NICOLÁS GUILLÉN

 

 

ANTOLOGÍA

 

 

Yoruba soy, lloro en yoruba

lucumí.

Como soy un yoruba de Cuba,

quiero que hasta Cuba suba mi llanto yoruba;

que suba el alegre llanto yoruba

que sale de mí.

 

Yoruba soy,

cantando voy,

llorando estoy,

y cuando no soy yoruba,

soy congo, mandinga, carabalí.

Atiendan amigos, mi son, que empieza así:

 

Adivinanza

de la esperanza:

lo mío es tuyo

lo tuyo es mío;

toda la sangre

formando un río.

 

La ceiba ceiba con su penacho;

el padre padre con su muchacho;

la jicotea en su carapacho.

¡Que rompa el son caliente,

y que lo baile la gente,

pecho con pecho,

vaso con vaso,

y agua con agua con aguardiente!

Yoruba soy, soy lucumí,

mandinga, congo, carabalí.

Atiendan, amigos, mi son, que sigue así:

Estamos juntos desde muy lejos,

jóvenes, viejos,

negros y blancos, todo mezclado;

uno mandando y otro mandado,

todo mezclado;

San Berenito y otro mandado,

todo mezclado;

negros y blancos desde muy lejos,

todo mezclado;

Santa María y uno mandado,

todo mezclado;

todo mezclado, Santa María,

San Berenito, todo mezclado,

todo mezclado, San Berenito,

San Berenito, Santa María,

Santa María, San Berenito

todo mezclado!

Yoruba soy, soy lucumí,

mandinga, congo, carabalí.

Atiendan, amigos, mi son, que acaba así:

 

Salga el mulato,

suelte el zapato,

díganle al blanco que no se va:

de aquí no hay nadie que se separe;

mire y no pare,

oiga y no pare,

beba y no pare,

coma y no pare,

viva y no pare,

que el son de todos no va a parar!

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MOTIVO DE SON

 

Ayé me dijeron negro

pa que me fajara yo:

pero e que me lo desía    (s-)

era un negro como yo.

Tan blanco como te ve

y tu abuela sé quién é.

¡Sácala de la cosina:       (s-)

Mamá Iné!

Mamá Iné, tú bien lo sabe;

Mamá Iné, Yo bien lo sé;

Mamá Iné, te dise nieto,  (s-)

¡Mamá Iné!

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EL ABUELO

        

Esta mujer angélica de ojos septentrionales,

que vive atenta al ritmo de su sangre europea,

ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea

un negro el parche duro de roncos atabales.

 

Bajo la línea escueta de su nariz aguda,

la boca, en fino trazo, traza una raya breve;

y no hay cuervo que manche la geografía de nieve

de su carne, que fulge temblorosa y desnuda.

 

¡Ah, mi señora!  Mírate las venas misteriosas;

boga en el agua viva que allí dentro te fluye;

y ve pasando lirios, nelumbos, lotos, rosas;

 

que ya verás, inquieto, junto a la fresca orilla,

la dulce sombra oscura del abuelo que huye:

el que rizó por siempre tu cabeza amarilla.