UNA VEZ ESCRIBI (LINE, 1989 [1]) QUE no había
nada que las bibliotecas nacionales hicieran que no se pudiera
hacer de otra manera o por otras entidades, y que no se hiciera
así en algún otro país. Esto es válido aún con las funciones más
básicas. El depósito y la preservación de las publicaciones nacionales
puede distribuirse entre varias bibliotecas, donde se pueden consultar,
y la producción de bibliografía nacional (que algunos países no
tienen) podría estar a cargo del sector privado o hacerse en colaboración
con otras bibliotecas. La gran duda era si la manera más costo-efectiva
de llevar a cabo las funciones nacionales necesarias era a través
de la biblioteca nacional.
Tendencias y problemas actuales
Desde entonces, muchas bibliotecas nacionales
decayeron sencillamente porque los gobiernos les cortaron los
fondos: mejoraron su eficiencia, pero eso no les permitió mantener
sus programas de adquisición o servicios. Hoy la Biblioteca
del Congreso es la única biblioteca nacional que tiene como
objetivo contar con una colección global. Esto no significa
que muchos países todavía no intenten asegurarse de contar con
una tenten asegurarse de contar con una colección de publicaciones
del mundo medianamente exhaustiva. Varios han probado programas
cooperativos de adquisición, que de hecho nunca tuvieron éxito
por varias razones, entre ellas logísticas. Otros trabajaron
en base al principio más sensato de que sus bibliotecas deben
lograr, en forma conjunta, un amplio grado de exhaustividad.
En Australia, las bibliotecas nacionales hicieron de la necesidad
una virtud y anunciaron públicamente la Colección Nacional Distribuida
(Henty, 1995 [2]). Su política
que apunta a coleccionar todas las publicaciones nacionales
impresas sigue intacta, pero le resultó muy difícil incorporar
otras formas de publicación, como el material que sólo está
disponible en línea.
Este último es un claro ejemplo de una
de las funciones de la biblioteca nacional que está siendo amenazada
por la tecnología de la información (TI). La TI está cambiando
el concepto total de publicación. La Web contiene, además de
artículos de investigación, una inmensa cantidad de cosas insustanciales
y también debates formales como los que antes se podrían haber
visto en la prensa. De hecho, la Web permite que prosperen nuevas
formas de comunicación. Si una biblas de comunicación. Si una
biblioteca nacional sólo coleccionara material impreso, en unos
años tendría un registro muy incompleto de las publicaciones
del país. Factores similares se aplican para el material no
bibliográfico, que no todas las bibliotecas nacionales reunían
en el pasado: una colección que se limita a las formas tangibles
pierde una parte creciente del material. Aún cuando la ley de
depósito legal incluya todo lo publicado, como en Noruega, los
problemas para instrumentarla son casi insuperables y la presión
de reunir todo el material es insoportable. Otro problema es
que la globalización afecta a la publicación como a casi todo
lo demás, así que muchas veces es difícil saber qué se publica
en un determinado país.
Este mismo factor de globalización es
uno de los tantos que están comenzando a hacer que las bibliografías
nacionales sean irrelevantes. De todos modos, la mayoría están
muy incompletas porque sólo contienen libros y ¿quién quiere
una lista de las obras editadas en un país en lugar de información
sobre las obras que a uno le interesan y que están en un idioma
comprensible? No obstante, hay que diferenciar las bibliografías
nacionales del control bibliográacionales del control bibliográfico
nacional, que es la única manera de garantizar una cobertura
mundial de gran amplitud.
Globalización
Asimismo, la globalización hace que no
sea tan necesario contar con colecciones de todo el mundo, ni
siquiera del material impreso, ya sea selectivo o extenso, concentrado
o distribuido (Line, 1996 [3]). Los artículos
de revistas se pueden fotocopiar o digitalizar y su distribución
puede ser casi tan rápida (muchas veces más rápida) desde el
exterior como desde el país de residencia del solicitante. Con
los libros nunca va a pasar lo mismo, pero el acceso internacional
está mejorando año tras año porque hay catálogos en línea de
muchas más bibliotecas relevantes y porque las bibliotecas se
toman más seriamente la obligación de suministrar a otras los
libros que le pertenecen. Esto debilita otra función de las
bibliotecas nacionales: la construcción de listas colectivas
(que pueden armarse fácilmente desde registros automatizados)
y el suministro real de publicaciones, si bien la Biblioteca
Británica es la única que cumple esta última función en gran
escala.
Amenazas y oportunidades
menazas y oportunidades
Todas las bibliotecas se ven afectadas
por la tecnología de la información, que plantea amenazas
-como la de ser dejadas de lado en favor del acceso directo-
y al mismo tiempo oportunidades. La amenaza final es dejar de
existir, que para algunos es una perspectiva real: en el caso
de las bibliotecas públicas, porque hay otras prioridades de
financiamiento y otras oportunidades de instrucción y entretenimiento,
y en el caso de las bibliotecas académicas, porque los estudiantes
e investigadores pronto van a conseguir todo en línea. Me pregunto
si alguien que sabe de estos temas y que los analizó bien cree
realmente en la inminente desaparición de las bibliotecas. Hay
quienes están seguros de su transfiguración como una nueva clase
de organización. Otros ven la posibilidad de un cambio gradual,
con algunas actividades nuevas y otras que desaparecen. La última
oportunidad es la transformación (en vez de transfiguración)
en proveedores de información y en centros de almacenamiento
de información, a fin de llegar a una cantidad y variedad más
amplia de usuarios en muchas formas distintas y cumplir un rol
interactivo al intercambiarse la información. Las políticas
y las prácticas (no siempre las mismas) gubernamentales, la
gente -bmismas) gubernamentales, la gente -bibliotecarios y
usuarios- y los eventos fortuitos determinarán, en todo caso,
el futuro de las bibliotecas.
La bibliotecas nacionales también enfrentan
amenazas y oportunidades. Las primeras provienen no sólo de
los gobiernos, sino de otras bibliotecas y del sector privado
de la información, que pueden usar la TI para hacer lo que las
bibliotecas nacionales hacen en la actualidad. En general las
bibliotecas nacionales, como todas las organizaciones nacionales
importantes, atraen muchas críticas (para no decir agravios).
Las causas difieren de un país a otro pero son, entre otras,
rencor por su patrimonio, temor a su dominación, impaciencia
por su burocracia, desprecio por su ineficiencia e irritación
por su arrogancia o frialdad. El hecho de que estos aspectos
habitualmente sean exagerados y a menudo explicables no modifica
esta actitud crítica, que en ocasiones está acompañada por un
deseo expreso de verlas mejorar. En definitiva, la TI brinda
a las bibliotecas comunes la oportunidad de unirse para competir
con la biblioteca nacional, coleccionando y registrando material,
ofreciendo acceso a los registros bibliográficos a los usuarios
y a otras bibliotecas y entregando material. Algunas bibliotecas
nacionales ampliaron sus actividades en el período de posguerra.
Es en el período de posguerra. Estas actividades extra, como
los servicios comerciales de información, son las más vulnerables,
porque si dan ganancias son un blanco para el sector privado
y si dan pérdidas (que son la gran mayoría si se toman en cuenta
todos los costos) quizá no puedan afrontarse. De modo que podemos
ver bibliotecas nacionales expansionistas que deben reducirse
y volver a los servicios básicos (Line, 1995 [4]).
Sin duda, las bibliotecas nacionales
tienen oportunidades para aprovechar y muchas lo están haciendo
(Cornish, 1992 [5]),
pero suelen ser otros los que más sacan provecho. Las que son
más o menos especiales se basan en la explotación de las colecciones
y las que explotan las bibliotecas públicas y académicas -como
ofrecer servicios personales a un grupo establecido de usuarios-,
no están disponibles para las bibliotecas nacionales.
Funciones exclusivas de las bibliotecas
nacionales
Sin embargo, las buenas bibliotecas nacionales
hacen cosas que no pueden hacer las bibliotecas comunes en conjunto
o el sector privado de información. Una es ofrecer en consulta
una colección de material, actual o antiguo, de todo el mundo.
Otra es que las adquisiciones son m&aacut que las adquisiciones
son más frecuentes y el servicio más veloz, y no hay acceso
a recursos remotos que pueda sustituir por completo esta función,
que es especialmente valiosa para los estudiantes de humanidades.
Asimismo, las colecciones distribuidas de ejemplares entregados
a las bibliotecas conforme al requisito legal de propiedad intelectual
no reemplazan a las colecciones centralizadas, porque los límites
entre materias y formatos de material son irrelevantes
para los usuarios, aún cuando no sean antiguos o artificiales.
Se podría argumentar que las colecciones casi globales de publicaciones
nacionales están pasando a ser tan irrelevantes como las bibliografías
nacionales en época de globalización, pero representan una parte
importante del patrimonio del país y, a menos que en algún futuro
inconcebiblemente remoto las naciones sean obsoletas, persistirá
su importancia simbólica y valor real.
Gran Bretaña tiene un elemento único
en su biblioteca nacional: el Centro de Suministro de Documentos
de la Biblioteca Británica. No hay duda de que en la actualidad
no se lo crearía, pero el hecho es que la demanda por sus servicios
en el Reino Unido y el exterior es enorme y sigue en aumento.
¿Es un fenómeno temporal por el crecimiento de la literatuoral
por el crecimiento de la literatura y los recortes simultáneos
de los presupuestos bibliotecarios? De ser así, ¿va a ser pronto
contrarrestado por un cambio masivo hacia las publicaciones
electrónicas? Nadie se atreve a predecir en forma precisa qué
va a pasar con las revistas y los libros publicados. Sin embargo,
es muy probable que la mayoría de los libros se mantengan igual
y que las revistas académicas se clasifiquen en tres categorías:
impresas, impresas y en línea, y en línea, quizás en proporciones
casi iguales. De ser así, contar con una vasta colección de
publicaciones periódicas, actas de congresos, informes y libros
para suministrar a otras bibliotecas seguiría siendo muy útil,
no sólo para el Reino Unido sino para todo el mundo. Simplificando
más el caso, si la demanda que tiene la Biblioteca Británica
en el Reino Unido se distribuyera entre las primeras 30 bibliotecas
académicas y si se excluyeran los ítems que no tienen, cada
una tendría un promedio de 60.000 pedidos más por año. En el
Reino Unido no se podrían hacer cantidades muy grandes de pedidos,
y muchos no serían en absoluto factibles. No es fácil imaginar
este panorama, y va a pasar mucho tiempo antes de que la tecnología
de la información lo modifia de la información lo modifique.
La bibliotecas nacionales sí tienen
futuro
Siempre es útil preguntar, "¿Si no tuviéramos
tal cosa, la inventaríamos?" Desde un punto de vista estrictamente
utilitario, tal vez ahora no inventaríamos bibliotecas nacionales
monumentales. Encontraríamos otras maneras más económicas, si
bien menos efectivas, de llevar a cabo las funciones nacionales.
Pero no empezamos de cero: las grandes bibliotecas nacionales
existen y es casi inconcebible, por razones de costo y logística,
dividirlas y distribuir sus recursos entre otras bibliotecas.
En segundo lugar, el orgullo nacional es un factor importante,
aunque no siempre es bueno porque se han hecho cosas terribles
en su nombre. Pero las bibliotecas nacionales son, en el peor
de los casos, inofensivas y, en el mejor de los casos, las que
más aportan a la civilización: una buena biblioteca nacional
es una fuente legítima de orgullo nacional. Por otra parte,
en la era de la electrónica, es difícil explicar la construcción
de enormes edificios para las bibliotecas nacionales en estos
últimos años, como los de Dinamarca, Estonia, Francia y el Reino
Unido (Melot, 1996 [6]).
Por razones como estas, las b="#FFFFFF">Por
razones como estas, las bibliotecas seguirán existiendo, y no
es preciso que lo hagan simplemente como sombras de lo
que fueron siempre y cuando las que poseen colecciones globales
puedan mantener programas extensos de adquisición y las que
se limitan a tener colecciones nacionales puedan hacerlo en
forma efectiva. En cualquiera de estos dos casos, el archivo
selectivo de las publicaciones electrónicas es esencial. Más
allá de construir, mantener y preservar colecciones para explotarlas,
el gran tema es hasta dónde van a llegar. Sin duda, las mejores
bibliotecas nacionales continuarán explorando posibilidades.
Referencias
[1] Line, M.B. (1989) National
Library and Information Needs: Alternative Means of Fulfilment,
with Special Reference to the Role of National Libraries, UNESCO,
París.
[2] Henty, M. (1995) Resource
sharing ideals and realities: the case of Australia's distributed
national collection. Advances in Collection Development and
Sharing, 1, 139-152.
[3] Line, M.B. (1996) National
self-sufficiency in an electronic age, in Electronic Documents
and Information: from Preservation to Access. 18th International
Essen Symposium...1995 (Helal, A. and Weiss, J., Eds),..1995
(Helal, A. and Weiss, J., Eds), Universitatsbibliothek Essen,
Essen, pp.170-192.
[4] Line, M.B. ( 1995)
Back to basics for national libraries? (Editorial.) Alexandria,
7(1), 1-2.
[5] Cornish, G.P. (1992)
The Changing Role of the National Library in the New Information
Environment. Alexandria, 4(2), 125-141.
[6] Melot, M., Ed. (1996)
Nouvelles Alexandries: les Grands Chantiers de Bibliotheques
dans le Monde. Editions du Cercle de la Librairie, Paris.
Detalles sobre el autor
Maurice Line fue Director General de
la Biblioteca Británica y actualmente se desempeña como consultor
freelance.
http://www.ariadne.ac.uk/issue13/main/
Traducido con la correspondiente autorización
del autor.
Departamento de Informática y Sistemas.
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