Concepcion
Novillos
HACIA UNA AGRICULTURA MEJOR
Despediremos este
milenio con una revolución científica y tecnológica sin precedentes, dirigida
por
nuestro mayor conocimiento de los
principios q´ gobiernan el mundo en que vivimos. La agricultura, como actividad
multidisciplinar no es ajena a esta
revolución y la incorporación de estos avances hacen posible que la calidad de
vida de los agricultores así como los
frutos de sus cosechas sigan mejorando.
Pero las demandas sociales evolucionan y
la agricultura debe adaptarse a las mismas, de modo que durante el
próximo siglo se le plantearan dos retos
de vital importancia: alimentar a una población creciente sin poner en juego
los recursos naturales para futuras generaciones,
ideal que generalmente se agrupa bajo el término "agricultura
sostenible". Mientras el primer reto
sera mas importante en los países de fuerte crecimiento demográfico, el segundo
es aplicable a todos los países, en
especial a los denominados desarrollados, donde hay una demanda social
importante de una agricultura con menor
impacto ambiental.
Resultaría muy difícil alcanzar estos
objetivos si adoptáramos una posición inmovilista pues los medios y técnicas de
producción actuales no pueden alimentar a
los 8.000 millones de habitantes que probablemente habrá en el 2.050, ni
tampoco se puede extrapolar una
agricultura intensiva y contaminante, como ocurre en algunas áreas actualmente,
a
todo el planeta. Es por tanto necesario
seguir trabajando en la búsqueda de nuevas formas de cultivar que
aprovechando la revolución científica que
esta en marcha, nos ayuden a encontrar soluciones adecuadas.
Desde esta óptica las modernas técnicas de
biotecnología son una herramienta mas que debemos considerar en la
mejora de las plantas cultivadas. Por
técnicas muy precisas y seguras se pueden mejorar variedades que poseen ya
un alto valor agronómico, incorporándoles solo
un nuevo gen que les conferirá una nueva característica, como
resistencia a una plaga, enfermedad o
tolerancia a un herbicida no selectivo. Un proceso largo, aleatorio y a veces
imposible con las técnicas convencionales
que el hombre viene utilizando desde que comenzó a ser agricultor es
ahora una realidad gracias a que somos
capaces de realizar la transferencia de genes de una especie a otra por
procedimientos mucho mas cortos y
precisos.
Puede que en un futuro no muy lejano seamos
capaces de obtener variedades que resistan mejor la sequía,
produzcan frutos que contengan vacunas o
que sean utilizados para la fabricación de plásticos, incluso se habla de
proyectos para obtener plantas que
fabriquen compuestos de interés industrial o que se utilicen para descontaminar
suelos. Aunque algunos de estos proyectos
están en fase de investigación o son solo entusiastas ideas, las
superficies sembradas con variedades de
maíz, algodón, patata, soja o colza, resistentes a insectos y/o tolerantes a
herbicidas autorizadas en distintos países
de todo el mundo, alcanzaran una superficie cercana a los 40 millones de
has en 1999. La rápida extensión del
cultivo de estas variedades en algunos casos únicamente limitada por la
disponibilidad de semilla, solo puede justificarse por las
ventajas que agricultores de todo el mundo obtienen de su
uso. Pero ademas de las ventajas
económicas que seguramente priman en las nuevas compras de semillas, se pueden
cuantificar beneficios medioambientales
que indirectamente recaen sobre toda la sociedad y asi, se estima que en el
cultivo de algodón de EEUU, gracias al uso
de variedades Bt, que se autodefienden de las orugas que dañan las
capsulas porque expresan pequeñas cantidades
de proteína Bt, se han ahorrado 3 millones de litros de insecticidas
desde su puesta en el mercado en 1996.
Las variedades tolerantes a herbicidas no
selectivos y de baja peligrosidad también han mostrado beneficios
medioambientales pues ademas de sustituir
materias activas mucho más cuestionadas están suponiendo un incentivo
muy fuerte para que se adopten técnicas de
agricultura de conservación como mínimo o no laboreo, donde los
rastrojos se dejan en superficie,
mejorando la fertilidad del suelo y evitando la erosión. En Argentina por
ejemplo,
después de tres años de cultivo de
variedades de soja tolerantes a herbicidas, la superficie en no laboreo ha
incrementado de forma paralela hasta
alcanzar aprox. 14 millones de has. en 1999.
Pero ninguna de estas mejoras, por
importantes que fueran tendrían validez si el cultivo de estas variedades
representará una amenaza para el medio
ambiente o la salud publica. Siguiendo el principio de precaución se aplica
una legislación y regulación estricta en
la que se descartan todas las modificaciones que planteen alguna duda, lo
que garantiza que cuando se alcanza la
comercialización de un cultivo mejorado por estas técnicas, la seguridad sea
incluso mayor que la que ofrecen las
variedades convencionales, que se venían mejorando por técnicas tradicionales.
Resulta paradójico por tanto que cuando se
abre una nueva vía para conseguir mejoras y se establecen controles tan
rigurosos haya grupos radicales que no
sean capaces de admitir la utilidad que el buen uso de estas técnicas ofrecen
a los agricultores y a la sociedad en
general. También resulta sorprendente que sea solo el sector agroalimentario,
donde se concentran solo un 7% de las
aplicaciones de la moderna biotecnología, el que esta recibiendo todo tipo de
acusaciones, cuando su uso en otros
sectores como farmacia e industria se admira y elogia.
Todos deseamos que la agricultura del
futuro siga proporcionándonos comida abundante y sana y a su vez sea mas
respetuosa con el medio ambiente, pero si
realmente tenemos el deseo de conseguirlo, el resultado solo puede
obtenerse gracias al esfuerzo y trabajo de
mucha gente, entre ellos el de aquellos que se dedican a investigar y aplicar
nuevas mejoras al campo. Esta es nuestra
intención y seguiremos trabajando para extender el valor de estas técnicas
al sector agrario.
Por
Concepcion Novillos, Dra. Ingeniera Agronoma
EL PRESENTE ARTICULO HA SIDO FACILITADO POR: AGROHISPANA.COM