Eduardo Carranza
(Colombia 1913-1985)
A veces
cruza mi pecho dormido
una
alada magnolia gimiendo,
con su
aroma lascivo, una campana
tocando
a fuego, a besos,
una soga
llanera
que
enlaza una cintura
, una
roja invasión de hormigas blancas,
una
venada oteando el paraíso
jadeante,
alzado el cuello
hacia el
éxtasis,
una
falda de cámbulos
un barco
que da tumbos
por
ebrio mar de noche y de cabellos,
un
suspiro, un pañuelo que delira
bordado
con diez letras
y el
laurel de la sangre,
un
desbocado vendaval, un cielo
que ruge
como un tigre,
el puñal
de la estrella fugaz
que sólo
dos desde un balcón han visto,
un sorbo
delirante de vino besador
una
piedra de otro planeta silbando
como la
leña verde cuando arde,
un
penetrante río que busca locamente
su
desenlace o desembocadura
donde
nada la Bella Nadadora,
un
raudal de manzana y roja miel
el
arañazo de la ortiga más dulce
la
sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo
su delirio,
un
clarín victorioso levantado hacia el alba
la doble
alondra del color del maíz
volando
sobre un celeste infierno
y veo,
dormido, un precipicio subito
y volar
o morir...
A veces
cruza mi pecho dormido
una
persona o viento,
un
enjambre o relámpago,
un
súbito galope:
es el
amor que pasa en la grupa de un potro
y se
hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.
A
Alberto Warnier
A
alguien oí subir por la escalera.
Eran-altas-las
tres de la mañana.
Callaban
el rocío y la campana.
...Sólo
el tenue crujir de la madera.
No eran
mis hijos. Mi hija no era.
Ni el
son del tiempo en mi cabeza cana.
(Deliraba
de estrellas la ventana.)
Tampoco
el paso que mi sangre espera. . .
Sonó un
reloj en la desierta casa.
Alguien
dijo mi nombre y apellido.
Nombrado
me sentí por vez primera.
No es de
ángel o amigo lo que pasa
en esa
voz de acento conocido...
. . .A
alguien sentí subir por la escalera. . .
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