La semilla del Cardo simbolizando la siembra de cultura

Bibliotecas Rurales Argentinas

 

 

Mujeres y escritores más un crimen

Eva Feld

ÍNDICE

CARDÓN 1
LA CARICIA 5
LEA 9
YO 17
RUE TOLBIAC 22
GALATEA 27
MELODRAMA 36
KARINA 48
SARA 56
CARMÍN 62
CANON 69
EPISTOLARIO FICTICIO CON UN ESCRITOR REAL 75
EPISTOLARIO REAL CON UN ESCRITOR FABULOSO 88
KUKLINSKY 102

CARDÓN

Falo lanza-púas
auscúltate presagioso exprimiéndote datos
¡Huye! filamento subterráneo.

Por más que Reijo Mallat, finlandés, experto en maderas para la construcción (con más de quince años de experiencia en el ramo), se empeñe en hacer la ficha técnica sobre el cardón y sobre sus antecedentes en la fabricación de viviendas de bahareque, cada Mallat insiste en caminar descalzo, dice que sólo así se siente en armonía con la tierra, pero por supuesto termina clavándose espinas en los pies rosado-sucios y ensangrentados. Avergonzado pero altivo, le ruega al equipo que siga sin él. Se queda sentad Estas espinas antropófagas se le van metiendo a uno en la piel como si estuviesen vivas. Se siembran en el plasma como balas sin orificio de salida. En vano intenta Mallat atraparlas y desaguijonearse, está cada vez más crucificado. Instintivamente se aba Escaldado, ampollado y enajenado yace Mallat en Lara. Incongruente criatura desimantada del Norte.

Yérguete desértico anaranjado
oasis trasvestido
flor macho cabrío.

Más allá de la suspensión total, el finlandés se deja arrullar ahora por el mayoral de los renos, que canturrea en lapón. Súbitamente se borra toda imagen, la música omnipresente acapara el espacio interno porque suena La Tempestad de Jan Sibelius y con e

Lame savia xerófita
Destírpate al fondo
y aclara.

Mallat se despierta sobresaltado en su lecho de batista floreada. Casi gime de desencanto al comprobar la cotidiana armonía urdida a su favor por la esposa: agua clara y cristalina en la mesa de noche, cortinas finamente dispuestas en concordancia con el Mallat añora la fiebre del desierto y para desquitarse revisa minuciosamente su agenda. Mañana ha de salir hacia Moscú para firmar el contrato maderero más importante del año. Cuánto prefería aquellos otros viajes con destinos más remotos, tropezarse con Moscú no lo entusiasma para nada, hace semanas que sueña con ultramares, con más alláes. América del Sur, Venezuela con lengua fina.

Gas letal de Cují herido
espabílalo
y ahuma la sangría del sacrificio.

Auxiliado, socorrido, amparado, tras el aparatoso rescate en la playa, Mallat retuerce el bostezo para prolongarlo, luego recita así:

Yo es Nosotros Pérez
Tu Meléndez Vosotros Alvarez
Ella López Ellos ¿Quiénes?

Hace rato que la socióloga va siendo concubina. Antes de salir a rescatar otra quimera se asegura de dejar agua fresca en la mesa, el chinchorro bien templado y en la nevera, suficiente chivo para tarcarí.
LA CARICIA

Clara reconoce para sí su inefable necesidad de muletas oculares. Intuye que su predilección por la compañía de arquitectos obedece a su incapacidad de ver. No se trata de defecto físico alguno; su ceguera poco tiene ver con el breve astigmatismo congénit Fue leyendo los artículos del arquitecto Federico Vegas, en el periódico El Nacional, como Clara logró visualizar conceptos cotidianos de urbanismo, los contornos y las siluetas de su Caracas natal y la diferencia en el tramado de redes y mallas. También Se preguntó alguna vez el porqué no reposó nunca su cojera visual en otros bastones, en pintores, escultores o naturalistas. Luego se respondía que "la obra y la estética de los arquitectos se yergue sobre la faz de la tierra" y además que sus amigos eran Sus virtudes se propagaron con vigor. No tardaron tampoco los arquitectos en perseguir en Clara un alivio para la revelación de sus sentimientos. Alguno llegó a decirle en un arranque de agradecimiento que los planos yacían inertes en su mesa de dibujo y Sin dejar de ver ni de escuchar lo ajeno, es decir de acariciar a los demás, Clara prosiguió la búsqueda de su sentido super dotado esta vez en el olfato. Frecuentó viveros, la estremecieron los sudores de los jardineros y los aromas de los claveles. Cami

Entonces ocurrió el susurro. Un hombre inesperado le impuso en la oreja una frase de deseo, una eyaculación verbal, que erizó la piel de Clara hasta el umbral del dolor. El hombre inesperado inmovilizó las caricias de Clara asiendo con fuerza sus manos, c Clara ignoraba por completo que el hombre inesperado fuese quiropráctico y conductista en artes amatorias con postgrado obtenido por meritocracia. Sabía pues, el hombre inesperado, insuflar, infatuar, loar, alabar; su lengua conocía además de las palabras LEA

Lea invitaba a sus amigos con frecuencia con el sentido antropológico del festín. Preparaba el menú con varios días de anticipación para tener tiempo durante la semana de comprar los ingredientes apropiados y adelantar por las noches algunos detalles. Por Cuando llegó la hora del viernes, Lea se sentó en la sala con una copa de vino blanco y se entretuvo imaginando el orden de llegada de los comensales. Hubiera deseado que llegaran lo más simultáneamente posible. Había invitado a seis personas, con ella se "Hod es la esfera del intelecto y Netzach es la de la emoción - estaba leyendo ahora en un librito de Iniciación, para acortar la espera - Hod gobierna la magia ceremonial y ritual, mientras que Netzach está relacionado con los sentidos y las pasiones, el Lea carecía de manías que aliviasen la demora de sus amigos, no fumaba, no bebía suficiente para aturdirse y odiaba la televisión, de manera que se impacientaba. Guardó el libro en la estantería respectiva y siguió pensando en los números. La próxima vez Para distraerse, Lea optó por escuchar el Sheherazade de Rimsi- Korsakov y como se hallaba frente a la estantería de los libros no pudo evitar echar mano a su enciclopedia para conocer un poco más acerca del ruso. Apenas contuvo la risa cuando en vez de e Sheherazade evocó, mediante andantes musicales, a los incumplidos invitados quienes fueron acudiendo a la memoria de Lea por pares: Aby y Sara, psiquiatra él, psicóloga ella, ambos activos en el ejercicio de su profesión. El argentino, ella venezolana, am En eso sonó la campana salvadora, llegaban todos juntos los cuatro invitados que faltaban: un periodista, un abogado, un profesor y su esposa.
No bien concluyeron los ritos sociales: saludos, disculpas, preparación de variados tragos, que un silencio breve pero sospechoso se cernió sobre el grupo. La señora del catedrático ensayó resabios protocolares introduciendo temas de conversación aparente No todos los comensales supieron si el cambio de humor paulatino que se estaba generando era el efecto de la excelente comida, es decir de lo que sucedía encima de la mesa, o más bien por lo que ocurría por debajo.
Era una mesa vienesa, redonda claro, coronada con una lámpara Tiffany, que más que alumbrar iluminaba. De modo que el rubor de Sara pasó tan desapercibido como el pudor de la señora del catedrático y nadie echó de menos, durante la cena, las manos del per La voz cantante la llevó Aby - ¿ para qué aclararlo?- y el catedrático hizo una que otra acotación puntual. Pero a pesar de la distensión y del esmerado postre, faltaba algo. Lea pensó entonces en Kórsakov, el de la enciclopedia, y recordó que el síndrome Los humos etílicos nublaron los prejuicios. Crónicas periodísticas aderezaron los comentarios tribunalicios del abogado litigante. El profesor se distanció de las categorías y declamó un poema de su propia inspiración. Sara suspiró. Aby cantó milongas. En tus brazos pensar evitaría,
pero se opone el día.
Aquel último que en tus brazos moría,
ocurrió el secuestro de los rehenes en la Embajada de Japón en Lima (Diciembre 1996), cuando catorce guerrilleros fuertemente armados entraron en la residencia del Embajador japonés en Perú y lograron capturar a unas quinientas personas que asistían a una Quería Lea - y se lo dijo a sus amigos- que continuaran su cuento, como si se tratase de un juego literario, de un cadáver exquisito narrativo. Aquello cayó como dinamita sobre los invitados varones, quienes, cual niños, se abalanzaron por el primer lugar Aby quería valerse del ardid novelesco para sobreponerse a su cobardía: Cierto que Lea había estado en su consultorio y había llorado en sus brazos y él la había referido a otro psiquiatra, por simple inhibición profesional, pero jamás había imaginado tan Carlos, el periodista, quería atrapar la historia de Lea para convertirla en una crónica policial con sospechosos, detectives, cómplices y detractores, con el objeto unívoco de distraer la atención y que no trascendieran sospechas acerca de su relación co El abogado luchaba por conducir la historia hacia un litigio sucesoral, donde la occisa, muerta de amor, le hubiera legado sus pertenencias a sus amantes. Era su manera se zafarse del drama, porque él, Christian, sostuvo durante casi un año un affaire tot El turno por la palabra se luchaba a grito limpio, cuando de pronto se escucharon golpes en la puerta. No esperaban a nadie, ni existían vecinos que pudiesen quejarse por el alboroto.
- Ah -suspiró Lea- he debido dejarle la puerta abierta. Seguro que es el Profeta Elías, hoy es Shabath y cae en Pascua.
Tres enfermeros entraron en tropel en la habitación de Lea. Lo más delicadamente posible la maniataron a la cama y le aplicaron, intravenosa, una dosis de calmante.
Endorfinada vivía ella. Dopándola logran su exorfinio.
YO

1
Otra estaba allí todo el tiempo, en mis narices, con sus carcajadas. Oh Dios evítame el agravio de usar adjetivos. Lo cierto es que taconeaba siete o más centímetros de azul rey cuando la falda rasgada era celeste, pendían de sus orejas columpios abrillan Claro que medraron psiquiatras, brujas, lágrimas y taquicardias. ¿Dónde estoy Yo, cuando El se abrasa?, ¿Quién ama a Yo?.
2
Yo amo a Yo.

Los hielos crujen sin clemencia derritiéndose a medias. Un Cointreau. Un hálito anaranjado refresca.
Una idea secular, un ejercicio gramatical, un personaje semántico, todos en un trasfondo ecléctico. Yo escribe.
¿Para quién escribe Yo?. Pienso mimar a Yo con acertijos, enamorarla con paradojas, susurrarle adverbios.
Que no sospeche Yo ningún deseo ulterior. Una charada, un escondite, una mueca de regusto por el roce con la copa húmeda.
Yo lleva meses indeseada. Su risa mengua en ausencia de gemido. Añoro su delicia.
Quiero amarla desvelándola y explorarla con fruición de reencuentro y también en vilo, como si fuese la primera vez.
Quiero inseminar sus entrañas con poesía.
Quiero fecundar sus sentidos.
Quiero.
3
Restarle cursilería al amor, residencia de pasiones, es desalojarlo, damnificarlo.
Colmar a Yo de flores, y que el olor de la tierra húmeda la tiente a embarrarse con el lodo del rocío, iniciarla en el sobresalto cuando encuentre hojas frescas en el croto y atisbe el picaflor en la cachupina, o descubra el retoño del perejil y finalment Quiero espiarla, expiarla, fabricando arcoiris con el riego mañanero.
Quiero mirarla cuando acaricie las violetas carnosas y escuchar sus murmullos cuando les pida que florezcan.
Quiero inventar esa plegaria de jardinería, para que me esté invocando a mí cada vez que ruega, cada vez que riega, cada vez que, cada vez.
4
La morada de Yo ha de ser templo. Contrataré plomeros que destapen desaguaderos. Han de alumbrar los quemadores y colgarán cuadros placenteros en algunas paredes para que Yo se entregue a su contemplación y se interne en el vientre de los desnudos. Renace Mezclaré tisanas que desaten nudos y rizos, Yo largará las ataduras de la vigilia y dormirá en libertad.
Olvidaré como al desgaire novelas y recortes aquí y allá. Los encontrará sin duda y los devorará hasta la indigestión. Ahíta.
Vestiré a Yo sin amarres, rozarán sus hombros camisones sin hombreras y sus caderas, ligeras, envolventes, ondulantes y acampanadas bragas. La calzaré con discretas sandalias silenciosas, para que nada anuncie su llegada. Nada que no sea su perfume.
5
Yo anda imbuida de entusiasmo, pero no duerme. Por las noches oigo crepitar cartílagos. ¿Será que le nacen alas? Me confundo: quiero que levite, deseo prolongarle el aliento- combustible de un viaje a punto de fraguar, pero desde ya me aprisiona el despec Lentamente se van desentumeciendo mis dedos pudorosos.
6
Otra no es otra. Es la misma Otra. Se trata de mera aritmética. Una misma Equis (X) única, unívoca y universal. Euclides, Pericles, Eureka.
7
Yo yace desnuda despojada de engaños. Son pobres suplentes los celos de la pasión. Cierto que producen alucinaciones y desafueros. Es verdad que catapultan hacia la ira más pura.
Yo desabrochó de un sólo movimiento rutinario su rabia y ahora luce inerte.
Yo añora al menos los celos. Robótica, cibernética, aritmética.
Ya no alas, malas balas.
Me aburre Yo melancólica y pálida. Resignada.
8
Otro estaba allí todo el tiempo evitando el agravio de las palabras, desabotonándole los labios al cerebro.
Jadeante caballo a galope.
Y ¿Yo?.
Yo no escucha la voz de Yo. Me retuerzo al verla planear tan alto a lomo de Centauro, lejos de su jardín y de mí. Los celos doblegan mi amor por Yo. Me solazo en primera fila esperando su caída, para recoger las migas de su desencanto y reconstruirla para Pero Yo desaparece con el alba y regresa con fragancia de paseo solitario, enmudece con el ocaso y nadie sabe de sus senderos. En vano intento acompañarla, protegerla, mimarla. Yo, la emancipada, es otra.
RUE TOLBIAC

Faltan apenas cinco cuadras para llegar al metro de la Rue Tolbiac, curioso barrio obrero casi carente de locales comerciales. Hay sí un baño público donde por tres francos se puede uno duchar durante tres minutos exactos.
Vivo en un edificio típico de una calle anónima. Tiene como los demás un resquicio interno que separa dos aleros, y un conserje.
Comparto el breve espacio que habito con una muchacha judía sefardí, se llama Betty Levy. Ella es la dueña de todas mis pertenencias: del catre y de la herrumbre que me arrullan para dormir, de la nevera, del calefactor a gas, del papel tapiz. Allí suelo El sitio de Betty, que es el mío, no tiene sala de baño. Ambas nos lavamos las manos, los dientes y las lechugas bajo el único grifo de la cocina que separa nuestras habitaciones. Ella usa ese mismo grifo para asearse las axilas; utiliza para ello un guan Faltan cuatro cuadras para llegar al metro de la Rue Tolbiac, sólo me acompaña mi insondable locura, ¿ a quién se le ocurre andar a estas horas en un barrio obrero de Paris, en 1973?. ¡Acaso no fue aquí donde apenas ayer nos corrió la policía!. Eramos más Acabé escalando uno por uno los quinientos tres escalones que separaban la habitación de servicio, donde vivía mi único amigo venezolano, de la calle. Un lugar atiborrado de libros, precisamente de economía política. El lugar cubría un área de tres metros Faltan tres cuadras para llegar al metro de la Rue Tolbiac, mañana tengo clase de fonética, un divertimento que me distrae de la realidad y de la teoría. Además me carteo en fonemas con mi amiga francesa. Mañana nos vamos a ver en la Isla de San Luis a la Un chico fornido, de tez rosada e imberbe, con el pelo negro y engominado se me acompasa. Izquierda, derecha, izquierda. Al cabo de unos segundos rompe el monólogo interno con una cortesía: ¿Le molesta que la escolte?. Faltan dos cuadras para llegar al me ¿Podemos conversar? - dice él.
Si.
Dígame, pero no se ofenda, ¿a qué edad comenzaron a crecerle los vellos en las axilas?
No lo sé, no me acuerdo.
Haga un esfuerzo, se lo ruego, es tan importante para mí.
Bueno, hum, supongo que a los once o doce años.
Pero ¿no está segura?
No.
Y... los vellos púbicos...¿cuándo se asomaron?
Oye, te estás pasando...
No, no se asuste ni se inquiete, no quiero hacerle daño, pero es tan importante para mi...
Oye muchacho, faltan unos pasos para llegar al metro de la Rue Tolbiac, allí voy a cruzar para ir a mi casa y quisiera que nos despidamos aquí.
No me tema, la escolto hasta su casa, sólo trate por favor de acordarse.
Llegamos al portón del edificio donde vivo con Betty. Entramos juntos al umbral y el se ofrece a acompañarme hasta arriba. Necesita una respuesta. Se la doy:
- Los vellos púbicos aparecen cuando no nos damos cuenta.
GALATEA

1
Galatea Hemera sufre una intransigente aversión hacia las entrevistas de prensa. Le parece que todos los fablistanes preguntan las mismas cosas para tergiversar sus respuestas con más maldad que alevosía. Sufre al sólo pensar que en cualquier interpelació - Escribe cual vil delincuente, robando minutos laborables, asesinando afectos y compromisos, sacrificando ritos, mitos, hitos.
- Lee como casi todo el mundo, con poca luz, en posición horizontal y luchando contra el poder omnipresente de la televisión y de la radio.
- Añora, como otros escritores, ese día en que pueda dedicarse exclusivamente a la literatura, o a los acertijos que encierran las palabras, por ejemplo la raíz torno prefijada por diversas preposiciones (con -en - tras).
La palabra torno en particular no le es ajena, podría decirse justamente que por allí empieza todo su tropiezo con la vida y también con la ya mentada aversión hacia la prensa. Torno y prensa fueron durante su juventud asuntos de sobrevivencia porque a lo Del taller de tornería voló Galatea por un asunto de meros celos porque el patrón nunca logró acercársele lo suficiente como para descubrir a ciencia cierta el porqué tenía Galatea esa cara de felicidad que lo mantenía al acecho, en vigilia y nuevamente a Se desbordó el patrón, Don Skruch, el primer y único día en que Galatea faltó al trabajo. Se volvió un amasijo de nervios, de añoranza y de rabia, pero sobre todo privó su impotencia, la misma que sentía a la vera de cualquier encuentro romántico, en todo Galatea en cambio, aterrizó, por pura casualidad, en el terreno de la construcción. Allí aguzó su sentido práctico para analizar a calicanto cualquier arquitectura formal y entre cemento, cabillas y encofrados, se le fueron adosando junto con los ladrillo 2
La casa matriarcal, que compartía Galatea con sus hermanos, dos hijas, muchas guacamayas, una mona, una lora, varias cuñadas y demasiadas visitas, chillaba quejas humeantes en el patio central. Allí se desplumaban gallinas, se pelaban vituallas, se amasab Alpargatas y botas, tacones y pies descalzos teñían sin compasión las paredes y esas mismas huellas estercoleras marcaban pisadas apuradas hacia los más disímiles escondites: hacia hamacas bien ancladas, hacia los poyos de las ventanas para aguardar al du Sólo Mamá sorbía de a poquito su anís griego como en todos los cumpleaños de Galatea, saboreando, esta vez, los últimos vestigios que quedaban en esa botella llena de recuerdos. Revivía en ellos cada momento de los silencios completos, absolutos, fantásti Mentira venial. Una sola palabra creció entre ellos, un único grito desgarrador: ¡Gaaaaalaaaaateeeaaaaa!, un adiós de marinero vociferado con el favor de los vientos Alisios desde la popa de la embarcación, pero cuyo eco le templó el tímpano a Mamá para t ¡Galatea
Dios de vea!

La criatura nació con esa cara de felicidad que desquició a Herr Skruch y que catapultó su adultez, precisamente a partir de ese vigésimo primer cumpleaños, hacia una fama inaudita, amen del nacimiento de Eufemia, su tercera hija. Una niña dotada con la f Galatea trabajaba más que nunca, con tantas hijas la vida se le volvía más exigente, pero se la notaba aún más feliz desde que escribía aquellos cuentos que antes únicamente se narraba hacia adentro y sólo para espantar el dolor, el miedo o el cansancio. 3
El señor Skruch se bajó de la balanza perplejo: ¡ciento veintitrés kilos!. Ni que hubiera estado comiéndose sus tornillos y sus tuercas. No era posible que pesara tanto si, desde que su señora lo había abandonado llevándoselo todo, apenas si comía, apenas En el cuento ganador del Concurso Municipal de Narrativa, Galatea se había valido de su antiguo patrón para crear un personaje insólito que engordaba muriéndose de hambre. En otro de sus cuentos galardonados, Galatea inventó una sociedad femenina en la qu Durante un tiempo Galatea se distrajo improvisando cuentos al azar. El punto de partida de estos relatos era el nombre de las personas que los escuchaban. Un día, por ejemplo, en su entorno se encontraba un Humberto Blanco, y Galatea aseguró que se tratab Hubo un cuento de un espejo-cárcel que penalizaba las indecisiones. Existió otro de menstruos y otros flujos.
4
Eufemia seguía hablando poco y mirando adentro, como era humilde y delicada, evitaba los ojos de los demás. Callada, tímida e introvertida sorprendió a todos el día que anunció sin titubeos su decisión unívoca e inapelable de ingresar al Convento. Unos dí Los proyectos de Galatea yacían entonces sobre su mal iluminada mesa de noche. Seguía trabajando desaforadamente para mantener una gran familia y de retorno a su contorno, una sola redacción, la de un aviso de prensa, le robaba la respiración: "Se solicit 5
Puede que suene paradójico y hasta inconexo que haya sido precisamente herr Skruch quien se hubiera convertido, al cabo de los años, en pretendido mecenas de Galatea. Jamás volvieron a verse, pero la historia inventada por Galatea tuvo tal efecto liberado Cual recadero de monjas anduvo Skruch de templos hasta que un día, en la repisa de uno de los tantos tornos que había estado auscultando postrado, apareció un sobre con olor a santidad. Se volvió un amasijo de nervios y sintió que en verdad pesaba ciento MELODRAMA

1
Ojos verdes, piel áurea, donaire de niña bien, demasiadas tentaciones para cualquier muchacho en esa ciudad industrial de Europa oriental, en 1950. Eugenio sacó a bailar a Lya en seguida. El aguardiente de ciruela destilado artesanalmente, en alambiques i Lya mantuvo la nariz respingada mientras Eugenio escurría sus dedos aviesos entre los almidonados pliegues de su vestido de flores, estreno de primavera. Ella le ponía freno, el se fue a cantar y a beber con los demás varones. Creyéndose a salvo de las mi Así transcurría la mayoría de las fiestas, o mejor dicho de las bodas. Abril era mes de casorios, como Septiembre de viñedos. Eugenio no dejó oreja ilesa, su lengua hizo estragos en todas ellas, sólo Lya lucía impávida y por lo mismo hacía también estrago Poco duró la eterna felicidad conyugal. apenas amainó el invierno, Eugenio anunció su partida. Había conseguido trabajo en la capital con el mero propósito de cumplir con sus nuevas ambiciones. Abandonaría el regazo de su joven esposa ingenua para incursi Lya acató. Ahora tan señora ella del hombre más guapo y popular del barrio cacareó su nuevo status por toda la ciudad sin prudencia ni pudor. Pensaba que en poco tiempo se reuniría con su amado convertido en potentado. Podría entonces comprar jabón en el El niño colmó las expectativas de Lya, era silencioso, frágil, delicado y requería muchos mimos y gastos. Eugenio tuvo que endeudarse aun mas para sufragar los viajes al litoral, que Lya le auto recetaba a sus hijos para así cobrarle las infidelidades a s Las peleas entre sus padres se hicieron tan frecuentes y agudas, que Adriano fue presa del miedo al ver a su madre morir por primera vez. Los desmayos de Lya se hicieron recurrentes y Adriano sentía que el terror le apretaba al mismo tiempo el vientre y l Con el abdomen-archivo- de frustraciones y más callado que nunca, fue sometido a dos años de disciplina militar, puro abono para su rabia, incubadora de ambiciones, vivero de juramentos interiores. Emigrar, emigrar, emigrar, emigrar, emigrar, ese sólo man La escala en Jerusalén fue breve pues un pariente lejano y matrilineal, en Venezuela, avanzó el billete marítimo. El viaje en barco subrayó los retortijones. De poco valieron los coqueteos de jovencitas en la cubierta, ni la mirada libidinosa de su vecina 2
Don Alberto se impacientaba en el malecón. Ni cuarenta años en Venezuela le habían servido para entender el horario nacional, miraba su reloj con ansiedad. Durante los primeros treinta minutos de atraso, le había contado a su nieto de diez años, su propio Alberto era hijo de burgueses industriales y fue la guerra, la guerra, la guerra, la que acabó con todo. Había tenido dos hermanos con quienes pelear o disfrazarse y una casa de campo para pasar los veranos. Había allí perros y gatos, viñas y ciruelas, se Don Alberto había logrado salir del infierno europeo persiguiendo el gran sueño americano que corroía sus fantasías. Para entonces palabreaba en inglés con la facilidad del que ya habla otros cinco idiomas, pero la ansiada visa nunca llegó del norte franc Estaba casado ahora con una señora muy sí señora venezolana y de sociedad que nunca le jurungaba sus dolores. Todo estaba más o menos en orden, en regla, en forma. Salvo que David, su único hijo varón había resultado poeta y músico. Alberto siempre había 3
Empatía súbita. Adriano atraca como anillo al dedo. Alberto, gozoso, reconoce en los ojos del recién llegado tres virtudes: ambición, discreción y respeto. Enseguida le adosa otras tres: curiosidad, atención, tesón. Adriano sólo calla. El encantamiento de Gaitas y guirnaldas enloquecen la ciudad, es Diciembre. El consumismo febril, el calor y el acogimiento sofocan los intestinos de Adriano y narcotizan sus nervios inflamados. Por primera vez en las últimas cincuenta y cinco semanas reconoce un triunfo, pe - ¡Es un encanto!.
- Vamos a llevarlo a la boda del sábado.
- Lo presentamos como un conde europeo.
- No chica, como un barón.
- Ji ji ji ¡tremendo varón!...
Entre risas y chanzas, las mujeres-niñas traman toda suerte de equívocos para la boda. Cuando regresan a la sala ven con malos ojos que Mariana en blue jeans y en perfecto inglés mantiene clavado en un diván al susodicho. El monólogo de Mariana incluye da 4
- Yo ser de Suráfrica, supervisar minas, irme dentro de dos semanas. Sí, sí, yo arqueólogo, gustar aventura. Allá en selva vida peligrosa. Un vez estar con hutus atrapado en guerra, otra vez huir con Mandela de secuestro. Adriano pide otro y luego otro Sc ...
- No señor, yo no pedí Armagnac, debe haber una confusión.
- Señorita es una cortesía de aquel señor que está sentado allá.
La joven entre indignada y sorprendida descubre a contraluz, la figura de Adriano con mirada profunda y donaire a lo Sir Lawrence Olivier. Con la sonrisa en ristre, el hombre deja a la mujer con ganas de reencuentro. Mismo sitio, misma hora: Restaurant Le ...
Una tasca hedionda a cerveza, pimientos morrones y chorizo carupanero acoge todos los jueves a un hombre apurado y a su ambiciosa amiga. Allí, sorbiendo, ambos reacomodan la escala moral. A veces sin terminar el trago del estribo, se embalan hacia un mote Adriano sabe de armas, de economía política, de construcción y de tejemaneje; conoce el soslayo, el trueque, las diligencias y las gestorías; aprendió manierismos y cortesías; maneja el lenguaje comercial y el financiero; domina la simbología monetaria y 5
Esta noche Adriano y Mariana cumplen dos años de casados, Andrés tiene casi trece años, ya asoman en sus facciones ciertos rasgos de virilidad.
La fiesta ecléctica reúne con elegante informalidad a muchos allegados. Mariana y Adriano representan el paradigma del triunfo, del amor. Ella ha adquirido la hermosura que brinda el sosiego. El, el aplomo que proporciona el poder.
Alberto y Andrés, cómplices del artilugio, brindan por primera vez en igualdad de tragos. Pero Alberto no obtiene respuestas de su nieto. No es que esté taciturno, ni que rehuya, simplemente calla. Al increparlo, el muchacho inventa una excusa pueril, adu Alberto solidario con su nieto adolescente relaja el cuestionario. En verdad está absorto en sus propias reflexiones. Ahora que por fin puede dedicarse a viajar y a pescar porque coronó a un digno sucesor en la fábrica, le cuesta trabajo disimular su preo En plena cantadera de alba, interfiere una llamada telefónica urgente para la señora. Es Margarita, la tocaya de su hermana para disculparse sollozando: "Mariana, perdóname por no ir a tu fiesta". Gracias por llamarme, pero ¿qué te pasa?, ¿por qué estás l KARINA

Barcelona, 21 de septiembre 1996
Mi queridísima Ana:

Volví de Buenos Aires con la rodilla rota. Todo ocurrió al segundo día de mi llegada y en plena obediencia a la reglas turísticas. Me fui a Boca, ya sabes: algo de nostalgia, mucho de tango, cuando seis adolescentes me tumbaron al piso a patadas. Yo no se De regreso a Barcelona me esperaban setenta y cinco cartas y otras tantas llamadas telefónicas, puro trabajo. No sabía si desayunar o merendar cuando ya tenía que salir corriendo de un lado para otro, de un congreso a un simposio; cualquier día de estos m Me encantó que en el Sur se sigan hablando los idiomas indígenas. Esos sonidos desconocidos y los paisajes y la experiencia todo fue maravilloso.
I am reading Bowles and find his stories fascinating, non vedo l'ora di vederte. Desde tu última visita me acompaña tu risa (¿de qué nos reíamos?) cuando regresábamos de la exposición de Mapplethorp en la Fundación Miró. Siempre recuerdo que me dijiste qu Mi casa sigue siendo refugio de tránsfugas y viajeros. Vienen mis amigos italianos y los de Suiza, hasta pasaron por aquí compañeros de Estados Unidos sumándole a mi esquizofrenia lo que le restan de soledad. A la vorágine añádele un toque de lascivia. Qu Una de mis grandes amigas te va a llamar la semana que viene, estará apenas cuatro días en Caracas, por un asunto de unos cuadros que vendió. Me encantaría que se conozcan y que la lleves a comer arepas. Se llama Karina y vive en París, habla español perf Acabo esta carta rápido y me preparo para visitar a mi abuela. Es que de las viejas no se acuerda nadie y a mí me sigue encantando escucharla. Figúrate que está empeñada en hacerle caso a su madre, "Conchita, hija- le dijo un día-, si pasas bien de los ci Escríbeme y cuéntame de todo, como me gusta a mí.
Un besazo para ti y saludos a todos allí en la Caracas de mi infancia.

Jon

...

Caracas, 6 de noviembre 1996
Querido Jon:

Posee ella la melancolía del altiplano a pesar de sus chispeantes ojos parisinos y el horror del holocausto en la mirada, aunque la emplee para seducir.
Se sonroja ella con la candidez de una niña en la pregunta y palidece a consciencia con sus sabias respuestas.
Ignora ella las dualidades que despierta su cuerpo de niña alta y su mudo grito de mujer asfixiada. O no, o sabe perfectamente y con cierta perversidad que sin taquicardia, sin arritmia, los colores destiñen aburrimiento.
Aburrimiento que tal vez persigue - con aval de Schopenhauer y de Moravia- como motor de los verdaderos cambios. Vivir en conflicto y postergar el remanso para que no mengüe el ideal, el simbólico, el lúdico y no ese real y cotidiano, tan verdaderamente f Esa niña, con palabra de hombre y dulce voz femenina, altera el pulso. Quisiera uno raptarla y amordazarla a besos. Quisiera uno descubrir los misterios que resguarda en su ceño fruncido cuando está mezclando con precisión científica y dedicación mística Deseo, deseo, palabreja descorazonadora por fugaz y desconfiable. Como si en el rechazo radicara una cierta energía, como si en la abstinencia fogueara el orgasmo. Tanto así como que la imaginación supera cualquier desempeño. Y, al mismo tiempo, cuánta pr Desde que nos miramos a los ojos hasta que nos despedimos con el cuerpo entero en un breve encuentro de muchas horas no he cesado de pensar en ella. En ellas, para ajustarme a esta verdad, que las hay. En esa ella amalgamando en el Amazonas las vivencias En aquella otra ella caminando por el quatrième y absorbiendo es sus ropas los olores semitas de su barrio. Olivas y falafel, rabinos y sinagogas, cábala y shofar pero apurar el paso para asistir puntual, dos veces por semana, a la reunión sufista. "Ni ta No se porqué pero en vez de convivir yo escucho sobrevivir, como si mi otra hubiese encontrado hace cinco años un salvavidas que la mantenga a flote. A flote sí, pero muy sobre, muy por encima de la vidita pequeña burguesa e inmerecida que la enmarca. A e O en aquella otra inimaginable: madre de un varón tan ajeno por pelirrojo y sajón y al mismo tiempo tan fruto de su vientre, ¡Jesús!.
No, no voy a seguir, sigue tú, querido Jon de mi corazón y si alguna vez te soliviantas llévame contigo, como hasta ahora, como siempre, porque yo no me he atrevido nunca a surcar mis vísceras como tú. ¿Será prudencia, miedo, o acumulación?. Ni envidia, n La vida en Caracas transcurre con sobresaltos, pero sin emociones. Los simples ciudadanos nos hemos convertido en seres virtuales, o a lo sumo en cifras estadísticas. Los únicos seres humanos que sienten y padecen son los delincuentes y los observamos com Ahora te cuento un poco de los míos: los ojos de mi hijo parecen radiógrafos y eso le está permitiendo una aproximación a la naturaleza a través de la cultura funcional. La electricidad, la hidráulica, el movimiento, la energía, todas esas cosas le roban Así vivimos, personajes de esta divina comedia que es la vida.
¡Ah! ¿El?: guapísimo, los años le sientan bien. Gerente, padre de familia, ángulo superior de triángulo isósceles conserva el humor de siempre. Su sonrisa bajo el bigote aporta un toque de ironía y de inteligencia a esta obra épica que es educar y proveer De mí que te cuente ella.
Te quiero Jon de ultramar y brindo por nuestra fiesta epistolar.

Ana

...

21 de diciembre 1996
Querida Ana:

Estoy desecho, Karina se va para la India. ¿El?: se llama George. Adiós a mis planes de Baleares. Yo que me veía arrullando al sajoncito y amándola por fin. Tu carta me insufló, sobre todo por aquello de las promesas y las disidencias. De nada valieron mi Me consuelo con una italiana que huele a albahaca, con una sabra cuyas eres me cacofonizan el alma, con una andaluza que me rechaza... y pensando en George, que pasó por Barcelona:
"Ambiguo compañero protegido y protector, que escancia la palabra sin rodeos ni adorno, fulminó la raíz de mi tronco cizallando sin remedio mis bastiones inexpugnables. Como un arco tensado en intensa oscuridad descendió ángel ladrón para atravesarme el a

Jon

...
SARA

El sonido agudo de las carcajadas que explotan de la radio a las cuatro y media de la tarde y por amplitud modulada, predisponen siempre el humor recurrente de Sara. Reírse sí, pero de sí misma. De ella que lo objeta todo y nunca concluye nada. De ella, m Consumadas, las risas radiales dieron paso a una entrevista peculiar; los periodistas anunciaron la llegada tardía y elegante de un escritor extranjero, cuyo reciente éxito editorial lo traía de regreso a Caracas, ciudad que le había propinado profundas c Le hubiera encantado a Sara la posibilidad real de suscribir heterónimos en la vida real. Irremediablemente se le antojó recordar un cuento corto de Vicente Huidrobo en el que una mujer encantadora llamada María Olga se casa con un hombre muy convencional Llamarse Sara es otra cosa -se justificaba Sara- no sólo por ser un nombre unívoco, sencillo y bíblico, sino por sus vínculos con la primera humorista de la humanidad, aquélla que tendría sobre los cien años- según el Viejo Testamento- cuando se le aparec La entrevista radial proseguía pero se había distanciado del tema de los heterónimos. Sara lo lamentaba tanto, le hubiera sido mucho más llevadero seguir rumiando desmentidos interiores que afrontar su realidad sentimental: una nostalgia barroca. Creyó qu No era Sara, en su desdoblamiento heterónimo, una lesbiana, simplemente se había enamorado de su amiga como un novio solícito, aquel que adivina los deseos y los complace. Ella, la amiga, se fue convirtiendo a su vez en hogar y patria, olor y mandato. Niñ

- Sara, oh Sara ¿cómo hago para franquear tus defensas?, te me ocultas Sara, no encuentro en tus ojos esa afectuosa expresión a la que me has acostumbrado.
- No te engañes amiga mía si mi aspecto se ha vuelto sombrío, su turbación sólo se refiere a mí misma, a mi lucha conmigo misma.
- Ay Sara he equivocado mucho tu pasión, pero dime querida ¿puedes ver tu rostro?
- No, el ojo no se ve a sí propio sino por reflejo.
- Es verdad y una lástima que no hayan espejos donde puedas ver tu sombra.
- ¿A qué peligros quieres arrastrarme haciéndome buscar en mí misma lo que no existe en mi?.

Los heterónimos hacen trampas que la razón ignora y mientras Sara se sorprendía a sí misma rogándole a la constancia que le diera ánimos para colocar una montaña entera entre corazón y boca, su seductora amiga apuntalaba artes amatorias en fogosos esmeril Personajes todos de una tragedia bien tramada a cuyo despeñadero se abalanzaban, desconocían, sin embargo, los ambages.
Sara, cual hombre al fin, encontró consuelo en el otro hombre y así fluyó entre ellos el diálogo:
Dijo el hombre: ¿A esto hemos llegado?
Dijo Sara: Que tu jactancia se convierta en hechos. Por lo que a mí toca, me alegraría recibir lecciones de hombres nobles.
Dijo el hombre: Dije que soy más antiguo, no mejor.
Dijo Sara: Un buen amigo no debería ver los defectos de sus amigos.
Dijo el hombre: No las vería un adulador.

Es el día brillante el que hace salir a la luz serpiente. Entre la ejecución de una cosa terrible y el primer móvil de ella, todo el intervalo es como un fantasma o como un horrible sueño. El genio y los instrumentos mortales se confrontan entonces y el h - ¿Qué dicen los augures? Se pregunta ella, la amiga, al constatar perpleja que en vano ha buscado a Sara, inútilmente al hombre, para encontrarse en ellos reflejada.
Y responde el oráculo: "No querrían veros salir hoy".
Y los desafía ella: "Esto lo hacen los dioses para vergüenza de la cobardía, siempre mi razón ha sido dócil a mis afectos". Así resuelta se lanza ella en procura de su destino para encontrar a su mejor amiga con su amante reunida. El corazón de Sara se co CARMÍN

1
Lino y raso.
Seda y charol.
Rojo carmín encendido.

Cada detalle luce prolijamente dispuesto en el tocador colonial, abigarrado, por lo demás, de angelitos, portarretratos, estatuas de yeso y figuras de arcilla. Pero los gatos, dueños de los corredores nocturnos y de los pasadizos secretos, saben anidarse Mucho antes que despunte el alba, estará la dueña del mundo ciñéndose las medias de seda y contorneando sus piernas frente a un espejo de 1873. Luego, nada indulgente con los decagramos ganados durante el fin de semana, se embraguetará la falda forzando e Los zapatos aún aguardan. Antes de calzarse, la dueña del mundo se maquilla todos los días, repasando de memoria cada hendija de su expresión, cada rubor. Ahora sí condena sus pies encaramándose sin dificultad en los tacones y ganando de ese modo la altur Unos minutos antes de las cinco y media en punto, alcanzan para merodear lo doméstico, atestiguar los deberes escolares de sus hijos (dos), el buen estado de los animales (cuatro) y los ocho frascos de flores de Bach de la abuela; por último la cartera, q De lunes a viernes, Carmín pisa en firme el siglo XXI, todo aquello que signifique planificación, dirección, polímeros, hardware, maquinaria, pasa por sus uñas. Carmín escaló a la cima gerencial sin saltar peldaños, lo que la convierte en una victimaria a No es su curriculum lo que más atemoriza a sus subalternos. Hay algo en el taconeo de sus pisadas que retumba incluso sobre el linóleo. Es posible que esa forma de pisar sonoramente se le haya quedado prendida de los pies durante su corta estancia en la Con los hombres el asunto era más complejo, los subalternos de Carmín se dividían entre quienes la admiraban, sin poderla emular por razones obvias y quienes se soñaban dominándola sexual, profesional e intelectualmente.
2
Apenas terminaban las once horas laborales que Carmín habitaba en el siglo XXI, se abría ante ella otro universo ante el cual sucumbía sin gravedad alguna. Por las noches y durante los fines de semana, Carmín vivía sencillamente en el siglo XIX. Rodeada d Esos vaivenes de Carmín dinamizaban encendidos chismes de combustión interna. Los albañiles que fabricaban las casas de Carmín llevaban petrificada en el rostro una amalgama de deseo y desconfianza, mientras que sus mujeres ahogaban en servilismo cualquie 3
Qué lacerante viento destroza mi rostro mientras me precipito a toda velocidad contra la oscuridad de una caverna. No puedo asirme de nada, nada me rodea. Sólo esa nada inmensa que es la velocidad.
Yo comandante, yo piloto, motor yo, acelerador yo.
Sin freno ni alivio penetro la cueva y siento cómo me estrello una y mil veces contra sus paredes húmedas de guano. Una luz se enciende al final del túnel jalándome, tragándome, engulléndome. Ahora me regurgita, me escupe y me deja flotando sin alas sobre Carmín, que nunca habla de sus cosas, se va contando a sí misma el sueño de anoche. Está por llegar a la oficina y quiere exorcizar sus temores, que nadie sospeche sus debilidades. Ensaya discretamente, pero con coquetería, un gesto de control de frases. El reloj marca las nueve. Puntualmente se presenta ante ella, previo anuncio, el Doctor Pollack: alto, delgado, de ascendencia centro europea. Viene con intenciones dudosas, así reza el informe. Carmín lo recibe cordialmente sin despegar el meñique de los 4
Vestida de organza corro de noche por una playa incolora. No hay luna ni estrellas, la negritud, la negrura. No veo nada. Sólo el salitre en los labios y un penetrante olor a pescado me indican que estoy en el mar y que soy novia. Y corro hacia una casa q Amaneció sábado y Carmín maneja hacia 1850, lleva en la maleta del carro dos edredones para los catres y una piedra para el tinajero. El último sueño la turba, el dedo anular le roza los labios y su pie derecho se afinca en el acelerador.
5
Accidente vial en serie. Trece carros descarrilados. Cinco heridos de gravedad, dos leves. La policía, los agentes de tránsito y los bomberos con la ayuda de familiares, amigos y vecinos trasladan a las víctimas a los centros de asistencia.
Uno de los sobrevivientes asegura haber visto una nave espacial en la carretera, versión que desmiente la mayoría de los testigos oculares. Las autoridades están a la caza de argumentos verificables: ingesta de alcohol, mancha negra en la carretera, cruce El boletín de prensa se encarga de regar la noticia como pólvora, la radio bombardea el suceso con detalles amarillistas, con entrevistas, con rimbombantes consejos de moral y buenas costumbres viales, pero nadie parece conferirle importancia alguna al Do Escabulléndose del cerco policial, el Doctor Pollack se va acercando al vehículo verde y al constatar los números de la placa se le despierta su viejo oficio de espía, de cuando colaboró con la KGB: "el carrito pertenece, definitivamente, a la señora guap CANON

1
La sonrisa de Gorka cortaba el viento a su paso por la ciudad. Delineaba el camuflaje de su cinismo con tanta perfección que parecía un hombre feliz. Así lo conoció Xion mucho antes de hablarle por primera vez y de constatar, con cierta timidez, que Gorka Gorka y Xion se encontraron por primera vez en un café. ¿La razón?: sinónimo de miedo. Ella, Xion, pertenecía a la facción urbana de ultramar del Frente Nacionalista Antifascista y Patriótico, "FRAP FRAP FRAP, guerra popular " y enloquecía su inteligencia Gorka y Xion entraron mudos a la misma jaula. Súbitamente los ojos acechantes de un cocodrilo encandilado comenzaron a humear, ninguno sembró el instante, un pacto mudo excluyó confesiones y promesas. Testigos simultáneos de sus respectivos silencios, con 2
¿Encarnación Velázquez?. ¡Sí! contestó Xion en el umbral de su casa donde tres hombres la increparon a quemarropa. ¡Acompáñenos! increparon al unísono dos hombres vestidos de civil pero de claros ademanes castrenses. Xion se dejó hacer sin un ápice de mi 3
Xion recobró el conocimiento en un calabozo pestilente, sus brazos colgaban inertes del dolor de sus muñecas, cientos de termitas invisibles le comían las manos amoratadas. No hizo grandes esfuerzos por recapacitar, apenas recordó que le habían insistido Je de je je, como de risa, Fe de fe -liz, pero también de fea, de fe-menina y de fe-licita. Con esas palabras que acudieron a su mente espontáneamente, armó una primera frase: Liz, fea menina licita fe. Entonces ensayó una risa: je je je je e inició este

- Liz ¿por qué solicitas compradores para tu creencia no comprobada?. Deja que mi diletancia aflore silvestre. Déjame comulgar con mis padres republicanos. Déjame regar con proclamas revolucionarias y vino tinto el cocido obligatorio de los domingos, déja - ¿Catecismo?, ¿Cuál? yo no profeso.
- Bueno pero licitas tu fe.
- Lo hago.
- Entonces sí.
- No lo hago.
- Ah! entiendo tu juego, me estás asomando que juegas con el idioma.
- De ninguna manera, las meninas hacemos palacio con las palabras.
- Entonces ¿por qué dices que licitas y que no licitas?
- Yo nunca dije una cosa así, aunque me hubiera encantado.
- Pero eso contradice lo que dijiste antes
- ¿Contradice?... Yo nunca me contradigo. Eso no forma parte de la naturaleza de las meninas.- Puede ser que la contradictoria seas tú. Ni siquiera puedes darte cuenta de tu inconsistencia.
- Tus tácticas me confunden. Licitas, no licitas. Licitas y no licitas.
- ¿Tengo que decirlo a tu gusto?.
- Ay por favor, tu sabes que es inofensivo combinar dos frases mediante la partícula "y".
- ¡Inofensivo!, sí cómo no, si fuese tan inofensivo ¿por qué estarías tan empeñada?.
- Yo sólo tengo las mejores intenciones...
- Eso es lo que dicen todos.

Un chirriante portazo interrumpió los renovados argumentos que Xion estaba a punto de esgrimir. Su nueva réplica se basaba en un tilde esdrújulo que le daría un carácter lícito a la fe de Liz. Estaba tan concentrada en los cálculos éticos que irrumpían de Intercedió por ella su padre, acompañado por el jefe de la Comisión de Asuntos Sociales del Congreso de la República (hijo de un asiduo contrincante del Señor Velázquez, en el fútbol). Ambos sabían que Xion era una chica "inofensiva y de buenos sentimient La breve detención de Xion no trascendió a la prensa, su libertad coincidió con vino, garbanzos y un partido entre el Real Madrid y el Barcelona. Xion tocó la guitarra a petición de sus mayores y le dedicó el resto de la tarde a los cálculos fonéticos, gr EPISTOLARIO FICTICIO CON UN ESCRITOR REAL

1

Burlador burlando y maestro de la dialéctica, Teódulo López Meléndez precipita Mercurio en Cianuro valiéndose de su recién domada computadora alquímica.
Qué suerte de entrevistador es aquél que comienza preguntándose a sí mismo antes que al objeto de su reportaje. Qué clase de fraude está por urdirse en este trabajo que no cumple con ninguno de los preceptos del periodismo y que, pecado mayor, no es objet Acompáñeme lector, en cambio, a ese sitio en ninguna parte que es el apartamento de Teódulo López Meléndez, y regálese el privilegio de jugar con él al juego de la dialéctica. Ese que se juega conversando, por el arte de conversar y que resulta siempre co Sólo para refrescar la memoria, se recuerdan aquí las reglas del juego:
La suma de los cambios cuantitativos genera cambios cualitativos.
La ley de la negación de la negación.
La ley de la unidad de los contrarios.

- Algunos sabemos que su nueva novela trata sobre El Escorpión. ¿Por qué ese tema?.
- Los escritores nunca hablamos de lo que estamos haciendo. Los temas obedecen a encendidos momentáneos. Nunca me imaginé cuando estuve frente al mar en Selinunte, que allí nacería una novela titulada así, y con Arquíloco como personaje central pero ubica Pedimos disculpas a nuestros lectores-jugadores, por interrumpir la transmisión del juego. Lo hacemos para facilitar el conteo, obviamente a su favor. Ni una palabra sobre Escorpión, todas sobre Selinunte, cuyo original se encuentra en la Universidad de l - Selinunte trata sobre la resistencia de la condición humana a través de los tiempos y sobre la persistencia de la poesía como instrumento de sobrevivencia. La gente dice que es ciencia ficción, pero a mí me parece que salvo la presencia de elementos de López Meléndez habla con doble conocimiento de causa, se sabe entrevistado y además se ha fogueado en el periodismo durante años, otras veces su palabra lleva tono de docente - que también lo ha sido- y casi dicta las frases para el registro taqui-jeroglí

ITALIANO, PORTUGUES Y VARIOS CASTELLANOS

El, políglota para traducir a Pessoa del portugués o a Ungaretti del italiano, también logra traducirse a sí mismo en los varios lenguajes de su pensamiento. Abandona el magistral y seduce con sus últimos poemas, bajo el título de Mester (que significa ma Siempre de cuclillas, el poeta deroga su proclama de no hablar sobre el Escorpión. Titilante el cursor se posa sobre un texto donde el escorpión ha deshovado en un ombligo y defiende su morada. Es apenas el umbral de su nueva novela. Se perfila venenosa, - Existen más de tres mil clases de escorpiones- dice López Meléndez, apagando la pantalla- y descubrí que hay cientos de escorpiones novelados. Es un símbolo esotérico, erótico, heráldico. Lo he rastreado en los hebreos, en los persas, en Egipto, en Grec

EL NACIONAL, EL UNIVERSAL, EL HERALDO

Depuestos el profesor, el ensayista, el periodista, el diplomático, el político, el escritor, ¡viva el hombre!: un barquisimetano universal que apoya a los Cardenales de Lara porque aprendió a jugar pelota con Antonio Herrera (su fundador) que "vivía tres Un gusano verde, una sillita de madera que servía para sentarse a tomar el fresco o para ir al cine de enfrente a su casa y una "playa" inmensa y cuarteada como el chocolate, además de la bicicleta entre las piernas son el bagaje de su infancia. El de la De la militancia Socialcristiana proviene el primer contacto con los libros (empezando por los textos de Maritain, por supuesto), pero después, uno tras otro, Giovani Papini, José Ingenieros, Saint John Perse, Francis Ponge. También de esa época data su p - A los trece años escribí Alienación Itinerante. (publicado en 1972, por la Casa de la Cultura del Estado Lara). Allí está todo lo que después escribí.
Accede a mostrármelo y allí leo al azar (en el primer poema): "Yo vine para ser testigo con alma de emigrante/ Yo llegué para enseñar a mi lengua/ el dolor de las manzanas/ Soy esa expresión de tristeza/ que ninguna época sabe/ y es el signo de todas las Así que no es extraño que cada vez que desempaca, Teódulo López Meléndez esté en verdad haciendo maletas, ni resultan raros sus agudos análisis económicos, políticos, sociales o privados de recién llegado capaz de distinguir grano de paja, ni sus reclamos Este año bisiesto Teódulo López Meléndez estrena un cargo en el Gobierno de su propia vida. "No me ha ido tan mal como administrador: llevo un libro de poemas terminado y una novela iniciada".

(Febrero 1996)

2
Aconteció que, a los nueve meses exactos de esta entrevista, fue publicada la novela Selinunte. Transcurrieron en verdad siete años y siete semanas hasta que Selinunte se hizo libro. Fue pues un rapto largo y doloroso, apenas edulcorado con la aparición d Mester por su parte inició su largo viaje hacia la imprenta y El Efímero paso de la Eternidad, que así llegó a titularse la novela inspirada en el escorpión, ya ha conocido los avatares y los declives de alguna casa editora.
Mientras tanto el escritor de marras se entrena a diario en otras diatribas. Ni la paradoja, ni la alquimia abastecen su nevera. La austeridad no le calza. La horma estrecha envenena sus meditaciones. Huele a tabaco, transpira.
Selinunte se halla en proceso de lobby, sellos postales al por mayor cercenan su presupuesto: paquetes con destino a Buenos Aires y Pittsburg, bultos hacia Roma y Madrid; las axilas calentando ejemplares que acabarán en las mesas de redacción de los diari Así vive él, ermitaño. La facilidad, la felicidad, la fidelidad, la fotosíntesis y el futuro, se escurren de su inventario. Favorece en cambio otros vocablos, que se cuelan por una claraboya de su infancia.
En Selinunte algunas de sus palabras se escapan del diccionario para coincidir en raíces unívocas. Los higos, como ejemplo y por obra de quienes los comen, están en el vértice de hijos y de hijastros...
Mientras lo leía creí atisbar otros alcances: ¿Y si en Selinunte, del siglo XXV, pervivieran galicismos?, ¿si fuese apenas un desliz llamar higos a los higos y no figues?. Un guiño, una licencia de lectora para inferir fuga; ó ficar del portugués, es deci En todos esos juegos solitarios me embalé durante la lectura de la novela prometida por el escritor durante la entrevista, aquella que, casualmente, también transcurre como un juego.
Juego, fuego, luego, comencé a escribirle cartas y a inventar sus respuestas. Decía Gertrude Stein: "Yo escribo para mí y para desconocidos", lo cual un escritor norteamericano, Michael Spitz (Mook) repitió con otras palabras: "El único que en verdad se v

3
Caracas 25 noviembre
¡Señor amigo!

Acabo de saludarlo con un holateléfono, pero quisiera dejar en actas, con rúbrica y sello húmedo, que Selinunte me acaparó con tanta fuerza centrífuga como turbulencia centrípeta y con el afán consensual de otros paradójicos. Le habría propuesto una músic Ay (con y sin hache) ingeniería genética en su Selinunte. Aquí quiero contarle una anécdota de mi vida, perdone la disgresión:
(Ocurrió en Octubre de 1973).
Arribo a Orly. El autobús untado de vaselina recorre la estrechez de calles congestionadas por ínfimas quatrelles (R-4). Subidos desvergonzadamente en las aceras, se perfilan otros vehículos, diminutos puntos multicolores en París, donde los tonos ocres d El autobús me evacua en medio de lo desconocido (así suelen deponer las naves a sus pasajeros). Dinero: inversamente proporcional a emoción. Edad: escasa.
Un hotel, cuarto piso sin ascensor, ni baño, ni aislamiento sonoro. Vagar y vagar por calles laberínticas viendo caer las hojas en elipse. Aterrizar por fin en la Rue de Varennes, primera clase en la Sorbona. ¡qué ilusión poder compartir el aire que respi El profesor insiste en que la investigación acerca de la comunicación intercelular debe arrojar luces sobre la ídem humana. Espirales bioquímicas recaen en mi insomnio. Manifestaciones multitudinarias, consignas masivas, derechos humanos, lluvia de utopía Todo esto para contarle que aprendí por la vía del pellejo que basta una partícula para reproducir el corpus. Esa clase también la hallé en Selinunte.
Supe de tres personas (por lo menos) que eran uno y el mismo hombre y de sus regiones femeninas. Y en cada palabra por hombre y mujer pronunciada hubo anverso y reverso y en toda huida, regreso.
Estaba leyendo con frenesí cuando mi hija sintió el fuetazo de la fiebre. Se me acercó cálida, vibrante, inflamada por los celos y la curiosidad. Quería compartir y saber. Leímos juntas algo sobre amuletos y serpientes, de piel blanca y brazo siniestro. E Pronto halló remedio: "venden unas calcomanías estrambóticas de boas y otras culebras, nadie notará la diferencia...".
Bienaventurados los que notaren esta diferencia: Selinunte es síntesis sin ahorro, jamás resumen, siempre poesía.
Véspricamente,
Beti Blau

Sicilia, marzo 1997
Señora:

Acabo de leer su carta, le confieso que no lo había hecho, incluso que la había extraviado.
¿Como decía usted que en cada huida hubo regreso?. Algo de eso debe ser cierto, pues estoy trabajando en la versión italiana de Selinunte y desempacando unos poemas.
Escríbame, por ahora ésta es mi dirección.
Siempre,
Teo

...

Caracas, abril 1997
Señor.

Esperaba más que un memorándum, su carta me inspira este telegrama:
¡FELICITACIONES POR SUS EXITOS!
Beti Blau

...

Roma, mayo 97
Querida amiga:

Roma y Romano me sacuden. Ella por sus pinos paraguas y sus ínfulas cosmopolitas, él por la preguntadera. Qué dime papá, por qué esto y por qué lo otro. Como si hubiese esperado la pubertad para acelerar el signo interrogativo. En vano echo mano a la cult Yo aprovecho para coger el turno al bate y preguntarle, pero el muy listo se me escabulle. Acordamos desde el primer día no nombrar a su mamá para evitar infidencias, ni la escuela por lugar común, la política no viene al caso como tampoco la economía. Re Roberto, mi hijo mayor anda henchido. Pretende sorberse toda Italia, hasta quedar ahíto.
No se ofenda señora, de lo que escribo, de amor y de soledad, no converso. Pero le envío este enigma para que lo descifre:
Podé liquen
por sinhueso
Hoc est corpus
jocus pocus
Saludos,
Teo

...

Caracas, mayo 1997
Señor:

Me encantó su carta. De pronto abre usted para mí una puerta insospechada, ese sitio de usted donde residen sus hijos.
Yo, torpe y temerosa de asustar al padre que es usted, en vez de comentarle mis recónditas fantasías, me acurruco en este texto que he fraguado para usted:
r = Rho
Resulta que eso que luce como una perfecta letra Pe es en griego una Ere, que además se pronuncia Ro.
Acontece que Ro (se escribe con ache, así: Rho) responde en el idioma técnico de la ingeniería eléctrica a una definición tan absoluta como la de resistividad: resistencia de corriente constante entre las caras paralelas opuestas de una porción del materi Sucede que por alguna circunstancia es esa monosílaba, ese fonema, el prefijo que anuncia a sus hijos Roberto y Romano, a quienes sutilmente protege usted con la P de una resistente y continua paternidad.
¡Alíviese amigo! aquí concluye el trabalengua cuya intención no es más que confrontar la nueva era del misticismo, hermetismo, tarot y otras lechuzas con otras tácticas. Sea lo que fuere, sepa lo que sabe.
Beti

...

Italia, 29 junio 1997
Señora:
Antes que el calor se deje cortar en rebanadas y de que los italianos lo abandonen en estampida (ferragosto), estaré de vuelta en Caracas. La miasma, como la aldea, es global, pero no se asuste señora, que vea claro no garantiza ninguna clarividencia.
4
El regreso de quien no ha partido equivale a una despedida. Ahora me carteo con Mook, en inglés y por correo electrónico. Son cartas policromáticas, de cristal y euforia. Lo mejor de todo es que se trata de un epistolario real.
Y si acaso alguna vez el autor de Selinunte, o los demás protagonistas de este relato, litigasen contra agravios ocasionados por secuestro, yo apelaría en mi defensa, al síndrome de Estocolmo -aquel según el cual el emisor y el receptor no, no, perdón, la

Notas al pie:
Vespro traduce esperanza del siciliano.
Mook existe, ¡lo juro!.
EPISTOLARIO REAL CON UN ESCRITOR FABULOSO

Para mí Chicago (con sus suburbios) es el epicentro del repliegue comunitario, la dirección general sectorial de parcelamiento étnico, religioso, idiosincrásico. El plano ultra cuadriculado de la ciudad favorece el cliché: dime dónde vives y sabré a qué h ¿Cómo lo sé?: Viví justamente en Skokie con apellido judío y bajo perjurio agnóstico. Rubia de ojos azules trabajé en la radio hispana y pretendí hacer un reportaje en las tiendas esotéricas del barrio puertorriqueño, donde encantadoras brujas producían s - You polish?.
- Ay Bendito (les respondí remedándolas) les digo que no, que no soy polaca.
- What d'you want?- insistieron.
- Hey ladies, I am Venezuelan, I speak spanish.
- Ay Bendito- le dijo una a la otra- la polaca dice que habla español.
Los hispanos me trataron siempre como polaca, los polacos como judía, los judíos me consideraron siempre como hispana, los negros como rubia, los rubios como rara, los raros como mujer. Era, además, madre sola en un barrio cauterizado con moral burguesa. Tomando en cuenta las circunstancias, un abanico tan amplio me sorprendió con pánico. Fue entonces cuando detecté el motete Mook; alguien con ese nombre decía en una columna las cosas más abismales que jamás haya leído. Descubrí que no era sólo lo que dec Mi jefe en la radio, un capataz cubano que estallaba en roncas carcajadas al oírme llamar zamuros a los auras, comenzó a recriminar mi falta de atención. Las noticias que defecaba en diarrea perenne el telex conectado a las agencias nacionales se amontona Los kilómetros de cables se sucedían en inglés, pero sólo los de interés estrictamente hispano eran severamente versionados al español. Bueno y también aquéllos muy escandalosos o de repercusión extraordinaria. El señor cubano prefería los servicios profe Supe por él, por ejemplo, que el universo homosexual no es inmune al chauvinismo, perviven, pues, marginalidades en su seno; los matices y los grises que las diferencian entre sí arrojan sombras chinescas a sus dramas nada unívocos, en los cuales sobredim Intento traducirlo del inglés aprovechando los gajes del oficio radiofónico y descubro desconsolada que apenas logro versionarlo. Intento expiar mis resquemores, pero también me motiva cierto orgullo al sentirme descubridora de un narrador de la talla y e Mook por mi versionado

1
Los teólogos dividen las religiones en dos categorías: panteístas y trascendentales. Los primeros ven el universo como a Dios y viceversa, es decir: una uva tan sagrada como una galaxia, ningún distingo entre el creador y la creación. Los segundos ven a l Jo (italiano, gay y diseñador gráfico), durante su faena en el susodicho bar, se hallaba en labores propias de su oficio (barrer, coletear, recoger las botellas sobrantes y proveer nuevas frías nacionales e importadas) fue llevado por el olfato a detectar El asunto no pasó inadvertido, la noticia se regó inflamada. Hubo quien insistiera incluso en determinar la marca o la procedencia de la botella, no faltó tampoco quien pegara el grito en el cielo, pues los actos estaban formalmente prohibidos en el local El cuerpo del delito acabó inexorablemente en el tarro de la basura, no así la moraleja espectral: "Nos definimos a nosotros mismos y acordamos significados sólo a través de aquellos seres u objetos a quienes amamos".
2
Arrímate al bar de Rob, o a su vida, y escucharás más pronto que tarde acerca de su más preciada pertenencia: una deformada, gastada y rojal camiseta de Astro Boy. Un regalo.
¿De quién?: Piel sedosa como rosa, cabello azabache flagelándole el culo, gestos de jujitsu, sutileza de pantera y belleza trascendental de bodhisattva. Jade Michiko fue quien le dio la franela a Rob.
- ¿Quién?: "Ella llegó a mi vida sólo para desaparecer, con el mismo misterio y la misma majestuosidad, como salida de un sueño" susurra Rob. Lo único que le queda de ella es esta camiseta, de cuya veracidad no puede quedar duda alguna a juzgar por las ma Jade suele trasladarse del Este al Oeste no como misionera, ni tampoco para abrir nuevas rutas de intercambio comercial, sino para librarse de su padre. Hija de un potentado japonés, Jade ha recibido lo mejor y lo peor de una cultura que simultáneamente r Eludiendo a sus sirvientes personales y a sus guardaespaldas (como muchas otras veces), Jade saltimbanquea por Asia, el Cercano Oriente, Europa, a través del Atlántico hasta Nueva York, en un peregrinaje de auto descubrimiento sáfico. Espíritus benignos y "Justo antes de que vinieran por ella y se la llevaran- dice Rob, sin dejar de murmurar- me dio esta franela. Vi como literalmente la removían. Nunca olvidaré sus gritos, que sobrepasaban la escala sonora".
Jade y su padre tenían un pacto de caballeros, si se quiere una política de puertas abiertas, resumida en veintiún demandas todas convergentes y equidistantes, todas relativas a la total obediencia de la hija hacia el padre. Ella tan salvaje y expuesta a Rob había notado la aparición de la falange que constituían los hombres de negocios japoneses, una isla de convencionalismos corporativos, una organización multicelular, en medio del devaneo y el frenesí dionisíaco en el que Jade bailaba (ataviada con un La resistencia que Jade opuso a sus captores fue muy similar a su huida, es decir un show, una manera de aferrarse a lo mejor de dos mundos. Cíclica recurrencia alterna entre la esclavitud y la libertad. Dos semanas más tarde, al mes, o será dentro de tre 3
Sir Speedie, Lord del Cristal y Duque del Meth es el Campeón del día de las 96 horas: Tick-tock, tickety-tock-tock. Se levanta el jueves por la mañana junto con las masas, su descomunal bostezo precede y acompaña las depresivas noticias matutinas y saluda Como proveniente del sueño que Speedie no tuvo la víspera, un anciano despeinado, cuya edad en número de años suma las horas de vigilia de Speedie, atraviesa su campo de visión. Dando traspiés apoyándose en un bastón, el viejo comienza a salirse misterios

Mi regreso a Caracas fue con sobrepeso, cargaba a cuestas mis descubrimientos, mis experiencias, mis sobre dosis de Mook. La soledad lucía ligera, liviana, casi gozosa, mis expectativas nulas. Volvía a lo conocido pero despojada de continuidad. Al comienz Al cabo de un año me convertí en un seudónimo. Firmaba a destajo columnas o entrevistas, reportajes o crónicas que lanzaba a la opinión pública como si de bombas Molotov se tratara. Quería dinamitar los espacios culturales, sociales y políticos y desafiar Poco lograban estas distracciones aliviar mi melancolía. La aldea global plana, una infinita llanura sin cimas ni simas. Hasta que de pronto localicé a Mook en la pantalla. De nuevo encuentro letras calóricas por lo de: "...nos definimos a nosotros mismos El vigor volvió a inundar mi cuerpo, la aceleración mi cerebro. Hago volando miles de diligencias, recados, mandados y aún me queda tiempo para jugar y trabajar, jugar y trabajar. Hago 2/3 veces más que los que en posición horizontal sueñan ociosamente y KUKLINSKY

Luis quería encontrar en el estallido de las interjecciones alguna que le conviniera para describir la desfachatez de Kuklinsky. Como no lograba amaestrar su relato, ni reconocía en sus cuentos ningún parentesco con el verdadero horror que había sentido m Estaban tomando tragos en el piano - bar de rigor. Era viernes, día de pago y tenían además una excusa para celebrar: Luis, que había estado ausente durante algunos viernes, se reintegraba a la juerga. Domingo y Julio no cesaban de repetirle la falta que Luís pasaba por alto aquellas exaltaciones y proseguía su búsqueda de interjecciones para compartir con sus compañeros aquella sensación contenida de asco por un lado y de fascinación por la otra. "¡Cómo podía ese hombre acariciar la cabeza de sus hijitas Domingo hizo girar su silla para pedir otro trago y al hacerlo notó la llegada de dos mujeres solas. Sintió un alivio cuando, unos segundos después, apareció la tercera. "¡Perfecto!", pensó y dijo casi simultáneamente, y Luis, que estaba absorto en sus pr - Al tipo lo agarraron cuando ya había matado como a veinte personas y sabes por qué... por algo tan simple como contar sus cosas. Mientras obró sin testigos, cualquier otro error lucía apenas como indicio, nunca como prueba, concluyó Luis la frase indign Domingo y Julio se quedaron dilucidando si privaba en ellos la preocupación por la pea psico-criminológica de Luis o el fastidio que les provocaba la repentina frustración de una posible velada de antología, con tres mujeres de poesía...
A Luis le latían las sienes, andaba embalado por la autopista y en cada cambio de luces percibía una señal del pasado, como fotografías con flash fueron apareciendo frente a el, con los ojos rojos por el efecto del destello, sus padres y abuelos y luego, Quiso verse en comedias americanas y aventuras australianas, le ganó algunos minutos a la depresión al inventar un diálogo con varios actores laureados. Al final privaron, por supuesto, los gajes de su oficio de estadístico y formuló un cuestionario a mod ¿Cómo puede soportar la máscara de la actuación y regresar luego a su normalidad sin cicatrices?.
¿Siente Usted alguna responsabilidad al propagar arquetipos violentos?
¿Sería Usted capaz realmente de matar por amor, como ocurre tan frecuentemente en pantalla?.
De todas las voces que se agolpaban en su atribulada cabeza, sobresalía siempre la de aquel Kuklinsky maquillado como un actor para las cámaras y narrando sin cejar los intríngulis de su oficio mortajador.
- ¿ Tiene Usted algún remordimiento? (reportero en off).
- Sí, en uno de los casos... pero no debería decirlo aquí- ripostó Kuklinsky de tal forma que ya los avezados espectadores supieran de antemano que contaría cada detalle de aquel arrepentimiento. El reportero intervino de todos modos pidiéndole a Kuklinsk - El hombre se hincó a mis pies y se puso a rezar invocando a Cristo; con devoción rogole socorro. Yo lo consolé dándole una tregua de media hora, por si el buen Dios acudía en su auxilio...Claro que no llegó. No he debido darle expectativas...
Luis hizo un nuevo intento por controlar su memoria unívoca. Abrió la ventana del carro, pisó el acelerador y se engañó aspirando la brisa fresca de la medianoche y recordando su reciente viaje a San Francisco. Las ganas de contárselo a alguien le impidie ¡Qué ruido infernal hacían tantas reflexiones, tantas teorías, tantos argumentos sin destinatario en su atribulada cabeza!; pero al menos llevaba unos minutos sin pensar en Kuklinsky. Claro que al constatarlo volvía a el. Siempre a el en la pantalla, a el No faltaría nada en ese hogar ejemplar. Los primeros muertos por encargo pagaron la hipoteca de una casa en los suburbios, y cada uno de los caprichos de sus hijas. Hubo, como en cualquier casa de profesional clase media estadounidense, abundantes muñecas - Era un marido maravilloso aunque algo reservado- declaraba la esposa debidamente acicalada para el reportaje. "No, no podría regresar con el ahora que lo se todo. Soy una mujer de principios, soy muy cristiana".
Todas esas imágenes, palabras y reflexiones atormentaban en progresión geométrica los cada vez más frágiles nervios de Luis, por suerte se interpuso repentinamente la realidad objetiva, en otras palabras, la necesidad de encontrar pronto una bomba de gaso Otra vez, pues, la avalancha de palabras y las analogías lo asfixiaban. ¿No podía simplemente manejar?, ¿por qué tenía que contaminarlo todo con tantas referencias?.
Le quedaba suficiente combustible como para llegar hasta Las Mercedes, una urbanización particularmente iluminada los fines de semana. Muy distinta, por cierto a aquella otra, también Merced (así en singular y en San Francisco), donde en vez de discotecas Subyugó la improbable hipótesis de encontrarse con sus amigos al percatarse de la hora y detuvo el carro bajo el foco más iluminado de la estación de servicio. Allí se bajó del carro satisfecho de sus precauciones y de sus reflejos.

...treshombreseleabalazaronapatadas, secuestráronle y aplastáronlela cabezacontrelfondodelcarro.

Yació con un par de suelas pisándole la cabeza durante una eternidad. Fue recobrándose del desmayo mas no de las patadas, sentía un dolor de cuerpo desmembrado, un dolor hediondo a sangre en grumos. Ni chistó.
¿ Lo dejamos zumbao o lo quebramos?- preguntó el que podía ser el dueño de las suelas acogotadoras, o sea, que hablan de mí- pensó Luis. Y, acto seguido, ¡qué desengaño! no era su destino lo que se debatía. Entonces ¿qué?.
Es una bola de real - insistió Suelas.
Una voz gangosa que provenía del volante espetó un unívoco e imperativo " ¡cállate!".
No se habló más. Desde el fondo de sí mismo, fétido, fetal, Luis recordó a Kuklinsky. "Callar no deja rastros ni evidencias", asintió para sí a favor del espetante. ¡Por qué no habría de existir la palabra espetante! ¡Cómo llamar entonces a aquel que le c Ahora olía a mar, a salitre, a Caribe, no como el Océano Pacífico de San Francisco que huele a viento. Le costaba trabajo respirar y tenía las piernas entumecidas, virtualmente amputados los brazos, inútiles también los ojos.
De pronto en una parada, que Luis supuso de semáforo, un ruido infernal estalló en el techo y se armó la reyerta. Luego dedujo- por las voces nuevas que escuchó- que se trataba de un atentado juvenil. Calculó que podían ser apenas dos muchachos: el que la Adelante el chofer no reparó la novedad, huía. Luis ignoraba cual de las tres máscaras que lo habían secuestrado en la bomba de servicio era el conductor ó si se trataba de uno de los muchachos, tampoco le importó. Desató sin prisa el cordel de su zapato - ¡Escúchame o te quiebro!.
La persona que estaba al volante fue el primer trasero que Luis pateó.

124

125

 

 

 

Retornar a catalogo