Francisco Ortega

 

México libre


No hay un poder bastante
a subyugar a un pueblo que ha jurado
su unión y libertad, y las defiende
de justicia, valor y acero armado.
Escena última

PERSONAJES

LA LIBERTAD
AMÉRICA
MARTE
PALAS
MERCURIO
EL DESPOTISMO
LA DISCORDIA
EL FANATISMO
LA IGNORANCIA
CORO DE MEXICANOS

Escena primera

América, Coro

CORONuestro clamor atiende;
apresura tu vuelo,
hija del almo cielo,
divina Libertad.
AMÉRICASuspended vuestro ruego,
y convertidlo en gozo y en sosiego.
Jamás a vuestros padres ha alumbrado
más bello y claro día
que el que Anáhuac hasta ora infortunado
mira rayar con plácida alegría.
La Libertad preciosa,
del alto trono que le alzó el ibero
en la orilla feliz del Manzanares,
ha de venir con ala presurosa
a visitar también vuestros hogares.
Estas cadenas duras
ha de romper su poderoso brazo,
dando fin a mis crueles desventuras.
Haced, oh mexicanos, que no llegue
a alejarse jamás de mi regazo.
COROTus leyes nos dicta,
oh, patria querida,
y aun la dulce vida
daremos por ti.
Sufrir ya no es dado
de esclavos el trato,
y nos es más grato
mil veces morir.
AMÉRICAEsa constancia noble y generosa
que nunca ha desmentido
en dos lustros que cuenta
el mexicano audaz de cruda guerra:
ese sagrado fuego
que el patriotismo derramó en su pecho,
y que a pesar de la contraria suerte
en los rudos combates lo ha animado
a arrostrar los peligros y la muerte,
alientan mi esperanza y mi consuelo,
y harán mi dicha cierta con la ayuda
que benigno me ofrece el justo cielo.
Tres siglos su decreto irrevocable
a la coyunda mi cerviz ligara
de la Europa feliz, que protegida
de Palas y de Marte,
dos númenes excelsos y potentes,
vio su poder del orbe respetado
y a mis pueblos sencillos e inocentes
sucumbir a su yugo detestado;
pues aquella nación impone leyes
y humilla altivos reyes
que a los afanes de la guerra dura
sabe hermanar la ciencia y la cultura.
El tiempo que girando
en su incansable rápida carrera,
ya el poder macedonio derribando
con su guadaña cruda,
ya hollando la altivez de Roma fiera,
la faz del orbe muda
quiso que esas benéficas deidades,
inspirando al sencillo americano
a par del culto y bélico europeo,
viniesen a fijar nuevas edades
en la historia del mundo,
tornando de Colón el vasto imperio
a aquel antiguo estado de ventura
en que lo puso próvida natura
y perdió en doloroso cautiverio.
De Washington y Franklin los primeros
esfuerzos coronar al cielo plugo
para vengar del septentrión los fueros
y osados sacudir el anglo yugo.
El hijo de Atahualpa y Moctezuma,
y el hijo de Cortés y de Pizarro
sienten después el divinal influjo
de libertad ardiendo en fuego vivo;
y a par que el mundo al español bizarro
atónito miraba
como del galo altivo
humillaba los ínclitos pendones,
yo gozosa llenaba
de puras bendiciones
a Hidalgo, a Matamoros y a Morelos,
que en heroicos afanes y desvelos,
de la nación hispana
no ya hija servil me proclamaban
sino amiga y hermana.
¡Honor, honor eterno
a su memoria cual la miel sabrosa!
La cruel Discordia, el Fanatismo ciego
y otras furias salidas del averno
cortaron su carrera majestuosa;
pero del patriotismo el santo fuego
por ellos derramado
do quiera discurría,
y de su tumba helada se extendía
de Arauco hasta el confín jamás domado.
La generosa Cádiz entretanto
sobrecogióse de terror y espanto
y sus excelsos muros retemblaron,
al acercarse en ominoso carro
la infanda tiranía,
que con cetro de hierro dirigía
las numerosas huestes que previno
para oprimirme más, doquier llevando
muerte y esclavitud, y que la suerte
empleó propicia en el feliz destino
de terminar mi esclavitud y muerte.
A Quiroga guerrero
concede el justo cielo la alta gloria
de derrocar con brazo poderoso
al Despotismo fiero;
y a su clamor de libertad divino,
respondió libertad el fuerte ibero,
libertad el latino,
libertad el valiente lusitano,
y libertad en fin el mundo entero.
Las sombras de las víctimas ilustres
que fueron en mis aras inmoladas,
libertad, libertad, clamando errantes,
alientan a los bravos mexicanos;
y encendido su pecho generoso,
libertad, libertad, unidos claman;
y tanto los devora el patrio celo,
que como estrellas cuenta el ancho cielo,
y como el mar arenas,
a limar así vuelan mis cadenas:
y uniéndose a los fieros escuadrones
que un tirano poder jamás domara,
restos preciosos de la lid terrible
que el héroe de Dolores provocara,
forman nuevas legiones,
que bajo de caudillos inmortales
libertad, libertad, gritan ufanas,
al escuchar las voces soberanas
que Palas con sus labios divinales
y el genio de la guerra sanguinoso
que a mis hados preside,
dictaron en Iguala al ardoroso,
al inmortal, al ínclito Iturbide.
Enfrenó su valor al Despotismo;
acalló su prudencia los partidos
hijos del inflamado patriotismo,
que ciegos iban a rasgar mi seno;
y dio fin a mis llantos y gemidos.

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Francisco Ortega

Escena segunda

Dichos, Palas y Marte.

PALAS Y MARTEYo te salvo con mano propicia;
yo quebranto tus duras cadenas:
yo doy fin a tus míseras penas;
por mí gozas feliz libertad.
MARTEA mí debes, América dichosa,
tanta felicidad: a mí que vine
a sacudir el sueño en que yacía
la mexicana tierra
con el trueno espantoso de la guerra.
PALASSon mucho más antiguos los favores
que yo te he dispensado;
pues cuando Marte vino,
y tremoló sus hórridos pendones
ya tus hijos oían
llenos de ansia mis útiles lecciones.
MARTEAunque a Palas primero conociste,
y alumna suya fuiste
mucho antes que guerrera,
faltando mi asistencia
son vanos los tesoros
que guarda ocultos la profunda ciencia.
PALASCuando mi luz desprecia
desdeñoso el soldado
se ve de la victoria abandonado;
pues sólo la consigue
el que ansioso me busca y fiel me sigue.
MARTESi a la pluma el cañón no responde,
es sin fruto el trabajo del sabio;
y por mucho que esfuerce su labio,
no hay quien ose a su voz responder.
PALASSi al cañón no responde la pluma,
suda el héroe, trabaja y se afana;
y por una victoria que gana
mil alcanza del sabio la voz.
MARTESólo llega a triunfar la justicia
con la ayuda del bravo guerrero,
que esgrimiendo en la lid el acero
pone freno a un tirano poder.
PALASNunca pudo escuchar un tirano
de Minerva los claros acentos,
sin probar angustiosos tormentos,
sin llenarse de espanto y horror.
MARTEDe las ciencias la luz no refleja
en los ojos del déspota erguido,
si del brillo a la par no es herido
con que luce el escudo y arnés.
PALASEs la guerra una plaga que al mundo
en sus iras los dioses envían,
si el consejo y prudencia no guían
y moderan el bélico ardor.
PALAS Y MARTEYo te salvo con mano propicia:
yo quebranto tus duras cadenas:
yo doy fin a tus míseras penas;
por mí gozas feliz libertad.
AMÉRICACese vuestra contienda generosa.
Son tantos los favores que hoy recibo
con tu luz alumbrada, oh sabia Palas,
y de ti protegida, oh fiero Marte,
que decidir será muy ardua cosa
quién en mi dicha tiene mayor parte.
Guerreros son briosos
Bustamante, Negrete, Filisola,
Guerrero, Bravo, Quintanar, Herrera,
y otros grandes caudillos
cuya memoria sola
es largo recordar; y aunque en lid fiera
para vengar mis fueros han entrado
con firme pecho y con sereno aliento,
y de lauro su sien han coronado,
también al dulce acento
de la razón han fiado
mil veces el honor del vencimiento.
Todos siguen las huellas a porfía
del adalid proclamador primero
de la divina triple garantía:
y en este gran guerrero
nadie podrá decir lo que más brilla,
si el belicoso ardor del crudo Aquiles,
si del anciano Néstor la experiencia,
o del divino Ulises la prudencia.
MARTEYa que tus labios la virtud pregonan
del grande campeón...
PALAS ... Ya que has
mentado
las glorias de Iturbide...
PALAS Y MARTEOye con atención: después decide.
MARTEComo arbolillo
que el hortelano
desde temprano
sabe regar:
tal Iturbide
por mí guiado,
fue acostumbrado
al rudo afán.
PALASComo la rosa
desplega flores,
y esparce olores
en el abril:
su alma sublime
tal he adornado,
tal la he llenado
de dones mil.
MARTEMi escudo y lanza
le di en campaña,
le di mi saña,
mi intrepidez.
Ceñí de lauro
su invicta frente,
del rayo ardiente
su diestra armé.
PALASHícelo astuto,
prudente y sabio,
puse en su labio
la persuasión;
y si a su brazo
no hay quien resista,
también conquista
su dulce voz.
MARTE Y PALASYo te salvo con mano propicia:
yo quebranto tus duras cadenas;
yo doy fin a tus míseras penas;
por mí gozas feliz libertad.

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Francisco Ortega

Escena tercera

Dichos y Mercurio

MERCURIOBastante habéis, ¡oh, númenes excelsos!,
vuestra noble contienda sostenido.
Yo nuncio de la paz, yo mensajero
de las supremas órdenes de Jove,
del Olimpo he venido,
y en su nombre os conjuro
a no agitar ya más la competencia.
MARTE¿Y podré yo del premio estar seguro?
PALAS¿No debo esperar yo la preeminencia?
MERCURIOJúpiter deja el fallo suspendido.
MARTEA él pronunciarlo toca.
PALASDime, ¿por qué, oh Mercurio,
guarda silencio su divina boca?
MERCURIOOtra en su vez os hablará muy pronto.
Entre tanto, sabed lo que dispone
de los augustos dioses la asamblea.
Congregada en aqueste fausto día
en que Anáhuac feliz mira el sagrado
pendón de libertad enarbolado,
quiere colmar el gozo y la ventura
del antes oprimido mexicano.
Ese soberbio alcázar, esa oscura
y funesta mansión, do han habitado
la atroz Discordia, el Fanatismo insano,
la Ignorancia y el duro Despotismo,
en templo bello, alegre y luminoso
veráse transformado,
do fijará la Libertad divina,
la amable Libertad, su trono hermoso.
La indecisa sentencia
aguardad de sus labios divinales,
pues así lo ha ordenado
el padre de los dioses inmortales.
Y tú, pueblo dichoso, en este día
gózate en la más plácida alegría;
acabaron tus penas y tus males.
MARTEUn juez mejor tocarnos no podía:
es la victoria mía.
PALASMi triunfo será cierto.
MARTEJamás se vio que una nación opresa,
sin ser audaz, su libertad consiga.
PALASSi no están de concierto
las luces y el valor, se cansa en vano
el pueblo que pretende
transformarse de esclavo en soberano.
MARTE¡Libertad celestial, oh, qué penosos
me son de tu tardanza los momentos!
PALASTodos oír deseamos anhelosos
de tu boca los plácidos acentos.
MARTE, PALAS
Y CORONuestro clamor atiende,
apresura tu vuelo,
hija del almo cielo,
divina libertad.

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Francisco Ortega

Escena cuarta

Dichos y la Libertad, que al mudarse la escena en un
hermoso y magnífico templo, aparece sentada en un bello
y elevado trono. En derredor de él hay varios genios
alados con ramos de oliva, flores, espigas, balanzas,
libros y otros símbolos que representan a la paz,
abundancia, justicia, ciencias, artes y demás bienes que
trae consigo la Libertad. El Despotismo, la Discordia,
la Ignorancia y el Fanatismo (aunque no visibles al
coro) se dejan ver formando un grupo en actitud de
sorpresa y espanto.

MARTEYa nos muestra su rostro halagüeño:
PALASYa presenta su faz pura y bella;
LOS DOSA ella corro, voy tímido a ella
a implorar su divino favor.
AMÉRICAY yo también lo imploro,
¡oh, Libertad, de mí tan suspirada!
¿Conque es cierto que el cielo
permite que te mire ya ensalzada
en mi felice y opulento suelo?
Reina por siempre en él, vive adorada;
y, nunca llegue el día sin ventura
en que de nuevo sienta de tu ausencia
el pasado rigor y la amargura.
LIBERTADSí, reinaré, y conmigo
(bajando del trono y dirigiéndose a la América)
reinarás juntamente,
reinaré para ti, para ti sola:
reinaré, y en tus hijos
el bien derramaré liberalmente:
y reinaré de modo
que con mi protección y beneficios
jamás llegue a pesarles
haber hecho por mí tan singulares,
tan grandes, tan costosos sacrificios.
AMÉRICASu afán, su ansia por ti se ha redoblado,
mientras la fama más ha pregonado
la dicha placentera
que contigo alcanzó la gente ibera.
LIBERTADNingún pueblo mayor la ha disfrutado;
y como hasta ora una familia sola
formaron el ibero y el indiano,
mi obra fuera incompleta si negara
el don del padre al hijo, y si dichoso
no hiciera al uno a par que al otro hermano.
Deshecho el fuerte nudo
que hasta aquí los ligara,
¿cómo labrar su bien y su ventura?
Ni ¿qué esfuerzo jamás contrastar pudo
las leyes de natura,
que separó del uno al otro mundo
con el gran valladar del mar profundo?
¡Cuántas veces mis genios encargados
de llevar mis benéficos decretos
llegaron a tus playas fatigados
de surcar tan inmensa travesía:
y apagada la férvida energía
que yo les comunico al ordenarles
su pronta ejecución, quedaron vanos
para los apartados mexicanos!
Ora no será así; ya estoy contigo:
juntas las dos en lazo eterno, amigo,
de reparar sus cuitas curaremos:
sellaremos su suerte venturosa:
prontas donde nos llame acudiremos
su bien y su salud; y hasta la odiosa
memoria de sus males borraremos.
AMÉRICA¡Qué placer inefable!
LIBERTADNo es inferior al tuyo el que yo siento;
ven a mi seno amable
(dirigiéndose a la América y abrazándola),
y me será mas grato este momento.
MERCURIOVuestros ardientes votos se han cumplido,
hijos de Anáhuac. Ved en dulce lazo
la Libertad y América estrechadas:
ved cual se dan el suspirado abrazo.
De ese alcázar, morada tenebrosa
del Despotismo atroz, huyó el misterio
que encubría tiránicos decretos,
y sólo de la ley al dulce imperio
en adelante viviréis sujetos.
¿Qué os detiene aquí fuera?
Entrad: la bella Diosa que os visita
el artificio y la reserva oscura
desconoce, y a todos se presenta
como la luz del sol diáfana y pura.
CORO(Acercándose a la Libertad y deteniéndose al ver al
Despotismo, y Discordia.)
Descended, monstruos odiosos,
del abismo al hondo seno:
no turbéis un día lleno
de pura gloria y placer.
LIBERTADAl Orco tenebroso, oh mexicanos,
hubieran ya bajado
los maléficos genios que os irritan,
pues así como a mí jamás fue dado
habitar en unión de esos tiranos,
tampoco ellos jamás conmigo habitan.
Ora los veis aquí, porque conviene
que escuchéis de su mismo labio impuro
cuál ha sido con vos su yugo duro,
y el vil destino que cada uno tiene.
Así sabréis mejor en lo futuro
de los lazos fatales,
que os tenderán astutos, libertaros:
conoceréis también de cuántos males
os vengo a redimir: cuánta es la dicha
de que vengo a colmaros:
y viendo cuáles fueron los caminos
por donde me ha guiado
a México del cielo la clemencia
será claro a qué parte
me deberé inclinar en la sentencia
que hoy esperan de mí Palas y Marte.
DESPOTISMOSatisfecha pareces con tu triunfo:
mas para mí tu orgullo es despreciable,
no siendo con el mío comparable.
Ni pienses que me abates
con obligarme a referir mi historia;
lejos de eso se aplace mi memoria
al recordar los males que he causado.
Mas, ¿qué diré de mí que no se sepa?
Este cetro de hierro
que en ningún tiempo dejo de la mano:
mi elevada estatura;
mi cuello siempre erguido,
descubren bien al Despotismo insano.
Mi gloria ocupa la extensión del mundo:
pues no hay nación alguna
que a mi yugo no se haya sujetado,
y en que no me hayan tímidos los hombres
muchas aras y templos levantado,
y ofrecídome víctimas sin cuento.
Mi inmenso poderío
se desplegó en América y España,
y si otra vez estuvo vacilante,
volvió luego a rehacerse con más brío;
y aun hasta hoy se vería respetado
si débiles no hubieran desmayado
en las altas empresas
que yo les confiara
estos que veis aquí ministros míos,
y si Quiroga allá y acá Iturbide
no hicieran que por fin se desplomara.
IGNORANCIA¿Así pagas, ingrato, los afanes
que emprendiera por ti? ¿Así te olvidas
de quién he sido yo? ¡Ministro tuyo
me llamas simplemente!
Llamarme deberías
tu cara protectora,
tu amiga fiel, tu madre... en fin, tu todo.
¿Di, pérfido, sin mí lo que serías?
¿Cómo tranquilo hubieras afianzado
el cetro y la corona,
si yo te hubiera alguna vez faltado?
Antes que fueras tú, ya yo existía,
y los ojos del hombre
con mi venda fatal cubierto había;
no pudiendo ver, ciego,
que tú nacías de las sombras densas
que afanosa doquier yo derramaba.
Crecías, y apartarlo procuraba
de aquella luz eterna, indeficiente,
con que natura siempre le señala
el camino seguro
que lo guía a ser libre, independiente.
Eras adulto ya, y persuadía
a los pueblos enteros
a que nacido habían para el yugo
y el capricho cruel de un hombre solo.
En fin, cuando estuviste ya en estado
de dominar al mundo
les pinté como un negro, horrendo crimen
el querer atentar contra un tirano
bajo del cual en servidumbre gimen,
mi seducción llevando a tanto grado,
que esta máxima impía
en la tierra ya estúpida corría
como dogma del cielo revelado.
Todo esto has olvidado;
y aun adelante pasa tu arrogancia.
¡Yo desmayar, yo sucumbir, yo débil!
Jamás ha desmayado la Ignorancia.
Di que tú has desmayado,
y que temiendo ver a los agentes
de tu poder atroz víctimas tristes
de un pueblo fiero, que morir juraba
o libre ser, impune lo dejaste,
sin ver que más audaz así te hollaba.
O di más bien que la orden inmutable
del destino implacable
fijó en este hemisferio
la caída ruidosa de tu imperio.
La misma he sido en México, la misma
que en el Japón, en China y en Turquía:
y en aquesas regiones,
¿he desmayado acaso?,
¿no tengo yo tan ciegos e ignorantes
a sus innumerables habitantes
como ora doce siglos los tenía?
No, pues, a mí atribuyas un fracaso
que se debe imputar, sino a los hados,
a tu debilidad y cobardía.
DESPOTISMOComo siempre atrevida,
siempre insultante y presuntuosa fuiste,
no extraño que pretendas
de mi honor coronarte y de mi gloria.
IGNORANCIALo poco que mi labio ha referido
es un rasgo pequeño de mi historia.
Para formar de mí más justa idea,
habla tú, oh Fanatismo,
tú que con saña ardiente
me has ayudado en todo diligente,
tú que me has emulado en heroísmo,
tú cuyo nombre inmenso
por el mar y la tierra se extendía,
y aun pretendió igualar la fama mía.
FANATISMOY la llegó a exceder; pues mis empresas,
si no pasan en número a las tuyas,
han sido más ruidosas, más brillantes.
Yo pasé por un dios del cielo enviado:
supe mudar mil formas y semblantes,
y tomar a mi grado
de esta virtud o aquélla el sacro velo.
Insaciable de sangre,
excito entre los hombres la venganza,
que so color de un puro, ardiente celo
por el numen eterno a quien adoran,
su pecho inflama, cunde por sus venas,
se persiguen, se odian, se devoran,
y presentan de muerte mil escenas.
El ministro de paz por mí respira
enojos y rencores
contra tal inocente
que del cielo fingí ser enemigo:
y creyendo aplacar su justa ira,
cruel lo arrastra a infamador tormento,
do su mortal angustia y pena mira
pacífico testigo,
y de allí luego con furor sangriento
también lo arrastra a la flamante pira.
El tierno y dulce amigo,
el candoroso hermano,
la esposa idolatrada, el padre anciano,
oyen mi fiera voz que los incita
a vindicar la cólera divina,
y a delación horrenda los inclina.
En vano de natura los acentos
su compasión y su piedad reclaman;
en vano al delator infame llaman:
héroe le llamo yo; mi clamor triunfa;
de sacro aliento y de rencor se llenan;
y hollando al mismo venerado numen
que delirantes a placer presumen,
al hermano, al amigo, hijo y esposo
a luto y llanto y proscripción condenan
y a eterno sacrificio,
y yo acepto las víctimas propicio.
¡Qué vana es su esperanza, qué engañosa,
si su inocencia les ofrece acaso
ver de consuelo y salvación el día!
Si a alguna el vilipendio,
las llamas o el cuchillo han perdonado,
no osará publicar que ha libertado
de mis iras tremendas:
la sumirá mi brazo en hondo olvido,
do no volverá a ver las que engañado
amó en su corazón cual caras prendas;
ni tampoco verá del sol radiante
las luces celestiales:
sólo verá mi sombra amenazante
al pálido fulgor que escaso alumbra
allá en mis calabozos funerales.
Tal era la mansión que destinaba
mi furor implacable
al mérito acendrado, al heroísmo,
y que por mí inspirado respetaba
el pueblo como santa y venerable.
En ella de tu mano, oh Despotismo,
acepté grato la mayor ofrenda
que México en mis aras vio inmolada:
en Morelos allí se vio humillada
la Libertad que hoy se alza triunfadora:
allí del gran varón el patrio celo,
que hoy cual virtud el entusiasmo adora,
pareció con el negro horrendo velo
del crimen eternal con que se insulta
a la augusta deidad que rige al cielo;
y allí a irrisión, a burla y a desprecio
por último entregó mi brazo fuerte,
mientras infame muerte
el tuyo siempre atroz le prevenía,
al que estatuas y lauros merecía.
AMÉRICASella, monstruo implacable,
sella esa boca vil, nefaria, impía.
LIBERTAD¿Oísteis, mexicanos, a esas furias?
¿Visteis ya cuán atroz, cuán detestable
cada una es de por sí?, pues todas juntas
menos odiosas son, menos dañinas
que la Discordia fiera,
esa que allí miráis de aspecto horrible,
cuya cabeza siempre está erizada
y de silbantes víboras crinada.
Jamás dejó de su sangrienta mano
la inflamadora tea
con que atizar el odio se recrea
que encendió entre el hermano y el hermano.
De la pantera la indomable saña
y del tigre la bárbara crudeza
en su vil corazón juntas se anidan,
y derrama su lengua mordedora
toda la hiel amarga y el veneno
de serpiente mortífera y traidora.
Si aquí por vuestro mal la desatara,
un corazón no habría
a quien no emponzoñara.
Ella, la impía, fue la que cruzando
el espacio que Anáhuac vasto encierra,
encendió en vuestro pecho el odio infando,
y os envolvió en ardiente y cruda guerra:
y ella el clamor primero
de libertad, que hiciera venturosa
vuestra futura suerte,
confundió maliciosa,
y lo cambió en clamor de luto y muerte:
horroroso clamor, que todavía
hoy en vuestros oídos resonara,
si el consolante labio de Iturbide
unión, eterna unión, no proclamara.
Y ya que al cielo plugo
que otra vez renaciera en vuestro pecho,
cuidadosos guardadla,
guardadla siempre en él, y cual si fuera
la planta más preciosa cultivadla.
PALASEsa dichosa unión que el gran caudillo
supo restablecer, ¿cómo existiera
si de mi voz no fuera aconsejado?...
MARTE¿Cómo se mantuviera,
si mi brazo potente
lo hubiera alguna vez abandonado?
DESPOTISMONi, ¿cómo yo cayera,
dioses funestos, por mi mal venidos,
si no le concedierais vuestra ayuda
y vuestra inspiración ambos unidos?
Odiosa Libertad, el triunfo goza
que el Destino enemigo te concede:
tremola tu estandarte
que tantas veces humilló mi planta,
y que ora hasta los cielos se levanta
al lanzarme, ¡oh dolor! Palas y Marte.

Se lanza al abismo con la Discordia, el Fanatismo y la
Ignorancia

CORODescended, monstruos odiosos,
del abismo al hondo seno:
no turbéis un día lleno
de pura gloria y placer.

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Francisco Ortega

Escena última

América, Libertad, Palas, Marte, Mercurio y Coro.

LIBERTADEs tiempo ya, deidades inmortales,
de decidir en nuestra lid dudosa.
En la empresa dichosa
vuestro favor y ayuda han sido iguales.
Gozad, pues, a la par de la victoria,
y en vos ceda igualmente
todo el honor, la gratitud, la gloria.
¿Qué sería de Anáhuac, combatido
de contrarias facciones,
si de entrambos no hubiera recibido
consejo sabio y protección segura?
¿Cómo el gran campeón que fue educado
en la escuela de Marte horrenda y dura,
la saña ardiente hubiera refrenado,
y los opuestos bandos conciliado,
si Palas en tan áspero camino
no le alumbrara con su antorcha pura?
Huracanes y nubes tempestuosas
doquier cruzando por el ancho cielo
Tenochtitlan veía,
temiendo que asomara el triste día
de nueva perdición y desconsuelo.
Pero el héroe de Iguala
sagaz disipa la minaz tormenta;
y con vuestra asistencia
es conducido hasta la excelsa cumbre
que americana planta nunca hollara:
y no habrá lengua, aunque de loor avara,
que de alma gratitud no exclame llena:
«De la prudencia y del valor guiado
a México Iturbide ha libertado.»
PALASLlega a naufragar la nave
entre el ábrego y el noto,
si no la sabe el piloto
animoso dirigir.
Y aunque el aliento le sobre,
si es bisoño e inexperto,
se verá cerca del puerto
al abismo sumergir.
Digna es, oh Libertad, de tu divino
labio la decisión, y no sería,
como es, tan grato mi placer, si Marte
no gozara a la par la gloria mía.
MARTEDe Palas sin la grata compañía,
jamás hubo victoria
que fuese para mí satisfactoria.
LIBERTADSiempre el cielo concordes os mantenga:
y no permita nunca que el tirano,
el Despotismo atroz con dura mano
a oprimir otra vez a Anáhuac venga.
Y vosotros, mis caros mexicanos,
dóciles atended, oídme atentos;
y escuchad de una amiga verdadera
un consejo importante y saludable
que quiere daros por la vez primera.
Cuando algún jardinero a plantar llega
un árbol bello, cuya sombra amiga
que del sol lo cubriese le faltaba,
cuidadoso lo riega,
y no omite trabajo ni fatiga
hasta no ver su copa que se extiende
y en la ardiente estación grato lo abriga.
Vosotros de este modo
redoblad el afán y la tarea:
haced que en el confín más apartado
de la azteca región cubrir se vea
la sombra de mis alas protectoras:
afianzad más y más mi nuevo trono;
y siempre vigilantes
cuidad de que otra vez no resucite
de la Discordia el extinguido encono.
Así yo os aseguro
que jamás volveréis al yugo fiero,
ni deberéis temer que os haga frente
por quitarme de vos el mundo entero;
pues no hay poder bastante
a subyugar a un pueblo que ha jurado
su unión y libertad, y las defiende,
de justicia, valor y acero armado.
Y ya que al cielo plugo
que viniera a morar entre vosotros,
entregaos al placer y a la alegría,
celebrando y alzando a las estrellas
los claros nombres de los héroes grandes
por quienes luce tan brillante día.
CORO¡Viva el héroe y los caudillos
del ejército valiente:
viva, viva eternamente
nuestra amada libertad!
UNA VOZ DEL COROVenturoso alegre día,
nuestros padres no te vieron;
nuestros padres, que gimieron
bajo del yugo fatal.
Vive, día suspirado,
de placer y de victoria,
vive siempre en la memoria
de la más remota edad.
COROViva el héroe...
UNA VOZ DEL COROHonor sempiterno a Iguala
que escuchó la vez primera
la voz dulce y placentera
que nos supo libertar.
Iguala inmortal resuene
en las costas mexicanas,
en las playas gaditanas,
en la tierra y en el mar.
COROViva el héroe...
UNA VOZ DEL COROEterna gloria a Iturbide,
a Negrete y Bustamante:
gloria a Guerrero constante,
a Victoria y Quintanar.
Gloria porque nos salvaron;
gloria porque nos unieron;
gloria porque así supieron
nuestra dicha eternizar.
CORO¡Viva el héroe y los caudillos
del ejército valiente
viva, viva eternamente
nuestra amada libertad!