FRANCESCANGELI, N.

 

 

 

 

PERSPECTIVA GENERAL DEL INVERNADERO HORTÍCOLA

 

 

Según una completa definición, que resume todas sus características, el invernadero es una construcción que posee:
- Una cubierta transparente a las radiaciones necesarias para la vida vegetal.
- Dimensiones apropiadas para cultivos y operarios.
- Un sustrato natural o artificial con provisión de agua.
- Aberturas que facilitan intercambios de aire con el exterior
- Eventualmente, dispositivos de climatización.

Una visión más dinámica, nos permite distinguir al invernadero como uno de los sistemas de producción de la horticultura moderna donde mejor se aplican e incorporan nuevas técnicas, métodos y materiales que facilitan y mejoran los cultivos.

Estas incorporaciones proceden de los más diversos campos de la investigación: cultivares de alta productividad, resistentes a plagas y enfermedades y con sabores que satisfacen mercados cada vez más exigentes; agroquímicos específicos y selectivos; materiales plásticos de gran duración, con efectos térmicos y lumínicos favorables; estructuras adecuadas para la captación de la radiación solar y hermetismo ante lluvias y frío, equipos de climatización prácticos y eficaces, etc.

Para entrar a este universo, complejo y fascinante se requiere de bastante determinación.

Una vez tomada la decisión, debemos comenzar por conocer algunas características generales de la residencia que servirá de soporte a nuestros cultivos, antes de definir su compra "llave en mano" o la de los materiales a utilizar en su construcción artesanal. Podemos simplificar su descripción tratando dos aspectos claramente separados: sus partes y sus dimensiones.


Partes del invernadero:

Un invernadero presenta 2 componentes principales: una estructura y una cobertura.

Entre los materiales más comunes que conforman la estructura se encuentran la madera y el metal. La fuerte inversión inicial hace que en nuestro país la elección se incline todavía hacia la madera y aunque un buen invernadero de madera cumple con los objetivos de protección que se esperan de él, es innegable que las estructuras metálicas bien diseñadas tienen ventajas: mayor vida útil, menor costo de mantenimiento, mayor luminosidad, cierre más hermético de las aberturas, mejor sujeción de la cobertura, etc. En países templados, con gran tradición en cultivo de hortalizas en invernadero, se dio un paulatino reemplazo de la madera por el metal, debido a la disminución de costos de producción. Esta evolución también se producirá en Argentina, aunque en plazos impredecibles.

La cobertura es el elemento que ejerce la verdadera protección del cultivo. Ofrece una barrera a los factores atmosféricos adversos (frío, lluvias) y permite el aprovechamiento de los favorables (luz, calor). Los materiales de cobertura deben brindar: máxima transparencia a la radiación solar y máxima capacidad de retención de las radiaciones térmicas emitidas por el suelo, la cubierta vegetal y la estructura del invernadero. También tienen que presentar resistencia física y gran inalterabilidad. Los plásticos empleados como cobertura de invernaderos pueden ser rígidos o flexibles. Los rígidos se presentan en algunas estructuras metálicas, para la construcción de zócalos y puertas. Dentro de los plásticos flexibles, el polietileno larga duración térmico (LDT) es el material más adecuado, ya que tiene inhibidores de las radiaciones ultravioletas, retiene las emisiones de calor nocturnas y difunde muy bien la luz incidente.

Actualmente se ofrecen plásticos flexibles con propiedades específicas, sobre los que es conveniente asesorarse antes de definir una compra.


Dimensiones del invernadero:

Muchas características de la estructura pueden ayudarnos a generar el microclima espontáneo más favorable para los cultivos en épocas de temperaturas críticas:

De la relación entre el largo y el ancho de la construcción depende la superficie expuesta del invernadero, o dicho en otras palabras, la superficie de paredes que están en contacto con el clima exterior: cuánto mayor sea, más se enfriará el interior de la estructura en épocas de bajas temperaturas. Recordar que la superficie expuesta aumenta si el largo es menor a 50 m y el ancho menor a 10 m.

Otra característica que definirá el clima interior es el volumen unitario del invernadero, que es el cociente entre el volumen interior y la superficie de suelo cubierta. Este valor no debe ser inferior a 3; y la forma más apropiada de alcanzarlo es aumentando la altura de la estructura.
Debido a diversos condicionantes: medida estándar de postes, objetivos de estabilidad, etc.; los modelos de invernaderos más difundidos en nuestro país son, en general, bajos; y sus microclimas resultan inapropiados para los cultivos. Afortunadamente esta situación tiende a revertirse. De registros obtenidos en diversos centros de investigación, han surgido recomendaciones. Pueden señalarse como alturas mínimas sugeridas: 2.5 m desde el suelo a la canaleta y 3.8 m desde el suelo a la cumbrera. Las estructuras altas aportan numerosas ventajas climáticas y su estabilidad frente a los vientos puede asegurarse con buenos cimientos y cortinas de protección.

Las dimensiones de las aberturas del invernadero también deben considerarse cuidadosamente al elegir una estructura. Sabemos que la ventilación natural es el método más económico de refrigeración, además de actuar sobre la humedad relativa y favorecer la renovación del anhídrido carbónico. Mediciones realizadas en diferentes situaciones demuestran que las aberturas de un invernadero deben representar como mínimo el 25% de la superficie de suelo cubierto para garantizar una correcta ventilación natural. Para aumentar la superficie de aberturas, la práctica aconseja aumentar la altura del invernadero y contar con ventanas cenitales.

En zonas de latitudes medias a altas, la duración e intensidad de la luz solar son factores limitantes en la producción de hortalizas durante el invierno. Se ha demostrado que forma y pendiente de la cubierta son responsables de la transmisión de luz al interior del invernadero. Diversas experiencias demuestran que los techos curvos transmiten mayor cantidad de luz que los planos, y que, en éstos, pendientes de entre 25 y 30º son las más adecuadas.

Con estas consideraciones, la elección del futuro invernadero puede acercarse a ser la más apropiada, pero es importante aceptar que el éxito final de nuestros cultivos depende también de una gran cantidad de factores que interactúan dentro de la estructura durante todo el proceso de producción. Estos factores deben ser conocidos y manejados con eficiencia para que nuestros envases cosecheros no se llenen de fracasos.

 

FUENTE

INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA AGROPECUARIA

ARGENTINA