Desarrollo rural y mantenimiento de la población a través de la mejora de la productividad. El caso de la producción cerealista de Aragón ante el reto de la reforma de la PAC

Pere Sabaté Prats

Antonio Colom Gorgues

Anna MOR GARCÍA
ETSEA, Universidad de Lleida

Enrique SÁEZ OLIVITO
Universidad de Zaragoza


INTRODUCCIÓN

La aplicación de la nueva Política Agraria Común de la C.E.E. (en adelante PAC) (Tío, 1991) (García Azcárate, 1992) entrañará posiblemente una disminución de los precios de compraventa de los cereales, si de ella se deriva, como es previsible, una liberalización del mercado de los mismos.

La búsqueda, por parte de los fabricantes de piensos compuestos, de materias primas más baratas ha derivado en un incremento en la utilización de productos substitutivos de los cerea-les, provocando una disminución en la demanda de las materias primas tradicionales hasta el momento (trigo y cebada). Con la aplicación de medidas tendentes a implantar una mayor liberalización del mercado mundial de dichos productos, la citada tendencia de substitución podría acentuarse con unas repercusiones nada favorables para el mantenimiento de los actuales precios de mercado y el control de excedentes de los cereales en la C.E.E. (Gil y Albisu, 1993).

El cultivo de cereal, preferentemente trigo y cebada, ocupa amplias zonas en el territorio español, tanto en regadío como en secano. En muchas comarcas, especialmente en aquellas en que el cultivo se desarrolla en secano, y con remotas o nulas posibilidades de reconvertirlas a medio o largo plazo en regadío, la producción de trigo o de cebada ha sido prácticamente la única alternativa de cultivo que han tenido los agricultores de estas zonas.

La economía de las explotaciones agrarias españolas ha conocido serias dificultades en los últimos años, especialmente los transcurridos desde la entrada de España a la C.E.E. Los cultivadores de cereales no han sido ninguna excepción, han visto cómo incrementaban sus costes de producción (coste de utilización de la maquinaria, carburantes, mano de obra, fitosanitarios, etc.); este incremento no siempre ha venido acompañado de un aumento en la misma medida del precio de venta de sus productos. Al contrario, en algunos años, éstos se han mantenido inalterados, cuando no han experimentado alguna que otra reducción en su cotización.

Si a todo lo dicho en el apartado anterior, se le añaden las importantes pérdidas de productividad debidas a las periódicas adversidades climáticas, en especial la sequía que en los últimos años y en amplias zonas de España se han dejado sentir, el panorama actual se dibuja sombrío.

Resulta, por tanto, difícil pensar que la situación económica y financiera de la agricultura española y, en especial, la formada por aquellos agricultores dedicados al cultivo extensivo de cereal (Gil y Albisu, op. cit.), pueda estar lo suficientemente saneada, para poder afrontar, por sí mismos y sin unas substanciales ayudas por parte de la Administración, el reto de asumir la necesaria, desde el punto de vista empresarial, modernización de las estructuras de sus explotaciones que les permitiera mirar con algo de optimismo la nueva situación de precios de sus productos que nos anuncia la nueva PAC (Sabaté, 1995).

Ante estas perspectivas nada halagüeñas para los productores españoles de cereales, las cuales emanan en buena parte de su actual situación de inferioridad con respecto a sus competidores exteriores, derivada de su especial estructura productiva (baja calidad de sus tierras, escasa pluviometría, etc.), se plantearían, a nuestro entender, dos alternativas para asegurar su continuidad en la actividad. Estas alternativas citadas serían las siguientes:

a) Reforma profunda de las estructuras productivas (redimensionamiento del tamaño de las explotaciones, reducción substancial de los costes de producción a base de un cambio de las técnicas de producción, etc.) para garantizar la continuidad de la actividad desde el punto de vista empresarial.

b) Confiar en que el mantenimiento de la actividad agrícola y la permanencia de los agricultores en el espacio rural sea garantizada por un compromiso a largo plazo, por parte de la CEE, de mantener una agricultura subsidiada (Astorquiza y Albisu, 1989) y, por tanto, protegida e independiente de las evoluciones del mercado mundial de productos agrarios, con el objetivo de evitar la degradación del espacio y un mayor despoblamiento de muchas zonas rurales.

En un intento por determinar las perspectivas de continuidad futura en la actividad que tienen los productores de cereales de la comunidad autónoma de Aragón, según el planteamiento a) anterior, se pretende en este artículo, en primer lugar, ver si dichos productores presentan una situación comparativamente igual, en cuanto al nivel de eficiencia asignativa y productividad de los factores tierra y trabajo con la obtenida por la media de los productores correspondiente al total nacional. A continuación, y una vez comparada la situación en esta comunidad con respecto a la media nacional, se pretende analizar el efecto que sobre dichos productores aragoneses tendría una hipotética reducción de sus ingresos como consecuencia de la aplicación de la nueva Política Agraria Común, caso de que en algún momento las subvenciones a recibir no fueran suficientes para compensar la disminución del precio de mercado derivado de la liberalización del mismo.

 

LA PRODUCTIVIDAD DE LOS FACTORES DE PRODUCCIÓN

Si consideráramos que la alternativa para asegurar la continuidad de las explotaciones agrarias españolas dedicadas al cultivo de cereales, fuera conseguir su viabilidad desde un punto de vista empresarial y no la de un mantenimiento que dependa, básicamente y con carácter indefinido, de una fuente comunitaria de subvenciones, deberían buscarse, lógicamente, soluciones de tipo empresarial que garantizaran la subsistencia de dichas explotaciones.

En cualquier sector productivo el grado de probabilidad de supervivencia, que posee cualquier empresa, estará en relación directa con el nivel de productividad (San Juan, 1984) que obtenga en la utilización de sus factores de producción en comparación a la alcanzada por el resto de las empresas competidoras. Esto es más exacto cuanto menores sean las posibilidades que tenga dicha empresa para poder influir en la fijación del precio de venta de sus productos.

En situación de competencia perfecta, al menos en la de las empresas precio aceptantes, las posibilidades de ejercer alguna influencia en la fijación de los precios de mercado de sus productos son nulas.

En el supuesto de producirse una liberalización a nivel mundial del mercado de los cerea-les el ámbito de empresas competidoras se ampliaría mucho más allá de las fronteras de la C.E.E., incluyendo con ello a países cuyas empresas productoras gozan de sensibles ventajas estructurales derivadas de su particular sistema productivo diferente de las europeas, y muy en especial, del productor español, como es el caso, por ejemplo, de los EE.UU. (Marshall, 1991) y Canadá.

 

MEDIDA DE LA PRODUCTIVIDAD: METODOLOGÍA UTILIZADA

En los apartados siguientes se intentará comparar la productividad de los factores tierra y trabajo, para la orientación productiva de "Cereales Excepto Arroz", entre el total nacional y la Comunidad Autónoma de Aragón. Se realizará un análisis de sensibilidad para determinar el efecto que sobre los resultados empresariales de las explotaciones de la comunidad aragonesa dedicadas al cultivo de estos cereales, tendría una disminución del precio de venta de sus productos.

Las premisas y consideraciones en que se basará esta comparación y posterior análisis de sensibilidad son las siguientes:

1.- Para medir la productividad de un factor de producción, se pueden utilizar entre otros: el valor medio de output por unidad de factor, el producto marginal de dicho factor, o bien la productividad compuesta de un grupo de factores utilizados conjuntamente.

En el caso de optar por los valores medios por cada unidad de factor se puede utilizar, por ejemplo, el valor del producto total medio o el valor añadido bruto medio.

2.- Al comparar las productividades medias (Montero Lorenzo, 1991) de cada unidad de factor obtenidas por diversas empresas que utilizan, por su estructura económica, diferentes cantidades de dicho input, es posible que se presenten múltiples situaciones de economías o deseconomías de escala según la dimensión de cada una de las empresas consideradas.

3.- Para poder calcular las productividades citadas, es conveniente disponer de la información contable adecuada. A este fin serviría indudablemente la cuenta de pérdidas y ganancias de dicha empresa.

4.- Si quisiéramos conocer la productividad de un grupo amplio de empresas, o bien de todas las que componen un sector productivo en una región determinada, sería conveniente disponer, como mínimo, de una muestra suficientemente representativa de las contabilidades de dichas entidades.

En el caso de las empresas pertenecientes al sector agrario español, y para el fin citado en el punto anterior, se podría recurrir a los resultados anuales que publica la Red Contable Agraria Nacional (RECAN).

La RECAN publica, con carácter anual, y a nivel micro-económico, para cada orientación técnico económica (OTE) y de aquellas comunidades autónomas (CCAA) en las cuáles estas OTEs sean importantes, los resultados empresariales de una muestra de agricultores colaboradores. A partir de los datos obtenidos para cada comunidad autónoma, se elaboran los correspondientes al total nacional.

5.- Si para una determinada OTE se comparan los resultados agregados nacionales con los correspondientes a alguna de las CCAA, se podría determinar la situación relativa en que se encuentran los resultados obtenidos por las empresas de dicha comunidad con respecto a los de la media nacional.

6.- Es interesante, qué duda cabe, conocer la productividad de cualquier factor productivo, en mayor grado cuando se trata de los factores básicos que forman la estructura productiva de la empresa, como son el trabajo y el capital.

En las empresas agrarias y, en especial, en las explotaciones familiares, el componente del factor trabajo que asume mayor importancia suele ser el que aporta el mismo empresario y su familia (Ruiz Maya, 1989). En cuanto al capital buena parte del mismo, especialmente en las orientaciones dedicadas a la producción vegetal, está representado por la tierra de la explotación, lo que se denomina superficie agraria útil (SAU).

7.- El empresario tendrá una función de Producto Marginal (PMg), de un determinado factor, que se corresponderá con su curva de demanda de dicho factor. El punto que determine el volumen óptimo de demanda del mismo será cuando PMg = precio unitario del factor.

En competencia perfecta, el citado volumen de demanda del input se corresponderá con aquella cantidad de producción que maximice el beneficio, circunstancia que se daría cuando el Coste Marginal (CMg) de producción sea igual al Ingreso Marginal (IMg) [CMg=IMg.]. Por tanto, la productividad estará lógicamente relacionada con el precio medio de venta y con los costes medios de producción. Dado que los precios le vienen dados por el mercado y los costes medios dependerán de la propia estructura productiva de la emrpesa, el hecho de disponer de alguna ventaja que sitúe a su productividad en valores superiores a la de las demás, mejorará sus resultados, los cuales dependerán, por tanto, de los ingresos (cantidad producida por precio unitario de venta) y de los costes (cantidades consumidas de input por su precio de adquisición).

Con respecto al factor trabajo, en los países desarrollados, una referencia de lo que se podría denominar el coste mínimo o coste marginal mínimo para dicho factor, podría ser el del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), es decir, el sueldo mínimo que según ley debería percibir un trabajador1. Otra referencia que se podría considerar por parte de los empresarios agrarios sería el coste medio de la mano de obra asalariada en su zona.

Un factor de producción tan polifacético, como es el trabajo, que interviene en todos los sectores productivos, se mantendrá a medio o largo plazo en un determinado sector en la medida en que su remuneración esté en una situación relativa superior o de igualdad a la de la mano de obra asalariada en su zona y estrictamente para el largo plazo, especialmente desde el punto de vista de una continuidad generacional en la explotación, se podría establecer como límite inferior el importe designado como salario mínimo para el conjunto de los sectores.

8.- De la cuenta de resultados que presenta la RECAN se obtiene como resultado final, después de remunerar los factores externos y las amortizaciones, lo que denominan como Disponibilidades Empresariales. Importe que sirve para remunerar los factores de producción que aporta el agricultor los cuales son básicamente: su trabajo y los capitales propios invertidos en la explotación. Al deducir de las disponibilidades empresariales la remuneración de uno de los dos factores citados el remanente obtenido sería la remuneración que le correspondería al otro.

Puede resultar tan difícil determinar una retribución adecuada para el trabajo propio del agricultor como decidir una tasa idónea con que remunerar al capital.

En el caso del trabajo se podrían tomar las dos referencias citadas en el punto 7, la remuneración media de la mano de obra asalariada en la zona o bien establecer un valor mínimo de retribución, que sería el equivalente al SMI.

Partiendo de la base de asignar como remuneración del trabajo del empresario agrícola, un salario igual al de la mano de obra asalariada o bien el SMI y, deduciendo de las disponibilidades empresariales sus costes correspondientes, calculando para ello a dichas retribuciones las unidades de trabajo familiar2, el resultado obtenido, en ambos casos, sería la remuneración del capital propio de explotación.

Cualquier inversionista espera, si no en el corto, al menos a medio o a largo plazo, para obtener una remuneración positiva de sus capitales invertidos. Los objetivos del empresario agrario no tienen porqué ser diferentes, tanto en lo referente a los capitales aportados con anterioridad a su explotación, como a las nuevas aportaciones que estimará necesario realizar, en un futuro, para modernizar su empresa.

9.- Si conociéramos los resultados económicos de un grupo de empresas las cuales dispusieran de diferentes tamaños de estructura productiva, se podría, a partir de dichos resultados, realizar un análisis de sensibilidad para determinar, por ejemplo, en qué porcentaje mínimo debería mejorar la cotización del mercado de sus productos para que se modificara el signo de la cuenta de explotación de las empresas que en este momento sufren pérdidas y, del mismo modo, cuál sería el porcentaje máximo de variación negativa que podrían soportar las empresas que actualmente obtienen beneficios para no entrar en una fase de pérdidas.

Uno de los dos componentes que forman la cuenta de resultados es el de los gastos. La composición y el importe actual de los mismos, para las empresas cerealistas españolas, no parece que pueda mejorar sensiblemente en un futuro inmediato, salvo que se modificaran substancialmente las técnicas actuales de cultivo, como podría ser el caso de la técnica del mínimo laboreo "conservation tillage" (Cattan et alt. 1992) (Papy et alt. 1991).

El otro componente de la cuenta de resultados y de signo contrario al anterior es el de los ingresos. Ante una perspectiva de disminución de los mismos y con un mantenimiento del nivel de los gastos, es de esperar la disminución de sus resultados de explotación.

 

COMPARACIÓN ENTRE LA MUESTRA DEL TOTAL NACIONAL Y LA DE ARAGÓN, PARA LA OTE CEREALES EXCEPTO ARROZ

Para realizar dicha comparación se parte de los datos que a nivel microeconómico, y desagregado por estratos de dimensión pública, con carácter anual, la RECAN. Los datos que publica la RECAN no son representativos del conjunto de las explotaciones agrarias españolas, ya que no recogen más que un 38’7% del total de las censadas en 19823 siendo además todas ellas de dimensión superior a un valor dado (Margen Bruto Total < 2 Unidades de Dimensión Económica), si bien es cierto que estas explotaciones aportan el 80’6% del M.B.T. de las explotaciones censadas, lo que les confiere una gran importancia en el sector agrario en general. Algunos autores como, por ejemplo, Juliá i Del Campo (1993) opinan que "puede afirmarse que en la actualidad la RECAN supone la más fiable aproximación a la realidad empresarial agraria".

De dicha publicación, se han elegido los números correspondientes a los años 1987-91 (últimos resultados publicados) ambos inclusive, para la O.T.E. Cereales Excepto Arroz, tomando, por una parte, los datos de la muestra correspondiente al Total nacional y por otra los de la Comunidad Autónoma de Aragón.

 

a) Productividad del factor trabajo

La RECAN presenta los datos estratificando las empresas siguiendo un criterio de dimensión económica, ordenando de menor a mayor tamaño de la explotación. Estos estratos se basan en el número de Unidades de Dimensión Económica (UDE) (RICA 1988) asignado a cada empresa según la estructura productiva de que dispone4. El criterio de clasificación lógicamente es el mismo, tanto a nivel agregado nacional como en el ámbito de la comunidad aragonesa. La única diferencia estriba en que, en alguno de los años considerados, la muestra de datos que facilita esta comunidad no cubre el mismo número de estratos de dimensión que presenta el total agregado nacional.

Para realizar dicha comparación se parte de los valores de la Producción Bruta Total (P.B.T.), del Valor Añadido Bruto Al Coste de los Factores (V.A.B.) y de las Unidades de Trabajo Año (U.T.A.), publicados por la RECAN, para la O.T.E. y años citados, correspondientes al total nacional y a la comunidad aragonesa.

En los gráficos números 1 y 2 en anexo, se representan respectivamente los valores medios del (P.B.T./UTA) y el (V.A.B./UTA) correspondientes al período 1987/91 del total agregado nacional y de la Comunidad de Aragón, clasificados según los estratos de dimensión económica que establece la RECAN.

En dichos gráficos se puede observar que los valores del total nacional y el de Aragón tienen un comportamiento similar, en ambos se produce un incremento de la productividad del factor trabajo a medida que crece la dimensión de las explotaciones. La comunidad aragonesa presenta valores inferiores al total nacional en las explotaciones de menor dimensión y superiores en las medianas y grandes.

 

b) Productividad del factor tierra

La fuente de datos utilizada es la misma que en el apartado anterior dedicado al factor trabajo.

En este caso se parte igualmente de los valores Producción Bruta Total (P.B.T.), y Valor Añadido Bruto Al Coste de los Factores (V.A.B.) los cuales se relacionan ahora con el total de Ha. de SAU afectas a la explotación.

El resultado obtenido se muestra en los gráficos números 3 y 4 en anexo (P.B.T../Ha.) y (V.A.B./Ha.).

En dichos gráficos se puede observar que, en lo referente al total agregado nacional, no parece, salvo un ligero incremento en las explotaciones medianas que la productividad del factor tierra se vea muy afectada por la variación en la dimensión de las explotaciones.

En cuanto a los datos correspondientes a la muestra de Aragón, ésta sí experimenta un sensible incremento de productividad del factor tierra, al desplazarnos desde las explotaciones menores hasta las medianas en tamaño, para volver a disminuir en las de mayor dimensión.

La Comunidad Autónoma de Aragón presenta una menor productividad con respecto a la obtenida por la media nacional en las explotaciones de menor dimensión. Esta diferencia se va minorando a medida que crece el tamaño de las empresas, cambiando de signo al llegar a las explotaciones de tamaño medio y grande, en las que en los resultados aragoneses son mejores que los del total nacional.

 

RENDIMIENTO DEL CAPITAL AFECTO A LA EXPLOTACIÓN

En los apartados siguientes se efectuará en primer lugar, y a partir de los datos correspondientes a los cinco años citados para la comunidad de Aragón, un cálculo de la remuneración del capital propio del empresario.

A continuación se realizará un análisis de sensibilidad, consistente en reducir, primero un 10% y seguidamente un 20% los ingresos obtenidos por los agricultores de la muestra que facilitan los datos a la RECAN. Se pretende con ello evaluar el impacto que sobre sus cuentas de resultados, tendría una hipotética disminución del precio de mercado de sus productos, siempre y cuando dicha merma de ingresos no se viera compensada suficientemente con ayudas de carácter oficial, que éstos pudieran percibir, procedentes de la CEE.

La fuente de datos para estos cálculos serán los valores de las disponibilidades empresariales que publica la RECAN, para cada estrato de dimensión de las explotaciones. A dichos valores se les deduce la remuneración de la mano de obra familiar. Dicha remuneración se calcula de dos formas: una primera asignando a la mano de obra familiar el mismo salario que percibe la mano de obra asalariada en su zona y otro partiendo de la base de asignar el SMI, correspondiente a cada uno de los años considerados, al número de UTAs no asalariadas.

Los resultados obtenidos se representan en los gráficos números 5 a 10 que corresponden respectivamente: a la situación de ingresos obtenidos en los años analizados, y a los supuestos de considerar un 10% y un 20% de disminución en dichos ingresos.

Se puede observar que, al deducir de las disponibilidades empresariales el coste calculado de la mano de obra familiar (en ambos supuestos: al coste de la mano de obra asalariada y al SMI), la remuneración del capital presenta en las explotaciones de menor dimensión valores negativos, los resultados no son positivos hasta las empresas de tamaño medio. Como era de esperar al remunerar la mano de obra familiar al mismo coste que la asalariada los resultados son peores que los obtenidos haciéndolo al SMI.

El análisis de sensibilidad nos indica que la situación de las empresas empeora substancialmente cuando se les disminuyen los ingresos. Con un 10% de disminución de los mismos, los valores obtenidos como remuneración del capital son en general negativos en las explotaciones de pequeño tamaño no generalizándose ahora los valores positivos hasta llegar a las explotaciones de dimensión media. En el supuesto de una disminución del 20% en los ingresos, el rendimiento del capital es negativo prácticamente en todos los años y explotaciones de la muestra.

 

CONCLUSIONES

 

a) Factor trabajo

De todo lo dicho se desprende que la productividad del trabajo no difiere substancialmente entre la comunidad de Aragón y la media nacional.

Dicha productividad se incrementa a medida que lo hace el tamaño de la explotación. Esto parece indicar que, si se deseara mejorar la productividad del factor trabajo, sería conveniente intensificar los esfuerzos por acrecentar la dimensión de las explotaciones.

 

b) Factor tierra

Se observan algunas diferencias entre los valores obtenidos para la productividad del factor tierra entre la Comunidad de Aragón y los correspondientes a la media nacional. Estas diferencias se pueden resumir en una menor productividad en las explotaciones aragonesas de menor dimensión, con unos resultados mejores para dicha comunidad en las de tamaño medio.

Los mejores resultados, en la comunidad aragonesa, se obtienen en las dimensiones situadas entre las 6 y las 16 UDEs.

En cuanto a los valores de la media nacional, no parece que la productividad obtenida por el factor tierra, sea muy dependiente del tamaño de explotación, dado que los valores obtenidos se mantienen prácticamente inalterables en todos los estratos. Solamente las explotaciones menores a 2 UDEs presentan unos valores algo inferiores al resto.

 

c) Rendimiento del capital

Con los ingresos actuales declarados por los agricultores, se puede observar que son negativos los resultados que obtienen en la rentabilidad de su capital, las explotaciones de menor dimensión. Esto indica que el salario percibido por la mano de obra familiar de los agricultores es inferior al de sus propios asalariados y también al SMI. A partir de las empresas de tamaño mediano los valores obtenidos son positivos.

La rentabilidad calculada del capital, presenta una tendencia al incremento al aumentar la dimensión de las explotaciones, circunstancia que se explica por la mayor productividad del factor trabajo observada en el apartado a).

Al realizar el análisis de sensibilidad, con la disminución de los ingresos, los resultados obtenidos son, qué duda cabe, más negativos. Al considerar una minoración de los ingresos del 10%, los agricultores obtienen en remuneración de su trabajo un salario como mínimo igual al SMI, únicamente en las explotaciones medianas y grandes, pues solamente en las empresas con dimensión superior a las 8 UDEs la remuneración del factor capital es positiva. En el supuesto de una disminución de los ingresos en un 20% la remuneración del capital es negativa en todos los estratos de dimensión en el caso de remunerar a la mano de obra familiar al mismo salario que a la asalariada en la zona y, solamente si se remunera al SMI, algunos de los años considerados presentan valores de rendimiento positivo del capital en las explotaciones de mediana y gran dimensión.

Si los agricultores tuvieran que soportar en el futuro un descenso en sus ingresos como el supuesto, y según los cálculos realizados en este trabajo, sería muy difícil poder determinar un tamaño de explotación, al menos de entre la muestra de estructuras productivas que presentan los agricultores de laComunidad de Aragón que facilitan sus datos a la RECAN, que pudiera evitar la dinámica de resultados negativos en la remuneración de sus capitales propios en que se verían abocados dichos empresarios.

Con las estructuras y técnicas de producción actuales, basadas en el uso intensivo de inputs (maquinaria, fertilizantes, fitosanitarios, etc.), que utilizan en general las empresas ce-realistas españolas parece problemático el mantenimiento de la producción y con ello la continuidad de las explotaciones existentes, al menos desde el punto de vista empresarial, es decir, que sean los propios agricultores quienes de forma autónoma se enfrenten al funcionamiento del mercado y sin que se vean abocados a tener que asegurar su mantenimiento en base a la percepción de subsidios comunitarios.

 

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