Difusión
de los procesos infecciosos.
La cavidad bucal no debe considerarse como una entidad aislada, ya que a partir de las piezas dentarias, que son las más susceptibles a infectarse, por medio de las caries y de ahí pasar al resto de los tejidos blandos, en donde se instauran y comienzan a viajar.
Ahora vamos a ver las posibles vías
de difusión del proceso infeccioso, cada día se ve menos, ya que se realizan
procedimientos antibióticos en etapas más tempranas de la difusión de estos
procesos. En personas del campo, en donde tardan en consultar se pueden
presentar estos procesos. Estos caminos que puede seguir el proceso infeccioso
pueden depender del origen y del tratamiento que se realice. Si la infección
comienza de la pieza dentaria, con la posterior infección de la pulpa y ésta se
necrosa, este proceso tiende a salir de la pieza dentaria, ¿ hacia dónde se
dirige? Puede ser hacia el periápice de esa pieza dentaria y ahí se va a
empezar a destruir hueso. Si la pieza dentaria se encuentra en el maxilar el
proceso infeccioso puede salir hacia vestibular o palatino, también y
dependiendo si la pieza es posterior se podrá dirigir al seno maxilar, y si la
pieza dentaria es anterior se podría dirigir hacia las fosas nasales. En el
maxilar inferior el proceso puede salir por vestibular o lingual. Dependiendo
de las inserciones musculares el proceso infeccioso en el maxilar o mandíbula
pueden quedar circunscritos dentro de la cavidad bucal y originar un absceso
submucoso o salir inmediatamente de la cavidad bucal y expresarse como un
absceso subcutáneo.
El proceso que se encuentra en el
hueso, comienza a destruir tejido y a colectarse líquido de esta destrucción,
comienza a acumularse y a ejercer presión, ¿hacia dónde va a salir? Hacia el
lado que ofrezca menos resistencia. Por lo tanto, es necesario considerar la
calidad del tejido oseo tanto del maxilar como de la mandíbula, así por
ejemplo, en caso de una vía hacia el paladar, considerando el tipo de tejido
oseo que forma el paladar duro, en donde existe una tabla delgada y porosa en
el maxilar, en cambio en la palatina hay una tabla gruesa con una gran
corticalización, por lo tanto, si yo mido en el maxilar la tabla vestibular o palatina , es obvio
que la tabla vestibular ofrece una menor resistencia, puesto que el sector
palatino va a presentar una gran corticalización que va a servir de barrera
para que este proceso no siga avanzando y salga hacia palatino.
La raíz palatina del primer molar
superior es la que diverge más de todos los molares, y diverge justamente hacia
palatino, y por otro lado, los laterales superiores tienen su raíz inclinada
hacia palatino en relación a las otras piezas dentarias. De manera que de todas
las piezas dentarias del maxilar superior, el 1er molar y los laterales
superiores son las piezas que tienen mayor probabilidad de dar un absceso hacia
el paladar, puesto que hay menor cantidad de hueso, por la disposición de la
raíz entre el periápice y la tabla palatina, pero de todas maneras existe la
corticalización en el paladar. Por lo general, los abscesos y las fístulas
tienden a salir por vestibular porque la tabla es más delgada y porosa, pero en
el caso de estas dos piezas dentarias es principalmente hacia palatino. En
casos en donde existe un paladar ojival y profundo, la cantidad de tejido oseo
que va a existir entre estas piezas dentarias y el paladar va a ser menor. Por
lo tanto, en este paladar ojival sería más frecuente un absceso palatino.
A nivel mandibular, la mandíbula es
muy corticalizada y presenta un tejido oseo esponjoso central, salvo en el
sector anterior en donde la tabla lingual es muy corticalizada, pero la tabla
vestibular es muy delgada. Por lo tanto, en el sector anterior mandibular se
comporta igual que en el maxilar, así el proceso quiere exteriorizarse hacia
vestibular, pero de los premolares hacia atrás comienza a haber
corticalización, dada por las líneas oblicuas. Por lo tanto, los procesos en la
mandíbula viajan primero dentro de ella, antes de fistulizarse atravesando la
cortical. Es más frecuente encontrar fístulas en el maxilar que en la
mandíbula, ya que en la mandíbula tiene una mayor corticalización a nivel
posterior. Muchas veces ve uno la pieza “nadando” en pus, con gran movilidad y
si uno presiona comienza a salir pus a nivel crevicular, aprovechando el sector
medio condensado, que en este caso sería el ligamento periodontal.
Si uno mira las tablas y la posición
de las piezas dentarias en la mandíbula, el proceso alveolar pasa por dentro de
las ramas, la tabla lingual a nivel de los molares es mucho más delgada que la
vestibular de manera que sería más frecuente ver fístulas a nivel lingual, que
a nivel vestibular.
Si en una pieza dentaria superior
tenemos un proceso infeccioso y sale al exterior, entonces hay que tener en
cuente la posición de los músculos que encierran este vestíbulo bucal, puesto
que va a estar en relación del largo de
la raíz en vestibular de estas piezas y si es que logran sobrepasar la
inserción muscular en el sector posterior, en este caso del músculo buccinador,
que se inserta en la apófisis alveolar justo a nivel de los molares, y a nivel
mandibular en la línea oblicua externa, ahí el vestíbulo esta completamente
cerrado por este músculo buccinador en el sector de los molares y dependerá de
la relación con las piezas dentarias, del largo de ellas, que este proceso
pueda pasar directamente hacia el tejido celular subcutáneo de la región
geniana o lo haga hacia el vestíbulo bucal, quedando limitado en la cavidad
bucal, este hecho no significa que el proceso no pueda traspasar los músculos y
caer en la región geniana.
La mayoría de estos procesos se exteriorizan por el vestíbulo, ahora en el vestíbulo superior existe un corredor que se encuentra limitado por la inserción del buccinador por arriba, por el maxilar por medial y por abajo por la flexión del vestíbulo de la mucosa y esto es lo que llamamos canal buccinato-maxilar, en donde el proceso va a caer en este espacio y va a ir separando la mucosa del hueso, teniendo la posibilidad de extenderse a lo largo del fondo vestibular. Existen diferencias entre el maxilar y la mandíbula, puesto que en el maxilar el fondo del vestíbulo se encuentra completamente cerrado por musculatura, existiendo una barrera muscular a lo largo de todo el arco alveolar, que está dado, partiendo de la línea media por el músculo mirtiforme, por el fascículo incisivo del orbicular superior, por el músculo canino que con sus fibras más inferiores queda en el espesor del frenillo lateral, limitando al vestíbulo en ese punto y por detrás del canino comienzan las inserciones óseas del músculo buccinador. Por lo tanto, existe una barrera muscular para este proceso que cayó en el vestíbulo bucal y que ahora esta tratando de salir hacia alguna parte y esto dado por los músculos que se insertan en todo lo largo de este sector. Qué pasa en la mandíbula, en la línea media se encuentra el músculo borla, lateral a ella el fascículo incisivo del orbicular inferior y después se ve cruzando al buccinador, que es el otro elemento muscular que se inserta en la línea oblicua. El músculo triangular se inserta en el borde basilar, no en la línea oblicua externa sino que cerca del borde, por lo tanto, no limitan el fondo del vestíbulo, ya que se encuentran más abajo. A nivel mentoniano no se limita el fondo del vestíbulo y este espacio sería el triángulo equilátero de Chompre, para describir el famoso absceso migratorio de Chompre, que es un absceso que parte de la cavidad bucal, en el sector de los malares, pero que se exterioriza en este sector hacía el tejido subcutáneo, siguiendo el canal buccinato-mandibular y viajando hacía adelante, se le van a acabar las inserciones del buccinador y va a caer en el subcutáneo. Todos estos procesos puede comprometer regiones inferiores tales como tórax y en caso de perimandibulares pueden comprometer a las regiones superficiales y profundas del cuello y desde el compartimento sublingual las zonas perifaríngeas. Resumiendo tenemos un vestíbulo superior completamente cerrado y en mandíbula parcialmente cerrado, lo que genera diferencias significativas en la dirección del proceso infeccioso.
Ahora, si el proceso infeccioso
traspasa las inserciones musculares y llega al tejido subcutáneo de las
regiones genianas, en donde también existen músculos, arterias y venas
faciales, nódulos, el ducto parotídeo que atraviesa el buccinador. Hay que
recordar que existe grasa o tejido celular subcutáneo que se encuentra
alrededor de todas estas estructuras, el cual por tener una mala irrigación es
el que se infecta con mayor facilidad y va a llevar al proceso infeccioso a
otras partes, por otro lado, hay que tener en cuenta que en nuestro organismo
no existen espacios vacíos, ya que todos éstos están llenos de grasa. Por otro
lado, los vasos y nervios tienen una cubierta conjuntiva, y es esta cubierta la
que se va a infectar en caso de que el proceso se propague. Por lo tanto, es el
tejido conjuntivo de éstos espacios el que dirige la vía de un proceso a otro.
En la región geniana a parte de éste tejido, existe la bola adiposa de Bichat,
entre buccinador por medial, el temporal y el masetero por fuera de la rama
mandibular, ahora esta bola se continúa con el tejido celular de otras
regiones, como por ejemplo a la región temporal ascendiendo contra la gravedad,
porque va infiltrando al tejido celular.
Existe una comunicación entre la
región temporal y zigomática por el hiato zigómato-temporal, quien atraviesa
éste hiato del músculo temporal envuelto por el tejido celular. Ahora, desde la
fosa zigomática podemos llegar al endocráneo por el agujero oval, a medial
hacía la fosa ptérigo-palato-maxilar, hacía adelante con la órbita a través de
la hendidura esfenomaxilar, todas estas zonas pueden potencialmente ser
ocupadas por éste proceso infeccioso en profundidad. Otros espacios también
ocupados son el espacio ptérigo-faríngeo y ptérigo-mandibular, en donde ya
estamos comprometiendo la faringe, en el espacio perifaríngeo, que conforma el
compartimento visceral del cuello, que relaciona la faringe, el esófago y la
traquea, éste puede terminar en el tórax y más precisamente en el mediastino
posterior, debido a que no existe ningún tabique bifrontal que cierre.
Por otro lado el espacio geniano con
la bola de Bichat comunica el espacio zigomático a través del hiato
zigomato-geniano, que está entre el temporal por fuera de la rama mandibular y
por dentro del buccinador, también se puede comprometer el paquete
vásculo-nervioso del cuello y comprometer la faringe, el esófago y el tórax. Es
muy complicado si el proceso infeccioso se encuentra en la faringe, ya que puede
dirigirse al tórax por gravedad.
En la mandíbula si el proceso cae
lingual y dependiendo de la altura en donde comience el proceso puede caer al
compartimento sublingual o directamente al submandibular, dependiendo de la
inserción del milohioídeo (línea milohioídea) como de la dirección de los
ápices dentarios, pero éste músculo no es horizontal, es oblicuo tanto hacía el
hioides como en sentido anteroposterior, de manera que en sector posterior la
mucosa del compartimento sublingual se refleja justo sobre la inserción del
milohioídeo a éste nivel. Y una pieza dentaria en éste sector, sus raíces van a
quedar sobrepasando hacía caudal la inserción de éste músculo milohioídeo. Si
ven una cara interna de mandíbula, ahí se inserta el milohioídeo, el cual tiene
que pasar por un plano por debajo de la geni y hacía arriba se refleja justo
por la línea oblicua interna, en donde se relaciona con las piezas dentarias
por su longitud radicular, de manera que si uno avanza hacía adelante y si
tengo un proceso que quiere salir a lingual, mientras más adelante vaya se va a
localizar en el sublingual, que en el posterior que puede caer directamente al
submandibular por la inserción de éste músculo. Por lo tanto, el proceso
infeccioso en segundos y terceros molares es más probable que nos de un absceso
submandibular. Desde estos espacios (sublingual y submandibular) se pueden
dirigir a la fosa zigomática, tanto ptérigomandibular como ptérigofaringea, por
medio del tejido conjuntivo que comunica estos espacios.
Ahora, la arteria y vena facial
pasan por un par de agujeros en el hioides hacía ese compartimento sublingual.
En el compartimento sublingual, si se hace una incisión de la mucosa sin llegar
al periostio, se encuentra tejido conjuntivo que envuelve y separa los elementos
de éste sector, y que es el mismo tejido que comunica o se continúa con el
tejido conjuntivo de las regiones más profundas, pasando hacía atrás por ese
hiato submandibular. Ahora, si el músculo milohioídeo que generalmente se lo
considera grueso (un diafragma que separa boca de cuello), pero no todos los
milohioídeas son así, algunos pueden ser fasciculados y que dejan espacios
entre sí y éste espacio comunica directamente la región submandibular, a través
del tejido conjuntivo sublingual que lo comunica con el submandibular. Es a
través del músculo milohioídeo y no dándole la vuelta por detrás por el
submandibular. Estos sectores que se comunican por delante con el sublingual y
submandibular se encuentran a 1 cm de distancia de los vasos más importantes del
cuello. Ahora que pasa en casos de pericoronaritis aguda de molares y que éste
comienza a inflamar la mucosa de éste flanco lingual, involucrando el pilar
anterior del velo del paladar y la fosa
amigdaliana posterior, el proceso va entre la mucosa y los músculos que están
cerrando este sector y que son el buccinador, hacía atrás con el constrictor de
la faringe y a través de este pilar la infección puede dirigirse hacía la base
de la lengua, la acumulación de pus en la base de la lengua va a ocluir la vía
aérea, esto es lo que se llama la angina de Ludwig. Si el proceso infeccioso se
va hacía atrás puede formar un absceso periamigdaliano.
“Menos mal que existen antibióticos
o sino los medios condoros que nos mandaríamos”.
Sicher colocó líquidos de contraste
en los espacios y veía lo que pasaba en radiografías, por ejemplo inyectó en el
sublingual y vio que aparecía también en el submandibular, determinó que estos
espacios se comunicaban entre sí, pero estaban cerrados a los otros espacios, y
lo llamó espacio submáxilo-lingual, ahora se sabe que estos compartimentos no
están cerrados y que se comunican con otros espacios.