encoge

 

 

 

el alma y el corazón!

 

 

 

   ¡Ay, Andrea!... ¡qué te cuento!

 

 

 

por Dios... no te me asustés

 

 

 

al decirte... que podés,

195

 

 

desde este triste momento,

 

 

 

ir encomendando a Dios

 

 

 

al pobre... ¡Anima bendita!

 

 

 

nuestro padrino el curita,

 

 

 

el que me casó con vos...

200

 

 

   No hay mas alivio, llorá,

 

 

 

mi vida, y no le dejés

 

 

 

de rezar, ya que sabés

 

 

 

que pasó a la eternidá,

 

 

 

después que le desollaron

205

 

 

las manos y la cabeza,

 

 

 

¡barbaridá! y atrás de esa

 

 

 

el viernes lo afusilaron,

 

 

 

de orden del Gobernador,

 

 

 

sin-más alcalde ni nada

210

 

 

que el mandato y la humorada

 

 

 

del tigre Restaurador...

 

 

 

   Yo me encontré por desgracia

 

 

 

en ese amargo momento

 

 

 

cerquita del campamento

215

 

 

con mi cuñada Damasia,

 

 

 

mujer de ánimo fortacho:

 

 

 

pero se hallaba preñada,

 

 

 

y ese día de asustada

 

 

 

corno muchas largó el guacho

220

 

 

   Velay el fin tan funesto

 

 

 

que el pobre cura ha tenido;

 

 

 

y ojalá hubiera querido

 

 

 

Dios que no fuera más que esto;

 

 

 

pero hubieron todavía

225

 

 

una máquina de horrores,

 

 

 

y... escuchá los pormenores

 

 

 

de ese clamoroso día.

 

 

 

   Esto es lo que me han contao

 

 

 

y he oído generalmente,

230

 

 

a una voz, entre la gente

 

 

 

con la cual he platicao.

 

 

 

   Diz que el curita ¡infeliz!

 

 

 

como hombre, la vez pasada,

 

 

 

en una calaverada

235

 

 

salió haciéndose perdiz

 

 

 

junto con una mocita

 

 

 

donosa que engatusó;

 

 

 

y que también se largó

 

 

 

en las ancas del curita.

240

 

 

   Es de alvertir que la moza

 

 

 

no era una mujer cualquiera:

 

 

 

al contrario, dicen que era

 

 

 

de una familia rumbosa...

 

 

 

muy cantora, muy ladina,

245

 

 

musiquista y vivaracha,

 

 

 

alhajita la muchacha,

 

 

 

y por desgracia argentina...

 

 

 

   Sí fue robo o sedución,

 

 

 

sobre eso no hay que dudar:

250

 

 

pues creo, sin vacilar,

 

 

 

que hubo en la niña pasión;

 

 

 

porque a una china cualquiera

 

 

 

no es cosa fácil arriarla,

 

 

 

y mucho menos robarla

255

 

 

lo mesmo que a una ternera.

 

 

 

   ¿Cuál es la hembra que da treguas

 

 

 

no queriendo cabrestiar,

 

 

 

ni se deja galopiar

 

 

 

más de cuatrocientas leguas,

260

 

 

sin hallar en la cruzada

 

 

 

algún medio de escaparse,

 

 

 

o alguno a quien lamentarse

 

 

 

cuando la llevan forzada!

 

 

 

   Pues bien: doña CAMILITA

265

 

 

(velay como se llamaba)

 

 

 

por todas partes cruzaba

 

 

 

a la par con el curita:

 

 

 

cosa que hace presumir

 

 

 

que desde que se largaron

270

 

 

ambos-dos se encamotaron

 

 

 

sin poderlo resistir.

 

 

 

   Y juyendo de las gentes,

 

 

 

dejando sus amistades,

 

 

 

ganaron las soledades

275

 

 

de las selvas de Corrientes;

 

 

 

y por allá, de escueleros

 

 

 

pobres, en esa campaña

 

 

 

vivían dándose maña

 

 

 

como esposos verdaderos.

280

 

 

   No hay duda, se apasionaron;

 

 

 

y, como es cosa terrible

 

 

 

y pasión cuasi invencible

 

 

 

la del amor, se arronjaron

 

 

 

a esa vida tan penosa,

285

 

 

disfrazada, montaraz,

 

 

 

pobre, maldita...y ¿qué más

 

 

 

castigo para la moza?...

 

 

 

   ¡Infeliz!... en mi concencia

 

 

 

discurro sin ser letrao,

290

 

 

que esa niña en el pecao

 

 

 

llevaba la penitencia,

 

 

 

con solo el remordimiento

 

 

 

que en sus adentros tendría

 

 

 

a cada istante del día,

295

 

 

sin cesar, desde el momento

 

 

 

en que se vio separada

 

 

 

de su familia querida,

 

 

 

y que salió maldecida,

 

 

 

fugitiva y deshonrada.

300

 

 

Por fin, el Poder divino,

 

 

 

que a todo bicho viviente

 

 

 

le señala justamente

 

 

 

su buen o su mal destino,

 

 

 

quiso que un clérigo inglés

305

 

 

que andaba en alguna embrolla

 

 

 

por esos pagos de Goya

 

 

 

(sigún dicen) hace un mes,

 

 

 

se topó con la mocita

 

 

 

por una casualidá,

310

 

 

aonde por fatalidá

 

 

 

se hallaba con el curita.

 

 

 

   Y en cuanto los conoció...

 

 

 

¡ahi-juna, el hombre soplón!

 

 

 

de puro mal corazón

315

 

 

a un alcalde se lo apió

 

 

 

con el chisme: y ahi no más

 

 

 

dio el soplo, y tuvo el placer

 

 

 

de hacerlos atar y ver

 

 

 

que de allí a San Nicolás

320

 

 

a la niña la mandaron

 

 

 

atada brazo con brazo,

 

 

 

y al cura en cepo de lazo

 

 

 

también me lo enderezaron.

 

 

 

   ¡Pobrecita!... ¡hacete cargo,

325

 

 

qué angustias no pasaría

 

 

 

en tan larga atravesía,

 

 

 

y en un lance tan amargo,

 

 

 

viendo que la conducían

 

 

 

enteramente preñada

330

 

 

y que iba a ser despreciada

 

 

 

de los que la conocían!

 

 

 

   Yo creo que en ese istante,

 

 

 

muerta se habría quedao

 

 

 

si le hubiesen presentao

335

 

 

su familia por delante;

 

 

 

pero ese triste consuelo,

 

 

 

o tormento, o qué sé yo,

 

 

 

la infeliz no mereció

 

 

 

sigún lo dispuso el cielo...

340

 

 

   Porque la desembarcaron

 

 

 

con su amante, y al momento

 

 

 

a los dos al campamento

 

 

 

en carretas los mandaron;

 

 

 

y al ratito de llegar,

345

 

 

de sopetón, sin clemencia,

 

 

 

le leyeron por sentencia

 

 

 

que la iban a fusilar.

 

 

 

   ¡Barbaridá! los soldaos

 

 

 

cuasi todos se espantaron,

350

 

 

y a tirarle se negaron

 

 

 

algunos muy aterraos:

 

 

 

viendo a la moza preñada,

 

 

 

y en tal lance... ¡Virgen mía,

 

 

 

matarla así!... ¿Quién podría?

355

 

 

solo gente desalmada...

 

 

 

   Así, la infeliz les dijo

 

 

 

llorando... "yo moriré:

 

 

 

pero, paisanos, ¿por qué

 

 

 

me quieren matar a mi hijo?

360

 

 

¡Válgame Dios!... ¿es posible

 

 

 

que por causas del amor

 

 

 

me imponga el Gobernador

 

 

 

un castigo tan terrible?,

 

 

 

que será el más inhumano,

365

 

 

porque en mi estado presente

 

 

 

este angelito inocente

 

 

 

ni siquiera está cristiano."

 

 

 

   ¡Clamor y quejas al viento!

 

 

 

porque Rosas lo quería,

370

 

 

y ángel y todo debía

 

 

 

morir en aquel momento.

 

 

 

   Solamente concedió

 

 

 

el que, antes que la mataran,

 

 

 

al hijo lo bautizaran;

375

 

 

y para esto se riyó,

 

 

 

mandando que a la mocita

 

 

 

le hiciese algún oficial

 

 

 

UN BAUTISMO FEDERAL,

 

 

 

echándole agua bendita.

380

 

 

   Y por la boca ¡zas-tras!...

 

 

 

un hisopo le embocaron;

 

 

 

y en cuanto se lo vaciaron,

 

 

 

cuasi ahogada, así no mas,

 

 

 

la sacaron al istante

385

 

 

medio muerta de fatiga,

 

 

 

defendiendo su barriga

 

 

 

con las manos por delante.

 

 

 

   Y, ni sé si la sentaron;

 

 

 

pero antes que se ladiase,

390

 

 

para que no se golpiase

 

 

 

¡ocho balas le atracaron!

 

 

 

   En situación tan amarga,

 

 

 

fue su triste compañía

 

 

 

el curita que sufría

395

 

 

a su lado otra descarga...

 

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

   ¡Y... humeando y ensangrentaos

 

 

 

la CAMILA y el amante,

 

 

 

cayeron a un mesmo istante

 

 

 

con los sesos destapaos.

400

 

 

   Ni una boquiada dio el cura

 

 

 

pero la niña penó,

 

 

 

y en el vientre le saltó

 

 

 

tan fiero la criatura,

 

 

 

que los soldaos dispararon

405

 

 

de aquel lugar aterraos,

 

 

 

y dos o tres desmayaos

 

 

 

sobre los muertos quedaron.

 

 

 

   Al rato a los dos difuntos

 

 

 

en un cajón los metieron,

410

 

 

y... ¡quién sabe lo que hicieron,

 

 

 

antes de enterrarlos juntos!

 

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

   ¡Mi Dios! en este momento

 

 

 

me da una corazonada

 

 

 

de furia desesperada...

415

 

 

y... yo no sé lo que siento,

 

 

 

déjame pues respirar,

 

 

 

que luego continuaré

 

 

 

y a informarte pasaré

 

 

 

sobre mi particular.

420

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Parte segunda

 

 

 

 

 

 

   Pues, como te iba diciendo,

 

 

 

en cuanto a siguridá,

 

 

 

la cosa, china, se va

 

 

 

enteramente frunciendo.

 

 

 

   Ansí, no me aguanto más,

5

 

 

y sea como se fuere,

 

 

 

antes de un mes, si Dios quiere,

 

 

 

alzo moño, lo verás.

 

 

 

   Ya trece años que he troteao

 

 

 

con tantísimo trabajo,

10

 

 

cuesta arriba y cuesta abajo,

 

 

 

me tienen muy resabiao...

 

 

 

   de Rosas y su custión,

 

 

 

que el diablo se lo llevara,

 

 

 

con tal que a mí me dejara

15

 

 

anidarme en un rincón;

 

 

 

   aonde pobre y sin camisa,

 

 

 

mi alma, teniéndote a vos,

 

 

 

viviría, como hay Dios,

 

 

 

alegre y muerto de risa...,

20

 

 

   con tal que no me sonara

 

 

 

ni de lejos la corneta,

 

 

 

y el sable y la camiseta

 

 

 

¡a la gran punta arronjara!

 

 

 

   Solo deseo agacharme

25

 

 

a mi antojo a trabajar,

 

 

 

y a la hora de descansar

 

 

 

a tu lado revolcarme.

 

 

 

   Y mas que duerma en el suelo,

 

 

 

volviendo a mi libertá,

30

 

 

con la mayor humildá

 

 

 

daría gracias al cielo...

 

 

 

   Una vez que me libraba

 

 

 

de esta guerra asoladora,

 

 

 

que más crece y nos devora

35

 

 

cuando dicen que se acaba.

 

 

 

   ¡Cristo, Andrea!... ¡si ya estoy

 

 

 

hasta el pelo de aburrido,

 

 

 

y caliente, y decidido

 

 

 

a juirme como me voy!

40

 

 

   Pues aquí, como animales

 

 

 

el alma echamos sudando,

 

 

 

día y noche trabajando

 

 

 

para jefes y oficiales.

 

 

 

   Así se ven de platudos

45

 

 

estos diablos desalmaos,

 

 

 

mientras andan los soldaos

 

 

 

galguiando de hambre y desnudos;

 

 

 

   que a no ser por lo infeliz

 

 

 

y sin juerzas que he quedao,

50

 

 

hasta hoy no hubiese aguantao

 

 

 

sin hacérmeles perdiz.

 

 

 

   Ya del servicio, por junto,

 

 

 

¿qué me resta que esperar,

 

 

 

sino que me haga matar

55

 

 

don Juan Manuel? ¿Y a qué asunto?...

 

 

 

   He de aguardar la infinita

 

 

 

que Rosas nos quiere echar,

 

 

 

haciéndome difuntear,

 

 

 

y dejándote viudita?

60

 

 

   Ansí me estoy afilando

 

 

 

y poniéndote los puntos,

 

 

 

¡ay-mi-alma! y por vernos juntos

 

 

 

el cuerpo me está hormigueando.

 

 

 

   Sólo temo que al disgusto

65

 

 

de verme tan atrasao,

 

 

 

y pobre, y descangallao,

 

 

 

te caigás muerta del susto.

 

 

 

   Ansí un par de calzoncillos

 

 

 

allá me trajinarás,

70

 

 

pues los que llevo verás

 

 

 

que apenas tienen fundillos;

 

 

 

   y eso, porque el chiripá

 

 

 

medio los ha apadrinao;

 

 

 

al mesmo que lo ha cuarteao

75

 

 

mi tirador de aguará

 

 

 

   ¿Y mi camisa? ¡ay, Jesús!

 

 

 

si en el campo me acostara

 

 

 

creo que se me enredara

 

 

 

encima algún avestruz;

80

 

 

   porque tiene un enflecao

 

 

 

por faldas, mangas y cuello,

 

 

 

que si a oscuras la atropello

 

 

 

se me entra por cualquier lao.

 

 

 

   A mi poncho no le iguala

85

 

 

el cribo más ojalao,

 

 

 

y en ancas de remendao

 

 

 

tiene más ñudos que un tala

 

 

 

   De ahi tengo una camiseta,

 

 

 

¡ah, prenda! ya la verás

90

 

 

y ansí mesmo dudarás

 

 

 

si es de encaje o de bayeta.

 

 

 

   Después tengo, y no me pongo

 

 

 

mi bonete colorao,

 

 

 

que como no ha pelechao

95

 

 

está color de mondongo;

 

 

 

   por eso a bocha pelada

 

 

 

ando como limosnero;

 

 

 

eso sí, con el letrero

 

 

 

en la cinta colorada...

100

 

 

   VIVA LA FEDERACIÓN!

 

 

 

¡y viva don Juan Manuel!

 

 

 

¡ahi-juna! y solo por él

 

 

 

nos roban el corazón.

 

 

 

   ¡Ay, Andrea! ahora lamento

105

 

 

lo engañado que he vivido,

 

 

 

y que muy tarde he venido

 

 

 

a caer en conocimiento.

 

 

 

   Por ese tenor, recién

 

 

 

oigo a muchos lamentarse,

110

 

 

diciendo que el engañarse

 

 

 

es de hombres; y dicen bien.

 

 

 

   Pero el error es un daño,

 

 

 

y como en una escritura

 

 

 

se pone la enmendatura

115

 

 

cuando se alvierte un engaño.

 

 

 

   También debe en ciertos casos

 

 

 

el hombre que marcha errao,

 

 

 

viendo que va equivocao,

 

 

 

volverse sobre sus pasos...

120

 

 

   Sin deber desesperar,

 

 

 

porque la vida es muy larga,

 

 

 

y como se pone amarga

 

 

 

también se sabe endulzar.

 

 

 

   Es verdá que hay infinitos

125

 

 

hombres que yo he conocido,

 

 

 

a quienes les han fundido

 

 

 

todos los animalitos;

 

 

 

   y hoy andan tan aguiluchos

 

 

 

que da ganas de llorar

130

 

 

verlos que para pitar

 

 

 

andan recogiendo puchos;

 

 

 

   y echando el alma en servicios

 

 

 

de este y aquel general,

 

 

 

sin que les larguen un rial

135

 

 

siquiera para los vicios;

 

 

 

   Como hace mi coronel

 

 

 

don Prudencio el cueriador,

 

 

 

(yo no sé el Gobernador

 

 

 

cómo no se fija en él)...

140

 

 

   Que todito el regimiento

 

 

 

lo ha repartido en pionadas,

 

 

 

y en sus faenas y cueriadas

 

 

 

no les da alce ni un momento,

 

 

 

   en las estancias que abarca

145

 

 

con más de ochenta majadas

 

 

 

y un sin fin de caballadas

 

 

 

y esos rodeos que marca;

 

 

 

   luego, en los grandes trigales,

 

 

 

que hace sembrar y recoge,

150

 

 

sin que ni en la trilla afloje

 

 

 

para yerba cuatro riales;

 

 

 

   Y en ese inmenso cueriar

 

 

 

que en todas partes apura,

 

 

 

pues ya no hoy vaca sigura

155

 

 

que él no mande desollar.

 

 

 

   Ansí es que mis ovejitas

 

 

 

se las vendí conociendo

 

 

 

que me las iba fundiendo,

 

 

 

lo mesmo que las vaquitas;

160

 

 

   que al fin me las manotió,

 

 

 

porque dir a repuntarlas,

 

 

 

ni siquiera señalarlas,

 

 

 

nunca me lo permitió.

 

 

 

   Lejos de eso, en mi campito

165

 

 

me hizo echar una invernada

 

 

 

y una tremenda yeguada,

 

 

 

que ahí lo pelaron lueguito.

 

 

 

   ¿Y qué diablos iba a hacer

 

 

 

mi suegro, un viejo quebrao?

170

 

 

¡Infeliz! ¿ni qué cuidao

 

 

 

de nada pudo tener?

 

 

 

   Sólo me mandó decir

 

 

 

con el amigo Fernando,

 

 

 

que aquello se iba atrasando,

175

 

 

que si yo podría dir.

 

 

 

   Entonces pensé sacar

 

 

 

una licencia cortita;

 

 

 

y esa mesma tardecita

 

 

 

nos mandaron a ensillar...

180

 

 

   A unos cien del escuadrón,

 

 

 

con la orden de prepararnos

 

 

 

para de allí ir a golpiarnos

 

 

 

a Langueyú del tirón.

 

 

 

   Tan desaviao me encontraba

185

 

 

que ni tabaco tenía,

 

 

 

y fui a la pulpería

 

 

 

a ver si el mozo me fiaba.

 

 

 

   Ahi por desgracia topé

 

 

 

al coronel muy risueño,

190

 

 

que me dijo: "tengo empeño

 

 

 

de hacer trato con usté;

 

 

 

   "y si anda muy atrasao

 

 

 

hoy mesmo lo puedo armar,

 

 

 

si usté me quiere largar

195

 

 

su terreno y su ganao."

 

 

 

   ¿Qué le iba yo a responder

 

 

 

a semejante propuesta?

 

 

 

Me encogí, y de la respuesta

 

 

 

ya te harás cargo, mujer.

200

 

 

   Y, como me vio blandito,

 

 

 

me dijo: "vaya, Donato,

 

 

 

yo quiero que hagamos trato;

 

 

 

apiesé, echará un traguito."

 

 

 

   Y ya también lo mandó

205

 

 

al galope a su ayudante,

 

 

 

a decirle al comendante

 

 

 

que ya no marchaba yo.

 

 

 

   De ahi me hizo luego montar

 

 

 

y a las casas me llevó,

210

 

 

en donde me engatusó

 

 

 

sin poderle replicar.

 

 

 

   Por el ganao grande y chico

 

 

 

me dijo que se alargaba,

 

 

 

y por todo me pagaba

215

 

 

a siete pesos y pico

 

 

 

   Del rancho no me hizo menta;

 

 

 

pero de ahi por la majada,

 

 

 

el campito y la manada,

 

 

 

allí me ajustó una cuenta,

220

 

 

   que me calentó los sesos;

 

 

 

y sin poder retrucarle

 

 

 

todo tuve que aflojarle

 

 

 

por dos mil quinientos pesos

 

 

 

   Que en papelitos de a cien

225

 

 

me contó en una mesita;

 

 

 

y esa mesma nochecita

 

 

 

él me los ganó también;

 

 

 

   porque empezaron a entrar

 

 

 

otros hombres al ratito,

230

 

 

y allí el coronel lueguito

 

 

 

se puso al monte a tallar

 

 

 

   Y ansí como por favor

 

 

 

me dijo: "Juegue, Jurao..."

 

 

 

que si hubiese reventao

235

 

 

habría sido mejor;

 

 

 

   Porque ahí estiré la geta,

 

 

 

y en cuanto nos descuidamos

 

 

 

a todos los que apuntamos

 

 

 

nos hizo el jefe roleta

240

 

 

   Finalmente, en la jugada

 

 

 

largué el mono y me apedé

 

 

 

y le dije no sé qué

 

 

 

al coronel, de humorada.

 

 

 

   Quién sabe qué le diría;

245

 

 

pero él se me retobó,

 

 

 

y al momento se paró

 

 

 

con la mayor fantasía...

 

 

 

   Y largándome un escrito,

 

 

 

me dijo: "Fírmelo usté",

250

 

 

y en cuanto se lo firmé,

 

 

 

replicó: "El trato está listo.

 

 

 

   "Lárguese pronto, Donato,

 

 

 

al campamento, no embrome;

 

 

 

si va cortao, velay, tome

255

 

 

treinta pesos de barato

 

 

 

   A unas palabras tan tiernas

 

 

 

no tuve más que agacharme,

 

 

 

y como cuzco largarme

 

 

 

con el rabo entre las piernas.

260

 

 

   Me fui a mi rancho, mamao

 

 

 

de pesadumbre; y al rato

 

 

 

que me dormí, hasta el barato

 

 

 

me lo habían soliviao.

 

 

 

   Ahí se aumentó mi tristura,

265

 

 

por lo que entré a cavilar

 

 

 

y me comencé a secar

 

 

 

de una fuerte calentura.

 

 

 

   Tal me atrasé, que a la cuenta,

 

 

 

como allí en el campamento

270

 

 

todos los del regimiento

 

 

 

me llamaban "la osamenta"...

 

 

 

   Decidieron el mandarme

 

 

 

echao sobre una carreta,

 

 

 

antes que a la Recoleta

275

 

 

a este hospital a curarme;

 

 

 

   aonde he tenido la suerte

 

 

 

en diez meses de arribar,

 

 

 

a fuerza de forcejear

 

 

 

tiro a tiro con la muerte.

280

 

 

   Y hoy hacen cinco semanas

 

 

 

que en buenas carnes me siento,

 

 

 

aunque a lo zorro aparento

 

 

 

que ando flacón y sin ganas;

 

 

 

   y solo estoy esperando

285

 

 

a ño Antonio el portugués,

 

 

 

que dice que antes de un mes

 

 

 

se irá, pues ya está cargando.

 

 

 

   Ahi tenés que en su lanchón

 

 

 

meterá el bulto tu esposo;

290

 

 

y aguardo ser muy dichoso

 

 

 

al verte, mi corazón.

 

 

 

   Ansí, Andrea, por si acaso,

 

 

 

rogale por mí y por vos,

 

 

 

el que me permita Dios

295

 

 

llegar y darte un abrazo.

 

 

 

   Conque, será hasta la vista;

 

 

 

si Dios quiere, antes de un mes

 

 

 

y por las dudas podés

 

 

 

tenerme la cama lista.

300

 

 

   Y no me culpés de ingrato,

 

 

 

porque muy firme en quererte

 

 

 

es, y será hasta la muerte,

 

 

 

tu fino esposo...

 

 

 

DONATO.

 

 

 

 

 

 

     Brindis que pronunció Paulino Lucero el 23 de junio de 1851, en un banquete que dio el señor general Urquiza a bordo del vapor oriental Uruguay, para obsequiar a los señores Dres. don Manuel Herrera y Obes y don Luis José de la Peña, en los primeros días del arribo de estos caballeros al pueblo de la Concepción del Uruguay, al cual también volvió Paulino Lucero precisamente a los 20 años después de que en aquellos destinos, contra el poder de la tiranía, había combatido en las filas del infortunado y valeroso general don Juan Lavalle.

 

 

 

 

 

 

   Costante el gaucho Paulino

 

 

 

a la patria y al amor,

 

 

 

a los veinte años, señor,

 

 

 

vuelve a caer a este destino;

 

 

 

como patriota argentino

5

 

 

sólo cumplo mi deber

 

 

 

viniéndomele a ofrecer

 

 

 

a Vuecelencia, a mi modo;

 

 

 

es decir, con cuerpo y todo

 

 

 

hasta morir o vencer.

10

 

 

   Caigo de Montevideo,

 

 

 

ya se hará cargo, señor,

 

 

 

en un apero cantor

 

 

 

sin más prenda que un sobeo

 

 

 

con el mesmo que deseo,

15

 

 

a pesar de que ando a gatas,

 

 

 

que nos salga a echar bravatas

 

 

 

el supremo titulao,

 

 

 

para de un pial de volcao

 

 

 

atarle las cuatro patas.

20

 

 

 

 

 

 

   Al fin, del suelo entre-riano

 

 

 

la patria en su ley renace,

 

 

 

contra los esfuerzos que hace

 

 

 

por sucumbirla el tirano:

 

 

 

y a ese gaucho bruto y vano

25

 

 

que en Palermo atemoriza,

 

 

 

por si acaso se precisa

 

 

 

algún día coronarlo,

 

 

 

allá va a redomoniarlo

 

 

 

don Justo José de Urquiza.

30

 

 

   Y si piensa Juan Manuel

 

 

 

el pretendiente Corona

 

 

 

que se encierra en su persona

 

 

 

toda la patria y su aquel,

 

 

 

ya lo verá del tropel

35

 

 

que le vamos a pegar

 

 

 

¡donde pu... untas va a parar

 

 

 

con todo su poderío,

 

 

 

si no se turba en el río

 

 

 

y allí lo hacemos ahugar!

40

 

 

 

 

 

 

 

 

Urquiza en la patria nueva

 

O dos gauchos orientales platicando en los montes del Queguay, el 24 de julio de 1851

 

.

 

 

 

 

 

                      

   ¡Por Cristo!... amigo Clemente,

 

 

 

déjese caer: quiero verlo

 

 

 

y abrazarlo para crerlo.

 

 

 

¿Cómo le va?

 

 

MORALES

                         Lindamente,

 

 

 

aparcero. ¿Cómo está?

5

 

 

   Ya me ve, en la soledá

 

 

 

de esta selva, matreriando

 

 

 

tristemente y lamentando

 

 

 

día y noche que en mi tierra,

 

 

 

con esta espantosa guerra,

10

 

 

¡ni taperas van quedando!

 

 

 

   Ansí vivo, ya le digo,

 

 

 

en el monte soterrao;

 

 

 

y ansí no sé cómo ha dao

 

 

 

usté, aparcero, conmigo.

15

 

MORALES

   Me informé, por el deseo

 

 

 

que tenía, paisanazo,

 

 

 

de caer a darle un abrazo

 

 

 

y mostrar que lo apreceo,

 

 

 

en la situación precisa,

20

 

 

pues sabrá que en Paisandú

 

 

 

queda guapo y con salú

 

 

 

el Gobernador URQUIZA...

 

 

 

para que naides se atreva

 

 

 

a decir que se encogió,

25

 

 

y a vanguardia no salió

 

 

 

¡URQUIZA EN LA PATRIA NUEVA!

 

 

OLIVA

   ¡Amigo del corazón!

 

 

 

por su vida, creamé;

 

 

 

anoche mesmo soñé

30

 

 

recebir este alegrón:

 

 

 

y felizmente el primero

 

 

 

es usté en darme este gusto.

 

 

 

¡Conque ya pasó don Justo!

 

 

 

¡Ah, cosa linda, aparcero!

35

 

 

¡Viva la Patria! ahora sí...

 

 

 

de la humillación saldremos,

 

 

 

y el yugo sacudiremos

 

 

 

que nos han puesto hasta aquí.

 

 

MORALES

   Sin duda; porque las cosas

40

 

 

demuestran que este verano,

 

 

 

más que a la fija, paisano,

 

 

 

se lo lleva el diablo a Rosas,

 

 

 

en seguida de la zurra

 

 

 

que debe llevar primero

45

 

 

acá cierto mashorquero,

 

 

 

titulado Mama-burra

 

 

OLIVA

   ¡Barajo!... Bien la merece;

 

 

 

pues a él solo le debemos

 

 

 

la miseria en que nos vemos...

50

 

 

y ojalá, amigo, cayese

 

 

 

pronto el general Garzón.

 

 

 

¿Por dónde viene, aparcero?

 

 

MORALES

   Pasó por el Hervidero

 

 

 

con su linda división;

55

 

 

y hoy me dijo Goyo Siris,

 

 

 

que al general, al istante,

 

 

 

con su fuerza el comandante

 

 

 

oriental don Lucas Piris

 

 

 

se le había apresentao;

60

 

 

de lo que me alegro mucho,

 

 

 

porque don Lucas es lucho

 

 

 

y jefe muy alentao.

 

 

OLIVA

   Cabal que sí: mesmamente;

 

 

 

y... ¿cuándo pasó la gente

65

 

 

que trai el Gobernador?

 

 

 

¿Hace mucho?

 

 

MORALES

                          No, señor:

 

 

 

la madrugada del veinte...

 

 

 

por causa de cierto mocho

 

 

 

que enredando la jugada

70

 

 

hizo atrasar la pasada,

 

 

 

que pudo ser el dieciocho.

 

 

 

No hubo más inconviniente

 

 

 

asigún lo que yo entiendo.

 

 

 

   De ahi, como le iba diciendo,

75

 

 

la madrugada del veinte,

 

 

 

la infantería entre-riana

 

 

 

coronaba las cuchillas

 

 

 

y del pueblo a las orillas,

 

 

 

a el alba, tocando diana,

80

 

 

rompió la musiquería,

 

 

 

y cornetas y tambores,

 

 

 

empezando los primores

 

 

 

de ese venturoso día;

 

 

 

¡y no habían terminao

85

 

 

las dianas, creameló,

 

 

 

cuando ya se devisó

 

 

 

todo el pueblo embanderao!

 

 

OLIVA

   ¡Ah, cosa! ¡qué madrugón

 

 

 

tan lindo y tan de-una-vez.

90

 

 

¡A que no juyeron tres,

 

 

 

le apuesto! y...

 

 

MORALES

                          Tiene razón.

 

 

 

Solo de la Polecía,

 

 

 

disparando a todo apuro

 

 

 

en un parejero oscuro,

95

 

 

salió un mozo al ser de día;

 

 

 

pero de atrás ¡Virgen mía!

 

 

 

nuestros linces lo vicharon,

 

 

 

y cuentan de que dudaron

 

 

 

si era un jinete o venao

100

 

 

y por las dudas, cuñao,

 

 

 

ahí no más me lo voliaron.

 

 

 

   ¡Mozo vivo, y con maletas!

 

 

 

(vaya un refrán: sí, señor)

 

 

 

y con caldera al fiador

105

 

 

y pistola en las paletas;

 

 

 

salir haciendo gambetas

 

 

 

al ñudo, a que lo voliaran

 

 

 

y por lindo lo pasiaran

 

 

 

ufano entre la coluna;

110

 

 

y sin ofensa ninguna,

 

 

 

que al ratito lo soltaran.

 

 

OLIVA

   ¿Ese no más disparó?

 

 

MORALES

   Ese y otros dos lulingos

 

 

 

quizás por lucir los pingos;

115

 

 

luego, naides más juyó.

 

 

 

Al contrario, muy contento

 

 

 

el vecindario enseguida

 

 

 

a darnos la bienvenida

 

 

 

se descolgó al campamento,

120

 

 

y así que el sol apuntando

 

 

 

colorió por el oriente,

 

 

 

ya decidido y valiente

 

 

 

el general don Servando

 

 

 

en esos mesmos istantes,

125

 

 

rumbiando al puerto pasó

 

 

 

y al pasar nos saludó:

 

 

 

lo mesmo sus ayudantes.

 

 

 

   Luego, subió a toda prisa

 

 

 

después de que se abrazaron,

130

 

 

y en la playa platicaron

 

 

 

con el general Urquiza.

 

 

 

   Al rato, la división

 

 

 

crecida de don Servando

 

 

 

formó en la plaza aclamando:

135

 

 

¡Que viva URQUIZA, GARZÓN,

 

 

 

VIRASORO y los paisanos,

 

 

 

y las leyes, y la paz!,

 

 

 

para lo que yo de atrás

 

 

 

grité: ¡Mueran los Tiranos!

140

 

 

   Después de Sacrá en la costa

 

 

 

don Servando se acampó,

 

 

 

y allí se le reunió

 

 

 

criollada como langosta.

 

 

OLIVA

   Pues, habiéndose resuelto

145

 

 

don Servando el general,

 

 

 

a Oribe le ha echao un pial

 

 

 

de firme y de codo vuelto.

 

 

MORALES

   ¡Soberbio! y con su divisa

 

 

 

anda desde que llegó,

150

 

 

y mucho que le gustó

 

 

 

eso al general Urquiza;

 

 

 

   como que todo su anhelo

 

 

 

de esta ocasión lo ha fijao

 

 

 

en reunir a su lao

155

 

 

divisas de todo pelo,

 

 

 

con tal que quienes las usen

 

 

 

sostengan la libertá,

 

 

 

de modo y conformidá

 

 

 

que de ser libres no abusen...

160

 

 

   Pues hoy en la patria nueva

 

 

 

la libertá ha de fundarse

 

 

 

en la ley, sin propasarse;

 

 

 

y ¡pobre del que se atreva

 

 

 

en el día a pretender

165

 

 

manotiar las propiedades,

 

 

 

ni atizar enemistades

 

 

 

por opiniones de ayer!...

 

 

 

   Ni andar con celos mezquinos

 

 

 

o distinciones fatales,

170

 

 

nosotros entre orientales,

 

 

 

o aquellos entre argentinos;

 

 

 

porque hoy todos vamos a una

 

 

 

en esta lucha, paisano,

 

 

 

que es a voltiar al tirano

175

 

 

Juan Manuel Rosas.

 

 

OLIVA

                                   ¡Ahi-Juna,

 

 

 

el tigre!... Dios lo bendiga

 

 

 

al Gobernador Urquiza,

 

 

 

que esas miras garantiza.

 

 

 

   Ahora, si gusta, prosiga

180

 

 

relatándome, paisano,

 

 

 

todo lo que vio por ahi

 

 

 

al pasar el Uruguay

 

 

 

el ejército entre-riano.

 

 

MORALES

   Pues, sí, señor: como he dicho,

185

 

 

con la música y la diana

 

 

 

en Paisandú esa mañana

 

 

 

se entusiasmó todo bicho,

 

 

 

de modo que a rumbo incierto

 

 

 

los vecinos en tropillas,

190

 

 

los unos por las cuchillas,

 

 

 

y los otros por el puerto,

 

 

 

buscaban al General,

 

 

 

que allí a las ocho del día

 

 

 

con valor y bizarría

195

 

 

pisó en la Banda Oriental;

 

 

 

   y las barrancas que solas

 

 

 

un momento antes se hallaron,

 

 

 

al istante se cuajaron

 

 

 

de armas y de banderolas,

200

 

 

galeras, carpas, ramadas,

 

 

 

pingos, soldaos y fogones,

 

 

 

ruedas, ejes, municiones

 

 

 

y carretas desmontadas.

 

 

 

   Tal fue el primer campamento

205

 

 

que el General levantó,

 

 

 

y allí el pueblo se agolpó

 

 

 

a recibirlo contento;

 

 

 

pues, ni bien lo devisaron,

 

 

 

en cuanto lo conocieron,

210

 

 

miles de ¡Vivas! se oyeron

 

 

 

que en el monte resonaron,

 

 

 

y a los cuales respondían

 

 

 

las valientes divisiones

 

 

 

que en numerosos lanchones

215

 

 

cruzando el río venían...

 

 

 

a tiempo que, raudaloso

 

 

 

y de costa a costa lleno,

 

 

 

corriendo limpio y sereno

 

 

 

el Uruguay majestuoso,

220

 

 

en sus aguas como espejos

 

 

 

retrataba vivamente

 

 

 

árboles, barcos y gente,

 

 

 

la costa y los ranchos viejos,

 

 

 

que en el puerto en multitú

225

 

 

se han ido desmoronando,

 

 

 

y allí están atestiguando

 

 

 

las ruinas de Paisandú:

 

 

 

pueblo que fue tan lucido

 

 

 

en un tiempo afortunao,

230

 

 

y hoy, ni cercos le han quedao...

 

 

 

¡tal se encuentra de fundido!

 

 

 

   Ya se ve, con esos Moros

 

 

 

que ha traido Oribe a mi tierra,

 

 

 

y con nueve años de guerra

235

 

 

no van dejando ni toros,

 

 

 

ni baguales, sí, señor:

 

 

 

y esta no es ponderación...

 

 

 

Ahí está Maza Violón

 

 

 

y otros por ese tenor,

240

 

 

a cuenta de Federales

 

 

 

y de Rosistas, ¡barajo!,

 

 

 

manotiándose el trabajo

 

 

 

de más de cuatro orientales,

 

 

 

cuando hay familia que vive

245

 

 

¡desnuda, abajo de un cuero!

 

 

 

porque a cualquier mashorquero

 

 

 

le larga una estancia Oribe,

 

 

 

¡voto al diablo!... y...

 

 

OLIVA

                                     Deje estar

 

 

 

no se caliente al botón,

250

 

 

que va a llegar la ocasión

 

 

 

de podernos desquitar.

 

 

 

De aquí a unos días, si acaso

 

 

 

se ofreciere un entrevero,

 

 

 

entonces sí, compañero,

255

 

 

le daremos gusto al brazo.

 

 

 

   Concluya, hágame favor,

 

 

 

el cuento que ha interrumpido.

 

 

 

Conque, ¿estaba muy crecido

 

 

 

el Uruguay?

 

 

MORALES

                        Sí, señor;

260

 

 

fue cosa particular

 

 

 

que la víspera cayó

 

 

 

una avenida, y creció

 

 

 

anchamente como un mar.

 

 

 

Ansí es que tenía el paso

265

 

 

sus doce cuadras de anchor;

 

 

 

y ansí mesmo, era un primor

 

 

 

ver los muchachos que a brazo

 

 

 

al Uruguay se azotaban,

 

 

 

de las islas anegadas

270

 

 

manguiando las caballadas,

 

 

 

que en tropillas se largaban:

 

 

 

las que fogosas bufando

 

 

 

por los remanses venían

 

 

 

y relumbrosas salían

275

 

 

a esta costa relinchando.

 

 

 

Donde vi en cuanto pasó,

 

 

 

a un mozo todo mojao,

 

 

 

que a un redomón requemao

 

 

 

en pelos se le sentó,

280

 

 

y ya también se agachó

 

 

 

el rocín a corcoviar;

 

 

 

y el mozo sin vacilar

 

 

 

lo soltó, y dijo: ¡andá, vete,

 

 

 

y decimelé a Alderete

285

 

 

que lo vengo a visitar!

 

 

OLIVA

   ¡Ah, mozo gaucho, oiganlé!

 

 

 

¿conque, no lo solivió

 

 

 

el pingo, y se le pegó?

 

 

MORALES

   Lo mesmo que zobaipé

290

 

 

pero lo soltó, porque

 

 

 

quiso moniar el bagual,

 

 

 

y ya en la Banda Oriental

 

 

 

ningún bruto corcovea,

 

 

 

pues bastante bellaquea

295

 

 

el Presidente Legal

 

 

OLIVA

   ¡Nueve años!... es evidente,

 

 

 

bellaquiando ha hecho diabluras,

 

 

 

porque con caronas duras

 

 

 

no ha sabido hasta el presente

300

 

 

tironiarlo fuerte un pión

 

 

 

tan guapo y acreditao,

 

 

 

y tan bien apadrinao

 

 

 

como el general Garzón.

 

 

 

   Velay quien lo ha de amansar

305

 

 

ahora, del primer rigor;

 

 

 

no lo dude... Y por favor

 

 

 

acábeme de contar

 

 

 

lo que usté sabe y yo inoro

 

 

 

del Hervidero adelante.

310

 

MORALES

   Me olvidaba; ¡voto-alante!

 

 

 

que el coronel Virasoro

 

 

 

también con sus escuadrones

 

 

 

Salto arriba atravesó,

 

 

 

y de esta banda salió

315

 

 

atrás de unos quebrallones

 

 

 

que juyeron campo ajuera

 

 

 

rumbiando para el Cerrito,

 

 

 

donde ha de ser lo angostito

 

 

 

y fiero de la manguera

320

 

 

No hay alivio, lo estoy viendo;

 

 

 

allá va desesperada,

 

 

 

y ahi muere la Rosinada.

 

 

 

   Además: vaya sabiendo

 

 

 

de que el comendante Neira

325

 

 

don no sé cómo se llama,

 

 

 

mozo que tiene la fama

 

 

 

de más guapo que Pincheira

 

 

 

decidido en la custión,

 

 

 

dejándole a Oribe el cuento

330

 

 

se nos vino al campamento

 

 

 

con todito su escuadrón.

 

 

OLIVA

   Quiere decir, aparcero,

 

 

 

con tanto golpe mortal,

 

 

 

que el titulado legal

335

 

 

va por un refaladero.

 

 

MORALES

   Y en ancas el comendante

 

 

 

don Ventura Coronel.

 

 

 

quiso juir, y de tropel

 

 

 

me lo arriaron por delante,

340

 

 

trayéndolo prisionero

 

 

 

por ser jefe gamonal,

 

 

 

razón por que el general

 

 

 

lo mandó soltar ligero.

 

 

 

   De suerte que don Ventura,

345

 

 

que tendría sus temores

 

 

 

allá por ciertos primores...

 

 

 

de verse en una apretura,

 

 

 

no tuvo nada que hacer,

 

 

 

ni siquiera presentarse,

350

 

 

sino venir y largarse

 

 

 

a dormir con su mujer.

 

 

 

   Ansí, bien dice, aparcero;

 

 

 

con tanto golpe fatal

 

 

 

la presidencia legal

355

 

 

va por un refaladero;

 

 

 

pues don Costancio Quintero

 

 

 

(un coronel muy querido)

 

 

 

también se nos ha venido

 

 

 

trayendo toda su gente,

360

 

 

desgracia que al presidente

 

 

 

debe tenerlo afligido.

 

 

OLIVA

   ¿Y Rosas no se vendrá

 

 

 

a cuartiarlo en el Buceo

 

 

MORALES

   ¡Ah, malhaya! pero creo

365

 

 

que Juan Manuel lo que hará

 

 

 

únicamente será

 

 

 

cacariar como gallina,

 

 

 

y echar mano a la pretina

 

 

 

a cada rato en Palermo,

370

 

 

donde él dice que está enfermo

 

 

 

y atrasao de mal de orina.

 

 

 

   ¿Cómo ha de arrejar ansí

 

 

 

enfermo de la vejiga,

 

 

 

mucho más cuando lo hostiga

375

 

 

del Paraná el camuatí?

 

 

 

Pues le asiguro que allí,

 

 

 

tan sólo, amigo Luciano,

 

 

 

del ejército entre-riano

 

 

 

hay siete mil hombres largos,

380

 

 

que muchos ratos amargos

 

 

 

tienen que darle al tirano.

 

 

 

   De yapa el gobernador

 

 

 

don Benjamín Virasoro,

 

 

 

jefe que vale un tesoro,

385

 

 

le ha cantao a Rosas ¡flor!

 

 

 

con un truco apretador,

 

 

 

trayéndose de Corrientes

 

 

 

otros siete mil valientes,

 

 

 

muchachos todos fornidos,

390

 

 

por la causa decididos

 

 

 

y contra Rosas calientes.

 

 

 

   Siendo ansí, en esta jugada,

 

 

 

el tal REY de los Rosines

 

 

 

no podrá ni con maquines

395

 

 

escapar de una pelada;

 

 

 

pues le ha soltao la empalmada

 

 

 

el gobernador don Justo,

 

 

 

y lo hará pisar a gusto

 

 

 

por donde se la dirija,

400

 

 

y ahí podremos a la fija

 

 

 

jugar la plata sin susto.

 

 

OLIVA

   De por juerza: no hay que hablar...

 

 

 

¡Ah, Cristo! gracias a Dios.

 

 

 

   Ahora mesmo vamonós,

405

 

 

amigo: voy a ensillar.

 

 

MORALES

   Aguarde, tome este bayo

 

 

 

que le traigo, ensilleló

 

 

 

con franqueza, y monteló,

 

 

 

siguro que irá a caballo.

410

 

OLIVA

   Por supuesto: me hago cargo

 

 

 

que será resuperior...

 

 

MORALES

   Es un pingo de mi flor,

 

 

 

cuando juega en trecho largo

 

 

OLIVA

   Ansí ha de ser; bien lo veo...

415

 

 

Velay... monto... y... ya estoy listo.

 

 

 

Pues, sí, paisano, ¡por Cristo!

 

 

 

lo estoy viendo y no lo creo.

 

 

MORALES

   ¿De veras? pues acá estoy;

 

 

 

no tenga duda, cuñao,

420

 

 

y me tiene a su mandao

 

 

 

para servirle desde hoy.

 

 

OLIVA

   ¡Oiga el diablo! y se corrió

 

 

 

que allá por el otro lao

 

 

 

me lo habían difuntiao;

425

 

 

y ansí me lo asiguró

 

 

 

Rivas, que usté había muerto,

 

 

 

y...

 

 

MORALES

         Ya lo ve que no es cierto,

 

 

 

asigún yo lo atestigo.

 

 

OLIVA

   Me alegro en el alma, amigo,

430

 

 

después de haberle rezao.

 

 

 

Ya se ve, habiendo cuadrao

 

 

 

su ausencia tan dilatada,

 

 

 

más me pareció fundada

 

 

 

la triste noticia; ansí

435

 

 

yo también se la embutí

 

 

 

al sargento Valdivieso.

 

 

MORALES

   ¡La pu... cha digo en el queso!

 

 

 

¿Me habré muerto sin sentir,

 

 

 

o me andaré por morir

440

 

 

sintiéndome tan buenazo?

 

 

 

Pero ¡qué! yo no hago caso

 

 

 

de dizques ni de visiones,

 

 

 

ni excuso las ocasiones

 

 

 

si se ofrece meniar corvo,

445

 

 

porque nada me hace estorbo

 

 

 

en la patriada presente...

 

 

 

a no ser que el presidente

 

 

 

Mama-burra...

 

 

OLIVA

                         Quitesé,

 

 

 

no eche pelos, cubrasé.

450

 

MORALES

   ¿Que me cubra dice, amigo?

 

 

 

¡La gran pu... nta y truco, digo!

 

 

 

Me almira el ver que se ríe;

 

 

 

pues, paisano, no se fíe

 

 

 

del titulado legal:

455

 

 

mire que es viejo fatal,

 

 

 

y que de puro Rosín

 

 

 

le sirve de comodín

 

 

 

al Restaurador eterno.

 

 

OLIVA

   ¡Otra liendre para yerno,

460

 

 

el supremo titulao!

 

 

 

¿Cómo se habrán ayuntao

 

 

 

tan de firme esos legales?

 

 

 

¿Ha visto diablos iguales?

 

 

MORALES

   Siempre a la bruta se ayuntan

465

 

 

calandrias como esos dos,

 

 

 

por la razón de que Dios

 

 

 

los cría y ellos se juntan.

 

 

 

Pero, ansí mesmo pudiera

 

 

 

permitir Dios que don Justo

470

 

 

le atraque a la yunta un susto

 

 

 

y le corte la collera.

 

 

 

Con esa resolución

 

 

 

se ha venido de este lao,

 

 

 

y con la mesma ha cruzao

475

 

 

nuestro general Garzón.

 

 

 

   Siendo ansí, por consiguiente,

 

 

 

como dijo usté, amigazo,

 

 

 

le daremos gusto al brazo

 

 

 

cuando un lance se presente,

480

 

 

pues en tal caso, paisano,

 

 

 

justo es buscar el desquite.

 

 

 

¿Diga usté ahora si el envite

 

 

 

con Urquiza es?...

 

 

OLIVA

                                   ¡Soberano!

 

 

 

con tal triunfo quiero a punto,

485

 

 

y en su caso un contraflor;

 

 

 

y en cuanto al Restaurador...

 

 

 

ni por sus tantos pregunto.

 

 

MORALES

   Por supuesto, es excusao

 

 

 

hacer caso de esa maula,

490

 

 

que de Palermo en su jaula

 

 

 

está del todo abollao:

 

 

 

sufriendo de un modo vil

 

 

 

después de tanta bambolla

 

 

 

la gran sumida de bolla

495

 

 

que le ha pegao el Brasil,

 

 

 

metiéndole al Paraná

 

 

 

todos sus barcos de guerra...

 

 

 

a ver sí sale por tierra,

 

 

 

y en una voracidá

500

 

 

se asoma a alguna barranca

 

 

 

el baladrón Juan Manuel,

 

 

 

y el almirante Grenfel

 

 

 

le echa un pial por sobre la anca.

 

 

OLIVA

   ¡La pu... rísima! ¿Esa más?

505

 

 

¡Que vivan los brasileros!

 

 

 

ahora que a los mashorqueros

 

 

 

me los apuran de atrás.

 

 

MORALES

   ¿De atrás dice? En pocos días

 

 

 

verá usté que al Miguelete

510

 

 

por encima de Alderete

 

 

 

pasa el conde de Cajías

 

 

 

Y no crea que es balaca,

 

 

 

que el Imperio con don Justo

 

 

 

y Montevideo a gusto

515

 

 

de tres han hecho una baca

 

 

 

¿de tres, dijo?... Me he turbao;

 

 

 

de cuatro, diré más bien,

 

 

 

porque Corrientes también

 

 

 

tiene parte en el tratao

520

 

 

para voltiar mashorqueros;

 

 

 

y acá en la Banda Oriental

 

 

 

el titulado legal

 

 

 

ha de caer de los primeros.

 

 

OLIVA

   Entonces pronto, paisano,

525

 

 

la costancia y la vitoria

 

 

 

van a coronar de gloria

 

 

 

al pueblo Montevidiano.

 

 

 

   ¡Ah, pueblo, amigo Luciano!

 

 

 

¿Ha visto? ¡Ocho años sitiao,

530

 

 

cuerpo a cuerpo ha rechazao

 

 

 

con sus tropas valerosas

 

 

 

a todo el poder de Rosas,

 

 

 

que allí por fin se ha estrellao!

 

 

 

   ¡Y la Uropa!... Pero... ¿qué

535

 

 

es aquello que negrea

 

 

 

allá en la cuchilla? ¡Vea!

 

 

MORALES

   Ésa es la juerza parece;

 

 

 

debe ser, estoy pensando,

 

 

 

sigún lo que vide ayer...

540

 

 

esa gente debe ser

 

 

 

del general don Servando.

 

 

 

   Cabal que sí, mesmamente;

 

 

 

él es con su división;

 

 

 

velay, pues, linda ocasión

545

 

 

de que usté se lo apresente...

 

 

 

   Pues yo tengo que cortar

 

 

 

acá en esta direción,

 

 

 

porque al general Garzón

 

 

 

me le debo incorporar.

550

 

 

   En virtú que con licencia

 

 

 

por seis días me quedé,

 

 

 

y el viejo andará, ya sé,

 

 

 

extrañando mi presencia.

 

 

OLIVA

   Ahora sí que me apresento

555

 

 

dejando de matreriar;

 

 

 

y ahora sí me haré matar

 

 

 

por la causa muy contento:

 

 

 

lo mesmo que debe hacer

 

 

 

en la presente patriada

560

 

 

peliando la paisanada

 

 

 

hasta morir o vencer.

 

 

MORALES

   Ésa es la resolución

 

 

 

que en esta lucha he formao;

 

 

 

y soy el más ruin soldao

565

 

 

de la escolta de Garzón.

 

 

 

   Pero él sabe que soy suyo

 

 

 

como patriota oriental;

 

 

 

y en no hacerlo quedar mal

 

 

 

fundo mi gala y mi orgullo.

570

 

 

   Conque, suélteme un abrazo,

 

 

 

y al largarse, amigo viejo,

 

 

 

oiga; le daré un consejo

 

 

 

en amistá, por si acaso.

 

 

 

"Pórtese bien de esta vez,

575

 

 

como siempre se ha portao,

 

 

 

si quiere ser respetao;

 

 

 

y llegando a la vejez,

 

 

 

presuma con altivez

 

 

 

de patriota a toda prueba;

580

 

 

y al más alto que se atreva

 

 

 

a no atenderlo, cuñao,

 

 

 

dígale: "¡YO FUI SOLDAO

 

 

 

DE URQUIZA EN LA PATRIA NUEVA!

 

 

OLIVA

   ¡Qué lindo, déme otro abrazo!

585

 

MORALES

   Al momento: tome dos.

 

 

OLIVA

   Paisano Clemente, ¡adiós!

 

 

MORALES

   Hasta la vista, ¡amigazo!

 

 

 

 

 

 

 

   Y al galope, como un rayo,

 

 

 

cuanto le aflojó la mano,

590

 

 

rompió el pingo de Luciano,

 

 

 

porque era un pájaro el bayo.

 

 

 

   Clemente también rumbiando

 

 

 

al Hervidero cortó,

 

 

 

y esta letra se le oyó

595

 

 

que iba al galope cantando

 

 

 

   "Jefe supremo Avestruz,

 

 

 

un gaucho que anda en sus glorias,

 

 

 

te manda muchas memorias

 

 

 

del general Santa-Cruz.

600

 

 

   "Allá va cielo, tirano,

 

 

 

yo compadezco tu apuro;

 

 

 

pues en Francia... ¡qué rigor!...

 

 

 

el tratado... Sepeduro

 

 

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

 

 

 

 

 

 

Cielito patriótico

 

     Dedicado el ejército correntino, que a las órdenes del señor general Madariaga obtuvo la más completa vitoria en el Riachuelo, escarmentando para siempre a los traidores.

 

 

 

 

 

 

   ¡Otra vez con la vitoria

 

 

 

se alzó la Correntinada!

 

 

 

¡Ah, pueblo fiel y patriota!,

 

 

 

que no se duebla por nada.

 

 

 

   Allá va cielo, cielito,

5

 

 

   cielito en el Riachuelo;

 

 

 

   los mashorqueros traidores

 

 

 

   clavaron la aspa en el suelo.

 

 

 

Aquí caigo, aquí levanto,

 

 

 

anduvieron los patriotas,

10

 

 

hasta que alzaron el poncho

 

 

 

y ya se han puesto las botas.

 

 

 

   ¡Ay, cielo, cielo cielito!

 

 

 

   pregúnteselo a Cabral

 

 

 

   si toda su rosinada

15

 

 

   no disparó a lo bagual.

 

 

 

Con más altivez que nunca,

 

 

 

otra vez los correntinos

 

 

 

amenazan al tirano

 

 

 

de todos los argentinos.

20

 

 

   Cielito, cielo que sí,

 

 

 

   cielo de la libertá;

 

 

 

   a ese pueblo Juan Manuel

 

 

 

   nunquita lo humillará.

 

 

 

Él pensó que degollando

25

 

 

y destruyendo a Corrientes,

 

 

 

podría al fin rematar

 

 

 

esa cría de valientes.

 

 

 

   Ay, cielo, cielo cielito,

 

 

 

   cielito de la altivez,

30

 

 

   a ver si el degollador

 

 

 

   los sujeta de esta vez.

 

 

 

Allá en la Laguna Brava

 

 

 

su mashorca y su gobierno

 

 

 

ha llevado una sabliada...

35

 

 

que fue a lamberse ¡al infierno!

 

 

 

   Cielito, cielo y más cielo,

 

 

 

   cielito de la firmeza,

 

 

 

   esa provincia tan sólo

 

 

 

   le ha de dar en la cabeza.

40

 

 

Cabral, Ramírez y Borda,

 

 

 

con Virasoro y Galán,

 

 

 

que salieron a dos laos,

 

 

 

¡por aónde diablos irán!

 

 

 

   Ay, cielo, cielo cielito,

45

 

 

   cielito de la mañana,

 

 

 

   puede que ni desensillen

 

 

 

   en lo de Pascual Badana.

 

 

 

Velay, ansí son los triunfos

 

 

 

del gaucho Degollador;

50

 

 

que aquellos que más hostiga

 

 

 

se le alzan a lo mejor.

 

 

 

   Cielito, cielo y más cielo,

 

 

 

   cielo de Mocoretá,

 

 

 

   nunca el poder del tirano

55

 

 

   se ha de aguantar por allá.

 

 

 

De aquí a unos días sin duda,

 

 

 

el general Madariaga

 

 

 

con un ejército lindo

 

 

 

¡hasta el Paraná se traga!

60

 

 

   Cielito, cielo y más cielo,

 

 

 

   cielito de la esperanza,

 

 

 

   si Urquiza escapa de aquí

 

 

 

   puede ir allá en la confianza.

 

 

 

Ahí anda el Espantadizo

65

 

 

gambetiando a lo avestruz,

 

 

 

hasta que de un redepente

 

 

 

le atraquen en el tus-tuz.

 

 

 

   Cielito, cielo y más cielo,

 

 

 

   cielito como balazo,

70

 

 

   si de acá se va con bolas

 

 

 

   allá le prienden el lazo.

 

 

 

   El general MADARIAGA

 

 

 

a don Frutos le ha escrebido,

 

 

 

que por allá a los rosines

75

 

 

muy fiero los ha tullido.

 

 

 

   Allá va cielo y más cielo.

 

 

 

   Ay, cielo del corralito,

 

 

 

   y le ofrece la pionada

 

 

 

   si tiene algún quehacercito.

80

 

 

Pues dicen que andan ganosos

 

 

 

de azotarse al Uruguay,

 

 

 

a cuerear la rosinada

 

 

 

que puede salir por ahí.

 

 

 

   Cielito, cielo y más cielo,

85

 

 

   cielito de Yapeyú,

 

 

 

   ¡Cristo, si caen a la encierra

 

 

 

   los gauchos de CAGUASÚ!

 

 

 

Y dice don Madariaga

 

 

 

que no precisa tratao,

90

 

 

pues para matar Rosines

 

 

 

platicar es excusao.

 

 

 

   Digo, mi cielo, cielito,

 

 

 

   ya empezará el mashorquero

 

 

 

   Juan Manuel, con este apuro,

95

 

 

   medio a fruncir el yesquero.

 

 

 

Verán si al Restaurador,

 

 

 

viendo la Correntinada

 

 

 

¡sable en mano! y decidida,

 

 

 

no se le cae la quijada.

100

 

 

   Allá va cielo y más cielo,

 

 

 

   Digo, mi cielo, cielito,

 

 

 

   bien sabe que Madariaga

 

 

 

   le anda por limpiar el pito.

 

 

 

Vaya pues la despedida

105

 

 

a los bravos Correntinos

 

 

 

que presumen con razón

 

 

 

de famosos argentinos.

 

 

 

   Cielos. ¡VIVA MADARIAGA!

 

 

 

   ¡y sus bravos compañeros!

110

 

 

   siñuelo de los patriotas,

 

 

 

   terror de los mashorqueros.

 

 

 

 

   

 

Los compuestos de Gualeguaichú

        

DEDICATORIA

 

                          

 

 

 

 

   Velay, don Teófilo Urquiza,

 

 

 

le remito esa versada

 

 

 

fieramente concertada,

 

 

 

como escrebida de prisa:

 

 

 

porque el tiempo lo precisa

5

 

 

este su fiel servidor,

 

 

 

para ocuparlo mejor

 

 

 

día y noche en discurrir

 

 

 

cómo podré conseguir

 

 

 

boliar al Restaurador.

10

 

 

   Porque, hallándose orejano

 

 

 

es bellaco y altanero,

 

 

 

como yo soy de certero

 

 

 

con las bolas en la mano:

 

 

 

así es que relincha en vano,

15

 

 

pues si yo le tiendo el brazo,

 

 

 

siguro, como balazo

 

 

 

se las amarro de atrás,

 

 

 

o lo revuelco ahí no más,

 

 

 

con el primer chaguarazo.

20

 

 

   Y al punto se lo presento

 

 

 

"si lo agarro este verano"

 

 

 

(como dijo un tal Serrano

 

 

 

comendante de talento).

 

 

 

En fin, si lo agarro, intento

25

 

 

dárselo de buena rienda:

 

 

 

es decir, luego que aprienda

 

 

 

a cocinar y barrer,

 

 

 

pues usté lo ha de querer

 

 

 

para criado de su prenda.

30

 

 

   Por último, mi mayor,

 

 

 

sólo me resta decirle,

 

 

 

que siempre para servirle

 

 

 

me encuentro de buen humor,

 

 

 

porque usté es merecedor

35

 

 

de un cariño verdadero:

 

 

 

así, endeveras lo quiero,

 

 

 

y en tenerle voluntá

 

 

 

hasta la muerte será

 

 

 

firme...

 

 

 

PAULINO LUCERO.

40

 

 

 

 

 

     Carta noticiosa que desde Entre-Ríos le escribió Rudesindo Morales, caído de la Banda Oriental, a su esposa Pilar Flores, vecina de Chivilcoy, residente en la campaña de Buenos Aires.

 

Señora doña Pilar Flores.

 

 

 

 

                                                       Campamento en Gualeyán,

 

 

 

                                                    paso nuevo de Mangudo,

 

 

 

                                                    a veintitrés de noviembre

 

 

 

                                                    del año cincuenta y uno.

 

 

 

 

 

 

 

Mi querida mujer y esposa.

 

 

 

 

 

 

 

   Mi vida: creo excusao

 

 

 

el entrarte a relatar

 

 

 

el modo particular

 

 

 

como he caído de este lao,

 

 

 

cuando ha sido tan sonao

5

 

 

el desenlace triunfal,

 

 

 

que allá en la Banda Oriental

 

 

 

terminó el gobernador

 

 

 

Urquiza, para explendor

 

 

 

de la CAUSA FEDERAL.

10

 

 

   ¡Ahora sí, mí alma, la cosa

 

 

 

se le frunce a Juan Manuel!

 

 

 

y el diablo carga con él

 

 

 

de una manera indudosa:

 

 

 

pues la manía lo acosa

15

 

 

al loco infame traidor

 

 

 

y quiere al Restaurador

 

 

 

ir a echarle un avispero,

 

 

 

allá al principio de enero

 

 

 

cuando apriete la calor.

20

 

 

   Y fíjamente, Pilar,

 

 

 

se le prenden las avispas,

 

 

 

y el Supremo echando chispas

 

 

 

se va al infierno a rascar;

 

 

 

donde podrá lamentar

25

 

 

la desgracia que ha tenido

 

 

 

en su ejército fornido,

 

 

 

que allá en la Banda Oriental,

 

 

 

para colmo de su mal,

 

 

 

también se le ha enloquecido.

30

 

 

   ¡Vaya que ha sido completa

 

 

 

la que don Justo le ha echao,

 

 

 

con habérsele aflojao

 

 

 

tan de una vez la chaveta!

 

 

 

pues la primer manganeta

35

 

 

que al Supremo le jugó,

 

 

 

fue el trote que le pegó

 

 

 

de Entre-Ríos al Cerrito

 

 

 

contra el poder infinito

 

 

 

que Juan Manuel cacarió.

40

 

 

   Y cuando ciertas Naciones

 

 

 

que presumen de famosas,

 

 

 

le andaban temblando a Rosas

 

 

 

como al gato los ratones...

 

 

 

Urquiza sin presunciones,

45

 

 

con sus criollos de tropel,

 

 

 

lo Ira aturdido a Juan Manuel

 

 

 

diciendole: ¡ea, tirano,

 

 

 

allá va un americano

 

 

 

a ponerte el cascabel.

50

 

 

   ¡Ah, loco lindo y garboso!,

 

 

 

¡como para echarle el resto

 

 

 

al Restaurador, se ha puesto

 

 

 

parejito y lindo mozo!

 

 

 

¡Lástima a que anda furioso

55

 

 

con la maldita locura,

 

 

 

de tal modo que asigura

 

 

 

que a Rosas va a galopiarlo,

 

 

 

pelo a pelo, hasta largarlo

 

 

 

con tamaña matadura!

60

 

 

   Y con igual pretensión

 

 

 

la paisanada se va

 

 

 

recostando al Paraná

 

 

 

lo mesmo que nubarrón;

 

 

 

de balde ese baladrón

65

 

 

Supremo dice aturdido,

 

 

 

que a Urquiza no lo han seguido

 

 

 

los paisanos argentinos,

 

 

 

sino unos restos mezquinos

 

 

 

que del Cerrito han salido.

70

 

 

   Los restos ¿eh?, ¡morderá!,

 

 

 

no ha de ser chico susto

 

 

 

el que con ellos don Justo

 

 

 

a vanguardia le dará;

 

 

 

aunque Juan Manuel podrá

75

 

 

salir a ver si lo ataja,

 

 

 

ya que le da esa ventaja

 

 

 

de moquillo manifiesto,

 

 

 

quien a ese bruto ha dispuesto

 

 

 

pelarlo con su baraja

80

 

 

   Y entonces va a suceder

 

 

 

que al echarle un contraflor

 

 

 

Urquiza al Restaurador,

 

 

 

fiero se le ha de encoger:

 

 

 

porque lo ha de suponer

85

 

 

a don Justo en la embestida

 

 

 

la cabeza divertida

 

 

 

y a Rosas le ha de hormiguear,

 

 

 

porque don Justo al cargar

 

 

 

tiene muy mala bebida.

90

 

 

   Ahora mesmo se halla en punto

 

 

 

cismando con Juan Manuel,

 

 

 

al cual quiere de un cordel

 

 

 

zungarlo solo por junto:

 

 

 

y no lleva más asunto

95

 

 

de justicia y ambición,

 

 

 

ni agravio, ni prevención,

 

 

 

ni tiene más enemigo:

 

 

 

a Rosas solo, ya digo,

 

 

 

va a pegarle un manotón.

100

 

 

   Y yo voy también templao

 

 

 

por ese mesmo tenor,

 

 

 

como que el Restaurador

 

 

 

veinte años me ha traginao:

 

 

 

y hoy si lo pillo turbao

105

 

 

lo tengo que atropellar,

 

 

 

porque le pienso cobrar

 

 

 

las nutrias que me ofreció

 

 

 

para cueriar, y si no

 

 

 

a él mesmo lo he de cueriar.

110

 

 

   ¡Ladronazo, hijuna-pu...!

 

 

 

así se ve por tramposo,

 

 

 

aborrecido, achacoso

 

 

 

y atrasado de salú;

 

 

 

pero, que aguarde el pacú

115

 

 

que don Justo le destina,

 

 

 

del Paraná, y con la espina,

 

 

 

si el mal de piedra lo hostiga,

 

 

 

que se escarbe la vejiga

 

 

 

y sanará de la orina

120

 

 

   En fin, me voy calentando

 

 

 

contra ese diablo, ¡barajo!,

 

 

 

que ya por un cuesta abajo

 

 

 

de aquí lo estoy devisando.

 

 

 

   Concluyo pues, y te mando,

125

 

 

¡seis pesos fuertes!, ¿qué tal?,

 

 

 

una buena cuenta igual

 

 

 

de Rosas no he recibido

 

 

 

en nueve años que he servido

 

 

 

solo en la Banda Oriental;

130

 

 

   Y acá, al llegar, esos riales

 

 

 

nos dio don Justo al momento,

 

 

 

y hoy corre en el campamento

 

 

 

la pesería en costales:

 

 

 

después, a todos iguales

135

 

 

también nos ha uniformao;

 

 

 

en fin, hemos pelechao...

 

 

 

como todo el que viniere,

 

 

 

si se porta bien y quiere

 

 

 

servir, sale remediao.

140

 

 

   Con que así, decimelés

 

 

 

a los amigos de allá,

 

 

 

que el choclo madurará

 

 

 

gordamente antes de un mes;

 

 

 

y bien morrudo, después,

145

 

 

a Rosas se lo atracamos,

 

 

 

y a la fija lo aventamos

 

 

 

lo menos a Ingalaterra,

 

 

 

y con eso en nuestra tierra

 

 

 

todos en paz trajinamos.

150

 

 

   Basta de revolución

 

 

 

y enemistades, Pilar,

 

 

 

como de hacernos matar

 

 

 

por sostener a un ladrón;

 

 

 

esta es la predicación

155

 

 

de Urquiza el Gobernador,

 

 

 

que dice: "al Restaurador

 

 

 

romperle el mate no más,

 

 

 

y luego entre los demás

 

 

 

nada de odios ni rencor;

160

 

 

   "Y que al fin, los mendocinos,

 

 

 

los riojanos, los porteños,

 

 

 

los vallistas y salteños,

 

 

 

puntanos y correntinos,

 

 

 

unidos como argentinos

165

 

 

gocen derechos iguales,

 

 

 

y olviden esos fatales

 

 

 

celos entre provincianos,

 

 

 

pues todos somos hermanos

 

 

 

y argentinos federales."

170

 

 

   Velay, en ese sentido

 

 

 

se le oye al viejo explicar,

 

 

 

porque no quiere juzgar

 

 

 

a naides por lo que ha sido

 

 

 

bajo del bien entendido

175

 

 

que solamente desea

 

 

 

triunfar, para que se vea

 

 

 

que la ley se aplique igual,

 

 

 

y se juzgue a cada cual

 

 

 

entonces por lo que sea.

180

 

 

   Conque, Pilar, ya podés

 

 

 

recostarte al Paraná,

 

 

 

que yo cairé por allá,

 

 

 

si Dios quiere, antes de un mes;

 

 

 

venite, no te turbés,

185

 

 

verás la güeva tamaña

 

 

 

con que al Supremo lagaña

 

 

 

de tanto renombre y facha,

 

 

 

como al paro, se le agacha

 

 

 

don Justo en esta campaña.

190

 

 

   Concluyo a la disparada

 

 

 

esta carta; adiós, Pilar,

 

 

 

porque vamos a marchar

 

 

 

y están tocando llamada:

 

 

 

¡ay, mi alma, y la caballada

195

 

 

van arrimando, qué lindo!,

 

 

 

¡adiós, mi vida!, a Florindo,

 

 

 

a mi suegra y a Belén

 

 

 

dales memorias, mi bien,

 

 

 

de tu esposo...

 

 

 

                           RUDESINDO.

200

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cielito patriótico de Ejército Grande de Sud América

 

Compuesto por Paulino Lucero para los valientes santafecinos

 

 

 

 

 

 

   En el Ejército Grande

 

 

 

de este lao del Paraná,

 

 

 

quiero cantarle un cielito

 

 

 

a Juan Manuel; y allá va.

 

 

 

   ¡Ay, cielo! del camuati

5

 

 

ya se soltó el avispero,

 

 

 

y bien puede en estos pagos

 

 

 

cantar Paulino Lucero.

 

 

 

   ¡Qué lindo! En la Patria nueva

 

 

 

el pueblo santafecino

10

 

 

alzó el poncho, acreditando

 

 

 

ser federal argentino.

 

 

 

   Cielito, vana esperanza

 

 

 

la que tuvo Juan Manuel

 

 

 

de que la santafecinada

15

 

 

se haría matar por él.

 

 

 

   Ya en los campos del Rosario

 

 

 

las pampas parecen montes,

 

 

 

por cien colunas que forman

 

 

 

en la llanura horizontes.

20

 

 

   ¡Mi cielo! y de lejos brillan

 

 

 

las armas al resplandor

 

 

 

del sol en los escuadrones

 

 

 

de URQUIZA EL LIBERTADOR.

 

 

 

   Desde el día en que pisamos

25

 

 

la tierra santafecina,

 

 

 

no ha sido preciso hasta hoy

 

 

 

ni cargar la garabina...

 

 

 

   Cielito, pues no pretenden

 

 

 

los valientes Entre-Rianos

30

 

 

que corra una sola gota

 

 

 

de sangre entre americanos.

 

 

 

   Este es el mayor deseo

 

 

 

del gobernador URQUIZA,

 

 

 

como el de agradar a todos

35

 

 

sirviendo a quien lo precisa.

 

 

 

   Cielito, y solo pretenden

 

 

 

(no sé si me engañaré)

 

 

 

irse al trote a Buenos-Aires,

 

 

 

voy a decirles a qué:

40

 

 

   Como es moda el regalar

 

 

 

cualquier prenda en Año nuevo,

 

 

 

viene nuestro general

 

 

 

a trairle a Rosas un güevo.

 

 

 

   Cielito... ¡cosa tremenda!

45

 

 

de modo que Juan Manuel

 

 

 

o en Palermo se lo engulle,

 

 

 

o se atora allí con él.

 

 

 

   Antes de eso, bien pudiera

 

 

 

decirme el Restaurador,

50

 

 

de ocho días al presente

 

 

 

¿cómo le va de calor?

 

 

 

   Cielito, porque sabemos

 

 

 

los titulados Salvajes,

 

 

 

que el Supremo reculao

55

 

 

anda empacando mensajes.

 

 

 

   ¡Cuarenta y seis mil Rosines

 

 

 

piensa juntar Juan Manuel!

 

 

 

Mucho miedo les tenemos

 

 

 

con un general como él.

60

 

 

   ¡Ay, cielo! si se ofreciere,

 

 

 

tendremos que lamentar,

 

 

 

cerrarle un ¡quiero! en su ley

 

 

 

con un traco rigular.

 

 

 

   Allá en la Banda Oriental

65

 

 

diez y ocho mil nos largó,

 

 

 

y URQUIZA con cinco mil

 

 

 

fue, y se los envacunó.

 

 

 

   ¡Ay, cielo de la victoria,

 

 

 

cielito de la fortuna,

70

 

 

así en los cuarenta y seis

 

 

 

va prendiendo la vacuna!

 

 

 

   El diablo será que al fin

 

 

 

con estaca y maniador

 

 

 

a la otra banda del charco

75

 

 

se largue el Restaurador.

 

 

 

   ¡Ay, cielo, y nos deje el cuento

 

 

 

después de tanta balaca,

 

 

 

y las ganas que llevamos

 

 

 

de asigurarlo en la estaca!

80

 

 

   ¡Ah, Cristo!, ¡quién mereciera

 

 

 

de esta vez pillarlo a tiro,

 

 

 

y ahora que está barrigón

 

 

 

hacerle dar un suspiro!

 

 

 

   Cielito, pero al Supremo

85

 

 

ya no es fácil apretarlo,

 

 

 

porque antes la porteñada

 

 

 

allá quiere embozalarlo.

 

 

 

   A pesar de su sosiego

 

 

 

el Restaurador Carcoma

90

 

 

al quinto infierno a dos laos

 

 

 

salió con Santa Coloma.

 

 

 

   Cielito, y a media rienda

 

 

 

dicen que rumbea Arnol

 

 

 

a embarcarse en Mal-paraíso

95

 

 

en un navío español.

 

 

 

   Finalmente en Santa Fe

 

 

 

no hay mashorca, ni la habrá:

 

 

 

todo es gozo y patriotismo,

 

 

 

entusiasmo y libertá.

100

 

 

   Ay, cielo, de acá a unos días

 

 

 

a Palermo enderezamos,

 

 

 

y a la mashorca Rosina

 

 

 

hasta el choclo le pelamos.

 

 

 

   Echaré la despedida

105

 

 

en la villa del Rosario,

 

 

 

para Juan Manuel Vejiga

 

 

 

ñato y Salvaje Unitario.

 

 

 

   Mi cielo, y ya los porteños

 

 

 

sus cadenas vergonzosas

110

 

 

podrán trozar gritando:

 

 

 

¡viva URQUIZA y muera Rosas

 

 

 

 

 

 

 

Rosario, enero de 1852.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Boletín de Rufo Carmona

 

Guardia nacional de campaña en el ejército del sur

 

 

 

Señora doña Belén Rocalmora.

 

 

 

 

 

 

                                                                 Campamento general

 

 

 

                                                              en el paso del Venao,

 

 

 

                                                              a trece del mes de enero

 

 

 

                                                              del año que ha principiao.

 

 

 

 

 

 

 

Querida esposa.

 

 

 

 

 

 

 

   Por Pedro Pablo Galú,

 

 

 

y por tu carta también,

 

 

 

ayer supe, mi Belén,

 

 

 

que andás guapa en la ciudá;

 

 

 

   Y en teniendo vos salú,

5

 

 

y yo sable y tercerola,

 

 

 

dejá que corra la bola...

 

 

 

que lo que ha de ser será.

 

 

 

   Ahora, tocante a tu apuro

 

 

 

porque vamos de una vez,

10

 

 

conozco que no debés

 

 

 

tener un sucidio tal,

 

 

 

   porque el pueblo está siguro,

 

 

 

sigún dice Pedro Pablo,

 

 

 

que no le recula al diablo

15

 

 

esa GUARDIA NACIONAL.

 

 

 

   ¡La gran pu...nta en la mozada,

 

 

 

que ha salido de mi flor

 

 

 

con toda la agua de olor

 

 

 

que usaba y tanta golilla

20

 

 

   ¡Barajo! en esta patriada

 

 

 

caliente se ha destapao,

 

 

 

y tiro a tiro ha mostrao

 

 

 

lo que vale un cajetilla

 

 

 

   Por gusto, Belén, te pido

25

 

 

que a cuantos vos conozcás

 

 

 

un abrazo... y nada más,

 

 

 

de parte nuestra les dés...

 

 

 

   Sin tener otro descuido,

 

 

 

chinita, porque esa gente

30

 

 

para un ¡truco! es aparente

 

 

 

y ladina, ya sabés.

 

 

 

   De ahí, dejá que el rengo Lagos

 

 

 

amague el pueblo, y lo estreche

 

 

 

con Rivero y Goyo Leche,

35

 

 

y toda esa sabandija:

 

 

 

   que ya no se usan amagos,

 

 

 

pues en el Sur sólo se usa

 

 

 

atracarles bala y chuza

 

 

 

y polviarlos a la fija.

40

 

 

   No hay remedio; así es preciso

 

 

 

quitarles de allá ese estorbo,

 

 

 

y para eso meniar corvo

 

 

 

desde acá es muy rigular;

 

 

 

   Y yo no me hago el petizo

45

 

 

por la Patria en caso alguno,

 

 

 

ni del Sur gaucho ninguno

 

 

 

hoy se pretende achicar.

 

 

 

   Al contrario, en estos pagos,

 

 

 

cuanto llegó el coronel,

50

 

 

y que supimos por él

 

 

 

los revoltijos de Flores;

 

 

 

   y que relinchando Lagos

 

 

 

contra el Gobierno se alzó,

 

 

 

y a Urquiza se sometió

55

 

 

junto con otros traidores...

 

 

 

   Corrió el gauchage veloz

 

 

 

¡a las armas! y lueguito,

 

 

 

soberbio, les pegó el grito

 

 

 

don Pedro Rosas Belgrano:

60

 

 

   "¡A caballo, y vamonós

 

 

 

a Buenos Aires, muchachos,

 

 

 

a probarles a esos guachos

 

 

 

lo que es un amor tirano!"

 

 

 

   Para esto el valiente Acosta,

65

 

 

de antemano, reunida

 

 

 

a vanguardia y decidida

 

 

 

tenía su división;

 

 

 

   a la cual, como langosta,

 

 

 

de todas partes le vienen.

70

 

 

los porteños que no tienen

 

 

 

ni delitos, ni ambición.

 

 

 

   Verás que desenvainada

 

 

 

de chuzas y de latones

 

 

 

le hacemos a esos collones

75

 

 

antes que se acabe el mes;

 

 

 

   pues solamente a la Indiada

 

 

 

de sable y de garabina,

 

 

 

si Lagos la ve, no atina

 

 

 

para donde juir después.

80

 

 

   De estas verdades deseo

 

 

 

informarte, prenda mía;

 

 

 

ansí, oscuro, al ser de día,

 

 

 

recién humiando el fogón...

 

 

 

   Y a pesar de que no veo

85

 

 

por estar muy soñoliento,

 

 

 

de barriga, y muy contento

 

 

 

te escribo esta del tirón.

 

 

 

   Letra fiera haré, a la cuenta,

 

 

 

al escribirte, pichona,

90

 

 

encima de la carona,

 

 

 

a la alba y a media luz...

 

 

 

   Con una tinta aguachenta

 

 

 

que de pólvora he formao,

 

 

 

un papel todo arrugao

95

 

 

y una pluma de avestruz.

 

 

 

   Así mesmo, unas albricias

 

 

 

ya me quedas a deber,

 

 

 

desde que te hago saber

 

 

 

por mis letras cariñosas...

100

 

 

   las superiores noticias

 

 

 

que, en todo el Sur decidido,

 

 

 

marcha el paisanaje unido

 

 

 

al coronel Pedro Rosas;

 

 

 

   y asigún presumo yo,

105

 

 

por lo que mis ojos ven;

 

 

 

de aquí a unos días, Belén,

 

 

 

por ese lao de Barracas...

 

 

 

   Sentirás el pororó

 

 

 

y verás la polvadera

110

 

 

de toda esa montonera

 

 

 

que anda allá echando balacas

 

 

 

   Con que ¡adiós! china, que ya

 

 

 

están tocando la diana,

 

 

 

y de yapa la mañana

115

 

 

también está frescachona;

 

 

 

   y yo... ¡qué barbaridá!

 

 

 

sin ensillar... ¡Jesucristo!

 

 

 

¡Voto al diablo!... ya estoy listo.

 

 

 

Tu esposo...

 

 

 

                        RUFO CARMONA.

120

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La tartamuda o la media caña

 

     A salú de los batallones de Línca de la Guarnición.

 

 

 

 

 

 

               Co... co...mo soy tartamudo,

 

 

 

                              pueden dispensar,

 

 

 

               si llego en ciertas coplas

 

 

 

                              a tarta... mudear.

 

 

 

Centinela, ¡alerta! -se oye en el cantón

5

 

 

a la primera güelta. -Oído y atención,

 

 

 

                              cadena y bailar:

 

 

 

               que yo con mi changango

 

 

 

                              me voy a explicar.

 

 

 

 

 

 

 

               Oigan la media caña,

10

 

 

                              que las puebleras

 

 

 

               bailan al tiroteo

 

 

 

                              de las trincheras.

 

 

 

A la media noche -o al amanecer,

 

 

 

los de afuera dicen -que entran... a morder.

15

 

 

                              ¡Tum... tum!... ¿qué es eso?

 

 

 

               de los Italianos

 

 

 

                              algún bostezo.

 

 

 

 

 

 

 

               ¡La pu...u...jan...za en la gente

 

 

 

                              cruda y amarga!

20

 

 

               que al per..dío..sa..cra..mente

 

 

 

                              sale a la carga...

 

 

 

al trote, de frente: armen bayoneta,

 

 

 

ruempan el cartucho, ceben cazoleta.

 

 

 

                              Dejen, muchachas,

25

 

 

               que espanten de los güecos

 

 

 

                              las cucarachas.

 

 

 

 

 

 

 

               Ma... ma... tías - Tragaldabas,

 

 

 

                              también de chulo

 

 

 

               diz que viene a tragarnos:

30

 

 

                              miren que cu...

 

 

 

... que cuco tan fiero - se nos quiere hacer;

 

 

 

si se habrá olvidao - que lo hicimos per...

 

 

 

                              per... der el rumbo,

 

 

 

               haciéndole de atrás

35

 

 

                              chiflar un chumbo

 

 

 

 

 

 

 

               ¡Tu..ru..tum...tum!... ¡Ah, hijitos!

 

 

 

                              Bailar, muchachas...

 

 

 

               que las guerrillas de HORNOS

 

 

 

                              a las vizcachas...

40

 

 

por que no hagan daño, -al oscurecer,

 

 

 

de esas castañetas- les suelen hacer.

 

 

 

                              ¡Oído!... ¡Bro..co... tón...!

 

 

 

               Ah, comendante Sosa,

 

 

 

                              siempre rezongón!

45

 

 

 

 

 

 

               ¡Qué ruido... voto al diablo!

 

 

 

                              a media noche.

 

 

 

               Es la organización

 

 

 

                              que dentra en coche.

 

 

 

Que no me la espanten - de la batería,

50

 

 

que los teruteros - no armen gritería.

 

 

 

                              Ya se han callado,

 

 

 

               y la cómo se llama

 

 

 

               se ha empantanado.

 

 

 

 

 

 

 

               ¡Ah, mathaya, ese tal

55

 

 

                              Goyobotija

 

 

 

               puntiara!... pe... pero... ¿cuándo

 

 

 

                              larga manija?

 

 

 

Pues, mientras no engorde del todo y peleche,

 

 

 

y en el pueblo siga - escasa la leche...

60

 

 

                              dicen los flaires

 

 

 

               que no ha de entrar el hombre

 

 

 

                              en Buenos Aires,

 

 

 

 

 

 

 

               Doma-gogos nos llaman,

 

 

 

                              y ya sabemos

65

 

 

               y ya eso quiere decir

 

 

 

                              doma Supremos.

 

 

 

¡Alto ahí! artilleros, - cartucho al cañón;

 

 

 

pie a tierra, y recule la organización,

 

 

 

                              que desde Montiel

70

 

 

               nos trai el heredero

 

 

 

                              de don Juan Manuel.

 

 

 

 

 

 

 

               ¡Pu...cha, gauchos mulitas

 

 

 

                              esos de Lagos!

 

 

 

               haciéndose aujerear

75

 

 

                              en estos pagos:

 

 

 

aonde diariamente me los difuntean,

 

 

 

mientras que sus jefes holgados cuerean.

 

 

 

                              Y siga el bureo,

 

 

 

               y la federación

80

 

 

                              del manoteo.

 

 

 

 

 

 

 

               Cuatro diablos sostienen

 

 

 

                              esta pendencia,

 

 

 

               porque andan los paisanos

 

 

 

                              a la obedencia...

85

 

 

de los revoltosos - que arman las custiones

 

 

 

por darle a la hacienda cuatro manotones,

 

 

 

                              como están dando,

 

 

 

               mientras los gauchos lerdos

 

 

 

                              andan galguiando.

90

 

 

 

 

 

 

               Y acá cuando se viene

 

 

 

                              cualquiera de esos,

 

 

 

               por lo pronto le largan

 

 

 

                              quinientos pesos...

 

 

 

y lindas cacharpas, - sables, tercerolas,

95

 

 

cuando traen de ajuera apenas las bolas;

 

 

 

                              porque no he visto

 

 

 

               gauchos mas desaviaos,

 

 

 

                              ¡por Jesucristo!

 

 

 

 

 

 

 

               Y de yapa, ahí los tienen

100

 

 

                              meses enteros,

 

 

 

               rondando a la ciudá

 

 

 

                              Como tahuneros

 

 

 

a güeltas y al trote sobre un pingo flaco,

 

 

 

y sin aflojarles - ni olor a tabaco;

105

 

 

                              pues dice Urquiza

 

 

 

               que les dan demasiado

 

 

 

                              con la devisa.

 

 

 

 

 

 

 

               ¡Siquiera allá esos jefes

 

 

 

                              tan gamonales

110

 

 

               al mes se les vinieran

 

 

 

                              con cuatro riales!...

 

 

 

a esa montonera de guachos tamberos,

 

 

 

gritones... ¡ahi -juna! más que teruteros:

 

 

 

                              como si a gritos

115

 

 

               quisieran aturdirnos

 

 

 

                              los compadritos

 

 

 

 

 

 

 

               Rotosos, que pretenden...

 

 

 

                              ¡Miren qué fachas!

 

 

 

               entrar a manosiarlas.

120

 

 

                              ¡Oído, muchachas!...

 

 

 

¿Se ríen? me gusta; - ríanse, hacen bien;

 

 

 

pues dice Melchora - que dice Belén,

 

 

 

                              que los puebleros

 

 

 

               no quieren que las pinchen

125

 

 

                              los teruteros.

 

 

 

 

 

 

 

               Que al verle a una porteña

 

 

 

                              la cinturita,

 

 

 

               hay nacional que todo

 

 

 

                              lo facilita.

130

 

 

¿Quién vive? ¡La patria!... ¿Qué gente? ¡El amor!

 

 

 

Querelos, mi vida - haceles favor.

 

 

 

                              Sí, mi alma, dales

 

 

 

               todo lo que te pidan

 

 

 

                              los nacionales.

135

 

 

 

 

 

 

               Esos mozos merecen

 

 

 

                              por guapetones,

 

 

 

               que les pongan blanditos

 

 

 

                              los corazones.

 

 

 

Zarandiate, mi alma, - lucí la cadera,

140

 

 

hacétele un arco, - porteña embustera.

 

 

 

                              Ahora mesmito,

 

 

 

               en el betún largale

 

 

 

                              un cariñito.

 

 

 

 

 

 

 

               A esa rubia rosada,

145

 

 

                              por darle un beso,

 

 

 

               le pondría a sus plantas

 

 

 

                              todo el Congreso.

 

 

 

Ahora que me acuerdo... ¡Qué fatalidá!

 

 

 

Escuchen la infausta - triste novedá...

150

 

 

                              ¡Jesús, qué pena!

 

 

 

               Atención, atención,

 

 

 

                              y hagan cadena.

 

 

 

 

 

 

 

               Antiyer un sujeto,

 

 

 

                              que particulo,

155

 

 

               me dijo cierta cosa

 

 

 

                              con disimulo...

 

 

 

y ya rebenquié - a la calle Larga,

 

 

 

porque en ese rumbo - sentí una descarga;

 

 

 

                              y allí por junto,

160

 

 

               topé un carro cargado

 

 

 

                              con un dijunto...

 

 

 

 

 

 

 

               Hasta encima del lecho

 

 

 

                              lleno de barro,

 

 

 

               y amarrao con torzales

165

 

 

                              venía el carro.

 

 

 

¡Barajo... qué olor! - cuando me arrimé

 

 

 

al muerto jediondo - que de Santa Fe

 

 

 

                              venía tieso,

 

 

 

               y el carrero me dijo:

170

 

 

                              ¡Es el co... con... greso!

 

 

 

 

 

 

 

               Al fin, con la noticia

 

 

 

                              del tal mortuorio,

 

 

 

               se me va apichonando

 

 

 

                              el auditorio.

175

 

 

¡Jesús, qué tristura! - basta de bailar:

 

 

 

que ya la guitarra voy a destemplar;

 

 

 

                              y me despido,

 

 

 

               porque también me siento

 

 

 

                              enternecido.

180

 

 

 

 

 

 

               Conque, será, patrones,

 

 

 

                              hasta mañana;

 

 

 

               y ahora que los cantones

 

 

 

                              tocan la diana...

 

 

 

juerte, vida mía: gritá, corazón,

185

 

 

¡que viva!, ¡que viva la federación!

 

 

 

                              Vuelta redonda:

 

 

 

               todo el mundo a ese grito...

 

 

 

                              ¡Viva! responda.

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, enero 8 de 1853.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La sorpresa

 

 

 

 

 

 

   ¿No ha visto, amigo Fajardo,

 

 

 

del campo en la quemazón,

 

 

 

el susto con que un ratón

 

 

 

sale del güeco de un cardo

 

 

 

como bala de cañón?

5

 

 

   ¿Y el terror que la domeña,

 

 

 

del fuego en la orilla, ha visto

 

 

 

cuando una víbora, ¡Cristo!,

 

 

 

topa con una cigüeña

 

 

 

y no halla un aujero listo?

10

 

 

   Y un reyuno, si el latón

 

 

 

llega a oír o la corneta,

 

 

 

¿no ha visto cómo se inquieta

 

 

 

y dispara el mancarrón

 

 

 

que ni le diablo lo sujeta?

15

 

 

   Pues ni ratón, ni reyuno,

 

 

 

ni víbora habrá pasao

 

 

 

susto igual al que me ha dao

 

 

 

usté al soltarme su albuno

 

 

 

para que un improvisao...

20

 

 

   Le haga yo, como si fuera

 

 

 

el destripar una laucha,

 

 

 

o pelar solo una chaucha,

 

 

 

concertar a la ligera

 

 

 

cualesquier versada gaucha.

25

 

 

   Con todo, de espantadizo

 

 

 

no me ha de acusar ninguno,

 

 

 

ni jamás dirá su albuno

 

 

 

que al verlo me hice el petizo.

 

 

 

De balde usté de improviso

30

 

 

por coplas me busca el fallo;

 

 

 

para hacer versos no es payo

 

 

 

ni sabe hacerse perdiz,

 

 

 

aunque es un gaucho infeliz...

 

 

 

su amigo