LA AGRICULTURA DEL NUEVO MILENIO

 

 

 

      Nos vamos a ocupar del Tercer Milenio. Conectaremos el GPS, que ya llegó al campo,

      para que los satélites nos den la posición y nos señalen si vamos en el rumbo correcto.

      Los satélites, en este caso, son un grupo de analistas de primer nivel, seleccionados

      entre el "think tank" nacional e internacional del sector agroalimentario.

 

      "Sólo los altos rindes hacen rentable a la agricultura", era el slogan de un semillero en la

      década del 80, cuando las retenciones mantenían a raya los precios agrícolas. 

 

      Y tiene máxima vigencia ahora, cuando no puede esperarse mucho de un Gobierno que

      se va y se dedica prolijamente a decirle que "no", en nombre de la salud de las cuentas

      públicas, a cualquier reclamo sectorial.

 

      Todo eso es "la diaria". El asunto es ver en qué negocio estamos, qué nos pasó en los

      últimos tiempos y dónde está la salida. ¿Alguien ve la luz al final del túnel? ¿En qué

      negocio estamos? ¿Vale la pena el esfuerzo? Quizás en las próximas páginas encuentre

      algunas respuestas a tamañas preguntas. 

 

      A modo de introducción, simplemente diremos que  según los censos de Naciones

      Unidas, la humanidad alcanzó la cifra de 6.000 millones de habitantes. Cada segundo,

      lanzan su primer llanto tres niños en cualquier lugar del planeta. Todos vienen con una

      boca, de nacimiento, y tienen la mala costumbre de querer comer.

 

      El 20%, más de mil millones de seres humanos, está por debajo de sus necesidades

      nutricionales. Una lacra que es la primera tarea de la aldea global para el próximo

      milenio. No se concibe un siglo XXI con bolsones de hambre y desnutrición, hoy

      concentrados en algunos países africanos y en capas sociales paupérrimas diseminadas

      por todo el planeta. Sí, es cierto, no es una cuestión de producción, sino de distribución.

 

      La realidad es que los recursos alimenticios también se van concentrando en las capas

      más pudientes de la sociedad. La alternativa es el aumento constante de la producción y

      la búsqueda de mecanismos que garanticen niveles aceptables de nutrición a quienes

      carecen de recursos. Allí se instala el deber de producir alimentos. Y el desafío ético de

      la distribución. Los demás, los que pueden, quieren cada vez más. En cantidad y en

      calidad. Ese es el reino del negocio de producir alimentos.

 

      La Argentina se especializó en producir y exportar insumos básicos para la industria

      alimentaria. En especial, granos forrajeros y productos del complejo oleaginoso. Quizá no

      haya conciencia acerca del carácter estratégico de este posicionamiento, en un mundo

      que quiere producir proteínas animales, pero carece de recursos naturales para ello. 

 

      El Mercosur se va instalando como la gran reserva para incrementar la provisión de estos

      componentes básicos . Ha sido el negocio del fin del siglo XX. En el siglo que llega, la

      pelea es la agregación de valor "in situ": producir masivamente la carne vacuna, de cerdo,

      pollo, pescado, lácteos, es decir, proteínas animales, a partir de la energía de nuestros

      granos forrajeros y nuestras proteínas vegetales (soja). 

 

      Para ello habrá que vencer el proteccionismo, una fuerza regresiva que nos limita el

      desarrollo.

 

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