José Martí

 

Adúltera


Personajes
GROSSERMANN, (hombre alto), el marido
GUTTERMANN, (hombre bueno), el amigo
POSSERMANN, (hombre vil), el amante
FLEISCH, (fleisch: carne), la mujer

Época-Siglo XVII

Marido... 40 años - Amante... 25 años
Amigo... 30 años - Mujer... 25 años

Trajes, severos y lujosos

Acto 1º
Decoración cerrada, cuatro puertas laterales y una al foro, a la
izquierda en primer término mesa, sillón y taburetes; alfombra.

ESCENA 1ª
GROSSERMANN (solo)
GROS. ¡Paz de un momento, grata felicidad de ser amado, bien
venidas seáis a mí!-Es el hombre en la tierra dueño de sí mismo, y
es-sin embargo-su mayor trabajo serlo, que el hombre es el mayor
obstáculo del hombre.-Y desde que lo fui, desde que empeñé esta
lucha que dura en esta tierra toda la vida y ¡quién sabe cuantas
vidas en otras!-nunca creí en la paz, ni en el contento, ni en más
felicidad que este íntimo regocijo que produce ver felices a los
otros.
Sufrir para mí no era sufrir: era ensancharme, ser, crecer. Y
desde que la amo, creo ya en la felicidad de una hora, porque a su
lado me olvido de todas las miserias, y-en la tierra-la única
felicidad posible es el olvido de la Tierra.
Cuerpo y alma son ciertamente encarnizados contrarios. No es
amor estúpido de cuerpo lo que brota de mí para María:-es que el ser
humano no está completo en el hombre: es que la mujer lo completa:
es que esta indomable vida de mi espíritu necesitaba para no caer
vencida-resignación y ternura, abnegación y luz porque-si la luz se
perdiera, hallaríasela de nuevo encendida en el alma de una mujer.
(Corriendo al encuentro de Guttermann, que entra por la puerta del
fondo.) ¡Oh, amigo, en hora buena llegas!-Complacíame ahora de
venturas mías: no estaban todas juntas si no te tenía cerca de mí.

ESCENA 2ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GUT. Fuérame dado venir contento como tú.-
GROS. Ley parece que no nazca una alegría sin que nazca al mismo
tiempo un pesar-mas ¿qué tienes? ¿Te han llegado malas nuevas de tu
hermana?
GUT. (¡Mi hermana!) No, Grossermann, no: pero tiene afligida a
la ciudad la desgracia de Frank.-
GROS. Pues ¿qué le ha pasado a Frank?
GUT. ¿Recuerdas tú que amaba con pasión a su mujer?
GROS. Y ¿lo ha engañado?
GUT. Engañado, amigo, a él-hombre noble y generoso-con el amor
del joven Alfred, vano y necio.
GROS. Y ¿ha podido hallar esa malvada hombre superior a Frank?
GUT. Ciegas son del alma las mujeres que engañan a sus maridos:
no podía ella ver alma tan alta como aquélla.-
GROS. Y ¿lo supo Frank?
GUT. Vive ya en otro mundo el que le robó el cariño de su
mujer.-
GROS. ¿Lo ha matado?
GUT. Hallólos al volver a su casa en plática de amor.
GROS. ¿La mató a ella?
GUT. No:-¿qué hombre mata a una mujer? Pero no fueron más
rápidos sus ojos en mirar que sus manos en herir. Lo vio, vio sus
labios en las manos de su mujer, vio los labios de la mujer sobre su
frente, y los del hombre no volvieron a abrirse más:-Allí quedaron
fríos: ¡allí oprimió la cabeza del cadáver contra la mano que
besaba, y la sacudió sin levantarla con furia que debió darle el
infierno! ¡Horrible fue, en verdad, aquel beso tremendo de
despedida!
GROS. (Ya preocupado.) No de otra manera deben quedar siempre
ahogados los besos criminales.-Duéleme mucho, duéleme como mi mismo
dolor esta desgracia de Frank.-No tienes tú mujer. No sabes tú con
qué cariño tan receloso se la ama, qué avaro se llega a ser de todos
sus momentos, cómo este afecto-que entró en nuestro corazón a la par
que otros afectos,-crece y se desarrolla de manera que es al cabo
más grande que todos, más grande que nuestro mismo corazón.-Mide tú
esta inmensa felicidad:-figúrate qué horrible no debe ser el dolor
de perderla.
GUT. A bien que nace con las amarguras el olvido: sólo en él
podrá hallar un día consuelo Frank.-
GROS. (Volviéndose a Gut.)-Hállanlo en él sólo los necios o los
pobres de espíritu.-¿Cómo piensas así tú? Cuando más el pesar
duerme, pero no muere: ¡ay de las almas secas en que nunca
despiertan los pesares!-El recuerdo vive, late, obra lenta y
silenciosamente.-Y hay en la memoria de esta clase de tristezas
cúmulo de terribles accidentes que no se olvidan jamás. Hay un
hombre que nos ha manchado...
Y ¿cómo te extrañas tú de que yo sienta el pesar de los demás?
Pues dime:-tú, que no consuelas a nadie, ¿tendrás derecho a que
nadie te consuele en tu dolor?-A más, que si a mí me preguntaran qué
es vivir, yo diría-el dolor, el dolor es la vida. (Pasea.)
Me has dado en qué pensar con la desgracia de mi amigo.-
GUT. A otros dará en cambio que reír.
GROS. (Deteniéndose enfrente de Gut.) ¡Reír!-Y ¿se puede reír de
la desventura ajena, y de una desventura tan grande?
GUT. Lado flaco es ese de los humanos.-
GROS. (Irguiéndose.) ¡Lado estúpido!-¿No es eso tomar a broma el
honor, que debe ser siempre una religión en nuestra alma? No, amigo,
no; eso es de almas roídas y enfangadas.-
Y a fe tienes razón;-que hay quien se ríe de estas
cosas.-Autorzuelos hay que llevan al teatro como asunto de gorja a
un marido engañado; y óyelo en paz la regocijada concurrencia, y a
mí me dan mis tentaciones de poner al autorcillo ramplón de modo que
jamás riera de la ajena desgracia ¡crueldad mayor!
GUT. No es de extrañar en boca de autor esa buena voluntad hacia
sus compañeros. ¡Calle, calle el envidioso!-
GROS. ¿Envidia yo?-Tú no lo dices de veras. Si el ingenio que
tengo no me lo debo a mí mismo, y sé que soy noble y honrado ¿qué
tengo yo que envidiar?-Envidia el necio, que cree que tiene algo
suyo:-no yo-que sé que debo a merced desconocida esta palabra con
que te hablo, y esta inteligencia con que la formo y la animo:
(dejándole la mano que le ha tomado al comenzar.)-De estúpidos la
envidia y la ambición.
GUT. (¡Alma altísima!)
GROS. Y ahora que dices autor,-tiempo ha que ando a vueltas con
la manera de llevar al teatro la solución que cumple dar al marido
en el adulterio de la esposa.
GUT. Y ¿hallaste ya la solución?
GROS. Lección terrible, pero no para aconsejada, me da con su
suceso mi pobre amigo Frank.-Mato a veces a los adúlteros,-a veces
los perdono; pero siempre me dejan confuso y cabizbajo: no doy con
ello.-Cosas son estas que, antes de sufridas, no se adivinan; y
luego de sufridas, ni aun debe tenerse valor para recordarlas: -¡ay!
luego de sufridas se debe morir;-(como apuntando ideas en su
frente:) ¡Qué horror, qué horror, amigo!-¡Si pensar en esto amarga
tanto, un instante de sentirlo debe ser tormento inconcebible!
Pero, fuera de mí estas tristes ideas que no han de verse nunca
realizadas.-¡Vaya con la cara que pones! Tal parece que he hablado
para ti.-¿Es que de nuevo te enoja verme violento y exaltado?
GUT. Y es la verdad. Parece que no hay para ti un instante de
placer ni de paz.-
GROS. Y no te engañas quizá.-Para un hombre digno de serlo, no
hay en la vida espacio a la alegría ni al olvido.-Mas yo te prometo
corregirme en lo posible.-
Comedia he de hacer en que pinte la cara que pone un amigo leal
cuando su amigo se da a pensar en irremediables tristezas. Quédate a
Dios;-espérame en mi habitación trabajo preparado. (Yéndose.)
GUT. Y, ¿el mío?
GROS. En la tuya te espera. (Volviendo atrás.) Pero ¿no me
perdonas? (Echándole un brazo al cuello.)-
GUT. No a fe si no escribes la comedia.-
GROS. (Separándose de Gut.) Cierto que he de escribirla; no te
vea yo luego incómodo con mis exaltaciones como ahora.-Queda, queda
en paz. (Yéndose.) (Dulce alegría es tener tan leal amigo como
éste.)

ESCENA 3ª
GUTTERMANN (solo y sentado)
GUT. Él piensa que son sólo las turbulencias de su espíritu las
que me inquietan:-¡las del mío son las que me agitan ahora!-El que
tiene una sola felicidad no sospecha nunca que otro pueda ser
infeliz.-Harto sé que no es verdad que los pesares se olvidan, que
tengo yo uno muy hondo, y es mi inseparable compañero: tanto me
acompaña, que ya-hasta amo mi dolor.-
Yo quería a mi hermana con la vehemencia de todos los cariños.
Ella, débil o frívola, ni ha entendido mi amor, ni lo ha respetado
siquiera, y ha dado a un miserable su honra y su paz.-Ahora él la
abandona: ahora vuelve ella a mí; ahora que ya no puedo tener para
ella más que el amor del perdón, viene a pedirme aquel cariño en que
ni siquiera pensó para olvidarlo, ¡por qué se razona para arrepentir
y no se razona para obrar!
Róbales la seducción la voluntad; no ven las tristes que la
seducción es una infamia que viene a ellas vestida de apetito y de
lisonja. (Se queda sentado y pensativo.)

ESCENA 4ª
GUT., POS. y FLEISCH
(No de la calle; de adentro)
Gut. no se apercibe de la escena que pasa en la puerta del
fondo.-Aparecen por ella Fl. seguida de Pos.-como si viniera a la
escena. Al ver a Gut., Fl. se detiene y dice a Pos., con terror:-
FL. ¡Guttermann! ¡Huye, por Dios! Abierta está la puerta del
jardín: no estés aquí un instante.
POS. Día es éste azaroso para mí; quehacer importuno me alejará
tal vez de la ciudad: tal vez no podré verte mañana ¿cómo huir,
Fleisch mía?-.
FL. ¡Oh; sí; alguien te verá!
POS. Aquella puerta me conoce.-Mas, ¿por qué no esperar allí?
FL. Bien, espera... mas oye: vase por esa habitación a parte no
concurrida del jardín; baja es la tapia; ¡si algún peligro te
amenaza, huye, por piedad!
POS. ¡Adiós, Fleisch mía! (Fl. se va por la puerta del fondo;
Pos. cautelosamente por la segunda puerta de la izquierda.)

ESCENA 5ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. Y yo diría a Grossermann mi pesar. Él no me consolaría
porque de los dolores verdaderamente grandes no puede nadie
consolarnos. Pero él me enseñaría a querer como antes a mi hermana,
porque ahora... ya no puedo quererla como antes. No la estimo: por
eso no la quiero.-Él me ayudaría a encontrar a ese hombre que le ha
robado a ella la inocencia,-que es la felicidad,-y a mí el honor,
que cuando todas las felicidades acaban, es una felicidad todavía.-
(Levantándose.) ¡Pero, no, no, ni a Grossermann siquiera! Las
manchas de honra son tales que hasta con pensar en ellas las
aumentamos, cuanto más diciéndolas a otro.-¡Ay! Hasta el aire es
enemigo de la honra perdida, que una vez dada al aire la mancha del
honor, no hay poder ya que la redima ni la recoja-¡ay de mí!

ESCENA 6ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GROS. (Que sale del cuarto apresurado a tiempo para oír el «¡ay
de mí»)-¿Qué, sufres?
GUT. No, no, Grossermann; pensaba en ti.
GROS. (Receloso.) Parecióme que sufrías.
GUT. Pues de veras que sólo pensaba en ti.
GROS. ¿De veras?... mal haces,-mal.- ¿Sufres, y no lo dices a tu
amigo? He aquí una deslealtad.-
GUT. No, no: tú sabes que no hay para mí alegría ni pesar que no
sean tuyos.-
GROS. Me engañas esta vez.-¡Egoísta!-Engáñame, tú que puedes:
harto castigo tienes con experimentar que hay un tormento mayor que
sufrir, y es sufrir solo.
(llevando a Gut. al centro de la escena): ¿dónde hallas tú más
alegría que en la confianza? ¿Dónde-después del amor de una
mujer-hallas tú nada más hermoso que la amistad? Siente un alma
honda pena que la martiriza y la devora; viértela en un pecho
amigo;-con él abrázase,-en él llora, y parece como que el pecho
queda por instantes vacío de dolor.-La amistad es la ternura del
amor sin la volubilidad de la mujer.-No hay dolor más terrible que
el que a todos callamos;-no hay más hirvientes lágrimas que las que
al brotar de nuestros ojos van gimiendo hasta el suelo sin que una
mano amiga las recoja para sí.-Ves tú en mí hermano cariñoso, y
¿callas, hoy que sufres?-mal haces, mal. Ven a mí.-Si un pesar te
agobia, hazlo mío, y será más leve para ti.-Si una traición te
inquieta, castígala y olvídala,-que hace daño acordarse de un
traidor.-Si una amante te engaña, perdónala sin olvidarla,-que el
recuerdo de un amor perdido educa el alma en la hermosa enseñanza
del dolor. Si alguien te ofende-sin rencor, sin odio, sin ira, de
tal manera vuelve por tu dignidad que nadie más te ofenda. Y si
amoríos estériles te agitan, déjalos morir sin pena,-que pierde el
hombre para la vida verdadera todo el tiempo que en ellos
malgasta.-Pero ofensa o amor, traición o maldad, recuerdo o mal
presente,-ven a mí,-conmigo pártelo,-divídelo conmigo:-que suelen
abrumar las penas el cuerpo humano impotente, y es ley hermosa de
almas que el amigo ayude al amigo y comparta con él su
pesadumbre.-¿Qué tienes, Guttermann?
GUT. Vergüenza de mí,-placer de hallarte cada día
mejor.-Perdóname, perdóname tú; ¡pero no quiera nunca tu desventura
saber cómo turba el espíritu, cómo teme del aire, cómo no hay acabar
para la mancha del honor!-
GROS. Pero ¿quién te hiere así? ¿quién te ofende?
GUT. Oféndeme la que yo había criado para mi cariño, la que yo
quería más que a ti.-
GROS. ¿Mujer?
GUT. Tenía yo una hermana...
GROS. ¿Que tu hermana ha muerto?
GUT. Tenía yo una hermana... (en el mismo tono)-¿Vive la mujer
extraviada? ¿Vive la criatura manchada? ¿Vive el deshonor?
GROS. ¡Un infame ha labrado tu desventura! ¡Un infame ha
envilecido su pureza!
GUT. ¡La ha hecho torpe y vil!-Ahí tienes, ahí tienes tú cómo mi
hermana ha muerto ya.-(Estas últimas frases agitado.)
GROS. (¡Otra mujer que hace sufrir a otro hombre
honrado!-¡malvada mujer!) Descansa, amigo. ¿Cómo fue?
GUT. Era ella honesta criatura.-Niña aún cuando era yo hombre,
niña sin madre, guiéla yo con besos de mis labios y flores de mi
amor.-La vi nacer: la vi crecer; míos fueron su beso primero y su
primera caricia, hícela a semejanza mía, y nada hay que regocije
tanto como ver a un alma que nace con nuestros besos y a nuestro
calor.-Y así fue niña, y la amé.-Y así fue mujer,-y busqué para su
bienestar mayor trabajo,-y ocupaba laborioso todas las horas del
día, y hubiera querido que el día tuviese más horas, porque me
produjesen para ella más.-Y cuando yo buscaba en el trabajo riqueza
para ella;-cuando hasta verla dichosa sacrificaba yo contento las
vehemencias de mi alma; ¡otro hombre ocupaba en robármela las horas
que en trabajar ocupaba yo; otro hombre saciaba en ella-no amor, que
esto fuera noble,-infamias de su voluntad que me ha robado el honor!
GROS. (Amigo infeliz.)
GUT. (Con dolor creciente.) ¡Y aquella obra de toda mi vida,
aquella flor de mis anhelos, se me fue en un día, se me fue en
brazos de un villano y miserable amor!
GROS. Y ¿has callado tanto tiempo?
GUT. (En la misma entonación.) Y no hubo para mí descanso.
Cuando volví de un día afanoso, cuando le llevaba como cada día un
regalo que halagaba su deseo, cuando a ella iba en busca de mi única
paz,-y hallé sin mi ángel mi hogar, sin sus brazos mis brazos, sin
su voz mis oídos, sin aquel amor tan hondamente atesorado en mi
corazón, ¡sentí que la cabeza se me abría, que el corazón se me
rompía, que la razón se iba de mí!
GROS. ¿Mas no supiste adónde fueron?
GUT. Y pasó tiempo, y los busqué sin descanso, como un cuerpo
huérfano de alma buscaría su alma por toda una eternidad.-Y en vano
los busqué.
GROS. ¿Ni conocías al hombre?
GUT. ¡Ni lo conocía!- ¡Tan loca fue aquella mujer sin ventura,
que no vio que amor que huye de los vigilantes ojos del hogar es
criminal e impuro amor!
Días ha supe que ella venía;-y ella, que había desdeñado toda
mi alma, me pidió el lugar miserable de la compasión,-díjome que la
abandonó el malvado, díjome que aquí venía-(con viveza creciente). Y
no sé desde entonces descansar; figúrome que cuantos miro,
son:-cuerpo toman mis ansiosas miradas:-imagínase cada una de ellas
verlo ante mí:-¡implacables rugen en mi alma ira y dolor!-
GROS. ¡Perdónala!
GUT. ¿Qué es perdón?
GROS. ¡Llámala!-
GUT. ¡No!
GROS. ¡Quiérela!
GUT. ¡No! (Todas estas frases dichas rápidamente.)
GROS. (Con lentitud a Gut., que lo oye como abrumado por sus
palabras.) Pues, dime,-hombre débil y falible: si alguna vez tu alma
cae, ¿cómo has de querer tú que nadie ampare tu alma? Si alguna vez
la tentación te abrasa, y dóblase a la tentación tu condición humana
miserable-¿qué es perdón? ¿qué es levantar? ¿qué es
salvarte?-Eternamente recorrería tu maldecido espíritu los
implacables espacios:-eternamente vagarías condenado sin luz.-
Quiérela.-Si no tuvo madre; si son las flores de la castidad
legado el más hermoso que hacen las madres a las hijas;-si es para
la mujer tan incitante el enamorado convite de los hombres;-si con
no tenerla estuvo privada del pudor del ejemplo que acrecienta y
realza el pudor natural; si son tan elocuentes los hombres para
seducir, y las mujeres tan nobles para creer,-¿qué le pides a la
debilidad de la mujer-contra la avaricia elocuente y maldita del que
le robó la paz?-Resisten a la seducción las almas fuertes; edúcanse
las almas con los repetidos sucesos en la fortaleza. Si nada había
despertado aquella alma, si era virgen de dolores, si nunca luchó,
¿cómo has de pedirle tú fortaleza para luchar y resistir?-¡Impía
crueldad!-Tú has caído. Yo he caído. Todo hombre en la Tierra ha
caído una vez. No hay espíritu puro, no hay en este mundo todavía
criatura inerrable.-Y si todos los hombres caen y se levantan ¿por
qué esa ira odiosa del fuerte? ¿por qué no ha de levantarse la mujer
que una vez cayó?-Si por maldad cayó del hombre, del hombre es el
baldón y el vilipendio. Si por debilidad cayó, ¡culpa es del ser más
alto que la dio flaca y manejable naturaleza!-
Cae el hombre, que es fuerte, y se redime.-Cae la mujer, que es
débil, y el caído la insulta y la envilece:-¡redímase también!-
Y si no la amas, yo la amo.-Si no la llamas, yo la llamaré.-Y
aquí vendrá, y no se apartará de mi lado, y a mi lado vivirá...
GUT. (Queriéndole interrumpir.) Deja, deja por Dios.
GROS. Y aquí hallará en mis brazos apoyo a su desgracia
solícito...
GUT. Mira que me atormentas-
GROS. Aquí tendrá la paz y la ventura.
GUT. ¡Mira que me ahogo!-
GROS. Aquí hallará en mí y en mi mujer la compasión que tú le
niegas...
GUT. (Tendiendo los brazos a Gros.) ¡Oh!-¡calla! ¡calla! ¡Si la
amo como antes, si no se la niego ya!-
GROS. (Estrechándole contra su pecho y como satisfecho de haber
logrado su deseo.) ¡Así! así, amigo mío.-Llora. Sufre. Sufre sin
temor; pero ama y perdona.-¡Esto es Dios!
(Pausa breve)
GUT. ¡Amigo de mi alma!-
GROS. (Estrechando sus dos manos.) Hermano tuyo. Hermano que de
hoy más hace suya tu pena. Aquí vendrá tu hermana. ¡Pobre y
desventurada criatura!-Juntos buscaremos sin descanso a este hombre
infame dos veces:-porque sedujo, infame:-porque abandonó a una
mujer, más infame todavía... ¡Ah! a volverse las manchas de las
mujeres sobre los hombres que las manchan, no habría frente de
hombre que no estuviese turbada por la culpa.-Y hallaremos a ese
hombre.
GUT. Ilumina mi espíritu abrumado.-
GROS. La calma lo iluminará mejor:-Ve y reposa, amigo mío
(indicándole la puerta de la derecha.) No te diré yo que olvides tu
pesar, no. Olvidar es de ruines. En él piensa, piensa en tu hermana,
piensa en que entre tus hombros y los míos más fácil es la
pesadumbre, y más veloces acudiremos al remedio.-Piensa sin cesar en
esta ofensa, porque el hombre ofendido que duerme es más vil.
Hay una cosa más preciada que la vida: la vida honrada.
GUT. Muera la mía si no ha de serlo.
GROS. Nadie muera... Hasta que no haya al menos menester morir.
GUT. Y ¿si lo ha menester?
GROS. (Con energía.) Primero ¡se mata! Luego, se morirá
probablemente.-Ve, ve y reposa. Aquí queda conmigo tu dolor.
(Acompañándole hasta la habitación.)

ESCENA 7ª
GROSSERMANN (solo)
GROS. (Volviendo rápidamente al centro de la escena, y con
vigor.) ¡Se mata! Porque cuando todas las creencias se mancillan, y
todos los sacrificios se olvidan, y la mujer amada nos engaña, y
persíguennos y atérrannos fantasmas de vilipendio y deshonor,-es
poco la cabeza miserable para contener nuestro cerebro roto, es poco
el pecho necio para comprimir el corazón despedazado:-no hay paz, no
hay calma, no hay razón y sáltanse del hombre las complacencias del
humano ser, y en él rugen precipitados y malditos,-¡rugen
incallables, indomables rugen sus instintos bárbaros de
fiera!-(contrastando con la viveza de este período:)-Y de estos
extravíos de la razón, no el hombre:-responda el que nos la dio
débil y extraviable.-
Mido yo el dolor de Guttermann por esta ira que me agita, por
este afán de hallar al malvado, por esta compasión vehemente a esa
triste criatura. Un hombre te manchó (señalando a la habitación de
Gut.): descuida, amigo; yo lo hallaré.-
No se aparta de mí la memoria de Frank.-No entiendo yo cómo ha
podido esa mujer engañarlo.-No concibo yo cómo este inmenso amor,
esta alma esclava, esta ofrenda que hace el hombre de su vida no
merezcan de una honrada mujer, si no amor, estimación siquiera y
respeto.-¡Ah! ¡Si hubiera de ser que sufriera yo dolor tan bárbaro
algún día!-¡no!-¡no!, locura indigna de esta noble Fleisch que me
ama.
De imaginarme sólo que pudiera yo sufrir así, siento ya pena
tan honda que me pone fuera de mí.-¿Muerte? ¡es poco! ¡Es mentira
que la memoria acabe con la muerte, porque ese debe ser dolor tan
grande que no puede caber en una vida!
Me ama mi mujer. Vigoriza mi alma, alienta mi energía, crece mi
espíritu con esa vida que es mía, que se funde en mí, que en la mía
vive, que es absoluta, plena, completamente para mí. Mía es su alma
pura. Si alguna dicha es verdad, esta posesión de un alma es la
única dicha verdadera.-

ESCENA 8ª
GROSSERMANN y FLEISCH
FL. (Sale por la primera puerta de la izquierda, en dirección a
la segunda.-Al ver a su marido, dice:)-¡Ah! ¡Él aquí!... (y se
vuelve hacia él, a tiempo que él se vuelve, la ve y se dirige a
ella.)-
GROS. ¡Mi Fleisch!
FL. Buscándote venía: aún no te he visto hoy: ¿Te vas ya?-
GROS. ¿Sin verte, Fleisch de mi alma, hermosa vida mía, mi ser y
mi luz?-No iré yo nunca a saludar el día sin verte: pareciérame
oscuro si no fuera conmigo el brillo de tus ojos. ¿Me quieres?
FL. ¿Qué no ves tú cómo corre nuestra vida apacible y feliz,
cómo para ti vivo, cómo se complacen en ti mis pensamientos?
GROS. Así, mi Fleisch, seas siempre para mí. Así te
necesita-ternura que refresque mis soberbias,-mi espíritu combatido
y agitado. Conmuévenmelo ahora la memoria de una desgracia
inevitable, una historia fatal, y, más que ella, un dolor vivo y
profundo de mi amigo mejor.-
FL. ¿De Guttermann?
GROS. De Guttermann, criatura generosa. No habrá en mí calma
hasta que no haya hallado alivio a su pesar.
FL. Siempre robando a tu reposo las horas para pensar en los
demás...
GROS. No me quieras cuando no los robe, cuando me olvide tanto
de mí mismo que sólo piense en mí, cuando vea pasar a mi lado una
desgracia sin darle amparo ni remedio.
FL. Disculparía yo tu noble afán, mas te arrebata luego a mí ese
trabajo rudo e incesante...
GROS. Pues, dime ¿vive el que no trabaja? ¿Merece el que no
trabaja amar, que es vivir?-Inmensa dicha es tu afecto que me hace
olvidar de todas las miserias y me regocija:-para gozar dicha tan
alta, el hombre debe haberla merecido con altos trabajos: para
seguirla gozando, el hombre debe seguir mereciéndola constantemente.
Olvídame, despréciame el día que deje sin empleo mi energía y mi
vigor.-Si no, luz mía, el amor es estéril y fútil, e indigno de mi
soberbia y de tu amor.
FL. (Que ha mirado disimulada, pero inquietamente a su izquierda
mientras habla su marido;-con cariño exagerado:) Pero ¿te acuerdas
de mí siempre?
GROS. ¿Que si me acuerdo de ti?-Bárbaro tormento es para el
hombre la memoria: y, yo acaricio, bendigo, amo esta memoria fatal
porque me sirve para acordarme de ti. (Con pasión:) ¿Me
olvidarás?-Para mí, para mí solo tu alma entera, tu vida de antes,
tu vida de ahora, el menor de tus pensamientos, todas tus
vidas.-¿Verdad, luz mía, que todo es para mí?
FL. ¡Ambicioso!
GROS. ¡Ah! ¡no! (Sentándose en un sillón y un escaño que debe
haber muy cerca del centro de la escena. Él la toma de las dos manos
y la sienta, y se sienta él, sin interrumpir sus frases.) No me
digas más, que me parece que tu voz me roba algo de tus
miradas.-(Alzándole la frente e inclinándose hacia ella:)-¡Mírame,
mírame así! (Irguiéndose y lentamente:) En ti estoy yo: yo-hombre,
era la energía y la fortaleza:-tú-mujer-eras la ternura y la
castidad.-Yo me uní a ti, y los dos juntos hicimos el ser.-Si no me
amaras-mi energía sería salvaje y sería impotente tu
ternura:-¡ámame!
Yo no viviría sin ti: tú sin mí no vivirías: vidas juntas-alma
sola:-esto es amor:-¡ámame!
Yedra frondosa que da brillo y lozanía al tronco a que se
enlaza: esto para mí eres tú.-Tronco erguido y robusto que ha
encarnado en su savia la savia de la yedra: esto soy yo para
ti.-Alma que vierte eternamente dulzura en otra alma que no se ha de
extinguir,-fuego yo de tu ser,-fuego tú del ser mío,-ternura y
fortaleza envueltas, proximidad de Dios:-¡ámame!-
(La inquietud de Fleisch, no exagerada pero sí perceptible, no habrá
cesado-sobre todo al final de estas frases.)
FL. No pasa mi espíritu cerca del tuyo sin abrasarse en él, no
entibian en ti los años el ardor.
GROS. (Echándose atrás en el escaño, como si se sintiera
herido:)-¡Mis años!... (Más cerca de Fleisch y muy lentamente:) Y,
cuando te hablo yo de mí ¿piensas tú en mis años?
FL. (Confusa pero con viveza.) ¡Ah! ¡No, no! Ellos me sirven
para amarte más.
GROS. (Lentamente.) Te hallo inquieta. No estás tú para mí como
estabas ayer. Me hablas poco; te turbas; torpe estás para hablarme:
(Mirándola fijamente:) ¿qué tienes, mujer?
FL. (Afectando serenidad y cariño.) No, no es nada: no temas por
mí: nada más que tu pensamiento me ocupa en este instante.
GROS. (Dejándola de la mano, levantándose del escaño y
apartándose dos o tres pasos:) Seca... fría... ¿Será que turbe mi
razón la memoria de Frank? ¿Será que esta mujer no me ama?
(Desechando con ira la idea:) No, no: esto es indigno de mí: esto no
puede suceder: ¡no puede ser verdad que sea yo más infeliz que nunca
esta vez primera de mi vida que me he creído feliz! (Volviéndose
rápidamente hacia Fleisch, que se ha levantado del sillón como yendo
hacia él, y tomándole de huevo las manos:) ¿Me amas?
FL. ¿Cómo puedes dudarlo?
GROS. (En el mismo tono vehemente:) ¿Me amas mucho?
FL. Más cada día que te veo, más cada vez que pienso en ti.
GROS. ¿Me quieres como a nadie has querido, como a nadie puedes
querer?
FL. Así te quiero, así.
GROS. Y, ¿puedes mentir?-Ámame siempre, porque yo te amo:-dame
tu vida porque yo te doy la mía:-sé mía porque yo soy tuyo:-guarda
mi honra, porque yo la he fiado de ti:-Ingrata, infame, loca: todo
esto es la mujer que engaña a su marido.-No me mientas, no me
engañes tú y, si no me amas...
FL. ¿Y lo dudas aún?
GROS. Si no me amas, no me lo digas nunca, no te lo digas a ti
misma, porque de pensar sólo que no habías de amarme, ¡siento que mi
corazón se anubla con las iras, que la tiniebla entra en mi
alma!-Quiéreme como hasta aquí me quisiste: de tal manera quiéreme
que no haya en ti pensamiento, ni en tu corazón latido, ni en tu
memoria recuerdo que no sean para mi memoria y para mi amor.-Vida
tuya es la mía.-Mía sea tu vida.-Adiós.-(Separándose de Fleisch.)
FL. No vas con él si dudas de mí.-
GROS. (Sin oírla.)-¡Fría, fría a la avaricia de mi
alma!-Estallan en mí dudas que me espantan a mí mismo: ¡Ay de mí, si
no me ama esta mujer!-(Sale por la primera puerta de la derecha.)-

ESCENA 9ª
FLEISCH (sola)
FL. Duda ya, sospecha de mí.-¿Qué ha podido haber que lo haya
hecho sospechar? Nadie conoce aquí a Possermann: nadie lo sabe:
nadie lo ha visto: secreta y rápidamente nos hemos siempre
hablado:-¡Ay de mí si Grossermann descubre nuestro amor!-Y él está
aquí: pueden venir (acercándose a la segunda puerta de la
izquierda.) ¡Possermann!

ESCENA 10ª
FLEISCH y POSSERMANN
POS. (Saliendo.) ¡Fleisch mía!
FL. Calla, calla ahora: aún no ha salido Grossermann; acaba de
hablarme, y no sé qué sombría sospecha lo ha alejado de mí.-¡Huye,
huye de aquí!-
POS. ¿Huir después de haberte visto?-¿huir cuando te veo?
FL. Esta tarde... esta tarde, pero huye ahora, por Dios.-
POS. (Yendo ya hacia la puerta.) ¿Sin decirme que me amas?-
FL. ¡Oh! ¡sí: te amo, te amo! (Mirando a la habitación de
Gut.)-¡Viene Guttermann! por allí... por allí... (Señalándole la
primera puerta de la izquierda.-Possermann al salir le toma una mano
y se la besa.-Un instante antes ha salido por la segunda puerta de
la derecha Gut., diciendo:-)

ESCENA 11ª
GUTTERMANN y FLEISCH
GUT. Aliento, vivo desde que confié a mi amigo mi pesar.
(Reparando en Possermann que junto a la puerta besa la mano de
Fleisch y desaparece:)-¡Un hombre, un hombre que besa a Fleisch!
(Yendo rápidamente hacia la puerta.)-
FL. (Que al volverse repara en él:) (¡Ah! ¡lo ha visto!) (Dando
un paso más hacia Gut. que llega:) Dios os guarde, Guttermann.-
GUT. Cuida Dios siempre de las honradas criaturas.
FL. Me extraña vuestra rudeza
GUT. ¿Quién era ese hombre que hablaba con vos?
FL. ¡Un hombre!... no... no... no era nadie... (Con altivez:)
aquí no había ningún hombre. ¡Mal andáis con el respeto, señor
Guttermann!-
GUT. ¿Quién era ese hombre que besaba vuestra mano?
FL. Os digo que no era nadie.
GUT. Os digo que lo he visto: os digo que ha besado vuestra
mano. (Movimiento de Fleisch: Gut. extendiendo la suya:) No la
mováis, señora: muerta está ya para mi respeto y vuestro honor.-
FL. ¡Guttermann!
GUT. ¿Quién era aquel hombre?-
FL. Andáis importuno. Sombra ha sido de vuestra fantasía.-
GUT. (Exaltado.) ¡Mentís, señora!-
FL. ¡Oh! (Como asombrada.)
GUT. Escuchadme bien. Sombra pudo ser lo que yo vi; ¡pero en
casa de la esposa honrada hasta la sombra de un hombre mancha e
infama!-
FL. ¡Callad por Dios!-
GUT. Infama, señora.-
FL. (Con angustia y rapidez.) Sí, sí, es verdad: aquí estuvo:
amóme en la infancia: yo os lo contaré todo: ¡pero callad por
Dios!-(Sigue como suplicando para dar tiempo a la frase de Gros.)

ESCENA 12ª
GROS., GUT., y FLEISCH
GROS. (Saliendo por la puerta primera de la derecha.) No merecía
su sencillez mi rigor: ¿por qué ha de entender ella mi alma?-
FL. (A Gut.:) ¡Oh!, ¡sí! ¡callad! ¡callad!-¡No digáis nunca nada
a mi marido!
GROS. (Que la oye, y al hacer un movimiento de asombro:)-¡Qué!
(Ellos lo oyen y quedan como confusos: él se adelanta, se coloca
entre ellos y tomando a Fleisch de la mano:)-Mujer, ¿qué es lo que
hay en ti que no sea mío?, ¿qué puede haber para una esposa que su
marido no sepa? ¿qué ocultas de mí?
FL. (Débilmente y sin levantar la cabeza.) Nada... nada...
GROS. (Oprimiendo con ira su brazo.) ¿Qué ocultas de mí?...
Callas... Callas... Y tú... (tomando el brazo de Gut. sin dejar el
de Fleisch) tú lo sabes. Que callaras te decía. ¿Qué sabes tú?
(Gut., ni aun levanta la cabeza: a Gut.) ¡Tú tampoco hablas!-(A
Fleisch:) ¡tú callas todavía!-(Dejando a un tiempo bruscamente los
brazos de Gut. y Fleisch.)-Duda terrible ha nacido ahora en mi
corazón,-duda que me extravía,-duda que se avergüenza de ti:-(A
Fleisch:)-¡Ay del amigo débil! ¡ay de la mujer villana que mancillen
mi honor!-
CAE EL TELÓN
Adúltera
José Martí

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander
Central Hispano 1999-2000

Adúltera
José Martí

Acto 2º

ESCENA 1ª
GUTTERMANN y FLEISCH
GUT. ¿Habéis vuelto a verlo?
FL. No: no quería verlo sin acudir antes a vos. Llegar a él sin
que procurarais disuadirlo de su sospecha, hubiera sido en mí
imprudente locura.-¡Habladle, sed bondadoso, tened piedad de su
desesperación y mi peligro!-
GUT. ¿Qué teméis?-Nace con los delitos el temor: (movimiento de
Fleisch como para hablar)-nada me digáis. Yo os respetaba y os
quería porque amabais a Grossermann, porque él hallaba en vos olvido
de esas exaltaciones que lo engrandecen tanto para la tierra, pero
que debilitan y devoran su existencia.-Decidme, Fleisch-¿Dónde
pudisteis hallar más noble criatura, más alto y enamorado hombre que
él? Llégase a concebir que una débil mujer trueque por otro amor el
amor de un marido que la abandona y la desprecia:-horrible es esto
siempre, pero concebible al fin.-Entiéndese que la estúpida ira de
los celos robe a un marido una honra de que cuida poco:-todo esto,
que es odioso, se llega a entender:-mas que una mujer tan vivamente
querida, una mujer que sabe que de ella ha hecho un hombre encanto y
felicidad, trueque por un capricho momentáneo del deseo,-que ha de
traerle vergüenza y oprobio-un amor constante, noble, profundo, un
amor que la realza y que la honra,-¡olvidarlo es dar el alma al
apetito!
FL. ¡Guttermann!
GUT. Cierto, Fleisch:-¿por qué ha de avergonzarse la maldad
porque se la llame por su nombre?-No es error, no es debilidad, no
es caída que merezca compasión:-¡liviandades torpes alientan en la
mujer que engaña a su marido!
FL. ¿Y si algún día dejase de amarlo?
GUT. ¡Se le dice! ¡No se mancha con una corrupción el tálamo
nupcial!
FL. ¡Callad, callad por favor!-Vos no creéis que yo haya dejado
de amar a Grossermann. Decidme: ¿es posible dejar de amar sin que
quede en el corazón odio o desprecio? Pues yo admiro a Grossermann:
contenta lo escucho: triste me siento cuando no me habla como me
habla siempre: lo amo, sí, lo amo.-Pero no sé qué alucinación
extraña, qué miel en las palabras me cautivó un instante de ese
hombre.-
GUT. (Con ira.) ¿Conque lo amasteis?
FL. No lo amé.-Fascinóme aquel hombre; dejaba en mis oídos
frases ardorosas; pasaba ante mis ojos pálido y triste: decíame
muchas veces que era su muerte mi rigor.-
GUT. Y vos ¿por qué lo visteis una vez siquiera? De cera son los
oídos de la esposa para las palabras del marido: ¡de hierro para las
impuras palabras del amante!-
FL. ¡Ah! ¡no sé qué fue! Andaba Grossermann aquellos días
distraído; veíalo yo a él desde el jardín-mirábame constante y
profundamente: un día llegó...
GUT. ¡Calladlo, señora!
FL. Nada quiero ya ocultaros.
GUT. ¡Calladlo os digo! Harta ignominia tenéis con haberla
cometido: ¡no la hagáis mayor diciéndomela a mí!
FL. ¡Guttermann!
GUT. ¡Lo manchasteis! ¡lo vendisteis!
FL. ¡No! no lo manché. Yo no sé adónde me hubiera conducido
aquella ceguedad: vos me detenéis a tiempo, vos me hacéis horrorizar
de mi conducta de hoy.
GUT. (Lenta y reflexivamente.) ¡Ay, Fleisch! Harto ha vivido ya
en vos; harta culpa es el principio de una culpa tan grande. Decidme
¿sabéis vos si el placer de esos hombres, máquinas viles de quebrar
mujeres, es-más que triunfar de ellas,-triunfar para publicar luego
que lograron algo de ellas?-Miserable es quien roba a dos almas la
paz: decid ¡quién puede contener la lengua de un miserable!
(Exaltándose.) Cuando vea a Grossermann, rodará por sus labios
sonrisa de burla, lo señalará a sus amigos, diránlo éstos, sabráse
quizá, y estas burlas infames caerán sobre él con insoportable
pesadumbre. ¡Maldito sea el que así ha de burlarse de mi
amigo!-decidme quién es:-¡yo iré a buscarlo, yo provocaré su ira, yo
haré que de grado me jure callar eternamente, o vaya por la fuerza
adonde el vivir es eterno callar!
FL. Me dais terror...
GUT. ¡Decidme quién es!...
FL. Y ¿vos queréis a Grossermann? Oculta está mi desventura. Si
conocéis a ese hombre, lo buscaréis, lo mataréis quizá, y nadie
ignorará entonces lo que hoy nadie sabe todavía.-
GUT. Verdad, verdad es.-Por temor a una injusticia del mundo,
queda sin castigo una maldad.-
FL. Buscad remedio mejor, buscad pretexto a mi frase
fatal.-¡Llegue él a creer en mí como antes creía!
GUT. Yo le hablaré, yo haré por llevar a su ánimo mentira que
alivie su pesar.
FL. ¡Dios haga que vuestros esfuerzos sean útiles!
GUT. Sin Dios, sin más Dios que vos misma, mis esfuerzos no
hubieran sido necesarios.-No en Dios, que es confianza ciega, en vos
misma confiad para que vivan siempre aquí la calma y el honor. Dios
ha dado a cada criatura un alma que la dirige y que la
anima:-mientras viven en la tierra, Dios no cuida de sus criaturas;
dueñas de un alma, de ella usan, y de ella responden, y a ella
únicamente han de acudir en la vida. (Fleisch quiere hablarle.) Yo
hablaré a Grossermann-nada más me digáis:-id, id en paz.-(Se va
Fleisch por la puerta de la izquierda.)

ESCENA 2ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. Y no dice la verdad. No se arrepiente esta mujer. ¿Cómo
pudo cautivar a mi amigo tan baja criatura como ésta? ¡Sus ojos,
avarientos de cariño, fijáronse locamente en ella, y cegaron!-
¡Pusiera Dios en los ojos el pensamiento, y no fuera el hombre
infeliz!
¿Cómo convencer a Grossermann?-«No digáis nada a mi
marido»-dijo Fleisch, y en su cabeza atormentada por la historia de
Frank y el suceso de mi desventura narrado en mal hora, exaltada
hasta el temor por la frialdad de su mujer, estallaron ardientes las
dudas con el culpable misterio de la esposa.-Vilo luego, y no me
oyó:-he vuelto a verlo, he querido razonar con su dolor, y me ha
contestado: «mi mujer no es de nadie más que mía: los dolores que de
ella me vengan míos nada más han de ser».-¡Diéranme que volviesen
con mis palabras a Grossermann la confianza y la paz!-Mentira serán
esta vez las razones con que lo convenza, mas no hallarán esa mujer
ni ese malvado espacio a turbar nuevamente su ventura.-Amigo es como
ser de nuestro ser, como continuación de sí mismo.

ESCENA 3ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GUT. (Al verlo entrar.) Honda huella va dejando en su rostro el
dolor.-
GROS. (Entra lentamente, como decaído y abismado en su pesar.)
Yo había entrevisto un cielo.-Cielo era nuestro santo cariño: cielo
mi confianza en su ternura:-de él caigo rudamente a la impía
realidad-torpe que confié,-necio que creí.-
GUT. (Retirado un poco al fondo.) Ni un instante lo abandona el
pesar.-
GROS. Parecía imposible que unos ojos tan puros me mintieran;
no, no es verdad. Las mujeres no tienen el alma en los ojos.-
GUT. (Adelantando hacia él.) ¡Grossermann!
GROS. (Como sobresaltado.) ¡Ah, tú!-Llega, llega amigo:
parecióme una nueva desgracia que me llamaba.-Pero no, Guttermann,
no me alejo de ti. Almas somos que nos entendemos bien, almas que si
se van de la tierra separadas, tanto se quieren en esta vida que no
podrían vivir sin hallarse en otra.-(Como asaltado de una idea.)
Dime: yo ofrecí ayudarte sin descanso en el remedio de tu
desventura; yo ofrecí buscar contigo al que robó a tu hermana paz y
honor... ¿me ayudarías tú a mí? ¿me ayudarías tú a mí si yo tuviese
que buscar a algún villano?-
GUT. ¿Estás en ti, desventurado?
GROS. (A sí mismo.) ¿Que si...? ¡Ah! ¡Es verdad, es verdad!
¡Suerte nueva de tormento es éste del ultrajado esposo que duda y no
puede decir que duda a nadie!-Si es verdad, debo morirme sin
decirlo... Si no es verdad, la mancho infamemente... ¡A nadie, a
nadie, ni a mí mismo quisiera yo decirme que me engaña!-(Volviéndose
a Guttermann.) No, Guttermann, no: ha sido pensamiento extraviado,
locura mía.-Tú sabes que a mí me dicen loco.-A nadie, a nadie tengo
yo que buscar.-
GUT. En vano ocultas tu mal, ¿qué te aqueja así?-
GROS. ¿Que qué me aqueja? No; no creas tú que yo dude de
Fleisch, no: aquello que tú viste fue momento de loca exaltación.
Pensaba en Frank; pensaba en ti; parecióme oír frase culpable... no,
no creas tú que dude yo de mi mujer. (Con interés exagerado en que
lo crea Guttermann.)
GUT. (Con tono de reproche.) Te quejabas de mí hace unas horas
porque te ocultaba mi pena: ingrato me llamaste, y yo te abrí mi
corazón,-sufres tú ahora, y te alejas de mí:-ingrato y desconfiado
eres en verdad.
GROS. ¿Desconfiado de ti?-¿para ti ingrato?-Pudiera ser que me
olvidase de mí mismo:-nunca de tu solicitud y tu cariño.-Mas hay
días de tristeza para el alma, días sombríos, días negros.-No me
hagas caso hoy: ando yo en ellos.-
GUT. ¿Luego tienes un pesar; y no es mío?-¿Qué te hace sufrir?
GROS. (Levantándose del sillón donde había estado sentado.)
¿Amaste tú alguna vez? ¿Hubo en ti nunca este hondo afecto que en un
día de sentido cobra en el alma tanta fuerza como si allí hubiera
vivido toda una vida?-De afecto es mi pena; de enamorado y suspicaz
cariño.-
GUT. ¿Que amas tú a nadie más que a Fleisch?
GROS. ¡Amar a otra mujer!-
GUT. Y ¿dudas tú de ella?
GROS. No, no, Guttermann. ¿Quién te dice que yo dude? ¿En qué
conoces tú que dude yo?-¡Horror fuera dudar! Es que inmensamente la
quiero:-es que teme sin cesar quien quiere como yo.-
GUT. ¿Tanto hace sufrir el amor?
GROS. El amor cierto, el amor honrado, el amor único de la vida,
sí.-(En el centro de la escena.) No es amor ese zumbido estúpido con
que revolotean tantos necios alrededor de las mujeres-. No es amor
ese deseo de los ojos que quema con su ardor la pureza del alma que
incautamente los mira. No es amor la necedad de los presuntuosos, ni
las vanidades de la mujer, ni los apetitos de la voluntad:-amor es
sentimiento tal que no se puede sentir más que una sola vez en la
existencia, y hay criaturas que se van de la existencia sin
sentirlo,-porque vivieron ciegas, o porque fueron pequeñas para
él.-¡Amor es que dos espíritus se conozcan, se acaricien, se
confundan, se ayuden a levantarse de la tierra, se eleven de ella en
un solo y único ser;-nace en dos con el regocijo de mirarse;-alienta
con la necesidad de verse.-Concluye con la imposibilidad de
desunirse!-No es torrente; es arroyo; no es hoguera, es llama; no es
ímpetu, es paz.-Dime tú, pues amo a Fleisch, si puedo amar a otra
mujer;-dime si es posible amar dos veces;-¡puede arrancarse nuestra
alma sin hacerla pedazos de aquella otra alma en que vivió y se
confundió!-Mas oye, Guttermann, ¿no sufrías tú?-¿No tenías tú afán
por hallar al que te robó tu hermana?
GUT. (¡Pudiera yo con mis propias penas distraerle de las
suyas!) (A Grossermann.)-Sí sufro, Grossermann: con afán incansable
busco a ese hombre; con ira creciente miro pasar las horas sin
hallarlo,-estas horas de vergüenza que dejan a mi hermana sin
ventura, y a mí sin honor.
GROS. ¿Tú sin honor? (Apoyando las dos manos en la silla,
levantándose lentamente y yendo hacia Guttermann.)-Pues, ¿qué es
honor? ¿Tan miserable cosa es que lo destruyen la voluntad de un
malvado y la impureza de una mujer?-no, amigo, no: la deshonra es de
la mujer y del malvado: tu honor está íntegro y puro.-La deshonra es
del villano que pone manchas de deseo donde hay vida de
felicidad:-de la mujer maldita-no de la débil-que cede a los halagos
de una mezquina voluntad.
GUT. Fuera tan noble como el tuyo el juicio del mundo: no
tendría tantos ejecutores la venganza.
GROS. ¿El mundo? Pues, ¿qué es el mundo?-Conjunto de creaciones
impenetrables y divinas-no masa uniforme de almas que a tiempo
juzgue, y ame y odie a un tiempo,-¡cuando a veces un alma sola (como
respondiendo a su propia situación) batalla consigo misma entre
odiar o amar!-Si el mundo fuera verdad, la verdad no lo sería.
¡Es anarquía de mentes, confusión de juicios encontrados,
conjunto informe, masa sin conciencia, tan temible, sin embargo,
para publicar el daño ajeno (con dolor, como respondiendo a su
propio temor) que, a marchar unido y a la vez, daría su obra espanto
y vergüenza al mismo Dios!-Luz hay, y no la vemos: ¿quién es, pues,
el hombre? ¡Cárcel odiosa, condenación y tortura de sí mismo!
GUT. (¡Pudieran estas reflexiones hacerle olvidar de sus
sospechas!)
GROS. El único mundo temible es nuestra propia conciencia, que
de cerca nos mira, y de la que nada podemos esquivar.-Obra bien,
cumple bien, cumple tu deber, conténtate a ti mismo. ¡Necio el que
se somete a aprobación o censura de los necios!
GUT. Luz divina se enciende en tu alma.-
GROS. Igual luz que la mía está encendida en cada alma.-Sólo que
los hombres mismos se la apagan con sus errores y placeres.-Rayo es
de Dios:-claridad hermosa:-adivinación de lo futuro.-¡Por ella, el
dolor es costumbre benéfica,-el sacrificio vida,-el deber,
necesidad,-el amor gozado presunción del cielo,-el amor perdido...
¡ay!... (cayendo de nuevo en su anterior dolor) el amor perdido es
un presagio de los infernales sufrimientos!-
GUT. De nuevo vuelves a tu idea fatal.-
GROS. (Cuya exaltación va creciendo por momentos.) Pues, ¿cuándo
se fue de mí? ¿Cuándo la olvidé yo? ¿Cómo pude yo olvidarme de esta
bárbara idea?-¡No me ama Fleisch:-vanas son para ella mi gloria y mi
bondad;-tinieblas esta luz que todos-menos ella-ven aquí encendida!
¿Qué memoria pudiera olvidar esto jamás?-(Como si no hablara ya con
Guttermann.)
GUT. Sea mi certeza de tu engaño consuelo para ti.-
GROS. (Volviéndose bruscamente y con ira a Guttermann.) Pero
¿que todavía me oyes? ¿Qué haces aquí? ¡Te he dicho que no quiero
que me oigas!-
GUT. Pero, ¿si Fleisch es honrada y fiel esposa tuya, a qué ese
dolor?
GROS. (Exaltado a lo sumo.) ¡Honrada y fiel!-Pues ¿quién te dice
que no lo sea? ¿por qué dudas tú de que lo sea?
GUT. Antes quiero convencerte de tu engaño.-
GROS. ¡Si yo no necesito convencerme! ¡Si yo sé que ella es
honrada! ¡Si nada quiero saber! (Guttermann va a hablarle.)-¡Déjame,
ya!-(Y entra por la puerta primera de la derecha.)-

ESCENA 4ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. Nada en estos instantes lograría calmarlo. Lucha él mismo
entre lo que oyeron sus oídos y lo que desea su enamorado corazón
¡ay de él si llegaran a ver algo sus ojos!-¡mas llega
Fleisch!-(Yendo hacia la primera puerta de la derecha.)-

ESCENA 5ª
GUTTERMANN y FLEISCH
FL. (A tiempo que sale.) ¿Lo visteis ya?
GUT. Ya lo vi:-habéis abierto honda herida en su confianza y tal
parece que cada instante aumenta su dolor...
FL. ¿Qué va a ser entonces de él y de mí?
GUT. Cada razón mía moría en mis labios al nacer ahogada por su
vehemencia. Preguntábame unas veces si lo queríais, si sabía yo que
lo honrabais, y de pronto, como arrepentido de que nadie más que él
dudase de vos, erguíase iracundo, se retiraba confundido, ¡apartóse
al fin de mí!
FL. Y crece con sus dudas mi peligro: decidme una manera de
arrancárselas.
GUT. ¿Que no adivináis que él, que huye de vos, os busca con
afán?-¿que él-que cree en su desventura-está ansiando no creer? ¿que
ahora, que aún no os ha visto, no anhela más que veros? Id, id a él:
que entienda que le buscáis, que os oiga decir que le amáis, que os
vea enamorada y cariñosa:-¡Sin trabajo os creerá el infeliz!-Él
confiaba en vos infinitamente: no ha podido acostumbrarse todavía a
creer que engañáis su confianza.
FL. Haré lo que me decís: dejaré que temple un instante con la
soledad la exaltación que le ha producido vuestro empeño: iré a él:
¡quiera mi buena fortuna que sea como decís!
GUT. Será: tiene el mísero necesidad de creeros.-Y, miradlo,
Fleisch-mirad de frente a vuestro esposo:-Preguntaos cómo habéis
podido engañarlo un instante.-Avergonzaos de vos misma, ¡que el
arrepentimiento no empieza sino en el horror y vergüenza de la
culpa!-(Se va.)

ESCENA 6ª
FLEISCH (sola)
FL. Hiélanme las palabras de este hombre:-de tal manera me
reprende que no hallo en mí osadía que oponer a su serenidad.-Yo
querría no hacer sufrir a mi marido; yo querría hacerlo feliz:-mas
díceme tan dulces palabras el gallardo Possermann-quiéreme con tal
ardor, que no sé cómo tendré yo fuerza para separarlo de este
empeño:-aquí le dije que lo esperaba esta tarde:-(Yendo un poco
hacia la primera puerta de la derecha)-Grossermann se ha encerrado
en su alcoba.-Guttermann fue a ver su habitación:-él vendrá ahora
quizás-¡ojalá pueda yo alejarlo de aquí!-

ESCENA 7ª
FLEISCH y POSSERMANN
POS. (Saliendo cautelosamente por la puerta del fondo.) ¡Fleisch
mía! (Yendo a ella con los brazos abiertos.)
FL. (Con alegría y tendiéndole los brazos.) Helo aquí ya: en ti
pensaba, aquí te esperaba... (tristemente) mas... Possermann, vete
al punto, no retardes el irte.-Yo te amo, pero es imposible que nos
amemos. Las sospechas devoran en este instante a mi marido:-Él es
para mí bueno y generoso:-él me quiere también... ¡vete! ¡por mi
salvación y por la tuya!-
POS. ¿Que él te quiere?-Quiere él como padre: no con este
ardiente y poderoso cariño.-
FL. Mas Guttermann te ha visto...
POS. (Como sorprendido y contrariado.) ¡Guttermann!
FL. (Con terror.) ¡Sí! ¿le conoces?-¡ay de mí, si te conoce él!
Es el amigo mejor de mi marido.
POS. (Como si mintiera.) No, no le conozco.
FL. Pero él te ha visto ya, él te vio cuando besaste mi
mano,-¡él quiso correr esta mañana en pos de ti!
POS. (Apasionado en toda la escena.)-Descuida, Fleisch.-¿Dices
que quiere como hermano a Guttermann?-En él está seguro nuestro
amor.-Él callará porque quiere a Grossermann, porque sabe que la
confianza en ti es su vida...
FL. ¡Ah! ¡y lo engaño!
POS. ¡No, amor mío, no lo engañas!-me amas a mí, que te brindo
juventud y vida en cambio de aquel cariño seco que te brinda su
helada cabeza:-no lo engañas:-ámaslo a él como a padre:-a mí que en
ti bebo amores, a mí que ciego con el esplendor de tu hermosura, a
mí que tiemblo a tu lado de delirio y de pasión, ¡ámame con
suavísimo cariño, con dulce e infinito amor!-(Tiene tomadas las
manos de Fleisch.)
FL. (Desasiéndose de él, y mirando con terror a la segunda
puerta de la derecha.) ¡Oh! ¡calla! ¡calla! alguien sale de la
habitación de Guttermann.-
POS. (Con brusquedad.) Nunca he de verte un instante en calma.-
FL. ¡Vete, vete sin tardar!
POS. (Sacando una carta que da a Fleisch y ésta toma
apresuradamente.) Presintiendo que no podría hablarte, aquí te he
escrito y señalo lugar donde podremos vernos sin temor:-(dispuesto
ya a salir por la primera puerta de la izquierda:) léelo hoy, dime
hoy mismo si allí podemos vernos...
FL. Hoy, hoy lo leeré: ¡mas huye, huye, por Dios!-(Van hacia la
puerta de la izquierda.-Guttermann ha salido por la segunda puerta
de la derecha.)
POS. ¡Lleguen pronto para nuestro amor días felices!-(Ya en la
puerta.)

ESCENA 8ª
FLEISCH y GUTTERMANN
GUT. (Al dar unos pasos en la escena repara en Fleisch y
Possermann.) ¡Con él esta malvada,-aquí con él!
FL. (Que se ha vuelto al oírle e intenta detenerlo junto a la
puerta.) ¡Teneos, teneos aquí!-(Todas sus frases con angustia.)
GUT. ¡Dejadme salir!-(Queriendo desasirse de ella.)
FL. (Sin dejarlo.) ¡Yo os lo diré todo, todo lo sabréis!
GUT. (Con ira y sin poder desasirse todavía.)-¡Dejadme ya!
FL. ¡Esperad! ¡esperad, por Dios! ¡ved que me perdéis! ¡ved que
todo se pierde!
GUT. (Desasiéndose violentamente de ella, y como apartándola de
sí.) ¡Dejadme, mujer infame!-Piérdase aquí la honra de mi amigo: voy
a traérsela limpia y pura-(Dando un paso que lo separa de la puerta,
como yéndose.)
FL (De rodillas tendiendo los brazos.) ¡Teneos por Dios!-
GUT. (En el umbral de la puerta.) Dios no oye a los viles:-¡Él
me ayudará! (Y sale.)

ESCENA 9ª
FLEISCH (sola)
FL. (Levantándose espantada.) ¡Dios mío!... ¡Va a buscarlo!...
¡Va a matarlo!... (Mirando hacia la puerta primera de la izquierda.)
¡Corre ya tras él!... (Con gran angustia y desaliento.) ¡Ay de
Possermann si no ha saltado la tapia!-(Como recogiéndose en sí
misma.) ¡Por mi culpa,-por mi locura,-por mi amor
funesto!-Grossermann habrá oído... (Yendo hacia la primera puerta de
la derecha.) Vendrá aquí: (Deteniéndose y mirando pero sin cesar de
hablar.) ¡Allí viene!-¡Dios mío! (Como si huyera de sí misma.)
¡Piedad! ¡piedad para mí! (Desaparece por la segunda puerta de la
derecha.)

ESCENA 10ª
GROSSERMANN (solo)
GROS. (Sale por la primera puerta de la derecha como si viniera
precipitadamente desde adentro, creyendo que Fleisch estaba allí, se
para de pronto; mira por toda la habitación, y dice como dudando.)
¡Me pareció que era ella!-Su voz en todas partes: ¡imborrable ante
mis ojos su adorada memoria!-Nunca me han parecido los suyos como
ahora que no miran para mí:-¡nunca vi tanta luz en su frente como
ahora que de mí la esquiva!
(En tono reflexivo.) Dable es que no me ame.-Frágil sería ella,
y la fragilidad no es culpa de los hombres... Mas que abandone mi
amor inmenso, leal, potente:-que trueque esta vida que le doy, alma
que he dejado en su alma, regocijo inmenso del espíritu-por liviano
deseo o grosero apetito... ¡eh! ¡idea vil!-Si no cabe en mí esta
idea ¿cómo ha de caber villanía semejante en su corazón?
Ponen las almas fuertes a los humanos pies calzado de
espinas:-púsemelo yo, y anduve sin errores por las tinieblas de la
vida.-Luz se llama al extremo del camino,-dolor la senda que a él
conduce,-amigo del dolor, que es fiel amigo, miré al Sol, sentíme
fuerte, anduve,-y la luz fue mi compañera, y el sol altivo brilló en
mí.-
Engendro raquítico es en lo común el hombre. Yo me alcé de mí
por mi propio poder.-Ni ambición-que es miseria:-ni soberbia-que es
pequeñez:-ni gloria-que es mentira,-tuve yo.-Tuve que, al abrir los
ojos, vi error; tuve escasez, ruda y amorosísima maestra:-tuve que
me oprimían, y como el fuego comprimido estalla más violento, creció
el fuego,-abrasó mi corazón,-encendió mis ojos:-¡vil!
Vi la debilidad, lo deleznable, la tiniebla.-Miré a la tierra;
miré con afanes.-Bien la llaman en verdad: no había en ella más que
tierra.-
Y todo lo veía mi exaltable razón.
Yo amé a mi madre inmensamente-que era mi madre,-y la amé
falible y mujer.
Yo amé a mi padre-que era hombre-y lo amé errable y débil.
Nunca tuve desengaños, porque nunca tuve engaños. ¡Nunca tuve
desilusiones porque no tuve ilusiones jamás!-Mas hubo un día en que
unos ojos se fijaron en los míos,-ojos puros y serenos,-ojos claros
que dieron celos al día. Sentí que mi cerebro se iba a mi corazón;
sentí que latía más la sangre en el pecho que en la frente-¡sentí
que amé!-
Y cuando en brazos de esta ilusión encantadora me alzaba de la
vida,-cuando creía una vez, la ilusión se rompe; el amor me engaña,
los brazos se abren,-y caigo manchado de error, a esta tierra que
olvidé.-
¡Bien, bien a fe!-Hombre fui creyente y necio:-¡sufra yo-ser
mezquino-los mezquinos dolores del hombre!-
Tú, alma, llega.-¿Quién era que te dejaste vencer?-Si
carne,-¿por qué la amaste? Si impura,-¿por qué no viste?-Ciega eres,
o carne también.
Tú, ser, oye.-«Tú eres Dios-me decías;-Dios encadenado, Dios
preso. Dios caído: ¡rompe el hierro, escala el cielo, sube, sube!-tú
bajaste de él.»-Y subía, subía con ardor, herido y ensangrentado
subía;-y porque creí, porque amé, porque gocé,-tú, ser; ¡vuélveme al
hierro maldito, a la prisión odiosa, al humano dolor!
Si Dios ¿por qué no veo?-Si hombre ¿por qué concibo a
Dios?-¡Ea, cráneo!-¡rómpete! ¡cárcel de la razón,-montón estúpido de
huesos:-polvo y cal! (Y da precipitados pasos y se sienta en el
sillón, mientras aparecen por la segunda puerta de la izquierda
Guttermann y Fleisch, como si trajeran de dentro diálogo vehemente.)

ESCENA 11ª
GUTTERMANN, GROS. y FLEISCH
Sin ser notados por Grossermann, que sigue como abismado en su
sillón. El diálogo tendrá lugar cerca de la segunda puerta de la
izquierda, viva y rápidamente.
FL. ¡Oh! ¡Callad, callad! (Sin reparar en Grossermann.)
GUT. (Señalándole a Grossermann.) ¡Callad vos ahora! Grossermann
está allí-vedlo; atormentado, extraviado, loco,-vedlo; ¡sin
esperanza, sin honor! (Movimiento de Fleisch para hablar. Guttermann
repite con energía aunque siempre en voz baja.) ¡Sin honor! Saltó
ese hombre la tapia a tiempo tal que ya no lo hallé:-con él se iba
vuestra vergüenza, la de Grossermann, la mía:-¡encomendadlo a Dios,
si os oye!-Aquí vendrán por mi mano limpias y puras las honras que
vuestra liviandad mancilla;-mas si aún sois capaz de honrado
intento,-dad calma a ese infeliz.-Mentidle, si ya no cabe en vos
amor, mas distraedle de su bárbaro penar.
FL. ¡Ah! ¡pueda yo lograrlo!-¡Oídme luego! Vos también me
escucharéis.
GUT. (Rechazando con repugnancia la idea.) ¡Yo! ¡hablad, hablad
a Grossermann!-Buscadme después.-(Se va por la puerta del fondo.)

ESCENA 12ª
GROS. y FLEISCH
FL. (Nada al menos dirá a Grossermann.-Yo le avisaré del
peligro; yo le pediré que se aleje de aquí. No lo conoce este
hombre, mas el peligro de hoy renacería cada vez que nos viéramos.)
(Oye a Grossermann que habla y adelanta unos pasos hacia donde está,
y se para.)
GROS. (Sentado sin reparar en ella y con desaliento.) Mía es su
alma, decíame yo locamente, y el regocijo vivía en mí. ¡Ya no es
mía, ya no me ama, ya no tengo donde me quepa mi dolor! Mas..., si
sólo me ocultaba sencillez qué hago yo grave con mi necio temor,-¡si
me quisiera todavía! ¡Ah!, ¡no! ¡no! (Desechando su esperanza.) ¡No
me quiere ya!-preguntárame que sufro; no huyera de mí: ¡aquí viniera
a calmar mi dolor! ¿quién huye del que ama? anda, y se detiene: «La
culpa huye.»-Si me amara vendría.-¡Pero me deja solo!
FL. (Que se ha ido acercando por un lado al sillón, de modo que
al decir la última frase Grossermann, le dice ella muy
cariñosamente, y poniendo una mano en su hombro con amor; no
exagerado.) ¡Solo! ¿En qué piensas?
GROS. (Saltando del sillón rudamente sorprendido y haciéndose
atrás.) ¡Eh!... ¡Eh!... (Yendo hacia ella y con gran vehemencia.)
¿Me amas? ¿Me amas? (Fleisch queda como confundida por este
exabrupto; él dice naturalmente, mas con dolor.) En ti, en ti
pensaba; en ti que me amaste; en ti que fuiste luz de mi alma, mujer
mía.-
FL ¿Y ya no?
GROS. ¡Ya no! Ya eres mujer. Mujer pura es ángel..., mujer caída
por seducción es ángel todavía. Mujer envilecida por su voluntad,
mujer manchada por el deseo, ¡es carne, es polvo, es fango, es vil!
FL. Y, ¿piensas tú eso de mí? ¡Ay! Yo creí que algún día no me
amarías: pero nunca creí que me ultrajaras.
GROS. ¿Que te ultrajé? Perdón: yo no quise ultrajarte. Pero la
criatura engañada, el ánimo devorado por una bárbara sospecha, no
ultraja aunque ultraje, no ofende con ofender. Es que el alma alzada
al cielo de la venturosa confianza y súbito caída por engaño traidor
a las realidades de la tierra...
FL. ¿Que yo te engaño?
GROS. ¿Que lloras?-Oye: a mí me han dicho que las mujeres lloran
cuando quieren. ¿Es esto verdad? No, no lo es. Mujer era mi madre y
lloró: ¡no crea yo nunca que mi madre envileciese al llanto! En ojos
de mujer, ¿qué cosa viste tú más bella que las lágrimas de amores,
que lágrimas honradas y sinceras?-¡Llora: llora!-Así, aunque me
engañes, creeré que no me has querido engañar. Así, aunque no me
ames, creeré que te arrepientes de no haberme amado.-(Sentándola.)
(Con tono de débil esperanza.) Yo hacía de ti mi vida; de ti
hice yo necesidad y adoración:-confiado en tu afecto, dábame por ti
con alegría a los más rudos y afanosos trabajos. «Espéranme-decíame
yo con regocijo-los brazos de mi amada esposa: cuando ella sepa que
he hecho este bien, que he alcanzado esta gloria recibiráme en ellos
con entusiastas alegrías, dará a mi frente con sus besos suave y
enamorado calor.»-Fui por ti más laborioso;-por ti mejor, por ti más
afectuoso y caritativo:-para que tú me amaras, parecíame poco lograr
los intentos de todos los hombres, todos los triunfos de este
mundo:-por ti creí menos en Dios, por ti amé yo la gloria, que es la
más necia de las creaciones de la tierra, porque con el amor de
todos los hombres te quería a ti yo.
FL. (¡Ay de mí!)
GROS. Y cuando a ti venía en busca de caridad y de ternura,
cuando abrumaba mi espíritu historia fatal,-¡historia de fuego que
me está abrasando la frente!-cuando hubiera deseado hallarte más
cariñosa...
FL. (¡Necia de mí!)
GROS. Te hallé fría a mi ardor, inmóviles tus brazos, inquieta y
sin sosiego como si ansiaras desasirte de mí.
FL. ¡Si es que tus celos exaltados ven cuerpos en la sombra!
GROS. Y me dijiste que no entibiaban en mí los años el ardor...
FL. Díjelo sólo...
GROS. Tú lo dijiste... Tú, que decías que me amabas tuviste
tiempo para pensar en que yo tenía años.-Tengo yo canas.-Cuarenta
veces en mi vida he visto cómo los árboles-compadecidos en el
invierno de la tierra,-le envían para protegerla del hielo sus hojas
secas y marchitas:-cuarenta veces he visto tornarse a la primavera
las hojas caídas en flores hermosísimas, porque eran hijas del
agradecimiento y de la luz:-cuarenta veces ha abrumado mi frente el
peso sombrío de la melancólica atmósfera de otoño: ¿pero entiendes
tú un espíritu tan potente que anime con su fuego las entrañas
heladas del invierno, que rompa por encima de toda pesadumbre, que
doble con su peso el cuerpo que lo aprisiona y que lo
encierra?:-¡ése es mi espíritu!-¡El cuerpo cada día se me hunde: el
alma, más libre cada día, es por instantes más enérgica y alta!-La
nieve de mis canas no es la ceniza que deja el fuego al morir; es la
capa blanca que rodea al hierro ardiente y encendido.-Eres bella; yo
no te amaría si la belleza no fuese lo menos hermoso de ti, si las
flores perdurables de tu alma-porque, aunque no me ames, ¿tú serás
pura?-¿verdad, luz mía, que tú serás siempre pura?-no valiesen más,
mil veces más que esas flores perecederas de tus mejillas.-¿No estás
pálida, verdad, tú no estás pálida? ¡Desventurada tú, desventurada
la mujer en quien la belleza de las formas es la prenda
mejor!-¡Barro innoble,-carne muerta,-carne imbécil! carne serías tú
si no entendieras estas sombrías exaltaciones de mí alma. (Alzándose
bruscamente del escaño.)
FL. (Afectando amargura.) ¡Ah! ¡Grossermann! ¡Sólo lo grande de
tu dolor disculpará tanta injusticia para mí! (Levantándose.) Tú
consolaste mi soledad...
GROS. (Creciendo en ansiedad a cada pregunta.) ¿Verdad que la
consolé?
FL. Tú fuiste padre, hermano, esposo enamorado...
GROS. ¿Verdad que lo fui?...
FL. (Creyendo que él la cree.) Débote la paz de mi vida, el
bienestar de que gozo, la calma que disfruto...
GROS. ¿Verdad que sí?...
FL. Débote amor tan grande que nunca lo vi igual...
GROS. Sí, verdad, verdad... (Irguiéndose.) Pues si todo eso es
verdad, ¿por qué no me amas?-(Con desesperación.)
FL. (Afectando energía.) ¡Injusta idea que ya ni quiero rechazar!
¿qué gozas en atormentarte? ¿que pierdes la razón?
GROS. (Con dolor al principio y un vehemente acento de pasión en el
resto de estas frases.) ¡Ah! ¡no! ¡no!-Es que te pierdo, y lucho
desesperadamente por retenerte,-porque tú-mujer amada, adorada
criatura, ser que se hizo mi deseo fantástico y divino, ¡tú eres lo
único de la vida que yo no quisiera perder! Dime, dime que me
quieres, dime que el fuego de mis ojos enciende en tu alma ardiente
y vehementísimo cariño,-dime que me amas... ¡aunque no sea
verdad!-(Con acento de súplica apasionada:) mas que lo sea... que no
me engañes... que no olvides tú con qué pasión inmensa en ti se
fijan mis ojos, con qué enamorado regocijo te miro, te estrecho, te
hablo, y me parece que lentamente, gota a gota, instante a instante
se me va llenando de cielo el corazón! (Con viveza:)-verías tú cómo
no hay mayor felicidad que esta honrosa ventura, esta dulce
confianza, esta inefable delicia del santo y lícito amor. Verías tú
con qué dulcísimo contento...
(En el entusiasmo de estas frases, Grossermann se ha acercado
completamente a Fleisch, y al llegar a esta frase, mira su pecho, ve
un papel, y súbitamente herido por duda más ruda que nunca se echa
para atrás estupefacto, como no queriendo creer...)
FL. (Con acento de ternura.) ¿Qué tienes? ¿Por qué no me hablas?
¡Si vieras cuánto me gusta oírte hablar!...
GROS. (Un papel...) (Como absorto.) Fleisch, Fleisch.-
FL. (Con solicitud extrema.) ¿Qué, qué es?
GROS. Tú tienes... un papel.-
FL. (Aterrada y llevando como sin poder evitarlo la mano al
pecho.) Yo... yo... yo no tengo papel alguno.-
GROS. (Con ira y como yendo a tomárselo.) ¿No? ¿no?-(Afectando
calma.) Me pareció que tenías un papel.-Dime: ¿sabes tú la historia
de Frank?
FL. No.-¿Por qué hablarme ahora de ella? ¡Háblame de ti!-
GROS. ¿No la sabes?-es una historia de que se burla mucha gente,
que hacen sin sentir muchas miserables mujeres.-(Con ira mal
disimulada.) ¿Me engañarías tú a mí? (Fleisch baja la cabeza
confundida.) Pues su mujer engañó a mi amigo:-mira tú, mira tú si es
torpe y vil-(Pausa: Fleisch no habla.)-Frank la amaba. Frank la
amaba como yo te amo, y cuando se ama, así, las sospechas caen en el
alma como fuego voraz, los pensamientos se aglomeran en tumulto, la
razón se olvida, el amor se acaba, la ira empieza... ¡Mujer, dame
ese papel!-
FL. Si yo no tengo papel alguno, si es sueño de tus celos.
GROS. ¡Mientes!-Hermana infame es la mentira de la culpa.-Dime
¿no sientes que la vergüenza te ahoga, no te desprecias, no te
mueres delante de mí?-Mírame, mírame bien-yo fui quien consoló tu
soledad, (Tomando la mano de Fleisch, que a cada frase vuelve la
cara como para alejarse de él)-yo fui tu padre, tu hermano, tu
esposo enamorado;-tú me debes el bienestar que gozas, la calma que
disfrutas;-tú me debes amor tan grande que no tuvo jamás amor
igual:-yo te hice mi compañera. (Fleisch vuelve el rostro como si
quisiera no oírlo.) ¡Mírame!-yo te dí bienestar, consuelo, calma,
paz;-yo te dí mi alma, yo te dí mi honra:-¡mírame!-
FL. (Como intentando, pero sin violencia, desasirse de él.) ¡Oh!
¡me martirizas!
GROS. (Sin dejarla) ¡Mírame! (Dejándola bruscamente y alejándose
unos pasos de ella.) Mas no; no me puedes mirar: ¡el fango no tiene
ojos, el fango no se levanta de la tierra! (Volviendo
precipitadamente a ella.) Tú, un papel que me ocultas. (Con calma
forzada.) Dámelo.
FL. (Siempre confusa.) ¡Si es locura de tus dudas!
GROS. (Creciendo a cada frase en ira.) Mira que la sangre se me
agolpa a los ojos.
FL. Si sueñas...
GROS. Mira que la razón se va de mí. (Yendo a ella e intentando
quitárselo.)
FL. (Resistiendo no demasiado.) No, no lo tengo.-
GROS. ¡Dámelo! ¡Dámelo!
FL. (Que defiende con sus manos el pecho.) ¡Oh!-me haces daño...
GROS. Dámelo.-
(Cae el papel al suelo.)
FL. ¡Ah! (Y se echa de rodillas sobre él.-Grossermann va a
lanzarse sobre ella.-Entra Guttermann precipitadamente por la puerta
del fondo.)

ESCENA 13ª
GROS., GUT. y FLEISCH
GROS. (Volviéndose bruscamente a él.) ¡Eh!... ¡Eh!... ¿qué
quieres? (Volviéndose al público y afectando calma.) No... no... no
es nada... ésta que se ha conmovido, (Volviéndose a Fleisch con ira)
¿verdad que te has conmovido?-Sí, Guttermann, con la historia de
Frank.-(Guttermann alza a Fleisch.) ¡Historia cruel, historia
tremenda y fatal!-(Volviéndose a Guttermann.) Dime, ¿qué hizo Frank
al amante de su mujer?
GUT. (Con asombro y reconvención.) ¡Grossermann!
GROS. (Con ira e insistencia.) ¿Qué hizo Frank al amante de su
mujer?
GUT. (A él de la mano, y mirándola a ella, como si no hubiera
querido responder.) ¡Lo mató! (Movimiento de terror y súplica al
cielo, de Fleisch. Grossermann se adelanta a un lado de la escena,
como recogido en una idea, y se dice a él mismo con voz sombría.)
¿Conque... lo mató?...
CAE EL TELÓN
Adúltera
José Martí

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander
Central Hispano 1999-2000

Adúltera
José Martí

Acto 3º

ESCENA 1ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. ¡Aquí, aquí el villano!-¡Día terrible éste en que parece
que todas las desgracias se reúnen!-¡Brazo mío, ni miedo ni
parar!-Un miserable esquivó tu furor y me ultrajó: a él iremos a
buscar mi honra: pediréle primero la ventura de mi hermana, que vale
más la ventura de la manchada que la ruda venganza de la mancha.-Si
una vez me la niega, yo se la pediré otra vez, y si dos veces la
negara, ¡caeré sobre él con ira tanta que allí quede ejemplo de
villanos y castigo de mi baldón!-Aquí estuvo, conócenlo en la
ciudad, aquí lo han visto.-Dícenme a más que ha días ronda las
cercanías del jardín:-nueva seducción proyecta quizá: otra
desventurada mujer le dará a estrujar su alma:-¡Boa infame, chupará
y arrojará luego sin vida otro incauto corazón!-¡Ser, ser creador,
si ves esto y no lo estorbas, si miras esto y lo consientes, si
miras tranquilamente cómo goza la maldad, maldito y execrado sea tu
ser!-(rápidamente.) Mas no, no lo consientes:-haces la tentación y
haces el cielo: los enseñas al hombre y el hombre elige: el que
elige la tentación es el maldito.-
Den mis iras espacio a aliviar la desgracia de mi amigo.-Pues
aquí está, aquí lo hallaré.-
Consuele yo hoy a Grossermann, a este hermano de mi alma: luego
buscaré al que me infama, y, sombra o rayo, si aquí vuelve, ¡aquí
hallará castigo el que lo infama a él!
Cegué de ira esta tarde cuando vi a ese hombre al lado de esta
infame mujer. ¡Cegara yo antes de verlo!-Mas con rapidez tal
huyó,-que ni a saber quién era alcanzaron mis esfuerzos: ¡no huirá,
si vuelve!-¡Si fuera...! no, no puede ser; él sabría ya que aquí
vivo, y huiría desatentado de mí: no puede ser él.-

ESCENA 2ª
FLEISCH y GUTTERMANN
GUT. (Que al volverse encuentra a Fleisch que ha entrado por la
puerta primera de la izquierda, con asombro y disgusto:)-¡Fleisch!
FL. ¡Ah! ¡Guttermann! ¡No os imagináis con qué ansiedad
angustiosa espero que le habléis!
GUT. Y ¿a qué venís a mí?
FL. ¿Qué, vos también, el único que puede ampararme, me rechaza?
GUT. Pues ¿no os rechazáis vos misma? ¿Qué extrañáis que os
rechace yo?
FL. ¡Nunca juzgué tanta mi desventura! (Llorando.)
GUT. ¿Lloráis ahora de terror, después que os mancillasteis con
la falta? ¡Valiera más que hubierais llorado de vergüenza antes de
haberla cometido!-
Concertado está el engaño;-mas no engaño yo por vos a
Grossermann; engáñolo por él, por cariño de hermano hacia esa alma
tan noble que os ha cegado con su resplandor.-Hallado el medio ¿qué
me queréis ya? Por él velo, por él velaré siempre; ante él-nada más
que ante él-seré siempre lo que fui para vos.-Ahora, recogeos en vos
misma: llorad, si os place, que toda una existencia de lágrimas no
basta a redimir un alma de tan liviana caída como la vuestra.-Y
oídme:-sombra dijisteis esta mañana que era el que os
hablaba:-sombra pudo ser el que escapó hoy a mi ira.-
Si la sombra de un hombre hiere una vez más aquí mis ojos,-sé
yo terrible manera de matar a las sombras.-Con la vida del que se lo
ofenda, sabré yo sellar el respeto infinito que debéis a
Grossermann.-Quedad en paz.-
FL. (Con terror al oírlo.) ¡Oh! mas aguardad...
GUT. Nada aguardo ya.-Preparada una vez esta comedia que ha de
dar a Grossermann mentida felicidad, ni os conozco, ni os
amo.-Siento frío ante vos. Siento dolor, zozobra, ira.-¡Siento que
me abrasa el rostro esa vergüenza irritada que enloquece a mi amigo,
y salta de sus mejillas a las mías! (Movimiento de Fleisch para
hablar.)-Quedad en paz, si la hay todavía para vos,-y en ella, no
olvidéis de cuán terrible manera sé yo desvanecer las sombras.-(Se
va por la segunda puerta de la derecha.)

ESCENA 3ª
FLEISCH (sola)
FL. Sin misterio me amenaza:-sin compasión me hiere: ¿qué no
merezco yo? Por instantes crece, más cada vez me espanta la angustia
de mi situación. Mi turbación, aquella carta funesta, me vendieron;
mas si ve a mi esposo Guttermann, si hay en su alma todavía una
senda abierta a la esperanza, si no duda de él también, aún puede
volver a mí la calma que tan rápidamente me dejó.-¡Ocultos están
largo tiempo la traición y el engaño, mas una vez sospechados,
tienen para ser descubiertos rapidez asombrosa, alas malditas!-
Yo no sé qué es de mí,-no sé qué extraño dominio me sujeta el
lado de Grossermann:-«Esposa, me dice, mías sean las venturas de tu
alma.»-«Mujer, me dice Possermann, mujer divina y encantadora,-mía
sea la flor de tus amores, mía siempre la hermosura de tu ser.»
Paréceme el uno tarde severa y nebulosa: día el otro de espléndida
luz.-No sé qué misterioso poder me encadena a mi marido. No sé qué
loca voluntad me aleja de él.-Quiero a veces apartarme de
Possermann, huirle; a ello me decido, para ello lo busco; mas viene,
me mira, lo miro, y ¡ya no puede ser!
Días ha leíame Grossermann un libro en que sostenía una mujer
lucha igual, en que así combatida-en ella se devoraban los afectos
sin poderse vencer.-«Mira-me dijo-¿ves tú esta mujer? Yo la llamaría
tiniebla.»
«¿Por qué?»-le pregunté.-«Porque el ansia de la carne la
arrastra y la luz de su esposo la ciega.»-«Vive en mí, Fleisch»,-me
dijo entonces:-«¡sé tú mi claridad, mi luz, mi fe!»
Y me abrazó a su pecho, me miró luego con suprema delicia, puse
yo mis labios en los suyos, y él los alzó a mi frente y me dejó en
ella beso prolongado, ardiente, grave. ¿Por qué me besó en la frente
y no en la boca? ¿Seré yo la tiniebla que él decía?
Mi marido me rechaza, su amigo me avergüenza, ese hombre a
quien amo me abandonará tal vez... (Voz de adentro:-¡Guttermann!
Volviéndose como si hubiera oído ruido hacia la primera puerta de la
derecha.) ¡Dios mío! ¡Grossermann!¡Hacia aquí, hacia aquí viene!
(Con desaliento.) ¡Mis pies no me oyen: aquí me clava mi culpa: mas
Guttermann no le ha hablado, el dolor lo exalta, fiero estallará al
verme... No... no es posible que me quede! (Yendo hacia la segunda
puerta de la derecha.) ¿Dónde encontraré valor?

ESCENA 4ª
GUTTERMANN y FLEISCH
GUT. (Saliendo rápidamente por la misma puerta como si viniera a
buscarla) ¡En el arrepentimiento, en vuestra culpa propia, en esa
alma inmensa que estáis arrebatando a la vida!
Él llega, id y llorad:-llorad eternamente, que toda una vida de
vuestro llanto no vale una hora de su dolor:-llega: ¡venid! (Salen
por la segunda puerta)

ESCENA 5ª
GROSSERMANN
GROS. (Sale por la primera puerta de la derecha.) ¡Tampoco está
aquí Guttermann! ¡Solo, todo solo, y muerto y frío todo desde que
ella ha muerto para mí!-Consúmase mi llanto al fuego de mis
ojos:-ahora ¡estos ojos estúpidos no saben más que llorar! ¡Que no
me amara!... ¡bueno! Yo me amaría.-Pero, que otro la acaricie, que
otro la ame, que ponga otro sus labios donde yo puse los míos...
¡oh, no! ¡no puede ser! ¡estarían negros!-
Yo viví, alenté, trabajé por la felicidad de aquella vida
ingrata;-yo le dí mis alegrías, yo le oculté mis penas; yo hice de
su existencia bienaventuranza y claridad;-¿y ella acaricia, abraza,
besa a otro hombre, mientras yo le daba vida, sueño, aliento,
amor?-Fuera que la tierra toda era desgracia,-¡que la tierra entera
se hubiera desplomado sobre mí!-si fuera así, si es ciega la ventura
y alza en brazos al infame y hunde en bárbaro dolor a los justos,
¿quién es Dios?-Injusto, no:-no puede ser: ¡vale más pensar que
sería loco!-
Y en este rudo penar, en este devorar de pensamientos, en este
acariciar y desechar las ideas-¡huyen de mí la calma fría, la razón
pequeña, la miserable esperanza, y yo que no vi antes más que tierra
en la Tierra, mírola ahora toda negra y sombría, llena de tinieblas
y de sangre!
Sangre-que es vida, vida en la Tierra-vida de uno. Mis ojos
avarientos, abarcaban de una mirada el mundo, y otros mundos, y
más;-y la vi, y los puse enamorado y loco en ella... ¡donde yo puse
los ojos, no caben ya más ojos que los míos!-
Esperanza risueña, engaños claros, traiciones temidas,
confianza, desconfianza, horror, amor: esto, en mezcla horrenda, en
caótico revolver, en encontrarse y luchar y devorarse,-¡esto es
dudar!
Y querer, y querer a mujer,-y guardar toda una vida para amar y
amar con todo el vigor de una existencia,-y vivir en el cielo un día
de ventura y caer del cielo rudamente,-mirar a la tierra en la
caída, luchar con el aire, combatir cayendo, volver desesperado las
manos a la perdida luz, ¡esto es dudar, ésta es mi duda horrible,
éste mi espantable combatir! ¡Combato, lucho, me agito, lloro,
muero! ¡No! ¡vivo! Vivo como nunca viví, vivo de lucha y de dolor;
porque muero, vivo, que nunca está el hombre más cerca de la vida,
que cuando está cercano su morir.-
Recuerdo que me amaba; fínjomela como en días risueños
complaciente y afable, fínjomela casta, mía me la finjo,-y, cuando a
la dulzura de esta imagen tiéndense a ella mis brazos
amorosos,-dudas, preguntas, temor de mancha, iras indomables álzanse
rugiendo en mí, y ahogan mi deseo y endurecen mis brazos-este ir y
venir y caer y levantarse de bárbaras ideas.-
¡Lucha eterna entre la razón y las pasiones! ¡En vano es que
una razón severa se prepare para combatirlas, en vano que las espere
con vigor, locura luchar contra ellas! Vienen, y encienden, y
devoran: llegan, y alientan, y matan; y apenas laten en el pecho,
álzase con ellas este hombre-fiera que duerme escondido en el fondo
del hombre; y crece en una hora más que en una vida el hombre, y
salta del humano ser, ¡y lo destroza y lo desgarra a su terrible
despertar!
Así despierta en mí; así me devora, así se alza; ¡ruja, vuele,
arrase, mate-si mata! ¡Ni yo lo hice, ni yo lo despierto, ni yo he
de responder de lo que él haga!... ¡Reflexión, calma, paz, todas
estas fortalezas que amontoné yo para mi vida, todo este dominio en
mí, todas las fuerzas de mi razón, caen heridas a manos del agostado
amor de una mujer! ¡una debilidad pierde una vida! yo,
hombre,-¡muero a manos del hombre!-¡Ser flaco, ser flojo! ¡cae
siquiera como Luzbel, ya que subiste como Dios!
Guttermann calla, calla esa triste, todo calla: ¡ay de todos
cuando me olvide enteramente de mí mismo! ¡ay de mí! ¡ay de...!

ESCENA 6ª
GUTTERMANN y GROSSERMANN
GUT. (Que entra por la puerta más cercana a tiempo de cortar la
frase de Gros.)-¡Sin tregua exaltado!-
GROS. ¡Eh! ¿qué quieres?... Pensaba en mí, pensaba en que todo
favorece a la traición, en que todo me engaña, ¡en que me engañas
tú!-
GUT. ¿Yo?...
GROS. ¡Tú!... Dime: figúrate que yo sé dónde está el hombre que
sedujo a tu hermana...
GUT. ¡Grossermann!-
GROS. Figúrate que lo conozco, que lo he visto...
GUT. ¿Que lo has visto?
GROS. Figúrate que sé de él casa, lugar, nombre, todo lo que a
tu honra falta, todo lo que necesitas saber...
GUT. ¡Dilo, dilo!
GROS. ¡Figúrate que nada te quiero decir!-
GUT. Pues di, desventurado, ¿si todo lo sabías, por qué
callaste?
GROS. Pues di, desventurado, si me miras morir, ¿cómo es que
callas?... Porque tú lo ves, tú ves a Fleisch, tú lo sabes todo:
infame es el amigo que permite a su amigo la deshonra: ¿qué sabes
tú?
GUT. (En tono de reconvención.) Sé que te vas volviendo necio;
sé que raya en extravío tu loca exaltación... (¡Pobre ardid de la
sospecha! ¡nada sabía el infeliz!)-
GROS. ¡Ah! ¡Sí!-Es verdad: ¡más que loca, más que tinieblas, más
que horror! (Sentándose en el sillón.)
GUT. (Tal parece que puso la fortuna empeño en serle favorable
esta vez: ni él leyó la carta, ni nada de ella me dijo: ni ha visto
a Fleisch después; séale, pues, consolador, este engaño mentiroso;
sea tregua a su pesar, mientras esa mezquina criatura lo despierte
con nueva traición.) (Dirigiéndose a él.)-
GROS. Y todos lo sabrán, y todos lo contarán, y yo, yo solo no
lo sé, (levantándose y yendo hacia Gut.) Tú has ido a la ciudad: tú
has visto a mis amigos: alguien te habrá hablado: ¿qué te han dicho
de mí?
GUT. (Haciéndose extraño al suceso.) ¿Que qué me han dicho?
GROS. (Con vehemencia creciente.) Sí... ¿qué te han dicho?
porque ahora dirán cosas diferentes a antes; tiene la murmuración
lengua de rayo: ¡todo el mundo lo debe saber!-¡Habla! ¿Qué te han
dicho?-
GUT. Pero, ¿qué es lo que todos deben saber? ¿qué te agita así?
GROS. Pues, ¿no la viste a mis pies? Pues, ¿no lo sabes tú? ¡Ah!
sí: era desgracia mía. ¿Cómo era posible que no la viesen los demás?
Y ¡con qué infame placer ven caer al fuerte los caídos! ¡Con qué
villano regocijo gozan las almas miserables en la desesperación de
aquel cuya calma envidiaban!-¡Cómo gozarían ahora en mi tormento los
viles de la ciudad! ¡Gocen, rían!-Si ante mí ríen, ya no reirán
jamás; y si me escarnecen, si se mofan... ¿qué, alma? ¿que te
vuelves mezquina con las ajenas mezquindades?-Si ríen, ¡ríanse!-La
deshonra es del que deshonra a los demás.-En este supremo dolor, en
este agudísimo penar que compendia los infiernos, el deshonrado no
es el que lo sufre,-¡el que lo provoca!-El deshonrado no es el que
escogió a una mujer para su mujer, y le dio el lustre del nombre y
el calor de su hogar, y el producto de su trabajo y todas las
solicitudes de su vida al que todo esto arranca por el apetito
estúpido de carne, la envilecida criatura que deja que en sí sacien
el repugnante deseo; ¡ésos, esos viles, nada más que ésos son los
deshonrados!-el marido noble, confiado, engañado, ¡no! ¡éste tiene
la honra íntegra y pura!
GUT. ¿Que el tuyo te falta? ¿Que de nuevo dudas? ¡Nada quiero
saber, nada sé de lo que estás diciendo!
GROS. (Con ira.) ¿Nada?... ¿nada? Pues yo voy a decírtelo:
¡óyeme bien! Era una casa venturosa; las almas se parecían al cielo:
los cuerpos estaban enamorados de las almas. Eran un honrado marido
y una honradísima mujer.-Y una vez, cuando oscurecíase el cielo de
su brevísima ventura, cuando nublaba fatal sospecha la paz que un
día logró-¡y era el día primero de paz de su vida!... el marido
hablaba con la mujer, la mujer temblaba ante el marido, contábale
una historia de esposa criminal, quiso ella desasirse de él, quiso
él sujetarla a su furor, cayó carta culpable del seno de la esposa,
lanzóse a ella el marido, cayó la mujer sobre la carta como sobre la
vida que se le escapase cayera,-¡por qué estas infames necesitan aún
la vida!-sobre el papel arrodillóse, cubriólo con su cuerpo, lanzóse
él a ella... y, a no entrar importuno personaje, ¡allí hubiera la
razón extraviada del esposo cometido espantable violencia!
GUT. (Tomándole de la mano y adelantándose con él al centro de
la escena.) ¿Era yo el personaje importuno?
GROS. (Como arrepentido de haberlo dicho.) ¿Tú?
GUT. Sí: ¿era yo?
GROS. (Como vencido.) ¡Tú eras, tú!...
GUT. ¿La mujer, tu mujer?
GROS. ¡Ella era... ella!
GUT. ¿Tú, el marido? ¿Suya la carta que alcé del suelo donde tu
indomable carácter la arrojó?
GROS. ¡Aquélla, aquélla era la carta!...
GUT. (Dejándole la mano.) Pues, necio, ¿y si dudas de tu esposa
sin razón? ¿Si es Fleisch inocente?
GROS. (Con alegría y duda y temor y sorpresa mezclada.)
¡Inocente!
GUT. Y ¿si era esa carta patentísima prueba de cariño para ti?
GROS. ¿Que me ama? ¿Que la carta no era de un hombre? A ver... a
ver... dímelo otra vez.-
GUT. Fiel es y honrada como siempre fue-si te ama...
GROS. (Con explosión de alegría.) ¡Si me ama! (Como
reflexionando.) Puede ser verdad... (Exclamando.) ¡Ah!, ¡sí! ¡debe
ser verdad! ¡Sólo una alegría tan grande podría venir tras tan
grandes dolores! Si la noche es tan negra para que el día sea más
claro: ¡la duda es tan terrible porque sea más venturoso el amor!
Pero ¿estás tú seguro? ¿tal que desaparezca mi dudar, tal que ni la
sombra de un recuerdo de traición me exalte otro día, tal que todo
sea para mis ojos ansiosos espacio clarísimo, ventura y claridad?
Que esa carta no era de un hombre... que es inocente... Tú me
engañas... tú me consuelas... ¡Torpe! mi razón puede morir en esta
lucha: ¡mi alma no!-
GUT. ¡No se consuela de un dolor imaginario! Yo sé por qué tu
esposa ocultaba aquella carta; yo he visto lo que te digo.
GROS. Sí, ¿dónde, cómo, dónde lo has visto?
GUT. Donde sin tus locas iras lo hubieras podido tú ver: en las
leales manos de tu esposa.
GROS. ¡Leales!... ¿Mentirías tú? Tú sabías de quién era, qué
decía, por qué me la ocultaba... a ver, tráemela, dámela... ¿qué
esperas? ¿por qué no me la has dado ya?-
GUT. Esa carta era un peligro para ti.-Tus palabras iluminan al
pueblo, y tú sabes cómo no descansan en perseguirte los señores...
GROS. Pero esa carta....
GUT. Esa carta debe ser suya.-Tu popularidad y el amor que en la
ciudad te tienen los estorba.
GROS. Pero ¿qué decía?
GUT. En esa carta se excitaba tu honra y te llamaban a lugar
arriesgado de modo tal que, leída por ti, no hubiera tu valor
imprudente oído la razón.
GROS. Y ¿Fleisch?...
GUT. Fleisch arrostró tus iras y tu sospecha sin que pretendiera
un instante sincerarse, porque su sinceridad era tu riesgo.
GROS. Pero ¿es eso verdad?
GUT. ¿Cuándo mentí?
GROS. ¿Que era amor lo que yo juzgué un engaño?
GUT. Ya ves cómo ha arrostrado tus iras por salvarte...
GROS. Qué ¿no me engañas?
GUT. Como es fiel...
GROS. ¿Verdad que es fiel?
GUT. Como es honrada...
GROS. ¿Verdad que lo es?
GUT. Como es pura, como es inocente, como siempre te amó.
GROS. (Hablando al mismo tiempo que Gut. y con acento de
convicción.) Sí, sí, si me ama, si es inocente, si yo lo creo, si es
mentira que yo haya podido dudar...
Pero esa carta, esa carta, por Dios: ¡mira que muero de
impaciencia, de ansiedad!
GUT. (Sacando una carta.) Ella hará que te arrepientas de tu
error. Hela aquí.
GROS. (Tendiendo la mano.) ¡Aquí! Ésa... ésa es; (Retirando la
mano.) ¡No, no me la des, si yo no creo que me engañes! (Gut. va a
guardarla: Gros. tiende la mano.) ¡A ver... a ver... (tomando la
carta) que esta carta... que ella es inocente... que voy a verlo...
que me ama! (Exclamando.) Yo por esta carta la infamaba: de aquí va
a salir noble y pura como antes: ¡bendita, bendita seas que me
enseñaste a perderla para gozar luego este inmenso placer de
recobrarla!-(Abre la carta trémulo y ansioso.)
GUT. (¡Infeliz!)
GROS. Aquí me lo dice... aquí me llaman...aquí me citan, ¿qué
más prueba quiero ya?-Noble es y pura; pura y me ama... ¡abrázame,
hermano!-¡qué inmensa alegría! ¡abrázame otra vez! ¡no hubiera aquí
más gente a quien pudiera yo abrazar!-¡Inocente, y pura, mía! ¡Si ya
lo sabía yo! Si no podía ser que me engañase... Yo he dado mi vida a
esta mujer-decíame yo:-he hecho de ella adoración, consuelo,
paz;-díla riquezas, ternura, hogar, calor,-díla mi alma entera ¿cómo
había yo de creer que ella me engañara?-Mía, mía es su alma todavía
como antes. (Yendo de una puerta a otra para llamarla.) Fleisch...
Fleisch mía... (Deteniéndose en el centro de la escena.) ¡Qué
hermoso está todo! ¡Parece que el cielo se me abre! ¡Parece que el
cielo mismo se me entra en el corazón! (A un movimiento de Gut.)
¡Vamos, vamos a buscarla! Estará en el jardín... en la casa
cercana... por aquí... por aquí más pronto... (se detiene un
instante) ¡mía y pura! (A un movimiento de Gut.) Sí, sí, vamos...
vamos... (Salen.)

ESCENA 7ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. (En el umbral de la puerta por la que ha salido Gros.)
Corre ya el triste en pos de su engañosa felicidad, y alienta
todavía el que me ultrajó. Cuerpo era sin alma Grossermann que va
desatentado en pos del alma perdida: ¡cuerpo soy yo sin honra que no
la merezco hasta que no la recobre! Él es feliz: ¡hónreme ahora yo!
(Sale a tiempo que entra precipitadamente por la primera puerta de
la izquierda Fleisch seguida de Possermann.)

ESCENA 8ª
FLEISCH y POS.
FL. ¡Desventurado! ¡Huye de aquí! mi marido habla quizá en este
instante con Guttermann, convéncelo con carta fingida: ¡huye de
aquí!
POS. ¡No sin verte un momento! ¡no sin hablarte ahora que suerte
infausta me obliga a alejarme de aquí!
FL. ¿Qué?, ¿que te vas?-¡aguarda, aguarda entonces!-¡oh, día
terrible que aún me guardabas este fiero dolor!-¿Por qué te vas?
¿Qué te arranca de aquí? ¿El amor quizá de una mujer? ¡Yo te amo más
que nadie te amaría! ¿Las iras de mi marido? ¡Yo las arrostraré
todas para mí, y te libraré a ti de ellas! Pero no te vayas...
piensa a cuántos peligros me expuso tu cariño, que por ti desafío
ahora mismo la cólera de Grossermann,-¡piensa que te amo!
POS. ¡Imposible, Fleisch! Enemigo implacable me persigue y no
podrías tú librarme de él... Para verte última vez subía.
FL. ¡Última vez!
POS. ¡Última, Fleisch mía! Quede en ti siempre fija la memoria
de esta ardiente pasión: tú me amaste...
FL. ¡Te amo!
POS. ¡Mías fueron tus horas de delirio, mía la hermosura de tu
ser! ¡piensa que nunca olvidaré yo tu belleza! ¡piensa que con la
memoria de los tuyos, morirá en mí siempre el recuerdo de todo otro
amor! ¡piensa, bien mío, con cuánta delicia ahogué yo en tus labios,
al nacer de los tuyos, estos besos febriles y ardientes que al
partir todavía de tu lado me están quemando el corazón!-(El grupo
debe estar de manera que dé Fleisch la espalda a la primera puerta
de la derecha por la que saldrá precipitadamente Gros.)

ESCENA 9ª
GROS., POS. y FLEISCH
GROS. (Yendo a ella con los brazos abiertos.) ¡Fleisch, Fleisch
de mi alma! (A su exclamación se vuelve Fleisch, Gros. ve a Pos.)
¡Qué! (Haciendo un paso atrás.) ¿Es verdad?... ¿Es verdad?... (Yendo
a Pos. que protege con su cuerpo a Fleisch.) ¡Infierno, infierno! (Y
se arroja sobre Pos. que ha buscado un arma sin hallarla en su
cinto, al caer Gros. sobre Pos.)
FL. ¡Jesús! (Y cae arrodillada cubriendo el rostro con las
manos.)
POS. (Luchando inútilmente por desasirse de Gros. que le lleva
hacia la primera puerta de la izquierda.)-¡Perdón; perdón para ella!
GROS. ¡Maldita sea!
POS. ¡Perdón si muero! (Ya junto al umbral.)
GROS. (Ya entrando.) ¡Muere! ¡muere! ¡Y ella después!
(Desaparecen por la puerta.)
FL. ¡Dios de mi vida, misericordia para mí! (Se oye la caída de
un cuerpo.)
GROS. (Sale y exclama.) ¡Loco, loco, loco era, Dios! ¡Muerto ese
hombre! muerto a mis pies ¿qué pienso? ¿Qué dudo? ¡Bien muerto
está!-Él me mató mi alma: yo le he matado el cuerpo-él me queda a
deber todavía: ¡bien muerto está! (Fleisch que ha debido alzarse
espantada al verlo volver, quiere huir, y apoyarse desfallecida en
la mesa,-Gros. reparando, al volverse, en Fleisch; yendo con furor a
ella.) ¡Y tú vives, tú alientas, tú lo amaste!-Tú como él me
manchas: ¡a ti como a él! (Alza sobre ella la mano armada de un
puñal.)
FL. (Cae arrodillada.) ¡Perdón!
GROS. ¡Muere! ¡ah! ¡no! (Dejándole el brazo y apartándose.) ¡Qué
infamia!-¡Es mujer! (Yendo a ella y alzándola del suelo.) Vil, vil
criatura, yo te amaba... ¡vete!-
FL. ¡Perdón por la memoria de tu madre!
GROS. No, no, que me la manchas: ¡vete!
FL. Fue locura, fue vértigo, fue delirio...
GROS. ¡Calla!
FL. ¡Fue que mi cuerpo venció a mi alma: fue que la influencia
de sus ojos me arrancó en un instante la memoria de tu amor!
GROS. ¡Fue que la sensualidad, que es el infierno, venció a la
castidad, que es Dios! Pero tú vives, yo vivo, tú me miras, ¿cómo
puedes vivir?-En ti puso sus labios, besó tu boca, acarició tu
cuello: ¡muere tú también!-(Levanta el puñal, Fleisch cae sentada,
Gut. entra precipitadamente por la puerta del fondo.)

ESCENA 10ª
GROS., GUT. y FLEISCH
FL. (Al sentarse y apartando a Gros.) ¡Oh!
GROS. ¡Tú lo amaste!...
GUT. ¡Grossermann!
GROS. (Dejando caer el puñal, deteniéndose súbitamente) ¿Qué
quieres? Nada. (Apartándose, Gut. sin adelantar.) (Gros. irritado.)
¡Digo que nada!-¡Ésta, ésta que llora, llora porque ha muerto uno a
quien ella quería, y otro, otro (como abatiéndose) que la quería a
ella más, mucho más...!
GUT. (Yendo rápidamente al sillón.) ¿Qué pasa aquí? (Gros. se
queda como aterrado.)
FL. (Levantándose.) ¡Ah! ¡Id, id, quizás aliente, quizás viva,
quizás pueda salvarse, todavía!
GUT. ¡Qué! ¡Grossermann! (Fleisch hace un movimiento de
ansiedad, Gut. corre a la primera puerta de la izquierda.)
FL. (Con ansiedad.) Sí, id... id.
GROS. (Como continuación a su anterior pensamiento.) ¡Oh! ¡más, más,
más que a la esperanza! ¡más que a la luz!
GUT. (De adentro.) ¡Muerto!
GROS. (Irguiéndose de repente.) ¡Eh! ¿quién lo ha dicho? (Un
movimiento de espanto.) ¡Muerto!-(Como hablando con alguien.) ¡No he
sido yo! ¡No está muerto! ¿Quién dice que está muerto? (A estas
frases dichas con acento desesperado sucede la postración anterior.)
GUT. (Saliendo del cuarto y yendo a Gros.) ¡El infame, el que me
robó la hermana de mi alma! (Tomando el brazo a Gros. que no alza la
cabeza.) ¡Ah, mano necia que no dejaste a mi mano la satisfacción de
su castigo!
GROS. (Inclinándose y como disculpándose torpemente con Gut.) Yo
no... yo no...
FL. ¡Ni me amaba!
GUT. (Yendo a Fleisch que baja la cabeza como anonadada por las
palabras de Gut.) ¡No, no te amaba! ¿Merecías acaso, mujer torpe y
liviana, que alguien animase su corazón para ti?-¡Carne es la
adúltera: ámesela y engáñesela como a carne! (Apartándose de ella.)
FL. (Tendiendo a Gut. las manos.) ¡Perdón!
GUT. ¡Loco el amigo de mi alma, muerto un hombre! ¡Adúltera, no
hay perdón en la tierra para ti!
GROS. (Saliendo bruscamente de su postración.) ¿Que por qué lo
maté? ¡Porque él me mató! ¡No había yo de matarlo! (Llorando.) Ése,
ése era el muerto a quien ella quería, y yo... yo... yo soy el otro
muerto que la quería a ella, que en ella adoraba, que muere por
ella... ¡ay! que se me revienta el corazón. (Tendiendo los brazos a
Gut.)
FL. (Cayendo de rodillas.) ¡Perdón!... perdón por mi alma.-
GUT. (Extendiendo las manos con un movimiento de horror.) ¡Loco
mi amigo, muerto un hombre: adúltera, no hay perdón en la tierra
para ti!
Gut. queda solo a un lado, casi al centro de la escena.-Fleisch
hunde la cabeza en sus manos.-Gros. se vuelve, y tiende lentamente y
sollozando los brazos a Fleisch.
CAE EL TELÓN