Consejo Nacional de Educación

Título

 

Antología Folklórica Argentina

 

Para Las Escuelas primarias.

 

 

Buenos Aires

Guillermo Kraft Ltda.

Soc. Anón. De Impresiones Generales

1940

 

 

 

CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN

PRESIDENTE

DR. PEDRO M. LEDESMA

VICEPRESIDENTE:

DR. JUAN CARLOS AGULLA

VOCALES:

PROF. PROSPERO G. ALEMANDRI

DR. JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ

DR. CARLOS CORONEL

SECRETARIO GENERAL:

ALGONSO DE LAFERRERE

 

PROLOGO

 

 

La resolución del Consejo Nacional de Educación, transcripta precedentemente, se propone llevar a la escuela lo más acendrado del material folklórico que recogiendo los maestros de su dependencia en el año 1921. Cree con evidente razón que las reliquias del pasado, hijas del alma y del intelecto populares, poseen una virtud formativa del espíritu nacional, cuyo carácter propio se sustenta en la continuidad de la tradición. Los fundamentos de aquella resolución exponen tan clara y detenidamente ese pensamiento que dispensan de explicar la índole y el propósito de la presente obra, inspirada fielmente en él, para ser instrumento de su realización.

Pero importa justificar algunas características de la obra que no parecen responder puntualmente a las normas de dicha resolución y, de paso, dar a conocer las condiciones peculiares en que el trabajo que representa fue ejecutado.

 

El material reunido por iniciativa del consejo Nacional de Educación y cedido luego al Instituto de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras -donde se encuentra y ha sido catalogado- comprende alredor de cuarenta mil piezas. Esta abundancia, real en cuanto al trabajo que exigió su revisión, es sólo aparente en cuanto al número de los documentos utilizables. Quedó éste reproducido extraordinariamente en razón de las versiones repetidas, de los textos incompletos o viciados; del valor desdeñable o inequívocamente nulo de muchos de los envíos y, en no pocos casos, a causa de ser ajenos al folklore. Sin duda, en general, el magisterio respondió a la invitación con notable buena voluntad y, si bien no frecuentemente, con marcada competencia; pero fué muy desigual la interpretación de las instrucciones impartidas, apremiante el tiempo para cumplirlas, y nuevo para aquellos de quienes se requería, tal género, sin método ajustado a un fin determinado y sin garantías y resguardos que tiene por indispensables el investigador profesional, de suerte que las cuarenta mil piezas debieron ser objeto de una expurgación cuidadosa y paciente por diversos conceptos, entre los cuales fué principal la consideración de uso en la escuela. Lo escogido tras esa selección no ofrece, sin duda, un conjunto indiscutiblemente superior para responder en igual proporción a todos lo géneros folklóricos mencionados en la resolución del Consejo. No obstante, éste segura la Comisión de que esta obra, aún incompleta, contiene frutos inestimables del ingenio y del sentimiento populares que, sin ella, se habrían perdido. No desconoce la obra meritísima de los investigadores individuales de nuestro folklore que han logrado salvar los fragmentos más delicados de nuestro pasado; pero se debe admitir que su esfuerzo no es tan vasto ni múltiple que alcance a cubrir toda la extensión del país, -como lo ha hecho el concurso promovido por el Consejo Nacional de Educación-, ni que en todas partes ha de llegar a tiempo, en esta época de rápidas alteraciones étnicas, para captar las reliquias de primera agua de la memoria del pueblo. Por eso estima que esta selección, que urgía realizar, es, en cierto modo, insustituíble y ha de ser el medio eficaz y fiel del propósito patriótico que inspiró la resolución del Consejo.

 

Se ha de tener en cuenta ese propósito para interpretar con exactitud tanto el título como el contenido de la obra. Esta no pretende ser asimilada a las coleccionas que han publicado los investigadores eruditos a que se ha aludido más arriba. Tienen esas coleccionas un mérito especial y tiene este libro otro carácter. Es una antología de lo ya recogido. Su fin es didáctico, no científico. Los problemas de la investigación folklórica no le son del todo ajenos pero, en este punto, la Comisión sólo se ha preocupado de cerciorarse de la antigüedad de las versiones que tuvo a la vista, de su anonimia y de su difusión en nuestro territorio o de su conocimiento en el medio popular. Y todo esto sin extremas la inquisición en cuanto a los orígenes y sus relaciones con el folklore de otros países, ni agotar, para lo primero, el rigor de la prueba. Queda siempre virtualmente virgen para los especialistas la colección que conserva el Instituto. Así, la cuestión de suma importancia para el estudio de esta materia, de determinar, por ejemplo, si un cantar es realmente autóctono, obra de creación propia o de tradición foránea, ha sido considerada por la Comisión en segundo plano o interpretada de manera que varía con la corriente aceptada. Es decir, ha estimado como folklore argentino producciones de notorio origen español, pero desde remoto tiempo asimiladas íntimamente por nuestro pueblo que las siente, la ama, la propaga, las tiene por suyas y, punto importante, han influido e influyen en su formación espiritual. No podía proceder con otro criterio, luego de haber comprobado el predominio abrumador del elemento español, ya conservado con identidad absoluta, ya con ligeras variantes de vocabulario, al parecer más involuntarias que deliberadamente inventivas. Este patrimonio intelectual es, por otra parte, compartido con otros países de habla hispana, de tal manera que se sujeta aún a mayores reservas de calificativo argentino para designar el material folklórico que, como la flora y la fauna, no reconoce fronteras políticas. Si la Comisión se hubiese atendido a aceptar sólo lo inequívocamente indígena -de difícil comprobación, por otra parte-, no habría sido posible realizar la presente selección. Ha debido ser, pues, ampliamente tolerante en este respecto y admitir como originariamente nuestro todo cuanto ofrecía certidumbre de antigua naturalización en nuestro territorio.

En cambio, ha influído en sentido restrictivo el destino escolar de este libro. Numerosas composiciones de irreprochable belleza formal y feliz ingenio debieron ser dejadas de lado porque no cumplían por su fondo las condiciones de un texto utilizable en el aula. El caudal folklórico reunido por el Consejo en 1921 es, por consiguiente, más rico de lo que supone este florilegio. No obstante, en algunas ocasiones la Comisión no se ha decidido a sacrificar, en mérito a su belleza, piezas en ciertos respectos objetables, confiando en que el maestro sabrá adaptarlas a propósitos de educación y extraer de ellas lo esencial para una enseñanza noble, a modo, precisamente, de aquel curioso fenómeno folklórico de las coplas profanas que suscitaron glosas edificantes. Y esto que se dice en cuanto al contenido y a las sugestiones del contenido, se aplica también a la forma, y en particular a los vocablos que constituyen formas populares del lenguaje y que aquí se mantienen tales como fueron oídos, por razones de fidelidad y por típico de su energía expresiva, pero que el maestro deberá observar en cada caso, haciendo notar que se trata de modismos incorrectos y de uso vitando.

Esa fidelidad a la versión original, imperativa para la letra poética, no se ha conservado para los relatos en prosa, que por venir en textos gramaticalmente deficientes o con añadiduras superfluas o a fin de conciliar en una versión más rica diversas variantes de un mismo tema, han sido redactadas de nuevo, en estilo impersonal y conservando el ingenuo modo popular. Una observación semejante corresponde formular con respecto a las composiciones musicales -impresas en otro volumen- cuya primitiva transcripción defectuosa exigió para todas ellas una armonización efectuada por los miembros especialistas de la Comisión, con el mismo respeto escrupuloso del motivo característico.

 

Una importante faz del folklore ha sido omitida en esta colección. Es la que comprende la descripción de costumbres, de industrias primitivas típicas, de medicina popular; de adagios que compendian el saber empírico del pueblo, y la toponimia, tan pintoresca y expresiva en nuestro país. No es preciso mencionar las supersticiones y las prácticas de grosera ignorancia, eliminadas por razones obvias. En cuanto a la primera, se consideró que constituía un material tan dispar por su forma y su espíritu del principal, netamente literario, que incorporado a éste habría afectado la homogeneidad y la armonía del libro, por otra parte, lo escogido en esos dominios resultaba fragmentario e inconexo y no bastaba a dar una idea general, por superficial que se la admitiese, de nuestras costumbres populares, idea fácilmente accesible en libros ya corrientes. Pero esos menudos elementos han sido seleccionados y depurados y podrán ser útiles en otra oportunidad: acaso en una publicación especial. La Comisión cree justificada esta exclusión, insistiendo en que, a su criterio, ha primado la consideración estética y seguidamente la educativa, si bien se entiende que la primera entraña buena parte de ésta.

Merece también mención porque explica otras omisiones que advertirán los eruditos, el hecho de haber sido preferidas formas evidentemente populares a textos retóricamente acabados, que no obstante ser anónimos y difundidos, denunciaban un autor culto y por consiguiente era razonable suponerlo desvinculado no sólo de la creación del pueblo sino también, lo que más importa, de la comprensión del pueblo. Por ello se ha preferido reproducir la tradición oral a la fijada por escrito. No pocas de las composiciones que dan como populares revelan, por la tersura, la riqueza y la exactitud del idioma, así como por las imágenes nada familiares y prolongada regularidad de la métrica, ser obra de un desconocido autor culto y aun cultísimo, pero lo cierto es que se allanaron con el tiempo a la comprensión dilecta de los iletrados y enriquecieron el lenguaje más humilde. De ahí el pulcro casticismo de muchos modismos de nuestros campesinos y sus inesperadas alusiones a personajes bíblicos o de los romances de caballería.

 

Otra eliminación obligada fué la de aquellas composiciones incompletas o de texto visiblemente viciado. Pero en este punto encontró la Comisión valioso auxilio para salvar deficiencias y para dar debida representación a ciertos géneros en las copiosas colecciones reunidas por D. Juan Alfonso Carrizo, quien autorizó frecuentes reproducciones. Otros miembros de la Comisión contribuyeron también con algunas versiones recogidas personalmente in situ. Son éstos los casos únicos, numéricamente poco importantes, de incorporación de un material que no figura en el que perteneció al Consejo Nacional de Educación.

 

 

LEYENDAS, CUENTOS

Y RELATOS IMAGINARIOS

 

 

MEDIOPLOLLO

Ésta era una viejecita que vivía sola en el campo. Tenía como única haber una gallina que ponía todos los días un huevo. Cuando juntó trece huevos, se los llevó a una comadre vecina para que los hiciera empollar, y convinieron en que se repartirían por igual los pollos que nacieran.

La comadre tenía una clueca y le echó los huevos diciendo:

-Padre mío San Salvador,

que salgan todas pollitas y un solo cantor.

Nacieron doce pollas y un solo gallito.

Cuando se hizo el reparto, se separaron seis pollas para cada viejecita, y no sabiendo qué hacer con el pollo, determinaron partirlo por la mitad. La dueña de la clueca comió la que le correspondía, pero la viejecita de los huevos curó la suya, consiguió que siguiera viviendo, y tuvo así un medio pollo. Mediopollo creció fuerte y sano. Era muy cariñoso y andaba siempre detrás de la viejecita llamándola con su pío, pío, pío, pío. Queriendo ayudarle en su pobreza, le pidió permiso para salir a rodar tierra -expresión de la lengua rural argentina usada particularmente en los cuentos y que tiene el significado de correr mundo- prometiéndole volver cuando hubiera ganado algún dinero. La viejecita, afligida, le dijo:

- Pero, hijito, eres tan chiquito, ¿dónde irás?. Te van a comer los animales dañinos.

 

- NO, mamita, no me pasará nada, yo sé defenderme,

- le contestaba e Mediopollo tratando de convencerla.

La viejecita llorosa le echó la bendición, y lo despidió rogando a Dios que lo ayudara.

Mediopollo se marchó saltando con su única patita.

Había andado un buen rato cuando se le apareció una iguana y le dijo:

- Hola!, Mediopollo, te voy a comer.

- No me comas, -le contestó el Mediopollo- que voy a rodad tierra y a ganarme la vida.

- Entonces, llévame, -le propuso la iguana.

- ¿Cómo puedo llevarte yo, tan chiquito?, -le contestó.

- Pues te como si no lo haces, -le replicó la iguana.

Mediopollo aceptó y le dijo:

- Éntrate por piquito

y tráncate con un palito.

Así lo hizo la iguana y Mediopollo marchó con ella dentro.

Más adelante lo paró un zorro, y hablaron así:

- ¡Hola!, Mediopollo, estaba afilando mis dientes para comerte.

- Cómo me vas a comer, zorro, si voy a rodad tierra y a ganar algunas monedas para mi mamita.

- Llévame, entonces.

- ¡Cómo te llevaré siendo yo tan chiquito?

- Si no me llevas te como.

-Éntrate por mi piquito

y tráncate con un palito.

De este modo también llevó dentro al zorro.

En una vuelta del camino se encontró con un león flaco que andaba con mucha hambre y que, haciéndolo parara, le dijo:

- Acércate, Mediopollo, que tengo que decirte un secreto.

- No me acerco -le contestó el Mediopollo-, tú me quiere comer. Déjame que voy a rodar tierra y a ganar dinero para mi mamita que es muy pobre.

-¿Puede llevarme contigo?

-¿Cómo podré llevarte?

 

- Llévame, si no te como, -dijo ásperamente el león.

-Éntrate por mi piquito

y tráncate con un palito.

Y siguió, cargando con el león.

Después de un rato de viaje, se le apareció de improviso el tigre y sostuvieron un diálogo animado:

-¡Adónde vas, Mediopollo?

-Voy a rodar tierra y a ganar dinero para ayudar a mi mamita.

-Llévame.

-¿Cómo podré llevarte?

-Te comeré si no me llevas.

-éntrate por mi piquito

y tráncate con un palito.

Marchaba Mediopollo con todos sus acompañantes en el buche, cuando un río crecido le atajó el camino, y hablaron así:

-¿Adónde vas, Mediopollo?

-Voy a rodar tierra y a ganar unos pesitos para mi mamita.

-Llévame.

-¿Cómo podré llevarte?

-Si no me llevas te ahogo.

-Éntrate por mi piquito

y tráncate con un palito.

El río se dejó beber por el Mediopollo.

Después de algunos días de marcha, el Mediopollo llegó a pedir trabajo al palacio del Rey que, al verlo, sintió lástima y lo hizo alojar en el granero.

Al día siguiente cuando vió que Mediopollo se había tragado casi todo el trigo, el Rey, enojado, mandó que lo echaran en el gallinero para que lo mataran las gallinas y los gallos. Estos, al ver la rara figura de Mediopollo, comenzaron a darle tremendos picotazos, pero él largó la iguana y elk zorro; mientras la una se comía todos los huevos, el otro se dió un banquete de gallinas gordas.

Mayor fué el disgusto del Rey al encontrar la gallinero vacío, y ordenó que echaran a Mediopollo en el corral de las vacas.

 

Hubiera muerto Mediopollo bajo las pezuñas de las vacas, si no hubiera hecho salir al momento al león que las mató y las comió todas.

Más enfadado aún, el Rey mandó echar a Mediopollo en el corral de los potros, pero, asustado por los cascos movedizos de los potros, mediopollo largó al tigre, que no dejó ninguno vivo.

El Rey enfurecido, quiso castigar a Mediopollo con la mayor crueldad y ordenó que calentaran un horno enorme que tenái en el palacio. Obedecieron los criados y echaron a Mediopollo al fondo del horno en llamas, pero en ese mismo momento, él largó el río crecido que no sólo apagó el fuego y enfrió al horno, sino que comenzó a inundar al palacio.

El Rey, su familia y sus servidores huyeron temerosos de morir ahogados, y dejaron así a Mediopollo dueño del palacio de grandes y de grandes riquezas.

Se celebró el acontecimiento con un gran banquete, después del cual los buenos amigos de Mediopollo se retiraron a vivir en el campo.

Mediopollo rico, mandó a buscar inmediatamente a su mamita, y en aquel lujoso palacio vivieron años y años contentos y rodeados de comidades.

Y un burrito pasó por ahí

y le dejó un atado de maíz.

Y fué por un caminito

y encontró un zapato roto

para que Ud. me cuente otro.

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Redactamos este cuento sobre las versiones enviadas por las Sras. Agustina I. de Alvarado y Rosa D. de Vanotti, de las provincias de Buenos Aires, y Salta respectivamente, y otra recogida por nosotros en San Luis. También se han consultado las enviadas por el Sr. Plácido Romero (El gallito de las patas de oro), de La Rioja, y la Srta. Rosa Azcoaga (El gallo pelado), de Tucumán. El tema, en su variante de El gallo pelado, tiene gran extensión en el país.-

 

 

LA PALOMITA

 

Había una vez una niña, hija única,, y la más bonita de la comarca. Era hacendosa pero desobediente.

Ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa y el resto del día jugaba con sus muñecas, a las que quería muchísimo. Las muñecas eran de trapo como son generalmente las de las niñas campesinas; hechas unas por ella, otras por la madre.

Sus padres le prohibían siempre que se alejara de la casa, porque el campo tiene muchos peligros para los niños que andan solos, pero siempre los desoía y se internaba en el monte. Entre los matorrales hacía la casa de sus muñecas, y durante horas y horas permanecía en un mundo diminuto que ella animaba con su imaginación.

Un día, un jote descendió hasta el matorral y le arrebató la más hermosa de sus muñecas. Llevándola en el pico se posó en un árbol cercano. La niña, asombrada, tuvo la esperanza de que soltaría la muñeca y corrió a su lado, pero el jote levantó el vuelo y volvió a posarse cerca, como esperándola. Y así, volando el ave de trecho en trecho y la niña corriendo en su busca, pasó todo el día. Al anochecer, el jote soltó su presa y desapareció. La niña abrazó llorando a su hijita rescatada, y entonces se dió cuenta de todo lo que había andado, de su soledad y del peligro que corría. Quiso volver, pero estaba desorientada y todos los rumbos le parecieron equivocados. Su terror se ahondó con la obscuridad de la noche y los gritos de los animales salvajes. Se trepó a un árbol y allí esperó el amanecer. Con el alba emprendió la marcha. Caminó todo el día, volvió a pasar la noche en un árbol, y con las primeras luces continuó marchando a la ventura. Ya creía morir de hambre y sed, cuando a lo lejos vió humo y se encaminó en esa dirección. Pronto llegó a un ranchito que encontró solo. Llena de temores penetró en la cocinita: en un gran tinaja había agua fresca; en el fuego, hecho en el suelo, hervía una ollita de locro. Bebió y comió. Reanimada, pasó a la humilde habitación contigua y vió allí dos baúles, dos sillas y dos camas iguales.

La niña barrió el ranchito, echó leña al fuego, espesó el locro, tendió las camas y se acostó a descansar en una.

 

A mediodía, voces que se acercaban, la sobresaltaron. Buscó a su alrededor dónde esconderse, y no hallando otro lugar, dió vueltas una batea y se ocultó en su hueco.

Desde allí vió que llegaban dos mozos y que, asombrados de encontrar la casa limpia y arreglada, y la comida a punto, escudriñaban por todos lados preguntándose; -¿Quien habrá venido? ¿Quién será? De pronto, dijeron: -¿Y ese trapito tan bonito que se ve ahí? Era la orilla de su vestido. Levantaron la batea y la descubrieron . -¡Que niña preciosa!, exclamaron: -¿Qué haces aquí? La criatura temblando de miedo contó su historia. No conocían el lugar de donde venía y le pidieron que se quedara con ellos; le propusieron que la tratarían y la cuidarían como una hermanita y que, en cambio, ella podría atender la casa.

Eran ellos dos gemelos que hablaban al mismo tiempo, comían en la misma forma, y así caminaban, y hacían cuanto era posible imaginar. Al principio esta rareza molestaba a la niña, pero eran tan buenos, que pronto se acostumbró y los quiso como a hermanos verdaderos. Ellos la adoraban.

Los mozos trabajaban en unas canteras de cal y piedra de un Rey joven y soltero, dueño de la comarca.

Pasaron algunos años.

Una tarde, el Rey salió de la caza y recorriendo sus bosques, llegó al ranchito, vió a la niña, habló con ella, quedó prendado de su belleza y de su inteligencia, y al día siguiente la pidió a los hermanos para casarse con ella y hacerle Reina.

Esa noche los mozos estaban muy tristes pensando que tenían que separarse de aquella hermana que les había mandado Dios, y preocupados con esa idea, mientras comían, uno llevó la cuchara a la boa ante que el otro, tragaron a destiempo, y en el acto se transformaron en bueyes. La niña lloró desesperadamente y, acariciándolos, les prometió llevarlos al palacio del Rey cuando fuera Reina. Los bueyes lamían sus manos y restregaban el testuz en sus rodillas, agradecidos.

Y así sucedió. Se casó la niña, fué Reina, e inmediatamente ordenó la construcción de un cómodo pesebre para los bueyes, y puso un cuidador para que los sirviera con toda atención.

Los reyes vivían muy felices y lo fueron doblemente con el nacimiento de un niño hermosísimo.

 

Servía a la Reina una negra muy astuta y adulona, que era hechicera. Tanta envidia sentía por la belleza y la ventura de su ama, que pasaba las horas meditando la forma en que podría perderla. Se decía para sus adentros que, si una niña tan humilde había llegado a ser Reina, bien podría llegar a serlo ella también.

Un día, en que el Rey salió a vigilar la labranza de sus campos, la negra pidió a su señora con tanta insistencia que le permitiera peinarla, que la Reina, bondadosa y confiada como era, se lo concedió.

Mientras fingía desenredarle los rizos, la negra le clavó un alfiler hechizado de esos que tienen la cabeza de palomita, y en paloma se transformó la reina y voló hacia las montañas.

Cuando regresó el Rey, la negra muy empolvada, compuesta y vestida con los trajes de la Reina, salió a recibirlo. Sofocada y llorosa le contó que la negra la había abandonado, que del disgusto se le habían mudado las facciones y teñido la piel.

El Rey sufrió mucho lo ocurrido y sintió lástima por su esposa que tanto había cambiado.

Delante de él, la negra demostraba mucha preocupación y cariño por el pequeño, pero en realidad lo descuidaba y no permitía que nadie lo atendiera.

-A esos bueyes inútiles hay que hacerlos trabajar,- dijo a sus servidores-. Se van a morir de gordos; que los lleven a acarrear la cal y piedra del cerro.- Y así lo hicieron.

La bondad y la dulzura proverbiales de la reina, se habían trocado en deseos mezquinos y en órdenes crueles.

Una mañana muy temprano, mientras el hortelano del Rey regaba sus plantas, vió que una palomita blanca se le acercaba para hablarle. Prestó atención y oyó que la paloma le decía:

-¿Que haces, horelano?

El contestó:

-Cuidando flores para oler.

Y preguntado ella y él contestando, siguieron así:

-¿Qué hace el Rey?

 

-Jugando y chanceando con su mujer.

-¿Qué hacen los bueyecitos?

-Tirando cal y piedra desde el cerro.

-¿Qué hace el niño?

-A ratos llora, a ratos calla.

- Llora, llora, niño de mis entrañas

Que tu madre anda por las montañas.

Y diciendo esto voló.

Al día siguiente volvió la palomita y asentada en la misma rama, hizo el hortelano las mismas preguntas.

Como las visitas se repetían diariamente, el hortelano se lo contó al Rey. El Rey, muy intrigado, le ordenó que en cualquier forma atrapara viva a la palomita y se la trajera.

El hortelano puso gran cantidad de pegapega en la rama en que la paloma se posaba siempre. Llegó la paloma y se entabló el diálogo acostumbrado:

-¿Qué haces, hortelano?

-Cuidando flores para oler.

-¿Qué hace el Rey?

Jugando y chanceando con su mujer.

¿Qué hacen los bueyecitos?

-Tirando cal y piedra desde el cerro.

-¿Qué hace el niño?

-A ratos llora, a ratos calla.

-Llora, llora, a ratos calla.

-Llora, llora, niños de mis entrañas,

que tu madre anda por las montañas.

Intentó volar entonces, pero quedó pegada. El hortelano la tomó con cuidado y se llevó al Rey, que quedó maravillado de la avecita. La negra, en cambio, comprendió que corría el peligro de ser descubierta, y gritó y lloró pidiendo que soltaran ese sucio animal2, como decía, pero el Rey no le hizo caso.

 

Acariciando la cabeza de la palomita, descubrió el Rey el alfiler, se lo arrancó compadecido, y en el acto se transformó en la joven y hermosa Reina que era. Abrazó a su esposo, corrió en busca de su hijito, y llorando de alegría al verse libre del encanto, refirió cómo había sido hechizada por la negra. Al Rey le parecía un sueño tanta ventura.

La Reina pidió que trajesen los bueyes, y ellos le lamían las manos y saltaban como terneros, de contentos.

Por orden del Rey, la negra fué arrojada del reino.

En el palacio se hicieron fiestas que duraron muchos días para celebrar la felicidad de los Reyes y del Príncipe, que nunca se interrumpió.

 

Y colorín colorado

este cuento se ha terminado.

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Transcribimos la versión recogida por nosotros en San luis.

El tema es popular en la región norteña y en toda la central, como lo demuestran las versiones recogidas por los maestros: Sra. Rosa Dessens de Vanotti, de Salta; Srta. Sarah C. Carrizo, María E. Ibestis, de Tucumán; Srta. María A. Agüero, de Santiago del Estero; Srtas. Josefina González y Ofelia Nicolet, y Albina y Narcisa Sánchez de Córdoba; Sr. Jerónimo Lucero y Bernabé Vera, de San Luis; Srta. Carmen Oviedo y Sr. Ramón J. Juárez Fernández de Catamarca; Sra. Deidamia F. de Oviedo, de Mendoza.

 

EL CAMINO DE CIELO

Este era un matrimonio de viejecitos muy pobres que tenían tres hijos.

Un día, el mayor pidió permiso para salir a rodar tierra y buscar trabajo. Los padres se pusieron muy tristes, pero como el hijo insistió tanto, le dejaron hacer su voluntad. La madre le preparó unas tortas y unos quesillos y se los acomodó en las alforjas. Se despidió prometiendo volver en cuanto cambiara de suerte, y marchó.

Al poco tiempo, el segundo hijo también pidió permiso para salir a rodadr tierra. Fué doble la pena de los padres, pero también tuvieron que consentir. la madre le preparó para el viaje tortas y quesitos como al otro hijo. Hizo la misma promesa, y partió.

 

Cuando el menor, que era un niño, dijo a los padres que quería salir a buscar trabajo, como sus hermanos los viejecitos se echaron a llorar y le pidieron que se quedara. Él les aseguró que se conduciría con su prudencia, para que nada malo le sucediera, y lo dejaron marchar. Esta vez la madre no pudo darle más que una sola torta y un solo quesillo.

El mayor encontró en el camino a un viejecito, muy pobre al parecer; iba montado en un burro y le pidió algo de comer.

 

-No tengo nada, -le contestó ásperamente.

- Y eso que llevas en las alforjas, ¿qué es?

-Eso es carbón, -le dijo en tono de burla.

-Que carbón se te vuelva cuanto pongas ahí, -le respondió el viejo, y siguió su camino.

 

El mediano, encontró en otro punto del camino al viejecito que pedía limosna, y también se la negó. Con él sostuvo el mismo diálogo que su hermano mayor, y que carbón se te vuelva cuanto lleves ahí, fueron las últimas palabras del viejo.

En otro lugar, el viejecito que pedía pan se encontró con el hermano menor. El niño no sólo fué cortés y respetuoso sino que partió con él su torta y su quesillos. Tienes un corazón de oro; que oro se vuelva todo lo que pongas en tus alforjas, -le dijo el viejo agradecido; y se despidieron.

Llegó el mayor a la casa de un señor poderoso y pidió trabajo.

El señor le dijo que precisamente buscaba un mandadero para encomendarle un encargo urgente. necesitaba mandar una carta a un señora que vivía lejos. Debía recorrer un caminoi lleno de accidentes, guiado por unas ovejitas. Nada debía temer ni retroceder ante ningún peligro, si quería cumplir el mandato. El muchacho aceptó.

A la madrugada del día siguiente le entregaron la carta y soltaron las ovejitas que emprendieron la marcha. Él las siguió.

 

Después de caminar algunas horas, llevaron a un río de aguas cristalinas, pero muy caudaloso. El muchacho sintió miedo; pensó que el viaje era un pretexto para hacerlo morir ahogado, y regresó. Las ovejitas pasaron mojándose apenas las pezuñas.

El patrón despidió al muchacho porque no le había servido para su trabajo, y le dijo:

- Dime, cómo quieres que recompense lo que has hecho en mi servicio, ¿con un Dios te lo pague o con una carga de oro?

- Con una carga de oro, señor. ¿Que puedo hacer con un Dios te lo pague?

Con la carga de oro emprendió viaje hacia su casa.

En todo el camino no hizo otra cosa que rumiar su felicidad de ser rico y pensar en el asombro de los padres al verlo descargar oro.

Al llegar, gritó a los viejecitos, desde lejos, que abrieran las sábanas, que traía oro para llenar todos los baúles. Así lo hicieron, y, al vaciar su carga, cayó carbón en lugar de oro. El enojo de los padres, por lo que creían una bura, fué mayor al conocer la falta de piedad y el poco valor de su hijo, cuando él relató todo lo que le había sucedido y recordó las palabras del pordiosero.

El segundo hermano llegó al poco tiempo a la casa del rico hacendado. Le ocurrió en todo exactamente lo mismo que al primero, y su carga de oro, al ser vaciada en las sábanas de sus padres, se convirtió también en carbón.

El menor llegó a pedir trabajo en la casa del mismo amo, quien le encomendó la misma tarea y le hizo las recomendaciones acostumbradas. Aceptó y prometió cumplir fielmente las órdenes.

A la madrugada, recibió la carta y las ovejas, y marchó detrás del hato.

Llegaron al gran fío de aguas cristalinas. Pensó que la arrastraría lo corriente, pero como las ovejtas entraron, se armó de valor y las siguió. Las aguas se abrían haciédoles camino, y así pudieron cruzar el río sin dificultad.

Más adelante un turbulento río de sangre les cortó el paso. Sintió asombro y miedo, pero, como las ovejitas siguieron adelante, él fué tras ellas. La gran masa roja les abrió paso, y pudieron cruzarla.

Más allá, vió a la orilla del camino una oveja que jugaba con su corderito, corriendo, saltando y dándose topes.

Más lejos, en un alfalfar floreciente, observó con extrañeza que unos bueyes flaquísimos pastaban.

 

Próximos a éstos, unos bueyes, relucientes de gordos, se paseaban en un terreno pedregoso donde no crecían sino algunas matas de hierba.

Al rato de andar, dos peñas enormes que se entrechocaban haciendo saltar chispas, les cortaron el camino. Aquí moriré aplastado, pensó el valeroso muchacho. Las ovejitas, aprovechando el momento preciso en que las rocas se separaban, pasaron, y él junto con ellas.

A poco trecho vió con horror que en un árbol estaban dos hombres colgados de la lengua.

Llegaron a una casa. Las ovejitas atravesaron el patio y se echaron a la sombra de los árboles. El muchacho comprendió que ése era el término del viaje. Salió una señora muy afable y le pidió la carta. Lo trató con todo cariño, le dió de comer y le hizo dormir la siesta con la cabeza apoyada en su regazo. Más tarde, lo bendijo y lo despidió.

El patrón se alegró mucho de verlo regresar, después de haber cumplido sus órdenes. Le pidió que le refiriera cuanto le había llamado la atención, y él le fué explicando el significado de aquellas cosas.

El río de aguas claras como cristal lleva las lágrimas que la Virgen María derramó por Jesús, las mismas que derraman todas las madres por sus hijos.

El río de sangre es el que brotó de las heridas de Jesús, en su sacrificio por redimir a los hombres.

La oveja y el corderito que jugaban son la buena madre y el hijo cariñoso y reconocido.

Los bueyes flacos en el alfalfar, florecientes son los ricos avaros.

Los bueyes gordos en el pedregal son los pobres avenidos.

Las peñas que se golpeaban son las comadres peleadoras.

Los hombres colgados de la lengua son los calumniadores condenados.

La señora a quien le entregaste la carta, era la Virgen María, y el viejecito que pedía limosna, Jesús que recorría el mundo probando la la caridad de los hombres. Las ovejitas eran ángeles.

-Dime, ahora, cómo quieres que te recompense, ¿con un Dios te lo pague, o con una carga de oro?

-¡Oh, señor!, -contestó el muchacho-, una carga de oro ha de terminarse algún día, mientras que un Dios te lo pague dura siempre. Déme Ud. un Dios te lo pague. Y así fué.

 

Cuando regresó a su casa, los padres lo recibieron contentísimos. Había dicho que no traía nada, pero, al descolgar las alforjas, se encontró con que estaban llenas de monedas de oro. Cuando contó lo que le había ocurrido en su viaje, todos reconocieron que el oro era el premio que Dios daba a sus virtudes. Los hermanos, arrepentidos, prometieron enmendarse.

Todos vivieron ricos y felices.

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Consultamos las versiones enviadas por los maestros; Srta. Amalia Dávila, de La Rioja; Sr. Joaquín di Genaro, de Mendoza; Sr. Sixto Barboza, Sra. María Luisa G. de Rivero, Srta. Rosa Antonia Olivetto y Sr. Rufino Ovejas, de San Luis; Srta. Rosa Antonia Olivetto, de San Juan Matilde F. de Ortiz, Sr. Juan C. Riveros; Sr. Ramón T. Suárez Fernández, de Tucumán. Es conocido también en Córdoba.

 

 

LA FLOR DEL LIROAY

 

Este era un rey ciego que tenía tres hijos. Una enfermedad desconocida le había quitado la vista y ningún remedio de cuantos le aplicaron pudo curarlo. Inútilmente habían sido consultados sabios más famosos.

Un día llegó al palacio, desde un país remoto, un viejo mago conocedor de la desventura del soberano. Le observó, y dijo que sólo la flor del lirolay, aplicada a sus ojos, obraría el milagro. La flor del lirolay se abría en tierras muy lejanas y eran tantas y tales las dificultades del viaje y de la búsqueda que resultaba casi imposible conseguirla.

Los tres hijos del rey se ofrecieron para realizar la hazaña. El padre prometió legar la corona del reino al que conquistara la flor del lirolay.

Los tres hermanos partieron juntos. Llegaron a un lugar en el que se abrían tres caminos y se separaron, tomando cada cual por el suyo. Se marcharon con el compromiso de reunirse allí mismo el día en que se cumpliera un año, cualquiera fuese el resultado de la empresa.

 

Los tres llegaron a las puertas de las tierras de la flor del lirolay, que daban sobre rumbos distintos, y los tres se sometieron, como correspondía a normas idénticas.

Fueron tantas y tan terribles las pruebas exigidas, que ninguno de los dos hermanos mayores la resistió, y regresaron sin haber conseguido la flor.

El menor, que era mucho más valeroso que ellos, y amaba entrañablemente a su padre, mediante continuos sacrificios y con grande riesgo de la vida, consiguió apoderarse de la flor extraordinaria, caso al término del año estipulado.

El día de la cita, los tres hermanos se reunieron en la encrucijada de los tres caminos.

Cuando los hermanos mayores vieron llegar al menor con la flor de lirolay, se sintieron humillados. La conquista no sólo daría al joven fama de héroe, sino que también le aseguraría la corona. La envidia les mordió el corazón y se pusieron de acuerdo para quitarlo de en medio.

Poco antes de llegar al palacio, se apartaron del camino y cavaron un pozo profundo. Allí arrojaron al hermano menor, después de quitarle la flor milagrosa, y lo cubrieron con tierra.

Llegaron los impostores alardeando de su proeza ante el padre ciego, quien recuperó la vista así que pasó por los ojos la flor de lirolay. Pero, su alegría se transformó en nueva pena al saber que su hijo había muerto por su causa en aquella aventura.

De la cabellera del príncipe enterrado brotó un lozano cañaveral.

Al pasar por allí un pastor con su rebaño, le pareció espléndida ocasión para hacerse una flauta y cortó una caña.

Cuando el pastor probó modular en el flamante instrumento un aire de la tierra, la flauta dijo estas palabras:

No me toques, pastorcito,

ni me dejes tocar;

mis hermanos me mataron

por la flor de lirolay.

La fama de la flauta mágica llegó a oídos del Rey que la quiso probar por sí mismo; sopló en la flauta, y oyó estas palabras:

No me toques, padre mío,

ni me dejes tocar;

 

mis hermanos me mataron

por la flor de lirolay.

Mandó entonces a sus hijos que tocaran la flauta, y esta vez el canto fué así:

No me toquen, hermanitos,

ni me dejen tocar;

porque ustedes me mataron por la flor de lirolay.

Llevando el pastor al lugar donde había cortado la caña de su flauta, mostró el lozano cañaveral. Cavaron al pie y el príncipe vivió aún, salió desprendiéndose de las raíces.

Descubierta toda la verdad, el Rey condenó a muerte a sus hijos mayores.

El joven príncipe, no sólo los perdonó sino que, con sus ruegos, consiguió que el Rey también los perdonara.

El conquistador de la flor de lirolay fué rey, y su familia y su reino vivieron largos años de paz y de abundancia.

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Este cuento es conocido en la región norteña, en la región andina y en la región central. En Salta se lo llama la flor lirolay; en Jujuy La flor del ilolay; en Tucumán La flor dl lirolá y también del lilolá y en Córdoba, La Rioja y San Luis La flor de la Deidad.

Consultamos las versiones recogidas por los siguientes maestros: Sra. Carmen A. Prado de Carrillo, Carmen de Canarraze, de Jujuy; Srta. Angélica D´Errico, de Salta; Sra. Elena S. de Aguirre y Sr. Adrián Cancela, Srtas. María Isabel Chiggia, Esther López Güemes y Sra. Elena S. de Aguirre, de Tucumán; Srta. Tránsita Caneón, de La Rioja y Srta. María E. O. González Elizalde, de Córdoba; Srta. Dolores Sosa (La flor de lilolay), Sra. Emma Pallejá, de Entre Ríos; Sra. María Luisa C. de Rivero, Alda C. de Suárez, de San Luis; Srtas. Urbana E. Romero, Aldea A. Nuñez e Irma Carbaux, de Santa Fe.

El tema ha sido puesto en verso por Juan Carlos Dávalos.

 

 

 

LEYENDAS DE SAN FRANCISCO SOLANO

I

EL PAN

 

Cuéntase que cuando San Francisco Solano llegó a La Rioja, fué invitado a comer en casa de un encomendero muy rico que explotaba a los indios y los trataba cruelmente.

Sentados a la mesa, el santo tomó un pan y lo apretó entre las manos. Ante la extrañeza de todos los comensales el pan y lo apretó entre las manos. Ante la extrañeza de todos los comensales el pan brotó sangre. Se puso entonces de pie, y en actitud de marcharse, dijo con voz amarga y enérgica: No comeré nunca a la mesa en la que se sirve pan amasado con la sangre de los humildes.

Desde ese día fué decidida su campaña en favor de los indios que los españoles esclavizaban para enriquecerse. No consiguió nada ni por la persuasión ni por el ejemplo. Descorazonado, resolvió irse.

II

RIO HONDO

Volvía San Francisco Solano de la provincia de Tucumán con una tropa de carretas cargadas de madera para la iglesia que se levantaba en Santiago.

La tropa se detuvo en el paso del Río Dulce, que estaba crecido. El río bramaba como un torrente y arrastraba árboles y peñascos.

Otras carretas estaban allí detenidas. Aseguraban los carreteros que en ese paso el río era muy hondo.

Se desataron los bueyes. Mientras las bestias y los peones tomaban un descanso, San Francisco, apartado, oraba. Al rato, dió la orden de uncir los bueyes y de continuar el viaje. Todos se miraron con asombro, pero obedecieron.

San Francisco montó en su mulita y encabezó la marcha. Al entrar en el río, levantó su cordón, y la encrespada masa de aguas turbias se abrió, dejándolos pasar.

 

Como el Santo dijera bromeando: Ahí tienen el río hondo, Río Hondo se llamó desde entonces a esa parte Dulce y a la población que en sus márgenes está situada, en la provincia de Santiago del Estero.

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Versión enviada por los maestros: Srtas. María M. Arias y María Esther Acosta, y Sres. Aristóbulo Bustos Navarro y Julio J. Correa, de Santiago de Estero.

San Francisco Solano vino a la Argentina desde el Perú en 1586. Catequizó a los indios en nuestro territorio desde el norte hasta la Rioja y Córdoba. En su vida prodigiosa caben, para el pueblo que aún lo recuerda, todos los milagros. El enseñó a los indios a tocar el violín, que en la región norteña es hoy un instrumento popular.

Ver en el tomo para las Escuelas de Adultos otras leyendas.   

 

 

LA VIRGEN DEL VALLE

Esta imagen es venerada en todas las provincias andinas.

El día de su festividad acuden al santuario del Valle millares de creyentes, muchos de los cuales han tenido que realizar un largo viaje para llegar allí.

La tradición ha conservado el recuerdo de sus numerosos milagros, entre los cuales figura el muy conocido de la cadena.

La santa imagen fué sacada de a Gruta de Choja (Catamarca), por el español Manuel Salazar, en el año 1618. Nadie sabe quién la llevó hasta ese punto y la escondió en la gruta de piedra, rodeada de peñascos, donde fué hallada por los indios, a principio del siglo XVII.

Estos la festejaban a escondidas, con danzas y fogones, creyendo que Dios mismo la había colocado allí.

Un indio, sirviente de Salazar, reveló a su amo el secreto de la Virgen, y Salazar, atento a las informaciones recibidas, encontró la imagen y la sacó de su nicho de piedra, a pesar de la oposición de los indios.

 

El español la llevó primero a Collagasta y luego a su residencia del Valle Viejo; pero durante aquella noche desapareció la imagen, y fué encontrada al siguiente día en el interior de la gruta. Salazar la llevó nuevamente a su casa, de donde desapareció por segunda vez. Los vecinos interpretaron estas ausencias de la Santa como una manifestación de su divina voluntad: la Virgen abanaba la vivienda particular, porqu no quería ser patrona de pocos, sino de muchos y de todos. Entonces, convencidos de este deseo, los vecinos edificaron una capilla, y allí colocaron la imagen milagrosa.

 

LA CRUZ DE LOS MILAGROS

 

Hay en la Iglesia del Milagro, en Corrientes, una rústica cruz que es venerada con el nombre de Cruz de los Milagros. Una curiosa leyenda justifica ese nombre.

Cuenta la tradición que los españoles, cuando fundaron San Juan de Vera de las Siete Corrientes, llamado hoy Corrientes, después de elegir el lugar y antes de levantar el fuerte, decidieron erigir una gran cruz, símbolo de su fe cristiana.

La construyeron con una rama seca del bosque vecino, la plantaron luego, y a su alrededor edificaron el fuerte, con ramas y troncos de la selva.

Construído el fuerte y encerrados en él, los españoles se defendían de los asaltos que, desde el día siguiente, les llevaban sin cesar las tribus de los guaraníes, a los cuales derrotaban diariamente, con tanta astucia como denuedo. Los indios, de un natural impresionable, atribuían sus desastres a la cruz, por lo que decidieron quemarla, para destruir su maleficio. Se retiraron a sus selvas, en espera de una ocasión favorable, la cual se les presentó un día en que los españoles, por exceso de confianza, dejaron el fuerte casi abandonado.

La indiada, en gran número, rodeó la población, en tanto que huían los pocos españoles de la guardia, escondiéndose entre los matorrales.

Con ramas de quebracho hicieron los indios una gran hoguera, al pié de la cruz que se levantaba en medio del fuerte. las llamas lamían la madera sin quemarla; un indio tomó una rama encendida y la acercó a los brazos del madero; entonces, en el cielo límpido, fué vista de pronto una nube, de la cal partió un rayo que dió muerte al salvaje.

 

Cuando los otros guaraníes lo vieron caer fulminado a los pies de la cruz, huyeron despavoridos a sus selvas, convencidos de que el mismo cielo protegía a los hombres blancos. Los españoles, que escondidos entre la maleza presenciaban tan asombrosa escena, divulgaron luego este suceso, que no cayó, por cierto en el olvido. En la Iglesia del Milagro, en Corrientes, se encuentra hoy la Cruz de los Milagros: se la guarda en una caja de cristal de roca, donada por la colectividad española.

 

EL CERRO DEL MORRO

 

A la gran mole del Morro, de San Luis, le corresponde un sitio muy importante en la tradición popular.

Cuando algún forastero pretende treparlo o recorrer su comarca, el cerro lo desconoce, gruñe y se envuelve en una niebla densa que desconcierta sus pasos. Se cree que guarda grandes tesoros, que así defiende celosamente.

En la cuenca que ha quedado en su cráter de volcán extinguido, hay una laguna. Allí han visto los mocetones a la Madre del agua, jóven y hermosísima que peina su abundante cabellera rubia con un peine de oro. Saben ellos que su hechizo es irresistible, por eso han huido desesperadamente, arañándose entre ramas y pencales.

El Cerro del Morro anunciaba el malón de los ranqueles. Cuando como una nube de polvo aparecía el malón en la llanura puntana, el cerro dejaba oír su bramido sordo subterráneo. Los comarcanos, que lo conocían, trepaban por sus flancos, llevando sus ganados, y así se salvaron siempre de la lanza y de saqueo de los salvajes.

 

Los indios de la pampa, desde los primeros tiempos de la conquista, asolaron con sus malones las poblaciones en una extensa zona de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y San Luis.

La célebre campaña del desierto del General Roca en 1878, los desalojó para siempre de sus dominios. Estos indios no trepaban nunca las sierras, y en ellas se salvaban los habitantes de los valles.

Versión recogida por nosotros.

 

 

 

 

NARRACIONES

DE SUCESOS REALES

 

 

LA CIUDAD DE ESTECO

 

La gran ciudad era maravillosa. Las cúpulas de sus edificios parecían tocar el cielo y sus muros, revestidos de oro, le daban un aspecto resplandeciente. estaba rodeada por un bello paisaje de cerros azules y de lozana vegetación. Los dilatados campos de cultivo y las praderas llenas de ganado le aseguraban una vida de abundancia.

Sus habitantes usaban un lujo desmedido y en todo revelaban ostentación y derroche; hasta las herraduras de los caballos eran de plata. La soberbia que los caracterizaba llegaba al extremo de que, si se les caía el sombrero, un objeto cualquiera y aún dinero, no se inclinaban siquiera para mirarlos, mucho menos para recogerlos.

Sólo vivían para la vanidad, la holganza y el placer. Fueron perdiendo poco a poco la piedad , la fe, el respeto y la dignidad. Eran, además, mezquinos e insolentes con los pobres, y despiadados con los esclavos.

Un viejo sacerdote les predijo desde el púlpito que, si no volvían a sus antiguas costumbres y la vida sencilla y pura, la ciudad sería destruída por un terremoto. Todo el mundo hizo burla de la predicción, y la palabra terremoto se mezcló a los chistes más atrevidos e insolentes. La vida de la ciudad siguió siendo cada vez más vana y licenciosa.

Un día, un trueno ensordecedor anunció el terremoto. Tembló la tierra. Se abrieron grandes grietas que tragaron las casas y as gentes, y lenguas de fuego quemaron cuanto podía sobrevivir.

Ni las ruinas quedaron de la opulenta ciudad de Esteco. Un campo árido y desolado la reemplaza (1).

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(1) Nos atenemos a las versiones enviadas por los maestros: Sra. Clara Corte de Cazón y Sres. Héctor Ugarte, Alfredo T. Leiva y Salvador Estopiña, de Jujuy; Srtas. Lya Halmer y Pastora Lobo, de Salta; Sra. Adolfina M. de Burela.

La primitiva ciudad de Esteco estuvo situada en la margen izquierda del río Pasaje, a ocho leguas al sur de El Quebrachal, en el Departamento de Anta, Salta.

Cuando Alonso de Ribera en 1609 fundó la ciudad de Talabera de Madrid, los antiguos pobladores de Esteco -que en parte vivían en la población próxima que la reemplazó, Nueva Madrid de las Juntas-, vinieron a ella, y comenzaron a llamarla Esteco el Nuevo, nombre que se impuso sobre el oficial. Pronto se enriqueció, por ser un importante centro de comercio. A ésta se refiere la leyenda (ver nota de Juan Alfonso Carrizo, en su Cancionero de Salta). Según el Padre Lozano su evangelización fué encargada al famoso Padre Alonso de Bárzana.

El Padre Techo dice que fué destruída por un gran terremoto en 1962.

La leyenda popular mantiene vivo, después de casi cuatro siblos el recuerdo de su existencia.

 

CENTINELA VALIENTE

 

El sargento Tránsito Gauna pertenecía al Regimiento 4 destacado en el Fortín de las Pulgas.

Criollo de pura cepa, era famoso por la penetración de su mirada a la agudeza de su oído, dones que le permitían identificar, en el eco lejano, la proximidad de la indiada en malón o el paso de los animales en fuga.

Estaba de guardia una tarde, a tres leguas del Fortín, cuando oyó el tropel de la invasión indígena que se aproximaba.

 

Montó en su caballo pampa, que siempre tenía cerca, y a toda rienda se dirigió hacia unos chañarales que se veían a lo lejos. Allí, con un gajo de algarrobo, hizo una lanza; en seguida tiró su sombrero y se ató la cabeza con una vincha; y así, ayudado por su color cobrizo y su cabello lacio y recortado, quedó convertido en un verdadero indicio. Cuando ael malón llegó, Gauna, protegido por las primeras sombras de la noche, salió del bosquecillo, se confundió con la indiada y galopó hacia el Fortín.

Los indicios venían capitaneados por los caciques Mariano Rosas y Baigorria, y por los famosos bandidos Melchor Costa y Juan Gregorio Puebla. Cuando llegaron a las orillas del Río V, el sargento fué conteniendo el andar de su caballo, para dar la impresión de que el animal, ya cansado, no podía seguir la marcha. Desmontó luego favorecido por la obscuridad y, ocultándose entre los cortaderales, consiguió entrar en la población, y comunicar al jefe de su regimiento que el bajo del río se encontraba ocupado por una indiada numerosísima.

El jefe mandó tocar generala, y el pueblo, que acudió en masa, se unió a los soldados para construir trincheras. Al oír el toque de las cornetas, los indios comprendieron que habían sido vistos y que no podrían tomar el fortín por sorpresa. En la actualidad aquel fortín lleva el nombre de Villa Mercedes, y es la ciudad más progresista de la provincia de San Luis.

 

 

A TRAVEZ DEL CHACO

 

Después de la muerte del General Lavalle, los soldados correntinos que aún le acompañaban decidieron regresar a su terruño, cruzando el Chaco, despoblado y peligroso.

Vencidos y pobres, contando solo con sus flacos caballos, se pusieron en marcha a través de los bosques imponentes, llevando unos indios tobas como baquianos y a don Eugenio Ramírez, como oficial de vanguardia.

A medida que el grupo se internaba en el corazón de la selva, los víveres se hacían más escasos; y algunos soldados se vieron en el trance de matar sus caballos, para aplacar el hambre lo cual significaba quedarse a pie.

 

Habrían realizado apenas la mitad de su camino, y casi todos los soldados iban ya sin cabalgadura. Acosados por las fieras y más aún por el hambre, devoraban el cuero de los caballos sacrificados, y sólo la desesperación les acompañaba en la selva enorme. En pleno bosque encontraron un grupo de indios tobas, y les preguntaron cuándo llegarían a la costa del río, frente a Corrientes. Los indios contestaron: mañana, mañana, mañana, mañana, lo cual significaba que alcanzarían la ansiada orilla cuatro días después.

Reanimados con estas noticias siguieron la marcha y llegaron el día señalado, al paraje denominado San Fernando.

Con los harapos que aún los cubrían, hicieron unas banderas que colocaron en las copias más altas de los árboles de aquél solitario lugar. Un barco vió la señal, pero confundiéndolos con los indios, no se acercó a los miseros soldados y regresó a corrientes con la novedad de que una indiada estaba en la orilla opuesta, lista para asaltar el pueblo.

El gobernador Pedro Ferré, sospechando que se tratara, no de un malón sino de los soldados correntinos de Lavalle, envió una comisión con víveres, ropas y medicinas, la cual encontró y auxilió a los esforzados militares unitarios.

 

 

MUERTE DEL CHACHO

 

Después de su última derrota en la provincia de San Juan, regresa a La Rioja el General Angel Vicente Peñaloza.

Había licenciado a sus soldados y sólo le acompañaban su esposa Victoria, y unos pocos de sus gauchos más leales, que rehusaban abandonarle.

En Loma Blanca (cerca de Olta, General Belgrano), se alojó en la casa de Anastasio Luna, con el evidente propósito de deponer las armas, dando fin a sus guerrillas de montonero.

Una tarde, llegó hasta su retiro una viejecita que había venido a pie, desde Chimenea para hablarle.

-Mi general,- dijo cuando estuvo en presencia del Chacho; -mañana llegarán Ricardo Vera y el coronel Irrazábal, comisionado del gobierno; traen orden de reducirlo a prisión, pero vienen a matarlo. Huya, sálvese, que los pobres lo necesitan.

 

El caudillo no creyó tal aviso, porque Vera era su oficial de confianza. Creyó más bien, que su informante le llevaba la noticia, esperanto ganar una recompensa, y ordenó a su mujer que le diera dos pesos. La anciana rechazó el dinero y con lágrimas en los ojos, afirmaba la verdad de sus palabras, sosteniendo que sólo por salvarle había realizado a pie tan largo y penoso viaje.

El Chacho, incrédulo, valiente y enfermo, no pensó en huir, y allí lo venció, indefenso y desarmado, la traición.

Al día siguiente, en medio de una lluvia torrencial, bajaban la cuesta de Olta, Irrazábal y Vera, al frente de una partida de hombres armados.

Fácil les fué apoderarse de las autoridades de la Villa. Después, a galope tendido, se dirigieron a loma Blanca y rodearon la casa de Chacho.

Peñaloza, informado de la llegada de Vera, se sintió tranquilo y no salió a recibirlo por estar en cama.

La partida armada hasta los dientes entró en el corredor y adelantándose Irrazábal, preguntó a Vera dónde estaba el Chacho.

-¡Éste es!,- contestó el traidor, indicando a su antiguo jefe.

-¿Éste?,- comprobó el coronel, y ante una señal suya, varios hombres penetraron en el rancho, y asesinaron con sus lanzas, en el lecho, al bravo riojano. Victoria, su valiente esposa, se arrojó sobre él como una leona, para defenderle, siendo también herida. Rojo sangre quedó el viejo catre de algarrobo en el rancho humilde.

La bárbara noticia y el espectáculo horrendo de la cabeza del Chacho exhibida en una rústica pica en la plaza de Olta, llenaron de dolor a La Rioja entera.

La viuda del caudillo y los chachistas buscaron más tarde con afán, durante largo tiempo, el lugar donde fueron enterrados los restos del general, sin hallarlo jamás. ____________________________________________________

Diccionario Geográfico Argentino de Latzina da el suceso como ocurrido en Olta.

 

 

 

FABULAS Y APOLOGOS

 

EL SEMBRADOR, EL TIGRE Y EL ZORRO

 

Un viejo sembrador estaba arando, cuando se le apareció el tigre y le dijo:

-¿A que te como con bueyes y todo?

-No, señor tigre, cómo me va a comer, mi familia es pobre y necesita de mí y de mis bueyes.

-Te voy a comer lo mismo.

- No, señor, como me va a comer.

Estaban en que te como y que no me coma, cuando pasa por allí cerca un zorro, oye la discusión y se propone salvar al hombre. Se esconde detrás de unos poleos espesos, y con voz muy gruesa y firme, le grita:

-Amigo, ¿no ha visto pasar por aquí al tigre? Lo ando buscando con doscientos perros para matarlo.

-Dile que no me has vistos, si no, te como, -le dijo por lo bajo el tigre al hombre, creyendo que se trataba de un cazador de fieras. Dicho est, se estiró largo a largo, y se quedó inmóvil.

-No señor, no he visto al tigre desde hace mucho tiempo.

_¿Como que no lo ha visto, amigo, y que es ese bulto que está cerca de Ud.?

-Dile que son porotos.

-Son porotos overos, señor, que tengo para sembrar.

-Si son porotos, póngalos dentro de esa bolsa que tiene ahí.

-Ponme la bolsa.

El hombre embolsó al tigre lo más pronto que pudo, y le contestó:

-Ya está, señor.

-Atele, amigo la boca a la bolsa con un lazo para que no se le vuelquen los porotos.

-Haz que me atas, pero deja abierta la bolsa, -le dijo el tigre al sembrador.

El hombre ató la boca de la bolsa lo mejor que pudo.

 

-Está muy esponjada esa bolsa, amigo, aplástela un poco con el ojo del hacha.

-Haz que me pegas, pero cuidado de no tocarme.

El hombre tomó el hacha y le pegó al tigre en la cabeza hasta dejarlo muerto.

Así, la astucia del zorro salvó al hombre y venció la crueldad del tigre.

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Redactamos esta fábula sobre las versiones recogidas por los Sres. Evaristo Gómez y Sra. Teresa C. de Pérez, en Sal Luis. Tenemos a la vista la variante enviada por la Srta. Berta Morales Valdez de San Juan; Srta. dolores Sosa, de Catamarca; Srta. Clara M. Posse de Tucumán.

 

EL ZORRO Y LA PERDIZ

 

El zorro estaba enamorado del silbo de la perdiz. Trataba de imitarlo en toda forma, pero sólo le salía un soplido ridículo, y en cuanto se descuidaba, se le escapaba su grosero ¡cuac!, ¡cuac!

Resolvió pedirle a ella misma que se lo ensañara. ¿Cómo haría, con el miedo que le tienen las perdices al zorro?

Un día se encontraron en un caminito del campo. La sorpresa de la perdiz, que ya se veía en los dientes del zorro, fué grande cuando oyó que le decía:

-Comadrita, ¡que bien silba Ud.!¡Cómo podría hacer yo para aprender su silbido?

-Puede coserse la boca, compadre, -le contestó tímidamente.

-Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. ¿No podría hacerme el favor de cosérmela Ud. misma?.

-Trataré de complacerlo, compadre.

La perdiz, aunque llena de desconfianza, se sacó una pluma del ala, y con unas raíces muy fuertes le fué cosiendo la boca. El zorro soportaba, feliz, el sacrificio.

Cuando le quedó un agujerito muy pequeño, la perdiz le hizo probar. Le salió un silbido bastante fino que lo puso muy contento.

 

-Compadre, debe ensayar así muchas veces al día hasta que le salga en forma perfecta, -le aconsejó la perdiz-.-

A mí me costó mucho aprenderlo.

El zorro, que no podía hablar, asintió con la cabeza.

Ya se despedían, cuando de pronto, la perdiz, como suele hacerlo, voló con su vuelo pesado y pasó rozando la cabeza del zorro. Éste no pudo con su instinto; sin querer hizo su natural movimiento de abrir la boca para atraparla, y se le rasgó de oreja a oreja.

El pobre zorro no sólo perdió su única oportunidad de aprender a silvar, sino que, por mucho tiempo, no puedo comer perdices.

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Esta es una de las fábulas que tiene mayor difusión en la Argentina. Entre otros la han recogido los maestros: Srta. Ofelia Nicolet de córdoba; Sr. Isaac Agüero Quinteros y Martín Acevedo, Francisco A. Vildoza, Alberto Herrera de Catamarca; Sra. Salvaria I de Barraza y Srta. Braulia Arias Ruiz, de Santiago el Estero, Srta. María Magdalena Dulce, Rosario Santillán y Sr. Antonio Correa de Tucumán; Sra. María Elena R. de Campos y Srta. Laura Molina de salta; Sra. Elvira E. de González y Sr. Abdón Castro Tobay de Jujuy.

 

EL TIGRE Y EL ZORRO

 

El zorro se presentó un día en la casa de una pareja de tigres y se hizo pasar por un sobrino que venía desde lejos a visitarlos. Fué recibido y hospedado como pariente.

Los tíos lo trataban muy bien, pero eran tan avaros que si el pobre zorro pasaba hambre cuando vagaba por los campos, no lo surgía menos en familia.

Un día el tío y el sobrino fueron a buscar una buena res a la orilla del arroyo. El zorro trepó a un árbol para anunciar las presas posibles, y el tigre se escondió para cazar cómodamente.

-Allá viene una majada de cabras con unos cabritos gordos, -dijo el zorro, pensando que uno de estos últimos le podía tocar a él.

 

-No me gusta la carne con pelos largos, -dijo el tigre.

Las dejaron pasar.

-Allá viene una majada de ovejas con unos corderitos que están como para chuparse los dedos.

-No me gusta la carne con lana.

Pasaron también.

-Allá viene una tropilla de potros.

-No me gusta la carne hedionda.

La tropilla siguió sin ser molestada.

-Allá viene una tropa de vacas.

-Esa carne me gusta, -dijo poe fin el tigre y, en cuanto llegaron, saltó sobre una vaquillona gorda y la mató.

Mientras el tigre la carneaba, el sobrino le ayudaba en lo que podía.

Sentía tanta hambre el zorro, que comenzó a pedir algo para comer, pero el tigre se lo negaba.

-¿Tío tigre, por que no me da un pedazo de matambre para asar?

-No, ésa es la achura de tu tía tigra.

-¿Me da los ojos, entonces?            

-No, los ojos son para cuentas del collar de tu tía tigra.

-Deme la panza, que es puerquita.

-No la panza es para mate de tu tía tigra.

-Deme las tripas.

-No, las tripas son para bombillas de tu tía tigra.

-Me podría dar el guano, siquiera.

-No el guano es para yerba del mate de tu tía tigra.

-Pero, tío tigre, Ud. nunca me da nada, deme por lo menos la vejiga.

-Te la dare, pero la vejiga era para tabaquera de tu tía tigra.

El zorro lavó la vejiga en el arroyo y comenzó a soplarla a modo de globo, como suelen hacerlo los niños campesinos.

Luego el tigre cargó al sobrino con un espléndido costillar, y le dijo:

-Llévalo a tu tía tigra. Dile que lo ase al asador y que me espere a comer. En cuanto termine de carnear, iré.

El zorro llegó a la casa y le dijo a la tigre:

 

-Tía, manda decir mi tío que ase este costilla y me lo sirva en cuanto esté.

La tigre lo hizo así, y el zorro se comió todo el asado.

Como sabía lo que le esperaba, huyó al campo.

Cuando llegó el tigre cansado, y se encontró sin su almuerzo, se enojó tanto que salió a buscar al zorro para matarlo.

Se escondió en la bajada del arroyo, por donde forzosamente debía arrimarse a beber.

Llegó el zorro, y como sospechara que podía esperarlo allí su tío, desde lejos dijo:

-Agüita, ¿te dejas beber?

-Sí, puedes beberme, -contestó el tigre desfigurando la voz.

-Agüita que habla no bebo yo, -dijo el zorro y echó a correr-

al día siguiente, el tigre se escondió allí mismo dispuesto a no hablar. Como había aguardado mucho, le dió sueño, y se acostó a dormir en medio del camino.

El zorro, que se aproximaba en punta de uñas, lo vió y, como no podía pasar, resolvió darle una broma. Llenó con piedrecitas la vejiga de la vaquillona, que ya estaba medio seca, y se la ató a la cola del tigre. Se escondió entre unos juncos y desde allí observó.

Al rato, el tigre movió la cola, y se asustó tanto del ruido que las piedras producían dentro del pellejo, que huyó desesperado, creyendo que se trataba de algún cazador que con sus perros lo perseguía.

El zorro bajó al arroyo y bebió.

El tigre iba ya muy lejos, cuando una rama rompió la vejiga, y comprendió entonces, que se trataba de una broma del zorro. Furioso, se volvió jurando no dejar con vida.

Al otro día se escondió nuevamente en la baja del arroyó.

Llegó el zorro y peguntó:

-Agüita, ¿te dejas beber?- y como nadie contestaba bajó al agua.

El tigre le saltó encima, pero el zorro alcanzó a meterse en una cueva que había en la barranca. El tigre metió la mano y consiguió asirlo de la cola.

 

El susto tremendo no le hizo perder el tino a zorro que comenzó a gritar:

-¿Tire, tío tigre, que es una mata de paja!¿Tire tío tigre que es una mata de paja!

La abundante cola peluda del zorro le pareció al tigre que era una mata de paja y la soltó.

El zorro se deslizó cueva adentro y desde allá, riéndose a carcajadas, le decía:

-¡Bah, que había sido tonto mi tío! Era mi cola la que tiraba. ¡Que la inocencia le valga.

El tigre, cada vez más furioso, le aseguró que no saldría de allí con vida, y se echó en la puerta de la cueva. Estuvo así casi todo el día. Cansado, llamó a un carancho, lo dejó de centinela y se fué a comer.

El zorro trató repetidas veces de entrar en amistad con su cuidador, pero el carancho había tomado tan en serio su papel que no atendía. Tanto insistió el zorro y tanto se aburrió el carancho, que comenzaron a conversar. Cuando tomaron cierta confianza, el zorro le propuso jugar a quién permanecía más tiempo con los ojos muy abiertos y fijos. Jugaron un rato, y una de las veces en que le tocó al carancho abrir los ojos, el zorro se los tapó con un puñado de tierra y huyó.

El zorro, con su ingenio, burló el poder del tigre y castigó su avaricia.

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Redactamos esta narración sobre las versiones enviadas por los maestros: Sr. Francisco J. Cabrera de Entre Ríos; Sr. Luis Jerónimo Lucero y Srta. María Rosa Sarmiento, de San Luis; Srta. rosa Azcoaga de Tucumán; Sr. Sergio Lascano, de Santiago del Estero; Srta. manuela B. López de La Rioja; Sr. Ramón Juárez Fernández y Srta. Zenona J. Almirón de Tucumán.

 

 

LA MULA Y EL TIGRE

 

 

 

Una noche en un claro monte, la mula y el tigre discutìan cual de los dos podìan manejarse mejor en la oscuridad.

Hicieron algunas apuestas.

En una de èsas se sacudiò el tigre,  y los dos gritaron:

¡un pelo!, ¡un pelo!

- yo lo vi, -dijo el tigre.

- yo lo sentì el tropel, -le replicò la mula.

El ojo del tigre había descubierto el pelo que volaba en la oscuridad, pero el oìdo de la mula lo había reconocido por la vibracion que producìa en el aire.

Nadie debe desprecia las cualidades ajenas: pueden ser tan buenas como las propias.

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Redactamos esta fàbula sobre las versiones enviadas por la Sra. Sofìa Z.P.de dìaz, de La Rioja, el Sr. Isaac Agûero Quinteros de Catamarca.

 

 

 

LAS MANCHAS DEL SAPO

 

 

Las aves fueron intvitadas a un gran vale que se daba en el cielo. El sapo se enterò de la noticia y no sabìa còmo hacer para asistir.

El àguila, que era cantora y guitarrera, irìa seguramente con su instrumento, y el sapo resolvió esconderse en la caja de la guitarra.

Todas las aves, muy coquetas y arregadas, llegaron al cielo y comenzaron a sentarse a la mesa del banquete. Llegò el àguila con su guitarra a la espalda, la dejò a un lado y buscò su lugar.

Al rato saliò el sapo y se presentò entre los nvitados. Para todos fue una gran sorpresa ver aparecer aquel caballero. No se explicaban còmo había podido subir hasta esas regiones.

 

Para colmo de sus males, en medio de la reuniòn, se dio vuelta y escupiò, descuidadamente, con tan mala suerte, que le tapò un ojo al colcol -buho-, quien se enojò y protestò en pùblico por la mala educaciòn del mozo.

La fiesta fue esplèndida. Los concurrentes bailaron y divirtieron muchìsimo.

Cuando llegò el momento de regresar, fueron grandes los apuros del sapo para esconderese otra vez en la guitarra.

Todos estaban atentos y lo viglaban para descubrirlo.

El àguila advirtiò la maniobra y se propuso castigarlo. Se puso la guitarra volcada, de modo que en cuanto comenzò a volar hacia la tierra, cayò el sapo desde muy alto.

Caìa sobre un pedregal y el pobre gritaba: ¡Pongan colchones!, ¡pongan colchones que voy a partir las piedras! -Pero nadie le hizo caso.

El golpe fue terrible y el cuerpo se le llenò de heridas. Las cicatrices son las manchas que han quedado para siempre en la piel del sapo.

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Esta fàbula es conocida desde la regiòn central hasta e norte: así lo afirman las versiones enviadas por los maestros: Srta. Frncisca de lagos, de cordoba: Srta. Mercedes berrondo y Sr. Isaac Agûero Quinteros de Catamarca; Srta. Elvira Elisa Lafuente de Salta; Srta. Catalina Sosa y Sr. Antonio corea de Tucumàn; Srta. Marìa Uñales de sgo del Estero; Sra. Ercilla E. Deloro de Buenos Aires. También se conoce en San Luis.

 

 

 

 

ANECDOTAS

 

 

 

 

 

EL RELOJ DE LAVALLE

 

 

El Mayor Juan Lavalle, peleaba en el ejèrcito del alto Perù, a las òrdenes del General Arenales.

Lavalle, que carecìa de reloj y de recursos para comprarlo, resolvió valerse de una pequeña astucia para que sus compañeros de armas creyeran que poseía uno, y de buena maracha.

Colgò en su chaleco una cadena, en uno de cuyos extremos atò una baa de fusil la cual iba oculta en el bolsillo. Cuando los oficiales advirtieron la picardìa, se la contaron alegremente al General, quien pensò hacer a Lavalle una pequeña broma a esta respecto.

Cierto dài se acercò a èl y, en tono serio, le dijo: _Mayor, ¿que hora es?

Lavalle fingiò no oìrle y, Arenbales repitiò la pregunta. Entonces el bravo oficial, sacando la bala del bolsillo y mostràndola a su jefe, contestò: - General , mi reloj no tiene hora, porque para pelear por la patria y morir por ella, si fuere necesario, la espada del Maor Lavalle a cualquier hora està lsita.

Cinco días despuès el General Arenales regalò a su altivo oficial un hermoso reloj de oro y Lavalle lo lucìa, orgulloso y feliz, al ver realizado uno de sus deseos mas fervientes: poseer un reloj.

 

 

 

OFICIOS CRIOLLOS

 

 

El coronel Sandes, que venìa en persecuciòn del Chaco, llegò a un pueblo de La Rioja.

Buscaba baquianos y rastreadores para seguirle, pero los riojanos, que erancasi todos chachistas, no querìan servirle.

 

Por esta circunstancia y para aumentar sus fuerzas, tuvo que recurrir, a la leva, exceptuando del servicio solamente a los hombres que tuvieran un oficio.

Cuando estuvieron reunidos los paisanos en la plaza del pueblo, Sandes ordenò:

- Los que tengan un oficio, den dos pasos al frente.

Los reclutas, que habìan comprendido el significado de la orden, dieron todos los dos pasos.

Muy admirado quedò Sandes al comprobar la gran cantidad de artesanos que había en su pueblo tan pobre, e intrigado resolvió interrogarles acerca de sus respectivos oficios.

El primero contestò:

- Colmenero, mi coronel.

Sandes, no sabiendo en què consistìa tal oficio, le hizo a un lado.

El segundo declarò ser platero, y el tercero cochero, (en el pueblo no había coches) y así hasta el ultimo fueron denunciando sus oficios, pero ningùno era rastreador.

Despuès se dirigiò Sandes al primero que había interrogado y le reguntò en que consitìa su trabajo de comenero. Contestò el hombre que en extraer miel de los panales.

Luego dijo al platero si era capaz de hacerle unas espuelas de plata, y le respondiò que no, porque su oficio consistìa en hacer platos de palo.

Al cochero le preguntò d`nde tenia el coche; y este contesto que era cochero porque hacìa cocho (harina de maìz mzclada con harina de algarroba).

Los oficios restantes resultaron ser como los anteriores.

Todos fueron incorporados a la tropa de Sandes, a quien hizo mucha gracia la astucia con que los riojanos intentaron burlar su bando.

 

 

 

 

HISTORICO CONTRAPUNTO

 

En el combate de Puerto de Màrquez se midieron las fuerzas unitarias del general Lavalle con las federales del general Estanislao Lòpez, quien saliò victorioso.

Despuès del triunfo. Lòpez, conciliador enviò a Lavale un emisario, ofreciendole deponer las armas, previa la promesa de Lavalle de organizar la Repùblica bajo el sistema federal.

Fue elegido para desempeñar esta dificil misiòn el gobernador de Santa Fe don Domingo de Oro; este llevaba como edecàn al teniente Yuspe.

Yuspe, serio y reposado, era hombre de la confianza de Lòpez. Se le consideraba como el mas bravo de los jefes federales en el combate, y como el meor guiitarero en el cuartel.

Cuando llegaron al campamento de Lavalle, Oro se encerrò a conferenciar con este, mientras afuera su edecàn hacìa rueda con los oficiales unitarios.

Un joven oficial de Lavale interpretò con ligereza la actitud grave y reposada de Yuspe y, creyèndolo corto de genio, resolvió hacerle una broma.

Tomò la guitarra, como al descuido y cantò:

Lòpez, rosas y Quiroga

y el faile San Juan bautista

se esta`n perdiendo de vista

porque ya no estàn en boga;

y aquel cierto olo a soba

les causa serior temores.

Humilde y glorioso çantonio

rogad por los pecadores.

El cantor, al decir cierto olor a soga, repetìa un desplante de Lòpez, quien había pronunciado estas palabras en el momento decisivo de la batalla.

 

El oficial terminò su canciòn en medio de las ruidosas carcajadas de los unitarios.

Yuspe, serio y paciente, pidio la guitarra, y despuès de templar las cuerdas, cantò:

Lòpez, rosas y Quiroga

y el fraile San Juan Bautista

se estàn poniendo a la vista

porque van entrando en boga;

y aquèl cierto olor a soga

causa mal a los sicarios.

Humilde y divino Antonio

rogad por los unitarios.

La oportuna respuesta fue recibida con un estruendoso aplauso de todos los oficiales.

Yuspe dejò la guitarra y volvio a reconcetrarse en si mismo, esperando que saliese Oro.

 

 

 

EL SARGENTO CATARRO

 

En la batalla de Pozo e Bvargas, se lucieron como bravos dos hermanos atamarqueños, apodados en la compañìa Los Catarros.

Participaban de la vida del cuartel, juntamente con ellos, una hermanita joven y humilde, que les acompañaba a todas partes.

Durante la pelea en Pozo de Vargas, iba y vanìa llevando las caramañolas con agua, mineral silbaban las balas sobre su cabeza.

Al terminar la pelea, la jovencita, cuya heroica conducta despertò la admiraciòn de todas, fue llamada por el teniente Rosales, jefe de la compañìa, quien le preguntò:

-¿ No has tenido miedo?

- No, teniente, -contestò la niña- mirando pelear a mis hermanos  dàndoles ànimo, me olvidè del peligro.

 

El teniente Rosales, conmovido, citò el nombre de la heroica niña en  la orden del dìa, y solicitò la nombrasen Sargento de la compañìa.

Días despuès, paseaban alegres por las calles de catamarca dos jòvenes soldados, acompañados por una muchachita que lucìa sobre su vestido nuevo, las insignias de Sargento. Eran, la Sargento Catarro y sus dos hermanos.

 

 

 

 

 

 

 

CUENTOS ANIMALISTICOS

 

 

 

 

 

 

EL CHAJA

 

Dos muchachas lavaban ropa en un rio. En las piedras lisas de la orilla refregaban y tundìan las piezas. Sobre la corriente clara blanqueaba la espuma del jabòn casero.

Dos caminantes, al parecer rendidos de cansancio, se acercaron y les pidieron agua para beber. Las muchachas desalmadas, en vez de agua les dieron espuma de jabòn.

Los hombres bebieron, y al devolverles las vasijas, uno de ellos les dijo:

-Que vuestros actos  palabras sean como la espuma.

Las muchachas no comprendieron aquella sentencia, y festejaron animadamente su broma maligna.

 

Cuando terminaron la tarea, una dijo a la otra, en sguaranì, su lengua familiar: -¡Yajà! -Vamos en guaranì- y en el acto se transformaron en aves y salieron volando. Los viajeros eran Jesùs y San Pedro que recorrìan el mundo para probar la caridad de los hombres, y que así las castigaban.

Esas es la causa por la que el chajà suele volar en pareja, anda con nerviosdad exagerada y alarma constantemente con sus gritos, que repiten aquella invitaciòn al regreso: ¡Yajà!, ¿Yajà! Los paisanos dicen que hasta en su cuerpo enjuto, cubierto por plumaje abundante, se ha cumlpido el designio de los Santos, y que es exacto el dicho popular que reza: pura espuma, como el chajà.

 

Redactamos este cuento animal`stico sobre las versiones enviadas por los maestros: Sr. Jesùs Aguilera, de Buenos Aires, Srta. Mercedes Càceres, de San Juan; Sra. Rosario del A. De Gonzàlez de Corrientes, Sra. Angela Andriani de Delro, Srtas. Marìa C.Coronel Romero, G. Otilia Martìnez y Ofelia Meza Benìtez del Chaco.

 

 

 

EL CHINGOLO

 

 

Había una vez un hombre muy forzudo, pero muy jactancioso.

Una vez pasò por el lugar donde se constrìa un templo de anchos muros y fuertes columnas. Al verlo dijo, lleno de soberbia:

- ¡Gran cosa es esto, soy capaz de echarlo al suelo de una patada!- Y así lo hizo, festejando su atrevimiento a carcajadas.

El juez mandò prenderlo y engrillarlo, y de este modo lo condujeron a la càrcel. El castigo de Dios fue mas severo que el de los hombres. Por su vanidad y por su profanaciòn fue convertido en chingolo -Zonotrichia capenss-.

 

Por eso este pajarito conserva su bonete de presidiario, anda siempre nervioso, y como aùn lleva puestos los grillos, sòlo puede caminar a saltitos.

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Consultamos las versiones enviadas por los maestros: Sra. Hermenegilda O. De Gallardo y Srta. Marìa Almazòn, de San Juan y Sr. Luis Jerònimo Luceo, de San Luis.

 

 

 

EL URUTAU

 

 

Había una vez una joven tan amiga de divertirse, que todo lo olvidaba por una hora de entretenimiento.

Un dìa, mientras bailaba en una gran fiesta de la comarca, le avisaron que su madre estaba muy enferma y mandaba por ella.

La muchacha se sobresaltò con la noticia, pero, como estaba acostumbrada a no privarse de ninguna diversiòn, el gusto pudo mas que su deber de hija, y se quedò hasta el fin.

Cuando volviò a su casa, la madre había muerto. La muchacha la llorò a todas horas sin consuelo, y la Providencia castigò su culpa convirtièndola en una ave de aspecto raro y siniestro: es el urutaù -Nictibus griseus- que huye de toda presencia y vaga solitario. En la obscuridad de la noche, y en el silecio de la selva, lora y llorarà siempre con su grito extraño y lastimero.

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Redactamos este cuento animalìstico sobre las versiones enviadas por los Sres. Jes`s Alberto Aguilera de Buenos Aires, Sr. L. A. Antonini de Entre Rìos y Srta. Angela Andriani de  Delro  y Marìa B. D. De conto del Chaco.

 

 

 

 

EL QUIRQUINCHO

 

 

El quirquincho fue un tejedor tan habil como haragàn.

Una vez, como llegaba el invierno y no tenia con que abrigarse, decidiò tejercse un poncho.

Preparò la uriembre en su telar de palos y comenzó a tejer con su maestrìa de siempre. La tela salìa fina, apretada, flexible. Seria seguramente su obra maestra: èl lo comprendìa, y la miraba con orgullo. A los dos días de trabajo firme y entusiasmado la pereza o dominò y descuidò el tejido. No sòlo iba quedando floja y desprolija la trama, sino que, para terminar pronto, agregò hilos gruesos y groseramente retorcidos.

Con el tejido burdo aligerò el trabajo ganò tiempo. Pronto estuvo la tela casi terminada. Antes de sacarla, el tejedor tuvo un remordimiento de conciencia, y volviò a tejer apretadamente y a manejar con prolijidad los hilos; pero la lista delicada contrastò visiblemente con el resto de la prenda basta.

Cuando para castigar su haraganerìa y falta de prolijidad Dios lo convirtiò en animal, el quirquincho llevaba puesto su poncho ridìculo, que ese endureciò en forma de caparzòn. Las placas pequeñas y apretadas de los extremos contrastan con las grandes y desiguales del medio.

Las tejedoreas comarcanas, que conocen la historia del quirquincho, ponen todo su amor y su celo en las hermosas mantas criollas que trabajan.

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Consultamos las viersiones recogidas por los maestros: srta. Ana Alvertina Aparicio, de Jujuy y Sr. Luis J. Lcero, de San Juan.

 

 

 

 

 

LA URRACA

 

 

Había una vez una costurera ladrona, coqueta y orgullosa. Tenia la costumbre de quedarse con parte de las ricas telas que tenìan para su trabajo. Así se vestìa lujosamente y cambiaba de trajes muy a menudo.

Un dìa fue una mujer muy pobre para que le hiciera un vestido de dos colores, azul y amarillo. La costurera le pidiò, como de costumbre, que comprara mas cantidad de tela que la que necesitaba. A pesar de que el gasto era grande, la mujer cumpliò con sacrificio sus indicaciones. Con los retazos que le quedaron, la costurera pudo hacerse un precioso vestido azul, de pechera amarilla, y llena de vanidad lo luciò en una fiesta.

Pero aquell mujer pobre, que era la Virgen, para castigarla le hizo perder su forma humana y la convirtiò en urraca -Guira guira-. Aùn lleva el ave el traje de dos colores que la delatò, y sigue siendo, como entonces, ladrona, coqueta y orgullosa.

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Redactado sobre la versiòn enviada por la Srta. Marìa Amelia R. De Martìn, de Salta.

 

 

 

 

LA IGUANA

 

 

La iguana tiene su historia.

Era una mujer pobre y haragana que tenia como ùnico abrigo para el invierno una frazada rota.

 

Por las nochs tiritando de frìo decìa: Mañana coserè mi frazada. Al dìa siguiente salìa con su cobija, y como le parecìa que el sol la calentaba bien, pensaba que no era tan urgente arreglar su prenda, y se entregaba al sueño tranquilamente.

Esto sucedìa todos los días hasta que la frazada se destrozò por completo y su dueña tuvo que ir durante la noche a buscar abrigo en las cuevas de los animales. Dios, al comproban su haraganerìa, la convirtiò en el feo reptil cuya piel recuerda la frazada sucia y rota.

 

 

 

 

 

 

 

EL CACUY

 

Eran dos hermanos huèrfanos, un varòn y una mujer, que vivìan solos en el monte.

Caco, que era el nombre familiar dle muchacho, cuiaba su majadita de cabras, cazaba, buscaba miel y juntaba algarroba y otras frutas silvestres en el bosque. Con esto tenia lo suficiente para vivir. La niña cuidaba la casa y preparaba la comida.

Los dos hermanos eran condiciòn opuesta: èl, generoso; ella, mezquina. Con la vida libre del campo crecìan a la vez la bondad del muchacho tuvo siempe para con su hermano se convirtiò en provocaciò. Amasaba el pan y preparaba la comida para ella sola. Cuando el hermano regresaba despuès de todo un dìa de andanzas y fatigas, no tenia què comer. Cuando èl lo llevaba todo con resignaciòn, ella inventaba pretextos para herirlo y hacerlo surir. Tomò el hàbito de mortificarlo y no disimulaba su satisfacciòn cuando lo conseguìa.

 

El hermano tratò por todos los medios de cambiar el caràcter y los sentimietnos de la hermana, pero no lo consiguiò. Agotadas su bondad y su paciencia, y amargado por su vida, resolvió darle un castigo tan grande como su crueldad.

Un dìa le pidio que le ayudara a sacar de un àrbol muy alto un panal que acababa de descubrir. Ella muy aficionada a la miel, y aceptò. Cruzaron el bosque y trparon a un àrbol gigantesco. Cuando llegaron a la copa, se cubrieron la cabeza paa evitar el aguijòn de las abejas. La niña se sentò en una horqueta y esperò las òrdenes del hewrmano que debía buscar el panal. El muchacho fingiò abrirse paso entre el ramaje hacia el enjambre, pero bajò, y al bajar fue cortando uno a uno todos los gajos del tronco.

-¡Sabràs, ahora, lo que es tener hambre!- le gritò desde abajo.

La niña se desembozò y vio el tronco desgajado y altìsimo. Rompio a llorar y le pidiò al hermano que la bajara; le prometiò que seria buena, que cumplirìa sus òrdenes y lo ayudarìa; pero èl no se ablandò, y marchàndose la dejò abandonada.

En su desesperaciòn, la muchacha lo llamò por su nombre tanas veces como le alcanzò la voz:

-¡Caco, huy! ¡Caco, huy! ¡Cacuy! ¡Cacuy!

Cuando cayò la noche sobre el bosque, su grito de horror y de arrepentimietno se hacìa cada vez mas lastimero; pero nadie podía oìrlo su hermano estaba ya muy lejos.

Sobre aquel catigo cayò otro castigo superior: la hermana cruel se transformò en ave y echò a volar en busca del hermano. Desde entonces, cuando llega la noche con la cabeza tendida hacia la altura, los ojos cerrados y en rara actitud de espera, llama angustiada al hermano que nunca volverà: ¡Cacuy!...¡Cacuy!...¡Cacuy!---

Los lugareños de los cerros y las selvas del norte, que conocen la historia el ave solitaria y huraña, se estremecen al oìrla.

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Redactamos este cuento animalìstico sobre la versiòn recogida en Sata por la Srta. Irene F. Goytìa. Teemos a la vista las variantes enviadas por los maestros: Srta. Amalia Dàvila, Sr. Domingo Orono, y Sra. Carmen H. De Calderòn de La Rioja; Sras. Paula Ibarra de Coronel, Leonor C. De Cejas, natalia Lizàrraba de Terrera y Srtas, Rosa B. Barraza, Eugenia Salvatierra y Clementina dorado de Santiago del Estero; Sra. Carmen H. De Calderòn y Srta. Rosario Santillàn, de Tucumàn; Sra. Felipa Sosa de Moreno y Dalmira W. De Orellano, de Salta; Sras. Francisca M. De Martìnez, Marìa e. A. De Sànchez y Srta. Josefina Villcorta, de Catamarca; Sra. Luisa E. L. De Dufvour y Sr. Antonio Castellano del Chaco; Sra. Càtula S. Gòmez y rosa Pepe de Entre Rìos.

 

 

 

 

ADIVINANZAS

 

 

 

ADIVINANZAS

 

 

Brama  y brama como el toro

y relumbra como el oro.

R.: el trueno y el relàmpago.

 

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En una calle muy limpia

anda una dama a n compàs,

que camina pa delante

con los ojos ara tras.

R.: La tijera.

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Salgo de la sala,

voy a la cocina,

 

meneando la cola,

como una gallina.

R.: La escoba.

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Vuela sin alas,

silva sin boca,

pega sin manos,

y no se lo toca.

R.: El viento.

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Pampas blancas,

semillas negras,

cinco toros

y una ternera.

R.: La manop, la lapicer, la papà y la escritura.

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Te la digo

y no me entiendes,

te la repito

y no me comprendes,

R.: tela.

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Hermanos son,

uno va a misa

y el otro no.

R.: El vino y el vinagre.

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Soy animal que viajo:

de mañana a cuatro pies,

 

a mediodìa con dos

y por la trade con tres.

R.: El hombre.

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Horquetìn, horquetìn,

a cada paso hace chilìn.

R.: La espuela.

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Una pregunta tan facil

sabièndola preguntar:

¿què planta se va a regar

cuando la van a cortar?

R.: La barba.

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Redondo, redondo,

no tiene tapa

ni tiene fondo.

R.: El anillo.

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Una vieja corcoveta

tuvo un hijo enredador,

unas hijas buenas mozas

y un nieto predicador.

R.: La viña

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Oro no es,

plata no es,

abrì la cortina,

 

sabràs lo que es.

R.: El platano.

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Blanco, barranco

pantalòn blanco.

R.: El avestruz.

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Fuì por un caminito

encontrè una dama,

le preguntè su nombre

y me dijo Juana.

R.: La damajuana.

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Un cercado

bien arado

donde la reja

no ha entrado.

R.: el tejado.

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En el campo grita

y no es campero,

pega el martillazo

y no es zapatero.

R.: La chuña.

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Unas regaderas

mas grandes que el sol

con que riega el campo

 

Dios nuestro Señor.

R: Las nubes.

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Cuando chiquita, aspudita;

y cuando grande, mochita.

R. La luna.

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Barba tiene,

hombre no es,

olas hace,

rìo no es.

R.: El trigo.

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En el campo monterano

hay un fraile franciscano,

tene dientes y no come,

tiene barba y no es hombre.

R.: El choclo.

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Vestidos de blanco y negro

venìan dos caballeros,

uno al otro se decìa,

yo primero-yo primero.

R.: Los pies.

______________________

 

Una yegüita blanca

salta cerros y barrancas

 no se manca.

 

R.: La luna.

_____________________

 

Blanca en mi nacimiento,

morada en mi vivir,

y me voy poniendo negra

cuando me voy a morir.

R.: La mora.

____________________

 

Randa que randa

randadorita,

teje que teje

tejedorita

R.: La araña.

____________________

 

Un animalito bravo

piquito doblao,

sombrerito bayo

ponchito listao.

R.: El carancho.

__________________

 

Primero fue blanca,

despuès verde fuì;

cuando fue dorada,

¡Ay, pobre de mi!

R.: La naranja.

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¿Que será un animalito:

cuando mas come,

 

mas flaco se pone?

R.: El cuchillo.

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Tira el hilito,

y grita el pajarito.

R.: La campana.

_________________

 

Yo vi cien damas hermosas

en un momento acer,

ponerse como una rosa

y en seguida perecer.

R.: Las chispas.

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Una yegüita mora

con riendas en la cola.

R.: La aguja.

_________________

 

Con el piquito

picotea

y con el rabito

tironea.

R.: La aguja.

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Animalito bermejo,

costillas sobre el pellejo.

R.: El baril.

__________________

 

 

Come por el lomito,

destila por el piquito.

R.: La pava.

__________________

 

Cuando me sieto, me estiro,

cuando me paro, me encojo;

entro al fuego y no me quemo,

entro al agua y no me mojo.

R.: La sombra.

____________________

 

De nada sirvo de dìa;

de noche sirva bastante;

como siempre doy trabajo,

me cortan a cada instante.

R.: El pabilo.

____________________

 

Es colorado bolsillo,

que tiene plata en sencillo.

R.: El ajì.

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Verde como loro

bravo como toro.

R.: El ajì.

_____________________

 

Te digo y te repito

que si no adivinas,

no vales un pito.

R.: El tè.

 

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Tengo la cabeza dura

me sostengo sobre un pie

y soy de tal fortaleza

que a Dios hombre sujetè.

R.: El clavo.

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Bajo de la lana

suena la campana.

R.: La tijera de esquilar.

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Delante de Dios estoy

entre cadenas metida,

ya estoy alta, ya estoy baja,

ya estoy muerta, ya estoy viva.

R.: La làmpara del altar.

_______________________

 

Pajarito volando,

con las tripas colgando.

R.: Barrilete.

_____________________

 

En la punta de una barranca,

hay cinco niñas con gorras blancas.

R.: Las uñas.

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Una dma muy delgada

y de palidez mortal,

 

que se alegra y se reanima

cuando la van a quemar.

R.: La vela.

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Siempre quietas,

siempre inquieras,

durmiendo de dìa,

de noche despiertas.

R.: Las estrellas.

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Mi padre tiene un dinero

que no lo puede contar,

mi madre tiene una sàbana               

que no la puede doblar,

mi hermano tiene un espejo

que no se puede mirar.

R.: Las estrellas, el cielo y el sol.

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En blanco pañal nacì,

en verde me transformè,

fue tanto mi sufrimiento

que amarillo me quedè.

R.: El limòn

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Chiquitito

como ratòn,

guarda la casa

como leòn.

R.: El candado.

 

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Fuì al mercado

comprè un negrito;

y ya en mi casa,

es coloradito.      

R.: El carbòn.

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Es su madre tartamuda

y su padre un buen cantor;

tiene su vestido blanco,

y amarillo el corazòn.

R.: El huevo.

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Mas largo que un pino,

pesa menos que un comino.

R.: El humo.

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Entre muralla y muralla,

hay una flor colorada;

llueva o no llueva,

siempre està mojada.

R.: La lengua.

_________________________

 

En Salta estaba,

aquí estaba

y siempre estaba.

R.: La taba.

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Tiene dientes

y no come,

tiene barbas

y no es hombre.

R.: El choclo.

__________________

 

Oro no es,

Plata no es,

abrì la cajita

y veràs lo que es.

R.: La nuez.

______________

 

En el campo me criè,

dando voces como loca,

me ataron de pies y manos

para quitarme la ropa.

R.: La oveja.

_______________

 

Ovillejo, ovillejo,

cara de indio viejo.

R.: El quirquincho.

_______________

 

Entra cantando,

sale llorando.

R.: El balde.

______________

 

Galàn caballero,

 

chaleco blanco,

sombrero negro.

R.: El teru-tero.

____________

 

Tengo cabeza redonda

sin narìz, ojos, ni frente,

y mì cuerpo se compone

tan s+olo de blancos dientes.

R.: El ajo.

_______________

 

Salta y Salta

y la colita le falta.

R.: El sapo.

________________

 

Blanco fue mi nacimiento

negra fue mi mocedad,

se me pelò la cabeza

y no sè por què será.

R.: El còndor.

________________

 

Palo liso, palo liso,

cada vez que te veo, me atemorizo.

R.: La vìbora.

________________

 

Ancho y bola,

fortacho en la cola.

R.: El mataco, o quirquincho bola.

________________

 

 

Todos me pisan a mì;

yo no piso a nadie;

todos preguntan de mì,

yo no pregunto de nadie. 

R.: El camino.

__________________

 

En aquel monte escabroso

me dijeron que abra el ojo.

R.: El abrojo.

___________________

 

Garra, pero no de cuerpo,

pata, pero no de vaca.

R.: La garrapata.

____________________

 

Traca que traca,

tras la petaca.

R.: El ratòn.

___________________

 

Un animalito, lico, lico,

que no tiene cola ni pico.

R.: El sapo.

_____________________

 

Tras, tras,

la cabeza para atràs.

R.: La lechuza.

_____________________

 

 

Tordillo rabòn,

patas de azadòn,

cabeza de botòn.

R.: El avestrùz.

_____________________

 

Dos niñas a la par,

que no se pueden mirar.

R.: Los ojos.

______________________

 

Negro bocòn,

petiso y panzòn.

R.: El mortero.

______________________

 

Alto y grandote,

con un diente en el cogote.

R.: El asador.

_______________________

 

 

 

 

 

 

LIRICO O SUBJETIVO

 

 

CAMINA LA VIRGEN SANTA

 

 

Camina la Virgen Santa,

 

camina para Belèn;

en l mitad del camino

pide el niño què beber.

Le dice la Virgen Santa:

-No bebas agua, mi bien,

que las aguas corren turbias

y no se pueden beber.

Camina para delante,

y da con un naranjel;

el que lo estaba cuidando

era un ciego, que no ve.

Le dice la Virgen Santa:

-Ciego que nada no ve,

dale una naranja al niño

para que apague la sed.

Responde el ciego y le dice:

-corte lo que es menester.

Cuando mas cortaba el niño

mas vlvìa a florecer.

Le dice la Virgen Santa:

- Dios te lo pague muy bien;

con la bendiciò dle niño

abre los ojos y ve.

A gritos decìa el ciego:

-¿Quièn me ha hecho esta gran merced?

-Yo soy la Virgen Marìa.

Camino para Belèn.

Aquí se acaba este verso;

ya que Cristo dio en Belèn,

los pajarillos del prado

le canten su gloria, amèn.

 

 

 

ENTRE SAN PEDRO Y SAN JUAN

 

Entre san Pedro y San Juan,

hicieron un barco nuevo.

El barco era de oro,

los remos eran de acero,

San Juan era marinero.

Y el capitàn general

Era Jesùs Nazareno.

 

En una noche obscurita

Cayò un marinero al agua

Lucier, que nunca duerme,

le dirigiò estas palabras:

-Marinero ¿què me das

si yo te saco del agua?

-Te doy todos mis navìos

Cargados con oro y plata.

-Yo no quiero tus navìos

Ni tu oro ni tu plata.

Yo quiero que cuando mueras

A mì me entregues el alma.

-Yo el alma la entrego a Dios

Y el cuerpo al agua salada,

Y los restos que me quedan

A los pescados del agua.

 

 

 

VIDALITAS

 

Cuando te sonrìes,

¡vidalita!

 

Estando a mi lado;

Creo que a la tierra

¡Vidalita!

El sol ha bajado.

_________

 

No hay planta en el campo

¡Vidalita!

Que florida estè;

Todos son despojos,

¡Vidalita!

Desde que se fue.

_________

 

Palomita blanca,

¡Vidalita!

 

Que cruza el valle,

Ve a decir todos,

¡Vidalita!

Que ha muerto Lavalle.

Palimita blanca,

¡Vidalita!

Vuèlvete a tu nido,

Y hallaràs la sangre,

¡Vidalita!

De mi pecho herido.

Para los dichosos,

¡Vidalita!

Cortos son los días;

Para mì son siglos,

¡Vidalita!

De melancolìa.

 

____________

 

Si algùn dìa vuelve,

¡Vidalita!

Y no me halla ya,

que corra a buscarme,

¡Vidalita!

A la eternidad.

 

 

 

 

HEROICO E HISTORICO

 

RESPUESTA OPORTUNA

 

Ahì te ando, primo, el sable;

No va como yo quisiera;

Del Tucumàn es la vaina,

Y de Salta la contera.

 

Glosa

Cercado de desventuras,

Desdichas y desaciertos,

No distingo sino muertos,

No veo sino amarguras.

Los hijos de estas llanuras

Tienen valor admirable;

Belgrano, grande y afable

A mì me ha juramentado;

Y, pues todo està acabado,

Ahì te mando, primo, el sable.

Cada jefe testimonio

 

Dio de ser un adalid;

Díaz Vèlez, mas que el cid;

Rodrìguez, como un demonio,

Tiene la ìndole guerrera;

De Figueroa a la carera

Me librè, si no me mata.

Estoy ya de mala pata;

No va como yo quisiera.

 

Forest, Suèri y Dorrego,

Perdriel, Alvarez y Pico,

Zelaya en laureles rico,

Y Balcarce brotan fuego;

Arèvalo, de ira ciego,

En sus ardores no amaina.

Me han cebado una polaina

Los tales oficialitos;

y cantan estos malditos.

Del tucumàn es la vaina.

 

Por fin, ese regimiento

Llamado nùmero ùno,

Con un valor importuno,

Me ha dado duro escarmiento;

Y es tanto mi sentimiento,

Que yo existir no quisiera,

Pues la fama vocinglera,

Publicarà hasta Lovaina,

Que es de Tucumàn la vaina

Y de Salta la contera.

___________________________

 

Nota: llegò Belgrano a Salta, obtuvo el triunfo el 20 de febrero y el enemigo, despuès de jurar que no tomarìa las armas contra los defensores de la libertad, emprendiò la retirada. En esa oportunidad los patriotas descubrieron una carta enviada a Tristàn por su primo hermano Goyeneche, enla cual le pedìa hiciera cambiarle la vaina a un sable que le mandaba.

Con este motivo -dice el Dr. Angel Justiniano Carranza, citado por el Dr. Zeballos-, los patriotas compusieron los chispeantes versos que anteceden.

 

 

COPLAS

 

¡Adios, Jujucito, adiòs,

te dejo y me voy llorando!

La despedida es muy triste

la vuelta, quien sabe cuàndo.           (1)

______

 

Triunfante de los tiranos

y a la patria darèis gloria

si, fieles americanos,

juràis obtener victoria.       (2)

______

 

Vamunis, compañeritos,

a defender la bandera,

que la sangri de La Puna

no se redama andiquiera.   (3)

______

 

¡Palomita, palomita,

palomita de La Puna,

a Belgrano lo vencieron

en la pampita de Ayuma!.  (4)

 

______

 

La bandera de sangre,

triste divisa,

se deshizo en Caseros,

¡que viva Urquiza!

______

 

Si dios me prsenta la vida,

y el Arcàngel San Gabriel,

voy a buscar a Lavalle

para juntarme con èl.

____________________________________________________

NOTAS DE LAS COMPLAS HISTORICAS

(1) En 1812 cuando el General Manuel Belgrano recibiò orden del gobierno de Buenos aires de replegarse a Còrdoba, lanzò un bando que ordenaba a todos los habitantes de San Salvador de Jujuy dejar la ciudad y seguir al ejèrcito en dirección a Tucumàn.

Jujuy cumpliò el bando que le imponìa el sacrificio de sus haciendas y el 23 de agosto de 1812 se inicio el llamado èxodo jujeño.

La tradiciòn cuenta que un oficial, al vadear el rìo Chico y ver por ultima vez quizàs su ciudad natal, compuso esta copla.

(2) Cuando Belgrano hizo jurar a la tropa la bandera blanca y celeste, en la orilla del Rìo de la Pasae desde entonces Juramento) el 18 de febrero de 1813, esta copla que recuerda tal acontecimiento fue grabada en un àrbol.

A distancia de cien pasos del rìo sobre la ribera oeste, había un àrbol que sobresalìa por su corpulencia; limpiando una parte de su corteza, hacia media altura de un hmbre, se grabò una inscripción que decìa Rìo Juramento y mas abajo esta copla. (Coronel L. Lugones).

 

(3) cuando Belgrano prosiguiò su marcha siguiendo las huellas del ejèrcito del rey y estableciò sus cuarteles en Yavi, en los primeros días de junio del año 1813, los puneños concieron la bandera de la patria, porque a ella alude esa coplita recogida en Abrapampa.

(4) A Vilcapugio siguió Ayohuma, el 14 de noviembre, y la cajita puneña llorò el nuevo desastre con versos, que fueron recogidos en La Puna.

 

PRECEPTIVO Y MORAL

 

LAS AVES QUE HICIERON NIDO

 

Las aves que hicieron nido

en àrbol de hojas cargado

Lo miran desconocido

cuando lo ven deshojado.

 

Vestido de verdes hojas,

Todo àrbol es muy hermoso

Pero, ¡què triste y penoso

cuando el tiempo lo despoja!

Porque en perdiendo sus hojas,

ya no es quien antes ha sido;

ni las sombras que ha tenido

tiene para aquel entonces;

y tal vez ni lo conocen

Las aves que hicieron nido

 

Mas un àrbol libre, goza

de sus hojas permanentes,

vienen aves diferentes

a anidar en èl gustosas;

allí viven cariñosas,

teniendo su gusto empleado.

 

Yo lo tengo bien mirado

que un ave, por ruìn que sea,

 

hacer su nido desea

en àrbol de hojas cargado.

 

Un àrbol sin hojas sabe

el tiempo en que reverdece,

vuelven otra vez las aves.

Allí trinan cantos suaves

y olvidan de lo pasado.

Se vuelve a quedar postrado

si el tiempo le hace perjuicio,

y entonces ni le hacen juicio,

cuando lo ven deshojado.

 

Yo vi un àrbol que se vio

verde, y despuès se marchita,

y el mismo tiempo le quita

lo que otro tiempo le dio;

y cuando seco se vio,

las aves que hicieron nido

tal vez las que hayan nacido

al abrigo de sus hojas,

como el tiempo lo despoja,

Lo miran desconocido.

 

 

BUCOLICO Y DESCRIPTIVO DE LA

NATURALEZA

 

 

VIENE EL ALEGRE VERANO

 

Viene el alegre verano

todo lleno de placer,

 

luego que cambia en invierno,

truecan el gusto en padecer.

 

La florida primavera

vuelve al àrbol su vestido;

como es un nuevo cultivo,

van brotando las higueras.

Llega el chañar y las brevas

por ser de fruto temprano,

y aun cuando nos falte el grano

no es cosa mayor la pena;

que con varias frutas buenas

viene el alegre verano.

 

Mas atràs vienen los higos,

la algarroba y el mistol,

zapallos, sandìa, melòn;

tiempo de muchos amigos.

Llegan duraznos, membrillos,

tunas, uvas moscatel;

mil frutas para comer,

quiscaluro y piquillìn

¿Y quièn no ha de esta así

todo lleno de placer?

 

También viene el arrayàn,

la mora que es un encanto,

mas adelante del mato

viene el lucido chalchal.

Las tunas un poco atràs

las peras de un sabor bueno,

la granada grano tierno

es cosa muy delicada;

 

al fin todo esto se acaba

luego que cambia n invierno.

 

Ya hemos visto de una en una

las frutas mas exquisitas

y cuando el tiempo las quita,

sòlo nos deja la hambruna,

pues no queda mas fortuna,

que la aunca para comer,

pero esto ha de suceder,

si el lindo maìz no se acaba;

porque la maldita helada

trueca el gusto en padecer.

 

 

DICEN QUE EL CARNAVAL VIENE

 

Dicen que el carnaval viene

se va y se va,

por la lomita pelada

si llegarà.

Aquí lo estoy aguardando

se va y se va,

con la alojita colada

si llegarà.

Dicen que el carnaval viene

se va y se va,

en un caballo pilòn

si llegarà.

Aquí lo estoy aguardando

se va y se va,

con un costal de almidòn

si llegarà.

 

 

COPLAS

 

 

Ya viene el sol saliendo,

-dicen las flores-,

ya viene quien nos quita

nuestros colores.

______

 

A las flores de otoño,

leva el invierno,

porque los frìos queman

todo àrbol tierno.

______

 

De la punta de aquel cerron

bajan mis llamas cansadas,

unas con panes de sal,

otras con cholona y lana.

______

 

Desde arriba m`hi venìo,

solito y sin compañero,

sòlo con mi pobre poncho,

y en el bolsillo el pañuelo.

_____

 

Despuès que pintan las uvas,

viene el chañar madurando;

y los zorros en las plantas,

que se las pelan gritando.

______

 

Soy el toro de la cumbre,

me llaman el orejano:

en las astas traigo invierno

y en el balido verano.

______

 

Santiagueño soy, señores,

yo no niego mi naciòn;:

en la copla del sombrero

traigo chañar y mistol.

______

 

Todos los buenos cantores

cantan de puertas adentro;

yo, como cantor cualquiera,

canto al sereno y al viento.

______

 

¡Que lindo para el verano,

cuando principia a llover!

Todos los àrboles secos,

vuelven a reverdecer.

______

 

Ya sale la luna hermosa,

con sus colores de plata,

como madejita y seda,

dando vuelta se desata.

______

 

Cuando la perdiz canta

nublado viene;

no hay mejor señal de agua

 

que cuando llueve.

______

 

Cuando la perdìz canta

y el sol se nubla,

dicen las puebleritas:

-Agua segura.

______

 

Dan un racimo de uvas

de tus higueras,

cuando yo plante parras

te darè bevas.

______

 

Las nubes estàn cargadas,

cargadas a punta y caña,

esta noche va a llover

si la vista no me engaña.

______

 

Las nubes estàn cargadas,

agua Dios quiere llover,

mañana por los caminos

agua turbia ha de correr.

______

 

Mañana me voy a Salta,

de salta para Jujuy,

de Jujuy para los cerros,

a llorar como cacuy.

______

 

 

No hay planta, como la higuera,

que dè los frutos al año:

cuando las brevas maduran

los higos ya estàn tamaños.

______

 

No hay planta como la parra,

que nos de lo suficiente,

de la pasa se hace arrope,

y del arrope aguardiente.

______

 

-¿Para dònde, paloma,

tan de mañana?

-A recoger las flores

de mi montaña.

______

 

Ayer tarde, estando triste,

al pie de un hermoso pino,

sentì que se lamentaba,

palomita en su nido.

______

 

Astnada en una piedra,

de las faldas de una loma,

cantando se lamentaba

una huèrfana paloma.

______

 

Muy cierto me había salido

el sueño de esta mañana;

un pajarito en la torre,

 

repicando las campanas.

______

 

Por las calles de antinaco

pasa una viuda llorando,

con un costal de algarroba

y una guanaca tirando.

______

 

En la orilla de un rìo

sembrè corales,

por ver si coloreaban

los arenales.

______

 

Florecita de sachapera,

Salta se ha vuelto frontera.

______

 

Fueron todas tus palabras

como lluvia de verano,

por la mañana cayeron,

por la tarde se sacaron.

______

 

Las estrellas del cielo

no son iguales:

unas son chiquitas

y otras son grandes.

______

 

Las estrellitas del cielo,

nadie las puede contar,

 

tan sòlo Aquèl que las puso

cada una en su lugar.

______

 

-¿Diànde salìs, pajarito,

tan amarillo y mortal?

-De la cordillera vengo

disparando al temporal.

______

 

Dicen que el mundo es redondo,

pero tiene cuatro cortes,

tiene el naciente, el poniente,

tiene el sur y tiene el norte.

______

 

El àrbol del monte sabe

el tiempo en que reverdece,

vuelven las aves al nido,

tan luego que la hoja crece.

______

 

Enero poco, Febrero loco,

Marzo poquito loco,

y lo que llueve en Abril,

cabe entero en un barril.

______

 

Tengo una pena morada

y un sentimiento amarillo:

la pena parece breva

y el sentimiento membrillo.

 

 

 

SATIRICO Y FESTIVO

 

Pintar el mundo al revès

se ha visto entre tanto yerro,

el zorro corriendo al perro

el ladròn por tras del juez.

Para arriba van los pies

con la boca va pisando,

el fuego al agua apagando,

el ciego enseñando letras,

los bueyes en la carreta

y el carretero tirando.

 

El tirano de hoy es bueno,

a todos nos da la mano.

Hiela el sol en el verano,

y nos quema en el invierno.

Se han mudado los gobiernos,

los trigos moliendo piedras,

la nieve se ha vuelto negra,

los pastos comido reses,

doce años tienen los meses,

la nuera se ha vuelto suegra.

Arrìmense a una majada,

veràn lo que nunca ha habido,

el ganado andar tendido,

y las culebras paradas,

allí veràn asombradas,

correr al tigre el potrillo,

y llamarlo al corderillo,

siendo la oveja la madre,

ahora corta al cuchillo.

 

Esto viene por su esfera

que el esclavo al amo manda,

los hombres llevan la carga.

La mula se ha vuelto arriera,

el ratòn corriendo al gato,

el agua nada en el pato,

la perdìz tras del halcòn,

por esta continuaciòn

adentro el trigo va el saco.

 

 

 

COPLAS

 

Todos los días me paso

como garza en la laguna,

con el pescuezo estirado

sin esperanza ninguna.

______

 

a la orilla de la mar

estaba un sapo desnudo,

poniendose las espuelas

para montar un peludo.

_______

 

Alojita de algarroba

molidita en el mortero,

que se sube a la cabeza

como si fuera sombrero.    

______

 

Amores y dinero

 

quitan el sueño;

yo, como no los tengo,

muy bien que duermo.

______

 

A orillas de una laguna

estaba un sapo con otro:

uno estaba de levita

y el otro de bota y potro.

______

 

A orillas de una laguna

estaba un sapo en cuclillas,

con la navaja en la mano

hacièndose la patilla.

______

 

Cazador saliò a cazar

patitos a la laguna.

Saliò el patito y le dijo:

cazaràs, pero las plumas.

______

 

Corriò el sapo una carrera

con una tortuga vieja:

castigaron cuadra y media,

ganò el sapo por la oreja.

La volvieron a correr,

redoblando la parada;

llegando a la cuadra y media,

pegò el sapo una rodada.

______

 

 

Cuando pasè por tu casa,

estaba un cuero colgado,

yo le dije: ¡buenas tardes!

Y el cuero quedò callado.

______

 

Cuando salì de mi tierra

de nadie me despedì,

sòlo de una pobre vieja

que estaba moliendo ajì.

______

 

Cuatro camisas tengo,

las cuatro vendo,

para comprarme un coche,

que no lo tengo.

Que no lo tengo, si,

¡Ay! Me da risa

verme dentro de coche sin camisa.

______

 

En la falda de aquel cerro

llora triste un gavilàn

no llora porque tiene hambre,

sino porque es animal.

______

 

 

En la orilla de un rìo

cantaba un sapo,

y en su canto decìa:

¿con què me tapo?

______

 

En la puerta del cielo

cantaba un riojano.

Sale San Pedro y dice:

¡Entre, paisano!

______

 

Lo primero que ofrecen

los de la sierra,

unos quesillos duros

como las piedras.

Como las piedras, si,

fuego violente,

con el piquito en l`agua

vivo sediento.

______

 

Me ha mandado mi mamita,

que le dè buenas noches;

y si no ha visto pasar

una lagartija en coche.

______

 

Me mandaron no sè dònde,

a buscar no sè què rosa;

y me volvì no sè cuàndo,

trayendo no sè què cosa.

______

 

¡Ojalà Dios se enojara

y me mandara en castigo

una creciente de arrope

y una soga de quesillos!

______

 

Pensando en que me dejaste,

lloro tanto y tan de veras,

que la gente de mi casa

se imagina que hay goteras.

______

 

Por las orillas de un hombre

estaba sentado un rìo,

afilando su caballo

y dando agua a su cuchillo.

______

 

¿Què le pasa a este mocito?

¿Por què se ha callado tanto?

Parecen que le han cosido

la boca con hilo blanco.

______

 

-¿Què querìs que te traiga

de la otra banda?

-Una paloma negra

con las alas blancas.

______

 

Si quieres que yo te quiera

lo será con condiciòn

que lo tuyo sea mìo

y lo mìo tuyo no.

______

 

Todas las mañanitas

del mes de enero,

me amanecen las uñas

 

sobre los dedos.

______

 

Una vez cantè en mi casa,

y mi voz llegaba al mar;

se aficionò una sirena,

y me tuve que callar.

______

 

Un diablo se cayò al fuego

y otro diablo lo sacò,

y otro diablo le pregunta

¿còmo diablos se cayò?

______

 

Ya no hay coplas pa cantar,

mandaremos a traer;

en mi casa tengo un àrbol

que de coplas se ha i caer.

______

 

¡arribita, arribita!

Dijo un zorrino,

espolines de plata,

poncho i merino.

 

 

 

RIMAS INFANTILES Y CANCIONES

DE CUNA

 

 

 

 

¿ADONDE VAS, PASTORCILLO

 

 

-¿Adònde vas, pastorcillo?

Chiruflìn, chriruflàn.

-A recoger violetas

Chiruflìn, chriruflàn.

- ¿Para que son esas violetas?

Chiruflìn, chriruflàn.

- Para adornar las cabezas.

Chiruflìn, chriruflàn.

-¡Ay! ¿Si te pilla el rey?

Chiruflìn, chriruflàn.

-Le haremos la reverencia.

Chiruflìn, chriruflàn.

-¡Ay! ¿Si te pilla el negro?

Chiruflìn, chriruflàn.

-Le daremos cuatro palos.

Cuatro palos tras l`oreja,

Chiruflìn, chriruflàn.

 

 

A LA ORILLA DE UN RIO

 

 

A la orilla de un rìo,

una doncella

bordaba pañitos de oro

para la reina.

En lo mejor del bordado

le faltò seda.

Pasò un vendedor de seda:

-¿Quièn compra seda?

 

-¿De què color es la seda?

-Azul y blanca.

-¿A como vende la seda?

-A tres cincuenta.

Mi padre es un pobre viejo

no tiene nada,

de tres hermanas mìas,

la mejor de ellas.

Se la llevaron lejos

prisionera.

 

 

EL NIÑITO DEL AGUATERO

 

Al niñito del aguatero

muerto lo llevan en un sombrero;

el sombrero era de paja,

muerto lo llevan en una caja;

la caja era de cartòn,

muerto lo llevan en un cajòn;

el cajòn era de pino,

muerto lo llevan en un pepino;

el pepino era encarnado,

muerto lo llevan amortajado;

al pasar frente a la iglesia,

se le cayò la cabeza;

al pasar por el infierno,

saliò el diablo con dos cuernos.

 

 

AL NIÑO BONITO

 

 

 

Al niño bonito

¿Què le darè?

Un conejito

que ayer pillè

es muy mansito,

no sabe morder.

Aquí se lo traigo,

para que juegue

con su merced.

 

 

AL PASAR LA BARCA

 

Al pasar la barca

me dijo el barquero:

-Las niñas bonitas

no pagan dinero.

-Yo no soy bonita

ni lo quiero ser

porque las niñas bonitas

suelen padecer.

¡Arriba, abajo

la barca de San Josè!

 

 

AYER TARDE TUVE UN REAL Y MEDIO

 

Ayer tarde tuve un real y medio;

con mi real y medio

me comprè una polla,

¡Juà, juà, que polla!

La polla tuvo los huevos;

tengo la polla, tengo los huevos;

 

siempre me queda mi real y medio.

 

Ayer tarde tuve un real y medio;

con mi real y medio

yo comprè una mona.

La mona tuvo un monito,

luego, tengo la mona, tengo el monito,

tengo la polla, tengo los huevos,

y siempre me queda mi real y medio.

 

Ayer tuve mi real y medio;

con mi real y medio

me comprè una chancha.

¡Juà, juà, que chancha!

La chancha tuvo un chanchito.

Tengo la chancha, tengo el chanchito,

tengo la monta, tengo el monito,

tengo la polla, tengo los huevos,

y siempre me queda mi real y medio.

 

Ayer tarde tuve mi real y medio;

con mi real y medio me comprè una burra.

¡Juà, juà, què burra!

La burra tuvo un burrito;

tengo la burra, tengo el burrito,

tengo la chancha, tengo el chanchito,

tengo la mona, tengo el monito,

tengo la polla, tengo los huevos,

y siempre me queda mi real y medio.

 

Ayer tarde tuve mi real y medio;

con mi real y medio me comprè una negra;

¡Juà, juà, què negra!

 

La negra tuvo un negrito,

tengo la negra, tengo el negrito,

tengo la burra, tengo el burrito,

tengo la chancha, tengo el chanchito,

tengo la mona, tengo el monito,

tengo la polla, tengo los huevos,

y siempre me quedo con mi real y medio.

 

Ayer tuve mi ral y medio;

con mi real y medio yo comprè un violìn.

Cuando lo tocaba,

la negra bailaba.

Bailaba la negra, bailaba el negrito,

bailaba la burra, bailaba el burrito,

bailaba la chancha, bailaba el chanchito,

bailaba la mona, bailaba el monito,

bailaba la polla, bailaban los huevos,

y siempre me quedaba con mi real y medio.

 

 

BAJO LA CAMA

 

Bajo la cama

del tìo Simòn,

hay un perrito

que toca el tambor;

dale que dale

con el bastòn

hasta que salga

la procesiòn.

 

 

BUENOS DIAS, SU SEÑORIA

 

-¡Buenos días, su señorìa!

Matantiru lirolà.

-Yo querìa una de sus hijas,

Matantiru lirolà.

-¿A cual de ellas la querìa?

Matantiru lirolà.

-Yo querìa a N.N.

Matantiru lirolà.

-¿Què oficio le pondremos?

Matantiru lirolà.

-La pondremos de costurera,

Matantiru lirolà.

-Ese oficio no le agrada,

Matantiru lirolà.

-La pondremos de cocinera

Matantiru lirolà.

-Ese oficio no le agrada,

Matantiru lirolà.

-La pondremos de planchadora,

Matantiru lirolà.

-Ese oficio no le agrada,

Matantiru lirolà.

-La pondremos de zurcidora,

Matantiru lirolà.

-Ese oficio si le agrada,

Matantiru lirolà.

 

 

CABALLITO BLANCO

 

Caballito blanco,

reblanco,

dime la verdad,

 

soledad

-yo te la dirè,

prenda mìa.

-Yo te la dirè,

ven acà:

tengo, tengo , tengo,

tù no tienes nada.

-Tengo tres ovejas

es una cabaña:

una me da leche,

otra me da lana,

otra me mantiene

toda la semana.

 

 

EN COCHE VA UNA NIÑA

 

En coche va una niña, carabìn,

en conche va una niña, carabìn,

hija de un capitàn, carabirurin, carabiruràn,

hija de un capitàn, carabirurìn, carabiruràn,

 

Què hermoso pelo tiene, carabìn,

que hermoso pelo tiene, carabìn,

¿Quièn se lo peinarà?, carabirurìn, carabiruràn

¿Qien se lo peinarà?, carabirurìn, carabiruràn,

 

Lo peinarà su tìa, carabìn,

lo peinarà su tìa, carabìn,

con mucha suavidad, carabirurìn, carabiruràn

con mucha suavidad, carabirurìn, carabiruràn

 

 

 

Con peinecito de oro, carabìn,

con peinecito de oro, carabìn,

Y horquillas de cristal, carabirurìn, carabiruràn

y horquillas de cristal, carabirurìn, carabiruràn,

 

Elisa ya està enferma, carabìn,

Elisa ya està enferma, carabìn,

quizà si sanarà, carabirurìn, carabiruràn,

quizà si sanarà, carabirurìn, carabiruràn,

Elisa ya està muerta, carabìn,

Elisa ya està muerta carabìn,

la llevan a enterrar, carabirurìn, carabiruràn

la llevan a enterrar, carabirurìn, carabiruràn

 

Con varios oficiales, carabìn,

con varios oficiales, carabìn,

y un cura sacristàn, carabirurìn, carabiruràn

y un cura sacristàn, carabirurìn, carabiruràn

 

 

Encima de la tumba, carabìn,

encima de la tumba carabìn,

un pajarillo va, carabirurìn, carabiruràn

un pajarillo va, carabirurìn, carabiruràn

 

 

Cantando el pìo, pìo, carabìn,

cantando el pìo, pìo, carabìn,

y el pìo, pìo, pa carabirurìn, carabiruràn

y el pìo, pìo, pa, carabirurìn, carabiruràn

 

 

 

 

EN EL ARCA DE NOE

 

 

En el arca de Noè

todos caben, todos caben;

en el arca de Noè

todos caben, y yo también.

 

¿Quieren oìr còmo hacer el gallo?

¿Quieren oìr?

El gallo hace así:

cocorocò, quiquiriquì.

 

En el arca de Noè

todos caben, todos caben;

en el arca de Noè

todos caben y yo también.

 

¿Quieren oìr como hace el tero?

¿Quieren oìr?

El tero hace así:

tero, tero, tero, terotì.

 

 

 

HABÍA UNA VIEJA

 

Había una vieja,

virueja, virueja,

de pico tueja

de pomporerà.

Tenia tres hijos,

virijo, virijo,

 

de pico picotijo

de pomporerà.

Uno iba a la escuela,

viruela, viruela,

de pico picotuela,

de pomporerà.

Otro iba al estudio,

virudio, virudio,

de pico picotudio

de pomporerà.

Otro iba al colegio,

viregio, viregio,

de pico, picotegio,

de pomporerà.

Aquí termina el cuento,

viruento, viruento,

de pico, picotuento,

de pomporerà.

 

 

DE DIEZ PERRITOS QUE YO TENIA

 

 

De diez perritos que yo tenia,

uno se muriò en la nieve;

no me quedan mas que nueve.

De nueve perritos que yo tenia,

uno se muriò de chocho;

no me quedàn mas que ocho.

De ocho perritos que yo tenia,

uno se muriò de peste;

no me quedan mas que siete.

De siete perritos que yo tenia,

 

uno ya no lo verèis;

no me quedan mas que seis.

De seis perritos que yo tenià,

uno se muriò de un brinco;

no me quedan mas que cinco.

De cinco perritos que yo tenia,

uno se comiò el gato;

no me quedan mas que cuatro.

De cuatro peritos que yo tenia,

uno se lo llevò Andrès;

no me quedan mas que tres.

De tres perritos que yo tenia,

uno se muriò de tos;

no me quedan mas que dos.

De dos perritos que yo tenia,

uno se murió de tuno,

no me quedan mas que uno.

De un perrito que yo tenia,

se me muriò en el cerro;

no me quedan ya mas perros.

 

 

LA HORMIGUITA Y EL RATON PEREZ

 

La hormiguita y ratòn Pèrez

se casaron anteayer.

¿Dònde fue? Yo no sè,

que coleritìn, que coleritòn.

¡Que viva la hormiga,

que viva el ratòn!

Ella es buena y hacendosa,

y èl es muy trabajador,

que coleritìn, que coleritòn,

 

¡Que viva la hormiga,

que viva el ratòn!

 

 

LA VIDA DE JUAN SOLDADO

 

 

La vida de Juan Soldado

es muy larga de contar:

que tender, que tender,

que lavar, que lavar,

que tender la ropa

en el retamar.

Un soldado se ha perdido;

lo salieron a buscar

veinticinco granaderos

un cabo y un oficial.

Que tender, que tender,

que lavar, que lavar,

que tender la ropa

en el retemar.

 

 

MAMBRU SE FUE A LA GUERRA

 

 

Mambrù se fue a la guerra,

¡que dolor, que dolor, que pena!

Mambrù se fue a la guerra,

no se cuando vendrà.

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

No se cuando vendrà.

 

 

¿Vendrà para la Pascua?

¡Que dolor, que dolor, que pena!

¿Vendrà para la Pascua

o por la Trinidad?

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

O por la Trinidd.

La Trinidad se pasa,

¡que dolor, què dolor que pena!

La Trinidad se pasa,

Mambrù no vuelve mas.

Por allí viene un paje,

¡que dolor, que dolor, que pena!

 

 

Por allí viene un paje,

¿Que noticias traerà?

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

¿Que noticias traerà?

-Las noticias que traigo,

¡que dolor, que dolor, que pena!

-Las noticias que traigo,

¡dan ganas de llorar!

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

Dan ganas de llorar!

 

 

Mambrù ha muerto en guerra.

¡Que dolor, que dolor, que pena!

Mambrù ha muerto en guerra,

y yo le fue a enterrar.

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

Y yo le fuì a enterrar!

Con cuatro oficiales

 

¡que dolor, que dolor, que pena!

Con cuatro oficiales

y un cura sacristàn.

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

Y un cura sacristàn.

Encima de la tumba

¡que dolor, que dolor, que pena!

Encima de la tumba

los pajaritos van,

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

Los pajaritos van,

cantando el pìo, pìo,

¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!

Cantando el pìo, pìo

el pìo, pìo, pa.

 

 

HILO DE ORO, HILO `I PLATA

 

 

Hilo de oro, hilo ì plata,

vino el àngel San Gabril;

y me dijo una mujer:

-¡Què lindas hijas tenèis!

Si las tengo o no las tengo,

yo las sabrè mantener;

con el pan que Dios me da,

ya me voy muy enojado

para el palacio del rey,

a avisàrselo a la reina,

y al hijo del rey también.

Vuelve, vuelve, pastorcillo,

no seas tan descortès;

 

de las tres hijas que tengo,

la mejor te la darè.

Esta llevo y esta traigo,

por esposa y por mujer,

que su madre es una rosa

y su padre es un clavel.

 

 

MI SEÑOR DON GATO

 

Mi señor don gato

hoy amaneciò

enfermo postrado

por hondo dolor,

su esposo alarmada,

llena de aflicciòn,

dispuso que escape,

viniera el doctor.

Unas quince ratas

diz que devorò;

mas, claro, le vino

seria indigestiòn.

Si al morir llegase

¡no lo quiera Dios el tendrìa la culpa

porque fue glotòn,

miau, miau, miau

porque fue glotòn.

 

 

NIEVE QUE CORTAS PATITA

 

-Nieve que cortas patita,

¿por que sois mala?

 

-Yo no soy mala;

el sol es malo,

me derrite a mì.

 

-Sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por què sois malo?

-Yo no soy malo;

la nube es mala,

que me ataja a mì.

 

-Nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por què sois mala?

-Yo no soy mala;

el vieno es malo,

que me lleva a mi.

 

-Viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo,

la pared es mala,

que me ataja a mì.

 

-Pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

ube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

 

¿por que sois mala?

-Yo no soy mala;

mala es la rata

que me cava a mì.

 

-Rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois mala?

-Yo no soy mala;

malo es el gato

que me come a mì.

 

-Gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol

sol que derrites nieve,

nieve que cotas patita,

¿por que soy malo?

-Yo no soy malo;

malo es el perro,

que me mata a mi.

-Perro que matas gato,

gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

 

sol que derrites nieve,

nieve que cotas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo;

malo es el palo,

que me mata a mì.

 

-Palo que matas perro,

perro que matas gato,

gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo;

malo es el fuego,

que me quema a mì.

 

-Fuego que quemas palo,

palo que matas perro,

perro que matas gato,

gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que derrites nieve,

nieve que cotas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo;

el agua es mala,

 

que me apaga a mì.

 

-Agua que apagas fuego,

fuego que quemas palo,

palo que matas pero,

perro que matas gato

gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois mala?

-Yo no soy mala;

el buey es malo,

el buey es malo,

que me bebe a mì.

 

-Buey que bebes agua,

agua que apagas fuego,

fuego que quemas palo,

palo que matas perro,

perro que matas gato,

gato que comes rata,

rata que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo;

 

malo es el hombre,

que me mata a mì.

 

-Hombre que matas buey,

buey que bebes agua,

agua que apagas fuego,

fuego que quemas palo,

palo que matas perro,

perro que matas gato,

gato que comes ratón,

ratón que cavas pared,

pared que atajas viento,

viento que llevas nube,

nube que atajas sol,

sol que derrites nieve,

nieve que cortas patita,

¿por que sois malo?

-Yo no soy malo;

mala es la muerte,

que me mata a mì.

 

 

PALOMITA BLANCA

 

-Palomita blanca,

reblanca, reblanca,

¿dònde està tu nido,

renido, renido?

-En un palo verde,

reverde, reverde,

todo florecido,

recido, recido.

 

 

PARA EL PIN, PIN

 

 

La gallina del general

puso huevos en el corral.

Pin, pin, dèjala venir:

puso uno, puso dos

puso tres, puso cuatro.

Pin, pin, dèjala venir.

 

La gallina castellana

puso huevos en la callana.

Pin, pin dèjala venir:

puso uno, puso dos,

puso tres, puso cuatro.

Pin, pin dèjala venir.

 

La gallina colorada

puso huevos en la ramada.

Pin, pin, dèjala venir:

puso uno, puso dos,

puso tres, puso cuatro,

puso cinco, puso seis.

Pin, pin, dèjala venir:

si solita viene

sola se ha de ir.

 

 

 

SAN SERENI DEL MUNDO

 

San Serenì del mundo,

San Serenì cortès,

 

yo, como soy cristiana,

me levantarè.

 

Hacen así, así los angelitos.

Así, así, así me gusta a mì.

 

San Serenì del mundo,

San Serenì cortès,

yo, como soy cristiana,

me levantarè.

 

Hacen así, así los jovencitos.

Así, así, así me gusta a mi.

 

San Serenì del mundo,

San Serenì cortès,

yo, como soy cristiana,

me levantarè.

 

Hacen así, así las lavanderas.

Hacen así, así las costureras.

Hacen así, así las planchadoras.

 

San Serenì del mundo,

San Serenì cortès,

yo, como soy cristiana,

me levantarè.

 

Hacen así, así los angelitos.

Así, así, así me gusta a mì.

 

 

 

 

SE ME HA PERDIDO UNA NIÑA

 

 

Se me ha perdido una niña,

cataplìn, cataplìn, cataplero,

se me ha perdido una niña

en el fondo de un jardìn.

 

Yo se la he encontrado,

cataplìn, cataplìn, cataplero

yo se la he encontrado

en el fondo de un jardìn.

 

Hagan el favor de entregarla

cataplìn, cataplìn, cataplero

hagan el favor de entregarla,

del fondo del jardìn,

¿En què quiere que la traiga,

cataplìn, cataplìn, cataplero

en què quiere que la traiga

del fondo de jardìn?

 

Tràigamela en sillita,

cataplìn, cataplìn, cataplero

tràigamela en sillita,

del fondo del jardìn.

 

Aquí la traigo en sillita,

cataplìn, cataplìn, cataplero

aquí la traigo en sillita,

del fondo del jardìn.

 

 

 

SOBRE EL PUENTE DE AVIÑON

 

Sobre el puente de Aviñòn

todos bailan y yo también,

hacen así...

así las lavanderas.

 

Sobre el puente de Aviñòn

todos bailan y yo también,

hacen así ...

así las planchadoras.

 

Sobre el puente de Aviñòn

todos bailan y yo también,

hacen así...

así los militares.

 

Sobre el puente de Aviñòn

todos bailan y yo también,

hacen asì...

Así hace el Mayor Zanny.

 

Sobre el puente de Aviñòn

todos bailan y yo también,

hacen así...

así me gusta a mì.

 

 

UNA HORA DUERME EL GALLO

 

Una hora duerme el gallo,

dos el caballo,

tres el santo,

 

cuatro el que no lo es tanto,

cinco el peregrino,

seis el teatino,

siete el caminante,

ocho el estudiante,

nueve el caballero,

diez el majadero,

once el muchacho,

y doce el borracho.

 

 

YO SOY LA VIUDITA

 

 

Yo soy la viudita

del barro del rey,

me quiero casar

y no sè con quièn

-puès, ¿siendo tan bella,

no encuentra con quièn?

Elija a su gusto,

que aquí tiene cien.

-Con esta, si,

con esta, no,

con esta señorita

me caso yo.

 

 

YO TENIA UNA GALLINITA

 

 

Yo tenia una gallinita,

corococò.

 

Diez centavos me costò,

corococò.

La comprè por la mañana,

corococò.

Por la tarde se muriò,

corococò.

Yo no lloro por la gallinita,

corococò.

ni tampoco por los centavos,

corococò.

Sòlo lloro por los pollitos,

corococò.

Que decìan pìo, pìo, pìo.

Corococò.

 

 

 

ARRORRO MI NIÑO

 

Arrorò mi niño,

arrorò mi sol,

arrorrò pedazo,

de mi corazòn.

 

Este niño lindo

ya quiere dormir;

hàganle la cuna

de rosa y jazmìn.

 

Hàganle la cama

en el torongil,

y en la cabecera

pònganle un jazmìn

 

que con su fragancia

me lo haga dormir.

 

 

LAS ONCE Y MEDIA SERIAN

 

Las once y media serìan,

cuando sentì un ruido en casa;

pongo mi escalera arriba

saco mi brillante espada...

pero ¡que cosa!

Vuelvo de nuevo a contar:

las once y media serìan, etc.

 

 

 

ESTE NENE LINDO

 

 

Este nene lindo

se quiere dormir,

y el pìcaro sueño

no quiere venir.

 

Este nene lindo

se quiere dormir,

cierra los ojitos

y los vuelve a abrir.

 

Este nene lindo

que naciò de noche,

quiere que lo lleven

a pescar en coche.

 

Este nene lindo

que naciò de dìa

queire que lo lleven

a Santa Lucìa.

 

 

TENGO UNA MUÑECA

 

Tengo una muñeca

vestida de azul,

camisita blanca

con su canesù.

La saquè a paseo

y se constipò,

la puse en la cama

con mucho dolor.

Dos y dos son cuatro,

cuatro y dos son seis,

seis y dos son ocho

y ocho diez y seis.

Ocho veinticuatro

 ocho treinta y dos.

¡Anima bendita!

Me arrodillo en vos.

 

 

 

CUCU, CUCU

 

Cucù, cucù,

cantaba la rana,

Cucù, cucù,

debajo del agua.

 

Cucù, cucù,

pasò un marinero

Cucù, cucù,

llevando romero.

Cucù, cucù,

pasò una criada

Cucù, cucù,

llevando ensalada.

Cucù, cucù,

pasò un caballero,

Cucù, cucù,

llevando un sombrero,

Cucù, cucù,

pasò una señora,

Cucù, cucù,

llevando unas moras.

Cucù, cucù,

le pedì un poquito,

Cucù, cucù,

no me quiso dar,

Cucù, cucù,

me puse a llorar.

 

 

 

MAÑANA DOMINGO

 

 

Mañana, domingo,

se casa Benito

con un pajarito.

-¿Quien es la madrina?

-Doña Catalina

 

rebozo de harina.

-¿Quièn es el padrino?

-Don Juan Botijòn

cabeza  i terròn

Bocha de melòn,

paras de azadòn.

 

 

 

JOSE SE LLAMABA EL PADRE

 

Josè se llamaba el padre,

y Josefa la mujer

y tenìan un hijito

que se llamaba

Josè se llamaba el padre,

y Josefa la mujer,

y tenìan un hijito

que se llamaba

Josè se llamaba el padre, etc.

 

 

 

 

VILLANCICOS

 

 

EL PORTAL DE BELEN

 

En el portal de Belèn

hay un arca chiquitita,

donde se viste el Señor

para salir de visita.

 

¡Bailad, pastorcillos,

bailad en Belèn!Que Dios es nacido

para nuestro bien.

 

En el portal de Belèn

hay una piedra redonda,

donde sube el Señor

para subir a la gloria.

 

¡Bailad, pastocillos...

 

En el protal de Belèn

hay un espejo cuadrado,

donde se mira el Señor

con la Virgen a su lado.

 

¡Bailad, pastorcillos...

 

Campanillas en Belèn

a la madrugada suenan,

para despertar al Niño

que ha nacido en Nochebuena.

 

¡Bailad, pastorcillos...

 

En el portal de Belèn

gitanos han entrado

y al Niñito de Marìa

los pañales le han robado.

 

¡Bailad, pastorcillos...

 

 

En el portal de Belèn

hay estrella, sol y luna.

La Virgen y San Josè

y el niño que està en la cuna.

 

¡Bailad, pastorcillos...

 

En el portal de Belèn

hay un clavel encarnado,

que por redimir al mundo

se ha vuelto lirio morado.

 

¡Bailad, pastorcillos, etc.

 

 

HOY EN TANTO HIELO

 

Hoy en tanto hielo

naciò el Redentor

temblando de frìo,

por el pecador.

Entre pajas secas

quisiste nacer,

por darnos ejemplo

de tu padecer.

No quiero riquezas,

no quiero tener,

porque siendo rico

pobre quiero ser.

¿Què niño será este,

Niño tan lloròn?

¿Còmo criatura,

siendo Creador?

 

¡Albricias, albricias,

albricias le den

a este niño hermoso

que naciò en Belèn!

 

 

 

 

VILLANCICOS

 

La Virgen Marìa

sus trenzas cortò,

hizo una cadena

que al cielo llegò.

 

Niño bonito,

boquita i coral,

ojitos de estrella

que alumbra la mar.

 

 

 

LA VIRGEN FUE COSTURERA

 

 

La virgen fue costurera

y San Josè carpintero,

el niño cargo la cruz,

que ha y morir en un madero.

Tres palomitas

en su palomar,

se suben y bajan

al pie del alatar.

 

¡Que linda es la rosa

que està en el rosal!

Mas lindo es el Niño

qyue esta en el altar.

¡Què linda es la uva

que està en el parral!

Mas lindo es el Niño

que està en el altar.

 

 

SAN JOSE Y LA VIRGEN

 

 

San Josè y la Virgen

y Santa Isabel

andan por las calles

de Jerusalèn,

preguntando a todos

del Niño Jesùs

que vaga cansado

de cargar la cruz.

-¿Por què llora el niño?

¿Por què llora el sol?

-Por una manzana,

que se le ha perdido

debajo la cama.

-Duèrmete, mi niño,

yo te darè dos:

una para el niño

y otra para vos.

 

 

SEÑORA SANTA ANA

 

-Señora Santa Ana,

¿Què dicen vos?

-Que soy soberana

abuela de Dios.

-Señora Santa Ana,

¿por què llora el niño?

-Por una manzana

que se le ha perdido

debajo la cama.

-Vamos a mi quinta,

yo te darè dos:

una para el Niño

y otra para vos,

Señor San Josè,

Alfèrez mayor,

Bate la bandera,

que pase el Señor

 

-Señora Santa Ana,

toque la campana,

¿por què llora el Niño?

-Por una manzana

que se le ha caìdo

debajo la cama.

-Vamos a mi cuarto.

Yo le darè dos:

una para el Niño

y otra para vos.

 

 

 

 

DESTRABALENGUAS

 

 

Me han dicho que has dicho un dicho

que han dicho que he dicho yo,

el que lo ha dicho, mintiò,

y en caso que hubiese dicho

ese dicho que tù has dicho

que han dicho que he dicho yo,

dicho y redicho quedò,

y estarìa muy bien dicho,

siempre que yo hubiera dicho

ese dicho que tù has dicho

que han dicho que he dicho yo.

 

 

TENGO UNA TABLITA

TARABINTANTINCULADA

 

 

Tengo una tablita tarabintanticulada;

el que la destarabintanticulase

será mas que buen destarabintanticulador.

 

 

 

 

BAILES

 

 

 

PARA LA CUECA

 

 

Como el rocìo fuera

 

si yo pudiera,

y a toda flor marchita

reverdeciera.

Reverdeciera, si,

para tener

sobre todas la flores

algùn poder.

 

 

 

PARA LA ZAMBA

 

Arboledas y bosques

junto al camino

son los depositarios

de mi destino.

 

De mi destino, si,

ni Juan ni Juana,

lo mismo nomàs tiene

hay que mañana.

 

Hoy que mañana, si,

miren què chiste,

llorando me dejaste

cuando te fuiste.

_____

 

La yerba del olvido

yo no la encuentro,

no sè còmo los hombres

las hallan tan presto.

 

 

La hallan tan presto, si,

yo la he buscado

en todos los jardines,

no la he encontrado.

 

No la he encontrado, si,

la ando buscando

y como no la encuentro

paso llorando.

 

 

PARA EL BAILECITO

 

Cuatro pañuelos blancos.

Cuatro celestes;

cuatro coloraditos

me dan la muerte.

 

Una vez clavelina

y otra clavel,

y otra vez lucerito

del amanecer.

 

Una paloma blanca

como la nieve,

me ha picado en el alma

¡ay, que me duele!

 

 

 

PARA LA HUELLA

 

 

 

A la huella, huella,

huella por el mar:

àbrase la tierra,

vuèlvase a cerrar.

 

A la huella, huella,

dènse la mano,

como se dan la pluma

los escribanos.

 

Vàmonos a la huella,

vàmonos donde,

donde nace la luna

y el sol se pone.

 

 

PARA EL CIELITO

 

Cielo, cielito y mas cielo:

cielito siempre cantad;

que la alegrìa es del cielo,

del cielo es la libertad.

 

 

PARA EL ESCONDIDO

 

 

Cuando salì de mi casa

todos lloraban por mì:

las piedras lloraron sangre

y el sol no pudo salir.

 

Todos dicen: pobre mozo,

 

por el amor se ha perdido!

yo les digo: dèjenme,

mi gusto y mi anhelo ha sido.

 

Salì, lucero, salì,

salì que te quiero ver;

aunque las nubes te tapen

salì si sabès querer.

 

¡Ay, que linda, si,

ay, que linda flor!

¡Què linda la naranja

cortadita en sazòn!

 

Venite y venì,

tirame a matar

con la pistola de queso

y las balas de patay.

 

 

 

CANCION DEL VERDE

 

 

Verde, verdosa:

àtatela al pelo,

rubia donosa.

 

Así es La Rioja:

amarilla la fruta,

verdes las hojas.

 

Verde y mas verde:

 

porque las esperanzas

nunca se pierden.