La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

David Rivard
Bienvenido, miedo

De una cosa estoy contento
la meta de la ilustración significa ser lo suficientemente
estúpido para deslizarse por la puerta
todas las mañanas & vivir. Sin pensarlo dos veces,
sin poses,
sólo esta inclinación & andar indolente
que los expertos denominan esperanza.
Así la gente como yo no puede ser considerada culpable.
En nuestros viajes
nunca nos hemos reído de las calles que pasan,
no somos como aquellas muecas que han
pegado en los costados de cada bus.
¿Pero qué hago, qué se supone que
haga cuando quiero que alguien
me abrase? Cuán fácil es, & inevitable
y supremo & dulce, recordar
cómo te vestías ante el espejo—
en aquellos minutos antes de que una blusa
comenzara a abotonarse,
cuando la luz del sol desde la ventana podía posarse
brevemente sobre tu espalda, & yo comenzaba
tocando suavemente con mi boca tu piel
al igual que el primer remo concebido se sumergió
en un mar inimaginable.
Ahora nada parece correcto. Entre nosotros todo
está ya sea acabado o inacabable.
Cualquier cosa que te escribí alguna vez me llena,
destrozado en muchos pedazos pequeños. Algunas veces
me parece como que aquel espejo que mencioné
se ha perdido, tal vez robado, pero por hombres que he contratado
yo mismo, equivocadamente.
Yo soy mi propia mala influencia.
Muchas cosas han resultado malas.
Y nunca seré lo que tú deseaste que fuera.
Siempre te inclinarás hacia el espejo,
poniéndote lápiz labial, besando el aire,
pero ya que el espejo ha sido abolido,
el beso se recoge en forma de espacio que intenta
besarse a sí mismo. Bueno,
lo trágico puede quedarse solo. Incluso si alguna vez,
en medio de la noche desperté
porque el detector de humo se detuvo, señalando
que sus baterías estaban muriendo. Incluso si es así. Miedo,
como ése: caminar desnudo
por una casa fría, yendo de alarma
en alarma, incapaz de encontrar la correcta. Incluso si es como eso.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Emplazamiento

Supongamos que puedo convencerme a mí mismo de que este
mundo es mi hogar sólo por declarar que
nunca podría ser & luego suponiendo que todos
compartimos ese sentimiento, un vínculo que nos ancla
a cada uno al planeta, incluso aquellos contratados
para poblar esta foto, repartida entre
las páginas veinticuatro y veinticinco, una fiesta
de playa, & la revista perfumada porque
qué otra cosa debería convocarnos a la ilusión
sino el perfume, a la deriva de rostros bronceados
y ferozmente sanos, un resplandor masajeado,
afinado con precisión para los propósitos
implicados por los porches y gabletes Reina Ana,
mujeres con vestidos de noche veraniegos, descalzas,
tacones arrojados sobre masas de zosteras marinas, tallos
ligeramente ondulantes, & dos hombres de smoking
a punto de echar sobre una hoguera maderos arrojados a la playa
mientras que un tercero arrastra el cesto con comida
y vino, la risa de las modelos no oída
pero que retumba sobre las dunas y olas,
risa llena de dicha eflorescente, fácil de envidiar,
y oculto dentro de sus gritos otro estallido
de ellas, más tarde, despojados de ropa, ebrios,
corriendo a la playa hacia una tibia
resaca iluminada de plancton, ya que estos son los mares
de los cuales una vez evolucionamos arrastrándonos
y deslizándonos
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Podría ser

el mismo viento rancio
que sentí en la Bahía Muscungus,
la brisa de agosto erizando
un juguete relleno, la ratona Minnie desaliñada y moviendo la cabeza
que algún pescador de langostas abandonó, atada
del cuello
en una boya corroída por el óxido.
Su frente, panza y brazos marchitos
tatuados con swastikas rudamente dibujadas.
Con sus costuras rotas también,
de modo que siempre que soplaba el tubo de escape
del motor fuera de borda en reposo, ante nuestros ojos
el relleno de algodón se veía como si estuviera lanzando espuma.
Ese aire.
Tal vez porque he olvidado
la lucha entre angustia
y angustia, ese aire
es lo que fluye como un chorro hacia mí hoy día.
Un viento que pone amargo sabor a todo menosprecio de temor, que
barrería
todas nuestras maneras de rechazar el peligro.
Racha cuya amenaza aplastaría nuestros nombres
en sílabas, las sílabas
en letras & las letras
en abeto astillado encendido.
Anoche, mientras un hombre corría
entre la nieve que caía
vestido con un buzo teñido del color de limones maduros,
con un cintillo que hacía juego
lo vi como un copo de nieve
podría— su forma
de animal tallado
descuidadamente de un trozo de pino,
la pulpa más blanca, dulzona del árbol
donde el amor siente sus cortes más profundamente.
Pintadas de un amarillo desconcertante
con una o dos rayas negras, sus piernas se tambaleaban,
los cascos acometieron rápidamente sobre el suelo cubierto
de nieve, deslizándose, la tierra
una bola de suelo lodoso, sujeta por un frágil hilo rojo,
del tipo que se usa para abrir tirando
el envoltorio de un parche curita.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Baby Vallejo

Considera esa noche cuando Myron Stout cerró sus seguros ojos ciegos,
su pálida frente se echó hacia atrás un instante, sonriendo
y moviéndose al compás de un solo de Eric Dolphy, o aquella mañana
en que una nutria marina, habiéndose alimentado, se aseaba en la caleta
abajo de la Bahía Tonales, gris lobo y negro urraca—
las dos veces
fue fácil sentir cómo
cada una dejó su marca en mí.
Tallaron una intensidad en mi felicidad.
Aunque lo mismo se podría decir de mi odio.
Considera el momento en que mi mano se soltó
y no pude impedir que mi primo
golpeara a su mujer. Su marca en forma de
una mano de piedra, despreciable,
pero incluso sus líneas
esculpidas impecablemente, astuta, todavía engatusándome,
incluso ahora, para entrar y considerarlo.
No importa quién las hizo
amo cada una de estas marcas, quien quiera que fuera
susurrándome o gritando cerca de mí.
La nostalgia no tiene nada que ver con eso,
tampoco la soledad o el dolor.
Una y otra vez me meto
dentro de mí mismo para estudiarlas, evitando solamente
aquella marca modelada en junio de 1976,
puesta allí por un rostro preocupado, una voz flemática
que preguntaba por qué un bus debía desviarse a una plaza llena de gente,
un bus escolar, azul, destripado de asientos,
con un soldado al volante. ¿Por qué la desteñida
estrella blanca pintada
en su capó? Dentro, hombres colgados de las muñecas,
desnudos, junto a dos terneros muertos,
dos cadáveres desollados y tiesos
balanceándose en ganchos de carne
mientras el bus avanza.
Fue simplemente un sueño,
y el hombre que lo contaba, un albañil, pakistano, sólo
quería la interpretación menos imposible.
Pero yo nunca respondí,
por ignorancia o indiferencia, alguna superstición del oficio.
Estuve parado junto a él, en silencio, en ese complejo habitacional
donde yo como a bofetadas construía un muro de piedras sin mezcla.
Con las manos grises por las pastas de lechada de cemento seca,
hablaba el inglés conciso, elaborado
que podría haber usado un ex catedrático de lingüística...
pues, en verdad eso es lo que había sido una vez,
eso & una cifra para la política equivocada— sus palabras se filtraban
a través de una tráquea aplastada, una nariz destrozada
durante varias golpizas oficiales de precisa ingeniería.
Basta decir que
la marca tallada dentro de mí por esa voz
es probablemente exquisita, intrincada,
tan grave & sinuosa como las canas
de la barba que cubría sus cicatrices.
Pero no entro a considerarlo.
Porque él sabe por qué
en mis poemas a veces se precipita una quejumbrosa lluvia,
y, sabiendo, rehusa
creer, como yo, que los techos de nuestras casas,
de las chozas & pavellones & centros cívicos,
soportarán el abofeteo de la lluvia,
por qué, en otras palabras,
triste, feliz, exhuberantemente, a menudo es
Rivard contra Rivard.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

Myron Stout, pintor, influyente miembro de la generación de expresionistas
abstractos. Quedó ciego y en la última etapa de su vida residía en
Provincetown, donde lo conoció Rivard.

Eric Dolphy fue un virtuoso del estilo post-bop —clarinete, flauta y saxo alto.
Murió en 1964.

David Rivard
Cambia mis malas maneras

Algunos días mi único deseo es vivir
solo, sin nombre, insondable,
un vagabundo o extranjero desempleado.
Pero ese día se acabó la película.
Me encontré a mí mismo caminando
en Cambridge & en el Common
habían algunos intérpretes de conga, así como los tipos
con xilófonos, pianitos portátiles & panderos.
¿Has visto alguna vez peces saltando
de poza en poza, haciendo saltos mortales?
Las manos de los tamborilleros eran pálidos peces,
como olominas agitando la luz en una bolsa de plástico clara,
tan confusas como niños tambaleando en torno
a las regaderas de césped en el carenado crepúsculo mercurio azulado de
agosto.
¡Agitación de algas! Cabellos sacudidos mientras alguien baila.
Algunos días no es una vida solitaria lo que necesito
sino una que proporcione el lujo
del perdón. Fue un día como ése,
felizmente. Mas allá de la tabaquería,
un chico cantaba su canción acerca de cambiar
mis malas maneras, & rasgueaba
un blues de tres cuerdas, enclavijadas en una radio portátil
junto a él como un galgo ruso.
Y puse mi oído cerca de su hocico,
y —un poco
cauteloso al principio— comencé a escuchar.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Swing de buen ánimo

En las últimas semanas no he rehusado ninguno, ni
un solo sentimiento, ninguno, no he
dejado de inclinarme hacia cada uno por horas,
para hablar enormemente con cada uno por el más mínimo
minuto. ¿Y mis sentimientos no hicieron lo mismo
a cambio? ¿No fue
una traducción tierna & fraternal?
Usaba un sweater que me regaló mi padre, llorando.
Permanecí cerca de los hangares de carga, soñando despierto
con una mujer, su piel, sus pálidos brazos
desnudos. Su piel fría, sorprendente
al comienzo
de la primavera, con su fervoroso estilo.
Tantos sentimientos & como de costumbre a veces
demasiados, & muchas confusiones. Bailé,
como en éxtasis & esperanzado como
una tira cómica, o temeroso, algunas noches
preocupado de que pudiera fracasar.
Pero siempre sonó la alarma,
así que despertaba a tiempo para odiar una bolsa de plástico
cogida en la copa de un álamo—
esta bolsa que rehusó ser rota
por el viento— fue mi ira que combatió la bolsa,
mi resentimiento contra las letras blancas & rojas
Deténgase & Compre, la carne semanal & las aves especiales,
las sobrias fotos de niños sin sospechar
quién había estado perdido o robado.
No pude exceptuarme a mí mismo
o saltarme & actuar negligente,
sino porque olía a abril, abril en Chile,
había peras para saborear de nuevo. En las calles
vi la luz del sol sobre los vidrios ahumados de limusinas,
la rivalidad
de un sol menor con uno más grande, & habían súbitos
chubascos, cuchillos silenciosos, incluso un bombero
vistiendo pieles, su canto,
¿o fue ese canturreo?
Y después de todo eso,
todavía no puedo decirte
quién soy, aunque puedo imaginar su saludo,
y cómo suena
muy parecido a como lo harían estas palabras
si fueran susurradas por dos personas
intercambiándose anillos, antes de volver a la multitud
y, sobre los campos hipotecados, verdes & fangosos,
agitaran saludando sus manos.
a Dean Young
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
C'è un' altra possibilità

Me rehuso aceptar
que el alma al morir
se va consumida
en viento & luz.
Es más probable que haga un arco
atrás hacia el pasado,
ansiosa de tocar
cada rostro & palabra,
tanto venenos como
bendiciones. Y cualquier cosa
que alguna vez pareció enigmática,
un misterio, sin razón,
estará claro. Una larga
y apaciguante mirada
explicará al hombre
en la concentración de Florencia
bajo la tela roja
de la bandera del PCI.
A lo largo de ella, en amarillo, la frase
C'è un' altra possibilità,
flameando, mientras él
nos hablaba, mascullando
algo acerca de encontrarse con
Dante a la noche —un borracho,
o la criatura que "se mordió
a sí mismo como a uno que
las furias lo consumen internamente".
Su dedos, esparavaneados,
encostrados, cerrándose
y abriéndose cuando
fue a observar
la intersección del remo de
un remero con las nubes bañadas
de vioeta & reflejadas al
crepúsculo en el fangoso río.
Una mirada para comprender
sus temores, cada una de
sus confusiones. Y una
para la más rápida & más
engatusadora de tus sonrisas,
al mediodía, en la plaza
afuera de la Santa Croce,
donde comimos.
Una madre arrojaba
cucharadas de migas de pan
sobre la cabeza & hombros
de su pequeño hijo,
y las palomas aperchadas
en lo alto de todas las cornizas
bajaban en picada para congregarse
y arremolinarse alrededor de él.
Sus risas & gritos,
se entenderán también.
¿Y entonces?
Entonces el alma verá
finalmente, cuán inútil
es la sabiduría, & se salvará
renaciendo.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Fado

En algún punto de nuestras vidas, digamos algún lugar
tanto alarmante como sociable, tal vez una saliente
demasiado alta para cualquier retorno,
podríamos tener que esperar
que la salvación descendiera del cielo
como un largo canasto de mimbre sacudiéndose
colgado de un arpeo.
¿Por qué no éste? El nuestro
será un toque
hecho de cuatro —tal vez cinco—
pronombres muy ansiosos.
Así que baja tu vino. ¿Por qué no lo llamamos prueba,
como si para probar el hecho de que tú & yo
nunca llegaremos a ser una criatura
no puede importar & toda expectativa
acaso no es una prueba de vestuario para la muerte?
No necesito nada
ahora. Quiero
todo, cada botón desabrochado
en cada suspiro soñado. Justo ahora es posible
que sea casi igual a un topo,
uno excéntrico
que desea excavar una montaña.
Anhela la inocencia, como todos nosotros.
Mi corazón se siente como una garra sobreusada,
que no la escuchan, compulsiva, fuerte
pero desgastada, inclinada a doler
por llevar días cavando.
Es el topo en mí, casi ciego,
un poco furtivo, encogiéndose de hombros, que enciende
las velas, mis ojos
deslizándose desde el suelo a tu rostro
como uno de los cantores
de Fado, aquellos temblorosos constructores de túneles portugueses,
aquellos incrédulos
que se confunden con sus propias dudas, adeptos
de lo imposible. Ahora,
ponme en peligro, tu boca
en la mía. Y déjame
hacer lo mismo
por ti.
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

David Rivard
Historia tardía

No, no es tan malo ser
la extremidad de una forma de vida, & incluso cuando se
ha terminado para siempre, cuando los ríos del planeta
se hacen lentos hasta detenerse & somos erradicados
junto con nuestra jerarquía de avispa dorada, conquistador & empleado,
todavía no se habrá acabado. Nuestro exterminio
nos permitirá sobrevivir a nosotros mismos,
pero cambiados en nuestras maneras, humildes, menos hoscos, estimulados
como el polvo arrastrado por un viento que se eleva.
Cada uno de nosotros un patinador
que se desliza por un corredor de viento & copos de nieve
sin soledad o temor.
Pienso que nos comunicaremos los unos a los otros
del mismo modo que en una brillante cocina los domingos
la parte trasera de un pijamas roto y desarreglado
envía un mensaje simplemente aferrándose
a un muslo, tranquilamente
pero con una furtiva impunidad.
La duda se derrotará a sí misma,
perfectamente consciente de su propia debilidad.
Todos los tratados serán respetados, los acuerdos de la historia,
todas las fragancias rememoradas —de grasa de eje,
de mandarinas— el golpeteo de las velas en el Nilo
será rememorado & cantado,
mientras nuestras caras en los espejos de innumerables cuartos de baños
ya no asomarán para obsesionarnos.
Pero la tristeza no cambiará.
para que así nos podamos reconocer los unos a los otros.
a Michael McGuire
Traducción ©1997 Oscar E. Aguilera F.
Con permiso del autor y Graywolf Press
Copyright 1996 by David Rivard.
Translations from poems in WISE POISON
printed with permission by
Graywolf Press, Saint Paul, Minnesota.

 

 

 

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