La mula Henchida de cebada, una mula se puso a saltar, diciéndose a sí misma: -- Mi padre es un
caballo veloz en la carretera, y yo me parezco en todo a él. Pero llegó la ocasión en que la mula se vio obligada a correr. Terminada la carrera, muy contrariada, se acordó de pronto de su verdadero padre el asno. |
El asno, el gallo y el
león. Estaban
un gallo y un asno en un pastizal cuando llegó un hambriento león. Y ya
iba el león a tirarse encima del asno, cuando el gallo, cuyo cantar se
dice que aterroriza a los leones, gritó fuertemente, haciendo salir
corriendo al león tan rápido como pudo. El
asno al ver el impacto que un simple canto del gallo realizaba, se llenó
de coraje para atacar al león, y corrió tras de él con ese
propósito. No había recorrido mayor distancia cuando el león se volvió, lo atrapó y lo seccionó en pedazos. |
El asno juguetón Un
asno se subió al techo de una casa y brincando allá arriba, resquebrajó el
techado. Corrió el dueño tras de él y lo bajó de inmediato, castigándolo
severamente con un leño. Dijo entonces el asno: -¿Por qué me castigan, si yo vi ayer al mono hacer exactamente lo mismo y todos reían felizmente, como si les estuviera dando un gran espectáculo? |
El asno y la perrita
faldera Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo. Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas. El asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentando subirse a su regazo. Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma. |
El asno y la zorra
encuentran al león El
asno y la zorra, habiéndose unido para su mutua protección, salieron un
día de caza. No
anduvieron mucho cuando encontraron un león. La
zorra, segura del inmediato peligro, se acercó al león y le prometió
ayudar a capturar al asno si le daba su palabra de no dañarla a
ella. Entonces,
afirmándole al asno que no sería maltratado, lo llevó a un profundo foso
diciéndole que se guareciera allí. El león, viendo que ya el asno estaba asegurado, inmediatamente agarró a la zorra, y luego atacó al asno a su antojo. |
El asno que cargaba una
imagen Una
vez le correspondió a un asno cargar una imagen de un dios por las calles
de una ciudad para ser llevada a un templo. Y por donde él pasaba, la
multitud se postraba ante la imagen. El
asno, pensando que se postraban en respeto hacia él, se erguía
orgullosamente, dándose aires y negándose a dar un paso
más. El
conductor, viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus espaldas y
le dijo: -¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los asnos! |
EL MOLINERO, EL NIÑO Y EL
ASNO Un buen día, el
viejo molinero y su nieto iban camino al pueblo; los acompañaba el asno,
trotando alegremente. Habían andado un
corto trecho cuando se cruzaron con un grupo de muchachas. El viejo entonces
le pidió al nieto que montara en el animal y siguieron viaje. -¡Aquí está la
prueba de que tengo razón! -dijo uno de ellos señalando al molinero y
compañía-. Ya no respeta a los mayores. ¡Miren si no a ese niño, tan
orondo sobre el burro, y el pobre viejo camina que te camina! Entonces el
molinero hizo bajar al nieto y se acomodó sobre el asno. -¡Dónde se ha
visto! El molinero, con
santa paciencia, le dijo al chico que se acomodara detrás de él, en la
grupa del animal. -Así es,
señor. -Trataremos de
complacerlo -dijo el molinero. La gente jamás
había visto algo tan ridículo y empezó a seguirlos. Tanto hizo que rodó
por el puente y cayó en el río. El molinero se dio
cuenta de que, en su afán por quedar bien con todos, había obrado como un
tremendo tonto. Y, lo que es peor, había perdido a su querido burro. |
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