MICHEL FOUCAULT

 

 

EL SUJETO Y EL PODER

 

 

Por que estudiamos el poder: la cuestión del sujeto.

Las ideas que desearía discutir aquí no representan ni una teoría, ni una

metodología.

En primer término me gustaría decir cuál ha sido el propósito de mi trabajo

durante los últimos veinte años.

Mi propósito no ha sido analizar el fenómeno del poder, ni tampoco elaborar los

fundamentos de tal análisis, por el contrario mi objetivo ha sido elaborar una

historia de los diferentes modos por los cuales los seres humanos son

constituidos en sujetos. Mi trabajo ha lidiado con tres formas de objetivaciones

, las cuales transforman a los seres humanos en sujetos.

El primero, el modo de investigación que trata de darse a sí mismo el estatus de

ciencia, por ejemplo la objetivación del sujeto hablante en la Grammaire

Générale, la filología y la lingüística, o incluso en este primer modo de

objetivación del sujeto productivo, que trabaja, en el análisis de la riqueza y

la economía, o un tercer ejemplo, la objetivación del hecho puro de estar vivo

en historia natural o biología.

En la segunda parte de mi trabajo he estudiado los modos de objetivación a los

que yo llamaría "prácticas divisorias". El sujeto está dividido tanto en su

interior como dividido de los otros. Este proceso lo objetiva. Los ejemplos son,

el loco y el cuerdo; el enfermo y el sano, los criminales y los buenos chicos.

Finalmente, he pretendido estudiar, -es mi trabajo actual- los modos en que los

seres humanos se transforman a sí mismos en sujetos. Por ejemplo, he elegido el

dominio de la sexualidad: como los hombres han aprendido a reconocerse a sí

mismos como sujetos de la "sexualidad".

Por lo tanto no es el poder sino el sujeto, el tema general de mi investigación.

Es cierto que me he visto un tanto implicado en el tema del poder, y podría

inferirse fácilmente que en tanto el sujeto se encuentra en relaciones de

producción y significación, se encontraría igualmente en relaciones de poder,

las cuales son a su vez sumamente complejas.

Si bien, la teoría y la historia económica proveen de buenos instrumentos para

las relaciones de producción, -así como la lingüística y la semiótica ofrecen

buenos instrumentos para el estudio de las relaciones de significación- no

sucede lo mismo en el caso de las relaciones de poder. Tradicionalmente, se ha

recurrido a formas de pensar en el poder basadas en modelos legales, esto es:

¿qué legitima al poder? o se ha recurrido a formas de pensar el poder basadas en

modelos institucionales, esto es: ¿qué es el Estado?.

Por lo tanto considero que es necesario ampliar las dimensiones de la definición

de poder, si se quisiera usar esta definición para estudiar la objetivación del

sujeto.

¿Necesitamos entonces una teoría sobre el poder?. Desde el momento en que una

teoría presupone una objetivación dada no puede ser tomada como la base de un

trabajo análitico. Pero este trabajo analítico no puede proceder sin una

conceptualización permanente, la cual, implica un pensamiento crítico, una

revisión constante.

La primera cuestión a revisar es la que yo llamaría, las "necesidades

conceptuales", lo cual significa que la conceptualización no debería estar

fundada en una teoría del objeto, ya que el objeto conceptualizado no es el

único criterio para una buena conceptualización. Deberíamos tener en cuenta las

condiciones históricas que motivan nuestra conceptualización. Es necesaria una

conciencia histórica de nuestras circunstancias actuales.

La segunda cuestión a revisar es el tipo de realidad con la que tratamos.

Un escritor de un conocido diario francés expresaba su sorpresa diciendo: "¿por

qué la noción de poder es tema creciente para tanta gente hoy en día?. ¿Es un

tema tan importante?. ¿Es un tema tan independiente que puede ser discutido sin

tomar en consideración otros problemas?".

La sorpresa de este escritor me sorprendió aún más. Soy escéptico respecto a la

presunción de que la problemática del poder haya emergido recién en el siglo XX.

Para nosotros la problemática del poder, no sólo configura una cuestión teórica

sino que es parte de nuestras experiencias. Me gustaría referirme solamente a

dos "formas patológicas" de estas experiencia, aquellas dos enfermedades de

poder, el fascismo y el stalinismo. Una de las numerosas razones por las cuales

estas enfermedades nos resultan tan desconcertantes es, porque a pesar de su

"unicidad" histórica, no terminan de ser originales. Ellas usaron y extendieron

mecanismos ya presentes en muchas otras sociedades. Es más, a pesar de su propia

locura interna, se valieron de ideas y mecanismos de nuestra racionalidad

política.

Lo que necesitamos entonces, es una economía de las relaciones de poder, la

palabra economía usada en su sentido teorético y práctico. En otras palabras,

desde Kant, el rol de la filosofía es prevenir a la Razón de ir más allá de los

límites de lo que es dado en la experiencia, pero desde esta época, -es decir

con el desarrollo de los estados modernos y la organización política de la

sociedad- el rol de la filosofía también ha sido mantenerse atenta a los abusos

del poder de la racionalidad política, lo cual es una pretensión bastante alta.

Todo el mundo es consciente de hechos tan banales, pero el hecho de que sean

banales no significa que no existan. Lo que debemos hacer con los hechos banales

es descubrir qué problemas específicos y quizás originales están conectados con

ellos.

La relación entre racionalización y excesos de poder político es evidente. No

necesitamos remitirnos a la burocracia o a los campos de concentración para

reconocer tales relaciones; el problema entonces es: ¿qué hacer con un hecho tan

evidente?.

¿Debemos juzgar a la Razón?. Desde mi punto de vista, nada sería más estéril. En

primer lugar, porque este ámbito nada tiene que ver con la culpabilidad o la

inocencia. En segundo lugar, porque no tiene sentido referirse a la Razón como

entidad contraria a la no-Razón. Por último, porque tal juicio nos induciría a

engaño, a adoptar el papel arbitrario y aburrido tanto del racionalista como del

irracionalista.

¿Deberíamos investigar entonces, esta forma de racionalismo que parece

específico de nuestra cultura moderna, y que tuvo su origen en la Aufklärung?.

Esta fue la aproximación de algunos de los miembros de la Escuela de Frankfurt.

Sin embargo, mi propósito no consiste en entablar una discusión acerca de sus

trabajos, más allá de que sean de los más importantes e invalorables. En todo

caso, sugeriría otra manera de investigar la relación entre racionalización y

poder.

Sería conveniente no tomar como un todo la racionalización de la sociedad o de

la cultura, sino analizar tales procesos en diversos campos, cada uno en

referencia a una experiencia fundamental: locura, enfermedad, muerte, crimen,

sexualidad y así sucesivamente.

Creo que la palabra racionalización es peligrosa; lo que debemos hacer es

analizar racionalidades específicas, más que invocar constantemente al Progreso

y a la racionalización en general.

Más allá de que la Aufklärung (Ilustración) haya sido una etapa importante de

nuestra historia y del desarrollo de la tecnología política, creo que deberíamos

referirnos a una serie de procesos más alejados si deseamos entender cómo hemos

sido atrapados en nuestra propia historia.

Me gustaría sugerir otra vía para ir más lejos hacia un nueva economía de las

relaciones de poder, una vía más empírica, más directamente relacionada con

nuestra situación actual, la cual implica una mayor relación entre la teoría y

la práctica. Esta consiste en tomar como punto de partida, a las formas de

resistencia contra las diferentes formas de poder. Para usar otra metáfora,

consiste en usar la resistencia como un catalizador químico, de forma de traer a

luz las relaciones de poder, ubicar su posición, encontrar sus puntos de

aplicaciones y los métodos usados. Más que analizar el poder desde el punto de

vista de su racionalidad interna, consiste en analizar relaciones de poder a

través del antagonismo de estrategias.

Por ejemplo, para encontrar lo que nuestra sociedad entiende por sanidad, tal

vez deberíamos investigar lo que está aconteciendo en el campo de la insanidad.

Y lo que entendemos por legalidad en el campo de la ilegalidad.

Con el propósito de entender de que se tratan las relaciones de poder, tal vez

deberíamos investigar las formas de resistencia y los intentos hechos para

disociar estas relaciones.

Como punto de partida, tomemos una serie de oposiciones que se han desarrollado

en los últimos años: la oposición del poder del hombre sobre la mujer, la de los

padres sobre los niños, la de la psiquiatría sobre la enfermedad mental, la de

la medicina sobre la población, la de la administración sobre la forma de vivir

de la gente.

Sin embargo, no es suficiente con decir que estas son luchas antiautoritarias,

debemos tratar de definir más precisamente que tienen ellas en común.

1.- Son luchas "transversales"; esto es, no están limitadas a un país. Es

evidente que se desarrollan más fácilmente y más extensamente en determinados

países, pero no por esta razón, están confinadas a un forma política o económica

particular de gobierno.

2.- El objetivo de estas luchas son los efectos del poder en sí. Por ejemplo, la

profesión médica no es en primera instancia criticada por su provecho económico,

sino porque ejerce un poder no controlado sobre los cuerpos de la gente, su

salud, su vida y su muerte.

3.- Son luchas "inmediatas" por dos razones. En tales luchas la gente cuestiona

las instancias de poder que están más cercanas a ellas, aquellas que ejercen su

acción sobre los individuos. Estas luchas, no se refieren al "enemigo principal"

sino al enemigo inmediato, como tampoco esperan solucionar los problemas en un

futuro preciso (esto es liberaciones, revoluciones, fin de la lucha de clases).

En contraste con una escala teorética de explicaciones o un orden revolucionario

que polariza la historia, ellas son luchas anarquistas.

Pero estos no son los puntos más originales, en cambio los puntos siguientes

parecen ser los más específicos.

4.- Son luchas que cuestionan el status del individuo: por un lado, afirman el

derecho a ser diferentes y subrayan todo lo que hace a los individuos

verdaderamente individuos. Por otro lado, atacan lo que separa a los individuos

entre ellos, lo que rompe los lazos con otros, lo que rompe con la vida

comunitaria, y fuerza al individuo a volver a sí mismo y lo ata a su propia

identidad de forma constrictiva.

Estas luchas no están a favor o en contra del "individuo", pero si son luchas en

contra de "el gobierno de la individualización".

5.- Estas luchas, -en oposición a los efectos del poder, ligados al

conocimiento, a la competencia, la calificación- luchan contra los privilegios

del conocimiento. Pero son también una oposición contra el secreto, la

deformación y las representaciones mistificadas impuestas a la gente.

No hay nada "cientista" en esto, (esto es, una creencia dogmática en el valor

del conocimiento científico), pero tampoco es un rechazo escéptico, relativista

de cualquier verdad verificada. Lo que se cuestiona es el modo en que el

conocimiento circula y funciona, sus relaciones con el poder. En otras palabras,

el régime du savoir (régimen de saber).

6.- Finalmente todas estas luchas giran en torno a la pregunta: "¿Quiénes somos

nosotros?". Son un rechazo a las abstracciones de la violencia económica e

ideológica, que ignoran quienes somos individualmente como también son un

rechazo a la inquisición científica y administrativa que determina quien es uno.

Para concluir, el objetivo principal de estas luchas no es atacar tanto a tal o

cual institución de poder, grupo, elite, clase, sino más bien a una técnica, a

una forma de poder.

Esta forma de poder emerge en nuestra vida cotidiana, categoriza al individuo,

lo marca por su propia

individualidad, lo une a su propia identidad, le impone una ley de verdad que él

tiene que reconocer y al mismo tiempo otros deben reconocer en él. Es una forma

de poder que construye sujetos individuales. Hay dos significados de la palabra

sujeto; sujeto a otro por control y dependencia y sujeto como constreñido a su

propia identidad, a la conciencia y a su propio autoconocimiento. Ambos

significados sugieren una forma de poder que sojuzga y constituye al sujeto.

Generalmente puede decirse que hay tres tipos de luchas contra las formas de

dominación (étnicas, sociales y religiosas); contra formas de explotación que

separan a los individuos de aquello que ellos mismos producen; o contra aquello

que ata al individuo a sí mismo y los subsume a otros de esta forma (luchas

contra la sujeción, contra formas de subjetividad y sumisión).

Creo que en la historia, se pueden encontrar muchos ejemplos de estos tres tipos

de luchas sociales, tanto separadas unas de otras como mezcladas entre sí. Pero

incluso cuando aparecen mezcladas entre ellas, una prevalece. Por ejemplo, en

las sociedades feudales, las luchas contra las formas de dominación étnicas y

sociales fueron las prevalecientes, aún cuando la explotación económica pudo

haber sido muy importante entre las causas de las revueltas.

En el siglo XIX, la lucha contra la explotación pasa al frente.

Hoy en día, la lucha contra las formas de sujeción, -contra la sumisión de la

subjetividad- se está volviendo cada vez más importante, incluso cuando las

luchas contra las formas de dominación y explotación no han desaparecido, más

bien lo contrario.

Sospecho que esta no es la primera vez que nuestra sociedad ha sido confrontada

a este tipo de luchas. Todos aquellos movimientos que tuvieron lugar en los

siglos XV y XVI y que tuvieron en la Reforma su máxima expresión y resultado,

deberían ser analizados como una gran crisis de la experiencia occidental de la

subjetividad y una revuelta contra las formas de poder religioso y moral que

dieron forma, durante la Edad Media, a esta subjetividad.

La necesidad de tomar parte directa en la vida espiritual, en el trabajo de la

salvación, en la verdad que habita en el Libro -todo eso fue una lucha por una

nueva subjetividad.

Conozco las objeciones que se pueden hacer. Podemos decir que todos los tipos de

sujeción son fenómenos derivados, meras consecuencias de otros procesos

económicos y sociales: fuerzas de producción, luchas de clases y estructura

ideológica que determinan las formas de subjetividad.

Es cierto que los mecanismos de sujeción no pueden ser estudiados por fuera de

su relación con los mecanismos de dominación y explotación. Pero ellos no

constituyen lo "terminal" de muchos de los mecanismos fundamentales. Ellos

conforman relaciones complejas y circulares con otras formas.

La razón por la cual este tipo de lucha tiende a prevalecer en nuestra sociedad

es debido al hecho que desde el siglo XVI una nueva forma de poder político ha

sido desarrollado de forma continua. Esta nueva estructura política, como todo

el mundo sabe, es el Estado. La mayor parte del tiempo el Estado es percibido

como un tipo de poder político que ignora a los individuos, que mira sólo los

intereses de la totalidad, yo diría, de una clase o de un grupo de ciudadanos.

Eso es bastante cierto, pero me gustaría subrayar el hecho de que el poder

estatal (y esta es una de las razones de su fortaleza) es una forma de poder, al

mismo tiempo individualizante y totalizante. Creo que en la historia de las

sociedades humanas, -incluso en la antigua sociedad china- nunca ha habido una

combinación tan tramposa en la misma estructura política de las técnicas de

individualización y de los procedimientos de totalización.

Esto es debido al hecho de que el Estado occidental moderno, ha integrado en una

nueva forma política, una vieja técnica de poder, que tiene su origen en las

instituciones cristianas. Podemos llamar a esta técnica de poder, poder

pastoral.

En primera instancia, diré algunas palabras acerca del poder pastoral.

Se ha dicho que la cristiandad dio a luz un código de ética fundamentalmente

diferente al del Mundo Antiguo. Menos énfasis se ha otorgado al hecho de que

este código de ética propone y difunde nuevas relaciones de poder a través de

todo el mundo antiguo.

El cristianismo es la única religión que se ha organizado a sí mismo como

Iglesia, y como tal, postula en principio que ciertos individuos pueden, por su

cualidad religiosa, servir a los otros, no como príncipes, magistrados,

profetas, adivinadores, benefactores, educadores y demás, sino como pastores. De

cualquier manera esta palabra designa una forma especial de poder.

1) Es una forma de poder que tiene como último objetivo la salvación individual

en el otro mundo.

2) El poder pastoral no es meramente una forma de poder que guía, sino que debe

ser preparado para sacrificarse a sí mismo por la vida y la salvación de la

carne. Es más, este poder es diferente al poder real que demanda un sacrificio

de sus sujetos para salvar el trono.

3) Es una forma de poder que no atiende solamente a la comunidad en su

globalidad, sino a cada individuo en particular durante su vida entera.

4) Finalmente esta forma de poder no puede ser ejercida sin el conocimiento de

las mentes humanas, sin explorar sus almas, sin hacerles revelar sus más íntimos

secretos. Esto implica un conocimiento de la conciencia y la habilidad para

dirigirla.

Esta forma de poder está orientada a la salvación (como opuesta al poder

político). Esta es oblativa (opuesta al principio de "soberanía"), es

individualizante (opuesta al poder legal); es coextensiva y continua a la vida,

está ligada a la producción de verdad, la verdad del individuo en sí mismo.

Podría decirse que todo esto es parte de la historia; el poder pastoral, si no

ha desaparecido al menos ha perdido gran parte de su eficiencia.

Esto es verdad, pero creo que podríamos distinguir dos aspectos del poder

pastoral, el de la institucionalización eclesiástica, la cual ha desaparecido o

al menos ha perdido su propia vitalidad a partir del siglo XVIII y el de su

propia función, la cual se ha diseminado y multiplicado más allá de la

institución eclesiástica.

Un fenómeno importante tuvo lugar alrededor del siglo XVIII- este fue una nueva

distribución, una nueva organización de este tipo de poder individualizante.

No creo que podamos considerar al "Estado moderno" como una entidad desarrollada

por encima de los individuos, ignorando lo que son e incluso su propia

existencia, sino por el contrario; como una estructura muy sofisticada a la cual

los individuos pueden ser integrados bajo una condición: que esa individualidad

pude ser moldeada de otra forma y sometida a una serie de patrones muy

específicos.

De cierto modo, podemos ver al Estado como a una moderna matriz de

individualización, o una nueva forma de poder pastoral.

Diré algunas palabras sobre este nuevo poder pastoral.

1.- Podemos observar cambios en su objetivo. Dejó de ser una cuestión de guiar a

la gente para su salvación en el más allá, para pasar a ser una cuestión de

asegurar su salvación en este mundo. En este contexto entonces, la palabra

salvación toma significados diferentes: salud, bienestar (riqueza suficiente,

nivel de vida) seguridad y protección contra accidentes. Una serie de propósitos

terrenales tomaron el lugar de los propósitos religiosos propios del poder

pastoral tradicional, todavía más fácilmente porque este último, -por varias

razones- había seguido de forma accesoria un cierto número de estos objetivos.

Sólo tenemos que pensar en el rol que ha jugado la medicina y su función de

bienestar asegurada por largo tiempo por las iglesias católica y protestante.

2.- Al mismo tiempo los oficiales del poder pastoral se multiplicaban. Alguna

vez esta forma de poder fue ejercida por los aparatos del Estado, o por una

institución pública cualquiera, como la policía. (No debemos olvidar que en el

siglo XVIII la fuerza policial no fue inventada sólo para garantizar la ley y el

orden, para asistir a los gobiernos en su lucha contra los enemigos, sino en

todo caso para asegurar los recursos urbanos, la higiene, la salud y los niveles

considerados necesarios para la artesanía y el comercio). En cierto momento, el

poder fue ejercido por iniciativas privadas, sociedades de bienestar,

benefactoras y filántropas. Incluso antiguas instituciones, como la familia,

fueron movilizadas para llevar adelante funciones pastorales. También fue

ejercido por estructuras complejas tales como la medicina, que incluye

iniciativas privadas, tales como las ventas de servicios basadas en los

principios de una economía de mercado; como instituciones públicas, tales como

los hospitales.

3.- Finalmente, la multiplicación de los objetivos y agentes del poder pastoral

focalizaba el desarrollo del conocimiento humano alrededor de dos roles: uno,

globalizante y cualitativo, concerniente a la población; otro, analítico,

concerniente al individuo.

Esto implica el tipo de poder pastoral, que durante siglos, más de un milenio,

ha estado ligado a una institución religiosa definida, a menudo diseminada por

todo el cuerpo social y que encontró apoyo en una multiplicidad de

instituciones. En lugar del poder pastoral o el poder político, relativamente

ligados el uno al otro, relativamente rivales, había una "táctica"

individualizante que caracterizó a series de poder: aquellas de la familia, la

medicina, la psiquiatría, la educación y el trabajo.

A fines del siglo XVIII Kant escribía en un periódico alemán -el Berliner

Monatschrift- un texto breve. El título fue <<Was heisst Aufklärung?>>. Durante

mucho tiempo, incluso hoy, este texto es considerado un trabajo de relativa poca

importancia. Yo no puedo dejar de encontrar a este texto interesante y

desestructurante, porque en este trabajo por primera vez un filósofo propone

como tarea filosófica a investigar, no sólo al sistema metafísico o a los

pilares del conocimiento científico, sino a un evento histórico, un evento

reciente, incluso contemporáneo.

Cuando en 1784, Kant preguntaba <<Was heisst Aufklärung?>>, se estaba refiriendo

a: ¿Qué está ocurriendo en este preciso momento?, ¿Qué nos está sucediendo?

¿Cuál es el mundo, el período, este preciso momento en el que estamos viviendo?

O en otras palabras: ¿Qué somos? ¿como Aufklärer, como parte del Iluminismo

(Enlightment)?. Compararía esto con la pregunta cartesiana: ¿Quién soy?. ¿Yo,

como único pero universal y ahistórico sujeto?, Yo, para Descartes ¿es cada uno

de nosotros, en cualquier sitio y en cualquier momento?.

Pero Kant pregunta algo más: ¿Qué somos nosotros? en un momento muy preciso de

la historia. La pregunta kantiana aparece como un análisis en dos sentidos, del

nosotros y de nuestro presente.

Creo que este aspecto de la filosofía fue tomando cada vez más importancia.

Hegel, Nietzsche...

El otro aspecto de la "filosofía universal" no desapareció, pero la tarea de una

filosofía como análisis crítico de nuestro mundo es algo cada vez más

importante. Es probable, que el más certero problema filosófico sea el problema

del presente y lo que nosotros somos, en este preciso momento.

Es probable que hoy en día el objetivo más importante no sea descubrir qué somos

sino rehusarnos a lo que somos. Debemos imaginarnos y construir lo que podríamos

ser para librarnos de este tipo de doble vínculo político (double bind), que es

la simultánea individualización y totalización de las modernas estructuras de

poder.

La conclusión podría ser que el problema político, ético, social y filosófico de

nuestros días no es tratar de liberar al individuo del Estado y de las

instituciones del Estado sino liberarnos de ambas, del Estado y del tipo de

individualización que está ligada a éste. Debemos promover nuevas formas de

subjetividad a través del rechazo de este tipo de individualidad que nos ha sido

impuesta durante siglos.

¿Como es ejercido el poder?

Para algunos, preguntar sobre el "cómo" del poder nos limitaría a describir sus

efectos sin siquiera relacionar estos efectos tanto a sus causas como a su

naturaleza básica. Haría del poder una sustancia misteriosa sobre la cual ellos

deberían dudar en preguntar, seguramente porque preferirían no traerla a

consideración. Proceder de esta forma, la cual nunca está explícitamente

justificada, parece suponer la presencia de una forma de fatalismo. ¿Pero acaso

su descreimiento no está indicando la presuposición de que el poder es algo que

existe con tres cualidades distintivas: su origen, su naturaleza básica y sus

manifestaciones?.

Si un tiempo a esta parte he otorgado una cierta posición privilegiada a la

cuestión del "cómo" no es porque haya decidido eliminar las cuestiones referidas

al "que" y al "por qué". En todo caso pretendo presentar estas cuestiones de

forma diferente, mejor aún, saber si es legítimo imaginar un poder que unifique

en él, un qué, un por qué y un cómo. Para decirlo de forma sencilla, diría que

plantear el análisis del "cómo" es sugerir que este poder como tal no existe. Al

menos es preguntarse a uno mismo que contenido tiene en mente cuando usa ese

término abarcador y reificante, es sospechar que una configuración

extremadamente compleja de realidades se diluye cuando caemos reiteradamente en

una doble cuestión: ¿Qué es el poder? y ¿De dónde viene el poder?. Por otra

parte, la simple interrogante, ¿Qué sucede? aunque llana y empírica, una vez

planteada evita la acusación de ser una metafísica u ontología fraudulenta del

poder; por lo tanto es plantear el "Cómo", no en el sentido de "Cómo se

manifiesta, sino de por qué medios es ejercido?" y "¿Qué sucede cuando los

individuos ejercen (como ellos dicen) el poder sobre otros?".

En lo que concierne a este poder, en primera instancia es necesario distinguir

aquel que se ejerce sobre las cosas y da a su vez la habilidad de modificar,

usar, consumir y destruirlas -un poder que procede de aptitudes directamente

inherentes al cuerpo o "apoyadas" en instrumentos externos. Diría que aquí hay

una cuestión de "capacidad" . Por otro lado lo que caracteriza al poder que

estamos analizando es que este pone en juego las relaciones entre los individuos

(o entre grupos). Para no engañarnos a nosotros mismos, si hablamos de las

estructuras o los mecanismos del poder, es sólo en tanto suponemos que ciertas

personas ejercen el poder sobre otros. El término "poder" designa los

relacionamientos entre "compañeros" (y con esto no estoy pensando en juego de

suma-cero, sino simplemente y por el momento permaneciendo en términos

generales, en un entramado de acciones que inducen a otras acciones y que se

concatenan entre sí).

Es también necesario distinguir las relaciones de poder de los relacionamientos

comunicacionales que transmiten información por medio del lenguaje de un sistema

de signos o cualquier otro sistema simbólico. Sin duda, comunicar es siempre una

cierta forma de actuar sobre otra persona o personas. Pero la producción y

circulación de los elementos de significado pueden tener como objetivo o como su

consecuencia ciertos resultados en el "reino" terreno del poder, los últimos no

son simplemente un aspecto de los primeros. Más allá de que pasen o no a través

de sistemas de comunicación, las relaciones de poder tienen una naturaleza

específica. Las relaciones de poder, los relacionamientos de comunicación y las

capacidades objetivas no deberían ser confundidas. Esto no equivale a decir que

existen tres dominios separados: por un lado un campo de cosas, de técnicas

perfeccionadas, de trabajo y transformación de lo real; por otro lado uno de los

signos, de la comunicación, de la reciprocidad, de la producción del

significado; y finalmente un campo de la dominación, de los medios de sujeción,

de la desigualdad y la acción de los hombres sobre otros hombres . Es más bien

en todo caso, una cuestión de tres tipos de relacionamientos, los cuales de

hecho, siempre se superponen uno sobre otro, se mantienen recíprocamente y se

usan mutuamente como medios para un fin. La aplicación de capacidades objetivas

en sus formas más elementales, implica relacionamientos de comunicación (tanto

en forma de información previamente adquirida como de trabajo compartido), está

también unida a las relaciones de poder (tanto si consisten en tareas

obligatorias, de gestos impuestos por la tradición o el aprendizaje, como de

subdivisiones y de una distribución más o menos obligatoria del trabajo). Los

relacionamientos de comunicación implican actividades teleológicas (incluso en

la correcta puesta en funcionamiento de los elementos de significado) y por

efecto de la modificación del campo de la información entre "jugadores" producen

efectos de poder. Difícilmente puedan ser disociados de las actividades

teleológicas, las cuales también permiten el ejercicio de ese poder (tales como

técnicas de entrenamiento, procesos de dominación; aquellos medios por los

cuales se consigue obediencia) y que con el propósito de desarrollar su

potencial sugieren las relaciones de poder (la división del trabajo y la

jerarquía de tareas).

Es evidente que la coordinación entre estos tres tipos de relacionamientos no es

ni uniforme ni constante. En una sociedad dada no hay un tipo general de

equilibrio entre las actividades teleológicas, los sistemas de comunicación y

las relaciones de poder. En todo caso existen diversas formas, diversos lugares,

diversas circunstancias u ocasiones en las que estos relacionamientos se

establecen a sí mismos de acuerdo a un modelo específico. Pero también existen

espacios en los cuales el ajuste de las habilidades, los recursos de

comunicación y las relaciones de poder constituyen sistemas regulados y

concertados. Tomemos como ejemplo una institución educativa, la disposición de

su espacio, las regulaciones meticulosas que gobiernan su vida interna, las

diferentes actividades que se organizadan ahí, las diversas personas que viven o

se encuentran, cada una con su función, su carácter bien definido -todas esas

cosas constituyen un entramado de capacidad-comunicación-poder. La actividad que

garantiza el aprendizaje y la adquisición de actitudes o tipos de

comportamientos, es desarrollada allí por medio de series de comunicaciones

reguladas (lecciones, preguntas y respuestas, órdenes, exhortaciones, signos

codificados de obediencia, calificaciones diferenciales del "valor" de cada

persona y los niveles de conocimiento y por medio de series completas de

procesos de poder, encierro, vigilancia, recompensa y castigo, las jerarquías

piramidales).

Estos entramados que constituyen la puesta en marcha de las capacidades

técnicas, el juego de las comunicaciones y las relaciones de poder, que están

ajustados acorde a fórmulas establecidas, constituyen lo que uno podría llamar,

-ampliando un poco el sentido de la palabra- disciplinas. El análisis empírico

de como se han constituido históricamente ciertas disciplinas, presenta un

cierto interés, debido a que estas muestran, primero de acuerdo a sistemas

artificialmente claros y decantados, la forma en que los sistemas de finalidad

objetiva (o teleológicos), los sistemas de comunicación y de poder pueden ser

ensamblados. Estos sistemas también exhiben diferentes modos de articulación,

algunas veces dando preeminencia a las relaciones de poder y obediencia (como en

aquellas disciplinas de tipo monástico y penitencial), algunas otras, a las

actividades teleológicas (como en las disciplinas de los lugares de trabajo u

hospitales) y otras veces a los relacionamientos de comunicación (como en las

disciplinas de aprendizaje), algunas también a la saturación de los tres tipos

de relacionamientos (como puede ser en la disciplina militar, donde una plétora

de signos, indica rigurosas relaciones de poder, calculadas con vistas a

producir un cierto número de efectos técnicos).

Aquello que debe ser entendido por disciplinamiento de las sociedades europeas

desde el siglo XVIII, no es por supuesto que los individuos que forman parte de

ellas se hayan vuelto cada vez más obedientes, o que ellos comenzaran a juntarse

en barracas, escuelas o prisiones; sino que un incontrolado proceso de ajuste

crecientemente mejorado ha sido buscado -cada vez más racional y económico-

entre las actividades productivas, los recursos de comunicación y el papel de

las relaciones de poder.

Para aproximarnos al tema del poder a través de un análisis del "cómo", debemos

presentar algunas críticas en relación a la suposición de un poder fundamental.

Eso es darse a sí mismo como el objeto de análisis de las relaciones de poder y

no el poder en sí mismo -las relaciones de poder que son distintas de las

habilidades objetivas, así como de las relaciones de comunicación. Que es tanto

como decir que las relaciones de poder deben ser tomadas en la diversidad de su

secuencia lógica, sus habilidades y sus interrelaciones.

¿Cuál es la naturaleza específica del poder?

El ejercicio del poder no es simplemente el relacionamiento entre "jugadores"

individuales o colectivos, es un modo en que ciertas acciones modifican otras.

Lo que por supuesto significa, que algo llamado Poder, con o sin mayúsculas,

considerado que existe universalmente de forma concentrada o difusa, no existe.

El Poder existe solamente cuando es puesto en acción, incluso si él está

integrado a un campo disperso de posibilidades relacionadas a estructuras

permanentes. Esto también significa que el poder no es una función de

consentimiento. En sí mismo no es una renuncia a la libertad, una transferencia

de derechos, el poder de cada uno y de todos delegado a unos pocos (que no

preveen la posibilidad de que el consentimiento pueda ser una condición para la

existencia o mantenimiento del poder); el relacionamiento de poder puede ser el

resultado de un consentimiento más importante o permanente, pero no es por

naturaleza la manifestación de un consenso.

¿Quiere decir esto que uno debe indagar el carácter propio de las relaciones de

poder en la violencia que debe haber existido en su forma primitiva, su secreto

permanente y su último recurso, el cual en el análisis final aparece como su

naturaleza real, en cuanto es forzado a dejar a un lado su máscara y a mostrarse

a sí mismo tal cual es?. En efecto, lo que define una relación de poder es que

este es un modo de acción que no opera directa o inmediatamente sobre los otros.

En cambio el poder actúa sobre las acciones de los otros: una acción sobre otra

acción, en aquellas acciones existentes o en aquellas que pueden generarse en el

presente o en el futuro. Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo o

cosas, ella fuerza, doblega, destruye, o cierra la puerta a todas las

posibilidades. Su polo opuesto sólo puede ser la pasividad, y si ella se

encuentra con cualquier resistencia no tiene otra opción que tratar de

minimizarla. Por otro lado, una relación de poder sólo puede ser articulada en

base a dos elementos, cada uno de ellos indispensable si es realmente una

relación de poder: "el otro" (aquel sobre el cual es ejercido el poder)

ampliamente reconocido y mantenido hasta el final como la persona que actúa; y

un campo entero de respuestas, reacciones, resultados y posibles invenciones que

pueden abrirse, el cuál está enfrentando a una relación de poder.

Obviamente la puesta en escena de las relaciones de poder no excluye el uso de

la violencia como tampoco la obtención del consentimiento, no hay duda que el

ejercicio del poder no puede existir sin el uno u el otro, sino a menudo con la

presencia de ambos. Pero a pesar de que el consenso y la violencia son los

instrumentos o los resultados, ellos no constituyen el principio o la naturaleza

básica del poder. El ejercicio del poder puede producir tanta aceptación al

punto de ser deseado: puede acumular muerte y cubrirse a sí mismo detrás de

cualquier amenaza imaginable. En sí mismo el ejercicio del poder no es

violencia, tampoco es consentimiento, que implícitamente es renovable. Es una

estructura total de acciones traídas para alimentar posibles acciones; el

incita, induce, seduce, hace más fácil o más difícil, en el extremo, el

constriñe o prohibe absolutamente; es a pesar de todo siempre, una forma de

actuar sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de sus actuaciones o de su

capacidad de actuación. Un conjunto de acciones sobre otras acciones.

Seguramente la naturaleza equívoca del término conducta es una de las mejores

ayudas para arribar a términos especifícos de las relaciones de poder.

"Conducir" es al mismo tiempo "liderar" a otros (acorde a los mecanismos de

coerción, los cuales son -en diferentes grados- estrictos) y un modo de

comportarse con un campo más o menos abierto de posibilidades . El ejercicio del

poder consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en orden sus efectos

posibles. Básicamente el poder es más una cuestión de gobierno que una

confrontación entre dos adversarios o la unión de uno a otro.

La palabra "Gobierno" debería considerarse en su más amplio significado, el que

tuvo en el siglo XVI, la cuál no hacía referencia sólo a las estructuras

políticas o a la dirección de los estados, sino que designaba la forma en que la

conducta de los individuos o de los grupos debería ser dirigida: el gobierno de

los niños, de las almas, de las comunidades, familias, de la enfermedad.

"Gobernar" no sólo cubre las formas legítimamente constituidas de sujeción

política o económica, sino también modalidades de acción más o menos

consideradas y calculadas, orientadas a actuar sobre las posibilidades de acción

de los otros. Gobernar, en este sentido, es estructurar el posible campo de

acción de los otros. El efecto de relacionamiento propio del poder no se

encontraría en todo caso en el campo de la violencia o de la lucha, tampoco en

el campo de la unión voluntaria (todas las cuales son, en el mejor de los casos,

instrumentos del poder) sino en el área de modos de acción singulares que son el

gobierno; modos de acción que no son necesariamente ni jurídicos ni de guerra.

Cuando se define el ejercicio del poder como un modo de acción sobre las

acciones de los otros, cuando se caracteriza esas acciones como el gobierno de

los hombres por otros hombres, -en el sentido más amplio del término- se incluye

un elemento muy importante: la libertad. El poder sólo se ejerce sobre sujetos

libres, y sólo en tanto ellos sean libres. Por esto entendemos sujetos

individuales o colectivos que están enfrentados a un campo de posibilidades en

el cual diversas formas de comportarse, diversas reacciones y comportamientos

pueden ser realizados. Cuando los factores determinantes saturan la totalidad,

no hay relacionamientos de poder, la esclavitud no es una relación de poder en

tanto los hombres están encadenados. (En este caso se trata de una cuestión de

relaciones de constreñimiento físico). Consecuentemente no existe la

confrontación cara a cara entre el poder y la libertad, los cuales se excluyen

mutuamente (la libertad desaparece en todo lugar donde es ejercido el poder),

sino un juego mucho más complicado. En este juego la libertad bien puede

aparecer como la condición para ejercer el poder (al mismo tiempo que es su

precondición, ya que la libertad debe existir para que el poder pueda ser

ejercido, y a la vez ser su apoyo permanente, ya que sin la posibilidad de

resistencia, el poder podría ser equivalente a la imposición física).

No puede entonces separarse el relacionamiento entre el poder y el rechazo de la

libertad a someterse. El problema crucial del poder no es aquel de la

servidumbre voluntaria. (¿Cómo podríamos desear ser esclavos?). En el corazón

mismo de las relaciones de poder y constantemente provocándolas, están la

resistencia de la voluntad y la intransigencia de la libertad. En vez de hablar

de una libertad esencial, sería mejor hablar de un "agonismo" , de una relación

que es al mismo tiempo recíprocamente incitación y lucha, es una provocación

permanente, en vez de una confrontación cara a cara que paraliza a ambas partes.

¿Como se pueden analizar las relaciones de poder?

Se puede analizar tales relaciones de poder e incluso diría que es perfectamente

legítimo hacerlo, focalizando cuidadosamente determinadas instituciones. Estas

últimas constituyen un punto de observación privilegiado, diversificado,

concentrado, puesto en orden y llevado al punto más alto de su eficacia. Es aquí

que, -como una primera aproximación- uno puede esperar ver la apariencia de sus

formas y la lógica de sus mecanismos elementales. De todas maneras, el análisis

de las relaciones de poder circunscriptas a ciertas instituciones, presenta un

cierto número de problemas. En primer lugar, el hecho de que una parte

importante de los mecanismos puestos en funcionamiento por una institución sean

designados para preservar su propia conservación, traen consigo el riesgo de

funciones descifrantes que son esencialmente reproductivas, especialmente en

relaciones de poder entre instituciones. Segundo, en el análisis de las

relaciones de poder desde el punto de vista de las instituciones le permite a

uno abrir la explicación y el origen del primero en el último, lo que es decir,

explicar el poder por el poder. Finalmente, en tanto las instituciones actúan

esencialmente trayendo a la acción dos elementos: regulaciones explícitas o

tácitas y un aparato institucional, se corre el riesgo de dar a uno u otro un

privilegio exagerado en las relaciones de poder y por lo tanto ver en el último

sólo modulaciones de la ley y la coerción.

Esto no niega la importancia de las instituciones en la constitución de las

relaciones de poder. Por el contrario, yo sugeriría que se debe analizar las

instituciones a partir de las relaciones de poder y no a la inversa y por tanto

el punto fundamental de anclaje de las relaciones -incluso si ellas están

corporizadas y cristalizadas en una institución-, debe ser encontrado fuera de

una institución.

Volvamos a la definición del ejercicio del poder como el modo en que ciertas

acciones pueden estructurar el campo de otras acciones posibles. Lo que sería

propio de una relación de poder es que esta es ser un modo de acción sobre otras

acciones. Esto es decir, que las relaciones de poder están profundamente

enraizadas en el nexo social, no reconstituido "sobre" la sociedad como una

estructura suplementaria de la que podamos imaginar su desaparición radical. En

todo caso, vivir en sociedad es vivir de tal modo que la acción sobre las

acciones de los otros sea posible -y de hecho así sucede. Una sociedad sin

relaciones de poder sólo puede ser una abstracción. Por lo cual cada vez es más

políticamente necesario el análisis de las relaciones de poder en una sociedad

dada, sus formaciones históricas, sus fuentes de fortaleza o fragilidad, las

condiciones necesarias para transformar algunas o abolir otras. Decir que no

puede existir una sociedad sin relaciones de poder, no es decir que aquellas que

están establecidas son necesarias o en todo caso, que el poder constituye una

fatalidad en el corazón de las sociedades, tal que este no pueda ser minado. En

cambio, yo diría que el análisis, elaboración y puesta en cuestión de las

relaciones de poder y el agonismo entre las relaciones de poder y la

intransitividad de la libertad es un tarea política permanente inherente a toda

existencia social.

Concretamente el análisis de las relaciones de poder exige establecer un cierto

número de puntos:

1.- El sistema de las diferenciaciones, que permite actuar sobre las acciones de

los otros: diferenciaciones determinadas por la ley o por las tradiciones de

status y privilegio, diferencias económicas en la apropiación de riquezas y

mercancías, diferencias en los procesos de producción, diferencias culturales y

lingüísticas, diferencias en el saber hacer (know how) y la competencia y así

sucesivamente. Cada relacionamiento de poder pone en funcionamiento

diferenciaciones que son al mismo tiempo sus condiciones y sus resultados.

2.- Los tipos de objetivos impulsados por aquellos que actúan sobre las acciones

de los demás: el mantenimiento de los privilegios, la acumulación de beneficios,

l puesta en funcionamiento de la autoridad estatutaria, el ejercicio de una

función o de un comercio.

3.- Los medios de hacer existir las relaciones de poder: acorde a como sea

ejercido el poder, por la amenaza de las armas, por los efectos de la palabra,

por medio de las disparidades económicas, por medios más o menos complejos de

control, por sistemas de vigilancia, -con o sin archivos- de acuerdo a reglas

explícitas o no, fijas o modificables, con o sin los medios tecnológicos para

poner todas estas cosas en acción.

4.- Formas de institucionalización: estas pueden combinar predisposiciones

tradicionales, estructuras legales, fenómenos relacionados a la costumbre o a la

moda (tales como los que se ve en instituciones como la familia), ellas también

pueden tomar la forma de un aparato cerrado en sí mismo, con su loci específico,

sus propias estructuras jerárquicas cuidadosamente definidas, una autonomía

relativa en su funcionamiento )tales como las instituciones de enseñanza o

militares), también pueden formar complejos sistemas provistos de múltiples

aparatos, como en el caso del Estado, cuya función es poner todo bajo su égida,

la existencia de una vigilancia general, el principio de regulación y en cierta

medida también la distribución de todas las relaciones de poder en un entramado

social dado.

5.- Los grados de racionalización: la puesta en juego de las relaciones de poder

como acciones en un campo de posibilidades puede ser más o menos elaborada en

relación a la efectividad de los instrumentos y la certeza de los resultados

(mayores o menores refinamientos tecnológicos empleados en el ejercicio del

poder) o incluso en proporción al posible costo (sea este el costo económico de

los medios puestos en funcionamiento, o el costo en términos de la reacción

constituida por la resistencia que se encuentra). El ejercicio del poder no es

un hecho desnudo, un derecho institucional o una estructura que se mantiene o se

destruye: es elaborado, transformado, organizado, se asume con procesos que

están más o menos ajustados a una situación.

Se ve por qué el análisis de las relaciones de poder dentro de una sociedad no

puede ser reducido al estudio de una serie de instituciones, ni siquiera al

estudio de aquellas instituciones que podrían merecer el nombre de "políticas".

Las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de las redes sociales.

Sin embargo, esto no es decir que existe un principio de poder primario y

fundamental que domina a la sociedad hasta en su último detalle; tomando como

punto de partida la posibilidad de la acción sobre la acción de los otros (la

cual es coextensiva a cada relacionamiento social) uno puede definir distintas

formas de poder, múltiples formas de disparidad individual, de objetivos, de la

aplicación de poder dada sobre nosotros mismos u otros, de institucionalización

parcial o universal, o de una organización más o menos deliberada. Las formas y

las situaciones específicas de gobierno de los hombres por otros en una sociedad

dada, son múltiples: ellas están superimpuestas, se cruzan, imponen sus propios

límites, algunas veces se cancelan entre ellas, otras veces se refuerzan entre

sí. Es cierto, que en las sociedades contemporáneas, el Estado no es simplemente

una de las formas o situación específica del ejercicio del poder -incluso aunque

este es una de las formas más importantes- , en un cierto sentido todas las

demás formas de relaciones de poder deben referirse a él. Esto no es porque las

demás deriven de él, sino porque las demás relaciones de poder han quedado cada

vez más, bajo su control (a pesar de que el control estatal no ha tomado la

misma forma en los sistemas pedagógico, judicial, económico o familiar).

Refiriéndonos aquí al sentido restrictivo de la palabra gobierno, uno podría

decir que las relaciones de poder han sido progresivamente gubernamentalizadas,

es decir, elaboradas, racionalizadas, y centralizadas en la forma de -o bajo los

auspicios de- instituciones del Estado.

Relaciones de poder y relaciones de estrategia

La palabra estrategia se usa corrientemente en tres formas. Primero, para

designar los medios empleados en la consecucion de un cierto fin, es por lo

tanto una cuestión de racionalidad orientada a un objetivo. Segundo, para

designar la manera en la cual una persona actúa en un cierto juego de acuerdo a

lo que ella piensa quse sería la acción de los demás y lo que considera que los

demás piensan que sería su acción, esta es la forma en que uno busca tener

ventajas sobre los otros. Tercero, para designar los procedimientos usados en

una situación de confrontación con el fin de privar al oponente de sus medios de

lucha y obligarlo a abandonar el combate; es una cuestión entonces de los medios

destinados a obtener una victoria. Estos tres significados van juntos en

situaciones de confrontación -guerra o juego- donde el objetivo es actuar sobre

el adversario de tal forma de volver la batalla imposible para el otro. Por

tanto, la estrategia se define por la elección de soluciones ganadoras. Pero

debe tenerse en cuenta de que es un tipo de situación muy especial y que hay

otras situaciones en las cuales es preciso mantener las distinciones entre los

diferentes sentidos de la palabra estrategia.

Referido al primer sentido, he indicado que uno puede llamar estrategia de poder

a la totalidad de los medios puestos en funcionamiento para implementar o

mantener el poder de forma efectiva. Se puede también hablar de estrategias

propias de poder en tanto constituyen modelos de acción sobre posibles acciones,

las acciones de los otros. Se podría entonces, interpretar los mecanismos usados

en las relaciones de poder en términos de estrategias. Pero obviamente, es más

importante la conjunción entre las relaciones de poder y las estrategias de

confrontación. Por lo que, si es verdad que en el corazón de las relaciones de

poder y como una condición permanente de su existencia hay una insubordinación y

una cierta obstinación esencial de parte de los principios de la libertad, no

hay entonces relación de poder sin los medios de escapatoria o fuga posibles.

Cada relación de poder, implica en última instancia, en potencia, una estrategia

de lucha, en las cuales las fuerzas no están superimpuestas, no pierden su

naturaleza específica, no se vuelven confusas. Cada una constituye para la otra

un tipo de límite permanente, un punto de posible revés. Una relación de

confrontación alcanza su término, su momento final (y la victoria de uno de los

dos adversarios) cuando mecanismos estables reemplazan el libre juego de

reacciones antagónicas.

A través de tales mecanismos uno puede dirigir, de forma justa y constante y con

una certeza razonable, la conducta de los otros. Para una relación de

confrontación, desde el momento de que no es una lucha a muerte, la fijación de

una relación de poder se vuelve un objetivo, al mismo tiempo que su cumplimiento

y su suspensión. Como contrapartida, la estrategia de lucha, también constituye

una frontera para las relaciones de poder, la línea en la cual, en vez de

manipular e inducir acciones de forma calculada, se debe estar satisfecho con la

reacción a ellas luego de un evento. No sería posible para las relaciones de

poder existir sin las puntos de insubordinación, que por definición, son medios

de escapatoria. Cada intensificación, cada extensión de las relaciones de poder

para hacer someter al insubordinado puede sólo resultar en los límites del

poder. El alcanza su término final tanto en el tipo de acción que reduce al otro

a la impotencia total (en este caso la victoria sobre el adversario reemplaza al

ejercicio del poder) como en la confrontación con aquellos que no gobierna y su

transformación en adversarios. Esto equivale a decir que cada estrategia de

confrontación sueña con transformarse en una relación de poder y que cada

relación de poder se vuelca hacia la idea de que, si sigue su propia línea de

desarrollo y encuentra la confrontación directa, puede transformarse en una

estrategia ganadora.

En efecto, entre una relación de poder y una estrategia de lucha hay una

atracción recíproca, una unión perpetua y un perpetuo revés. En cada momento una

relación de poder puede transformarse en una confrontación entre adversarios.

Igualmente, la relación entre adversarios en una sociedad puede, en cada

momento, dar lugar a la puesta en funcionamiento de mecanismos de poder. La

consecuencia de esta inestabilidad es la capacidad de descifrar los mismos

eventos y las mismas transformaciones tanto desde el interior de la historia de

las luchas o desde el punto de partida de las relaciones de poder. Las

interpretaciones que resultan no consistirán de los mismos elementos de

significado, o de las mismas uniones o de los mismos tipos de inteligibilidad a

pesar de que se refieran a las misma fábrica histórica y cada uno de los

análisis debe referirse al otro. De hecho, son precisamente, las disparidades

entre las dos lecturas las que hacen visibles a aquellos fenómenos fundamentales

de "dominación" que están presentes en un gran número de sociedades.

La dominación es de hecho una estructura general de poder de la cual sus

ramificaciones y consecuencias pueden, a veces, aparecer descendiendo a las más

"incalcitrantes" fibras de la sociedad. Pero al mismo tiempo, es una situación

estratégica más o menos apropiada de hecho y consolidada por medios de una

confrontación a largo plazo entre adversarios. Ciertamente puede ocurrir que el

hecho de la dominación pueda ser sólo la transcripción de mecanismos de poder

resultantes de la confrontación y sus consecuencias (una estructura política

resultante de la invasión), puede ser también que una relación de lucha entre

dos adversarios sea el resultados de relaciones de poder con los conflictos y

clivajes que implica. Pero lo que constituye a la dominación de un grupo, una

casta, o una clase, junto a la resistencia y revueltas que esta dominación

encuentra, un fenómeno central de la historia de las sociedades, es que el

entrecruzamiento entre las relaciones de poder con relaciones de estrategias y

los resultados procedentes de su interacción se manifiestan en una forma masiva

y universalizada.

 

 

Nota de los traductores

Al momento de su muerte Michel Foucault era uno de los pensadores más relevantes

de Francia; ocupaba la cátedra de "Historia de los sistemas de pensamientos" en

una de las más prestigiosas instituciones intelectuales de ese país el "Collège

de France". En Le dictionnaire des philosophes , publicado el mismo año de su

muerte, se encuentra una caracterización de él por parte de Maurice Florence

(pseudónimo de Foucault): "Sin duda todavía es demasiado pronto para apreciar la

ruptura introducida por M.F., profesor en el Collège de France (cátedra de

historia de los sistemas de pensamiento) desde 1970, en un paisaje filosófico

dominado hasta entonces por Sartre, y lo que éste designaba como la filosofía

insuperable de nuestro tiempo: el marxismo. De entrada, desde Histoire de la

Folie (1961), M.F. está en otra parte. Ya no se trata de fundar la filosofía

sobre un nuevo cógito, ni de desarrollar los sistemas de las cosas ocultas hasta

entonces a los ojos del mundo, sino más bien interrogar este gesto enigmático,

quizá característico de las sociedades occidentales, por medio del cual se ven

constituidos unos discursos verdaderos (y, por tanto, también la filosofía) con

el poder que se les conoce".

Michel Foucault como bien decía Deleuze era un pensador sísmico, que

incesantemente está quebrando los planos de su discurso introduciendo nuevas

líneas que reconfiguran su trabajo. No está demás decir que el mismo era

consciente de tales prácticas y ya en la magistral conclusión de la Arqueología

del saber se defendía a la pregunta "¿desde donde habla usted?".

Foucault, en uno de sus últimos escritos, retomando la pregunta de Kant ¿qué

somos nosotros?, en este preciso momento, abre a la Ilustración, a una ontología

de la actualidad. Y la actualidad es lo que devenimos acotará Deleuze, esas

diferencias que se marcan en el ahora abriéndonos a un futuro. Es en esas

diferencias (diferendos), donde debe ubicarse un pensamiento que pretenda

incidir en lo que somos-devenimos, y es ahí donde Foucault trata de situarse esa

pura distancia que se encuentra entre las fuerzas que luchan y que constituyen

las coyunturas que atraviesan el cuerpo social.

El presente trabajo de Foucault que ha sido traducido del inglés, constituía el

epílogo a la segunda edición del libro de Hubert L. Dreyfus y Paul Rabinow:

Michel Foucault: beyond structuralism and hermeneutics (Michel Foucault: más

allá del estructuralismo y la hermeneútica) públicado por la Chicago University

Press, 1983. Todo lector más o menos familiarizado con Foucault, encontrará en

este artículo una serie de precisiones y reformulaciones extremadamente

interesantes, que replantean nuevamente su trabajo, abriendo nuevos horizontes.

Last but not least (por último pero no menos importante), como en todos estas

ocasiones se nos viene a la mente aquél juego de palabras "traductor, traidor".

Si leer es comprender y comprender es traducir, diríamos que en este acto de

lectura que conforma una traducción es donde se hacen más salientes los riesgos

que el acto de leer implica. Pero por otra parte también nos lleva a replantear

la aceptación acrítica de las traducciones, siempre y cuando se esté armado para

tales menesteres.

(Traducción de Santiago Carassale y Angélica Vitale)

 

 

 

DONADO POR LOGOS