PERSONAS
EL REY NIÑO DE PORTUGAL, DON ALFONSO V.
EL INFANTE DON PEDRO.
LA INFANTA DOÑA FELIPA.
DON
ALFONSO DE ABRANTES.
SANCHA.
RAMIRO.
DOÑA INÉS, dama.
DON EGAS.
DON NUÑO.
DON DUARTE.
DON DIONÍS.
Caballeros
ACUÑA.
CABELLO, pastor.
TABACO, lacayo.
UN PAJE.
Acompañamiento del REY y del INFANTE.
Caballeros portugueses.
Criados.
La escena es en Momblanco y en Santarén
Acto primero
Entrada a la quinta de DON ALFONSO, en Momblanco
[ESCENA I]
Por un lado, DON ALFONSO, SANCHA y
RAMIRO; por otro, DON PEDRO, DOÑA FELIPA, DOÑA
INÉS y ACOMPAÑAMIENTO, en traje de camino
ALFONSO. Vuestra Alteza, gran
señor,
sea mil veces bien venido
a esta casa.
PEDRO.
¡Oh, gran Prior!,
levantaos; que ya lo he sido,
pues sale vuestro valor
5
a recebirme hasta aquí.
Levantaos, no estéis ansí,
cubrid la noble cabeza.
ALFONSO. (A la Infanta.) Deme los pies
vuestra Alteza.
FELIPA. Los brazos primero os di,
10
gran
Don Alfonso de Abrantes;
que los merecéis mejor.
PEDRO. Si con premios
semejantes
vuestra grandeza y valor
hace méritos gigantes
15
que han sido hasta aquí pigmeos,
alentará mis deseos
de modo, que mi vejez
vuelva a su abril otra vez,
rica con tantos trofeos.
20
FELIPA. Como a mi pariente os
trato,
y como a prior de Ocrato,
gloria de la cruz de Rodas,
luz de las hazañas todas.
ALFONSO. Si no corta el tiempo
ingrato
25
el hilo a mis pensamientos,
pagarán este favor
-aunque
mis merecimientos
no igualen a su valor-
nobles agradecimientos
30
de un pecho por vos honrado.
Pero no me había acordado
de daros el parabién
del cargo, señor, que ven
estos reinos empleado
35
tan bien en vos. Largos años
gobernéis esta corona,
porque restauréis los daños
que la desdicha pregona
de sucesos tan extraños.
40
Que, si quedó Portugal
y su corona real
huérfana y llena de luto,
cogiendo violento el fruto
el tirano universal
45
de nuestro Rey malogrado,
porque quede consolado
y el llanto pueda enjugar,
vos quedáis en su lugar
para gobernar su Estado;
50
pues muerto el rey Don Duarte,
señor nuestro y vuestro hermano,
nadie llenará esta parte
sino el valor soberano
que en vos el cielo reparte;
55
y el niño Rey, que ya está
en vuestra ilustre tutela,
en vos, gran señor, tendrá
una general escuela
en quien acrecentará
60
el
valor que conjeturo;
pues porque viva seguro
con el valor que merece,
venís a ser, mientras crece,
él la yedra y vos el muro.
65
PEDRO. Vos sois toda la
lealtad
destos reinos, gran Prior.
ALFONSO. Beso estos
pies.
PEDRO.
Levantad.
SANCHA. (Hablando aparte con
Ramiro.)
Ramiro, ¡gran mirador
estáis! Llegaos más, llegad,
70
que no os huele mal la moza.
El no sé qué que os retoza
en el alma he visto ya.
¡Fuego en quien crédito os da,
y vuestras lisonjas goza!
75
Pegaos otro poco a ella.
RAMIRO. Sancha, empieza
ya.
SANCHA.
Mi llanto.
A fe que os parece bella.
RAMIRO. ¿A mí?
SANCHA.
¿No? A vos. Haceos santo;
que a fe que babeáis por ella.
80
FELIPA. ¿Cómo se llama esta
tierra?
RAMIRO. Momblanco, y aunque en la
sierra,
fértil de pan.
SANCHA. (Aparte con
Ramiro.)
Mas ¡qué agudo
vais a responder! Picudo,
el cuidado os hace guerra.
85
RAMIRO. ¿Quieres
callar?
SANCHA.
¿Queréis vos
callar y no responder?
RAMIRO. Importuna estás, por
Dios.
Si pregunta una mujer
tan noble...
SANCHA.
¿No hay aquí dos
90
que os saquen dese cuidado?
¿O tenéis vos arrendado
el responder ¡Ah, hi de puza!
A fe que amor os rempuza.
RAMIRO. En linda locura has dado.
95
SANCHA. Pues ¿no es
verdad?
RAMIRO.
No es verdad.
SANCHA. Luego, la
engorgollotada
¿no os hace en la voluntad
borbollitos?
RAMIRO.
¡Qué cansada!
SANCHA. ¿Ya os canso? Pues descansad;
100
que yo lloraré entre tanto.
RAMIRO. De mi paciencia me
espanto.
FELIPA. ¿De qué llora esa
pastora?
¿Qué tiene?
SANCHA.
Aquí nadie llora.
FELIPA. ¿No he visto yo vuestro llanto?
105
SANCHA. No es de
pena.
FELIPA.
Pues
¿de qué?
SANCHA. De picar una
cebolla
para una ensalada fue,
que es postillón de la olla.
FELIPA. ¿Pica mucho?
SANCHA.
¿No lo ve?
110
FELIPA. Hermosos ojos
tenéis.
¿Y ha mucho...?
SANCHA.
Bien poco ha
que me hace llorar cual veis.
FELIPA. Luego, ¿aún pica?
SANCHA.
Y picará
hasta que de aquí piquéis
115
RAMIRO. Sancha, tú me has de
obligar
a irme deste lugar,
si no callas.
SANCHA.
Haréis bien.
PEDRO. Hay cortes en
Santarén;
que como murió en Tomar
120
el Rey mi hermano y señor,
y se quiere ir a Castilla
la reina Doña Leonor,
sin que puedan persuadilla
mis ruegos, lealtad y amor
125
a que gobierne este Estado,
como lo dejó mandado
el Rey en su testamento,
llevando a cabo su intento,
en Santarén he llamado
130
a cortes, con
intención
de que apruebe el Rey en ellas
aquesta renunciación.
ALFONSO. Habrá oído las
querellas
de algunos grandes que son
135
de diverso parecer,
y no
dejan de tener
razón; que parece mal
que gobierne a Portugal,
y se iguale una mujer
140
con vos, de cuya prudencia
y valor tiene experiencia
el Estado lusitano.
PEDRO. Mandólo ansí el Rey mi
hermano,
que la amó por excelencia.
145
ALFONSO. Gobernadores
extraños
en un reino, es desatino
de que proceden mil daños.
PEDRO. Mientras el Rey, mi
sobrino,
que tiene solos diez años,
150
crece, pues Doña Leonor
da en partirse, gran Prior,
su tutela aceptaré
y el gobierno, porque esté
libre el reino del temor
155
en que las alteraciones
de dañadas intenciones
ponen su lealtad y ley,
cuando por ser niño el Rey
anda la fe en opiniones.
160
SANCHA. (Aparte a Ramiro.) No la tienes de
mirar.
FELIPA. ¿Cuánto hay de aquí a
Santarén?
RAMIRO. Diez leguas suelen
contar.
SANCHA. (Aparte a Ramiro.)
¡Qué presto fuiste...!
RAMIRO.
Hago bien.
SANCHA. Todo es por darme pesar.
165
Pues, para ésta.
FELIPA.
¿Hay mucha caza
por este monte?
RAMIRO.
Es de traza,
que ella misma nos provoca
entre los pies.
SANCHA.
Hay tan poca,
que es necio quien se embaraza
170
en
buscalla: no hay mentir.
RAMIRO. Sancha, ¿quiéresme
dejar?
SANCHA. Hete de
contradecir
en todo.
FELIPA.
¿A quién he de dar
crédito?
RAMIRO.
No he de fingir
175
contigo yo: esta rapaza
¿qué puede saber de caza?
SANCHA. (Ap.) Lo que basta para
ver
el alma presa en poder
de quien mi muerte amenaza.
180
INÉS. Apacible
recreación
tiene el gran Prior aquí.
FELIPA. ¡Qué buenos palacios
son
aquestos!
RAMIRO.
Señora, sí,
que cuando la inclinación
185
se iguala con el poder,
suele la vejez hacer
edificios que compiten
con el sol, que otros habiten.
FELIPA. Éste debe de tener
190
hermosas piezas.
RAMIRO.
Cien
salas
le adornan.
SANCHA.
¡Ay, qué mentira!
¿Ciento? Veinte, y esas malas,
porque es para quien le mira,
como vos en esas galas,
195
afeitada por defuera;
mas si dentro considera
lo que es, porque se reporte,
dirá que es dama de corte.
FELIPA. Y vos niña bachillera.
200
SANCHA. Debí de nacer
habrando,
porque es mi padre el barbero.
INÉS. ¿Y habla
mucho?
SANCHA.
Trasquilando,
no cesa; que es el primero
de los de «Hágala callando».
205
RAMIRO. (Ap. con Sancha.)
¡Sancha!
SANCHA.
Aquí lo pagarás
con pan y agraz.
RAMIRO.
Si me das
ocasión, y más me agravia
tu necedad...
SANCHA.
¿Rabias? Rabia,
pues yo rabio.
RAMIRO.
Loca estás.
210
PEDRO. Por dos cosas,
gran Prior,
he pasado por aquí.
La reina Doña Leonor
parte a Castilla, y ansí
quiero que vuestro valor
215
la acompañe: aquesta es
la una.
ALFONSO.
Beso tus pies
por merced tan singular.
PEDRO. En la villa de
Tomar
está, juzgando después
220
que murió el rey Don Duarte,
los días que no se parte,
por siglos largos; y importa,
pues es la jornada corta,
que sea luego.
ALFONSO.
El agradarte
225
tengo por ley; luego al punto
me partiré.
PEDRO.
También vengo
a cumplir del Rey difunto
una obligación que tengo,
por ser de su amor trasunto.
230
El mismo día que murió,
el amor me declaró
que en el abril de su edad
tuvo aquí a cierta beldad,
cuyo nombre me encubrió,
235
diciéndome sólo el fruto
de dos hijos, con que amor
dio a su esperanza tributo,
y de quien vuestro valor
es encubridor astuto.
240
Deséolos conocer
si están en vuestro poder,
porque quedan a mi cargo.
ALFONSO. De daros gusto me
encargo.
Presto en ellos podréis ver
245
dos Apolos, de quien soy
viejo y venturoso Admeto,
y con quien alegre estoy;
que por guardar el secreto
que el Rey me mandó, hasta hoy,
250
disfrazados de pastores,
dan a estos valles amores,
gloria a su padre real,
y esperanza a Portugal
de otras hazañas mayores.
255
PEDRO. Que me los
mostréis aguardo.
ALFONSO. Pues mirad aquel
mancebo,
gran señor, que al gabán pardo
da, aunque tosco, valor nuevo.
PEDRO. No he visto hombre más
gallardo.
260
ALFONSO. Testigos son estos
robles
de que las arrugas nobles
del novillo más cerril
a su esfuerzo varonil
han dado despojos dobles.
265
Ya se ha visto entre sus brazos
rendir el oso fornido
la vida, hecho mil pedazos,
y hacer lo que no han podido
venablos, trampas ni lazos.
270
PEDRO. Tras él se me
van los ojos.
ALFONSO. Pues si a quien de mis
enojos
es consuelo, ver queréis,
porque desde hoy no envidiéis
del sol los cabellos rojos,
275
mirad en la tierna edad
de aquella niña discreta
la peregrina beldad
en cifra, porque os prometa
milagros su habilidad.
280
PEDRO. ¡Bella rapaza! Y
¿qué años
tiene?
ALFONSO.
Trece, aunque en engaños
vence su aguda niñez
la más astuta vejez.
Hay della cuentos extraños
285
en esta sierra.
PEDRO.
Y ¿qué nombre
tiene?
ALFONSO.
Sancha, y él Ramiro.
PEDRO. ¡Bella mujer y bello
hombre!
Pintado en sus caras veo
su padre. ¡Qué gentil hombre
290
mancebo!
ALFONSO.
Aun entre sayal
descubre la sangre real
de su belicoso padre.
PEDRO. Y la de su noble
madre,
que por ser tan principal,
295
según mi hermano me dijo,
su nombre encubre.
ALFONSO.
Colijo
que por bien empleada diera
cualquier liviandad, si viera,
señor, tal hija y tal hijo.
300
Con la Infanta, mi señora
y hija vuestra, están hablando.
PEDRO. Su presencia me
enamora:
lo que están los dos tratando
quiero escuchar.
(Acércanse a ellos.)
RAMIRO.
Yo, señora,
305
conozco de mis intentos
que a vender merecimientos
el mundo, el alma llegara
y infinitos la comprara,
si a trueco de pensamientos
310
me los diera.
SANCHA.
Y
yo también
sé que de saber me pesa
lo que sé, por saber quien
sabe que sé en esta empresa,
que no sois hombre de bien.
315
FELIPA. Niña, ¿quién te mete
aquí?
SANCHA. El diablo y yo nos
metemos,
(Ap.) y el fuego que vive en mí.
RAMIRO. (Ap. con Sancha.)
¿Quieres dejar, Sancha, extremos?
SANCHA. ¡Ah, falso! ¿Pagas ansí
320
lo
que me debes?
RAMIRO.
Por Dios
que te adoro, Sancha mía.
SANCHA. Yo me vengaré de
vos,
Ramiro ingrato, algún día.
PEDRO. ¿No saben que son los dos
325
hermanos?
ALFONSO.
No, gran señor,
aunque anda buscando amor
varias trazas y rodeos
para explicar sus deseos
porque no ama al resplandor
330
tanto el que alumbra los cielos,
como el que a Ramiro enseña
Sancha.
PEDRO.
Luego ¿éstos son celos?
ALFONSO. Sí serán.
PEDRO.
Pues, ¡tan pequeña!
ALFONSO. Los amorosos desvelos
335
de sospechas semejantes,
en Portugal crecen antes
que en otra parte.
PEDRO.
Es ansí
que todos nacen aquí
tan celosos como amantes.
340
FELIPA. Discreto
sois.
SANCHA.
Vos mentís,
con perdón de los urracos
y arrequives que os vestís;
que nunca son los bellacos
discretos;
y si decís
345
lo contrario, salí acá.
ALFONSO. Sancha, ¿qué es
esto?
SANCHA.
Será,
que ahora no es nada.
ALFONSO.
Atrevida,
¿cómo sois descomedida
con quien honrándoos está?
350
SANCHA. ¿Quién me puede honrar
a mí?
ALFONSO. La
Infanta.
SANCHA.
Infanta o infanto,
guarde la honra para sí;
que yo sola valgo tanto
y más que ella.
ALFONSO.
¿Quién? ¿Vos?
SANCHA.
Sí.
355
¿No somos acá personas,
aunque andemos sin valonas,
libres las caras de mudas,
y sin sayas campanudas,
como aquesas fanfarronas?
360
¿Ella a mí había de honrar,
porque
trae una botica
en la cara que alquilar,
y se remilga y achica
la boca cuando ha de habrar?
365
PEDRO. (Ap. a Don
Alfonso.)
Donaire tiene, por Dios.
ALFONSO. Idos de
aquí.
SANCHA.
Pues los dos
se quedan, tome, doncella,
esta higa para ella,
y estas cuatro para vos.
370
(Retírase, quedándose escondida a un lado.)
PEDRO. Notable gusto me
ha dado
la rapaza.
ALFONSO.
Es, gran señor,
la misma sal.
PEDRO.
En estado
y edad está, gran Prior,
Ramiro de ser honrado.
375
Tenerle en mi casa quiero
en traje de caballero,
sin declaralle quién es.
ALFONSO. Todo el valor
portugués
hallarás en él.
PEDRO.
Primero
380
que os partáis, me le enviaréis
a Santarén, sin decille
lo que en aquesto sabéis.
Haced primero vestille
galas nobles.
FELIPA.
No queréis
385
a la pastora, Ramiro,
mal, aunque si bien lo miro,
mejor os quiere ella a vos.
SANCHA. (Escondida.) Para ver lo que los
dos
hablan, aquí me retiro;
390
que no puedo sosegar
desde que vino a mi casa
esta Infanta o mi pesar;
que ni sé lo que me abrasa,
ni en lo que esto ha de parar.
395
RAMIRO. Hasta agora no he
hecho cuenta
de amor que gustos violenta.
FELIPA. Yo sé que la
queréis.
RAMIRO.
¿Yo?
SANCHA. (Saliendo.) Si nos queremos o
no,
a Dios daremos la cuenta. 400
FELIPA. ¿Quién os mete,
bachillera,
aquí donde nadie os llama?
SANCHA. Yo, que en aquesta
quimera,
si los dos urdís la trama,
quiero ser la lanzadera.
405
Traidor, el huésped se irá,
y...
ALFONSO.
Sancha, salíos allá.
Ea.
FELIPA.
Ved si os quiere bien.
SANCHA. ¿Sí? De fuera vendrá
quien
de casa nos echará. (Vase.)
410
PEDRO. Ya es hora que
nos partamos.
ALFONSO. Honrad mi casa
primero
esta noche sola.
PEDRO.
Vamos
de prisa: a la vuelta quiero
que más despacio veamos
415
las muchas curiosidades
que entre aquestas soledades
vuestro quieto gusto pinta;
que me alaban esta quinta
cuantos la ven.
ALFONSO.
Novedades
420
agradan.
PEDRO.
Porque os partáis,
ved que la Reina os espera.
ALFONSO. Siempre que vos me
mandáis,
señor, estoy en mi esfera,
y pues vos me lo encargáis,
425
hoy me partiré.
PEDRO.
En vos miro
la lealtad misma; a Ramiro
me enviad a Santarén
como os he dicho.
ALFONSO. Está
bien.
SANCHA. (Ap., saliendo.) Aunque no quiero,
suspiro.
430
Ciego amor, ¿a qué salís
acá?
ALFONSO.
Trueque vuestra Alteza
por el maestrazgo de Avís,
que honra el pecho, a la cabeza
la corona que regís;
435
y vos, señora, gocéis
un monarca por esposo
al paso que merecéis.
FELIPA. Don Alfonso
valeroso,
para que experimentéis
440
lo que os quiero, desearé
lo que vos me deseáis.
ALFONSO. Larga vida el cielo os
dé.
RAMIRO. Triste a Momblanco
dejáis.
FELIPA. Basta, Ramiro, que esté
445
alegre vuestra pastora.
SANCHA. (Ap.) ¡Que estos pesares me
den!
¡No fuera yo infanta agora!
FELIPA. Id a verme a
Santarén.
SANCHA. Si fuere, vaya en mal hora. 450
PEDRO. (Ap. a Don
Alfonso.)
No sé quitar de los dos
los ojos.
SANCHA.
Yo me consumo,
¡y holgáisos, Ramiro, vos!
PEDRO. Vamos.
SANCHA.
La ida del humo,
o del cuervo, plegue a Dios.
455
(Vanse DON
PEDRO, DOÑA FELIPA, DON ALFONSO, DOÑA INÉS y el
acompañamiento)
[ESCENA II]
SANCHA,
RAMIRO
SANCHA. Ya los huéspedes se
han ido,
traidor, ingrato, sin fe,
perrillo de muchas bodas,
moro que no guardas ley;
ya los huéspedes se fueron;
460
solos estamos.
RAMIRO.
Pues bien
que se vayan o se queden,
¿qué hay de nuevo?
SANCHA.
¡Ingrato! ¿qué?
¿Qué preguntas, cuando sabes
que me abrasa un no sé qué
465
el alma, y que no sé cómo
me ha hechizado un no sé quién?
¿No sabes tú que a los pechos
del ciego dios me crié,
que en vez de leche da brasas
470
a los niños corno él?
Trece años tengo, traidor,
y trece años ha, cual ves,
que mi amor se está en sus trece
desde mi primero ser.
475
Nací amándote, villano,
pues me han dicho más de tres
que antes que aprendiese a hablar
aprendí a quererte bien.
El ama que me dio leche
480
me dijo, falso, una vez
que para acallar mi llanto,
las que en tu ausencia lloré,
el remedio era llevarme
donde te pudiese ver.
485
¡Mal haya amor tan antiguo!
Mas ¿qué más mal que un desdén?
Crecí un poco, y creció un mucho
el fuego en que me abrasé,
que según lo que se enciende,
490
de cáncer debe de ser.
Los juegos con que otros niños
se suelen entretener
eran en mí el adorarte:
¡ay, cielos! ¡qué mal jugué!
495
No hallaba sino en tus ojos
pasatiempos mi niñez;
mis muñecas son sus niñas,
que me hechizan si me ven.
Éste es mi amor, cruel Ramiro,
500
y ése tu injusto pago es;
mas quien a tramposos fía,
que no cobre será bien.
RAMIRO. Sancha, ¿qué agravios te he
hecho
para que esas quejas des?
505
¿Qué desdenes te dan pena?
¿Qué palabras te quebré?
Yo, Sancha, pues no lo sabes,
si hasta aquí te quise bien,
fue quererte como a niña,
510
pero no como a mujer;
que para eso aún es temprano,
y todos cuantos te ven
no te aman por lo que eres,
sino por lo que has de ser.
515
Mi inclinación natural,
aunque entre el tosco buriel
nací, sin saber quién soy,
ni quién fue quien me dio ser,
me fuerza a ser
cortesano,
520
y apenas mis ojos ven
una dama de palacio
o un fidalgo portugués,
cuando se me inquieta el alma,
y he menester que a los pies 525
ponga grillos la prudencia,
porque no corran tras él.
Vino el infante Don Pedro
a esta casa de placer;
trujo a la infanta su hija
530
consigo; a verla llegué;
preguntóme algunas cosas,
respondí por ser cortés;
parecióte, Sancha, mal,
y parecióme muy bien.
535
Siempre fuiste, sino entonces,
discreta en tu proceder,
si no es hoy que, de liviana,
pesada has venido a ser.
Te enfadó mi inclinación
540
cortesana; el parecer
de Doña
Felipa hermosa,
en cuya cara miré
rosas, coral, perlas, nieve,
obligado me ha a que esté
545
triste, Sancha, y pensativo.
¡Oh! ¡quién pudiera ser rey,
si hay reyes con tantas partes
que lleguen a merecer
el sol, solo en la hermosura
550
que rayo de mi amor fue!
SANCHA. ¿En mi presencia,
traidor,
con el villano pincel
de tu lengua falsa pintas
por sol lo que sombra fue?
555
¿La libertad, necio, rindes
a hermosuras de alquiler,
que se venden por las tiendas,
y disfraza el interés?
¿Sol llamas rostros de corte,
560
que aun no merecen traer
pasas del sol, pues las pasas
de lejía andan en él?
¿Agora niegas, mudable,
deudas de amor, porque
ves
565
que no hay testigos de vista,
por ser ciego el mismo juez?
Trece años ha que eres mío;
las voces me han de valer,
pues la razón no me vale.
570
Señores, ¡aquí del rey!
que me roban en poblado
un corazón que gané
en trece años de servicio.
¿No hay Dios, no hay justicia y ley?
575
¡Aquí de amor! que ha venido
a robarme una mujer
una alma que me ha costado
otra alma que le entregué.
RAMIRO. ¿Qué alboroto es éste, Sancha?
580
Vuelve
en ti.
SANCHA.
Pues vuélveme
a ti mismo; que sin ti,
mal en mí podré volver.
RAMIRO. Lo mejor será
dejarte,
que estás loca.
SANCHA.
Verdad es;
585
que no hay amante de veras
que sea cuerdo y quiera bien.
¡Ah de Momblanco! Pastores,
tenelde, corred tras él.
No te has de ir. (Tiénele.)
RAMIRO.
No has de
dar gritos.
590
SANCHA. Pues quédate y
callaré.
RAMIRO. Hasme hoy enojado
mucho,
y por eso me vengué.
SANCHA. Luego, ¿esto sólo es
venganza?
RAMIRO. Sí, Sancha.
SANCHA.
¿Y no amor?
RAMIRO. No
a fe,
595
que te adoro, niña mía.
(Ap.) -Ansí la sosegaré-.
Dame esa mano.
SANCHA.
No quiero.
RAMIRO. Pues iréme.
SANCHA.
Vayasé.
(Ramiro hace que se va.)
Volved acá, el escudero;
600
no seáis tan descortés.
¡Qué bien hacéis del señor!
¡Ah! mal hoego os queme,
amén.
[ESCENA III]
Sale CABELLO, pastor. -SANCHA, RAMIRO
CABELLO. Ramiro, señor os
llama
más ha de un hora.
RAMIRO.
Voy, pues.
605
SANCHA. ¿Habéis de enojarme
más?
RAMIRO. Nunca más.
SANCHA.
¿Queréisme bien?
RAMIRO. Con el alma.
SANCHA.
¡Ay, hechicero!
RAMIRO. ¡Ay, brinco de
oro!
SANCHA.
¡Ay,
vergel
del amor!
RAMIRO.
¡Ay, rosa suya!
610
SANCHA. ¡Ay, mi Ramiro!
RAMIRO.
¡Ay, mi bien!
(Vanse Ramiro y
Cabello.)
[ESCENA IV]
TABACO, que sale llorando. -SANCHA
TABACO. Sancha, vos que sabéis
tanto,
aunque tan niña y pequeña,
que algún dimuño os enseña,
o nacistes por encanto,
615
si sabéis, dadme unos pocos
de quillotros para amar.
SANCHA. Pues un hombre ¿ha de
llorar?
TABACO. No es llanto éste.
SANCHA.
Pues
¿qué?
TABACO.
Mocos.
Echadme una melecina
620
para que sepa querer.
SANCHA. ¿Qué hay de nuevo?
TABACO.
Heis
de saber
que cada vez que a Marina
topo, y me topa ella a mí,
sin bastar pretina o cincha,
625
el diabro se me emberrincha
en el cuerpo.
SANCHA.
¿Cómo ansí?
TABACO. ¿Qué sé yo? Topéla
ayer
par de la hoente, y topóme,
rempucéla y rempuzórne,
630
miréla y volvióme a ver;
comenzóse a descalzar
las chinelas, y tiréselas,
arrojómelas y arrojéselas,
y tornómelas a arrojar.
635
Yo no sé si es enfición
aquesta, o qué diabros se es,
que, en fin, vengo a que me des,
si sabes, una lición
de amalla o de aborrecella;
640
que no falta cosa alguna
si echarnos de la tribuna,
para que apriete con ella.
SANCHA. Tabaco, no es para
bobos
esto de amar.
TABACO.
Ya lo veo;
645
pero si aqueste deseo
me hace en el alma corcovos,
¿Que he de her?
SANCHA.
Dalla a entender
que la quieres.
TABACO.
Ya imagino
que lo sabe; en el molino
650
nos topamos anteayer,
y parando
la pollina,
la pellizqué so el sobaco.
SANCHA. ¿Y qué dijo?
TABACO.
«Jo, Tabaco»,
y díjela: «Arre, Marina».
655
Y volviéndome una coz,
me
puso tal, que el barbero
a no prestarme un braguero,
ya hubiéramos hecho choz
en la huesa.
SANCHA.
¡Bueno quedas!
660
TABACO. Sancha, enseñalda a
querer,
y decid, si la heis de ver,
que tenga las patas quedas.
[ESCENA V)
Sale
CABELLO con el aderezo de un lacayo en una cesta. SANCHA,
TABACO
CABELLO. Tabaco, alto, quita el
sayo;
que no has de ser más pastor.
665
TABACO. ¿No? ¿Quién lo
manda?
CABELLO.
Señor.
TABACO. Pues bien, ¿qué he de
ser?
CABELLO.
Lacayo.
TABACO. ¿Qué es lacayo, si
alcanzallo
puedo?
CABELLO.
Gran cosa, a mi ver.
TABACO. ¿Cómo?
CABELLO.
Es en palacio ser
670
de la boca del caballo.
TABACO. Pues, ¿he de ser
freno?
CABELLO.
No,
sino que en cualquier posada
le has de dar paja y cebada.
TABACO. ¿Que es aqueso ser lacayo?
675
CABELLO. Sí, Tabaco; este
vestido
fue primero de Melchor,
lacayo del gran prior,
y tú su heredero has sido;
ea, que has de ir con Ramiro,
680
que en traje de caballero
va a Santarén.
TABACO.
Pues ¿qué espero?
SANCHA. ¿Cómo? (Ap.) -Mis desdichas
miro-.
¿Quién dices que a Santarén
va?
CABELLO.
Ramiro, que ha trocado
685
el sayo tosco y
pesado,
por más que le estaba bien,
con las cortesanas galas,
con que ha hurtado, Sancha mía,
al amor la bizarría
690
y al sol las doradas alas.
Envíale el gran prior
al infante con un pliego.
SANCHA. (Ap.) -Celos, echad leña al
fuego,
creced con celos, amor-;
695
sospechas, dad en el blanco
del
temor que el alma espanta.
¿Ramiro va a ver la infanta?
Dejad pues, Sancha, a Momblanco,
que no está ausente amor bien
700
en los peligros que miro.
Si
a Santarén vais, Ramiro,
Sancha
ha de ir a Santarén. (Vase.)
[ESCENA VI]
TABACO, CABELLO
CABELLO. Ea,
vístete.
TABACO.
¿Qué son
éstas?
CABELLO.
Tienen muchos nombres:
705
calzas las llaman los hombres;
los discretos, confusión;
las hembras, abigarradas;
las lavanderas, gregorias;
los bobos, ruedas de norias,
710
y los niños, rebanadas
de melón.
TABACO.
¿Hay más salidas
y entradas?
CABELLO.
¿No te desnudas?
TABACO. Sí; vestidme estas
azudas,
si es que andar pueden vestidas.
715
¿Qué son aquestos?
CABELLO.
Zapatos
al uso, con que remudes.
TABACO. Pensé que eran
ataúdes,
según son
grandes. ¡Qué chatos
que están! ¡Aho!
CABELLO.
Son alcahuetes
720
que encubren bellaquerías.
TABACO. ¡Jesús!
CABELLO.
¿Pues no lo sabías?
TABACO. No. ¿Qué encubren?
CABELLO.
Los juanetes.
TABACO. Y esto ¿qué
es?
CABELLO.
Puños y cuello.
TABACO. Cuello y puños hay en mí.
725
¿No son puños
éstos?
CABELLO.
Sí.
TABACO. ¿Y esto no es cuello,
Cabello?
CABELLO. Sí.
TABACO.
Daldos a los dimuños,
que no los he menester.
CABELLO. Acostúmbranse a traer
730
en el cuello y en los puños,
y dellos toman el nombre.
TABACO. ¿Y éstas con tantas
arrugas?
CABELLO. Son
lechuguillas.
TABACO.
¿Lechugas?
Harán ensalada a un hombre.
735
Ven, que acá me vestiré.
Sólo en verlas me desmayo.
¡Que todo esto trae un lacayo!
¡Jesús mil veces!
CABELLO.
¿De qué
te santiguas, mentecato?
740
TABACO. De ver todo este
aparejo,
y de que puede her consejo
el puebro en este zapato.
¿Mas que me han de dar matraca?
¿No es mejor andar desnudo,
745
que no calzarse un menudo,
con tanta panza de vaca? (Vanse.)
[ESCENA VII]
Salen DON
ALFONSO, de camino; DON NUÑO, RAMIRO, de galán; SANCHA,
CRIADOS
NUÑO. Un enano,
señor, llevo
al rey niño, con que tenga
pasatiempo y se entretenga.
750
Tan pequeño, que me atrevo
a decir que con tener
veinte años, no os llegará
a la rodilla; ya está
dos leguas de aquí, y con ser
755
tan pequeño como cuento,
en la proporción y el talle,
es tan galán, que envidialle
pueden,
señor, más de ciento,
porque no excede en cabeza,
760
en brazos, manos ni pies;
todo un brinco de oro es
en el cuerpo y gentileza.
Cayó en el camino malo,
y gustaré que se cure
765
aquí, donde se asegure
su salud y su regalo,
porque sé que ha de gustar
mucho el rey dél; os prometo
que es muy agudo y discreto.
770
ALFONSO. Aquí le podéis
dejar.
Don Nuño; que aunque me parto
a Castilla, en casa queda
gente que cuidar dél pueda;
aposéntese en mi cuarto. 775
NUÑO. Pues yo,
señor, voy por él;
que en Momblanco y su quietud
presto cobrará salud.
ALFONSO. Aquí tendrán cargo dél. (Vase
Don Nuño.)
[ESCENA VIII]
DON ALFONSO, RAMIRO, SANCHA, CRIADOS
SANCHA. (Ap.) Pues mi Ramiro
se va,
780
aunque dice ha de volver,
aqueste enano ha de ser
ocasión, si en casa está,
de algún amoroso enredo.
ALFONSO. Luego quiero que te partas,
785
Ramiro, con estas cartas
a Santarén.
SANCHA. (Ap.)
Muerta quedo.
ALFONSO. Di al infante cómo
estoy
de camino, y que a Tomar
pienso mañana llegar.
790
RAMIRO. (Ap.) -¡Cielos! ¿Que a la corte
voy?-
Ea, deseo arrogante,
seguid vuestra inclinación,
y pues tenéis ocasión,
llegad y hablad al infante.
795
No piséis los montes más
ni vistáis sayal grosero;
ya parezco caballero;
vileza es volver atrás.
El Infante es noble y
franco;
800
seguiréle si quisiere;
y aunque no quiera, no espere
volver a verme en Momblanco.
SANCHA. Después acá que
vestido
estáis de Corpus, ¿no habláis?
805
RAMIRO. Ea, Sancha, ¿qué me
mandáis
que os traiga de allá?
SANCHA.
El sentido
y el alma, que en un abismo
de pesares acomodo,
y si queréis traello
todo,
810
traeos, Ramiro, a vos mismo.
ALFONSO. Ea, Sancha, adiós,
adiós;
no lloréis.
SANCHA.
¿No he de llorar,
viéndoos, señor, apartar,
y perdiéndoos a los dos
815
en un punto?
ALFONSO.
No hayáis miedo
que Ramiro tarde mucho.
SANCHA. (Ap.) -¡Con qué de sospechas
lucho!
¡Con qué de pesares quedo!-
RAMIRO. ¿No me
abrazáis?
SANCHA.
¡Que sea tanta
820
mi desdicha! (Ap. a Ramiro.) ¡Oh, quién los ojos
os sacara!
RAMIRO.
¿Por qué enojos?
SANCHA. Porque no viesen la
infanta.
RAMIRO. Con su nombre me
molestas.
[ESCENA IX]
Salen TABACO, vestido de
risa, metido en una calza todo el cuerpo, y CABELLO.
-DICHOS
TABACO. No sé cómo puedo andar.
825
RAMIRO. ¿Qué es eso, loco?
TABACO.
Llevar
dos mil lacayos a cuestas.
Vamos; que no ha sido poco
el acertarme a
poner
tanto andrajo. ¿Qué hay que hacer?
830
¿No picamos?
ALFONSO.
¿Estás loco?
TABACO. Si me has puesto en
esta jaula,
claro está que loco estoy;
ven, que tu Gandalín soy,
y tú mi Amadís de Gaula.
835
La mitad deste vestido
puedes dar a otro; que yo,
suficientemente vo
en una calza embutido.
Este laberinto chato
840
será bien que a otro le des,
porque a mí para ambos pies
me basta aqueste zapato.
ALFONSO. Vestilde
allá.
TABACO.
¡Las
quimeras
que hay en este encantamento!
845
CABELLO. Vamos.
TABACO.
Parezco jumento,
pues llevo las aguaderas.
ALFONSO. Ea, adiós.
RAMIRO.
Adiós, mi bien.
ALFONSO. No lloréis
más.
SANCHA.
Es en vano.
ALFONSO. Vamos.
SANCHA. (Ap.) Mas ¿si aqueste enano
850
me llevase a Santarén? (Vanse.)
[Salón en el palacio de Santarén]
[ESCENA X]
Sale DON DIONÍS
Quien hereda el valor y la prudencia,
con la nobleza y sangre lusitana,
del griego ilustre en fama y experiencia,
tan celebrado por su edad anciana,
855
no se deje vencer de la inocencia
de un niño rey, por la pasión tirana
de quien pretende gobernar su Estado,
que no puede del rey ser gobernado.
[ESCENA XI]
Sale DON DUARTE. -DON DIONÍS
DUARTE. (Ap.) El que tuviere discreción,
nobleza,
860
valor y aliento en su invencible pecho,
no se deje rendir de una flaqueza,
aunque piadosa, sin ningún provecho.
Pide el gobierno heroica fortaleza,
y dice la experiencia, que se ha hecho
865
de lastimosos daños, que proceden
de que tan niños príncipes hereden.
[ESCENA XII]
Sale DON EGAS. -DON DUARTE, DON DIONÍS
EGAS. (Ap.) Quien de razón ni de
experiencia larga
no hiciere estima o pierde la
memoria,
y destos reinos el gobierno encarga
870
a un tierno niño, eclipsará su gloria.
Si es la corona tan pesada carga
que al fin la llama la romana historia
un muro en la cabeza, no está el muro,
en la de un niño rey, firme y seguro.
875
DIONÍS. Don
Egas...
EGAS.
Don Dionís...
DIONÍS.
Pues,
don Duarte,
¿qué forzosa ocasión os trae confuso?
DUARTE. No quisiera ser voto o tener
parte
en quien a un niño la corona puso.
Llama Platón, como prudente, al arte
880
de gobernar por experiencia y uso,
el arte de las artes, y no puede
ser un niño tan docto que la herede.
DIONÍS. Esa misma razón me
trae suspenso,
si me vine enfadado de la sala,
885
pues tan pequeño príncipe, no pienso
que a la grandeza deste reino iguala;
y por enigma del cuidado inmenso
del gobierno real pinta y señala
el griego un instrumento no templado,
890
que es más difícil gobernar su Estado.
EGAS. El infante
Don Pedro, del rey muerto
hermano valeroso, aunque segundo
tiene este reino, confiado y cierto
que puede y sabe gobernar el mundo.
895
Llegue esta nave a tan seguro puerto,
pues en el golfo deste mar profundo
la dejó nuestro rey; que no es mi voto
que sea un niño su real piloto.
DIONÍS. Creyóse que en las
cortes que se han hecho
900
viniese a ellas el señor infante
a tomar la corona con el pecho,
que se la ofrece reino semejante;
mas él, fundado en natural derecho
de tierno amor y de piedad constante,
905
quiere que herede Don Alfonso el quinto,
y no pueda salir del laberinto.
El reino junto en votos dividido
salió, y dejó la causa sin sentencia,
por si fuese el infante persuadido
910
con razones que enseña la experiencia.
EGAS. Al cielo santo le suplico y
pido
abra los ojos de su real prudencia
al infante Don Pedro, que reciba
el
noble reino, y largos años viva.
915
[ESCENA XIII]
Sale ACUÑA. -DON DIONÍS, DON DUARTE, DON EGAS
ACUÑA. Caballeros
ilustres y leales
del reino más ilustre, leal y santo
que mira con sus ojos inmortales
el sol hermoso que os envidia tanto;
parece, si no mienten las señales,
920
que con recelo, con temor y espanto
os
retiráis, cuando el señor infante
muestra la fe de su valor constante.
El reino le ofrecistes a su alteza
como tío del príncipe heredero,
925
temiendo de su edad que su cabeza
no puede sustentar un mundo entero;
mas el infante, cuya real nobleza
le muestra descendiente verdadero
de sus heroicos padres, no permite
930
que al legítimo dueño se le quite.
Y yo que del infante valeroso
antiguo y noble consejero he sido,
estoy de su constancia más glorioso,
que si hubiera en el África vencido;
935
y ansí os vengo a pedir, reino famoso,
que estiméis su valor, y sea servido
el niño rey, en cuya tierna mano
le pongáis este reino lusitano.
DIONÍS. Pues, ¿cuántos reinos
en la edad pasada,
940
por ser de niños reyes
gobernados
con ajena prudencia y corta espada,
perdieron con los reyes los estados?
Tenemos toda el África alterada,
los furiosos alárabes, cansados
945
de nuestras nobles armas, deseosos
de, hallando esta ocasión, salir furiosos.
[ESCENA XIV]
Sale DON PEDRO. -DON DIONÍS, DON DUARTE, DON EGAS,
ACUÑA
PEDRO. Pues, Don Duarte, Don Dionís, Don
Egas.
DUARTE. ¡Oh poderoso Rey!
PEDRO.
Humilde Infante;
que no rendido de ambiciones ciegas,
950
estimo en más renombre semejante.
DIONÍS. Si con los ojos de prudencia
llegas
a mirar, gran señor, cuán importante
es tu grandeza y tu real persona,
recibe deste reino la corona.
955
No serás el primero infante, hermano
del muerto rey, que su
corona herede,
cuando no deja valerosa mano
en quien el reino con firmeza quede.
DUARTE. Legítimo heredero, y no tirano,
960
es el hermano, y preferir se puede
por su edad y prudencia al hijo amado,
cuando le faltan para el mismo estado.
DIONÍS. Salimos de la sala mal
contentos
de tu resolución, aunque piadosa,
965
dañosa al reino y cuerdos sentimientos
de la más parte, ilustre y generosa.
EGAS. Favorece, señor, nuestros
intentos;
niño es el Rey, la pérdida forzosa;
y si ha de perder reino, fama y vida,
970
renuncie en ti la
gloria merecida.
PEDRO. ¿Por qué os
parece, nobles caballeros,
que es justo darme la real corona?
DIONÍS. Porque entre dos iguales
herederos,
se prefiere el valor de la persona.
975
Tu espada, gran señor, cuyos aceros
el África en sus márgenes pregona,
tu gobierno, tu industria, tu prudencia,
se esmaltan con tus canas y presencia.
PEDRO. ¿No rendís a mi
acuerdo vuestro gusto?
980
DIONÍS. Felicísimo Príncipe, en tu
mano
se rinde Portugal y el reino justo,
siempre leal a tu difunto hermano.
DUARTE. El sacro Imperio del romano
Augusto,
con más lealtad que al César soberano
985
se quisiera rendir a tales plantas,
pues nacen dellas esperanzas tantas.
PEDRO. Yo subo, pues, a
la invencible silla
en el real tablado prevenido.
DIONÍS. ¡Viva el Rey mi señor, a quien se
humilla
990
el trono real a su valor rendido!
ACUÑA. Tu mudanza, señor, me
maravilla.
¡Lealtad mudable, por ingrato olvido!
Mas siempre, por reinar, dicen los reyes,
que han de romperse las piadosas leyes.
995
[ESCENA XV]
(Descúbrese una cortina, y en un trono el NIÑO REY
coronado)
PEDRO. (De
rodillas.)
Sobrino amado, imagen de inocencia,
segundo Abel, y con mayor ventura,
rendido, humilde a vuestra real presencia,
la mano os pido de traición segura.
Tuvieron en mi pecho competencia
1000
la honra y el amor, que al fin procura,
como le hicieron Dios, vencer de modo,
que le conozcan poderoso en todo.
Y vosotros, leales caballeros,
si en prudencia, piedad y valor mío
1005
fundáis
vuestra esperanza, los primeros
seréis en imitar mi santo brío.
Dad, como siempre, indicios verdaderos
del generoso pecho en quien confío,
que persuadidos que os importa tanto,
1010
adoréis vuestro Rey piadoso y santo.
Que yo, como prudente, como viejo
y como valeroso y vuestro amigo,
os doy agora tan leal consejo,
y yo el primero le recibo y sigo.
1015
Seguidme todos; que a mi sombra os dejo:
subid al trono de mi Rey conmigo;
que en ir primero imito al elefante,
que el mayor en la edad suele ir delante.
(Suena música, y sube Don Pedro a besar la mano al
Rey.)
PEDRO. Dadme, señor,
como mi rey, la mano;
1020
dadme, mi bien, como sobrino mío,
los amorosos brazos, pues los gano.
REY. Por haber sido tan
piadoso tío,
levante vuestra Alteza el soberano
rostro, en cuyo valor tanto confío.
1025
y deme a mí licencia que en silencio
descubra que le estimo y reverencio.
EGAS. ¡Raro
ejemplo de fe!
DUARTE. ¡Divino
pecho
de portugués! Que estima en más su fama,
que hacer dudoso su real derecho
1030
en este reino que le estima y ama.
DIONÍS. Veníale al Infante muy
estrecho,
aunque es grande, este reino; que le llama
la pretensión del África, y desea
que toda aquélla su corona sea.
1035
REY. Y
ansí, como agradecido,
no digo más, que no puedo,
y de vuestra Alteza quedo
a los favores rendido.
PEDRO. Vuestra
Majestad, señor,
1040
aunque se muestra obligado,
me mande, que me ha quedado
muy grande resto de
amor;
porque en mi pecho leal
mucha afición se atesora,
1045
pues lo que he dado hasta agora
es una corta señal,
es una prenda no más
de mi lealtad y mi amor.
Y a quien es buen pagador
1050
no duelen prendas jamás.
REY.
Quiero, señor, que miréis
este reino y mi persona
como vuestro; esta corona,
Infante, vos la tenéis.
1055
Y ansí será justa ley
que os obliguéis de presente
a sacarme un rey prudente,
ya que me sacastes rey.
Y si no lo hacéis ansí,
1060
Infante, podré quejarme;
que hacerme rey no es honrarme,
y hacerme rey justo, sí.
PEDRO. Habla vuestra
Majestad
de modo, que me parece
1065
que como en ser hombre, crece
en la gracia y en la edad.
Dice que el reino le di,
y estimo ese gran favor,
y he de sacarle el mejor
1070
que haya reinado hasta aquí.
El reino que le he entregado
reciba en prendas de quien,
porque suele pagar bien,
por grandes prendas le ha dado.
1075
REY. No
digáis más; que no es justo
dudar de vuestra verdad.
(Todos los CABALLEROS.)
¡Viva vuestra Majestad
la próspera edad de Augusto!
REY.
Viváis, vasallos leales, 1080
la edad de Néstor y Anquises.
DUARTE. Nuevo sucesor de
Ulises,
dame tus manos reales.
REY.
Esperad; que me conviene
salir al recebimiento
1085
de mi prima, porque siento
que la hermosa Infanta viene.
[ESCENA XVI]
Salen DOÑA FELIPA y DOÑA INÉS. -DICHOS
(El Rey y el Infante se bajan del trono.)
FELIPA. Mande vuestra
Majestad...
REY. No puedo mandar,
señora;
que en vuestros ojos agora
1090
pierdo yo la libertad.
FELIPA. Que me mande dar sus
manos
le
suplico.
REY.
Ya soy rey,
y no será justa ley
hacer mis intentos vanos.
1095
La mano me habéis de dar
que os la bese: esto ha de ser;
que yo por poderlo
hacer,
tengo por gusto el reinar.
DIONÍS. De amor y de
cortesía
1100
da indicios su Majestad.
DUARTE. El amor, en tierna
edad,
sin sentir se forma y cría.
FELIPA. Yo me encargo, mi
señor,
de entretener, como es justo,
1105
con regalos vuestro gusto.
REY. Y con favores mi
amor.
Y con esa confianza
que el alma agora desea,
quiero salir, que me vea
1110
el reino.
ACUÑA.
¡Extraña mudanza!
¡Que en un niño pueda hacer
el ser rey tan grande estima
de sí mismo!
REY.
Infanta, prima,
adiós, y volvedme a ver.
1115
PEDRO. No acompaño,
gran señor,
vuestra persona, aunque es tanta
mi obligación; que la Infanta
queda
sola.
(Vanse el Rey, Don Duarte, Don Egas, Acuña y los demás
Caballeros.)
DIONÍS. (Ap.)
¡Ay, dulce amor!
Pero el Infante se queda:
1120
no puedo hablar a mi bien.
Noche venturosa, ven
más apriesa, porque pueda.
[ESCENA XVII]
Salen RAMIRO, TABACO. -DOÑA FELIPA, DOÑA INÉS, DON PEDRO, DON
DIONÍS
RAMIRO. (A su criado, al
salir.)
La ocasión misma me ayuda,
pues llego, y al mismo instante
1125
encuentro al señor Infante.
TABACO. Dichoso has de ser sin
duda.
RAMIRO. Mande darme vuestra
Alteza
sus manos.
(Dale
un pliego.)
PEDRO.
Seáis bien venido,
Ramiro.
TABACO. (Ap.) ¿Ya es
conocido?
1130
¡Gran memoria!
RAMIRO. (Ap.)
¡Gran belleza!
FELIPA. (Ap. con su dama.)
¡Ay, amiga!, ¿no es aquél
el aldeano?
INÉS.
Señora,
él es.
FELIPA.
Conocíle agora.
(Ap.) Como siempre pienso en él.
1135
TABACO. (Hablando aparte con su
amo.)
Señor.
RAMIRO.
Calla.
TABACO.
No podré,
si no me enseña y me avisa,
si me viene alguna prisa
por dónde me proveeré;
que no me he
visto jamás,
1140
señor, con tanta agujeta,
y esta ventana inquieta
fuese mejor por detrás.
PEDRO. Ramiro, mucho
debéis
al Prior, porque os envía
1145
a la corte: yo querría
que su esperanza aumentéis.
FELIPA. (Ap.) ¿A la corte? ¡Oh
venturosa
yo, que en la corte y palacio
puedo querelle despacio!
1150
Mas ¡no me falta otra cosa
que rendir mi pensamiento
a quien ayer fue un villano!
Pero no es en nuestra mano
este primer movimiento.
1155
RAMIRO. El servir a vuestra
Alteza
tendré yo por gloria mía.
PEDRO. Que sirváis al Rey
querría.
DIONÍS. ¿Qué no entendida
grandeza
es ésta? Escudero amigo,
1160
¿quién es este caballero?
TABACO. Yo fui labrador
primero,
y aquéste andaba conmigo;
pero el Prior le ha enviado.
DIONÍS. Desta novedad me admiro.
1165
¿Cómo se llama?
TABACO.
Ramiro;
mal nombre para casado.
Yo me llamaba Tabaco,
y era sonado en mi aldea,
y agora no sé quién sea,
1170
si no me escurro y me saco
destos dos fuelles; que voy
con ellos con mucho tiento;
que van hinchados del viento
que yo de miedo les doy.
1175
PEDRO. Esto ha de ser,
y confío
que este favor
que os he hecho,
os ha de hacer buen provecho.
RAMIRO. Sois amparo y señor
mío.
Y vos, Infanta y señora,
1180
dadme los pies.
DIONÍS. (Ap.)
¿Cómo es esto?
¡Ya se conocen tan presto!
FELIPA. Alzáos.
RAMIRO.
El alma os adora.
TABACO. Su infantería ¿no
alvierte
que soy el que estaba allá?
1185
Mas no me conocerá,
estofado desta suerte.
Pero dígame, señor,
(Asiendo de la ropilla al Infante.)
éstas -que no son distintas,
traerlas cercadas de cintas-
1190
que me dan mucho temor,
y siento que ni aun dormir
han de dejarme.
INÉS.
¡Ah, villano!
PEDRO. Entrad, besaréis la
mano
al Rey.
RAMIRO.
Comienzo a servir.
1195
FELIPA. (Ap.) Yo a
amar.
DIONÍS. (Ap.)
Yo a dudar.
PEDRO.
Yo a ver.
su valor.
RAMIRO. (Ap.). Yo
su hermosura.
TABACO. Sáquenme desta
apretura:
que me quiero proveer.
Acto segundo
[ESCENA I]
Salen DON DIONÍS, DON DUARTE
DUARTE. Don Dionís, parece
sueño. 1200
DIONÍS. ¿Quién, Don Duarte,
creyera
que tal privanza tuviera,
de un principio tan pequeño,
un hombre venido ayer,
no sé de dónde, sin prenda
1205
de valor, fama o hacienda,
pues aun de quien le dio el ser
está la corte ignorante?
DUARTE. Sólo una cosa en
favor
de que es hombre de valor
1210
le abona.
DIONÍS.
¿Y es?
DUARTE.
Que el Infante
le apoye: clara señal
que es noble, pues él le ampara;
que el Infante no agraviara
la sangre de Portugal,
1215
de quien es tan honrador,
dando alas a un forastero,
si no fuera caballero.
DIONÍS. Algún oculto
valor
encierra, que por agora
1220
debe
de importar callalle.
DUARTE. Él merece por el
talle
con que la corte enamora,
por el noble proceder
que con los títulos tiene,
1225
por la humildad con que viene
a darnos a conocer
cuán ajeno de ambición
al Rey y al Infante obliga,
a que en su aumento prosiga,
1230
y por la conversación
apacible con que alcanza
renombre su juventud,
que envidiemos su virtud,
y alabemos su privanza.
1235
Mas ¿sabéis lo que concluyo
del amor con que el señor
Infante le hace favor?
Que debe ser hijo suyo.
DIONÍS. ¡Pluguiera a Dios!
Sosegara
1240
mi amoroso frenesí,
si eso, amigo, fuera ansí;
porque la sospecha avara
que tengo de que la Infanta
le quiere bien, es ya tal,
1245
que temo querelle mal.
DUARTE. ¿Celos
tenéis?
DIONÍS.
¿Qué os espanta
si cuando solos se ven,
por las lenguas de los ojos,
a costa de mis enojos,
1250
dicen que se quieren bien?
Por Dios, que me pesaría
de que fuésemos los dos
enemigos; y por Dios,
que si la loca porfía
1255
crece, siendo su interés
en mi daño, que sospecho
que le ha de hacer mal provecho.
DUARTE. Yo he de averiguar quién
es
Don Ramiro.
DIONÍS.
¿De
qué modo?
1260
DUARTE. Su criado sale al
paso,
que es hombre de poco vaso,
y presto lo dirá todo:
propiedad de un ignorante,
combatido de malicias.
1265
DIONÍS. Pedidme el alma en
albricias,
si es padre suyo el Infante.
[ESCENA II]
Sale TABACO. -DON DIONÍS, DON DUARTE
TABACO. (Sin ver a los
caballeros.)
Después acá que enredado
en aqueste enjugador,
voy, sin ser predicador,
1270
de dos púlpitos cargado,
es tanta la presunción
que destas quimeras saco,
que no he de ser más Tabaco,
o le he de echar el tacón
1275
de un don; que no es mal ensayo
que Don Tabaco me nombren,
aunque los dones se asombren
de haber hecho un don lacayo.
Mas tantos los dones son,
1280
que aun las campanas los dan,
pues si tañe el sacristán,
pronuncian dan, dan, don, don.
Y si dan don, desde hoy quiero
un don, aunque sea trabajo;
1285
que un don dado de un badajo,
bien está en un majadero.
DUARTE. Hola:
¿oís?
TABACO.
¿Quién es la ola?
Hablad como habéis de hablar;
que aunque la corte sea mar,
1290
no tengo yo de ser ola.
Don Tabaco es mi apellido,
porque en estas ocasiones,
la poesía y los dones
a tanta baja han
venido,
1295
que hay ya dones al soslayo.
Y de agujas y banquetas
levanta Apolo poetas,
como dones de un lacayo.
Y en mí no es el don postizo;
1300
que un Don Tabaco es de honrar,
por ser su antiguo solar
narices con romadizo.
DIONÍS. Humor
tenéis.
TABACO.
Ya lo veis:
soy hombre de humos y humor.
1305
DUARTE. Escuchad. Vuestro
señor,
¿de dónde es, si lo sabéis?
TABACO. Su nombre se
soleniza.
DIONÍS. ¿Es
caballero?
TABACO.
Eso infiero,
pues de puro caballero,
1310
nació en la caballeriza.
DUARTE. Dejad burlas tan
pesadas.
TABACO. En su sangre hay
encomiendas.
DIONÍS. ¿Y es hombre de
prendas?
TABACO.
¿Prendas?
Algunas tiene empeñadas.
1315
DIONÍS. Prendas de nobleza
llamo.
TABACO. No lo entendí,
perdonad.
DIONÍS. ¿Es hombre de
calidad?
TABACO. Sí, es muy cálido mi
amo;
que ansí lo dijo un dotor.
1320
DUARTE. O vos sois un gran
bellaco,
o un gran tonto.
TABACO.
Soy Tabaco,
que es uno y otro, señor. (Vase.)
DIONÍS. El Rey
sale.
DUARTE.
Extraordinario
favor hace a Don Ramiro.
1325
Siempre a su lado le miro,
hale hecho su secretario,
y dándole peticiones
viene.
DIONÍS.
Su presencia es tal,
que muestra ser principal.
1330
DUARTE. De sus nobles
intenciones
se colige la nobleza
con que al cielo se levanta;
mas como no ame a la Infanta,
sea quien fuere.
[ESCENA III]
Salen el REY, recibiendo peticiones de RAMIRO, DOÑA FELIPA, DON
PEDRO,
ACOMPAÑAMIENTO. -DON DIONÍS, DON DUARTE
RAMIRO.
Vuestra Alteza 1335
de modo me favorece,
que de mí mismo me admiro
envidioso.
REY.
Don Ramiro,
honrar a quien lo merece
es obligación de un rey,
1340
que a los pechos del consejo
de un infante sabio y viejo,
su valor tiene por ley.
Alcaide
de Santarén
sois.
RAMIRO.
Tus pies quiero besar.
1345
REY. Blasón de un rey es el
dar;
pero más lo es el dar bien.
PEDRO. Los pies beso a
vuestra Alteza
por la merced que Ramiro
recibe.
REY.
En él y en vos miro
1350
todo el valor y nobleza.
¿Hay más peticiones?
RAMIRO.
Ésta
en que el conde Don Dionís
os suplica que de Avís,
pues su lealtad manifiesta
1355
sus méritos, la encomienda
le deis mayor, que está vaca.
DUARTE. (Hablando aparte con Don
Dionís.)
De vos habla.
DIONÍS.
A plaza saca
su valor, aunque pretende
encubrirse.
REY.
¿Qué valdrá
1360
esa encomienda mayor?
PEDRO. Diez mil ducados,
señor,
de renta.
REY.
Bien se empleará,
Don Ramiro, en vuestro pecho.
Traelda, y dará más luz
1365
en tales pechos tal cruz,
y yo estaré satisfecho.
El comendador mayor
os llamen desde hoy de Avís.
RAMIRO. Preténdela Don Dionís,
1370
y la merece mejor.
Suplícoos, Príncipe augusto,
me hagáis a mí esta merced.
REY. Vuestra es la encomienda,
haced
della lo que os diere gusto.
1375
RAMIRO. (A Don
Dionís.)
Llegad a besar los pies,
conde, al Rey nuestro señor,
que comendador mayor
os ha hecho.
DIONÍS.
El interés
que dese cargo consigo,
1380
me obliga por justa ley
a vos, señor, como a rey,
y a vos como a fiel amigo,
dándoos la fama loores
que eternamente gocéis,
1385
pues hoy, sin ser rey, hacéis
comendadores mayores.
RAMIRO. Amigos, Don Dionís,
hago,
que es más precioso caudal.
REY. Sed, Ramiro, en
Portugal
1390
maestre de Santiago;
que quiero que el mundo muestre
lo que la cruz luce en vos.
RAMIRO. Hágaos gran monarca
Dios,
pues que me hacéis gran maestre.
1395
REY. Ya del
Infante mi tío
sé que nobleza y valor
os hacen merecedor
del cargo que de vos fío,
PEDRO. ¿Qué más valor que
agradarte,
1400
si ansí quien te sirve vuela?
RAMIRO. El condado de
Penela
dio al padre de Don Duarte
el vuestro, que está en el cielo,
sólo por su vida; y él,
1405
que es el vasallo más fiel
de cuantos celebra el suelo,
que
se le perpetuéis
os suplica, gran señor.
REY. Si vos sois intercesor,
1410
Ramiro, ¿qué pediréis
que no alcancéis? Dadle parte
deso al Infante mi tío;
que a él sujeto
el gusto mío.
PEDRO. Penela está en Don Duarte,
1415
señor, muy bien empleado.
REY. Désele a Penela,
pues.
DUARTE. Pon en mi boca esos
pies.
REY. Y gozad vos el
condado
de Olivenza y de Estremós.
1420
RAMIRO. Señor...
REY.
Siempre que venís
y para otros me pedís,
gusto de daros a vos.
Pedidme para otros mucho,
porque mucho a vos os dé.
1425
RAMIRO. Contigo, Alejandro
fue
avariento.
REY.
Como escucho
lo que mi tío os abona,
honraros mi amor desea.
PEDRO. Bien vuestro favor se emplea
1430
en ilustrar su persona;
que es Ramiro principal.
(Ap. al Rey.) Y si tanto amor le muestro,
es por ser muy deudo vuestro,
señor, y su sangre real.
1435
FELIPA. (Ap.) Amor, si habéis hasta
aquí
reparado en calidad,
teniéndoos mi autoridad
a raya dentro de mí,
hablad, pues es vuestro amante
1440
conde y maestre, certeza
de su encubierta nobleza;
que pues mi padre el Infante
le honra tanto, bien conoce
lo que su valor alcanza.
1445
RAMIRO. (Ap.) Ennoblecedme,
privanza,
subidme más, porque goce
tan noble merecimiento
mi amorosa voluntad;
que si honras dan calidad,
1450
y cargos atrevimiento,
a pesar de mi
bajeza,
me dicen mis pretensiones
que cargos son escalones
para subir la nobleza.
1455
DIONÍS. (Ap.) ¡Ay, Infanta! Si mi
amor
tu mayor favorecido
me hiciese, pues he
subido
a comendador mayor,
fuera mi dicha adelante;
1460
mas teme la pena mía
que con esta mayoría
Ramiro se me levante,
siendo mi desdicha tanta,
que porque dél no me ofenda,
1465
hizo darme una encomienda
para quitarme una Infanta.
[ESCENA IV]
Sale un PAJE. -DICHOS
PAJE. (Al
Infante.)
Del gran duque de Viseo
se acaba agora de apear
un paje que quiere hablar
1470
a vuestra Alteza.
PEDRO.
Deseo
velle: ya sé a lo que viene.
Un enano ha de traeros,
señor, para entreteneros,
que por el amor que os tiene
1475
el Duque, le hizo venir
de Castilla.
REY.
Debo yo
mucho al Duque; siempre dio
muestras de lo que servir
me desea.
[ESCENA V]
Salen SANCHA, de hombre, y CABELLO, de lacayo.
-DICHOS
CABELLO.(Hablando con Sancha al
salir.)
¿Do me llevas
1480
desta suerte? ¿Qué marañas
comienzan ya tus hazañas?
¿Qué burlas son éstas nuevas,
Sancha del diablo? ¡Ante el Rey
yo, y bragado de este modo!
1485
SANCHA. Haz lo que te he dicho en
todo,
y calla.
CABELLO.
Yo seré un buey
mudo; mas pardiez que dudo
que me han de estirar el cuello.
SANCHA. ¿No me conoces, Cabello?
1490
CABELLO.Ya te conozco. (Ap.) -¡Que
pudo
persuadirme a aqueste ensayo
Sancha! ¡que al fin me embaucó!
¿Ella enano, y su ayo yo?
¡Miren qué enano y qué ayo!-
1495
SANCHA. (Al Infante.) Deme los pies
vuestra alteza.
PEDRO. Besad los del rey
primero.
SANCHA. Ignoré, como
extranjero,
que estaba aquí la grandeza
del rey. Vuestra Majestad
1500
perdone si entré ignorando. (Dale un pliego.)
Este el duque don Fernando
os envía.
REY.
Levantad,
y leed vos, tío infante,
lo que escribe el de Viseo.
1505
RAMIRO. (Ap.) -¡Cielos! ¿Qué es esto que
veo?
¿No tengo a Sancha delante?
Éste, ¿no es Cabello? Él es-.
Cabello.
(Hablando aparte
con él.)
CABELLO.(Ap.) Me
conoció.
RAMIRO. ¿Qué haces
aquí?
CABELLO.
¿Qué sé yo?
1510
Sancha os lo dirá después.
PEDRO. (Leyendo.) «Entre los grandes deseos que
de servir a vuestra majestad
tengo, he puesto en ejecución uno tan pequeño como ese enano, que por
ser
sólo en el cuerpo, y no en la proporción, le hice traer de Castilla para
el
entretenimiento de la niñez de vuestra majestad, a quien suplico
me
reconozca por uno de sus más leales vasallos y parientes, etc., etc.
Julio
15 de 1441. -Don Fernando.»
REY. ¿Sois vos
el enano?
SANCHA.
Soy,
señor, aunque en cuerpo enano,
gigante en cuerpo, pues gano
el venirte a servir hoy.
1515
RAMIRO. (Hablando aparte con
Cabello.)
¿Qué disparates son éstos,
Cabello?
CABELLO.
¿Qué me pescudas?
Sáquete ella desas dudas,
y a mí de aquestos dos cestos
en que tan bien me ha envainado.
1520
REY. ¡Qué buen talle y buena
cara!
FELIPA. Yo por niño le
juzgara,
a no habérosle enviado
por enano el de Viseo.
PEDRO. ¿Eres portugués?
SANCHA.
Nací
1525
en Castilla, criéme aquí,
y después por un deseo
de mi padre, me volvió
a los aires castellanos.
REY. Bien, ¿y tienes más
hermanos?
1530
SANCHA. Sólo a mí me
enaneó
mi madre.
REY.
Tu cantidad
se vestirá a poca costa.
SANCHA. Hízome mi padre
aposta
para vuestra majestad.
1535
FELIPA. ¿Qué años
tienes?
SANCHA.
Treinta y tres.
FELIPA. ¿Treinta y tres, y no has
barbado?
SANCHA. Hánmelo
imposibilitado
trabajos que tú no ves,
ni yo decillos quisiera.
1540
REY. ¿De qué
suerte?
SANCHA.
Señor mío,
pago casa de vacío,
y están los huéspedes fuera.
PEDRO. No sé yo dónde te he
visto
otra vez.
SANCHA.
¿A quién? ¿a mí?
1545
PEDRO. Dudoso estoy; creo que
sí.
SANCHA. Mucho ha que en Castilla
asisto.
PEDRO. Podrá
ser.
SANCHA. (Ap.)
Ya está en el potro
mi miedo.
PEDRO.
A alguien te pareces.
SANCHA. Sí haré, porque muchas veces
1550
se parece un diablo a otro.
RAMIRO. (Ap. con
Cabello.)
¡Jesús! ¡Que se haya atrevido
Sancha a hacer tal disparate!
CABELLO.Este amor es un
orate,
y yo otro, que aquí he venido.
1555
Después sabrás maravillas,
que hay, Ramiro, historias largas.
REY.
¿Llámaste?
SANCHA.
Mi padre, Vargas,
y yo, por chico, Varguillas.
REY. Pues mucho
os he de querer,
1560
señor Vargas.
SANCHA.
Tus
pies beso.
PEDRO. Vamos.
RAMIRO. (Ap.) No
hay amor con seso,
y más si ama una mujer.
SANCHA. (Ap.) A fe, sospechas
amargas,
que he de remediar mis miedos.
1565
RAMIRO. (Ap. con
Cabello.)
Espántanme sus enredos.
CABELLO.Pues averígüelo
Vargas.
(Vanse el Rey, Don Pedro, Doña Felipa, el Paje y
acompañamiento.)
[ESCENA VI]
RAMIRO, DON DUARTE, DON DIONÍS
DUARTE. Goce vuestra
señoría
el maestrazgo y el estado
que el rey mi señor le ha dado
1570
tan justamente este día,
mil años; que el que me dio
por su noble intercesión,
me ha puesto en obligación.
RAMIRO. Con él quisiera dar yo
1575
un reino a vueseñoría. (Vase Don Duarte.)
[ESCENA VII]
DON
DIONÍS, DON RAMIRO
DIONÍS. A mí me le podéis
dar,
don Ramiro, si estimar
queréis hoy la amistad mía,
con darme sola una prenda
1580
que ha de enriquecer mi estado
más que el que por vos me han dado
con la mayor encomienda.
Confesadme una verdad,
que, como amigo, os prometo
1585
guardar eterno secreto.
RAMIRO. Por pagar la
voluntad
de que me hacéis hoy deudor,
y estimo, el pecho rasgara,
y en él el alma os mostrara.
1590
DIONÍS. ¿Tenéis a la infanta
amor?
RAMIRO. ¿A Doña
Felipa?
DIONÍS.
Sí.
RAMIRO. Como a hija del
infante
la quiero, no como a amante.
DIONÍS. No hay recelaros de mí,
1595
pues vuestra amistad profeso.
RAMIRO. Don Dionís, si yo la
amara,
de vos el alma fiara.
DIONÍS. Pues sabed que pierdo el
seso
por ella.
RAMIRO. (Ap.) -¡Ay de mí!- ¿Pues
bien
1600
DIONÍS. Vos que me habéis dado
hacienda,
quiero que con la encomienda
me deis esposa también.
Perdonad; que lo que hiciera
por vos, maestre, eso mismo
1605
quiero que hagáis.
RAMIRO. (Ap.)
-¿En qué abismo
me ha
puesto mi pena fiera?-
DIONÍS. Interceded en mi
amor,
sed mi tercero discreto;
¿haréislo?
RAMIRO.
Yo os lo prometo.
1610
DIONÍS. (Ap) -Pues que no la tiene
amor,
su
hermano debe de ser-.
¿Cuándo la iréis a hablar?
RAMIRO.
Luego.
DIONÍS. Adiós.
(Vase.)
RAMIRO.
Adiós.
[ESCENA VIII]
RAMIRO
Amor ciego,
cegadme a mí por no ver
1615
tanta confusión y enredo.
Yo adoro a Doña Felipa;
don Dionís se me anticipa,
y acobardándome el miedo
de no saber quién me dio
1620
el ser que tan adelante
está honrándome el infante,
padezco entre un sí y un no;
¿posible es que sin saber
el infante mi linaje
1625
deste modo me aventaje?
No, temor, no puede ser.
Al rey que era noble dijo,
y mi honrado pensamiento
califica este argumento:
1630
él sabe de quién soy hijo.
Proseguir mi dicha quiero.
y declaralla mi amor,
aunque mi competidor
me haya hecho su tercero;
1635
que ha venido Sancha aquí
celosa y podrá estorbar
mi dicha saliendo azar.
Amor, volved vos por mí.
[ESCENA IX]
Sale
SANCHA. -RAMIRO
SANCHA. Pues, mi señor
cortesano,
1640
todos estamos acá;
aunque no se dignará
de hablar un conde a un enano.
¿Qué te parece la traza
con que te he venido a ver?
1645
¿Mas que debes de creer
que vengo a espantar la caza
de
tu amor? Dame
esa mano;
seguro la puedes dar;
que no me puedo casar
1650
contigo, que eres mi hermano.
RAMIRO. ¡Yo hermano tuyo! ¿Qué
dices?
SANCHA. La verdad, que me ha
traído
aquí con traje fingido,
porque mi fe solenices. 1655
El día mismo que saliste
de Momblanco, me informé
de un viejo, a quien obligué,
con verme en tu ausencia triste,
a que rompiendo el secreto
1660
que le encargó el gran prior,
de nuestro progenitor
me diese cuenta. En efeto,
soy tu hermana.
RAMIRO.
Sancha mía,
aunque tus embustes sé,
1665
me ha obligado a darte fe
la sangre que el amor cría,
y mis sospechas allana;
pues desde el punto primero
que te vi, te estimo y quiero
1670
como un hermano a una hermana.
(Ap.) -¡Ay, mi infanta hermosa y bella!
Si es mi sangre venturosa
tan ilustre y generosa
como el valor que hallo en ella,
1675
siendo noble y no villano,
bien te puedo pretender-.
SANCHA. (Ap.) Como yo le haga
entender
a Ramiro que es mi hermano,
y que a terciar en su amor
1680
vengo, no descubrirá
que soy mujer.
RAMIRO. (Ap.)
-¿Si será
padre mío el gran prior?-
Acaba de declarar,
Sancha, a quién debo mi ser.
1685
SANCHA. Grande dicha has de
tener.
RAMIRO. Ya la comienzo a
gozar.
Dilo para que socorras
el temor que has de impedir.
SANCHA. No te lo atrevo a decir.
1690
RAMIRO. ¿Por qué?
SANCHA.
Porque no te corras.
RAMIRO. ¡Ay, cielo! Mi
desventura
sospecho: no es principal
quien me dio el ser.
SANCHA.
¿No? ¡y qué tal!
Nuestro padre es...
RAMIRO.
¿Quién?
SANCHA. El
cura,
1695
pariente del gran prior
muy cercano.
RAMIRO.
¡Un cura!
SANCHA.
Sí,
aquesto es cierto.
RAMIRO.
¡Ay de mí!
SANCHA. Bien lo sabrá el
labrador
que nos crió.
RAMIRO.
Dejamé.
1700
Mataréme.
SANCHA.
¿Hay tal ventura
como ser hijo de un cura?
¡Matarte quieres! ¿Por qué?
El gran prior nos crió
-que pienso que es nuestro tío-,
1705
y ha sabido hermano mío,
que nuestro padre murió.
En tu
extraña dicha y medro
puedes experimentar
lo que el cielo suele honrar
1710
a los nietos de San Pedro.
RAMIRO. Cesa, pues cesó mi
amor.
SANCHA. A fe que te burlé
bien.
No
es tu padre ése.
RAMIRO.
Pues ¿quién?
¿Es, hermana, el gran prior?
1715
SANCHA. Y por su causa el
infante
te honra, Ramiro, ansí.
RAMIRO. ¿Es cierto?
SANCHA.
¿Pues no?
RAMIRO.
Eso sí;
viviré de aquí adelante.
SANCHA. En sabiendo que mi
hermano
1720
eras, te vine a buscar,
dándome traje y lugar
para venir el enano
que en Momblanco aposentó
don Nuño, y vino tan malo,
1725
que no bastando el regalo
que le hicieron, se murió.
Partióse desesperado
don Nuño, y dejóse allí
las cartas, que luego abrí,
1730
y viendo que presentado
iba por el de Viseo,
eché otra cubierta al pliego,
vestíme en su traje luego,
y en las alas del deseo
1735
vengo a terciar en tu amor.
Yo haré que a la infanta goces,
si mis enredos conoces.
RAMIRO. ¿Que es mi padre el gran
prior?
¿Que eres mi hermana?
SANCHA. (Ap.)
La trama
1740
va buena.
RAMIRO.
¡Qué alegre estoy!
SANCHA. Tu hermana y tercera
soy.
[ESCENA
X]
Sale un PAJE. -SANCHA, RAMIRO
PAJE. Señor, el infante os llama.
(Vase.)
RAMIRO. Pues tú de mi amor te
encargas,
ya no tengo que temer.
1745
SANCHA. Enredos tengo que
hacer
con que se acuerden de Vargas.
(Vanse.)
[Habitación del Infante y de su hija en el palacio]
[ESCENA XI]
Sale DOÑA FELIPA
Amor rapaz, esa venda
en la boca había de estar,
porque no puedas hablar
1750
ni tu secreto se entienda;
aunque para que me ofenda
de ti, tirano desnudo,
siempre que quiero hablar, dudo;
porque, para darme enojos,
1755
siendo ciego, estás con ojos,
y en mí, con lengua, estás mudo.
[ESCENA XII]
Sale RAMIRO. -DOÑA FELIPA
RAMIRO. (Ap. al
salir.)
No puede el desasosiego
que me atormenta parar;
que mal podrá sosegar
1760
fuera de su centro el fuego.
No seáis mudo, pues sois ciego,
niño dios; mas si segura
queréis ver vuestra ventura,
hacelda a la infanta clara;
1765
que mal que no se declara,
con dificultad se cura.
FELIPA.
Ramiro.
RAMIRO.
Señora mía.
FELIPA. ¿Adónde
vais?
RAMIRO.
No
osaré
decillo.
FELIPA.
¿Por qué?
RAMIRO.
Porque
1770
no me atrevo, aunque querría.
FELIPA. (Ap.) -¡Oh! ¡Si viniese a
buscarme!-
RAMIRO. (Ap) -¡Oh! ¡Si gustase de
oírme!-
FELIPA. (Ap.) -Amor, aprende a ser
firme-.
RAMIRO. (Ap.) -Amor, comienza a
ayudarme-.
1775
FELIPA. Llegaos más y no os
turbéis;
que estando a solas los dos,
bien podéis hablar.
RAMIRO.
Por Dios,
señora, que me escuchéis.
FELIPA. (Ap.) -Sin duda me quiere
bien;
1780
que el rostro y los tiernos ojos,
a pesar de mis enojos,
mirándome, hablan también-.
RAMIRO. No os pregunto, mi
señora,
si sabéis qué es afición
1785
por obra o por discreción;
que quien es cuerdo no ignora
que por obra no sabréis
lo que por ciencia alcanzáis:
quiero decir que no amáis;
1790
pero que bien lo entendéis.
FELIPA. (Ap.) -Ya el sol muestra su
luz bella-.
Pasá adelante.
RAMIRO.
Si haré;
que ganando tierra, iré
ganando cielo por ella.
1795
Digo, señora, que yo
quiero...
FELIPA.
¿Qué queréis...?
RAMIRO.
Muy bien
a quien lo merece.
FELIPA.
¿A quién?
RAMIRO. A vos, mi señora...
no.
FELIPA. ¿Pregúntoos yo si es a
mí?
1800
RAMIRO. Pudiéraislo
preguntar.
FELIPA. Acabaos de
declarar.
RAMIRO. (Ap.) Dije no por decir
sí.
Pero en pretensión tan alta,
¿quién no se acobarda?
FELIPA. (Ap.)
Quiero
1805
disimular.
RAMIRO.
Lo primero
que en esta empresa me falta
es, señora, atrevimiento
de hablar.
FELIPA.
Perded el temor,
y no digáis vuestro amor
1810
con tanto encarecimiento.
RAMIRO. Quiero bien, pues, a una
dama.
FELIPA. Ya se entiende, pues sois
hombre.
RAMIRO. Y esta
dama...
FELIPA.
Decí el nombre.
RAMIRO. Dama esta dama se llama.
1815
FELIPA. ¿Y no
más?
RAMIRO.
Volvíme
atrás;
el nombre os diré otra vez.
FELIPA. La dama del
ajedrez
se llama dama no más.
RAMIRO. Quisiera que vuestra
alteza
1820
FELIPA. Pediréis que tercie
yo
con ella.
RAMIRO.
Señora, no.
FELIPA. Habladme, pues, con
llaneza.
RAMIRO. Quisiera, señora
mía,
que a mí me favoreciera
1825
vuestra alteza, y que fingiera
que me honraba... y me quería;
porque envidiando el favor
de tan alta dama, entiendo
que la que sirvo y pretendo,
1830
me tendrá de envidia amor.
Que si la más principal,
más
discreta y más hermosa
me quiere, estará envidiosa
quien me trata agora mal.
1835
FELIPA. ¡Nuevo modo de
tercera
es ése, Ramiro! Pues,
¿es la dama...?
RAMIRO.
Doña Inés,
a quien obligar quisiera.
FELIPA. ¿Mi
dama?
RAMIRO.
Señora, sí.
1840
FELIPA. Alto, yo os haré
favores,
porque tan cuerdos amores
no se malogren por
mí.
(Ap.) -Celosa estoy; pero es justo
cumplir lo que me ha pedido,
1845
porque aunque sea fingido,
quiero gozar deste gusto-.
RAMIRO. (Ap.) -¿Si me ha entendido la
infanta?
Pero comienzo a fingir;
que ansí le podré decir
1850
mi voluntad, aunque es tanta-.
FELIPA. ¿Tenéis que advertirme
más?
RAMIRO. Señora, que
perdonéis.
FELIPA. Pues mirad que no
faltéis
de mi presencia jamás.
1855
Dad vos ocasión; mostrad
gusto y amor cuando vengo,
porque no digan que os tengo
sin ocasión, voluntad.
RAMIRO. Harélo
ansí.
FELIPA. (Ap.)
Desta suerte
1860
puedo yo engañarme a mí.
RAMIRO. ¿Queda esto
ansí?
FELIPA.
Quede ansí.
RAMIRO. ¿Queréisme
ya?
FELIPA. Hasta
la muerte.
[ESCENA XIII]
Sale DOÑA INÉS. -DOÑA FELIPA
INÉS. (Ap. al salir.) Puse en Ramiro los
ojos;
pero mi desdicha es tanta,
1865
que temo que ama a la infanta
y hace ciertos mis enojos.
FELIPA. Doña
Inés.
INÉS.
Señora mía.
(Ap.) -¡Quién supiera la verdad!
¿Diréle mi voluntad?
1870
Mas ¿quién de mujeres fía?-
FELIPA. Pienso que venís
turbada;
si es amoroso secreto,
decildo; que yo os prometo
guardarle.
INÉS.
Estoy confiada
1875
de vuestra alteza, y ansí
le diré mi pretensión
honrosa, y por su ocasión,
el amor que crece en mí.
Dama soy vuestra, y no es mucho
1880
pretender para marido
a un galán favorecido
del rey.
FELIPA. (Ap.) Envidiosa
escucho.
INÉS. Digo, pues, que
don Ramiro,
si no me engaño, me ama,
1885
y por su prudencia y fama,
con buenos ojos le miro.
No hay más.
FELIPA.
No quiero yo más.
Pues ¿qué pretendéis agora?
INÉS. Ser su esposa, mi señora,
1890
por no perderle
jamás.
FELIPA. Y él ¿os
quiere?
INÉS.
No lo sé;
pero muéstrame afición.
FELIPA. (Ap.) -¡Ay, terrible
confusión!
Desespero, si esperé;
1895
porque si a mí me quisiera,
no quisiera a doña Inés,
y si se quieren, no es
de provecho una tercera-.
INÉS. ¿Qué responde
vuestra alteza?
1900
FELIPA. Que es justa y forzosa
ley
pretender que os case el rey,
si iguala a vuestra nobleza.
Yo hablaré a su majestad;
confiada podéis iros.
1905
INÉS. Voyme
pues.
(Vase.)
FELIPA.
Tristes suspiros,
no abraséis la voluntad.
[ESCENA XIV]
Sale SANCHA. -DOÑA FELIPA
SANCHA. Señora, ¿era vuestra
alteza
quien suspiraba?
FELIPA.
No sé...
Yo soy.
SANCHA.
Pues ¿tienes por qué?
1910
FELIPA. Respóndate mi
tristeza.
SANCHA. Dime tus penas
amargas;
que soy Vargas, y es razón
que en aquesa confusión
averigüe tu mal Vargas.
1915
FELIPA. Alegre
estás.
SANCHA.
Sabe Dios
el dolor que me condena,
y si hay una misma pena,
señora infanta, en los dos.
FELIPA. Grande amistad te ha
cobrado
1920
Ramiro: mucho te quiere.
SANCHA. Entre todos me
prefiere,
yo soy su mayor privado.
FELIPA. Si tanto te ha
satisfecho,
no hay duda sino que sabes
1925
su amor, dándote las llaves
de su voluntad y pecho.
Dime, ansí Dios te dé vida,
ni es que, como pienso, ama,
quién es su dichosa dama.
1930
SANCHA. (Ap.) -Ya veo, cielos,
prevenida
la ocasión que deseaba-.
Diréte, señora mía,
lo que antes no me atrevía,
aunque cuidadoso andaba.
1935
FELIPA. Pues ¿qué sabes? Dilo
aprisa.
SANCHA. Ramiro me había
rogado
que te trujese un recado
en que de su amor te avisa.
FELIPA. Pues ¿quiéreme bien a
mí?
1940
SANCHA. Con una pasión
extraña.
FELIPA. Ya él me ha dicho que me
engaña.
SANCHA. ¿Que te engaña ha
dicho?
FELIPA.
Sí.
SANCHA. A mí me engaña
también.
FELIPA. Pues ¿cómo?
SANCHA.
Porque me ha hecho
1945
alcahuete sin provecho
de la que no quiere bien.
FELIPA. Es un engaño
discreto
para amartelar después
a mi dama doña Inés;
1950
yo ya he sabido el secreto.
SANCHA. ¡Oh aleve, oh falso, oh
traidor!
¿Con
cautela me has tratado
por desvelar mi cuidado?
¿Ansí se engaña un amor?
1955
FELIPA. Enojado estás. ¿Qué es
esto?
Paso, Vargas; vuelve en ti.
SANCHA. Si me encolerizo
ansí,
es porque en esto me ha puesto;
que pensará vuestra alteza
1960
que soy mentiroso yo.
FELIPA. No haya
más.
SANCHA.
Ya se acabó
mi pesar y mi tristeza.
FELIPA. Verdad pienso, Vargas, que
es
que don Ramiro me quiere,
1965
y engañará, si lo fuere,
desta suerte a doña Inés.
Vargas, ¿quiéresme obligar,
ya que tu ingenio te ayuda?
Pues sácame desta duda.
1970
SANCHA. Vargas lo ha de
averiguar.
Retírese vuestra alteza,
y déjeme hacer a mí.
FELIPA. Adiós; desde hoy pongo en
ti
mi esperanza y mi
1975
tristeza. (Vase.)
[ESCENA XV]
Sale DON DIONÍS. -SANCHA
DIONÍS
Vargas.
SANCHA.
Señor.
DIONÍS.
Todo el día
ando en tu
busca.
SANCHA.
Aquí estoy.
DIONÍS. Pues en albricias te
doy
de hallarte, esta prenda mía.
Recibe aquesta cadena
1980
por primera obligación.
SANCHA. No quiero yo más
prisión;
que una tengo, y no es muy buena.
DIONÍS. Ya sabrás, pues no es
posible
que se disimule tanta
1985
afición, cómo a la infanta
quiero bien.
SANCHA.
Caso imposible
debe de ser; que la veo
ajena de voluntad.
DIONÍS. Pues desa dificultad
1990
ha nacido mi deseo.
Tú que a solas tantas veces
la entretienes, muestra y di
el amor que has visto en mí,
y que sus ojos sean jueces
1995
de mi pasión, y sentencien
en mis amores constantes;
que desiguales
amantes
no es bien que se diferencien.
SANCHA. Yo haré todo lo que
alcanza
2000
mi ingenio.
DIONÍS.
Ve satisfecho
que ha de ser en tu provecho. (Vase.)
SANCHA. Adiós. ¡Qué buena
esperanza!
Hoy he de hacer maravillas;
no va mala aquesta historia.
2005
¿Mas que ha de quedar memoria
en Santarén de Varguillas?
[ESCENA XVI]
Salen DOÑA FELIPA y RAMIRO
RAMIRO. Mi gloria tengo en
miraros,
todo mi contento en veros,
dicha y regalo en hablaros,
2010
gusto y deleite en quereros,
firmeza eterna en amaros.
FELIPA. Habláisme por Doña
Inés,
y ansí, como fui tercera,
respuesta traigo.
RAMIRO.
¿Quién es
2015
Doña Inés?
FELIPA.
La verdadera
dama vuestra: dice, pues,
que os ama, y que recibió
vuestros favores muy bien.
RAMIRO. Pues ¿quién se los declaró?
2020
FELIPA. Harto bueno es eso.
¿Quién?
¿No me lo dijistes?
RAMIRO.
¿Yo?
¡Qué mal mi amor considera
la pena que en vos me aflige!
FELIPA. Pues ¿no me hicistes
tercera?
2025
RAMIRO. Señora, el refrán os
dije
de «a ti te lo digo, nuera».
Hablemos claro.
FELIPA.
¿Qué es esto?
Apartaos; no me enojéis.
RAMIRO. Vos os enojáis tan presto,
2030
que darme muerte queréis.
¿No es condición que hemos puesto...?
FELIPA. No me acierto a
declarar.
RAMIRO. No acierto a darme a
entender.
FELIPA. (Ap.) Quiérole
hablar.
RAMIRO. (Ap.)
Voyla a hablar.
2035
FELIPA. Pues no me habéis de
ofender.
RAMIRO. Pues no os habéis de
enfadar.
FELIPA. Ramiro, pues vos de
mí
fiáis vuestro amor bien puedo
fiarme yo de vos.
RAMIRO.
Sí.
2040
FELIPA. Comienzo a perder el
miedo.
RAMIRO. Yo el mío ya le
perdí.
FELIPA. Sabed que yo quiero
bien
a Don Dionís.
RAMIRO. (Ap.)
¿-Qué quimera
es ésta, cielos? -¿A quién?
2045
FELIPA. Pues yo fui vuestra
tercera,
sed mi tercero también.
RAMIRO. Pues hacedme a mí
tercero
como yo tercera a vos.
FELIPA. Yo eso
pido.
RAMIRO.
Yo eso quiero.
2050
FELIPA. Ansí ha de
ser.
RAMIRO.
¡Plega a Dios!
Que dichoso fin espero.
FELIPA. A Don Dionís le
diréis
que aunque no se ha declarado,
le quiero bien; ya sabréis
2055
dar como vuestro un recado,
si amor secreto tenéis.
Y decilde que le ruego
que sea más atrevido,
pues yo a decírselo llego;
2060
y aquesta noche le pido,
que, a pesar de su sosiego,
me vea por el balcón
sin reja que al jardín mira
del parque; que hay ocasión,
2065
y si della se retira,
que culpe su dilación.
En ausentándose Apolo
id; que el amor que acrisolo,
estará aguardando. Adiós.
2070
Decid que vaya con
vos,
Ramiro, y que vaya solo.
RAMIRO. ¿Solo y
conmigo?
FELIPA.
¿Qué os cuesta
el decir esto?
RAMIRO.
Ahora bien,
yo le daré esa respuesta.
2075
FELIPA. Ramiro, id allá
también,
porque sin vos no habrá fiesta.
(Vase.)
[ESCENA XVII]
RAMIRO
RAMIRO. ¡Solo y conmigo y sin
mí!
¡Que vaya yo y que él se quede!
¿Qué locura o frenesí
2080
es ésta, amor? ¿Cómo puede
cumplirse este enredo ansí?
Pero, alma, si lo advertís,
vuestra dicha conseguís
en el enigma que hoy miro,
2085
que es amar a Don Ramiro
con nombre de Don Dionís.
[ESCENA XVIII]
Sale SANCHA. -RAMIRO
SANCHA.
Palaciego.
RAMIRO.
Hermosa hermana.
SANCHA. No me digas ese
nombre.
RAMIRO. Pues ¿no es
verdad?
SANCHA.
Cierta y llana;
2090
mas ser hermana de un hombre
que quise, es cosa inhumana.
RAMIRO. ¿Hablaste por mí a la
Infanta?
SANCHA. Tan grande malicia
es
la tuya, que nos espanta
2095
a las dos. Es Doña
Inés
la que tus gustos encanta,
y quiere ser tu mujer,
¡y engañas con tus quimeras
a quien lo pudiera ser!
2100
RAMIRO. Que son
burlas.
SANCHA. Que
son veras;
que ya las vine a saber,
y Doña Inés misma muestra
tus papeles y favores.
RAMIRO. Necia cautela es la vuestra;
2105
que no han dado mis amores
jamás semejante muestra.
SANCHA. Pues la Infanta se ha
enojado;
que se lo ha dicho su dama.
RAMIRO. Eso me pone en cuidado.
2110
¡Ay de mí! De veras llama
a Dionís su enamorado.
Manda que vaya conmigo
para darme entre mil celos
de mi desdicha castigo.
2115
Si no entiende mis desvelos,
liviana esperanza sigo.
SANCHA. ¿A Don Dionís
llama?
RAMIRO.
Sí,
y pensé que la cautela
era de llamarme a mí;
2120
pero si yo en esta escuela
del amor las aprendí,
esta noche he de ir sin él
al balcón de su jardín,
y con la sombra fiel
2125
de la noche, daré fin
a mi venganza cruel.
Daré mi mal a entender
por conocer su
afición;
aunque si voy a perder
2130
su fingida posesión,
no lo quisiera
saber.
(Vase.)
[ESCENA
XIX]
SANCHA
SANCHA. ¿En nombre de Don
Dionís
vais a gozar la ocasión,
Ramiro? Si vos fingís
2135
ser ladrón, yo soy ladrón
del amor que no adquirís.
Adelantarme he si puedo
con las alas de mi miedo
al jardín, por estorbar
2140
que no la lleguéis a hablar;
que amor no es más que un
enredo.
(Vase.)
[Parque con vista exterior del palacio. -De noche]
[ESCENA XX]
DOÑA FELIPA, al balcón
FELIPA. Noche, que desde los
cielos,
hechos ojos las estrellas,
estáis mirando por ellas
2145
mis amores y desvelos,
asegurad los recelos
que en mis pensamientos miro,
y pues de amores suspiro,
y vos mis quejas oís,
2150
traedme aquí un Don Dionís,
que sea sólo un Don Ramiro.
¿Si habrá entendido esta enima?
Pero sí, porque el amor
siempre es buen entendedor,
2155
y en cifras su fe sublima;
y si el que le tengo estima,
sabrá que entre los antojos
de mis mortales enojos,
cuando el temor me
provoca,
2160
llama a Dionís con la boca,
y a Ramiro con los ojos.
Discreto es, y bien me quiere;
yo lo he visto; pues ¿quién duda
que sólo al terrero acuda?
2165
Alma, avisad si viniere.
[ESCENA XXI]
Sale RAMIRO, de noche. -DOÑA FELIPA
RAMIRO. Amor, quien de noche os
viere,
juzgará que
a hurtar venís,
y en mí ese oficio cumplís;
que como en el alma os tengo,
2170
hecho ladrón a hurtar vengo
favores de Don Dionís.
La Infanta por mil rodeos
muestra que me quiere bien,
si no se engañan también
2175
mis ojos cual mis deseos:
mis pensamientos, Teseos
deste laberinto extraño,
o mi provecho o mi daño
averigüen; que me asombra
2180
este Don Dionís en sombra,
cabeza de aqueste engaño.
Gente en la ventana siento.
¡Ce! ¿es la Infanta?
FELIPA.
¿Es
Don Dionís?
RAMIRO. Don Dionís
soy.
FELIPA.
¿Y venís
2185
solo?
RAMIRO.
Con mi pensamiento.
[ESCENA XXII]
Sale
DON DIONÍS. -DOÑA FELIPA, RAMIRO
DIONÍS. Sólo en este sitio
siento
descanso; amorosas quejas,
de puro antiguas y viejas,
corno el fénix renacéis,
2190
para que me
atormentéis.
Mas gente siento en las rejas.
¡Válgame Dios! ¿Quién será?
FELIPA. ¿Viene Ramiro con
vos?
RAMIRO. Si un alma somos los dos,
2195
¿quién duda de que vendrá?
FELIPA. Don Dionís, amor os
da
la posesión que adquirís,
y pues que tan bien fingís
lo que ni sois, ni en vos miro,
2200
desde hoy querré en Don Ramiro
el nombre de Don Dionís.
DIONÍS. (Ap.) ¿Qué Dionís es éste,
cielos?
RAMIRO. ¿Que merezco, hermosa
Infanta,
tanto favor, dicha tanta?
2205
DIONÍS. (Ap.) La Infanta es ésta: ¡ay,
recelos!
RAMIRO. Ya Don Dionís me da
celos.
FELIPA. Yo, como con él
venís,
y en el alma lo encubrís,
por uno os tengo a los dos,
2210
y por quereros a vos,
quiero bien a Don Dionís.
DIONÍS. (Ap.) ¡A Don Dionís quiere
bien!
De mi ventura me admiro.
Sin duda que es Don Ramiro
2215
quien la habla: ya no le den
fama los que en Santarén
solenizan su valor,
pues siendo a mi fe
traidor,
el nombre a usurparme vino.
2220
[ESCENA XXIII]
Sale SANCHA, de noche. -DOÑA FELIPA, RAMIRO, DIONÍS
SANCHA. (Para sí al
salir.)
Que vengo tarde imagino;
perezoso sois, amor.
RAMIRO. Digo que soy Don
Dionís;
ya jamás pienso mudar
nombre que os obliga a amar.
2225
FELIPA. Bien habláis y bien
fingís.
DIONÍS. (Ap.) Alma dichosa, ¿qué
oís?
La Infanta está declarada
de mi parte, y engañada,
pensando que habla conmigo,
2230
favorece a mi enemigo:
probad, venganza, su espada,
pues que su fe habéis probado.
SANCHA. (Ap.) Ramiro se
adelantó,
y habla a la Infanta: cesó
2235
mi paciencia, y ha llegado
mi receloso cuidado
a dar muerte a
mi sosiego;
pero pues tan tarde llego,
y ellos se hablan tan despacio,
2240
gritemos: ¡Fuego en
palacio!
(Grita.)
¡Agua traigan! ¡Fuego, fuego!
(Ap.) -Con que se abrasen los dos,
como mi pecho se abrasa-.
FELIPA. ¡Ay, cielos! ¿Fuego hay en
casa?
2245
Adiós.
RAMIRO.
Voyme.
FELIPA.
Adiós.
RAMIRO.
Adiós.
(Quítase la Infanta del balcón, y vase Ramiro.)
SANCHA. (Ap.) El fuego, alma, os quema a
vos.
DIONÍS. (Ap.) Ya se apartaron. ¡Qué
ciego
que estoy! Si el desasosiego
presente no lo estorbara,
2250
Ramiro falso, hoy probara
quién sois.
SANCHA.
¡Agua! ¡Fuego! ¡Fuego!
Acto tercero
[ESCENA I]
Sale DON DIONÍS
Basta, que fingido ha sido
este fuego o este encanto;
pero desto, ¿qué me espanto,
2255
si ha sido amigo fingido
don Ramiro fementido?
Otra vez me traen los celos
a averiguar mis desvelos;
haced que venga, esperanza,
2260
Don Ramiro, y mi venganza
satisfaga a mis recelos.
Para sí mismo ha ganado
la amorosa empresa mía;
quisiera verme vengado;
2265
mas quien de amigos se fía,
merece hallarse engañado.
Y siendo así, yo he tenido
la culpa, que mi esperanza
por mal fundada he perdido,
2270
y no tomaré venganza,
aunque me sienta ofendido.
Pero cuando no la espada
se vengue de su enemigo,
la lengua disimulada
2275
puede darle algún
castigo,
de su esperanza engañada.
Vuelvo al terrero y deseo
que en él don Ramiro esté,
porque si a solas le veo,
2280
sin vengarme le diré
que me agravia y no lo creo.
Y con esta cortesía
castigo su atrevimiento
y la confianza mía,
2285
sin que del rigor violento
pueda quejarse otro día.
[ESCENA II]
Sale RAMIRO. -DON DIONÍS
RAMIRO. (Sin ver a Don
Dionís.)
Dos contrarios movimientos
de un mismo cuerpo en la nave,
se hallan no ser violentos,
2290
y el amor hacerlos sabe
del cuerpo y los pensamientos.
Yo salía del terrero,
y el pensamiento volvía;
y como yo considero
2295
que él tiene razón, querría
volverme aquí todo entero.
DIONÍS. (Ap.) Éste es don Ramiro; él
fue
falso a mi fiel esperanza;
yo llego y me vengaré;
2300
mas de mí pido venganza
que el secreto le fié.
RAMIRO. Yo llego al balcón y
sigo
mi dichosa voluntad.
Mas... ¿Quién es?
DIONÍS.
Vuestro enemigo,
2305
porque en la prosperidad
nadie ha menester amigo.
RAMIRO. Es prosperidad
pequeña
la mía, y se desengaña
que es la fortuna que sueña,
2310
y la próspera me engaña;
pero la adversa me enseña.
Decid quién sois.
DIONÍS.
Bien pudiera
decir quién soy y también
mis padres, si yo quisiera.
2315
RAMIRO. (Ap.) Yo no tengo tanto
bien.
¡Quién sus padres conociera!
DIONÍS. (Ap.) Ansí me puedo
vengar,
porque como el Sabio advierte,
si en la lengua se han de hallar
2320
juntas la vida y la muerte,
por ella se pueden dar.
Dice Salomón que tiene
manos la lengua, y con ellas
se venga cuando conviene;
2325
y ansí mi lengua a usar dellas,
y no de mi espada, viene.
RAMIRO. Decidme ya,
caballero,
pues podéis, quién sois.
DIONÍS.
Yo soy
un amigo verdadero
2330
de don Ramiro, que estoy
por él guardando el terrero.
RAMIRO.
¿Amigo?
DIONÍS.
Sí: ¿es cosa nueva?
La amistad del poder nace,
y los amigos se lleva;
2335
la prosperidad los hace,
y la adversidad los prueba.
RAMIRO. Si sois su amigo,
obligado
estaréis a su defensa.
DIONÍS. No sé si soy bien pagado,
2340
porque no estima ni piensa
que le sirven el privado.
Don Ramiro me perdone,
porque es muy noble en su trato,
y la fama le corone.
2345
RAMIRO. Señor, quien le llama
ingrato,
todas las faltas le pone.
DIONÍS. Pésame si le he
llamado
ingrato, y si alguna queja
de su olvido me ha quedado;
2350
no por ingrato me deja,
sino por enamorado.
Que al amor algún discreto
le
puso venda en los ojos,
por disculparle en su efeto;
2355
que no ve si causa enojos,
ni ve si guarda respeto.
RAMIRO. (Ap.) ¡Oh, cortesana
elocuencia!
¡Qué sabiamente ha
culpado
mi mala correspondencia,
2360
disculpado y condenado
con una misma sentencia!
No me quiero declarar,
porque si la he de romper,
¿qué palabra le he de dar?
2365
Las prendas debe poner
quien determina pagar.
DIONÍS. Mucho os detenéis,
señor.
Ea, salid del terrero;
que es muy celoso en su
amor
2370
don Ramiro, y yo no quiero
que lo atribuya a temor.
RAMIRO. Yo me iré, si me
decís
quién sois.
DIONÍS.
Seré
don Ramiro.
RAMIRO.
Pues ¿en su nombre venís?
2375
DIONÍS. ¿Qué os
admiráis
RAMIRO.
No me admiro.
(Ap.) ¡Qué discreto es don Dionís!
DIONÍS. ¿Conocéisme? ¿Sabéis
cosa
contra esta verdad que digo
y defiendo, sospechosa?
2380
¿No es don Ramiro mi amigo?
¿Es su amistad cautelosa?
¿Trátame en ausencia mal,
o pretende por ventura,
siendo amigo desleal,
2385
trasladarse la hermosura
que adoro, en original?
¿Hame ofendido siquiera
en amar a quien yo quiero?
Que aunque parezca ligera,
2390
para un noble caballero
es la ofensa verdadera;
que yo no le he menester
para que a su Rey le pida
la merced que me ha de hacer;
2395
que soy quien soy, y en mi vida
usé de ajeno poder.
RAMIRO. No os alteréis; que si
yo
no sé quién sois, mal sabré
si
ese hidalgo os ofendió,
2400
y don Ramiro yo sé
que no se desvaneció
por la privanza; que en suma
sabe que el Rey es un mar
donde el privado es la espuma,
2405
y algún viento ha de llegar
que la deshaga y consuma.
No es don Ramiro avariento
de honras; que antes las deja;
que el propio conocimiento
2410
sirve de piedra a esta abeja,
porque no la lleve el viento.
No es hombre que habrá usurpado
vuestro amor; que es tan querido,
y de todos tan amado,
2415
que no es, y siempre ha sido,
envidioso y envidiado.
DIONÍS. No digáis más; que
parece
que sois más amigo suyo
que yo, y ninguno merece
2420
más su amistad...
RAMIRO.
Restituyo
su amor a quien se le ofrece.
DIONÍS. Pues sois su amigo
también,
dejadme solo, y decid
a don Ramiro cuán bien
2425
con mi prudencia y ardid
guardo a quien él quiere bien,
que ansí le pienso obligar,
si no es ingrato y cruel
y al
mar pretende imitar,
2430
que entra el agua dulce en él
y la vuelve amarga el mar.
Que ansí le aviso, y no quiero
parecer, si no lo digo,
mentiroso
lisonjero;
2435
que es más verdadero amigo
quien habla más verdadero.
Que soy su espejo, y no dejo
de prevenirle su mal
con mi industria y mi consejo.
2440
RAMIRO. No es buen amigo y
leal
para su amigo el espejo.
El amigo ha de imitar
al agua, que quien en ella
su mancha llega a mirar,
2445
se da a sí misma, y con ella
se puede también quitar.
Que el espejo que declara
la mancha, y no da el remedio,
no es amistad noble y clara,
2450
sino envidia, que por medio
honesto sale a la cara.
DIONÍS. Yo a don Ramiro
después
a solas le pienso dar
el remedio.
RAMIRO.
Voyme pues.
2455
DIONÍS. Será el remedio
olvidar.
RAMIRO. Él se olvida que lo es.
(Vase.)
DIONÍS. Muy grande
satisfacción
he recebido y le he dado.
Grande arma es la discreción,
2460
panal dulce, al fin, labrado
en la boca de Platón.
[ESCENA III]
DOÑA
FELIPA, a la ventana. -DON DIONÍS
FELIPA. Parece el sueño a la
muerte
en no venir pretendido,
y ansí de ninguna suerte,
2465
aunque al sueño llamo y pido,
quiere que con él acierte.
Vuélvome al balcón; que, en él,
por ventura, el adivino
corazón, que siempre es fiel,
2470
quiere descubrir camino
menos áspero y cruel.
DIONÍS. (Ap.) La Infanta es ésta,
quisiera
salir desta confusión,
aunque no fue la primera;
2475
pero hasta la posesión
tendré esperanza
siquiera.
(Llegando a la ventana.)
Señora, ¿estaré seguro?
FELIPA. Sí; llegad.
DIONÍS.
Dudo si llego,
porque es de fuego este muro
2480
del paraíso, aunque es fuego,
como el del infierno, oscuro.
Pero es fuerza que me atreva,
mi querubín, a llegar;
que para mí es cosa nueva
2485
que a Adán mandéis desterrar,
cuando guardéis dentro a Eva.
Querubín enamorado,
mirad que servís a Dios
con la espada que os ha dado,
2490
que vamos juntos los dos
con un amor y un estado.
Eva, ¿no me respondéis?
Hablad, dulce compañera,
y pagad lo que debéis,
2495
pues antes que os conociera,
os di el alma que tenéis.
FELIPA. ¿Qué he de hablar, si no he
sabido
quién sois?
DIONÍS.
¿Qué decís, señora?
¿Por vos soy desconocido?
2500
¿No era Don Dionís agora
por vuestro amor admitido?
Don Dionís soy: ¿este nombre
ignoráis y la ocasión
de hablar tan claro el que es hombre
2505
por vuestro amor y afición
para que el amor se asombre?
¿No me queréis Don Dionís?
Llamadme, señora mía,
otro nombre, si os servís,
2510
pues soy Dionís desde el día
que aqueste nombre admitís;
porque no era yo primero
que os quisiese, hermosa Infanta,
Don Dionís, ni caballero,
2515
ni tuve el ser que levanta
el vuestro a quien tanto quiero.
FELIPA. ¡Qué lisonjero
venís!
DIONÍS. ¡Qué verdadero!,
diréis.
FELIPA. Bien hacéis a Don Dionís.
2520
DIONÍS. Vos, señora, le
hacéis,
pues el alma le infundís.
Estábame yo en la aldea
de vuestra ausencia -y no hay corte,
ausente vos, que lo sea-;
2525
acerté a ver ese norte,
que en dulce tálamo vea;
comencé en aquel instante
a levantarme del suelo,
y a ser Don Dionís amante,
2530
como cuando el sol del cielo
levanta su flor gigante.
Y ansí, mirándoos a vos,
tengo de andar por extremos,
hasta que permita Dios
2535
que mude el nombre y estemos
flor y sol juntos los dos.
FELIPA. ¿Quién puede a palabras
tales
resistir? Digo, señor,
que si prendas y señales
2540
no las siente el pagador,
se acaben ya nuestros males.
Mañana en la noche quiero
que entréis conmigo en palacio.
No digo más; que no espero
2545
beber la purga despacio,
cuando de vergüenza muero.
DIONÍS. Dame, mi señora, en
prendas
de tal dicha, algún favor
con que más mi amor enciendas.
2550
FELIPA. Tomad; que al buen
pagador
jamás le dolieron prendas.
(Dale una banda, y vase.).
[ESCENA IV]
DON DIONÍS
DIONÍS. ¡Oh, banda, cuyos
despojos
echan en esta conquista
a una banda mis enojos,
2555
y para darme a mí vista,
la quita amor de sus ojos!
Ya de mi esperanza blanda
será cierta la demanda,
pues para la posesión
2560
sois carta de obligación:
¡mil veces dichosa banda!
[ESCENA V]
Sale
RAMIRO. -DON DIONÍS
RAMIRO. En obligación me ha
puesto
el día largo y prolijo,
si no le divierto en esto,
2565
porque como César dijo,
quien hace bien hace presto.
A Don Dionís quiero hablar;
que el aplacar enemigos,
cuando es menester usar
2570
de verdaderos amigos,
siempre es digno de estimar.
DIONÍS. Mil veces seáis bien
venido
Don Ramiro; que jamás
con más gusto he recebido
2575
a amigo, ni los demás,
respeto de vos, lo han sido.
Considerad si en el mar,
contra un vaso frágil roto,
sin prevenir ni pensar
2580
tan gran tormenta el piloto,
se comienza a levantar.
¡Qué gran contento tuviera
si entonces saliera el sol,
y el norte reconociera,
2585
porque del muerto farol
las muchas faltas supliera!
Yo, amigo, en el mar de amar,
en un vaso harto pequeño,
comenzaba a navegar;
2590
llegó la noche, entró el sueño,
turbóse confuso el mar.
Era el vaso el corazón,
la Infanta el mar, la esperanza
el farol; y a una ocasión
2595
faltaron luz y bonanza,
y creció mi confusión.
No
sabía yo de mí,
ni estaba cierto de vos;
de vuestra lealtad temí;
2600
pero vino el sol que Dios
crió y formó para mí.
Halléme desengañado,
reconocí luego el puerto,
reparé el vaso quebrado;
2605
ya estoy de mi dicha cierto,
y de vos muy confiado.
Conocí que no os amó
la Infanta, y no pretendéis
su amor, ni ella me ofendió,
2610
que esta noche me veréis
entrar en su cuarto yo.
Voyme; que estoy prevenido
para esta noche; que en ella,
Don Ramiro, he merecido
2615
gozar a mi Infanta bella.
Adiós: el secreto os pido.
(Vase)
[ESCENA
VI]
RAMIRO
RAMIRO. Lo que yo más
deseaba
era esa nueva, dichosa
para quien della gozaba;
2620
ya mi esperanza engañosa,
aleve Infanta, se acaba.
Antípodas me parece
que somos Dionís y yo,
pues que cuando en mí anochece
2625
el sol de amor, le salió,
y en su ventura amanece.
Pero, no puedo creer,
Infanta, tan gran mudanza.
Engaño debe de ser,
2630
o lo será mi esperanza,
porque la tengo en mujer,
aunque mi corta ventura,
y tu nobleza me asombra;
pero no hay prenda segura;
2635
que es la mujer y la sombra
de
cualquier color, oscura.
Mal dije; que mi señora
es leal: temor, mentís,
pues la memoria no ignora
2640
que en nombre de Don Dionís
os favoreció hasta agora;
y con el nombre sin duda
deste engañoso recelo
mi competidor se ayuda;
2645
que es la Infanta como el cielo
glorioso, que no se muda.
Y si es por mí su afición,
bien le puedo yo quitar
mi hacienda toda al ladrón.
2650
La bendición le he de hurtar,
pues me llama la ocasión.
(Vase.)
[Salón de palacio]
[ESCENA VII]
Salen DON DUARTE y SANCHA
SANCHA. Por Dios, señor Don
Duarte,
que vos sólo me faltáis
de mi copia, y ya llegáis
2655
a darme memoria y parte
de vuestros deseos ardientes,
que en palacio no son pocos,
porque esta jaula de locos
no cabe de pretendientes.
2660
El Rey está aficionado
a una niña que es como él,
la Infanta Doña Isabel
con quien está concertado.
Don Ramiro y Don Dionís
2665
están perdidos los dos.
DUARTE. ¿Por quién?
SANCHA.
Dadme cuenta vos
de la dama a quien servís,
porque no quiero yo agora
que améis los tres a una dama,
2670
y dar celos a quien ama,
en riesgo de tal señora.
DUARTE. Vargas, tu mano es tan
buena
que al órgano he comparado
la corte, que no tocado
2675
desas tus manos, no suena.
Una tecla vengo a ser
del órgano cortesano;
si tú no pones la
mano,
no he de sonar ni tañer.
2680
Quiero bien a Doña Inés;
por ella, Vargas, suspiro.
Don Dionís o Don Ramiro,
¿preténdenla?
SANCHA.
No, otra es.
DUARTE. Pues, Vargas del alma
mía,
2685
dile mi pena mortal.
Toma esta joya en señal.
SANCHA. Tomar es
bellaquería,
porque alcahuete por
toma
no se imagina bien dél,
2690
y una mitra de papel
le dan sin bulas de Roma;
y alcahuete que lo usa
por su deleite no más,
o no le culpan jamás,
2695
o no falta quien le excusa.
Dadme vos una memoria,
porque o no ha de ser quien es
Vargas, o con Doña Inés
habéis de hacer
pepitoria.
2700
DUARTE. Pues adiós, tercero
mío.
(Vase.)
SANCHA. La Infanta viene: hoy
sabré
en qué punto está la fe
que en Don Ramiro confío.
[ESCENA VIII]
Sale DOÑA FELIPA. -SANCHA
FELIPA. Vargas, muy quejosa
vengo
2705
de vuestra prolija ausencia.
SANCHA. Sabe Dios la
diligencia
que yo en vuestras cosas tengo.
FELIPA. No se me luce, en
verdad.
SANCHA. Bien parece, mi señora,
2710
que no sabéis vos agora
mi cuidado y voluntad.
FELIPA. ¿Es cuidado que os
desvela?
SANCHA. Esa palabra me
agrada;
que viene bien comparada
2715
mi diligencia a la vela,
pues yo me consumo y quemo
para alumbraros a vos;
que os sirvo, y bien sabe Dios
lo que lo siento y lo temo.
2720
FELIPA. No sé cómo puede
ser,
supuesto que vos no amáis
al galán por quien terciáis,
porque vos no sois mujer.
SANCHA. Es verdad, muy bien
decís;
2725
pero importa diligencia,
como tienen
competencia
Don Ramiro y Don Dionís;
pues cada cual forma queja
y se pretende ofender,
2730
y otra fábula han de ser
de la lechuza y corneja.
que una a otra se rompía
el nido y los huevos dél,
y de un rigor como aquél
2735
ningún polluelo nacía.
FELIPA. Pues yo, que
consideré
que, en ocasiones de amor,
quien lo siente habla mejor,
por mí misma negocié.
2740
Y al fin pues he negociado
por mí misma, yo también
quiero conseguir el
bien
que he por mí misma alcanzado.
Con nombre de Don Dionís,
2745
volvió Ramiro al terrero
y aquesta noche le espero
por mi esposo.
SANCHA.
¿Qué decís?
FELIPA. Que queda ya
concertado
el tiempo en que le he de ver,
2750
sin tener que agradecer
a vuestro poco cuidado.
(Vase.)
[ESCENA IX]
SANCHA
SANCHA. Espera, enemiga
mía,
sirena del mar, escucha,
pues de la grave tormenta
2755
que yo lloro y siento, gustas.
¿Que ya el concierto está hecho?
¿Que ya me llevas y usurpas
en un día cuanto el alma
abrasada en tantos busca?
2760
Suspiros y pensamientos
que ya se encuentran y juntan,
vientos han de ser que paren
en tempestades confusas.
Loca estoy: bien estoy loca;
2765
que a quien faltó la ventura,
falta el juicio, y no siente
el rigor de su fortuna.
Juicios enamorados
con facilidad se turban;
2770
que como es poca su luz,
quedan con un soplo a escuras.
¡Ah, de palacio! Hola, gente,
guardaos; que suelta su furia
la tormenta de mis celos
2775
en el mar de mis injurias.
Ayuda, amor, que la tormenta es mucha.
Mas ¿cómo puede dar un ciego ayuda?
[ESCENA X]
Sale
CABELLO. -SANCHA
CABELLO. ¿Quién da voces por
aquí?
Vargas o Sancha, ¿qué angustias
2780
te obligan a que alborotes
la gente que nos escucha?
SANCHA. Tente, necio, no te
anegues
en el mar donde fluctúan
las desdichas que me llevan
2785
al puerto de mis locuras.
Tente, que te mojas, tente.
CABELLO.¿Ya tenemos
garatusas?
¿Adónde diablos me mojo?
O estás sin seso, o te burlas.
2790
SANCHA. ¿No ves en el mar de
agravios
las olas negras y turbias
de mis celos, que combaten
la casi rota chalupa
de mi burlada esperanza?
2795
Échate a nado, si gustas
de ayudarme en la tormenta.
CABELLO.Tu juicio las
afufa.
SANCHA. ¡Ah, perro! ¿Anegar me
dejas?
Lealtad al fin como tuya.
2800
Yo te mataré, villano.
(Golpéale.)
CABELLO.¡Ay! ¡Que me pelas!
Escucha.
SANCHA. Conmigo te has de
embarcar.
CABELLO.¿Cómo, si está más
enjuta
la tierra que están tus cascos?
2805
(Ap.) -En creciente anda la luna-.
SANCHA. No me repliques,
traidor.
CABELLO.(Ap.) -¿Quién me trujo
aquí?-
SANCHA.
Desnuda
la ropa y échate a nado.
(Quítanse las capas los dos.)
CABELLO.Échome a nadar, con Judas.
2810
Válgate el diablo por Vargas.
SANCHA. Ea, nada.
CABELLO.
Si me empujas.
¡Cuerpo de Dios, y qué amarga
que estaba el agua, y qué sucia!
(Escupe.)
SANCHA. Ea, sube en mi galera.
2815
CABELLO.¿Ésta es
galera?
SANCHA.
¿Eso dudas?
La galera de mi amor,
que cortando las espumas
de imposibles y de estorbos,
a vela y remo procura
2820
llegar a buena esperanza.
CABELLO.Yo llego a mala
ventura.
SANCHA. Ea, ¿no tomas un
remo?
CABELLO.Luego ¿vengo a ser en
suma
galeote?
SANCHA.
Soylo yo,
2825
villano, ¿y eso preguntas?
En la galera de amor
todos reman, todo es chusma;
que aunque no hay amor forzado,
forzadas almas injuria.
2830
Ea, que no faltará
bizcocho negro de angustias
que en vinagre de sospecha
mojes, que es comida suya.
Vaya.
CABELLO.
Vaya con el diablo.
2835
SANCHA. ¿Remas?
CABELLO.
¿No lo ves?
SANCHA.
Procura
no dar enojo al agravio,
que es cómitre de la trulla.
Buen viaje.
CABELLO.
Buen viaje.
¡Heme aquí sin tener culpa,
2840
de lacayo, galeote!
SANCHA. ¡Qué bien que la quilla
surca
las olas de mis temores!
Mas ¿no ves cómo se ofusca
entre nubes de sospechas
2845
el cielo de mis venturas?
CABELLO. Ya lo veo. (Ap.) -¡Oh si se
hiciese
pedazos ya, y mi fortuna
me librase desta loca,
que me ha de matar sin duda!-
2850
SANCHA. Perdidos
somos.
CABELLO.
Seamos.
SANCHA. ¿No ves las galeotas
turcas
que nos vienen dando
caza?
CABELLO.¡Y cómo!
SANCHA.
¿Cuántas son?
CABELLO.
Muchas.
Una, dos, veinte, doscientas.
2855
SANCHA. Mientes, perro, no es más de
una;
pero ésa llena de celos,
que son turcos.
CABELLO.
Sean lechuzas.
SANCHA. Huyamos. Boga, canalla.
(Dale.)
CABELLO.Quedo. (Ap.) -¡Mal haya la
puta
2860
de mi abuela!- ¡Que me matas!
SANCHA. Lo que se usa, no se
excusa:
esto se usa en la galera.
Rema apriesa; que se junta
el enemigo y dispara
2865
balas de agravios y injurias.
La galera se va a fondo;
ya la han entrado, ya busca
a mi don Ramiro ingrato
la infanta: ¡amor la destruya!
2870
Capitán de la galera
la ha hecho mi desventura,
y si cautiva a mi amante,
que ha de matarme ¿quién duda?
¡Oh! ¿Quién se volviera agora
2875
la cabeza de Medusa
para convertille en piedra?
Mas ¿por qué, si es piedra dura?
Sólo un remedio hay, Cabello,
que en aquesta coyuntura
2880
pueda esconder a Ramiro,
y hacer mi dicha segura.
CABELLO.¿Y es?
SANCHA.
Que te hagas ballena,
y pues que la infanta busca
a Ramiro, te le tragues;
2885
que no hallándole, no hay duda
que se vaya y que nos deje.
¡Linda traza!
CABELLO.
Como tuya.
¿Cómo diablos he de ser
ballena yo?
SANCHA.
No haya
excusas.
2890
Abre la boca.
CABELLO.
Ya la abro.
SANCHA. Ea, trágale: ¿qué
dudas?
(Hace que se traga una cosa grande.)
CABELLO.Vaya.
SANCHA.
¡Ah, perro! no le muerdas.
CABELLO.Que no le muerdo, con
Judas.
Sin ser de Madrid, me has hecho
2895
ballenato. ¿Hay mayor burla?
SANCHA. Ya le busca mi
enemiga,
y a todos por él pregunta:
no le ha hallado; ya se fue;
venció mi amorosa industria.
2900
Bien puedes volverle a echar:
escúpele aquí.
CABELLO.
¿Que escupa?
Ves, aquí escupo.
SANCHA.
¿Qué es dél?
CABELLO.¿Qué diablos sé
yo?
SANCHA.
¿Tú le hurtas,
traidor?
CABELLO.
¿Yo? Pues, ¿para qué
2905
le quiero?
SANCHA.
Échale.
CABELLO.
Sin duda
que como entró por la boca
salió por la puerta sucia.
SANCHA. ¡Ah, villano! ya te
entiendo;
ya sé que esta noche gustas,
2910
llevándosele a la infanta,
hacer que sea esposa suya.
Concierto es de entre los dos:
ser su alcahuete procuras.
CABELLO.¿Quién vio ballena
alcahueta,
2915
por más cuentos o aventuras
que haya visto en Amadís?
SANCHA. Ballena infame, no
huyas:
dámele, pues le tragaste,
que es
carne, y no tienes bula.
2920
CABELLO.Quedo, con todos los
diablos;
que eres de casta de bubas,
que me vas pelando todo.
Barrabás te aguarde.
(Vase.)
SANCHA.
Escucha.
mas huye, cruel Ramiro; que aunque huyas,
2925
adonde sobra amor, vence la industria.
(Vase.)
[Parque con vista exterior del palacio. -De noche]
[ESCENA XI]
DOÑA FELIPA, en el parque
El que te pintó con alas,
amor, fue su pensamiento
decir que en atrevimiento
a cualquier monstruo te igualas.
2930
Bien te puedes disponer
a darme en esta ocasión
tus alas; que el corazón
otras dos ha menester;
y con cuatro alas querría
2935
ser efimerón de amor,
aunque es gusano, en rigor,
que nace y muere en un día.
[ESCENA
XII]
Sale RAMIRO. -DOÑA FELIPA
RAMIRO. (Para sí al
salir.)
El reloj que traigo al pecho,
que es la memoria y cuidado,
2940
la hora pienso que ha dado
que señala mi provecho.
¿Si hallaré ya prevenida
a la infanta, en quien deseo
hacer el dichoso empleo
2945
para el caudal de mi vida?
Ella es; quiero llegar.
FELIPA. ¿Es don
Dionís?
RAMIRO.
No, señora:
que si lo he sido hasta agora,
ya no es tiempo de engañar.
2950
FELIPA. Determinado
venís.
RAMIRO. Si ya os gozo, no es
razón
usar la equivocación
del nombre de don Dionís.
Hasta agora mi temor,
2955
mi cuidado y mi secreto
usaba este ardid discreto,
y era este nombre mejor.
Hasta agora en ser tercero
tenía, señora, gusto;
2960
pero desde aquí no es justo
sino el nombre verdadero.
FELIPA. Decís muy bien, don
Ramiro;
desengañado venís;
pero el nombre de Dionís
2965
con buenos ojos le miro;
que como por aquel nombre
vengo hoy a adquirir mi bien,
justo es que le quiera bien;
que ese nombre os ha hecho hombre.
2970
RAMIRO. Yo quiero el nombre por
mío:
llamadme ansí, si conviene,
pues un mismo nombre tiene,
con ser diferente, el río.
¿No es río, señora mía,
2975
las aguas y la
corriente
que lleva? Y ¿no es diferente
agua y río cada día?
FELIPA. Claro
es.
RAMIRO.
¿No llega a tener
cada día nombre nuevo?
2980
Pues ansí soy río que llevo
al mar de amar y querer
mi larga corriente y curso,
haciendo con su mudanza
más fértil a mi esperanza,
2985
y más
caudal mi discurso.
Nombre pudiera mudar
el río y yo cada día;
mas si vos, señora mía,
el mismo me queréis dar,
2990
juzgaréis como prudente
que yo soy río, y no quiero
mudar el nombre primero,
aunque ya soy diferente.
Si dese nombre os servís,
2995
y en él mis provechos miro,
góceos a vos don Ramiro,
y llamadme don Dionís.
FELIPA. ¡Qué bien lo
decís!
RAMIRO.
Señora,
perdonadme, cuando sea
3000
mi pensamiento de
aldea,
que no la olvido hasta agora.
Y mal la pienso olvidar,
pues pienso, señora mía,
que allá fui un tronco que había
3005
en el campo por labrar,
y a vos, divino escultor,
os parecí de provecho,
pues de un leño me habéis hecho
un ídolo del amor.
3010
FELIPA. Vuestra soy, y ansí no os
puedo
alabar, porque es muy poca
la gloria en su misma boca.
Gente viene, y tengo miedo:
entrad, esposo y señor;
3015
que, con esa confianza,
hoy se muda la esperanza
en la posesión de amor.
RAMIRO. Vamos, que vuestra
hermosura
aumentará el ansia mía,
3020
como el agua clara y fría
que aumenta la
calentura.
Y porque mi amor entiendas,
te doy la mano.
FELIPA.
Señor,
como eres buen pagador,
3025
nunca te dolieron prendas.
(Vanse.)
[ESCENA XIII]
Sale SANCHA, de mujer. -En el parque
SANCHA. Permitido es el
engaño,
conforme a ley de derecho,
contra aquél que hubiere hecho
por otro engaño algún daño;
3030
y si es sola la intención,
ya dispuesta y prevenida,
por ley justa y permitida,
puedo robar al ladrón.
Don Ramiro ha de venir
3035
por la infanta, a quien gozar
pretende; aquí me ha de hallar:
su dama me he de fingir.
Alma, a buen hora venís:
ya he entendido la cautela
3040
con que su amor se desvela
con nombre de don Dionís.
Aunque finja aqueste nombre,
pues en sus engaños
miro,
ya sé que con don Ramiro
3045
viene encubierto el renombre.
[ESCENA XIV]
Sale
DON DIONÍS. -SANCHA
DIONÍS. (Para sí al
salir.)
La hora es ésta esperada
de un alma que aguarda en ella
gozar de su infanta bella
la posesión deseada.
3050
SANCHA. (Ap.) Él es; que no puede
ser
haber entrado hasta aquí
otro galán.
DIONÍS.
¿Sois
vos?
SANCHA.
Sí.
(Ap.) -¡Oh amor! grande es tu poder-.
DIONÍS. ¿Cómo, mi bien, no
venís?
3055
SANCHA. (Ap.) ¡Que mi gloria ha de ser
tanta!
Pero llámale la infanta
por su gusto don Dionís,
y ansí le he de llamar yo
por gozalle con recato,
3060
que es, siendo Ramiro, ingrato,
y siendo don Dionís, no.
DIONÍS. (Habla algo
bajo.)
Señora, esa dilación
me ofende; que descubierto
tras de la tormenta el puerto,
3065
la gloria tras la pasión,
ya parece tiranía
dilatarme tanto el bien.
SANCHA. Eso digo yo
también.
DIONÍS. Venid, pues, infanta mía;
3070
que no soy dueño de mí
desde que el alma os miró.
SANCHA. ¿No tenéis
voluntad?
DIONÍS.
No.
SANCHA. ¿Y yo en vuestro
nombre?
DIONÍS.
Sí.
SANCHA. Pues yo os mando que me deis
3075
la mano.
DIONÍS.
¿Mándasme a mí?
Alma y mano vesla aquí,
y los brazos, porque entiendas
cuán poco me duelen prendas.
¿No soy buen pagador?
SANCHA.
Sí.
(Vanse.) 3080
[Salón de
palacio]
[ESCENA XV]
EL REY, DON PEDRO, DON ALFONSO, acompañamiento
REY. Vengáis
con bien, gran Prior.
ALFONSO.¡Señor! ¿Vuestra
majestad
me recibe? ¡Gran favor!
Aunque se debe a mi edad,
y con mi edad a mi amor.
3085
REY. A los
servicios lo debo
también, y si es tan debido
favor, justa causa llevo,
y
ansí los brazos os pido
para pagaros de nuevo.
3090
¿Cómo llegó mi señora
la reina?
ALFONSO.
Con mucho gusto
de Castilla que la adora,
aunque lleva con disgusto,
Señor, vuestra ausencia agora.
3095
Mil regalos os envía,
y quisiera mil abrazos.
REY. ¡Ay, madre del alma
mía!
PEDRO. También esperan mis
brazos,
Prior, su nueva alegría.
3100
ALFONSO. Señor, deme vuestra
alteza
sus manos.
PEDRO.
El rey nos mira.
Basta ya.
ALFONSO.
De su grandeza
la fama misma se admira
por su valor y nobleza.
3105
REY. ¿No se
dice allá en Castilla
el gobierno y la prudencia
de mi tío?
ALFONSO.
Es maravilla
del mundo, que en su presencia,
no se permite decilla.
3110
PEDRO. Hasta agora, gran
señor,
no se ha podido mostrar
sino la paz y el favor:
agora comienza a usar
vuestra majestad valor;
3115
que en la guerra que publica
contra el África, sospecho,
si envía a quien le suplica,
que ha de mostrarle mi pecho
una voluntad muy rica.
3120
REY. No quiero
yo que vais vos,
señor infante, a la guerra,
no yendo juntos los dos.
PEDRO. Si por ángel de la
tierra
y del mar os puso Dios,
3125
que el ángel que vio San Juan
en mar y tierra, mostraba
que el buen rey y capitán
en tierra y en mar estaba
diestro, animoso y galán,
3130
bien podéis cuando tengáis
edad, salir en persona;
pero agora no salgáis;
que vuestra edad os perdona
por el valor que mostráis.
3135
REY. Ya veremos
en consejo
lo que más conviene. Adiós:
bien acompañado os dejo.
Dichoso el rey que en los dos
tiene su amigo y consejo.
3140
(Vase con el acompañamiento.)
[ESCENA
XVI]
DON PEDRO, DON ALFONSO
PEDRO. Divino y raro
valor
muestra el rey.
ALFONSO.
Con tal maestro
no puede menos, señor.
PEDRO. Por merecerlo, le
muestro
tantos
extremos de amor;
3145
pero de alguna tristeza
parece en el rostro noble
la señal y la aspereza.
Decilda; que siento al doble
esa pena.
ALFONSO.
Vuestra alteza
3150
me ayude a sentir también
mi desconsuelo.
PEDRO.
¿Qué ha sido?
¿Quién os ha ofendido?
ALFONSO.
¿Quién,
sino el cielo? Que he perdido,
señor, la mitad del bien.
3155
A Don Ramiro envié
PEDRO. a la corte...
Ya
está en ella,
de suerte, que en él se ve
ser la más luciente estrella
de Portugal.
ALFONSO.
Ya lo sé;
3160
mas Doña Sancha, su hermana,
a quien yo dejé en la aldea
no parece; que inhumana
nuestra fortuna, desea
hacer mi esperanza vana.
3165
En Momblanco estuve ayer,
y no he
tenido otro indicio
de cuantos pude tener,
sino decir que es oficio
la mudanza en la mujer.
3170
PEDRO. Ese justo
sentimiento
no sabré decir, prior,
con cuánto extremo lo siento.
ALFONSO.Y yo me espanto,
señor,
que no me mate el tormento.
3175
PEDRO. De Don Ramiro
sabré
si tiene noticia alguna.
ALFONSO.No se lo
digáis...
PEDRO.
¿Por qué?
ALFONSO.Hasta ver si mi
fortuna
me ampara y me guarda fe.
3180
[ESCENA XVII]
Salen CABELLO y TABACO. -DICHOS
TABACO. (Hablando con Cabello, sin ver al
Infante y al Prior.)
¿Hablas de veras, Cabello?
CABELLO.¿No te lo dice su
cara?
TABACO. ¡Que Sancha es el
enanillo!
¡Válgate el diablo por Sancha!
Digo que es la piel del diablo.
3185
¿Mas que la corte enmaraña?
CABELLO.No lo has de decir a
nadie.
TABACO. No hablaré más que una
urraca.
Pero, el gran prior, ¿no es éste?
¡Oh, señor de mis entrañas!
3190
Vengas con los buenos años,
pon en mi boca esas patas.
Triste estás; ¿qué es lo que tienes?
ALFONSO.No sé, Tabaco;
levanta.
TABACO. Acá está también Cabello.
3195
Llega.
CABELLO.
¿Qué haces, diablo? Calla.
ALFONSO.Cabello, ¿qué haces tú
aquí?
TABACO. Pues, ¿no sabes lo que
pasa?
(Hácele señas Cabello de que calle.)
No lo diré, si esta vez,
a nadie: sabrás que Sancha (A. al Infante.)
3200
la pastora de Momblanco,
que a todos nos enredaba,
y tú, señor, querías tanto,
ya no es Sancha, sino Vargas.
PEDRO. ¿Qué dices?
TABACO.
Lo que éste dice.
3205
CABELLO.¡Qué bien el secreto
guardas!
PEDRO. (Ap.) Tiene razón. El
enano
es Sancha; desde que en casa
entró, me ha tenido en duda
y sospechoso su cara.
3210
Bien dije yo que otra vez
la había visto.
TABACO.
¡Hay tal muchacha!
ALFONSO.¿Pues qué es aqueso,
señor?
PEDRO. Que ya ha aparecido
Sancha,
por el modo más notable
3215
que en este siglo oyó España.
ALFONSO.¿De qué
modo?
PEDRO.
Está en palacio,
y, con la mejor maraña
que vio el mundo, sirve al rey,
en enano disfrazada.
3220
ALFONSO.¿Cómo es aquesto,
Cabello?
CABELLO.(Ap.) -Agora colgarme
manda-.
Lléveme el diablo, si tengo
más culpa yo que una albarda.
Murió un enano en Momblanco,
3225
vistióme de aquesta traza,
y con las enanas ropas,
sin saber do me llevaba,
me trujo aquí a Santarén.
ALFONSO.Desde hoy se alegran mis
canas.
3230
¡Extraordinario suceso!
Vayan a llamarla.
PEDRO.
Vayan.
[ESCENA XVIII]
Salen el REY y DON DUARTE. -DON PEDRO, DON ALFONSO, TABACO,
CABELLO
REY. ¿Qué alboroto es éste,
infante?
PEDRO. Si un rato, señor,
aguardas,
verás de un agudo ingenio
3235
marañas extraordinarias.
[ESCENA
XIX]
Sale SANCHA, de dama. -DICHOS
SANCHA. ¿El gran prior ha
venido?
REY. ¡Señor
mío!
¡Vargas!
ALFONSO.
¡Sancha!
REY. ¿De
mujer?
SANCHA.
Sí, mujer soy.
Rey y señor, ¿qué te espantas?
3240
ALFONSO.¿Qué atrevimiento ha sido
éste?
SANCHA. De amor, que como tiene
alas,
las toma para emprender
los imposibles que alcanza.
Robóme el alma Ramiro
3245
desde mi primera infancia;
vínose aquí, y yo tras él
vengo en busca de mi alma.
Con tu licencia, es mi esposo.
ALFONSO.¿Qué dices?
SANCHA.
Agora acaba
3250
de consumarse, señor,
matrimonio y esperanza.
ALFONSO.¿Qué dices, loca? ¿No
ves
que eres de
Ramiro hermana?
PEDRO. ¡Jesús mil veces!
SANCHA.
¡Ay, cielos!
3255
Engañóme la ignorancia.
Mano me ha dado de esposo,
y poniendo su palabra
por obra, al fin me gozó.
TABACO. Pues averígüelo Vargas.
3260
PEDRO. Llamad a Ramiro
aquí.
SANCHA. Encerrado está en la
cuadra
que ha sido de aqueste incesto
tercera
muda.
DUARTE.
¡Desgracia
notable!
SANCHA.
Aqueste es que sale.
3265
[ESCENA XX]
Sale
DON DIONÍS. -LOS MISMOS
SANCHA. ¡Don
Dionís!
DIONÍS.
Infanta amada...
SANCHA. Luego ¿no eres Don
Ramiro?
DIONÍS. Luego ¿no eres tú la
infanta,
que gozando por esposa
aseguró mi esperanza?
3270
PEDRO. ¿Cómo es eso, don
Dionís?
DIONÍS. Pudiera ser, ya no es
nada.
SANCHA. Señor, lo que pasa
es
que Ramiro sirve y ama
a la infanta, mi señora;
3275
supe que habían dado traza
de desposarse esta noche,
y yo, que celosa estaba,
creyendo ser Don Ramiro
don Dionís, dentro la cuadra
3280
de la infanta, como esposo,
le di posesión del alma.
PEDRO. Del mal, lo menos.
DIONÍS.
¿Quién es
mujer que a todos engaña?
SANCHA. Yo soy Sancha, una pastora. 3285
DIONÍS. ¡Ay, cielos! Mujer tan
baja,
¿ha de ser mi esposa?
PEDRO.
Paso,
don Dionís, que es Doña Sancha,
hija del rey Don Duarte,
y del
rey Alfonso hermana.
3290
DIONÍS. ¡Válgame el
cielo!
SANCHA.
¿Qué dices?
PEDRO. La verdad.
ALFONSO.
Y confirmada
por mí, señor, que a Ramiro
y a Doña Sancha, la infanta,
he criado en traje humilde,
3295
por mandado del rey.
REY.
Basta.
Dadme, hermana, aquesos brazos.
CABELLO.Válgate el diablo por
Vargas.
DIONÍS. Perdonad, infanta
hermosa.
SANCHA. Ya doy por bien empleada
3300
la burla que me hice a mí,
pues sois dueño de mi alma.
[ESCENA XXI]
Sale RAMIRO. -DICHOS
RAMIRO. Vos seáis muy bien
venido.
ALFONSO.Don
Ramiro...
RAMIRO.
Doy mil gracias
al cielo, que ven mis ojos
3305
mi contento en esas canas.
(Al Rey.) Gran señor, si amor disculpa,
si me anima tu privanza
y si merece el amor
con que al cielo me levantas
3310
perdón de un yerro amoroso,
sabrás que soy de la infanta
tu prima, del infante hija,
tu tío...
REY.
¿Qué eres? Acaba.
RAMIRO. Esposo. Dame la muerte.
3315
REY. Los brazos te doy.
Levanta.
RAMIRO. ¿Los
brazos?
REY.
De hermano.
RAMIRO.
¿Cómo?
PEDRO. Y mi sobrino.
RAMIRO.
¿Qué aguarda
mi dicha?
PEDRO.
Llamad aquí
a Doña Felipa.
[ESCENA XXII]
Sale DOÑA FELIPA. -EL REY, DON PEDRO,
DON ALFONSO, RAMIRO, SANCHA, DON DIONÍS, DON DUARTE,
TABACO,
CABELLO
FELIPA.
Es tanta
3320
mi vergüenza, gran señor...
PEDRO. Ya vuestra vergüenza
tarda.
Don Ramiro es vuestro esposo,
y don Dionís de la infanta
Doña Sancha.
SANCHA.
Tus pies beso.
3325
DUARTE. Si hoy es día de hacer
gracias,
a doña Inés te suplico
que
me des.
FELIPA.
Inés, mi dama.
será, conde, vuestra esposa.
REY. Y yo prometo dotalla.
3330
DUARTE. Vivas infinitos
años.
TABACO. Pues que nadie a mí me
casa,
Cabello, casaos conmigo.
PEDRO. No más enanos en
casa.
Dad a Felipa, Ramiro,
3335
la mano en prendas del alma.
RAMIRO. Si al buen pagador,
señor,
no le duelen prendas, bastan
aquestas para obligarme
a darlas con justa paga,
3340
como en la parte segunda
prometo, si ésta os
agrada.
[