CARLOS
BERG
MEMORIA
SOBRE ORUGAS ACUÁTICAS DE LA FAMILIA DE LOS BOMBYCIDAE
Leída
en la Asamblea del 1° de Setiembre de 1876.
Señores:
El
conocimiento de orugas acuáticas no es nada nuevo pues los que se han ocupado
severamente de la lepidopterología, deben saber que se conocen desde muchos años
orugas de la familia de Pyralidina,
perteneciente á los microlepidópteros, á las cuales ha
destinado la naturaleza como lugar de residencia el elemento
húmedo.
Para
estos animalitos, representantes de los géneros Paraponyx y
Acertiropits,
la
naturaleza ha creado entonces órganos especiales, que les sirven para mantenerse
en el agua, constituidos principalmente por los aparatos de la respiración: los
tubos ó filamentos branquiales, parecidos á los de las larvas de frigáneas (Phryganea).
Por
estos órganos respiratorios branquiales, acomodados á la vida en la húmeda
morada, se distinguen perfectamente estas orugas microlepidópleras acuáticas de
todas las demás terrestres ó aéreas, que respiran por estigmas y
tráqueas.
Provistas las primeras de aparatos
oportunos á su residencia en agua, y correspondientes mas ó menos á las de los
demás habitantes de este elemento, no pueden llamar nuestra atención é interés
en un grado tan alto, como en el caso de carecer de dichos órganos y de su
organización del todo semejante á la de las aéreas, viviendo en el agua como inquilinos, si se permite la
espresión.
Hay
en efecto orugas tan particulares, y el objeto de este trabajo es ocuparnos de
ellas.
El
primer descubridor de estas orugas es Mr. Bar en Guyana.
Por
su descripción: Sur un genre nouveau de
Lépidoptères de la tribu des Bombycides et dont la chenille est aquatique. Note
pour servir á l´historie des Lépidoptères de la Guyanne francaise et:
Observations sur le genre Palustra par Mr. Le Docteur Alex. Laboulbène[1],
llegamos
á saber que la oruga vive sobre las plantas completamente sumergidas, que
respira á la manera general por estigmas y tráqueas y que una vez adulta hace su
transformación en crisálida en sociedad con las demás arriba del agua, donde se
observan entonces los capullos acumulados y flotantes. El descubrimiento de esta
oruga singular, que ha recibido el nombre de Palusíra Laboulbeni, y que pertenece
según Guenèe á las Notodontina[2],
no ha dejado de llamar vivamente la atención de los entomólogos franceses y de
otros países.
Pero
como Bar en su descripción no habla nada sobre el modo de respirar de la oruga,
tocando brevemente la vida de este animalito de un interés tan elevado, han
llegado á la publicidad muchas dudas, presunciones y congeturas[3],
que atribuyen á este animal otra organización que la descrita, admitiendo
solamente su permanencia en el agua como un hecho accidental é involuntario por
parte del animal.
En
el mismo año, en que Mr. Bar comunicó el descubrimiento de la oruga acuática,
tuve también ocasión, sin conocer todavía su importante hallazgo, de encontrar
en la Banda Oriental del Uruguay otra especie de mismo
carácter.
Aunque
no he tenido hasta ahora la fortuna de educar la mariposa y concluir
completamente mis estudios sobre este animal, no creo conveniente tardar más en
la publicación de las observaciones que he practicado, sea por el interés que
deben despertar estos estudios en la ciencia natural, sea con respecto á las
dudas y opiniones, presentadas por la comunicación del Sr. Bar las que llegaron
muy tarde á mi conocimiento.
Permaneciendo
en la segunda mitad del mes de Setiembre del año 1813 en la Banda Oriental para
estudiar la fauna y flora de aquel país, observé un día en el arroyo Coralito, cerca de la estancia Germania, unos gusanos muy peludos, de
una longitud de 7 á 8 centímetros.
Unos
nadaban cerca de la superficie del agua, otros estaban sentados
en
plantas completamente sumergentes.
Por
la primera impresión parecían pertenecer á orugas de mariposa; opinión que fué
confirmada por un exámen detenido de algunos ejemplares sacados del agua. Eran
de la organización general de las orugas de la tribu de Bombycidae.
Obligado
á ausentarme de aquel paraje para Buenos Aires, hice todas las observaciones
posibles sobre este animalito tan particular, y traje á esta capital los ocho
individuos que había recogido y una cantidad de la planta (Syena spec.?) para su
nutrición.
A
pesar del viaje molesto las orugas se reponían pronto, se hallaban perfectamente
bien en una vasija grande, cuya agua renovaba diariamente. Dos de ellas mudaron
después de unos días su piel.
Pero
de día en día disminuía la cantidad de la planta nutritiva, que comían con un
apetito excelente y acabaron con la provisión que tenia.
En
ninguna parte cerca de Buenos Aires podía encontrar la misma especie de planta.
De otras plantas comían algunas orugas solamente un poco de Polygonum acre Knth. Todas hacían
esfuerzos para salir de la vasija. Afuera caminaban tranquilamente por todas
partes, sin hacer la metamórfosis en crisálida. De manera que todos los
esfuerzos para sostener la vida de las orugas y llegar á conocer la imágen eran
perdidos inútilmente. Los ejemplares que habían comido del Polygonum acre Knth, y que habían sido forzados á
permanecer en el agua, murieron de diarréa. Los demás que tenían la libertad de
pasearse por todas partes de mi habitación y entrar, si lo querían, en el agua,
murieron de hambre.
En
los últimos días del mes de Abril de 1874, me permitió una ocasión cómoda,
visitar otra vez aquellos parajes de la Banda Oriental del Uruguay. Ante todo
busqué naturalmente las orugas acuáticas. El agua del arroyo Coralito estaba muy
alta y las plantas, por supuesto, en una notable
profundidad.
Después
de haber hecho muchos trabajos para conseguir algunas orugas, encontré el día
siguiente dos ejemplares. Sacar mas era imposible, no permitiendo la estacion
entrar en el agua. Estas dos orugas tenían de largo de 5,0 á 5,5 de
centímetro.
Por
causa de fuertes lluvias estaba muy alta el agua, no solo la
del
río Coralito, sinó también la de los
arroyuelos pequeños y bañados. Empecé á buscar las orugas en estos parajes y
tuve la fortuna de encontrarlas en poco tiempo en cantidad
notable.
Careciendo
estos pequeñas arroyos de la especie de Syena, se hallaban ahí las orugas entre
la planta: Potamogeton pusilla L.
Removiendo estas plantas con un palo, saltaban los animalitos sentados en ellas
y subían luego arrollados, formando anillos, cerca de la superficie del
agua.
De
esta manera recojí en tres días 40 ejemplares; todas mas ó menos del tamaño
arriba mencionado.
Los
traje á Buenos Aires y me propuse educarlos. La educación no podía ser fácil.
Las orugas debían crecer y desarrollarse aún más y tenían que
invernar.
Hice
las disposiciones para todos los casos eventuales. Para una parte de las orugas
tomé un cajón grande de zinc, poniendo adentro sierra, piedras, céspedes y en el
medio una vasija con agua y las plantas alimenticias.
Los
animalitos podían aquí salir del agua y entrar en ella otra
vez
á
su antojo.
La
otra parte puse en una vasija grande, que tenía encima del
agua
unas
tablitas, por si querían subir afuera.
En
estas vasijas las conservé perfectamente bien dos meses y
medio.
Durante
el tiempo comían con agrado la Potamogeton pusilla L. que traje de la
Banda Oriental, y, cuando se acabó la provisión, no desdeñaban tampoco la Polamogelon crispa L., la Hydrocotyle natans CIR. y el Myriophyllum proserpinoides GILL.;
pero este último era el menos preferido. Todas estas plantas se encuentran en
los alrededores de Buenos Aires y las buscaba cada dos ó tres
días.
Casi
todas las orugas mudaron la piel; unas hasta dos veces: al fin del mes de Mayo y
á mediados de Julio. Pero desde la mitad del mes de Julio entró un cambio en la
situación. Poco á poco perdieron las orugas su apetito, se volvieron muy
inquietas, salieron muchas veces afuera del agua, buscando los rayos solares y
muchas se ahogaron durante la noche.
Ya
no tuve á principios de Agosto ni una sola oruga viva. El cuidado más vigilante
y los varios experimentos efectuados no dieron ningún resultado: no era posible
pasarlas por la invernación.
A
pesar de estas experiencias tristes, no quise dejar este estudio tan interesante
y de importancia para la historia natural. Me ausenté de Buenos Aires á
principios de Julio del año corriente para ir a la Banda Oriental y observar
otra vez estas orugas. Debía estudiar principalmente su modo de
invernar.
Encontrélas bajo las mismas
condiciones arriba descritas. Se hallaban generalmente á una profundidad de un
cuarto de pié y hasta dos piés; nunca vi una afuera del agua ó cerca de la
superficie de ella. Los cuarenta ejemplares que tuve la suerte de coleccionar
otra vez y que presenté á la honorable “SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA”, los
tengo ahora en educación.
Aunque
ya se han muerto algunas, tengo, sin embargo, esperanza de
ver
un día la mariposa, encontrándose las
demás en buenas condiciones.
He
tomado todas las precauciones: tengo unas en mi habitación, otras en la azotea
de la misma; unas viven en agua del río, otras en la de algibe. Dándoles también
las diferentes clases de plantas acuáticas, para observar el efecto producido, ó
la mayor ó menor preferencia que les prestan.
Hasta
que termine la educación de la imágen daré en seguida una descripción de la
oruga, explicando su manera de vivir.
Descripción
de la oruga
El
color principal del cuerpo, muy abolsado, es negro, teniendo solamente en una
que otra parte y sobre todo en el primero y último segmento, un reflejo
verdoso.
El
dorso, estriado finamente, es de color negro, parecido al terciopelo lleva
blandos cepillos, cuya dirección es de adelante hacia atrás. En los costados se
encuentran pinceles largos y frondosos.
Las
comisuras de los segmentos son muy plegados y su color es apenas
diferente.
Cabeza
negra, en los lados amarillenta; provista de pinceles de pelos y de pelos
sueltos, que tienen una longitud de 2 á 3 milímetros.
El
color de los pelos es negro ó gris. Las bóvedas y las márgenes de la horca dorsal son holgadas. En el
triángulo situado sobre el labio superior hay dos pincelitos pequeños de pelos;
este último es de un blanco-azulado, matizado con unos puntitos
negros.
Las
antenas, las mandíbulas y los palpos son de color negro, guarnecidos en la base
de un blanco-azulado. Los ojos son fuscos ó negros; varían en su tamaño y forman
un anillo irregular. Atrás y arriba de ellos se vé una mancha clara,
amarillenta.
Las
patas torácicas son de color negro, excepto las articulaciones, donde hay un
color blanco, sus pelos sueltos representan un color gris ó negro. Las uñas
tienen cerca de la base un diente obtuso.
Las
patas, abdominales son de color negro-verdoso, pero más claras cerca de la base
al lado exterior, donde están también cicatrizadas, en parte lustrosas, en parte
peludas.
Las
extremidades son de color verde y las abrazaderas son negras y fuertes. Las
patas espurias son semejantes a las abdominales, de color verde y
negruzco.
Los
segmentos tienen cuatro verrugas negras á cada lado, que están provistas de
pelos largos y rígidos, y la parte dorsal tiene los pelos de un color rojizo ú
ócre, que forman una especie de cepillos, inclinados en la dirección de adelante
hacia atrás.
El
primer anillo torácico posee una línea dorsal amarillenta;
pero
sus
pelos son más oscuros que los de los demás segmentos, además carece él de los
cepillos rojos como el último anillo.
Los
anillos 2 y 3, así como los dos penúltimos, tienen dos cepillos y los otros
anillos, situados entre estos, los tienen en número de cuatro. El color rojizo
de los dos últimos cepillos tira al gris ó ceniciento. Los pelos rígidos de las
verrugas se extienden por una parte sobre el dorsale, dirijiéndose de atrás á
adelante y cubren completamente en el agua los cepillos rojizos; por otra parte
los forman pinceles ó manojos libres, como una especie de aletas. Estos pelos
son de un lustre gracioso, de color gris-moreno y tienen una longitud de 10-15
milímetros.
Observados
con el microscopio se nos muestran los pelos largos provistos de espinas, y los
cortos de los cepillos aparecen como plumeritos.
Los
estigmas son proporcionalmente pequeños y se hallan en un sitio bastante
profundo, es decir entre las dos verrugas superiores; los cubren en parte á
cierta altura, los pelos marginales cortos de estas últimas. El peritrema está
poco manifiesto y presenta el color de las partes
adyacentes.
La
longitud de la oruga, después de la cuarta muda de la piel, es de 7 á 9
centímetros. El ancho del primer segmento torácico es de 8 á 9 milímetros, y del
séptimo segmento 12-14 milímetros.
Manera
de vivir de la oruga
La
oruga es sociable y vive en agua.
Está
probado que el agua es especialmente su lugar de residencia ó paradero, por lo
siguiente:
Nunca
he encontrado ninguna afuera del agua, en las orillas ó barrancas de los arroyos
en que viven.
Jamás
mostraban tendencias de salir afuera del agua durante la educación, si no les
faltaba la planta de nutrición, ó si el agua no estaba súcia ó muy
fría.
Las
encerradas fuera del agua no comían nunca las plantas que les daba, tampoco en
estado húmedo, sino se paseaban inquietas por todas partes; pero vueltas al
agua, nadaban vivamente y luego empezaban á comer.
También
mudaron su piel en el agua, abrasándose en las partes sumergidas de las
plantas.
Como
alimento les sirven varias especies de plantas acuáticas; principalmente las de
Syenti y
Polamogeton.
La
respiración de estos animalitos se efectúa por medio de estigmas y tráqueas,
como en las orugas aéreas. Los estigmas no muestran casi diferencia alguna de
los de las orugas últimamente mencionadas. Son, sin embargo, más pequeñas y el
peritrema es ménos elevado y distinto.
La
oruga lleva el aire necesario para la respiración arriba del dorso, entre los
cepillos de pelos, de manera que el aire forma ahí burbujos pequeños,
interpuestos entre los pelos largos y grasosos, que se extienden sobre la parte
dorsal.
De
tiempo en tiempo viene la oruga á la superficie del agua para renovar el aire;
ella lleva en este acto su parte posterior afuera del agua, efectuando así el
cambio del aire.
Cuando
el agua está baja y las plantas cerca de su superficie, toma muchas veces la
oruga una posición que le permite renovar el aire continuamente. En este caso
está sentada arriba de la planta, la mayor parte del cuerpo se halla sumergido,
y la extremidad, los dos ó tres últimos anillos, con sus pelos abiertos, afuera
del agua, así que la circulación del aire se pasa sin
interrupción.
Pero
este modo de tomar el aire no es el más común. Por ejemplo, las orugas en
educación no lo usan siempre, aunque se les permitan las condiciones en que
viven; permanecen mucho en las partes más profundas de las
vasijas.
La
renovación del aire tiene lugar muy irregularmente. Algunas orugas aparecen muy
á menudo á la superficie del agua, otras cada dos ó tres horas, y otras quedan 6
á 8 horas en el fondo de la vasija.
Y
parece que se pueden suplir unos días en la cantidad de aire, que llevan en su
dorso, porque durante las lluvias no las he visto subir á la superficie del
agua, tampoco no vi ninguna cuando había crecido mucho el agua del Coralito. Lo mismo sucederá durante el
invierno, subirán tal vez solamente en días claros y calientes para renovar el
aire.
La
muda de la piel se pasa del modo ordinario; las orugas están adheridas á las
plantas durante la transformación. La piel vieja aparece después á la superficie
del agua. Este acto no parece tan delicado, como para las orugas
terrestres.
Las
orugas nadan con facilidad, haciendo movimientos anguiliformes y empezándolos
con la parte posterior. No se mantienen generalmente lejos de la superficie del
agua; la extremidad está siempre más elevada.
Cerca
de ellas se vé bien en los anillos las ampollitas aéreas, que se parecen á
perlas de plata.
Afuera
del agua, sin nutrición, vivía una oruga en el mes de Octubre tres días;
mientras que en el de Julio vivieron 8 días sin alimentos.
Buenos
Aires, 1° de Agosto de 1876.
Carlos
Berg
Nota:
Se respetó la escritura original, por razones de índole
documental.
Publicado en: Anales de la Sociedad
Científica Argentina, T. 1, Imp. P. Coni, Buenos Aires,
1876.
DONADO
POR PROYECTO AMEGHINO
[1] Annales
de la Société entomologique de France. París, 1873 p. 297, 302 et p. 303, 306,
av. planch.
[2] Por el estudio de una especie del mismo género, que eduqué yo en Buenos Aires, y de la cual hablaré en la próxima entrega de estos “Anales de la Sociedad Científica Argentina” debe colocarse el género Palustra en la familia de Arctiade, y no en la de Notodontina ó Bombycoidea donde lo ponen los señores Guenée y Bar.
[3] Mr.
Guenée. Note au sujet de la Palustra Laboulbeni. Annales de la Société
entomologique de France. 1873, p. 542-544. Séance du 27 Dec. 1873 et du 28 Jan.
1874.
Mr.
Th. Goossens, Communications sur chenilles aquatiques. Bulletin de la Société
entomologique de France. 1873, p. XII-XIII.
Mc.
Lachlan, Proceedings (Transactions ) of the Entomological Society of London,
1874 p.IV.