JUAN RUIZ DE ALARCÓN Y MENDOÇA

 

 

LA VERDAD SOSPECHOSA

 

 

Hablan en ella las personas siguientes:

Don GARCÍA, galán

Don JUAN, galán

Don FÉLIX, galán

Don BELTRÁN, viejo grave

Don SANCHO, viejo grave

Don JUAN, viejo grave

TRISTÁN, gracioso

Un LETRADO

CAMINO, escudero

Un PAJE

JACINTA, dama

LUCRECIA, dama

ISABEL, criada

CRIADO

PAPEL

 

(Salen por una puerta don GARCÍA y un LETRADO viejo de estudiantes de camino, y por otra don BELTRÁN y TRISTÁN.)

BELTRÁN : / Con bien vengas, hijo mío.

GARCÍA : / Dame la mano, señor.

BELTRÁN : / ¿ Cómo vienes?

GARCÍA : < El calor / del ardiente y seco estío / me ha afligido de tal suerte, / que no pudiera llevallo, / señor, a no mitigallo / con la esperanza de verte.

BELTRÁN : / Entra pues a descansar; / Dios te guarde, ¡qué hombre vienes! / Tristán.

TRISTÁN : < Señor.

BELTRÁN : < Dueño tienes / nuevo ya de quien cuidar, / sirve desde hoy a García; / que tú eres diestro en la Corte, / y él bisoño.

TRISTÁN : < En lo que importe, / yo le serviré de guía.

BELTRÁN : / No es criado el que te doy; / mas consejero y amigo.

GARCÍA : / Tendrá ese lugar conmigo. (Vase.)

TRISTÁN : / Vuestro humilde esclavo soy. (Vase.)

&&&AISC02,02&&&

BELTRÁN : / Déme, señor Licenciado, / los brazos.

LETRADO : < Los pies os pido.

BELTRÁN : / Alce ya; ¿ cómo ha venido?

LETRADO : / Bueno, contento, honrado / de mi señor don García / a quien tanto amor cobré, / que no sé cómo podré / vivir sin su compañía.

BELTRÁN : / Dios le guarde; que en efeto / siempre el señor Licenciado / claros indicios ha dado / de agradecido y discreto. / Tan precisa obligación / me huelgo que haya cumplido / García, y que haya acudido / a lo que es tanta razón. / Porque le aseguro yo / que es tal mi agradecimiento; / que como un corregimiento / mi intercesión le alcanzo, / según mi amor desigual, / de la misma suerte hiciera / darle también, si pudiera, / plaza en Consejo Real.

LETRADO : / De vuestro valor lo fío.

BELTRÁN : / Sí, bien lo puede creer; / mas yo me doy a entender, / que si con el favor mío / en ese escalón primero / se ha podido poner, ya / sin mi ayuda subirá / con su virtud al postrero.

LETRADO : / En cualquier tiempo y lugar / he de ser vuestro criado.

BELTRÁN : / Ya pues, señor Licenciado, / que el timón ha de dejar / de la nave de García, / y yo he de encargarme dél; / que hiciese por mí y por él / sola una cosa querría.

LETRADO : / Ya, señor, alegre espero / lo que me queréis mandar.

BELTRÁN : / La palabra me ha de dar, / de que lo ha de hacer, primero.

LETRADO : / Por Dios juro de cumplir, / señor, vuestra voluntad.

BELTRÁN : / Que me diga una verdad, / le quiero sólo pedir. / Ya sabe que fue mi intento / que el camino, que seguía / de las letras don García, / fuese su acrecentamiento; / que para un hijo segundo, / como él era, es cosa cierta / que es ésa la mejor puerta / para las honras del mundo. / Pues como Dios se sirvió / de llevarse a don Gabriel, / mi hijo mayor, con que él / mi mayorazgo quedó; / determiné, que dejada / esa profesión, viniese / a Madrid, donde estuviese, / como es cosa acostumbrada / entre ilustres caballeros / en España; porque es bien / que las nobles casas den / a su rey sus herederos. / Pues como es ya don García / hombre que no ha de tener / maestro, y ha de correr / su gobierno a cuenta mía; / y mi paternal amor / con justa razón desea, / que ya que el mejor no sea / no le noten por peor; / quiero, señor Licenciado, / que me diga claramente / sin lisonja lo que siente, / supuesto que le ha criado, / de su modo y condición / de su trato y ejercicio, / y a qué género de vicio / muestra más inclinación. / Si tiene alguna costumbre / que yo cuide de enmendar, / no piense que me ha de dar / con decirlo pesadumbre: / que él tenga vicio es forzoso / que me pese, claro está; / mas saberlo me será / útil, cuando no gustoso. / Antes en nada, a fe mía, / hacerme puede mayor / placer, o mostrar mejor / lo bien que quiere a García, / que en darme este desengaño, / cuando provechoso es, / si he de saberlo, después / que haya sucedido un daño.

LETRADO : / Tan estrecha prevención, / señor, no era menester, / para reducirme a hacer / lo que tengo obligación. / Pues es caso averiguado / que cuando entrega al señor / un caballo el picador / que lo ha impuesto y enseñado, / si no le informa del modo / y los resabios que tiene, / un mal suceso previene / al caballo, y dueño, y todo: / deciros verdad es bien; / que demás del juramento, / daros una purga intento, / que os sepa mal, y haga bien. / De mi señor don García / todas las acciones tienen / cierto acento, en que convienen / con su alta genealogía. / Es magnánimo y valiente, / es sagaz, y es ingenioso, / es liberal y piadoso, / si repentino, impaciente. / No trato de las pasiones / propias de la mocedad, / porque en ésas con la edad / se mudan las condiciones. / Mas una falta no más / es la que le he conocido, / que por más que le he reñido, / no se ha enmendado jamás.

BELTRÁN : / ¿ Cosa que a su calidad / será dañosa en Madrid?

LETRADO : / Puede ser.

BELTRÁN : < ¿ Cuál es?, decid.

LETRADO : / No decir siempre verdad.

BELTRÁN : / ¡Jesús, qué cosa tan fea / en hombre de obligación!

LETRADO : / Yo pienso, que o condición, / o mala costumbre sea, / con la mucha autoridad / que con él tenéis, señor, / junto con que ya es mayor / su cordura con la edad, / ese vicio perderá.

BELTRÁN : / Si la vara no ha podido, / en tiempo que tierna ha sido, / enderezarse, ¿ qué hará / siendo ya tronco robusto?

LETRADO : / En Salamanca, señor, / son mozos, gastan humor, / sigue cada cual su gusto; / hacen donaire del vicio, / gala de la travesura, / grandeza de la locura, / hace al fin la edad su oficio. / Mas en la Corte mejor / su enmienda esperar podemos, / donde tan validas vemos / las escuelas del honor.

BELTRÁN : / Casi me mueve a reír, / ver cuán ignorante está / de la Corte; ¿ luego acá / no hay quien le enseñe a mentir? / En la Corte, aunque haya sido / un extremo don García, / hay quien le dé cada día / mil mentiras de partido. / Y si aquí miente, el que está / en un puesto levantado, / en cosa en que al engañado / la hacienda, u honor le va, / ¿ no es mayor inconveniente / quien por espejo está puesto / al reyno? Dejemos esto, / que me voy a maldiciente. / Como el toro, a quien tiró / la vara una diestra mano, / arremete al más cercano, / sin mirar a quien le hirió: / así yo con el dolor / que esta nueva me ha causado, / en quien primero he encontrado, / ejecuté mi furor. / Créame, que si García / mi hacienda de amores ciego / disipara, o en el juego / consumiera noche y día, / si fuera de ánimo inquieto / y a pendencias inclinado, / si mal se hubiera casado, / si se muriera en efeto, / no lo llevara tan mal, / como que su falta sea / mentir; ¡qué cosa tan fea!, / ¡qué opuesta a mi natural! / Ahora bien, lo que he de hacer, / es casarle brevemente, / antes que este inconveniente / conocido venga a ser. / Yo quedo muy satisfecho / de su buen celo y cuidado, / y me confieso obligado / del bien que en esto me ha hecho; / ¿ cuándo ha de partir?

LETRADO : < Querría / luego.

BELTRÁN : < ¿ No descansará / algún tiempo y gozará / de la Corte?

LETRADO : < Dicha mía / fuera quedarme con vos / pero mi oficio me espera.

BELTRÁN : / Ya entiendo, volar quisiera, / porque va a mandar; a Dios. (Vase.)

LETRADO : / Guárdeos Dios; dolor extraño / le dio al buen viejo la nueva; / al fin el más sabio lleva / agramente un desengaño. (Vase.)

&&&AISC03,03&&&

(Salen don GARCÍA, de galán, y TRISTÁN.)

GARCÍA : / ¿ Díceme bien este traje?

TRISTÁN : / Divinamente, señor; / bien hubiese el inventor / deste holandesco follaje, / con un cuello apanalado / ¿ qué fealdad no se enmendó? / yo sé una dama, a quien dio / cierto amigo gran cuidado / mientras con cuello le vía; / y una vez que llegó a verle / sin él, la obligó a perderle / cuanta afición le tenía. / Porque ciertos costurones / en la garganta cetrina / publicaban la ruina / de pasados lamparones. / Las narices le crecieron; / mostró un gran palmo de oreja, / y las quijadas de vieja / en lo enjuto parecieron. / Al fin el galán quedó / tan otro del que solía, / que no le conocería / la madre que le parió.

GARCÍA : / Por esa y otras razones / me holgara de que saliera / premática, que impidiera / esos vanos cangilones. / Que demás de esos engaños, / con su holanda el estranjero / saca de España el dinero / para nuestros propios daños. / Una valoncilla angosta / usándose, le estuviera / bien al rostro, y se anduviera / más a gusto a menos costa. / Y no que con tal cuidado / sirve un galán a su cuello; / que por no descomponello, / se obliga a andar empalado.

TRISTÁN : / Yo sé quien tuvo ocasión / de gozar su amada bella, / y no osó llegarse a ella, / por no ajar un cangilón. / Y esto me tiene confuso; / todos dicen que se holgaran, / de que valonas se usaran, / y nadie comienza el uso.

GARCÍA : / De gobernar nos dejemos / el mundo; ¿ qué hay de mujeres?

TRISTÁN : / El mundo dejas, ¿ y quieres / que la carne gobernemos? / ¿ es más fácil?

GARCÍA : < Más gustoso.

TRISTÁN : / ¿ Eres tierno?

GARCÍA : < Mozo soy.

TRISTÁN : / Pues en lugar entras hoy, / donde amor no vive ocioso. / Resplandecen damas bellas / en el cortesano suelo / de la suerte que en el cielo / brillan lucientes estrellas. / En el vicio y la virtud / y el estado hay diferencia, / como es varia su influencia / resplandor y magnitud. / Las señoras no es mi intento / que en este número estén, / que son ángeles, a quien / no se atreve el pensamiento. / Sólo te diré de aquellas, / que son con almas livianas, / siendo divinas, humanas, / corruptibles, siendo estrellas. / Bellas casadas verás / conversables y discretas, / que las llamo yo planetas, / porque resplandecen más. / Estas con la conjunción / de maridos placenteros / influyen en extranjeros / dadivosa condición. / Otras hay, cuyos maridos / a comisiones se van, / o que en las Indias están, / o en Italia entretenidos. / No todas dicen verdad / en esto, que mil taimadas / suelen fingirse casadas, / por vivir con libertad. / Verás de cautas pasantes / hermosas recientes hijas, / éstas son estrellas fijas, / y sus madres son errantes. / Hay una gran multitud / de señoras del Tusón, / que entre cortesanas son / de la mayor magnitud. / Síguense tras las tusonas / otras, que serlo desean, / y aunque tan buenas no sean, / son mejores que busconas. / Estas son unas estrellas / que dan menor claridad, / mas en la necesidad / te habrás de alumbrar con ellas. / La buscona no la cuento / por estrella, que es cometa, / pues ni su luz es perfecta, / ni conocido su asiento. / Por las mañanas se ofrece / amenazando al dinero, / y en cumpliéndose el agüero, / al punto desaparece. / Niñas salen, que procuran / gozar todas ocasiones, / éstas son exhalaciones, / que mientras se queman, duran. / Pero que adviertas es bien, / si en estas estrellas tocas, / que son estables muy pocas, / por más que un Perú les den. / No ignores, pues yo no ignoro / que un signo el del Virgo es, / y los de cuernos son tres, / Aries, Capricornio, y Toro. / Y así sin fiar en ellas, / lleva un presupuesto solo, / y es que el dinero es el polo / de todas estas estrellas.

GARCÍA : / ¿ Eres astrólogo?

TRISTÁN : < Oí, / el tiempo que pretendía, / en palacio Astrología.

GARCÍA : / ¿ Luego has pretendido?

TRISTÁN : < Fui / pretendiente por mi mal.

GARCÍA : / ¿ Cómo en servir has parado?

TRISTÁN : / Señor, porque me han faltado / la fortuna y el caudal; / aunque quien te sirve, en vano / por mejor suerte suspira.

GARCÍA : / Deja lisonjas, y mira / el marfil de aquella mano, / el divino resplandor / de aquellos ojos, que juntas / despiden entre las puntas / flechas de muerte y amor.

TRISTÁN : / ¿ Dices aquella señora / que va en el coche?

GARCÍA : < ¿ Pues cuál / merece alabanza igual?

TRISTÁN : / ¡Qué bien encajaba agora / esto de coche del sol / con todos sus adherentes / de rayos de fuego ardientes / y deslumbrante arrebol!

GARCÍA : / ¿ La primer dama que vi / en la Corte, me agradó?

TRISTÁN : / La primera en tierra.

GARCÍA : < No, / la primera en cielo sí, / que es divina esta mujer.

TRISTÁN : / Por puntos las toparás / tan bellas, que no podrás / ser firme en un parecer; / yo nunca he tenido aquí / constante amor y deseo, / que siempre por la que veo, / me olvido de la que vi.

GARCÍA : / ¿ Dónde ha de haber resplandores, / que borren los de estos ojos?

TRISTÁN : / Mirarlos ya con antojos, / que hacen las cosas mayores.

GARCÍA : / ¿ Conoces, Tristán?

TRISTÁN : < No humanes, / lo que por divino adoras; / porque tan altas señoras / no tocan a los Tristanes.

GARCÍA : / Pues yo al fin —quien fuere sea— / la quiero, y he de servilla; / tú puedes, Tristán, seguilla.

TRISTÁN : / Detente, que ella se apea / en la tienda.

GARCÍA : < Llegar quiero; / ¿ úsase en la Corte?

TRISTÁN : < Sí, / con la regla que te di, / de que es el polo el dinero.

GARCÍA : / Oro traigo.

TRISTÁN : < Cierra, España, / que a César llevas contigo; / mas mira si en lo que digo, / mi pensamiento se engaña. / Advierte, señor, si aquella / que tras ella sale agora, / puede ser sol de su aurora, / ser aurora de su estrella.

GARCÍA : / Hermosa es también.

TRISTÁN : < Pues mira / si la criada es peor.

GARCÍA : / El coche es arco de amor, / y son flechas cuantas tira. / Yo llego.

TRISTÁN : < A lo dicho advierte.

GARCÍA : / ¿ Y es?

TRISTÁN : < Que a la mujer rogando, / y con el dinero dando.

GARCÍA : / Consista en eso mi suerte.

TRISTÁN : / Pues yo, mientras hablas, quiero / que me haga relación / el cochero de quién son.

GARCÍA : / ¿ Dirálo?

TRISTÁN : < Sí, que es cochero. (Vase.)

&&&AISC04,04&&&

(Salen JACINTA, LUCRECIA, ISABEL con mantos; cae JACINTA y llega don GARCÍA, y dale la mano.)

JACINTA : / ¡Válgame Dios!

GARCÍA : < Esta mano / os servid de que os levante, / si merezco ser Atlante / de un cielo tan soberano.

JACINTA : / Atlante debéis de ser, / pues le llegáis a tocar.

GARCÍA : / Una cosa es alcanzar, / y otra cosa merecer. / ¿ Qué vitoria es la beldad / alcanzar, por quien me abraso, / si es favor que debo al caso, / y no a vuestra voluntad? / Con mi propia mano así / el cielo, mas ¿ que importó, / si ha sido porque él cayó / y no porque yo subí?

JACINTA : / ¿ Para qué fin se procura / merecer?

GARCÍA : < Para alcanzar.

JACINTA : / Llegar al fin, sin pasar / por los medios, ¿ no es ventura?

GARCÍA : / Sí.

JACINTA : < Pues ¿ cómo estáis quejoso / del bien que os ha sucedido, / si el no haberlo merecido, / os hace más venturoso?

GARCÍA : / Porque como las acciones / del agravio y el favor / reciben todo el valor / sólo de las intenciones, / por la mano que os toqué / no estoy ya favorecido, / si haberlo vos consentido, / con esa intención no fue. / Y así sentir me dejad / que cuando tal dicha gano, / venga sin alma la mano, / y el favor sin voluntad.

JACINTA : / Si la vuestra no sabía, / de que agora me informáis, / injustamente culpáis / los defetos de la mía.

(Sale TRISTÁN.)

TRISTÁN : / (Apar. a GARCÍA.) El cochero hizo su oficio; / nuevas tengo de quién son.

GARCÍA : / ¿ Que hasta aquí de mi afición / nunca tuvistes indicio?

JACINTA : / ¿ Cómo, si jamás os vi?

GARCÍA : / ¿ Tampoco ha valido —ay Dios— / más de un año, que por vos / he andado fuera de mí?

TRISTÁN : / (Ap. ¿ Un año, y ayer llegó / a la Corte?)

JACINTA : < Bueno a fe; / ¿ más de un año? juraré / que no os vi en mi vida yo.

GARCÍA : / Cuando del indiano suelo / por mi dicha llegué aquí, / la primer cosa que Vi, / fue la gloria de ese cielo. / Y aunque os entregué al momento / el alma, habéislo ignorado, / porque ocasión me ha faltado / de deciros, lo que siento.

JACINTA : / ¿ Sois indiano?

GARCÍA : < Y tales son / mis riquezas, pues os vi, / que al minado Potosí, / le quito la presunción.

TRISTÁN : / (Ap. ¿ Indiano?)

JACINTA : < ¿ Y sois tan guardoso, / como la fama los hace?

GARCÍA : / Al que más avaro nace, / hace el amor dadivoso.

JACINTA : / ¿ Luego, si decís verdad, / preciosas ferias espero?

GARCÍA : / Si es que ha de dar el dinero / crédito a la voluntad, / serán pequeños empleos, / para mostrar lo que adoro, / daros tantos mundos de oro, / como vos me dais deseos, / Mas ya que ni al merecer / de esa divina beldad, / ni a mi inmensa voluntad / ha de igualar el poder; / por lo menos os servid, / que esta tienda que os franqueo, / dé señal de mi deseo.

JACINTA : / No vi tal hombre en Madrid, / (Apar. a LUCRECIA.) Lucrecia; ¿ qué te parece / del indiano liberal?

LUCRECIA : / Que no te parece mal, / Jacinta, y que lo merece.

GARCÍA : / Las joyas que gusto os dan, / tomad deste aparador.

TRISTÁN : / (Ap. Mucho te arrojas, señor.)

GARCÍA : / Estoy perdido, Tristán.

ISABEL : / (Apar. a JACINTA y LUCRECIA.) Don Juan viene.

JACINTA : < Yo agradezco, / señor, lo que me ofrecéis.

GARCÍA : / Mirad que me agraviaréis, / si no lográis lo que ofrezco.

JACINTA : / Yerran vuestros pensamientos, / caballero, en presumir / que puedo yo recebir / más que los ofrecimientos.

GARCÍA : / Pues ¿ qué ha alcanzado de vos / el corazón que os he dado?

JACINTA : / El haberos escuchado.

GARCÍA : / Yo lo estimo.

JACINTA : < A Dios.

GARCÍA : < A Dios, / y para amaros, me dad / licencia.

JACINTA : < Para querer, / no pienso que ha menester / licencia la voluntad. (Vanse las mujeres.)

&&&AISC05,05&&&

GARCÍA : / Síguelas.

TRISTÁN : < Si te fatigas, / señor, por saber la casa / de la que en amor te abrasa, / ya la sé.

GARCÍA : < Pues no las sigas; / que suele ser enfadosa / la diligencia importuna.

TRISTÁN : / Doña Lucrecia de Luna / se llama la más hermosa, / que es mi dueño, y la otra dama / que acompañándola viene, / sé dónde la casa tiene / mas no sé cómo se llama: / esto respondió el cochero.

GARCÍA : / Si es Lucrecia la más bella, / no hay más que saber: pues ella / es la que habló, y la que quiero: / que como el Autor del día / las estrellas deja atrás, / de esa suerte a las demás, / la que me cegó, vencía.

TRISTÁN : / Pues a mí la que calló / me pareció más hermosa.

GARCÍA : / ¡Qué buen gusto!

TRISTÁN : < Es cierta cosa / que no tengo voto yo. / Mas soy tan aficionado / a cualquier mujer que calla, / que bastó, para juzgalla / más hermosa haber callado. / Mas dado, señor, que estés / errado tú, presto espero / preguntándole al cochero / la casa, saber quién es.

GARCÍA : / Y Lucrecia ¿ dónde tiene / la suya?

TRISTÁN : < Que a la vitoria / dijo, si tengo memoria.

GARCÍA : / Siempre ese nombre conviene / a la esfera venturosa, / que da eclíptica a tal luna.

&&&AISC06,06&&&

(Salen don JUAN, y don FELlX por otra parte.)

JUAN : / ¿ Música y cena? ¡Ah, fortuna!

GARCÍA : / ¿ No es éste don Juan de Sosa?

TRISTÁN : / El mismo.

JUAN : < ¿ Quién puede ser / el amante venturoso, / que me tiene tan celoso?

FÉLIX : / Que lo vendréis a saber / a pocos lances confío.

JUAN : / ¡Que otro amante le haya dado, / a quien mía se ha nombrado, / música y cena en el río!

GARCÍA : / Don Juan de Sosa.

JUAN : < ¿ Quién es?

GARCÍA : / ¿ Ya olvidáis a don García?

JUAN : / Veros en Madrid lo hacía,

GARCÍA : < Después / que en Salamanca me vistes / muy otro debo de estar.

JUAN : / Más galán sois de seglar, / que de estudiante lo fuistes. / ¿ Venís a Madrid de asiento?

GARCÍA : / Sí.

JUAN : < Bien venido seáis.

GARCÍA : / Vos, don Félix, ¿ cómo estáis?

FÉLIX : / De veros, por Dios, contento: / vengáis bueno en hora buena.

GARCÍA : / Para serviros; ¿ qué hacéis? / ¿ de qué habláis? ¿ en qué entendéis?

JUAN : / De cierta música y cena, / que en el río dio un galán / esta noche a una señora, / era la plática agora.

GARCÍA : / ¿ Música y cena, don Juan? / ¿ y anoche?

JUAN : < Sí.

GARCÍA : < ¿ Mucha cosa? / ¿ grande fiesta?

JUAN : < Así es la fama.

GARCÍA : / ¿ Y muy hermosa la dama?

JUAN : / Dícenme que es muy hermosa.

GARCÍA : / Bien.

JUAN : < ¿ Qué misterios hacéis?

GARCÍA : / De que alabéis por tan buena / esa dama y esa cena, / sino es que alabando estéis / mi fiesta y mi dama así.

JUAN : / ¿ Pues tuvistes también boda / anoche en el río?

GARCÍA : < Toda / en eso la consumí.

TRISTÁN : / (Ap. ¿ Qué fiesta, o qué dama es ésta / si a la Corte llegó ayer?)

JUAN : / ¿ Ya tenéis a quién hacer, / tan recién venido, fiesta? / presto el amor dio con vos.

GARCÍA : / No ha tan poco que he llegado, / que un mes no haya descansado.

TRISTÁN : / (Ap. Ayer llegó, voto a Dios; / él lleva alguna intención.)

JUAN : / No lo he sabido a fe mía, / que al punto acudido habría / a cumplir mi obligación.

GARCÍA : / He estado hasta aquí secreto.

JUAN : / Esa la causa habrá sido / de no haberlo yo sabido: / pero ¿ la fiesta en efeto / fue famosa?

GARCÍA : < Por ventura / no la vio mejor el río.

JUAN : / Ya de celos desvarío: / ¿ quién duda que la espesura / del sotillo el sitio os dio?

GARCÍA : / Tales señas me vais dando, / don Juan, que voy sospechando / que la sabéis como yo.

JUAN : / No estoy de todo ignorante, / aunque todo no lo sé: / dijéronme no sé qué / confusamente, bastante / a tenerme deseoso / de escucharos la verdad; / forzosa curiosidad / en un cortesano ocioso, / o en un amante con celos.

FÉLIX : / (Apar. a JUAN.) Advertid cuán sin pensar / os han venido a mostrar / vuestro contrario los cielos.

GARCÍA : / Pues a la fiesta atended: / contaréla, ya que veo / que os fatiga ese deseo,

JUAN : / Haréisnos mucha merced.

GARCÍA : / Entre las opacas sombras / y opacidades espesas / que el soto formaba de olmos, / y la noche de tinieblas, / se ocultaba una cuadrada / limpia y olorosa mesa / a lo italiano curiosa, / a lo español opulenta. / En mil figuras prensados / manteles y servilletas, / sólo invidiaban las almas / a las aves y a las fieras. / Cuatro aparadores puestos / en cuadra correspondencia, / la plata blanca y dorada / vidrios y barros ostentan. / Quedó con ramas un olmo / en todo el sotillo apenas, / que dellas se edificaron / en varias partes seis tiendas. / Cuatro coros diferentes / ocultan las cuatro dellas, / otra principios y postres, / y las viandas la sexta. / Llegó en su coche mi dueño, / dando envidia a las estrellas, / a los aires suavidad, / y alegría a la ribera. / Apenas el pie que adoro, / hizo esmeraldas la yerba, / hizo cristal la corriente, / las arenas hizo perlas: / cuando en copia disparados / cohetes, bombas, y ruedas, / toda la región del fuego / bajó en un punto a la tierra. / Aún no las sulfúreas luces / se acabaron, cuando empiezan / las de veinte y cuatro antorchas / a obscurecer las estrellas. / Empezó primero el coro / de chirimías, tras ellas / el de las vigüelas de arco / sonó en la segunda tienda: / Salieron con suavidad / las flautas de la tercera, / y en la cuarta cuatro voces / con guitarras y harpas suenan. / Entretanto se sirvieron / treinta y dos platos de cena, / sin los principios y postres, / que casi otros tantos eran. / Las frutas y las bebidas / en fuentes y tazas hechas / del cristal que da el invierno, / y el artificio conserva. / De tanta nieve se cubren, / que Manzanares sospecha, / cuando por el soto pasa, / que camina por la sierra. / El olfato no está ocioso, / cuando el gusto se recrea, / que de espíritus suaves / de pomos y cazolejas, / y distilados sudores / de aromas, flores y yerbas, / en el soto de Madrid / se vio la región sabea. / En un hombre de diamantes, / delicadas de oro flechas, / que mostrasen a mi dueño / su crueldad y mi firmeza. / Al sauce, al junco y al mimbre / quitaron su preeminencia; / que han de ser oro las pajas, / cuando los dientes son perlas. / En esto, juntos en folla / los cuatro coros comienzan / desde conformes distancias / a suspender las esferas. / Tanto que invidioso Apolo / apresuró su carrera, / porque el principio del día / pusiese fin a la fiesta.

JUAN : / Por Dios que la habéis pintado / de colores tan perfetas, / que no trocara el oírla, / por haberme hallado en ella.

TRISTÁN : / (Ap. ¿ Válgate el diablo por hombre, / que tan de repente pueda / pintar un convite tal / que a la verdad misma venza?)

JUAN : / Rabio de celos.

FÉLIX : < Nos os dieron / del convite tales señas.

JUAN : / ¿ Qué importa, si en la substancia / el tiempo y lugar concuerdan?

GARCÍA : / ¿ Qué decís?

JUAN : / Que fue el festín / más célebre que pudiera / hacer Alejandro Magno.

GARCÍA : / Oh, son niñerías éstas, / ordenadas de repente. / Dadme vos que yo tuviera, / para prevenirme, un día: / que a las romanas y griegas / fiestas que al mundo admiraron, / nueva admiración pusiera.

(Mira adentro.)

FÉLIX : / (Apar. a JUAN.) Jacinta es la del estribo / en el coche de Lucrecia.

JUAN : / (Apar. a FÉLIX.) Los ojos a don García / se le van, por Dios, tras ella.

FÉLIX : / Inquieto está y divertido.

JUAN : / Ciertas son ya mis sospechas. / (Juntos don JUAN y don GARCÍA.) A Dios.

FÉLIX : < Entrambos a un punto / fuistes a una cosa mesma.

(Vanse don JUAN y don FÉLIX.)

&&&AISC07,07&&&

TRISTÁN : / (Ap. No vi jamás despedida / tan conforme, y tan resuelta.)

GARCÍA : / Aquel cielo, primer móvil / de mis acciones, me llega / arrebatado tras sí.

TRISTÁN : / Disimula, y ten paciencia, / que el mostrarse muy amante / antes daña que aprovecha: / y siempre he visto que son / venturosas las tibiezas. / Las mujeres y los diablos / caminan por una senda, / que a las almas rematadas, / ni las siguen ni las tientan, / que el tenellas ya seguras / les hace olvidarse dellas, / y sólo de las que pueden / escapárseles, se acuerdan.

GARCÍA : / Es verdad, mas no soy dueño / de mí mismo.

TRISTÁN : < Hasta que sepas / extensamente su estado, / no te entregues tan de veras; / que suele ser, quien se arroja / creyendo las apariencias / en un pantano cubierto / de verde engañosa yerba.

GARCÍA : / Pues hoy te informa de todo.

TRISTÁN : / Eso queda por mi cuenta, / y agora antes que reviente, / dime, por Dios, ¿ qué fin llevas / en las ficciones que he oído?, / siquiera para que pueda / ayudarte, que cogernos / en mentira será afrenta: / perulero te fingiste / con las damas.

GARCÍA : < Cosa es cierta, / Tristán, que los forasteros / tienen más dicha con ellas; / y más si son de las Indias, / información de riqueza.

TRISTÁN : / Ese fin está entendido: / mas pienso que el medio yerras, / pues han de saber al fin / quien eres.

GARCÍA : < Cuando lo sepan, / habré ganado en su casa, / o en su pecho ya las puertas / con ese medio, y después / yo me entenderé con ellas

TRISTÁN : / Digo que me has convencido, / señor, mas agora venga / lo de haber un mes que estás / en la Corte, ¿ qué fin llevas, / habiendo llegado ayer?

GARCÍA : / Ya sabes tú que es grandeza / esto de estar encubierto, / o retirado en su aldea, / o en su casa descansando.

TRISTÁN : / Vaya muy en hora buena; / lo del convite entra agora.

GARCÍA : / Fingílo, porque me pesa / que piense nadie que hay cosa, / que mover mi pecho pueda / a invidia, o admiración, / pasiones que al hombre afrentan: / que admirarse es ignorancia, / como invidiar es bajeza. / Tú no sabes a qué sabe, / cuando llega un porta nuevas / muy orgulloso a contar / una hazaña, o una fiesta, / taparle la boca yo / con otra tal, que se vuelva / con sus nuevas en el cuerpo, / y que reviente con ellas.

TRISTÁN : / Caprichosa prevención, / si bien peligrosa treta; / la fábula de la Corte / serás, si la flor te entrevan.

GARCÍA : / Quien vive sin ser sentido, / quien sólo el número aumenta, / y hace lo que todos hacen / ¿ en qué difiere de bestia? / Ser famosos es gran cosa, / el medio cual fuere sea; / nómbrenme a mí en todas partes, / y murmúrenme siquiera; / pues uno, por ganar nombre / abrasó el templo de Efesia: / y al fin es éste mi gusto, / que es la razón de más fuerza.

TRISTÁN : / Juveniles opiniones / sigue tu ambiciosa idea, / y cerrar has menester / en la corte la mollera.

&&&AISC08,08&&&

(Vanse, y salen JACINTA e ISABEL con mantos, y don BELTRÁN y don SANCHO.)

JACINTA : / ¿ Tan grande merced?

BELTRÁN : < No ha sido / amistad de un solo día / la que esta casa y la mía, / si os acordáis, se han tenido. / Y así no es bien que extrañéis / mi visita.

JACINTA : < Si me espanto, / es, señor, por haber tanto / que merced no nos hacéis. / Perdonadme, que ignorando / el bien que en casa tenía, / me tardé en la platería, / ciertas joyas concertando.

BELTRÁN : / Feliz pronóstico dais / al pensamiento que tengo, / pues cuando a casaros vengo, / comprando joyas estáis. / Con don Sancho, vuestro tío / tengo tratado, señora, / hacer parentesco agora / nuestra amistad, y confío, / puesto que como discreto / dice don Sancho que es justo / remitirse a vuestro gusto, / que esto ha de tener efeto. / Que pues es la hacienda mía / y calidad tan patente, / sólo falta que os contente / la persona de García; / y aunque ayer a Madrid vino / de Salamanca el mancebo, / y de invidia el rubio Febo / le ha abrasado en el camino, / bien me atreveré a ponello / ante vuestros ojos claros, / fiando que ha de agradaros / desde la planta al cabello, / si licencia le otorgáis / para que os bese la mano.

JACINTA : / Encarecer lo que gano / en la mano que me dais, / si es notorio, es vano intento, / que estimo de tal manera / las prendas vuestras, que diera / luego mi consentimiento, / a no haber de parecer, / por mucho que en ello gano, / arrojamiento liviano / en una honrada mujer. / Que el breve determinarse / en cosas de tanto peso, / o es tener muy poco seso, / o gran gana de casarse. / Y en cuanto a que yo lo vea, / me parece, si os agrada, / que para no arriesgar nada, / pasando la calle sea. / Que si como puede ser, / y sucede a cada paso, / después de tratarlo, acaso / se viniese a deshacer; / ¿ de qué me hubieran servido, / o qué opinión me darán / las visitas de un galán / con licencias de marido? / Ya por vuestra gran cordura, / si es mi hijo vuestro esposo, / le tendré por tan dichoso, / como por vuestra hermosura.

SANCHO : / De prudencia puede ser / un espejo, la que oís.

BELTRÁN : / No sin causa os remitís, / don Sancho, a su parecer. / Esta tarde con García / a caballo pasaré / vuestra calle.

JACINTA : < Yo estaré / detrás de esa celosía.

BELTRÁN : / Que le miréis bien os pido; / que esta noche he de volver, / Jacinta hermosa, a saber / cómo os haya parecido.

JACINTA : / ¿ Tan a priesa?

BELTRÁN : < Este cuidado / no admiréis, que es ya forzoso / pues si vine deseoso, / vuelvo agora enamorado. / Y a Dios.

JACINTA : < A Dios.

BELTRÁN : < ¿ Dónde vais?

SANCHO : / A serviros.

BELTRÁN : < No saldré. (Vase.)

SANCHO : / Al corredor llegaré / con vos, si licencia dais. (Vase.)

&&&AISC09,09&&&

ISABEL : / Mucha priesa te da el viejo.

JACINTA : / Yo se la diera mayor, / pues también le está a mi honor, / si a diferente consejo / no me obligara el amor. / Que aunque los impedimentos / del hábito de don Juan / dueño de mis pensamientos / forzosa causa me dan / de admitir otros intentos: / como su amor no despido, / por mucho que lo deseo, / que vive en el alma asido, / tiemblo, Isabel, cuando creo / que otro ha de ser mi marido.

ISABEL : / Yo pensé que ya olvidabas / a don Juan, viendo que dabas / lugar a otras pretensiones.

JACINTA : / Cáusanlo estas ocasiones / Isabel, no te engañabas: / que como ha tanto que está / el hábito detenido, / y no ha de ser mi marido, / si no sale, tengo ya / este intento por perdido. / Y así para no morirme, / quiero hablar y divertirme, / pues en vano me atormento; / que en un imposible intento / no apruebo el morir de firme: / por ventura encontraré / alguno tal, que merezca / que mano y alma le dé. / No dudo que el tiempo ofrezca / sujeto digno a tu fe; / y si no me engaño yo, / hoy no te desagradó / el galán indiano

JACINTA : < Amiga, / ¿ quieres que verdad te diga? / pues muy bien me pareció, / y tanto que te prometo, / que si fuera tan discreto, / tan gentilhombre y galán / el hijo de don Beltrán / tuviera la boda efeto.

ISABEL : / Esta tarde le verás / con su padre por la calle.

JACINTA : / Veré sólo el rostro y talle; / el alma, que importa más, / quisiera ver con hablalle.

ISABEL : / Háblale.

JACINTA : < Hase de ofender / don Juan, si llega a sabello, / y no quiero, hasta saber / que de otro dueño he de ser, / determinarme a perdello.

ISABEL : / Pues da algún medio, y advierte / que siglos pasas en vano, / y conviene resolverte; / que don Juan es desta suerte / el perro del hortelano; / sin que lo sepa don Juan / podrás hablar, si tú quieres / al hijo de don Beltrán, / que como en su centro, están / las trazas en las mujeres.

JACINTA : / Una pienso, que podría / en este caso importar; / Lucrecia es amiga mía, / ella puede hacer llamar / de su parte a don García; / que como secreta esté / yo con ella en su ventana, / este fin conseguiré.

ISABEL : / Industria tan soberana / sólo de tu ingenio fue.

JACINTA : / Pues parte al punto, y mi intento / le di a Lucrecia, Isabel.

ISABEL : / Sus alas tomaré al viento.

JACINTA : / La dilación de un momento / le di, que es un siglo en él.

&&&AISC10,10&&&

(Don JUAN encuentra a ISABEL al salir.)

JUAN : / ¿ Puedo hablar a tu señora?

ISABEL : / Sólo un momento ha de ser, / que de salir a comer / mi señor don Sancho es hora. (Vase.)

JUAN : / Ya, Jacinta, que te pierdo, / ya que yo me pierdo, ya.

JACINTA : / ¿ Estás loco?

JUAN : < ¿ Quién podrá / estar con tus cosas cuerdo?

JACINTA : / Repórtate, y habla paso, / que está en la cuadra mi tío.

JUAN : / Cuando a cenar vas al río, / ¿ cómo haces dél poco caso?

JACINTA : / ¿ Qué dices?, ¿ estás en ti?

JUAN : / Cuando para trasnochar / con otro tienes lugar / ¿ tienes tío para mí?

JACINTA : / ¿ Trasnochar con otro? advierte / que aunque eso fuese verdad, / era mucha libertad / hablarme a mí de esa suerte: / cuanto más que es desvarío / de tu loca fantasía.

JUAN : / Ya sé que fue don García / el de la fiesta del río; / ya los fuegos, que a tu coche, / Jacinta, la salva hicieron, / ya las antorchas, que dieron / sol al soto a media noche. / Ya los cuatro aparadores / con vajillas variadas, / las cuatro tiendas pobladas / de instrumentos y cantores. / Todo lo sé, y sé que el día / te halló, enemiga, en el río; / di agora que es desvarío / de mi loca fantasía. / Di agora que es libertad / el tratarte desta suerte, / cuando obligan a ofenderte / mi agravio y tu liviandad.

JACINTA : / Plega a Dios.

JUAN : < Deja invenciones, / calla, no me digas nada, / que en ofensa averiguada / no sirven satisfaciones. / Ya, falsa, ya sé mi daño, / no niegues que te he perdido, / tu mudanza me ha ofendido, / no me ofende el desengaño. / Y aunque niegues lo que oí, / lo que vi confesarás, / que hoy, lo que negando estás, / en sus mismos ojos Vi. / Y su padre, ¿ qué quería / agora aquí?, ¿ qué te dijo?, / ¿ de noche estás con el hijo, / y con el padre de día? / Yo lo vi, ya mi esperanza / en vano engañar dispones: / ya sé que tus dilaciones / son hijas de tu mudanza. / Mas, cruel, viven los cielos / que no has de vivir contenta, / abrásate, pues revienta / este vulcán de mis celos. / El que me hace desdichado, / te pierda, pues yo te pierdo.

JACINTA : / ¿ Tú eres cuerdo?

JUAN : < ¿ Cómo cuerdo, / amante y desesperado?

JACINTA : / Vuelve, escucha, que si vale / la verdad, presto verás / cuán mal informado estás.

JUAN : / Voyme, que tu tío sale.

JACINTA : / No sale, escucha, que fío / satisfacerte.

JUAN : < Es en vano, / si aquí no me das la mano.

JACINTA : / ¿ La mano? sale mi tío.

&&&BISC01,11&&&

(Salen don GARCÍA en cuerpo leyendo un papel, y TRISTÁN y CAMINO.)

PAPEL : La fuerza de una ocasión me hace exceder del orden de mi estado. Sabrála v. m. esta noche por un balcón, que le enseñará el portador, con lo demás, que no es para escrito, y guarde N. Señor.

GARCÍA : / ¿ Quién este papel me escribe?

CAMINO : / Doña Lucrecia de Luna.

GARCÍA : / El alma sin duda alguna, / que dentro en mi pecho vive; / ¿ no es ésta una dama hermosa, / que hoy antes de medio día / estaba en la platería?

CAMINO : / Sí, señor.

GARCÍA : < Suerte dichosa; / informadme por mi vida / de las partes desta dama.

CAMINO : / Mucho admiro que su fama / esté de vos escondida; / porque la habéis visto, dejo / de encarecer que es hermosa, / es discreta y virtuosa, / su padre es viudo y es viejo, / dos mil ducados de renta / los que ha de heredar, serán / bien hechos.

GARCÍA : < ¿ Oyes, Tristán?

TRISTÁN : / Oigo, y no me descontenta.

CAMINO : / En cuanto a ser principal, / no hay que hablar; Luna es su padre, / y fue Mendoza su madre, / tan finos como un coral: / Doña Lucrecia en efeto / merece un rey por marido.

GARCÍA : / Amor, tus alas te pido, / para tan alto sujeto; / ¿ dónde vive?

CAMINO : < A la Vitoria.

GARCÍA : / Cierto es mi bien: que seréis, / dice aquí, quien me guiéis / al cielo de tanta gloria.

CAMINO : / Serviros pienso a los dos.

GARCÍA : / Y yo lo agradeceré.

CAMINO : / Esta noche volveré, / en dando las diez, por vos.

GARCÍA : / Eso le dad por respuesta / a Lucrecia.

CAMINO : < A Dios quedad. (Vase.)

GARCÍA : / Cielos, ¿ qué felicidad, / amor, qué ventura es esta?, / ¿ ves, Tristán, cómo llamó / la más hermosa el cochero / a Lucrecia, a quien yo adoro? / que es cierto que quien me habló / es la que el papel me envía.

TRISTÁN : / Evidente presunción.

GARCÍA : / Que la otra, ¿ qué ocasión / para escribirme tenía?

TRISTÁN : / Y a todo mal suceder, / presto de duda saldrás, / que esta noche la podrás / en la habla conocer.

GARCÍA : / Y que no me engañe es cierto, / según dejó en mi sentido / impreso el dulce sonido / de la voz con que me ha muerto.

&&&BISC02,12&&&

(Sale un PAJE con un papel, dalo a don GARCÍA.)

PAJE : / Este, señor don García, / es para vos.

GARCÍA : < No esté así,

PAJE : / Criado vuestro nací.

GARCÍA : / Cúbrase por vida mía.

(Lee a solas don GARCÍA.)

PAPEL : / Averiguar cierta cosa / importante a solas quiero / con vos; a las siete espero / en San Blas. don Juan de Sosa.

GARCÍA : / Válgame Dios; ¿ desafío?, / ¿ qué causa puede tener / don Juan, si yo vine ayer, / y él es tan amigo mío? / Decid al señor don Juan / que esto será así. (Vase el PAJE.)

TRISTÁN : < Señor, / mudado estás de color; / ¿ que ha sido?

GARCÍA : < Nada, Tristán.

TRISTÁN : / ¿ No puedo saberlo?

GARCÍA : < No.

TRISTÁN : / Sin duda es cosa pesada. (Vase TRISTÁN.)

GARCÍA : / Dame la capa y espada, / ¿ qué causa le he dado yo?

&&&BISC03,13&&&

(Sale don BELTRÁN.)

BELTRÁN : / García.

GARCÍA : < Señor.

BELTRÁN : < Los dos / a caballo hemos de andar / juntos hoy, que he de tratar / cierto negocio con vos.

GARCÍA : / ¿ Mandas otra cosa?

BELTRÁN : < ¿ A dónde / vais, cuando el sol echa fuego?

(Sale TRISTÁN, y dale de vestir a don GARCÍA.)

GARCÍA : / Aquí a los trucos me llego / de nuestro vecino el Conde.

BELTRÁN : / No apruebo que os arrojéis / siendo venido de ayer, / a daros a conocer / a mil que no conocéis. / Si no es que dos condiciones / guardéis con mucho cuidado, / y son que juguéis contado, / y habléis contadas razones: / puesto que mi parecer / es éste, haced vuestro gusto.

GARCÍA : / Seguir tu consejo es justo.

BELTRÁN : / Haced que a vuestro placer / aderezo se prevenga / a un caballo para vos.

GARCÍA : / A ordenallo voy. (Vase.)

&&&BISC04,14&&&

BELTRÁN : < A Dios, / (Ap. ¡que tan sin gusto me tenga, / lo que su ayo me dijo!) / ¿ Has andado con García, / Tristán?

TRISTÁN : < Señor, todo el día.

BELTRÁN : / Sin mirar en que es mi hijo, / si es que el ánimo fiel / que siempre en tu pecho he hallado / agora no te ha faltado / me di lo que sientes dél.

TRISTÁN : / ¿ Qué puedo yo haber sentido / en un término tan breve?

BELTRÁN : / Tu lengua es, quien no se atreve, / que el tiempo bastante ha sido, / y más a tu entendimiento; / dímelo por vida mía / sin lisonja.

TRISTÁN : < Don García / mi señor, a lo que siento, / que he de decirte verdad, / pues que tu vida has jurado.

BELTRÁN : / De esa suerte has obligado / siempre a ti mi voluntad.

TRISTÁN : / Tiene un ingenio excelente / con pensamientos sutiles, / mas caprichos juveniles / con arrogancia imprudente. / De Salamanca reboza / la leche, y tiene en los labios / los contagiosos resabios / de aquella caterva moza. / Aquel hablar arrojado, / mentir sin recato y modo, / aquel jactarse de todo, / y hacerse en todo extremado. / Hoy en término de un hora / echó cinco o seis mentiras.

BELTRÁN : / Válgame Dios.

TRISTÁN : < ¿ Qué te admiras?, / pues lo peor falta agora; / que son tales, que podrá / cogerle en ellas cualquiera.

BELTRÁN : / A Dios.

TRISTÁN : < Yo no te dijera / lo que tal pena te da / a no ser de ti forzado.

BELTRÁN : / Tu fe conozco, y tu amor.

TRISTÁN : / A tu prudencia, señor / advertir será excusado / el riesgo que correr puedo, / si esto sabe don García / mi señor.

BELTRÁN : < De mi confía, / pierde, Tristán, todo el miedo; / manda luego aderezar (Vase TRISTÁN.) / los caballos; santo Dios, / pues esto permitís vos, / esto debe de importar. / A un hijo solo, a un consuelo / que en la tierra le quedó / a mi vejez triste, ¿ dio / tan gran contrapeso el cielo? / Ahora bien, siempre tuvieron / los padres disgustos tales / siempre vieron muchos males, / los que mucha edad vivieron. / Paciencia; hoy he de acabar, / si puedo, su casamiento, / con la brevedad intento / este daño remediar. / Antes que su liviandad / en la Corte conocida / los casamientos le impida / que pide su calidad. / Por dicha con el cuidado / que tal estado acarrea, / de una costumbre tan fea / se vendrá a ver enmendado. / Que es vano pensar que son / el reñir y aconsejar / bastantes para quitar / una fuerte inclinación.

(Sale TRISTÁN.)

TRISTÁN : / Ya los caballos están, / viendo que salir procuras, / probando las herraduras / en las guijas del zaguán. / Porque con las esperanzas / de tan gran fiesta el overo / a solas está primero / ensayando sus mudanzas. / Y el bayo, que ser procura / émulo al dueño que lleva, / estudia con alma nueva / movimiento y compostura.

BELTRÁN : / Avisa pues a García.

TRISTÁN : / Ya te espera tan galán, / que en la Corte pensarán / que a estas horas sale el día. (Vanse.)

&&&BISC05,15&&&

(Salen ISABEL y JACINTA.)

ISABEL : / La pluma tomó al momento / Lucrecia, en ejecución / de tu agudo pensamiento: / y esta noche en su balcón, / para tratar cierto intento, / le escribió que aguardaría, / para que puedas en él / platicar con don García; / Camino llevó el papel, / persona de quien se fía.

JACINTA : / Mucho Lucrecia me obliga.

ISABEL : / Muestra en cualquier ocasión / ser tu verdadera amiga.

JACINTA : / ¿ Es tarde?

ISABEL : < Las cinco son.

JACINTA : / Aun durmiendo me fatiga / la memoria de don Juan, / que esta siesta le he soñado / celoso de otro galán.

(Miran adentro.)

ISABEL : / Ay, señora, don Beltrán, / y el perulero a su lado.

JACINTA : / ¿ Qué dices?

ISABEL : < Digo que aquel, / que hoy te habló en la platería, / viene a caballo con él; / mirale.

JACINTA : < Por vida mía / que dices verdad, que es él; / ¿ hay tal? ¿ cómo el embustero / se nos fingió perulero, / si es hijo de don Beltrán?

ISABEL : / Los que intentan, siempre dan / gran presunción al dinero; / y con ese medio hallar / entrada en tu pecho quiso; / que debió de imaginar / que aquí le ha de aprovechar / más ser Midas, que Narciso.

JACINTA : / En decir que ha que me vio / un año, también mintió; / porque don Beltrán me dijo / que ayer a Madrid su hijo / de Salamanca llegó.

ISABEL : / Si bien lo miras, señora, / todo verdad puede ser, / que entonces te pudo ver, / irse de Madrid, y agora / de Salamanca volver; / y cuando no, ¿ qué te admira / que quien a obligar aspira / prendas de tanto valor, / para acreditar su amor, / se valga de una mentira?, / demás que tengo por llano, / si no miente mi sospecha, / que no lo encarece en vano, / que hablarte hoy su padre, es flecha / que ha salido de su mano. / No ha sido, señora mía, / acaso, que el mismo día / que él te vio, y mostró quererte, / venga su padre a ofrecerte / por esposo a don García.

JACINTA : / Dices bien; mas imagino / que el término que pasó / desde que el hijo me habló, / hasta que su padre vino, / fue muy breve.

ISABEL : < El conoció / quién eres; encontraría / su padre en la platería, / hablóle, y él, que no ignora / tus calidades, y adora / justamente a don García, / vino a tratarlo al momento.

JACINTA : / Al fin como fuere sea, / de sus partes me contento, / quiere el padre, él me desea; / da por hecho el casamiento. (Vanse.)

&&&BISC06,16&&&

(Salen don BELTRÁN y don GARCÍA.)

BELTRÁN : / ¿ Qué os parece?

GARCÍA : < Que animal / no vi mejor en mi vida.

BELTRÁN : / Linda bestia.

GARCÍA : < Corregida / de espíritu racional; / ¡qué contento y bizarría!

BELTRÁN : / Vuestro hermano don Gabriel, / que perdone Dios, en él / todo su gusto tenía.

GARCÍA : / Ya que convida, señor, / de Atocha la soledad, / declara tu voluntad.

BELTRÁN : / Mi pena diréis mejor; / ¿ sois caballero, García?

GARCÍA : / Téngome por hijo vuestro.

BELTRÁN : / ¿ Y basta ser hijo mío, / para ser vos caballero?

GARCÍA : / Yo pienso, señor, que si.

BELTRÁN : / ¡Qué engañado pensamiento! / sólo consiste, en obrar / como caballero, el serlo; / ¿ quién dio principio a las casas / nobles? Los ilustres hechos / de sus primeros autores / sin mirar sus nacimientos, / hazañas de hombres humildes / honraron sus herederos: / luego en obrar mal o bien, / está el ser malo, o ser bueno; / ¿ es así?

GARCÍA : < Que las hazañas / den nobleza, no lo niego; / mas no neguéis que sin ellas / también la da el nacimiento.

BELTRÁN : / Pues si honor puede ganar, / quien nació sin él; ¿ no es cierto / que por el contrario puede, / quien con él nació, perdello?

GARCÍA : / Es verdad.

BELTRÁN : < Luego si vos / obráis afrentosos hechos, / aunque seáis hijo mío / dejáis de ser caballero; / luego si vuestras costumbres / os infaman en el pueblo / no importan paternas armas / no sirven altos abuelos. / ¿ Qué cosa es que la fama / diga a mis oídos mesmos / que a Salamanca admiraron / vuestras mentiras y enredos?, / ¡qué caballero, y qué nada! / si afrenta al noble y plebeyo / sólo el decirle que miente, / decid, ¿ qué será el hacerlo? / si vivo sin honra yo, / según los humanos fueros, / mientras de aquel que me dijo / que mentía, no me vengo; / ¿ Tan larga tenéis la espada, / tan duro tenéis el pecho; / que pensáis poder vengaros, / diciéndolo todo el pueblo? / ¿ Posible es que tenga un hombre / tan humildes pensamientos, / que viva sujeto al vicio / mas sin gusto y sin provecho? / El deleite natural / tiene a los lacivos presos, / obliga a los cudiciosos / el poder que da el dinero, / el gusto de los manjares / al glotón, el pasatiempo / y el cebo de la ganancia, / a los que cursan el juego; / su venganza al homicida, / al robador su remedio, / la fama y la presunción, / al que es por la espada inquieto. / Todos los vicios al fin / o dan gusto, o dan provecho; / mas de mentir ¿ qué se saca / sino infamia y menosprecio?

GARCÍA : / Quien dice que miento yo, / ha mentido.

BELTRÁN : < También eso / es mentir, que aun desmentir / no sabéis, sino mintiendo.

GARCÍA : / Pues si dais en no creerme

BELTRÁN : / ¿ No seré necio si creo / que vos decís verdad solo, / y miente el lugar entero?, / lo que importa es desmentir / esta fama con los hechos, / pensar que éste es otro mundo, / hablar poco y verdadero; / mirar que estáis a la vista / de un rey tan santo y perfeto, / que vuestros yerros no pueden / hallar disculpa en sus yerros; / que tratáis aquí con Grandes, / títulos, y caballeros, / que si os saben la flaqueza, / os perderán el respeto: / que tenéis barba en el rostro, / que al lado ceñís acero, / que nacistes noble al fin, / y que yo soy padre vuestro, / y no he de deciros mas; / que esta sofrenada espero / que baste, para quien tiene / calidad y entendimiento. / Y agora porque entendáis / que en vuestro bien me desvelo, / sabed que os tengo, García, / tratado un gran casamiento.

GARCÍA : / (Ap. Ay mi Lucrecia.)

BELTRÁN : < Jamás / pusieron, hijo, los cielos, / tantas, tan divinas partes / en un humano sujeto, / como en Jacinta, la hija / de don Fernando Pacheco / de quien mi vejez pretende / tener regalados nietos.

GARCÍA : / (Ap. Ay Lucrecia, si es posible, / tú sola has de ser mi dueño.)

BELTRÁN : / ¿ Qué es esto? ¿ No respondéis?

GARCÍA : / (Ap. Tuyo he de ser vive el cielo.)

BELTRÁN : / ¿ Que os entristecéis?, hablad, / no me tengáis más suspenso.

GARCÍA : / Entristézcome, porque es / imposible obedeceros.

BELTRÁN : / ¿ Por qué?

GARCÍA : < Porque soy casado.

BELTRÁN : / ¿ Casado?, cielos, ¿ qué es esto?; / ¿ cómo, sin saberlo yo?

GARCÍA : / Fue fuerza, y está secreto.

BELTRÁN : / ¿ Hay padre más desdichado?

GARCÍA : / No os aflijáis, que en sabiendo / la causa, señor, tendréis / por venturoso el efeto.

BELTRÁN : / Acabad pues, que mi vida / pende sólo de un cabello.

GARCÍA : / (Ap. Agora os he menester, / sutilezas de mi ingenio.) / En Salamanca, señor / hay un caballero noble, / de quien es la alcuña Herrera, / y don Pedro el propio nombre: / a éste dio el cielo otro cielo / por hija, pues con dos soles / sus dos purpúreas mejillas / hace claros horizontes. / Abrevio, por ir al caso, / con decir que cuantas dotes / pudo dar naturaleza, / en tierna edad la componen. / Mas la enemiga fortuna / observante en su desorden, / a sus méritos opuesta / de sus bienes la hizo pobre. / Que demás de que su casa / no es tan rica como noble, / al mayorazgo nacieron / antes que ella dos varones. / A ésta pues, saliendo al río, / la vi una tarde en su coche, / que juzgara el de Faetón, / si fuese Eridano el Tormes. / No sé quién los atributos / del fuego en Cupido pone, / que yo de un súbito yelo / me sentí ocupar entonces. / ¿ Qué tienen que ver del fuego / las inquietudes y ardores, / con quedar absorta un alma? / ¿ con quedar un cuerpo inmóvil? / Caso fue verla, forzoso / viéndola cegar de amores, / pues abrasado seguirla, / júzguelo un pecho de bronce. / Pasé su calle de día, / rondé su puerta de noche, / con terceros y papeles / le encarecí mis pasiones, / hasta que al fin condolida / o enamorada responde; / porque también tiene amor / juridición en los dioses. / Fui acrecentando finezas / y ella aumentando favores, / hasta ponerme en el cielo / de su aposento una noche. / Y cuando solicitaban / el fin de mi pena enorme, / conquistando honestidades, / mis ardientes pretensiones; / siento que su padre viene / a su aposento, llamóle / —porque jamás tal hacía— / mi fortuna aquella noche. / Ella turbada, animosa / mujer al fin, a empellones / mi casi difunto cuerpo / detrás de su lecho esconde. / Llegó don Pedro, y su hija, / fingiendo gusto, abrazóle, / por negarle el rostro, en tanto / que cobraba sus colores: / asentáronse los dos / y él con prudentes razones / le propuso un casamiento / con uno de los Montroyes. / Ella honesta como cauta / de tal suerte le responde, / que ni a su padre resista, / ni a mi, que la escucho, enoje. / Despidiéronse con esto, / y cuando ya casi pone / en el umbral de la puerta / el viejo los pies, entonces / —malhaya amén el primero, / que fue inventor de relojes— / uno que llevaba yo, / a dar comenzó las doce. / Oyólo don Pedro, y vuelto / hacia su hija; ¿ de dónde / vino ese reloj?, le dijo; / ella respondió: envióle, / para que se le aderecen, / mi primo don Diego Ponce, / por no haber en su lugar / relojero ni relojes. / Dádmele, dijo su padre, / porque yo ese cargo tome: / pues entonces doña Sancha, / —que éste es de la dama el nombre— / a quitármele del pecho / cauta y prevenida corre, / antes que llegar él mismo / a su padre se le antoje. / Quitémele yo, y al darle, / quiso la suerte que toquen / a una pistola, que tengo / en la mano, los cordones, / cayó el gatillo, dio fuego, / al tronido desmayóse / doña Sancha, alborotado / el viejo empezó a dar voces. / Yo viendo el cielo en el suelo, / y eclipsados sus dos soles, / juzgué sin duda por muerta / la vida de mis acciones: / pensando que cometieron / sacrilegio tan enorme / del plomo de mi pistola / los breves volantes orbes. / Con esto pues despechado / saqué rabioso el estoque; / fueran pocos para mi / en tal ocasión mil hombres / a impedirme la salida; / como dos bravos leones, / con sus armas sus hermanos / y sus criados se oponen; / mas aunque fácil por todos / mi espada y mi furia rompen, / no hay fuerza humana que impida / fatales disposiciones: / pues al salir por la puerta, / como iba arrimado, asióme / la alcayata de la aldaba / por los tiros del estoque; / aquí para desasirme / fue fuerza que atrás me torne, / y entre tanto mis contrarios / muros de espadas me oponen. / En esto cobró su acuerdo / Sancha, y para que se estorbe / el triste fin que prometen / estos sucesos atroces, / la puerta cerró animosa / del aposento, y dejóme / a mi con ella encerrado, / y fuera a mis agresores. / Arrimamos a la puerta / baúles, arcas, y cofres, / que al fin son de ardientes iras / remedio las dilaciones. / Quisimos hacernos fuertes / mas mis contrarios feroces / ya la pared me derriban / y ya la puerta me rompen. / Yo viendo que aunque dilate, / no es posible que revoque / la sentencia de enemigos / tan agraviados y nobles, / viendo a mi lado la hermosa / de mis desdichas consorte, / y que hurtaba a sus mejillas / el temor sus arreboles, / viendo cuán sin culpa suya / conmigo fortuna corre, / pues con industria deshace / cuanto los hados disponen: / por dar premio a sus lealtades, / por dar fin a sus temores / por dar remedio a mi muerte, / y dar muerte a más pasiones, / hube de darme a partido, / y pedirles que conformen / con la unión de nuestras sangres / tan sangrientas disenciones: / Ellos, que ven el peligro, / y mi calidad conocen, / lo acetan, después de estar / un rato entre si discordes. / Partió a dar cuenta al Obispo / su padre, y volvió con orden / de que el desposorio pueda / hacer cualquier sacerdote. / Hízose y en dulce paz / la mortal guerra trocóse, / dándote la mejor nuera, / que nació del Sur al Norte. / Mas en que tú no lo sepas / quedamos todos conformes, / por no ser con gusto tuyo, / y por ser mi esposa pobre: / pero ya que fue forzoso / saberlo, mira si escoges / por mejor tenerme muerto, / que vivo, y con mujer noble.

BELTRÁN : / Las circunstancias del caso / son tales, que se conoce / que la fuerza de la suerte / te destinó esa consorte; / y así no te culpo en más, / que en callármelo.

GARCÍA : < Temores / de darte pesar, señor, / me obligaron.

BELTRÁN : < Si es tan noble, / ¿ qué importa que pobre sea? / ¿ cuánto es peor que lo ignore, / para que habiendo empeñado / mi palabra, agora torne / con eso a doña Jacinta? / Mira en qué lance me pones; / toma el caballo, y temprano / por mi vida te recoje: / porque de espacio tratemos / de tus cosas esta noche. (Vase.)

&&&BISC07,17&&&

GARCÍA : / Iré a obedecerte, al punto / que toquen las oraciones, / dichosamente se ha hecho: / persuadido el viejo va; / ya del mentir no dirá / que es sin gusto y sin provecho; / pues es tan notorio gusto / el ver que me haya creído, / y provecho haber huido / de casarme a mi disgusto. / Bueno fue reñir conmigo / porque en cuanto digo miento; / y dar crédito al momento / a cuantas mentiras digo. / ¡Qué fácil de persuadir, / quien tiene amor, suele ser / y qué fácil en creer, / el que no sabe mentir! / Mas ya me aguarda don Juan: / Hola, llevad el caballo (Dirá adentro.), / tan terribles cosas hallo / que sucediendo me van / que pienso que desvarío: / vine ayer, y en un momento / tengo amor y casamiento, / y causa de desafío.

&&&BISC08,18&&&

(Sale don JUAN.)

JUAN : / Como quien sois lo habéis hecho, / don García.

GARCÍA : < ¿ Quién podía, / sabiendo la sangre mía, / pensar menos de mi pecho? / Mas vamos, don Juan, al caso / porque llamado me habéis, / decid, ¿ qué causa tenéis, / —que por sabella me abraso— / de hacer este desafío?

JUAN : / Esa dama, a quien hicistes, / conforme vos me dijistes, / anoche fiesta en el río, / es causa de mi tormento, / y es con quien dos años ha; / que aunque se dilata, está / tratado mi casamiento. / Vos ha un mes que estáis aquí, / y de eso, como de estar / encubierto en el lugar / todo ese tiempo de mi, / colijo, que habiendo sido / tan público mi cuidado, / vos no lo habéis ignorado; / y así me habéis ofendido. / Con esto que he dicho, digo / cuanto tengo que decir; / y es, que o no habéis de seguir / el bien que ha tanto que sigo: / o si acaso os pareciere / mi petición mal fundada, / se remita aquí a la espada, / y la sirva el que venciere.

GARCÍA : / Pésame que sin estar / del caso bien informado, / os hayáis determinado / a sacarme a este lugar. / La dama, don Juan de Sosa, / de mi fiesta, vive Dios, / que ni la habéis visto vos, / ni puede ser vuestra esposa; / que es casada esta mujer, / y ha tan poco que llegó / a Madrid, que sólo yo / sé que la he podido ver. / Y cuando ésa hubiera sido / de no verla más os doy / palabra como quien soy, / o quedar por fementido.

JUAN : / Con eso se aseguró / la sospecha de mi pecho, / y he quedado satisfecho.

GARCÍA : / Falta que lo quede yo; / que haberme desafiado / no se ha de quedar así; / libre fue el sacarme aquí; / mas habiéndome sacado, / me obligastes, y es forzoso, / puesto que tengo de hacer / como quien soy, no volver / (Sacan las espadas y acuchíllanse.) sino muerto o vitorioso.

JUAN : / Pensad, aunque a mis desvelos / hayáis satisfecho así / que aún deja cólera en mi / la memoria de mis celos.

&&&BISC09,19&&&

(Sale don FÉLIX.)

FÉLIX : / Deténganse caballeros, / que estoy aquí yo.

GARCÍA : < ¡Que venga / agora quien me detenga!

FÉLIX : / Vestid los fuertes aceros, / que fue falsa la ocasión / desta pendencia.

JUAN : < Ya había / dícholo así don García: / pero por la obligación / en que pone el desafío, / desnudó el valiente acero.

FÉLIX : / Hizo como caballero / de tanto valor y brío; / y pues bien quedado habéis / con esto; merezca yo, / que a quien de celoso erró, / perdón y la mano deis.

(Danse las manos.)

GARCÍA : / Ello es justo, y lo mandáis: / mas mirad de aquí adelante / en caso tan importante, / don Juan, cómo os arrojáis. / Todo lo habéis de intentar / primero que el desafío, / que empezar es desvarío / por donde se ha de acabar. (Vase.)

&&&BISC10,20&&&

FÉLIX : / Extraña ventura ha sido / haber yo a tiempo llegado.

JUAN : / ¿ Que en efeto me he engañado?

FÉLIX : / Si.

JUAN : < ¿ De quién lo habéis sabido?

FÉLIX : / Súpelo de un escudero / de Lucrecia.

JUAN : < Decid pues, / ¿ cómo fue?

FÉLIX : < La verdad es, / que fue el coche y el cochero / de doña Jacinta anoche / al sotillo, y que tuvieron / gran fiesta las que en él fueron; / pero fue prestado el coche. / Y el caso fue que a las horas / que fue a ver Jacinta bella / a Lucrecia, ya con ella / estaban las matadoras, / las dos primas de la Quinta.

JUAN : / ¿ Las que en el Carmen vivieron?

FÉLIX : / Si, pues ellas le pidieron / el coche a doña Jacinta, / y en él con la oscura noche / fueron al río las dos; / pues vuestro paje, a quien vos / dejastes siguiendo el coche, / como en él dos damas vio / entrar, cuando anochecía, / y noticia no tenía / de otra visita, creyó / ser Jacinta la que entraba / y Lucrecia.

JUAN : < Justamente.

FÉLIX : / Siguió el coche diligente, / y cuando en el soto estaba, / entre la música y cena, / lo dejó y volvió a buscaros / a Madrid, y fue el no hallaros / ocasión de tanta pena: / porque yendo vos allá, / se deshiciera el engaño.

JUAN : / En eso estuvo mi daño: / mas tanto gusto me da / el saber que me engañé; / que doy por bien empleado / el disgusto que he pasado.

FÉLIX : / Otra cosa averigüé, / que es bien graciosa.

JUAN : < Decid.

FÉLIX : / Es, que el dicho don García / llegó ayer en aquel día / de Salamanca a Madrid. / Y en llegando se acostó, / y durmió la noche toda, / y fue embeleco la boda / y festín que nos contó.

JUAN : / ¿ Qué decís?

FÉLIX : < Esto es verdad.

JUAN : / ¿ Embustero es don García?

FÉLIX : / Eso un ciego lo vería: / porque tanta variedad / de tiendas, aparadores, / vajillas de plata y oro, / tanto plato, tanto coro / de instrumentos y cantores / ¿ no eran mentira patente?

JUAN : / Lo que me tiene dudoso, / es que sea mentiroso / un hombre, que es tan valiente: / que de su espada el furor / diera a Alcides pesadumbre.

FÉLIX : / Tendrá el mentir por costumbre, / y por herencia el valor.

JUAN : / Vamos, que a Jacinta quiero / pedille, Félix, perdón, / y decille la ocasión, / con que esforzó este embustero / ml sospecha.

FÉLIX : < Desde aquí / nada le creo, don Juan.

JUAN : / Y sus verdades serán / ya consejos para mi. (Vanse.)

&&&BISC11,21&&&

(Salen TRISTÁN, don GARCÍA y CAMINO, de noche.)

GARCÍA : / Mi padre me dé perdón, / que forzado le engañé.

TRISTÁN : / Ingeniosa excusa fue: / pero dime, ¿ qué invención / agora piensas hacer, / con que no sepa que ha sido / el casamiento fingido?

GARCÍA : / Las cartas le he de coger, / que a Salamanca escribiere, / y las respuestas fingiendo / yo mismo, iré entreteniendo / la ficción cuanto pudiere.

&&&BISC12,22&&&

(Salen JACINTA, LUCRECIA e ISABEL, a la ventana.)

JACINTA : / Con esta nueva volvió / don Beltrán bien descontento, / cuando ya del casamiento / estaba contenta yo.

LUCRECIA : / ¿ Que el hijo de don Beltrán / es el indiano fingido?

JACINTA : / Sí, amiga.

LUCRECIA : < ¿ A quién has oído / lo del banquete?

JACINTA : < A don Juan.

LUCRECIA : / Pues ¿ cuándo estuvo contigo?

JACINTA : / Al anochecer me vio; / y en contármelo gastó / lo que pudo estar conmigo.

LUCRECIA : / Grandes sus enredos son, / buen castigo te merece.

JACINTA : / Estos tres hombres parece / que se acercan al balcón.

LUCRECIA : / Vendrá al puesto don García / que ya es hora.

JACINTA : < Tú, Isabel, / mientras hablamos con él, / a nuestros viejos espía.

LUCRECIA : / Mi padre está refiriendo / bien de espacio un cuento largo / a tu tío.

ISABEL : < Yo me encargo / de avisaros, en viniendo. (Vase.)

&&&BISC13,23&&&

CAMINO : / (Apar. a GARCÍA.) Este es el balcón, a donde / os espera tanta gloria. (Vase.)

LUCRECIA : / Tú eres dueño de la historia; / tú en mi nombre le responde.

GARCÍA : / ¿ Es Lucrecia?

JACINTA : < ¿ Es don García?

GARCÍA : / Es quien hoy la joya halló / más preciosa, que labró / el cielo, en la platería; / es quien, en llegando a vella, / tanto estimó su valor, / que dio abrasado de amor / la vida y alma por ella. / Soy al fin el que se precia / de ser vuestro, y soy quien hoy / comienzo a ser, porque soy / el esclavo de Lucrecia.

JACINTA : / (Apar. a LUCRECIA.) Amiga, este caballero / para todas tiene amor.

LUCRECIA : / El hombre es embarrador.

JACINTA : / El es un gran embustero.

GARCÍA : / Ya espero, señora mía, / lo que me queréis mandar.

JACINTA : / Ya no puede haber lugar / lo que trataros quería.

TRISTÁN : / (Apar. a GARCÍA) ¿ Es ella?

GARCÍA : < (Apar. a TRISTÁN) Sí.

JACINTA : < Que trataros / un casamiento intenté / bien importante, y ya sé / que es imposible casaros.

GARCÍA : / ¿ Por qué?

JACINTA : < Porque sois casado.

GARCÍA : / ¿ Que yo soy casado?

JACINTA : < Vos.

GARCÍA : / Soltero soy, vive Dios / quien lo ha dicho, os ha engañado.

JACINTA : / ¿ Viste mayor embustero?

LUCRECIA : / No sabe sino mentir.

JACINTA : / ¿ Tal me queréis persuadir?

GARCÍA : / Vive Dios, que soy soltero.

JACINTA : / Y lo jura.

LUCRECIA : < Siempre ha sido / costumbre del mentiroso, / de su crédito dudoso / jurar, para ser creído.

GARCÍA : / Si era vuestra blanca mano / con la que el cielo quería / colmar la ventura mía, / no pierda el bien soberano, / pudiendo esa falsedad / probarse tan fácilmente.

JACINTA : / ¡Con qué confianza miente! / ¿ no parece que es verdad?

GARCÍA : / La mano os daré, señora, / y con eso me creeréis.

JACINTA : / Vos sois tal, que la daréis / a trecientas en un hora.

GARCÍA : / Mal acreditado estoy / con vos.

JACINTA : < Es justo castigo; / porque mal puede conmigo / tener crédito, quien hoy / dijo que era perulero, / siendo en la Corte nacido / y siendo de ayer venido, / afirmó que ha un año entero / que está en la Corte, y habiendo / esta tarde confesado / que en Salamanca es casado, / se está agora desdiciendo. / Y quien pasando en su cama / toda la noche, contó / que en el río la pasó, / haciendo fiesta a una dama.

TRISTÁN : / Todo se sabe.

GARCÍA : < Mi gloria, / escuchadme, y os diré / verdad pura, que ya sé / en qué se yerra la historia. / Por las demás cosas paso, / que son de poco momento, / por tratar del casamiento, / que es lo importante del caso. / Si vos hubiérades sido / causa de haber yo afirmado, / Lucrecia, que soy casado, / ¿ será culpa haber mentido?

JACINTA : / ¿ Yo la causa?

GARCÍA : < Si, señora.

JACINTA : / ¿ Cómo?

GARCÍA : < Decíroslo quiero.

JACINTA : / Oye, que hará el embustero / lindos enredos agora.

GARCÍA : / Mi padre llegó a tratarme / de darme otra mujer hoy: / pero yo, que vuestro soy, / quise con eso excusarme. / Que mientras hacer espero / con vuestra mano mis bodas, / soy casado para todas, / solo para vos soltero. / Y como vuestro papel / llegó esforzando mi intento, / al tratarme el casamiento, / puse impedimento en él. / Este es el caso, mirad / si esta mentira os admira, / cuando ha dicho esta mentira / de mi afición la verdad.

LUCRECIA : / (Ap. ¡Mas si lo fuese!)

JACINTA : < ¡Qué buena / la trazó, y qué de repente! / pues ¿ cómo tan brevemente / os puedo dar tanta pena? / ¿ Casi aún no visto me habéis, / y ya os mostráis tan perdido? / ¿ Aún no me habéis conocido, / y por mujer me queréis?

GARCÍA : / Hoy vi vuestra gran beldad / la vez primera, señora; / que el amor me obliga agora / a deciros la verdad. / Mas si la causa es divina, / milagro el efeto es; / que el Dios niño no con pies, / sino con alas camina. / Decir que habéis menester / tiempo vos para matar, / fuera, Lucrecia, negar / vuestro divino poder. / Decís que sin conoceros / estoy perdido, ¡pluguiera / a Dios, que no os conociera, / por hacer más en quereros! / Bien os conozco las partes, / sé bien que os dio la fortuna, / que sin eclipse sois Luna / que sois Mendoza sin Martes; / que es difunta vuestra madre, / que sois sola en vuestra casa; / que de mil doblones pasa / la renta de vuestro padre. / Ved si estoy mal informado; / ¡Ojalá, mi bien, que así / lo estuviérades de mi!

LUCRECIA : / Casi me pone en cuidado.

JACINTA : / Pues Jacinta ¿ no es hermosa? / ¿ no es discreta, rica y tal, / que puede el más principal / desealla por esposa?

GARCÍA : / Es discreta, rica y bella, / mas a mi no me conviene.

JACINTA : / Pues decid, ¿ qué falta tiene?

GARCÍA : / La mayor, que es no querella.

JACINTA : / Pues yo con ella os quería / casar, que ésa sola fue / la intención con que os llamé.

GARCÍA : / Pues será vana porfía / que por haber intentado / mi padre don Beltrán hoy / lo mismo, he dicho que estoy / en otra parte casado. / Y si vos, señora mía, / intentáis hablarme en ello / perdonad, que por no hacello, / seré casado en Turquía. / Esto es verdad, vive Dios; / porque mi amor es de modo, / que aborrezco aquello todo, / mi Lucrecia, que no es vos.

LUCRECIA : / (Ap. Ojalá.)

JACINTA : < ¡Que me tratéis / con falsedad tan notoria! / decid, ¿ no tenéis memoria? / ¿ o vergüenza no tenéis? / ¿ Cómo, si hoy dijisteis vos / a Jacinta que la amáis, / agora me lo neguéis?

GARCÍA : / ¿ Yo a Jacinta? vive Dios / que sola con vos he hablado / desde que entré en el lugar.

JACINTA : / Hasta aquí pudo llegar / el mentir desvergonzado. / Si en lo mismo que yo vi, / os atrevéis a mentirme; / ¿ qué verdad podréis decirme? / Idos con Dios, y de mi / podéis desde aquí pensar, / si otra vez os diere oído, / que por divertirme ha sido; / como quien, para quitar / el enfadoso fastidio / de los negocios pesados, / gasta los ratos sobrados / en las fábulas de Ovidio. (Vase.)

GARCÍA : / Escuchad, Lucrecia hermosa.

LUCRECIA : / (Ap. Confusa quedo.) (Vase.)

GARCÍA : < —Estoy loco— / ¿ verdades valen tan poco?

TRISTÁN : / En la boca mentirosa.

GARCÍA : / ¡Que haya dado en no creer / cuanto digo!

TRISTÁN : < ¿ Qué te admiras, / si en cuatro o cinco mentiras / te ha acabado de coger? / De aquí, si lo consideras, / conocerás claramente, / que quien en las burlas miente, / pierde el crédito en las veras.

&&&CISC01,24&&&

(Sale CAMINO con un papel, dalo a LUCRECIA.)

CAMINO : / Este me dio para ti / Tristán, de quien don García / con justa causa confía, / lo mismo que tú de mí. / Que aunque su dicha es tan corta, / que sirve, es muy bien nacido; / y de suerte ha encarecido, / lo que tu respuesta importa: / que jura que don García / está loco.

LUCRECIA : < Cosa extraña: / ¿ es posible que me engaña, / quien desta suerte porfía? / el más firme enamorado / se cansa, si no es querido, / ¿ y éste puede ser fingido, / tan constante y desdeñado?

CAMINO : / Yo al menos, si en las señales / se conoce el corazón, / ciertos juraré que son, / por las que he visto, sus males. / Que quien tu calle pasea / tan constante noche y día, / quien tu espesa celosía / tan atento brujulea. / Quien ve que de tu balcón, / cuando él viene te retiras / y ni te ve, ni le miras, / y está firme en tu afición. / Quien llora, quien desespera, / quien porque contigo estoy, / me da dineros, que es hoy / la señal más verdadera. / Yo me afirmo en que decir / que miente, es gran desatino.

LUCRECIA : / Bien se echa de ver, Camino / que no le has visto mentir. / Pluguiera a Dios, fuera cierto / su amor, que a decir verdad, / no tarde en mi voluntad / hallaran sus ansias puerto. / Que sus encarecimientos, / aunque no los he creído, / por lo menos han podido / despertar mis pensamientos. / Que dado que es necedad / dar crédito al mentiroso, / como el mentir no es forzoso, / y puede decir verdad. / oblígame la esperanza, / y el propio amor a creer, / que conmigo puede hacer / en sus costumbres mudanza. / Y así por guardar mi honor, / si me engaña lisonjero, / y si es su amor verdadero / porque es digno de mi amor; / quiero andar tan advertida / a los bienes y a los daños, / que ni admita sus engaños, / ni sus verdades despida.

CAMINO : / De ese parecer estoy.

LUCRECIA : / Pues dirásle, que cruel / rompí, sin vello, el papel, / que esta respuesta le doy. / Y luego tú, de tu aljaba / le di, que no desespere; / y que si verme quisiere, / vaya esta tarde a la otava / de la Madalena.

CAMINO : < Voy.

LUCRECIA : / Mi esperanza fundo en ti.

CAMINO : / No se perderá por mí, / pues ves que Camino soy.

&&&CISC02,25&&&

(Vanse, y salen don BELTRÁN, don GARCÍA y TRISTÁN. don BELTRÁN saca una carta abierta, dala a don GARCÍA.)

BELTRÁN : / ¿ Habéis escrito, García?

GARCÍA : / Esta noche escribiré.

BELTRÁN : / Pues abierta os la daré, / porque leyendo la mía, / conforme a mi parecer / a vuestro suegro escribáis; / que determino que vais / vos en persona a traer / vuestra esposa, que es razón: / porque pudiendo traella / vos mismo, enviar por ella, / fuera poca estimación.

GARCÍA : / Es verdad, mas sin efeto / será agora mi jornada.

BELTRÁN : / ¿ Por qué?

GARCÍA : < Porque está preñada; / y hasta que un dichoso nieto / te dé, no es bien arriesgar / su persona en el camino.

BELTRÁN : / Jesús, fuera desatino, / estando así, caminar, / Mas dime, ¿ cómo hasta aquí / no me lo has dicho, García?

GARCÍA : / Porque yo no lo sabía; / y en la que ayer recebí / de doña Sancha, me dice / que es cierto el preñado ya.

BELTRÁN : / Si un nieto varón me da, / hará mi vejez felice. / Muestra, que añadir es bien / (Tómale la carta que le había dado.) cuánto con esto me alegro; / mas di, ¿ cuál es de tu suegro / el propio nombre?

GARCÍA : < ¿ De quién?

BELTRÁN : / De tu suegro.

GARCÍA : < (Ap. Aquí me pierdo.) / Don Diego.

BELTRÁN : < O yo me he engañado, / o otras veces le has nombrado / don Pedro.

GARCÍA : < También me acuerdo / de ese mismo, pero son / suyos, señor, ambos nombres.

BELTRÁN : / ¿ Diego y Pedro?

GARCÍA : < No te asombres; / que por una condición / don Diego se ha de llamar / de su casa el sucesor, / llamábase mi señor / don Pedro antes de heredar. / Y como se puso luego / don Diego, porque heredó, / después acá se llamó, / ya don Pedro, ya don Diego.

BELTRÁN : / No es nueva esa condición / en muchas casas de España: / a escribirle voy. (Vase.)

&&&CISC03,26&&&

TRISTÁN : < Extraña / fue esta vez tu confusión.

GARCÍA : / ¿ Has entendido la historia?

TRISTÁN : / Y hubo bien en qué entender; / el que miente ha menester / gran ingenio y gran memoria.

GARCÍA : / Perdido me vi.

TRISTÁN : < Y en eso / pararás al fin, señor.

GARCÍA : / Entretanto de mi amor / veré el bueno, o mal suceso, / ¿ qué hay de Lucrecia?

TRISTÁN : < Imagino, / aunque de dura se precia, / que has de vencer a Lucrecia, / sin la fuerza de Tarquino.

GARCÍA : / ¿ Recibió el billete?

TRISTÁN : < Sí: / aunque a Camino mandó / que diga, que lo rompió, / que él lo ha fiado de mí. / Y pues lo admitió, no mal / se negocia tu deseo, / si aquel epigrama creo, / que a Nebia escribió Marcial: / "Escribí, no respondió / Nebia, luego dura está; / mas ella se ablandará, / pues lo que escribí leyó."

GARCÍA : / Que dice verdad, sospecho.

TRISTÁN : / Camino está de tu parte, / y promete revelarte / los secretos de su pecho; / y que ha de cumplillo espero, / si andas tú cumplido en dar; / que para hacer confesar, / no hay cordel como el dinero. / Y aun fuera bueno, señor, / que conquistaras tu ingrata / con dádivas, pues que mata / con flechas de oro el amor.

GARCÍA : / Nunca te he visto grosero, / sino aquí, en tus pareceres; / ¿ es ésta de las mujeres / que se rinden por dinero?

TRISTÁN : / Virgilio dice que Dido / fue del troyano abrasada, / de sus dones obligada / tanto, como de Cupido. / Y era reyna, no te espantes / de mis pareceres rudos; / que escudos vencen escudos, / diamantes labran diamantes.

GARCÍA : / ¿ No viste que le ofendió / mi oferta en la platería?

TRISTÁN : / Tu oferta la ofendería, / señor, que tus joyas no. / Por el uso te gobierna, / que a nadie en este lugar, / por desvergonzado en dar, / le quebraron brazo, o pierna.

GARCÍA : / Dame tú que ella lo quiera, / que darle un mundo imagino.

TRISTÁN : / Camino dará camino, / que es el polo desta esfera, / Y porque sepas que está / en buen estado tu amor; / ella le mandó, señor, / que te dijese, que hoy va / Lucrecia a la Madalena, / a la fiesta de la Otava; / como que él te lo avisaba.

GARCÍA : / Dulce alivio de mi pena; / ¿ con ese espacio me das / nuevas, que me vuelven loco?

TRISTÁN : / Dóytelas tan poco a poco, / porque dure el gusto más. (Vanse.)

&&&CISC04,27&&&

(Salen JACINTA y LUCRECIA con mantos.)

JACINTA : / ¿ Qué prosigue don García?

LUCRECIA : / De modo, que con saber / su engañoso proceder, / como tan firme porfía, / casi me tiene dudosa.

JACINTA : / Quizá no eres engañada; / que la verdad no es vedada / a la boca mentirosa. / Quizá es verdad que te quiere, / y más donde tu beldad, / asegura esa verdad, / en cualquiera que te viere.

LUCRECIA : / Siempre tú me favoreces; / mas yo lo creyera así, / a no haberte visto a ti, / que al mismo sol obscureces.

JACINTA : / Bien sabes tú lo que vales; / y que en esta competencia / nunca ha salido sentencia, / por tener votos iguales. / Y no es sola la hermosura, / quien causa amoroso ardor, / que también tiene el amor / su pedazo de ventura. / Yo me holgaré que por ti, / amiga, me haya trocado, / y que tú hayas alcanzado, / lo que yo no merecí. / Porque ni tú tienes culpa, / ni él me tiene obligación; / pero vé con prevención, / que no te queda disculpa. / Si te arrojas en amar, / y al fin quedas engañada / de quien estás ya avisada, / que sólo sabe engañar.

LUCRECIA : / Gracias, Jacinta, te doy, / mas tu sospecha corrige, / que estoy por creerle, dije, / no que por quererle estoy.

JACINTA : / Obligaráte el creer, / y querrás, siendo obligada; / y así es corta la jornada, / que hay de creer a querer.

LUCRECIA : / Pues ¿ qué dirás, si supieres / que un papel he recibido?

JACINTA : / Diré que ya le has creído, / y aun diré que ya le quieres.

LUCRECIA : / Erráraste, y considera / que tal vez la voluntad / hace por curiosidad, / lo que por tu amor no hiciera. / ¿ Tú no le hablaste gustosa / en la platería?

JACINTA : < Sí.

LUCRECIA : / ¿ Y fuiste, al oírle allí, / enamorada? ¿ o curiosa?

JACINTA : / Curiosa.

LUCRECIA : < Pues yo con él / curiosa también he sido, / como tú en haberle oído, / en recebir su papel.

JACINTA : / Notorio verás tu error, / si adviertes que es el oír, / cortesía; y admitir / un papel, claro favor.

LUCRECIA : / Eso fuera, a saber él / que su papel recebí; / mas él piensa que rompí, / sin leello, su papel.

JACINTA : / Pues con eso es cierta cosa, / que curiosidad ha sido.

LUCRECIA : / En mi vida me ha valido / tanto gusto el ser curiosa. / Y porque su falsedad / conozcas, escucha, y mira, / (Saca un papel, y ábrele, y lee en secreto.) si es mentira, la mentira / que más parece verdad.

&&&CISC05,28&&&

(Salen CAMINO, GARCÍA y TRlSTAN por otra parte.)

CAMINO : / ¿ Veis la que tiene en la mano / un papel?

GARCÍA : < Sí.

CAMINO : < Pues aquélla / es Lucrecia.

GARCÍA : < (Ap. ¡Oh causa bella / de dolor tan inhumano! / ya me abraso de celoso.) / ¡Oh, Camino, cuánto os debo!

TRISTÁN : / Mañana os vestís de nuevo.

CAMINO : / Por vos he de ser dichoso. (Vase.)

GARCÍA : / Llegarme, Tristán, pretendo; / adonde, sin que me vea, / si posible fuere, lea / el papel que está leyendo.

TRISTÁN : / No es difícil; que si vas / a esta capilla arrimado, / saliendo por aquel lado, / de espaldas la cogerás. (Vase.)

GARCÍA : / Bien dices; ven por aquí. (Vase.)

&&&CISC06,29&&&

JACINTA : / Lee bajo, que darás / mal ejemplo.

LUCRECIA : < No me oirás; / toma, y lee para ti.

(Da el papel a JACINTA.)

JACINTA : / Ese es mejor parecer.

(Salen TRISTÁN y GARCÍA por otra puerta; cogen de espaldas a las damas.)

TRISTÁN : / Bien el fin se consiguió.

GARCÍA : / Tú, si ves mejor que yo, / procura, Tristán, leer.

(Lee JACINTA.)

PAPEL : / Ya que mal crédito cobras / de mis palabras sentidas, / dime si serán creídas, / pues nunca mienten, las obras. / Que si consiste el creerme, / señora, en ser tu marido / y ha de dar el sí creído / materia al favorecerme, / por éste, Lucrecia mía, / que de mi mano te doy / firmado; digo que soy / ya tu esposo, don García.

GARCÍA : / Vive Dios, que es mi papel.

TRISTÁN : / ¿ Pues qué? ¿ no lo vio en su casa?

GARCÍA : / Por ventura lo repasa, / regalándose con él.

TRISTÁN : / Como quiera te está bien.

GARCÍA : / Como quiera soy dichoso.

JACINTA : / El es breve y compendioso, / o bien siente, o miente bien.

GARCÍA : / (A JACINTA.) Volved los ojos, señora, / cuyos rayos no resisto.

JACINTA : / (Apar. a LUCRECIA.) Cúbrete, pues no te ha visto, / y desengáñate agora.

(Tápanse LUCRECIA y JACINTA.)

LUCRECIA : / (Apar. a JACINTA.) Disimula, y no me nombres.

GARCÍA : / Corred los delgados velos / a ese asombro de los cielos, / a ese cielo de los hombres. / ¿ Posible es que os llego a ver, / homicida de mi vida? / mas como sois mi homicida, / en la Iglesia hubo de ser; / si os obliga a retraer / mi muerte, no hayáis temor, / que de las leyes de amor / es tan grande el desconcierto, / que dejan preso al que es muerto, / y libre, al que es matador. / Ya espero que de mi pena / estáis, mi bien, condolida, / si el estar arrepentida / os trajo a la Madalena: / ved cómo el amor ordena / recompensa al mal que siento; / pues si yo llevé el tormento / de vuestra crueldad, señora, / la gloria me llevo agora / de vuestro arrepentimiento. / ¿ No me habláis, dueño querido? / ¿ no os obliga el mal que paso? / ¿ arrepentís os acaso / de haberos arrepentido? / que advirtáis, señora, os pido / que otra vez me mataréis: / si porque en la Iglesia os veis, / probáis en mí los aceros, / mirad que no ha de valeros, / si en ella el delito hacéis.

JACINTA : / ¿ Conocéisme?

GARCÍA : < Y bien por Dios; / tanto que desde aquel día / que os hablé en la platería / no me conozco por vos; / de suerte que de los dos / vivo más en vos que en mí; / que tanto, desde que os vi, / en vos transformado estoy; / que ni conozco el que soy, / ni me acuerdo del que fui.

JACINTA : / Bien se echa de ver que estáis / del que fuistes olvidado, / pues sin ver que sois casado / nuevo amor solicitáis.

GARCÍA : / ¿ Yo casado? ¿ en eso dais?

JACINTA : / ¿ Pues no?

GARCÍA : < ¡Qué vana porfía! / fue, por Dios, invención mía, / por ser vuestro.

JACINTA : < O por no sello; / y si os vuelven a hablar dello, / seréis casado en Turquía.

GARCÍA : / Y vuelvo a jurar por Dios, / que en este amoroso estado / para todos soy casado, / y soltero para vos.

JACINTA : / (Apar. a LUCRECIA.) ¿ Ves tu desengaño?

LUCRECIA : < (Ap. Ah, cielos, / ¿ apenas una centella / siento de amor, y ya della / nacen vulcanes de celos?)

GARCÍA : / Aquella noche, señora, / que en el balcón os hablé, / ¿ todo el caso no os conté?

JACINTA : / ¿ A mí en balcón?

LUCRECIA : < (Ap. Ah traidora.)

JACINTA : / Advertid que os engañáis; / ¿ vos me hablastes?

GARCÍA : < Bien por Dios.

LUCRECIA : / (Ap. ¿ Habláisle de noche vos, / y a mí consejos me dais?)

GARCÍA : / Y el papel que recebistes, / ¿ negaréislo?

JACINTA : < ¿ Yo papel?

LUCRECIA : / (Ap. ¡Ved que amiga tan fiel!)

GARCÍA : / Y sé yo que lo leístes.

JACINTA : / Pasar por donaire puede, / cuando no daña, el mentir; / mas no se puede sufrir, / cuando ese límite excede.

GARCÍA : / ¿ No os hablé en vuestro balcón, / Lucrecia, tres noches ha?

JACINTA : / (Ap. ¿ Yo Lucrecia? Bueno va; / toro nuevo, otra invención: / a Lucrecia ha conocido, / y es muy cierto el adoralla, / pues finge, por no enojalla, / que por ella me ha tenido.)

LUCRECIA : / (Ap. Todo lo entiendo, ah traidora; / sin duda que le avisó, / que la tapada fui yo; / y quiere enmendallo agora, / con fingir que fue, el tenella / por mí, la causa de hablalla.)

TRISTÁN : / (Apar. a GARCÍA.) Negar debe de importalla, / por la que está junto della, / ser Lucrecia.

GARCÍA : < (Apar. a TRISTÁN.) Así lo entiendo / que si por mí lo negara, / encubriera ya la cara; / pero no se conociendo, / ¿ se hablaran las dos?

TRISTÁN : < (Apar. a GARCÍA.) Por puntos / suele en las Iglesias verse, / que parlan, sin conocerse, / los que aciertan a estar juntos.

GARCÍA : / (Apar. a TRISTÁN.) Dices bien.

TRISTÁN : < (Apar. a GARCÍA.) Fingiendo agora / que se engañaron tus ojos, / lo enmendarás.

GARCÍA : < Los antojos / de un ardiente amor, señora, / me tienen tan deslumbrado, / que por otra os he tenido; / perdonad, que yerro ha sido / de esa cortina causado. / Que como a la fantasía / fácil engaña el deseo, / cualquiera dama que veo, / se me figura la mía.

JACINTA : / (Ap. Entendíle la intención.)

LUCRECIA : / (Ap. Avisóle la taimada.)

JACINTA : / Según eso, la adorada / es Lucrecia.

GARCÍA : < El corazón, / desde el punto que la vi, / la hizo dueño de mi fe.

JACINTA : / (Apar. a LUCRECIA.) Bueno es esto.

LUCRECIA : < (Ap. ¿ Que ésta esté / haciendo burla de mí? / no me doy por entendida, / por no hacer aquí un exceso.)

JACINTA : / Pues yo pienso, que a estar de eso / cierta, os fuera agradecida / Lucrecia.

GARCÍA : < ¿ Tratáis con ella?

JACINTA : / Trato, y es amiga mía; / tanto que me atrevería / a afirmar que en mí y en ella / vive sólo un corazón.

GARCÍA : / (Ap. Sí eres tú, bien claro está; / ¡qué bien a entender me da / su recato y su intención!) / Pues ya que mi dicha ordena / tan buena ocasión, señora, / pues sois ángel, sed agora / mensajera de mi pena. / Mi firmeza le decid; / y perdonadme si os doy / este oficio.

TRISTÁN : < (Ap. Oficio es hoy / de las mozas en Madrid.)

GARCÍA : / Persuadilda que a tan grande / amor ingrata no sea.

JACINTA : / Hacelde vos que lo crea, / que yo la haré que se ablande.

GARCÍA : / ¿ Por qué no creerá que muero, / pues he visto su beldad?

JACINTA : / Porque, si os digo verdad, / no os tiene por verdadero.

GARCÍA : / Esta es verdad vive Dios.

JACINTA : / Hacelde vos que lo crea; / ¿ qué importa que verdad sea, / si el que la dice sois vos? / Que la boca mentirosa / incurre en tan torpe mengua, / que solamente en su lengua / es la verdad sospechosa.

GARCÍA : / Señora.

JACINTA : < Basta; mirad, / que dais nota.

GARCÍA : < Yo obedezco.

JACINTA : / ¿ Vas contenta?

LUCRECIA : < Yo agradezco, / Jacinta, tu voluntad. (Vanse.)

&&&CISC07,30&&&

GARCÍA : / ¿ No ha estado aguda Lucrecia? / ¡Con qué astucia dio a entender / que le importaba no ser / Lucrecia!

TRISTÁN : < A fe que no es necia.

GARCÍA : / Sin duda que no quería / que la conociese aquella / que estaba hablando con ella.

TRISTÁN : / Claro está que no podía / obligalla otra ocasión / a negar cosa tan clara; / porque a ti no te negara / que te habló por su balcón, / pues ella misma tocó / los puntos de que tratastes, / cuando por él os hablastes.

GARCÍA : / En eso bien me mostró / que de mí no se encubría.

TRISTÁN : / Y por eso dijo aquello: / "y si os vuelven a hablar dello, / seréis casado en Turquía". / Y esta conjetura abona / más claramente el negar / que era Lucrecia, y tratar / luego en tercera persona / de sus propios pensamientos, / diciéndote que sabía / que Lucrecia pagaría / tus amorosos intentos, / con que tú hicieses, señor, / que los llegase a creer.

GARCÍA : / ¿ Ah Tristán, qué puedo hacer, / para acreditar mi amor?

TRISTÁN : / ¿ Tú quieres casarte?

GARCÍA : < Sí.

TRISTÁN : / Pues pídela.

GARCÍA : < ¿ Y si resiste?

TRISTÁN : / Parece que no la oíste / lo que dijo agora aquí: / hacelde vos que lo crea, / que yo la haré que se ablande: / ¿ qué indicio quieres más grande / de que ser tuya desea? / Quien tus papeles recibe, / quien te habla en sus ventanas, / muestras ha dado bien llanas / de la afición con que vive. / El pensar que eres casado / la refrena solamente, / y queda ese inconveniente / con casarte remediado. / Pues es el mismo casarte, / siendo tan gran caballero, / información de soltero: / y cuando quiera obligarte / a que des información, / por el temor con que va / de tus engaños; no está / Salamanca en el Japón.

GARCÍA : / Sí está para quien desea; / que son ya siglos en mí / los instantes.

TRISTÁN : < Pues aquí / ¿ no habrá quien testigo sea?

GARCÍA : / Puede ser.

TRISTÁN : < Es fácil cosa.

GARCÍA : / Al punto los buscaré.

TRISTÁN : / Uno yo te le daré.

GARCÍA : / ¿ Y quién es?

TRISTÁN : < Don Juan de Sosa.

GARCÍA : / ¿ Quién? ¿ don Juan de Sosa?

TRISTÁN : < Sí.

GARCÍA : / Bien lo sabe.

TRISTÁN : < Desde el día / que te habló en la platería / no le he visto, ni él a ti. / Y aunque siempre he deseado / saber qué pesar te dio / el papel que te escribió, / nunca te lo he preguntado / viendo que entonces severo / negaste y descolorido: / mas agora, que ha venido / tan a propósito, quiero / pensar que puedo, señor, / pues secretario me has hecho / del archivo de tu pecho, / y se pasó aquel furor.

GARCÍA : / Yo te lo quiero contar; / que pues sé por experiencia / tu secreto y tu prudencia, / bien te lo puedo fiar. / A las siete de la tarde / me escribió, que me aguardaba / en San Blas don Juan de Sosa / para un caso de importancia. / Callé, por ser desafío; / que quiere el que no lo calla, / que le estorben, o le ayuden: / cobardes acciones ambas. / Llegué al aplazado sitio, / donde don Juan me aguardaba / con su espada y con sus celos, / que son armas de ventaja. / Su sentimiento propuso, / satisfice a su demanda, / y por quedar bien, al fin / desnudamos las espadas. / Elegí mi medio al punto, / y haciéndole una ganancia / por los grados del perfil, / le di una fuerte estocada / Sagrado fue de su vida / un Agnus Dei que llevaba; / que topando en él la punta, / hizo dos partes mi espada. / El sacó pies del gran golpe, / pero con ardiente rabia, / vino, tirando una punta: / mas yo por la parte flaca / cogí su espada, formando / un atajo. El presto saca, / —como la respiración / tan corta línea le tapa, / por faltarle los dos tercios / a mi poco fiel espada— / la suya, corriendo filos, / y como cerca me halla, / porque yo busqué el estrecho, / por la falta de mis armas: / a la cabeza furioso / me tiró una cuchillada; / recibíla en el principio / de su formación y baja, / matándole el movimiento, / sobre la suya mi espada. / Aquí fue Troya, saqué / un revés con tal pujanza / que la falta de mi acero / hizo allí muy poca falta; / que abriéndole en la cabeza / un palmo de cuchillada, / vino sin sentido al suelo, / y aun sospecho que sin alma. / Dejéle así, y con secreto / me vine; esto es lo que pasa; / y de no vale estos días, / Tristán, es ésta la causa.

TRISTÁN : / ¡Qué suceso tan extraño! / ¿ y si murió?

GARCÍA : < Cosa es clara / porque hasta los mismos sesos / esparció por la campaña.

TRISTÁN : / Pobre don Juan; mas ¿ no es éste / que viene aquí?

--CISC08,31--

(Salen don JUAN y don BELTRÁN por otra parte.)

GARCÍA : < Cosa extraña.

TRISTÁN : / ¿ También a mí me la pegas? / ¿ al secretario del alma? / (Ap. por Dios que se lo creí, / con conocelle las mañas: / mas ¿ a quién no engañarán / mentiras también trobadas?)

GARCÍA : / Sin duda que le han curado / por ensalmo.

TRISTÁN : < Cuchillada / que rompió los mismos sesos, / ¿ en tan breve tiempo sana?

GARCÍA : / ¿ Es mucho? ensalmo sé yo, / con que un hombre en Salamanca, / a quien cortaron a cercén / un brazo con media espalda, / volviéndosele a pegar, / en menos de una semana / quedó tan sano y tan bueno / como primero.

TRISTÁN : < Ya escampa.

GARCÍA : / Esto no me lo contaron, / yo lo vi mismo.

TRISTÁN : < Eso basta.

GARCÍA : / De la verdad, por la vida, / no quitaré una palabra.

TRISTÁN : / —¿ Que ninguno se conozca?— / señor, mis servicios paga, / con enseñarme ese ensalmo.

GARCÍA : / Está en dicciones hebraycas, / y si no sabes la lengua, / no has de saber pronunciarlas.

TRISTÁN : / ¿ Y tú sábesla?

GARCÍA : < ¡Qué bueno! / mejor que la castellana; / hablo diez lenguas.

TRISTÁN : < (Ap. Y todas / para mentir no te bastan: / cuerpo de verdades lleno / con razón el tuyo llaman, / pues ninguna sale dél, / ni hay mentira que no salga.)

BELTRÁN : / ¿ Qué decís?

JUAN : < Esto es verdad; / ni caballero ni dama / tiene, si mal no me acuerdo, / de esos nombres Salamanca.

BELTRÁN : / (Ap. Sin duda que fue invención / de García; cosa es clara, / disimular me conviene.) / Goces por edades largas / con una rica encomienda / de la Cruz de Calatrava.

JUAN : / Creed que siempre he de ser / más vuestro, cuanto más valga; / y perdonadme; que ahora / por andar dando las gracias / a esos señores, no os voy / sirviendo hasta vuestra casa. (Vase.)

--CISC09,32--

BELTRÁN : / (Ap. Válgame Dios, ¿ es posible / que a mí no me perdonaran / las costumbres deste mozo? / ¿ que aun a mí en mis propias canas / me mintiese, al mismo tiempo / que riñéndosele estaba? / ¿ y que le creyese yo / en cosa tan de importancia / tan presto, habiendo ya oído / de sus engaños la fama? / Mas ¿ quién creyera que a mí / me mintiera, cuando estaba / reprehendiéndole eso mismo? / y ¿ qué juez se recelara / que el mismo ladrón le robe, / de cuyo castigo trata?)

TRISTÁN : / ¿ Determínaste a llegar?

GARCÍA : / Sí, Tristán.

TRISTÁN : < Pues Dios te valga.

GARCÍA : / Padre.

BELTRÁN : < No me llames padre; / vil, enemigo me llama, / que no tiene sangre mía, / quien no me parece en nada. / quítate de ante mis ojos, / que por Dios, si no mirara.

TRISTÁN : / (Apar. a GARCÍA.) El mar está por el cielo; / mejor ocasión aguarda.

BELTRÁN : / ¿ Cielos, qué castigo es éste? / ¿ es posible que a quien ama / la verdad, como yo, un hijo / de condición tan contraria / le diésedes? ¿ es posible / que quien tanto su honor guarda, / como yo, engrendrase un hijo / de inclinaciones tan bajas? / ¿ y a Gabriel, que honor y vida / daba a mi sangre y mis canas, / llevásedes tan en flor? / cosas son, que a no mirarlas / como cristiano

GARCÍA : < ¿ Qué es esto?

TRISTÁN : / Quítate de aquí; ¿ qué aguardas?

BELTRÁN : / Déjanos solos, Tristán: / pero vuelve, no te vayas. / Por ventura la vergüenza, / de que sepas tú su infamia, / podrá en él lo que no pudo / el respeto de mis canas. / Y cuando ni esta vergüenza / le obligue a enmendar sus faltas: / servirále por lo menos / de castigo el publicallas. / Di, liviano, ¿ qué fin llevas? / Loco, di, ¿ qué gusto sacas / de mentir tan sin recato? / y cuando con todos vayas / tras tu inclinación, ¿ conmigo / siquiera no te enfrenaras? / ¿ Con qué intento el matrimonio / fingiste de Salamanca, / para quitarles también / el crédito a mis palabras? / ¿ Con qué cara hablaré yo, / a los que dije que estabas / con doña Sancha de Herrera / desposado? ¿ con qué cara, / cuando sabiendo que fue / fingida esta doña Sancha, / por cómplices del embuste / infamen mis nobles canas? / ¿ Qué medio tomaré yo, / que saque bien esta mancha, / pues a mejor negociar, / si de mí quiero quitarla / he de ponerla en mi hijo, / y diciendo que la causa / fuiste tú, he de ser yo mismo / pregonero de tu infamia? / Si algún cuidado amoroso / te obligó a que me engañaras, / ¿ qué enemigo te oprimía? / ¿ qué puñal te amenazaba / sino un padre, padre al fin? / que este nombre solo basta / para saber de qué modo / le enternecieron tus ansias. / Un viejo, que fue mancebo, / y sabe bien la pujanza / con que en pechos juveniles / prenden amorosas llamas.

GARCÍA : / Pues si lo sabes, y entonces / para excusarme bastara, / para que mi error perdones, / agora, padre, me valga. / Parecerme que sería / respetar poco tus canas / no obedecerte, pudiendo, / me obligó a que te engañara. / Error fue, no fue delito; / no fue culpa, fue ignorancia, / la causa amor, tú mi padre, / pues tú dices que esto basta. / Y ya que el daño supiste: / escucha la hermosa causa, / porque el mismo dañador / el daño te satisfaga. / Doña Lucrecia, la hija / de don Juan de Luna es alma / desta vida, es principal, / y heredera de su casa. / Y para hacerme dichoso / con su hermosa mano, falta / sólo que tú lo consientas, / y declares que la fama / de ser yo casado tuvo / ese principio, y es falsa.

BELTRÁN : / No, no, Jesús, calla; ¿ en otra / habías de meterme? basta. / dices que ésta es luz, / he de pensar que me engañas.

GARCÍA : / No, señor, lo que a las obras / se remite, es verdad clara; / y Tristán, de quien te fías, / es testigo de mis ansias; / dilo, Tristán.

TRISTÁN : < Sí, Señor, / lo que dice es lo que pasa.

BELTRÁN : / ¿ No te corres desto? di: / ¿ no te avergüenza, que hayas / menester que tu criado / acredite lo que hablas? / Ahora bien, yo quiero hablar / a don Juan; y el cielo haga / que te dé a Lucrecia, que eres / tal, que ella es la engañada. / Mas primero he de informarme / en esto de Salamanca; / que ya temo, que en decirme / que me engañaste, me engañas. / Que aunque la verdad sabía, / antes que a hablarte llegara, / la has hecho ya sospechosa / tú, con sólo confesarla. (Vase.)

GARCÍA : / Bien se ha hecho.

TRISTÁN : < ¿ Y cómo bien? / que yo pensé que hoy probabas / en ti aquel salmo hebreo, / que brazos sana. (Vanse.)

&&&CISC10,33&&&

(Salen don JUAN viejo, y don SANCHO)

JUANVI : / Parece que la noche ha refrescado.

SANCHO : / Señor don Juan de Luna, para el río / este es fresco en mi edad demasiado.

JUANVI : / Mejor será que en este jardín mío / se nos ponga la mesa, y que gocemos / la cena con sazón, templado el frío

SANCHO : / Discreto parecer, noche tendremos / que dar a Manzanares más templada, / que ofenden la salud estos extremos.

JUANVI : / Gozad de vuestra hermosa convidada / (Adentro.) por esta noche en el jardín, Lucrecia.

SANCHO : / Veáisla, quiera Dios, bien empleada, / que es un ángel.

JUANVI : < Demás de que no es necia, / y ser cual veis, don Sancho, tan hermosa, / menos que la virtud la vida precia.

--CISC11,34--

(Sale un CRIADO.)

CRIADO : / Preguntando por vos don Juan de Sosa / a la puerta llegó, y pide licencia.

SANCHO : / ¿ A tal hora?

JUANVI : < Será ocasión forzosa.

SANCHO : / Entre el señor don Juan.

(Sale don JUAN galán con un papel.)

JUAN : < A esa presencia, / sin el papel que veis, nunca llegara; / mas ya con él faltaba la paciencia: / que no quiso el amor que dilatara / la nueva un punto, si alcanzar la gloria / consiste en eso de mi prenda cara: / ya el hábito salió, si en la memoria / la palabra tenéis que me habéis dado, / colmaréis, con cumplirla, mi vitoria.

SANCHO : / Mi fe, señor don Juan, habéis premiado, / con no haber esta nueva tan dichosa / por un momento solo dilatado: / a darla voy a mi Jacinta hermosa; / y perdonad, que por estar desnuda, / no la mando salir. (Vase.)

JUANVI : < Por cierta cosa / tuve siempre el vencer, que el cielo ayuda / la verdad más oculta y premiada; / dilación pudo haber, pero no duda.

--CISC12,35--

(Salen don GARCÍA, don BELTRÁN y TRISTÁN por otra parte.)

BELTRÁN : / Esta no es ocasión acomodada / de hablarle, que hay visita, y una cosa / tan grave a solas ha de ser tratada.

GARCÍA : / Antes nos servirá don Juan de Sosa / en lo de Salamanca por testigo.

BELTRÁN : / ¡Que lo hayáis menester! ¡qué infame cosa! / en tanto que a don Juan de Luna digo / nuestra intención, podréis entretenello.

JUANVI : / Amigo don Beltrán.

BELTRÁN : < Don Juan amigo

JUANVI : / ¿ A tales horas tal exceso?

BELTRÁN : < En ello / conoceréis que estoy enamorado.

JUANVI : / Dichosa la que pudo merecello.

BELTRÁN : / Perdón me habéis de dar, que haber hallado / la puerta abierta, y la amistad que os tengo, / para entrar sin licencia me la han dado.

JUANVI : / Cumplimientos dejad, cuando prevengo / el pecho a la ocasión desta venida.

BELTRÁN : / Quiero deciros pues a lo que vengo.

GARCÍA : / Pudo, señor don Juan, ser oprimida / de algún pecho de invidia emponzoñado / verdad tan clara; pero no vencida, / podéis por Dios creer que me ha alegrado / vuestra vitoria.

JUAN : < De quien sois lo creo.

GARCÍA : / Del hábito gocéis encomendado, / como vos merecéis, y yo deseo.

JUANVI : / Es en eso Lucrecia tan dichosa, / que pienso que es soñado el bien que veo; / con perdón del señor don Juan de Sosa, / oíd una palabra, don García, / que a Lucrecia queréis por vuestra esposa / me ha dicho don Beltrán.

GARCÍA : < El alma mía, / mi dicha, honor y vida está en su mano.

JUANVI : / Yo desde aquí por ella os doy la mía; / (Danse las manos.) que como yo sé en eso lo que gano, / lo sabe ella también, según la he oído / hablar de vos.

GARCÍA : < Por bien tan soberano / los pies, señor don Juan de Luna, os pido.

--CISC13,36--

(Salen don SANCHO, JACINTA y LUCRECIA.)

LUCRECIA : / Al fin tras tantos contrastes / tu dulce esperanza logras.

JACINTA : / Con que tú logres la tuya, / seré del todo dichosa.

JUANVI : / Ella sale con Jacinta, / ajena de tanta gloria, / más de calor descompuesta, / que aderezada de boda: / dejad que albricias le pida / de una nueva tan dichosa.

BELTRÁN : / Acá está don Sancho, mira / en qué vengo a verme agora.

GARCÍA : / Yerros causados de amor, / quien es cuerdo los perdona.

LUCRECIA : / ¿ No es casado en Salamanca?

JUANVI : / Fue invención suya engañosa / procurando que su padre / no le casase con otra.

LUCRECIA : / Siendo así, mi voluntad / es la tuya, y soy dichosa.

SANCHO : / Llegad, ilustres mancebos, / a vuestras alegres novias / que dichosas se confiesan / y os aguardan amorosas.

GARCÍA : / Agora de mis verdades / darán probanza las obras.

&&&CISC14,37&&&

(Vanse don GARCÍA y don JUAN a JACINTA.)

JUAN : / ¿ A dónde vais, don García? / veis allí a Lucrecia hermosa.

GARCÍA : / ¿ Cómo Lucrecia?

BELTRÁN : < ¿ Qué es esto?

GARCÍA : / (A JACINTA.) Vos sois mi dueño, señora.

BELTRÁN : / ¿ Otra tenemos?

GARCÍA : < Si el nombre / erré no erré la persona. / Vos sois, a quien yo he pedido, / y vos, la que el alma adora.

LUCRECIA : / Y este papel, engañoso / (Saca un papel.) que es de vuestra mano propia, / ¿ lo que decís, no desdice?

BELTRÁN : / ¡Que en tal afrenta me pongas!

JUAN : / Dadme, Jacinta, la mano, / y daréis fin a estas cosas.

JACINTA : / Vuestra soy.

GARCÍA : < Perdí mi gloria.

BELTRÁN : / Vive Dios, si no recibes / a Lucrecia por esposa, / que te he de quitar la vida.

JUANVI : / La mano os he dado agora / por Lucrecia, y me la distes, / si vuestra inconstancia loca / os ha mudado tan presto, / yo lavaré mi deshonra / con sangre de vuestras venas.

TRISTÁN : / Tú tienes la culpa toda: / que si al principio dijeras / la verdad, ésta es la hora / que de Jacinta gozabas: / ya no hay remedio, perdona; / y da la mano a Lucrecia, / que también es buena moza.

GARCÍA : / La mano doy pues es fuerza.

TRISTÁN : / Y aquí verás cuán dañosa / es la mentira y verá / el Senado, que en la boca / del que mentir acostumbra, / es la verdad sospechosa.