FORMACIÓN COOPERATIVA Y DESARROLLO

JOAQUÍN MATEO BLANCO


1. Cooperativismo y medio ambiente.

En el ideario cooperativo está claramente implicado el espíritu de conservación del medio ambiente.

La noción de desarrollo cooperativo, que se basa en los esfuerzos de las unidades empresariales cooperativas, se sustenta sobre la acción de los socios, su participación en la gestión de la empresas, lo que significa siempre una nota de presencia humanista, un toma de decisiones que no puede perjudicar las fuentes de beneficio de la colectividad.

El cooperativismo nació para mejorar las condiciones de vida y trabajo de las clases más necesitadas y ello conlleva, desde un principio, el respeto para la naturaleza.

Por si no estuviera suficientemente claro en la reciente remodelación del ideario cooperativo realizado en el congreso de Manchester en 1995, al cumplirse un siglo de la creación de la alianza cooperativa internacional, este organismo ha explicitado la necesidad de velar por el medio ambiente desde las cooperativas.

2. Formación y Desarrollo cooperativo.

Un principio clave del cooperativismo es la educación de los socios, de los dirigentes, empleados y del público en general, tanto en los principios de la cooperación como en la cultura general.

Cuando se muestra más necesario que nunca el aspecto formativo para la conservación del medio ambiente, está claro que desde las cooperativas debe fomentarse la formación medioambiental, algo que hasta ahora ha escapado siempre en los planes de estudio y que debe ser retomado por la sociedad y por ende por las cooperativas.

3. Antecedentes.

Desde muy antiguo, todas las grandes figuras de la educación cooperativa y del ideal cooperativo como el aragonés Joaquín Costa o los educadores de el sistema cooperativo, Montesori, Prevert, Freinet, etc, han trabajado por inculcar el amor a la naturaleza.

En nuestro país destaca el gran labor llevada a cabo por los cotos escolares y sobre todo por la implantación del día del árbol en el que todos los escolares debían plantar uno, al mismo tiempo que cuidaban una parcela de terreno, coto escolar, anejo a las escuelas en los que a los niños se les enseñaba la técnica agrícola.

Es de destacar también la incorporación de muchas cooperativas, sobre todo en las Islas Canarias y en Almería, al cultivo y explotación de flores, como producción alternativa a muchos cultivos en declive.

Vemos pues que existen antecedentes sobre el tema.

4. Lo que hay que hacer.

Es preciso, a partir de ahora, difundir el nuevo ideario cooperativo de respeto a la naturaleza y agregar a todos los planes de estudio de las cooperativas y escuelas, la de la formación para la protección de la naturaleza y el medio ambiente.

No debe descuidarse este importante aspecto, preocupación viva siempre en los doctrinarios y los innovadores del cooperativismo, que adquiere, ante las agresiones constantes del sistema capitalista, una mayor necesidad.

No puede entenderse el cooperativismo separado de las causas más nobles de la especie humana, por que el cooperativismo es ante todo humanismo.

Zaragoza, 20 de mayo de 1996.

 


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