Agustín Moreto

 

La confusión de un jardín


Personas.
DON LUIS.
VICENTE, criado.
DON JERÍNIMO, viejo.
DOÑA LEONOR, una hija.
DOÑA BEATRIZ, una hija.
JUSEPA, criada.
DON DIEGO.
UN TENIENTE.
UN ESCRIBANO.
DOS ALGUACILES.

La escena es en Madrid.
Jornada primera.
Sala en casa de don Luis.
Escena I.
JUSEPA, con manto; VICENTE, en cuerpo.
VICENTE.(Santiguándose.)
¡Jusepa! Gran novedad.
Y tan de noche! Mayor.
Muchos siglos de favor
en pocos años de edad.
Jamás has venido aquí;
¿Qué cosa? Misterio tienes,
a grandes hazañas vienes.
JUSEPA.No vengo a buscarte a ti,
porque no eres grande hazaña,
busco a don Luis.
VICENTE. Haces bien;
que es pez apacible, en quien
se logra mejor tu caña.
JUSEPA.¿Qué caña, di, bachiller?
VICENTE.Dotora en esta opinión
te pone tu profesión.
JUSEPA.¿Qué profesión?
VICENTE. Ser mujer.
¿Hay de vosotras alguna
que no se incline a pescar,
al príncipe como en mar,
al pobre como en laguna?
Todas nacisteis con manos
acomodadas al uso,
que tienen anzuelo infuso
contra los peces humanos.
Harto ha de ser en verdad
si en ti la caña desdice:
pescar sabrás; que lo dice,
Jusepa, tu habilidad.
JUSEPA.No he de poder responderte,
que salgo depriesa ahora.
VICENTE.¿Salir de casa a tal hora?
Vuelvo a mis cruces de verte.
Curioso, Jusepa, estoy;
¿No me dirás cómo ha sido
que haya tan tarde salido
la estrella de Venus hoy?
JUSEPA.¿Yo estrella?
VICENTE. Desde la cuna
lleva este nombre a la pila
cualquiera que recopila
dos voluntades en una.
Cuidado tiene la estrella
de confrontar voluntades,
y Venus sus mocedades
se tuvo desde doncella.
JUSEPA.¡Qué bien que te respondiera
si hubiera lugar de hablarte!
Profeso de parte a parte
en la religión tercera.
Pero dejémoslo estar
para otro tiempo mejor;
y llévame a tu señor,
que tengo con él que hablar.
VICENTE.¿Qué es lo que quieres pedir?
JUSEPA.¿Es fuerza que tú lo sepas?
VICENTE.Achaque de las Jusepas
es los secretos decir,
y tú eres tan achacosa
como las demás.
JUSEPA. Pues quiero
pedir.
VICENTE. ¿Acaso es dinero?
Porque es la ocasión famosa;
que ha jugado y ha perdido.
JUSEPA.No importa; dile que estoy
aguardándole.
VICENTE. Ya voy:
mas pienso que él ha salido.
¿Conmigo no partirás
lo que te diere?
JUSEPA. En buen hora.

Escena II.
DON LUIS. - Dichos.
DON LUIS.¿Jusepa?
JUSEPA. De mi señora
te traigo...
DON LUIS. No digas más;
toma primero un abrazo
y esta cadena.
VICENTE.(Ap.)
Eso sí;
que es la mitad para mí.
JUSEPA.Guárdete Dios; que es un lazo
de nuevas obligaciones
este favor que recibo.
VICENTE.(Ap.)
Cadena, a ser tu cautivo
me lleven las particiones.
(Hablan aparte Jusepa y don Luis.)
JUSEPA.Beatriz, en fin, determina,
don Luis, esta noche hablarte.
DON LUIS.Deja que vuelva a abrazarte;
que es nueva tan peregrina
para un amor desdichado,
que aún lo que dices no creo.
¡Que fue capaz el deseo
de antojo tan bien logrado!
No han merecido tal bien
dos años de adoración.
JUSEPA.Los buenos terceros son
remedio contra el desden
y no te ha faltado a ti
quien enterezas deshaga.
DON LUIS.Bien lo conozco, y no hay paga
sino es entregarme a mí.
JUSEPA.Por el jardín has de entrar;
pienso que sabes la puerta.
DON LUIS.Ya la sé; ¿tendrásla abierta?
JUSEPA.No, que era mucho fiar.
(Dale una llave sin que lo vea Vicente.)
Lleva esta llave contigo,
para que en viendo sin gente
la calle, seguramente
puedas abrir sin testigo.
Claro está que cerrarás
luego que entres, y en cerrando,
ve unos árboles buscando
que a mano izquierda hallarás
junto a una fuente tan bella,
que apruebes el encubrilla
los árboles de su orilla,
si lo hacen por celos della.
Quédate allí que yo iré
después a avisar, si es hora
de que hables a mi señora;
y adiós, que es tarde.
DON LUIS. No sé,
ni quiero saber decirte
la estimación que verás;
mas no he de decirte más.
JUSEPA.Ni yo el secreto advertirte,
pues sabes la obligación,
y ves que a llamarte vengo
de noche.
DON LUIS. Presente tengo,
Jusepa, lo que es razón;
no lo erraré.-Tú, Vicente,
lleva a Jusepa a su casa,
que por la gente que pasa,
y aun cuando no pase gente,
no es bien ni he de permitir
que se vuelva sola. -Adiós. (Vase.)

Escena III.
VICENTE, JUSEPA.
VICENTE.Solos estamos los dos;
alto, Jusepa, a partir.
JUSEPA.Ya parto. (Hace que se va.)
VICENTE. No de carrera.
JUSEPA.Pues ¿qué?
VICENTE. De cadena.
JUSEPA. Es cosa
de partir dificultosa,
y estoy muy de prisa.
VICENTE. Espera,
Jusepa, que no es justicia;
¿No prometiste?...
JUSEPA. Es verdad;
mas era menor de edad.
VICENTE.La edad suple la malicia.
JUSEPA.Ahora bien, si ello ha de ser,
partirlo luego es mejor.
VICENTE.Es cristiandad y es amor.
JUSEPA.Tu mitad no has de perder.
¿Viste que don Luis me dio
cadena y abrazo?
VICENTE. Sí.
JUSEPA.(Abrazándole.)
Pues doyte el abrazo a ti,
y tomo lo demás yo.
VICENTE.Partiste como hacen otras.
JUSEPA.¿No quedas favorecido?
VICENTE.Mal haya quien no ha sabido
partir así con vosotras.
JUSEPA.La partición está buena,
no hay qué decir; vén tras mí. (Vase.)
VICENTE.Detente. -¡No hubiera aquí
un portero de cadena! (Vase.)
Sala en casa de don Jerónimo.

Escena IV.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR.
DOÑA LEONOR.Notable resolución,
hermana.
DOÑA BEATRIZ. ¿Por qué es notable?
DOÑA LEONOR.Permitir que un caballero
que se confiesa tu amante,
con muchas ansias de verte,
con no menores de hablarte,
toda la vista deseos
y toda el alma volcanes;
después de largas finezas,
después de desvelos grandes,-
por el jardín a deshora,
Beatriz, esta noche te hable;
jardín y noche, que alientan
el ánimo mas cobarde,
y en la mayor cortesía
despiertan las libertades,
¿No es ocasión de decirte,
por más que tú lo disfraces,
que ha sido resolución,
Beatriz, que puede notarse?
Perdóname, que se ofenden
en ocasión semejante
la fama de tus virtudes,
la obligación de tu sangre,
lo que se debe al decoro
de la casa de tu padre;
que es el sagrado en que tiene
cualquier pensamiento cárcel.
Parece que se te olvida
la nota que es fuerza darse,
cuando un vecino curioso
registre, sin importarle,
que un embozado pasea
con mucha quietud tu calle,
que ya se pasa a la esquina,
que ya se esconde del aire,
que hacen la seña que espera,
que acecha a la puerta que abren;
que a una ventana de enfrente
no hay hurto que se le escape.
Posible, Beatriz, es esto;
también puede ser que falte;
mas en sintiendo posibles,
teme el recato verdades.
Y ¿qué ha de pensar el mismo
don Luis de ver que le llames,
aunque el exceso que intentas
le venga a ser favorable?
Que es ordinario en quien mira
favores tan desiguales,
que la razón los condene,
cuando el antojo los ame.
Beatriz, así lo discurro,
yo me holgaré de engañarme;
pero decirte mi voto
fue deuda aunque llega tarde.
Voto será, porque viene
de hermana menor, culpable;
mas el amor te lo ha dicho,
que es el que forma igualdades.
DOÑA BEATRIZ.Hermana, tus advertencias
estimo sin que me agravien;
que los consejos más libres
no ofenden, si de amor nacen.
Aunque menor, es posible
que aciertes, y puedo errarme;
que los aciertos no corren
al paso de las edades.
Más ¡ay! que con argumentos
(espero que no eficaces)
me acusas de poco atenta,
y aun das a entender de fácil.
Quiero también que concurran
mis argumentos a examen,
aunque venzan las razones,
y no las autoridades.
Llamar a don Luis confieso
que fuera delito, y grave,
si para hacerle favores
hubiera sido el llamarle.
Conozco que fuera olvido
de la opinión, del linaje,
de lo demás que ponderas
y es digno de ponderarse.
Mas si le llamo, Leonor
para decirle que basten
dos años de galanteo,
que ya comienza a notarme
(porque el amor, que en él supo
recién nacido callarse,
ya, como tanto ha crecido,
mas en silencio no cabe);
que si tenemos conformes
haciendas y voluntades,
que al título de mi esposo
permitan habilitarle,
sepa mi padre su intento;
que luego con él se trate,
o ya para concluirse
o ya para desviarse
(con que verán los curiosos,
pendientes de otras señales,
que se casó con Beatriz
o que pretendió casarse);
¿Será culpa, será exceso
que deba tener fiscales,
o cuerda elección que aprueben,
los que mejor lo pensaren?
Esto a don Luis referido
con entereza no afable
(que nunca de la entereza
salió apacible el lenguaje);
¿Podrá para con él mismo,
Leonor, desacreditarme,
viendo que todo es desdenes
o prisas de que se case?
Que venga don Luis de noche,
Leonor, no puede excusarse,
pues no hay ocasión de día;
ni cuando se concertase
la ocasión, fuera seguro
poner a don Luis en parte
donde pudiesen las luces
hacer descubierto el lance.
Si es buena la acción, no importa,
Leonor, que de noche pase;
que no dependen de tiempos
los fondos ni los quilates.
Pues el temer que le acechen
vecinas curiosidades,
y que han de ser su registro,
por mucho que él se recate,
gana de temer parece,
sabiendo que ha de tardarse
para venir a las horas
que cuentan las soledades.
Por excusar este riesgo,
la llave, Leonor, que sabes
que me entregó, despedida,
la jardinera esta tarde,
llevó Jusepa a don Luis,
para que en viendo que sale
la suerte de hallarse solo,
pueda jugarla y entrarse.
Con esto aun cuando le miren
abrir los que quieres que anden
por las ventanas despiertos,
aunque ello no importe a nadie,
no juzgarán que es de fuera
quien entra abriendo, pues hace
lo que mi padre hacer puede,
que tiene la misma llave.
Pienso que te he respondido.
DOÑA LEONOR.Sí; pero ¿puedes negarme,
Beatriz, que lo mismo harías
con un papel que enviases
a don Luis, y que un papel
excusa dificultades,
que cuestan tanto discurso
para poder concertarse?
DOÑA BEATRIZ.Leonor, no me digas eso;
mujeres tan principales
jamás escriben papeles,
aun para que desengañen,
que en el papel más furioso
ya prenda, en fin, que se guarde,
letra que siempre se estime,
desprecio que siempre agrade.
Ni es este sólo el peligro:
pon que Jusepa o un paje
de don Luis el papel lleve;
como ellos van ignorantes
de lo que dentro va escrito,
siempre lo juzgan suave,
y nunca les llega el día,
Leonor, de desengañarse.
Perdida la fama queda
con estos, y que se estrague
con todos es tan posible
como que aquellos lo parlen.
Demás de que en los papeles,
aunque el desden amenace
con mil severas razones,
con mil ardientes pesares,
como la pluma los dice
sin que la voz los agravie,
no aciertan a ser severas
ni ardientes las sequedades;
antes se quedan en duda
de si es verdad o si es arte,
que suele por el desprecio
tal vez al favor guiarse.
Mas cuando la voz se escucha,
cuando se mira el semblante,
palabras allí que truenen,
y rayos aquí que abrasen,
a furia tan descubierta
¿quién ha de haber que no pare
la pretensión de un deseo,
que sólo es para desaire?
Y si eres, Leonor, testigo
de las diligencias que antes
se han hecho para que deje
don Luis de manifestarse
con público galanteo,
¿cómo podrán retirarle
de un mudo papel las letras
que aún puede ser que le halaguen?
De suerte que o sus intentos
habrán de disimularse,
o sólo el medio que elijo
ser medio de que se atajen.
¿He satisfecho a tus dudas?
DOÑA LEONOR.Bien tengo que replicarte;
mas hállote ya resuelta,
y es de temer que te canses.
(Ap. Mal lo ha pensado Beatriz;
por fuerza ha de condenarse
la acción, que aún mayor aprieto
no salva necesidades.)
DOÑA BEATRIZ.Jusepa habrá ya venido;
vamos allá.
DOÑA LEONOR. De ayudarte
cuidaré.
DOÑA BEATRIZ.Guárdete el cielo.
DOÑA LEONOR.(Ap.)
Más cerca de disculparse
se viera el error conmigo
(bien que el error es muy grande),
si a mí no me pareciera
don Luis de tan buenas partes.
(Vanse.)
Calle. - Noche.

Escena V.
DON JERÍNIMO.
DON JERÍNIMO.¡Qué obscura noche! Los bultos
es harto que ver se dejen;
los amantes no se quejen,
que a fe que andarán ocultos.
Parece que las estrellas
todas el cielo han dejado,
o el sol se las ha llevado
para lucirse con ellas.
El aire, con más horrores
de los que suele tener,
apuesta al olvido a ser
sepulcro de resplandores.
Al sol le quiere decir
la sombra con presunción,
que está con resolución
de no dejarle salir.
¡Y que esta noche haya sido
también el faltarme Hernando,
para venirme alumbrando!
Mas ¿qué te habrá sucedido?
sino es que mis hijas le han
ocupado... Será así.

Escena VI.
DON DIEGO, en traje de camino, con la espada desnuda
-DON JERÍNIMO.
DON DIEGO.Si no le maté, le herí,
y algunos huyendo van.
A todos mal nos salió.
¡Qué errados hombres vinieron!
Por otro me acometieron;
la noche les engañó.
¡Que siempre Madrid me tenga
guardadas estas fortunas,
y aún no redimido de unas,
en otras a hallarme vuelva!
Que apenas haya llegado,
cuando me traen así
riesgos que no merecí,
sino es con ser desdichado!
Mas la justicia me sigue
con bien despierto cuidado;
no es de dolor acertado.
Por mas que la causa obligue,
quejarme ni detenerme,
sino escapar.
(Va deprisa hacia donde está don Jerónimo, y éste mete
mano a la espada.)
DON JERÍNIMO. ¿Quién va allá?
DON DIEGO.¿Quién lo pregunta?
DON JERÍNIMO. ¿Quién va?
DON DIEGO.Mirad que sé defenderme.
DON JERÍNIMO.La defensa es excusada,
que yo no os he de ofender;
antes si habeis menester
ayuda, tendréis mi espada.
DON DIEGO.Mostráis el ser caballero;
también caballero soy,
y retirándome voy
de la justicia; ya espero
que lo que habeis ofrecido
cumpláis.
DON JERÍNIMO. Cumpliré, por Dios.
DON DIEGO.Yo dejo, para con vos,
un hombre muerto ó herido;
no le conozco, ocultarme
quisiera hasta ver lo que es.
DON JERÍNIMO.Seguidme.
DON DIEGO. ¡Que siempre estés,
Madrid, para ocasionarme!
(Vanse.)

Escena VII.
UN TENIENTE, DOS ALGUACILES, UN ESCRIBANO.
TENIENTE.¡Que se escapase a tres hombres
un hombre solo y turbado!
Los ojos os han sobrado.
ALGUACIL 1.º.No hay causa de que te asombres
advierte la oscuridad
de la noche.
TENIENTE. ¿A todos tres
faltó la vista?
ALGUACIL 1.º ¿Pues ves?
No es eso dificultad;
¿No es para todos oscura
la noche de una manera?
ALGUACIL 2.ºMás alguaciles que hubiera
corrieran igual ventura.
TENIENTE.Pues yo he de buscarle, y ver
si a mí tambien se me va.
ALGUACIL 1.ºBuscarle fácil será,
mas verle no lo ha de ser.
TENIENTE.Volved por aquí.
ALGUACIL 2.º.(Ap.)
¡Qué vanos
han de salir sus antojos!
ESCRIBANO.Señor Teniente, dad ojos,
y os servirémos con manos.
(Vanse.)
Otra calle. -Á un lado las tapias y puerta de un jardín.

Escena VIII.
DON DIEGO, DON JERÍNIMO.
DON JERÍNIMO.Venid adonde espero
cumpliros la palabra, caballero.
DON DIEGO.Muy obligado os sigo;
quien nace caballero, nace amigo.
(Ap. Ventura fué encontralle.)
DON JERÍNIMO.Tal soledad no he visto por la calle;
la noche lo concierta.
(Llega a la puerta del jardín, y abre.)
De un jardín de mi casa es esta puerta,
que tener escondido
puede aún al sol entre árboles y olvido.
Quedad en él, y a hablaros
volveré.
DON DIEGO. Pues ¿no entráis?
DON JERÍNIMO.
Quiero buscaros
por la puerta de adentro;
que yo por esta puerta jamás entro,
y en mi casa hará nota
novedad de mi estilo tan remota.
Fuera de que el secreto
puede ser que os importe; y más sujeto
quedaréis a un curioso
si me entro por aquí, pues es forzoso,
si lo advierte un criado,
que intente averiguar por qué he mudado
la entrada que solía:
curioso es noviciado para espía.
Recogida mi gente,
saldré a veros. Adiós.
DON DIEGO.(Ap.)
Mas ¡qué prudente!
(Éntrase por la puerta del jardín, y la cierra don
Jerónimo.)

Escena IX.
DON JERÍNIMO.
DON JERÍNIMO.Voy a que me dé entrada
la puerta principal, que es puerta usada,
y así no sospechosa.
¿Qué mas quisiera la atención curiosa
de Jusepa y Hernando,
que verme entrar por el jardín llamando
á la puerta de enmedio?
Justamente lo excuso,
bien que ande conmigo, aunque sin uso,
la llave desta puerta;
que en fin alguna vez, como hoy, acierta
á librar de un disgusto.
Cierto que voy a descansar con gusto;
que es agradable oficio
lograr una ocasión de beneficio.
Yo no conozco este hombre,
ni sé su calidad ni sé su nombre;
dice que es caballero.
No le pude ayudar con el acero;
mas de algo le he servido:
quien no hace bien no diga que ha nacido. (Vase.)
Otra calle.

Escena X.
DON LUIS Y VICENTE, en traje de noche.
DON LUIS.¿Quedó Jusepa en su casa,
Vicente?
VICENTE. En su casa entró,
no sé si en ella quedó.
DON LUIS.¿Qué hora será?
VICENTE. La que pasa
de las once.
DON LUIS. Eso es decir
que son las doce.
VICENTE. Es verdad;
mas siempre la novedad
es lo que se ha de elegir.
DON LUIS.En general es error;
no siempre están de concierto
la novedad y el acierto.
VICENTE.Lo que digo es por mayor.
Quiérote dar un vejámen,
que aun eso tú no me dieras.
Mas, porque hablemos de veras
(así las mujeres te amen
de balde...)
DON LUIS. Gran bendición.
VICENTE.Y para tí ¡qué apacible!),
que ya que tan invencible
se mira tu donación,
y no te pienso pedir
cosa que cueste dinero,-
me digas (como lo espero,
pues no es gastar el decir)
¿por qué mi lealtad ofendes,
cuando de mí te recatas,
todas las veces que tratas
de esa deidad que pretendes?
¿Tan poco te satisfago,
que dello no me das cuenta?
¿Qué temes? ¿Qué te amedrenta,
no siendo cuenta con pago?
¿No se me puede fiar
que guarde un secreto a mí?
¿Piensas que sólo hay en tí,
señor, quien sepa guardar?
DON LUIS.(Ap.)
De gusto está el Vicentillo;
siempre le dura el humor.
VICENTE.¿No me respondes, Señor?
¿Tanto te cuesta el decillo?
DON LUIS.¿Qué hay que decir? Si descubres
mis faltas así, ¿no errara
si en mis secretos te hablara?
VICENTE.¿Por eso sólo lo encubres?
tus gracias digo, es verdad;
mas es una noche oscura,
que cuanto aquí se murmura
se viste de oscuridad.
Haz cuenta que faltas son
que no se han visto ni hablado.
DON LUIS.Pues tenme por excusado
por esa misma razón;
que si el secreto te digo,
y ha de ser como no hablalle,
para que quede en la calle,
más vale estarse conmigo.
Y hablemos en otra cosa:
conmigo no has de venir.
VICENTE.¿Sobre callar despedir?
La enmienda ha sido graciosa.
Bien mi pesar se remedia,
poco obligarte he sabido;
á fe que si hubiera sido
lacayo de una comedia,
con otro amor me trataras,
y a cuanta conquista fueras,
aun antes que la emprendieras,
conmigo la consultaras;
¿qué es consultar? Poca es esa
fineza; que tu privado
merece ver a tu lado
la cuadra de una princesa.
¡Bien haya quien inventó
lacayos tan compañeros,
que aún suelen ser consejeros
del mismo rey que rabió.
DON LUIS.¿De consejero se viene?
Mas esto no quiere voces.
(Ap. Ya es hora de ir al jardín.)
Quédate tú. (Vase.)

Escena XI.
VICENTE.
VICENTE. ¿Vaste, en fin?
Con tu soledad te goces.-
Voyme; que en vano conquisto.
¡Qué noche para ensartar
aljófares! No hay pensar
que tan cerrada se ha visto.
Toda de sombra es un lago,
no hay luna ni anda su coche:
parece España la noche,
y que la cierra Santiago. (Vase.)
Jardín. -A un lado tapia con puerta y árboles a su
izquierda, en el otro la fachada interior de la casa de
don Jerónimo.

Escena XII.
DON DIEGO.
DON DIEGO.Reconocido estoy al caballero
que aquí me trajo; desearé la vida
por mostrarme su amigo verdadero.
¡Qué hidalga condición! ¡Qué socorrida
debe de ser de sangre generosa;
que la virtud es más, si es bien nacida!
Acción, sin conocerme, tan gloriosa,
¿qué se puede llamar sino nobleza,
que en límites humanos no reposa?
Bellísimo jardín, y con grandeza:
bien que la noche esconde su hermosura;
mas no basta a esconder tanta belleza.
Gran arboleda allí se me figura,
si no es que allí las nubes se han bajado;
todo lo da a pensar la noche oscura.
Seno parece que es acomodado
para ocultar en él un delincuente:
no hay cosa que no aplique a mi cuidado.
(Óyese ruido en la puerta, como de llave que abre.)
Mas ¿qué ruido es aquel qúe allí se siente?
La puerta misma que me dió la entrada
se vuelve a abrir, ó la atención me miente.
¿Si es quien me puso aquí? Duda excusada;
que no puede ser él, porque me dijo
que se iba a entrar por puerta acostumbrada.
(Vase retirando hacia los árboles.)
Retirarme a los árboles elijo.
¿Si es otro que con llave venir puede:
su jardinero?... En confusión me rijo.
Pero ¿cuándo de noche no sucede?
Siempre recato aprovechó en la duda,
y nunca daña, aunque sin uso quede.
Sóbre mi prevención; y pues me ayuda
la oscuridad, encierre la arboleda
mis pasos y mi voz en sombra muda.
Ya me recibe donde atento pueda
ver lo que pasa y registrar seguro;
mas falta que la noche lo conceda.
(Escóndense entre los árboles, y entra don Luis por la
puerta del jardín.)

Escena XIII.
DON LUIS. DON DIEGO.
DON LUIS.Lo primero es cerrar. El aire oscuro
no deja distinguir; mas al fin veo
los árboles ó el norte que procuro.
¡Qué largas son las horas del deseo!
Parece que de plomo van calzadas
y que cuanto caminan es rodeo;
no así las del placer, que arrebatadas
en plumas de momentos presurosas,
á un tiempo son presentes y pasadas.
¡Que he de ver a Beatriz! ¡Que tan dichosas
han de ser esperanzas que vivían
en cárceles del miedo tenebrosas!
Bien haya la constancia con que ardían
y arden víctima hoy mis pensamientos;
que al fin pueden vencer los que porfían.
No es esto, no, pensar que mis intentos
han de lograrse; que Beatriz admite
solo veneración, no atrevimientos.
Mas ¿no es harto lograr, si me permite,
como la bella luz, la voz suave;
bien que ó sirena ó sol el vivir quite?
Tárdense pues con movimiento grave
perezosas las horas al deseo;
que tanto bien en siglos aún no cabe.
Los árboles, en fin, son los que veo;
conforma, amor (si te obligue), los fines
á los principios que gloriosos veo.
(Dirígese a los árboles, y sale Jusepa como que viene de
la casa, caminando también hacia ellos.)

Escena XIV.
JUSEPA. - Dichos.
JUSEPA.Nunca faltan azares en jardines,
y más en un jardín como lo es este,
donde sobran hileras de jazmines.
¡Que concertar un hurto tanto cueste,
y que ahora mi señor me haya pedido
la llave desta puerta y no se acueste!
¿La llave desta puerta? Gana ha sido
de salir al jardín, y si se espera
don Luis en él, es riesgo conocido.
Quiero llevarlo (y que Beatriz lo quiera
me prometo) a aquel cuarto retirado
que libre nos dejó la jardinera;
bien estará don Luis allí encerrado
mientras a visitarle Beatriz viene
en sintiéndose el viejo sosegado.
Puerta también a aqueste jardín tiene
el cuarto de mis amas, que es ventura,
por si hay quien la de enmedio nos condene.
La dilación agora no es segura;
prisa y silencio importa.
DON LUIS. Si no ha
sido
antojo que a las dichas se apresura,
pasos allí parece que he sentido,
y aun bulto de mujer. Mas ¿si esJusepa?
Llegar en duda no será advertido;
recatarme es mejor.
(Ocúltase detrás de algún objeto.)
JUSEPA. Sin que lo sepa
juraré que don Luis al puesto aguarda;
que no hay descuido que en amante quepa.
Quien viene a la ocasion nunca se tarda.
Mucho habrá que don Luis vino al concierto;
líbrele amor del Argos que nos guarda.
(Topa con don Diego debajo de los árboles, y él se
emboza.)
Ya estaba acá. -¿Sois vos el encubierto?
DON DIEGO.Yo soy. (Ap. El caballero ya me avisa.)
JUSEPA.Seguidme sin hablar.
DON LUIS.(Ap.)
¿Estoy despierto?
¿No es la mujer y un hombre que a gran prisa
salen de allí? ¿Qué miro, cielo santo?
DON DIEGO.(Ap.)
No ha tardado en llamarme; más precisa
mi deuda es siempre. Pero aquí me espanto
de que él se quede y a buscarme envíe,
y con mujer, cuando el secreto es tanto;
mas él sabrá si es bien que se le fíe.
(Vase con Jusepa.)

Escena XV.
DON LUIS.
DON LUIS.¿Qué es esto, imaginación?
Ojos, ¿qué es esto que veo?
Lo que imagino no creo,
lo que miro es confusión.
Pensar que cuidados son
de Beatriz, es ofendella.
¡Mujer, y un hombre tras ella!
Si es galan de su criada,
parece queja infundada
del amor esta querella.
¿No puede ser que Leonor
tenga un galan que aquí venga?
Mas cuando Leonor le tenga,
sin oponerse a su honor,
¿he de juzgar que su amor,
honesto, advertido y fiel,
trujo el galan (si es aquel),
para que hallándome aquí,
pudiese pensar de mí
lo mismo que pienso dél?
Si no es que Leonor ignora
que me haya Beatriz llamado;
mas ¿era para ignorado
lance de verme a tal hora?
Son muy hermanas, y adora
Leonor a Beatriz, ¿quién duda
que en esta ocasión la ayuda?
Celos, hasta aquí bien va;
que vuestra opinión está
cobrando fuerza en mi duda,
dejemos el discurrir
dudas o celos, o todo;
que para acabarme, el modo
más fácil es proseguir.
Quiero a los árboles ir,
aunque de miedo cercado,
no se si desesperado,
por ver al hombre que vi:
quizá me ha dejado allí
la dicha de ser buscado.
(Se dirige a los árboles.)

Escena XVI.
DON JERÍNIMO. -DON LUIS.
DON JERÍNIMO.Todos están recogidos,
quiero a mi huésped buscar;
que ya le podré llevar
sin miedo de ser sentidos.
Esta ocasión aguardé;
que no ha de decir que trato
negocio tal sin recato.
Mi cuarto le dejaré;
que es caballero, y es justo
que los cumplimientos se hagan
de modo que satisfagan
a lo decente y al gusto.
Yo en ese cuarto, que está
debajo del que hoy es mío,
me quedaré, pues vacío
se ve de huéspedes ya.
La noche me le retira,
y aún él se habrá retirado,
porque estará con cuidado
de si aún la sombra le mira.
(Llega a los árboles.)
Yo apostaré que eligió
los árboles desta fuente,
que es lo que ven más patente
los que entran. Bien dije yo;
que un hombre desde aquí miro.
DON LUIS.¿Qué es esto que estoy mirando?
¿No es hombre el que va llegando?
¡Con qué turbación le admiro!
No he de poder ocultarme,
que ya me ha visto. ¿Qué haré?
Ni sé qué hacerme, ni sé
mas que ignorar Y quedarme.
DON JERÍNIMO.¡Qué recatado que está!-
¿De quién os guardais así?
DON LUIS.¿Quién es?
DON JERÍNIMO. El que os puso aquí.
DON LUIS.(Ap.)
Creciendo mi asombro va.
DON JERÍNIMO.¿Pensáis que los alguaciles
os siguen, como os hallé?
Ya la justicia se fue.
DON LUIS.(Ap.)
No están para ser sutiles
mis dudas; mas vese claro
su error. Seguirle conviene,
porque en su casa me tiene,
y en hurto, que es sin reparo.
Bien se conoce que aquí
se encubre un hombre que entró
por su mano. No soy yo;
mas he de decir que fuí;
que no hay excusa de hallarme
en el jardín de otro modo.
DON JERÍNIMO.Venid a que os sirva.
DON LUIS. En todo
sabéis, Señor, obligarme.
DON JERÍNIMO.Ya sé que me he detenido;
mas era fuerza esperar
a hallarme solo, y cuidar
de veros mejor servido.
Si no esperara, no hubiera
secreto.
DON LUIS. La dilación
aumenta mi obligación.
(Ap. Y más te lo agradeciera,
si la dilación durara
toda la noche.)
DON JERÍNIMO. La prisa
tal vez del secreto avisa.
DON LUIS.(Ap.)
¿Qué suerte se vio tan rara?
¡Venir a buscar mi dicha,
y hallar un hombre en mi puesto!
¿Qué es esto, celos, qué es esto?
Cielos, ¿hay otra desdicha?
Pues ¡qué cuidados renuevo
del hombre que estuvo aquí!
¡Qué buen jardín para mí!
Bien en el alma le llevo.
¡Qué empeño en él me salió!
¡Qué celos en él también!
DON JERÍNIMO.(Ap.)
No hay cosa como hacer bien.
DON LUIS.(Ap.)
No hay bien como no ser yo.

La confusión de un jardín
Agustín Moreto

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander
Central Hispano 1999-2000

La confusión de un jardín
Agustín Moreto

Jornada segunda.
Habitación de don Jerónimo.
Escena I.
DON JERÍNIMO, DON LUIS.
DON JERÍNIMO.Este es mi cuarto, en él fío
que mi voluntad os muestro,
y es bien que venga a ser vuestro,
porque parezca ser mío.
Mas esperad, ¿no sois vos
don Luis de Toledo?
DON LUIS. (Ap. Aquí
no puedo encubrirme.) Sí.
DON JERÍNIMO.Notables somos los dos:
vivimos en un lugar,
y es esta la vez primera
que nos hablamos.
DON LUIS. Yo hubiera
ganado en apresurar
el ser muy vuestro.
DON JERÍNIMO. Son cosas
que sólo en Madrid se ven.
DON LUIS.Y en mi condición también,
que es de las menos gustosas:
háceme más retirado
de lo que fuera razón.
DON JERÍNIMO.No apruebo la condición,
por lo que en vos me ha quitado;
y agora, que he conocido
quién es el huésped que tengo,
con vanidad a estar vengo
de haberle en algo servido.
Mas hora de recogeros
es ya, ¿qué queréis mandarme?
DON LUIS.Pues qué, ¿tratáis de dejarme?
DON JERÍNIMO.Gustara de entreteneros;
pero ocuparos no es justo;
que siempre la soledad
ha sido comodidad
para quien tiene disgusto.
Yo he de bajarme a otro cuarto,
con vuestra licencia.
DON LUIS. Vos
el dueño sois de los dos.
DON JERÍNIMO.Aunque me voy, nunca aparto
la voluntad de serviros.
DON LUIS.De hacerme favor será.
DON JERÍNIMO.La pena no os dejará;
mas procurad divertiros.
DON LUIS.Cualquiera pena es menor
con la merced que me hacéis.
DON JERÍNIMO.Este favor me debéis.
DON LUIS.Vos sois quien hacéis favor.
DON JERÍNIMO.Después se hablará; que es tarde.
(Ap. ¡Buen caballero, a fe mía!
De vista le conocía.)
Quedad con Dios.
DON LUIS. Dios os guarde.
(Vase don Jerónimo.)

Escena II.
DON LUIS.
DON LUIS.¿Qué me decís agora, pensamientos?
Agora sí que es tiempo, confusiones,
de pedirme discursos más atentos
para matarme a manos de atenciones.
Cielos, ¿de mi desdicha estáis contentos,
o me guardáis más tristes ocasiones?
¿Hay pena de invención tan presumida,
que ofrezca nuevo mal contra mi vida?
Don Jerónimo aquí me ha conocido,
piensa que soy el hombre a quien buscaba,
que al parecer es uno que ha escondido
de la justicia, que a prenderle andaba.
Yo, porque fue forzoso, me he vestido
su persona; fue lance que obligaba.
¿Qué haremos si el engaño se retira?
Que no es larga la edad de la mentira.
¿Qué ha de decir tan grande caballero
de ver que en su jardín entré a deshora?
Que no siendo su huésped verdadero,
lo fuí mentido en amistad traidora;
que le ocupé su cuarto, lisonjero;
que le engañé, como le engaño ahora;
¿qué ha de decir, con hijas, y tan bellas,
que dictan al honor mudas querellas?
júntase para hacerme cuidadoso,
de Beatriz y Leonor la afrenta clara;
pues de su padre entre las dos dudoso,
ya se ve que en las dos la ofensa para.
Soy caballero, y amo: era forzoso
que el amor y la sangre se acordara
de que Beatriz por mi ocasión padece,
cuidado que los otros desparece.
Pues casarme con ella, aunque el casarme
me estuviera muy bien, no sé si puedo,
consultado el honor, que a presentarme
vuelve aquel hombre con el mismo miedo.
Bien puede ser que vengan a engañarme
mis dudas; mas al fin con dudas quedo,
y bástanle al honor las presunciones
para temerse allí de ejecuciones.
¡Bueno estoy de pesares, bien me tiene
la fortuna en cuidado dividido;
ya de los celos que mi amor previene,
ya del empeño a que me siento asido!
Proseguir el engaño me conviene.
Fortuna, a tu piedad socorro pido:
si tú quieres, verdad será el engaño;
si tú quieres, ventura será el daño.
Habitación baja é inmediata al jardín.- No hay luz.

Escena III.
DON DIEGO.
DON DIEGO.Algo se tarda en venir
mi huésped, y ya el desvelo
comienza por el recelo
la senda del discurrir.
En una cárcel oscura,
y el alcaide una mujer,
¿qué se me puede ofrecer
de parte de la ventura?
Y mas, mujer que viniendo
conmigo, nunca me habló,
y apresurada mostró
que estaba algún mal temiendo.
(Va tentando, y halla una puerta.)
¿Qué parte es esta vacía?
Parece que es una puerta.
¿Quién duda; pues está abierta,
Que a más aposentos guía?
Vamos adentro; que allá,
si no es que todo ha faltado,
como en lugar retirado,
mas seguridad habrá.
(Entrase a otro aposento interior, dejando abierta la
puerta.)

Escena IV.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR y JUSEPA, que trae una
linterna con luz encubierta, entran, abriendo con llave.
Luego, DON DIEGO.
DOÑA BEATRIZ.Si te ha pedido la llave
mi padre, bien anduviste,
Jusepa; que al jardín quiere
salir quien la llave pide.
Mejor estará encerrado
don Luis.
JUSEPA. Y los más que siguen
al amor gustan de encierros
aún más que de los jardines.
DON DIEGO.(Asomándose a la puerta por donde entró.)
¿No es ruido de puerta que abren,
y voces no son sutiles,
que de mujeres parecen?
Sospechas, bien lo dijisteis.
DOÑA BEATRIZ.Por si mi padre llegare
cerca (si bien es difícil,
pues son aposentos estos
que siempre olvidados viven),
mete, Jusepa, allá dentro
la luz, y a la puerta asiste,
porque la luz no se vea
y porque tú nos avises.
La luz importa al decoro,
y el mismo decoro impide
cerrar la puerta; que el campo
del honor ha de ser libre.
JUSEPA.Voy a cumplir lo que mandas.
(Va hacia donde está don Diego.)
DOÑA LEONOR.(A su hermana.)
Y yo también a seguirte;
que ya se ve que está dentro
don Luis.
DOÑA BEATRIZ. Hermana, ¿qué dices?
DOÑA LEONOR.Que el lance es aventurado.
DOÑA BEATRIZ.Nunca te falta un melindre.
No es de los más agradables
mas no es de los más terribles.
JUSEPA.(Ap.)
Buenas albricias me tengo.
¡Qué joya que me apercibe
don Luis en esta ocasión,
que a la cadena se arrime?
Joya me fecit; no hay cosa
como dejar tratos viles,
y ser estafeta honrada,
que al campo de amor camine.
(Descubre la luz, deja la linterna, y llega donde está
don Diego.)
Don Luis, mi señora viene.
Llegad.
DOÑA BEATRIZ. Aunque no entendiste,
don Luis...
DON DIEGO. ¿Don Luis otra vez?
Con gusto el nombre repiten. (Sale.)
¡Valgame Dios! ¿No son estas
Beatriz y Leonor? ¡Ay triste!
DOÑA BEATRIZ.Cielos, ¿no es este don Diego?
¡Qué! ¿no era muerto, o se finge,
Leonor?
DOÑA LEONOR Hermana, estoy loca.
DOÑA BEATRIZ¿Jusepa?
JUSEPA. No jusepices,
señora, que me he quedado
haciendo los matachines.
(Ap. ¡Que aquí resucite un hombre
para que venga a morirse
mi joya, sin que haya imágen
que las joyas resucite!)
DOÑA BEATRIZ.¿Eres don Diego, ó su sombra?
DON DIEGO.Nada, Beatriz, ¿no lo viste?
Que ausentes aún no conservan
su sombra los infelices.
Soy una vida pasada,
soy una flor a quien tiñen
enojos de los diciembres
las galas de los abriles;
exhalación que en el aire
pasa escribiendo matices
ardientes de fuego, y tantos
se borran como se escriben;
mentira soy descubierta
del desengaño, que quise
durar, y ha tenido el tiempo
cuidado de desmentirme;
soy un don Diego acabado,
soy un don Luis que recibe
favores hoy que le ofenden
y dichas que le persiguen;
soy una suerte trocada,
y en fin, un hombre a quien dicen:
«Todos los pesares eres
Y todos los bienes fuiste.»
DOÑA BEATRIZ.¿Que no fue cierta tu muerte?
DON DIEGO.Si fue, y aquí se confirme,
pues a pesar del mirarte,
muerto me tiene el oírte.
Las sombras de aquesta noche
bien a mi túmulo sirven,
y alguna piedad te debo,
pues una luz me pusiste.
DOÑA BEATRIZ.¿Cómo llegaste a mi casa?
DON DIEGO.¿Siénteslo mucho?
DOÑA BEATRIZ.(Ap.)
A decirle
no acierto cosa que importe.
DON DIEGO.Beatriz, a tu casa vine
porque, después de tres años
que ha que la suerte me oprime
con una ausencia y mil males
de aquellos que se resisten
(que hay otros sin resistencia
y en este de hoy se acrediten,
que tan de repente matan,
que apenas dejan sentirse),
volví a Madrid; y en llegando,
que fue esta noche, previne
buscarte luego en la casa
donde quedaste al partirme.
Juzgué que en ella te estabas
(¡qué errado discurso hice,
pues te mudaste tan lejos,
Beatriz, de donde viviste!);
salí a la calle Mayor,
y cerca de San Felipe
me acometieron seis hombres;
muchos eran, pero ruines,
pues a los lances primeros
el uno, cayendo, dice:
«Muerto soy;» y los demás
no le imitaron, con irse.
Retiréme cuidadoso
de tres o cuatro alguaciles
que a la pendencia acudieron,
unos onzas y otros linces.
Á pocos pasos que anduve
con ánimo de encubrirme,
se me ofreció un caballero
valiente, cuerdo, apacible
(que todo supo mostrarlo);
pensó que llegaba a herirle;
sacó animoso el acero;
desengañéle, pedíle
favor, contándole el caso,
y él respondiendo: «Seguidme,»
y yo, siguiendo sus huellas,
venimos... (Es Imposible
que cuando llego a tu casa
Beatriz, donde es el origen
de mi desdicha, las voces
al alma no se le olviden).
Venimos pues a tu casa;
llegó el caballero a abrirme
de aqueste jardín la puerta
que está junto a los jazmines.
Ahora conozco que era
tu padre: bien hay que estime
en que él la vida me guarde
para que tú me la quites.
Dejóme cerrado, y fuese
para volver a asistirme
cuando su gente en el sueño
los pasos no le averigüe.
Quedéme en el jardín solo,
y algo después sentí abrirse
la misma puerta; turbóme
la novedad, y escondíme
debajo de una arboleda
que pareció convenirme
para acechar a su sombra
con calidad de invisible.
Tentando, como quien busca,
llegó una mujer a asirme;
díjome que la siguiese
sin hablarla; persuadíme
que era mujer enviada
del caballero a cumplirme
la palabra de buscarme
(no hay yerro a que no me incline);
seguíla, y aquí me puso.
No tengo que referirte
lo demás, porque lo sabes,
y el tiempo no lo permite.
Quédate adiós.
DOÑA BEATRIZ. Pues ¿no aguardas
satisfacciones?
DON DIEGO. He de irme
para esperar a tu padre,
que en el jardín, como dije,
me ha de buscar, y ya es hora.
DOÑA BEATRIZ.¿Tampoco piensas decirme
la causa de que tu muerte
se tenga por infalible?
DON DIEGO.Ni eso te importa, ni hoy puedo
con más relación servirte,
porque tu padre me busca,
y es fuerza, si a descubrirme
viniese en esta ocasión,
que infamemente peligren
en mi la lealtad de huésped,
y en ti el honor que tuviste.
DOÑA BEATRIZ.¿Y no el que tengo, don Diego?
¿Tanto al honor contradice
el lance de aquesta noche?
¿Sospecha induce tan firme?
(Ap. ¡Cosa que a don Luis hallase
mi padre, que es muy posible,
pues en el jardín espera!
Jusepa es bien que le avise.
Tomemos algún color.)
Primero que trates de irte,
don Diego, sepamos qué hace
mi padre. (Ap a Jusepa. Jusepa, dile
a don Luis...)
DON DIEGO. No me detengas.
DOÑA LEONOR.(Ap. Aquí es razón divertirle.)
Don Diego, ¿no os acordáis
de Leonor?
DON DIEGO. Nunca los tristes,
Leonor, han sido corteses.
Perdona que califique
mi pena con ser grosero,
y ella el perdón solicite.
(Bajan la voz)
DOÑA BEATRIZ.(Ap. a Jusepa)
Que luego, pues tiene llave,
se vaya.
JUSEPA. Voy.
DOÑA BEATRIZ. Advertirle
podrás que mi padre estorba
la suerte que le ofreciste.
JUSEPA.Voy a llevarle la nueva.
(Ap. ¡Buena ocasión de pedirle
albricias! Notad mi historia
las que servís a dos Luises.)
(Vase.)

Escena V.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR, DON DIEGO.
DON DIEGO.¡Qué! ¿gustas de detenerme?
DOÑA BEATRIZ.No te canses; que has de oírme,
don Diego, satisfacciones.
DON DIEGO.Mira, Beatriz, no me obligues
a que te escuche, que ahora
no has de poder persuadirme,
y es mucho mejor dejarme
dudoso que no invencible.
DOÑA BEATRIZ.Yo espero que he de vencerte.
DON DIEGO.Yo sé que, por más que pintes
el lienzo de las disculpas,
y sus colores me afirmen
verdades en lo pintado,
la mentira ha de rendirme,
porque colores caducos
en breve espacio desdicen.
Piénsalo, Beatriz, mejor,
y aguarda a que se desvíe
de mi pesar lo reciente;
quizás sabrás reducirme:
que en el principio del daño
no hay cosa que no lastime,
palabra que no le encone,
disculpa que no le irrite.
Después a manos del tiempo
la misma razón se rinde.
Déjalo al tiempo, que allana
las cumbres inaccesibles,
y no me detengas más,
ni en riesgo tal me porfíes;
que iré con mayor cuidado
de ver que le desestimes. (Vase)

Escena VI.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR.
DOÑA BEATRIZ.No quiso esperar, Leonor.
DOÑA LEONOR.Hermana, fue duro el lance,
y es imposible que alcance
siempre el sosiego al dolor.
Un caballero que tuvo
fortuna en tu voluntad,
y en tanta serenidad
de honesto favor estuvo,
¿qué mucho, Beatriz, que viendo
su bien aquí tan mudado,
se fuese desesperado,
de sus desdichas huyendo?
Fuera de que anduvo bien
en irse, por el recelo
de mi padre.
DOÑA BEATRIZ. Sabe el cielo
si me ha pesado también.
¿Qué haremos, Leonor hermana?
Tu ayuda me ha de valer.
DOÑA LEONOR.Aquí, Beatriz, no hay que hacer
sino aguardar a mañana;
que pues don Diego se queda
por huésped de vuestro padre,
tendrás ocasión que cuadre
para que dársele pueda
despacio satisfacción.
DOÑA BEATRIZ.Y ¿cuál te parece a ti?
DOÑA LEONOR.No es para tratado aquí;
que daña la dilación
en este lugar. Arriba
lo trataremos mejor.
DOÑA BEATRIZ.Bien dices; vamos, Leonor,
y mata esa luz.
DOÑA LEONOR.(Ap.)
Más viva
se ve mi esperanza ya;
que puesto en Madrid don Diego,
Beatriz le ha de querer luego,
y a mi don Luis me querrá.
(Vanse.)
Jardín -Es de noche.

Escena VII.
JUSEPA.
JUSEPA.¿Llevar una mala nueva
yo a don Luis? ¿No era mejor
llamar a su confesor,
que es quien estas cosas lleva?
¡Qué alegre don Luis la aguarda!
¡Qué triste la ha de tener!
Y más lo ha de padecer
sobre lo mucho que tarda.
También a mí me condena
la suerte que le ha salido.
¿Qué fuera, a no haber venido
delante ya la cadena?
Por eso es bien acordado
que se adelante el favor,
y entre los grandes de amor,
me inclino al Adelantado.
Mas ¿dónde don Luis está?
(Llega a los árboles)
Que aunque por señas le di
los árboles, falta aquí.
Veráse impaciente ya
de esperar, y habrá salido
por el jardín solo a andar;
que así se suele engañar
el ansia de un mal sufrido.
¿Si no es que la oscuridad
le recata, y más de mí,
que con la vista nací
tan ruin, que es civilidad?

Escena VIII
DON DIEGO, que viene de la casa, y se dirige a los
árboles. - JUSEPA.
DON DIEGO.Ya no es Madrid el peor
de los que me han recibido,
pues el amor me ha tenido
guardado pesar mayor.
¿Es ilusión lo que vi?
¿Beatriz con nuevo cuidado,
con un don Luis estimado
tan presto en lugar de mí?
Pero tres años no es presto;
que en mucho menos distancia
suele caber la inconstancia
de las mujeres. ¿Qué es esto?
¿Bulto otra vez de mujer
hacia los árboles? Cosa
se puede ofrecer forzosa;
Jusepa debe de ser.
Mas si a mirar lo que hacía
su padre de Beatriz fue,
¿Cómo en el jardín se ve?
Todo a turbarme porfía.
Sentido mis pasos ha,
llegándose viene a mí.
JUSEPA.¿No es hombre lo que está allí?
Hombre es, y don Luis será;
pero del yerro pasado
me acuerdo, enmendarle intento;
que a voces del escarmiento
despierta siempre el cuidado.
Primero me ha de decir
su nombre.
DON DIEGO.(Se emboza.)
Embozarme quiero;
que alguna desdicha infiero
de que ésta vuelva a salir.
Mas ¿si viniese a buscar
Aquel don Luis que nombró
Beatriz cuando descubrió
que estaba yo en su lugar?
JUSEPA.¿Quién es?
DON DIEGO. (Ap. Aquí lo veré.)
Don Luis.
JUSEPA. (Ap. Eso pido: ahora
no lo erraré.) Mi señora,
pues os llamó, ya se ve,
don Luis, que gusta de hablaros;
pero su padre ha querido
bajar al jardín, y ha sido
grande ventura avisaros.
Pues llave tenéis, salid
al punto, y no os detengáis.
DON DIEGO.(Ap.)
«Llave tenéis.» ¿Qué escucháis,
celos? Callad y morid.
JUSEPA.Adiós, don Luis; que no puedo
detenerme. (Ap. Agora sí
que lo hice bien.)
(Vase en dirección de la casa, y luego vuelve.)
DON DIEGO.(Ap.)
¡Ay de mí!
¡Con cuántas desdichas quedo!
Galán que tiene la llave,
la puerta tiene también.
Y aun del amor todo el bien
en estos indicios cabe.
¿Con tanta comodidad
se sigue este galanteo,
que cuesta en tan alto empleo
tan poca dificultad?
¿Era en Beatriz tan humano
el cielo con mi porfía?
¿Lleguéla a hablar algún día?
¿Tuve un Papel de su mano?
¿Puedo contar más favor
que un apacible semblante,
y que mirándome amante,
no se ofendiese su honor?
Pues ¿cómo tal diferencia?
¿Cómo Beatriz tan mudada?
¡Qué duda tan excusada
donde hay mujer y hay ausencia!
(Mira hacia el paño.)
¡Válgame Dios! Los reflejos
de aquella luz que allí viene
con tanta gente, previene
más mis miedos desde lejos.
¿Quién puede ser? que a buscarme
don Jerónimo, es concierto
que ha de venir encubierto,
porque ha ofrecido ocultarme.
JUSEPA.(Vuelve.)
Íbame a entrar, y advertí
ruido de gente que sale
con luz. La noche me vale
para acechar desde aquí,
sin que me puedan notar.
(Retirase a un lado.)
En excusando el encuentro,
como que salgo de adentro,
podré llegarme a escuchar.
¿Gente con luz? ¿A qué fin?
¡Qué lance tan desdichado,
si se estuviera encerrado
don Luis en este jardín!
¡A qué buen tiempo se fue!

Escena IX
DON JERÍNIMO, EL TENIENTE, DOS ALGUACILES, uno de ellos
con hacha encendida. - Dichos.
JUSEPA.Ya salen; tras ellos voy
algo apartada.
DON JERÍNIMO. No estoy
quejoso, ni lo estaré,
señor Teniente, jamás;
porque mi casa, en rigor,
no es casa de embajador.
TENIENTE.En mi estimación es más;
y aunque noticia he tenido
de que este jardín se abrió
no ha mucho, y un hombre entró,
que es lo que aquí me ha traído;
faltándome la licencia
no me arrojara yo a entrar,
aunque supiera no hallar
el hombre de la pendencia.
DON JERÍNIMO.Búsquese muy en buen hora.
TENIENTE.Buscadle, pues lo permite
quien puede mandar.
(Registran los alguaciles)
DON JERÍNIMO.(Ap.)
Visite
despacio el Teniente ahora
todo el jardín, pues don Luis
seguro en mi cuarto está.
DON DIEGO.(Ap.)
Recelos, ¿qué os falta ya?
Sospechas, ¿qué me decís?
Esta desdicha ¿á quién pasa?
ALGUACIL 1.º¿Quién va allá?
(Topan con Jusepa.)
JUSEPA. ¿Quién ha de ser?
¿No ven que es una mujer,
y que parece de casa?
ALGUACIL 1.ºOtra pregunta es forzosa.
¿Qué hacéis aquí desvelada?
JUSEPA.Hago el papel de criada,
que es el papel de curiosa.
ALGUACIL 1.ºConcluyóme.-Id adelante
con la luz.
JUSEPA.(Ap.)
Esto parece
justicia.
DON DIEGO. Mi asombro crece,
y era al principio gigante.
ALGUACIL 2.º(Llega a don Diego.)
Aquí hay un hombre escondido.
¿Qué hacéis aquí?
DON DIEGO. ¿Qué sé yo?
(Ap. Mi suerte se declaró.)
ALGUACIL 2.ºVenid a ser conocido.
DON DIEGO.¿Adónde?
ALGUACIL 2.º Al señor Teniente.
DON DIEGO.(Ap.)
Esto faltaba al cuidado;
mas, celos lo han ocupado,
¿qué puede haber que le aumente?
JUSEPA.(Ap.)
Prendieron un hombre, ¡ay Dios!
¿Si fuese don Luis? Yo llego.
No es don Luis, sino don Diego:
menos mal entre los dos.
(Llevan los alguaciles a don Diego delante del
Teniente.)
ALGUACIL 2.ºEste hombre se halló encubierto.
DON JERÍNIMO.(Ap.)
No siendo don Luis, ¡qué encanto!
JUSEPA.(Ap.)
¿Es noche de Jueves Santo,
que se hace prisión en huerto?
TENIENTE.¿Cómo os llamáis?
DON DIEGO. No hay negar
el nombre: don Diego soy
de Silva.
DON JERÍNIMO.(Ap.)
Confuso estoy,
y en medio de harto pesar.
Un hombre truje yo aquí,
y hallo dos; claro se ve
que el uno de los dos fue
quien se ha venido por sí.
tengo dos hijas hermosas...
¡Ay honor! ¿qué es lo que infieres?
Que tienen el ser mujeres
muy junto al ser generosas.
TENIENTE.Aquí no queda que hacer;
dadme licencia.
DON JERÍNIMO. Esperad,
señor Teniente, y pensad
que agora llego a saber
del preso que se ha ofrecido;
no os engañé.
TENIENTE. No he pensado
tal cosa.
DON JERÍNIMO. De algún criado
la acción de esconderle ha sido.
(Ap. Conviene aqueste color,
porque dudar de su entrada
fuera dejar fulminada
la causa contra el honor.)
(Aparta don Diego a don Jerónimo y hablan
recatadamente.)
DON DIEGO.Antes que vamos, ¿queréis
una palabra?
DON JERÍNIMO. Y aun dos.
DON DIEGO.Caballeros como vos,
que tanta sangre tenéis,
no engañan.
DON JERÍNIMO. Verdad habláis,
mas ¿qué es la ocasión?
DON DIEGO. ¿Aquí
no me encerrasteis a mí?
Y agora ¿no me entregáis,
atribuyendo la acción
de esconderme a un criado?
Pues no, no se ha contentado
con esto la presunción:
cuando me abristeis la puerta,
¿no os fuisteis por otra parte,
diciéndome (porque al arte
cualquier excusa concierta)
que era por más me ocultar?
Y fue, según el suceso,
para trazar que esté preso
quien huésped empezó a estar.
Mirad si es cierto el engaño
del trato que juzgué amigo;
por descansar os lo digo,
que no porque tema el daño.
DON JERÍNIMO.Quejoso estáis sin razón,
mas no sin causa (Ap. No quiero
perder de buen caballero
con él la reputación.)
Aquí, don Diego, hay desgracia,
no culpa, vos lo veréis.-
Señor Teniente, ¿queréis
hacerme un favor, que es gracia?
TENIENTE.Mandad, y seréis servido.
DON JERÍNIMO.Quisiera preso a don Diego
en mi casa.
TENIENTE. Ya os le entrego;
que el hombre que queda herido,
dicen que sin riesgo está.
Mas cuando riesgo tuviera,
del mismo modo os sirviera.
DON JERÍNIMO.Dos presos hicisteis ya
conmigo; ponednos guarda.
TENIENTE.¿Qué guarda mejor que vos?
¿Mandáis otra cosa? Adiós.
JUSEPA.(Ap.)
Beatriz sin duda me aguarda;
voy a contarla el suceso. (Vase.)
DON JERÍNIMO.(Señalando la puerta del jardín que da a la
calle.)
¿Queréis salir por aquí
que viene a atajarse?
TENIENTE. Sí.
DON JERÍNIMO.Seguro dejáis el preso,
y a mí con obligaciones
perpetuas. El cielo os guarde.
TENIENTE.Quedad con Dios; que ya es tarde.
(Vase el Teniente con los alguaciles)

Escena X.
DON JERÍNIMO, DON DIEGO.
DON JERÍNIMO.(Ap. Bien me tratáis, confusiones.
¿Quién entre tantas anduvo?
Don Luis, en lo que me ha hablado
de la pendencia, ha tratado
como hombre que en ella estuvo;
por otra parte, en don Diego
señales tan ciertas ve,
como decir que le abrí
la puerta, y le dejé luego.
De abismo que es tan oscuro,
recelos, ¿qué me decís?
Que el sospechoso es don Luis,
y que es don Diego el seguro.
Ahora bien: yo he de apurar
el caso, volviendo a ver
a don Luis, porque ha de ser
con maña particular.
No ha de faltarme color
ce hacer segunda visita;
mas ¡ay, que ya necesita
la brevedad el honor!
Don Diego me espera ya;
quiero con gran cortesía
culparle la grosería
de la opinión en que está.)
Señor don Diego, yo soy
un caballero que trato
de no desmentir ingrato
la obligación en que estoy.
Mi estudio principal es
servir por honestos modos
a los amigos y a todos,
que es el mayor interés.
A nadie he visto con queja,
sino es a vos, que decís
que os engañé, y es que oís
lo que el dolor aconseja.
Satisfacción os daré
con lo que os pienso servir,
y vos vendréis a decir,
servido, si os engañé.
Venid a ese cuarto bajo,
que habéis de ocupar, y allí
conoceréis que hay en mí
socorro para el trabajo,
consejo para la duda,
verdad para la promesa,
y un corazón que profesa
mostrar el alma desnuda.
DON DIEGO.Corrido estoy; responderos
quisiera.
DON JERÍNIMO. Muy tarde es ya;
venid, que ocasión habrá;
no engañan los caballeros.
(Ap. Al cuarto bajo te guío,
que no se puede excusar,
pues no es hora de aliñar
el alto, que está vacío.
Fuera de que don Luis
tiene el de enfrente, y no es bien
que tan vecinos estén.
recato, bien advertís.
Vamos, honor, a tratar
ve vuestro negocio. El cielo
mejore tanto desvelo.)
DON DIEGO.(Ap.)
Fortuna, ¿en qué he de parar?
DON JERÍNIMO.Venid, don Diego, conmigo.
(Ap. Ya tengo otro huésped nuevo;
¡Con qué cuidado le llevo!)
DON DIEGO.(Ap.)
¡Con qué cuidado le sigo!
Habitación de doña Beatriz y doña Leonor

Escena XI.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR.
DOÑA BEATRIZ.¿Qué te parece, Leonor,
Lo que Jusepa ha contado?
DOÑA LEONOR.Paréceme que ha mirado
piadoso el cielo tu amor.
Don Diego en casa asegura
tu dicha.
DOÑA BEATRIZ. ¡Feliz suceso!
Disgusto es tenerle preso;
pero tan cerca, es ventura.
DOÑA LEONOR.También lo fue que avisase
Jusepa a don Luis.
DOÑA BEATRIZ. En todo
se va mejorando el modo
de mi suerte.
DOÑA LEONOR. Enmendaráse
sin duda. Contenta estás;
¡Cómo se ve que es don Diego
la causa!
DOÑA BEATRIZ. No te lo niego,
ni lo he negado jamás.
DOÑA LEONOR.Y ¿don Luis?
DOÑA BEATRIZ. No hay ya don Luis.
DOÑA LEONOR.¿Eso, Beatriz, no es mudanza?
(Ap. Tomad aliento, esperanza;
que buenas nuevas oís.)
DOÑA BEATRIZ.¿Has visto en muriendo el sol
cuando la noche apresura
sus lutos, y en nube oscura
vuelve el dorado arrebol,
cómo se deja abrasar
en luz ardiente la estrella,
tan alentada, tan bella,
como quien viene a reinar;
y luego, cuando amanece
otra vez, y el sol se mira,
como si fuera mentira
la estrella se desparece?
Tal a don Luis juzgo yo,
Leonor, que le ha sucedido;
porque su estrella ha lucido
mientras don Diego murió.
Vuelve don Diego a nacer,
y al mismo punto que nace,
todo don Luis se deshace:
perdiendo caduco el ser
con tanta desigualdad,
que es a la luz que hoy se mira,
don Luis estrella y mentira,
don Diego sol y verdad.

Escena XII.
JUSEPA - Dichos.
DOÑA LEONOR.Jusepa viene.
DOÑA BEATRIZ. ¿Tenemos
Jusepa, más novedades?
JUSEPA.Salud y gracia. Sepades
que muy vecinas nos vemos
de don Diego.
DOÑA BEATRIZ. ¿Cómo así?
JUSEPA.Porque tu padre le dio
su cuarto, y él se pasó
al otro de enfrente.
DOÑA BEATRIZ. Y di,
¿Cómo lo sabes?
JUSEPA. Ahora
me dijo que allí te armase
una cama en que pasase
hasta que venga la aurora,
diciéndome que dejaba
a un huésped el cuarto suyo.
Que será don Diego arguyo
el huésped.
DOÑA BEATRIZ. Dudosa estaba.
Bien se hace todo, Leonor,
pues ese cuarto que tiene
don Diego ya ves que viene
por medio de un corredor
a juntarse con el nuestro;
comodidad hay de ver
a don Diego.
JUSEPA. Y yo he de ser
en este encierro el cabestro.
DOÑA BEATRIZ.Corre, Jusepa, a llevar
lo que mi padre pidió,
y vuélvete.
JUSEPA. Harélo yo,
que muero por encerrar.
(Vanse.)
Habitación de don Jerónimo-No hay luz.

Escena XIII.
DON LUIS.
DON LUIS.Como si fuera muy leve
la confusión en que estoy,
a más confusiones voy,
sufriendo que el mal me lleve.
Pasos y ruido he sentido
por el jardín. El secreto,
a que me tiene sujeto
la suerte que me ha escondido
(¡válgame Dios!), ¿qué sería?
¿Puede Beatriz tener parte
en ello? No, no sé... ¿Parte
del miedo la cortesía?
Desdice de su recato
el ruido que allí noté.
Mas ¿si es el hombre que fue
(ya debe de haber buen rato)
con la mujer, el que dio
causa al estruendo? Es posible.
Sospecha, venís terrible;
mentid, porque viva yo.
(Llaman.)
¿No llaman en esta puerta?
Llamando están, voy a abrir;
por lo que puede venir
me he de embozar. Ya está abierta.
(Se emboza y abre.)
¡Válgame el cielo! ¿Si amor
mis esperanzas ayuda?-
¿Quién llama?
(Sale Jusepa a la puerta.)

Escena XIV.
JUSEPA. -DON LUIS.
JUSEPA. (Ap. Salir de duda
conviene.) ¿Sois mi señor?
DON LUIS.No soy, sino huésped suyo.
JUSEPA.Sedlo en buen hora, don Diego.
Beatriz ha de hablaros luego;
yo voy por ella. (Vase.)

Escena XV.
DON LUIS.
DON LUIS. ¿Qué arguyo
de aquí? Mas ¿qué hay que argüir?
¿Ya no se ve que mi suerte
sobre un don Diego me advierte
que yo he quedado a morir?
¿Ya no se ve que aquel hombre
que con la mujer salió
de los árboles, me dio
la muerte aquí con el nombre?
¿Qué confusión haber puede
tan triste? Mas no ha acabado;
(Llaman.)
que en otra puerta han llamado.
(Cierra la primera.)
Cerrada aquesta se quede,
y vamos a ver quién llama
por acá. Cielos, ¿qué es esto?
¿Tanta fortuna tan presto?
Mirad que el poder se infama
con perseguir a un rendido.-
¿Quién llama? (Se emboza, y abre.)

Escena XVI.
DON JERÍNIMO. -DON LUIS.
DON JERÍNIMO. No os embocéis,
don Luis.
DON LUIS. Señor.
DON JERÍNIMO. Dudaréis
La causa de haber venido
segunda vez a inquietaros.
DON LUIS.Por fuerza ha de ser favor.
DON JERÍNIMO.(Ap. Es a lo menos amor
el que temo averiguaros.)
¿No es hora de recogeros?
¿Vestido os estáis así?
DON LUIS.Sabed que me recogí;
mas a los lances primeros
del sueño, me pareció
(Ap. Quizá por aquí sabré
mejor lo que el ruido fue)
que cerca de mi se oyó
ruido de gente; despierto,
juzgó lo mismo el cuidado;
púseme en pié, desvelado;
y al fin soñé, que es lo cierto.
DON JERÍNIMO.No habéis soñado don Luis
(Ap. Él mismo el color me ofrece);
que eso que sueño os parece,
y el ruido que me decís,
era un teniente que andaba
por el jardín con su gente.
DON LUIS.Pues ¿qué buscaba el Teniente?
DON JERÍNIMO.A vos, don Luis, os buscaba;
y es que vuestro paje (Ap. Aquí
si me ha mentido veré),
con quien hablando os hallé;
ya estáis en quién digo...
DON LUIS. Sí,
en aquel paje que hablando
conmigo estaba. (Ap. Ir con él
es fuerza.)
DON JERÍNIMO. (Ap. ¡Ah don Luis infiel!
¿Qué paje te hablaba, o cuándo?)
Le dijo que os escondisteis
en mi jardín; no os halló,
don Luis, y así, se volvió.
Este es el ruido que oísteis.
Yo viendo que era forzoso
que hubiésedes algo oído,
propuse con lo advertido
quitaros lo cuidadoso.
(Llaman a la puerta por donde entró Jusepa, y hace
movimiento don Luis de acudir a ella.)
Allí llaman, estad quedo.
(Ap. ¡Válgame Dios! ¿Quién será?
Don Diego sin culpa está.)
DON LUIS.(Ap.)
Quitarle el llegar no puedo,
porque es su casa.
DON JERÍNIMO.(Ap.)
¡Ah traidor!
Tu muerte aquí se concierta.
DON LUIS.(Ap.)
Buen lance salta en la puerta;
mas no es terrible el rigor,
pues si se vuelve a nombrar
allí el don Diego que oí,
verá mi huésped que en mí
no tiene qué recelar.
(Embózase don Jerónimo, y llega a la puerta.)
DON JERÍNIMO.(Ap. Llegar embozado es bien,
y aun la voz diferenciar;
que sé yo lo que he de hablar
en esta ocasión también.
Abro.)
(Abre, y aparece Jusepa.)

Escena XVII.
JUSEPA. -Dichos.
JUSEPA.(Desde la puerta.)
Don Diego, ya va
Beatriz para hablar contigo.
DON JERÍNIMO.No puede ser; que conmigo
su padre en visita está.
(Vase Jusepa, y cierra don Jerónimo la puerta.)

Escena XVIII.
DON JERÍNIMO, DON LUIS.
DON JERÍNIMO.(Ap. sin alejarse de la puerta.)
No es para ruido este caso;
paciencia, honor, por un poco.
Si yo no me vuelvo loco,
de loco mil veces paso.
¡Cielos, en qué confusión
entra otra vez el cuidado!
No ha mucho que era culpado
don Luis en una traición,
don Diego estaba sin culpa;
y en un instante el honor
halla a don Diego traidor,
y a don Luis con su disculpa.
Más hay que pensar aquí
de lo que se entiende; quiero
pensarlo solo: el acero
después volverá por mí.
Cerrada dejo la puerta.
(Vuelve a reconocerla.)
Vuelvo a mirarla; que es corta
mi dicha; pero ¿qué importa,
si queda la infamia abierta?
DON LUIS.(Para sí.)
¿Cómo le habrá sucedido,
que le ha obligado a tardar?
DON JERÍNIMO.(Ap. Conviene disimular
el lance, como ha venido.)
Perdonad el detenerme;
que, como me imaginaban
en este cuarto, pasaban
mis hijas agora a verme;
y no es, sino que querían
saber el ruido que oyeron,
como vos. Ya se volvieron.
DON LUIS.(Ap.)
Mis dudas siempre porfían;
algo se da que temer
en esta excusa.
DON JERÍNIMO. Ya es tarde;
don Luis, adiós.
DON LUIS. Dios os guarde.
DON JERÍNIMO.(Ap.)
Caro me cuesta el hacer
amistades a los dos.
Pues ellos tanto desdicen.
¡Qué bien dicen los que dicen:
«Hacer bien; que Dios es Dios»! (Vase.)
DON LUIS.Yo quedo en harta desdicha;
bien me tendrán cuidadoso.
De un huésped lo receloso,
y de un don Diego la dicha.

La confusión de un jardín
Agustín Moreto

Copyright (c) Universidad de Alicante, Banco Santander
Central Hispano 1999-2000

La confusión de un jardín
Agustín Moreto

Jornada tercera.
Habitación de doña Beatriz y doña Leonor.
Escena I
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR.
DOÑA BEATRIZ.Leonor, impaciente estoy
de que mi padre estorbase
que agora a don Diego hablase;
creciendo en las ansias voy
de verle.
DOÑA LEONOR. Pues ¿qué has de hacer?
DOÑA BEATRIZ.Volver allá.
DOÑA LEONOR. No se gana,
Beatriz, en volver.
DOÑA BEATRIZ. Hermana,
no he de dejar de volver.
DOÑA LEONOR.Cuando recogida estaba,
pasaste, Beatriz, a ver
a don Diego: fue una acción
que la ignoró la atención,
y el caso la vino a hacer.
No se logró, y olvidada
de que el primero fue error,
a proseguirle el amor
te tiene determinada.
Mira que hay gran diferencia,
y está más cerca la culpa;
que donde el caso es disculpa,
es gravedad la advertencia.
DOÑA BEATRIZ.Leonor, a don Diego estimo;
tanguillo muy sospechoso,
con el engaño forzoso
que en sus recelos imprimo.
Satisfacerle es razón,
y luego, porque estos males
se van haciendo mortales
en dándoles dilación.
Á los principios, hermana,
se aplique la medicina;
porque hoy a sanar se inclina
quien se defiende mañana.
DOÑA LEONOR.De dilatarse el remedio,
tal vez la salud nació,
y alguno se apresuró,
que fue del peligro el medio.
DOÑA BEATRIZ.Hoy en mi casa se ve
don Diego; pero mañana
¿quién ha de saber, hermana,
si aquí también le tendré?
La causa por que está preso
puede ser tal, que en un día
le muden carcelería,
y aún tenga peor suceso.
¿Cómo en saliendo de aquí
se ha de ofrecer ocasión
de darle satisfacion?
O ¿cómo, Leonor, me dí,
sabré la casa que tiene,
cuando le quiera buscar;
cosa en que habrá que pensar?
Y ¿qué sé yo si previene
dejar al punto la corte,
celoso y desesperado?
Que alguna vez al cuidado,
se ve que la ausencia importe.
Con esta duda, ¿no es bien
que agora le satisfaga,
pues en sus celos estraga
mi honor, hermana, también?
¿Es bueno que se aventure
mi crédito si él se va
sin escucharme? ¿Tendrá
después quien más le asegure?
la conveniencia de dar
despacio satisfacion,
¿admítese en ocasión
en que es peligro aguardar?
No, hermana; sepa don Diego
lo que hay que saber de mí:
mi honor se defienda así;
y la fortuna obre luego.
DOÑA LEONOR.Pues ya que resuelta estás,
Beatriz, en hablarle, sea
sin que en su cuarto te vea;
pues fácilmente podrás,
bajándonos al jardín
por la escalera que tiene
tu retrete, y a dar viene
a esa pared de jazmín.
El cuarto en que está don Diego
conoces, y la ventana
que mira al jardín.
DOÑA BEATRIZ. Hermana,
ya tu discurso a ver llego.
Querrás que don Diego me hable
por la ventana.
DOÑA LEONOR. Es así,
y hacerlo conviene aquí;
que es modo menos culpable.
(Vanse.)
Habitación baja, próxima al jardín.

Escena II.
DON JERÍNIMO.
DON JERÍNIMO.Atended, si es posible, pensamientos;
que os he de consultar en cierta duda
que propone el honor: estadme atentos.
Un hombre traje aquí, que con mi ayuda
se libró del rigor de la justicia;
ya le diréis que agradecido acuda.
Mas es tan mal mandada la malicia,
que aunque se lo digáis, en sus acciones
veréis que no ha llegado a su noticia.
Traje aquí un hombre, en fin (las confusiones
empiezan ya); dos hombres he encontrado,
que ambos dicen que son de obligaciones.
Siéntome entre estos dos tan injuriado,
que la culpa que en ambos considero,
ya la junto en los dos, ciego y turbado,
mis hijas, pues (¡honrado desespero.
callar quiero la afrenta con quien lucho,
más valeroso cuando más severo),
buscaban a don Diego; yo lo escucho,
digo que lo escuché; mas que un agravio
suene aun ahora, si se oyó, no es mucho.
Claro está que ha de darme el desagravio
la muerte, si don Diego ha de ofenderme;
mas el pensar el modo, intento es sabio.
Vuelvo otra vez ahora a no entenderme;
si don Luis entró aquí por agraviarme,
verdad de que es preciso resolverme;
si don Diego no entró por injuriarme,
pues es cierto que entró por orden mía,
verdad de que es preciso asegurarme;
si no miente en decir que le seguía
la justicia, pues hallo que el Teniente
confirma los temores que él decía;
¿cómo en don Diego culpa se consiente?
Mas ¿cómo no ha de estar también culpado,
si le busca Beatriz secretamente?
Dígalo ya sin freno mi cuidado,
rompa la voz el inmortal desvelo,
que pasará por tibio si es callado.
Mi sangre es hoy el esplendor del suelo.
A Beatriz y Leonor, mis hijas caras
(que juzgan a la fama tardo el vuelo),
agravian mis sospechas. ¡Penas raras!
Destruyan presunciones tan prolijas
en acusar, y en disculpar avaras,
en el honor permaneciendo fijas.
Mas con pasión discurro, y yo voy ciego;
que aunque las ven mujeres, son mis hijas.
Guardado está don Luis; pero en don Diego
buena ocasión tendré para venganza,
que menos humo dé de oculto fuego.
Lo que un cuerdo temor agora alcanza,
es que don Diego, pues buscado ha sido
de Beatriz, la dedica su esperanza;
que no vive su intento desvalido;
que no ha logrado la ocasión de hablalle
Beatriz, y es el amor poco sufrido;
que ha de volver después a visitalle;
y si don Luis a responderla viene,
conocerá que allí no hay que buscalle;
que el cuarto de mis hijas puerta tiene
al jardín, y yo mismo el que le he dado
aquí a don Diego, y por prisión previene.
Temo que pueden verle, estoy turbado;
que amor, que comunica corazones,
dirá que en este cuarto está encerrado.
Bien es adelantar las prevenciones
a los peligros. Pero, honor, ¿qué es esto?
¿Ya os volvéis a villanas presunciones?
¿A trato os persuadís menos honesto?
Mas ¿qué importa tenerlo yo conmigo?
¡Ojalá me engañase el presupuesto!
Yo me bajo al jardín, que hay enemigo
dentro de casa, y el recelo es justo.
¡Oh si bajase solo a ser testigo
de algún vano temor, ya que no injusto!
Jardín. -Noche.

Escena III.
DON DIEGO.
DON DIEGO.¡Qué mal acierta el sueño
la inquietud de un cuidado,
y más si es el cuidado de un celoso!
Mírame amor con ceño;
mira con dulce agrado
la suerte de un don Luis, que es más dichoso.
¿Cómo ha de haber reposo
donde hay amor y celos;
donde la ajena dicha
sirve de más desdicha,
juntando a los dolores los recelos?
Duerma quien no es amante,
y aun quien ama sin celos, duerma y cante.
No aquel que, padecidas
mil suertes importunas
(con opinión, y aun con verdad de muerto),-
cuando ya sacudidas
las mayores fortunas,
le aseguraban en Beatriz el puerto,
piélago más incierto
llega a ver en sus ojos,
más fieras tempestades
le dan sus deslealtades,
más erizado el mar en sus antojos.
¡Qué puerto tan amigo!
Vuélvame al golfo quien me busca abrigo.
Este don Luis, que sabe
la entrada a la ventura,
por el jardín, que con asombro piso,
teniendo dél la llave
(como me lo asegura
en Jusepa el rigor de aquel aviso),
que esté dentro es preciso,
y aún que la esté esperando,
pues el suceso ignora.
¡Oh, si le hallase ahora
mi despecho, sus dichas aguardando,
qué bien con el acero
le haré de mis fortunas compañero!

Escena IV.
DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR, JUSEPA. -DON DIEGO.
DOÑA BEATRIZ.Notablemente, Leonor,
la oscuridad persevera.
DOÑA LEONOR.Tales, hermana, quisiera
sus noches siempre el amor;
la luna viene mal vista
de los amantes.
DON DIEGO.(Ap.)
Parece
que una mujer se me ofrece,
y aún más de dos, a la vista.
No es bien mostrarme hasta ver
qué intentan; yo me retiro,
que en estas ramas que miro,
me puedo agora esconder.
¡Cielos! aún no ha descansado
la confusión a que llego. (Escóndese)
DOÑA BEATRIZ.Paréceme que a don Diego
mi padre habrá ya dejado.
DOÑA LEONOR.No hay duda.
DOÑA BEATRIZ. ¿Jusepa?
JUSEPA. Aquí
todo Jusepa ha de ser;
¿no hay traza allá para hacer
una emboscada sin mí?
Parece que yo también
no soy doncella que trato
de honestidad y recato.
Como otras que aquí se ven.
DOÑA BEATRIZ.Tira una piedra.
JUSEPA. Peor
es eso: de locos es
tirar piedras; ¿no lo ves?
¿Qué más mandará el amor?
Mas ya que en chicos y grandes
esta flaqueza advertí,
enloqueceré por ti;
que basta que tú lo mandes.
(Tira varias piedras a las ventanas.)
Tiro y retiro.
DOÑA BEATRIZ. No más;
¿Qué intentas?
JUSEPA. ¿Esto te admira?
Quien piedras una vez tira,
no queda en una jamás.
DON DIEGO.(Donde está escondido.)
¡Válgame Dios! ¿No tiraron
arriba? Señal es esta
que pide alguna respuesta.

Escena V.
DON LUIS.-DICHOS.
DON LUIS.Dos o tres golpes sonaron
arriba, no sé qué ha sido;
y en noche que es tan oscura,
bien mi recelo asegura
de ser aquí conocido;
y de mi valor llamado,
llevado de mi pasión,
sin discurso y sin razón
hasta el jardín he bajado.
¿Qué será? Mas ¿qué ha de ser?
Alguna nueva desdicha;
que ya conmigo a la dicha
no le ha quedado qué hacer.
Aquel don Diego que ha poco
que andaba Beatriz buscando
viene a mi amor acordando
la obligación de estar loco;
mas ¿si le busca también
agora? Dice que sí
mi temor; pues será así;
que suele acertar muy bien.
de tres mujeres se miran
los bultos; ellas serán.
¡Válgame Dios! ¿Qué querrán?
¿Á qué pretensión aspiran?
Fingiendo que soy don Diego,
veré lo que me responden.
DON DIEGO.Parece que corresponden
de arriba, pues vino luego
un bulto hacia aquella puerta.
¿Qué haré sin errarlo yo?
DOÑA LEONOR.Don Diego, hermana, salió
por la puerta; ¿estaba abierta?

Escena VI.
DON JERÍNIMO. -DICHOS.
DON JERÍNIMO.(A la puerta.)
Cerrada por mí quedó,
con una aldaba esta puerta,
y agora la miro abierta;
miedos, decid quién la abrió.
ya sale corriendo a dar
su parecer el recelo;
permita piadoso el cielo
que acierte una vez a errar.
Dice que don Diego fue
quien pudo la puerta abrir;
no le sabré desmentir,
que yo lo mismo pensé.
Mas ¿no es posible que fuese
sin ruin intento? Es posible;
pero es el mal infalible,
si es mal de que a mí me pese.
(Va a salir y detiénese.)
Yo lo veré; mas allí
se va una mujer llegando.
¡Cómo el temor se está holgando
de ver que acertase aquí!
¿Quién duda que Beatriz es?
Y aún otras dos la acompañan,
las sospechas no me engañan.
Honor, ¿mis hijas no ves?
Paciencia, y sepamos más,
que pues la puerta me esconde,
sabré quién habla y responde.
Desdicha, pesada estás.
(Escóndese don Jerónimo; doña Beatriz y doña Leonor
llegan juntas al pié de la ventana donde está don Luis.)
DOÑA BEATRIZ.¿Quién está aquí? ¿quién?
DON LUIS. (Ap. La
voz
se disimule.) Don Diego.
DOÑA BEATRIZ.(Ap. Feliz ha sido la entrada,
si el fin responde tan diestro.
¡Válgame amor, él me ayude!)
Don Diego, a buscarte vengo
con un recado que importa,
y es de mi honor cuando menos.
Escúchame con cuidado;
que ya que una vez nos vemos
en parte donde las voces
pueden romper el silencio,
donde mi padre no aguarda,
donde nos jura el secreto
la oscuridad de la noche,
lo retirado del puesto,-
satisfacion he de darte,
con que se acaben tus celos;
disculpa no, que disculpa
quiere decir que hubo yerro.
Dirás que he sido mudable,
pues olvidé los deseos
con que tu amor merecía
semblante apacible un tiempo;
que admito nuevos cuidados
en un don Luis a que atiendo,
delito que siempre es grande,
en siendo cuidados nuevos;
que no es sospecha ni sombra,
pues ha tan poco que viendo
en un aposento estabas
la causa de tus desvelos...
DON LUIS.(Ap.)
En un aposento dice:
las señas no me mintieron;
otro don Luis es sin duda
quien tuvo mejor suceso.
DON JERÍNIMO.No alcanzan aquí las voces;
sólo entre dudas advierto
que está con don Luis hablando
Beatriz o Leonor. ¡Ah cielos!
DON DIEGO.Con un hombre hacia esta parte
que una mujer habla es cierto...
¿Por cuánto diréis, cuidados,
que no es Beatriz la que veo?
DOÑA BEATRIZ.Los cargos que son posibles
contra mi amor he propuesto;
que fácil es la otra parte
de dar la salida de ellos.
Tres años ha, y aún tres siglos
contará mi sentimiento,
que de Madrid te ausentaste;
la causa ya la sabemos.
No quiero decir si tuve
pesar entonces, ni quiero
contarte finezas; que antes
he de saber si las debo.
Pasaron algunos días
después de tu ausencia; y luego
vino una nueva a la corte,
sembrando que estabas muerto.
sintiéronlo tus amigos,
vistieron luto tus deudos,
y de una Beatriz el alma
muy deuda tuya la vieron.
Harto, don Diego, te he dicho;
mas excusarlo no puedo,
que he prometido verdades,
y miento si en algo miento.
Después de un año de luto
(ten ánimo, que comienzo
las verdades que son duras,
mas tienen el fin sereno),
saliendo de misa un día,
me vio don Luis de Toledo:
viome don Luis, y aún miróme;
y por decírtelo presto,
cuéntale desde este día
dos años de galanteo.
Prométote que he buscado
de divertirle mil medios;
mas ya del amor conoces
que suele irritarle el freno.
Yo, recelando la nota
que se iba repartiendo
por el vulgo, cuyos ojos
aún ven lo que está muy lejos,
como los medios pasados
eran de poco provecho,
y antes de espuela servían
al curso de sus intentos-
juzgué preciso el hablarle.
Y así, le llamé, creyendo
que te encerraran mis voces
entre el temor y el respeto.
vino llamado esta noche,
no sin consulta y acuerdo;
veniste también por mano
de mi padre, desmintiendo
los pasos que te seguían,
ya tú me contaste el cuento.
Jusepa a don Luis buscaba,
hallóte a ti; y entendiendo
que eras don Luis, para hablarme
te trajo a los aposentos,
donde turbados nos vimos.-
Este, don Diego, es el hecho;
aquí la verdad te digo;
pues si dejar satisfechos
tus celos fuera mi estudio,
con buen color, aunque incierto,
pudiera decir que aspira
don Luis al favor honesto
de Leonor; que yo la asisto,
como a mi lado la tengo,
y otras mentiras que salen
en semejantes aprietos
a ser verdades de paso,
y algunas quedan de asiento.
Mas no, don Diego; no corre
mi amor por esos rodeos.
Llamar para desengaños
a un hombre parece exceso,
si ya los otros caminos
inútiles lo emprendieron.
Y cuando a don Luis mirara
(pongamos un desafuero
tan grande)...
DON LUIS.(Ap.)
De estas verdades
escuchan los encubiertos.
DOÑA BEATRIZ.¿Fuera delito muy torpe
tratar de mi casamiento,
juzgando que ya corrían
tres años sobre tu entierro?
DON JERÍNIMO.(Al paño.)
Mucho la plática dura,
y está mi honor advirtiendo
que agora por fuerza ha sido
don Luis buscado de intento.
Si por don Diego le hablaran,
ya hubiera venido al suelo
el error; que los engaños
no saben estarse quedos.
No puedo sufrirlo más,
que es el honor muy inquieto;
y para cualquiera fortuna
tengo razón y mi acero. (Sale.)
DON LUIS.Parece que un hombre sale
de allí; retirarme es bien.
(Retírase.)

Escena VII.
DON JERÍNIMO, DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR, JUSEPA, DON
DIEGO.
DON JERÍNIMO.¿Hay penas que en mí no estén?
¿Hay confusión que se iguale
con esta? Pues, vive Dios,
que se ha de acabar aquí;
que vive valor en mí
para matar a los dos.
DOÑA BEATRIZ.¡Cielos! ¿es mi padre? Él es.
JUSEPA.¡Triste de mí! ¿Mi señor
ahora? Gentil humor
de no acostarse a las tres.
¡Que hay noche que suele estar
como un marido a las diez,
y que se coma esta vez
las manos por estorbar!
Pues cierto que no ha de hallarme
tan presto. Voy a esconderme;
que si procura cogerme,
le ha de costar el buscarme.
DON JERÍNIMO.¿Quién por allí se apartó?
Nadie se mueva de aquí. -(A las hijas.)
Y vos volved. (A Jusepa.)
JUSEPA.(Ap.)
No es a mí; (Andando.)
que nadie a mí me trató
de vos. Aquí me acomodo.
(Llega donde está don Diego.)
Pero también hay acá
su poco de hombre; ello va
poniéndose mas del lodo.
DON DIEGO.(Ap.)
¿Qué quiere aquesta mujer?
¿Hay nuevo mal que me asombre?
Sí; que también llega un hombre.
DON JERÍNIMO.¡Por qué te vas a esconder,
Jusepa? (Ap. Mas ya su fin
se ve.) ¿Quien es? (A don Diego.)
DON DIEGO. (Ap. Loco
estoy.)
Don Diego de Silva soy.
JUSEPA.(Ap.)
Yo, Jusepa del Jardín.
DON JERÍNIMO.Don Diego, venid conmigo;
que tengo un poco que hablaros.
(Ap. Honor, aquí he de vengaros.)
DON DIEGO.Ya, don Jerónimo, os sigo.
(Van adonde están Beatriz y Leonor.)
DON JERÍNIMO.No es mucho lo que hay que andar;
llegado habemos al puesto.
(Mira hacia la ventana.)
¿Ah, don Luis?
DOÑA BEATRIZ.(Ap.)
Cielos, ¿qué es esto?
Don Luis me vino a escuchar.
¿Mi padre y don Diego aquí?-
Leonor, Leonor, ¿qué he de hacer?
DOÑA LEONOR.Hermana, ni a responder
acierto, ni a estar en mí.
(Sale don Luis a la ventana.)

Escena VIII.
DON LUIS. - Dichos.
DON LUIS.¿Quién llama?
DON JERÍNIMO. Don Luis, llegad
acá.
DON LUIS. (Ap. ¿Qué habrá sucedido?)
Ya llego. (Quítase de la ventana.)
JUSEPA.(Ap.)
La causa ha sido
de todo la oscuridad.
DON LUIS.(Sale al jardín.)
Ya estoy aquí. ¿Qué mandáis?
DON JERÍNIMO.Don Luis y don Diego, ahora
tened silencio.
JUSEPA.(Ap.)
Ya sale
el triunfo de las corozas.
DON JERÍNIMO.Jusepa, trae una luz;
que en esta ocasión importa.
JUSEPA.Voy a servirte, Señor,
como dicen, por la posta. (Vase.)

Escena IX.
DON LUIS, DON JERÍNIMO, DOÑA BEATRIZ, DOÑA LEONOR, DON
DIEGO.
DON JERÍNIMO.De don Jerónimo Enríquez
la calidad generosa
se sabe; y aunque se sabe,
es presupuesto que importa;
porque si ofensas hubiese
de tan ilustre persona,
quien le tuviere ofendido
verá la empresa que toma.
Viniéndome a recoger
esta noche, habrá tres horas,
un caballero, que huyendo
o retirándose a solas
de la justicia venía,
que andaba a buscarle en tropa,
quiso que yo le ocultase;
trájele aquí (no es historia
para relaciones largas,
que en prisas de honor estorban).
Uno de vosotros es
el que digo; y aunque todas
las señas son de don Diego,
hay señas que mal informan.
El otro por sí se vino.
Tengo dos hijas hermosas,
que aquí con don Luis hablaban;
y pienso que no le ignoran
tampoco el nombre a don Diego.
Los miedos que aquí se forman
y los agravios que arguyo,
aun mal apuntados, sobran
para quedar bien expresos.
Dos sois: si se proporcionan
las calidades conmigo,
pues ellas son dos, dichosa
satisfacion es su mano.
Mas si esto no se conforma,
la espada que tantas veces
en sangre africana, roja,
supo en mi brazo ser rayo,
sabrá, si aquí la provocan,
mostrar a quien me ofendiere
que aún tiene filos que cortan.
DON DIEGO.Don Jerónimo, yo quiero
que, aunque esta causa es tan propia
de vuestro honor, la juzguéis
por lo que en ella me toca.
Yo soy aquel caballero
que vos trajisteis. Notoria
nos es vuestra sangre ilustre;
la misma en Beatriz se copia.
Mi calidad asegura
correspondencia lustrosa
para aspirar a su mano;
falta decir quién lo estorba.
Cuando esta noche aguardaba
que vos hiciésedes hora
de verme (que fue el concierto
de que estaréis con memoria),
llegó una mujer a hablarme,
y no era a mí; mas turbóla
la oscuridad, que ha vencido
esta noche más que en otras.
Que la siguiese me dijo,
sin más hablar, presurosa,
seguíla, en crédito siempre
de ser vuestra embajadora.
Cerróme en un aposento,
que era prisión tenebrosa
mientras la luz no venía;
y fue en viniendo, más sombra;
porque Beatriz y su hermana
llegan, y en entrando, nombran
un don Luis. Aquí comienza
la noche de mis congojas.
Eché de ver el engaño;
¡qué mucho! pues aún no asoman
los males, cuando los celos
al punto los desembozan.
Dejélas, y al jardín vine;
y allí también se equivoca
Jusepa otra vez conmigo:
don Luis me llama, y me asombra
diciéndome que me vaya,
pues tengo la llave propia.
Últimamente, a Beatriz
visteis aquí, que ocasiona
dichas a don Luis de hablarla,
y envidia a mí de sus glorias.
Confieso que la he querido,
y aún hoy la quiero, que es cosa
que la despide la ofensa,
mas hay amor que la acoja.
Si veis que el honor me advierte
de tanta ajena vitoria,
de tanto don Luis buscado,
de tanto favor que goza,
¿querrá el honor que me case?
Juzgadlo vos, y disponga
vuestra atención la sentencia,
como al dolor se le esconda.
DON LUIS.También a mí me dais culpa,
don Jerónimo; pues oiga
mis razones vuestra queja,
y júzguelas en buen hora.
En este jardín confieso
que entré sin vos (no se encojan
para salir las verdades,
que siempre han de estar airosas).
Llamado de Beatriz vine;
Beatriz, cuyo templo adornan
inútiles mis deseos,
que ha dos años que la invocan.
Salió Jusepa a buscarme,
según parece; y malogra
tan ciega la diligencia,
que con don Diego se topa.
Buscábades a don Diego,
y a mí me hallasteis; ¡qué cosas
en una noche se juntan
que las perturban sus sombras!
Reconocí vuestro engaño;
porque hay mentiras forzosas
que las prosigue el empeño,
como al principio las forma.
Beatriz admite el deseo
de don Diego; así lo nota
la puerta de vuestro cuarto
que viene a cerrar la alcoba.
Por ella soy yo testigo
que le buscó cuidadosa
no ha mucho; y aquí también
baja con las ansias propias,
juzgándome a mí don Diego.
Verdades tan venenosas
me ha dicho, que agora alcanzo
que hay en verdades ponzoña.
Mil desengaños he oído,
juzgad si habrá quién componga
con ellos un casamiento
que tanto el honor desdora.
DON JERÍNIMO.Los dos se excusan; ¿qué es esto?
Ya las excusas me enojan.
Salga el acero, que es siempre
quien deudas del honor cobra.

Escena X.
JUSEPA, con luz.- Dichos.
JUSEPA.Perdóname si he tardado;
que no soy más perezosa.
(Sacan las espadas los tres.)
DON DIEGO.Yo soy don Diego de Silva;
las armas no me alborotan.
DON LUIS.¿Don Diego de Silva? ¡Cielos!
DON DIEGO.¿Quién con espanto me nombra?
DON LUIS.Don Luis de Toledo.
DON DIEGO. ¿Hermano?
DON LUIS.Abrázame. En Barcelona
te juzgaba; en fin nos vemos,
y en fin tu muerte fue sombra.
JUSEPA.Miren si importó la luz
porque los dos se conozcan.
DON DIEGO.Como murieron los padres
de aquel caballero Boria
que maté, cuyo desvelo
mi muerte obró mentirosa,
por descuidar su venganza,
vuelvo a vivir.
DON LUIS. Y aquí rompa
el alba en noche tan triste.
JUSEPA.Venga con bien el aurora.
DOÑA LEONOR.¿Que eran hermanos, Beatriz?
¡Qué novedad prodigiosa!
Servídote han dos hermanos,
y sin que tú los conozcas.
¿Quién lo creerá?
DOÑA BEATRIZ. Quien supiere
que fue sin hablarme toda
su pretensión, y los deudos
no averiguamos nosotras.
DON LUIS.¡Extraño suceso, hermano!
Los dos en distancia corta
hemos servido a Beatriz,
y sin saberlo hasta ahora.
DON DIEGO.Como hemos estado ausentes,
y en partes siempre remotas,
ha sido fácil.
JUSEPA. Los griegos
están conversando en Troya.
DON LUIS.(A don Jerónimo.)
Perdonad que estos discursos,
señor, mi hermano interponga,
que ha mucho que no nos vemos.-
Y pues tú, don Diego, adoras
a Beatriz, y ella te estima
(y no con finezas pocas,
que yo lo acabo de oír),
dale la mano, y no pongas
en duda, pues soy tu hermano,
que mis pasadas memorias
ofensa tuya no tienen.
Y pues cesan las discordias,
si quiere Leonor mi mano,
será de mi amor corona.
DOÑA LEONOR.Como mi padre lo mande,
veréis mi obediencia pronta.
DON JERÍNIMO.Yo gusto de vuestro gusto.
DON DIEGO.No se pudiera hallar otra
satisfacion a mis celos;
en dulce quietud reposan.
Mil almas lleva esta mano,
Beatriz.
DOÑA BEATRIZ. Las almas se doblan
con esta.
DOÑA LEONOR. Feliz he sido,
pues mi esperanza se logra.
DON JERÍNIMO.Mil años os gocéis, hijos.
JUSEPA.Eso sí, bodas y bodas,
y yo que me quede in albis.
DON DIEGO.No prosigas, calla loca;
porque, dando fin, perdonen
la cortedad de las obras,
la confusión de un jardín.
Dadle un vítor de limosna.