JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

 

 

ANTOLOGÍA

 

 

- SOMNOLIENTA

- NUBES

- NOCTURNOS

- LAMENTO DE PRIMAVERA

- BALADA DEL MAR LEJANO

- BALADA TRISTE DE LOS PESARES

- CONVALECENCIA

- ¡SILENCIO!

- CUANDO DORMIDA TÚ

- YO NO SÉ CÓMO SALTAR

- HE ABIERTO MI BALCÓN

 

 

SOMNOLIENTA

 

Va cayendo la tarde con triste misterio...

inundados de llanto mis ojos dormidos,

al recuerdo doliente de Amores perdidos,

en la bruma diviso fatal cementerio...

 

El Sol muerto derrama morados fulgores

inundando de nieblas la verde espesura...

Dulce ritmo armonioso de vaga amargura

me despierta... A mi lado se duermen las flores...

 

Taciturno prosigo mi senda de abrojos

y mis ojos contemplan la azul Lejanía...

Allá lejos... muy lejos...está mi Alegría.

en los míos clavando sus lívidos ojos...

 

¡Ah!¡delirio!¡delirio! Al través de una rama

una sombra adorada ligera se mueve:

una sombra con cara de lirios y nieve,

que sus labios me ofrece y gimiendo me llama...

 

Y se aleja llorando con triste misterio.

Inundado de llanto mis ojos dormidos,

al recuerdo doliente de Amores perdidos,

tras la Sombra camino al fatal cementerio...

 

NUBES

 

De la evaporación del sentimiento,

-mar grandioso de inmensas oleadas-

en el alma aparecen condensadas

las nubes del divino pensamiento.

 

E igual que en el capuz del firmamento,

hay allí puras tintas nacaradas

las nubes del divino pensamiento.

 

E igual que en el capuz del firmamento,

hay allí puras tintas nacaradas

y hay fatídicas notas enlutadas

y luz y frío y sombra y ardimiento...

 

A veces, los exlpléndidos fulgores

de un Sol pródigo en vida y en colores,

las sonrientes nubecillas doran...

 

Y ese Sol, otras veces, como un muerto

queda en sudario fúnebre cubierto,

y, gimiendo, las nubes tristes lloran...

 

NOCTURNOS

 

 

¿ Quién pasará mientras duermo,

por mi jardín ? A mi alma

llegan en rayos de luna

voces henchidas de lágrimas.

 

Muchas noches he mirado

desde el balcón, y las ramas

se han movido y por la fuente

he visto quimeras blancas.

 

Y he bajado silencioso...

y por las finas acacias

he oído una risa, un nombre

lleno de amor y nostalgia.

 

Y después, calma, silencio,

estrellas, brisa, fragancias...

la luna pálida y triste

dejando luz en el agua...

 

Alguna noche que he ido

solo al jardín, por los árboles

he visto un hombre enlutado

que no deja de mirarme.

 

Me sonríe y, lentamente,

no sé cómo, va acercándose,

y sus ojos quietos tienen

un brillo extraño que atrae.

 

He huido, y desde mi cuarto,

a través de los cristales,

lo he visto subido a un árbol

y sin dejar de mirarme.

 

Mi alma ha dejado su cuerpo

con las rosas, y callada

se ha perdido en los jardines

bajo la luna de lágrimas.

 

Quiso mi alma el secreto

de la arboleda fantástica;

llega... el secreto se ha ido

a otra arboleda lejana.

 

Y ya, sola entre la noche,

llena de desesperanza,

se entrega a todo, y es luna

y es árbol y sombra y agua.

 

Y se muere con la luna

ente luz divina y blanca,

y con el árbol suspira

con sus hojas sin fragancia,

 

y se deslíe en la sombra,

y solloza con el agua,

y, alma de todo el jardín,

sufre con todo mi alma.

 

Si alguien encuentra mi cuerpo

entre las rosas mañana

dirá quizás que me he muerto

a mi pobre enamorada.

 

LAMENTO DE PRIMAVERA

 

Corazón mío,

pálida flor,

jardín si nadie,

campo sin sol,

¡cuánto has latido

sin ton ni son,

tú que estás hecho

para el amor!

 

¡Oh, sordo!¡Oh, ciego!,

¡Oh, mudo!, yo

te daba opio,

te daba bromuro,

té, método,

libro y reloj...,

¡y estabas hecho

para el amor!

 

La primavera

te engalanó,

oíste la música

del ruiseñor...

Pensaste: el metro,

la inspiración...,

¡y estabas hecho

para el amor!

 

Bien has cantado,

¡lo sabe Dios!

agua en el agua,

flor en la flor,

luna en la luna,

son en el son...,

¡y estabas hecho

para el amor!

 

Y aquellos labios,

aquella voz,

y aquellos ojos...

la rosa, el sol

y aquel encanto

se te murió...,

¡y estabas hecho

para el amor!

 

Desdeña el opio,

desdeña bromuro,

té, método,

libro y reloj...,

florece, ríe,

sé de pasión,

¡qué tú estás hecho

para el amor!.

 

BALADA DEL MAR LEJANO

 

La fuente lejana aleja su sonata,

despiertan todos los caminos...

Mar de la aurora, mar de plata,

¡qué limpio entre los pinos!

 

Viento del sur, ¿ vienes sonoro

de soles? Ciegan los caminos...

Mar de la siesta, mar de oro,

¡Qué alegres estás sobre los pinos!

 

Dice el verdón no sé que cosa...

mi alma se va por los caminos...

Mar de la tarde, mar de rosa,

¡qué dulce estás entre los pinos!.

 

BALADA TRISTE DE LOS PESARES

 

Cantora, tú cantabas

la tristeza de todos los días,

el puñal que asesina de olvido

la pasión de las novias sombrías.

 

Los pesares que tiene tu cuerpo,

carne de mi carne,

se te vuelvan alegrías.

 

La noche estaba triste,

con tu boca tú la florecías...

La guitarra lloraba en tu pecho

la tristeza de todos los días.

 

Los pesares que tiene tu cuerpo,

carne de mi carne,

se te vuelvan alegrías.

 

Mientras tú sollozabas,

resbalaban las lágrimas mías...

Yo encontré aquella noche en la luna

la pasión de las novias sombrías...

 

Los pesares que tiene tu cuerpo,

carne de mi carne,

se te vuelvan alegrías.

 

¡Ay!, después de cantarlas,

de tus penas también te reías...

La guitarra lloraba en tu pecho

la tristeza de todos los días...

 

Los pesares que tiene tu cuerpo,

carne de mi carne, se vuelvan alegrías.

 

CONVALECENCIA

 

Sólo tú me acompañas, sol amigo.

Como un perro de luz, lames mi lecho blanco;

y yo pierdo mi mano por tu pelo de oro,

caída de cansancio.

 

¡Qué de cosas que fueron

se van... más lejos todavía!

Callo

y sonrío, igual que un niño,

dejándome lamer de tí, sol manso.

 

... De pronto, sol, te yergues,

fiel guardián de mi fracaso,

y, en una algarabía ardiente y loca,

ladras a los fantasmas vanos

que, mudas sombras, me amenazan

desde el desierto del ocaso.

 

¡SILENCIO!

 

No, no digáis lo que no he dicho.

Tu luna llena me lo tape, cielo inmenso,

en la noche solemne;

tú, río, que lo sabes, sigue hablando

como quien no lo sabe, paralelo

en tu huir infinito

a mi secreto pensamiento yerto;

aunque lo cantes, pájaro,

yo solo sepa desde dentro

que lo cantas cual yo en abril te lo cantaba;

tú, rosa última, guárdalo en tus pétalos

como en mi corazón; llévalo tú

y déjatelo, viento...

¡No, no, no lo digáis!

Siga todo secreto

eternamente, mientras gira el mundo

soñando, nunca he dicho ya por nadie,

con mi silencio eterno.

 

 

CUANDO DORMIDA TU

 

Cuando dormida tú, me echo en tu alma,

y escucho, con mi oído

en tu pecho desnudo,

tu corazón tranquilo, me parece

que, en su latir hondo, sorprendo

el secreto del centro

del mundo.

Me parece

que legiones de ángeles,

en caballos celestes

-como cuando, en la alta

noche escuchamos, sin aliento

y el oído en la tierra,

trotes distantes que no llegan nunca-,

que legiones de ángeles

vienen por ti, de lejos

-como los Reyes Magos

al nacimiento eterno

de nuestro amor-,

vienen por ti, de lejos,

a traerme, en tu ensueño,

el secreto del centro

del cielo.

 

YO NO SE COMO SALTAR

 

Yo no sé como saltar

desde la orilla de hoy

a la orilla de la mañana.

 

El río se lleva, mientras,

la realidad de esta tarde

a mares sin esperanza.

 

Miro al oriente, al poniente,

miro al sur y miro al norte...

Toda la verdad dorada

que cercaba al alma mía,

cual con un cielo completo,

se cae, partida y falsa.

 

... Y no sé cómo saltar

desde la orilla de hoy

a la orilla de la mañana.

 

 

HE ABIERTO MI BALCÓN

 

¡He abierto mi balcón y me he encontrado azul

la tarde y el jardín!...¿ Qué azul, Dios mío, es este ?

Parece una penumbra velada por un tul

que todo lo hace sueño con su vagar celeste.