ESOPO

 

 

 

 

Fábulas de los insectos

 

 

 

La mosca

Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:

-- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me importa ahora.

Las moscas.

De un panal se derramó su deliciosa miel, y las moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en la miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron:

-- ¡ Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!

La hormiga

Dice una leyenda que la hormiga actual era en otros tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos de la agricultura, no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.

Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, le transformó en hormiga.

Pero aunque cambió de forma, no le cambió el carácter, pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la cebada ajenas y los guarda para su uso.

La hormiga y el escarabajo

Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga:

-- Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento.

Los dos escarabajos

Pacía un toro en una pequeña isla, y dos escarabajos se alimentaban de su boñiga. Llegado el invierno, uno de ellos dijo al otro que iba a cruzar el mar a fin de que su compañero tuviera suficiente alimento, mientras él pasaría el invierno en tierra firme. Agregó que si encontraba comida en abundancia le traería a él también.

Cuando el escarabajo llegó al continente, encontró en él muchas y frescas boñigas, por lo que se estableció allí y se alimentó abundantemente. Pasó el invierno y volvió a la isla. Al verle su compañero gordo y saludable, le reprochó que no le hubiera llevado nada de lo prometido.

-- No me culpes a mí -- repuso --, sino a la naturaleza del lugar, porque se puede encontrar con qué vivir en él, pero es imposible alzar vuelo con tanta carga.

  

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