ESOPO

 

 

 

Fábulas de La Rana

 

 

 

La rana del pantano y la del camino

Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino.

La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí estaría mejor y más segura.

Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una morada donde ya estaba establecida y satisfecha.

Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse.

Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el  leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

La rana que decía ser médico y la zorra

Gritaba un día una rana desde su pantano a los demás animales:

-- ¡ Soy médico y conozco muy bien todos los remedios para todos los males!

La oyó una zorra y le reclamó:

-- ¿ Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás, cuando tú misma cojeas y no te sabes curar?

La rana gritona y el león

Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el sonido, pensando que era de algún animal muy importante.

Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le  acercó y la aplastó diciendo:

-- ¡ Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!

El sol y las ranas

Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol. 
Regocijábanse todos los animales del acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:

-¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?

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