La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

Robert Hill Long

La conspiración

Los chicos camboyanos hablan inglés más rápido,
mejor que cualquier otro chico de la cuadra
y los tres golpean mi puerta por tercera
esperanzada vez desde el mediodía : ¿Está Seth en casa ahora?
No, todavía no. Se van saltando,
descalzos sobre el sendero de baldosas
aunque es noviembre : gansos silvestres la semana pasada,
esta semana los B-52 yendo a casa en Chicopee
en vuelos de entrenamiento tan bajos que veo los dientes de tiburón
pintados bajo sus narices negras de payaso.
Es ir y venir todo el día, esos bombarderos,
regulares como esos chicos, que golpean ahora, para preguntar
¿acaso pueden atacar mi gran pila de hojas ?
Hacia arriba disparan granadas de arce... luego oigo
ruido de mamá, camboyano. Ordenando
a sus chicos que salgan de mis hojas y vayan a casa, probablemente.
En su porche se agacha al rugido
del B-52 : una inclinación ante el viejo terror domesticado
¿de qué? ¿un miedo cortés de que yo llame
a los policías del servicio de bienestar contra el vandalismo camboyano a una
pila de hojas?
A dos chicos ella ya los ha rebautizado
con nombres de santo y mártir —Paul, Christina—,
ya les ha comprado camisetas de béisbol
y los hace ejercitarse en inglés, maneras, destreza
como para despojarlos del odio escolar
que ambos atraerán con sus caras doradas.
Me dejó enseñarles a dar tiros suaves y robar la segunda base,
convertirlos en fantasmas para Halloween, llenos de truco o trato,
pero su folkdance de temor inmigrante
—respingo y reverencia al vecino de la pila de hojas,
empleado de bienestar, piloto de bombardero que bombardeó
su juventud en barro-luna— me hace dar un respingo y hacer una reverencia
en mi pequeño porche, y saludar con la mano para mostrarle que sé
cómo es el baile. Una mano en la puerta,
un pie dentro de la casa donde todas las noches
América se rinde a Cambodia,
ella hace una seña tan disimulada
que casi pierdo la pequeña y rápida sonrisa.
Sonrisa que se traduce como todo bien, tregua,
O.K., hola. Que dice que los chicos pueden quedarse.

 

 

 

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