HILARIO ASCASUBI
ANICETO EL GALLO
GACETERO PROSISTA Y GAUCHI-POETA ARGENTINO
Índice
o Nº 1
o Prosa del
trato entre el imprentero y yo
* Aniceto el
Gallo
* Lamentos a
Vuecelencia el diretor provisor
o Nº 2
Cortesías
A salú del
escuadrón
o Nº 3
El Pagamento
* ¡Blan!!
¡Blan!! ¡Blan!!
El sol de
este día vio
* Carta
certificada y súplicas
De un
cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al
pueblo
* Noticias
de pajuera
*
Alvertencia a los aguantadores y renegaos
o Nº 4
Vamos
hablando formal y para los míos
* Diálogo
Que tuvieron
en el Cuartel del Retiro el día 30 de mayo último, entre el paisano Salvador
Ceballos recién pasao del campo enemigo, y Anselino Alarcón, soldao de la
guerrilla de caballería del mayor Vila
o Nº 5
* Ésta no es
chanza
Memorias de
una audencia de Sancho Panza
* Cuatro
preguntas
Que le hace
al Director un granadero del 1 er batallón de línea de Buenos Aires
* Al señor
comendante de los españoles
* Boletín
extraordinario de Aniceto el Gallo
* Cielito de
un Correntino
* Tapones
por todos laos
o Nº 6
* Cielito de
la Vigía de Buenos Aires
* Diálogo
Que tuvieron
hacen pocos días dos lanceros de los del valeroso comendante Otamendi, Zenón
Núñez y Jacinto Roca
* Enfermedá
incurable del Diretor de la docena del flaire
o Nº 7
* ¡Viva la
Patria!
* La última
vichada y despedida del Diretor
o Nº 8
Memorias de
un PAYADOR y del Organizador
o Nº 9
De cómo fue
zapallada la batalla de Caseros. -Planes de don Justo para la organizadura de
otra Republiqueta Urquizana, y consejos del Gallo a los custitucioneros
* Cortesías
de Aniceto
Al
licenciamiento de los Guardias Nacionales de la ciudá y la campaña; y a los
soldaos veteranos de Buenos Aires
* Decreto
Galluno
Asigún la
opinión de toda la Guardia Nacional
* Por caridá
Al señor
jefe de polecía
* Ojo al
Cristo
* Aviso
Direturial
o Nº 10
La despedida
* El
Manetismo
Cuento al
caso
* Pregunto
yo
* Vayan
deputaos
o Nº 11
¡Ojo al
gallo nuevo!
* Empanada
Para el
señor general de aguas mayores y tierras menores, don Usebio José de Urquiza
* La
situación sigún ellos, y la mesma asigún yo
* Diálogo
gauchi-beatón
* La
Ultimatera
Media caña
terutera
* Así paga
el diablo a quien le sirve
* La ilusión
* Cortesías
de Aniceto
* El sargento
arrecifero
* Cuhete
De parte de
la Guardia Nacional de Buenos Aires al nombramiento del señor general de mar y
tierra
o Nº 12
Asombro
* La visita
de Aniceto
A Ratapinga
*
Alvertencias y consejos
* Anda que
te lamba un güey
* La media
caña
En San
Borombón
* Al Gallo
o Nº 13
Semi-papeleta
* Maquines
ultimateros del presidente de los teruteros
Con su
perdón, Vuecelencia
* ¡Qué
miedo!
* Vaya una
indireuta
* Al engaña
pichanga
* Cacharpas
o El Núm. 7
o Hoja
suelta
* Revuelo de
Aniceto el Gallo
o Nº 14
* Noticias
frescas de la armada invasora
* Cielito
del terutero
* Retruco a
virotica
* Carta
fresca y noticiosa del Ejército del Norte
o Boletín
Sicofántico
De noticias
importantísimas
* La
Sicofantada
* Circo
olímpico
o Poesías
varias
Publicadas
con seudónimos diferentes relativas en su mayor parte a la guerra contra el
tirano Rosas e inéditas algunas de ellas
* Carta
Del ejército
libertador a un miliciano del Nacional
* Carta
De un
soldado de los coraceros del general Lavalle, dirigida de Entre Ríos a la
campaña Oriental
* Parte
Del general
don Pascual Echagüe al restaurador de las Leyes, dándole cuenta de la derrota y
disparada de Caaguazú, en donde fue completamente batido y hecho prisionero
todo el poderoso ejército Rosista a las órdenes del restaurador del Sosiego
público
* Al
pronunciamiento
De las
provincias de Entre Ríos y Corrientes contra la tiranía de Rosas
* Cielito
gauchi-patriótico
* Rasgos
biográficos de D. J. M. Rosas
* Diálogo
Contreras
llegando al fogón de su aparcero
o Las
milicias de Rosas
Y episodio
de Camila Ogorman
*
Dedicatoria
* Parte
primera
* Parte
segunda
Costante el
gaucho Paulino
* Urquiza en
la patria nueva
O dos
gauchos orientales platicando en los montes del Queguay, el 24 de julio de 1851
* Cielito
patriótico
* Los
compuestos de Gualeguaichú
Mi vida:
creo excusao
* Cielito
patriótico de Ejército Grande de Sud América
Compuesto
por Paulino Lucero para los valientes santafecinos
* Boletín de
Rufo Carmona
Guardia
nacional de campaña en el ejército del sur
* La
tartamuda o la media caña
* La
sorpresa
o Poesías
inéditas
Que Aniceto
el Gallo conservaba olvidadas en su cartera
* Las
virutas
Siendo
adecán titulao
* Carta de
Aniceto a su primo Chichipea
* La luz de
Aniceto el Gallo
* Maldita
credulidad pavuna
* Al señor
Sarmiento
* Al señor
Castelar
* Cuentos
mitológicos gauchi-versistas para el álbum de ***
Por gusto,
amigo Rufino
Índice
alfabético
* Ahí te
mando, primo , el sable
* Al fin,
amigo Alarcón
* Algunos
leyendo el canto
* Al ruido
de tanto cuhete
* A salú del
escuadrón
* Aunque
parece repecho
* Ayer yo
estaba presente
* ¡Barajo!
¡qué versería
* ¡Bravos
GUARDIAS NACIONALES
* ¡Cancha!
que ahí viene la luz
* Celebraré,
amada esposa
* Cierta
sentencia gauchesca
* Co...
co...mo soy tartamudo
* Como del
río Uruguay
* Como mi
amigo y querido
* Como se ve
hasta SAN PEDRO
* Con el
cuchillo en la mano
* Con que,
amigo, ¡voto alante!
* Con que el
tremendo don Justo
* Con su
perdón, Vuecelencia
* Costante
el gaucho Paulino
* Cuando al
general Tristán p;
* De este
número es sabido
* Dicen de
que el Diretor
* Dicen que
ayer por Barracas
* Dicen que
ha dicho don Justo
* Diz que a
un pavo un terutero
* Diz que el
ingrato juidor
* Diz que en
cierto embarcadero
* El sol de
este día vio
* En cierta
solicitú
* En el día,
asigún vamos
* En las
noticias recientes
* En su
gaceta, patrón
* Es tanto
lo que alucina
* Juan
Manuel: no extrañarás
* La tarde
del campaneo
* Mi más
querido Jacinto
* Mi vida:
creo excusao
* Muy de
priesa y almariao
* Nacido
entre níveo muro
* No ha
visto, amigo Fajardo
* No se
escuenda de susto
* Otra vez a
la vigía
* Otra vez
con la vitoria
* Pero,
dígame, señor
* Pero,
dígame, señor
* ¡Por
Cristo! ... amigo Clemente
* Por el
deber en que me hallo
* Por gusto,
amigo Rufino
* Por la
calle del Perú
* Por prima
alta cantaré
* Porque una
noche de invierno
* Por un
barrial que da miedo
* Puede ser
tan vanidoso
* Pues, como
te iba diciendo
* Que los
españoles luchos
* Querido
amigo Ricardo
*
Reconociendo, señor
* Sabemos
los Nacionales
* Sabrás que
al fin se ha largao
* Salió de
las Polvaderas
* Señores:
hoy que repunta
* Señor:
medio a mi pesar
* Señor
menistro de guerra
* Señor: yo
había pensao
* Siendo
adecán titulao
* Sin duda,
hay un platero
* Si no
amanece alunado
* Si un
imposible no fuera
* Tan
infortunao he sido
* Trajiná ,
ché, Estanislada
* Un cuarto
de siglo hará
* Velay, don
Teófilo Urquiza
* Velay la
estampa del Gallo
* Velay que
de gacetero
* Verso de
todo tamaño y calibre
* Voto al
diablo, don Urquiza
* Voy a
cantar este cielo
HOMENAJE
A la memoria del doctor don FLORENCIO
VARELA, el patriota e ilustrado publicista Argentino, víctima sacrificada por
el puñal de los tiranos del Río de la Plata, a la libertad de las Repúblicas
Argentina y Oriental del Uruguay.
HILARIO
ASCASUBI.
París, 2 de
agosto de 1872.
ANICETO EL
GALLO
Gaceta
joco-tristona y gauchi-patriótica
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hasta que...
no quiera Dios,
se aproveche
algún cualquiera
de todo
nuestro sudor.
CHANO.
Nº 1
Buenos
Aires. - Año de 1853.
Esta gaceta saldrá una vez por semana,
allá por el jueves o viernes, que es día de los pobres, pues la escribirá un
gaucho pobre.
Prosa del
trato entre el imprentero y yo
Ahora noches pasadas, con permiso de mi
comendante, me amanecí payando en un fandango, donde me compromisé con una
mocita muy donosa y seguidora a largar cada semana una gaceta gaucha, con
argumentos y compuestos a favor de nuestro aquel, en la justa causa que
defiende la Guardia Nacional. ¡Ah, criollos!
Esa mesma noche hubo en el baile una jugada juertaza, como que
toda la mozada anda platuda, y yo, que no andaba cortao, les prendí, seguiditas
siete suertes morrudas al paro; de manera que amanecí muy enrestao, y medio
divertido. Me largué de allí a comprar un poncho lindo y unas botas a la moda,
con borlas, que me costaron una barbaridá de plata; y al fin no me costaron
nada más que haber echao suerte.
Así fue que sin recatiar largué el mono
por el par de botas, y al tiro me las puse y salí a la calle, porque es la moda
en esta patriada; y entre la gente de ajuera y de adentro hay muchos jefes y
soldaos y paisanos que hoy se ponen las bolas así con borlas; a la cuenta
echarán suertes al paro.
En fin, salí de la zapatería y me fui a
buscar un imprentero para tratar por la hechura de mi gaceta: y preguntando en
la Polecía me dijieron que vivía uno, de allí de la cárcel, calle arriba.
Para allá rumbié hasta que di con la casa
del imprentero.
Entré por una puerta grandota, y a la
zurda del zaguán estaba un cuarto abierto; y queriendo colarme en él, trompecé
fiero en los umbrales de la puerta, y enredao en el poncho salí al medio del
cuarto haciendo cabriolas, pero con el sombrero en la mano y dando los buenos
días a un hombre de antiojos que allí estaba, y que me pareció carcamán, el
cual se retobó al verme, y echando mano a un garrote me dijo a gritos:
-Oiga Vd., animal: ésta no es la pulpería
para entrarse cayendo.
-Dispénseme, patrón, yo venía...
-¡Qué patrón ni qué borrico! váyase Vd. a
dormirla...
-Señor, yo no vengo mamao, sino por ver
si, pagándole su trabajo, me hace el cariño de mandarme aprensar.
-Vaya Vd. a que lo aprense el demonio, y
le sacará un barril de aguardiente. -Pronto, salga Vd. fuera.
Bueno, bueno, patroncito, me largaré, ya
que ni por plata me quiere aprensar mi gaceta de gaucho.
-¿Cómo? ¿pues qué, Vd. quiere hacer
imprimir algo?
-Mesmamente, señor.
-Si se hubiese Vd. explicado...
-Me turbé, patrón.
-Y bien ¿qué quiere Vd. mandar imprimir?
¿Un periódico?
-Cabal: acertó, patroncito.
-Pero, eso demanda gastos; ¿tiene Vd.
cómo pagarlos?
-Velay, le dará su trabajo adelantao, y
nos acomodaremos, alvirtiéndole que no soy mozo lechero.
Entonces eché mano a mi tirador y saqué un rollo de papeles
overos-rosaos, que le largué al hombre sobre una mesa, y el Uropeo viejo abrió
tamaño ojo a la mosca.
-Bueno, bueno. Se le imprimirá a Vd. su
periódico; pero, para no comprometerme, necesito saber en qué género...
escribirá Vd.
-¿En qué género dice? en papel.
-Sin duda: pero, no es eso: de qué
materia o asunto tratará Vd. en su gaceta.
-No hablaré de materia, señor, porque me
da asco, pero trataré de toda laya de asuntos.
-¿De veras?
-¡Oh! ¿y qué se ha pensao?
-¿Con que Vd. se encuentra capaz de
escribir un periódico?
-Valiente, patrón: ¡pues no he de ser
capaz! Mire, señor, de balde me ve de facha infeliz; yo soy hombre corrido,
sabido, leído y escribido, porque de charabón me agarró un flaire que confesaba
a mi hermana, y me llevó al convento de San Francisco, adonde me enseñó hasta
la mitá de la Bramática en latín, y el ayudar a misa; y no aprendí la
Jergafría, porque le hice una juida al padre, y luego me agarraron de leva para
los barcos, cuando la guerra con Portugal; y entonces me soplaron de tambor a
bordo de una boleta, que la mandaba un oficial de marina criollo, patriota y
guapo, medio parecido a muchos de los de hoy en día... sí, señor.
-Hombre: qué historia tendrá Vd. ¿no?
-Escuche. Pues, señor, como le iba
diciendo: en la boleta salimos y anduvimos por esos mares de Cristo trajinando
de corsario, hasta que nos pegó un albazo y nos agarró con barco y todo un
comendante llamado Yuan das Botas, guapazo el Portugués; y ese mesmo me llevó a
Portugal, y me tuvo hasta que me le escapé en otro barco y fui a dar por las
tierras de Uropa en la Ingalaterra y la Francia; y por allá me aguanté como
cinco años, de manera que hasta soy lenguaraz en esas lenguas. Luego de Uropa,
caí a Malparaíso: de allí por la cordillera atravesé y anduve en todas las
guerras del dijunto Quiroga, que esté gozando de Dios, y de ahí vine a
Entrerríos, y últimamente a Buenos Aires, aonde estoy a su mandao.
-Gracias, señor literato.
-No me llamo Liberato, patrón.
-¿Y cómo se llama usté?
-¿Yo?... Aniceto Gallo.
-¿Gallo?... ¿Entonces será Vd. cantor?
-Sí, señor.
-¿Y músico?
-Rigular.
-¿Toca Vd. algún istrumento?
-Toco.
-¿De cuerda?
-Es verdá.
-¿Qué istrumento toca de cuerda?
-La campana.
-¡Diablo! es Vd. de todo punto muy agudo.
-¿Puntiagudo decía? no, señor, soy medio
redondo.
-No, no. ¿Y de viento, qué istrumento
toca usté?
-El organito, ese que tocan por la calle
los carcamanes.
-¡El organito, eh!... Y... ¿habla Vd.
algún idioma, señor Aniceto? porque eso es muy necesario para un periodista.
-El aidomia no entiendo, pero hablo en la
lengua de Ingalaterra y de Francia, aunque medio champurreadito.
-Vamos a ver, pues, cómo se explica Vd.
en francés.
-Como guste, patrón.
-Oiga Vd.
-Pongo el oído.
-Dites moi, vous parlez français?
-Güi, musiú.
-Vous êtes
Sauvage Unitarie.
-Salvaje!...
A present, ne pas, musiú
-Alors; vous
êtes Federal?
-¡Zape, diablo! Le dije a un gato
colorado, que vino a juguetear arañándome las borlas de las botas, y me las
desató.
-Eh bien: vous êtes Federal? Dites moi.
-Non, musiú,
rien du-tú.
-Mais, de
quel parti êtes vous, monsieur Gallo?
-Musiú: yo soy del partido de las Conchas:
¿entiende?
-Et votre opinion politique?
-Musiú: yo tengo la opinión de buen gaucho
argentino; y lo demás rien du-tú.
-Bien: ya veo que habla Vd. en francés
como ciertos elegantes que pasean por la calle del Perú.
-Puede ser, patroncito, aunque yo no
presumo...
-No, no; en francés se explica Vd.:
veamos ahora en inglés.
-Ésa es lengua de los diablos; pero en
fin...
-Pregunto, señor Aniceto.
-Respuendo, patrón.
-Do you
speak english?
-Yes, Sir.
-Will you
take a glass of grog?
-Very
well: alcance, patrón.
-Stop.
Will you take some roastbeef and plumpudding?
-Yes, very gut, véngase con un bifisquete,
señor.
-Sí, sí; bien lo merece Vd., porque es
hombre habilísimo y capaz de ser un buen periodista. En esta confianza escriba
Vd. su gaceta, y para publicarla disponga Vd. de mi tipografía.
-¡De su tripagofría!... ¡Ahora sí que me
ató las bolas, patrón!
-Bueno, bueno; átese Vd. las borlas de
las botas, y dele un puntapié a ese gato majadero.
-Déjelo, señor, ya me voy a largar con su
licencia, para mandarle lo que escribirá. ¿No le parece?
-Bien: mande Vd. el original del
prospecto.
¿El orejonal?... ¡Barajo, qué terminacho!
¿y el otro?... Bueno, señor, le mandará eso mesmo.
-Corriente, señor Aniceto. Escriba Vd...
y tenga pulso, ¿eh?
-¿Pulso?... Al que yo le largue un
caracuzazo... ¡a qué le cuento más vale!... Con que, ¿será hasta mañana?
-Hasta mañana, amigo Gallo.
-Hasta mañana, señor.
Después de esta conversación me largué al
cuartel; y en la cuadra mi comendante D. Camilo Rodríguez se alegró cuando me
pilló escribiendo el primer número de la gaceta... que allá va, caballeros!
Aniceto el
Gallo
Buenos
Aires. - Mayo 19 de 1853.
Velay que de gacetero
se presenta
un Gaucho neto,
aunque no
larga prospeto
sigún dijo
el imprentero.
¡Qué
prospeto! el delantero
5
debe
llamarse, a mi ver;
pues
largarlo viene a ser
como puntiar
y decir:
paisanos,
voy a escribir
Gacetas para
vender.
10
Para venderlas, repito;
y es bueno
que lo prevenga,
para que
naides me venga
con
"lárgueme un papelito,"
que ando
atrasao: y maldito
15
sea quien
causa mis males,
y estas
pendencias fatales,
y los
revulucionarios,
y los maulas
Unitarios,
los brutos
Federales...
20
Que todos como en rodeo
tienen a la
paisanada
infeliz y
aniquilada
con el sitio
y el bocleo:
y siga
afuera el cuereo,
25
la guerra y
la destrución,
porque allá
cierta faición
pretende que
un triste ñato
nos suelte
por Liebre un Gato
que nos
araño en montón.
30
Entre tanto, acá a imisiones
nos vamos
adelgazando,
y por junto
van quedando
unos cuantos
barrigones:
y hacer
estas reflexiones
35
es tarea
peligrosa,
porque anda
tan cosquillosa
la gente de
cola alzada,
que a la más
leve palmada
cocea por
cualquier cosa.
40
Pero, ¡qué! yo no me asusto,
ni hago en
mi opinión gambetas:
así diré en
mis gacetas
lo razonable
a mi gusto;
y si se
enoja el Injusto
45
¿cómo lo he
de remediar?
Ya me han
hecho arremangar;
y al diablo,
si me relincha,
he de
apretarle la cincha
hasta
hacerlo corcoviar.
50
Siendo así, el más bien montao
de esta o de
aquella faición,
si espera
una adulación
mía, vive
equivocao:
porque a
mozo bien portao
55
ningún
gaucho me aventaja,
y, si nunca
saqué raja,
procediendo
así, lo fundo
en que
"naides en el mundo
sabe para
quién trabaja."
60
Luego, a juerza de esperencia
y de tanto
desengaño
que he
sufrido, no es extraño
que aprecio
con preferencia
vivir con
independencia
65
de todo
aquel que se eleva,
cuando el
mundo me comprueba
la idea que
siempre tuve
de que...
¡quien más alto sube,
más fuerte
porrazo lleva!
70
Creo que a ninguno muerdo
con mi modo
de decir,
y que dará a
colegir
que no soy
gaucho muy lerdo;
de balde a
veces me pierdo
75
de poncho
entre los tapiales
por trajinar
cuatro riales
a la taba,
creanló:
que no saben
lo que yo
más de
cuatro gamonales.
80
Y si saben, les importa
recordar
¡cuánto han sufrido
los veinte
años que han vivido
con bozal y
a soga corta!
y no comerse
la torta
85
que el Diretor
quiere darnos,
con
intención de empacharnos
parejitos a
la vez:
y otros
veinte años después
a su antojo
embozalarnos.
90
Lamentos a
Vuecelencia el diretor provisor
Señor: medio a mi pesar,
Dios y la
Virgen lo sabe,
a lo gaucho
en tono suave
me le voy a
lamentar.
Para eso
quiero largar
5
cada semana
un papel
pensando
decirle en él
la verdá, y
tenga pacencia,
pues no ha
de ser Vuecelencia
menos que
don Juan Manuel.
10
No seré desvergonzao,
ni
embustero, le prometo:
ya sabe de
que Aniceto
es gaucho
humilde y bien criao.
De balde
estoy agraviao
15
y flacón por
Vuecelencia:
y es de
pública evidencia
que me
atrasó sin razón;
pues, ni así
pienso, patrón,
tratarlo con
insolencia.
20
Con la verdá por delante
de firme le
alegaré,
como es
justo, y como que
es rigular
que me aguante:
pues cuando
fue comendante,
25
aunque ya
era temerario,
no fue
entonces mi contrario,
sino gaucho
de los míos,
y, como yo
en Entrerríos,
ñato y
Salvaje Unitario.
30
Por eso de allí apuraos,
juyendo como
ñandú
en redota a
Paisandú,
nos
guasquiamos asustaos:
y llegamos
escaldaos
35
de la
corrida tan fiera;
y entonces
naides creyera
que
Vuecelencia emplumara...
pero, hace
punta y dispara,
asustao como
cualquiera.
40
Luego a la Federación
Vuecelencia
se pasó
y a los
Salvajes dejó
llamándose a
narigón
y de ahí
principia, patrón,
45
su carrera
relumbrante,
pues pelechó
en un istante
favorecido
por Rosas,
y por otras
muchas cosas
que diré más
adelante.
50
Por ahora
permitamé
dejarle la
punta adentro,
hasta
después que al encuentro
nuevamente le
saldrá;
y el cargo
le formaré
55
de todas las
maravillas
que ha hecho
hasta el día a costillas
del pobre
Restaurador:
aunque
sentiré, señor,
tener que
hacerle cosquillas.
60
Nº 2
Buenos
Aires. - Mayo 25 de 1853.
Cortesías
AL PROGRESO
Reconociendo, señor,
su cacumen
en la cencia,
se le ofrece
a la obedencia
Aniceto el
Payador,
qui ni a
gaucho ni a cantor
5
contrapuntiarle
pretiende;
pues veo que
usté lo entiende,
y que sin
muchas parolas
a quien le
suelta las bolas
a la fija se
las priende.
10
AL NACIONAL
Aparcero Nacional:
GALLO el
cantor lo saluda,
pues lo
aprecea sin duda
con un
cariño cabal.
Ansí, usté
por el igual
15
debe
apreciarme, en el caso
en que usté
y yo, paisanazo,
por nada nos
encogemos;
y a la
Patria defendemos
pico a pico
y brazo a brazo.
20
A LA LANCETA
Mi señor de la Lanceta:
Dios lo
guarde y lo bendiga,
y le permita
que siga
apretando
como aprieta:
y en cuanto
a la Recoleta,
25
ande, ¡ojo
al Cristo! no sea
que cuando
Vd. menos crea,
de algún
modo el Diretor
le mande
hacer el favor
de sacarle
una manea
30
AL ZAPATO
Caballero del Zapato:
para
servirle me brindo,
porque usté
calza muy lindo
y no es
zapatero ñato.
Así deseo su
trato,
35
y mucho
favor me hará
almitiendo
mi amistá,
que es
cuanto puede ofrecer
un gaucho
sin más tener
que una
güena voluntá.
40
AL
BRITIS-PAKE
En tiempo del Estoraque
que encontró
don Juan Manuel,
largaba
cierto papel,
titulao el
Bristi-Pake,
un Inglés de
mal empaque...
45
y otras
diabluras que callo
por respeto
a su tocayo
el
Bristi-Pake de hoy día,
a quien esta
cortesía
le rinde
Aniceto el Gallo.
50
Brindis que
pronunció Aniceto en la mesa del Sr. teniente coronel Rodríguez el día 16 del
presente.
A salú del escuadrón
y del señor
comendante
que se llevó
por delante
el día trece
un cañón:
y del
criollo guapetón
5
que al tiro
le prendió el lazo;
pues debe
ser juerte el brazo
que tal
armada largó,
como el
pingo que arrastró
a la cincha
el chimborazo!
10
Nº 3
Buenos
Aires. -Junio 3 de 1853.
El Pagamento
El 28 de mayo me lo madrugue a mi amigo
el imprentero, al levantarse de la cama... que la tiene en el mesmo caserón,
pero en otro cuarto muy rumboso, todito pintao y con estampas colgadas: y luego
unos trastos primorosos y hasta chuces y cueros de tigre tendidos por el
suelo... Como que es hombre ricachón.
Es de alvertir que yo iba algo chamuscao,
porque esa madrugada estuve en jarana en la Batería nueva de Mester-horno, en
donde con los soldaos del coronel Chanagusia y los Guardias Nacionales del
coronel Bustillos, y otros mozos del ejército todos mansitos para las moras, y
alarifes para arrebatarles vacas a los Urquizanos; y como eso nos es cosa
fácil, les recogimos una punta de ellas en la tarde anterior, y luego, por
supuesto, nos pusimos las botas: y échele vino superior, que para eso cada
soldao de la Patria tiene trescientos cincuenta pesitos todos los meses y
buenas cacharpas de abrigo.
En fin, todos, y yo particularmente
churrasquié a mi gusto, y luego medio en chaucha me vine a lo del imprentero.
Cuando llegué a la puerta, me topé con un
moreno, entrando con una tipa llena de carne, patos y gallinas, y muy peinao;
el cual al verme se paró de golpe, y abriendo tamaña boca, dijo: -¡Ché! ¡Mirá
el Gallo! Entre, señor, que en aquel cuarto está el patrón en bata. -¿En bata?
¡Qué lindo! -Sí, señor, ya está levantado: vaya usté, asómese a esa puerta que
tiene entreabierta, y lo llamará al momento, porque ya es hora en que el señor
patrón empieza a recibir a los operarios.
¡Ah, moreno ladino!
-Bueno, amigo, le dije: y enderecé al
cuarto mencionao, que mesmamente tenía entreabierta una puerta, y por la
rendija lo estuvo vichando al hombre, que estaba sentao repatigándose en una
silla de barbero, toda retobada, y vestido con una leva de pana, de color como
yaguané, que le cubría hasta las tabas; una golilla de lana envuelta en el
cogote; una gorra negra sumida hasta las orejas, y con un cigarro en la boca
del tamaño de una macana; y por último leyendo embelesao en un gacetón de la
mesma marca y tamaño de un montón de gacetas fresquitas que tenía al lao. En
fin: después de vicharlo y que le tomé la filiación, me resolví a meter la mitá
del cuerpo y le pegué el grito:
-¡Que Dios me lo guarde, patroncito!
-¡Oh, famoso don Aniceto! Adelante. ¿Cómo
está usté?
-Alentadito, señor: y a usté, ¿cómo le va
yendo?
-Perfectamente, amigo Gallo.
-Me alegro mucho.
-Gracias: yo también me alegro de ver a
Vd. tan bizarro con ese uniforme de Guardia Nacional, y esa gorra que le sienta
a Vd. muy bien en la cabeza.
-Dispense, patroncito, no me la he
quitao, porque es contra ordenanza.
-Hace Vd. muy bien, puesto que yo estoy
de gorra igualmente: ¿no lo ve usté?... y así me lo paso siempre en este
tiempo.
-Ya lo creo, señor: en el día, por acá se
usa mucho el vivir de gorra no más.
-Cierto: porque en el invierno la gorra
es un mueble muy cómodo, sumamente económico y muy abrigado.
-Debe ser, desde que a todos les acomoda,
y desde que me dicen que a muchos les abriga hasta la barriga, mayormente a
ciertos nutriales que diariamente reciben gorras en los botes que vienen de
Palermo. En fin, Dios los ayude. ¿No sabe a lo que vengo, patroncito?
-Dirá Vd., amigo Gallo.
-Al tiro le diré, señor, que vengo ganoso
de pagarle los riales que le debo por las dos gacetas que me ha impresao.
-Como Vd. guste: aunque eso no corre
prisa.
-No correrá prisa, señor, pero corre
riesgo; en primer lugar, porque yo no me escuendo en la descubierta; y luego
porque soy arca llena y arca vacida; y por las dudas, velay tiene la plata en
que ajustamos, y cien pesos más de remojo para el mocito aquel que hace de
apretador en la imprenta. ¡Ah, mozo vaquiano!
-Corriente, hará que se le entregue el
tal remojo al mocito; y gracias por mi parte. Pero, mire usté: aquí me ha dado
quinientos pesos de más y a sus pies... se le ha caído otro billete de mil
pesos. ¡Canario! siempre anda Vd. cargado de billetes; parece que fuera Vd.
banquero, ¿eh?
-Eso es porque acostumbro ser banquero
entre los míos.
-¡Es posible! ¿y cómo le va a usté?
-Sigo echando güeno. Sí, señor.
-¿Cómo dice usté?
-Digo, que sigo acertando siempre.
-¡Ah! sí, sí: ya he visto el acierto con
que usté ha publicado su periódico, que varios le han aplaudido, y que a todos
les gusta leer el Gallo.
-De balde... patroncito. ¡Ja, ja!
-¿Cómo de balde, señor Aniceto
-Óigame, señor: digo que de balde me
quiere usté ilucinar, porque en mi tierra yo sé con los güeyes que aro.
-Sí sabrá Vd., no lo dudo; como que sabrá
darme hoy alguna noticia respecto a la situación.
-¿De cuál sitiación, patroncito?
-De la nuestra, o más claro, de la de
Buenos Aires en la presente lucha.
-Yo, señor, lo único que sé de la
sitiación, es que estamos sitiaos, y que así mesmo, la patria de la ciudá a la
de ajuera le lleva la media arroba en la razón y en el arrempujón; y por eso,
en tocándome a caballo, muento en cualquier hora, y me siento bueno para
forcejiar por la causa justa en contra de todo tirano. ¿No le parece que hago
bien?
-Seguramente: hace Vd. muy bien: y
dígame: ¿Qué juicio se ha formado Vd. de la constitución de que se habla ya?
¿La ha leído usté?
-¡La custitución!... ¿de qué?
-La Constitución que ha sancionado ya el
Congreso de Santa Fe, que es la que yo estaba leyendo, aunque estoy de purga; y
luego voy a mandarla repartir al público, pues aquí se han impreso dos mil
ejemplares. ¿No ve usté? todos estos impresos son de la Constitución.
-¡Barbaridá! ¿De veras?
-Sin duda: y ¿qué piensa Vd. de la
Constitución?
-¡Ché! eso es velorio, patrón.
-¡Cómo, velorio, señor Gallo! todo lo
contrario: a mí me parece un asunto muy serio, desde que ya ha sido aceptada
por el Director, quien ha prometido respetarla.
-No eche pelos, patroncito, mire que su
Ecelencia creo que no sabe hasta ahora lo que es la Custitución: y además es
hombre que promete mucho; pero, como es de muy mala memoria, a veces no cumple
nada.
-Pero, hombre: esta vez por lo menos
respetará los mandatos del Congreso soberano.
-¿Soberano? recúlele el soberano, y
créame por conclusión, que para el general Urquiza no hay nada soberano en el
mundo, porque (perdonándome la mala ausiencia) el Diretor es un peine,
¡ahi-juna! capaz de mandar desgarretar por gusto a todos los costitucioneros y
a la custitución en ancas. Y últimamente, yo no aguanto más custitución que la
de que en mi tierra mande un criollo, sea del pelo que fuere como sea hombre de
bien; y no que nos venga a sobajear cualquier forastero diablo, así
retaciándonos la provincia, y arriándose las vacas para carniarlas en los
saladeros de Santa Fe: y yo no digo que esto sea en los saladeros del Diretor,
porque es hombre que no sabe ajeniar, pero sabe afusilar a un pobre gaucho,
porque saca un par de botas de potro. En fin, me voy a retirar, patroncito, y
me...
-No, no: espere Vd., amigo Aniceto, y...
A este tiempo entró el moreno ladino con
una bandeja cargada de copas y tazas, y un calentador aonde venía ya la agua
hirviendo; de ahí una chocolatera y una limeta de ron, me pareció al echarle el
ojo. Y todo se lo acomodó en una mesita dorada; y ésta la puso frente a las
rodillas del imprentero, y atrás de la mesita, como a una vara de distancia,
estaba otra silla grandota, barrigona y aforrada en cuero verde muy relumbroso.
Luego que el patrón se acomodó la mesita medio entre las piernas, me dijo con
agrado:
-Vamos, amigo D. Aniceto, siéntese Vd.
con franqueza en ese sillón, estrénelo usté y me acompañará a tomar una taza de
café y una copa de buen coñac, todo lo que puedo ofrecerle a Vd. por ahora.
-¿De coñato, decía?
-Sí, de coñac: ¿qué, no le agrada a Vd.
este licor?
-Señor, a mí siendo juerte, me gusta aunque sea lejía.
-¡Bravo! eso es ser buen soldado: vamos,
siéntese Vd., que ya la agua está hirviendo y voy a preparar el café que
tomaremos a salud de la constitu...
Y el hombre no acabó la palabra, porque
en ese istante yo de golpe le asenté las nalgas a la silla a macho: ¡ah,
Cristo! y había estao inflada, de suerte que me enterré hasta las aujas, y en
la sumida alcé las patas, y con ellas suspendí a los infiernos la mesita con
cachibaches y todo: y por desgracia la caldera de agua hirviendo se le derramó
al imprentero en el mismísimo cogote: de ahí pegó un alarido y entró a
sacudirse.
Y yo me desenredé de la silla y acudí a
arrancarle la leva por aliviarlo al hombre; pero un diablo de mastín bayo, parecido
al perro del Diretor, se me echó encima furioso, de suerte que tuve que pelar
el cuchillo, porque el mastín me acosó tanto que me hizo recular y subirme a la
cama del patrón: la mesma que, en cuanto me le trepé, se sumió hasta lo
infinito; y abajo, entonces se rompió no sé qué cosa insufrible, porque los
mozos que acudieron a los gritos del patrón entraban haciendo gestos con las
narices, y así lo hallaron al imprentero desollao desde la nuca hasta la raíz
del espinazo; al perro con cuatro mojadas y ocho tajos; y a mí lleno de
mordiscones; finalmente el moreno, a la cuenta medio en chicha o asustao, para
limpiar el chuce de junto a la cama del imprentero, echó mano de unos papeles
que se habían desparramao en la tremolina; y, vea el diablo! habían sido las
gacetas de la maldita Custitución, que tuvo la culpa de todo.
Por último, yo me salí apestao y
renguiando, dejándole a un mocito mi Gallo nº 3, que quién sabe cómo saldrá.
El amigo del
NACIONAL se ha equivocao, y dispense.
Digo bien, aparcero; pues, sin duda, usté
andaría, con la vista ñublada como el 25 de Mayo por la mañana, cuando quizá se
acercó usté a ver las estautas de la Pirami, y dice de que vio a la libertá
mirando al Sur. ¡Ah, mal haya! pero, no, amigo: no estaba así, sino que las
figuras estaban... velay cómo-
La Libertá, en figura de Porteña, estaba
como sacándole el cuerpo a un Tigre Entrerriano que lo tuvo muy cerca, y hasta
ahora lo tiene, me parece: ello es que la Libertá sin duda por eso que está
mirando al río, como diciendo: me largaré a lejas tierras, si los defensores de
Buenos Aires no me defienden de este animal de Montiel.
Luego: en ancas de la Libertá estaba la
Anarquía chuciada, y mirando a San José de Flores, como diciendo: ¡ah, Director
mío!
De ahí... la Justicia sí que está frente
al Sur, pero con un facón de punta sobre unas balanzas, y mirando de rabo de
ojo a la Polecía, como diciéndole: "no te descuides con el peso del pan y
los porotos, porque los almaceneros también se están poniendo las botas con
borlas."
Después, en otra esquina de la Pirami
está la Esperanza medio tristona y de sabanilla, y arrecostada en una cosa ansí
como un anzuelo grande, y como diciendo:
"Me voy a pescar al río para alivio
de los pobres enfermos."
¡Pero, qué necesidá tiene doña Esperanza de irse a pescar al
bajo del río, si, con echar su anzuelo ahí no más en la plaza grande, pescará a
muchísimos zurubises! porque ahora con la peste de las virgüelas ha salido un
cardumen de esos pescados, de suerte que no se ve otra cosa por las calles de
Buenos Aires; y ansí con esa pesca se podrá aliviar la hambruna que también hoy
es peste en el hospital de la Residencia, pues aun cuando entra a la ciudá
muchísima carne diariamente... ¡No te oigo en el hospital!
Al mesmo tiempo la Esperanza estaba
mirando a la catedral, como diciéndole: "no te aflijas, que te acabarán en
cuanto el Director entre a Buenos Aires y respete la Constitución.
Esto es, aparcero Nacional, lo que yo he
comprendío de las figuras del 25 de Mayo, y creo que, si no digo la verdá,
raspando le pasaré.
¡Blan!!
¡Blan!! ¡Blan!!
La tarde del campaneo
de alarma,
en las ofecinas,
vide a un
montón de gallinas
en un puro
cacareo.
¿Y el fusil?
pregunté yo.
5
Cocoró... có.
Entre tanto los Naciones,
por la causa
entusiasmaos,
iban en
puntas armaos
a ofrecerse
en los cantones.
10
¡Ah, cosa!
eso me agradó.
Cocoró... có.
Luego en esa noche anduve
allá por los
andurriales,
aonde con
los nacionales
15
bien
acompañao estuve,
cerquita del
pororó.
Cocoró... co.
Y extrañé a unos mocetones
de esos de
letra menuda,
20
que, apenas
medio estornuda
un cañón en
los cantones,
se largan al
arro-ró.
Cocoró... co, cocoró... co.
Salutación
del gaucho Jacinto Cielo al 18 de julio de 1830.
El sol de este día vio
jurando al
Pueblo Oriental,
ser
obediente y leal
a las Leyes
que fundó.
Jacinto
también juró
5
respetarlas
y cumplir,
lo han de
ver, sin desmentir
que es
Patriota verdadero,
y que sin
ser altanero
GAUCHO libre
ha de morir.
10
¡Ah, malhaya, los paisanos
todos como
yo cumplieran,
y qué de
abrazos se dieran
este día
como hermanos!
Que esos
Rosines tiranos
15
morderían
nuestro suelo,
y yo tendría
el consuelo
de decir:
"ya se acabó
la lucha que
lamentó
el gaucho
Jacinto Cielo."
20
Carta
certificada y súplicas
De un
cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al
pueblo
¡Viva la confederación!
¡Mueran los
salvajes unitarios!
Corrales de
Miserere, a 30 de mayo de 1853.
A mi mujer:
Trajiná, ché, Estanislada,
vos que
andás por la ciudá,
y haceme la
caridá
de mandarme
una frezada:
que
antenoche con la helada
5
cuasi me he
muerto de frío;
pues, te
asiguro, bien mío,
que acá el
poncho que me han dao
lo puedo
meter holgao
en la vaina
del cuchío.
10
Y si podés avisarme
con toda
siguridá
por qué lao
de la ciudá
sin riesgo
podré colarme,
decime, para
largarme
15
con mi
ñañita y Martín,
que está
como un chunchulín
de flaco,
pues aquí no hay
ni algarroba
ni patai,
ni arrope ni
piquillín.
20
SEVERO PUCHETA.
Noticias de
pajuera
Dicen de que el Diretor
de la docena
del fraile,
el
veinticinco dio un baile
de lo lindo
lo mejor...
En celebridá de que
5
el
veintitrés a la noche
la
Custitución en coche
le llegó de
Santa Fe...
Junto con la dotorada
que tuvo la
complacencia
10
de traérsela
a Vuecelencia
a su gusto
remendada;
Y que la cosa se jura,
luego que
los congresales
haigan
cobrar unos riales
15
que les
deben por la hechura.
AVISO DE POR
SAN JOSÉ DE FLORES
El que quiera en este pago
reírse de
una disparada,
no tiene más
que nombrar
a la LEGIÓN
ITALIANA.
20
Y si la nombrada fuere,
allá, medio
entre dos luces,
verá que los
TERUTEROS
empluman
como avestruces.
LA RETRETA
Anoche anduve de paseo por la retreta,
que tocó muy primorosamente la música de la ¡LEGIÓN VALIENTE! y al pasar yo
frente a una moza muy linda, como son todas las Porteñas, sentí que decían:
"¡Jesús, qué gaucho tan zonzo y bullicioso."
Entonces yo les pregunté, receloso, si
soltaban esa indireta por mí; y me contestaron: "no, señor Gallo; lo
decimos por ese general guarango que todas las noches nos aturde a cañonazos
como si con esa brutalidad quisiera asustarnos. ¿No le parece a Vd., señor
Aniceto, que todo eso no prueba sino bestialidá? Como igualmente eso de pegarle
fuego a una mina, y destruir una casa de un infeliz, aprovechándose de la
suspensión de armas del 25 de Mayo." -Dejen ustedes no más, paisanitas,
les contesté: que en cuanto a prenderles minas, el día que se ofrezca, ya verán
los teruteros cómo, desde las trincheras hasta San José de Flores, les ponemos
las chacras y las casas, y a ellos adentro todos patas arriba. Y Dios les dé
muy buenas noches.
Alvertencia
a los aguantadores y renegaos
Si un imposible no fuera
para mí en
la situación
ladiarme de
la cuestión
y hacerme
José de ajuera,
saltaría la
tranquera
5
y ganaría un
cardal,
o en
cualesquier abrojal
lamentaría
el destino
de haber
nacido argentino
y no poder
ser nutrial.
10
¡Ah, Cristo! ¡Quién presumiera
que esta
tierra desdichada
no quedara
sosegada
luego que
Rosas cayera!
y hoy vean
en qué leonera
15
la patria se
ha convertido.
Así, los que
han combatido
a Rosas con
tanto afán,
como yo,
quizás dirán:
"más
vale un mal conocido"...
20
Porque yo que no aspiraba
nada más que
a trabajar,
y para eso
sin cesar
contra Rosas
forcejeaba,
en lo que
menos pensaba
25
era en
verme, trajinao
y en las
cuartas enredao
por el
hombre del Pograma,
aquel de la
larga fama
a quien yo
mesmo he cuartiao.
30
Ese a quien hoy lo rodean
y le fingen
atenciones
una punta de
adulones
que
desollarlo desean;
pero esos
ruines no crean,
35
de balde son
tan lagañas...
ablandarle
las entrañas,
porque don
Justo es mal bicho...
y tengan
presente el dicho:
"El que
tiene malas mañas..."
40
Y el día que se amostace
y se le
hinchen las narices,
a todos como
a perdices
puede ser
que los enlace:
a la fija ya
se me hace
45
¡que han de
chupar de Caracas!
háganse no
más petacas...
que
redepente don Justo,
si no los
cuelga por gusto,
los estira
en cuatro estacas.
50
Vayan no más por la oveja
(como él
dice) los Porteños,
lléguense
los pedigüeños
y ándenle
siempre a la oreja,
lo verán
como se deja
55
bolsiquiar
alguna vez;
pero, a lo
tigre después,
a Cristo, si
se le allega,
del manotón
que le pega
le baja la
media res.
60
Ya ven que se los alvierto
a todos los
adulones,
renegaos y
mogollones,
anden con el
ojo abierto;
porque el
Diretor, de cierto,
65
hasta montar
es blandito,
pero ya
encima, repito,
que por más
que les afloje,
el día que
se le antoje,
les ha de
limpiar el pito.
70
Nº 4
Buenos
Aires. - Junio 13 de 1853.
Vamos
hablando formal y para los míos
Desde que comencé a escrebir esta Gaceta,
creyendo merecer un agrado de todos, me veo en continuos apuros, pues cada vez
que suelto el Gallo me aturden a quejas, a pesar del esmero que pongo para que
lo lleven a las casas de todos los alistaos, ecétera, como me decía en un
tiempo el comendante Yuan das Botas. -¿Se acuerdan?
Pues, sí, señor: muchas ocasiones me lamento y hasta reniego a veces de
haber tomao el cargo de Gallero que tanto me calienta; pero luego me enfrío,
moralizando en mi pecho el que quizás no seré yo sólo el único Gaucho apurao en
el día y en esta tierra, aonde contemplo los aprietos en que se encuentra todo
un señor Diretor de la docena del flaire, desde que se metió a organicista y
custitucionero, pretendiendo solamente agradar a los Porteños, y luego
afirmársele nada menos que ¡diez años! de la primera sentada a la silla inflada
del Gobierno de la Ciudá: arrejando a salir patas arriba en un pueblo, que ya
está acostumbrao a no aguantar un Gobernador diez años, sino a tener ¡diez
Gobernadores por año! gracias a la organizadura que Vuecelencia le dio después
de la zapallada de Caseros, ecétera, ecétera.
¡Qué barbaridá, la casaca por aonde le
da! ¡y luego el empeño que pone el señor Diretor para hacer estirar la docena
del flaire hasta catorce provincias y un pico para él! Pero ¡qué pico! nada
menos que la ciudá de Buenos Aires, aonde V. E. parece que ya está aquerenciao,
desde que es éste el pueblo que ha separao para venirse a gobernar holgadamente
con la Custitutión, por la cual tendrá la facultá de hacer, si quiere, hasta
tres provincias de ésta, y en ancas la mamada de disponer de la Aduana lechera,
como así mesmo del Banco de la moneda, y últimamente de la obedencia de todo el
porteñaje de casaca o de poncho; y al fin también del clubo, ese clubo
encantador de las Porteñas lindas, con las cuales sueña Vuecelencia el que ya
se les viene a bailarles la contradanza, etc., etc.
Después empezará la organizadura en
regla, mandando que gaucho ninguno porteño o provinciano pueda nunca tomar un
trago, ni jugar a la brisca, ni comer carne con cuero, porque los gauchos de
Entrerríos así le obedecían en un tiempo; que ahora, sigún dicen, le han
perdido el respeto a tal punto, que el otro día, ahí mesmo en San José de
Flores, como sesenta Entrerrianos de la escolta de S. E. le alzaron el poncho,
y lo echaron a la Pu...nta de San Fernando, y... ¡viva la libertá!
Dejuramente: ¿hasta cuándo quiere el
señor Diretor que lo aguanten los pobres paisanos, y mucho menos que anden
haciéndose matar por él, ni por naides, saliendo a campaña todos los días,
trayendo sus caballitos y cangallas? ¿y carniando flaco cada tres días a veces,
y sin pitar, ni tomar mate, mientras el Diretor viene en galera y con tres
carretas de golosinas para él solo?¿O se presume ser más gaucho ni más hombre
que naides? ¡Diaonde! Después que cayó D. Juan Manuel, es zonzo todo el que
pretenda gobernarnos como quiere D. Justo; y cada criollo sabe ya que vale
tanto como el que más, por la LEY y su derecho.
-Cabalito.
De balde ahora se nos viene haciendo el
sarnoso por engatusarnos más con las galantías de la Custitutión Urquizana, y
con galantías y todo nos tiene amolaos peliando unos con otros, comiéndonos las
vacas y acabándonos los mancarrones, y sin poder acabar la guerra después de
tanto crédito de que presumía cuando vino a voltiar a Rosas con los 25 mil
hombres prestaos; y ahora salimos con que por junto ha mandao traír a los
pobres Cordobeses, diciéndoles que venían solamente para amuchar, y el caso es,
que con ellos está amuchando los dijuntos de la Recoleta... ¡qué lindo!
Vamos, el señor Diretor se presumió que
porque los Porteños, ya cansaos de las guerras, para que se acabasen, le
juyeron en Caseros, acá en el pueblo le han de recular, y ajuera le han de
sufrir a la helada, mientras que Su Ecelencia noche por noche se lo pasa en las
casas de San José de Flores, calientito bailando con las muchachas, ecétera.
-¡No te oigo! después que sacó las uñas
en Palermo, asigún lo que nos cuenta el paisano Ceballos en la conversación de
más abajito. Óiganle.
Diálogo
Que tuvieron
en el Cuartel del Retiro el día 30 de mayo último, entre el paisano Salvador
Ceballos recién pasao del campo enemigo, y Anselino Alarcón, soldao de la
guerrilla de caballería del mayor Vila
Al fin, amigo Alarcón,
de golpe me
le aparezco:
¡eh,
pu...cha, que está gordazo
con los
pastos!...
ALARCÓN
¡En el pueblo
usté, señó
Salvador!
5
¿cuándo ha
llegao, aparcero?
adelante,
vengasé,
deme un abrazo
primero:
y eche un
trago.
CEBALLOS
Vaya, amigo,
confortaremos
el pecho
10
a su salú:
¿cómo está?
ALARCÓN
Siempre alentao, aparcero,
y en este
instante algo más
con el
gustazo de verlo,
pues yo lo
hacía en su pago
15
o en algún
montejuyendo,
sigún lo que
platicamos
la última
vez.
CEBALLOS
¡Qué canejo!
si ahora
como siete meses,
en la playa
del rodeo,
20
un novillo
de tres años
me atracó un
golpe tan fiero
que me
postró enteramente:
y estando en
mi rancho enfermo,
vinieron los
Urquizanos
25
que hoy
mandan a los Porteños,
y de orden
del Diretor,
en una
arriada que hicieron
de cuatro
viejos quebraos,
yo les serví
de siñuelo,
30
y amarrao
codo con codo,
a pesar de
hallarme enfermo,
hasta los
Santos Lugares
como un
Cristo me trujieron,
y al llegar
me asiguraron
35
en la estaca
un día entero:
y después
que me trataron
como se trata
a un malevo,
de soldao de
infantería
me echaron
al campamento.
40
ALARCÓN
¡Barbaridá!
¿Y su familia?
CEBALLOS
Hágase cargo, aparcero
mi mujer y
la muchacha,
del julepe,
al verme preso
lo que
nunca, atrás de mí
45
lagrimiando
se vinieron
sin más
prendas que el rebozo
y la camisa
del cuerpo.
Así en la
mayor miseria
conmigo en
el campamento
50
han sufrido
cuatro meses,
al triste
abrigo de un cuero
y en la
mayor desnudez,
sin más
vicios ni alimento
que
caracuses y achuras
55
de unos
toros como perros.
ALARCÓN
¡Infelices! pues, amigo,
aunque me
alegro de verlo,
endeveras le
asiguro
que me
asiste el sentimiento
60
de que usté
se haiga venido,
dejando en
aquel infierno
a su
familia...
CEBALLOS
¿Qué dicé?
mal me
reputa, aparcero:
la osamenta,
creamé,
65
hubiese
dejao primero
que
abandonar mi familia,
no lo dude,
acá la tengo.
ALARCÓN
¡Es posible! ¿se ha venido
mi aparcera?
CEBALLOS
Por supuesto:
70
y la
muchacha también;
las dos
están en el pueblo.
ALARCÓN
¡Qué me cuenta! y diga: ¿cómo
ha
conseguido todo eso,
entre las
dificultades
75
que se
cruzan, sigún creo?
CEBALLOS
Sin duda, hay inconvinientes;
pero,
arresgando el pescuezo
de puro
desesperao
la noche del
aguacero,
80
cargué la
arma y con mi corvo
enteramente
resuelto,
con Petrona
y la muchacha,
gatiando del
campamento
salimos a
media noche
85
por entre
zanjas y cercos,
y al fin por
unos barriales,
ya
levantando y cayendo,
a eso de la
madrugada
nos colamos
en el pueblo,
90
sin tener en
la cruzada
novedad,
gracias al cielo.
ALARCÓN
¿Y aonde dejó a la familia?
Vaya,
tráigala ligero,
a ver si la
acomodamos...
95
y después
platicaremos.
CEBALLOS
Ahora no puedo, en razón
que en el
río están en cueros
lavando las
pobrecitas
la única
ropa del cuerpo;
100
que la demás
en el pago,
cuando atrás
de mí salieron,
toda quedó
en la petaca,
allá a lo de
Dios que es bueno
y además mi
cangallaje
105
y el asador
y el mortero,
la olla y
otros trastecitos,
que a la
fecha, por supuesto,
andarán por
lejas tierras,
o colgados a
los tientos
110
de los
organizadores
o los
custitucioneros,
entre los
cuales hay hombres
que oírlos
nombrar mete miedo.
¡La pu....janza en los paisanos!
115
Vaya, vaya,
estamos frescos,
con todo el
montoneraje
que ha
salido en este invierno;
de forma,
amigo Alarcón,
que yo que
estaba tan lejos
120
de entrar en
guerra ninguna,
hoy de
agraviado me siento
con el alma
atravesada:
y de veras,
le prometo
no recular
de la raya,
125
y morir como
Portello
en defensa
de mi tierra,
aonde
claramente veo
que pretende
suyugarnos
un
Entrerriano embustero.
130
Ésta es la pura verdá;
y no me
digan por esto
el que a
ningún provinciano
lo trate con
menosprecio;
no, señor:
siendo Argentinos
135
a todos los
apreceo;
y mandando
por la ley
y la razón,
yo respeto
a Sanjuanino
o Riojano,
o Vallista o
Santiagueño;
140
pero me
opongo de firme
a quien le viene
fingiendo
cariños al
porteñaje
y
custitutión y enriedos,
para después
a su antojo
145
pisarnos en
el pescuezo.
Contra ése
he de forcejiar,
luchando
hasta caírme muerto.
ALARCÓN
¡Ah, criollo lindo! eso sí,
no hay que aflojar,
compañero:
150
acá entre la
porteñada
tener
custiones podemos
por esta o
la otra razón:
al fin nos
arreglaremos;
y si, acaso,
entre nosotros
155
no más nos
sacudiremos:
pero, eso de
que un foráneo,
venga de
ajuera a imponernos
y a mandar
en nuestra tierra
como quien
manda carneros,
160
y a fomentar
las discordias
a retaciar
nuestro suelo,
dividiendo
la provincia
como está
soñando hacerlo
el
Diretor... que lo aguanto
165
el diablo,
que yo no puedo
sufrirlo,
aunque por desdicha
hay más de
cuatro Porteños
que, al
interés miserable
de que les
dé algunos pesos,
170
al mismo que
los humilla
se le
agachan hasta el suelo.
¡Qué
tristura!
CEBALLOS
Mesmamente:
hay más de
cuatro paisanos,
no sólo de
aquella banda
175
sino también
de este lado,
a los cuales
les debemos
la situación
en que estamos:
y no se
puede decir
de que todos
sean gauchos,
180
porque hay
paisanos entre ellos
que presumen
de letrados,
y con toda
su experencia,
y luego,
viendo tan claro
las
pretensiones de Urquiza,
185
se le
recuestan... ¡Barajo!
de ningún
modo, a esos hombres
no es
posible disculparlos,
porque en cuanto
pisó Urquiza
en Palermo,
amostró el fallo,
190
y que lo
dejaba atrás
a Rosas en
lo tirano:
porque éste
tiranizaba
a un pueblo
que era contrario
a sus
arbitrariedades,
195
y que lo
andaba aguaitando
para darlo
contra el suelo
hasta que
logró voltiarlo.
De balde el
tal Diretor
presume de
puro vano
200
que venció a
don Juan Manuel
sólo él con
los Entrerrianos
¡vea qué
balandronada!
Aonde
sabemos, paisano,
de que si
Rosas cayó
205
fue porque
lo abandonamos
los Porteños
en Caseros:
cosa que
hicimos pensando
que Urquiza
nos cumpliría
las promesas
del Programo,
210
que nos echó
de Entre Ríos
cuando el 1º
de mayo,
y con el
cual por desgracia
logró el
hombre engatusarnos,
de suerte y
conformidá
215
que en
Caseros le aflojamos,
que, sino,
se hubiera vuelto
para su
tierra mosquiando
por lo
menos: y después
que allí le
facilitamos
220
el triunfo,
o la zapallada,
¿cómo se
portó ese ñato
con el
pueblo y la campaña
que lo
recibió en sus brazos
y le hizo
tantos cariños?
225
Oiga, voy a
relatarlo.
Tras del humo de Caseros
vino a
Palermo bufando,
y al otro
día no más
entró a
matar a lo diablo
230
a los pobres
prisioneros,
sin reparar
el grado,
y haciendo
tirar los muertos
de carnada a
los caranchos:
y para
aterrar al pueblo
235
que acudía
voluntario
a ver al
libertador,
y aplaudirlo
y contemplarlo,
en la
entrada de Palermo
ordenó poner
colgados
240
a dos
hombres infelices,
que después
de afusilados
los
suspendió en los ombuses,
hasta que de
allí a pedazos
se cayeron
de podridos
245
y los
comieron los chanchos.
Luego... empezó a señalar
de salvajes
Unitarios
de Porteños
damadogos,
de Federales
bellacos,
250
de
Cordobeses piojosos,
de Gringos
desvergonzados,
y a meter
fuego y cizaña
entre todos
los paisanos...
que de
nombres y partidos
255
ya se habían
olvidao.
Luego... en moneda atrapó
trece
millones del Banco,
y de a
doscientos mil pesos
les largaba
a sus ahijados,
260
como ese tal
Tragaldaba
a quien le
había aflojao
cincuenta
mil antes de eso,
porque le
andaba orejiando.
Entre tanto en los barriales
265
de Palermo,
amontonaos
cuasi todos
sin camisa,
estaban sus
Entrerrianos
(como él
dice) miserables,
comiendo
terneros flacos,
270
y vendiendo
las cacharpas
para pitar
un cigarro:
mientras que
su general
comía dulces
y pavos;
y que a
ciertos adulones,
275
que sólo
iban a enredarlo,
les largaba
de a cien mil
por antojo o
voraciando.
En seguida a Buenos Aires
(que venía a
libertarlo),
280
desde
Palermo no más
ya comenzó a
desplumarlo,
llevándose
el armamento
de todo el
Parque, y los barcos,
las balas y
los cañones,
285
las músicas,
los vistuarios,
la pólvora,
las monturas,
las
carretas, los caballos,
y por fin,
como cautivos,
por no decir
como esclavos,
290
setecientos
infelices
de los
morenos y pardos,
que a Calá
fueron a dar
a servirle
de soldaos...
Y luego con las Provincias
295
terminó por
enredarnos:
diciendo,
"que Buenos Aires
quiere
tenerlas abajo,
y que le
paguen tributos,
y que la
Duana y... el diablo
300
no podría
imaginarse
lo que
Urquiza ha maquinao
para poner
nuestra tierra
en el
miserable estao
en que la
vemos... ¡Ah, Cristo!
305
¡qué hombre
tan rudo y tan malo!
cuando tuvo
la ocasión
de
calzársela en el mando
con el
aprecio de todos
los
Argentinos honraos,
310
que lo
hubiésemos tenido
en las
palmas de las manos,
toda vez que
con la ley
nos hubiera
gobernao,
no querer
mandar así...
315
sino a su
modo, a guascazos:
y ¿cómo
hemos de sufrir,
no le
parece, amigazo?
ALARCÓN
¡Qué sufrirlo! que lo aguanten
en su tierra
o en sus pagos,
320
que en ésta
ya concluyó
el poder de
los tiranos.
CEBALLOS
Cabalito: pues, amigo,
voy a ver si
voy al bajo
a buscar a
la mujer
325
y trajinar
un caballo,
y luego me
volveré.
ALARCÓN
Pero no a pie, paisanazo:
velay tiene
acá un apero
de los dos
que tengo a mano;
330
tome, y como
cosa suya
ensille y
muente ese bayo,
y péguele
una tantiada:
verá un
pingo soberano
para cuando
necesite
335
meniar
lata...
CEBALLOS
En ese caso
yo creo que
la pereza
no me
llegará hasta el brazo
de suerte
que su cariño
no puedo
menospreciarlo,
340
de forastero
y a pie
como me
encuentro, amigazo.
ALARCÓN
¡Qué cariño! quitesé;
muente
pronto y vaya al bajo
a buscar a
la familia,
345
que yo aquí
con un asado,
¡cosa linda!
y vino duro,
a merendar
los aguardo
y luego a la
nochecita
con las
hembras nos largamos
350
a bailar en
un cantón
del
comendante Obligado,
adonde los
Nacionales
dan esta
noche un fandango,
y allí, si
baila el chotiso
355
su hija,
lucirá su garbo;
y usté
amanecer pudiera
con un yerno
currutaco.
Porque en ese batallón
los mocitos
son el diablo
360
y yo sé que
adonde quiera,
desde el
comendante abajo,
para el amor
y pelear
toditos son
como gallos.
En fin, ya va siendo tarde
365
y yo me
siento delgao:
con que, a
traír a su familia
lárguese,
amigo Ceballos.
CEBALLOS
Muy bien,
será hasta lueguito.
ALARCÓN
Hasta
lueguito, paisano.
370
¡ERA EL
AYUDANTE FELLONICO!
Sobre una tumba florida,
a hombros de
los Nacionales
y sus
compañeros leales,
iba en la
flor de su edá...
Un ITALIANO sin vida,
375
que parecía
animoso
decir:
"¡Así un valeroso
muere por la
Libertá!"
AL SEÑOR
JEFE DE POLECÍA
Por la Virgen de Dolores,
patrón de la
Polecía,
380
le suplico
que algún día
apriete a
los pescadores,
que están
haciendo primores
diariamente
en el Mercao,
habiéndolos
licenciao
385
para que
puedan pescar,
y no para
trajinar
a este
pueblo desgraciao.
Envite que
recebí para el baile de los Guardias Nacionales del 1er batallón, el día 30 del
mes pasao.
A don Aniceto el Gallo
Cantón de
los Porteños crudos, a 30 de mayo de 1853.
Amigo y compañerazo:
Hoy hacemos un fandango
390
algo más de
rigular,
pues le
vamos a largar
flauta,
violín y changango:
para la
gente de rango
que cairá
entre el porteñaje;
395
y habrá
mate, y beberaje,
y Paro en
que divertirse:
con que así,
puede venirse
a quejársele
al hembraje
Esto no se
echar panes al ñudo, porque así fue.
(Diálogo que tuvieron el otro día,
después de una guerrilla en las avanzadas, dos garabineros guerrilleros
nuestros, de la gente del comendante DON Comosellama: pues como hay tantos
comendantes, yo no los conozco a todos: pero es cierto que tuvieron este
diálago los soldaos de caballería JOSÉ VERGARA y LUCHO VIÑALES. ¡Qué peines!)
VIÑALES
Vaya, aparcero Vergara,
400
¿qué hace
que no desensilla?
ya lo vide
en la guerrilla
floriarse en
su malacara:
¡Mire que le han menudiao
esos brutos!
¿No es verdá?
405
¡si fue con
termeridá:
vaya, a que
lo han aujeriao!
VERGARA
¿Diaónde, amigo, se afigura
que me
pillaran turbao?
¿No ha visto
que les he dao
410
a tres en la
matadura?
Porque un terutero al cuhete
salió y me
vino a toriar,
y en cuanto
lo hice apartar
le cerré
piernas al flete.
415
Lueguito, él me hizo los puntos,
pero
cerquita me erró:
y ahí no más
le dije yo,
¡contáte
entre los dijuntos!
Ahi-juna! ¡si en la rompida,
420
cuando quiso
disparar,
siete
güeltas le hice dar
de una
pechada fornida!
Ni fue preciso más que eso
para del
todo aplastarlo,
425
pues
conseguí desnucarlo
tronchándole
hasta el pescuezo
VIÑALES
Mesmamente, lo hemos visto,
y cuasi,
cuasi rompimos;
pues en la
guardia estuvimos,
430
hágase
cargo, ¡ojo al Cristo!
Pero no quiso el teniente
que ninguno
se cortara,
porque dijo:
"con Vergara
para tres
hay suficiente."
435
VERGARA
Pues mire el diablo, así fue:
yo no sé
diaonde salieron
otros dos
que se vinieron,
y ya me los
agaché:
que usté
sentiría el ruido,
440
pues los dos
me cerrajaron
y ni el pelo
me tocaron,
tan solo
sentí el chiflido;
y al que
venía puntiando,
de balde me
hizo gambetas,
445
le prendí
por las paletas
y lo dejé
pataliando.
Luego eché la tercerola
a la espalda
en el momento,
y más ligero
que el viento
450
amartillé la
pistola,
que el
último ya se me iba
pero al tiro
lo alcancé,
y en cuanto
me le atraqué
lo puse
patas arriba.
455
De ahí agarré los fusiles
y a la
avanzada volví,
y al
teniente se los di:
¡qué
teruteros tan viles!
VIÑALES
Ándese no más ufano,
460
que yo le he
de preguntar
si así
piensa retozar
de aquí a
unos días, paisano,
cuando con
sus doce mil,
que dice que
tiene Urquiza,
465
nos venga a
sacar la friza.
VERGARA
¡Qué mecha
para un candil!
Nº 5
Buenos
Aires. - Junio 22 de 1853.
CABALLEROS:
Éste es el GALLO nº cinco y tarja: porque al fin, del reñidero aonde me
metí he salido tan lucido como un zaino parejero, que pensó lucir su viveza
bajo las caronas de un soldao terutero, el cual últimamente lo largó al pobre
pingo en el bajo, aonde lo vide el otro día flaco, uñerudo y rabón; porque
hasta la cola le habían comido las yeguas de pajuera. Por esta razón el Gallo,
antes de quedarse enteramente desplumao y sin cola, dirá lo que decía un
Andaluz:
Abur,
Perico,
ahí te mando
ese Gallo
que clava el
pico.
Ésta no es
chanza
Memorias de
una audencia de Sancho Panza
Gracias a Dios que me he sacao el lazo
del compromiso, en que me puse con el noble auditorio de esta Capital Federal y
capada al gusto y satisfaición del señor don Sancho... me equivoqué: del señor
don Justo quise decir, pero con el verso de la audencia le atraqué don Sancho a
Vuecelencia.
Pues, sí, señores: yo les ofrecí a los
puebleros, por empeño de la mocita aquella del fandango, el que les escrebería
cinco Gallos al mes, los mesmos que he soltao, desiando agradar a todo bicho, y
en la punta a mi amigazo el gacetero del Nacional, que me hizo el cariño de
darme una música en su Gaceta para acreditarme con el Porteñaje cuando yo solté
mi primer Pollo.
EL SARGENTO
ANICETO EL GALLO
En traje de
Guardia Nacional de Caballería
Yo no sé si el amigo Nacional se dará por
bien correspondido del Gallo, pero se me afigura que los caballeros alistaos a
mi gaceta, ni naides podrá quejarse, diciendo que Aniceto anduvo lecheriando
para escrebir los cinco Gallos prometidos al mes, desde que en el nº 1 les
largué un Pollo de ley, y luego cuatro Jacas hasta la presente: y toda esta
fatura por diez pesos que, en el día, de alfalfa se los almuerza cualquier
Diputado del Congreso.
¡Ah, hombres tragones! Lo mismo que el
Diretor: con sólo la diferencia de que entre todos los congresudos pueden
tragárselo a Vuecelencia, pero don Sancho... ¡dale con don Sancho!... el
Diretor solo, redepente se ha de tragar a todos los diputaos. ¡Qué buche!
De ahí resulta la grandísima afición que
Vuecelencia lo tiene a la Gobernaduría de Buenos Aires, aonde hay tan buenos
bocaos, particularmente pichoncitos; y por eso el hombre se lambe por venirse a
gobernar en la Capital hasta las Conchas de un lao, y por el otro hasta la
Ensenada: con arreglo a la capadura que de nuestra Provincia y por la
Custitución de moquillo ha hecho el divino Congreso del Carcarañá para llenar los
deseos del organicista.
¡Qué brutos son los que dicen
que la
Virgen es la luna!
ansí son los
congresudos
que sueñan
la capadura.
¿Con que, nada menos que la Capital hasta
las Conchas?... ¿Y la Ensenada? ¡Friolera! Y los gauchos porteños que tenemos a
gala en ir a pasiar a nuestro Buenos Aires, ¿por qué nos quiere apartar? ¡Han
visto! a la cuenta será para que V. E. se venga con su general Crespín y el
gobernador Babas a retozar en la tierra de los generales porteños guapazos que
peliaron noblemente por la gloria y grandeza de Buenos Aires; y que nunca
sembraron choclos ni zapallos en nuestra provincia para venderlos ellos solos,
y privarles ese recurso infeliz a los pobres paisanos, como los generales de
aquel lao del Paraná. Vaya, vaya pues, no es nada el tamaño de la Capital que
quiere para su recreo el señor don Sancho: ¡qué majadería!... el señor don
Justo.
Entonces: si el hombre se acomoda en una
capital de este trecho, el diablo que le dé palmada ni lo pille a tiro para
merecerle una audencia de aquellas que supo dar antes de hacerse Diretor,
cuanto redepente se acomodó de Gobierno en las casas y en la mesma silla del
viejo Restaurador don Juan Manuel.
¡La pu...janza, el modo de dar audencia
que usaba el Diretor de Buenos Aires entre la porteñada! oigan cómo las daba; y
esto es la verdad peladita.
Pues, señor: un día, allá por el mes de
mayo del año pasao, como a las once de la mañana, desde Palermo, V. E. se largó
de poncho, y llegó a la casa principal del Restaurador.
Se apió el hombre en la puerta, y de
poncho no más, como por su casa, se coló echando plantas y sin mirarle a la
cara a naides.
Al verlo entrar medio atufao, todo el
mundo le sacó el cuerpo y el sombrero, y así que pasó el zaguán, atrás de él,
pero en puntas de pieses, se largaron como sesenta pretendientes de todo pelo y
edá, siguiéndole el rastro hasta el fondo del caserío, aonde trepamos todos por
una escalera enroscada: y allí arriba Vuecelencia se entró a una sala con las
paredes platiadas, y atrás de una mesa muy linda y muy grande había una silla
lucida de pana colorada, en la cual el señor Director se sentó medio como
envaretao y dijo que: ENTREN TODOS.
¡Ah, Cristo mío, si esa audencia fue cosa
de reírse y de llorar! Yo estaba medio cerca de la puerta, cuando a la voz de
"ENTREN todos" atropellaron como unas quince viejas que me llevaron
por delante hasta adentro, y entonces vide que Vuecelencia frunció el gesto al
ver las veteranas; pero, así que comenzaron a entrar las muchachas, se alegró
el señor Director y le bailaban los ojitos. Luego entró el machaje de todo
tamaño, y otra güelta Vuecelencia se puso seriancón, y templando el pecho dijo:
"siéntense."
A la voz de siéntense, las mujeres, por
ganar las sillas que estaban junto al señor Diretor, se amontonaron y se
sentaron como jugando a la gata parida, siempre a vanguardia las más veteranas:
entretanto las mozas se quedaron más atrasito, cosa que le desagradó al Diretudo.
Luego los hombres nos quedamos en pie y formaos hasta de a cuatro de fondo,
esperando que nos llegara la audencia y sin resollar naides. Y yo atrás de
todos sin pestañar.
Al fin me llamó la atención el oír que
Vuecelencia le dijo a una señora de las más allegadas a la mesa:
-¿Qué quiero usté, señora? vamos a ver.
-Señor. Yo soy la infeliz viuda del
coronel...
-Bueno: si es viuda, déjese de lástimas.
¿Qué se le ofrece?
-Señor: permítame Vuecelencia explicar...
-Está bueno: diga de una vez.
-Señor general: solicito algún socorro
por cuenta de mi viudedá y en consideración a los servicios de mi finado...
esposo, en la guerra de la Independencia.
-¡Umb!... ya salimos con la
independencia: y ¿a quién le sirvió su marido?
-Señor general, mi esposo sirvió a la
patria con los generales Belgrano y San Martín.
-¡Umb!... y, ¿aónde murió su marido?
-Señor: desgraciadamente en Montevideo.
-Y ¿a qué se fue a Montevideo?
-Emigró, señor, porque lo perseguía el
general Rosas.
-¡Ésa es mentira, señora! El general
Rosas no ha perseguido a naides. Y si su marido se fue a los Salvajes de
Montevideo, para unirse a los Gringos, vaya usté a que la socorran en
Montevideo...
Entonces la pobre señora, tragándose la
saliva, dio un suspiro, y se salió al tiempo que Vuecelencia le preguntó a un
oficial porteño:
-Y usté, ¿qué anda queriendo? ¿ya viene
por la oveja?
-Señor, vengo de necesidá a pedirle...
¡Para tomar caña! ¿eh? lárguese, no
embrome.
El oficial dio media güelta, y alzó moño
con la cara larga, cuando otra señora con dos niñitas se acercó a Su Ecelencia,
porque éste la llamó y le dijo:
-¿Qué busca usté con estas muchachitas?
-Excmo. Señor: vengo con ellas a implorar
la clemencia de Vuecelencia, porque son güérfanas y desamparadas.
-¿Güérfanas? ¡hay tantas! y ¿cómo son
güérfanas?
-Señor: porque el infeliz padre de estas
niñas fue degollao en el año cuarenta, junto con el coronel Linche y otros
desgraciaos...
-Bien hecho: por salvajes unitarios. Vaya
con Dios, señora, no me venga con cuentos atrasaos.
Y la pobre señora se largó asustada, como
sacando a la rastra a las muchachitas, que salieron abriendo tamaños ojos y
chupándose el dedo.
-¿Y usté? (dirigiéndose a otra señora
bizarrota): ¿qué quiere, señora?
-Señor: desearía hablar a Vuecelencia
reservadamente, porque aquí hay tanta gente...
-Déjese de reserva; en mi audencia no
acostumbro tapujos, hable claro y pronto, ¿qué quiere?
-Pero, señor general; por lo menos
permítame Vuecelencia hablarle despacio.
-¡Umb!... ¡qué misterio! bueno, hable
como quiera.
-Señor (le dijo despacito), yo soy la
viuda de fulano a quien Vuecelencia ha conocido.
-¡Ché! ¿usté es la mujer del salvaje
unitario fulano, que se pasó a los Franceses de Montevideo para venir con los
extranjeros y peliar a don Juan Manuel Rosas? Váyase, señora, y dé gracias a
Dios de ser viuda, porque su marido en eso fue un pícaro traidor.
-¡Pero, señor! Mi marido entonces creyó
justo hacer lo mismo que Vuecelencia ha hecho ahora, trayendo a los Brasileros
para pelear con los Argentinos, y para voltiar a don Juan Ma...
-¡Cállese la boca, la salvajona!...
¡Venga uno y eche a la calle a esta desvergonzada! ¡habrase visto
grandísima...!
Y la señora se salió muy fresca dejándolo
a Vuecelencia caliente, a punto que con los ojos cuajaos de sangre le soltó una
mirada a un mocito pueblero que estaba por delante de mí, al cual le preguntó
el Diretor muy retobao:
-¿Y usté, mocito, qué quiere?
-Vengo, Exmo. Señor, en representación de
las señoras propietarias de los terrenos en que Vuecelencia ha mandao
establecer el campo de inválidos, y...
-¡Ah, grandísimo pícaro! ¡Tinterillo!
mándese mudar a escrebir artículos demagogos en el Nacional. ¡Miren qué traza!-
Y el mocito salió al trote con el rabo entre las piernas y riyéndose de miedo o
de la audencia. ¡Qué barbaridá!
-¿Y usté? (a una federala): vamos a ver:
¿qué quiere?
-Señor: vengo por la razón de que yo hice
una presentación para Vuecelencia, pidiéndole que por los atrasaos de mi
dijunto, que murió en la banda del señor don Juan Manuel, peliando contra los
salvajes en el sitio de Montevideo, el que se me pagaran esos atrasaos; pero
como Vuecelencia le ha puesto a mi presentación: "Archívese", los
escrebientes de abajo no me quieren largar ni la plata ni el papel.
-¿Y yo, qué tengo que hacer con lo que
don Juan Manuel le debe a su marido, ni qué darle a usté por los atrasaos?
-¿Cómo no, señor? Si Vuecelencia mesmo le
ha puesto la cosa de Archívese.
-Pues bien: si yo le he puesto esa cosa,
mejor para usté. ¡Vaya con Dios!
-Pero, señor ¿y cómo he de hacer, si no
me largan ni la plata ni el papel?
-Amuélese. ¿Ya sabe?
-Pero, señor: y ¿quién me paga entonces?
-Vaya a que le pague su agüela la tuerta.
Y la pobre federala salió mirándolo de
medio lao a Vuecelencia y con la boca cerrada, pero inflando los cachetes como cuisito;
a la cuenta lo iba pu...ti...ando al Diretor: que no se fijó en ella porque se
dirigió a un jefe que allí estaba, con traza de veterano, y le dijo:
-¿Y usté quién es, y qué busca?
-Señor general, soy el comendante Tal que
tengo 25 años de servicios a la patria, y que últimamente hice la campaña de
Caseros en el ejército a las órdenes de Vuecelencia, y hasta ahora no he sido
socorrido.
-¡Umb! fundillos caídos, ¿eh? Siempre
pedigüeños: aguante, amigo, como aguantan los buenos federales servidores de la
patria.
-Sí, señor: pero Vuecelencia no sufre lo
que yo a la par de mi pobre familia.
-Cállese: no sea atrevido. Mándese mudar.
¿Oye? y, ¡cuidao! Al momento se salió el hombre con tres cuartas de narices y
sin más replicar.
Luego el Diretor le preguntó a otra
señora de ojos azules, pero madura:
-Vamos a ver a usté: ¿qué se le ofrece,
señora? -Y ésta le habló bajito al Diretor, quien le atajó luego la palabra
diciéndole:
-Eso no es verdad, señora: su marido,
cuando fue gobernador, fue un traidor a la causa de la federación, y vendió su
provincia a los Porteños; y los hijos de usté fueron unos malevos, que el uno
anduvo haciendo diabluras con Lavalle y el manco Paz, hasta que el general
Rosas lo agarró y lo mandó afusilar... en lo que hizo muy bien; porque así
manda la ordenanza, que a los oficiales resertores los afusilen. Y a su otro
hijo lo mató Fulano, en tal parte: bien empleao, por barullero; y últimamente
toda su familia era y será salvaje unitaria. Con que así, vaya con Dios, que yo
no puedo atender sino a los federales; y... vení, arrimate vos: (le dijo a un
soldao militar), ¿qué querés?
-¿Quién? ¿yo, mi general?
-Sí, vos. Ya te conozco: sos de los
pedigüeños de Gualeguaichú, ladrones de caballos: y, ¿qué andás haciendo en el
pueblo?
-Señor: esta mañana he salido recién del
hospital, aonde he estao enfermo; y, como me veo tan atrasao de ropa, venía...
-¿Y dónde has echao la ropa que trajiste
de Entre Ríos? o ¿no trabajaste allá para vestirte hacer la campaña?
-Sí, señor: allá vendí una yuntita de
güeyes que tenía, y con eso me acangallé; pero, como me lastimaron en la aición
de Caseros, se me perdieron las maletas con ropa y todo.
-¡Umb! y ¿cómo no has robao otras maletas?
-¿Cómo podía, pues, señor, estando
lastimao? y luego en el ejército naides puede trajinar: si no, Vuecelencia los
dijuntea a los vivos.
-Está bueno: andate no más; después
platicaremos. Alléguese usté, paisana, le dijo en seguida a una medio moza que
se le puso al frente y... ¿qué trai? vamos a ver.
-Yo vengo, señor general, a pedirle
justicia contra un barquero uropeo, que hizo un trato conmigo de unas carretas,
que a nombre de Vuecelencia me llevó para Entre Ríos, y ahora recién ha vuelto
el barquero y no me quiere pagar, y por eso venía...
-¿No le paga? está bien empleao, para que
no se meta a tratar otra vez con los gringos, habiendo tantos criollos con
quien ajustarse.
-Pero, señor. ¿Cómo es eso de con los
gringos? porque mi marido era gringo, y muy hombre de bien, y muy servidor en
esta patria, sin hacerle trampas a naides; de suerte que yo...
-De suerte que, mándese mudar: ya le
dije.
-¡Josús! ¡Josús de mi alma! ¡qué gente
tan majadera! dijo luego una vieja de antiojos y traza de hurón que se vino
arrimando a la mesa, y a la cual el señor Diretor le dijo:
-¿Diaónde sale? ¿Cómo está?
-Para servir a Vuecelencia, Exmo. Señor
general.
-¿Qué anda haciendo?
Ando, Exmo. Señor, en muchísimos trabajos:
¡sea todo por Dios! Esta mañana me vine a oír misa a San Francisco, para de
allí cruzar a la botica del Inglés a comprar este frasco de espíritu de Léter,
que es santa cosa para los acidentes; y luego vine al Mercao a tomar esta
docena de güevos para hacerle remedios a la niña menorcita.
-¡Umb! ¿A cuál niña?
-A la de quince años, señor general, ¿no
se acuerda Vuecelencia que le dio un ramito? Pues desde esa ocasión está la
niña muy enfermita de una especie de pocondría, tan triste, que dicen los
médicos que no se le quitará sino sacándola a pasiar, continuamente, y en
coche, por esos recreos de Palermo.
-Pues bueno: cúrela y sáquela a pasiar
por allá.
-¡Pues no la he de curar... madre mía y
señora del Carmen! para asistirla estoy haciendo unos sacrificios...
-Hace bien, cuídela, cosa que sane
pronto... y ya le digo, llévela a pasiar.
-¿Por Palermo, señor? y ¿cuándo?
-Cuando le dé la gana.
-Muy bien, Vuecelencia, la llevaré, así
que se amejore, aunque tengo miedo que me la muerda, señor...
-Si ya no muerde Purvis: gruñe no más;
vaya sin miedo.
-¡Josús! yo le tiemblo al Purvis; pero
con la siguranza que Vuecelencia me da, iré más animada.
-Está bueno: vaya con este hombre.
-¡Venga, coronel!
-Señor.
-Vaya con esta señora; diga que le den
una orden para que la remedien con quinientos pesos por lo pronto.
-¡Josús de mi alma! ¡qué ángel del cielo
es este libertador! Dios lo conserve eternamente; dijo la santulona, rumbiando atrás
del adecán para un rincón, aonde estaba la ofecina de los quinientos... Y fue
el caso que después que entró el adecán, cuando iba a colarse la vieja, la
atropelló un ternero (me pareció), y era el perro Purvis que venía al trote,
arrastrando una guasca con una lazada en la punta. El mastín, apenas olfatió a
Vuecelencia, cerca de la vieja no más, pegó un gruñido, y abriendo tamañas
quijadas espantó fieramente a la veterana: la cual, queriendo juirle, metió una
pata en la lazada del cabresto de Purvis que, al sentirse sujetao, en primer
lugar, del tirón despatarró a la vieja y sobre el lazo se dio güelta, y le pegó
una sacudida de mordiscones, revolcándola sobre el frasco y los güevos rotos
que habían estao podridos.
Por último: mientras Vuecelencia se reía
y mandó sacar a Purvis de encima de la vieja, el resto del auditorio salió
despavorido, echando diablos, y yo en la punta: concluyendo la audencia de un
modo espantoso por la aparición del famoso Purvis, rastreador y mordedor como
el señor presidente NONATO de la Capital hasta las Conchas.
Cuatro
preguntas
Que le hace
al Director un granadero del 1er batallón de línea de Buenos Aires
Pero, dígame, señor:
¿qué hace en
San José pintando,
después que
echó la balaca
de que venía
a tragarnos?
¿Cómo es
eso, Diretudo?
5
¡qué! ¿trata
de andar gauchando
por las
orillas no más?
¡Vean qué
andarse empacando!
entonces,
¿cómo presume
venir a
diretoriarnos?
10
y si nos
reímos al fin,
se ha de
salir enojando.
Endurezca y
atropelle,
mire que si
anda lerdiando
puede que le
rezonguemos
15
el día menos
pensado,
y también
que lo saquemos
hasta su
tierra mosquiando.
¡Vaya, vaya! Y... digamé:
¿de miñoca,
cómo andamos?
20
ya sabe que
el porteñaje
está todo
acostumbrao
a tener
mucha moneda,
y a gastarla
voraciando;
y asigún lo
que me cuentan
25
los que se
vienen pasaos,
Vuecelencia
anda flacón,
o fingiéndose
atrasao:
y siempre
haciendo promesas
pero, yerba,
ni tabaco...
30
no les da a
esos infelices.
No sea,
pues, tan ingrato;
lárguele a
esa pobre gente
siquiera
para cigarros,
que, a costa
de ellos, bastante
35
Vuecelencia
ha manotiao;
o al menos
denos licencia
para medio
remediarlos:
cosa que
haremos a gusto,
porque al
fin somos paisanos,
40
y
"entre güeyes no hay cornadas;"
y luego por
este lao,
a decirle la
verdá,
no estamos
tan desaviaos.
Pero, allá,
sus teruteros
45
da compasión
el mirarlos,
y en prueba
de la evidencia,
atienda el
siguiente caso:
A la Casa de Gobierno
fui el otro
día buscando
50
cierta cosa,
y al entrar
vi que
estaba tiritando
el centinela
en la puerta;
y eso que
estaba abrigao
con dos
ponchos ¡superiores!
55
buena casaca
de paño,
una gorra,
¡cosa linda!
pantalones y
zapatos.
-Con que, yo le pregunté,
¿por qué
tirita, paisano?
60
y el mozo me
contestó:
-Quite, amigo; si me ha dao
chucho de
ver a ese pobre:
y me señaló
un pasao
que acababa
de llegar,
65
y allí
estaba acurrucao
en un rincón
del zaguán,
temblando
como un pelao:
y esa mesma
tardecita
lo vi al
pobre acangallao.
70
Infeliz! -Y ¿digamé,
señor
Diretor. ¿Qué diablo
le ha hecho
el coronel Pinedo
viniéndose
con los barcos?
¿Cómo es eso
que la escuadra
75
también se
le ha resertao?
¿ya empieza
el resfaladero?
Pues, señor, eso está MALO!
no se deje
trajinar.
¡Qué! ¿no
puede sujetarlos
80
ni con la
Custitución?
¡Ah,
criollos! ¡si son el diablo
para eso de
someterse
a un
presidente guarango!
De balde por
allá ajuera
85
lo andan
algunos palmiando:
créame lo
que le digo:
eso es para
embozalarlo.
Ya le
alvierto que lo engañan
los
Porteños, y que al cabo
90
los de
afuera y los de adentro
se han de
unir para aventarlo
a la loma
del Infierno;
pues todos,
desengañados,
vemos ya que
Vuecelencia
95
es también
¡FUNDILLOS CAÍDOS!
desde que no
se nos viene
y nos larga
un ¡VALE CUATRO!
¡juerte! a
ver si nos asusta;
y estamos
viendo, al contrario,
100
que allá en
San José de Flores
se lo pasa cabuliando
con su recua
de dotores
que lo
siguen enredando:
que yo, en
su lugar, patrón,
105
a todos esos
bellacos
se los
mandaba a Videla
o a Benítez
amarraos,
para que
estos los foguiasen
a la par de
sus soldaos,
110
a costillas
de los cuales
echan
plantas esos diablos
congresudos
enredistas.
Véalos si se han turbao
eligiendo a
Buenos Aires
115
de capital,
calculiando
venirse a la
chupandina,
sin más
riesgo ni trabajo
que estar
tragando y bebiendo
y en las
casas paroliando,
120
mientras
pelean para ellas,
y se matan
los paisanos
unos con
otros. ¡Ahi-juna!
Nada, señor,
de soldaos,
échelos a
las guerrillas
125
a todos los
diputaos,
como hacen
acá en el Pueblo
con los más
encopetaos.
Ahora, tocante a guerrillas,
creo que
estará informao
130
que el otro
día arronjó
el viento a
la playa un barco,
al cual la
Teruterada
se descolgó
a trajinarlo
y que de acá
el mayor Vila
135
con unos
cuantos soldaos
salió de
curiosidá,
pero como
son tan guapos
los
Teruteros, lueguito
a meter
bulla empezaron;
140
y el
comendante Villar,
al verlos
alborotaos,
salió con
los Correntinos
que siempre
andan desganaos,
y al
decirles... vamonós,
145
hasta en
pelos se largaron,
y del primer
rempujón
¡a la
gran... punta se arriaron
a todo el
Teruteraje
que hacía
bulla en el bajo.
150
Luego, por la Recoleta,
en la
barranca asomaron
los infantes
tamangudos,
de
Vuecelencia, y ganaron
las quintas
y las zoteas,
155
y a balazos
se trenzaron
con los
Guardias Nacionales
del
comendante OBLIGADO,
sin que
éstos les recularan
la pisada de
un chimango.
160
Y por fin, mi batallón,
cuesta
arriba al trote largo,
a bala y a
bayoneta
a las casas
nos trepamos,
y de allí
hasta los corrales
165
como a
burros los arriamos,
y nos reímos
largamente
del ruido de
los tamangos
que por los
calcagüesales
iban los
pobres largando.
170
Antes de eso la trepada
cuasi nos
costó muy caro,
porque al
cruzar un portillo
por aonde
salió puntiando
mi
comendante CONESA,
175
que va
siempre adelantao,
allí, por el
mesmo medio
de las
orejas del blanco,
un Terutero
alarife
le descargó
un trabucazo,
180
que
estornudó el comendante
con el humo
del tabaco;
pero en
seguida no más
le cerró
piernas al blanco
y atropelló
al Terutero...
185
¡que disparó
echando diablos!
De ahí subimos a la torre,
y estuvimos
repicando
a salú de
Vuecelencia:
y por fin,
al abajarnos,
190
un flaire de
San Francisco
de gusto me
soltó un pavo,
y yo al cura
del Socorro
se lo largué
de regalo,
por verlo
tan guapetón,
195
que nos vino
acompañando
junto con el
sota cura,
que también
de aficionao
se vino a la
Recoleta,
y anduvo
allí entreverao
200
dando vivas
a la Patria
y alentando
a los soldaos,
y sin llevar
ni un facón
para algún
lance apurao.
Con que,
señor Diretor,
205
creo dejarlo
informao
de todo lo
sucedido,
y también
aconsejao
de que...
¡abra el ojo! no sea
que algún
mal intencionao
210
lo traiga un
día a la Plaza
con Purvis
acollarao.
Al señor
comendante de los españoles
Pero, dígame, señor:
¿Diaónde
diablos ha sacao
esa gente
tan guapaza?
¡la pujanza
en el ganao
que es bravo
hasta lo infinito!
5
y no van a
punto errao,
porque es:
¡Tum! ¡y muerto al suelo!
¡Vayan a
matar venaos,
que eso es
ya barbaridá!
antiyer se
han dijuntiao
10
como ochenta
Teruteros;
y con ganas
se han quedao,
pues se
venían lambiendo
al retirarse
embarraos:
así el
Diretor con ellos
15
está tan
incomodao,
que ayer
dijo en San José,
fieramente
retobao,
que todos
los Españoles
han de ser
desgarretaos.
20
Con que, ya se lo prevengo
para que
anden con cuidao.
EL ZURDO.
Boletín
extraordinario de Aniceto el Gallo
LA ÚLTIMA A
VUECELENCIA
Y...
Para que los de la Duana
DEL DIRETOR
DON JUSTO
TOMEN A
GUSTO
LA MAÑANA.
Dicen que ayer por Barracas
cierto
Urquicista llegó
a un
campamento, y sacó
ufano de la
petaca
un cuaderno
que leyó...
5
Pidiendo atención,
a la
Porteñada
que allí de
coplada
se juntó en
montón:
Y al oír la Custitución
10
que entró a
ler el Diputao,
el criollaje
alborotao
a cantarle
comenzó:
¡Cocorocó! ¡Cocorocó!
Entonces el Urquizano
15
quiso hablar
en tono tierno,
pero se
volvió un infierno
la reunión,
y un paisano
que le
arrebató el cuaderno...
¡Ésta es embrolla!
20
dijo en
seguida;
y una sumida
le dio en la
bolla...
Y el
Porteñaje siguió:
¡Cocorocó! ¡Cocorocó!
25
Como flecha a San José
guasquió el
Diputao aprisa,
y llegó con
la camisa
sucia de...
yo no sé qué
a
presentársele a Urquiza:
30
Que de un rincón,
cuanto lo
vio,
le preguntó
con
aflición:
¿Por qué trai tan mal olor?
35
dígame de
sopetón,
¿tragan la
Custitución
los
Porteños? -Sí, señor:
hoy se han
tragao un vapor
que tiene
ese mesmo nombre
40
(contestó
asustao el hombre),
y me han
dicho allí a la cuadra,
que han
hecho tantos empeños
que han
logrado los Porteños
tragarnos
¡toda la escuadra!
45
y dicen con
insolencia
allá y aquí
esos canallas,
que han de
tener las agallas
de tragarse
a Vuecelencia.
¡Por Dios,
señor! no ande lerdo,
50
ni se
atorulle por nada:
haya una
cuerda ensebada
del macho
aquel de su ACUERDO.
A este tiempo sacudió
las alas un
gallo giro,
55
y el Diretor
dio un suspiro
al sentir
que le cantó:
¡Cocorocó! ¡Cocorocó!
Luego principió el choreo
del
pobrecito don Justo,
60
quien
mirando con disgusto,
para aonde
estuvo el bocleo,
cuasi se
ca...yó de susto;
Pues viendo el río
abandonao,
65
atribulao
dijo: ¡Dios
mío!
Hoy mesmo a Gualeguaichú,
si de atrás
no me bolean,
espero de
que me vean
70
emplumar
como ñandú.
Y el Diputao que escuchó
estas
palabras tan tiernas,
con el rabo
entre las piernas
también
cantando salió:
75
¡Cocorocó! ¡Cocorocó!
Cielito de
un Correntino
Voy a cantar este cielo
por una
tonada extraña,
para que lo
baile un cierto
diretor de
media caña.
Allá va cielo y más cielo,
5
cielo por la
Residencia;
háganme
favor de hacerle
cancha para
el Vuecelencia.
No hay duda: don Juan Manuel
mostró que
tenía tino
10
al ponerle
LOCO al ñato,
pues le
acertó a lo divino.
Allá va cielo: ¡Rascate!
vaya mi
cielo: ¡Mordete!
muchas
memorias te manda
15
de cualquier
parte Alderete.
Diz que ajuera el Diretor
le anda
temiendo a la vela,
y otros
dicen de que el mate
le anda
jediendo a pajuela.
20
¡Ay, cielo! y dicen también,
no sé si
será verdá,
de que ya no
sabe el ñato
aónde queda
el Paraná.
En Corrientes andan todos
25
con un
susto, háganse cargo:
no los vaya
a lastimar
como hizo en
el Pago Largo.
Allá va cielo, mi cielo,
cielito,
cielo, en la vida
30
no vas a
crer, Diretor,
que
Correntino te olvida.
¡Ah, Cristo! ¡quién lo topara
por ahí, por
la Recoleta,
para
atracarle una mora
35
a la raíz de
la paleta!
Cielito, cielo, mi cielo.
¡ay, cielo
del alma mía!
la
Correntinada dice:
¡Cuándo
llegará ese día!
40
A pesar que, si se ofrece
la ocasión,
estamos viendo
que se le
duerme al Rosin
y a dos laos
sale muriendo.
Cielo mío, pero entonces
45
de balde ha
de hacer cabriolas;
se escapará
de mi corvo:
pero...
¡cuándo de mis bolas!
Al fin para el Diretor
echaré la
despedida,
50
y hasta que
yo me le afirme
Dios le
conserve la vida.
Allá va el último cielo,
cielito de
la esperanza:
¡ojalá para
ese día
55
le pase
mucho la panza!
Tapones por
todos laos
Se suena de que, como el Diretor anda hoy
por Palermo, olfatiando para los barcos de Guerra Uropeos, la Comendancia
General de Marina está atariada haciéndole poner, con los mesmos barcos que
fueron de Vuecelencia, tapones por todos laos, desde Patagónica hasta San
Nicolás y más allasito, y que los barcos van carpaos de choclos para los
empleaos de las duanas del Diretor, y llevándoles MEMORIAS DEL BOGLEO.
Nº 6
Buenos
Aires. - Julio 2 de 1853.
SÍ, SEÑOR:
MUCHO ME HA DE HACER CON SU ALESNA
Así mesmo, me acuerdo de que, una
ocasión, le decía empacao y medio encogiéndose un Porteñito achurador a un
viejo Entrerriano, muy quebrallón y desollador de los corrales aonde lo
amenazaba al criollito, como queriendo destriparlo con un cuchillo envenao y de
hoja enteramente muy gastada...
Entonces, ya les digo: el Porteñito lo
aguardaba empacao y como echando mano al alfajor, y cuando el viejo le quería
prender hasta la virola, el muchacho no hacía más que medio sacarle el cuerpo y
decirle: -Sí, señor: ¡mucho me ha de hacer con su alesna!
Con que, así le diré yo al señor Diretor,
ahora que he sabido con siguranza de que está fieramente enojao conmigo, pues
diz que en San José de Flores, días pasaos, Vuecelencia muy caliente le dijo a
una moza de que, si me agarra (¡y que me agarraba!) me ha de hacer sacar una
lonja cuando menos. ¡Cristo, qué riguridá! De modo...
Que si el Diretor me hostiga
en lonjiarme
se encapricha,
encogerá la
barriga
y le diré a
lo Bachicha;
¡ma!... ¿qué
quiere que te diga?
A pesar de que pudiera agarrarme, cuando
Vuecelencia entre a Buenos Aires (y que entraba), porque yo no pienso juirle de
la trinchera o de más ajuerita, y por allí no más tanto a mí como a todos los
defensores de la ciudá, cuando el Diretor la atropelle (y que atropellaba), nos
ha de encontrar ¡firmes como palo a pique!
Vaya, vaya: ¡eh! ¿con que, solamente
apenas quiere desollarme? Pero, señor: ¿por qué está tan enojao conmigo?
¿Porque suelto al Gallo? ¿No decía Vuecelencia que en esta vida nada se le
importaba de ningún gacetero del mundo? Ya se ve: como Vuecelencia es hombre
tan acreditao (para el cuchillo) desde PAGO LARGO hasta VENCES, como desde la
INDIA MUERTA hasta PALERMO, ¿qué mella le han de hacer con gacetas? aunque yo
desconfío que el Gallo le hace muchas cosquillas, porque Aniceto les dice a los
paisanos la verdá sin terminachos, y no se casa con naides: sin embargo de que
los apreceo a todos siguramente más que Vuecelencia, que ha venido a
embrollarnos con su Custitución ñata, haciéndonos matar unos con otros. Si a lo
menos y por último se volviera, señor, para su tierra a gobernar allá como le
dé la gana, en ese caso, hasta yo me empeñaría para que lo largaran...
Y para este empeño no le parezca que al
Gallo le faltan amigos de todas layas allá ajuera y acá adentro.
De veras: pues aunque Vuecelencia presume
de guapetón y ricacho, y de tener mucho partido, con todo, yo que sólo soy un
triste gaucho, en cualquier parte le corro a más bien querido. Por eso le
aconsejo que se largue de una vez a su cueva y nos deje a los Porteños
arañarnos o acomodarnos: no sea porfiao. ¿A qué diablos está queriendo engañar
todavía a los gauchos, después de lo atribulao que se encuentra con la raliada
de la Escuadra?
Ya sabemos que Vuecelencia les está
haciendo decir a los paisanos, el que de acá los puebleros le andan mandando
empeños para que les haga la paz, para dejarlo de Diretor custitucionudo de
todas la Provincias, a fin de que en cuatro manotiadas nos haga cueriar todas
las vacas de la nuestra y algunos gauchos de yapa. ¡Oh! no embrome, patrón.
¿Diaónde se ha creído que los gauchos
porteños son mulitas, ni que Vuecelencia los ha de seguir engatusando con
proclamas, y diciéndoles que no es nada el rempujón de la Escuadra, y que se
aguanten como buenos federales, sin comer, sin medio y en pelota, hasta que
Vuecelencia haga la entrada? Págueles, señor Diretor, mire que los mozos de
ajuera bien saben ya de que el Gobierno de la ciudá y todos los soldaos que la
defienden, tanto los gauchos como los cajetillas, también son federales de ley;
y que así como pelean parejito, lo mesmo comen bien todos los días, y andan
abrigaditos con cacharpas lindas, en ancas de que, CADA SÁBADO, ¿oye
Vuecelencia? cada sábado, al salir el sol, desde el primerito hasta el último
de los soldaos de la ciudá reciben en su cuartel ochenta y siete pesitos para
los vicios. ¡Ve, señor! Así se trata a los soldaos federales; y no con
proclamas y promesas de para la entrada. ¡Qué apunte!
Ya presumo de que Vuecelencia me ha de
hacer retrucar esta verdá, diciendo que este gobierno roba mucho, y por eso
larga plata. Puede ser que así sea, aunque está en duda; pero, lo cierto es que
si roba, roba para todos por parejo, lo que allá Vuecelencia se está trajinando
para su buche solamente todos los cuerambres y haciendas de la campaña, sin
darle un rial a Cristo, como es su maña vieja: pues todavía me acuerdo de que a
los soldaos porteños y federales de doce años de campañas, que trujo
Vuecelencia de la Banda Oriental a Entre Ríos, les dio apenas tres patacones a
cada uno, y que Vuecelencia se tragó todos los cargamentos de pesos fuertes que
le aflojó el Emperador para los soldaos federales.
Pues, así mesmo en el día, Vuecelencia y
tres o cuatro de sus ahijaos se están tragando todas las haciendas y demás
bienes de nuestra provincia, y en lugar de largarles algunos medios a sus
soldaos, les arrima estaca cuando se ladean del campamento a calentarse por
ahí, y les suelta proclamas y promesas de para cuando la entrada.
¿Qué entrada? ¿cuándo, y quién vendrá
haciendo punta? ¿Vuecelencia? ¡Ja! ¡ja! ¡ja! ¡Ah, malhaya! dicen los Italianos
lambiéndose por conocer al Diretor yesquerudo. Luego, si Vuecelencia no puntea
en la entrada, ¿quién vendrá adelante? ¿Los paisanos? Vaya, señor Diretudo, por
Jesucristo le pido otra vez que no se haga el sarnoso, y que piense del mismo
modo que piensan muchos de los Porteños que le andan al redor. Velay cómo:
En Buenos Aires hay ocho mil Guardias
Nacionales, porteños cuasi todos y platudos en ancas de buenos mozos. Cada
Guardia Nacional tiene tres o cuatro hermanas o primas, muchachas ¡cosa linda!
y de yapa cada criollo de estos tiene allá ajuera algún pariente o pión de su
completa amistá, y hasta de gauchiar juntos. Luego, cada muchacha tiene algún
Urupeo y algunas tienen hasta cuatro o cinco, que a un tiempo les andan
arrastrando la ala.
Muy bien: pues sí, señor; Vuecelencia
quiere por fuerza entrarse a[] nillar a los Porteños y manosiar a las
muchachas, y entonces ¿qué resultará? Claro está, los Nacionales peliarán por
su cuenta y harán peliar a sus parientes de ajuera y de adentro; y luego las
muchachas, las hermanas, y las parientas de los Nacionales les dicen a los
Urupeos: ¡chúmbale a Urquiza!... y de lo demás hágase cargo, don Justo.
Cierto es que también Vuecelencia presume
sujetar la reserción del paisanaje, diciéndoles que ya a entrar a la ciudá y a
darles a todos por los atrasaos, en cuanto le lleguen los cotigentes de soldaos
que le van a mandar de las provincias, y que con ellos entonces a la fija nos
apretará a todos los Porteños.
¡Pues no, mi alma! Eso de los cotigentes,
endeveras mete miedo.
Pero a propósito: escuche, le contaré lo
que me pasó el otro día en una comilona que tuvimos con unos cuantos de los
pasaos, que esa mañana se le raliaron de Palermo; porque no fallan a lo menos
de a veinticinco diarios; y, si no lo cré, pregúnteselo al coronel don LAUREANO
DÍAZ.
Pues, como le iba diciendo: como unos
quince soldaos de los del pueblo, entreveraditos con algunos pasaos que también
ya son soldaos de la ciudá y mozos platudos, nos largamos de humorada a
voraciar en la fonda; pues por acá los soldaos, cuando nos da la gana, comemos
de fonda; porque para eso nos paga bien el Gobierno Federal de Buenos Aires,
sin echarnos tantas proclamas.
En fin, en la fonda nos tiramos de
pasteles, gallina con arroz, chicholos, y échele cuhetes, y vino superiorazo al
gusto de cada cual. El caso fue, que, en medio de la jarana, no sé quién de la
rueda dijo de que a Vuecelencia le estaban ya por llegar doscientos Mendocinos
del cotigente, como Vuecelencia mesmito lo asiguraba. Al oír esto, saltó un
corneta que estaba a mi lao medio pesadón, y después de bostezar largo,
preguntó: ¿cuántos son los Mendocinos? ¿cuántos son los Mendocinos?
¿doscientos? Si no son más que esos no le alcanzan al Diretor para el gasto
diario de ocho días de pasaos. ¡Ahi-juna, el corneta vivaracho! y yo creíba que
estaba mamao: y vean cómo le sacó la cuenta en la punta de las uñas.
Mesmamente: el mozo dijo una verdá sin
retruque, desde que se nos vienen tantos teruteros, que yo, señor Diretor, como
sé que ya anda tan atrasao (de salú, se entiende), hasta maliceo que para de
aquí a ocho días pudiera suceder que todos los congresudos y Vuecelencia en la
punta se nos vengan pasaos: cosa que me alegraría muchísimo, y a pesar de que
Vuecelencia anda desiando sacarme el cuero, ya le prometo largarle un abrazo en
el momento que se nos venga mansito, dejándose de la embrolla de los cotigentes
y echando a los infiernos esa su Direturía de los pantanos de Miserere, y
haciendo con su Costitución reculada lo mesmo que hizo el moreno ladino de mi
amigo el imprentero.
Aguárdese: se me olvidaba, que le manda
decir el coronel MUSIU DUTIL, que le dé Vuecelencia muchas memorias a la
batería de la Convalescencia; a la cual, luego que la concluyan, dice Musiu
Dutil que no le ha de hacer nada con los trucos que piensa atracarle por la
media luna al vuelo. Y allá van coplas.
Cielito de
la Vigía de Buenos Aires
Como se ve hasta SAN PEDRO
subiéndose a
la CHISMOSA,
la otra
mañana trepé
y vide
allá... cierta cosa!
Mi cielo y de San Miguel,
5
de lo alto
de la Vigía,
medio
cerquita se me hace
que a FLORES
viché ese día.
Si el ojo no me engañó,
asiguro de
que vi
10
otra cosa
atrás de Flores
parecida a
CAMUATÍ.
Cielito y del Paraná
debe ser por
precisión
lechiguana,
o cosa igual
15
para la
Custitución.
Eché luego una visual
al rumbo del
Baradero,
y vide
patentemente
coloriando
un avispero.
20
Cielito y la paisanada,
de esos
laos, no tengo duda,
que al
Diretor ya le han puesto
la custión
fiera y peluda.
Tendí la vista más lejos,
25
¡ah, ojo
claro! y alcancé
a ver una
disparada
en el mesmo
Santa Fe.
Mi cielo, y no fue ilusión,
corrían como
baguales
30
una punta de
morcillos
con traza de
congresales.
Después extendí la vista
más allá de
Tucumán,
y allí vi a
los Urquizanos
35
en los
apuros que están.
¡Ay, cielo! y de aquel ladito
vide claro a
los Salteños
que lo
aprietan a Gutiérrez,
de acá los
Santiagueños.
40
Entonces bajé los ojos
hasta San
José de Flores,
y como está
tan cerquita,
¡ahí sí que
vide primores!
Cielito, y creo excusao
45
el que le
diga más nada,
sino que vi
a Vuecelencia
con dos
tercias de quijada.
Por fin, en Montevideo,
miré al
clavar bien la vista...
50
patas arriba
a un ministro
muy diablo y
más Urquicista.
¡Ay, cielo! últimamente
vi al colmo
de mi deseo
puesto en
lugar de ese maula
55
a un
Oriental que apreceo.
Diálogo
Que tuvieron
hacen pocos días dos lanceros de los del valeroso comendante Otamendi, Zenón
Núñez y Jacinto Roca
ZENÓN
Con que, amigo, ¡voto alante!
¿cómo le ha
ido esta mañana?
ya lo vide
allá en sus glorias
floriándose...
¡la pujanza!
mire que es
arrejador.
5
Ya se ve,
con esos maulas
¡quién no
retoza!
JACINTO
Es así:
porque está
muy desganada
de tirarse
con nosotros
toda esa
Teruterada,
10
desde que la
tiene Urquiza
enteramente
aperriada:
y aunque hay
algunos pintores,
todo eso no
vale nada.
ZENÓN
Por eso será que a mí
15
me parece
tan holgada
aonde quiera
que se ofrece
pegarles una
tantiada;
y como anda
nuestra gente
tan
lindamente montada,
20
y además
andamos todos
rivalizando
en la fama
del que
atropella primero,
siempre me
encuentro con ganas;
y en cuanto
medio se ofrece,
25
ya lo ha
visto, como gala
se me hace
el cortarme solo,
y pegarle
una sentada
al pingo
entre todos ellos:
velay mi
gloria.
JACINTO
¡Bien haiga!
30
Pues yo
también la otra tarde,
estando en
una avanzada
se ofreció
un lance, y, ¡qué Cristo!
hablé al
oficial de guardia
y le pedí su
permiso,
35
porque me
sentí con ganas
de hacerles
una pregunta.
Me soltó a
la disparada,
y ya también
largué el poncho,
salté al
tiro, y cargué la arma:
40
y enderecé
al galopito
rumbiando a
lo de Balcarza,
por aonde
topé a mi alférez
que venía en
retirada
con unos
catorce mozos
45
de devisa
colorada:
¿no los
vido?
JACINTO
Sí los vide:
fueron los
de una avanzada
que enterita
se pasó:
pero, ¡ah,
gente desaviada!
50
tan completa
es la miseria
que sufre la
paisanada
sumida en
esos barriales;
y luego, tan
atrasada
como está de
mancarrones,
55
porque ya la
reyunada
ha espichao
toda enterita,
con la
flacura y la helada,
sigún
cuentan ellos mesmos;
y luego la
caballada
60
que le dicen
de reserva,
de flaca y
de maltratada
no puede con
la osamenta:
¡barbaridá!
ZENÓN
Y eso es nada;
ayer yo
entré a platicar
65
con un
sargento pasao,
mozo gente y
racional,
y vea lo que
contaba
con toda
formalidá:
dice, que
desde el Azul
70
lo mandaron
para acá
junto con
los veteranos
que vinieron
desde allá,
de los que
hoy en estos pagos
no han
quedao ni la mitá,
75
y que no se
han ido todos
a la fecha,
porque está
muy oprimida
esa gente,
pues no
dejan apartar
a naides del
campamento
80
una cuadra
más acá;
y luego que
en el servicio
no los dejan
resollar.
¿Y de miserias? ¡Ah, Cristo!
Pena me dio
oírle contar
85
las
hambrunas que padecen
y lo
desnudos que están.
Y en ancas, diz que los tratan
con tanta
riguridá,
que por la
falta más chica
90
les arriman
sin piedá
más estaca y
más azotes
que flores
tiene un cardal.
JACINTO
¡La pujanza! de ese modo
¿quién diablos
puede aguantar?
95
¡infelices!
ya se ve,
sólo a
fuerza de crueldá
pueden medio
sujetarlos.
ZENÓN
Pues ansí mesmo se van
en tropillas
de a sesenta,
100
sin que los
pueda atajar
temor de
ninguna laya,
cuando a los
campos se van;
pero este
mozo me dijo,
que la gran
dirficultá
105
es hacer el
arrejón
de venirse a
la ciudá,
porque a
todos los que pillan
viniéndose
para acá,
al momento
el Diretor
110
los manda
beneficiar,
yéndoseles
al pescuezo
como en los
tiempos de atrás
pero usté
sabe, aparcero,
que
empezándose a raliar
115
la
gauchería, es de balde
el quererla
sujetar.
En vano
Urquiza se apura,
los criollos
se han de escapar,
y por más
que los oprima
120
se le han de
venir no más,
como lo
hacen:
JACINTO
Es verdá:
cada rato
están cayendo
a
presentarse en tropillas.
Hoy
tempranito vinieron
125
como unos
veinte hechos tiras,
de rotos y
de mugrientos,
los que ya
están remediaos:
porque como
acá el Gobierno
apenas se le
apresentan,
130
aunque
algunos le haigan hecho
diabluras de
cualquier laya
falsiándole
en otro tiempo,
en el día no
les hace
cargo
ninguno por eso.
135
Al
contrario, los auxilia
y los
atiende lo mesmo
que a los
que desde el principio
se han
aguantao en el pueblo.
ZENÓN
Mesmamente, ansí los trata,
140
y yo soy
testigo de eso:
porque
antiyer me mandaron
a la casa
del Gobierno
de orden de
mi comendante
para llevar
unos pliegos,
145
y al entrar,
el corredor
reparé que
estaba lleno
de los
pasaos de ese día;
que allí
estaban recibiendo
nada más que
por lo pronto
150
cada uno
trescientos pesos
y lueguito
les rodearon
una porción
de puebleros,
que entraron
a platicarles,
hasta que
salió uno de ellos
155
para la
calle y volvió...
¡ah, mozo
lindo! trayendo
una porción
de moneda,
que en
papelitos de a ciento
a cada mozo
pasao
160
le largó
uno, y por supuesto,
últimamente,
esa tarde
me encontré
con todos ellos
alegres:
pero, paisano,
¡diaónde
poder conocerlos!
165
Ya se ve,
todos andaban
tan lucidos
y compuestos,
de chaquetas
y calzones
y botas y
ponchos nuevos,
con plata y
muy divertidos,
170
pasiándose
por el pueblo.
JACINTO
¡Lindamente! así me gusta
que traten a
los paisanos;
y luego verá
que todos
tocan a su
desengaño,
175
y el que no
se venga al pueblo
se larga
para su pago,
golpiándosele
en la boca
al Diretor
entrerriano:
¿no le
parece?
ZENÓN
Cabal.
180
En fin, me
voy retirando
al cuartel,
porque ya es tarde
y medio me
va picando
un sueñito
rigular:
¿si gusta
mandarme en algo?
185
JACINTO
Cosa ninguna. Hasta luego.
ZENÓN
Hasta la vista, cuñao.
Enfermedá
incurable del Diretor de la docena del flaire
Desdichadamente para la organizadura de
la Confederación, con las humedades de pajuera, Vuecelencia, de quince días a
esta parte, se encuentra tan apurao y enfermo de la barriga, que nada le para
en el BUCHE: y lo han puesto en pior estado la descarga de purgas, vomitivos y
lavativas que le han echao varios de sus jefes que fueron; y los cuales al fin
le han sacao el cuerpo, porque ya Vuecelencia jiede a muerto. Velay los nombres
de los que más lo han atrasao al organicista.
El coronel Pinedo, no sé qué le hizo
desde Barracas, con lo cual el Diretor, de un solo pujo, largó toda la
escuadrilla del Riachuelo.
El almirante Coe: éste le atracó con
barbaridá a Musiú Larruá; y luego el Diretor, aunque medio atorándose, de golpe
desembuchó toda la escuadra.
Luego de acá, el general PAZ, de lástima,
y sin embargo de que en su vida nunca le dio una ración de afrecho al Diretor,
no sé qué le recetó en esta ocasión, que don Justo José vomitó enterita la Isla
de Martín García con todos los cañones y soldaos que allí estaban, y más
tardecito una boleta grande que de Montevideo lo manda le mandaban a
Vuecelencia, cargada de pólvora y balas, que tan escasas andan por San José de
Flores: ¡infeliz!
¿Y el coronel don Laureano Díaz? éste sí
que anoche lo ha tullido, atracándole a Vuecelencia una sangría que le hizo
soltar lueguito toda la división Chivilcoy y trescientos caballos: y debe ser
cierto, porque yo anoche estuve platicando con el coronel Díaz y le solté un
abrazo; y esta mañana ya vide a los muchachos que andaban muy lucidos pasiando
entre los suyos.
Por último, se sabe positivamente, que por atrás del Diretor ya le andan
con la jeringa cargada, para soplarle la última lavativa con ortigas de los
campos del Norte, y en ésa... el organicista largará sin duda hasta las
entrañas.
Pues, sin embargo de estos atrasos,
Vuecelencia todavía hasta esta mañana contaba con los auxilios que podía darle
un amigo muy ricachón que tiene en Montevideo, llamado don Samuel Lampalagua:
el mesmo que, cuando Vuecelencia andaba en el peral, lo acariciaba mucho, pero
hoy, apenas ha sabido los atrasos del Diretor, por todo auxilio dicen que sólo
le ha mandao para cada gaucho un libro de la Biblia, y eso, a cambalache de
Biblia por Vaca. Y por todo alimento le aconseja que COMA GALLO.
Nº 7
Buenos
Aires. - Julio 12 de 1853.
Al ruido de tanto cuhete
y salva y
musiquería,
y noticias y
alegría,
y funciones
que han habido...
El Gallo número SIETE
5
(con perdón
del auditorio)
le soltaré
al Diretorio,
hoy que está
medio aturdido:
Y que bien puede a esa jaca
entrerriana,
tan sonada,
10
con una púa
tapada
salirle el
Gallo a reñir;
Sin que sea una balaca
decir que en
este revuelo
lo voy a dar
contra el suelo,
15
y acabarlo
de aturdir.
Con esta siguridá,
allá va el
Gallo, señores,
para san
José de Flores
aonde hay
cierta confusión...
20
Por no sé que novedá,
de que se
ven polvaderas
por atrás...
otras frioleras
para la Custitutión...
Antes de ayer domingo a las nueve de la
noche, después que tocaron a silencio en mi cuartel, me puse a componer este
Gallo junto al fogón, cuando sentí que las campanas de Santo Domingo tocaban
agonía o rogativa, que es remedio emplumático o diplumático; y lueguito se me
puso de que a esa mesma hora algunos caballeros estarían rogando quizás por que
salga de cuidao la Direturía: ¡Dios quiera! y para eso le he compuesto el
siguiente argumento ensilgao, trinao y aterminachao:
Para que se
diviertan los diputaos congresudos menos uno -el Sr. Dr. Zuviria (¡y que no
subía y que no entendía!)
ATENCIÓN
Amarguísima, apretadísima y tristísima
debe serles esta gaceta, tanto al titulao, empantanao y atribulao Diretor,
organizador y manotiador, como a la pandilla de polilla que acaudilla sin
concencia Vuecelencia... y tenga pacencia; porque yo en la ocasión presente, lo
único que puedo hacer en alivio de su amargura, tristura y apretura, es
largarle con suavidá, velay el número SIETE DEL GALLO, sin más intención que la
de, atracarle a Vuecelencia, por el mesmo número, siete palabras las más
tuperolíticas de una sentencia inicutible y macacuna, que dice en siete voces
por la estamborlonga esta trupefática verdá... que a la vuelta va:
¡Justo José,
el último mono se ahuga!
¡La pujanza en la letra que dice poco y
fiero! Y yo en ancas dígole, que la tal sentencia le cai al señor Diretudo,
tanto al lomo como al pelo, y que se me hace muy razonable la comparancia entre
un mono y don Justo, que anda presentemente arrepresentando el último
gauchi-macaco, altanero, fullero y balaquero, que en estos tiempos todavía
pretende embozalar, estaquiar, y tiranizar a la paisanada, tan baquetiada,
arruinada y desengañada, y particularmente a los Porteños; a quienes se nos ha
dejao cair el Diretor Bambolla de Mogolla o de Nogoyá, echándola de autoridá
costitucionuda, colmilluda y peluda, y, al fin, saliéndonos con todas esas
gollorías antiguallas a la cola de todos los diablos gauchi-albitrarios, que nos
han aniquilao a guerras y pendencias al ñudo; desde el malevo su paisano
Ramírez el mentao hasta el gran veterano Restaurador reculao.
Pues, sí, señor: sin la menor duda, el
tal Director de Mogolla es el último mono melitar de la recua, que ha salido a
la cola de todos los de sus mañas, y como tal, por el destino que reza la
sentencia de las siete palabras, velay que ya está Vuecelencia acorralao,
trajinao y apichonao entre las chacras de la orilla, hasta que, si quiere juir,
se ahugue ahí no más por la cañada de las Conchas, si antes no forcejea y se
entra a Buenos Aires atrás de la yeguada que piensa largarnos de vanguardia.
¡Ahi-juna el salvaje unitario
entrerriano! ¡Si será táutico y escuadronicista, y maniobrista, y cabulista!
Véanlo cómo se nos quiere venir por atrás de las yeguas. -¡Valiente! hacerse el
bagual un general tan gamonal y custitucional. ¡Qué barbaridá! y tanto como se
reíba el Diretor de las cábulas de su amigo Alderete.
Vaya, vaya. Eso es broma, pues con todo
su plan de atacamiento y atropellamiento, es el cuento que el general Yeguarizo
se está frunciendo seguido, después del grandísimo guascazo y atraso o
chaguarazo que ha sufrido su organizadura, y la capadura y la jura de su
Custitución, y sus cotigentes; por los cotigentes que de atrás le está
trajinando y desenvainando el señor general Flores.
¡Ah, Porteño superiorazo, como todos sus
compañeros! Vaya unos mozos... lerdos; como los señores menestriles del
Gobierno de Buenos Aires:
¡Mirá qué gloria!
echarle al
Diretor
un pial por
noria.
¿No es verdá, señor don Justo? Pero...
¡qué Cristo! Vuecelencia es un duro en cualquier apuro, y de siguro:
Por atrás de la yeguada
se nos viene
cola alzada,
y acá... no
lo hacemos nada!
Pero, escúcheme, señor: no quisiera verlo
apeligrar, y por eso le aconsejo que se acuerde de su finao hermano el señor
don Juan José. ¡Ah, hombre cristiano aquél! siempre tengo presente cómo le
decía, apenas Vuecelencia llegó a Palermo, y comenzó a manotiar y relinchar, y
bellaquiar.
¿Se acuerda? El hombre le decía;
-"Justo, hermanito, volvete a tu tierra; no te metás a organicista de los
Porteños, porque sos muy tupido, y acá en Buenos Aires no te han de aguantar
tus barbaridades.
Volvete, Justo a tu tierra, porque, sino,
te van a trajinar los Porteños. Mesmamente, lo aconsejaba lindo: y yo siento no
poderlo aconsejar lo mesmo, porque ya es tarde, y ahora la cosa de volverse a
Entre Ríos está peliaguda; por eso sólo le aconsejaré que se deje de pensar en
las yeguas, ni en andar haciéndose el murciégalo para tirar cañonazos a oscuras
de allá de entre los cercos; porque ¿a quién piensa matar de ese modo? ¿a las
viejas o las criaturas? ¡Infelices! ¿A las Porteñas? ¡Diaónde! siendo
Vuecelencia tan aficionao a las buenas mozas. ¿A los Guardias Nacionales
gauchos y cajetillas? ¡Uh! para eso véngase clarito, al amanecer, si quiere
morder, aunque lo hagan per...der el rumbo; sin embargo que lo mejor que puede
hacer es venirse pasao y mansito, como le dije en el Gallo número sexto. ¿No le
gusta lo del sexto? ¿A que sí? ¡Cómo no! pues si le agradó y quiere entrar
suelto a la ciudad, haga lo siguiente...
Como en aquel memorable 19 de febrero...
(¿se acuerda?) Muente en un pingo escarciador y que haga sonar mucho el
coscojo. Pero antes, póngase las botas con borlas: luego la casaca chapiada, y
encima acomódese aquel VERICÚ de raso colorao, que tenía un plato de metal
amarillo en las puntas y que le venía golpiándole en los cuadriles, ¡ah, cosa!
y luego el sombrero gachón; y atufao, sin saludar a naides, se cuela por la
calle del Perú, que, si no le echa flores alguna moza, le echará otra cosa más
olorosa: pero, como es hombre indiferente a todo, no haga caso, aunque los
criollos le griten por la estamborlonga:
¡Justo José,
el último mono se ahuga!
Carta que le ha escrebido, al momento de
desembarcarse en la Costa del Norte, el porteño José Palma, soldao del ejército
del señor general Flores, a su mujer Trinidá Leiva, que se halla en Buenos
Aires.
¡Viva la
Patria!
Costa del
Norte, a 4 de julio de 1853.
A doña
Trinidá Leiva.
Muy de priesa y almariao
del maldito
movimiento
de la
boleta, al momento
de haberme
desembarcao:
Desiando saber de vos,
5
lueguito, mi
Trinidá,
con salú y
felicidá
te escribo,
gracias a Dios...
Después de andar almigrao
por esa
Banda Oriental,
10
junto con mi
general,
sin ladiarme
de su lao...
Hasta hoy que vuelvo a mi tierra,
con el
mesmísimo empeño
con que el
gauchaje porteño
15
está cayendo
a una encierra,
En la cual la paisanada,
y en la
punta el viejo FLORES,
como siempre
hará primores
si se ofrece
una voltiada.
20
Pero, chinita, ¡qué frío
está
haciendo tan cruelazo!
y escrebirte
a campo raso
hacete
cargo, bien mío.
Pues, así mesmo contento
25
sacudo el
poncho y la helada,
y todo se me
hace nada
a fin de
lograr mi intento:
Que es traírte con mis hijitos
a mi pago
desolao,
30
pues ni
yeguas han dejao
los
Urquizanos malditos;
Y ver mi tierra salvada
como el
criollaje desea,
sin
consentir el que sea
35
la Provincia
retaciada
Por un gaucho forastero
que nos
quiere avasallar;
el mesmo que
ha de largar
en estos
pagos el cuero.
40
Él no sabe la empalmada
que FLORES
le ha estao armando,
y ya se la
va largando
como quien
no le hace nada.
Pero es tal, y de manera,
45
que le ha de
causar sudores
a don Justo,
en cuanto FLORES
le meta la
Lujanera.
Más vale que al Diretor,
ahí no más
por Maldonao,
50
lo dejen
solo y plantao
como poste
rascador.
Porque si la Entrerrianada
piensa medio
endurecer,
nadita le
hemos de hacer
55
en la
primera topada.
¡Pero, qué! no te aflijás:
ya al
Diretor los paisanos
y sus mesmos
Entrerrianos
lo maldicen
a cual más;
60
Y no han de querer de pavos
hacer en
pagos extraños,
tras de una
máquina de años
que los
trata como a esclavos...
Ese Urquiza, que pudiera
65
acordarse
alguna vez,
de que
últimamente no es
más gaucho
que otro cualquiera;
Y que con toda su facha
y su altivez
y rigores,
70
hoy los
milicos de Flores
le han de
limpiar la caracha.
Con que ansí, china, repito,
por mí no
tengás cuidao,
que estoy
bien acacharpao
75
y de nada
necesito...
Sino de darte un abrazo
cosa de que
relinchés
de gusto al
verme, tal vez
de aquí a
unos días, si acaso.
80
Últimamente, ya ves
que en
papelitos de a cien
te mando
quince, mi bien,
con los
mesmos que podés.
En el pueblo hacer primores,
85
y comprar
prendas de rango,
y luego
hacer un fandango
a salú del
CRIOLLO FLORES,
Nuestro general querido,
quien lo ha
de sumir la bolla
90
al Diretor
de Mogolla
que ya está
cuasi tullido.
Después, a los defensores
del pueblo
me les dirás,
que ya
andamos por atrás
95
de
Urquiza... los boliadores;
Y que al fin, si a estos lugares
lo hacen
juir en un apuro,
sólo yo, les
asiguro,
que le
prenderé DOS PARES.
100
Con
que, china, espero en Dios
que nos
veremos prontito:
mientras
tanto te remito
mi corazón
para vos;
Y a mi suegra y a mi suegro
105
les darás un
par de abrazos,
pues ya sé
que están buenazos,
de lo que
mucho me alegro.
Y por fin, china de mi alma,
cuidame a
los muchachitos,
110
y dales
muchos besitos
por tu
gaucho... José Palma.
La última
vichada y despedida del Diretor
Otra vez a la vigía
hoy de
mañana trepé,
y a don
Justo lo viché
liando a la
juria el recao;
Y que a un negro le decía:
5
"date
priesa, por favor,
que me largo
a ese vapor,
que está en
Palermo fondiao."
Y a ese tiempo le llegó
de Entre
Ríos un paisano,
10
que le
entregó en propia mano
un
envoltorio en papel:
El cual lo desenvolvió
don Justo
con impacencia,
y se
encontró Vuecelencia
15
nada menos
que ¡UN CORDEL!
"¡Cómo es esto! dijo el hombre
¡Es posible
que los míos,
los mesmos
del Entre Ríos,
también me
quieran horcar!"
20
"¡Cabal, señor! no se asombre,
dijo un
cabeza melada;
se empeña la
Entrerrianada
en hacerlo
pataliar."
"Y hasta a mí, en la situación,
25
viéndolo tan
cuesta abajo,
no me sería
trabajo,
sino todo lo
contrario:"
"Le atracaría un tirón
por ñato,
por revoltoso,
30
por bruto,
por ambicioso,
y por
¡salvaje unitario!"
"¡Ahi...
juna! le dijo Urquiza
¿vos también
eso decís?"
y va le
soltó a Purvis
35
que al melao
se le prendió.
Y en seguida a toda prisa
con unos
calzones raídos
el ñato,
fundillos caídos,
para el bajo
atropelló;
40
Y atrás de él su perro bayo,
que, no
hallando en el camino
a quien
morder el indino,
quiso
prendérsele a un GALLO,
que le cantó:
45
¡Cocorocó!
¡Cocorocó!
Y le dio tal convulsión,
en el bajo,
al triste Urquiza,
que recibió
a toda prisa
apenas la
SANTA UNCIÓN!
50
Nº 8
Buenos
Aires. - Julio 23 de 1853.
Memorias de
un PAYADOR y del Organizador
Puede ser tan vanidoso
cuanto el
hombre quiera ser:
pero no es
bueno decir,
de esta agua
no he de beber.
Y en este mundo engañoso
5
cuando el
hombre menos piensa,
otro le hace
un beneficio
en pago de
alguna ofensa.
Evidentemente, así sucede en la vida: y
en estos últimos días toda la paisanada, si no ha visto, a lo menos ha oído las
mentas de la juida espantable que el fantástico y finao Diretor pegó asustao
desde su campamento, atropellando los pantanos hasta caír al río, aonde se
azotó a la agua ensillao y embarrao, y, a juerza de zambullidas, a la madrugada
consiguió embocarse en una chalana o qué sé yo.
¡Óiganle al duro y se duebla! Pues bueno;
y supuesto que todos sabemos también que don Justo el juidor no se hubiera
escapao, a no ser por los grandísimos favores que le han hecho hasta sacarlo
medio a la cincha los Sres. Cipotenciarios Uropeos: cosa que endeveras me ha
gustao, porque esos caballeros uropeos, en otros tiempos aciagos para los
Argentinos, también en sus mesmos barcos amparaban a muchísimos paisanos y los
salvaban de que la Mashorca (con perdón de la infusión) les tocara la Refalosa,
y porque yo también, viéndolo apurao, no digo a cualquier paisano infeliz, al
mesmo Diretor lo hubiera alzao en ancas. Sí, señor: y digo lo que siento.
Con todo: al reflexionar lo favorecido
que se ha encontrao Vuecelencia por los caballeros Naciones, se me apresenta un
cabe muy lindo para hacerle al triste Diretor un recuerdo de cierto caso, muy
al caso y acorde con la primer copla de este Gallo nº 8.
Y mucho me alegraría que con esta
lecioncita, tanto el vanidoso don Justo, como otros tantos ambiciosos y
soberbios, medio se arrosinen siquiera en vista de los vaivienes del mundo y de
la fortuna.
Dígole, pues, al auditorio, y digo la
verdá: que, allá a fines del mes de julio del año cincuenta y uno cuando
invadió don Justo José a la Banda Oriental, aonde se le hacía el campo orégano,
como que se iba a la fija con una reserva de diez y seis mil soldaos
brasileros, y dos mil correntinos superiorazos, contando en ancas también con
la mitá de todos los Orientales, y de yapa con las tropas porteñas que estaban
con Oribe aburridas de éste y más aburridas de don Juan Manuel Rosas; entonces,
pues, el balaquero bravo Diretor, en cuanto atravesó el Uruguay y que se le
pasó el general Servando Gómez con todos los Orientales, don Justo, viéndolo a
Oribe en el refaladero, se le fue encima media al galope con la vanguardia
entrerriana, y a pesar de que era en lo más rigoroso del invierno, la
vanguardia pegaba unas trasnochadas de mi flor, sin oler carne ni tabaco a
veces hasta en cuatro días.
Es de alvertir que Vuecelencia, como
siempre es tan mansito para soltar órdenes, apenas atravesó el Uruguay, de la
costa de Paisandú no más, ya largó una orden de palabra, privando bajo pena de
la vida el que naides pudiera vender aguardiente, y ¡cuidadito!
Pero, como el general entrerriano se iba
sobre el peral, ¡ahi-juna! en cada trotiada avanzaba diez leguas, de suerte
que, aonde acampábamos, el vecindario no podía saber las órdenes que don Justo
José había largao diez leguas a retaguardia, y mucho menos cuando la vanguardia
entrerriana rigularmente ocupaba algunas veces ciertos campamentos, lueguito
que los abandonaban los soldaos de Oribe.
Pues bien: un día, ahora no me acuerdo
fijamente del día ni del nombre del paraje aonde sucedió el caso arriba
prometido, que fue así como sigue.
A poco rato de acamparse la vanguardia,
sucedió que estaba Vuecelencia junto a su carpa, cuando alcanzó a ver a un
tape, soldao de su escolta, el cual venía a pie medio ladiándose; apenas don
Justo José le echó el ojo, ya se atufó y mandó que le trujieran al pobre tape,
el cual, a la voz de "el general te llama", cabrestió todo achuchao y
encogido, y sacándose luego el sombrero lo llevaba agarrao con las dos manos
como apretándose el umbligo, y como hacía muchísimo frío tenía atadas las
carretillas con un pañuelito viejo. Así fue como se le presentó el soldao a
Vuecelencia, que al istante le dijo colérico:
-Sacate ese pañuelo de la cara,
lechiguanero.
-Velay, señor, me lo saco.
-¿Diaónde venís?
-Vengo de allisito, mi general.
-¿Diaónde? decime pronto.
-Velay, señor, de esa casa que está en la
cuchilla.
-¿Y por qué te has apartao del
campamento? ¿no sabés, hijuna gran p... cómo se sirve conmigo?
-Sí, señor, mi general: pero la verdá, me
arrimé a las casas... de hambre y por ver si trajinaba...
-¡Umb!... ahora yo te haré trajinar y que
se te quite el hambre, ¿Por qué no has comido, borrachón?...
-Pero ¿el qué, señor? si al cruzar el río
Negro se me cayó en la agua una tumbita que traíba a los tientos, lo que se me
mojaron; esto hace ya cuatro días, y como no hemos vuelto a carniar...
-¿Y qué has comido ayer?
-Nada, señor: antes de ayer sí, de
mañanita me allegué a la carpa del mayor Gómez que estaba junto con el coronel
Fausto, y allí me comí dos velas de sebo, lo mesmo que el mayor se comió cuatro
y otras cuatro el coronel Fausto.
-Callate, ladronazo mentiroso: ¿cómo no
has hallao qué churrasquiar, y has encontrao cómo emborracharte?
-Si no estoy en pedo, señor, sino medio
templadito, y eso... porque sentía tantísimo frío, que...
-¡Umb!... ahora te haré quitar el frío y
la tranca; pero decime, ¿diaónde has sacao qué chupar?
-Señor, como llegué a las casas y no
había nada más que comprar, gasté un rialito de anís, que me vendió...
-Que te vendió ¿quién? Andate ahora mesmo
con estos otros maulas, y traíme acá al que te vendió aguardiente.
-Sí, señor: a la juria.
Lueguito no más salió el tape con otros
tres soldaos de la escolta, rumbiando para las casas, diaonde al ratito
volvieron trayendo medio al trote al pulpero, que era Nación, medio bozalón en
castilla; quien además llegó enteramente asustao a presencia del Diretudo,
mucho más cuando lo vio con casaca entorchada y con el sombrero echao sobre los
ojos, que le relumbraban como ascuas, y con las narices hinchadas de puro
guapetón. Al recebir al pulpero díjole a gritos
-¿Quién es usté? diga pronto.
-Yo sui francé, musiú le general: a votre
servicio,
-¡Umb!... acá no estás en Francia: y yo
no necesito servicios de gringo ninguno.
-Güi, musiú le general.
-Déjese de musiú: hable en castilla: ¿qué
anda haciendo por acá?
-Bien, musiú: yo está la pulperrí que
tiene la casa sur la cuchille.
-¡Umb!... yo te daré musiú cuchill,
pícaro gringo.
-Pardone moa, musiú le general, yo no
comprán.
-¡Perdón! respuenda: ¿por qué me ha hecho
mamar a este tapo saltiador?
-Yo no comprán pas, yo sui francé.
-Yo no le pregunto si le ha comprao pan
francés, sino ¿por qué le ha vendido aguardiente a este soldao borrachón?
-Bien: a present, yo antiend poquit: le
soldat ma achetá et yo lui vendu...
-¡Ah, pícaro tape! (al soldao) ¿con que
vos le has sacao un machete a este otro diablo para que te vendiera a la
juerza?
-¡Diaónde, señor! yo no le he sacao nada
al hombre; sino que me desprendí el cuchillo para sacar un rial que traíba
entre la vaina, y con ése le pagué el anís: ¿no es verdad, patrón?
-Y entonces, vos, pícaro carcamán, ¿a qué
venís mintiendo con que te han sacao machete?
-Maintenant, dijo el Francés, abriendo
tamaños ojos, yo no comprán pas, parce...
-¡Qué mi teniente ni qué aparcero! echate
al suelo: y vos, tape borracho, degollalo aquí mesmo a este gringo, para que
sus paisanos apriendan a respetar mis órdenes.
Como al vuelo desenvainó el tape un
alfajor de dos tercias, y con la zurda quiso echarle la garra al Francés, que
en cuanto conoció el peligro, todo atribulao y llorando (repito que esto es verdá),
se tiró al suelo, y se le prendió de las patas pidiéndole clemencia al
Diretudo. Al mesmo tiempo el mastín Purvis también se le afirmó en un costao al
afligido musiú, y del primer tarascón le arrancó media chapona con camisa y
todo, y de yapa una lonja del sobre costillar.
Entre tanto, el tape y otro soldao más a
tirones querían despegar al Francés del lao del Diretudo; pero, para eso era
menester arrastrarlos a los dos, porque el Francés ni por los diablos lo
largaba, hasta que, en fin, a la cuenta el general, temiendo que el Francés
desesperao lo mordiera, les mandó a los soldaos que se retiraran, al mesmo
tiempo que el infeliz pulpero, rendido de luchar por la vida y bañao en sangre
y sudor, quedó medio desmayao a los pies de don Justo José; quien apenas se vio
libre de los brazos del pobre musiú, dándole una patada despreciable (¿se
acuerda, señor custitucionero?) le dijo estas cariñosas palabras:
"¡levántate, gringo de m... flojonazo!" ...y luego, dirigiéndose en
rueda a muchos jefes que allí se juntaron a la bullanga, les dijo también el
Diretudo: "velay tienen un diseño en este gringo trompeta de lo que son de
guapos todos esos Franceses mentaos de paisanos de Napolión!... Sáquenlo de mi
presencia, y suéltenlo, que se vaya a la gran p... que lo p..." ¡Ah,
general guapo!
Lueguito sacaron de allí a la rastra al
pobre Francés, el cual, esa mesma noche, así mesmo todo estropiao y mordido,
echó a juir campo ajuera, y al otro día me asiguran que amaneció de aquel lao
del Yaguarón en la costa de Portugal, como a sesenta leguas de la cuchilla,
aonde dejo abandonada la pulpería, para tener que acordarse toda su vida del
Guásinton de la América del Sur.
Ahora, díganme, paisanos: ¿se podrá
presumir que un hombre tan cruel y soberbio como se mostró don Justo en esa
ocasión, llegando a titularse el Diretudo de la docena del flaire, y teniendo a
su mando escuadras, y ejércitos y cotigentes, saliera de San José de Flores
disfrazao de tahunero y juyendo asustao por cuatro gritos: y echándose por fin
en brazos de los Urupeos, y muy particularmente en los de los paisanos del
famoso Napolión?... ¡La pu...rísima en el caráuter!
En fin: Dios lo ayude en su tierra, si lo
dejan ganar a Montiel, diaonde ya el hombre no debe volver a salir a los campos
en toda su vida; porque si yo me viera en su situación, antes quisiera ser
perro cimarrón o montaraz, y no que por ahí salieran los paisanos equivocándome
con el Diretor ESPANTADIZO.
Ésta es la
causa de los que hicieron, hacen o harán bien y mal por lo atrasao y lo actual.
Primeramente: hacen mal los que le piden
al Gallo que cante así o asao, porque Aniceto es gaucho independiente, y no
canta al gusto de naides, sino al son de la Libertá y por la LEY asigún la
comprende; y no palmea ni afloja a los gordos, pues el Gallo en toda su vida
sólo ha comido de lo que ha sabido escarbar trabajando, y no a costa de los
gobernantes ni de los gobernaos, de quienes sólo precisa que lo hagan respetar
como a gaucho bien portao.
Eso sí: muy bien hace el Gallo en
confesar que las pocas plumas que le han quedao, después de la tremolina, se
las debe a la Guardia Nacional; porque, si no, lo hubieran desplumao cuantúa: y
todavía ¡quién sabe! aunque ya no es tan fácil.
Los paisanos de pajuera hicieron mal, y
pior lo harán si otra güelta salieran cabrestiándole a cualquier diablo
revolucionario de esos que salen redepente a rejuntar gauchos como animales,
para traírlos y hacerlos peliar con los puebleros, que son tan gauchos como los
de pajuera, y al fin paisanos, y aparceros y parientes unos de otros: mientras
que los revoltosos que arman las pendencias sacan el cuerpo a las balas, y sólo
se ocupan de cueriar todas las haciendas y de tragarles por cuatro riales las
sementeras de los pobres gauchos. Así pues, en adelante hará muy bien cualquier
paisano, de prenderle hasta la virola al primero que fuese a tantiarlo para
armar otra revolución.
Además, harán muy lindamente los paisanos
en no creer ya en opiniones, ni en que naides todavía tenga partido en esta
Provincia, a no ser el gobierno que se calce POR LA LEY, a quienes los
puebleros y los campuzanos debemos obedecer; y raírnos de las fantasías de
algunos maulas ladronazos que rodaron fieramente junto con el Restaurador
viejo, y todavía andan echándola de príncipes destronaos, cizañando y
revolviendo, ganosos de volver a dominar a los paisanos a cuchillo y estaca,
como los trataba en Palermo y los Santos Lugares cierto PAJARRACO fantástico,
que ahora, fresquito, ha manotiao bastante y que antes era uña y carne con el
tigre de los 20 años!
Por último: más que bruto debe ser el
gaucho porteño que se someta a la esclavitú de naides, en nuestra tierra, aonde
para agenciar cuatro pesos no falta en los campos muchísimo en qué trabajar, y
hay tanta nutria que cueriar y tantísimas mulitas y perdices que comer, sin
robarle un güevo a naides: y por fin, el paisano más lerdo sabe jugar mal al
truco, y ocuparse en eso es más razonable que hacerse matar al ñudo, mucho más
cuando cualesquiera paisano bien portao vale lo mismo que un rey -por la razón
y la ley. -Adelante.
Harán muy mal algunos de la manada de los
alzaos y coludos en venirse a relinchar garifos por entre las casas, después de
tanto que han retozao y manotiao y engordao pajuera; y harán muy bien si se
escuenden siquiera hasta que se pase la escasez de lana y cerda, porque si no
los Nacionales y paisanos, que se han atrasao en esta trifulca, pudieran en
desquite quererlos raboniar, cosa que el Gallo no aconseja ni aprobará, pero
que no lo extrañará, teniendo presente cierto refrán que dice: ¡DEL LOBO UN
PELO!
Harán muy fiero los que manejan los
títeres, si ahora, después que se pasó el día de San Pedro y San Pablo, recién
se les antoja el ponerse a jugar a las comadres y compadres con los mesmos que
el mes pasao, cuando fue tiempo, no quisieron divertirse con los placeros a ese
juego... ¡sino a las BOCHAS, con las cuales nos tiraban!
Más lindo hará el Gobierno, si, por los
grandes servicios que ha hecho a la Patria la CHISMOSA, le manda echar una
camisa blanca encima, porque, como la infeliz ha servido sin sueldo ni cargo en
que poder pelechar, velay, al concluirse el pericón, se ha quedao muda y en
pelota. Además, será bueno agradarla en razón de que todo lo que decía la
Chismosa lo averiguaba de su compañero y amigo San Miguel, el cual se lo hacía
vomitar al Diablo, como que está a la vista de que hasta hoy lo tiene apretao;
de suerte que también será bueno quedar bien con el Santo, desde que hoy en día
están saliendo algunos otros diablos, a quienes pudiera ser necesario
apretarlos, sino junto a la torre de la Chismosa, a lo menos junto a la torre
del Cabildo.
Hacen bien y bueno los defensores de la
justa causa, en decirles: ¡zape, diablos! a ciertos gatos montaraces o
montoneros, porque otra vez pudieran querer arañarlos a un descuido: y no hacen
mal en pedir alguna siguranza por las dudas.
Últimamente, la señora Junta de
Representantes ayer se ha portao muy en su lindo al hacer la nombrada del nuevo
Señor Gobernador. Y por fin: el famoso Congreso custitucionero, aunque sea
juyéndose allá entre los Guaicuruces, hará muy bien si declara en alta voz de
que al yesquerudo Diretor lo han trajinao y fundido en Buenos Aires, echándole
las CUATRO COSAS a tiempo, y sin más comodines ni cotigentes que:
Las PORTEÑAS,
La GUARDIA NACIONAL,
La GOBERNACIÓN,
Y la BATERÍA poderosa que le descargó el
Sr. comendante D. BERNABEL ESCALADA.
¡Y viva la jugada...! ¡y la
portellada...! ¡y la paisanada!
Nº 9
Buenos Aires.
- Agosto 4 de 1853.
De cómo fue
zapallada la batalla de Caseros. -Planes de don Justo para la organizadura de
otra Republiqueta Urquizana, y consejos del Gallo a los custitucioneros
Los paisanos letores y aficionaos al
Gallo dispensarán el que me haiga empacao tanto para soltarles el número 9, en
razón de haberme visto algo atrasao de salú en la semana pasada; y así mesmo he
salido algunas veces a rastriar noticias, ganoso de saber con siguranza aónde
diablos fue a tirar la rienda el enjabonao Diretor juidor y espantadizo; pero
hasta ahora, sólo me han dicho (¡quién sabe si será verdá!) de que el hombre
alcanzó a llegar a su tierra embarcao! y, en seguida del último sustazo
fresquito, que se pegó en el Uruguay, al cruzar por junto a una boleta de
guerra porteña que le tendió la ala por esos laos de Martín García.
Al cabo, después de ese sinsabor, diz que
Vuecelencia llegó a Gualeguaichú, pueblo de su Quitapenas; y, a pesar de que
allí trató de disimular el julepe que llevaba de la costa de Buenos Aires, no
lo fue tan fácil, y al fin resolvió el desembarcarse, y se apió todo lleno de
chichones, muy dolorido, y completamente machucao de resultas de tantísimo
golpe que sufrió, a causa de los vuelcos y la rompedura del maldito carricoche
que ajenió en San José de Flores para su juida tenebrosa del 13 de julio,
cuando Vuecelencia por esos andurriales de las Blanquiadas tuvo la desgracia de
empantanarse como rana, y la fortuna de saltar como un mono y prendérsele a las
ancas de un chaná soldao; el cual en esa trifulca también se asustó fiero,
desde que a Vuecelencia, con cargo y todo, de un rempujón lo echó al río con el
agua hasta el encuentro, diaonde el Diretor azorao y medio haciéndose tortuga
se echó a nadar, y felizmente, opilao de agua turbia, al fin consiguió salvar
el bulto en un barco... ¡Toma Custitución! ¡Métete con los Porteños!
Después de todas esas aventuras
custitucionales, me cuentan de que, en cuanto Vuecelencia llegó a la casa de la
Comendancia en Gualeguaichú, se lavó con agua de olor hasta los talones; y,
apenas se acacharpó de casaca bordada y su vericú colorao, mandó armar un baile
rigularón para esa mesma nochecita: en el cual, Vuecelencia fue el primerito
que salió haciendo punta, y ya también se le agachó a tres contradanzas, pelo a
pelo con dolores y todo, hasta que algo fatigadón, allá a la media noche se les
hizo perdiz del fandango, y acollarao se largó... dicen de que a morronguiar
calientito y entregao a los deleites del dios Cupido. ¡Ah, gaucho toro!
A la cuenta, esa noche en Gualeguaichú,
le darían friegas a Vuecelencia, porque me asiguran de que amaneció algo
aliviadito de los chichones, aunque siempre dolorido y trasijao: pero, así
mesmo, con dolores se sopló en una galera y salió rumbiando a Gualeguaicito.
Digo yo que iría a salir de cuidao en su estancia mentada de San José.
Muy bueno: me alegraré que haiga llegao
con salú; y, vamos a cuentas.
Pues, señor: parece muy natural y
razonable el que, después de los amargos desengaños que lleva Vuecelencia de la
Provincia de Buenos Aires, se habrá desalucinao y convencido de que su
ponderada vitoria de Caseros no fue tal batalla sangrienta y reñida, sino una
zapallada que tuvo de ojito o de fortuna, debida a la falsiada intencional que
le hicieron todos los Porteños al Restaurador viejo; de quien, como decía desde
muy atrás el paisano Donato Jurao, ya toda la paisanada estaba como está y
estará hasta el pelo de aburrida y resabiada de la memoria de Rosas: y así es
que lo maldicen incesantemente al reculao tirano, como a toda su pandilla de
ladrones y despotones que, apadrinaos por don Juan Manuel, 20 años de un tirón,
han aterrorizao y aniquilao esta tierra, degollando, azotando y esclavizando a
los Argentinos de toda laya, y muy particularmente a los pobres paisanos de la
campaña; a quienes cualesquier comandantón de Rosas los destinaba para soldaos
eternos; y luego, por escuadrones enteros les sacaban el guano haciéndolos
trabajar en fainas y cueriadas y sementeras, sin más provecho que el de ver, al
fin de sus fatigas, de que los verdugos, jefes o gurupieses del Ilustre
(algunos, no digo todos), resultaban ricos poderosos, llenos de estancias y
palacios, alquiridos a costa de la miseria, las lágrimas, la sangre y el sudor
de los pobres gauchos, de quienes esos diablos orejeros del Restaurador se
creían amos albitrarios, como hasta ahora se presumen serlo todavía: en primer
lugar, el príncipe de los Santos Lugares, opulento ricachón de ocho millones,
quien todavía ambiciona a humillar y sobajiar más a este pueblo desangrao, que
tantos años ha sufrido su albitrariedá y altivez, y la de otros verdugos del
Restaurador que hoy se ostentan entre los buenos patriotas, después de la
grandísima parte que han tenido en esta última solevación, que ha costao la vida
de tantos infelices, padres de familia, y la completa ruina y desolación de
nuestra campaña... ¡Malevos!
Y véanlos con el descaro con que se
apresentan, en esta ciudá mártir y destrozada, a disfrutar de sus robos
inmensos... Pero, si en adelante no se someten a respetar al Gobierno, y se
acomodan a vivir trabajando, y particularmente no tienen, la concencia de
devolver siquiera la cuarta parte de lo que le han robao a tantísimo infeliz,
el Gallo les promete a esa pandillita de ahijaos del tigre de Palermo, y esos
poquitos comandantones que han sido tan crueles azotadores y estaquiadores de
los pobres paisanos, que los he de destapar hasta las uñas, con pelos y
señales, para que en todas partes los conozcan, los maldigan y los acosen,
echándoles hasta los perros bravos encima.
No hay cuidao: y, como le iba diciendo al
fantástico Diretudo... Por el completo resabeo y aburrimiento de los paisanos a
respeuto de Rosas y todos los tiranuelos que puedan salir en adelante, por eso
le aflojaron en Caseros, y don Justo salió echándola de vencedor y
perdonavidas; pues si allí los Porteños lo hubieran peliao de firme, puede ser
que lo hubiesen basuriao o cuando menos aventao a los infiernos: como ahora,
velay, de San José de Flores, con todas sus alianzas y cotigentes, lo han hecho
juir espantao tan sólo una cuarta parte de esos, mesmos Porteños que le
aflojaron cuando la zapallada, pero que en esta patriada le han hecho pie en
las trincheras de Buenos Aires, a la par de los cajetillas que Vuecelencia
quería tuzar por domagogos, y ayudaos lindamente por cuatro paisanos de
pajuera, con los cuales el señor general FLORES, de atrás y a su tiempo, le
largó a Vuecelencia un ¡VALE CUATRO! y con el grito no más lo zambulló en el
río.- ¡Óiganle al maula! Con que así, olvide su fantasía de ñaupas, y permítame
proseguir tratando de otras cosas.
Últimamente: ahora... por supuesto, como
ya le conozco las camándulas pulíticas a Vuecelencia, estoy maliciando que el
hombre, después de medio se le haiga pasao el susto de la juida, en cuanto se
ha revolcao a su gusto allá en su tierra con dolores y todo, ha de estar
encelao, y así lo calculeo hurguniando, y cavilando otra güelta en el cómo
restaurar la Direturía de las catorce y pico, que se le escapó de entre las
uñas, gracias a la ciega obedencia que le prestó al Congreso Custitucionero,
asigún lo declara Vuecelencia en la última proclama que nos largó al disparar
de San José de Flores: pues en ella confiesa mansito que el tal Congreso
Guaicurú le ordenó el que se dejase de la organizadura y la retaciaduría de la
provincia de Buenos, Aires y se largase a su tierra... ¡Ahi-juna, el Diretudo
embustero!
Muy lindo: pero, yo respuendo de que a
pesar de todo ese ordenamiento congresudo, Vuecelencia, como está acostumbrao a
echarla de potestá, ha de porfiar cabuliando y revolviendo, siempre tirando a
calzar cuando menos la direturía de la docena del flaire; pero también, cuasi
asiguro que todos sus maquines los ha de hacer desde Entre Ríos no más; porque
se me hace que don Justo José no vuelve a esta provincia ni por los días: sin
embargo de que no ha de faltar quien lo llame, y de que del mesmo Entre Ríos y
de Montevideo todavía algunos liendres desalmaos han de forcejiar por
ilucinarlo con grandes promesas, a fin de hacerlo atravesar el Paraná, aunque
sea a picanazos, para venirse esos diablos de lejos y atrás del Diretudo al
manoteo de los cuerambres y los trigos; y luego, si acá la justicia anda
lerdiando, entrarse a vender lo que haigan robao, como he soñao de que lo están
haciendo algunos que fueron teruteros soberbios y copetudos, y que hoy,
riyéndose de la orfandá y miseria que han sembrao, en Buenos Aires, están
haciendo bailes por las calles, de naciente a poniente. Sí, señor, y ¡COCOROCÓ!
Ahora bueno: para que mi sueño no se
vuelva una rialidá, a los poquitos güifaros urquizanos que por acá se nos andan
fingidamente echando por el suelo, y a los que andan pajuera matreriando y por
Montevideo cizañando, ya que tan ganosos están de tener títulos y cargos y
manoteos, yo les aconsejo que escuendan las uñas hasta que Vuecelencia le
largue todos los rollos al lazo de sus esperanzas, y llene entonces ciertas
miras que yo y muchos paisanos sabemos que el Sr. Diretudo tenía, a resultas
para si lo desbancaban de la presidencia custitucionuda, como lo han desbancao
los Porteños; y por consiguiente, ahora las pondrá en planta.
A fin, pues, de que se aprovechen y
pelechen a gusto y sin riesgo los que a toda costa quieren armarlo Diretor a
don Justo José, voy a comunicarles dichas miras... Y allá van.
Pues señor: como Vuecelencia es hombre
que no gasta tapujos, y que presume de tener mucho cacumen en el mate para
organicista, me acuerdo que en los primeros días después de la zapallada,
cuando llegó a Palermo, aonde comenzó a barbariar y matar y manotiar, por
supuesto los Porteños principiaron a hinchar el lomo y no querían sufrirlo ni
en la campaña, ni en la ciudá, diaonde solía venir el Diretudo muy enojao a los
corredores de Palermo; y allí, cuando por casualidá me topaba, pretendía
sacarse la punta conmigo diciéndome:
-¡Umb!... Mirá, Aniceto: los Porteños,
tanto los gauchos como los dotores y los de varita, todos son unos bellacos,
porque no me quieren obedecer (y que le obedecían), y se pierden (y que se
perdían): se pierden, Aniceto, porque los he de colgar de las patas uno por uno
(y que los colgaba) a todos, sean del pelo que fueren...
"Así, podés aconsejarlos de que no
anden haciendo montoncitos, sino de que me obedezcan a mí que tengo montón
grande; porque, si me enojo! ¡Umb!... ya te digo, los he de horcar a toditos, o
cuando menos me he de largar a mi tierra (y que no se largaba), y los he de
abandonar (Ah, ¡malhaya! decía yo entre mí) a que se entiendan como puedan,
porque, mirá, Aniceto: yo no pretiendo ni necesito para nada de gobernar en
Buenos Aires porque hace mucho tiempo a que tengo un gran plan: y cualquier día
puedo tomar medidas, para con mi provincia y la de Corrientes, y ciertos
arreglos que puedo hacer (y que le hacían) con el Paraguay y el Imperio,
organizar en el Entre Ríos una República linda y juerte; y ahí tenés que
entonces me reiré de esta tierra y del mundo enterito. ¿No te parece?
-Sí, señor: le respondía yo rascándome la
cabeza, porque me daba comezón la organizadura.
Pues bien, digo yo ahora: ya que Vuecelencia tiene tan a la fija
el costitucionar una República Urquizana, todos los que a sangre y fuego lo han
querido hacer Diretudo de las catorce y pico, velay tienen un cabe para
acomodarse, largándose a la República de Gualeguaicito, y allá le pueden servir
de congresudos, de duaneros, de escribinistas, de generales y coroneles, y
comendantes, ecétera: y les prometo que se pondrán las botas con borlas, porque
don Justo es hombre tan liberal para los salarios empliaos, que al jefe de
polecía de la capital del Paraná le larga treinta pesos al mes... ¡cuando le
paga! Sí, señor.
Con que así, todos los ambiciosos y
revoltosos, en lugar de andar dando cuidaos a la Polecía de esta ciudá, pueden
alzar moño y largarse a la Urquizana, aonde, por la custitución que echará
Vuecelencia, deben darles galantías a todo bicho, particularmente a los gauchos
entrerrianos y foranios; los que pueden acudir con la confianza de que para
adelante el Sr. Diretudo les dará siguridá de no hacerlos degollar por un
chaleco, ni de estaquiarlos porque siembren antes que Vuecelencia: ni
desterrará a los Urupeos porque venden cebollas más baratas que el
custitucionero: ni tampoco se enojará con los vecinos de los pueblos que
compren pan blanco, y no le compren pan negro y jediondo del que Vuecelencia
hace amasar por su cuenta.
No, señor; al contrario: los paisanos
podrán sembrar zapallos y maíz un mes después del Diretudo, y tomar caña todos
los domingos a la oración, cada cual en su rancho, y comer carne con cuero en
las pascuas; y los Naciones podrán vender cebollas después que don Justo haiga
encebollao toda la República. Pero, eso sí, en cuanto al paisanaje, cuidadito,
¡cuidadito!... en gritando Vuecelencia: ¡a las armas! para sostener su
direturía, todo bicho, hasta los quebraos y tullidos, acudirán volando a
presentársele, con las maletas llenas de ropa, buen poncho, y cuando menos una
yunta de pingos gordos, como para hacer una campaña de un año sin churrasquiar
en nueve meses; pues para eso antes les ha permitido sembrar zapallos, tomar
caña el domingo, comer carne con cuero en las pascuas... y ¡Viva el Diretudo
Costitucionudo y fundilludo!
Cortesías de
Aniceto
Al
licenciamiento de los Guardias Nacionales de la ciudá y la campaña; y a los
soldaos veteranos de Buenos Aires
¡Bravos GUARDIAS NACIONALES,
Porteños,
pechos de acero!
a quienes el
mundo entero
aplaude por
ternejales:
ya los
tiranos fatales
5
de estos pueblos
desdichaos,
para siempre
escarmentaos
quedan por
vuestro valor;
pues en alas
del terror
han juido
desesperaos.
10
Será de eterna memoria
un
envidiable diseño
vuestro
coraje porteño
coronao por
la vitoria:
como no será
ilusoria
15
la LEY y la
libertá
que
sostendrán con lealtá
vuestras
armas valerosas,
que ni
Urquiza, ni otro Rosas,
ni el diablo
las vencerá!
20
¡Valerosos Veteranos
soldaos de
la sitiadura!
en cuya
heroica bravura
se han
estrellao los tiranos:
no más
TIGRES inhumanos
25
altaneros
rugirán
en este
pueblo, aonde están
los
INVENCIBLES, los liones,
los
terribles batallones
que los
despedazarán.
30
¡GUERRILLEROS de A CABALLO,
Argentinos
valerosos,
más
patriotas y famosos
que el
Veinticinco de Mayo!
en la vida
cantó el Gallo
35
alabanzas al
botón:
así tengo a
galardón
en decir:
-Los guerrilleros
son guapazos
verdaderos,
y no hay
duda que lo son.
40
¡MILICOS del terne FLORES,
que han
espantao al más bruto,
más vano y
más asoluto
de los ñatos
Diretores!
El Gallo de
mil amores
45
les ofrece
su amistá,
y en
ancas... una verdá
les canta
por sus cabales:
y es, que de
porteños leales
pueden tener
vanidá.
50
Y como gaucho que soy
de todas
luces farol,
a la luna
como al sol
consejos de
gaucho doy.
Lo que ayer
fue ya no es hoy,
55
que es
tiempo de pelechar;
dejémonos de
peliar;
vaya la
guerra al infierno,
que al
amparo del Gobierno
ya podemos
trabajar.
60
Que al cabo, en estos destinos
a cada
paisano es fijo,
que si Dios
no le da un hijo,
el diablo
les da sobrinos;
y a los
gauchos argentinos
65
que nos
gusta enamorar,
para medio
acacharpar
nuestros
hijos, o los de otros,
aunque sea
en domar potros
es preciso
trajinar.
70
Y por fin, caballerazos
los de
pajuera y de adentro,
en
disposición me encuentro
de soltarles
cuatro abrazos;
y también
cuatro balazos
75
le veré a
gusto atracar
al que nos
vuelva a trenzar
en
pendencias o custiones,
para
sostener ladrones
que nos
hagan dijuntiar,
80
Decreto
Galluno
Asigún la
opinión de toda la Guardia Nacional
Buenos
Aires. Agosto 3 de 1853.
CONSIDERANDO aliviar más el descanso de
las fatigas, al cual son merecedores en alto grado los seis batallones de
Guardias Nacionales, después que tan brillante y justamente han sido aplaudidos
y coronaos de flores por las lindísimas Porteñas; y agradecidamente licenciaos
por el respetable y patriótico GOBIERNO de Buenos Aires, al cual los referidos
seis batallones han defendido bizarramente, poniendo siempre valerosos el pecho
a las balas enemigas durante el sitio reñido y sangriento que ha sufrido esta
ciudá invencible: Aniceto el Gallo y las pollitas porteñas han acordado y
decretan:
Art. 1. De todos los Argentinos,
particularmente Porteños, que hubiesen estao en las covachas durante el tiempo
de la pelea contra el Diretudo tamangudo; y de todos los que fueren cayendo de
la otra Banda o de pajuera, y no justificaren que se fueron sin justísima
causa, desde el 9 de diciembre anterior, hasta el 1º de julio último, se
formará un nuevo batallón de cívicos.
Art. 2. A este nuevo batallón se le
atracará el número SIETE que es como le correspuende.
Art. 3. Para que por sus grandes
servicios atrasaos pueda distinguirse de los otros cuerpos de Guardias
Nacionales, el batallón cívico número SIETE usará enastada en caña tacuara una
bandera de bayeta amarilla de doce veras cuadradas; y en el centro de ella
lucirán escritas con CEROTE NEGRO las iscriciones siguientes:
Batallón nº
SIETE de cívicos camanduleros y custitucioneros.
Art. 4. En caso de alarma, este batallón
únicamente hará el servicio del Hospital de Mujeres.
Art. 5. Se encargará del mando y
disciplina del batallón número SIETE a cualquier coronel o comendante, que
también sea camandulero y sietemesino.
Art. 6. Publíquese, ecétera, ecétera,
ecétera.
EL GALLO.
Las pollitas
porteñas.
Por caridá
Al señor
jefe de polecía
Mi señor:
El bocleo aflojó hace mucho tiempo, el
Diretudo también aflojó y muy fiero. Luego, en seguidita, los sitiadores
aflojaron también hasta la presilla del lazo. ¿No es verdá? Entonces, mi jefe,
¿por qué no les manda que afluejen los mercachifles, los pulperos y
almaceneros, y los del Mercao que tiran a dos cinchas? Será bueno, pues, Usía,
que me les pegue un vistazo, y si, se ofrece, un chaguarazo: que en cuanto a
los panaderos, por ahora no se portan muy mal, sin duda por la abundancia que
se alvierte desde que ciertas deidades han dejao de usar mascaritas de harina o
de almidón. ¡Qué lindo! y perdone Usía al pobre Gallo.
Ojo al
Cristo
En el día, asigún vamos,
me gusta de
La Lanceta
la agachada,
o la indireta,
Y POR FIN
¿CÓMO QUEDAMOS?
¡Ojo al
Cristo! no salgamos,
5
después de
las infusiones,
con que unos
cuantos bribones
que andan
haciéndose mudos,
redepente
cogotudos
se nos
vuelvan a respondones.
10
Aviso
Direturial
Habiendo perdido el señor Diretudo, en su
juida, a su compañero el perro Purvis, el cual dejuramente deberá andar por las
pampas de esta Provincia, Vuecelencia afligidísimo promete premiar a cualquier
congresal o custitucionero que se lo encuentre y se lo lleve en algún vapor,
dándole una papeleta para que nunca lo muerda el mastín, y en ancas una devisa
colorada ancha como sobre cincha. Pero... ¡que se le arrime el diablo a Purvis
ni a su amo!
Nº 10
Buenos
Aires. - Setiembre 3 de 1853.
La despedida
Por el deber en que me hallo
de mostrarme
agradecido,
del Público
me despido
soltando el
décimo Gallo
pesares que
sufro y callo,
5
aunque en el
alma lo siento,
me obligan
al sufrimiento
de enmudecer
y callar,
hasta que
pueda soltar
todas mis
penas al viento.
10
Tristes penas que, en resumen,
humilde
confesaré,
tanto me
lastiman que
se me ha
tupido el cacumen:
de balde
algunos presumen
15
que no canto
de pereza;
pero la cosa
no es ésa,
sino que
cierta alcaldada
y cierta
alma atravesada
me han
calentao la cabeza.
20
Así, en desquite prometo,
en saliendo
de un apuro...
que pronto
saldré, lo juro
por mi
nombre de Aniceto,
que en un
ridículo aprieto
25
algunos
camanduleros
y otros
diablos usureros
han de
encontrarse por mí;
(déjense
estar)... Con que así,
adiosito,
caballeros.
30
Y créanme por favor,
que no en
vano cacareo,
y que si
ahora renunceo
de cantar a
lo mejor,
es porque
soy parador
35
cuando
apeligro rodar:
y como sé
sujetar
en su lindo
a mi caballo,
ansí mesmo
siento el Gallo
cuando lo
debo sentar.
40
ANICETO.
Los
reculaos. - El Ruiseñor. - El Gallo. - El requesón. - Bachichin. - Los
pasteles. - Por las dudas. - La leche. - La conomía. - Comer pollo, y largar
pavo...
Hace días que muy a mi gusto me busco la
vida de pescador en el Mercao, y ahí mesmo la otra mañana me colé, como
acostumbro, a tomar las once en una pulpería aonde, felizmente estaba cantando
un medio aparcero mío, nacional de los guerrilleros rebajaos, y mozo a quien
por la buena voz de su pecho le llaman el Ruiseñor. ¡Ah, pico de oro! pero,
¡mire el diablo! en cuanto entró, y el pulpero me soltó el vaso, el mozo cantó
esta copla:
En un tiempo fui fusil
con que
tiraban al blanco:
de fusil
pasé a baqueta,
de baqueta a
saca trapo...
Por supuesto, paré la oreja a la copla, y
con todo, prendao de la buena voz del mozo, y como que de antemano tenía alguna
conocencia con él, cuanto soltó la guitarra me le arrimé con el vaso a
convidarlo, y con buen agrado le dije:
-Amigazo, me dispensará el cariño de
echar un trago: velay caña; y dispénseme también el que le diga en su presencia
de que canta muy lindo, pero muy fiero en la letra, porque con la última copla,
¡por Cristo! que me ha pegao en la mesmísima matadura.
-¡Voto alante! díjome el mozo; puede ser,
cuñao, que al cuhete y sin malicia le haiga acertao en la uñera, porque como
hay tantos maltrataos... y perdone; pero, en fin, me dispensará, porque
mesmamente lo siento.
-Déjese de sentimientos, aparcero, entre
bueyes no hay cornadas: vaya otro trago, y repare que yo soy gaucho liberal y
tan manso que apenas he cosquillao con su versito, porque casualmente también
yo en un tiempo fui fusil y hoy paso por sacatrapo, ¡Ah, mundo! pero en el
mesmo veo a otros tan afortunaos, que antes fueron sacatrapos y redepente se
nos han vuelto trabucos.
-Qué quiere, compañero, así sucede en los
vaivienes y trueques de la fortuna.
-Dejuramente: pero por lo que a mí toca,
en un trueque de los de esa ingratona fortuna, ya lo ve, me han rabajao el
talle; y, de sargento acreditao que supe ser cuando la cosa estaba turbia, hoy,
después de la claridá del alicienciamiento, he reculao a picador de carretas;
pero, ¡qué Cristo! ni por esas me lamento, pues como le iba diciendo, soy
gaucho albitrioso y trajinista en todo tiro.
-Por tal lo tengo, cuñao, y además se le
conoce en la laya. Velay, arme y pite un cigarro.
-Corriente; pues sí, amigazo; a gala
tengo el decir en cualquier parte que, aconforme soy criollo gastador de plata
y voraz, así mesmo, cuando me le agacho al trabajo... soy todo un pión y hombre
de bien a carta cabal. Luego tengo, la ecelencia de que en la redondez del mundo
no hay cargo que me envanezca, ni cosa que me ilucine, mientras que con mi
sudor pueda a entera y lícita libertá agenciarme cuatro pesos, aunque sea
picaniando de sol a sol sobre el pértigo: y no se me anden frunciendo ni
haciéndome asco al verme de chiripá y emponchao entre los puebleros, porque así
mesmo soy tan gente como... velay aquellos militares veteranos descalzos de
chiripá y emponchaos, que están de centinela en las puertas del cuartel, de lo
que algunos se burlan o se ríen, porque no saben que todo eso entra en ahorros,
sí, señor. Luego, por mi derecho en buena ley, eso sí, ni al diablo le facilito
el que me suyugue a un rigor, ni a naides el que me agarre de leva, porque
¡barajo! en ese caso sin duda corcoviaré: ¿no le parece?
-Cabal, aparcero; pero, al verlo
guasquiarse solo, me está pareciendo de que usté anda calentón, porque le han
bajao el talle. ¿No es así?
-¡Che! ¡qué esperanza! ni tal se presuma,
hermanito. Vaya otro trago: y créame de que siendo mesmamente de los reculaos
en la voltiada, eso poco se me importa; en primer lugar, porque nunca he
pretendido ni acostumbro el vivir a costillas de la Patria, desde que no soy
reyuno, y luego, porque encuentro razonable lo que a respeuto y tocante al
licenciamiento me han platicao algunos puebleros acá en la mesma ciudá, sí,
señor:
-Vamos a ver: ¿qué le han dicho?
-Me han dicho de que la guerra está
terminada, desde que el Diretudo se juyó.
¡Ahi-juna! ¿y qué más le han dicho?
-Me han dicho de que por consiguiente,
habiéndose juido el hombre, ya por acá estamos siguros de enredarnos en otra
revolución, a no ser que los gobernantes sean lerdos o menesterosos, cosa que
no hay por qué serlo, desde que todos obedecemos y sabemos de que son hombres
necesarios para arreglar y asigurar la Provincia, ahora que está cuasi del todo
pacificada: y en esta conformidá, me han dicho por fin, que estando la Patria
en paz, los soldaos están demás, y entonces el licenciamiento es rigular y
preciso para hacer la conomía.
-¡Barajo! ¡qué terminacho! a ver, dígame
¿qué diablo quiere decir la conomía?
-Es requesón: comé, Bachichin, (díjole a
ese tiempo, en la puerta de la pulpería, un lecherito criollo a un gringuito
medio bozal y mal engestao).
-¡Requesone! dijo el nacioncito. ¿Cosulé
requesone? -A la cuenta el criollito sería lenguaraz, porque al tiro lo
contestó:
-Es leche cuajada, animal. Comé.
-¡Eh, Muso! duncua a lechi no me piache.
-No te empachará; comé, azonzao, díjole
el lechero, metiéndole el requesón por las narices al nacioncito.
-¡Aspeta, brutui! -replicó Bachichini
enojao: y sacudiéndole al lecherito con todo un sábalo por la cabeza, echó
luego a disparar como un condenao.
Por supuesto, del sabalazo lo sentó de
nalgas al criollito sobre un librillo de pasteles fritos y untaos con miel,
fatura que estaba vendiendo a la orilla de la vedera una tía vieja, que, al ver
su librillo partido, y los pasteles aplastaos, se le prendió al muchacho como
una tigra, y lo empezó a zamarriar; hasta que éste también a lo desesperado le
prendió los dientes a la negra vieja que dio un chillido como una rata y largó
manija, tan pronto que el lecherito se le escapó dentre las piernas, y salió
desmelenao y echando diablos con los pasteles pegaos en los fundillos y enmelao
hasta las corvas. ¡Eh, pu...cha, que nos raímos! hasta que por fin, yo volví a
caír sobre el asunto de la pregunta de mi aparcero el cantor, contestándome:
-La conomía, cuñao, dicen que quiere
decir embolsar y no gastar mucho. ¿Oye? y por eso algunos alegan en el
fundamento de que se suelte la gente, desde que, como antes le dije ya, en la
paz los soldaos están demás. ¿Qué me dice a esta razón?
-Dígole, cuñao, que allá en la Paz o
Cochabamba todo puede suceder, mientras que por acá a usté también lo pueden
voliar con parolas: y dígole más claro, con perdón de la confianza, que usté
facilita con barbaridá, porque cuando menos es cosa triste, después del
baqueteo que hemos sufrido, ser facilitadores y retrecheros, y que todavía nos
quedemos enteramente a la luna, cuando el Diretudo y su pandilla andan al sol,
y toriándonos con el cuchillo pelao. Cabal, aparcero, así puede usté decirles a
los que, hablen de la siguranza, la paz y la conomía, que si atrás del
desparramo de los defensores que han sido de esta patriada, se nos deja caír de
golpe el Custitucionero, pudiera apurarnos otra güelta, si de pronto no echan
mano de la Indiada, que poco gasto le hace a la patria. ¿Oye?
-¡La pujanza en las resultas!
-Pues sí, señor: no hay más remedio, en
un pronto: y de no, escuche una comparancia. -Si usté mesmo (pongo por caso)
haciendo de patrón o de mayordomo en la faina de un aparte, antes de concluirlo
en regla y asigurar la tropa, manda desensillar a todo bicho y lueguito suelta
las manadas al campo y se queda a pie, dígame: ¿si redepente se le alborota el
rodeo, y se le dispara la tropa, ¿cómo diablo la sujeta a tiempo? ¿en qué
muenta su pionada? Pues, amigo, en igual caso nos vemos, si no se remedea el
alicenciamiento tan de madrugada; pues, si cualesquier gaucho foranio nos
atropella y nos pilla a pie y desparramaos, para sujetarlo en el primer
rempujón a los Pampas me atengo: porque, aun cuando podamos tardecito reunirnos
y apretar al diablo, sin embargo, no siempre suele ser fácil una recogida
grande y a la juria. ¿Oye?
-Sí, cuñao: pero también considere que el
mantener un ejército nada más que por las dudas, es una barbaridá por la plata
que se gasta.
-¡Oh! quite, aparcero, no diga: mire qué
fresquito tenemos en la memoria, de que por haber andao ciertos retrecheros
desde muy atrás escondiendo la leche, y por no haber sabido gastar cuatro en
tiempo para sacarse el lazo holgadamente, a lo último medio horcaos gastaron
hasta las uñas; y con todo, cuasi, cuasi nos han hecho sucumbir. Luego, si de
tal riesgo hemos salvao arañando, la esperencia y por las dudas que no dejan de
ser peliagudas, lo mesmo será gastar diez que largar quince, a fin de no
raliarnos tan fiero y de poder asigurar por todos laos los portillos, y no
hacernos andar desparramaos y flacones como la leche del coco, y expuesto a que
otra vuelta el Diretudo Custitucionero, que ya anda embrollando con los
Cipotenciarios Nutriales, se nos quiere venir a cueriarnos: y para ese caso, no
lo dude, es preciso tener truco listo y gordo, y no largar suero: ¿entiende?
-Ahora permítame largarme, porque tengo
un quehacer: pero antes, óigame un verso al colmo, para que usté allá se los
cante a los que platicaron de Cochabamba y la Paz...
¡Cuidao!
caballerazos,
con la manía
de hacer
dejuramente
la conomía,
que a fin y
al cabo
se suele
comer pollo
y largar pavo.
-Y usté ¿tiene madre viva? le pregunté
luego al Ruiseñor.
-La suya, sabe que sí: me respondió y se
me fue.
A las noticias del tratao del Diretudo
entrerriano con los tres señores Cipotenciarios de Francia, de Ingalaterra y de
Nortemérica, se ha calentao el paisano Callejas y nos ha remetido el cuhete de
más abajito.
Remitido de
un gaucho del Sur.
¿Con que el organizador
para juirse
ha echao un TERNO,
metiéndose a
tratador
con gente
del quinto infierno?
¡Será el
diablo el Diretor!
¡Quién sabe de ahí los terneros,
si por el
trato han soñao
volvernos
californieros,
porque a
Urquiza lo han voliao
allá entre
los teruteros!
O si los loros britanos
se habrán
vuelto guaicuruces,
y los
menistros Musiuses
y los
nortemericanos
nos tendrán
por avestruces;
Y se habrán imaginao
corrernos de
a tres mil leguas,
cuando de
allá ni las yeguas
atraviesan
el bañao,
si acá no
les damos treguas.
Y si vienen, ya se sabe
que llegan
siempre aguachaos,
y del todo
trasijaos;
y así, no es
fácil que un cabe
encuentren
por estos laos.
Con que, si hacernos por gusto
anglo -
franchi - americanos
pretiende el
ñato don Justo,
háganse
cargo, paisanos,
¡cómo
estaremos de susto!
LUCHO
CALLEJAS.
El Manetismo
Por la valsa
titulada 14 de julio, y componida por la señora doña Josefina de Barbierí.
Cuento al
caso
En cierta solicitú,
antes de
anoche llegué
a la ciudá,
y me colé
por la calle
del Perú...
En un zaino parejero
5
del andar de
mi mujer,
que lo
aprecea por ser
mansito como
un cordero.
Así, al principio, ¡barajo!
extrañé y me
hizo enojar
10
el lance
particular
que les
cuento más abajo.
Es el caso, que esa noche,
a un trote
muy asentao,
entraba yo
tan holgao
15
como si
viniera en coche;
Y redepente, quién sabe
cómo diablos
sucedió,
que el pingo
se me tendió
al sentir
tocar un clave;
20
Y ya por el costillar
me sacó de
la tendida
entrando el
zaino en seguida
a dar
güeltas y a escarciar.
Ahora lo verás, ¡barajo!
25
dije yo muy
calentón,
y con la
firme intención
de prenderle
al pingo un tajo.
Me arremango y desenvaino
el cuchillo;
pero ¡qué!
30
si yo
también comencé
a dar
güeltas como el zaino;
Y bailando hasta la reja
de MADAMA
BARBIERÍ,
fui a dar y
me le prendí
35
por la
cintura a una vieja;
Y medio como a la cincha
la arranqué
de la ventana,
valsiando a
la veterana
y gritando:
¡ay, que me pincha!
40
Malicié, y quise envainar
el cuchillo,
¡qué esperanza!
no pude en
la contradanza,
ni con la
vaina acertar.
Por suerte, con el polvillo
45
que me echó
a favor del viento
la vieja, en
un movimiento
estornudé, y
el cuchillo...
Se me cayó de la mano;
y al punto
muy alegrona
50
me dijo la
lechuzona:
"ya no
me pincha, paisano;
"Sólo siento que me estruja
un poco,
pero no es cosa:
¡Ay, qué
valsa tan preciosa!
55
¿no es
verdá?" añadió la bruja.
"¡Maldita sea mi suerte!"
le dije, y
quise soltarme;
pero, ¡qué
poder largarme!
valsa, y
valsa, y... dele juerte.
60
"Siga el compás, no se trabe,
compañero,"
díjome
la vieja, al
istante en que
dejó de
sonar el clave.
Y cuando precisamente
65
ambos nos
desayuntamos
y hechos
postes nos quedamos
mirándonos
frente a frente:
Hasta que la veterana,
de fatiga o
qué sé yo,
70
en la vedera
se echó
en cuatro
pies como rana.
Diciendo a gritos: "¡Josús!
¡yo en
zarandeos, qué horror!
¡cuando al
baile y al amor
75
cuantuá les
hice la cruz!
"¿Cómo es que ahora al son de un clave
en la valsa
me he floriao?"
"Porque
la han manetizao
con música,
y no se alabe,
80
Le contesté, porque a mí
también me
ha manetizao
con la valsa
que ha tocao
madama de
Barbierí."
Y por fin, a mi caballo
85
de un brinco
me le senté,
y en cuanto
me acomodé,
salí a dos
laos como un rayo.
Esto es la pura verdá:
y el que
quiera embelesarse
90
por gusto, o
manetizarse,
compre la
valsa, y verá.
Buenos
Aires. Agosto 25 de 1853.
Pregunto yo
Si el señor Gobierno ha decretao
fresquito de que los paisanos no puedan correr avestruces en los campos, y en
esa confianza, redepente se nos deja caír por la campaña el Maldito Diretudo
con algunos tratadores, ¿cómo hacemos? Respuéndame alguno a ver.
Vayan
deputaos
Lista cócora o suplefaltas de
representantes para el pueblo, asigún la opinión de Aniceto y otros que no son
gallos, pero que son pavos.
En primer lugar:
Yo Aniceto el Gallo.
Mi compadre Lucas Sentao.
Mi suegro Roque Callate.
Mi pariente Estanislao Sordo.
Mi tío Benedito el Mudo.
Mi cuñao Agapito Sueño.
Y mi aparcero José Crespín Nalgas.
Ahí tienen Deputiaos de sobra... por si
faltan.
Nº 11
Buenos
Aires. - Marzo 12 de 1858.
¡Ojo al
gallo nuevo!
Velay la estampa del Gallo
que sostiene
la bandera
de la patria
verdadera
del
Veinticinco de Mayo.
El santero don Catalde
5
es quien me
ha hecho la fineza
de pintarlo
a toda priesa
a lo divino,
y de balde.
Es una prueba de afeto
y de
generosidá,
10
que se la
agradecerá
eternamente...
ANICETO.
Empanada
Para el
señor general de aguas mayores y tierras menores, don Usebio José de Urquiza
Señor: yo había pensao
para hoy
viernes, por si ayuna
en cuaresma,
mandarle una
empanada de
pescao:
pero, como
en el mercao
5
anda el
sábalo a caballo
de carísimo,
y no me hallo
en situación
de gastar,
sólo le
puedo largar
esta
empanada de GALLO.
10
Tendrá, eso sí, que morder
si acaso el
hambre lo apura,
porque el
gallo es ave dura
para dejarse
comer.
En fin, si
le dan qué hacer,
15
las presas
échelas juera,
que allá mi
recao pudiera
gustarle,
porque ahí le soplo
un
morrudísimo choclo
a lo gaucha
amasandera.
20
Nicolasa la
Porteñaza.
La situación
sigún ellos, y la mesma asigún yo
¿Quiénes son ellos? A la fija, ésta es la
primera pregunta que en sus adentros se hará cada paisano letor, en cuanto se
eche a la cara esta primer gaceta de la segunda lechigada, que empieza a soltar
el Gallo que clavó el pico la vez pasada, hasta que vuelve al reñidero a
impulsos de las bravatas del Entrerriano Orejano general de aguas y tierra, a
quien todos conocemos por su fama de Diretudo, y porfiao menospreciable a tal
punto, que yo, siendo un infeliz, y apenas lo he sentido relinchar otra vuelta,
ya también, como les avisé, salgo arremangao y dispuesto a pegarle un vigor
hasta aplastarlo, por más alzao y bellaco que se encuentre. ¡Ah, chaná viejo!
Pues, sí, paisanos: ellos son los de
cierta manada de Urquizanos y Rosines, todos de la marca y pelo del Diretudo,
los cuales a un tenor balaquean de tal suerte, que, al oírlos algunos hombres
patriotas que andan retiraos de esta ciudá, y particularmente los provincianos,
quizá creerán que esos diablos tienen algún fundamento en lo que alegan, desde
que nuestros gobernantes los aguantan y se encogen allá, porque dicen que así
deben proceder por respeto a las galantías y la libertá que en el día tienen
por la ley los imprenteros desvergonzaos y embusteros. ¡Muy lindo!
Con esta confianza, toda esa recua de
Rosines al mesmísimo Gobierno de Buenos Aires le canta el cielo, y le dicen
menudamente en sus barbas, que Vuecelencia el presidente terutero es mejor y
más Gobierno que el nuestro; y que por lo tanto la patria toda enterita se le
debe someter, porque, si no, es muy arrejada y peliaguda la situación en que
hoy están los Porteños y las Porteñas, desde que el Diretudo, de puro corajudo
y yesquerudo, está atufadísimo con los primeros, porque ni le hacen caso, ni se
quieren dejar soplar a la juerza la Custitución terutera, ni por los diablos
quieren soltarle las vacas y menos la batería aquella que mandaba el dijunto
don Bernabel Escalada y que hoy está a las órdenes del paisano patriotazo don
Savedra ¡Ah, criollo! ¡no se la vaya a soltar!
Luego, con las Porteñas también está muy
atufao el costitucionero Diretudo y barrigudo, porque siendo éstas el tormento
mayor de los amorosos deseos de Vuecelencia, las muchachas no hay forma de que
quieran bailar con él la contradanza aquella, a que tanto se aficionaba en el
Clubo, porque todas se están lambiendo por largárseles nada menos que con los
lanceros, y eso no aguanta el costitucionero, porque, como ya está pesadón,
malicea que lo pudieran chuciar. ¡Ah, bruto!
Siendo así pues, el general de agua y
tierra se quedará ganoso de todo y por todo, y a los que dicen que la situación
es peliaguda... ¡ahi-juna! dígoles yo que no hay tales carneros.
La prueba está en que nuestro gobierno
los deja no más que ladren a caerse muertos, desde que no nos han de morder.
Además, ya cuasi naides para la oreja al toreo de tales cimarrones; y yo menos
que otro cualquiera, porque ya estoy de balacas rosines hasta el pelo: como que
soy salvaje veteranazo y baqueteao en la defensa de la justa causa que hoy
defienden los Porteños, y de la mesma que, por fortuna, hace una máquina de
años a que se nos resertó ese mesmo gauchaso Diretudo ambicioso, enredista y
pendenciero como morao sin agüela. ¡Cabalito!
¡Qué Cristo! a ver como no se retoba
fiero y nos atropella con los veinte mil aliaos de ñaupas que dice que ya va
rejuntando (¡y que rejuntaba!). ¡Ah, malaya, se le aflojara del todo la
chaveta! pues sólo así pudiera merecer pillarme a tiro (y que me pillaba),
supuesto que yo no pienso juirle muy lejos, aunque voy arrejando a que, si me
agarra (cosa que no le ha de ser tan fácil), no me haga nada, sino prenderme
apenas un chaleco de cuero fresco y cortito no más, así como desde el cogote
hasta el encuentro mesmito.
Como guste: pero, así con riejo y todo,
sostengo y les afirmo a todos los paisanos liberales que el Diretudo tetudo es
un peine, que ni liendres nos dejaría si consiguiera que le agacháramos la
cabeza por las bravatas que nos echa, y las embrollas que nos arma allá entre
algunos provincianos que tiene apretaos o ilucinaos, y con quienes los Porteños
no tenemos queja ni agravio ninguno, y de quienes, a pesar nuestro, estamos
medio apartaos hasta que el Diretudo degollador y manotiador quite su cuero del
titulao Gobierno nacional, y deje que salga cualquier otro Presidente a mandar
a todas las provincias unidas del Río de la Plata... y a Buenos Aires en la
punta.
Velay en plata la única ambición que
tiene la porteñada y su Gobierno, esperando en Dios y la justicia que todos los
provincianos se convenzan de que Urquiza los está pelando y enredando: y que no
crean en su fantástico poder ni en sus bravatas y chismes, porque miente el
Diretudo juidor y zambullidor cuando dice y hace decir, hasta en las gacetas
urquizanas del mesmo Buenos Aires, que esta ciudá y su campaña están
pronunciándose por él, y muy atrasadas, porque hasta los Pampas nos apuran...
¡Ahi-juna, el terutero embustero! A la
vista está fresquito, que a todos los Indios aliaos de ese bruto, el ejército
guapo y morrudazo de Buenos Aires los ha cuereao y arrempujao, espantándolos
últimamente hasta Chiloé y para siempre.
Ésta es la verdá evidente y a macho: así,
todo lo demás que dice el Diretudo tobilludo son embrollas y balandronadas que
suelta, por no soltar la TETA que le está chupando hacen diez y seis años al
Entre Ríos, y para aparentarles a las provincias mucho crédito y poderío, de
miedo que los provincianos mesmos redepente lo echen a ponchazos de la
presidencia antigualla y refalosa, en que sin merecerla se ostenta el 2º don Usebio
de la Santa Federación. ¡Anda, pulpero maula!
Por último, Aniceto les alvierte a todos
los provincianos y en la presente a los amigos Entrerrianos, que los Porteños
ni su Gobierno ni quieren ni arman pendencias con naides, menos con los Argentinos,
como que también lo somos los gauchos de Buenos Aires: y más les alvierto de
todas veras, que la presidencia de Urquiza, con fanfarronadas y todo, ya está
relampaguiándole como candil flaco y se le va por un cuesta abajo; y que de ahí
procede el ULTIMATO ñato y las amenazas del Diretudo uñerudo. De balde se hace
lomo liso, le duele la matadura y corcovea más desde que ha visto que los
señores Gobiernos de Francia y de Ingalaterra han reconocido en amistá la
justicia con que el Gobierno de Buenos Aires, con tierra y todo, se le ha hecho
José de ajuera al costitucionero balaquero, lo mesmo que deben hacer lueguito
todas las provincias Argentinas, despreciando los maquines y balacas de Urquiza
y sus lagañas gurupieses.
Bueno pues: para fundirlo del todo al
Diretudo, si los provincianos no nos quieren ayudar, por encimita aunque sea,
no tienen que forcejear mucho, sino dejarse andar trajinando allá en sus pagos,
mientras nosotros, los Porteños solitos, ya que don Usebio Urquiza nos viene
sacando cuchillo, veremos si le trajinamos la presidencia, las vacas y la
rocinada que ha arrejuntao, descamisando y degollando por diez y seis años a
los infelices Entrerrianos y por orden del calandria don Juan Manuel Rosas, de
quien Urquiza fue ovejero, como perro de presa, hasta ahora que la echa de
potestá y nos sale con las alianzas.
Balaquiando a costillas
del
Emperador,
de la Banda
Oriental
y de
Ituzaingó,
el ombú, el
juncal,
y las
prendas colgadas
en la
catredal
de Buenos
Aires...
prendas de
que han de reírse
hasta los
flaires... y
¡música,
música!
Diálogo
gauchi-beatón
Ayer yo estaba presente
en la mesma
pulpería,
cuando a eso
de mediodía
pasó el
diágolo siguiente.
Al gaucho Roque Limares
5
que,
alegándole al pulpero
sobre el
Paso de Quintero,
nombraba
Cristos a pares:
-¿Cuántos Cristos conoces?
un beato le
preguntó
10
y Limares
contestó:
-No conozco
más que tres.
-¡Jesús! ¡qué barbaridá!
(dijo el
beato y santiguose.)
Sólo un Cristo se conoce
15
¡che, bruto!
en la cristiandá.
-¿Qué dice? Más bruto es él;
en su cara
se lo digo:
tres Cristos
conozco, amigo,
siendo uno
de ellos infiel.
20
Y en prueba de que son TRES,
sepa ¡so
hijo de la gran... pa!
que conozco
a Cristo el pampa
y al
cristiano Cristo inglés.
Como conozco de fe
25
a CRISTO
Nuestro Señor
de cielo y
tierra, y criador
de animales
como usté.
-Bueno, Roque, así será;
(replicó el
beato asustao)
30
veo que me
has trajinao;
pero... dime
la verdá.
Supuesto que has conocido
al Cristo de
Ingalaterra:
de tan lejos
a esta tierra
35
¡a qué
asuntos ha venido!
Porque, mirá, lo confieso,
que algo
dudo y no concibo
¡cómo sea
Cristo vivo
un Inglés de
carne y güeso!
40
-Pues no lo dude, aquí está,
mostrando
ser más cristiano
y más sabio
y más humano
que
nosotros; ¡la verdá!
Y es tan vivo y tan certero
45
y tan gaucho
de una vez,
que le ha
prendido las tres
Marías a un
terutero.
-¿A un terutero? ¡qué risa!
como es
pájaro patudo
50
es fácil...
-No: al Diretudo,
al gran
terutero Urquiza...
Que estará haciendo cabriolas,
y en apuros
después de eso,
porque en el
mesmo pescuezo.
55
¡Cristo le
prendió las bolas!
-Pues, amigo, es una hazaña,
dijo el
beato, y bolsiquió,
y a Limares
le largó
cinco pesos
para caña.
60
La
Ultimatera
Media caña
terutera
No se escuenda de susto
la
Porteñada,
que ahí
viene don Usebio
con una
armada...
-¡Por Jesucristo!
5
la más cruda
y tremenda
que habremos
visto.
A que no nos quita... la curiosidá,
y nos
facilita... y se empaca allá...
Porque ya sabe
10
que le hemos
de atracar
en cuanto
cabe!
¿Habrá hombre más funesto
que el
Diretudo?
vean cuánto
pretexto
15
y agravio al
ñudo...
Forma al presente
por lucirle
al Imperio
de
presidente.
Pues, vení, malevo... Vení, fanfarrón,
20
y comerás
trebo... si estás barrigón.
Yo te ofrezco eso
porque has
de ser un duro
si comés
queso.
Así paga el
diablo a quien le sirve
Diz que el ingrato juidor,
presidente
mashorquero,
desea
sacarle el cuero
a nuestro
Gobernador.
Confesando de que a gatas
5
le debe a
don VALENTÍN,
ni más ni
menos, al fin,
que el andar
en cuatro patas.
El
Gobernador don Valentín Alsina.
La ilusión
Es tanto lo que alucina
mirar en el
descampao,
al través de
la ñeblina,
a un cuervo
o a una gallina,
o pavo medio
empampao...
5
Que en el campo un Andaluz,
viendo a un
triste terutero,
exclamó
asustao: ¡Jesús!
por la
Santísima Cruz,
¡aónde vas,
joven guerrero!
10
Cortesías de
Aniceto
A LA TRIBUNA
DE LOS RATAPINGAS.
¡Ay, mi alma! Te quiero mucho... ¡A que
te pincho! ¿Pero: por qué a los güeyes flacos les meniás picana, y a uno que
otro gordo le negás macana?
AL NACIONAL.
¡Superiorazo, y échele cuhetes! pero no
se turbe ni se me alargue en los cargos que señala, porque hay muchos niños, y
esos trompos cuestan caro.
A LOS
DEBATES.
¡De mi flor, amigazo! pero no se enriede
en las cuartas ni ponga el freno patas arriba, como en el cuentito de la sulevación
del ejército del Sur.
A LA ESPADA
DE LAVALLE.
¡Guapísima y cortadora! pero que no vaya
a salirse de la vaina.
A LA OPINIÓN
PÚBLICA.
Mi afeto de corazón y... ¡dele guasca!
A LA NUEVA GENERACIÓN.
¡Qué lindo los angelitos! Dios los guarde
y dispongan del cariño de Aniceto.
AL JUDICIAL.
Mi respeto, con tal que me recomiende al
alcaide del callejón de Ibáñez, por si me refalo en algunas eleciones.
Y a los demás que no trato:
La Virgen les dé su gracia y el Señor les
diga: Amén.
El sargento
arrecifero
Cierta sentencia gauchesca
del sabio
rey don Alfonso
dice así:
¡Malo es que a un zonzo
la Virgen se
le aparezca!
y aunque
parece burlesca
5
tal
advertencia reyuna,
desde
Caseros ¡ahi-juna!
Urquiza la
comprobó,
cuanto se le
apareció
la Virgen de
la fortuna.
10
Sólo así, en su cacariada
aición de
Monte Casero,
pudo ese
loco altanero
hacer una
zapallada:
y gracias a
la cuartiada
15
de
Argentinos y Orientales,
y a los
barcos imperiales,
y sobre
todas las cosas,
a que ya
estaban de Rosas
muy cansaos
los federales:
20
Y tanto, que se largó
sin peliar
la Porteñada,
pues ese día
la Indiada
fue la que
medio aguantó;
porque Rosas
disparó
25
el primero y
más temprano;
y yo pienso
que el tirano
tuvo ese
día, en verdá,
más miedo de
los de acá
que de
Urquiza el entrerriano.
30
Entretanto, el terutero
Diretudo fanfarrón,
desde
aquella aparición
y zapallada
en Casero
hasta la
presente, infiero
35
que ve
visiones en sueños,
porque hace
vanos empeños
creyendo en
sus devaríos
gobernar
como a Entre Ríos
la patria de
los Porteños.
40
Pues, ¡barajo! si ha pensao
tamaña
barbaridá,
que se
amarre el chiripá
y se largue
de este lao:
pero que
venga ensebao,
45
porque lo
hemos de apurar
sin darle
tiempo a rumbiar,
como rumbió
en la otra juida
cuando
aquella zambullida
que dio al
quererse embarcar.
50
Véngase a la disparada,
no se haga
desiar al ñudo;
venga, ñato
Diretudo,
que no le ha
de pasar nada.
Yo, cuando
más, una inflada
55
le daré por
balaquero,
y si algún
criollo el yesquero
quisiere
hacerle fruncir,
no se lo ha
de permitir...
EL SARGENTO
ARRECIFERO.
Cuhete
De parte de
la Guardia Nacional de Buenos Aires al nombramiento del señor general de mar y
tierra
Señor
Presidente Costitucionero:
Sabemos los Nacionales
que, para
hacernos la guerra,
general de
mar y tierra
lo han
nombrao sus congresales;
y hallamos
que cargos tales
5
le caen al
pelo, señor,
pues, si no
es navegador
de grande
capacidá,
en Palermo
mostró ya
que es
gaucho zambullidor.
10
Queremos, sí, que nos diga:
cuando tenga
que embarcarse
¿cómo hará
para no echarse
enfermo de
la barriga?
porque el
mareo fatiga
15
y da como
chavalongo;
razón por la
cual supongo
que si se
embarca, a la fija,
en su primer
revoltija
de tripas,
larga el mondongo.
20
En fin, si ha determinao
invadirnos
sin más tregua,
díganos si
vendrá en yegua
o se nos
larga embarcao;
porque acá
está preparao
25
Usebio
patagalana,
quien en
figura de rana
lo batirá
con la popa,
a p...istola
y quema ropa
y a bordo de
una chalana.
30
¡Barajo, qué
pestilencia
será el humo
de esa aición!
la Santa
Federación
que le
valga, Vuecelencia!
aunque
Usebio en su clemencia,
35
como es su
igual y tocayo,
lo más que
hará al fin y al fallo
será
soltarlo apestao,
como se lo
ha suplicao
su
servidor...
40
Cruz Ramayo.
A.
Nº 12
Buenos
Aires. - Marzo 19 de 1858.
Asombro
En las noticias recientes
dicen (como
una gran cosa)
los DEBATES
inocentes,
de que
"una sandía mostruosa
se han
encontrao en Corrientes."
5
¿Colorada o amarilla?
de eso no
dicen, si no
que
"diez arrobas pesó,
y que sólo
la semilla
un barril de
horchata dio."
10
Pues la tal sandía tenía
un grandor
tan formidable,
que su
tamaño sería
más o menos
comparable
a media pipa
vacía.
15
De tal cosa, sólo un payo
se asombra;
porque en CASERO,
un día tres
de febrero,
Urquiza se
halló un ZAPALLO
mucho mayor
que un ternero:
20
Con el cual el hombre pudo
hacer
horchata y licores;
pero hizo
cosas mejores,
haciéndose
el Diretudo
general de
aguas mayores.
25
La visita de
Aniceto
A Ratapinga
Vaya, paisanos: ahí tienen otro nuevo
Gallo que sale medio flojón, porque ya se suena que a Vuecelencia el
Entrerriano general de ambas vías redepente se le ha encogido la guapeza, y ha
reculao la cosa del ultimato, alegando que ÉL no ha soltao tal balaca, sino que
su ministro el cantor de Carolla es quien mandó el documento, sin la conocencia
del señor Diretudo panzudo. ¡Óiganle al invasor de los cotigentes de a quince
mil!
Por supuesto, todo eso que alega
Vuecelencia es nada más que una gauchada; de balde ahora saca el cuerpo y
recula... porque se le chingó el cuhete, luego que el coronel Granada se
basurió a Calfucurá con toda la Indiada que ha ido a guasquiarse al infierno, y
que el coronel don Emilio Mitre le está desde la Loma Negra poniéndole los
puntos al Diretudo Sicofantástico. En ancas, se ha sentao de golpe el balaquero
presidente, porque todos los señores Cipotenciarios uropeos le han hablao
fieramente a respeto de las alianzas con que cacarea el Zambullidor.
Velay la causa de la sofrenada que ha
pegao Vuecelencia, cosa sabida ya por muchísimos nutriales que han llegao del
Paraná ahora poco, y la mesma que yo he averiguao como se las cuento: oigan.
Ayer al tocar las doce llegué de los
Corrales del Alto, aonde me almorcé un matambre con tortas y mucho vino
superior, y medio chamuscao enderecé a la casa de mi amigazo el patroncito de
la Tribuna ratapinga, que vive en la calle de San Francisco.
Pues, señor, en la mesmísima puerta me le
apié; y después de maniar mi potrillo, entré a la casa, y sin ruido me iba
colando hasta el fondo, cuando tuve que hacer alto en la puerta de un cuarto
muy sahumao, en donde estaba el mocito haciendo medio día y sentao como
pegadito a una niña, que da comezón el verla tan primorosa.
Redepente el patroncito, que es un
lagarto de vivaracho, me sujetó dándome el grito:
-¡Ché, qué fortuna, el amigo Aniceto por
acá! Adelante. ¿Cómo está, compañerazo?
-Alentao, patroncito; y me le entré al
cuarto... ¡ojo a la moza!
-Me alegro, amigo Gallo: y así tengo el
gusto de presentarlo a esta señorita mi esposa y su servidora.
-A lo mesmo, patroncito; ya veo que la
niña es una joya, y que usté es muy dichoso en el amor.
-Gracias, Aniceto: ahora sientesé pues en
esta butaca blandita.
-¡Mutaca blandita! que se siente un
maturrango, que yo no caigo más en otro resumidero: ¿se acuerda?
-¿Ja, ja? sí, me acuerdo: pero este
sillón no esta inflado, como aquel en que usté pegó la sumida hasta las aujas.
Siéntese no más con toda confianza y almorzará en mi compaña.
-Le agradezco, patroncito: ya estoy
lleno.
-Sin embargo: probará una omeleta. ¿No le
gusta?
-¿Mulita dice? sí, señor; peludo también
me gusta, pero por ahora sólo apetezco un cimarrón.
-Corriente: al instante le haré dar mate;
tome asiento.
-Vaya, pues, ya que se empeña, le haré el
gusto (le dije), y me le afirmé a la mutaca, la mesma que pegó un resoplido
cuanto le asenté las nalgas.
-Con que, amigo Aniceto, ya sabrá usté
que Urquiza no nos invade por ahora.
-¡Voto al diablo! ¿y, por qué se anda
empacando?
-¡Toma! porque ha consultado el resultado
que tendrá su invasión, y le han profetizado un descalabro.
-¡Vea eso! ¿y quién?
-Un trípodi o mueble profético.
-¡Un tripo! vaya un profeta acertao: pero
¿de qué se ríe, amigazo?
-De nada, amigo Aniceto; y dígame, ¿por
qué viene medio escuálido?
-¡Ñaú, ya empieza con sus terminachos!
¿Medio cómo decía?
Medio pálido y de mal semblante.
-¡Ah! puede ser, porque ahora noches
pasadas rodé muy fieramente con una hembra en ancas.
-¿Y adónde?
-En un pantano.
-¿Y cómo fue usté, que es tan gaucho, a empantanarse así?
-Le diré, patroncito: andaba yo mal
montao la otra noche, y se me antojó apiarme junto a la Recoba a oír la
musiquería del baile mascarao. Luego, cuando iba a retirarme, se me arrimó una
moza de Turca por dentro y juera, porque venía muy divertida: a la cuenta en la
confituría de la esquina le habría menudiao al coñaco y la giniebra.
Ello es que se me prendió y me dijo:
"Ché, compadre, ya lo conozco; mónteme en ancas y lléveme a casa, que
estoy medio en chaucha." Como era mi comadre, la monté ahí mesmo y salí al
tranco rumbiando para el güeco de la Yegua; y al llegar a la casa, en un
barrial medio pantanoso, aflojó el mancarrón y se me dio güelta tan fieramente
que me tapó con hembra y todo. Velay cómo rodó, y la razón por que hasta ahora
rengueo como manco de la cuerda.
-Ya lo veo, amigazo, y lo siento mucho,
aunque considero que su renguera no le impedirá soltar su gaceta. ¿No es así?
-¡Qué esperanza! para eso vengo a preguntarle,
si es evidente la reculada del señor Diretudo.
-Ciertísima, amigo, no lo dude: y así
puede usté decirlo a los paisanos en el Gallo que suelte.
-Pues entonces, amiguito, con su permiso
me largaré a escribirlo para darle a Vuecelencia unos consejos razonables. ¿No
le parece, patroncito?
-Buenísimo, amigo Aniceto. ¿No tiene algo
que recomendarme?
-Nada más sino que cuide a la deidá de su
tortolita presente.
Y me salí suspirando y pidiéndole al
cielo que, de gallo que soy, me trocase alguna ocasión en la figura del
patroncito de la Tribuna y ratapinga.
Alvertencias
y consejos
Voto al diablo, don Urquiza,
que a costa
de su ultimato
acá hemos
tenido un rato
a caírnos
muertos de risa.
Porque,
¡atienda! se precisa
5
para largar
tal papel,
ser lo que
don Juan Manuel
decía que es
Vuecelencia:
loco malo a
la evidencia
y balaquero
como él.
10
Pero... ¡cómo lo han metido
en ese
berenjenal!
¿Quién lo
aconseja tan mal,
y tan fiero
lo ha mecido?
¡Infeliz!...
¿no ha colegido
15
que lo están
precitripando?
la p...unta
y truco, ¿hasta cuándo
todo un
señor SICONFANTA
como un
animal aguanta
que así lo
estén trajinando?
20
Oiga: cada consejero
salvaje que
lo rodea,
aunque le
bale, no crea
ni lo tome
por carnero
es un zorro
que hasta el cuero
25
le ha de
sacar sin sentir.
Oiga,
vuélvole a decir;
mezquíneles
cuanto pueda
las vacas y
la moneda:
mire que lo
han de fundir.
30
Ese tal don Salvador
que allí se
le hace el carnero,
es como
gaucho tambero
y salvaje
volvedor;
nunca dio de
aguantador
35
prueba
ninguna en su abono;
de balde hoy
le sigue el tono,
verá si esa
liendre en suma
no lo
jo...roba y empluma...
en cuanto
asigure el mono.
40
¿Y su ministro, el cantor
sin
guitarra, don Derquis?
de balde el
gato mis-mis
le baila, es
más volvedor;
de ambicioso
y chupador
45
se le
humilla y lo alfatea,
se encoge y
le morronguea;
pero
engórdelo y verá
si al
infierno se le va
con soga,
estaca y manea.
50
Don Galán presumo que
le sea más
pegajoso,
porque, como
es tan baboso
pudiera
pegarselé.
Sin embargo,
también fue
55
salvaje
aunque hoy le conviene
a su lao
hacerse el nene
por mamarle
el corazón;
pero... ya
sabe, patrón,
que quien
malas mañas tiene...
60
De su menestril de Hacienda
poco o nada
le diré,
porque ese
bruto no sé
si es de
freno o es de rienda;
tiene sí
fama estupenda
65
de Salvaje
mordedor,
bellaco,
manotiador,
trasijao, y
medio bizco,
de mal
andar, muy arisco
y a lo
último cociador.
70
Luego, entre sus congresudos,
aunque hay
hombres que apreceo
y respeto,
también veo
que hay
ciertos diablos nalgudos,
que de miedo
o de conchudos
75
sufren allá
barbariando;
pero, así
mesmo ¿hasta cuándo,
general de
Aguas Mayores,
presume que
esos señores
le han de
seguir aguantando?
80
¿No ve que son gamonales,
los más de
ellos habituaos
a vivir
entre alfombraos
y no entre
bosta y barriales?
¿Cómo
presume a hombres tales
85
sujetarlos a
corral?
no, señor,
no crea tal;
llegando el
caso oportuno
se le han de
ir uno por uno
con maniador
y bozal.
90
Finalmente, Vuecelencia,
en la
situación presente,
cuando se ve
claramente
chochando su
presidencia,
ni costancia
ni obedencia
95
aguarde de
esos dotores,
ni los crea
aguantadores,
ni se fíe en
sus consejos,
porque son
salvajes viejos...
ansí han de
ser volvedores.
100
En fin, si se halla apurao
por sus
alianzas potentes,
y tiene allá
cotigentes
para invadir
a este lao,
puede
someter holgao
105
a toda la
Porteñada,
porque el
coronel GRANADA,
MITRE,
CONESA Y PAUNERO
dicen que
por balaquero...
¡qué
Cristo!... no le harán nada.
110
¿No se fía? ¡ja, ja, ja!
nada, señor
presidente,
fíese tan
solamente
del Indio
Calfucurá,
o de HORNOS,
quien, la verdá,
115
aunque
siempre salvajea
y es su
enemigo, no crea
ni tema,
señor don Justo,
que le haga
voliar por gusto,
ni le haga
sacar manea.
120
Palermo de
Buenos Aires, 15 de marzo de 1858.
Anda que te
lamba un güey
Muy acertao hubiera sido que allá en el
Paraná mesmo, esos deplumáticos urquizanos y adulones del Diretudo, cuando éste
les ordenó que mandaran de su parte el ultimato balaquero que le soltó a
nuestro gobierno, muy acertao hubiera sido, repito, el que esos menestriles
teruteros, al ver salir aguas abajo al documento ultimatero, le hubieran dicho
en presencia del sicofanta presidente, no como hoy se usa decir en Buenos Aires
-¡Aónde vas, joven guerrero! sino: ¡aónde vas, carnero! y estoy segurísimo que
Vuecelencia al tiro les hubiera contestao... ¡A VER SI TOPA!
¡Pues no, tirano; y que topaba! por lo
bien que se portó en Buenos Aires, cuando, fiaos en su pobrama famoso, le ayudamos
a voltiar al otro Restaurador de las botijas, y que, en cuanto pisó a Palermo,
empezó a barbariar y se afusiló al coronel Chilaber, sin más causa que, porque
allá en Entre Ríos, cuando el Diretudo era tahúr, el coronel no quiso dejarse
ganar mal, y le atracó unos guascazos por tramposo.
O será por lo que se acreditó con
nuestros paisanos, cuando esa mesma ocasión los hizo matar en tropillas y
colgarlos muertos en los ombuses para amendrentar a los Porteños, y manotearse
luego todos los millones del Banco y todos los armametos y vistuarios del
parque, y por último hasta las ollas de la cocina de Juan Manuel.
Háganse cargo, paisanos, qué custitución,
qué galantías ni qué chirolas puede darnos un diablo así tan sumamente desalmao
y mezquino, que esa vez ni a sus paisanos los Entrerrianos les largó cuatro
pesos, y que hoy mesmo tiene allá en sus numerosas estancias oprimidos a
centenares de infelices provincianos, de los cotigentes que rejuntan, para
sacarles el quilo trabajando para ÉL de sol a sol, desnudos y galguiando de
hambre, sin darles más alivio que una ración de un naquito de tabaco aventao
cada quince días, y una buena cuenta de doce reales cada dos años, y me alargo;
aunque es cierto que les suele atracar hasta trecientos duros por cada falta a
una lista.
¡Infelices! ojalá que los trajera el
Diretudo a este lao del Paraná, y vería si le quedaba ninguno sin venirse a
Buenos Aires, aonde cada soldao tiene prendas lindas con que acacharparse,
buenas armas y buen pingo, carne gorda y abundante, y jefes que los cuidan y
aprecean, y luego ocho pesos fuertes cada primero de mes; sin tener más que
hacer que los deberes de un soldao, no los de piones y esclavos de un gauchazo
federal de mucanga, que, a pesar de que ya es mancarronazo en edá, jamás en su
pu...erca vida le sirvió a la patria, ni para cuartiar carretas, en aquellas
guerras gloriosas, que sostuvieron valerosamente los agüelos, padres, hijos y
nietos de todos los Argentinos, que hoy pretende presidenciar el Diretudo
mondongudo general de tierra y agua, y a lo último de ventosidades. ¡Anda que
te lamba un güey!
La media
caña
En San
Borombón
Salió de las Polvaderas,
rumbiando a
San Borombón,
a mudar de
población,
el gaucho
Lino Contreras:
y no
habiendo ni taperas
5
adonde se
iba a poblar,
tuvo el
hombre que cargar
con toda su
trastería,
y un martes
al ser de día
mandó uñir y
caminar.
10
LA MEDIA
CAÑA EN SAN BOROMBÓN
Una carreta toldada,
sobre un
rodao de mi flor,
y su eje
resuperior,
lecho nuevo,
y bien quinchada,
hasta la
tolda cargada
15
llevaba en
esa ocasión
con trastes
de precisión,
porque ni la
leña es maula...
menos el
catre, la jaula,
las sillas,
mesa y colchón.
20
Era tan acreditao
el tal
Contreras, ¡ah, Cristo!
que en
ningún pago se ha visto
un hombre
más apreciao:
además era
mentao
25
de gastador
muy voraz;
y siendo así
tan capaz
el gauchaje lo
estimaba,
y todo bicho
anhelaba
el agradarlo
a cual más.
30
Al caír a San Borombón
paró la
carreta un día,
y al punto
la gauchería
formó allí
una reunión,
Cinco mozos
de un tirón
35
a la familia
rodearon,
y toditos se
brindaron
a servirla
al pensamiento,
por
supuesto, y al momento
a tomar mate
se apiaron.
40
Como era muy rigular,
la mujer de
Lino luego
mandó a su
hijo que en el fuego
pusiera agua
a calentar
de ahí Lino
mandó sacar
45
medio frasco
de aguardiente...
con el mesmo
que la gente
lueguito
dentró en calor;
y como había
un cantor
se armó un
baile redepente.
50
Velay Pilar, la Porteña
linda de
nuestra campaña,
bailando la
media caña:
vean si se
desempeña,
y el garbo
con que desdeña
55
los entros
de ese gauchito,
que sin
soltar el ponchito
con la mano
en la cintura
le dice en
esa postura:
¡mi alma! yo
soy compadrito.
60
Vean luego que ha llegao
el gaucho Martín
Mirazo
en un
caballo picazo
con otro
mozo enancao:
véanlo a
Martín echao
65
sobre de la
cabezada,
ojo a Pilar,
y más nada,
mientras
Lino complaciente,
al estribo,
de aguardiente
le alcanza
una convidada.
70
¡Martín en esa ocasión
no tomó de
embelesao,
pero a Lino
el enancao
le recibe un
cimarrón.
¡Ché!...
vean el manotón
75
que se pega
en el sombrero
ese otro
gaucho coquero:
sin duda
estará celando
a Pilar,
porque bailando
se le
quiebra al compañero.
80
De ahí miren a la mujer
de Lino, si
se despega
del cantor
Antuco Vega,
que la
empieza a enternecer
luego atrás
se deja ver
85
afirmao en
su picana
al picador
que se afana,
esperando
sólo el caso
que siga la
rueda el vaso
y le
alcancen la mañana
90
Luego está cimarroneando
al costao
del picador
ese otro
gaucho pintor,
que entre
dientes murmurando
y al ñudo
menospreciando
95
el canto y
el baile está:
a la cuenta
encontrará
de qué hacer
murmuración,
o será algún
quebrallón
que nada le
agradará.
100
Tras del pértigo, notando
de la moza
la esquivez
al bailar,
un cordobés
se está así
como rascando;
y al mismo
tiempo desiando
105
bailar un
gato siquiera
con la
Porteña embustera,
porque ya la
está queriendo,
y en sus
adentros diciendo:
¡Ah,
ingrata! quién mereciera...
110
De ahí, miren encarretao
a ese
gauchito travieso,
a fin de
robarse un queso
y una torta
del atao,
después de
haber churrasquiao
115
cuanto es
posible tragar;
pero él no
sabe bailar,
así es que
sólo le importa
limpiarse el
queso y la torta
para tener
que mascar.
120
Velay luego el Santiagueño
poncho corto
tan plantao,
y atrás al
embonetao:
¡qué yunta
para un empeño!
ver al
primero da sueño,
125
y al segundo
da tristeza:
ambos son,
pues, de una pieza
por delante
y por detrás,
fachas
tristes a cual más
de los pies
a la cabeza.
130
Ésta es, pues, la relación
del fandango
improvisao
que armó
Lino el renombrao
cerca de San
Borombón.
Nada faltó
esa ocasión;
135
la jarana
fue completa:
como es
verdá pura y neta
lo que
Aniceto ha contao,
pues todo lo
vio plantao
encima de la
carreta.
140
Al Gallo
Nacido entre níveo muro
de oro y de
plata formado,
viene al
mundo bien dotado
de belleza y
de valor:
su regia y
alta cabeza,
5
por las
leyes celestiales,
trae diadema
de corales
arreglada
con primor.
Su cuerpo lindo y gallardo
es fino,
fuerte y ligero,
10
y el
matizado plumero,
que de arcos
graciosos es,
lleva
incrustado un tesoro
de
esmeralda, de oro y plata,
de rubíes,
de granata
15
y de topacio
a la vez.
Cuando el aura se aproxima
con sus
deditos de rosa
a abrir la
puerta preciosa
tras la cual
encierra el sol...
20
él es el
primer dichoso
que con voz
clara y sonora
saluda a la
bella aurora
que trae oro
y arrebol.
Es celoso, más celoso
25
que la niña
enamorada;
y como lleva
una espada
en cada uno
de sus pies,
por sus
celos dominado,
con sus
armas siempre vela
30
como alerta
centinela
a las puertas
del Harén.
Mientras se halla en su serrallo
él es rey
omnipotente
y si llega
un insolente
35
a querer
robar su amor...
él
orgulloso, atrevido,
alzando el
cuello altanero,
como
valiente guerrero
carga al
rival con furor.
40
Y por ser de estirpe regia
como muestra
su corona,
nunca
esquiva su persona
al atrevido
rival;
y hasta
quedar en el campo
45
o hasta que
él al otro mate,
combate
siempre y combate
el belicoso
animal.
Andrés Algañarás.
Nº 13
Buenos
Aires. - Marzo 27 de 1858. - Jueves Santo.
Semi-papeleta
Algunos leyendo el canto
del Gallo
número tres,
pueden sin
susto tal vez
salir el
Sábado Santo,
Con un buen par de pistolas,
5
por el
riesgo y por las dudas
de que los
tomen por Judas
y les
atraquen las bolas.
A.
Maquines
ultimateros del presidente de los teruteros
¡Qué les cuento, paisanos letores del
Gallo! Sabrán pues, que atrás del profundo silencio en que se ha quedao la
balaca del ultimato urquizano, y la invasión que nos pensó soplar el Diretudo
casacudo con quince mil teruteros aliaos al Brasil, a Calfucurá y los blancos
Rosines de la Banda Oriental, éstos, en lugar de mandarle a Urquiza los dos mil
reclutas, que se decía estaba reuniendo en la otra banda un tal comendante
Batarrica, muy conocido y mentao en Vizcaya, y en el otro lao allá por el
CERRITO, aonde nueve años le sirvió de degollador al dijuntito Oribe, que ahora
ni los diablos se podrán averiguar con él allá por el otro mundo... he oído,
como les iba diciendo: que el tal Batarrica ya diz que no vendrá con el
rejuerzo de los dos mil; pues, lejos de eso, ahora últimamente el blanquillaje
copetudo de la otra banda se pronuncia muy quejoso contra el señor Diretudo,
diciendo que este calandria los ha metido hasta el diablo con su alianza, y que
al fin no les cumple nada de lo que Vuecelencia prometió: pues ni les ha quitao
los derechos diferenciales para que la duana de Montevideo hoy diera un poco
más de leche, ni retira los soldaos entrerrianos de la costa del Uruguay, aonde
están carniando vacas orientales y comiéndolas por la patria... y con cuero.
Y lo que es peor, que ahora se empaca el
Diretudo y no hace la terrible invación a Buenos Aires, cosa en que los
blanquillos Rosines fundaban grandes esperanzas, creyendo que de acá saldrían
en bandadas emigrando los extranjeros y los salvajes unitarios, otra vuelta
para Montevideo a sacarlo de la atrasada y tristísima situación en que se halla,
después de la horrorosa matanza de los más valerosos jefes, oficiales y tropa,
hecha inicuamente en el Paso de Quinteros. -Déjense andar no más los
degolladores, supuesto que a degollar tocan.
Pero lo más gaucho y gracioso que se
suena es, que el Diretudo, habiéndose medio asustao por la nota apretadora que
le sopló el señor Ministro inglés a respeto de la carnicería infame del Paso de
Quinteros, Vuecelencia el Entrerriano cabulista piensa ahora de nuevo garrarle
el lao de las casas al señor Ministro de Ingalaterra; y para eso diz que el
mesmo Diretudo ya está pensando hacerle echar un pial de volcao al Gobierno de
Montevideo mandando a relevarlo con el general don Venancio Flores... Vean no
más, si será cabulista el costitucionero.
Bueno, pues: como el GALLO lo cree al
liendre Diretudo capaz de cuanta diablura puede imaginarse, y como ya se dice
que en Buenos Aires hay muchos patriotas orientales, emigraos y escapaos de la
dijuntiada del Paso de Quinteros, creyendo de lleno en la buena disposición de
Urquiza para voltiar a los blancos de la situación, Aniceto les previene a
dichos patriotas orientales que abran el ojo antes de largarse a Entre Ríos,
como algunos están diciendo que lo harán, confiados en las cábulas que el
Diretudo está ya poniendo en juego, a fin de reclutar a hombres desgraciados
para emplearlos en su servicio, sin darles al fin más recompensa que un zoquete
de carne flaca y muchas roncas y azotes... cuando no se les vaya al pezcuezo.
Abrirlos pues, paisanazos, y no dejarse
prender con bolas de carne.
Carta del
sargento mashorquero Rudesindo el Carancho a su general que fue allá en los
tiempos funestos.
Palermo de San Benito,
cañada de
Miserete,
a diez y
seis de diciembre
del año
cincuenta y siete.
Al Ilustre y Excelentísimo señor don Juan
Manuel Rosas, brigadier general que fue de los ejércitos nacionales de la
Confederación Argentina, Herodes del Desierto, restaurador de las mochilas,
jefe supremo de Buenos Aires y defensor heroico del continente americano.
Señor:
Con su perdón, Vuecelencia,
voy a
escrebirle confiado
en su
federal agrado
y fina
benevolencia,
por
noticiarlo... en la ausencia
5
de su
tierra, donde alvierto
cosas tales,
que no acierto
a
escrebirle; y digo más,
que es
Vuecelencia incapaz
de verlas
sin caírse muerto.
10
Porque ¿cuándo aguantaría
ver
arrumbadas las cosas
que el
onipotente Rosas
en Buenos
Aires lucía?
ni a los
Porteños que hoy día
15
tan fiero se
han solevao
que al
infierno han arrojao
el cintillo
mashorquero...
y al carro
del basurero
el chaleco
colorao!
20
La pandilla del hembraje
unitario
endemoniada
se ha puesto
de cola alzada
y más brava
que el machaje:
toda de
color salvaje
25
se viste,
por decontao:
¡las viera
de lao a lao
andarse a
golpe de taco,
sacudiendo
el miriñaco
y sin moño
colorao!
30
A más de eso la gringada...
del otro
lado del charco
diariamente
llega un barco
y nos larga
una manada:
el mes pasao
de coplada
35
cerca de
tres mil llegaron,
¡por Dios! y
cuanto se apiaron
a pata se
dieron maña,
y en la
ciudá y la campaña
toditos se
acomodaron.
40
Luego entran a trabajar
al istante
se arman ricos,
porque son
como burricos
poniéndose a
trajinar:
ya no saben
qué inventar
45
en frábricas
y maquines,
ligándose
con sus fines
a la
gauchada porteña,
que con los
gringos se empeña
en fundir a
los Rosines.
50
¡Considere pues, señor,
al punto que
hemos llegao
por no tener
al costao
a nuestro
Restaurador!
aunque hoy
le saldrá mejor
55
dejarse
andar por allá,
aonde me
dicen que está
de grasa
hasta los cachetes
de tanto
tragar bisquetes...
que no
tragaría acá.
60
Pues, si viene, hágase cargo,
un muelle
nuevo tendría
que cruzar,
y trotearía
como seis
cuadras de largo,
expuesto a
que un viento amargo
65
le soplase
del mordeste,
y arrejando
a que le cueste
el que ahí
mesmo las Porteñas
lo sacudan
de las greñas
y lo tiznen
de celeste.
70
¡Color maldito! y hoy día
le han
tomado tanto apego,
que hasta celeste
es el fuego
que suelta
la lucería
por una
cañutería
75
llena de
gras de vapor,
que
encendido da un jedor
igual a
orines de gato,
pero dicen
que es barato
y que
alumbra más mejor.
80
Esta jedionda invención
se le debe a
un Mestri-Bagre,
inglés que
hasta con vinagre
se mama no
hallando ron:
este y otro
tal Norton,
85
ambos
parientes de Gestas,
para remate
de fiestas
nos han
traído estos bribones
la cometiva
y güevones
y ruina de
mis carretas.
90
También han hecho una duana
barriguda, y
barrigones
se han
puesto los salvajones
de quienes
la obra dimana:
pandilla
ruin que se afana
95
en hacer
preciosidades,
que allá por
esas ciudades
podrán ser
de conveniencia,
pero que
acá, Vuecelencia,
son puras
barbaridades.
100
A esto le llaman pogreso
los salvajes
hablantines,
mientras los
pobres Rosines
agachamos el
pescuezo,
sin
manotiarles ni un peso,
105
ni hacerles
ningún reproche
al verlos
que a troche y moche
nos
desprecean y arruinan,
y después
que nos trajinan
pasean
holgaos en coche.
110
Bien decía Vuecelencia
con
justísima razón,
"que
los Unitarios son
ladrones tan
sin concencia,
que en la
menor ocurrencia
115
meten hasta
el diablo el codo:"
y si no, vea
del modo
con que un
salvaje unitario
se ha robado
del sagrario
la hostia
con custodia y todo.
120
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Qué miedo!
Dicen que ha dicho don Justo,
barbariando
entre otras cosas,
que Él fue
quien nos quitó a Rosas
y que Él lo
ha de traír por gusto,
y para
darnos más susto
5
dice que
vendrán en yunta;
¡Cristo!
pero, a esta pregunta
¿quién me
contesta? oiganlá:
¿por fortuna
no vendrá
el Diretudo
en la punta? ¡ja... ja... ja!
10
Vaya una
indireuta
Sin duda, hay un platero
por la Conceción,
ROSISTA,
TERUTERO,
y tan quebrallón
que contra
el GALLO
5
dice barbaridades.
¡Si será
payo!
Miren qué
Rosín - tan desvergonzao,
sin duda por
eso - lo habrán desdentao.
Métete no más
10
con el
gaucho Aniceto,
y te rascarás...
¡Hijuna
gran... pa,
cuando el GALLO te suelte
en una
estampá!
15
Al engaña
pichanga
Por la calle del Perú,
explicándose
algo mal,
un Inglés
medio bozal
noche a
noche de surtú
se pasea muy
formal;
5
Y cuando de miriñaque
se le
zarandea Elvira,
así que el
Inglés la mira
por atrás,
le dice en jaque:
"¡andá... culi-di-mintira!"
10
Cacharpas
Señor menistro de guerra,
por lástima
o por favor,
o más bien
por el honor
de la patria
de su tierra...
Alivie a la oficialada
5
infeliz de
la Ispeución,
pues, siendo
tan escasón
el sueldo,
anda aguiluchada.
El Núm. 7
De este número es sabido
todo cuanto
el Nacional
dijo en un
hecho local,
echando solo
en olvido...
Que siete meses duró
5
el sitio
aquel que don Justo
nos puso,
hasta que de un susto
zambulliendo
disparó.
Hoja suelta
Revuelo de
Aniceto el Gallo
Campamento
en la Cañada de Cepeda, a 10 de setiembre de 1859.
Señora doña
Aniceta Rocamora.
Mi querida
esposa:
Sabrás que al fin se ha largao
a caballo el
balaquero
Urquiza, que
desde enero
sin apiarse
anda montao.
¡Cómo vendrá
de escaldao!
5
¿No te haces
cargo, mi vida?
trairá la
cola fruncida
y se tendrá
que ensebar
cada rato,
antes de dar
por acá otra
zambullida.
10
Pero, si en la que pegó
la vez
pasada en Palermo,
con su peladura
enfermo
pudo juir y
se alivió,
fue porque,
apenas montó
15
al bordo de
un barco inglés,
desde el
cogote a los pies
los marinos
lo ensebaron,
y enjabonao
lo llevaron
a
Gualeguaichú otra vez.
20
Mas hoy que vuelve escaldao,
bichoco y
tan barrigón,
y diz que
algo mansejón,
aunque anda
todo trabao,
si lo topa
algún soldao
25
de HORNOS,
en esta flacura
de Rosines,
lo asigura,
lo embozala,
se le sienta...
y lo larga
hecho osamenta
¡con tamaña
matadura!
30
Así, déjalo allegar
aparentando
poder,
que ya
tendrá qué morder
si trata de
relinchar,
o presume
que ha de hallar
35
Porteño que se le cuadre,
ni quiera
hacerlo compadre,
ni pretenda
en estos casos
sino darle
más guascazos
que besos le
dio su madre.
40
Yo al menos, como al fandango
ya me le
pienso afirmar,
y si consigo
voliar
al
presidente guarango,
lueguito me
le arremango,
45
y al colmo
de mi deseo
lo muento,
lo galopeo
a bajarle la
barriga,
y si medio
se fatiga,
o se
aplasta, lo cuereo.
50
¿Qué te parece, Aniceta,
la
intención? ¿no te da risa?
¡pobre
Diretudo Urquiza,
ya está
viejazo y maseta!...
pero, mesmo
así sotreta,
55
a fuerza de
hinchar el lomo
ha logrado
no sé cómo
ser un
malevo sin hiel,
y de su amo
Juan Manuel,
hacer el
segundo tomo.
60
En fin, chinita adorada,
calentamé a
tu tocayo,
cosa de que
largue un Gallo
para la
teruterada:
pues tan
ruin y tan delgada
65
la tiene
Urquiza en enjambre,
que a ÉL
mesmo puede que de hambre
redepente lo
atropellen,
¡ahi-juna...
pu! lo desuellen
y le coman
el matambre.
70
Con que, mi alma, hasta la vista:
que el papel
toca a sus fines,
como tocan
los clarines
ahora mesmo
a pasar lista.
Rogale a
Dios que me asista
75
en la
presente campaña,
y que me
deje dar maña
hasta
conseguir mi gusto,
que es
toparme con don Justo
y trajinarle
una entraña.
80
Después de eso vos verás
cómo todos
los paisanos
luego nos
damos las manos
y ya no
peliamos más;
pues sólo
tendremos paz
85
libres de
ese Mashorquero
presidente
terutero,
manotiador y
ambicioso,
a quien rastrea
hoy tu esposo
JOSÉ ARAOZ
EL LUJANERO.
Nº 14
Buenos
Aires. - Octubre 1º de 1859.
Ahí te
mando, primo, el sable:
no va como
yo quisiera;
de Tucumán
es la vaina
y de Salta la
contrera.
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Don Venancio Undebeita.
Artículo de
fonda. - El refrán veterano. - Mi salida. - Hágome el petizo. - La picana de
don Manuel Pérez. - El cielito. - El truco de Virotica. - ¡Retruco y barajo! -
El güevo. - La chalana y las pelotas. - La chorizada de Bilbao. - Urquiza
alunao. - El coronel Fausto. - Vuelta al reñidero, y allá va el Gallo.
Cuando al general Tristán
lo emprimó
la patria gaucha
hasta
pelarle la chaucha
en Salta y
el Tucumán,
salió
entonces de refrán
5
aquel verso
inolvidable,
por tan
gaucho y aplicable
a todo
golpiao, si en copla
sale un
paisano y le sopla...
¡ahí te
mando, primo, el sable!
10
¿No es verdá, paisanos, que el refrán
veterano es chusco y gaucho? Mesmamente: y por eso como yo también soy gauchón
y ando con sangre de pato, con cierto justo motivao, velay que hago ahora esta
nueva salida, a ver si encuentro algún otro general primo o golpiao, para
atrácarselo en copla bien o mal concertada, y pegue o no pegue, como solía
soltar versos el difunto bendito don Venancio Andabestia, pueta del tiempo de
la pajuela.
Pero antes de entrar en argumento,
alviértole al auditorio, que, en lengua gaucha, el decir un
primo, es lo
mesmo que decir un golpiao, un cantimpla, un tilingo, un zonzo, un lele, un
payo, y la ecétera de don Gaspar...
Adelante.
Hecha esta alvertencia, dígole al
público, que como yo no he pelechao haciendo gacetas, ni presumo de ser
escrebido o versista, ya había tocao retirada a respeuto de soltar más Gallos,
con todo de que a veces me tentaba a largarlo el ver lo que porfía y forcejea
el señor de Urquiza, Diretudo cabezudo, por costitucionarnos, manotiarnos y
sicofantiarnos. ¡Zape, diablo!
Pues, a pesar de tal majadería terutera,
se guía yo mi propósito, y calladito me andaba haciendo el petizo, riéndome
solo en mis adentros del cacareo, las balacas, las proclamas, y la guerra
tremenda y enfurecida del general Colafruncida; pero el diablo sin duda, como
es tan tentador, vino y le metió la cola a mi amigo don Manuel Pérez, quien, de
puro urquizano, renejao y cándido (a lo Limeño), una mañana se puso a
picaniarme, apostándome 200 pesos a que yo no soltaba el Gallo de miedo de la
invasión, cuando el Diretudo don Justo pensó venírsenos con su chalana y las
pelotas de cuero aquellas, que por acá supimos que estaba armando Vuecelencia,
porque en una gaceta de acá salieron las décimas que voy a imprentar abajo de
esta llana, donde las lerá el que guste.
La gaceta decía así
Noticias
frescas de la armada invasora
Buenos
Aires, y febrero de 1859.
Diz que en cierto embarcadero
del Paraná
se halla Urquiza,
armando en
guerra a la prisa
tres mil
pelotas de cuero,
¡cada cual
con su mortero!
5
y una
tremenda chalana
que será la
capitana
de aquella
escuadra pujante,
en que
vendrá de almirante
don JUSTO
Macarandana.
10
Gente sólo le ha faltao
para hacer
marinerada;
pero, con
teruterada
dicen que la
ha tripuliao,
¡diablo! y
que determinao,
15
sin más
barco, ni más flotas,
teruteros ni
gaviotas,
se nos viene
en su chalana,
mandando
Macarandana
la invasión
de las pelotas.
20
Pues, señor, y como les iba diciendo: a
pesar de tales noticias, cuando lo vi bolsiquiar sacando los doscientos pesos
el amigo Pérez, yo saqué de mi tirador otros tantos, hicimos la apuesta con
depósito, y... ¡qué diablos! esa mesma tardecita, a salú de don Manuel el
parador, le canté a Vuecelencia las coplas y el cielito siguiente:
Como mi amigo y querido
paisano, don Eme Pérez,
el chiche de
las mujeres
por idéntico
a Cupido,
de infeliz
se ha presumido
5
que la
invasión cacareada
tiene a la
gente asustada,
y al Gallo
en particular,
lo quiere
desengañar
por medio de
una versada...
10
Aniceto el
Gallo
Cielito del
terutero
¿Con que el tremendo don Justo
ha dao término
a la tregua,
y por fin
montao en yegua
viene a
matarnos de un susto?
¡Ay, cielo!... ¡Barbaridá!
5
de invasión
precitripada,
si es en
yegua preñada,
el hombre
cómo vendrá!
De ahí, si por suerte no pasa
la calor que
hace al presente,
10
¿no pudiera
al Presidente
redetírsele
la grasa?
Mi cielo, temo y supongo
que aun
viniendo el viejo al paso,
si lo pilla
algún solazo
15
se le haga
aceite el mondongo.
¿Quién diablos lo habrá tentao
a semejante
invasión,
estando tan
barrigón
y de yapa
abichocao?
20
Cielito: tome un consejo,
señor don
Justo José,
no se venga,
mire que
para tal
cosa está viejo.
Hay gauchos en esta tierra
25
que
mesmamente dan risa,
pero el
Diretudo Urquiza
con sus
balacas de guerra...
Cielo mío, es por demás
de loco para
esas cosas,
30
de suerte
que a su amo Rosas
¡lejos! lo
ha dejao atrás.
Deje toda esa bambolla
"que ya
voy; que de acá a un mes..."
véngase ya
de una vez,
35
le sumiremos
la bolla.
Cielo, porque es de alvertir
que
colegimos sus fines,
y que se
pela a maquines
para hacerse
RELEGIR.
40
Cese pues de balaquiar,
véngase ya
cuesta abajo
y evítenos
el trabajo
de tener que
irlo a buscar.
Cielo, porque unas gaviotas,
45
que esta
mañana han venido,
cuentan que
se le han podrido
la chalana y
las pelotas.
Hechas pues las coplas anteriores, por
supuesto le trajiné los doscientos al mozo infeliz, los mesmos que cabalitos se
los di de limosna a los pobres de la Recoleta.
Después, a la cuenta mis versos llegaron
a Gualeguaichú, aonde se agravió por ellos cierto Cantimpla llamao Virotica,
quien, de tapao bajo el poncho de un imaginao Barriales, me truco a
desvergüenzas; pero luego supe que allá en Entrerríos no había tal chimango
coplero llamao Barriales, sino el mesmo Virotica, secretario y tiernísimo yerno
del Diretudo, a quien no se le despega bailándole de pelao, o el pelao, que es
idéntico a la gazuza.
De juro, me calentó el manflorita con sus
relinchos, y me obligó a soplarle el tapón de más abajito: y si volviese a
rebuznarme, ¡ahi-juna! le prometo atracarle gallo y más gallo hasta hacerle
largar un güevo morrudo y jediondo, como de terutero.
Velay va el tapón que le prendí: con
permiso del auditorio.
Retruco a
virotica
Señor
Imprentero del Nacional.
Buenos
Aires, a 28 de abril de 1859.
En su gaceta, patrón,
por la
patria hágame un cabe
para la
viruta suave,
que largó a
continuación
por toda
contestación
5
al Virotica
coplero
Barriales y
Cantafiero,
poeta de la
manada
que va a
morder cuando invada
Justo Panza
y Terutero.
10
ANICETO.
Dice un refrán que no es mengua
dar ciertas
contestaciones,
cuando para
ello hay razones;
y, a cada
bruto en su lengua.
¡Barajo! ¡qué versería
puerca la
del tal Barriales!
ahi-juna
pu...! ¿en qué andurriales
ese bruto
nacería?
¿Qué yegua
lo pariría
5
que al pujo
no reventó?
cuando diz
que lo largó
¡con seis
patas! y que al verlo
tan animal,
sin lamberlo,
alzó el rabo
y lo solfió!
10
De ahí, cuentan que entre un maizal
con leche de
choclo y miel
lo crió un
gaucho de Montiel,
hasta
prenderle el morral.
Entonces el
animal
15
de juro se
hizo maicero,
y después de
eso afrechero
insaciable,
hasta que al fin
ya es bruto
grande y Rosín,
roncador y
mashorquero.
20
Pues, ese mesmo bagual
me ha salido
relinchando,
y como
contrapuntiando
de versista
federal.
¡Habrase
visto animal
25
más jediondo
y presumido!
sin duda se
ha persuadido
que
saliéndome a toriar
yo me voy a
calentar;
pero, sepa
ese aturdido...
30
Que a todo bruto Rosín,
que me hace
coplas iguales
a las del
tapao Barriales
le contesto
a lo mastín;
que cuando
un cuzco ruin
35
con ladridos
lo torca,
el mastín lo
desprecea,
y en vez de
echársele encima,
ni le gruñe:
se le arrima,
alza la pata
y lo mea.
40
Después de estos lances, volví a dejarme
andar calladito, pero luego sucedió que, ahora días pasaos en compaña del señor
general don VENANCIO FLORES, cayó de Entrerríos a esta ciudá una pandilla de
jefes, oficiales y soldados, todos Orientales amargos y más coloraos que el
fuego, que es lo mesmo que decir: Salvajes Unitarios.
Entre los nombraos llegó también un amigo
mío de todo mi cariño y confianza, como lo es el señor coronel don Fausto
Aguilar, hombre que en la guerra siempre anda puntiando a vanguardia,
haciéndose el desganao de peliar (con tigres, digo yo), pero que, en
ofreciéndose un entrevero, es capaz de tragarse hasta de a seis teruteros a un
tiempo; y que de yapa todavía se queda lambiendo por un gallo de los míos.
¡Vaya un buitre insaciable!
De por fuerza: cuanto supe su llegada,
enderecé de carrera a visitarlo, encontrándolo felizmente en su casa a eso de
la oracioncita.
Así que llegué, y que me iba colando en
la sala que estaba llena de oficialada y medio escura, el coronel Fausto, que
es un lince, me clavó el ojo y se me echó encima prendiéndome un abrazo a lo
soldao, con el cual me hizo crujir los costillares... ¡La...pu...janza en las
muñecas!
De ahí me mandó sentar a su lao, y agarró
la taba diciéndome:
-¡Por Cristo! mi sargento Aniceto,
¡cuánto me alegro de verlo! ¿cómo le va de salú? pues desde el tiempo aquel, en
que estuvimos juntos en la zapallada de Caseros, hasta hoy, nada he sabido de
usté. ¿Diaónde sale, amigazo?
-De por acá no más, amigo coronel Fausto,
y va me ve algo alentao. ¿Y a usté cómo le va yendo?
Hombre, a mí me va viniendo la gana de
campo afuera, pues, como he llegao a pie, deseo y necesito pronto apretarle la
cincha a cualquier Rosín de esos de por el Rosario... por más mordedor y
bellaco que sea.
-¡Ay, hijito, qué deseo tan indireuto!
¡óigale al colorao viejo!
-Cabal: y además deseo saber ahora mesmo,
amigo Aniceto, si ¡no trai el gallo de mi afición.
-¡Adiós diablos! ya lo sentí venirse,
pero no se lo traigo, porque no lo he soltao, ni ya me entretengo en eso.
-¡Voto a Cristo! ¿Cómo es eso que ahora
en la ocasión más linda y calentona se empaca y no suelta el gallo? ¿entonces
en qué diablos se entretiene?
-¡Me ando no más despacito en procura de
trajinar una polla fina y linda, como para sacar cría, y entonces sí verá uste
que...
-Salga, amigo Aniceto: ¿sabelo que yo
pudiera ver si usté se anda así lerdiando? es que de repente don Justo lo pille
a tiro y le atraque un trajín y una polla de mi flor! ¿Oye?
-¿De veras? ¡oh! ¿y por qué?
Chancita: que se lo digan acá mis
compañeros, y después no se encoja: ¡largue prontito el Gallo y abra el ojo!
que lo primero le conviene a nuestra causa, y lo segundo a usté para salvar el
cuero y acreditarse, a fin de hacer carrera linda en la milicia.
-¡Pues no, mi alma, y que hacía yo
carrera linda en la milicia largando gallos!... No diga, coronel Fausto.
-Sí digo, sargento Aniceto; sin duda de
que aquí ya sus paisanos cuando menos le habrán dao un buen cargo.
-Pues, señor, se equivoca muy fiero,
porque acá los salvajes de hoy en día no me han dao ni leche, cuando a veces la
redaman sobre algunos maulas mamones, ni tampoco tengo más cargo que la gineta
aquella que, después de la aición de Monte Caseros, me dio don Justo José, a
quien sea del modo que fuere se la debo; pero a los unitarios de ahora no les
he merecido nada, sin duda porque soy poco pretencioso, y medio cimarrón para
acercármeles, cuando largan nombramientos por cargueros; pero, como por eso yo
no me he de resertar de la banda en que siempre me aguanté sin agraviarme por
nada, sigo y sigo defendiendo el pleito por la Patria y nada más. ¿No le
parece, coronel Fausto?
-Muy bien: y me parecerá mejor que, a
pesar de lo que me ha dicho, suelte el Gallo, porque nos divierte mucho y anima
a la paisanada, y en ancas porque a los mesmos teruteros les gusta, y que sólo
al viejo Justo lo abomba y lo hace rabiar.
-Eso es cuento, amigazo: ¿qué caso ha de
hacer el Diretudo de mi Gallo infeliz?
-¿Qué dice? ¿que no le hace caso? Oiga:
ahora poco tiempo, cuando nos preparábamos en Entrerríos para sacarle el cuerpo
a Urquiza, sabíamos por allá, de buena letra, todo el entusiasmo que había aquí
entre el Porteñaje, y leíamos todos los periódicos de esta ciudá que iban
chispiando contra el Viejo Soberbio, pero como no viamos ni una copla de
Aniceto, medio deseconfiando decíamos: ¿cómo es esto que ahora tan luego el
Gallo ha cerrao el pico? ¿si le habrá entrao moquillo, o andará juido, o si
estará envaretao, o por ladiarse del todo en esta cuestión?
-¡María Santísima! ¡qué esperanza! cuando
usté sabe bien, coronel Fausto, que yo soy y seré siempre Salvaje Unitario, de
opinión firme como palo a pique, y que ni el diablo me ladea. ¡Vaya, vaya, con
sus dudas! ya me están haciendo calentar, no embrome.
-Me alegro: justamente es lo que yo
quiero: templarlo en su lindo y hacerlo corcoviar hasta que suelte el Gallo; y
de fijo que lo suelta cuando le diga yo algo más.
-Bueno pues, prosiga y desembucho de una vez.
-Pues, como le iba diciendo: en esas
dudas estuvimos hasta que por fortuna y casualmente yo, y acá ese compañero,
nos hallamos en presencia del viejo Justo, al tiempo que un tal Bilbao acababa
de hacerle la letura de un larguísimo chorizo de su mesma Gaceta (como les dice
la Tribuna).
-Y es verdad que la Tribuna así los llama
a los argumentos de don Pancho el Ráculo.
-Pues bien, ese mesmo día Urquiza tenía
ya entripada la noticia de que le fallaba la alianza del Paraguay y el Brasil:
y que Cafulcurá lo andaba medio embrollando; y supo también ese mesmo día
temprano, que un vapor de los de acá lo había manoteao, de un barco en el
Paraná, nada menos que dos mil garabinas y tres mil sables, entre los cuales le
mandaban para él uno muy rumboso con vaina de plata, regalo que le venía de
perilla cuando el viejo está tan escasón de armamento.
-De por juerza: ¡con tantísimos ejércitos
que tiene armaos!
Hágase cargo, amigo Aniceto.
-¡Pues no: barajo! ¡y cómo estaría de
alunao por la falsiada de las alianzas, el manoteo del armamento atrás, de la
ocurrencia de metérsele allí ese cócora de Bilbao a soplarle la longaniza o
chorizo o argumento de su gaceta. ¡Barbaridá!
-Pues, con todo eso, don Justo no se
calentó fiero sino cuando, para rematar la fiesta, entró ese su secretario
Virotica trayéndole fresquitos los nuevos versos de usté, y que, como
despreciándolos y por gracia, se puso a lerlos medio a la oreja del viejo, que
lueguito empezó a hinchar las narices y a rascarse los cuadriles, medio
clavándose las uñas, hasta que a media letura reventó, pegando un bufido y
diciendo: "¡Ahi-juna grandisíma pu... salvaje perro: seguí no más largando
Gallos, que el día que yo te agarre, juro y prometo hacerte engrasar bien la
cabeza, y después de hacértela quemar como chicharrón yo mesmo, de un revés te
la he de cortar en el chiquero de los chanchos. ¡Anda, no más, pícaro
piojoso!" ¿Qué le parece, amigo Aniceto?
-¿Qué quiere que me parezca? Calentura
del Vuecelencia y nada más. ¿Con qué me va a cortar nada si anda tan desarmao,
y yo le tengo acá el corvo ese de los tres mil que le manotiamos? ¿con qué,
repito, me puede afirmar el corte seis para descogotarme en el chiquero? con
nada. Aunque ahora que viene al pelo, encuentro un cabe para facilitarle arma y
quedar bien con el costitutionero.
-Vamos a ver, ¿qué piensa hacer para
desagraviarlo?
-Nada más que soltarle un Gallo, que
lleve un corvo en las patas y en la cresta la copla siguiente:
Ahí te mando, primo, el sable:
no va como
yo quisiera,
del Paraguay
es la vaina
y del Brasil
la contrera;
los tiros
son de Pa-juera,
5
aonde los
perdió asustao
Cafulcurá
que ha escapao
en una yegua
rabona;
y también va
una dragona
de chorizos
de Bilbao.
10
-¡Superiorazo! dijieron el coronel Fausto
y sus compañeros, de quienes me despedí largándome a dormir, sin soñar con el
chicharrón que quiere hacer de mi mate el golpiao Diretudo, a quien por último
lo calculeo bien achicharronao con tantísimas contrariedades, chicharras y
Teruteros flacones que lo rodean en el pantano que se ha metido de puro
SICOFANTÁSTICO.
Carta fresca
y noticiosa del Ejército del Norte
Campamento
en Cepeda, setiembre 28 de 1859.
Señora doña
Sinforosa Pretao.
Celebraré, amada esposa,
que esta te
halle ricotona
y sin estar
barrigona,
que estés
siempre buena moza;
yo acá estoy
como la rosa,
5
gracias a la
Providencia,
aunque
sintiendo la ausiencia
de tu amor,
que es mi regalo;
ando de
amores al palo,
y, ¿qué
hemos de hacer? Pacencia.
10
Con esta carta van dos
que te
escribo esta semana,
pues tarde,
noche y mañana,
a toda hora
pienso en vos,
que este
invierno sabe Dios
15
los fríos
que habrás pasao,
a no haberte
calentao,
como cuasi
lo supongo,
de día con
tu morrongo,
de noche con
el pelao.
20
Has hecho bien, Sinforosa,
como yo,
haciendo un esfuerzo,
para
concertarte en verso
esta carta
cariñosa:
aunque lo
pior de la cosa
25
es que he de
verme apurao
para hacer
tal concertao,
a pesar de
que haré empeño
pero es el
diablo que el sueño
me tiene muy
atrasao.
30
Y no pensés que el servicio
me esté
haciendo cabeciar,
no es eso,
es el orejiar...
que siempre
será mi vicio:
así anoche,
con Mauricio
35
tu primo, en
una jugada
me pasé de
trasnochada,
porque me
sentí acertao;
aunque había
trasnochao
en la
anterior de avanzada.
40
Pues, con todo, entre bostezos
y sin más
luz que la luna,
sin errar
carta ninguna,
les pelé
nueve mil pesos
a unos
mercachifles de esos
45
que, vienen
de la ciudá
a pelarnos
por acá,
vendiéndonos
el tabaco
a diez
pesitos el naco
y aventao...
¡Barbaridá!
50
Y aquí que corre moneda,
como en la
vida se ha visto,
por diez
papeles, ¡qué Cristo!
sin pitar naides
se queda:
pues no hay
soldao que no pueda
55
hoy en
nuestro campamento
gastar
veinte, o gastar ciento,
divertirse y
voraciar,
y por
supuesto pagar
sin hacer
asco al momento.
60
Únicamente he notao
en nuestra
gente un disgusto
presumiendo
que a don Justo
el rocín se
le ha empacao:
o que se le
ha empantanao,
65
de juro,
errando la senda
por la cual
a media rienda
a venir se
disponía
de un tirón,
(¡y que venía!)
a traír la
guerra tremenda.
70
Ojalá llegue mañana:
de veras que
lo deseamos,
y verá si le
atracamos
chuza, balas
y tacana,
pues aquí
crece la gana
75
de peliar,
cada vez más;
así, a quien
te hable de paz,
mientras que
gobierne Urquiza,
hasta sacarle
la friza...
largátele
por atrás.
80
Por mí no tengas cuidao,
ni por
naides finalmente,
porque, mi
alma, entre esta gente
ni con luz
se halla un morao:
sólo hay
criollaje alentao,
85
rumboso y
bien mantenido,
como igualmente
lucido
a respeuto
de armamento,
pues
tenemos, y no miento,
el siguiente
contenido:
90
-Fusiles a Lominié,
garabinas
fulminantes,
artillerías
volantes
y de cuhete
Lacongré,
chocho largo
y fiero que
95
encienden
entre un cañuto
veinte o
treinta por minuto,
y como
ascuas culebriando
¡barajo!
salen matando
gente y
pingos a lo bruto.
100
En fin: ya el sueño me quiebra,
voy por eso
a rematar
esta carta,
y destapar
luego un
porrón de giniebra,
al que, a tu
salú, de una hebra
105
le sacaré
hasta el añil;
y como
siento al candil
flaquiar y
hacerme chus-chus,
contento
aparto a la luz
seis Loros
nuevos de a MIL...
110
Los cuales te entregará
don Rosendo
el pagador,
mozo lindo y
servidor
con la mejor
voluntá:
él, pues, te
los llevará
115
sigún me lo
ha prometido;
así,
chinita, te pido
que al
hombre lo agasajés;
pero no te
descuidés,
mira que es
medio cupido.
120
Luego, soltale las riendas
a tu gusto
en el gastar,
sin dejarte
trajinar
por los
mozos de las tiendas.
Comprá, eso
sí, lindas prendas,
125
como es y
será tu flujo;
largale el
valor al lujo,
y lucí tu
aire de taco
zarandeando
el miriñaco,
o, más bien
dicho... el tapujo.
130
Con que así, prenda adorada,
adiosito,
que ya espicha
el candil,
cuando por dicha
mi carta
está terminada.
Mañana a la
madrugada,
135
si Dios
quiere, Sinforosa,
te escribiré
cierta cosa
fatal que me
ha sucedido...
al firmarme
-tu marido-
Anacleto
Reventosa.
Boletín
Sicofántico
De noticias
importantísimas
Por un pájaro que en este momento acaba
de llegar de Santa Fe, hemos recibido periódicos del Rosario, en los cuales se
registra el curiosísimo anuncio que copiamos a continuación, y el cual aquellos
periódicos lo han publicado bajo el titulo de:
La
Sicofantada
Verso de todo tamaño y calibre:
ancho,
angosto, largo, corto y libre.
Circo
olímpico
Gran función
extraordinaria para el día 1º de diciembre próximo, en celebridad del
aniversario de la gloriosa revolución que en la provincia rebelde de Buenos
Aires hicieron los heroicos Urquizanos en contra de los infames e ingratos
demagogos, porteños sicofantas.
Si no amanece alunado,
o
Sicofantás-meado,
el día
arriba anunciado,
el
presidente afamado
en la plaza
del Paraná
5
al público
le dará
una
variadísima función
de danza y
equitación,
a beneficio
de la Invasión
Urqui-Sicofantiza,
10
terute-espantadiza;
fiesta en
que Su Excelencia
ofrece a la
concurrencia,
a pesar de
la ausencia
de su
querido general
15
del Ejército
Confederal
don Geromito
Costa,
que en
figura de langosta
el Diretor
de los diretores
ese día hará
primores,
20
si no
estuviere con dolores
de flato o
reumatismo,
o
sicofanticismo;
pues bailará
en la maroma
la chuciada
y la broma
25
de los
Arreciferos,
voleando
Teruteros:
y la
mashorca a bordo
huyendo de
Gorordo;
o sea,
HORNOS y Mitre,
30
por
desplumar al buitre
de buche extraordinario
que se traga
la aduana del Rosario.
Luego, el mismo Diretor,
si le dura
el buen humor
35
y por gusto
se le antoja,
bailará en
la cuerda floja
en facha de
Terutero
el
Minué-Montonero,
la
Resfalosa-Federala,
40
y las
apreturas DEL TALA.
En seguida se anuncia,
que
presentará su renuncia
al Soberano
Congreso,
mandándola
entre un queso,
45
y alegando
para eso
que se
quiere retirar
a
sicofantás-mear,
allá por
lejanas tierras,
en esas
grandes guerras
50
de Europa y
del Oriente;
pues se
halla (el presidente)
entusiasta y
decidido,
desde que
medio ha sabido
allá por
informes confusos
55
la derrota
de los Rusos:
por cuya
consecuencia
suelta la presidencia,
largándose
Su Excelencia
sin dar más
beneficios
60
a ofrecer
sus servicios
al emperador
Nicolás.
De ahí dicen más atrás,
que, como es
tan indeciso
Su
Excelencia, de improviso
65
tomó otra
resolución
y cambió de
opinión
al saber
poco después
la muerte
del mariscal francés
general del
Ejército Aliado:
70
cosa que don
Justo ha lamentado
y por la que
ha determinado
irse en
yegua por tierra
a Francia y
a Ingalaterra;
cierto que
desde allí se sopla
75
al trote en
Costantinopla,
desde que lo
lleva el afán.
de empeñarse
con el Sultán
para que le
den el grado
del
generalísimo finado.
80
Antes, para todo esto
renunciará,
por supuesto,
a sus justas
pretensiones
de humillar
a los bribones
porteños
Sicofantones,
85
desde que
tiene aspiraciones
de concluir
heroicamente
en la gran
cuestión de Oriente
con todo
Ruso viviente!
como que se
morirán de susto
90
al saber que
allá va don Justo,
llevando
para ese fin
a su general
Crespín,
acollarado a
su mastín
Purvis, el
Cancervero,
95
para
soltarlos en algún entrevero:
y ofrece al
mundo entero
el
Presidente terutero
que por el
siete de enero
próximo
venidero,
100
antes de
entrarse el sol,
como
chuparse un caracol
se tomará a
Sebastopol,
a Cronstad y
hasta el Mogol,
si lo
mandaren atacar,
105
aunque se
tenga que tragar
al Peñón de
Gibraltar...
para tener
la gloria de triunfar
¡a sangre y
fuego!
y de venirse
luego
110
sin más
tardar,
a Buenos
Aires a sicofantear,
y de a pie o
de a caballo
torcerle el
pescuezo al Gallo.
¡QUÉ
BARDARIDÁ!
115
¡LA CASACA
POR DONDE LE DA!
AL 25 DE MAYO
DE 1810
ALVERTENCIA
Recuerdos
que de las glorias de la patria hicieron los gauchos argentino Chano y
Contreras en las trincheras de Montevideo el 25 de mayo de 1844.
Que los españoles luchos
no se quieran
agraviar
oyéndonos
renombrar
maturrangos
y matuchos:
porque,
cuando los gauchos
5
por la
patria combatían
esos nombres
les ponían,
a los que no
eran jinetes,
y a un
corcovo de los fletes
por las
orejas salían.
10
(CONTRERAS
recibiendo a CHANO en el palenque, la mañana del 25 de mayo.)
Óiganle a Chano el versista:
velay está,
mirenló:
¿diaónde
sale, paisanazo,
tan garifo?
y de armador
de 25 de
Mayo,
15
celeste y
blanco...
CHANO
...¡Pues no!
lo lindo es
para lucirlo:
¿cómo está,
señó Ramón?
CONTRERAS
Ya lo ve, amigo, alentao,
sin novedá
la menor.
20
¿Qué hace,
pues, que no se apea?
¿O no le da
compasión
estarle
oprimiendo el lomo
a su picazo
flacón?
CHANO
Pues, mire que de mi hacienda
25
éste es el
pingo mejor,
y el único
que reservo
para algún
lance de honor,
y no se le
haga tan ruin
por verlo
así delgadón,
30
pues cuando
le cierro piernas,
aunque
atropelle a un cañón,
este flete
en la rompida
es como una
exhalación.
CONTRERAS
¡Ah, Chano, si ha de morir
35
siempre
facilitador!
miren, pues,
de qué sotreta
dice que es
un volador;
pero,
¿diaónde diablos sale?
déjese cair
por favor.
40
CHANO
Aguarde, no me apresure;
que vengo
medio alegrón
de resultas
de que anoche
nos metimos
en calor,
y en el
cuartel nos cruzamos,
45
yo y el
sargento Veloz,
contra dos
mozos de ajuera,
a jugar un
truquiflor;
en el cual
últimamente
nos pelaron
a los dos,
50
después de
estar orejiando
hasta que el
candil dentró
a
relampaguiar menudo:
y tanto se
enflaqueció
que, al
echarle un ¡vale cuatro!
55
a uno que me
retr
hasta la
mecha del grito
¡a la
gran... pu...nta saltó!
Al fin, en esos primores
la noche se
nos pasó;
60
y hoy a la
madrugadita,
cuando el
lucero apuntó,
el corneta
de la escolta
tan de una
vez se florió
en la diana,
que del todo
65
el sueño se
me ahuyentó;
de manera
que ensillé,
y apenas
medio aclaró,
cantando y
al trotecito
vine a dar
por el Cordón
70
a un rancho,
en donde acostumbro
caír a
explicar mi dolor,
y luego
hacerme el morrongo
si se ofrece
la ocasión.
CONTRERAS
¡Ah, gaucho! ¡Si será el diablo!
75
¡y tan
viejo, veanló!
pero,
siempre trajinista
y vasallo
del amor.
CHANO
Cabal, amigo: ¿qué quiere?
no he
perdido la afición.
80
De balde ya
en los fandangos
me duermo en
cualquier rincón;
no reculo...
pero... atienda:
¿sabe lo que
me pasó
con su
hermano hoy tempranito?
85
Ahí me salió
en el Cordón;
(¡ah,
muchacho busca vida!)
ni sé como
me vichó
al pasar por
una esquina
el caso es
que me salió,
90
y atajándome
de golpe
al estribo
me alcanzó
un vaso con
la mañana,
y en ancas
un cimarrón.
Luego, quiso entretenerme;
95
pero yo le
dije, no:
que hoy es
día VEINTICINCO,
y antes que
despunte el sol
me voy a lo
de Contreras
a pegarle un
madrugón...
100
a pesar que
por desdicha
hoy me
encuentro, ¡de mi flor!
cortao hasta
lo infinito
así, tengo
precisión
de irme a
campiar unos medios
105
para
largarle el valor:
y aunque no
tengo más prendas
de valer que
este fiador,
hecho como
está a la vista
de trenza
resuperior,
110
puede que
por él encuentre
quien me
largue un patacón.
Al decir esto, de veras,
su hermano
se me enojó,
y
arremangándose el poncho
115
desprendió
del tirador
cuatro pares
de botones,
y ya me los
aflojó:
de juro,
poniendomé
en la juerte
obligación
120
de tomarlos;
pero ¡cuándo!...
solamente
tomé dos,
quedándole
agradecido;
de manera
que me armó:
y lo que me
vi platudo,
125
cogí en el
mesmo Cordón
y compré...
velay, giniebra.
Tome, que
vengo de humor
de
divertirme a su lao
y
afirmármele al fogón,
130
para
desechar si puedo
las penas
del corazón.
CONTRERAS
Me gusta, amigo, apiesé;
echará un
verde... Trifón,
poné agua al
fuego a la juria.
135
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Entonces Chano se apió,
y sacando el
cojinillo
la cincha
medio aflojó
luego al
pingo rienda arriba
140
y maniado lo
dejó
junto al
palenque, y después
a la cocina
dentró:
sentose,
cruzó las piernas,
y así que se
acomodó,
145
recorriendo
el pensamiento
de esta
suerte se explicó:
CHANO
Pues, desde anoche, paisano,
hice mi
resolución
para pegarle
este albazo,
150
y como hay
satisfaición
esta limeta
compré
de giniebra
superior,
la cual del
todo debemos
apurarla
entre los dos
155
a salú del
Veinticinco
de nuestra
revolución.
Con que así,
afirmeselé...
¡ahora,
aparcero Ramón,
que
principian los repiques,
160
y las
salvas!... ¡Bro... co...tón!
Oiga las musiquerías
y las
dianas, ¡qué primor!
y... ¡vea,
qué cosa linda!
ya empieza a
nacer el sol
165
que en mil
ochocientos diez
a esta mesma
hora alumbró
a nuestra
patria querida,
¡libre del
yugo español!...
¡Ah, patria
de aquel entonces,
170
quién te
mira y quién te vio!
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Aquí Chano contristao
lagrimiando
se agachó.
CONTRERAS
¡Voto-alante! No se aflija,
175
¿qué quiere
hacerle al dolor?
Vamos
sufriendo, paisano,
de la
desdicha el rigor
hasta gozar
algún día,
si nos da
vida el Señor...
180
CHANO
¿Algún día?... ¡qué esperanza!
lo mesmo
decía yo
cuando
entonces sacudimos
el yugo del
Español;
pero hoy,
cuasi nada espero
185
al ver,
amigo Ramón,
que con
tanto prometernos
libertá,
organización,
paz, abundancia
y primores,
nuestra
triste situación
190
le da tres
rayas afiera
al tiempo de
la opresión,
o más bien
del rey de España,
cuando de
patriota yo
abandoné
hasta mis hijos
195
y el fruto
de mi sudor,
por
dedicarle a la patria
alma, vida y
corazón.
Ya sabe; de veintiocho años
me le agaché
al pericón,
200
y llevo ya
¡treinta y cuatro!
sin
desprenderme el latón;
de manera
que a la fecha
me aprietan
sesenta y dos,
y atrás de
la patria vieja
205
sigo
meniando talón,
y más que
gaucho he de ser
si me llega
el mancarrón.
Así mesmo, no desmayo
del todo en
la situación;
210
pero, eso
sí, en tanto afán
me voy
volviendo terrón,
sin que
desde aquella patria
hasta esta
haiga visto yo
más libertá,
ni sosiego,
215
ni porvenir,
que un montón
de ruinas y
desengaños,
falsedades,
desunión,
rivalidades,
embrollas,
manoteos y
ambición
220
de mandarnos
como a brutos:
y luego por
conclusión
verme como
yo me encuentro
en la
presente ocasión,
reducido a
la miseria...
225
pues todos
mis bienes son
tener el
cuero ojalao,
y ese triste
mancarrón,
este
cuchillo envenao
y mi aperito
cantor.
230
CONTRERAS
Es triste cosa, en verdá,
y de igual
suerte ando yo,
pero esto
poco me aflige:
otro es,
amigo, el dolor
que hasta el
alma me lastima...
235
ya se hará
el cargo.
CHANO
¡Pues no!
colijo,
amigo Contreras,
de que su
pena mayor
es
contemplar nuestra tierra
humillada a
un saltiador
240
como Rosas,
por el cual
estamos,
matandonós
entre amigos
y paisanos
que un mesmo
techo cubrió
así es que
de mis pesares
245
también éste
es el mayor.
CONTRERAS
Pues, de semejante diablo
vamos
olvidandonós,
por ser día
de la patria,
más digno de
hacer mención
250
de los
triunfos de aquel tiempo
que de un
gaucho fanfarrón.
¿No es
verdá, aparcero viejo?
CHANO
Cabal, amigo, ésas son,
dígole con
evidencia,
255
las miras de
mi intención:
y siendo
así, de esas glorias
le hará una
recordación,
la mesma en
que mis relatos
no irán a la
perfeción,
260
por algunas
omisiones
que haré sin
mala intención;
pues, para
hacerle al presente
completa mi
relación,
no me asiste
la memoria
265
ni me ayuda
la expresión.
CONTRERAS
¡Ah, Chano, si en los preludios
de cualquier
conversación
demuestra
hasta lo infinito
de su saber
y razón!...
270
Velay mate, y... larguesé,
que ya tengo
comezón
de oírle
contar las campañas
y guerras en
que se halló,
y que me
diga, al principio
275
cuando la
patria se alzó,
quiénes
hicieron la punta.
CHANO
Me acuerdo de eso. Oigaló
La patria
del año diez
en Buenos
Aires se armó,
280
por Savedra,
por Castelli,
Rodríguez,
Peña, Viamón,
Vieites,
Chiclana, Díaz Vélez,
(escuche con
atención)
Larrea,
Frenches, Moreno,
285
Beruti,
Pasos, ¡ay, Dios!
y mi general
BELGRANO,
¡de quien
cuando hacen mención
hasta los
Pampas tributan
respeto y
veneración!...
290
Velay, paisano Contreras,
los nombres
en relación
de los
primeros patriotas
de nuestra
revolución.
Ellos hicieron con gloria
295
flamiar el
primer pendón
celeste y
blanco, que un día
al aire se
desplegó
en la
heroica Buenos Aires,
cuando el
virrey español
300
al grito de
esos valientes
la altiva
frente agachó,
y con su
audencia y sus leyes
a los
infiernos guasquió...
En el
istante después
305
de aquella
revolución,
toda la
provincia el grito
de libertá
segundó,
y el
gauchaje voluntario
a las armas
acudió.
310
Por supuesto, yo hice punta,
saliendo en
la expedición
con el
general Balcarce,
cuando al
Perú enderezó
a peliar con
los Gallegos.
315
¡Ah, tiempo
de bendición!
Pasamos por las provincias
llenos de
sastifación,
y hasta
Suipacha subimos
sin mayor
oposición:
320
pero allí...
¡la pu... cha y truco!
de golpe nos
embistió
fiero la
maturrangada
del ejército
español;
¡ahi-juna, y
la sujetamos
325
por la
primer ocasión!
CONTRERAS
¡Ah, gauchos americanos!
qué poder les
resistió
cuando a
peliar por la patria
el criollaje
se juntó!
330
¡y que no la
sujetaban!
Traiga,
Chano, por favor,
alcánceme la
limeta,
le daré un beso...
CHANO
¡Pues no!
velay, tome,
peguelé,
335
y atienda...
Pues, sí, señor:
en ese día
en Suipacha
la patria se
revolcó
a un
ejército rialista,
y allí mesmo
tremoló
340
esa bandera
que tiene
dorado en su
centro un sol.
Luego que venció en Suipacha
nuestro
ejército, marchó
por esos
cerros tremendos
345
del Perú, y
atravesó
sembrando la
libertá
en todo
cuanto abrazó
pero, como
era morrudo
el poder del
Español,
350
¡cuándo lo
hacía flaquiar
una redota
ni dos!
Así es que
un tal Goyo-Neche
caliente nos
aguardó,
y allá en el
Desaguadero
355
de firme se
nos paró
con doble
sarracenada,
y otra vez
nos atacó.
Al principio le aguantamos,
pero luego
nos largó
360
toda la
maturrangada,
¡ah, Cristo!
y nos trajinó.
Dimos
güelta, por supuesto,
apuraos y en
dispersión,
y atrás de
nosotros toda
365
la armada se
descolgó,
y hasta
llegar a Humaguaca
medio al
trote nos arrió.
CONTRERAS
¡La pujanza, el Goyo-Leche,
que sería
apretador!
370
CHANO
¡Qué leche, ni qué botijas!...
Goyo-Neche,
dije yo:
y era ¡un
duro! mesmamente;
pero luego
se ablandó,
junto con un
tal Tristán
375
que vino y
se le ayuntó,
hasta que la
patria al cabo
a entreambos
los revolcó.
CONTRERAS
¿Ahora salimos con ésa?
ya lo
maliciaba yo:
380
porque acá
con Vigoder
un caso
igual sucedió,
cuando quiso
endurecer,
y en esta
plaza aguantó
veintidós
meses de sitio
385
que la
patria lo atracó;
pero, amigo,
estuvo al palo,
hasta que se
adelgazó
tan fiero la
soldadesca,
que como una
arpa salió
390
solo una
mitá, que la otra
¡ni la
osamenta llevó!
CHANO
Pues, como le iba diciendo,
ese Tristán
avanzó,
y como venía
engreído
395
todo lo
facilitó.
Por ese tiempo Belgrano
a esos
parajes cayó
y al general
don Balcarce
del mando lo
relevó,
400
y de ahí
Belgrano en su lindo
la retirada
emprendió
con el
ejército nuestro,
y a retaguardia
dejó
al
comendante Balcarce,
405
su tocayo
don Ramón,
que un día
que la vanguardia
de los Godos
lo apuró
en el río de
las Piedras,
¡ah, hijito!
se le agachó
410
y en una
media angostura
el guano me
les sacó:
porque, con
sangre en el ojo
todo bicho
allí pelió.
¡Qué
sabliada a los Matuchos
415
medio se les
arrugó
allí! pero
don Tristán,
godo viejo
barrigón,
y que traíba
punto grande
de soldados
¡de mi flor!
420
no hizo
alto, y al Tucumán
echando
espuma embistió.
Allí el ejército nuestro
medio en
apuros se vio,
y la patria
con nosotros
425
por cuasi
nada rodó
en un aujero
terrible,
y a todos
nos apretó.
Pero el día veinticuatro
de setiembre
amaneció,
430
y cuando, el
viejo Tristán
mas a la
fija creyó
voltiarnos
de una cornada,
la aspa en
el suelo clavó:
siendo el
caso que Tristán
435
ni la saliva
tragó,
en cuanto
Belgrano dijo
a su frente:
¡aquí estoy yo,
y están los
Americanos!
¡ahora
verás, fanfarrón!
440
¡si duebla
la libertá
su cuello al
yugo opresor!
y ahí no más
en seguidita
la violinada
empezó:
de suerte y
conformidá
445
que, el
primer atropellón
que les
pegamos, Tristán
fue el
primero que emplumó
charquiando
con las dos manos,
y a rienda
suelta salió
450
taloniando a
los infiernos,
y con el
susto arrumbó
las armas,
los estandartes
y cargas de
munición,
sus soldaos,
su pesería,
455
sus cacharpas
y el bastón.
Belgrano luego de atrás
cortito me
lo sacó,
y al
conocerlo asustao
como a
pleito lo siguió
460
hasta Salta,
pues allí.
recién
Tristán sujetó:
porque el
virrey a la juria
de nuevo lo
reforzó
con otro ejército
lindo...
465
que alá
mesmo se lo fundió:
pues si en
Tucumán Belgrano
de un golpe
lo atolondró,
en Salta le
dio un repaso
y ya lo
redomonió;
470
de manera
que a su gusto
mansito lo
manosió.
¡Día 20 de Febrero!
la luz de tu
mesmo sol
allá en el
valle de Salta
475
y acá en el
de Ituzaingó,
¡triunfar a
nuestros patriotas
de dos
monarcas miró!
En ochocientos catorce
la patria en
Salta venció
480
de suerte la
más heroica
que en nuestras
guerras se vio,
y a los
trece años después,
también en
Ituzaingó
la República
Oriental
485
su
independencia afianzó;
y de los
mesmos guerreros
la sangre se
redamó
aquí y allá,
porque entonces
¡todo era
patria y unión!...
490
¡Ah, tiempo
aquel! Pero en fin,
y volviendo
a lo anterior,
Tristán en
Salta ese día
a peliar se
resolvió;
y ¡viese los
batallones
495
que allí nos
desenvainó!...
pero el
ejército nuestro
tampoco le
reculó.
¡Ah, soldaos los de ese tiempo!
¡qué
oficialada de honor!
500
de mi
general Rodríguez
hasta ahora
recuerdo yo
lo nobleza y
la bravura
con que ese
día pelió,
lo mesmo que
don Díaz-Vélez,
505
quien de
general mayor
tuvo el
cargo en ese día,
y en cuanto
se presentó
fue el
primero a quien un chumbo
del pingo lo
solivió;
510
luego al
terne Lamadrí
otra bala lo
ojaló,
pero así
mesmo aujeriaos,
chorriando
sangre los dos,
desde el
principio hasta el fin
515
peliaron
duro en la aición.
Así un comendante Luna
allí también
se florió
mandando la
artillería
¡pu...cha,
el hombre acertador!
520
lo menos
cincuenta bochas
seguidas les
embutió
en medio de
las colunas
del ejército
español.
¿Y un
comendante Zuperi,
525
valenciano
de nación?
gusto daba
el verlo a ese hombre
mandar una
volución,
tan sereno y
tan valiente
en el apuro
mayor.
530
Pero el más bravo oficial
que en el
mundo he visto yo,
era un
Oriental llamao
Benito
Álvarez, la flor
de todos los
Orientales,
535
¡ah, mozo
guapo! ¡era un lión!
y hombre que
facilitaba
la dificultá
mayor;
y el cual
desgraciadamente
en
Vilcapujió murió...
540
¡triste
suerte! pero, al cabo
en su oficio
sucumbió.
Pues, como le iba diciendo
a respeto de
la aición,
con las
tropas del virrey
545
en Salta se
reforzó
Tristán, y allí a los patriotas
tragarnos
vivos creyó;
pero el
hombre fieramente
de nuevo se
equivocó,
550
porque luego
que Belgrano
la batalla
le formó
con los
criollos, como al paro
de firme se
le agachó,
y a cargas
de todas layas
555
lueguito lo
atolondró.
¡Qué peliar
de banda a banda!
¡viera, paisano
Ramón,
la
resistencia que hacía
el ejército
español!
560
hasta que
muy apurao
pidió
capitulación
no sé con
qué condiciones,
que Belgrano
no almitió;
porque todos
nuestros jefes
565
decididos a
una voz
resolvieron
allí mesmo
rendirlos a
discreción:
y entonces
Martín Rodríguez,
que también
fue de opinión
570
de rendirlos
a sablazos,
a degüello
les tocó,
y a juerza
de bala y corvo
en la plaza
arrinconó.
desde el
famoso Tristán
575
hasta el
último tambor.
¡Qué manguiada soberana
allí los
amontonó!
y en
seguidita al Cabildo
Martín
Rodríguez subió
580
y en la
punta de la torre
triunfadora
les plantó
la bandera
de la Patria,
y tres
¡vivas! lo pegó.
¡Ah,
patria! las dos seguidas
585
al viejo
Tristán le echó,
una en
Tucumán en puertas
y otra en
Salta trascartón.
De resultas de ese triunfo
en nuestro
poder quedó
590
prisionero
todo junto
el ejército
español:
el mesmo que
al otro día
en destilada
salió
a un lugar
que desde entonces
595
se llama el
Campo de honor,
y al pie de
nuestras banderas
vieron todos
como yo,
que, desde
el guapo Tristán
hasta el
último tambor,
600
a la bandera
Argentina
uno por uno
rindió
las armas
del rey Fernando;
¿Qué dice,
amigo Ramón?
CONTRERAS
Digo que Tristán ¡ay-juna!
605
a la cuenta
se escapó
con las
bolas que Belgrano
en Tucumán
le prendió,
y hasta
Salta echando diablos
relinchando
disparó;
610
pero que
MARTÍN RODRÍGUEZ
allí otro
par le largó,
¡ah, gaucho!
y en ese tiro
de firme se
las ató.
¡Qué vitoria! Mire, amigo,
615
se me
ensancha el corazón
al recordar
esos tiempos,
pues también
anduve yo
en las
guerras de esta Banda
cuando la
patria triunfó:
620
¡ah,
Orientales los de entonces!
¡ah, mi
coronel Rondó!
Rivera,
Pérez, y Vázquez,
Quinteros, y
una porción
que hoy se
miran...
CHANO
... En el suelo:
625
mire, ahí se
le redamó
la giniebra,
¿voto a cristas!
CONTRERAS
¡Barajo! ya me atajó
por la
limeta...
CHANO
... ¡Pues no!
y vea, amigo
Contreras,
630
si tiene
agua la caldera,
pues, acá
traigo, velay,
tome... que
es del Paraguay.
CONTRERAS
¡Mirá! ¿Diaónde ha trajinao?
CHANO
¡Qué! ¡si me había olvidao
635
que traíba
esta cebadura!
y ahora que
el vicio me apura
recién vengo
a recordar
después de
cimarroniar
a su costa y
grandemente.
640
CONTRERAS
Pero al cabo, redepente
larga usté
su paraguaya;
y tan luego
de esa laya
es mi
deleite el tomar;
pues aprendí
a yerbatiar
645
por allá
cuando subimos...
y con
Belgrano anduvimos
primero que
usté, tal vez;
¡pues no!
¡si en el año diez,
él mandó esa
expedición,
650
cuando en la
revolución
el Paraguay
se hizo a un lao!
CHANO
Mesmo: que estuvo empacao,
y lo fueron
a peliar,
con miras de
hacerlo entrar
655
por juerza o
de buena gana.
CONTRERAS
Ansí es, pero lechiguana
más grande
que ésa no he visto.
Los
peliamos, pero ¡ah, Cristo!
cuasi clavé
la aspa allí;
660
¡viese,
amigo, el camuatí
que el
Paraguay nos largó!
cuasi, cuasi
nos fundió.
Tuvimos pues que volver,
y ya empecé
a padecer,
665
porque yo
caí prisionero,
y con otros
compañeros
de allá nos
enderezaron
acá, a unos
barcos armaos,
aonde medio
maltrataos
670
nos tuvieron
los matuchos
Allí vino entre otros muchos
el paisano
Estanislao
López, aquel
afamao
que era cabo
solamente,
675
pero mozo
muy valiente
y muy
aparcero mío;
tal, que en
este mesmo río
una noche
nos alzamos
y al agua
nos azotamos
680
CONTRERAS
¡Ahi-juna! ¡Barbaridá!
CHANO
Pero con felicidá:
porque a la
costa salimos,
aonde al
momento supimos
que se
hallaban los patriotas
685
poniéndose
acá las botas.
De ahí nos fuimos al Cerrito.
y allí
topamos lueguito
con el
coronel Rondó,
que a gusto
nos destinó
690
a su cuerpo
de Dragones,
o más bien
diré de ¡Liones!
aunque es
mala comparancia,
pero digo
esa jatancia
porque serví
en la primera
695
del
comendante Ortiguera.
CHANO
¡Ah, regimiento alentao!
CONTRERAS
Era, amigo, ¡desalmao!
valeroso y
ternejal:
todo
gauchaje Oriental,
700
y muy capaz
¡voto-alante!
de llevarse
por delante
al infierno,
diablo y todo.
Y si no,
escuche del modo
que se portó
cierto día:
705
¡gente
amarga, Virgen mía!
permítame su
atención.
CHANO
Lárguese, señó Ramón.
CONTRERAS
Una mañana, no sé
de fijo que
día fue,
710
acá en la
Banda Oriental
en el ombú
de Grandal,
salió todo
mi escuadrón
a toparse de
intención
con
trescientos maturrangos,
715
con los
cuales los chimangos
se dieron
una panzada.
Pues, mire: era duplicada
la juerza de
los matuchos,
y así mesmo,
dos cartuchos
720
no les
dejamos quemar;
porque, al
mandarnos cargar,
en la
primera pechada
se envolvió
la gallegada,
y en cuanto
remolinió,
725
ni el
p...ito se les oyó...
Ahora, ¡vea
si sería
sabliada la
de ese día!
Entre los hachazos fieros
que dieron
los compañeros,
730
hubo uno
¡barbaridá!
si peligra
la verdá.
Ello es que en el entrevero
un Dragón,
mozo coquero,
se estrelló
con un soldao
735
español muy
alentao;
y al
llevarlo por delante,
como el de
Uropa era infante
le hizo no
sé qué gambeta,
y el fusil y
bayoneta
740
le largó con
cuerpo y todo.
El Dragón, del mesmo modo,
que era
alarife y jinete,
le sentó en
su lindo el flete,
y en la
asidera del lazo
745
recibió el
bayonetazo;
y en cuanto
le mezquinó
el cuerpo,
ya le afirmó
el corte
dos: pero, amigo,
chispió el
sable, ¡pucha, digo!
750
lo mesmo que
pedernal,
¡ah, mozo! y
era oriental
pues del
golpe, crealó,
por la mitá
le trozó
cañón y todo
al fusil,
755
y en ancas
hasta el cuadril
al matucho
le aujerió.
CHANO
¡La purísima, qué lance!
bien haiga
el Dragón... Alcance,
quiero
tornar aguardiente
760
a salú de
ese valiente.
CONTRERAS
Así mesmo, eso fue nada
¡viese
después la trenzada,
cuando la
aición del Cerrito,
que comenzó
tempranito
765
de diciembre
el treinta y uno
casualmente
en un cebruno
como ese de
usté me hallé.
Velay, oiga
cómo fue.
Cuando en el sitio segundo
770
que duró
hasta lo profundo,
un día se
calentaron
los godos y
nos cargaron:
y allá
ajuerita Rondó
resuelto los
esperó,
775
poniendo dos
escuadrones
de sus
amargos Dragones
a la zurda
del Cerrito,
con la orden
de que lueguito
que el
enemigo avanzara
780
el violín se
les tocara.
Frenche, y Vázquez (don Ventura)
que era mozo
criatura,
y a los
Blandengues mandaba,
con los
cuales se floriaba
785
y en la vida
reculó,
en el centro
se aguantó
junto con la
infantería
que a
Frenche le obedecía.
Con el Seis quedó Soler
790
la derecha a
sostener:
y en esa
disposición
dieron el
atropellón
los de
adentro, y nos cargaron,
y en dos
colunas marcharon.
795
La primera
bien fornida
hizo rumbo
en la embestida
como a lo de
Juanicó,
que ahí no
más la basurió
nuestra
brava artillería:
800
y después la
infantería
y Vázquez se
le agacharon
y a toda la
difuntiaron.
La otra coluna embistió
a Soler lo
atropelló
805
tan fiero,
que me han contao
que anduvo
cuasi trabao,
porque la
noche anterior
medio
entregao al amor
los godos lo
sorprendieron,
810
y cuasi me
lo fundieron;
pero en la
aición principal
pelió como
un ternejal
y aunque lo
desalojaron
cuando
recién lo cargaron,
815
o él mesmo
se retiró,
luego se le
alborotó
de golpe la
pajarera,
cogiendo una
cartuchera
y un fusil
que se chantó,
820
y en la
punta atropelló
a bayoneta
calada
con el Seis.
¡Ah, morenada!
ésa decidió
la aición.
¡Qué
superior batallón!
825
parecido a
éste del Tres,
que son como
gallo inglés,
sigún tengo
reparao.
Mesmamente, es alentao
en iguales
condiciones
830
que los
demás batallones
que en las
trincheras tenemos
y con ellos,
ya sabemos
que si
atropella el Manquito
cualesquier
día al Cerrito,
835
el tal
Ciriaco Alderete
puede que
largue el rosquete,
y le
atraquemos morcilla
a él y a
toda su pandilla.
CONTRERAS
Dígame: ¿será verdá,
840
que también
Montoro está
de
mashorquero allá ajuera?
¡ahi-juna!
¡quién lo creyera
que se
arrecostara a Rosas!
pero, amigo,
se ven cosas
845
en este
engañoso mundo...
que... yo a
veces me confundo,
y hasta
vergüenza me da
el
contemplar la ruindá
con que ahí
están humillaos
850
ciertos
jefes renombraos,
¡que por la
patria lucharon
y que se
sacrificaron
desde que
Rosas andaba
jugando el
poncho a la taba!
855
Por fin, que le sirva Maza
y Pablo
Alegre... ¿qué traza
es Alegre,
ni Violón,
ni Bárcena,
ni un montón
de diablos
de entre esa gente?
860
saltiadores
mayormente
y malevos
criminales:
mas, los
otros oficiales
que le
nombre... es un dolor
y la
vergüenza mayor,
865
que
sostengan al tirano
más ruin
Americano.
En fin, ya me he calentao
fieramente y
me he ladiao
del rumbo en
que principié,
870
pues sin
querer trompecé
con la
situación presente.
CHANO
Yo también ya estoy caliente,
y ahora se
me haría nada,
por una
palabra sola,
875
prenderle
hasta la virola
a algún
diablo mashorquero
y abrirle
tamaño aujero...
aunque luego
me estaquiaran
y los
diablos me llevaran:
880
sin que por
esta razón
desconfíe en
la custión,
¡y que
dudaba! ¡pues no!
por esta
cruz crealó,
que en esta
lucha sin duda
885
espero que
con la ayuda
de Dios
hemos de triunfar,
como es
lícito esperar
por último
resultao
de un pueblo
que se ha mostrao
890
tan heroico
y decidido.
A esta gloria han contribuido
los actuales
gobernantes,
que si los
mandones de antes
así se
hubiesen portao,
895
jamás habría
llegao
para la
Banda Oriental
una ruina
tan fatal,
ni Rosas se
viera alzao:
pues lo
hubiéramos voliao
900
hace
muchísimo tiempo,
no lo dude:
y, por ejemplo,
oiga una
comparación,
y luego, la
explicación...
usté que
sabe entender
905
muy bien se
la puede hacer.
Rosas fue como un bagual
altanero,
que al corral,
aunque las
mansas le echaron
allá en el
Sur, no lograron
910
ni
recostarlo siquiera:
mas salieron
campo ajuera
cuatro o
cinco domadores
de
diferentes colores,
este de un
pago, aquel de otro;
915
y que en
fin, atrás del potro
no hay duda
que se afanaban,
y que entre
todos desiaban
a toda costa
boliarlo
y luego
redomoniarlo;
920
pues bien: y
¿qué ha sucedido,
cuando
ensillarlo ha podido
alguno que
lo apuró
y cuasi se
le horquetió?
¡Ay,
amigo!... aspiraciones,
925
ruindades y
altercaciones:
que, porque
si era Porteño
(por
ejemplo) el que hizo empeño
a montarlo,
otro Oriental
se le metía
al torzal,
930
prometiendo
apadrinarlo,
pero que por
ayudarlo
lo dejó
golpiar tal vez
cuando en
esto un Cordobés,
buen domador
y capaz,
935
supóngase
que de atrás
al bagual se
le afirmó,
y que luego
le salió,
como quien
dice, al camino
otro gaucho
Correntino,
940
(hago de
cuenta que fue),
a decirle:
"vuelvamé
las espuelas
y las riendas:"
y ya
entraron en contiendas,
cuyo triste
resultao
945
fue que,
estando embozalao
el bagual,
se halló pretexto
para
cortarle el cabresto
al gaucho
más forastero,
tan sólo
porque el apero
950
supongo
fuese prestao:
y en suma,
sólo han lograo
ensoberbecer
al potro,
sin montarlo
ni uno ni otro
en la
ocasión más bonita.
955
CHANO
Mesmo: y ya no facilita
ese bruto
hoy en el día
como algún
tiempo solía.
CONTRERAS
Pues, así mesmo, paisano,
crea que
está en nuestra mano
960
el apretarle
la cincha:
de balde el
bagual relincha.
Si entre los que hoy le persiguen
de buena
armonía siguen,
y no hubiere
disensión,
965
contra el
suelo de un tirón
lo han de
dar en esta guerra.
Sí, amigo:
cairá por tierra,
aunque el
diablo lo sostenga,
y este Oribe
vaya y venga
970
con Urquiza
y con Violón,
y el
infierno en conclusión.
Deje que Frutos Rivera
medio se
asome siquiera,
pues ya
viene abriendo cancha,
975
y quien le
prendió en Cagancha
a Badana la
vacuna,
sin
diricultá ninguna
tanto a
Oribe como a Urquiza
les ha de
sacar la tiza:
980
y luego a
Rosas verá
cómo lo
manoseará.
CHANO
¡O amigo! si se arrimase
hoy mesmo y
nos convidase:
¡ahi-juna!
¡si me blandeo
985
a impulsos
de mi deseo!
y, a pesar
que estoy viejazo,
me viese
estirar el brazo
el día que
los arriamos
y a rebenque
los sacamos
990
dende allá
atrás del Cerrito
al Pantanoso
mesmito...
¡eh, pucha,
gente morada
y tan vil y
desalmada!
CONTRERAS
Pues, por ahí puede opinar
995
aónde se
irán a guasquiar
cuando miren
que de ajuera
les viene la
polvadera;
por eso
están, que da risa,
haciendo
zanjas de prisa,
1000
los guapos,
los que vinieron
y ahora dos
años hicieron
sobre el Cerrito
una salva.
¡Ah,
Ciriaco, que no valga!
pues, cuanto
llegue Rivera,
1005
lo hemos de
hacer tapadera
ahí no más
en el Cerrito.
¡No se enoje, paisanito,
ni se entre
en Montevideo!...
CHANO
¡Oiga!... escuche el tiroteo:
1010
ahí salen
los Nacionales
que son
mozos ternejales.
¡Qué Cristo!
voy a pelear.
CONTRERAS
Aguarde, voy a ensillar,
y juntos nos
largaremos,
1015
y ¡ah,
malhaya, los topemos
medio
cerquita siquiera!
Amigo, ¡qué
chiste fuera,
que hoy
Veinticinco de Mayo
me hiciese
de un buen caballo
1020
a costa de
algún Rosín!
CHANO
Todo puede ser al fin,
CONTRERAS
Pues entonces ¡vamonós!
. . . . . . . . . . . . . . . .
1025
Y ya salieron los dos
a la par
Chano y Contreras,
y al mirar
en las trincheras
la bandera
nacional,
¡VIVA LA
BANDA ORIENTAL!
1030
gritó alegre
el viejo Chano
¡VIVA EL
PUEBLO AMERICANO!
Contreras le
contestó...
Y el diálogo
se acabó.
Carta
Del ejército
libertador a un miliciano del Nacional
Campamento
de Yeruá
a 23 de
setiembre,
año de la
libertá
de
ochocientos treinta y nueve.
Querido amigo Ricardo,
Me alegraré
que estés bueno
gozando de
la salú
que yo para
mí deseo.
Sabrás que aquí nos hallamos
5
con el
general Lavalle,
y que pronto
enderezamos,
a la fija, a
Buenos Aires.
Ayer a la madrugada
topamos la
montonera
10
que tenía un
tal Villagra,
maula viejo
donde quiera.
Eran mil y setecientos;
y nosotros
la mitá;
pero al
RUBIO ni por esas
15
se le hizo
dificultá.
Y al punto que los clarines
nos tocaron
a degüello,
ahí no mas a
los Chanases
se les atajó
el resuello.
20
Pues nuestros lanceros viejos
se empezaron
a floriar,
y ya comenzó
el gauchaje
en chorrera
a disparar.
Algunos que presumían,
25
quisieron
medio sentarse;
y a Hornos
con unos poquitos
se le hizo
bueno agacharse.
¡Ah, cosa! si fue una gloria
verlos en el
entrevero...
30
sin
recularles nadita,
a éste
quiero, a éste no quiero.
Luego el coronel Montoro
atropelló, y
al istante
lo mismo que
bagualada
35
se los llevó
por delante.
De ahí los demás escuadrones
siguieron
dándole juerte
más de tres
leguas seguido,
y siempre
echándoles suerte.
40
Les quitamos los caballos,
las armas y
municiones,
y luego
fueron cayendo
a
presentarse a montones.
Ya por acá no hay cuidao,
45
está muy
linda la cosa,
porque en
toda la provincia
nos tratan
como la rosa.
¡Si vieras al general
cómo trata a
los paisanos...
50
con un
agrado! ¡Bien hayga
el hombre
guapo y cristiano!
De todas partes, da gusto,
se le vienen
a ofrecer
con moneda y
con caballos...
55
¡Ricardo, si
es un placer!
El gobernador Ferré
le ha
escrebido al general,
que se viene
con su gente...
que es un
pucho rigular.
60
De aquí a unos días, de cierto,
tendremos
dos mil soldaos,
sin contar
los Correntinos
que también
se han ofertao.
Todos nuestros oficiales
65
se han
portado con primor,
y estamos
deciplinaos
de lo lindo
lo mejor.
Con que, será hasta la vista,
que ya tocan
a formar;
70
y presumo
que nos vamos
derechos al
Paraná.
Memorias a los amigos
compañeros
orientales,
y a todos
los que se acuerden
75
de...
José Antonio Olivares.
Carta
De un
soldado de los coraceros del general Lavalle, dirigida de Entre Ríos a la
campaña Oriental
Campamento
en la Concordia
mes de
octubre día trece:
año de la
libertá
de
ochocientos treinta y nueve.
Mi más querido Jacinto:
me alegraré
que ésta te halle
buenazo sin
novedá,
y lo mesmo a
mi comadre.
Ésta sólo se dirige
5
a darte
algunas noticias,
pues sé que
te han de agradar
porque son
puras delicias.
Aquí está la división
con el
cuartel general,
10
y pienso que
marcharemos
muy pronto a
Mocoretá.
El coronel Chilaver
ya se nos ha
reunido;
y tiene otra
división
15
de
ochocientos Correntinos.
¡Ah, gente, bien haiga Dios!
que está
brava y decidida;
no tengas
duda, hermanito,
por Lavalle
dan la vida.
20
Toda la Correntinada
de golpe se
ha levantao,
y el
gobernador Romero
del julepe
ha renunciao.
Ya la Junta de Corrientes
25
ha hecho
publicar un bando
y manda que
don Ferrer
caiga a
recibir el mando.
Sabrás que este general
es hombre
muy patriotazo,
30
y que con el
RUBIO nuestro
ha sido
siempre amigazo.
Y así dende la redota
de Estrada
en el Pago Largo,
el
gobernador Ferrer
35
a monte no
más ha andado.
Pero ya ha vuelto a Corrientes
a recibir el
gobierno
con todos
sus camaradas
que lo han
andado siguiendo.
40
Ya también la mesma Junta
de
Corrientes ha mandao
que el
gobernador Ferrer
junte cuatro
mil soldaos;
Y que el general Lavalle
45
se haga
cargo de esta gente,
porque la
Junta lo aclama
el protetor
de Corrientes.
Los cuatro mil, por supuesto,
son para ir
a Güenos Aires;
50
fuera de dos
mil que dejan
como
Guardias Nacionales.
Esto no es chanza, Jacinto;
es la purita
verdá:
ver la gente
que se junta
55
¡es una
temeridá!
Cada día está cayendo
gente de
todo pelaje
a ofrecerse
al general...
y sobre todo
el gauchaje.
60
¡Qué pingos lindos tenemos!
relumbrosos
como espejo;
y armamento
superior,
todititos
por parejo.
En Entrerríos, mentira,
65
no hay un
gaucho alborotao
de punta a
punta a Lavalle
todos le
siguen el lao.
De balde por allá dicen
que por aquí
hay reuniones,
70
y que ya se
viene Oribe;
mienten esos
chapetones.
Ojalá se le antojara
a ese López
Mascarilla,
que gobierna
en Santa Fe,
75
venirse con su
pandilla.
El general don Ricardo
y el coronel
Felipillo...
¡si vieras
las reuniones
que han
hecho en el Entre Ríos!
80
Y al tiro se han presentao
pidiéndole
al general
que, si
acaso López viene,
quieren
salirlo a topar.
¡Pero qué, si eso es velorio!
85
Mascarilla
está en su tierra
juntando
Santafecinos
y aguardando
la tremenda.
Además, aquí sabemos
que al mismo
Restaurador
90
con el susto
del Yeruá
se le ha
quitao el humor.
Citando supo la noticia,
se quedó
como cuajada
blanco... y
ahí no más lueguito
95
se le cayó
la quijada.
Y ansí anda como culebra
averiguando
de Urquiza
o de
Echagua, porque dicen
que no tiene
ni noticia.
100
Aquí hasta tenemos gente
venida de
Güenos Aires;
¡los vieras
contar primores
de Rosas y
sus parciales!
Ya verás de aquí a unos días
105
por
diciembre a más tardar,
el amigo
Juan Manuel
donde
p...uchas va a parar.
Con que, será hasta otro día,
que ya vamos
a marchar,
110
porque estoy
viendo a la escolta
que ha
comenzao a ensillar.
Soy tu amigo hasta la muerte,
y no gasto
veleidades:
con que así,
nunca te olvides
115
de...
José Antonio Morales.
Parte
Del general
don Pascual Echagüe al restaurador de las Leyes, dándole cuenta de la derrota y
disparada de Caaguazú, en donde fue completamente batido y hecho prisionero
todo el poderoso ejército Rosista a las órdenes del restaurador del Sosiego
público
Al Exmo.
Señor brigadier general don Juan Manuel Rosas - Ilustre Restaurador de las
Leyes - Héroe del Desierto - Defensor del Continente americano - Miembro de la
Sociedad Numismática de las cinco partes del Mundo - Conde de Poblaciones -
General en jefe de los ejércitos federales, y gobernador y capitán general de
la Confederación Argentina con Mashorca y todo, etc., etc., etc.
Paso del
Infiernillo a 1º de diciembre de 1841.
Juan Manuel: no extrañarás
que hasta
ahora te haiga escrebido,
porque a
corral me ha tenido
cerca de
tres meses Paz.
¡Ah, diablo!
pero sabrás
5
que me
escapé a lo ñandú,
el día que
en Caaguazú
me echó la
correntinada
con la marca
recaldeada
a quemarme
el caracú.
10
A sujetar a Alegrete
vine a dar
con el jabón,
y pensaba
del tirón
juir hasta
Portugalete:
pero ya el
número siete,
15
lo creo en
siguridá:
y en esta
conformidá
te escribo
la relación
del cómo
perdí la aición
por una
fatalidá.
20
El 26 del pasado,
frente a
Capitaminí,
caliente me
resolví
a
guasquiarme al otro lado
pero el río
estaba a nado,
25
y el diablo
que atravesara:
así, tomé
una tacuara
esa noche, y
redepente
se azotó Paz
con su gente,
que son como
capiguara.
30
Y allá al rayar el lucero,
estando yo
en el fogón,
al tragar un
chicharrón
recién sentí
el avispero:
salté a
caballo ligero,
35
y ya mandé a
tirotiarlos,
y conseguí
el sujetarlos;
y así hasta
de noche oscuro
les hice
arrimar del duro,
con
intención de tantiarlos.
40
La noche del veintisiete
toda los
hice pelear,
y luego
empecé a tratar
de asigurar
el rosquete.
Le hice una
pregunta al flete,
45
y, al
sentirlo tan liviano,
dije entre
mí muy ufano;
"no hay
miedo que aquí se ofrezca:
¡ya verán
cuanto amanezca
lo que es un
amor tirano!"
50
Así fue que al aclarar
del
veintiocho, me trepé
a una
carreta, y logré
desde la
tolda vichar.
Después
entré a meditar
55
cómo saldría
de allí;
cuando, en
esto, colegí
que Paz se
me iba atracando
muy
suavemente, y largando
avispas del
camuatí.
60
Al punto a mis escuadrones
de punta a
punta aclamé;
y después
que les mandé
que pelaran
los latones,
yo me saqué
los calzones
65
y me puse
medio atrás,
pues como
soy ¡tan voraz!
no quise
compromisarme,
y creí mejor
apartarme
por no
calentarme más.
70
Núñez se vino adelante
y me comenzó
a toriar,
y cuando
empieza a chanciar
¡el demonio
que lo aguante!
Yo me enojé,
y al istante
75
mandé que
doce cañones
y
veinticinco escuadrones
salieran a
escarmentarlo;
¡que a ese
tape el sujetarlo
no es cosa
de dos tirones!
80
Así al amigo Servando
le dije:
"vaya adelante,
y atropelle,
que al istante
van a salir
apagando;"
85
dio vuelta
Núñez chanciando,
porque ahí
no mas se empacó;
Gómez de eso
se asustó
y ya me lo
atropellaron.
¡Cristo! lo
que le aflojaron:
90
¡y que
aguantaban! ¡pues no!
Disparando en pelotones,
cayeron a
una cañada,
donde estaba
de emboscada
López con
sus batallones,
95
que salieron
como leones
del pajonal
¡a la carga!
y en la
primera descarga
el tendal
allí quedó,
y Gómez
nunca se vio
100
en situación
más amarga.
Mi izquierda y centro que vieron
disparar a
mis dragones
y que otros
dos batallones
de los
bañados salieron,-
105
"¡para
los pavos! dijieron,"
tratando de
disparar;
pero no les
dio lugar
Ramírez el
salvajón,
que a bala,
chuza y latón
110
nos hizo
pericantar.
Entonces yo rebenquié
juyendo a
los malezales,
y entre unos
tacurusales
cuasi me
descogoté.
115
Hasta las
botas largué,
chaqueta,
poncho y justillo:
y de ahí le
metí cuchillo
a la cincha,
porque al fin
se me
aplasta allí el rocín,
120
si no salgo
en calzoncillos.
¡Pu...cha la correntinada,
que se ha
explicao esta vez,
cuando a lo
gato montés
me sacó de
disparada!
125
¡maldita sea
la espada
y el cargo
de general!
pues temo ¡a
fe de Pascual!
que el día
menos pensao
me han de
dejar estirao
130
en algún
calcagüesal.
¡Si vieras el aguacero
de bolas que
hemos sufrido!
la fortuna
mía ha sido
que yo
puntiaba el primero,
135
pues si no
ando tan ligero
me prienden
las tres marías,
y a esta
fecha lo tenías
al
Restaurador Badana
boleao y con
la picana
140
al sol para
muchos días.
Al amigo Algañarás,
el más terne
que yo traíba,
se le
atravesó un tal Paíba
y se las
prendió de atrás.
145
Boliaron a
otros mil más,
que mataron
a lo perro;
y hasta le
sonó el cencerro
a mi pobre
cirujano,
que como
andaba orejano
150
también le
atracaron yerro.
Galán y su infantería,
sin
escaparse un soldao,
a discreción
se ha entregao
junto con la
artillería.
155
Luego en la
musiquería
que nos
dieron hasta el fin,
por
supuesto, hubo violín,
y también
hubo violón,
contrabajo,
serpentón,
160
fagote,
trompa y clarín.
Prisioneros, ¡Virgen mía!
raro será el
que ha escapao,
pues todo
bicho ha quedao
en el
pantano ese día.
165
Pueden tener
fantasía
del triunfo
los Correntinos,
que se han
hecho tan ladinos
para eso de
menear hacha,
que le
limpian la caracha
170
al diablo en
esos destinos.
La caballada todita
la dejé a
Paz a invernar,
porque él
los ha de cuidar
para hacerte
una visita.
175
¡Ya verás la
gentecita
que te larga
el Cordobés!
Conmigo ya
no contés,
porque si
vuelve a la cancha
Pascual
Cristóbal Cagancha,
180
la embarra,
bien lo sabés.
En fin, yo para otra empresa
me siento
muy incapaz:
puede que te
sirva más
Oribe, el
Corta Cabeza:
185
pero, si se
le atraviesa
López el de
Santa Fe,
tendrá que
hacer hincapié,
o que dejar
de mojón
el mate en
algún horcón,
190
ahí no más
por Melincué.
Con que, será hasta la vista
pronto iré a
darte un abrazo,
si Dios
quiere, y por si acaso,
tené la
jeringa lista.
195
Me alegraré
que te asista
conformidá,
compañero;
ya ves que
no es el primero
Badana en
darte disgustos,
aunque
puedan estos sustos
200
apretarte el
tragadero.
Pascual Cristóbal de Banada
y Cagancha.
Noticias de
un retazo de cierto mensaje monstruo del Ilustre restaurador de las leyes, a
cuya lectura concurrió un gaucho bruto, enemigo del tirano; quien de lo poco
que comprendió de tal mensaje lo informó a Brígida Gauna su esposa, residente
en Montevideo.
Buenos Aires,
febrero 28 de 1846.
MI QUERIDÍSIMA BRÍGIDA.
Me alegraré que al recibo de ésta te
halles gozando de la más cabal salú que yo para mí deseo.
Como te creo ganosa de saber algo de lo
que pasa en tu tierra, te diré, china, que la semana pasada me encontré por
casualidá en la Sala de los LIONES deputiaos de Rosas; y se ofreció que un
ministro de Juan Manuel les echó una relación diciéndoles más o menos las
coplas siguientes.
¡Hacete cargo de la esperanza que les
queda a los salvajes! a pesar de que acá mesmo entre los deputiaos de Rosas hay
muchos salvajones que se hacen no más los sarnosos, pero que aborrecen
mortalmente a los federales netos como yo, tu marido...
Mamerto
Reventosa.
Posdata...
Velay cómo se explicó el hombre al
platicarle a la junta de los deputiaos.
I.
Señores: hoy que repunta
Juan Manuel
su carnerada,
y sabe que
ya encerrada
se halla
esta Majada-Junta,
a mí me
manda en la punta
5
de madrino
cencerrero,
para que, a
cuanto carnero
se encuentra
aquí en el machaje,
la largue un
Gauchi-mensaje
por el
MASTÍN OVEJERO.
10
II.
No puede serles extraño
que Ancafilú
(hablando en plata)
acá les
mande a Batata,
como
acostumbra a fin de año;
pues ÉL sabe
que me amaño
15
y que me
sabré explicar
muy
lindamente al echar
la relación
que me ha dao:
con que así,
¡pongan cuidao!
que ya me
voy a largar.
20
III.
¡Rico, gordazo y potente,
se conserva
con salú
el Ilustre
Ancafilú,
defensor del
continente!
y antes que
le meta el diente,
25
otro que
aspire a mandar,
la osamenta
han de dejar
los gauchos
de Sur a Norte,
sin que al
Ilustre le importe
hacerlos
exterminar.
30
IV.
Dice, "que la Salvajada
en su último
manoteo
está ya en
Montevideo
hambrienta y
acorralada,
esperando a
la Gringada
35
que vendrá
en este verano
a sacarla
del pantano;
y que vengan
de una vez,
entonces
sabrán quién es
el Ilustre
Americano!"
40
V.
Que, "como a cueriar baguales
mandará
cueriar Ingleses
y más
inmundos Franceses
que bosta
hay en los corrales:
y que ya los
federales
45
saben que
Rosas ha sido
gaucho que
siempre ha sabido
sacando el
cuerpo peliar,
y que, sin
desenvainar
su sable,
siempre ha vencido!"
50
VI.
"Que así no más se ha tirao
a todos los
unitarios,
como a los
Cipotenciarios
que los han
apadrinao;
que siente
el haber dejao
55
que se
escaparan de aquí
ese Osley y
Dofodí,
sin que los
mandara inflar
y en seguida
refrescar
con
lavativas de ají."
60
VII.
"Que ésos eran dos bribones
como Lané y
como Inglifes,
otra yunta
de alarifes,
y los cuatro
salvajones
que tuvieron
intenciones
65
de cogerlo a
Juan Manuel
y divertirse
con él
a bordo de
la Africana,
préndiendole
en la picana
trescientos
con un cordel."
70
VIII.
"Que ya no se hará la paz
sino cuando
a él se le antoje,
y que no
esperen que afloje
ni trate con
naides más.
Pues, ni un
ministro capaz
75
hasta el día
ha recebido:
porque
cuantos han venido
han sido
unos salvajones,
razón por
que las custiones
hasta ahora
no se han concluido.
80
IX.
Últimamente, señores,
dice
Ancafilú
que "el
aguantarse en el mando
le cuesta
muchos sudores
y tan
crueles sinsabores,
85
que pide con
sumisión
le permitan
que a un rincón
se retire a
descansar,
y
tiernamente llorar
a su amada
Encarnación."
90
. . . . . . . . . . . . . . . . .
A este tiempo, dos chiflidos
un
mashorquero pegó,
y la majada
empezó
a espantarse
y dar balidos;
95
luego, al
ver despavoridos
los
carneros, me asusté
y a la calle
disparé
atrás del
campanillero,
que salió
como carnero
100
juyendo y
gritando me... e.. e.. e!"
Con que,
Brígida; lo que te informés de esta corresponden cia a respeuto del mensaje,
echala al fuego carta por las dudas, ¿eh?...
Hasta la
vista, chinita,
Tuyo siempre
REVENTOSA.
Al
pronunciamiento
De las
provincias de Entre Ríos y Corrientes contra la tiranía de Rosas
En 1º de
Mayo de 1850.
Señor
imprentero del Comercio del Plata.
Patroncito:
he concertado
esas coplas,
y no temo
que al
titulado Supremo
le causen un
desagrado:
porque como
está atrasado
con la peste
y el calor,
la pérdida y
el dolor
de su
Encarnación amada,
puede con
esta versada
ponerse de
buen humor.
Soy su pión
y servidor.
PAULINO LUCERO.
Cielito
gauchi-patriótico
Para que lo
canten en las trincheras de Montevideo sus valientes defensores.
Por prima alta cantaré
un cielito
de a caballo;
¡y viva la
Patria vieja
y el
VEINTICINCO DE MAYO!
Cielito celeste y blanco,
5
cielo de
Gualeguaichú:
¿qué me
cuentan del Supremo?
¿cómo le va
de salú?
Porque el general Urquiza
lo cre del
todo apestao;
10
así es que
se ha dado prisa
y el voto le
ha reculao.
Allá va cielo, tirano,
cielito del
estribillo:
¿dígame,
restaurador;
15
le gusta el
contramoquillo?
¿Qué mas quiere Juan Manuel,
si, al tenor
de su renuncia,
le canta don
Justo el cielo
y en su
lindo se pronuncia?
20
Cielito, y... considerando,
lo vuelve a
considerar,
y al fin le
dice: "recule...
¡Voto al
diablo, qué amolar!"
¡Ay, Juan Manuel! ¡qué calor
25
sentirás del
Uruguay,
del Paraná,
de Corrientes,
del Brasil y
el Paraguay!
¡Ay, cielo de la apretura,
cielito de
la aflición!
30
andá,
preguntale a Urquiza
quién ha
hecho la quemazón.
Luego, en el Salto Oriental,
Tacuarembó y
Cerro-Largo,
la Colonia y
Paisandú;
35
Juan
Manuel... ¿no te haces cargo?
¡Ay, cielo de la amargura
y de tu
gloria final,
cuando te
suelten de rastra
a la cola de
un bagual!
40
A un tal Felipe Batata
dos tirones
del buceto
le ha de dar
un Entrerriano
con simpatía
y respeto.
Cielo del campanillero
45
que anda
enredando las notas,
hasta que de
un redepente
de un susto
largue las botas.
Desde el año treinta y tres
hasta ahora
nos acordamos
50
de aquel
refrán, que decía...
y del lomo,
¿cómo andamos?
Cielo de la Refalosa,
cielito de
la Bajada,
donde
preguntan: ¿y Rosas,
55
cómo está de
la quijada?
Porque se corre la voz
que las
provincias de adentro
también lo
hallan al Ilustre...
viejo y
manco del encuentro.
60
Cielito, y por consecuencia
seguirá la
reculada,
antes que dé
el mancarrón
de Palermo
una rodada.
Fiebre y confusión de niervos
65
tiene ya el
restaurador,
pues las
lechuzas y cuervos
le andan
tomando el olor.
Cielito: chupá, tirano,
si te vienen
disvaríos,
70
lechiguana
de Corrientes
y camuatí de
Entre Ríos.
Tal desprecio en esos pagos
del Supremo
hacen las mozas,
que, al dar
flores, una dijo:
75
"Siento
de que sean rosas."
Allá va cielo divino,
cielito de
la beldá;
si así se
explica una dama,
un Argentino
¿qué hará?...
80
¡Cristo! por pillarlo a tiro
y al Supremo
Vuecelencia
prenderle un
chaleco fresco
¡cuántos
harán diligencia!
Cielo del alma: ¡ah, malhaya,
85
a pie...
permitiera Dios
que el
Supremo y yo en el monte
nos
topásemos los dos!
¡Óiganle al loco soberbio!
¡Óiganle al
bruto fatal!
90
Allá va
Urquiza a montarlo
sólo con
medio bozal.
Cielito de la fijeza,
cielito del
Veinticinco,
cuanto le
cace la oreja
95
se le
acomoda de un brinco...
Ahora que está el gaucho a pie,
en continuo
clamoreo,
porque con
fiador y lazo
se le va
Montevideo.
100
Cielo del restaurador,
supremo jefe
mostrenco,
tirano
degollador,
ñato, morao
y flamenco
¡Velay! el nombre argentino
105
por un
tirano ultrajao
hoy Urquiza
y Virasoro...
¡velay... lo
han revindicao!
¡Ay, cielo! La patria vieja
con su ley
renacerá,
110
y entonces
quien mereciere...
lo que
merezca será.
Nuestras pasadas custiones
olvide todo
paisano;
y no haiga
más ambición
115
que desnucar
al tirano...
Cielito, a ese Juan Manuel
que nos
trata como a potros,
cuando hay
mozo entre nosotros
capaz de
montar sobre él.
120
¡Ea, paisanos, unión!
Corvo al
cinto y a caballo,
a bailar en
Buenos Aires
el tabacuí
paraguayo.
Cielito, y ¡viva la patria
125
paraguaya
independiente,
y su
ejército tremendo,
y su guapo
presidente!
Con una Porteña linda
al
libertador Urquiza
130
le he de
hacer dar un abrazo
y bordarle
una divisa.
Cielito, y en la Pirami
del general
Virasoro
he de pedir
que su nombre
135
se escriba
con letras de oro.
¡Que vivan los correntinos
y el ejército
entrerriano!
¡viva
Urquiza y Virasoro,
y Garzón!...
¡Muera el tirano!
140
Otra vez: ¡viva Garzón!
pues dice
que, en la voltiada,
al que se
recueste a Rosas
no le ha de
suceder nada.
En fin, termina el cielito
145
¡Viva la
Banda Oriental,
su ejército,
su gobierno
y la guardia
nacional!
Cielito, y por conclusión
deseo a la
despedida
150
que un
Argentino al tirano
lo tumbe de
una sumida.
Diálogo
Contreras
llegando al fogón de su aparcero
Por un barrial que da miedo
y una helada
de mi flor,
a pie vengo
a visitarlo,
aparcero
Salvador,
y apenas
llego...
BARRAGÁN
Lo he visto
5
renguiando,
amigo Ramón.
A la cuenta
andará manco
del
encuentro...
CONTRERAS
No, señor.
Vengo sí
medio despiao,
porque en
aquel callejón,
10
como el
viento se encajona,
está el
barro secarrón,
y al pisar
sobre la escarcha
un clavo es
cada terrón
¿Qué me dice
del pampero?
15
BARRAGÁN
Que de nuevo roncador
se está
dejando sentir;
y anoche,
cuando limpió
y empezaron
las estrellas
a chispear,
medio calmó:
20
pero, al
dentrarse la luna,
vuelta el
viento refrescó,
trayendo
como acostumbra
un frío
penetrador
que taladra
hasta los güesos;
25
y tanto lo
siento yo
que desde la
madrugada
del todo me
acoquinó.
CONTRERAS
¿De veras? ¿y cómo afloja,
aparcero
Salvador,
30
con tan buen
poncho que tiene?
BARRAGÁN
¿Poncho dijo, o cernidor?
porque éste
no es otra cosa
de tan ralo,
mireló.
CONTRERAS
Ya lo veo: es de las prendas
35
que nos da
el restaurador
a los
federales viejos.
Mire, amigo,
rifeló
y meta en
ancas el mío.
¿Con que, hace fresco?
BARRAGÁN
¡Pues no!
40
Por eso me
dejo estar
morronguiando
en el fogón,
y aguardo,
mientras se quema
hasta el
último tizón,
que la
helada se levante
45
y medio
caliente el sol.
CONTRERAS
¡Ah, hombre vil! y yo al contrario,
en un día
frescachón,
no hay cosa
que me sujete;
pues cuanto
amanece Dios,
50
si no me
ataja el servicio,
salgo
meniando talón
a yerbatiar
donde encuentre
buen agrado
y proporción.
BARRAGÁN
¡Voto-alante! por desgracia,
55
ayer se me
desfondó
la caldera,
que allí está
arrumbada en
el rincón:
y ayer
también cabalmente
la yerba se
me acabó.
60
Y como hacen
tres semanas
a que no dan
la ración,
hasta ahora
estoy en ayunas,
sin tener,
creameló,
a pesar de
mis deseos
65
cómo darle
un cimarrón.
CONTRERAS
Hubiese excusao, amigo,
todita esa
relación,
para decirme
que está
sin tomar
mate; pues yo,
70
cuanto le
vide la cara,
le conocí...
BARRAGÁN
¡Cómo no!
Eso nunca se
le oculta
a un gaucho
conocedor.
En fin,
pitará un cigarro;
75
velay
tabaco, armeló
a su gusto: y
digamé,
¿cómo le va?
CONTRERAS
¡Qué sé yo!
De
abandonado que vivo
hasta eso
inoro, en razón
80
que los ocho
años y medio
de campaña,
o de prisión,
que en este
sitio funesto
hemos
sufrido los dos,
las
miserias, las fatigas,
85
y la triste
privación
de mi mujer
y mis hijos,
y además
otra porción
de penas que
me acongojan
y devoro en
mi interior...
90
me han
abatido tan fiero
y puesto en
tal situación,
que he
resuelto finalmente
entregármele
al dolor,
y de mi
propia existencia
95
no
acordarme, crealó.
Sólo tengo una esperanza
fundada en
cierto rumor,
y que pronto
se realice
es cuanto le
pido a Dios.
100
Ansí, deseo explicarme
con usté en
sastifación,
y bajo de
una amistá
abrirle mi
corazón.
Para eso hablaré despacio,
105
no sea que
algún soplón
escuche lo
que platico
y nos cueste
un sinsabor.
BARRAGÁN
No hay cuidao: estamos solos;
y del ranchito
al redor
110
por la
quincha vicharemos
si se arrima
algún mirón.
De mi parte,
ya usté sabe
la completa
estimación
que siempre
le profesé;
115
así, puede
sin temor
soltar sus
quejas del pecho,
bien siguro
de que yo
lo apreceo
enteramente
y venero su
razón.
120
CONTRERAS
Pues en esa inteligencia,
con la
franqueza mayor
me
explicaré, y le suplico
me permita
su atención,
y si llego a
equivocarme
125
también
perdonemeló,
porque puedo
padecer
alguna
equivocación.
BARRAGÁN
Me parece razonable,
amigo, su
prevención:
130
y alvierta
que yo tampoco
presumo de
acertador;
pero nunca
en mis errores
procedo con
intención,
mientras que
algunos sabiendo
135
yerran más
fiero que yo,
de puro
diablos... Prosiga,
amigazo...
CONTRERAS
Pues, señor:
al paso que
van las cosas
se aumenta
mi desazón;
140
y por tanto
padecer
de la
desesperación
al borde
estoy, le asiguro:
y deseo
¡como hay Dios!
el caírme
muerto o trocar
145
de suerte...
BARRAGÁN
¡Amigo Ramón!
No diga
barbaridades,
que le hacen
poco favor:
ni ande
queriendo aflojar
al
concluirse el pericón,
150
y cuando
puede aguantar
a ver si el
restaurador
algún día
cumple...
CONTRERAS
¡Ahi-juna!
que lo
aguante un redomón;
pues hacen
veinte años largos
155
que encima
del mancarrón,
cuesta
arriba y cuesta abajo,
andamos por
su ambición
matándonos
los paisanos
unos a
otros... al botón.
160
Y Rosas, en Buenos Aires,
¿qué ha
hecho, amigo Salvador,
en los
veinte años terribles
que ha sido
gobernador,
con facultá
entreordinaria
165
como naides
gobernó?
¿y con las
leyes mentadas
que dice él
que restauró,
para darle a
la Provincia
la paz que
nos prometió?
170
¿Sabe lo que
ha hecho? Velay:
en primer
lugar, logró
calzarse de
gobernante,
cargo que no
mereció
de ningún
modo, porque
175
todos saben
como yo,
de que Rosas
siempre fue
y hasta el
día es un collón,
que de su
bulto a diez cuadras
en la vida
le chifló
180
una bala.
¿No es así?
Así es no
más, y si no,
que lo diga,
el año veinte,
del modo que
se portó,
cuando don
Martín Rodríguez
185
a fuego y
sangre avanzó
el día cinco
de otubre
y a Buenos
Aires entró.
Rosas ¿qué
hizo cuando entonces
el general
le ordenó
190
cargar con
los coloraos?
¡Y que
cargaba! ¡pues no!
apenas le
dieron la orden
y oyó tronar
el cañón,
se le
ablandó la barriga,
195
y
pretextando un dolor
de muelas o
de quijadas,
cerca de la
Conceción,
el héroe del
Continente
en un güeco
se empacó:
200
y de allí a
la Recoleta
rebenquiando
disparó
a meterse
entre los flaires,
donde
escondido aguardó
a que el
general RODRÍGUEZ
205
triunfara...
como triunfó;
y Rosas al
otro día
sano y bueno
amaneció.
¡Velay la primer hazaña
del heroico
defensor
210
de todito el
Continente
y de la
Federación!
Luego, hasta el año veintiocho,
allá en el
sur se llevó
apadrinando
malevos
215
para ganarse
opinión,
y sin hacer
más campaña
que salir de
valentón
hasta el
Salao una vez:
y.. vea cómo
salió.
220
En el año veintisiete,
cuando la
guerra que armó
con el
Brasil Buenos Aires,
cierto día
sucedió
que el
comendante de allí
225
estando
medio alegrón,
con la
mañana ñublada,
en la
descubierta vio
una punta de
avestruces,
o yeguas, o
qué sé yo;
230
y que se
desembarcaban
los
Imperiales pensó,
porque al
Salao unos barcos
estaban
bocleándolo.
El comendante asustao
235
pidiendo
auxilio escribió
a Raucho, y
don Juan Manuel
se vino de
valentón
a impedir el
desembarco...
que, por
cierto, no creyó.
240
En fin: llegó balaquiando,
y, como nada
encontró,
se fue esa
noche a un fandango,
de albitrario
se arrió
a todos los
marineros
245
que en el
camino topó,
y por su
cuenta no más
en el cepo
los metió,
porque
andaban divertidos.
De balde le reclamó
250
por los
suyos un Francés,
capitán
(presumo yo)
de una boleta
grandota
El hombre
allí le alegó
con razones;
pero Rosas,
255
altanero y
fanfarrón,
le hizo un
desprecio al Francés
y en encas
lo amenazó.
Éste era un
Musiú Carrué
que echando
futris salió,
260
y al otro
día en el río
a Rosas lo
devisó,
cruzando en
una canoa
a tomar un
cimarrón.
al barco de
don Gallino,
265
que allí
estaba a la sazón
y con Rosas
diariamente
cimarroniaban
los dos.
Ahora sí, dijo el Francés:
y ya también
se largó
270
en su bote
atrás de Rosas
y allí no
más lo apretó,
en vano
fueron clamores,
al bordo se
lo llevó,
y al momento
de subirlo
275
la velería
soltó.
Aquí fueron las angustias
de nuestro
Restaurador;
¡eh,
pu...nta! si del julepe
amarillo se
quedó,
280
y viendo de
que el Francés
demostraba
la intención
de llevarlo
a Portugal...
a venderlo,
le lloró,
y soltar los
marineros
285
mansito le
prometió.
Así fue: don
Juan Manuel
de la boleta
escribió,
y los presos
al ratito
al capitán
le largó.
290
Entonces ¿qué hizo el Francés?
en cuanto
los recibió,
al
Presidente Supremo,
al heroico
defensor
de todito el
Continente
295
y de la
Confederación,
el Francés
Musiú Carrué
de la boleta
lo echó
con un
puntapié en la cola,
después que
lo zamarrió!
300
BARRAGÁN
¡Qué vergüenza para un criollo?
¡Barajo!
amigo Ramón:
si a mí tal
me sucediera,
¡por ésta !
creameló,
que en la
boleta al musiú
305
más tajos le
prendo yo
que besos le
dio su madre...
CONTRERAS
La del Francés...
BARRAGÁN
Sí, señor
ni el diablo
me sujetaba
en semejante
ocasión.
310
¿Y que haiga
hombre tan morao
como Rosas
se mostró
en el barco?
¡Voto a cristas!
se me hace
conversación,
por ciertos
antecedentes
315
que del
hombre tengo yo.
CONTRERAS
¿Qué dice? pues, no se le haga,
así mesmo
sucedió:
y por las
dudas, si acaso,
puede preguntarseló
320
cuando entre
en Montevideo...
BARRAGÁN
¡Ahora sí me trajinó
con la
entrada que me suelta
al cuhete y
de refilón!
CONTRERAS
Mire: no se haga el sarnoso,
325
BARRAGÁN
Es que me da comezón
el envite de
la entrada.
CONTRERAS
Pues haga resolución
de
cabrestiarme, y verá
si dentra
alguna ocasión...
330
a la fija.
BARRAGÁN
Maliceo
el rumbo,
amigo Ramón,
de balde me
hago el potrillo,
¿no ve que
soy mancarrón?
Paisano,
cuando usté va,
335
ya vengo de
vuelta yo;
siendo así,
también deseo
que se
realice el rumor
en que funda
su esperanza,
o la
fundamos los dos...
340
alvirtiendo
que de usté
sólo espero
un ¡vamonós!
y también
que soy de Urquiza
todo entero,
sepaló.
¿Qué tal le
parece el quiero?
345
CONTRERAS
¡Cosa linda, superior!
deme esos
cinco, supuesto
que colige
mi intención.
BARRAGÁN
Velay, tome, y dele guasca:
no corte la
relación
350
de la vida
primorosa
de nuestro
Gobernador:
a ver si la
sabe a fondo.
CONTRERAS
La sé, aparcero, ¡pues no!
y a
relatarla completa
355
lo desafío
al mejor.
BARRAGÁN
Entonces, puede afirmar
con
fundamento y razón,
que tiene
malas entrañas
y es diablo
el Restaurador;
360
y hace una
máquina de años
a que lo
conozco yo,
y en algún
tiempo confieso
que le tuve
estimación:
y voy
también a contarle
365
cómo le tomé
afición
en cierta
gauchada. -Escuche.
CONTRERAS
Vamos a ver.
BARRAGÁN
Pues, señor:
en mil
ochocientos trece,
(¿Qué le
parece el tirón?)
370
en la plaza
del Retiro,
me acuerdo
que se jugó
una corrida
de toros,
que toriaron
de afición
don Lezica,
don Somalo,
375
Dorrego y
otra porción
de puebleros
ricachones,
y todos de
buen humor.
Entre ellos don Juan Manuel
de gaucho se
comidió
380
sin arrejar
el pellejo
a salir de
enlazador,
y como era
vaquianazo
la oferta se
le almitió.
Para lucir en la plaza
385
a prepararse
empezó,
y en el
momento preciso
don Juan
Manuel ensilló
un zaino
como una niña,
y cinchero
superior.
390
A los toros esa tarde
el pueblo se
descolgó,
pues como
eran por la patria
todo bicho
se coló:
a extremos
de que la plaza
395
por dentro
era un borbollón
de tanta
gente que hacía
crujir toda
la armazón.
A eso de las tres y media
la corrida
principió,
400
con un toro
yaguané
que soltaron
y salió
zapatiando
cola-alzada,
y, así como
cegatón,
del brete;
pero al instante
405
que se
desencadiló
y allí cerca
del toril
vido gente,
ya embistió...
¡la
pu...janza! y de un bufido
al quinto
infierno aventó
410
a todos los
capiadores;
pero antes
se revolcó,
ahí no más,
junto a la valla
al pingo y
al picador.
¡Ah, toro aquel! yo no he visto
415
animal más
superior
en su laya,
ni tampoco
más liviano
y cargador.
Escuche el lance siguiente,
a ver si
tengo razón.
420
Queriendo banderillarlo,
cuando el
caso se ofreció,
creo que fue
don Somalo
quien a la
suerte salió:
pero
asustao, a la cuenta,
425
antes de
juir le prendió
la
banderilla en las aujas;
¡Cristo! y,
apenas sintió
la punta del
clavo el toro,
dando un
bramido saltó
430
como un
gato, y en el aire
todo el
cuerpo culebrió,
arquiándose
de manera,
que al caer
vino y lo ganó
la vuelta al
banderillero...
435
que en vez
de correr voló.
Así fue que
a la barrera
como balazo
llegó;
pero, al
entrar, justamente
en la puerta
lo cazó
440
el toro, de
la culata,
y allí lo
desfundilló;
y la plaza
una algazara
de chiflidos
se volvió.
Don Juan Manuel, entretanto,
445
riyéndose y
de mirón
asomaba la
cabeza
por encima
de un portón,
donde los
enlazadores
estaban en
reunión.
450
En esto, dando dos golpes
sobre la
caja el tambor,
sin duda
hizo la señal
de salir el
matador;
porque luego
don Lezica
455
medio
ladiado salió
a matar...
con una espada
del largo de
un maniador:
y
aparentando coraje
para ocultar
el jabón,
460
y haciendo
el hombre un esfuerzo
y de tripas
corazón,
a gambetas y
chuzazos
con el toro
se agarró,
y sin
poderlo matar
465
las paletas
le charquió.
Al ver eso, la pueblada
otra
algazara formó,
¡y fuera,
fuera! gritaban
cuando la
caja tocó
470
a enlazar; y
en el momento
entreabrieron
el portón,
por donde
Rosas puntiando
el primerito
salió...
me acuerdo,
de poncho pampa,
475
bota-juerte
y pantalón,
un clavel
tras de la oreja
y un
sombrerito gachón.
Con esa facha a caballo
Rosas se nos
presentó
480
en la plaza
de los toros
por la
primera ocasión:
y el pueblo
de Buenos Aires
entonces lo
conoció...
Ahora, amigo, se me ocurre,
485
hacerle una
reflexión,
para
mostrarle que el mundo
es diablo y
engañador.
En aquel tiempo dichoso,
en sus
glorias y esplendor
490
se ostentaba
Buenos Aires;
y en aquella
reunión
no vido en
Rosas, tal vez,
más que un
buen enlazador
y Rosas
también quizás
495
no tuvo más
pretensión,
esa tarde,
que lucirse
de gaucho,
como lució;
y hoy en día
a Buenos Aires...
¡qué
mudanza! vealó
500
a las
plantas de ese gaucho
rindiéndole
humillación!
CONTRERAS
¡Eso sí es una vergüenza,
aparcero
Salvador!
y a ese sí
le atracaría
505
de filo y de
punta yo:
no al
francés Musiú Carrué
que tuvo
mucha razón
cuando a ese
loco altanero
en el barco
lo patió.
510
BARRAGÁN
¿Es decir, que la pelota
me vuelve
usté en la ocasión,
por aquellas
expresiones
que le solté
calentón?
¡Si será
diablo! No le hace:
515
seguiré con
su perdón,
y oiga al
fin, cómo en los toros
don Juan
Manuel se portó.
Al salir garboso, el lazo
de los
tientos desprendió;
520
y, haciendo
una armada grande,
las espuelas
le atracó
al zaino,
que de un balance
a media
plaza salió,
en donde
Rosas de golpe
525
de una
rienda lo sentó,
y allí el
pingo media luna
con los
garrones rayó.
Pero, al dar esa sentada,
don Juan
Manuel calculó
530
dejar el
toro a la zurda,
y en cierta
disposición
para
asigurarlo al tiro
y así mismo
sucedió,
pues, cuando
el toro rompía
535
atrás de
otro enlazador
y ya con las
aspas iba
peinándole
el mancarrón,
Rosas
alzando la armada
al revés la
revolió,
540
y, cuando se
le hizo bueno,
al toro se
la soltó
por encima
de las riendas;
¡ah, gaucho!
y se la prendió
de las dos
aspas limpitas,
545
y en cuanto
el lazo cimbró...
al toro
patas arriba
lo dio
vuelta del tirón.
Desde esa vez, le confieso,
don Juan
Manuel me prendó,
550
y a
muchísimos paisanos
lo mismo les
sucedió;
pues al
istante que el toro
del golpe se
enderezó,
y que Rosas
de galope
555
a la cincha
lo arrastró,
en la plaza
un palmoteo
estruendoso
resonó
en prueba de
que a los criollos
el lance nos
agradó.
560
CONTRERAS
Muy lindo: pero confiese,
aparcero
Salvador,
que Rosas,
así, a gauchadas
la trampa
nos preparó,
pues, si en
la plaza esa vez
565
a enlazar se
presentó,
no fue por
costiarle a naides
la risa o la
diversión,
sino porque
en sus adentros
llevaba
hecha la intención
570
de engatusar
a los gauchos,
como nos
engatusó
al
principio, para traernos
a esta
triste situación
de abandono,
de miseria,
575
y de
completa opresión;
en la que,
si yo me encuentro
no es por
lerdo, no, señor;
que, a
respeto de gauchadas,
le contaré
la mejor
580
de todas las
que yo sé
de ese mismo
enlazador:
para que
usté se convenza
de la ruin
inclinación,
la perfidia
y mala fe,
585
la codicia y
la ambición
que desde
tiempos de atrás
ese gaucho
alimentó
en sus
entrañas de tigre,
y su
invariable tesón
590
hasta salir
con la suya
en la
iniquidá mayor.
¡Mire, no se queme el poncho!
y présteme
su atención.
Cuando el finado Dorrego
595
(que esté
gozando de Dios)
era en el
año veintiocho
supremo
Gobernador,
se acordará
usté, paisano,
de aquella
revolución
600
que, el
primero de diciembre,
del mando lo
solivió
al finado, y
que en Navarro
el infeliz
sucumbió.
Se acordará usté también,
605
supuesto que
allí se halló,
que Rosas
desde Navarro,
aquel día de
la aición,
como era su
maña vieja,
fue el
primero que surquió
610
disparando a
Santa Fe
en donde
López lo armó;
porque Rosas
de asustao
hasta las
botas perdió;
y
finalmente, usté sabe
615
todo lo que
sucedió
desde
aquella disparada
hasta que
Rosas volvió,
y en el
mando al fin y al cabo
por
desgracia se afirmó
620
Después de eso, todos saben
que él mismo
se tituló
Restaurador
de las leyes,
y también
que aparentó
por el
difunto Dorrego
625
el
sentimiento mayor;
pues hasta
el día maldice
aquella
revolución,
cómo asigura
que siente
todavía un
gran dolor
630
por la
muerte de su tierna
y adorada
Encarnación:
cuando sabe
todo el mundo
que la vieja
se murió
suplicando
agonizante
635
que viniese
un confesor,
a lo que
Rosas furioso
totalmente
se negó,
y en el
cuarto de la enferma
se estuvo y
no se movió
640
hasta que su
amada prenda
sin
confesarse expiró!
BARRAGÁN
¡Ahi-juna-gran...pa el judío!
¡si tendrá
perdón de Dios!
CONTRERAS
Lo dudo: pero, dispense,
645
no me ataje
a lo mejor.
Pues, oiga: el año veintiocho,
en esa
revolución,
los
unitarios tan sólo
le ganaron
el tirón
650
a Rosas,
quien a Dorrego
ya andaba
rastriandoló
para
apretarlo de firme
hasta
arrancarle el bastón.
Y el finado
lo sabía
655
conforme lo
supe yo
que fue del
modo siguiente.
Oiga, amigo
Salvador.
Un tal don Manuel Moreno,
viejo,
ricacho y dotor,
660
y hombre de
letra menuda,
era del
Gobernador
ministro en
aquel entonces,
hasta que al
fin se largó,
en el mismo
año o después,
665
con el cargo
y comisión
de
Plenocipotenciario
a la ciudá
de London.
Pues ese dotor Moreno
sin duda se
descuidó,
670
una tarde
que yo fui
a llevarle
un mancarrón
a su quinta,
y le escuché
todo lo que
platicó
con otro
hombre de casaca
675
abajo de un
corredor;
y todo con
referencia
no más que
al día anterior,
en el cual,
diz que en el Fuerte
había estado
el dotor
680
en su propia
escribanía
y con el
Gobernador,
cuando Rosas
redepente
allí también
se coló;
y, como era
Comendante
685
general,
luego alegó
que,
"por falta de armamento
lema mucho
temor
de que
cayese la Indiada
y arrasara
de un malón
690
a todita la
Provincia:
pues,
amenazandoló
andaban los
Pampas ya
por tanto,
que a precaución
se le dieran
seis cañones
695
y al menos
un batallón;
de ahí
sables y garabinas,
pólvora y
otra porción
de
cachibaches de guerra,
y plata por
conclusión."
700
Sin levantar la cabeza
el finado lo
escuchó
con bastante
indiferencia:
y por fin se
le negó
a cuanto
solicitaba
705
Rosas, el
cual no cejó;
al
contrario, machacando
de nuevo le
replicó,
diciéndole
que "sentía
que el señor
Gobernador
710
expusiera la
campaña
a sufrir una
invasión
de los
Indios, por no darle
las cosas de
precisión
en los
apuros" ...Entonces
715
le dijo el
Gobernador:
"¡Sé
muy bien, don Juan Manuel,
cuáles sus
apuros son...!
y nada más
me replique
habiéndole
dicho no!"
720
Y Rosas cerrando el pico
dio vuelta,
y ya se salió
de allí,
mordiendo el rebenque
y el poncho
arrastrandoló.
Tenga presente, aparcero,
725
para
informarse mejor,
que todo
aquel alegato
Moreno lo presenció:
así, al
momento que Rosas
puerta
afuera se largó,
730
en la misma
escribanía
templando el
pecho el dotor
después de
tomar polvillo
le dijo al
Gobernador,
que
"encontraba razonable
735
de Rosas la
pretensión,
por los
riesgos" y... ahí no más,
el resuello
le atajó
Dorrego, que
redepente
como un
tigre se enojó,
740
y al
pararse, en el impulso,
cuarta y
media se estiró;
y, como
tenía un genio
como
huracán, le afirmó
un puñetazo
a la mesa
745
que toda
entera crujió;
y abriendo
tamaños ojos
al ministro
le gritó:
"¡Barajo,
señor Moreno!
¡qué
riesgos, ni qué invasión:
750
todas esas
son embrollas
de ese
hipócrita bribón!
ahora mismo,
sepa usté,
que tiene ese
salteador
dispuesto
contra el Gobierno
755
un plan de
revolución;
el cual a un
amigo nuestro,
que antes de
anoche durmió
en el paso
del Venao,
incauto se
lo confió
760
Pedro
Burgos, a quien Rosas
le ha dado
la comisión
de andar
recogiendo firmas
para cierta
petición
anárquica,
mientras ÉL
765
ya tiene una
reunión
o montonera
en el Sur,
formada de
una porción
de
vagamundos que abriga,
y para esa
chusma son
770
las armas
que solicita.
Y,
finalmente, señor,
sepa usté,
que ese bandido,
por envidia
o ambición,
detesta
entrañablemente
775
a los
hombres como yo
y como usté,
y como todos
los que en
la revolución
DEL 25 DE
MAYO
con
patriotismo y honor
780
combatieron
y triunfaron
contra el
poder español.
"Sepa usté más: ese GAUCHO,
a no
sofrenarlo yo,
en desprecio
de los hombres
785
de bien y de
educación,
y de todos
los gobiernos
y la
civilización,
¡ese Rosas!
si pudiera,
aquí
vendría, señor,
790
a carnear
dentro del Fuerte
y en medio
de este salón,
y sobre
todas las leyes
¡clavaría el
asador!"
Pues, amigo Barragán,
795
Dorrego se
pronunció
como un
profeta ese día;
y el tiempo
lo acreditó
a los doce
años después,
cuando en el
Fuerte se dio
800
un convite
federal
y allí mismo
se carnió.
Y para esa comilona
don Juan
Manuel convidó
a los
hombres más rumbosos,
805
poniendo por
condición
asistir
precisamente:
y también se
le ocurrió
que todos se
presentaran
con bigotes,
y si no,
810
que allí se
los pintarían;
y a su gusto
se burló
Rosas de los
generales,
y alcaldes y
otra porción
de personas
de copete,
815
a quienes enmascaró
tiznándoles
los bigotes
él mismo, y
de ahí los llevó
a bailar la
Refalosa,
que esa
noche se bailó
820
al gusto de
la Mashorca,
y en aquel
mismo salón
donde Rosas
y Dorrego
tuvieron la
alegación.
Y doña Manuela Rosas
825
también allí
fandanguió;
y, en
osequio de las damas,
por gusto el
Restaurador
dispuso que
revolcaran
a una moza
en el salón,
830
para verle
si las ligas
eran
punzones o no:
y concluida
esa jarana,
conforme pronosticó
Dorrego el
año veintiocho,
835
así mismo
sucedió.
Después de esa trasnochada,
sintiéndose
delgadón,
Rosas quiso
churrasquiar
allí en
medio del salón,
840
donde por
hacerle el gusto
un ladrillo
se arrancó
y allí con
un costillar
plantaron el
asador
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
845
En este punto Contreras
el diálogo
suspendió,
porque
tocaron llamada
en el
cuartel de Violón,
y tenía que
largarse
850
por ser de
aquel batallón.
Mesmamente, de su amigo
Barragán se
despidió,
ofréciendole
volver
a concluir
la relación
855
de las
mentas y ruindades
del liendre
Restaurador.
Así fue, al día siguiente,
antes de
nacer el sol,
Contreras se
vino al trote
860
al rancho de
Salvador,
y atrás de
los buenos días
le dijo de
sopetón:
"Vaya,
amigo, dese prisa,
y también
deme un abrazo,
865
ahora que ha
llegado el caso
de rumbiar
aonde está Urquiza,
que anda de
este lao, ¡ah, Cristo!,
¡con
Virasoro y Garzón!..."
BARRAGÁN
Pues, bien, amigo Ramón,
870
cuando
guste, ya estoy listo.
Vámonos, no hay más que hablar,
esta noche
rumbiaremos:
y después
que nos larguemos...
que nos
vengan a rastriar.
875
CONTRERAS
Con que, será hasta lueguito
entonces,
dijo Ramón.
BARRAGÁN
Después de dar la oración...
sin falta,
compañerito.
]
Las milicias
de Rosas
Y episodio
de Camila Ogorman
Montevideo,
octubre de 1843.
Donato Jurao, gaucho hacendado de Buenos
Aires, y enrolado en los regimientos de milicias de la campaña, escribe a su
mujer que se halla en Montevideo, acompañando a una tía suya, la carta que va a
continuación de la siguiente Dedicatoria a Rosas. Si hay algunos lectores tan
escrupulosos que duden de la autenticidad de la carta, no habrá empeño en
convencerlos; porque los sentimientos expresados en ella son tan verdaderos, y
tan fiel la pintura de las vejaciones, crueldades y engaños que allí se sufren,
que la mayor parte de los que han sido arrastrados a los campos militares, en
que el gobernador Rosas tiene sujeta a la población de la campaña, expresarían
los mismos lamentos que Donato Jurao, si tuviesen libertad para hacerlo.
Dedicatoria
Señor don
Juan Manuel Rosas.
Aunque parece repecho
muy cuesta
arriba en el día,
largarle
esta versería,
será la
última que le echo;
y quedaré
sastisfecho
5
desde hoy
para eternamente
si me
aguanta la presente,
en desquite
de ¡veinte años!
que me hace
en pagos extraños
rodar
miserablemente.
10
Esos son los que he rodao,
juera de dos
de un tirón
que me tuvo
sin razón
con grillos
y encarcelao;
y ocho meses
que apretao
15
en el PONTÓN
me sumió:
a más, lo
que le escribió
usté al
difunto Anchorena...
que me
matara, y de pena
ese hombre
no me mató.
20
Luego en la Banda Oriental
por fortuna
me anidé,
y de atrás
me salió usté
persiguiendo
a lo animal;
y allí me
tuvo a corral
25
atrasao y
delgadón;
pero así
mesmo, patrón,
ya no
volveré a escrebirle
para darle
ni pedirle
ninguna sastifaición:
30
Porque con esta versada
en que voy a
maltratarlo,
sin volver a
molestarlo,
mi cuenta
está chancelada.
Pienso no
deberle nada,
35
y en caso
que usté me deba,
la media
arroba me lleva:
pues, como
anda bien montao,
me daré por
trajinao
sin pedirle
cuenta nueva.
40
Tan solo, si yo pudiera
del gobierno
recularlo,
y de su
tierra aventarlo,
le asiguro
que lo hiciera;
desiándole
que se viera
45
pobre y
fundido algún día;
aunque usté
se llevaría
todo lo que
ha manotiao
después de
haber difuntiao
tanta
infeliz gauchería.
50
También, ojalá mudara
con el
pellejo su maña,
pero usté es
víbora extraña
y eso juera
cosa rara.
Ansí no le
veo cara
55
de que se
amanse jamás,
cosa que lo
hace incapaz
para buen
gobernador:
siendo ansí
tan matador,
y con lo
ajeno voraz.
60
Si quiere mudar, de cierto,
un consejo
le daré:
no mate,
ni... pero ¡qué!
si es
predicar en disierto,
y como
tirarse a muerto,
65
presumir que
usté, paisano,
mientras
viva lomo sano...
pueda
componerse y mude
de... pero,
en fin, ¡Dios lo ayude!
Y ansí,
quedamos a mano.
70
Donato Jurao
a su mujer Andrea Silva.
Parte
primera
Buenos
Aires, agosto 20 de 1848.
Mi más
apreciada esposa.
Tan infortunao he sido
ausente de
ti, mi cielo,
que no he
gozao el consuelo
hasta hoy de
haberte escrebido,
a causa de
que en tu ausiencia.
5
enfermo y
por desventura
al pie de la
sepultura
me he visto
con evidencia.
Ahora por felicidá
me siento
medio alentao,
10
favor que me
ha dispensao
su Divina
Majestá;
y al colmo
de mi deseo
he sabido,
dueña mía,
que
acompañando a mi tía
15
seguís en
Montevideo.
Siguro de esto, ya ves,
tomo la
pluma y te escribo,
anhelando
que al recibo
de esta
carta disfrutés
20
cabal salú,
sin que sea
por desdicha
interrumpida:
cosa que con
alma y vida
mi fino amor
te desea.
Luego con todo mi afeto
25
me es
placentero decirte,
que también
al escribirte
tengo el
amoroso ojeto
de
anunciarte mi partida,
y cuando
menos pensés
30
a tu lado me
tendrés,
si Dios me presta
la vida.
En esta confoirmidá,
si acaso
andás por venirte,
paso también
a decirte
35
que te
aguantés por allá,
de cualquier
modo que sea:
no te
meniés, ya te digo;
y si no es
junto conmigo,
no te me
vengás, Andrea.
40
Porque esto se va poniendo
otra vez
endemoniao,
y asigún he
olfatiao
la cosa se
va frunciendo
Pero,
china... ¡por la Virgen!
45
con naides me platiqués
de esta
carta, si querés
no ser vos
mesma el origen,
para que don
Juan Manuel
me enderece
al matadero:
50
mirá, mi
bien, que no quiero
tener más
cuentas con él...
Porque cuando está alunao
es diablo y
escarbador,
y más
atropellador
55
que toro
recién capao:
y hoy más
que nunca le tomo
olor a
tigre; por esto
más de
cuatro, por supuesto,
andamos
hinchando el lomo.
60
Yo al menos he de cabriar,
y creo cosa
sigura
que si viene
una apretura
a mí no me
ha de apretar;
porque
apreceo mi vida,
65
y viendo el
lance venir,
no he de
aguantar a salir
como a la
gala parida.
En fin, me voy alargando...
que ni sé
cómo me voy;
70
mesmamente,
porque estoy
atolondrao y
cismando,
con la
última atrocidá
que hemos
visto ante de ayer:
¡cosa que ha
hecho estremecer
75
la campaña y
la ciudá!
Ya sabés, china, que yo
tengo una
alma de reyuno
y que suceso
ninguno
en la vida
me espantó;
80
pero ha
pegao un bramido
don Juan
Manuel, tan feroz,
y es tan sangriento
y atroz
el horror
que ha cometido...
Que ha de ser más que insensible
85
el hombre
que no se ensañe,
y luego se
desengañe
con este
golpe terrible,
¡que solo un
don Juan Manuel,
pensando el
caso, ha podido
90
matar a
quien no ha nacido
de un modo
feroz y cruel!
Y por tener aterrada,
y en
costante humillación
a toda la
población
95
de esta
tierra desgraciada,
brama Rosas,
y "¡aquí estoy!
(le dice a
esta gente vil),
¡como en
octubre y abril
siempre el
mesmo TIGRE soy!"...
100
¡Ahi-juna!... y se presumía
de que ya
estaba blandón;
pero con tal
manotón,
como el que
ha dao en el día,
han ido a
dar al infierno
105
las
creencias de la criollada,
que hoy anda
más achuchada
que pelaos
en el invierno.
Pues, con un par de alharidos
que suelta
cuando se enoja,
110
se limpia a
quien se le antoja;
y de ahí
todos encogidos
los paisanos
se amedrentan
pero
¡cómo!... que los ata
un hombre
solo, y los mata
115
a unos, ¡y a
otros los ahuyenta!
¡Cristo! si el diablo me lleva,
cuando veo
en casos tales
a porteños
federales
temblando
ganar la cueva,
120
sin saberse
defender,
ni hacer más
que acoquinarse
y en el
peligro asustarse,
como
animales al ver...
Cuando en el campo voltean
125
a una res
entre el ganao,
que apenas
la han degollao
los novillos
la olfatean;
y ahi se
empacan tiritando,
de la sangre
alrededor,
130
y allí un
ruin enlazador
solito los
va voltiando.
Y... ¿qué hacen en tales casos
los torunos
que igual suerte
deben
sufrir, y la muerte
135
ven con
tamaños ojazos?
Se asusta la
novillada,
y el gaucho
así la degüella,
porque un
toro no atropella
y le atraca
una cornada.
140
Y olvidando, de terror,
su fortaleza
en los cuernos
para echar a
los infiernos
de un bote
al degollador...
toro que
logra escapar
145
con vida en
esa voltiada,
muere en la
otra, sin que nada
le importe,
a fin de engordar.
Velay la comparación
mas perfeta
y aparente,
150
que yo le
aplico a esa gente
cuando oigo
en la situación
que el
porcentaje se queja,
y no hace
más que entregarse
al cuchillo
y agacharse,
155
sin
mezquinar ni la oreja.
Y mientras no los asusta
don Juan
Manuel y los mata,
si les deja
ganar plata
y comer,
¡todo les gusta!...
160
¡Qué vergüenza! En esta tierra,
donde
nacieron famosos
argentinos
valerosos,
que han
vencido en tanta guerra...
ver que hoy
a los federales,
165
desde el
dieciocho de agosto,
se les hace
el campo angosto
de asustaos
a lo baguales.
¿Y las hembras?... ¡Virgen mía!
toditas, las
más picudas,
170
hoy las
tenés como mudas
suspirando
noche y día.
Luego, los curas y beatas,
en
particular los flaires,
hoy andan en
Buenos Aires
175
más
espantaos que las ratas,
cuando
acuden al olfato
de la carne
en la ramada,
y ahi mesmo
de una emboscada
se les deja
caer un gato.
180
Ahora, entre la soldadesca
y el
gauchaje, ¡Cristo mío!
si querés
dejarlo frío
al que más
terne parezca,
largale
estas espantosas
185
palabras que
hacen temblar,
y verás si
al pronunciar
¡SANTOS
LUGARES DE ROSAS,
hay hombres
que a esta expresión
endurezca y
no te afloje,
190
sintiendo
que se le encoge
el alma y el
corazón!
¡Ay, Andrea!... ¡qué te cuento!
por Dios...
no te me asustés
al
decirte... que podés,
195
desde este
triste momento,
ir
encomendando a Dios
al pobre...
¡Anima bendita!
nuestro
padrino el curita,
el que me
casó con vos...
200
No hay mas alivio, llorá,
mi vida, y
no le dejés
de rezar, ya
que sabés
que pasó a
la eternidá,
después que
le desollaron
205
las manos y
la cabeza,
¡barbaridá!
y atrás de esa
el viernes
lo afusilaron,
de orden del
Gobernador,
sin-más
alcalde ni nada
210
que el
mandato y la humorada
del tigre
Restaurador...
Yo me encontré por desgracia
en ese
amargo momento
cerquita del
campamento
215
con mi
cuñada Damasia,
mujer de
ánimo fortacho:
pero se
hallaba preñada,
y ese día de
asustada
corno muchas
largó el guacho
220
Velay el fin tan funesto
que el pobre
cura ha tenido;
y ojalá
hubiera querido
Dios que no
fuera más que esto;
pero
hubieron todavía
225
una máquina
de horrores,
y... escuchá
los pormenores
de ese clamoroso
día.
Esto es lo que me han contao
y he oído
generalmente,
230
a una voz,
entre la gente
con la cual
he platicao.
Diz que el curita ¡infeliz!
como hombre,
la vez pasada,
en una
calaverada
235
salió
haciéndose perdiz
junto con
una mocita
donosa que
engatusó;
y que
también se largó
en las ancas
del curita.
240
Es de alvertir que la moza
no era una
mujer cualquiera:
al
contrario, dicen que era
de una
familia rumbosa...
muy cantora,
muy ladina,
245
musiquista y
vivaracha,
alhajita la
muchacha,
y por
desgracia argentina...
Sí fue robo o sedución,
sobre eso no
hay que dudar:
250
pues creo,
sin vacilar,
que hubo en
la niña pasión;
porque a una
china cualquiera
no es cosa
fácil arriarla,
y mucho
menos robarla
255
lo mesmo que
a una ternera.
¿Cuál es la hembra que da treguas
no queriendo
cabrestiar,
ni se deja
galopiar
más de
cuatrocientas leguas,
260
sin hallar
en la cruzada
algún medio
de escaparse,
o alguno a
quien lamentarse
cuando la
llevan forzada!
Pues bien: doña CAMILITA
265
(velay como
se llamaba)
por todas
partes cruzaba
a la par con
el curita:
cosa que
hace presumir
que desde
que se largaron
270
ambos-dos se
encamotaron
sin poderlo
resistir.
Y juyendo de las gentes,
dejando sus
amistades,
ganaron las
soledades
275
de las
selvas de Corrientes;
y por allá,
de escueleros
pobres, en
esa campaña
vivían
dándose maña
como esposos
verdaderos.
280
No hay duda, se apasionaron;
y, como es
cosa terrible
y pasión
cuasi invencible
la del amor,
se arronjaron
a esa vida
tan penosa,
285
disfrazada,
montaraz,
pobre, maldita...y
¿qué más
castigo para
la moza?...
¡Infeliz!... en mi concencia
discurro sin
ser letrao,
290
que esa niña
en el pecao
llevaba la
penitencia,
con solo el
remordimiento
que en sus
adentros tendría
a cada
istante del día,
295
sin cesar,
desde el momento
en que se
vio separada
de su
familia querida,
y que salió
maldecida,
fugitiva y
deshonrada.
300
Por fin, el
Poder divino,
que a todo
bicho viviente
le señala
justamente
su buen o su
mal destino,
quiso que un
clérigo inglés
305
que andaba
en alguna embrolla
por esos
pagos de Goya
(sigún
dicen) hace un mes,
se topó con
la mocita
por una
casualidá,
310
aonde por
fatalidá
se hallaba
con el curita.
Y en
cuanto los conoció...
¡ahi-juna,
el hombre soplón!
de puro mal
corazón
315
a un alcalde
se lo apió
con el
chisme: y ahi no más
dio el
soplo, y tuvo el placer
de hacerlos
atar y ver
que de allí
a San Nicolás
320
a la niña la
mandaron
atada brazo
con brazo,
y al cura en
cepo de lazo
también me
lo enderezaron.
¡Pobrecita!... ¡hacete cargo,
325
qué
angustias no pasaría
en tan larga
atravesía,
y en un
lance tan amargo,
viendo que
la conducían
enteramente
preñada
330
y que iba a
ser despreciada
de los que
la conocían!
Yo creo que en ese istante,
muerta se
habría quedao
si le
hubiesen presentao
335
su familia
por delante;
pero ese
triste consuelo,
o tormento,
o qué sé yo,
la infeliz
no mereció
sigún lo
dispuso el cielo...
340
Porque la desembarcaron
con su
amante, y al momento
a los dos al
campamento
en carretas
los mandaron;
y al ratito
de llegar,
345
de sopetón,
sin clemencia,
le leyeron
por sentencia
que la iban
a fusilar.
¡Barbaridá! los soldaos
cuasi todos
se espantaron,
350
y a tirarle
se negaron
algunos muy
aterraos:
viendo a la
moza preñada,
y en tal
lance... ¡Virgen mía,
matarla
así!... ¿Quién podría?
355
solo gente
desalmada...
Así, la infeliz les dijo
llorando...
"yo moriré:
pero,
paisanos, ¿por qué
me quieren
matar a mi hijo?
360
¡Válgame
Dios!... ¿es posible
que por
causas del amor
me imponga
el Gobernador
un castigo
tan terrible?,
que será el
más inhumano,
365
porque en mi
estado presente
este
angelito inocente
ni siquiera
está cristiano."
¡Clamor y quejas al viento!
porque Rosas
lo quería,
370
y ángel y
todo debía
morir en
aquel momento.
Solamente concedió
el que,
antes que la mataran,
al hijo lo
bautizaran;
375
y para esto
se riyó,
mandando que
a la mocita
le hiciese
algún oficial
UN BAUTISMO
FEDERAL,
echándole
agua bendita.
380
Y por la boca ¡zas-tras!...
un hisopo le
embocaron;
y en cuanto
se lo vaciaron,
cuasi
ahogada, así no mas,
la sacaron
al istante
385
medio muerta
de fatiga,
defendiendo
su barriga
con las
manos por delante.
Y, ni sé si la sentaron;
pero antes
que se ladiase,
390
para que no
se golpiase
¡ocho balas
le atracaron!
En situación tan amarga,
fue su
triste compañía
el curita
que sufría
395
a su lado
otra descarga...
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . .
¡Y... humeando y ensangrentaos
la CAMILA y
el amante,
cayeron a un
mesmo istante
con los
sesos destapaos.
400
Ni una boquiada dio el cura
pero la niña
penó,
y en el
vientre le saltó
tan fiero la
criatura,
que los
soldaos dispararon
405
de aquel
lugar aterraos,
y dos o tres
desmayaos
sobre los
muertos quedaron.
Al rato a los dos difuntos
en un cajón
los metieron,
410
y... ¡quién
sabe lo que hicieron,
antes de
enterrarlos juntos!
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . .
¡Mi Dios! en este momento
me da una
corazonada
de furia
desesperada...
415
y... yo no
sé lo que siento,
déjame pues
respirar,
que luego
continuaré
y a
informarte pasaré
sobre mi
particular.
420
Parte
segunda
Pues, como te iba diciendo,
en cuanto a
siguridá,
la cosa,
china, se va
enteramente
frunciendo.
Ansí, no me aguanto más,
5
y sea como
se fuere,
antes de un
mes, si Dios quiere,
alzo moño,
lo verás.
Ya trece años que he troteao
con
tantísimo trabajo,
10
cuesta
arriba y cuesta abajo,
me tienen
muy resabiao...
de Rosas y su custión,
que el
diablo se lo llevara,
con tal que
a mí me dejara
15
anidarme en
un rincón;
aonde pobre y sin camisa,
mi alma,
teniéndote a vos,
viviría,
como hay Dios,
alegre y
muerto de risa...,
20
con tal que no me sonara
ni de lejos
la corneta,
y el sable y
la camiseta
¡a la gran
punta arronjara!
Solo deseo agacharme
25
a mi antojo
a trabajar,
y a la hora
de descansar
a tu lado
revolcarme.
Y mas que duerma en el suelo,
volviendo a
mi libertá,
30
con la mayor
humildá
daría
gracias al cielo...
Una vez que me libraba
de esta
guerra asoladora,
que más
crece y nos devora
35
cuando dicen
que se acaba.
¡Cristo, Andrea!... ¡si ya estoy
hasta el
pelo de aburrido,
y caliente,
y decidido
a juirme
como me voy!
40
Pues aquí, como animales
el alma
echamos sudando,
día y noche
trabajando
para jefes y
oficiales.
Así se ven de platudos
45
estos
diablos desalmaos,
mientras
andan los soldaos
galguiando de
hambre y desnudos;
que a no ser por lo infeliz
y sin
juerzas que he quedao,
50
hasta hoy no
hubiese aguantao
sin
hacérmeles perdiz.
Ya del servicio, por junto,
¿qué me
resta que esperar,
sino que me
haga matar
55
don Juan Manuel? ¿Y a qué asunto?...
He de aguardar la infinita
que Rosas
nos quiere echar,
haciéndome
difuntear,
y dejándote
viudita?
60
Ansí me estoy afilando
y poniéndote
los puntos,
¡ay-mi-alma!
y por vernos juntos
el cuerpo me
está hormigueando.
Sólo temo que al disgusto
65
de verme tan
atrasao,
y pobre, y
descangallao,
te caigás
muerta del susto.
Ansí un par de calzoncillos
allá me
trajinarás,
70
pues los que
llevo verás
que apenas
tienen fundillos;
y eso, porque el chiripá
medio los ha
apadrinao;
al mesmo que
lo ha cuarteao
75
mi tirador
de aguará
¿Y mi camisa? ¡ay, Jesús!
si en el
campo me acostara
creo que se
me enredara
encima algún
avestruz;
80
porque tiene un enflecao
por faldas,
mangas y cuello,
que si a
oscuras la atropello
se me entra
por cualquier lao.
A mi poncho no le iguala
85
el cribo más
ojalao,
y en ancas
de remendao
tiene más
ñudos que un tala
De ahi tengo una camiseta,
¡ah, prenda!
ya la verás
90
y ansí mesmo
dudarás
si es de
encaje o de bayeta.
Después tengo, y no me pongo
mi bonete
colorao,
que como no
ha pelechao
95
está color
de mondongo;
por eso a bocha pelada
ando como
limosnero;
eso sí, con
el letrero
en la cinta
colorada...
100
VIVA LA FEDERACIÓN!
¡y viva don
Juan Manuel!
¡ahi-juna! y
solo por él
nos roban el
corazón.
¡Ay, Andrea! ahora lamento
105
lo engañado
que he vivido,
y que muy
tarde he venido
a caer en
conocimiento.
Por ese tenor, recién
oigo a
muchos lamentarse,
110
diciendo que
el engañarse
es de
hombres; y dicen bien.
Pero el error es un daño,
y como en
una escritura
se pone la
enmendatura
115
cuando se
alvierte un engaño.
También debe en ciertos casos
el hombre
que marcha errao,
viendo que
va equivocao,
volverse
sobre sus pasos...
120
Sin deber desesperar,
porque la
vida es muy larga,
y como se
pone amarga
también se
sabe endulzar.
Es verdá que hay infinitos
125
hombres que
yo he conocido,
a quienes
les han fundido
todos los
animalitos;
y hoy andan tan aguiluchos
que da ganas
de llorar
130
verlos que
para pitar
andan
recogiendo puchos;
y echando el alma en servicios
de este y
aquel general,
sin que les
larguen un rial
135
siquiera
para los vicios;
Como hace mi coronel
don
Prudencio el cueriador,
(yo no sé el
Gobernador
cómo no se
fija en él)...
140
Que todito el regimiento
lo ha
repartido en pionadas,
y en sus
faenas y cueriadas
no les da
alce ni un momento,
en las estancias que abarca
145
con más de
ochenta majadas
y un sin fin
de caballadas
y esos
rodeos que marca;
luego, en los grandes trigales,
que hace
sembrar y recoge,
150
sin que ni
en la trilla afloje
para yerba
cuatro riales;
Y en ese inmenso cueriar
que en todas
partes apura,
pues ya no
hoy vaca sigura
155
que él no
mande desollar.
Ansí es que mis ovejitas
se las vendí
conociendo
que me las
iba fundiendo,
lo mesmo que
las vaquitas;
160
que al fin me las manotió,
porque dir a
repuntarlas,
ni siquiera
señalarlas,
nunca me lo
permitió.
Lejos de eso, en mi campito
165
me hizo
echar una invernada
y una
tremenda yeguada,
que ahí lo
pelaron lueguito.
¿Y qué diablos iba a hacer
mi suegro,
un viejo quebrao?
170
¡Infeliz!
¿ni qué cuidao
de nada pudo
tener?
Sólo me mandó decir
con el amigo
Fernando,
que aquello
se iba atrasando,
175
que si yo
podría dir.
Entonces pensé sacar
una licencia
cortita;
y esa mesma
tardecita
nos mandaron
a ensillar...
180
A unos cien del escuadrón,
con la orden
de prepararnos
para de allí
ir a golpiarnos
a Langueyú
del tirón.
Tan desaviao me encontraba
185
que ni
tabaco tenía,
y fui a la
pulpería
a ver si el
mozo me fiaba.
Ahi por desgracia topé
al coronel
muy risueño,
190
que me dijo:
"tengo empeño
de hacer
trato con usté;
"y si anda muy atrasao
hoy mesmo lo
puedo armar,
si usté me
quiere largar
195
su terreno y
su ganao."
¿Qué le iba yo a responder
a semejante
propuesta?
Me encogí, y
de la respuesta
ya te harás
cargo, mujer.
200
Y, como me vio blandito,
me dijo:
"vaya, Donato,
yo quiero
que hagamos trato;
apiesé, echará
un traguito."
Y ya también lo mandó
205
al galope a
su ayudante,
a decirle al
comendante
que ya no
marchaba yo.
De ahi me hizo luego montar
y a las
casas me llevó,
210
en donde me
engatusó
sin poderle
replicar.
Por el ganao grande y chico
me dijo que
se alargaba,
y por todo
me pagaba
215
a siete
pesos y pico
Del rancho no me hizo menta;
pero de ahi
por la majada,
el campito y
la manada,
allí me
ajustó una cuenta,
220
que me calentó los sesos;
y sin poder
retrucarle
todo tuve
que aflojarle
por dos mil
quinientos pesos
Que en papelitos de a cien
225
me contó en
una mesita;
y esa mesma
nochecita
él me los
ganó también;
porque empezaron a entrar
otros
hombres al ratito,
230
y allí el
coronel lueguito
se puso al
monte a tallar
Y ansí como por favor
me dijo:
"Juegue, Jurao..."
que si
hubiese reventao
235
habría sido
mejor;
Porque ahí estiré la geta,
y en cuanto
nos descuidamos
a todos los
que apuntamos
nos hizo el
jefe roleta
240
Finalmente, en la jugada
largué el
mono y me apedé
y le dije no
sé qué
al coronel,
de humorada.
Quién sabe qué le diría;
245
pero él se me
retobó,
y al momento
se paró
con la mayor
fantasía...
Y largándome un escrito,
me dijo:
"Fírmelo usté",
250
y en cuanto
se lo firmé,
replicó:
"El trato está listo.
"Lárguese pronto, Donato,
al
campamento, no embrome;
si va
cortao, velay, tome
255
treinta
pesos de barato
A unas palabras tan tiernas
no tuve más
que agacharme,
y como cuzco
largarme
con el rabo
entre las piernas.
260
Me fui a mi rancho, mamao
de
pesadumbre; y al rato
que me
dormí, hasta el barato
me lo habían
soliviao.
Ahí se aumentó mi tristura,
265
por lo que
entré a cavilar
y me comencé
a secar
de una
fuerte calentura.
Tal me atrasé, que a la cuenta,
como allí en
el campamento
270
todos los
del regimiento
me llamaban
"la osamenta"...
Decidieron el mandarme
echao sobre
una carreta,
antes que a
la Recoleta
275
a este
hospital a curarme;
aonde he tenido la suerte
en diez
meses de arribar,
a fuerza de
forcejear
tiro a tiro
con la muerte.
280
Y hoy hacen cinco semanas
que en
buenas carnes me siento,
aunque a lo
zorro aparento
que ando
flacón y sin ganas;
y solo estoy esperando
285
a ño Antonio
el portugués,
que dice que
antes de un mes
se irá, pues
ya está cargando.
Ahi tenés que en su lanchón
meterá el
bulto tu esposo;
290
y aguardo
ser muy dichoso
al verte, mi
corazón.
Ansí, Andrea, por si acaso,
rogale por
mí y por vos,
el que me
permita Dios
295
llegar y
darte un abrazo.
Conque, será hasta la vista;
si Dios
quiere, antes de un mes
y por las
dudas podés
tenerme la
cama lista.
300
Y no me culpés de ingrato,
porque muy
firme en quererte
es, y será
hasta la muerte,
tu fino
esposo...
DONATO.
Brindis que pronunció Paulino Lucero el
23 de junio de 1851, en un banquete que dio el señor general Urquiza a bordo
del vapor oriental Uruguay, para obsequiar a los señores Dres. don Manuel
Herrera y Obes y don Luis José de la Peña, en los primeros días del arribo de
estos caballeros al pueblo de la Concepción del Uruguay, al cual también volvió
Paulino Lucero precisamente a los 20 años después de que en aquellos destinos,
contra el poder de la tiranía, había combatido en las filas del infortunado y
valeroso general don Juan Lavalle.
Costante el gaucho Paulino
a la patria
y al amor,
a los veinte
años, señor,
vuelve a
caer a este destino;
como patriota
argentino
5
sólo cumplo
mi deber
viniéndomele
a ofrecer
a
Vuecelencia, a mi modo;
es decir,
con cuerpo y todo
hasta morir
o vencer.
10
Caigo de Montevideo,
ya se hará
cargo, señor,
en un apero
cantor
sin más
prenda que un sobeo
con el mesmo
que deseo,
15
a pesar de
que ando a gatas,
que nos
salga a echar bravatas
el supremo
titulao,
para de un
pial de volcao
atarle las
cuatro patas.
20
Al fin, del suelo entre-riano
la patria en
su ley renace,
contra los
esfuerzos que hace
por
sucumbirla el tirano:
y a ese
gaucho bruto y vano
25
que en
Palermo atemoriza,
por si acaso
se precisa
algún día
coronarlo,
allá va a
redomoniarlo
don Justo
José de Urquiza.
30
Y si piensa Juan Manuel
el
pretendiente Corona
que se
encierra en su persona
toda la
patria y su aquel,
ya lo verá
del tropel
35
que le vamos
a pegar
¡donde pu...
untas va a parar
con todo su
poderío,
si no se turba
en el río
y allí lo
hacemos ahugar!
40
Urquiza en
la patria nueva
O dos
gauchos orientales platicando en los montes del Queguay, el 24 de julio de 1851
.
¡Por Cristo!... amigo Clemente,
déjese caer:
quiero verlo
y abrazarlo
para crerlo.
¿Cómo le va?
MORALES
Lindamente,
aparcero.
¿Cómo está?
5
Ya me ve, en la soledá
de esta
selva, matreriando
tristemente
y lamentando
día y noche
que en mi tierra,
con esta
espantosa guerra,
10
¡ni taperas
van quedando!
Ansí vivo, ya le digo,
en el monte
soterrao;
y ansí no sé
cómo ha dao
usté,
aparcero, conmigo.
15
MORALES
Me informé, por el deseo
que tenía,
paisanazo,
de caer a
darle un abrazo
y mostrar
que lo apreceo,
en la
situación precisa,
20
pues sabrá
que en Paisandú
queda guapo
y con salú
el
Gobernador URQUIZA...
para que
naides se atreva
a decir que
se encogió,
25
y a vanguardia
no salió
¡URQUIZA EN
LA PATRIA NUEVA!
OLIVA
¡Amigo del corazón!
por su vida,
creamé;
anoche mesmo
soñé
30
recebir este
alegrón:
y felizmente
el primero
es usté en
darme este gusto.
¡Conque ya
pasó don Justo!
¡Ah, cosa
linda, aparcero!
35
¡Viva la
Patria! ahora sí...
de la
humillación saldremos,
y el yugo
sacudiremos
que nos han
puesto hasta aquí.
MORALES
Sin duda; porque las cosas
40
demuestran
que este verano,
más que a la
fija, paisano,
se lo lleva
el diablo a Rosas,
en seguida
de la zurra
que debe
llevar primero
45
acá cierto
mashorquero,
titulado
Mama-burra
OLIVA
¡Barajo!... Bien la merece;
pues a él
solo le debemos
la miseria
en que nos vemos...
50
y ojalá,
amigo, cayese
pronto el
general Garzón.
¿Por dónde
viene, aparcero?
MORALES
Pasó por el Hervidero
con su linda
división;
55
y hoy me
dijo Goyo Siris,
que al
general, al istante,
con su
fuerza el comandante
oriental don
Lucas Piris
se le había
apresentao;
60
de lo que me
alegro mucho,
porque don
Lucas es lucho
y jefe muy
alentao.
OLIVA
Cabal que sí: mesmamente;
y... ¿cuándo
pasó la gente
65
que trai el
Gobernador?
¿Hace mucho?
MORALES
No, señor:
la madrugada
del veinte...
por causa de
cierto mocho
que
enredando la jugada
70
hizo atrasar
la pasada,
que pudo ser
el dieciocho.
No hubo más
inconviniente
asigún lo
que yo entiendo.
De ahi, como le iba diciendo,
75
la madrugada
del veinte,
la
infantería entre-riana
coronaba las
cuchillas
y del pueblo
a las orillas,
a el alba,
tocando diana,
80
rompió la
musiquería,
y cornetas y
tambores,
empezando
los primores
de ese
venturoso día;
¡y no habían
terminao
85
las dianas,
creameló,
cuando ya se
devisó
todo el
pueblo embanderao!
OLIVA
¡Ah, cosa! ¡qué madrugón
tan lindo y
tan de-una-vez.
90
¡A que no
juyeron tres,
le apuesto!
y...
MORALES
Tiene razón.
Solo de la
Polecía,
disparando a
todo apuro
en un
parejero oscuro,
95
salió un
mozo al ser de día;
pero de
atrás ¡Virgen mía!
nuestros
linces lo vicharon,
y cuentan de
que dudaron
si era un
jinete o venao
100
y por las
dudas, cuñao,
ahí no más
me lo voliaron.
¡Mozo vivo, y con maletas!
(vaya un
refrán: sí, señor)
y con
caldera al fiador
105
y pistola en
las paletas;
salir
haciendo gambetas
al ñudo, a
que lo voliaran
y por lindo
lo pasiaran
ufano entre
la coluna;
110
y sin ofensa
ninguna,
que al
ratito lo soltaran.
OLIVA
¿Ese no más disparó?
MORALES
Ese y otros dos lulingos
quizás por
lucir los pingos;
115
luego,
naides más juyó.
Al
contrario, muy contento
el
vecindario enseguida
a darnos la
bienvenida
se descolgó
al campamento,
120
y así que el
sol apuntando
colorió por
el oriente,
ya decidido
y valiente
el general
don Servando
en esos
mesmos istantes,
125
rumbiando al
puerto pasó
y al pasar
nos saludó:
lo mesmo sus
ayudantes.
Luego, subió a toda prisa
después de
que se abrazaron,
130
y en la
playa platicaron
con el
general Urquiza.
Al rato, la división
crecida de
don Servando
formó en la
plaza aclamando:
135
¡Que viva
URQUIZA, GARZÓN,
VIRASORO y
los paisanos,
y las leyes,
y la paz!,
para lo que
yo de atrás
grité:
¡Mueran los Tiranos!
140
Después de Sacrá en la costa
don Servando
se acampó,
y allí se le
reunió
criollada
como langosta.
OLIVA
Pues, habiéndose resuelto
145
don Servando
el general,
a Oribe le
ha echao un pial
de firme y
de codo vuelto.
MORALES
¡Soberbio! y con su divisa
anda desde
que llegó,
150
y mucho que
le gustó
eso al
general Urquiza;
como que todo su anhelo
de esta
ocasión lo ha fijao
en reunir a
su lao
155
divisas de
todo pelo,
con tal que
quienes las usen
sostengan la
libertá,
de modo y
conformidá
que de ser
libres no abusen...
160
Pues hoy en la patria nueva
la libertá
ha de fundarse
en la ley,
sin propasarse;
y ¡pobre del
que se atreva
en el día a
pretender
165
manotiar las
propiedades,
ni atizar
enemistades
por
opiniones de ayer!...
Ni andar con celos mezquinos
o
distinciones fatales,
170
nosotros
entre orientales,
o aquellos
entre argentinos;
porque hoy
todos vamos a una
en esta
lucha, paisano,
que es a
voltiar al tirano
175
Juan Manuel
Rosas.
OLIVA
¡Ahi-Juna,
el tigre!...
Dios lo bendiga
al
Gobernador Urquiza,
que esas
miras garantiza.
Ahora, si gusta, prosiga
180
relatándome,
paisano,
todo lo que
vio por ahi
al pasar el
Uruguay
el ejército
entre-riano.
MORALES
Pues, sí, señor: como he dicho,
185
con la
música y la diana
en Paisandú
esa mañana
se
entusiasmó todo bicho,
de modo que
a rumbo incierto
los vecinos
en tropillas,
190
los unos por
las cuchillas,
y los otros
por el puerto,
buscaban al
General,
que allí a
las ocho del día
con valor y
bizarría
195
pisó en la
Banda Oriental;
y las barrancas que solas
un momento
antes se hallaron,
al istante
se cuajaron
de armas y
de banderolas,
200
galeras,
carpas, ramadas,
pingos,
soldaos y fogones,
ruedas,
ejes, municiones
y carretas
desmontadas.
Tal fue el primer campamento
205
que el
General levantó,
y allí el
pueblo se agolpó
a recibirlo
contento;
pues, ni
bien lo devisaron,
en cuanto lo
conocieron,
210
miles de
¡Vivas! se oyeron
que en el
monte resonaron,
y a los cuales
respondían
las
valientes divisiones
que en
numerosos lanchones
215
cruzando el
río venían...
a tiempo
que, raudaloso
y de costa a
costa lleno,
corriendo
limpio y sereno
el Uruguay
majestuoso,
220
en sus aguas
como espejos
retrataba
vivamente
árboles,
barcos y gente,
la costa y
los ranchos viejos,
que en el
puerto en multitú
225
se han ido
desmoronando,
y allí están
atestiguando
las ruinas
de Paisandú:
pueblo que
fue tan lucido
en un tiempo
afortunao,
230
y hoy, ni
cercos le han quedao...
¡tal se
encuentra de fundido!
Ya se ve, con esos Moros
que ha
traido Oribe a mi tierra,
y con nueve
años de guerra
235
no van
dejando ni toros,
ni baguales,
sí, señor:
y esta no es
ponderación...
Ahí está
Maza Violón
y otros por
ese tenor,
240
a cuenta de
Federales
y de
Rosistas, ¡barajo!,
manotiándose
el trabajo
de más de
cuatro orientales,
cuando hay
familia que vive
245
¡desnuda,
abajo de un cuero!
porque a
cualquier mashorquero
le larga una
estancia Oribe,
¡voto al
diablo!... y...
OLIVA
Deje
estar
no se
caliente al botón,
250
que va a
llegar la ocasión
de podernos
desquitar.
De aquí a
unos días, si acaso
se ofreciere
un entrevero,
entonces sí,
compañero,
255
le daremos
gusto al brazo.
Concluya, hágame favor,
el cuento
que ha interrumpido.
Conque,
¿estaba muy crecido
el Uruguay?
MORALES
Sí, señor;
260
fue cosa
particular
que la
víspera cayó
una avenida,
y creció
anchamente
como un mar.
Ansí es que
tenía el paso
265
sus doce
cuadras de anchor;
y ansí
mesmo, era un primor
ver los muchachos
que a brazo
al Uruguay
se azotaban,
de las islas
anegadas
270
manguiando
las caballadas,
que en
tropillas se largaban:
las que
fogosas bufando
por los
remanses venían
y
relumbrosas salían
275
a esta costa
relinchando.
Donde vi en
cuanto pasó,
a un mozo
todo mojao,
que a un
redomón requemao
en pelos se
le sentó,
280
y ya también
se agachó
el rocín a
corcoviar;
y el mozo
sin vacilar
lo soltó, y
dijo: ¡andá, vete,
y decimelé a
Alderete
285
que lo vengo
a visitar!
OLIVA
¡Ah, mozo gaucho, oiganlé!
¿conque, no
lo solivió
el pingo, y
se le pegó?
MORALES
Lo mesmo que zobaipé
290
pero lo
soltó, porque
quiso moniar
el bagual,
y ya en la
Banda Oriental
ningún bruto
corcovea,
pues
bastante bellaquea
295
el
Presidente Legal
OLIVA
¡Nueve años!... es evidente,
bellaquiando
ha hecho diabluras,
porque con
caronas duras
no ha sabido
hasta el presente
300
tironiarlo
fuerte un pión
tan guapo y
acreditao,
y tan bien
apadrinao
como el
general Garzón.
Velay quien lo ha de amansar
305
ahora, del
primer rigor;
no lo
dude... Y por favor
acábeme de
contar
lo que usté
sabe y yo inoro
del
Hervidero adelante.
310
MORALES
Me olvidaba; ¡voto-alante!
que el
coronel Virasoro
también con
sus escuadrones
Salto arriba
atravesó,
y de esta
banda salió
315
atrás de
unos quebrallones
que juyeron
campo ajuera
rumbiando
para el Cerrito,
donde ha de
ser lo angostito
y fiero de
la manguera
320
No hay
alivio, lo estoy viendo;
allá va
desesperada,
y ahi muere
la Rosinada.
Además: vaya sabiendo
de que el
comendante Neira
325
don no sé
cómo se llama,
mozo que
tiene la fama
de más guapo
que Pincheira
decidido en
la custión,
dejándole a
Oribe el cuento
330
se nos vino
al campamento
con todito
su escuadrón.
OLIVA
Quiere decir, aparcero,
con tanto
golpe mortal,
que el
titulado legal
335
va por un
refaladero.
MORALES
Y en ancas el comendante
don Ventura
Coronel.
quiso juir,
y de tropel
me lo
arriaron por delante,
340
trayéndolo
prisionero
por ser jefe
gamonal,
razón por
que el general
lo mandó
soltar ligero.
De suerte que don Ventura,
345
que tendría
sus temores
allá por
ciertos primores...
de verse en
una apretura,
no tuvo nada
que hacer,
ni siquiera
presentarse,
350
sino venir y
largarse
a dormir con
su mujer.
Ansí, bien dice, aparcero;
con tanto
golpe fatal
la
presidencia legal
355
va por un
refaladero;
pues don
Costancio Quintero
(un coronel
muy querido)
también se
nos ha venido
trayendo
toda su gente,
360
desgracia
que al presidente
debe tenerlo
afligido.
OLIVA
¿Y Rosas no se vendrá
a cuartiarlo
en el Buceo
MORALES
¡Ah, malhaya! pero creo
365
que Juan
Manuel lo que hará
únicamente
será
cacariar
como gallina,
y echar mano
a la pretina
a cada rato
en Palermo,
370
donde él
dice que está enfermo
y atrasao de
mal de orina.
¿Cómo ha de arrejar ansí
enfermo de
la vejiga,
mucho más
cuando lo hostiga
375
del Paraná
el camuatí?
Pues le
asiguro que allí,
tan sólo,
amigo Luciano,
del ejército
entre-riano
hay siete
mil hombres largos,
380
que muchos
ratos amargos
tienen que
darle al tirano.
De yapa el gobernador
don Benjamín
Virasoro,
jefe que
vale un tesoro,
385
le ha cantao
a Rosas ¡flor!
con un truco
apretador,
trayéndose
de Corrientes
otros siete
mil valientes,
muchachos
todos fornidos,
390
por la causa
decididos
y contra
Rosas calientes.
Siendo ansí, en esta jugada,
el tal REY
de los Rosines
no podrá ni
con maquines
395
escapar de
una pelada;
pues le ha
soltao la empalmada
el
gobernador don Justo,
y lo hará
pisar a gusto
por donde se
la dirija,
400
y ahí
podremos a la fija
jugar la
plata sin susto.
OLIVA
De por juerza: no hay que hablar...
¡Ah, Cristo!
gracias a Dios.
Ahora mesmo vamonós,
405
amigo: voy a
ensillar.
MORALES
Aguarde, tome este bayo
que le
traigo, ensilleló
con
franqueza, y monteló,
siguro que
irá a caballo.
410
OLIVA
Por supuesto: me hago cargo
que será
resuperior...
MORALES
Es un pingo de mi flor,
cuando juega
en trecho largo
OLIVA
Ansí ha de ser; bien lo veo...
415
Velay...
monto... y... ya estoy listo.
Pues, sí,
paisano, ¡por Cristo!
lo estoy
viendo y no lo creo.
MORALES
¿De veras? pues acá estoy;
no tenga
duda, cuñao,
420
y me tiene a
su mandao
para
servirle desde hoy.
OLIVA
¡Oiga el diablo! y se corrió
que allá por
el otro lao
me lo habían
difuntiao;
425
y ansí me lo
asiguró
Rivas, que
usté había muerto,
y...
MORALES
Ya lo ve que no es cierto,
asigún yo lo
atestigo.
OLIVA
Me alegro en el alma, amigo,
430
después de
haberle rezao.
Ya se ve,
habiendo cuadrao
su ausencia
tan dilatada,
más me
pareció fundada
la triste
noticia; ansí
435
yo también
se la embutí
al sargento
Valdivieso.
MORALES
¡La pu... cha digo en el queso!
¿Me habré
muerto sin sentir,
o me andaré
por morir
440
sintiéndome
tan buenazo?
Pero ¡qué!
yo no hago caso
de dizques
ni de visiones,
ni excuso
las ocasiones
si se ofrece
meniar corvo,
445
porque nada
me hace estorbo
en la
patriada presente...
a no ser que
el presidente
Mama-burra...
OLIVA
Quitesé,
no eche
pelos, cubrasé.
450
MORALES
¿Que me cubra dice, amigo?
¡La gran
pu... nta y truco, digo!
Me almira el
ver que se ríe;
pues,
paisano, no se fíe
del titulado
legal:
455
mire que es
viejo fatal,
y que de
puro Rosín
le sirve de
comodín
al
Restaurador eterno.
OLIVA
¡Otra liendre para yerno,
460
el supremo
titulao!
¿Cómo se
habrán ayuntao
tan de firme
esos legales?
¿Ha visto
diablos iguales?
MORALES
Siempre a la bruta se ayuntan
465
calandrias
como esos dos,
por la razón
de que Dios
los cría y
ellos se juntan.
Pero, ansí
mesmo pudiera
permitir
Dios que don Justo
470
le atraque a
la yunta un susto
y le corte
la collera.
Con esa
resolución
se ha venido
de este lao,
y con la
mesma ha cruzao
475
nuestro
general Garzón.
Siendo ansí, por consiguiente,
como dijo
usté, amigazo,
le daremos
gusto al brazo
cuando un
lance se presente,
480
pues en tal
caso, paisano,
justo es
buscar el desquite.
¿Diga usté
ahora si el envite
con Urquiza
es?...
OLIVA
¡Soberano!
con tal
triunfo quiero a punto,
485
y en su caso
un contraflor;
y en cuanto
al Restaurador...
ni por sus
tantos pregunto.
MORALES
Por supuesto, es excusao
hacer caso
de esa maula,
490
que de
Palermo en su jaula
está del
todo abollao:
sufriendo de
un modo vil
después de
tanta bambolla
la gran
sumida de bolla
495
que le ha
pegao el Brasil,
metiéndole
al Paraná
todos sus
barcos de guerra...
a ver sí
sale por tierra,
y en una
voracidá
500
se asoma a
alguna barranca
el baladrón
Juan Manuel,
y el
almirante Grenfel
le echa un
pial por sobre la anca.
OLIVA
¡La pu... rísima! ¿Esa más?
505
¡Que vivan
los brasileros!
ahora que a
los mashorqueros
me los
apuran de atrás.
MORALES
¿De atrás dice? En pocos días
verá usté
que al Miguelete
510
por encima
de Alderete
pasa el
conde de Cajías
Y no crea
que es balaca,
que el
Imperio con don Justo
y Montevideo
a gusto
515
de tres han
hecho una baca
¿de tres,
dijo?... Me he turbao;
de cuatro,
diré más bien,
porque
Corrientes también
tiene parte
en el tratao
520
para voltiar
mashorqueros;
y acá en la
Banda Oriental
el titulado
legal
ha de caer
de los primeros.
OLIVA
Entonces pronto, paisano,
525
la costancia
y la vitoria
van a
coronar de gloria
al pueblo
Montevidiano.
¡Ah, pueblo, amigo Luciano!
¿Ha visto?
¡Ocho años sitiao,
530
cuerpo a
cuerpo ha rechazao
con sus
tropas valerosas
a todo el
poder de Rosas,
que allí por
fin se ha estrellao!
¡Y la Uropa!... Pero... ¿qué
535
es aquello
que negrea
allá en la
cuchilla? ¡Vea!
MORALES
Ésa es la juerza parece;
debe ser,
estoy pensando,
sigún lo que
vide ayer...
540
esa gente
debe ser
del general
don Servando.
Cabal que sí, mesmamente;
él es con su
división;
velay, pues,
linda ocasión
545
de que usté
se lo apresente...
Pues yo tengo que cortar
acá en esta
direción,
porque al
general Garzón
me le debo
incorporar.
550
En virtú que con licencia
por seis
días me quedé,
y el viejo
andará, ya sé,
extrañando
mi presencia.
OLIVA
Ahora sí que me apresento
555
dejando de
matreriar;
y ahora sí
me haré matar
por la causa
muy contento:
lo mesmo que
debe hacer
en la
presente patriada
560
peliando la
paisanada
hasta morir
o vencer.
MORALES
Ésa es la resolución
que en esta
lucha he formao;
y soy el más
ruin soldao
565
de la
escolta de Garzón.
Pero
él sabe que soy suyo
como
patriota oriental;
y en no
hacerlo quedar mal
fundo mi
gala y mi orgullo.
570
Conque, suélteme un abrazo,
y al
largarse, amigo viejo,
oiga; le
daré un consejo
en amistá,
por si acaso.
"Pórtese
bien de esta vez,
575
como siempre
se ha portao,
si quiere
ser respetao;
y llegando a
la vejez,
presuma con
altivez
de patriota
a toda prueba;
580
y al más
alto que se atreva
a no
atenderlo, cuñao,
dígale:
"¡YO FUI SOLDAO
DE URQUIZA
EN LA PATRIA NUEVA!
OLIVA
¡Qué lindo, déme otro abrazo!
585
MORALES
Al momento: tome dos.
OLIVA
Paisano Clemente, ¡adiós!
MORALES
Hasta la vista, ¡amigazo!
Y al galope, como un rayo,
cuanto le aflojó
la mano,
590
rompió el
pingo de Luciano,
porque era
un pájaro el bayo.
Clemente también rumbiando
al Hervidero
cortó,
y esta letra
se le oyó
595
que iba al
galope cantando
"Jefe supremo Avestruz,
un gaucho
que anda en sus glorias,
te manda
muchas memorias
del general
Santa-Cruz.
600
"Allá va cielo, tirano,
yo
compadezco tu apuro;
pues en
Francia... ¡qué rigor!...
el
tratado... Sepeduro
. . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cielito
patriótico
Dedicado el ejército correntino, que a
las órdenes del señor general Madariaga obtuvo la más completa vitoria en el
Riachuelo, escarmentando para siempre a los traidores.
¡Otra vez con la vitoria
se alzó la
Correntinada!
¡Ah, pueblo
fiel y patriota!,
que no se
duebla por nada.
Allá va cielo, cielito,
5
cielito en el Riachuelo;
los mashorqueros traidores
clavaron la aspa en el suelo.
Aquí caigo,
aquí levanto,
anduvieron
los patriotas,
10
hasta que
alzaron el poncho
y ya se han
puesto las botas.
¡Ay, cielo, cielo cielito!
pregúnteselo a Cabral
si toda su rosinada
15
no disparó a lo bagual.
Con más
altivez que nunca,
otra vez los
correntinos
amenazan al
tirano
de todos los
argentinos.
20
Cielito, cielo que sí,
cielo de la libertá;
a ese pueblo Juan Manuel
nunquita lo humillará.
Él pensó que
degollando
25
y
destruyendo a Corrientes,
podría al
fin rematar
esa cría de
valientes.
Ay, cielo, cielo cielito,
cielito de la altivez,
30
a ver si el degollador
los sujeta de esta vez.
Allá en la
Laguna Brava
su mashorca
y su gobierno
ha llevado una
sabliada...
35
que fue a
lamberse ¡al infierno!
Cielito, cielo y más cielo,
cielito de la firmeza,
esa provincia tan sólo
le ha de dar en la cabeza.
40
Cabral,
Ramírez y Borda,
con Virasoro
y Galán,
que salieron
a dos laos,
¡por aónde
diablos irán!
Ay, cielo, cielo cielito,
45
cielito de la mañana,
puede que ni desensillen
en lo de Pascual Badana.
Velay, ansí
son los triunfos
del gaucho
Degollador;
50
que aquellos
que más hostiga
se le alzan
a lo mejor.
Cielito, cielo y más cielo,
cielo de Mocoretá,
nunca el poder del tirano
55
se ha de aguantar por allá.
De aquí a
unos días sin duda,
el general
Madariaga
con un
ejército lindo
¡hasta el
Paraná se traga!
60
Cielito, cielo y más cielo,
cielito de la esperanza,
si Urquiza escapa de aquí
puede ir allá en la confianza.
Ahí anda el
Espantadizo
65
gambetiando
a lo avestruz,
hasta que de
un redepente
le atraquen
en el tus-tuz.
Cielito, cielo y más cielo,
cielito como balazo,
70
si de acá se va con bolas
allá le prienden el lazo.
El general MADARIAGA
a don Frutos
le ha escrebido,
que por allá
a los rosines
75
muy fiero
los ha tullido.
Allá va cielo y más cielo.
Ay, cielo del corralito,
y le ofrece la pionada
si tiene algún quehacercito.
80
Pues dicen
que andan ganosos
de azotarse
al Uruguay,
a cuerear la
rosinada
que puede
salir por ahí.
Cielito, cielo y más cielo,
85
cielito de Yapeyú,
¡Cristo, si caen a la encierra
los gauchos de CAGUASÚ!
Y dice don
Madariaga
que no
precisa tratao,
90
pues para
matar Rosines
platicar es
excusao.
Digo, mi cielo, cielito,
ya empezará el mashorquero
Juan Manuel, con este apuro,
95
medio a fruncir el yesquero.
Verán si al
Restaurador,
viendo la
Correntinada
¡sable en
mano! y decidida,
no se le cae
la quijada.
100
Allá va cielo y más cielo,
Digo, mi cielo, cielito,
bien sabe que Madariaga
le anda por limpiar el pito.
Vaya pues la
despedida
105
a los bravos
Correntinos
que presumen
con razón
de famosos
argentinos.
Cielos. ¡VIVA MADARIAGA!
¡y sus bravos compañeros!
110
siñuelo de los patriotas,
terror de los mashorqueros.
Los
compuestos de Gualeguaichú
DEDICATORIA
Velay, don Teófilo Urquiza,
le remito
esa versada
fieramente
concertada,
como
escrebida de prisa:
porque el
tiempo lo precisa
5
este su fiel
servidor,
para
ocuparlo mejor
día y noche
en discurrir
cómo podré
conseguir
boliar al
Restaurador.
10
Porque, hallándose orejano
es bellaco y
altanero,
como yo soy
de certero
con las
bolas en la mano:
así es que
relincha en vano,
15
pues si yo
le tiendo el brazo,
siguro, como
balazo
se las amarro
de atrás,
o lo
revuelco ahí no más,
con el
primer chaguarazo.
20
Y al punto se lo presento
"si lo
agarro este verano"
(como dijo
un tal Serrano
comendante
de talento).
En fin, si
lo agarro, intento
25
dárselo de
buena rienda:
es decir,
luego que aprienda
a cocinar y
barrer,
pues usté lo
ha de querer
para criado
de su prenda.
30
Por último, mi mayor,
sólo me
resta decirle,
que siempre
para servirle
me encuentro
de buen humor,
porque usté
es merecedor
35
de un cariño
verdadero:
así,
endeveras lo quiero,
y en tenerle
voluntá
hasta la
muerte será
firme...
PAULINO
LUCERO.
40
Carta noticiosa que desde Entre-Ríos le
escribió Rudesindo Morales, caído de la Banda Oriental, a su esposa Pilar
Flores, vecina de Chivilcoy, residente en la campaña de Buenos Aires.
Señora doña
Pilar Flores.
Campamento
en Gualeyán,
paso nuevo de Mangudo,
a veintitrés de noviembre
del año cincuenta y uno.
Mi querida
mujer y esposa.
Mi
vida: creo excusao
el entrarte
a relatar
el modo
particular
como he
caído de este lao,
cuando ha
sido tan sonao
5
el desenlace
triunfal,
que allá en
la Banda Oriental
terminó el
gobernador
Urquiza,
para explendor
de la CAUSA
FEDERAL.
10
¡Ahora sí, mí alma, la cosa
se le frunce
a Juan Manuel!
y el diablo
carga con él
de una
manera indudosa:
pues la
manía lo acosa
15
al loco
infame traidor
y quiere al
Restaurador
ir a echarle
un avispero,
allá al
principio de enero
cuando
apriete la calor.
20
Y fíjamente, Pilar,
se le
prenden las avispas,
y el Supremo
echando chispas
se va al
infierno a rascar;
donde podrá
lamentar
25
la desgracia
que ha tenido
en su
ejército fornido,
que allá en
la Banda Oriental,
para colmo
de su mal,
también se
le ha enloquecido.
30
¡Vaya que ha sido completa
la que don
Justo le ha echao,
con
habérsele aflojao
tan de una
vez la chaveta!
pues la primer
manganeta
35
que al
Supremo le jugó,
fue el trote
que le pegó
de
Entre-Ríos al Cerrito
contra el
poder infinito
que Juan
Manuel cacarió.
40
Y cuando ciertas Naciones
que presumen
de famosas,
le andaban
temblando a Rosas
como al gato
los ratones...
Urquiza sin
presunciones,
45
con sus
criollos de tropel,
lo Ira
aturdido a Juan Manuel
diciendole:
¡ea, tirano,
allá va un
americano
a ponerte el
cascabel.
50
¡Ah, loco lindo y garboso!,
¡como para
echarle el resto
al
Restaurador, se ha puesto
parejito y
lindo mozo!
¡Lástima a
que anda furioso
55
con la
maldita locura,
de tal modo
que asigura
que a Rosas
va a galopiarlo,
pelo a pelo,
hasta largarlo
con tamaña
matadura!
60
Y con igual pretensión
la paisanada
se va
recostando
al Paraná
lo mesmo que
nubarrón;
de balde ese
baladrón
65
Supremo dice
aturdido,
que a
Urquiza no lo han seguido
los paisanos
argentinos,
sino unos
restos mezquinos
que del
Cerrito han salido.
70
Los restos ¿eh?, ¡morderá!,
no ha de ser
chico susto
el que con
ellos don Justo
a vanguardia
le dará;
aunque Juan
Manuel podrá
75
salir a ver
si lo ataja,
ya que le da
esa ventaja
de moquillo
manifiesto,
quien a ese
bruto ha dispuesto
pelarlo con
su baraja
80
Y entonces va a suceder
que al
echarle un contraflor
Urquiza al
Restaurador,
fiero se le
ha de encoger:
porque lo ha
de suponer
85
a don Justo
en la embestida
la cabeza
divertida
y a Rosas le
ha de hormiguear,
porque don
Justo al cargar
tiene muy
mala bebida.
90
Ahora mesmo se halla en punto
cismando con
Juan Manuel,
al cual
quiere de un cordel
zungarlo
solo por junto:
y no lleva
más asunto
95
de justicia
y ambición,
ni agravio,
ni prevención,
ni tiene más
enemigo:
a Rosas
solo, ya digo,
va a pegarle
un manotón.
100
Y yo voy también templao
por ese
mesmo tenor,
como que el
Restaurador
veinte años
me ha traginao:
y hoy si lo
pillo turbao
105
lo tengo que
atropellar,
porque le
pienso cobrar
las nutrias
que me ofreció
para
cueriar, y si no
a él mesmo
lo he de cueriar.
110
¡Ladronazo, hijuna-pu...!
así se ve
por tramposo,
aborrecido,
achacoso
y atrasado
de salú;
pero, que
aguarde el pacú
115
que don
Justo le destina,
del Paraná,
y con la espina,
si el mal de
piedra lo hostiga,
que se
escarbe la vejiga
y sanará de
la orina
120
En fin, me voy calentando
contra ese
diablo, ¡barajo!,
que ya por
un cuesta abajo
de aquí lo
estoy devisando.
Concluyo pues, y te mando,
125
¡seis pesos
fuertes!, ¿qué tal?,
una buena
cuenta igual
de Rosas no
he recibido
en nueve
años que he servido
solo en la
Banda Oriental;
130
Y acá, al llegar, esos riales
nos dio don
Justo al momento,
y hoy corre
en el campamento
la pesería
en costales:
después, a
todos iguales
135
también nos
ha uniformao;
en fin,
hemos pelechao...
como todo el
que viniere,
si se porta
bien y quiere
servir, sale
remediao.
140
Con que así, decimelés
a los amigos
de allá,
que el
choclo madurará
gordamente
antes de un mes;
y bien
morrudo, después,
145
a Rosas se
lo atracamos,
y a la fija
lo aventamos
lo menos a
Ingalaterra,
y con eso en
nuestra tierra
todos en paz
trajinamos.
150
Basta de revolución
y
enemistades, Pilar,
como de
hacernos matar
por sostener
a un ladrón;
esta es la
predicación
155
de Urquiza
el Gobernador,
que dice:
"al Restaurador
romperle el
mate no más,
y luego
entre los demás
nada de
odios ni rencor;
160
"Y que al fin, los mendocinos,
los
riojanos, los porteños,
los
vallistas y salteños,
puntanos y
correntinos,
unidos como
argentinos
165
gocen
derechos iguales,
y olviden
esos fatales
celos entre
provincianos,
pues todos
somos hermanos
y argentinos
federales."
170
Velay, en ese sentido
se le oye al
viejo explicar,
porque no
quiere juzgar
a naides por
lo que ha sido
bajo del
bien entendido
175
que
solamente desea
triunfar,
para que se vea
que la ley
se aplique igual,
y se juzgue
a cada cual
entonces por
lo que sea.
180
Conque, Pilar, ya podés
recostarte
al Paraná,
que yo cairé
por allá,
si Dios
quiere, antes de un mes;
venite, no
te turbés,
185
verás la
güeva tamaña
con que al
Supremo lagaña
de tanto
renombre y facha,
como al
paro, se le agacha
don Justo en
esta campaña.
190
Concluyo a la disparada
esta carta;
adiós, Pilar,
porque vamos
a marchar
y están
tocando llamada:
¡ay, mi
alma, y la caballada
195
van
arrimando, qué lindo!,
¡adiós, mi
vida!, a Florindo,
a mi suegra
y a Belén
dales
memorias, mi bien,
de tu esposo...
RUDESINDO.
200
Cielito
patriótico de Ejército Grande de Sud América
Compuesto
por Paulino Lucero para los valientes santafecinos
En el Ejército Grande
de este lao
del Paraná,
quiero
cantarle un cielito
a Juan
Manuel; y allá va.
¡Ay, cielo! del camuati
5
ya se soltó
el avispero,
y bien puede
en estos pagos
cantar
Paulino Lucero.
¡Qué lindo! En la Patria nueva
el pueblo
santafecino
10
alzó el
poncho, acreditando
ser federal
argentino.
Cielito, vana esperanza
la que tuvo
Juan Manuel
de que la
santafecinada
15
se haría
matar por él.
Ya en los campos del Rosario
las pampas
parecen montes,
por cien
colunas que forman
en la
llanura horizontes.
20
¡Mi cielo! y de lejos brillan
las armas al
resplandor
del sol en
los escuadrones
de URQUIZA
EL LIBERTADOR.
Desde el día en que pisamos
25
la tierra
santafecina,
no ha sido
preciso hasta hoy
ni cargar la
garabina...
Cielito, pues no pretenden
los
valientes Entre-Rianos
30
que corra
una sola gota
de sangre
entre americanos.
Este es el mayor deseo
del
gobernador URQUIZA,
como el de
agradar a todos
35
sirviendo a
quien lo precisa.
Cielito, y solo pretenden
(no sé si me
engañaré)
irse al
trote a Buenos-Aires,
voy a
decirles a qué:
40
Como es moda el regalar
cualquier
prenda en Año nuevo,
viene
nuestro general
a trairle a
Rosas un güevo.
Cielito... ¡cosa tremenda!
45
de modo que
Juan Manuel
o en Palermo
se lo engulle,
o se atora
allí con él.
Antes de eso, bien pudiera
decirme el
Restaurador,
50
de ocho días
al presente
¿cómo le va
de calor?
Cielito, porque sabemos
los
titulados Salvajes,
que el
Supremo reculao
55
anda
empacando mensajes.
¡Cuarenta y seis mil Rosines
piensa
juntar Juan Manuel!
Mucho miedo
les tenemos
con un
general como él.
60
¡Ay, cielo! si se ofreciere,
tendremos
que lamentar,
cerrarle un
¡quiero! en su ley
con un traco
rigular.
Allá en la Banda Oriental
65
diez y ocho
mil nos largó,
y URQUIZA
con cinco mil
fue, y se
los envacunó.
¡Ay, cielo de la victoria,
cielito de
la fortuna,
70
así en los
cuarenta y seis
va prendiendo
la vacuna!
El diablo será que al fin
con estaca y
maniador
a la otra
banda del charco
75
se largue el
Restaurador.
¡Ay, cielo, y nos deje el cuento
después de
tanta balaca,
y las ganas
que llevamos
de asigurarlo
en la estaca!
80
¡Ah, Cristo!, ¡quién mereciera
de esta vez
pillarlo a tiro,
y ahora que
está barrigón
hacerle dar
un suspiro!
Cielito, pero al Supremo
85
ya no es
fácil apretarlo,
porque antes
la porteñada
allá quiere
embozalarlo.
A pesar de su sosiego
el
Restaurador Carcoma
90
al quinto
infierno a dos laos
salió con
Santa Coloma.
Cielito, y a media rienda
dicen que
rumbea Arnol
a embarcarse
en Mal-paraíso
95
en un navío
español.
Finalmente en Santa Fe
no hay
mashorca, ni la habrá:
todo es gozo
y patriotismo,
entusiasmo y
libertá.
100
Ay, cielo, de acá a unos días
a Palermo
enderezamos,
y a la
mashorca Rosina
hasta el
choclo le pelamos.
Echaré la despedida
105
en la villa
del Rosario,
para Juan
Manuel Vejiga
ñato y
Salvaje Unitario.
Mi cielo, y ya los porteños
sus cadenas
vergonzosas
110
podrán
trozar gritando:
¡viva
URQUIZA y muera Rosas
Rosario,
enero de 1852.
Boletín de
Rufo Carmona
Guardia
nacional de campaña en el ejército del sur
Señora doña
Belén Rocalmora.
Campamento general
en el paso del
Venao,
a
trece del mes de enero
del
año que ha principiao.
Querida
esposa.
Por Pedro Pablo Galú,
y por tu
carta también,
ayer supe,
mi Belén,
que andás
guapa en la ciudá;
Y en teniendo vos salú,
5
y yo sable y
tercerola,
dejá que
corra la bola...
que lo que
ha de ser será.
Ahora, tocante a tu apuro
porque vamos
de una vez,
10
conozco que
no debés
tener un
sucidio tal,
porque el pueblo está siguro,
sigún dice
Pedro Pablo,
que no le
recula al diablo
15
esa GUARDIA
NACIONAL.
¡La gran pu...nta en la mozada,
que ha
salido de mi flor
con toda la
agua de olor
que usaba y
tanta golilla
20
¡Barajo! en esta patriada
caliente se
ha destapao,
y tiro a
tiro ha mostrao
lo que vale
un cajetilla
Por gusto, Belén, te pido
25
que a
cuantos vos conozcás
un abrazo...
y nada más,
de parte
nuestra les dés...
Sin tener otro descuido,
chinita,
porque esa gente
30
para un
¡truco! es aparente
y ladina, ya
sabés.
De ahí, dejá que el rengo Lagos
amague el
pueblo, y lo estreche
con Rivero y
Goyo Leche,
35
y toda esa
sabandija:
que ya no se usan amagos,
pues en el
Sur sólo se usa
atracarles
bala y chuza
y polviarlos
a la fija.
40
No hay remedio; así es preciso
quitarles de
allá ese estorbo,
y para eso
meniar corvo
desde acá es
muy rigular;
Y yo no me hago el petizo
45
por la
Patria en caso alguno,
ni del Sur
gaucho ninguno
hoy se
pretende achicar.
Al contrario, en estos pagos,
cuanto llegó
el coronel,
50
y que
supimos por él
los
revoltijos de Flores;
y que relinchando Lagos
contra el
Gobierno se alzó,
y a Urquiza
se sometió
55
junto con
otros traidores...
Corrió el gauchage veloz
¡a las
armas! y lueguito,
soberbio,
les pegó el grito
don Pedro
Rosas Belgrano:
60
"¡A caballo, y vamonós
a Buenos
Aires, muchachos,
a probarles
a esos guachos
lo que es un
amor tirano!"
Para esto el valiente Acosta,
65
de antemano,
reunida
a vanguardia
y decidida
tenía su
división;
a la cual, como langosta,
de todas
partes le vienen.
70
los porteños
que no tienen
ni delitos,
ni ambición.
Verás que desenvainada
de chuzas y
de latones
le hacemos a
esos collones
75
antes que se
acabe el mes;
pues solamente a la Indiada
de sable y
de garabina,
si Lagos la
ve, no atina
para donde
juir después.
80
De estas verdades deseo
informarte,
prenda mía;
ansí,
oscuro, al ser de día,
recién
humiando el fogón...
Y a pesar de que no veo
85
por estar
muy soñoliento,
de barriga,
y muy contento
te escribo
esta del tirón.
Letra fiera haré, a la cuenta,
al escribirte,
pichona,
90
encima de la
carona,
a la alba y
a media luz...
Con una tinta aguachenta
que de
pólvora he formao,
un papel
todo arrugao
95
y una pluma
de avestruz.
Así mesmo, unas albricias
ya me quedas
a deber,
desde que te
hago saber
por mis
letras cariñosas...
100
las superiores noticias
que, en todo
el Sur decidido,
marcha el
paisanaje unido
al coronel
Pedro Rosas;
y asigún presumo yo,
105
por lo que
mis ojos ven;
de aquí a unos
días, Belén,
por ese lao
de Barracas...
Sentirás el pororó
y verás la
polvadera
110
de toda esa
montonera
que anda
allá echando balacas
Con que ¡adiós! china, que ya
están
tocando la diana,
y de yapa la
mañana
115
también está
frescachona;
y yo... ¡qué barbaridá!
sin
ensillar... ¡Jesucristo!
¡Voto al
diablo!... ya estoy listo.
Tu esposo...
RUFO CARMONA.
120
La tartamuda
o la media caña
A salú de los batallones de Línca de la
Guarnición.
Co... co...mo soy tartamudo,
pueden
dispensar,
si llego en ciertas coplas
a tarta...
mudear.
Centinela,
¡alerta! -se oye en el cantón
5
a la primera
güelta. -Oído y atención,
cadena y bailar:
que yo con mi changango
me voy a
explicar.
Oigan la media caña,
10
que las
puebleras
bailan al tiroteo
de las
trincheras.
A la media
noche -o al amanecer,
los de
afuera dicen -que entran... a morder.
15
¡Tum... tum!...
¿qué es eso?
de los Italianos
algún bostezo.
¡La pu...u...jan...za en la
gente
cruda y amarga!
20
que al per..dío..sa..cra..mente
sale a la
carga...
al trote, de
frente: armen bayoneta,
ruempan el
cartucho, ceben cazoleta.
Dejen,
muchachas,
25
que espanten de los güecos
las cucarachas.
Ma... ma... tías - Tragaldabas,
también de chulo
diz que viene a tragarnos:
30
miren que cu...
... que cuco
tan fiero - se nos quiere hacer;
si se habrá
olvidao - que lo hicimos per...
per... der el
rumbo,
haciéndole de atrás
35
chiflar un chumbo
¡Tu..ru..tum...tum!... ¡Ah,
hijitos!
Bailar,
muchachas...
que las guerrillas de HORNOS
a las
vizcachas...
40
por que no
hagan daño, -al oscurecer,
de esas
castañetas- les suelen hacer.
¡Oído!...
¡Bro..co... tón...!
Ah, comendante Sosa,
siempre
rezongón!
45
¡Qué ruido... voto al diablo!
a media noche.
Es la organización
que dentra en
coche.
Que no me la
espanten - de la batería,
50
que los
teruteros - no armen gritería.
Ya se han
callado,
y la cómo se llama
se ha empantanado.
¡Ah, mathaya, ese tal
55
Goyobotija
puntiara!... pe... pero...
¿cuándo
larga manija?
Pues,
mientras no engorde del todo y peleche,
y en el
pueblo siga - escasa la leche...
60
dicen los
flaires
que no ha de entrar el hombre
en Buenos Aires,
Doma-gogos nos llaman,
y ya sabemos
65
y ya eso quiere decir
doma Supremos.
¡Alto ahí!
artilleros, - cartucho al cañón;
pie a
tierra, y recule la organización,
que desde
Montiel
70
nos trai el heredero
de don Juan
Manuel.
¡Pu...cha, gauchos mulitas
esos de Lagos!
haciéndose aujerear
75
en estos pagos:
aonde
diariamente me los difuntean,
mientras que
sus jefes holgados cuerean.
Y siga el bureo,
y la federación
80
del manoteo.
Cuatro diablos sostienen
esta pendencia,
porque andan los paisanos
a la
obedencia...
85
de los
revoltosos - que arman las custiones
por darle a
la hacienda cuatro manotones,
como están
dando,
mientras los gauchos lerdos
andan
galguiando.
90
Y acá cuando se viene
cualquiera de
esos,
por lo pronto le largan
quinientos pesos...
y lindas
cacharpas, - sables, tercerolas,
95
cuando traen
de ajuera apenas las bolas;
porque no he
visto
gauchos mas desaviaos,
¡por Jesucristo!
Y de yapa, ahí los tienen
100
meses enteros,
rondando a la ciudá
Como tahuneros
a güeltas y
al trote sobre un pingo flaco,
y sin
aflojarles - ni olor a tabaco;
105
pues dice
Urquiza
que les dan demasiado
con la devisa.
¡Siquiera allá esos jefes
tan gamonales
110
al mes se les vinieran
con cuatro
riales!...
a esa
montonera de guachos tamberos,
gritones...
¡ahi -juna! más que teruteros:
como si a gritos
115
quisieran aturdirnos
los compadritos
Rotosos, que pretenden...
¡Miren qué
fachas!
entrar a manosiarlas.
120
¡Oído, muchachas!...
¿Se ríen? me
gusta; - ríanse, hacen bien;
pues dice
Melchora - que dice Belén,
que los
puebleros
no quieren que las pinchen
125
los teruteros.
Que al verle a una porteña
la cinturita,
hay nacional que todo
lo facilita.
130
¿Quién vive?
¡La patria!... ¿Qué gente? ¡El amor!
Querelos, mi
vida - haceles favor.
Sí, mi alma,
dales
todo lo que te pidan
los nacionales.
135
Esos mozos merecen
por guapetones,
que les pongan blanditos
los corazones.
Zarandiate,
mi alma, - lucí la cadera,
140
hacétele un
arco, - porteña embustera.
Ahora mesmito,
en el betún largale
un cariñito.
A esa rubia rosada,
145
por darle un
beso,
le pondría a sus plantas
todo el
Congreso.
Ahora que me
acuerdo... ¡Qué fatalidá!
Escuchen la
infausta - triste novedá...
150
¡Jesús, qué
pena!
Atención, atención,
y hagan cadena.
Antiyer un sujeto,
que particulo,
155
me dijo cierta cosa
con disimulo...
y ya
rebenquié - a la calle Larga,
porque en
ese rumbo - sentí una descarga;
y allí por
junto,
160
topé un carro cargado
con un
dijunto...
Hasta encima del lecho
lleno de barro,
y amarrao con torzales
165
venía el carro.
¡Barajo...
qué olor! - cuando me arrimé
al muerto
jediondo - que de Santa Fe
venía tieso,
y el carrero me dijo:
170
¡Es el co...
con... greso!
Al fin, con la noticia
del tal
mortuorio,
se me va apichonando
el auditorio.
175
¡Jesús, qué
tristura! - basta de bailar:
que ya la
guitarra voy a destemplar;
y me despido,
porque también me siento
enternecido.
180
Conque, será, patrones,
hasta mañana;
y ahora que los cantones
tocan la
diana...
juerte, vida
mía: gritá, corazón,
185
¡que viva!,
¡que viva la federación!
Vuelta redonda:
todo el mundo a ese grito...
¡Viva! responda.
Buenos
Aires, enero 8 de 1853.
La sorpresa
¿No ha visto, amigo Fajardo,
del campo en
la quemazón,
el susto con
que un ratón
sale del
güeco de un cardo
como bala de
cañón?
5
¿Y el terror que la domeña,
del fuego en
la orilla, ha visto
cuando una
víbora, ¡Cristo!,
topa con una
cigüeña
y no halla
un aujero listo?
10
Y un reyuno, si el latón
llega a oír
o la corneta,
¿no ha visto
cómo se inquieta
y dispara el
mancarrón
que ni le
diablo lo sujeta?
15
Pues ni ratón, ni reyuno,
ni víbora
habrá pasao
susto igual
al que me ha dao
usté al
soltarme su albuno
para que un
improvisao...
20
Le haga yo, como si fuera
el destripar
una laucha,
o pelar solo
una chaucha,
concertar a
la ligera
cualesquier
versada gaucha.
25
Con todo, de espantadizo
no me ha de
acusar ninguno,
ni jamás
dirá su albuno
que al verlo
me hice el petizo.
De balde
usté de improviso
30
por coplas
me busca el fallo;
para hacer
versos no es payo
ni sabe
hacerse perdiz,
aunque es un
gaucho infeliz...
su amigo