La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

Robert Hill Long

Incinera esto

Sin fósforos, sin vela,
se baja un interruptor
y el cuerpo se desplaza
a un cuarto en llamas.
Cuando el incinerador
se enfría, te entregan
una urna, cenizas
limpias como sal de roca :
peso fantasma de lo que
fue para levantarte—
madre ensangrentada,
aturdida por la luz
de la sala de parto— tan cercano
mi aliento hizo
que tus párpados se agitaran.
Mi antiguo peso se expandirá
en tus brazos y pecho
entonces : difícil de soportar,
difícil de respirar.
Ese peso es migratorio
y un día se eleva
como los pájaros. Te sentirás
lo suficientemente liviano para ver
donde es esparcida la ceniza
—jardín, río, viento—
ya no importa
lo que no es ceniza
queda al alcance
en cualquier parte cierras
tus ojos abiertos
el momento en que mi último ser
calce en tus manos
como las tuyas calzaron primero en las mías.
Donde la vez de tu nacimiento,
la vez de mi muerte,
se equilibre en nuestra
igualdad de manos.

 

 

 

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