CARLOS G. C. BURMEISTER

 

 

 

PHYSALIA ARETHUSA. LA ORTIGA DE MAR

 

 

 

Quien haya atravesado el Océano Atlántico de un puerto europeo á Buenos Aires, ó de aquí á Europa, conoce estos animales extraños, de figura de vejiga, que nadan en la superficie del mar, entre los trópicos ó en sus inmediaciones, en días serenos, de poco viento y mar tranquila, y, ya manifestándose á distancia bastante larga, por la reflexión del sol sobre su cuerpo liso y claro, que produce el efecto de puntos brillantes parecidos á las estrellas, llamando la atención por esta propiedad aún de los viajeros no interesados en el estudio serio de los objetos naturales. Pero estas vejigas han interesado mucho más á los marinos que han navegado por el Océano Atlántico desde tiempos remotos, á causa del dolor cáustico que se experimenta cuando se tocan con los largos tentáculos que salen de la parte inferior de la vejiga, lo que sucede con frecuencia á esta gente, trabajando en la superficie del mar, ó nadando en él.

Este dolor es muy fuerte y se extiende luego de la parte tocada á las inmediatas, causando algunos síntomas de inflamación erisipelatosa. Por esta cualidad son conocidos dichos animales marinos en todas las lenguas latinas con el nombre de Ortigas de mar (Urticae marinae), figurados y nombrados así por los autores más antiguos, como Sloane (Hits. nat. de Jamaica, I, 7, pl. 4, fig. 5), porque la sensación dolorosa es al principio la misma que si la mano hubiese tocado la planta común europea llamada ortiga (Urtica urens), pero su efecto muchos más fuerte.

 

II

 

En la antigua literatura científica, se habla con poca propiedad sobre la organización y la vitalidad de estos seres particulares. Linneo sólo ha conocido de nombre el animal por las descripciones anteriores y coetáneas; él lo introdujo con diferentes nombres en su Systema naturae, principalmente como Holothuria Physalis (Ed. XII del año 1767, tomo II, pág. 1090. 4.) y al mismo tiempo como Medusa pelagica (ibid. 1098. 10). En la edición XIII, hecha por Gmelin en 1791, el mismo animal se presenta con cuatro nombres en cuatro lugares; primeramente como Nolothuria Physalis, tomo 1, parte VI, pág. 3139, nº 4, y pág. 3154, nº 10 como Medusa pelagica; pág. 3155, nº 20; como Medusa y pág. 3150, nº 21, como Medusa Caravella. Otros nombres coetáneos son Med. Arethusa de Brown, Jamaic, 385 y Physalis pelagica de Osbeck, Ostind. Resa, 284.

Ninguna observación exacta se ha publicado antes del principio del siglo, cuando algunos sabios publicaron estudios hechos en el mismo Océano durante sus viajes científicos. Estos son Tilesius (Naturh. Früchte der ersten Russischen Weltumseg. St. Petersburg, 1813. 4), Chamisso y Eisenhardt (Nov. act. phys. med. Acad. Leop. Carol. nat. cur. tomo X, 1821. 4), Eschscholz (System d. Acaleph. Berlin, 1829. 4), Lesson (Voyage de la Coquille, Zool. tomo II, 1829, 4) y De Olfers, (Abhandl. de Kön. Acad. d. Wissensch. z. Berlin, 1832. 4). Estos autores explican bien la figura general del animal con sus apéndices externos de un modo para esa época bastante laudable, aunque en la ciencia actual tienen más bien un interés histórico. Sin embargo, se ha certificado por los estudios de esta época, la colocación sistemática de las vejigas de mar, formándose de ellas no solamente el género particular de Physalia entre las medusas, sino también la nueva subdivisión de dicha clase llamada Siphonophorae; á causa de los muchos sifones que contiene su cuerpo en vez de la boca simple. El género Physalia constituye en esta subdivisión, con el género Velella, el grupo particular de los que navegan por medio de un velo externo (Histiodromaea), opuesto al segundo grupo de los que nadan sin velo (Nechalea), moviéndose por órganos particulares motores, de que los otros carecen. Estos, que nadan así, son los Physophoridae, provistos también de una pequeña vejiga que contiene aire, y los Diphyidae, sin vejiga alguna.

El conocimiento perfecto de las vejigas marinas no se pone en data antes de los estudios ulteriores, hechos desde mediados del siglo actual, y ejecutados por Leuckart (Zool. Unters. L Zeitschr. f. wissensch. Zool. tom. III y Annal. d. sc. natur. III, Sec. Zool. tom. XVIII, 1851), Huxley (Philosoph. Transact. de 1850) y Quatrefages (Ann. des sc. natur. IV, Sec. Zool. tomo II, 101. 1854), quienes han descripto la organización particular de este animal característico muy a menudo, dejando poco que hacer para estudios ulteriores.

 

III

 

He tenido la suerte de examinar diferentes ejemplares de Fisalias durante mis primeros viajes por el Océano Atlántico, en los años 1850 y 1852, que he hecho en buque de vela, sólo, sin otros pasajeros, acompañado de mi hijo mayor, entonces de catorce años de edad y actualmente domiciliado en Buenos Aires. Los viajes en vapores de pasajeros, que al presente cruzan el Océano de semana en semana, no son convenientes para estudios científicos, pues la gran concurrencia de personas impide tales ocupaciones serias. Tampoco me ha sido posible hacer buenas observaciones de las cosas, porque ni siquiera pude hacer uso del microscopio, á causa del movimiento continuo del buque, que me ha causado dolores de cabeza á consecuencia de la agitación nerviosa que este movimiento produce; perturbaciones que al fin han disminuido paulatinamente un poco durante el viaje. He llegado á no poder leer ni escribir por más de media hora, y de ningún modo hacer observaciones con el lente; pues no me dejaban entonces, estas afecciones incómodas. Es, por consiguiente, en virtud de las circunstancias indicadas, que m¡ reseña es aforística, y pido indulgencia al discreto lector.

Los primeros ejemplares de las Fisalias, los he encontrado el día 30 de octubre de 1850, bajo el grado 10º 5' de lat. bor. y 6º 30' de long. occ. de la isla de Fierro, casi exactamente 5º al Sud de la isla de Santiago, la más grande de las del Cabo Verde. Eran individuos jóvenes, de poco tamaño, de los cuales dos he figurado en tamaño natural en las figuras 6 y 7 de la lámina adjunta. El cuerpo de ellos es una vejiga clara y transparente, de figura oval poco irregular, terminada por dos puntas sobresalientes, distantes una de otra una pulgada más o menos y provista á un lado de una dilatación lateral de figura de una cresta, que se coloca inclinada á la superficie del mar y conduce al animal en esta posición natural nadando, sumergido un poco el lado inferior de la vejiga, que provisto con los órganos externos de tentáculos y otros que penden en el agua, hasta de una á tres pulgadas de largo. La cresta no es tan delgada como una hoja, sino que se inclina en ambos lados, á modo de un techo, formando á la orilla externa un arco dentellado, de cuyas cortaduras aparecen al interior divisiones de membrana fina, que separan el espacio en cámaras medio abiertas al interior de la vejiga, y visibles á los lados externos de la cresta como pliegues de la membrana que la forma. Estos pliegues son desiguales, cinco grandes alternan con cinco pequeños, y de cada pliegue sale una membrana tendida transversal de igual tamaño, para la separación del espacio interno en las dichas cámaras.

La sustancia externa de la vejiga y de la cresta es completamente transparente y sin color propio, con excepción de los dos puntos terminales opuestos, que tienen un color azul y una apariencia más opaca. La pared de la vejiga constituida por dos membranas diferentes, superpuestas, tocándose ambas íntimamente, con excepción de la región inferior, por cuya parte el animal se sumerge algo en el agua. Aquí las membranas se hallan distantes, dejando un espacio vacío para recibir los alimentos. Pero en un punto pequeño, cerca de la punta más prolongada de la vejiga, las dos membranas están unidas, no pudiendo ser separadas sino artificialmente y con esfuerzo, por el disector. Esta punta la dirige el animal, en sus movimientos, siempre adelante, levantándola poco hacia arriba, erguida sobre la superficie de las olas del Océano; pudiendo tomarse, por esta razón, á dicha punta casi por la cabeza del animal. El lugar del punto coherente de ambas membranas está un poco inclinado al lado derecho, opuesto al lado de la cresta, formando una pequeña excavación, como un embudo de color rosado con un punto central negro. Algunos autores han creído este punto negro un ojo, y yo mismo he imaginado que fuese este órgano sensitivo; pero observaciones ulteriores me han demostrado que es una pequeña abertura, como un poro, por la cual entra y sale el aire de la vejiga. El animal cierra y abre este poro á voluntad, he visto sal¡r una vez más tarde una burbujita; y M. Quatrefages cuenta lo mismo de los ejemplares que ha examinado (Ann. des sc. nat. IV, Sec. Zool. tomo III, pág. 116) ; pero no me ha sido posible introducir, por el poro la cabeza del más fino alfiler; el animal cierra el orificio con extraña fuerza, y deja antes romper más fácilmente la membrana próxima que abrir el poro. Abierta de este modo, por ruptura, el aire sale rápidamente de la vejiga, y las membranas, se encogen, arrugándose de un modo irregular.

 

IV

 

He conservado estos animales juveniles algún tiempo en una fuente de agua, para observar sus movimientos, y he visto que la membrana externa de la vejiga hace ondulaciones, por las cuales el animal se mueve. Puede levantar la cresta de la superficie del agua hasta su posición directa encima de la vejiga, nadando de este modo impulsado por el viento, y soportando su movimiento por las ondulaciones de las membranas que forman su vejiga. He visto también al animal adherirse á la pared del vaso que contenía el agua, por sus órganos colocados en la superficie inferior de la vejiga, aplicándolos á modo de sanguijuelas. Después hablaré de estos órganos externos más extensamente.

Los animales pequeños representados en las figuras 6 y 7 de la lámina adjunta, tienen la membrana de la vejiga y de la cresta casi homogénea, parecida como de vidrio, sin construcción interna; pero los más grandes, que después he examinado, muestran muy bien las dos membranas diferentes, que tienen la misma figura general y están íntimamente unidas. Examinando entonces estas membranas separadas, se ve claramente que la externa no es homogénea, sino compuesta de dos capas de fibras diferentes, que se cruzan en dirección contraria. Unas fibras corren en dirección longitudinal, de la terminación aguda anterior á la posterior más obtusa; las otras son circulares, envolviendo en dirección transversal el espacio interno. Las fibras longitudinales forman la capa exterior de la membrana y las transversales la interna. En los ejemplares de cinco á seis pulgadas de largo, las fibras externas son de colores

azul y las internas de color rosa; y de estos dos colores diferentes sale la coloración general atornasolada de todo el animal, cambiándose de azul en violeta y rosado. Quatrefages ha figurado las fibras de ambas capas (1. 1. pl. 4. fig. 1), mostrando que no se tocan las fibras de cada una íntimamente, sino dejando un espacio pequeño entre ellas, llenado por un tejido particular esponjoso-elástico. Según mis propias observaciones, la distancia entre las fibras es menor en los individuos adultos, que en los juveniles; tocándose en aquellos las fibras casi inmediatamente.

Las fibras de cada capa revelan una gran elasticidad; se contraen mucho cuando se tocan con violencia, y, producen, por la extensión seguida, el movimiento alternativo ondulado de la pared de la vejiga, formando de este modo una capa muscular en toda la superficie externa del animal, que puede pronunciarse bien su verdadera perisoma. En los animales jóvenes, como en los figurados de las figs. 6 y 7, no se ve bien la capa muscular á causa de ser su sustancia todavía delgada, poco perfeccionada, y por la misma razón faltan á los jóvenes los colores vivos de los adultos, que toman su origen de las fibras musculares; sólo en las dos terminaciones de la vejiga, donde el tejido muscular tiene al principio más consistencia, el color azul se pronuncia bien.

La segunda membrana ó interna de la vejiga, es homogénea, sin estructura visible, y transparente como vidrio, siendo mucho más fina que la externa, y sin color alguno. El único objeto notable que he visto en ella es un núcleo redondo, poco elíptico, no mencionado aún por autores anteriores á 1852, y que he observado en todos los individuos, tanto jóvenes como adultos. Se pronuncia mejor en los jóvenes á causa de su perfecta transparencia, de figura de un círculo bien circunscripto al lado opuesto de la cresta, cerca de la superficie inferior, un poco encima del grupo de los órganos adherentes y tentáculos, permaneciendo fuera del agua. No es más opaca que la membrana interna de la vejiga, aunque es un poco más gruesa que la parte vecina de la membrana; lo que se prueba por su circunferencia elevada, poco irregular y finamente ondulada, calidades que me parecen indicar una estructura radiada interna. En los individuos pequeños, el núcleo es casi de 2-2,5 mm. de diámetro; en los más grandes adultos tiene 1-1,5 cent. de diámetro.


 

V

 

La superficie externa superior de la vejiga, fuera del agua, no presenta más que las membranas descriptas con su cresta lateral; pero en el lado inferior, que está en contacto con el agua, se ven, sumergidas en esta, otras partes de mucha importancia. Son éstas de triple categoría, es decir, chupadores, tentáculos y órganos sexuales.

Sifones ó tubos chupadores (sipho, pl. siphones) se llaman algunos apéndices elongado-cónicos, que terminan en punta libre con una embocadura poco ampliada, que figura el estrangular de la corneta ó del clarín, é introduce en el espacio interno vacío, atándose el cono elongado con su base, poco más angosta que la circunferencia media del tubo, á la pared inferior de la vejiga en cuanto queda pendiente en el agua.

Siempre se ve más de un sifón en cada animal; pero el número de ellos es variable y se aumenta con la edad. Los individuos más jóvenes que he visto (fig. 6), han tenido tres grupos de sifones, formando la punta anterior uno solo un poco más grande; otros tres existen bajo la prolongación de la vejiga cerca de la punta, y cinco en medio de la porción gruesa de la vejiga al otro lado de la cresta.

Cada sifón tiene la configuración que muestra la figura 8, aumentado seis veces de tamaño natural. Principia la extremidad libre por una boca de contorno elevado y una margen circular dentellada y plegada por surcos radiales, como se ve en la fig. 8, más aumentada al lado de la otra. Su pared es un tejido poco opaco, de estructura esponjosa, incluyendo muchas fibras musculares, lo que prueba su gran elasticidad y su perfecto movimiento, variando la figura general de cada sifón de grueso en largo y de recto en curvo. La boca con la margen elevada, plegada, y la porción angosta detrás de la boca, son algo más claras y sin color pronunciado, aunque con un reflejo amarillo claro, teniendo la base angosta el mismo color claro, pero la porción media más ancha, es de color azul pronunciado y bastante opaco, aunque no del todo oscuro. En el espacio interno de cada sifón, se ven pequeñas fibras adheridas á la pared, que penden en el vacío hueco, arreglado en hileras, y que terminan en un pequeño entumecimiento de color amarillo oscuro. Iguales fibras en el interior de otros animales parecidos son conocidas como órganos glandulosos, correspondientes al hígado de los animales de organización más avanzada. En la base, donde el sifón se une con la pared de la vejiga del animal, existe otra abertura, opuesta a la boca, que conduce al vacío, entre las dos membranas de la vejiga, al lado inferior sumergido.

Este vacío se extiende por toda la vejiga, entre las dos membranas, y aún por las de la cresta. Corresponde, por su función, al intestino nutritivo de otros animales, recibiendo por los tubos chupadores los alimentos y distribuyéndolos, por el intervalo de las dos membranas, por todas las partes del cuerpo del animal, aunque no tiene órgano digestivo propio, como tripas, para este uso.

El segundo individuo, poco mayor, representado en la fig. 7, ha tenido también un sifón grande en su extremidad anterior, y tres más pequeños en la porción más próxima y angosta de la vejiga, pero ocho en la región media y más ancha de ella. Se comprende, por la comparación con las figuras de otros individuos más grandes, publicadas en la obra Voyage de la Coquille, Zool. Tomo II, pl. V., que tienen muchos sifones en el mismo lugar, que estos aumentan en número, correspondiente al tamaño general del animal, y se debe concluir, por esta observación, que el individuo recién nacido, saliendo del huevo, tiene probablemente un solo sifón, aumentándose el número por medio de botones al contorno del primero, y que esta aumento dura mientras vive el animal. Leuckart y Quatrefages han figurado tales botones junto a los sifones perfectos, y este autor les ha llamado coecum hépatiques (l. l. fig. 1. n, n, p, p.) tomándolos por órganos particulares de secreción.

Que estos sifones perfectos son en verdad la boza del animal, y la cavidad interna, que comunica con ellos, el órgano de la alimentación, no cabe duda, por observaciones directas. He visto en algunos individuos de gran tamaño, no solamente estos sifones llenos de un fluido de reflejo argentado, como lo tienen los pescados en las escamas, sino también en el vacío interno, entre las dos membranas de la vejiga, levantándose en ella aún hasta la parte superior de la superficie de la vejiga, fuera del agua, y también á la cresta.

El fluido nutritivo, chupado por los sifones, entra en este vacío por todo el cuerpo, alimentándolo de este modo y proporcionándole nueva sustancia.

Es un agradable espectáculo ver el movimiento perpétuo de estos tubos chupadores durante la vida del animal, cambian siempre de figura, hallándose, ora prolongados y delgados, ora contraidos y gruesos como huevos. Sus movimientos semejan mucho al de las sanguijuelas. En los animales jóvenes, los tubos son de 5 o 6 líneas (1 centm.) de largo cuando mantienen su figura regular, pero en los animales adultos grandes son algunas veces de varias pulgadas. También la membrana externa de la vejiga, cambia de figura, moviéndose mucho, tiene en algunos casos, pliegues sobresalientes; en otros, excrescencias, semejantes a grandes tubérculos, que luego se encogen en este lugar para extenderse en otro.

Los animales pequeños que he tenido vivos en un gran vaso de vidrio, no han conservado la vida sinó por algunas horas, principia, ya pasada una hora, su vejiga a hacerse más pequeña, principalmente más plana, perdiéndose la cresta y formándose pliegues en su lugar, que se extienden en arrugas. Como estos animales no se presentan en días oscuros y lluviosos en la superficie del mar, parece ser de presumir que se pueden sumergir, dejando escapar el aire de la vejiga y descendiendo en el agua por el movimiento ondulado de la membrana externa del cuerpo, como las demás Medusas. Efectivamente, dicen algunos autores, que las Fisalias se sumergen en los días lluviosos y tormentosos adhiriéndose, con sus sifones y tentáculos, a diferentes objetos fijos en el fondo del mar, hasta que ha desaparecido la tormenta, volviendo á la superficie cuando las olas se han calmado. No tengo conocimiento sobre esa costumbre; pero la dificultad de sumergirse, su posición con la fuerza ascendente del aire atmosférico contenido en su vejiga, y la imposibilidad de tomar nuevamente aire en el fondo, cuando ha sido expulsado, me parece difícil admitir esa presunción, aunque no sé, sin embargo, cómo se explica de otro modo la falta de las Fisalias en la superficie del Océano durante los días en que ella se halla agitada. En el grupo de las Physophoridae, que tienen una pequeña vejiga aérea como órgano hidrostático, unida con órganos motores distintos, conocidos con el nombre de cuevitas para nadar, estos dos medios de movimiento están separados entre sí por distancia visible, pero en nuestro animal se unen ellas en una misma figura, el muscular motor es una mambrana externa de la vejiga, y el órgano hidrostático la membrana interna llena de aire. Los dos factores de nadar, están en este género unidos por inclusión, y en el otro grupo por juntura externa del uno al lado del otro.

En los animales jóvenes, los sifones no tiene apéndice externos, cada uno está simple y completamente separado del otro, también casi de igual tamaño. Ya he dicho antes, que sólo he contado cinco en medio de la Fisalia más pequeña, y ocho en la otra un poco mayor. El aumento del número en individuos sucesivamente más grandes, lo prueban las figuras citadas de Lesson, que representan, en verdad, ejemplares poco más avanzados en edad que los mios, como ya ha dicho con razón Cuvier (Le règne animal. Tomo III, pág. 286, nota.) Pero también en estas figuras todos los sifones son simples, sin apéndice alguno. Sólo los ejemplares adultos grandes, como el de la figura 1, tienen sifones ramificados, y junto a sus ramos algunos apéndices finos, de figura de borlas, que se componen en una multitud de hilos delgados, de igual longitud, soportados por un tronco común, corto, central. De estos apéndices hablaré después más extensamente.

 

VI

 

La segunda categoría de los apéndices en la superficie inferior de la vejiga sumergida en el agua, son los tentáculos, que acompañan los sifones sin unirse á ellos.

Son estos tentáculos unos cordones delgados, muy expansivos, que llevan pequeños nudos, semejando, de este modo, á hilos de perlas, o á un rosario fino. En el animalito más pequeño, como el de la figura 6, no he visto más que un solo tentáculo, colocado en medio de los cinco sifones de la parte inferior de la vejiga, pendiendo en el agua como un hilo fino de 1 ½ pulgada de largo, y ondulado á modo de tirabuzón. Examinándolo por medio de un lente, lo he reconocido como formando una faja angosta, delgada y transparente, ribeteada en su márgen con una hilera de nudos finos, azules, que por la curvatura espiral de la faja, describen la línea ondulada de figura tirabuzón, afectando la misma figura también la porción de la faja ribeteada y dejando extendida solamente la última parte terminal. He dibujado en mis figuras, hechas en el Océano, de cinco á seis el número de las circunvoluciones de la porción basal de los tentáculos, con distancia entre ellos de 1-2 líneas más o ménos, lo que da casi una pulgada de extensión a dicha porción, siendo la porción recta de ½ pulgada, sin circunvoluciones a la extremidad de la faja. El segundo ejemplar mayor (fig.7) ha tenido un tentáculo grande de tres pulgadas de largo, con una docena de circunvoluciones en la porción basal, de 2 pulgadas, pero unido a este gran tentáculo, se ven otros tres más pequeños, de los cuales uno ha sido colocado junto al gran sifón terminal anterior, y los otros dos entre los sifones, detrás del gran tentáculo central inferior de la vejiga. Estos tres tentáculos pequeños no han tenido más que media pulgada de extensión, haciendo en la porción basal algunas ondulaciones, sin la figura espiral, con nudos muy pequeños e imperfectos en el margen.

En este segundo individuo pude estudiar la configuración del tentáculo más exactamente por medio del lente; la faja se ha mostrado bien, siendo ancha y plana, no redonda, formada de sustancia clara, trasnparente, finamente estriada al interior y llevando á la margen externa, poco más grande, una hilera de nudos azules, distantes, con intérvalo libre entre el de igual tamaño, acompañando la faja hasta la extermidad, donde los nudos son un poco más pequeños y la faja misma más angosta. Los nudos, observados en con el lente, muestran, como se hallan representados en la lámina adjunta, en escala mayor, una granulación pequeña en su sustancia, hallándose compuesta de un gran número de células esféricas, microscópicas, de las cuales sale, cuando se le toca, un hilo blanco muy fino, como un cabello adhiriéndose íntimamente á la mano del que le ha tocado, y produciendo la sensación cáustica, doliente, que ha hecho que se dé á estos animales el nombre de Ortigas de mar.

 

VII

 

Observaciones escrupulosas de diferentes autores han alcanzado la configuraciónde estos órganos llamados cnidaria (cnidaria) en el lenguaje científico; y como no me fue posible hacer uso del microscopio en el buque, me he visto obligado á observar sólo por medio del lente. Sin embargo, daré al fin de esta obra un extracto de las observaciones hechas por otros, explicando los resultados por medio de figuras, copiadas de las obras más modernas sobre esta materia. Sabemos actualmente que la faja de estos tentáculos puede considerarse como un músculo fino, perforado en toda su extensión longitudinal por un tubo que comunica con una ampolla ovalada ó cónica a la base de la faja, también de tejido muscular, en cuya concavidad interna entra una prolongación del dicho tubo de la faja. Por la actividad muscular de la ampolla, el agua introducida en ella por absorción entra en el tubo de la faja y lo extiende voluntariamente más y más á medida que la presión muscular sobre el agua aumenta. Del mismo modo, la abreviación del tantáculo sigue a cada extensión por el aflojamiento de la presión de la ampolla y la retracción del tejido muscular de la faja. Aún en los nudos de las cnidarias del tentáculo, la cavidad del tubo de la faja entra y aumenta la turgencia de ellos por la acción muscular sobre el agua contenida en el tubo, disminuyendo el aumento orgánico cuando el agua retrocede en la ampolla, y todo el órgano se afloja. También las curvaturas de figura de tirabuzón, son consecuencia del aflojamiento general, recogiéndose el tentáculo por contracción muscular del tejido de su faja y expulsión del agua del tubo de ella á la ampolla de la base.

Dicha ampolla está cerrada completamente, sin abertura al exterior; su superficie es lisa tanto al interior como exteriormente; tiene un color verde claro, que lo distingue bien de los sifones azules, como también su tamaño mayor. El tubo de la faja entra en la ampolla, no á la punta sino a la base de esta, de lado, extendiéndose un poco á modo de embudo. Esta porción de la faja no tiene nudos con cnidarias, sino un tejido muscular un poco más fuerte, mostrando al interior claramente el principio del tubo, que perfora toda la faja. Quatrefages ha explicado bien esta configuración del tentáculo, probando, por medio de sus figuras aumentadas, que el tubo de la faja da á cada nudo de las cnidarias un ramo, que entra en el medio de las células, formando en esta parte una pequeña concavidad para cada núcleo. (Véase las figuras 2 y 3 de la lámina adjunta).

Algunos autores han distinguido dos clases de tentáculos en cada Fisalia, que se llaman los unos tentáculos prehensiles, con cnidarias; los otros, tentáculos de tacto, sin ellas. Creo, con Quatrefages, que esta distinción no está bien fundada; los segundos son tentáculos imperfectos que aún no han formado bien dichos nudos, y por esta razón se presentan menores, más delgados y más cortos; pues los tentáculos, lo mismo que los sifones, aumentan con la edad, es decir, paulatinamente. Los individuos más jóvenes, de ocho sifones, tienen ya dos o tres; en el de más edad, representado en la fig. 1, he contado ocho tentáculos perfectos y cuatro imperfectos; pero los ocho perfectos no han sido de igual tamaño, sólo uno ha sido grande, tres algo menores, y los otros sucesivamente más imperfectos, lo que prueba la pequeñez de la ampolla en la base de ellos. Los tentáculos juveniles, llamados órganos del tacto, no tienen ampolla á causa de su formación imperfecta.

 

VIII

 

Los órganos sexuales de las Fisalias son parecidos a los de las otras medusas, en lo que los del macho están separados de los de la hembra, aunque siempre distribuidos en diferentes individuos, sino unidos en uno mismo. Forman grupos de celdillas, de figura de racimos, sostenidos por un tronco común, que se halla colocado junto con el tronco de los sifones. He visto estos pequeños racimos aún en individuos muy jóvenes, de poco tamaño, como el que representa la fig. 7, entre los sifones, pero de color rojo de las celdillas, principalmente en la parte de la vejiga, opuesta á la cresta, en la superficie inferior, pendientes también en el agua, entremezclados con los sifones y los tentáculos. Las celdillas de cada racimo son de figura igual, esférica pero diferentes según la edad del individuo y mayores en los adultos. En estos he visto racimos perfectos, con celdillas llevando huevos, principalmente al lado de la vejiga, que corresponde a la colocación del núcleo de la membrana interna. Siempre se han hallado en oposición con la ampolla de los tentáculos, por su colocación, y fuera de la influencia de estos órganos. Los huevos, de los cuales se cuenta uno en cada celdilla, son ovalados; la yema es colorada, envuelta en una clara poco extendida; son parecidos á los huevos de Medusa aurita, pronunciándose, por en medio de la yema, una faja amarilla, angosta, que no me ha sido posible estudiar más por sus cualidades particulares. Racimos del macho con celdillas espermóforas no he encontrado.

El ejemplar adulto, tan hermosso, que representa la fig. 1, lo examiné durante mi regreso á Europa, el 2 de Marzo de 1852, cerca de la isla de Flores, una de las Azores, entre las 38° latit. Bor. y 14° al Oeste de la isla de Fierro. Es de la misma especie de las pequeñas representadas en las figs. 2 y 3, que Tilesius y Chamisso llaman Physalia Arethusa, Lesson Ph. atlántica, y Lamarck (Syst. d. anim. s. vertèbr. III; 93.1.) Ph. pelagica. Se distingue bien de la otra especie del Océano Atlántico al Sud del Ecuador, por su cresta más elevada, y su color más bien azul que rosado. La del Sud está bien figurada por de Olfers (1. 1.); tiene una vejiga ménos gruesa, con puntas redondeadas, siendo su figura general muy semejante á la de una morcilla; también la cresta ménos alta y el color más rosado. A esta especie llama Lesson Ph. antarctica, pero Eschscholz (Syst. d. Acaleph. 160. tb. 14. fig. 2.) y Lamarck (l. L.) Ph. Utriculus, dándola sifones simples, no ramificados. Pero como los jóvenes de la otra especie tienen tambien sifones simples, dicha diferencia no me parece de importancia. Sin embargo, las dos especies se distinguen bien por su figura y coloración en el estado adulto, pero en el estado juvenil los individuos son más o menos desiguales, y sin razón se han fundado en estas diferencias especies particulares, que no es permitido reconocer como verdaderas. He visto ambas especies durante mi viaje por el Océano Atlántico, pero sólo he examinado bien la primera, llamándola, con los autores citados: Ph. Arethusa y la del Sud Ph. Utriculus, bastante bien conocida por la buena figura de de Olfers. Transcribo aquí mis notas sobre la vida y la configuración de la otra, como las he concebido en el Océano durante mis observaciones.

 


IX

 

El 2 de Marzo: Hoy he hallado, después del almuerzo, una gran vejiga de mar, que no tiene el hermoso color rosado de la especie austral, sino que es más azul, con una banda rosada en la cresta y encima de la vejiga, junto á aquella. La vejiga tiene una figura ovalada, más abultada, de 4 ½ pulgadas de largo, y que termina, en una de sus extremidades, por prolongación, con un pico agudo, que falta á la especie austral. Esta tiene la vejiga más baja, redondeada en ambas extremidades y la cresta menos elevada. A las tres de la tarde tomamos un segundo individuo, poco más grande, que tenía en la cresta más de 30 pliegues de diferente tamaño. Entre ellos se distinguían 9 más grandes, que descendían por toda la cresta, de arriba abajo; alternando con éstos, otros 10 de tamaño medio, y entre los intérvalos de esas dos categorías de pliegues, una tercera de 15 o 16 pliegues aún más pequeños, siendo cada uno del tamaño de la mitad de los segundos, o una cuarta parte del de los primeros. Poco después recibí un tercer individuo de 5 ½ a 6 pulgadas de largo, que tenía cinco diferentes categorías de pliegues alternantes; es decir, 10 de la primera categoría más grande, 9 de la segunda, 15 de la tercera, y todavía dos hileras más pequeñas en el borde superior de la cresta, con 30 pliegues en cada hilera. De todos estos pliegues aparecen, en el interior de la cresta, separaciones de una membrana fina y transparente, que descienden al vacío interno hasta el punto terminal de cada pliegue, y dividen la cavidad superior de la cresta en diferentes cámaras, para dar más estabilidad a la pared externa superior de ésta. Deduzco de esta configuración, comparándola con la de los jóvenes antes descritos, que tanto los pliegues como las membranas internas, se forman poco a poco y á medida que avanza en edad la vejiga, no siendo permitido fundar diferencias específicas en el número variable de los pliegues de la cresta y sus concavidades internas.

En la prolongación anterior de la vejiga, la cual no tiene cresta ni lleva apéndices de sifones y tentáculos al lado inferior, se pronuncia bien la punta aguda y cónica por su color azul más intenso, notándose en medio de esta porción un pequeño hojuelo de color rosado, con un punto negro en el centro. En este se halla el poro, rodeado de un músculo circular, que el animal cierra tan bien, que no ha sido posible abrirlo, a pesar de haber empleado para ello un instrumento muy fino. A la extermidad opuesta, más obtusa, están acumulados los sifones y tentáculos, formando un gran grupo de apéndices al lado inferior, sumergido en el agua. Los tentáculos son de tamaño muy variado; ocho tenían una extensión considerable, pero uno solo superaba a todos por su grosor y longitud. Dícese que estos tentáculos grandes pueden extenderse hasta 40 metros, longitud que creo exagerada; el mas largo que he visto, ha sido en estado no extendido, de un pié. Este más grande es el cuarto, encontrándose casi en medio del grupo de los apéndices. Todos los ocho han tenido la grande ampolla verde en su base y los nudos redondos azules á un lado, dándole la figura de una hilera de perlas; hallándose estos nudos siempre en dirección al lado externo de las circunvoluciones de figura de tirabuzón que forma cada tentáculo en su porción basilar. Los otros tentáculos, más finos y más cortos, cuya estructura es más clara, no me han mostrado tales nudos ni circunvoluciones en su base; los creo por esta razón poco maduros, sino imperfectos.

Los sifones tienen la misma figura y el mismo tamaño de los individuos pequeños, que he observado el año anterior; he visto claramente las filas hepáticas en el interior de cada uno y la boca cargada de pliegues en su contorno extendido. Las ampollas verdes de los 8 tentáculos grandes, salen por entre los sifones, distinguiéndose bien de ellos por su color y tamaño. Se hallan siempre junto al tentáculo correspondiente, opuesto a la extremidad enterior del animal, con pico agudo. Las ampollas son de figura cónica poco encorvada, casi como la de los sifones, pero en tamaño superan en mucho a estos. He visto, lo mismo que en los jóvenes, que el tubo del tentáculo entra de lado en la base de la ampolla, y que esa cambia mucho su figura y extensión hallándose á veces gruesa y corta, con la forma de un huevo, y en otras ocasiones alargada y angosta, figurando una morcilla. No son de igual tamaño sino correspondientes al tentáculo con que están unidos; la ampolla más grande pertenece al tentáculo mayor, y las menores á los otros, sucesivamente más cortos. Al contorno del grupo entero de los sifones y tentáculos, he visto, principalmente al lado posterior, sifones y tentáculos menores, y estos sin ampolla, pero muchos sifones ya ramificados, como los más grandes del centro del grupo.

La vejiga se mostraba también, en estos ejemplares adultos, compuesta de dos membranas, la externa, de tejido muscular, fibroso, y la interna, homogénea, clara; porque en algunos lugares de la cresta he visto pequeñas burbujas entre las dos membranas. La cantidad del aire en toda la vejiga había disminuído poco a poco durante el tiempo que he tenido los ejemplares vivos en una vasija con agua, habiendo visto una vez salir aire del poro, por la punta anterior del animal. El poro es, sin duda, la verdadera abertura de la vejiga.

El grupo de los sifones y tentáculos no está en oposición exacta con la cresta de la vejiga, sino algo inclinado al lado izquierdo del animal, tomando la cresta como línea diagonal de la vejiga. Exactamente en oposición con la cresta, se presenta el núcleo como una mancha bien circunscripta, casi circular, del tamaño de un medio real de plata, adherido á la membrana interna de la vejiga, y dibujando exactamente en la fig. 1.

El animal se mueve doblando las dos extremidades de la vejiga contra el centro, como un arco, inclinándose tanto a un lado, que la cresta toca el agua y levantándola después á su gusto. De este modo la cresta se encorva hasta tomar la figura de un abanico, siendo su banda el centro de la curvatura. En tal movimiento, comprime ambos lados de la cresta á manera de una hoja, expulsando el aire vacío de ella, pero después, extiéndese de nuevo. También la vejiga puede extenderse más en diferentes lugares, levantando la superficie como tubérculos y encogerse en otras partes, variando mucho, de este modo su figura general.

El individuo más grande, con sus cinco categorías de pliegues y de 5 ½ pulgadas de largo, ha tenido un núcleo del tamaño de la circunferencia de una peseta, y once tentáculos grandes, siendo el sexto de adelante el más largo. Erste tentáculo se había adherido con tanta fuerza, por medio de sus muchas cnidarias, a la bolsa del instrumento de prehensión, que no fue posible separarlo, extendiéndose a más de 8 pies (2 y ½ m), cuando dejaba yo caer la vejiga del cuerpo en un gran barril de agua para observar mejor al animal. Entonces, vi salir de los nudos del tentáculo mayor una cantidad de hilos finos, parecidos al vello del moho, adhiriéndose por medio de éstos á la tela de dicha bolsa. Mi hijo quiso separarlo, pero inmediatamente experimentó en sus dedos una fuerte sensación doliente, que se extendió por todo el brazo hasta la espalda, desapareciendo, sin otros síntomas, pasadas dos horas. El animal, colocado en la tina, mostró la parte anterior delgada del cuerpo fuera del agua, semejándose en esta posición a un pato que nada; la cresta se inclinó á un lado y la extremidad posterior del cuerpo se sumergió, con los sifones y los tentáculos. Primeramente, la cresta era delgada y muy alta, ero poco á poco su forma varió, quedando más baja y más ancha. En ese estado, la vejiga se parecía á la figura de la pl. IV de la obra Voyage de la Coquille, y á la fig. 1 de la lámina adjunta. Durante permanece tranquilo el animal en su vigor vital en la superficie del océano, tiene más semejanza con aquella figura, pero estando cautivo en una vasija, cambia pronto su parecido en la de ésta.

Solamente en este individuo más grande, he visto huevos en las celdillas de los racimos sexuales, principalmente al lado derecho de la vejiga, por donde el gran núcleo se ve en la membrana interna, opuesto á las ampollas verdes de los tentáculos más grandes. He visto en estos huevos bien separada la yema colorada de la clara transparente, incluyendo en la yema la faja amarilla de que ya he hablado antes, y contando 5 ó 6 huevos bastante grandes en cada ramita del racimo. El gran núcleo de la membrana interna de la vejiga, no era más obscuro que la membrana inmediata, pero bien circunscripta, aunque la membrana externa opaca impide al observador verle claramente. El lugar que ocupa se halla en la mitad posterior de la vejiga, un poco inclinado al lado derecho, conservándose fuera del agua, algo encima del grupo de los sifones y tentáculos.

La membrana externade la vejiga me ha mostrado perfectamente la diferencia de sus dos capasde fibras musculares: las internas transversales de color rojo y las externas logitudinales azules.

Los racimos sexuales eran bastantes grandes, con sus celdillas redondas y bien distintas, adheridas cada una á una ramita fina de aquellos, los cuales de á 5 y aún de á 6 unidos por varias otras ramas más fuertes, estaban sostenidos por un tronco común, unido con la base de los sifones más grandes. Pero entre las celdillas de los racimos se veían todavía sus órganos como filamentos, cuyo uso no me fue posible reconocer. Quatrefages ha figurado apéndices parecidos entre los racimos, que llama coecum hépatiques (1. 1. pl. 3. h, h y f, f); aunque he visto estos apéndices, no me ha sido posible

verificar su contacto inmediato, ni con los sifones, ni con los tentáculos.

 

X

 

Adjunto á mis observaciones, algunas observaciones históricas sobre los órganos cáusticos, para que el lector no versado en esta clase de estudios, se informe sobre el estado actual de nuestros conocimientos, tomando algunas relaciones de mis anteriores obras, y de las más modernas entre las publicadas últimamente.

En mi libro titulado: Zoonomische Briefe, Tomo I, pág. 334, nota 91, he dicho, en 1856, lo siguiente:

 

“Los órganos de ortiga de las Actinias han sido los primeros observados por Rud Wagner (Wiegman´s Arch. D. Naturg. 1835, II, 215, y 1841, I. 39), aunque la facultad cáustica de estos y otros animales marinos inferiores había sido conocida largo tiempo antes. Desde esta primera observación, fueron esos órganos objeto del estudio de muchos autores, como de Karsten en Müller Arch. F. Phys. 1852, pág. 73., y de Leidig en el mismo periódico científico del año 1854, pág. 270. Ehrenberg, que los ha visto el primero en el pólipo de agua dulce (Hydra) había creído que el hilo elástico que sale de la cápsula cáustica, la llevaba á su extremidad, armada de tres pequeños ganchos en su base (Abh. D. Kön. Acad. Z. Berlin, phys. Cl., 1835, 147 y 1836, 133, Tb. 2) pero Erdl ha demostrado este error, probando que el hilo se halla encerrado en la cápsula, saliendo de ésta en el momento del contacto (Müll Arch. Etc. 1841, pág. 420, Ab. 15).

En la misma obra mía Zoonomische Briefe, pág. 345, nota 83, he ampliado la comunicación anterior por observaciones propias en la Physalia, certificando que las cnidarias de este género no tienen ganchos, como las de los pólipos; observación hecha ya antes por M. Schultze en los Abh. D. Naturf. Geselsch. Z. Halle. II. Sitzungsb. Pág. 19, aludiendo también á las noticias dadas en mi libro sobre mi viaje al Brasil, pág. 42. Iguales informes se leen en mi obra titulada: Geologische Bilder, tomo II, pág. 78, del año 1855.

Después de estas publicaciones de los primeros observadores especiales, todos los autores hablan de los órganos cáusticos que poseen los Pólipos y las Medusas. Me parece inoficioso repetir aquí los muchos estudios de este tema, con excepción de los últimos, que son los ejecutados por el Dr. Carlos Chun en la misma Physalia, publicados en el nuevo periódico con el título de Humboldt, de Febrero de 1882, pág. 54. He copiado de esta publicación las figuras 3, 4 y 5 de la lámina adjunta, dando aquí la descripción del autor, un poco abreviada:

 

La figura 2 muestra, aumentando de tamaño, el nudo de los tentáculos (a), es decir, un grupo de cnidarias en contacto con la faja muscular transversalmente cortada (c) y perforadas por el tubo (b), que conduce al agua que entra en él por la acción muscular de la ampolla en la base del tentáculo. Esta figura ha sido copiada de la Obra de Quatrefages, pl. 3, fig. 1. En la fig. 3, están dos nudos representados, vistos de perfil, con la porción del tentáculo en su contorno; las letras a significan también en esta figura dos nudos de cnidarias adherentes á la faja muscular (c), con el tubo (b) en medio de la sustancia de la faja, dando á cada nudo un ramo lateral, que se presenta por la línea negra arqueada  en el interior del nudo. Esta figura ha sido copiada de la disertación del Dr. Chun.

El mismo autor dice que en los nudos existen dos clases de cápsulas cáusticas grandes y pequeñas, que él ha representado en sus figuras con un aumento de 600 veces el tamaño natural. Las pequeñas cápsulas son ovaladas, y existen en la periferia de cada nudo; las grandes, que son esféricas, en el centro. Sólo he dibujado una de las cápsulas grandes, representadas en las dos figuras 4 y 5; la primera, en estado de retracción del hilo; la segunda, mostrando el hilo extendido.

Cada una de estas cápsulas esféricas tiene dos capas de diferente sustancia. La cápsula interna está bastante sólida y cerrada en todo su contorno, con excepción del punto más externo, opuesto á la base, de donde sale el hilo de la cápsula. Una segunda capa de sustancia más clara y blanda envuelve la interna, y en esta sustancia se ve un núcleo basal bien circunscripto, con algunas fibras musculares, dichotomas, que incluyen la capa interna por sus ramificaciones hasta el punto de donde sale el hilo encerrado, en cuyo punto forma esa sustancia clara, externa, una prolongación cónica, ó más bien, un elo poco más largo llamado el cnidozil. En estado de tranquilidad (fig. 4), cada cápsula encierra un hilo fino, bastante largo, envuelto en figura espiral, llenado casi toda la cápsula. Pero tocando en un objeto al cnidozil, el hilo sale con fuerza de la cápsula, volviendo su superficie interna al exterior, principalmente por la presión de las fibras musculares de la sustancia clara, como lo demuestra la figura 5, formando un filamento muy largo, que se adhiere íntimamente al objeto con que la cápsula ha sido tocada, no dejando retirarlo sino por la ruptura de su propia sustancia. Entonces parece salir de él y de la cápsula un fluido cáustico que se extiende por la superficie del objeto que lo toca, produciendo, por su acción, la sensación dolorosa de que se ha hecho mención. Parece que una línea fina espiral pasa por sobre la base del hilo como un ribete, está en conexión con el mecanismo de su acción, y probablemente el factor de su aplicación y ruptura.

 


 

 


Tomado de: Anales del Museo Público de Buenos Aires, Tomo 3, pág. 1-18, Imp. P. Coni, Buenos Aires, 1883

 

 

 

DONADO POR PROYECTO AMEGHINO