FÁBULA DE LA
INDIA EL ORO Y LAS
RATAS
Había una vez un
rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus
precauciones. Antes de partir
quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen
recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo. Pasó el tiempo, el
viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su
fortuna. -¡Malas noticias!
-anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin
saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó? -No lo imagino
-repuso el mercader. -¡Qué desgracia!
-se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te
sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga! Sin demostrar
sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al
día siguiente. Pero, después de
despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor
caballo que encontró. Al día siguiente,
el convidado llegó con cara de disgusto. -Perdona mi mal
humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor
de mis caballos. -Lo busqué por el
campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra. -¿Qué
dices? -Todo es posible
-señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿porqué te
asombra que las lechuzas roben caballos? El mal amigo, rojo
de vergüenza, confesó que había mentido. El oro volvió a su dueño y el
caballo a su establo.
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